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EL GRAN MUSEO DEL
El Gran Museo
del Mundo Maya
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Del cielo al inframundo y del inframundo al cielo, este recinto es el máximo guardián de la antigua cultura que, como una majestuosa ave, recorre el espacio y tiempo de esta región repleta de coloridas leyendas y huellas eternas.
Por Miguel Ángel Escudero
Dentro de la infinita cosmología maya, la ceiba o Ya’axché –palabra maya que puede traducirse como árbol verde– es la conexión que tiene el ser humano con el cielo, la tierra y el inframundo. Es la puerta que conecta el mundo material y espiritual, el ombligo del planeta y la máxima inspiración del esplendoroso Gran Museo del Mundo Maya.
Ubicado al norte de la ciudad de Mérida, Yucatán, este recinto nació como un discurso de expresión contemporánea de la inmensa cultura yucateca. Por ello, a lo largo de este edificio de 22 mil 600 m 2 se puede percibir el elemento clave de la visión cosmogónica maya: el árbol sagrado de la ceiba. Siguiendo la representación divina de esta planta –la cual se dividía en raíces, inframundo; tronco, desarrollo de la vida y ramas, trascendencia humana– el diseño arquitectónico parte de la parte “baja del árbol”, donde se encuentran las bodegas de colecciones, áreas de investigación y estacionamiento. Subiendo la escalinata, al nivel del tronco, se ubica el vestíbulo principal, taquillas, salas de exposición permanente y temporal, restaurante, terraza, entre otras zonas. Finalmente, en las “ramas de la ceiba”, la parte más alta del edificio, se pueden hallar las oficinas de dirección y administración, sala de cine y salón de usos múltiples. Existe una sala dedicada al meteorito de Chicxulub, el cual cayó al noreste de Yucatán y cambió la historia de la Tierra hace 65 millones de años.
Al exterior del museo, una impresionante estructura metálica de diversas tonalidades verdes, atan al edificio, simulando al ramaje de la ceiba y representando la unión entre pasado y presente en un espacio físico, constituido para ser percibido como ilimitado. El diseño del edificio plantea también una conexión mayor con el medio ambiente al procurar espacios con ventilación e iluminación natural y donde cada usuario, se apropie del sitio a su alrededor.
Con siete años de existencia, el Gran Museo del Mundo Maya se ha convertido en el mejor recinto para comprender la cultura maya. Con sus más de mil 160 piezas, entre textiles, elementos religiosos, grabados, libros, estelas, esculturas, vasijas, ajuares, entre otros, además de un sinfín de presentaciones artísticas y proyecciones nocturnas, es el lugar donde los dioses de la península nunca dejarán de existir.
ESTE RECINTO, REALIZADO POR EL GRUPO 4A ARQUITECTOS, RECIBIÓ EL PARTNERSHIPS AWARDS 2012 EN LA SECCIÓN “PROYECTOS INNOVADORES PARA LA PRESERVACIÓN DEL PATRIMONIO CULTURAL Y SU DIVULGACIÓN”.
La Ceiba De acuerdo con la cosmología maya, el mundo se divide en tres grandes símbolos: el cielo, dividido en 13 niveles; la tierra, concebida como una plancha cuadrangular; y el inframundo, dividido en nueve estratos. Junto a estos tres elementos, descansa la gran Ceiba o Ya’axché, la cual toca con sus ramas, a los cielos, en su tronco se desarrolla la vida y de sus raíces se sostiene el inframundo. Para esta gran cultura, esta planta es el punto que conecta el vientre de la madre tierra con todo lo que existe en el exterior.
El museo cuenta con una sala llamada MAYAMAX, en la cual se pueden disfrutar grandes producciones de tipo cinematográficas.
Cuatro salas permanentes • Sala 1: El Mayab Naturaleza y Cultura. Esta primera sala aborda los grandes tesoros naturales y culturales de la región del Mayab a través de la historia. • Sala 2: Mayas de hoy. Como un recopilatorio de la diversidad, la sala rescata sus tradiciones y formas de vida a través de objetos y piezas únicas. • Sala 3: Mayas de ayer. Dentro de este espacio, se recuperan los grandes tesoros mayas que existieron antes y después de la colonización española. • Sala 4: Mayas ancestrales. Reconocido como uno de los grandes pueblos americanos, aquí se condensa el gran legado maya a través de calendarios y obras pictóricas.