01 crimenes históricos

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CRÍMENES HISTÓRICOS ESPAÑOLES

Cádiz, 1989

De ser un estudiante de Medicina a “El descuartizador de Cádiz Jose Juan Martín Montañés descuartizó a su mejor amigo, tras asesinarle a cuchilladas, para hacer el cadáver “transportable”

José Juan Martín Montañes el día de su detención Ainhoa León López

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osé Juan Martín Montañés y Javier Suárez Samaniego se conocieron en segundo de BUP con 16 años en el instituto Fuerte de Cortadura, en la provincia de Cádiz -dónde se desarrolló la trama-. La música, el ping pong o el deporte eran aficiones que compartían. Ambos no se caracterizaban por ser especialmente sociables, pero siempre congeniaron muy bien. Experimentaron una época en la que empezaron a tener contacto con Iglesias cercanas a Testigos de Jehová. En 1989 –fecha en que esta amistad se rompió de manera trágica- tienen 22 años. José Juan -hijo de un subinspector de la Policía Nacional retirado- estudiaba Medicina aunque, en dicho año, no se matricula en las asignaturas que corresponden al nuevo curso. Detalle que tuvo a sus padres inquietos, ya que no había sucedido antes. Por otro lado, Javier -hijo del reconocido arquitecto Jose Luis Suárez Cantero- tomó el camino

de Empresariales. En aquel nuevo curso que comenzaba sus padres le notaron más extrovertido. Meses antes, éstos se habían mostrado preocupados al percatarse de que Javier estaba atravesando un período de reflexión, en el que apenas se comunicaba, y se pasaba horas absorto en las páginas de la Biblia. El 21 de enero, de ese mismo año, a las 19.00 aproximadamente, Javier estaba dando un paseo en bicicleta por la Avenida, en pleno centro de la ciudad gaditana, cuando se encontró con su amigo José Juan. Éste le invitó a subir a su apartamento alquilado –del que sus padres no tenían conocimiento- en la calle Villa de Paradas, dónde predominan bloques de apartamentos enfocados a ser alquilados en verano. La excusa que empleó fue sencilla y eficaz: quería mostrar a Javier la calidad de sonido del nuevo equipo de música que se había comprado. El estudiante de Empresariales en ningún momento dudó de su fiel amigo. Tanto es así que, para disfru-

tar al máximo del sonido, se sentó en una silla con los ojos vendados por su amigo José Juan. Lo que sucedió a continuación fue cuestión de un par de movimientos en pocos minutos. José Juan subió el volumen de la música. Golpeó por detrás la cabeza de Javier con una pata de mesa llena de arena. Éste cayó de la silla sin la venda de los ojos todavía vivo, aunque bastante aturdido. Incapaz de mirarle a los ojos, José Juan le cubrió la cabeza con una bolsa y le acuchilló en el corazón. Su amigo, sorprendentemente, seguía vivo. Le acuchilló incontables veces más. Aún no fué suficiente para el estudiante de Medicina. A continuación, llevó el cadáver al cuarto de baño, lo introdujo en la bañera y lo descuartizó en más de diez partes sin apenas herramientas. Los forenses manifestaron después de examinarlo: “Al menos sabía por dónde tenía que cortar aunque las herramientas no fueran las más adecuadas”. Repartió los trozos en cinco bolsas de plástico. Todos los tro3


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zos menos uno. Una de las manos de su mejor amigo la sumergió en un tarro de cristal, a rebosar de Formol, con la intención de conservarla en buen estado. ¿Por qué conserva la mano de Javier? El siguiente paso de este asesino fue escribir una carta dirigida a los padres de Javier fingiendo un secuestro. Fue escrita a máquina, en plural, y como observó la Policía Nacional, sin ninguna falta de ortografía. En la carta reclamaba un total de 12 millones de pesetas antiguas –lo que hoy son 72.121,50€- pagados en unos plazos marcados. El dinero debía de ingresarse en una cuenta –el titular de ésta con identidad falsa- de Caja de Ahorros de Cádiz. La carta llegó al domicilio familiar de los Suárez Samaniego cuando Javier llevaba varios días sin aparecer por allí. Su padre dudó en un primer momento de acudir a la comisaría a notificarlo porque su hijo no había tenido un comportamiento extraño días antes. Al cabo de los días, decidió hacer el primer ingreso en la cuenta indicada y acabó por denunciar a la Policía la desaparición de su único hijo. En comisaría el padre de Javier tuvo que hacer una lista de sospechosos, en la que, ni por asomo, aparecía el nombre del mejor amigo de su hijo. Cinco viajes a la Punta de San Felipe Mientras tanto, José Juan hizo un total de cinco viajes a la Punta de San Felipe, un puerto a 6km del piso alquilado. Fue arrojando las bolsas de plástico con el cuerpo de su amigo en un extremo del muelle donde estaban haciendo obras, el cual, en las semanas siguientes, estaría cubierto de hormigón. Intercaló los trayectos yendo en taxi –dato no del todo aclarado- y simulando que practicaba footing porque pasaba por delante de un cuartel de la Guardia Civil. Al descubierto el asesino antes que la víctima Una vez que Jose Luis Suárez denunció la desaparición de su hijo Javier, se inició un plan de vigilancia de los 17 cajeros de Caja de Ahorros de Cádiz. Un inspector de policía explicó en aquel momento: “La informatización de los cajeros era muy rudimentaria. Hubo que poner un agente detrás de cada una de las máquinas expendedoras de dinero de la ciudad que revisara todas las operaciones. Sabíamos que buscábamos una aguja en un pajar, pero no teníamos muchas opcio4

nes. Su plan no era muy inteligente pero que nadie piense que era descabellado.” Además, se anularon dos cajeros en los que era imposible poner a un agente que controlara los movimientos sin ser descubierto. También se estableció un límite de 35.000 pesetas (210,35€) para sacar por cada operación en la Caja de Ahorros de Cádiz. El 30 de enero –un día después del inicio de la operación policial- entorno las 10:00h un joven alto con gafas de sol intentó sacar dinero en un cajero de la céntrica plaza de San Antonio. Bingo. Los números de la cuenta coincidían a la perfección con los indicados en la carta de José Juan. El agente que se encontraba de guardia, junto con una patrulla que acudió después, paró –sin ningún forcejeo- al estudiante de Medicina y le preguntó sobre el origen de la tarjeta de crédito. Éste, muy tranquilo, explicó que se la había encontrado. Ese mismo día, los agentes policiales localizaron el apartamento dónde José Juan descuartizó a su mejor amigo. Un piso desordenado, con escasos muebles y las paredes manchadas de sangre. Comprobaron que la carta estaba escrita en la misma máquina que se encontraba allí y correspondía a José Juan. Con la misma tranquilidad que el estudiante mostró cuando le pillaron in fraganti, confesó en el interrogatorio su crimen. Sin titubear, sin dudar, sin justificarse, sin dar razones. Y con todo lujo de detalles. El periodista Pedro Ingelmo en su libro La Galería del Crimen transcribe sus declaraciones: “Porque no puedo con él, porque no tengo vehículo donde

Javier Suárez Samaniego, la víctima llevarlo, porque no me lo voy a echar al hombro, porque no tengo una alfombra para enrollarlo..Lo que hago es tratar de quitármelo de encima. Se me ocurre de todo, tirarlo por el váter, que sé que es estúpido, pero bueno, se me ocurre. Tirarlo por la ventana... se me ocurre incluso comérmelo y, con mucha tontería mía, de ver muchas películas o lo que sea... que me digo, ¡hala!, esto se va a llenar de sangre hasta... voy a llevármelo al cuarto de baño. En el cuarto de baño no hay nada. Lo que pretendo es hacerlo transportable. ¿En cuántos pedazos, me preguntan? Yo no los he contado, no lo sé. Yo lo hago de manera que cuando yo pueda me quepa en una bolsa y me lo pueda llevar. Nada, voy a la cocina. Cojo un cuchillo. El primero que se me presenta, al azar, el que haya. Lo cojo. Una cosa de las que digamos a mí más me puede impresio-

EN LA PRENSA...


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nar son los ojos abiertos. No se los bajo, se los tapo. Una vez tapados, le cubro la cabeza. No quiero verle la expresión. Digo: ahora voy a tener esta imagen no sé cuánto tiempo. Una vez que está tapado, vamos a la actuación. Chas. Le doy. El hombre despierta, sale de su inconsciencia, del shock en que estuviera...¡estaba vivo! Se trata de incorporar, medio cuello colgando, un ruido así de tráquea que no es nada agradable … sangre. Se lo echo para atrás, digo lo siento y, hala, le clavo el cuchillo pero a reventar, con toda la fuerza del mundo. Que luego, sí, tendrá uno sus pensamientos, todo lo que sea, pero lo que yo tengo delante es un cadáver, ya está muerto. Dejaos de tanto rollo de descuartizamiento ni nada. Cierro la bolsa, eso apesta sangre que no veas, normal. No sé que orden llevo, ya lo digo. El cuerpo lo voy metiendo en bolsas, luego busco una bolsa que tenía allí, una mochila. Me quito la ropa y me voy para mi casa.” Los policías solo le vieron algún atisbo de culpabilidad o remordimiento cuando mencionaron a sus padres. Es más, si en algún momento se intentó justificar fue ante ellos a través de cartas –ya dentro de prisión- en las que se defendía diciendo que todo fue consecuencia de unas proposiciones que Javier le hizo. Los psiquiatras forenses que le trataron antes de ingresar en la cárcel concluían que tenía una “personalidad narcisista”, “afán de notoriedad, egocentrismo”, “enajenación mental incompleta” –lo que sirvió de atenuante de la

condena-. Incluso José Juan les llegó a confesar que “se sentía por encima del bien y del mal”. Además apuntó “Javier no ha muerto por mi mano, si no por el destino y yo he sido descubierto no por mi torpeza a la hora de ejecutar los cobros, sino por el destino”. Fuera de prisión antes de tiempo El 26 de abril de 1991 fue condenado por la sala IV de la Audiencia Provincial de Cádiz a 36 años de cárcel. 28 por el crimen, cuatro por amenazas y cuatro por falsificación de documentos. Ingresa en el centro penal del Puerto de Santa María. El tribunal consideró que el único motivo que le llevó a cometer tal atrocidad fue económico. Pedro Ingelmo, periodista especializado en Periodismo de sucesos, comenta en su libro -mencionado párrafos anteslo siguiente: “El coeficiente intelectual medio de la población es de 100. El umbral del superdotado 130. Einstein tenía 160. José Juan Martín 146.” Trataba de explicar que cuando el asesino mencionó a la Policía “cumpliré unos 20 años por esto” es probable que ya hubiera estudiado todos los procedimientos carcelarios al detalle. Pero no acertó. Cumplió menos de 20 años en prisión, exactamente 15 y seis meses. En 1992 se hizo una primera proyección en la ejecutoria de su caso, solo teniendo en cuenta la condena por el crimen, y se estimó que saldría de prisión en 2025 –con 57 años- sin contar con las posibles rendiciones de pena por trabajos y estudios dentro de la cárcel. En 1996, en una segundo proyección, su salida se adelantaría a enero de 2007, contando ya con rendición de penas. En el año 2000 emprende una batalla jurídica para solicitar el tercer grado y gozar de un régimen en semilibertad. La Audiencia de Madrid aprueba la petición pero Vigilancia Penitenciaria la rechaza. Lleva a cabo un segundo intento y esta vez es la Audiencia de Cádiz la que evalúa la situación. El informe de los peritos decía lo siguiente: “Es normal el excelente comportamiento en prisión pero los

rasgos de su personalidad que le llevaron a cometer el inexplicable crimen siguen ahí”. Hay que añadir que estudió dos carreras –Derecho una de ellas- y uno de los trabajos que realizo fue servir comi-

C/Villa de Paradas, apartamento donde tuvo lugar el crimen das a presos en régimen especial –en ese momento integrantes de la banda terrorista ETA-. Finalmente, el 21 de junio de 2004 recibe el auto de excarcelación en la prisión Madrid 6 (Aranjuez). Cumplió así su deuda con la justicia pero con la entrada a Cádiz capital prohibida. El abogado de José Juan no presentó recurso de apelación y abandonó su defensa. Tiempo después se dieron unas determinadas circunstancias extrañas en el ámbito burocrático y el caso quedó archivado. Entre ellas, que la Audiencia Provincial de Cádiz estuvo tres años sin saber que José Juan había sido puesto en libertad o un traslado de los documentos del caso a Sevilla en 2007 Finalmente, el 21 de junio de 2004 recibe el auto de excarcelación en la prisión Madrid 6 (Aranjuez). Cumplió así su deuda con la justicia pero con la entrada a Cádiz capital prohibida. El abogado de José Juan no presentó recurso de apelación y abandonó su defensa. Tiempo después se dieron unas determinadas circunstancias extrañas en el ámbito burocrático y el caso quedó archivado. Entre ellas, que la Audiencia Provincial de Cádiz estuvo tres años sin saber que José Juan había sido puesto en libertad o un traslado de los documentos del caso a Sevilla en 2007.

28 años después

Policía con una de la bolsas con el cuerpo de Javier Suárez Samaniego

El caso tuvo mucha repercusión en los medios de comunicación. Tanto fue así, que José Juan Martín desde el anuncio de su crimen es conocido a nivel nacional como el “Descuartizador de Cádiz”. Según establecimientos cercanos al domicilio familiar de los padres de José Juan –en la calle Huerta del Obispo, Cádiz-, a día de hoy, él vive en Sevilla y se ve con ellos de forma habitual en un chalet que tiene la familia en Chiclana (Cádiz). Se desconoce a qué se dedica. El piso alquilado donde cometió el crimen fue vendido poco después a una familia de Madrid a un precio rebajado.

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Se cumplen 146 años de su primer asesinato

El Sacamantecas, el “Jack el Destripador español” Fue condenado a muerte en el año 1881 y ejecutado en el garrote vil tras cometer múltiples asesinatos a mujeres en la década de 1870 Alba Arcau Arcas

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a segunda mitad del siglo XlX, más concretamente la década de los ochenta, marcaría la llanada alavesa para siempre. Vitoria se convirtió en una ciudad ensangrentada por el asesinato y violación de seis mujeres de entre 13 y 52 años. El autor de toda esta barbarie tenía nombre y apellido, pero ha pasado a la historia con un pseudónimo: El Sacamantecas. Es considerado uno de los primeros asesinos en serie de la historia de España, adelantándose así al británico Jack el Destripador que sembró el terror en el Londres Victoriano de 1888. El modus operandi en ambos casos era semejante, ataques a prostitutas, estrangulamiento y mutilación abdominal por lo que el Sacamantecas también ha sido nombrado con el paso de los años, como el “Jack el Destripador español”. Juan Díaz de Garayo Garayo, más conocido como el Sacamantecas, nació el 16 de octubre en un pueblo de la provincia de Álava, llamado Eguilaz. Hijo de labradores, de una madre gravemente neurótica y alcohólica y de un padre al igual alcohólico, pasó su infancia trabajando en el campo y sirviendo como criado a los pueblos de los alrededores. Su último trabajo anterior a su primer matrimonio, fue como criado de un herrero en la Villa Alegría que duró siete años. En ese lugar conoció a la que sería su primera mujer, una viuda joven que se encontraba con dificultades económicas y con tierras sin trabajar. Garayo aprovechó la oportunidad para trabajar para ella en primer lugar, y a lo largo del tiempo, contraer matrimonio y así asentarse económicamente gracias a la herencia que había heredado su ya mujer. La Zurrumbona, que así le llamaban le dio cinco hijos de los que sobrevivieron tres. Este fue el matrimonio más duradero y más feliz del Sacamantecas, en 1863 su mujer murió. Dada la soledad que sufría y la mala situacion económica decide volver a ca-

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Juan Díaz de Garayo, “el Sacamantecas alavés” sarse, esta vez con una mujer de “carácter áspero y de violento genio”, según afirman escritos de la época. Este matrimonio convirtió a Garayo en un individuo egoísta y solitario además de producir grandes secuelas en su comportamiento, dejando atrás su lado pacífico. En 1870 se casa por tercera vez tras la muerte de su segunda esposa a causa de una larga enfermedad. Este tercer matrimonio fue el peor ya que su esposa, resultó ser alcohólica y la convivencia fue muy difícil. De repente esta también murió y hubo sospechas de haber sido asesinada por su marido quien declaró: ‘‘En la noche del 3 de abril de 1876, al volver del campo- donde estuve trabajando desde las cinco de la mañana y subir a la habitación nuestra- encontré la puerta cerrada y como al llamar no me contestó nadie, metí la mano por la gatera y saqué la llave de la puerta que yo mismo dejé allí cuando me marché a la mañana, quedándose mi mujer en la cama buena y sana. Al entrar en la alcoba vi que estaba agonizando. Salí asustado y busqué a un médico, el cual al ver que mi mujer no hablaba y que iba a expirar, mandó que viniera un cura y le diese la Unción”. Al mes siguiente se casa por última vez con una viuda bastante mayor de nombre Juana Ibisate, la cual será una pie-

za clave en la detención de Juan Díaz de Garayo como el Sacamantecas que estaban buscando, gracias a las declaraciones que esta prestó. Este último matrimonio, al igual que el anterior estuvo marcado por grandes disputas, acusándose ambos de alcohólicos y de despilfarrar el dinero en vicios de todo tipo. Parece ser que sus casamientos, tener una mujer a su lado, calmaba de algún modo su excitable temperamento, el cual le llevaba a la mala vida, a las prostitutas y con el tiempo, a los asesinatos. Los crímenes A medida que va comientiendo los asesinatos, la furia que desprende el Sacamantecas es mayor. Entre el primer asesinato y el segundo pasa un año pero entre este último y el tercero, por ejemplo, pasa un año y medio. Esto hacía sospechar que esa diferencia de tiempo significara que hubieran habido más asesinatos que nunca salieron a la luz. El primer asesinato fue el 2 de abril del año 1870 cuando el alavés tenía 50 años de edad. La víctima era una prostituta a la cual acompañó por el camino del río Errekatxiki a la salida de Vitoria con intenciones de tener relaciones sexuales con ella. Garayo le ofreció tres


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Dolmen de Aitzkomendi en Aguilaz donde se escondía Garayo tras realizar sus crímenes reales pero la mujer pedía cinco por lo que se enfureció y se abalanzó sobre ella y la comenzó a estrangular con sus propias manos hasta que decidió rematarla sumergiendo su cabeza en el río y se quedara sin aliento. Una vez muerta, tal como él describió una vez detenido, la desnudó y contempló durante unos minutos para satisfacer sus deseos necrófagos y la abandonó en el bosque. Al día siguiente la encontró un criado que andaba por el camino y aunque identificaron a la víctima, el caso se cerró por falta de pruebas. El 12 de marzo del año siguiente comete el segundo asesinato. Garayo buscó otra víctima, en este caso una viuda que se encontró en la Arana, valle en vasco, y a la que convenció una vez más en tener relaciones sexuales con él. Se volvió a repetir la misma historia, el ofreció poco dinero y ella pidió más por lo que la estranguló. Las autoridades tampoco pudieron encontrar al culpable por lo que el Sacamantecas se confiaba cada vez más ya que era un hombre tranquilo y nadie iba a sospechar de sus asesinatos. El tercer crimen fue un año y medio después aproximadamente, el día 2 de agosto de 1872 cuando se cruzó con una joven de 13 años por la zona de la Gamarra Mayor, dirección de Vitoria. La niña era la criada de una familia adinerada y su belleza fue la que hizo a Garayo abalanzarse sobre ella y abusar de ella sin pensarselo ni un instante.

El modus operandi en este caso comienza a cambiar, se muestra más seguro de sí mismo y no se conforma con cometer un asesinato sino que previamente agrede sexualmente a la víctima para después estrangularla y acabar con su vida. Como de costumbre, tras asesinar se escondía durante unas horas en el dolmen de Aitzkomendi situado en la pequeña localidad de Aguilaz hasta que su excitación y sus ganas de matar desaparecían y así poder volver a la normalidad sin levantar ningún tipo de sospecha. Tan solo 27 días después vuelve a atacar. Se puede observar como el Sacamantecas está fuera de sí, ya no tiene ese cuidado y ese miedo a ser descubierto, su necesidad de matar se vuelve cada vez más inmediata. La cuarta víctima resultó ser como en otros casos una prostituta a la que encontró en un camino llamado La Zumaquera y los motivos fueron los mismos, un desacuerdo en el precio a pagar por su compañía. La violó y estranguló hasta creer

“El Sacamantecas está fuera de sí, su necesidad de matar se vuelve cada vez más inmediata” que estaba muerta pero resultó que seguía viva por lo que Garayo, cogió una de las horquillas que la prostituta tenía en su

pelo y se la clavó al pecho repetidas veces causándole graves heridas y el desgarramiento de la piel hasta causar su muerte. Tras la brutalidad de su último crimen, el Sacamantecas decidió relajarse y parar durante unos años siendo así su próximo asesinato el 7 de septiembre de 1879. Sucedió en el término de Zaitegui, se encontró con una mujer al azar y repitió su método, el estrangulamiento. Al ver como la mujer se resistía, sacó una navaja y la apuñaló con violencia hasta desgarrarle el vientre. Antes de cometer el que sería su penúltimo asesinato, lo intentó dos veces con la mala suerte de que las dos mujeres consiguieron escapar del trágico destino que les habría esperado. El primer intento fue a una prostituta en el 1873 cuando le manifestó sus deseos con ella, esta se negó y Garayo comenzó a agarrarle del cuello. La mujer pudo gritar mientras la estrangulaba y gracias a ello, fue escuchada por algunos soldados de la guardia del Polvorín, lo que provocó que Garayo huyera rápidamente para no ser descubierto. El segundo intento viene un año después cuando se encuentra a una bendiga de edad avanzada. Se acercó a ella y sin decirle nada comienza a estrangularla, como la víctima anterior, consigue gritar y por lo tanto también escapar Esta última avisó a su cuarta y última esposa de las intenciones que su esposo había tenido con ella, las cuales calló 7


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con dinero para mantener el honor de su família. Una labradora de más de 50 años fue su última víctima el 8 de septiembre de 1879. Coincidió con un día lluvioso cuando la mujer paseaba por la zona de Araca cuando se refugió debajo de un árbol en el que se encontraba por el mismo motivo Garayo. Este aprovechó para ofrecerle tener relaciones sexuales a las cuales la mujer no aceptó, lo que provocó que se encendiera la furia del asesino y la estrangulara aunque esta vez, con el propio delantal que ella llevaba.

Su última esposa calló con dinero a una de las víctimas del Sacamantecas para “mantener su honor Mientras la mujer agonizaba, el Sacamantecas sacó su navaja como en otras ocasiones y apuñaló su vientre con una furia jamás experimentada hasta el momento. Además de desgarrarle el vientre, le arrancó los intestinos y riñones siendo así el crimen más cruel de su historia. Detención y condena a muerte A partir del tercer asesinato, que es el que causa el espanto e indignación, es cuando se comienza a tomar precauciones en la comarca. El pánico se había sembrado por todo el municipio, por lo que los hombres no dejaban salir de sus casas solas a sus mujeres e hijas por el miedo a que pudiesen ser las nuevas víctimas del asesino que andaba suelto. Además, tal y como contó Ricardo Becerro de Bengoa, un periodista de la época alavés, que escribió un libro sobre los crímenes del Sacamantecas, los vecinos creían que había más de un asesino dado el grado de violencia entre los crímenes. Las autoridades estaban confusas ya que en los primeros crimenes, el Sacamantecas no dejó pistas y es a partir del tercero cuando su seña de identidad va apareciendo, pero lo que les permitió avanzar en la investigación fue el testimonio de las víctimas que escaparon. Como se ha comentado al principio, la cuarta mujer de Garayo fue una de las piezas claves para su captura. Esta confesó al aguacil de la localidad, Pío Fernández de Pinedo, que había pagado a una anciana para que no denunciara a su marido del ataque que sufrió en uno de los caminos de las afueras de la ciudad. 8

Hay versiones que cuentan que el Sacamantecas fue detenido porque una niña que se cruzó con él comenzó a gritar sin conocerle de nada: ‘‘¡Qué cara!¡Parece el Sacamantecas!’’ Pero esto no fue lo que realmente ocurrió. La verdadera detención ocurre el 21 de septiembre del año 1880 por parte del alguacil Pinedo. Reconoció a Garayo cuando se cruzaban por la calle gracias a las descripciones que habían hecho las víctimas que consiguieron escapar de él. Las víctimas decribieron al Sacamantecas como “hombre de frente estrecha y occipucio plano, con la base del cráneo ancha, color animado, pómulos salientes, facciones fruncidas, ojos pequeños, hundidos, desviados y uno de ellos torcido con siniestra mirada’’. Garayo fue apresado y encerrado en la prisión de Vitoria y una vez allí, la Guardia Civil contó que el asesino no podía articular apenas palabra y que tras negar en un principio los crímenes, acabó confesándolos adjudicando la culpa a los demonios que se adentraban en su cabeza. Finalmente el ocho de mayo de 1881 fue ejecutado en el garrote vil en la prisión del Polvorín viejo de Vitoria a cargo del verdugo Gregorio Mayoral. Su cadáver estuvo expuesto para el goce de aquellos vecinos que deseaban

Certificado de defunción de Garayo

verlo muerto y posteriormente fue enterrado en una fosa común del cementerio de Santa Isabel. Así terminó la historia del Sacamantecas, cuyo nombre proviene de aquellas personas que eran pagadas por asesinar y extraer toda la grasa del cuerpo de una persona para poder hacer ungüentos curativos y curar enfermedades, cosa que de Garayo jamás se demostró siendo así sus actos puramente voluntarios. También ha pasado a la historia como un monstruo que se utilizaba para asustar a los niños. Garayo, ¿cuerdo o loco? El juez de primera instancia de Victoria mandó realizar un informe a los once medicos forenses que le realizaron la autopsia y fueron encargados de la observación y el estudio del estado de las facultades intelectuales de Garayo del 3 de enero de 1880 al 3 de marzo de 1880 para ver si sus crímenes se podían justificar. El resultado del estudio, tal y como anunció el médico Ramón Apraiz: «deducimos que Juan Díaz de Garayo no tiene locura alguna ni la tuvo al cometer los crímenes», por lo que en todo momento supo lo que hacía, declarándolo así como uno de los asesinos en serie más relevantes del siglo XIX y también, de la historia de España.


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El Crimen de Vistahermosa

Las quinielas: el juego que marcó la suerte de Julio López Guixot El ansia de éxito acabó con la vida de dos personas: la víctima y el asesino Ainhoa Martín Pérez

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na víctima y dos condenados. Un crimen por dinero que en un primer momento se pensaba perfectamente planificado pero que tenía muchos cabos sueltos. Dos intentos. Un premio. Estas podrían ser las principales etiquetas del crimen conocido comúnmente como el “crimen de las quinielas” o el “crimen de Vistahermosa”. Un asesinato con una resolución clara -al menos eso se cree en un principio-: dos hombres que necesitan grandes cantidades de dinero y otro hombre que se establecerá en el punto de mira de los dos primeros. Este último será Vicente Valero, será perseguido por trasladar grandes cantidades de efectivo todas las semanas. Julio López Guixot, el asesino, logró cumplir su sueño: salir en las portadas de todos los periódicos, aunque no pudo disfrutar de ello.

Guixot siempre tuvo claro que quería tener éxito en la vida, quería ser rico a toda costa, para él no importaban los medios para llegar al fin: ser rico y reconocido. El crimen de las quinielas es históricamente conocido por su principal protagonista, el que trazó la historia, Julio López Guixot, un hombre abandonado al nacer por su familia y al cual años después su madre reconoció y dio sus apellidos. Fue criado por una alicantina trabajadora y humilde. Guixot siempre tuvo claro que quería tener éxito en la vida, quería ser rico a toda costa, para él no importaban los medios para llegar al fin: ser rico y reconocido. Él pensaba que había nacido para ser una persona destacable no para ser un mediocre, consideraba que estaba por encima de los demás y por eso estaba seguro de que llegaría a ser un personaje

Juego de las quinielas, 1954. Fuente: Criminalia público, -y de alguna forma como bien afirma Fernando Fernán Gómez en el libro escrito sobre este crimen-, al fin y al cabo logró su cometido: todas las personas en este país en 1954 sabían quién era Julio López Guixot, y cuando se comocío la resolución final, todos los periódicos incluían la terrible historia que rodeaba a este personaje. La vida de Guixot José Segarra Pastor se establecerá como el Sancho Panza de el Quijote de este crimen. Segarra era un hombre introvertido, no encontraba su lugar en la sociedad hasta que encontró a Guixot. Era la combinación perfecta: un controlador que necesitaba un aliado, y un hombre que necesita ser el compañero de alguien, necesita un guía. Guixot encuentra a su compañera de vida en la familia de Segarra. No tardará en enamorarse de su hermana y así sellar su estrecha relación. Al margen de las relaciones familiares, Guixot lo que más ansiaba era dinero. Le costaba mucho encontrar trabajo según la periodista de sucesos Margarita Landi, pero con el tiempo se dio cuenta de que ningún trabajo le aportaría el éxito que él ansiaba, necesitaría siempre más, tenía que labrarse un nombre. Decidió entonces recurrir a las quinielas.

Comenzó a hacer cálculos matemáticos, a agotar todas las estadísticas hasta que se convenció de que había logrado encontrar la fórmula perfecta para acertar. El sospechoso jugaba a las quinielas. En un determinado momento se dio cuenta de que podía existir un patrón que él mismo iba a descubrir. Comenzó a hacer cálculos matemáticos, a agotar todas las estadísticas hasta que se convenció de que había logrado encontrar la fórmula perfecta para acertar. Pero esto no era suficiente, llegó un momento en el que el dinero se agotó, así que tuvo que atraer a personas que aportaran dinero. Sin embargo, la fórmula no era tan perfecta como él pensaba y, aunque en una ocasión llegó a ganar 64.000 pesetas, quiso seguir jugando para ganar más. En ese momento comenzaron las pérdidas, así se afirma en el libro “Los crímenes del lobo feroz. El crimen de las quinielas”, de Fernando Fernán Gómez. Con el dinero se fueron los apoyos que había tenido hasta el momento. Todos se fueron alejando, todos menos su fiel amigo y compañero Segarra. Cuando el 9


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El crimen de las quinielas sucedió en Elche, una localidad de Alicante. Este crimen fue uno de los sucesos que más ha impactado en el lugar. Fuente: Blog Curiosidades de fútbol ambicioso Guixot se encontró solo con deudas en los bolsillos tramó un plan para conseguir dinero y así poder seguir jugando. Él no iba a detenerse por no tener dinero, tenía que buscar una solución que para él tenía nombre y apellidos: Vicente Valero Marcial, la víctima. El compañero de trabajo -y amigo de la infancia- de Segarra. El plan La idea consistía en alquilar una casa en Vistahermosa en la que Julio López Guixot estaría esperando a los dos trabajadores de la sucursal del Banco de Elche. El plan se puso en marcha en dos ocasiones porque la primera vez resultó fallido. Pero esto no resultó ser un inconveniente para los cómplices que idearon una alternativa y días después volvieron a

intentar el robo, esta vez con éxito. En el momento en el que el trabajador tuvieero se encontraría con Segarra y se dispondrían a ir en taxi hasta el chalet alquilado por Guixot. Cuando llegaran ahí este les estaría esperando para robar a Valero. Los criminales tenían claro que no podía salir con vida de la casa, “sería el precio a pagar por lograr el fin”, afirma Margarita Landi -poniendo en su boca palabras del principal responsable-. La muerte del inocente Hasta ese momento todo sucedió tal cual lo habían previsto, así lo afirma Fernando Fernán Gómez. Cuando los dos trabajadores llegaron al chalet, Guixot le dio un golpe a la víctima con un yunque recubierto de telas. Como no fue suficiente con este primer golpe el asesino le asistió un segundo golpe en la parte frontal de la

LOS MEDIOS El crimen de las quinielas fue un suceso sobre el cual se publicó información con mucho detalle en los medios del momento. Se llegaban a incluir palabras textuales de lo que afirmaban los asesinos. Sorprende la gran cantidad de información que se conoce de este crimen, ya que en la actualidad ya sea por el secreto de sumario o por la protección de los abogados, no se llegan a conocer tantos datos sobre un suceso. El 4 de diciembre de 1954 el ABC publicó una información relacionada con este caso. Sin embargo, muchos detalles relacionados con este suceso no eran correctos.Aismismo, se puede observar que la diligencia informativa no tenía el peso que tiene en la actualidad, el corroborar las fuentes es un aspecto esencial en el periodismo de hoy. En 1954, se dedica bastante espacio del medio a tratar este suceso en profundidad. En el régimen de Franco no se publicaban muchos crímenes para no perjudicar la fama de una España segura. Además, en 1954 no existían diversos métodos para la obtención de la información, solo las declaraciones de las fuentes oficiales, los rumores y las palabras de testigos, por lo que con el tiempo se pudo conocer cómo sucedió el crimen fehacientemente.

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cabeza. No fue hasta ese momento -que la víctima cayó al suelo- cuando le quitaron las 210.000 pesetas.

Yunque de zapatero: arma del crimen (envuelto en telas). Fuente: Maquinasyherramientas.com Esta cantidad de dinero tan elevada la llevaba distribuida en diversos sobres escondidos por su cuerpo. En el libro “Los Crímenes del Lobo Feroz. El crimen de las quinielas” se afir-

En el momento en el que volvió a entrar en la casa pudo observar cómo el cuerpo se había movido por lo que la víctima había tardado en morir. ma que Guixot estuvo mucho tiempo después observando cómo se desangraba Valero. Decidió colocarlo en una postura


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natural de una persona que se encuentra con vida -sentado apoyado en la pared-. Después de esto Guixot fue a comprar las herramientas necesarias para deshacerse del cuerpo. En el momento en el que volvió a entrar en la casa pudo observar cómo el cuerpo se había movido por lo que, la víctima había tardado en morir. Entonces sufrió un ataque de pánico y decidió abandonar el lugar del crimen. Perdió las llaves en dos ocasiones. La segunda vez decidió no pedírselas de nuevo a la encargada de los chalets y dejó el cuerpo ahí. Sin pensar en las consecuencias. Envolvió el cuerpo en unas mantas y arrojó líquidos de limpieza para suavizar el olor que en unas horas se sentiría en la habitación. Toda esta descripción la narra Fernán Gómez en su libro. Tiempo después se descubrió que no fue un acto inteligente, porque la encargada de los apartamentos sintió un extraño olor y vio moscas verdes alrededor del chalet. Según Margarita Landi, en ese momento esta mujer decidió avisar a la Guardia Civil descubriendo entonces el cuerpo en avanzado estado de descomposición de Vicente Valero. No fue difícil descubrir quién había sido el culpable. Guixot había hecho una reserva que cubría varios meses. Había borrado las huellas tanto suyas como de su fiel compañero, pero había muchos detalles que marcaban su culpabilidad.

Libro de Fernando Fernán Gómez sobre el crimen

El cómplice del asesinato sentía que tenía una responsabilidad con la familia, por ello le prestaba toda la ayuda necesaria a la mujer de la víctima, hasta el punto de ofrecerle dinero cuando pasaba por malas situaciones económicas. El crimen de las quinielas tenía asesino y cómplice y la policía no tardaría en averiguar quiénes eran. La coartada Segarra había preparado la coartada de manera muy detallada con Guixot. Había dejado constancia en el Banco Central que tenía cita con el médico e, incluso, asistió al mismo acompañado de Guixot para ambos tener coartada en caso de ser acusados. Finalmente se descubrió que las horas de la consulta no coincidían con el momento de la muerte de la víctima. Además Valero, según Fernán Gómez, solía hablar de dinero, por lo que los compañeros no se extrañarían de que se hubiese fugado. A su vez, ellos sabían que aunque estuviera casado, su debilidad eran las mujeres y podrían engañarlo fácilmente si le decían que una mujer de ensueño estaba esperándole. Nadie se extrañaría de que se hubiese fugado, nadie salvo su mujer. Cuando desapareció Vicente Valero Marcial, Segarra trató de convencer a la viuda de que se había fugado con el dinero. Sin embargo, ella siempre dudaba de que se hubiera ido sin dejar ni siquiera una nota. El cómplice del asesinato sentía que tenía una responsabilidad con la familia, por ello le prestaba toda la ayuda necesaria a la mujer de la víctima, hasta el punto de ofrecerle dinero cuando pasaba por malas situaciones económicas. Para Guixot y su compañero habían ideado el plan perfecto, pero se dejaron cuestiones sin resolver, lo cual facilitó el trabajo a los policías encargados de detenerlos. A pesar de que Guixot pensaba que tenía todo bajo control siempre dejaba asuntos sin resolver y no era tan inteligente como pensaba. Él esperaba que el dinero le llevara al éxito. Contrariamente le llevó a la ruina, como afirma Margarita Landi. Paradero desconocido Después de cometer el crimen tanto Guixot, como Segarra decidieron continuar con sus vidas. De tal forma que Guixot, tras haberse casado con Asun-

Ilustración de Martín Olmos referida al Crimen de las quinielas ción, la hermana de Segarra, se fue de luna de miel. Cuando volvieron del viaje, Guixot decidió instalarse en Murcia tratando de evitar su detención. Se mantenía alejado de los vecinos y mantenía las ventanas cerradas, según afirma Fernán Gómez en su libro. Al cabo de un tiempo, el recién casado decidió retomar sus prácticas con las quinielas. El juego que trataría de matematizar y sistematizar. Con ello trataría de cambiar su futuro y su suerte. Para Guixot todo valdría la pena si lograba el éxito. El fin justificaba los medios para él. Fernando Fernán Gómez lo describe como un hombre ambicioso, que desde temprana edad sabía perfectamente que tendría que triunfar costara lo que costara. La detención Las quinielas fueron el juego de azar que atrapó a Guixot desde el primer momento. De tal forma que todos los sucesos importantes de su vida se desarrollaron en torno a estas. Al final le dieron una satisfacción: logró que su método volviese a funcionar en Murcia, el lugar donde residía con su mujer. Después de varios intentos logró acertar la combinación perfecta y ganó 127.000 pesetas según Martín Olmos Medina -el cual escribe en El Correo sobre crímenes-. El problema para el asesino fue que este triunfo no solo le iba a aportar una gran cantidad de dinero, sino que también daría la clave a la policía para encontrarlo después de seguirlo durante varios meses. Concretamente lograrían detenerlo en la delegación del Patronato de Apuestas Murciana, el 27 de julio de 1958. Meses antes habían atrapado a Segarra, mientras su recién establecido cuñado se 11


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Dibujo sobre la práctica del Garrote Vil Fuente: diario ABC encontraba de luna de miel. Su fiel compañero contó toda la verdad a la policía según Martín Olmos, lo cual facilitó la detención de Guixot. Era la segunda vez que este era

Todas las pruebas apuntaban a la historia que ya estaba compuesta de principio a fin: Guixot había sido el principal asesino y Segarra su cómplice, ambos serían ejecutados a Garrote Vil. detenido, así se cuenta en el libro de Fernán Gómez. La primera fue por incitar a la rebelión durante su periodo en el ejército, el cual fue interrumpido cuando entró en la cárcel por 10 años. Por lo que ya conocía el procedimiento y, sabía que después de haber contado lo que había ocurrido, su historia no tendría un final agradable. La resolución Esta vez sí acertó su predicción: la resolución final tanto para Guixot como para Segarra no era esperanzadora, ambos serían ejecutados a Garrote Vil. Sin embargo, cuando ya parecía que todo estaba claro y la historia tenía principio y final, Fernán Gómez narra cómo Segarra trató de cambiar toda la historia estableciéndose como principal acusado del asesinato: José Segarra contó que él había matado a su compañero de trabajo y que Guixot solo fue un “pobre amigo que le ayudó pero no hizo nada”. Según se afirma en las últimas páginas del libro referido a este crimen, Julio López 12

Guixot vio el gesto de solidaridad de su amigo y trató de que su versión pareciera creíble. A pesar de esto, todas las pruebas apuntaban a la historia que ya estaba compuesta de principio a fin: Guixot había sido el principal asesino y Segarra su cómplice, ambos serían ejecutados a Garrote Vil. Finalmente Elche, el lugar en el que había acontecido toda la historia, se veía afligido por el suceso. Guixot logró ser conocido por toda la población y salir en las portadas de los periódicos, pero no de la forma que esperaba. Según Margaita Landi, el 21 de agosto de 1958, Julio López Guixot

fue ejecutado y, finalmente, José Segarra fue indultado y permaneció en la cárcel durante 30 años. Alicante quedó consternada por la muerte de un inocente a cambio de dinero, por la gran cantidad de detalles en las informaciones publicadas en torno al crimen y por la entereza del principal criminal, que según Fernán Gómez, mantuvo la actitud incluso en el momento de la ejecución. El crimen de las quinielas o crimen de Vistahermosa es un suceso que, 60 años después, sigue en la memoria de los vecinos de Elche, de Alicante y de España.

Garrote vil El Garrote Vil estuvo instaurado en España desde 1820 hasta 1978, momento en el que se aprobó la Constitución. Fernando VII sustituía la horca por esta forma de ajusticiamiento, según se afirma en la sección de Historia del diario ABC. El garrote, un collar de hierro sujeto a un tornillo con una bola en el extremo que sustituyó a la horca, provocaba la dislocación de la apófisis de la vértebra axis sobre el atlas en la columna cervical. El garrote consistía en una cuerda atada a un palo o una argolla de hierro que permitía al verdugo estrangular mediante un torniquete a la víctima, que podía estar sentada o de pie, aunque siempre atada a un poste o a una silla, describe Eladio Romero García en su libro Garrote vil. El condenado moría por rotura del cuello o fractura de la columna cervical.Aunque teóricamente la muerte se producía de forma instantánea, lo cierto es que en la mayoría de los casos provocaba lesiones laríngeas y la víctima moría por estrangulamiento. La fuerza física del verdugo, que giraba el tornillo y aplastaba el cuello hacia delante de forma progresiva, hasta dislocarlo, resultaba un factor determinante. En aquellos tiempos se consideraba el garrote como una forma más humana de ejecución, frente a la lista de crueles maneras de matar que comenzaba con la hoguera y podía concluir con el descuartizamiento, según afirma Romero García. Además, en el garrote vil el acusado debía llevar la cabeza cubierta. “Mi viejo parecía un tipo muy duro, pero te aseguro que siempre iba borracho cuando iba a agarrotar a algún reo”: Afirma Inés Sánchez en el diario El País sobre su padre, Antonio López Sierra, uno de los últimos ejecutores de garrote vil en España. Esta pena capital que sería la aplicada a Julio López Guixot en 1958, cuatro años después de cometer su crimen, sería abolida definitivamente por la Constitución de 1978.


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El asesinato del industrial Pablo Casado de las Navas

El caso del cadáver descuartizado Ricardo Fernández Sánchez condenado a 16 años de cárcel por el crimen Alba Justo

U

n cuerpo descuartizado. Estación de Atocha, Madrid. Procedencia: Barcelona. Identificación: sin determinar. ‘¿Y la cabeza?’, ‘¿De quién se trata?’, ‘¿Por qué le han hecho esto?’ Todas estas cuestiones señalan el final de los ‘felices años 20’ en España. En plena etapa dictatorial de Primo de Rivera, los crímenes se suman a la diversidad de problemas que padece una nación marcada por la represión y la sumisión. Unos meses antes del crack de Wall Street y, en el momento en el que la capital se preparaba para rememorar los fusilamientos del 2 de mayo, Madrid, e indirectamente, la ciudad condal sufrirán uno de los sucesos más escalofriante hasta el momento. El 1 de mayo de 1929, un día aparentemente normal en una de las estaciones más transitadas del país, pareció ser, de un minuto a otro, uno de los más inauditos de la historia criminal de España. Un crimen perfectamente organizado Con cierta regularidad, todos los paquetes cuyos destinatarios no se habían presentado a recoger, se sacaban a subasta pública. Tras retirar algunas cajas, el encargado, Pedro Vicente, abrió un gran bulto de madera de 82 kg, un metro de altura por 60 centímetros de anchura y que, aparentemente, contenía maquinaria en su interior. En principio, todo parecía normal hasta que se acercó al embalaje y se dio cuenta de que algo pasaba y no, precisamente, algo agradable. El mozo percibió una peste inaguantable y un líquido viscoso que manaba del cajón e, inmediatamente, llamó la atención de sus superiores. Al destapar la cubierta, una masa de periódicos y algodón en rama cubría la mercancía. Sin embargo, para sorpresa de todos, aquello no era un paquete asiduo. El busto incompleto de un hombre de unos 30 años, vestido únicamente con una camiseta y unos calzoncillos de seda, se encontraba en el interior.

Los operarios de la Estación de Medio Día que facturaron y descubrieron el cajón con los restos de Pablo Casado Al torso le faltaban las extremidades abdominales, la cabeza y la nuez como consecuencia de una decapitación. Así mismo, se podía ver una pierna seccionada por encima de la rodilla y, en una de las manos, con una manicura perfectamente cuidada, un manojo de pelo. En el fondo, el resto de partes se encontraban envueltas perfectamente colocadas. No obstante, algo que sorprendió e hizo sospechar a las autoridades fue que el olor y la putrefacción no correspondían con el tiempo que llevaba el cuerpo allí almacenado. Esto solo podía suponer una cosa: habían intentado retrasar la descomposición con sustancias químicas. Multitud de hipótesis Las autoridades pusieron en marcha la investigación y todos los medios del momento hicieron eco de lo ocurrido durante meses. Diarios como La Vanguardia, ABC, El Heraldo de Madrid o El diario de Barcelona posicionaron la noticia en sus portadas y, gracias a la gran difusión que se le dio al macabro suceso, las primeras hipótesis no tardaron en llegar: En Madrid, Vicente Cristelli, amigo del industrial barcelonés Pablo Casado de las Navas, se personó en el cuartel con la sospecha de que el cadáver encontra-

do en la Estación de Atocha pertenecía a su conocido. Días después, compadeció ante el juez y declaró que su familia recibía frecuentemente la visita de Pablo en Madrid pero que, desde principios de diciembre, no tenían noticias de él. La Vanguardia dio noticia de ello el sábado, 6 de mayo de 1929, en su página 20. En Barcelona, un empresario que poseía una confitería en la calle de Fernando se reunió con el inspector Roig y le explicó que solía comprarle a Pablo cajas de cartón para su negocio. En Navidad, este pensaba pasarle un pedido pero, un tal Aragón, socio de Pablo, le dijo que Casado se había ausentado y que sería imposible. “El socio pensaba liquidar el negocio”, expresó el comercial inquietado. Desde el primer momento, los hechos señalaban a tres individuos: el asociado de Pablo; su criado, Ricardo Fernández Sánchez, más conocido como ‘Ricardito’ y José María Figueras Jaumandreu, miembro de una de las familias más importantes de Barcelona y responsable de la contabilidad del pequeño negocio de la víctima. El día 3 de mayo, el inspector Roig detuvo a don Antonio Aragón en el nº 151 de la calle Balmes. Después, a José 13


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Pablo Casado de las Navas María Figueras en Tres Torres y, por último, a Ricardo, en su piso de San Gervasio. El primero, informó a la policía de la pésima situación económica por la que estaba pasando Casado. A pesar de que había estado ganando buenas cantidades de dinero en el último tiempo, lo había empleado en mitigar las deudas que había estado acumulando en épocas anteriores. Como el negocio de la fábrica de cajas no iba muy bien, Aragón decidió separarse de Pablo y volver a su antiguo negocio en la barriada de Sans. Finalmente, el inspector dejó ir sin cargos al afiliado de Casado. Sin embargo, Ricardo y Figueras fueron encerrados como principales implicados en la misteriosa muerte del empresario catalán. La verdad del crimen En un primer momento, se creyó culpable a Figueras al que, durante quince días, se le condenó por un crimen que no había cometido. Entonces, Ricardo confesó como único autor de los hechos. Aquellos que lo conocían, lo consideraban un hombre pacífico que había trabajado como criado en diferentes casas. En todas había tenido una buena conducta aunque, a veces, contaba con una sensibilidad y costumbres invertidas. Casado y él se habían conocido en Madrid cinco años antes de lo ocurrido en 14

una tertulia del café de Correos de la ciudad. En ese momento, el empresario se encontraba instalando su fábrica. No será hasta un tiempo después, cuando ambos se vuelvan a encontrar, esta vez, en Barcelona y Pablo decidirá contratar sus servicios domésticos. No obstante, se comentaba que la relación laboral entre ellos no era muy buena, algo que Ricardo consideró insignificante en su declaración como acusado. En varias ocasiones, Pablo había pensado despedirlo porque no estaba atravesando un buen momento económico y porque la relación entre ambos había empeorado. Por todo esto, las fuerzas del orden consideraron que el único que tenía algo

que reprochar a Pablo, considerado un hombre muy cuidadoso, formal y al que todo el mundo quería, era el ‘señor’ Ricardito. Además, según algunos vecinos, habían tenido una discusión meses antes, coincidiendo con su desaparición, en el nº 55 de la calle Orteu y que el criado había interpuesto una denuncia contra su amo porque este le debía trescientas pesetas. El asesinato paso a paso La reconstrucción de los hechos se inició el 22 de mayo y fue ordenada por el juez Sánchez Oñat. Ricardito fue llevado al lugar de los hechos. Allí estaba el cajón donde había introducido los restos de su jefe. “¡Que

MEDIO SIGLO DESPUÉS Cincuenta y seis años más tarde, TVE emitía la serie ‘La Huella del Crimen’ en la que se recreaban los casos más escalofriantes de la crónica negra española. En el último capítulo, retransmitido en 1985, se presentó ‘El Caso del cadáver descuartizado’. Al tratarse de un hecho que ocurrió hace bastantes años, nadie podía imaginar que alguno de sus protagonistas siguiera vivo. Pero, para sorpresa de todos, José María Figueras no había muerto. El diario El País consiguió entrevistar al exculpado: “Simplemente fui retenido en comisaría, como otras tantas personas, y ni tan siquiera fui inculpado en el juicio. Mi relación con Pablo fue esporádica y laboral”, comentó. Así mismo, lleno de tristeza y angustia, expuso que toda su vida estuvo perseguido por la calumnia y que, ahora, toda aquella pesadilla volvía a través de un programa de televisión. Finalmente, el medio difundió una nota con el objetivo de reparar el deterioro del honor de Figueras ya que no fue hasta pocos días antes, cuando tuvieron el conocimiento de todo esto y, por ello, no pudieron modificar la identidad del personaje.


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Ricardo Fernández Sánchez, ‘Ricardito’, dirigiéndose a la Audiencia de Barcelona para ser juzgado por el asesinato de Pablo Casado no lo destapen!”. “¡Que no quiero verlo!”, gritó. El asesino atemorizado por tener que ver el muerto, esclareció lo sucedido detalladamente. Explicó que tuvo una fuerte disputa con Casado la noche del 8 de diciembre de 1928 y le golpeó con una plancha eléctrica en la cabeza provocándole la muerte ‘in situ’. Sin embargo, a lo largo de la investigación se apuntó que el criado pudo haberlo matado mientras este estaba dormido propinándole varios golpes en el cráneo con el objeto. Tras esto, se retiró dejando el cuerpo en la cama y a la mañana siguiente, fue hacia el habitáculo para aseverar que estaba muerto. Efectivamente, estaba helado. Pensó que la mejor manera para hacerlo desaparecer y evitar que alguien identificara a la víctima era decapitarla. “Corté la cabeza con un cuchillo. Luego, seccioné las piernas, hasta llegar al hueso, y luego utilicé un serrucho. Cuando terminé, bajé al sótano de la casa y cogí uno de los cajones que allí se amontonaban para embalar bolsas de la fábrica. Después recogí trapos y algodones para empapar la sangre, pero no fueron bastantes y tuve que comprar varios paquetes en una farmacia. Luego me dediqué a embalar los restos con todo cuidado”, declaró en la confesión. Señaló que, por momentos, pensaba que se moría, le flaqueaban las fuerzas pero, se contuvo y arrastró el cajón hasta las escaleras: “Lo bajé a la planta donde trabajaban las obreras. Lo coloqué en un rincón situado detrás de la puerta principal, a la izquierda. Allí lo dejé cubierto con unos papeles y varios muestrarios, para que pasara desapercibido”, manifestó ante las autoridades.

“Recogí trapos y algodones para empapar la sangre” El domingo 10 de diciembre, llevó la caja en una carretilla que había pedido prestada al Sr. Figueras y con ella estuvo paseando por toda la ciudad hasta las cinco, hora en la que se iniciaban las facturaciones en la estación. Una vez allí, Ricardo se dirigió a uno de los trabajadores y facturó el cajón con el primer nombre que se le ocurrió cuyas iniciales eran J.G.

Cubrió la cabeza con algodón y la envolvió en papel de periódico Según publicó el diario ABC el 23 de mayo de 1928 en su edición de mañana, Alfredo Correa fue el encargado de regis-

trar la caja y, nada más ver el paquete, lo reconoció sin dudar en ningún momento. En cambio, no recordaba con exactitud si Ricardito había sido la persona que había llevado el paquete hasta allí. Después de esto, el asesino volvió al domicilio para seguir limpiando e intentar eliminar cualquier pista que lo involucrara en aquel macabro suceso. Respecto a la cabeza, según describió en el largo interrogatorio, la cubrió con algodón y la envolvió cuidadosamente en papel de periódico. Subió al tranvía de la plaza de Molina, del que bajó en la plaza de la Universidad. Allí, subió a otro dirección la Aduana. Al llegar al cruce del Paralelo con el Paseo de Colón, se bajó y se dirigió al muelle de Barcelona. Llevaba la cabeza bajo el abrigo, a salvo de cualquier mirada que pudiera inculparlo. Aprovechando la jornada dominical y el parón laboral en el puerto, el criado fue hasta el lugar más solitario y allí, junto a un barco mercante, abrió la chaqueta y la dejó caer al mar haciéndola desaparecer para siempre. El chapoteo llamó la atención de un navegante que, por un momento, lo miró fijamente pero este supo disimular para no levantar sospechas. A medida que iba explicando cómo llevó a cabo el crimen, la serenidad de Ricardo iba floreciendo hasta que finalizó el interrogatorio totalmente tranquilo. Finalmente, los esfuerzos del criado por exculparse del caso del cadáver descuartizado de Atocha fueron en vano. Ricardo fue condenado a 16 años de prisión por homicidio y a 3 meses más por un delito de hurto. El asesino, con una actitud fría y desapacible durante todo el juicio, únicamente se limitó a pronunciar un par de palabras acerca del tiempo de condena que debía cumplir.

La Sala de la Audiencia de Barcelona en la que se celebró el juicio oral. A la derecha, la caja en la que fue enviado a Madrid el cuerpo descuartizado 15


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El tren de la muerte

La historia del crimen que conmocionó a la sociedad española de 1924 Alejandra Carril Valdó

E

l 11 de abril de este año, 2017, se cumplen noventa y tres años del crimen conocido como “El expreso de Andalucía”. Un doble asesinato que, en la década de los años 20, conmocionó a la sociedad española y tuvo en jaque a las autoridades hasta llegar a los culpables de tal suceso.

El crimen El viernes 11 de abril del año 1924, el tren correo número 92 transportaba en su interior toda la correspondencia privilegiada, certificados y pliegos de valores para las capitales andaluzas y norte de África, así como despachos precintados del extranjero llegados de la frontera francesa, vía Hendaya, con destino a Gibraltar y Tánger. Todo ello, superaba el valor económico de un millón de pesetas, un botín más que considerable para la época. Las personas encargadas ese día del coche-correo fueron el oficial primero Santos Lozano León, de cuarenta y cinco años, y Ángel Ors Pérez, de treinta. El primero tenía a su cargo el servicio Madrid-Cádiz, mientras que Ángel Ors estaba al frente del servicio Madrid-Málaga. Ambos tenían que viajar en el mismo coche hasta Córdoba, lugar en el que se separarían para continuar sus rutas. Sin embargo, nunca pudieron llegar a tal destino.

Los oficiales de correos, Ángel Ors y Santos Lozano León. La estación de Aranjuez fue el lugar elegido para comenzar con el plan de asalto al expreso. José Sánchez Navarrete (33 años), Antonio López Teruel (35) y Francisco de Dios Piqueras (34) son los nombres de los tres hombres que iniciaron el 16

En la imagen, los tres asaltantes al tren correo. Antonio López Teruel, Francisco de Dios Piqueras y José Sánchez Navarrete. asalto al conocido expreso de Andalucía. Un asalto que, sin embargo, acabaría con un destino muy diferente al que en aquel momento pensaban los delincuentes. Navarrete era un ex-oficial de correos de familia acomodada, mientras que sus dos compañeros habían trabajado como croupier. Piqueras era el único de los tres asaltantes que había sido considerado delincuente profesional. La condición de ex-oficial de correos de Sánchez Navarrete facilitó la entrada en el tren de los tres hombres, al entablar conversación con el oficial primero Santos Lozano. Los tres asaltantes decidieron poner su plan en marcha pasada la población de Castillejo y mientras el tren se dirigía a Alcázar de San Juan (Ciudad Real). Sin embargo, lo que parecía destinado a ser un robo sin mayor alcance, comenzó de la peor manera posible. Los nervios, las inseguridades y la prisa hicieron que Antonio López Teruel, cogiese unas pesadas tenazas y propiciase un golpe mortal por la espalda sobre el cráneo del oficial Santos Lozano. Una vez desechos del primer oficial al mando del tren correo, el segundo objetivo era Ángel Ors. El oficial descansaba en su cama cuando al despertarse por el alboroto formado por el asesinato de Lozano, fue atacado por López Teruel. De frente y con el mismo golpe de tenazas, intentaba deshacerse del segundo oficial; sin embargo, Ors consiguió incorporarse y forcejear con su agresor. En dicho forcejeó las tenazas cayeron al suelo pero López Teruel consiguió golpear con la parte posterior de su pistola al oficial de correos. A pesar del segundo impacto,

de no ser por la ayuda de sus otros dos amigos el agresor podría haber corrido peor suerte. Navarrete y Piqueras sujetaron a Ors mientras que Antonio López le asestaba dos disparos, impactos que provocaron la muerte inmediata del segundo oficial de correos. Una vez eliminados los posibles impedimentos que podían dificultar y llegar a evitar el desvalijamiento del tren, los tres asaltantes comenzaron su cometido: el robo al expreso de Andalucía. Cargados con fajos de billetes, joyas y todo contenido de valor que pudieron cargar dieron comienzo a la huida. En el paso a nivel de Quero (Toledo), los tres hombres descendieron del tren y se dispusieron a reunirse con José Donday conocido como “Pildorita”, por su afición a las pastillas.


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Las fotografías de detención de los cinco acusados de planear y perpetrar el crimen del expreso de Andalucía. Al lado, el momento de la detención de Francisco de Dios Piqueras. Este cuarto miembro del grupo les aguardaba con un coche para llevarlos de vuelta a Madrid sin levantar la menor sospecha. Todo ello transcurrió mientras que en el tren ninguno de los pasajeros echara en falta a los dos oficiales de correos que habían sido asesinados a pocos metros de ellos. El hallazgo de los cuerpos Los cuerpos de los oficiales Santos Lozano y Ángel Ors, fueron encontrados sin vida dentro del tren cuando este llegó a Córdoba. Ambos asesinatos, cometidos con brutalidad, despertaron un gran revuelo en la sociedad española de la época. Una sociedad que vivía en un contexto político complicado, ya que afrontaba el primer año de la dictadura de Miguel Primo de Rivera (1923-1930). En un estado de seguridad constante, los ciudadanos vieron roto el aparente orden al que estaba acostumbrada la nueva dictadura. Tres hombres habían saqueado documentos, riquezas y correspondencia privilegiada, poniendo en jaque la seguridad que proporcionaba el régimen. Por ello, se puso en marcha una gran operación policial para atrapar a los asesinos y con ello, aplacar la alarma social provocada por el suceso. Operación policial A partir de la mañana del sábado 12 de abril de 1924, todos los efectivos de la policía a nivel nacional volcaron sus fuerzas en la búsqueda de los asesinos

del que empezaba a ser conocido como “Crimen del expreso de Andalucía”. La pista fundamental fue dada por un sereno de la calle Toledo nº 105, en Madrid, que vio sospechosa la actividad transcurrida en el edificio a raíz del crimen ocurrido en el tren. Los agentes de policía no tardaron en acercarse al inmueble, vivienda de Antonio López Teruel. En él, interrogaron a su mujer, la cual fue llevada a comisaría ante las dudas que presentaba en sus respuestas. López Teruel, que se encontraba escondido en la parte superior de la vivienda, no aguantó el cerco policial y la detención de su mujer y se suicidó asestándose un disparo en la cabeza. Su cuerpo

fue hallado el 21 de abril, y sirvió como confirmación de su vinculación con el crimen. Estudiando el entorno del recién suicidado, la policía acabó descubriendo a los demás miembros de la banda, incluido Honorio Sánchez Molina, al que se le consideró como cerebro de la trama. José Sánchez Navarrete, fue detenido en casa de sus padres; Honorio Sánchez Molina, en Calzada de Calatrava (Ciudad Real); Piqueras es detenido en Almorchón, cuando intentaba escapar en tren a Portugal; y José Donday, se entregó en la embajada de París, lugar al que había huido. Una vez realizadas las detenciones, los delincuentes fueron puestos en manos de la justicia.

SENTENCIAS Los detenidos fueron sometidos a Consejo de Guerra el 7 de mayo de 1924. A diferencia de las penas aplicadas y aprobadas en la actualidad, en 1924 todavía existía la pena de muerte en España como medida condenatoria. No fue hasta 1995 cuando se abolió. José Sánchez Navarrete, Francisco de Dios Piqueras y Honorio Sánchez Molina fueron condenados por el tribunal militar a la condena más dura: la pena de muerte. El único que logró salvarse de tal sentencia fue José Donday, al que condenaron a veinte años de prisión. La mujer de Antonio Teruel fue absuelta después de haber sido acusada de encubrimiento, y lo mismo pasó con la hermana de Honorio Sánchez, sobre la que hubo indicios de que hubiese escondido parte del botín. En el juicio se sentenció, gracias a las declaraciones que recabaron previamente de los detenidos, que el móvil por el cual se había cometido el robo eran las deudas de juego que acumulaba Sánchez Navarrete. La cárcel Modelo de Madrid, en el distrito de Moncloa, fue el lugar elegido para ejecutar las condenas. El viernes 9 de mayo de 1924, un mes después del atraco y los asesinatos cometidos en el expreso de Andalucía, las penas de muerte se llevaron a cabo. A pesar de los ruegos por parte de sus familiares para que Primo de Rivera parase las ejecuciones, nada pudo hacerse por la vida de los tres condenados. Honorio Sánchez fue el primero en morir, seguido de Francisco de Dios Piqueras y por último, Sánchez Navarrete, al que tuvieron que ayudar a ir al garrote.

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Pasados los días, con informaciones más concretas sobre quiénes habían sido los autores de tal suceso, periódicos como La Voz: diario gráfico de información en su edición del 22 de abril, informaba sobre el posible suicidio que más tarde se confirmaría de Antonio López Teruel. En cuanto a las sentencias y ejecución de las penas, los días 9 y 10 de mayo informaron periódicos como Crónica Meridional, en su sexta página; o La Voz de Castilla, que abría con esta informa-

Repercusión en los medios Los medios de comunicación nacionales de 1924 no tardaron en hacerse eco del suceso acontecido en el tren correo. El Luchador: diario republicano, en su publicación del sábado 12 de abril abordó en su tercera página el crimen cometido en el expreso de Andalucía. Lo mismo ocurrió con las ediciones del 13 de abril de los diarios La Libertad, que lo colocaba en su quinta página; Diario de Almería: diario independiente de la mañana, que decidía publicarlo en la tercera página; y El Telegrama del Rif, que lo publicaba en la portada.

Titular del periódico “El Telegrama del Rif”

ción en su primera página. El periódico ABC, fundado en 1903, dedicó una página entera a analizar aspectos de la vida de los asesinos y delincuentes que asaltaron el expreso de Andalucía.

En definitiva, hubo un gran despliegue informativo. Las noticias e informaciones no cesaron con cada acontecimiento que iba ocurriendo sobre el crimen, desde el hallazgo de los cuerpos, la detención de los asesinos, la operación policial, las condenas... Toda la sociedad estaba pendiente de los periódicos y los avances del caso.

Periódico “La Voz”, 22 de abril de 1924

Apartado dedicado en la sexta página del periódico “La Crónica Meridional” a las sentencias de los culpables del crimen de el expreso de Andalucía 18


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Repercusión cultural El crimen cometido en el expreso de Andalucía no solo marcó el año 1924, sino que a lo largo del tiempo se fue convirtiendo en fuente de inspiración para el mundo de la cultura. En 1956, el director de cine Francisco Rovira Beleta presentó la película que abordaría el asalto y posterior crimen perpetrado en el tren correo número 92. Llamada “El expreso de Andalucía”, la película hispano-italiana, contaba los hechos desde el punto de vista de los cinco delincuentes y estuvo protagonizada por actores como Jorge Mistral o Marisa de Leza.

Recreación del crimen en el Museo de Cera de Madrid

Pero además de la película, considerada una de las joyas del cine negro en España, otras ficciones también abordaron el crimen. La serie “La huella de crimen”, emitida por Televisión Española entre 1980 y 1990, dedicó uno de sus episodios al crimen en el expreso de Andalucía. En él, aparecieron actores como José Manuel Cervino o Tito Valverde.

Actualmente, este suceso constituye la mayor recreación hecha en el Museo de Cera de Madrid. En ella se puede ver el momento en el que los tres asaltantes asesinan a los dos oficiales de correos. Sin embargo, la importancia de este legado cultural es conseguir mantener vivo un crimen que puso en jaque a la dictadura de Primo de Rivera al robar documentos y riquezas del Estado. Este hecho, ya olvidado o ignorado por muchos, supuso un gran impacto en la sociedad del momento y es destacado por criminólogos españoles como uno de los crímenes más impactantes del s. XX en España.

los oficiales ofreciéndoles vasos de vino que contenían un narcótico que les adormecería. Sin embargo, no hizo efecto y eso desencadenó los nervios y la forma de actuar de Antonio López Teruel y su impulso al asesinar a los oficiales. Otra de las teorías que rodea al crimen es la supuesta implicación en el asalto de uno de los oficiales, Ángel Ors. Diferentes investigaciones realizadas sobre el crimen apuntan que el segundo oficial de correos era complice de la banda de asaltantes y tenía pactado repartir el botín que obtuviesen del tren correo. Su cometido era tomarse una ampolla de

Los detalles del crimen El crimen cometido en el expreso de Andalucía reúne una serie de detalles que no hay que dejar escapar. El primer dato curioso es que el mismo viernes que se cometió el asalto y posterior crimen, era Viernes de Dolores. La sociedad española estaba sumida en plena Semana Santa cuando recibieron la terrible noticia del asesinato de dos oficiales de correos en un tren camino de Córdoba. El mismo viernes, horas antes del asalto, la banda se reunió en el céntrico bar Cascorro, cerca de Atocha (Madrid) para ultimar los detalles del asalto. Otro de los datos que es importante resaltar es el incidente que cambió el rumbo del robo. Los oficiales Santos Lozano y Ángel Ors no debían ser asesinados, no era el plan inicial. La intención de los tres asaltantes era dormir a

cloroformo para caer dormido mientras los tres delincuentes asaltaban el tren, sin embargo, los asaltantes vieron como pasaba el tiempo y ni a Santos Lozano le hacía efecto el vino narcotizado ni Ángel Ors se había tomado la pastilla que lo dormiría. Todo ello desencadenó el trágico final para los dos oficiales de correos. Un suceso que debía ser un asalto limpio, sin heridos y con un gran botín; acabó conviritiéndose en uno de los crímenes que marcaron la sociedad española de mediados del s.XX.

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El rol no era el problema

Javier Rosado y Félix Martínez perpetraron uno de los asesinatos más sangrientos de la historia española. Alejanro González González

Rosado comenzó a tramar su plan: simularían un atraco pidiéndole que levantase el cuello para así asestarle la primera puñalada y después continuar en la zona abdominal e inguinal. Ese día, Carlos Moreno, había cobrado su sueldo mensual como limpiador. Había cobrado

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n la madrugada del 30 de abril de 1994, Carlos Moreno, empleado de hogar, fue asesinado a sangre fría por Javier Rosado y Félix Martínez con la excusa de aventurarse en un juego de rol inventado por Rosado, llamado Razas. Sin embargo, el rol no era el problema. Javier Rosado era un joven de 21 años que estudiaba Ciencias Químicas y que se presentaba como un chico introvertido y poco sociable. En su habitación podían encontrarse todo tipo de libros y películas que iban desde la ciencia ficción al género gore. Entre esas estanterías, Rosado inventó un juego de estrategia, denominado Razas, según el cual los jugadores tenían la misión de asesinar a una chica joven antes de las cuatro de la madrugada con la ayuda de hasta 43 personajes diferentes. El escudero de Rosado se llamaba Félix Martínez, un chico que por aquel entonces contaba con 17 años y estudiaba COU en un instituto del barrio de Manoteras, en Madrid. Era un adolescente tímido, retraído e influenciable. El joven provenía de una familia desestructurada. Su padre era traficante de drogas y su madre había fallecido tiempo antes, por lo que vivía con su padrastro con el anhelo de encontrar a un hermano mayor que le comprendiera y le protegiera. Esa figura la encontró en Javier Rosado que, a su vez, tenía la necesidad de alimentar su ego frente a los demás. La situación emocional y mental de los jóvenes no justifica el asesinato de Carlos Moreno, un hombre de mediana edad, casado y con tres hijos, pero sí sirve para explicar el porqué de la unión amistosa de ambos. Rosado y Martínez solían quedar con tres amigos más para echar partidas de rol, donde Javier Rosado solía ser el máster, es decir, el director de la partida. Sin embargo, Javier, que decía aborrecer los juegos de rol, necesitaba algo más; el rol parecía un juego de niños. Dio una vuelta completa y retorció el rol para crear Razas. Quería jugar a matar. 20

Los asesinos asestaron a Moreno un total de 19 puñaladas que le seccionaron la tráquea, y le produjeron graves heridas

Carlos Moreno, de 52 años, fue asesinado la madrugada del 30 de abril de 1994. CRIMINALIA El crimen La noche del 30 de abril 1994, Javier y Félix se cansaron de jugar sobre el tablero y pasaron a la acción. Con la excusa de seguir su juego, salieron a la calle. Tenían como objetivo asesinar a una chica joven antes de las cuatro de la madrugada. Para ello, se hicieron con dos cuchillos de cocina, fáciles de ocultar bajo la ropa, y se pusieron un par de guantes de látex. El tiempo pasaba y no encontraban ninguna posible víctima. Su nerviosismo comenzaba a aumentar. En tres ocasiones hicieron el amago de llevar su plan a la acción pero fueron incapaces de alcanzar a las potenciales víctimas. También podían poner su objetivo en niños y personas mayores, es decir, grupos vulnerables. Sin embargo, solo encontraban hombres de mediana edad y parejas de novios. Ya pasada la hora límite, hacia las 4:15 de la madrugada, desbloquearon la veda de los hombres. Poco después, en una parada de autobús de la calle Bacares, del barrio de Manoteras, encuentran a un hombre de 52 años, Carlos Moreno. En el relato que posteriormente escribiría Rosado sobre el crimen lo describía como un «hombre gordito, calvo y con cara de tonto».

60.000 pesetas, 3.000 de las cuales llevaba a mano como maniobra de disuasión ante posibles atracadores. Víctima y agresores actuaron según lo previsto. Ante la amenaza de atraco, Carlos Moreno les mostró los 3.000 euros que llevaba en el bolsillo, pero Rosado y Martínez le pidieron que pusiera las manos sobre la espalda y levantase el cuello. Así empezó el brutal crimen. En un descampado que se situaba detrás de la marquesina de autobuses, los asesinos asestaron a Moreno un total de 19 puñaladas que le seccionaron la tráquea, sin llegar a producirse decapitación, y le produjeron graves heridas por todo el cuerpo. El hombre de 52 años mostró resistencia hasta el último momento, lo que provocó el desquiciamiento de los asesinos. Rosado perdió el cuchillo y comenzó a desgarrar el cuello de la víctima con las manos y también le tapó la boca con el pulgar para que no se pudieran escuchar los alaridos de la víctima. Esta mordió a su agresor arrancando parte del guante de látex y produciendo una marca en el dedo pulgar de Rosado. El otro error que cometieron fue el olvido del reloj de Félix en la escena del crimen. Tras quince minutos de agonía, Carlos Moreno perdió la vida y ambos asesinos observaron, con una gran sonrisa en sus rostros, que estaban totalmente cubiertos de sangre, hasta el punto de que, en su relato, Javier Rosado llegó a lamentar que no tuvieran una cámara para haberse hecho fotos. En este mismo documento el joven Rosado escribiría:


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Parada de autobús y descampado de la Calle Bacares donde Carlos Moreno fue asesinado. CRIMINALIA «es espantoso lo que tarda en morir un idiota», lo que demuestra no solo la brutalidad del crimen, sino la total falta de empatía y el desprecio hacia la víctima. Los días posteriores Cuatro horas después del crimen, un conductor de la línea 29 de autobús paró en aquella marquesina para hacer un descanso y vio el cadáver. En un inicio la policía relacionó este caso con otro que había ocurrido no muy lejos del lugar y con características muy similares. Mientras, Javier Rosado y Félix Martínez alardeaban delante de sus amigos de haber perpetrado el crimen del que tanto hablaban los medios y se burlaban de las lagunas que tenía la prensa sobre el caso. Incluso, añadían información de la que ni siquiera los medios disponían. Esto hizo que uno de sus compañeros comenzase a creer lo que contaban. La policía llegó justo a tiempo de que los dos asesinos intentasen acabar con la vida de otra persona. Tres días después del asesinato a Carlos Moreno, Rosado y Martínez pretendían asesinar, esta vez, a una joven que encontrasen en el trascurso de su juego. Los expertos llegaron a calificar a Rosado de «asesino en serie en potencia» puesto que de no haber sido por su detención podría haber seguido jugando a matar.

La policía registró el dormitorio de Javier Rosado, donde encontraron su particular biblioteca, con más de 3.000 libros de temas diferentes, quince cuchillos y el elemento que llamaría la atención de los medios: varios manuales de rol.

El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid explicó en un informe que los juegos de rol pueden ser una valiosa herramienta para transmitir valores y conductas positivas en los adolescentes.

Juicio paralelo Los medios pusieron el foco del caso en los juegos de rol, creando alarma social entre la población madrileña. En el juicio este aspecto fue totalmente desechado como fin del delito y se entró a deliberar el estado mental que puediera tener Javier Rosado. La criminóloga Beatriz Vicente de Castro explicó en el programa Caso Abierto que fue «un detalle nimio que resultó llamativo por el desconocimiento del rol». Este aspecto sirvió para que comenzase una campaña de criminalización de los juegos de rol basada en

relacionar sistemáticamente diferentes crímenes y actos vandálicos con juegos de rol. La evidencia científica demuestra que los juegos de rol no son peligrosos per se, sino que depende del sujeto que haga uso de ellos y de cómo los utilice. El Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid explicó en un informe del año 2000 que los juegos de rol pueden ser una valiosa herramienta para transmitir valores y conductas positivas en los adolescentes. En el diario El Mundo se publicó el artículo Una necrosis similar escrito por Rafael Torres, donde se afirmaba que los juegos de rol producen «necrosis fulminantes en los tejidos de la cabeza y del corazón, aparte de desprecio por la realidad e ignorancia», afirmando, además, que promovían la psicopatía. Al contrario, los juegos de rol son inofensivos y sirven como herramienta para fomentar la imaginación y la estrategia. Esta opinión fue compartida por varios periodistas que salieron en la defensa de estos. Arturo Pérez Reverte argumentó en su artículo Homo Ludens que «un juego de rol planeado por mentes enfermas o por varios hijos de la gran puta pude terminar como el rosario de la aurora» y continuó diciendo: «el mal no es imputable al hecho de jugar, sino a la mente que deforma ese hecho, lo corrompe y lo pervierte». En este mismo sentido se posicionaron 21


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Días después del asesinato Javier Rosado fue detenido por la policía. CRIMINALIA diferentes expertos en el ámbito forense y de la psicología, como el psiquiatra José Antonio García Andrade, el criminólogo Salvador Ortega y periodistas de sucesos como Carlos Berbell y Manuel Marlasca. Este último afirma que el rol «no fue un fin sino un medio para dar rienda suelta a su instinto criminal. Él era un asesino y utilizó el rol para matar» Pero no solo los medios se hicieron eco de este caso, sino que también fue llevado a la gran pantalla. Mateo Gil dirigió Nadie conoce a nadie e Isidro Ortiz, Jugar a matar, película realizada para televisión y directamente inspirada en el asesinato de Carlos Moreno a manos de Javier Rosado y Félix Martínez.

«Era gordito, rechoncho, con una cara de alucinado que apetecía golpearla, y una papeleta imaginaria que decía: “Quiero morir”» Razas no era un juego de rol. «El rol me repugna. Sólo he jugado a Razas. Es un juego inventado por mí, en el que no interviene el azar. Por eso se juega sin dados. Es un juego de estrategia. El tiempo no existe, el acto carece de importancia, eso da igual, la persona carece de importancia», declaró Rosado durante el juicio. El juego estaba formado por 43 ra22

zas, cada una con una cualidad diferente. Según Rosado, estas personalidades le dominaban y hacían que actuara según la voluntad de estas. La más importante era Mara-Fasein puesto que era la raza a la que él decía pertenecer y la que daba permiso para asesinar. En el crimen también intervinieron la raza número 20, Lucer, el mal puro y el instinto de matar, y la 28, que representa la fuerza. Desprecio Javier Rosado escribió en forma de diario un relato de lo sucedido y también realizó una ficha técnica en la que caracterizaba a Carlos Moreno como un personaje más del juego. Recibió por nombre Benito, representado por un muñeco gordo, calvo, de corta estatura y sin cuerdas vocales. En esta ficha, el personaje poseía una alta calificación en fuerza física, debido a la resistencia que opuso la víctima durante el asesinato. En el relato, Rosado demostraba su total desprecio y falta de empatía y compasión por la víctima: «llevaba zapatos cutres, y unos calcetines ridículos. Era gordito, rechoncho, con una cara de alucinado que apetecía golpearla, y una papeleta imaginaria que decía: “Quiero morir”». El asesino no sintió remordimiento ni culpa; incluso, sentía felicidad: «Mis sentimientos eran de paz y tranquilidad espiritual total: me daba la sensación de haber cumplido con un deber, con una

necesidad elemental que por fin era satisfecha: me sentí alegre y contento con mi vida desde hace un tiempo repugnante». El ensañamiento con el que apuñalaron a Carlos Moreno también quedó reflejado en el relato: «Vi una porquería blanquecina saliendo del abdomen, y me dije: “Cómo me paso”. Le dije a mi compañero que le cortara la cabeza, lo hizo y escuché un “ñiqui, ñiqui”». «Debía morir lentamente y con gran sufrimiento», expresaba Rosado en su escrito. Cuando terminó el asesinato, ambos se observaron con gratificación: «Sonreímos y nos dimos la mano. Me miré a mí mismo y me descubrí absoluta y repugnantemente bañado en sangre. A mi compañero le pareció acojonante, y yo lamenté mucho no poder verme a mí mismo o hacerme una foto. Uno no puede pensar en todo...» Tal era el ego de Rosado que pensaba que la policía no le atraparía: «Calculo un 30% de posibilidades de que nos atrapen, más o menos. Si lo hacen será por las huellas dactilares o por irse de la lengua», apuntaba Rosado, dudando de su cómplice de juegos. Test psicológico Las sospechas de Rosado no estaban desencaminadas puesto que en el registro en su casa, Félix se derrumbó y habló de lo sucedido, pero mintió. Argumentó que él había participado, pero


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Armas y objetos encontrados en los registros de las habitaciones de los asesinos. CRIMINALIA que era Rosado el autor de las 19 cuchilladas que acabaron con la vida de Carlos Moreno. La policía sabía que el asesinato había sido llevado a cabo por dos personas puesto que los forenses que practicaron la autopsia indicaron que había heridas de distinta intensidad, infligidas por dos personas. Esto desbarató la tesis de Félix Martínez, que el primer día de juicio declaró día que él estuvo en el lugar del crimen, pero que todas las puñaladas las asestó Rosado. Rosado se mantuvo calmado tanto en el interrogatorio como en el proceso judicial. Se negó a declarar y no dejó de tomar notas durante todas las sesiones para incorporar nuevas ideas a su macabro juego. Rosado, incluso, solicitó al juez poder perfeccionarlo en la cárcel. El proceso judicial dio comienzo a finales del mes de enero de 1997 con cuatro acusados: Javier Rosado, Félix Martínez y otros dos amigos de ambos que fueron acusados de conspiración para el asesinato. Los juegos de rol fueron descartados como posible elemento a juzgar desde el primer momento y se pasó a establecer el estado mental de Rosado, el ideador de todo el plan. Se contó para ello con un total de diez peritos forenses expertos en psicología y psiquiatría, los cuales no fueron capaces de ponerse de acuerdo en el diagnóstico. Manuel Marlasca, que en-

tonces trabajaba en Interviú, afirma que «seguramente, nunca los tribunales españoles se habían enfrentado a una mente como la de Javier Rosado». Durante el juicio se declaró su capacidad de manipulación y fue calificado como un «ególatra». Rosado intentó que se le tomase por loco, puesto que este hecho haría que fuera internado en un centro psiquiátrico, en vez de en la cárcel, y con una pena de menor duración. Las psicólogas Susana Estaban y Blanca Vázquez apuntaron en su informe que le descubrieron «en numerosas mentiras y contradicciones». La mayor de todas se produjo por el ego de Rosado. El acusado se negó a declarar y defendía su inocencia, pero, en un momento de flaqueza, afirmó que había sido él quien portaba el cuchillo

Los peritos establecieron tres diagnósticos diferentes: múltiple personalidad, esquizofrenia paranoide y psicopatía sádica pequeño, para corregir lo dicho en la sala. Su defensa se vino abajo. Según Rosado las tres personalidades que intervinieron en el asesinato le poseyeron y pasaron a la acción. Él no era responsable de lo ocurrido. También expresó tener una importante pérdida de memoria que le impedía recordar lo ocurrido aquel día. Los peritos establecieron tres diag-

nósticos diferentes: múltiple personalidad, esquizofrenia paranoide y psicopatía sádica. José Antonio García Andrade, perito de la defensa, y Carlos Fernández Junquito, perito forense, defendieron que era un esquizofrénico paranoide, un psicótico, lo que le producía delirios y alucinaciones auditivas y visuales y, por ello, no era responsable de sus acciones. Andrade no dudó en solicitar el traslado de Rosado al centro psiquiátrico de Carabanchel para que fuera tratado puesto que el estado mental del acusado atravesaba un «alto riesgo». Juan José Carrasco, y Ramón Núñez argumentaban que Rosado padecía un trastorno de identidad disociativo. Este diagnóstico suponía que, dentro de Javier Rosado, operaban dos o más personalidades «cada uno de ellas con su propia forma de percibir, relacionarse y pensar sobre el medio ambiente y sobre sí mismo», según explica Juan José Carrasco. Este análisis concordaba con lo expresado por Rosado respecto a su pérdida de memoria y de control sobre sus acciones. «Existe una alteración de las funciones integradoras de la identidad, la memoria y la conciencia. El individuo que lo padece puede por tanto perder u olvidar temporalmente su identidad y asumir una nueva», afirma el psiquiatra. Blanca Vázquez y Susana Esteban, psicólogas forenses, y el psiquiatra Luis 23


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Javier Rosado en una foto con sus compañeros de instituto. EL MUNDO Caballero, perito de la acusación particular, mantenían que era un psicópata sádico, una persona que disfruta con el dolor humano, no siente empatía y que es consciente de sus actos. Es decir, como explica la criminóloga y abogada Paz Velasco de la Fuente, son «máquinas de matar». El informe de las psicólogas presentaba que «Javier difícilmente hubiera elegido a una víctima que fuera alguien más poderoso que él. Es por esto por lo que el juego de rol inventado por él, consistía en exterminar aquellas etnias inferiores, formadas por personas débiles, mujeres, viejos, niños desgraciados o marginales». Explicaban que era un «mentiroso patológico» que se protegía simulando

«Es un psicópata. No tiene cura. Cuando salga, puede volver a matar» desdoblamiento de personalidad y falsa amnesia para evitar la cárcel. El otro acusado, Félix Martínez, les comentó en uno de los encuentros realizados para el peritaje que, efectivamente, Rosado y él realizaron un pacto según el cual, si les encontraban fingirían amnesia y se harían los locos. Las expertas sentenciaron: «Es un psicópata. No tiene cura. Cuando salga, puede volver a matar». El tribunal entendió que Rosado de24

En la cárcel Rosado se licenció en Químicas, Matemáticas y en Ingeniería Técnica Informática bía ser definido como psicópata y, por tanto, responsable de sus actos. Fue condenado a 42 años, 2 meses y dos días de cárcel por los delitos de asesinato alevoso, con los agravantes de ensañamiento y premeditación, por conspiración para el asesinato y por robo con intimidación. Félix Martínez fue acusado de los mismos delitos, por los que fue condenado a 12 años de cárcel, pero, debido a su atenuante de menor y al considerarle bajo la influencia de Rosado, su pena fue reducida en dos grados. Asimismo, ambos fueron multados a pagar 25 millones de pesetas a la familia de la víctima. Los dos acusados restantes fueron absueltos del delito de conspiración para el asesinato. La libertad Félix Martínez se arrepintió del suceso. Javier Rosado no lo hizo. Recurrió la sentencia ante el Tribunal Supremo, pero este ratificó la condena. Desde la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid, Félix Martínez cumplió cuatro años de cárcel y, tras su puesta en libertad, se alojó en un piso tutelado por la ONG Horizontes Abiertos.

Un año después se fue a vivir a Berlín para empezar una nueva vida. Su estancia en Alemania duró apenas dos años, y en su regreso a Madrid quiso hablar con sus amigos y educadores a los que les explicó que «el rol y aquel chico, ya no existen, han muerto, ahora soy otra persona». Durante los 14 años de cárcel que cumplió Javier Rosado, se licenció en Ciencias Químicas, Matemáticas y en Ingeniería Técnica Informática. Fue auxiliar de biblioteca en el conocido como módulo de la UNED, en la cárcel de Soto del Real. Durante los primeros meses posteriores a la condena, Rosado siguió jugando a Razas. Después su comportamiento fue normal y solía pasar la mayor parte del tiempo leyendo y estudiando. En 1999 tuvo su primer permiso para salir de la cárcel con motivo de un examen universitario. Después, llegaría a disfrutar de 18 permisos y en 2008 se le concedió la libertad condicional. Desde 2010 está en libertad y no ha vuelto protagonizar ningún delito. «Los crímenes suelen tener una motivación que pasa por el dinero, por la ambición, por el sexo o por la ira. Javier Rosado fue uno de los primeros tipos que mató por el simple deseo de matar», apunta Manuel Marlasca. El rol no era la causa de que este caso fuera uno de los más mediáticos de la historia. Lo que atemorizó a la población fue la sangre fría del que mata por el placer de matar.


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Comunidad Valenciana

25 años del crimen de Alcàsser: continúa el misterio en torno al caso que dividió a la opinión pública española Medio siglo después se mantienen las discrepancias entre los defensores y detractores de la versión oficial, mientras el considerado principal autor material del crimen continúa en paradero desconocido Álvaro Ruiz

A

ntonia Gómez, de 15 años, y sus dos amigas Desirée Hernández y Miriam García, de 14, desaparecieron la noche del 13 de noviembre de 1992. Tras 75 días de intensa búsqueda, sus cuerpos fueron encontrados por dos apicultores en un paraje cercano al pantano de Tous. Las autopsias revelaron que las jóvenes sufrieron episodios de violación y tortura hasta ser finalmente asesinadas de un tiro en la cabeza. Dos de los cuerpos aparecieron decapitados, y los tres se encontraban en avanzado estado de descomposición. Antonio Anglés, de 23 años por entonces, considerado como el autor material de los hechos, pareció haber escapado dejando un polémico rastro tras de sí y manteniéndose a día de hoy aún en paradero desconocido. Miguel Ricart, considerado su compinche, fue condenado a ciento setenta años de prisión, de los que sólo cumplió veintiuno. Al salir, Ricart defendió su inocencia en los medios de comunicación. Con la opinión pública debatiéndose entre dos versiones, una de ellas oficial (la de Antonio Anglés y Miguel Ricart como los únicos responsables reconocidos de la masacre) y otra que engloba a más culpables, incluyendo gente de poder, 25 años después de la desaparición de las jóvenes el misterio parece estar aún sin resolver, y la polémica sigue estando latente. Frente a lo que declaró la sentencia, la opinión pública y los medios de comunicación han formado una atmósfera de especulaciones que hacen que el caso parezca que está aun sin resolver. El camino de Alcàsser a Picassent Sobre las 8:30 de la tarde según fuentes locales, las tres amigas partieron de la localidad valenciana de Alcàsser, donde residían, para acudir a una fiesta de ins-

Según una amiga de las víctimas, no solían hacer autostop con desconocidos. Foto: teinteresa.com. tituto que tendría lugar en la discoteca Coolor, cerca de la vecina localidad de Picassent. Su forma de transporte para recorrer los cerca de dos kilómetros de distancia que separan ambos pueblos fue, aparentemente, el autostop. Según habitantes del lugar, este era el modo en el que comúnmente los jóvenes se desplazaban a la discoteca, pese a disponer de autobuses de transporte proporcionados por el dueño del establecimiento. Un vecino de Alcàsser aseguró haber visto a las tres jóvenes caminando hacia la discoteca. Una semana después una anciana declaró haber visto a las niñas subirse a un automóvil blanco en el que viajaban tres personas más. Sin embargo, según declaró una amiga de la infancia de las víctimas, Esther Díaz, en relación a la costumbre de hacer autostop en la zona, ella y su grupo de amigas no solían montarse en coches de desconocidos. “Normalmente subíamos si conocíamos a la gente o con familias mayores, si veíamos un matrimonio. Alguna vez nos han parado tres chicos y me he acordado de casos de no haber subido. Creo

que nunca hemos subido a un coche que no conociéramos” afirmó la joven al letrado de la acusación popular. Comienza así la polémica en torno a un caso con diferentes teorías y una versión alternativa a la oficial. La investigación policial: de la búsqueda local a la llamada internacional La versión de una huida voluntaria fue rápidamente descartada. El hecho de que las niñas hubieran dejado sus casas llevando lo puesto y con poco dinero apoyó la teoría de un rapto. Las primeras investigaciones policiales se centraron en el entorno directo de las jóvenes: sus amigos y conocidos. Fue entonces cuando también se indagó entre los reclusos de la cárcel de Picassent puestos en libertad en esas fechas. El Ayuntamiento de Alcàsser colaboró en la búsqueda, junto con la participación ciudadana, mediante la impresión y difusión de carteles con datos sobre las menores. Poco después, la búsqueda se amplió a nivel nacional en ciudades como Granada o Pamplona, ciudad en la 25


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Miguel Ricart, único condenado por el triple crimen, salió de la cárcel en noviembre de 2013. Foto: Las Provincias. que una vecina aseguró haber visto a las niñas en el barrio de San Jorge. De esta forma, poco a poco se fue ampliando la red de búsqueda, así como los dispositivos utilizados y las colaboraciones entre la sociedad civil y las instituciones, ampliando la investigación incluso fuera de las fronteras nacionales. Los servicios de Interpol fueron alertados, y la búsqueda se propagó hacia Europa y África. Sin embargo, no fueron las investigaciones policiales las que dieron con los cuerpos de las niñas. El hallazgo sorprendió a Fernando García, padre de Miriam, que se encontraba en Londres para entrevistarse con periodistas y difundir así la desaparición de su hija. Exactamente 75 días después de la desaparición de las menores, el 27 de enero de 1993, sus cuerpos fueron hallados. En una fosa de un paraje conocido como La Romana, cerca del pantano de Tous, dos apicultores avistaron un brazo que sobresalía con un reloj bastante voluminoso. Al excavar encontraron tres cadáveres enterrados, envueltos en una alfombra y en avanzado estado de descomposición, en una fosa excavada a propósito. Esa misma tarde el informe forense confirmó que se trataban de los cuerpos de Miriam, Desirée y Antonia.

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Tras la pista de Antonio Anglés Cerca de los cuerpos de las víctimas se hallaba un volante del hospital de La Fe que pertenecía a Enrique Anglés, hermano de Antonio Anglés, quien sería declarado posteriormente autor directo de la masacre. El mismo 27 de enero Enrique Anglés y su amigo Miguel Ricart, conocido como El Rubio, fueron detenidos y llevados a comisaría. Sin embargo, Enrique Anglés fue puesto en libertad rápidamente al presentar trastornos mentales. Se descubre entonces que quien fue al hospital fue su hermano Antonio Anglés, un delincuente fichado ya por la policía que había suplantado su identidad.

Al tratar de dar con él, la policía descubre que ha huido, dando lugar a una búsqueda incesante que se prolongaría, sin éxito, hasta el día de hoy. Miguel Ricart confesó su participación en el crimen, el cual atribuyó también a su compañero Antonio Anglés, desaparecido. A partir de ahí, de forma paralela a la búsqueda de Anglés, varios testimonios y avisos de gente de distintos puntos de España conforman la travesía que supuestamente el fugitivo habría recorrido escapando de la policía. Según los dueños de una peluquería de la Gran Vía de Fernando el Católico, el mismo 29 de enero Anglés se presentó allí para quitarse el rubio teñido del

EL NACIMIENTO DEL REALITY SHOW EN ESPAÑA El crimen de las niñas de Alcàsser provocó un impacto mediático de gran envergadura que caló hondo en la sociedad española de la época. Los medios de comunicación mostraron un especial interés por el caso y se hacían eco de la noticia incluso cuando no había información nueva, con el fin de obtener audiencia dada la expectación que provocaba el crimen. Varios expertos consideran que la telebasura o el concepto de reality show dio sus primeros pasos en España con el crimen de las niñas de Alcàsser. El programa de Antena 3 De tú a tú, presentado por Nieves Herrero y Olga Viza trasladó su plató a Alcàsser para retransmitir los acontecimientos. En el programa se encontraban familiares de las niñas, el público estaba formado por vecinos de Alcàsser y su dolor fue retransmitido en directo. El formato fue duramente criticado y tachado de insensible. No obstante, no fue el único caso. El programa de Telecinco Esta noche cruzamos el Mississippi, presentado por Pepe Navarro, también fue duramente criticado al centrarse en los aspectos más macabros y morbosos de lo sucedido, exponiendo fotografías explícitas de los cuerpos de las menores y detallando las mutilaciones.


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Antonio Anglés se ha convertido en uno de los fugitivos más buscados por la Interpol. Foto: extraconfidencial.com. pelo y cambiarse a un color castaño. Al marcharse, los trabajadores del establecimiento llamaron a la policía avisando de que probablemente sería el fugitivo al que buscaban, pero no hubo rastro de él. Posteriormente las pistas condujeron a los investigadores hasta Portugal. En marzo de 1993, un policía del control antidrogas portugués telefoneó al inspector encargado del caso Alcàsser, Ricardo Sánchez. La descripción del tipo hallado en Portugal parecía coincidir al cien por cien. El policía portugués incluso le mencionó que tenía un tatuaje de una chinita con una sombrilla en el antebrazo izquierdo, donde también lo tenía Anglés. Sin embargo, al llegar a Lisboa, el inspector Sánchez tan sólo se encontró con un hombre llamado Joaquín Carvalho, quien le explicó que Anglés se había apoderado de su pasaporte con la intención de huir en un barco con destino a Brasil. En marzo de 1996 la Guardia Civil se presentó en Uruguay tras el rastro de Anglés debido a que una prostituta había declarado tener un cliente con tatuajes parecidos a los del fugitivo (la chinita con la sombrilla, además de un esqueleto con una guadaña y las letras “Amor de Madre”). No obstante, nunca se dio con él. Hoy en día, pese a los numerosos testimonios de personas que declaran

haberle visto o haber avistado a un hombre con características similares, Antonio Anglés sigue en paradero desconocido, habiendo burlado los cercos policiales en multitud de ocasiones. No hay rastro de él, pese a figurar en la web de la Interpol como uno de los sujetos más buscados del mundo. Las deficiencias de la investigación y su estrepitosa huida son para los defensores de la versión no oficial pruebas evidentes de la inconsistencia de la versión de que Anglés se fugó tras el asesinato de las jóvenes y de que no hay nadie más detrás del crimen de Alcàsser. Sin embargo, todas las llamadas teorías conspiratorias fueron rechazadas por el tribunal. El juicio de Alcàsser: una condena y una versión alternativa de los hechos Al contrario que su compañero Antonio Anglés, Miguel Ricart no tuvo tanta suerte y fue acusado de la triple violación y asesinato de las jóvenes de Alcàsser. No obstante, una serie de hallazgos sucedidos a lo largo del juicio propiciaron que Fernando García, padre de Miriam, no creyera la versión oficial. A su juicio, la recogida y el análisis de las pruebas del crimen eran deficientes, así como el trabajo de la Guarcia Civil. Es por ello que en septiembre de 1996

decidió cambiar de abogados para obtener así acceso al sumario. El periodista y criminólogo Juan Ignacio Blanco le aconsejó en el proceso, cuestionando también la labor de los forenses y los jueces implicados. De esta forma, juntos desarrollaron una versión alternativa de los hechos a través de la cual Miguel Ricart y Antonio Anglés habrían sido tan sólo unos simples delincuentes a las órdenes de una banda de asesinos en la cual habría más personas implicadas, entre ellas productores de videos snuff (escenas reales de violencia y matanza) y personajes de poder, incluso del panorama político español. Según su teoría, Ricart habría sido tan sólo el enterrador y Anglés habría sido asesinado por dicha banda para evitar que los verdaderos culpables fueran delatados. Por tanto, su huida habría sido fruto de un montaje para desviar aún más la investigación. García y Blanco apoyaron su teoría alternativa en base a diferentes sucesos ocurridos a lo largo del juicio. El primero fue el hallazgo de 15 pelos encontrados en las ropas de las víctimas. El estudio reveló que 12 de ellos no pertenecían a Ricart. Sin embargo, los 3 restantes no pudieron analizarse debido a estar deteriorados. Esto, a juicio del padre de 27


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Miriam y su asesor, era prueba evidente de que más personas participaron en el crimen. En 9 de mayo de 1997, tres días antes del juicio contra Miguel Ricart, nuevos informes periciales alimentaron aún más la teoría alternativa de García y Blanco. El forense y perito de la acusación particular Luis Frontela descubrió posibles manchas de semen y sangre en la alfombra que envolvía a las víctimas y que no fueron descubiertas hasta entonces. Sin embargo, el Instituto Nacional de Toxicología no encontró jamás las manchas citadas en la alfombra. En base a estos nuevos hallazgos, García y Blanco, apoyados también por la familia de Antonia, exigieron el aplazamiento del juicio para analizar las nuevas pruebas y continuar con la investigación, considerando ineficiente la actuación de inspectores, jueces y forenses. Se formó también una manifestación en Alcàsser de 1500 personas que demandaban el aplazamiento del juicio. La familia de Desirée fue la única de las tres familias que aceptó fielmente la versión oficial de los hechos y que deseaba que el proceso judicial siguiera su curso. Un desenlace no exento de polémica Pese a la presión, el juicio fue celebrado según la fecha prevista, el 12 de mayo de 1997 en la Sección Segunda de la Audiencia Provincial de Valencia. Aún con las protestas de las familias de Miriam y Antonia, el fiscal y las acusaciones populares sostenían que había pruebas suficientes para condenar a Ricart por triple rapto, violación y asesinato, siendo el único responsable reconocido. De esta forma, el 5 de septiembre de 1997, 36 días después de la conclusión del juicio se dicta la sentencia: Miguel Ricart es condenado a 170 años de prisión, de los que sólo cumpliría 21, por el rapto, violación y asesinato de Miriam, Antonia y Desirée. Además, se estableció una indemnización de 300 millones para las familias de las víctimas. Ricart fue puesto en libertad el 29 de noviembre de 2013. A su salida de la cárcel de Herrera de la Mancha, el convicto defendió su inocencia y aseguró haber sido un “cabeza de turco”. No obstante, la condena y culpabilidad de Ricart se basaron en la coincidencia de sus testimonios con los hallazgos policiales y forenses. Por ejemplo, durante la investigación, Ricart contó que las niñas estuvieron reteni28

das en una caseta, y allí se encontró un pendiente de María. Por otra parte, las agresiones descritas previamente por Ricart coincidían con los resultados forenses posteriores, como las violaciones con un palo, las marcas en los tobillos al sujetar a las menores o la posición de los cuerpos junto a la fosa antes de recibir el disparo en la cabeza que acabaría con sus vidas. Estas pruebas legitimaron la sentencia del juicio y confirmaron la participación de Ricart en el crimen. Pese a ello, el misterio en torno a la masacre aún se mantiene latente. 25 años después de aquella trágica noche del 13 de

noviembre de 1992 aún quedan muchas preguntas por responder. ¿Fueron Antonio Anglés y Miguel Ricart los únicos implicados en el crimen? ¿Huyó Anglés realmente, o su fuga fue un montaje para despistar a la operación policial? ¿Sigue vivo en alguna parte del mundo? Sin saber si estas preguntas se responderán algún día, pasado ya medio siglo desde entonces, la tranquila localidad de Alcàsser trata de cicatrizar la profunda herida que dejó este crimen, considerado uno de los más retorcidos y sanguinarios que haya podido concebir la sociedad española.

Estatua de las niñas en el cementerio de Alcàsser.


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EL CASO DE...

El crimen del Monchito: del altar al garrote Ramón Oliva fue condenado a pena de muerte tras matar a la mujer de su jefe para robar en su casa Ana Marcos González

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i hay un debate que vertebra las conversaciones más negras es la existencia (o no) del crimen perfecto. Los mejores guiones policiacos, los que mantienen al espectador en vilo, se han inspirado en crímenes irresolubles. Hasta que aparece el mejor actor del momento encarnando el papel de inspector jefe de Policía de una comisaría del extrarradio y logra encajar las piezas para descifrar el misterio que ningún otro policía habría resuelto. Son estos los crímenes que despiertan la expectación del público. Lo mismo ocurre en la vida real. Por eso la historia esta historia es paradigmática. Fue un caso mundano, con uno de los móviles más frecuentes en la historia del crimen: el dinero. Ramón Oliva Márquez, alias el Monchito, tenía 22 años cuando decidió sentenciarse a muerte. Quería casarse con su novia, una joven a la que había dejado embarazada. Después de pedir un aumento de sueldo al jefe del taller en el que trabajaba, y tras la negativa de este, decidió trazar un lagunoso plan. Una casa con teléfono Madrid, 1951. 7:30 de la tarde del 11 de enero. En la calle Écija número 6 Juana Arribas García, de 55 años, se encontraba planchando en su casa. Absorta en sus problemas veniales, no imaginaba que tras esa tarde no volvería a preocuparse de ellos. De pronto, un ruido la sacó de sus pensamientos. Era el sonido de alguien que llamaba a la puerta, lo que desencadenó su inquietud. ¿Sería la misma persona que un rato antes había pedido que le dejara entrar? Ella nunca abría a nadie, y cuando esperaba que le trajeran algo daba la orden de que se lo dejaran en la portería del edificio, donde su marido o su hijo lo recogían. Pero tanta insistencia le generaba una inquietud que la obligó a acudir a la llamada. Dejó la plancha y se dispuso a acercarse a la puerta. Al otro lado se encontraba el mismo hombre que, un rato antes, había pedido que le abriera para localizar a su marido. Necesitaba usar el teléfono para darle un mensaje

Ramón Oliva Márquez, el Monchito / CRIMINALIA improrrogable. Tras dudar unos instantes, cedió ante la voz suplicante. Cuando la puerta se entornó descubrió a un hombre bajito que le pidió que le llevara hasta el teléfono. Iba ataviado con una gabardina, y entretuvo a la mujer dándole conversación hasta el comedor. Le preguntó por su hijo y por la fecha en que este se casaría. De pronto, cambió su actitud de forma inesperada y trató de golpearla en el vientre con una rasqueta, pero la mujer consiguió zafarse. Sus gritos se ahogaron en el silencio del edificio. En un segundo asalto el agresor la golpeó en repetidas ocasiones en la cabeza y en la cara hasta que la víctima se desplomó inconsciente. Una vez logrado este punto, se dispuso a rastrear la casa el busca del botín. El Monchito interrumpió el rastreo en dos ocasiones: la primera, para beber agua; la segunda, para retirar del fuego un cazo de leche que rompía a hervir y evitar que se derramase. Mientras tanro, Juana Arribas reunió fuerzas para arrastrarse hacia la puerta y pedir auxilio, pero fue en vano: el asesino se percató y alcanzó a la víctima con un cuchillo que había en-

contrado en la casa. Juana Arribas trató de defenderse; testimonio de ello dieron las marcas de sus manos. Sin embargo, el Monchito le seccionó la yugular con tres cortes. Inmediatamente después, Ramón Oliva escudriño cada rincón de la vivienda hasta dar con el armario de la alcoba, donde su jefe guardaba el dinero. El Monchito se hizo con setenta mil trescientas pesetas y con otras mil trescientas que se encontraban en la cartera del hijo del matrimonio, en uno de los bolsillos de la americana que yacía en la silla del comedor. Los gritos de la mujer habían sido escuchados por unos pintores que se encontraban en el piso inferior y por la inquilina del piso de arriba, pero ninguno alertó a la policía, tal vez por miedo o tal vez por no considerar el hecho de urgencia. Ramón Oliva huyó de la escena del crimen y se dirigió hacia su casa. Para no llamar la atención, dobló la gabardina, llena de sangre, escondiéndola junto con el botín. Como la americana que llevaba debajo no estaba muy manchada se la entregó a su padre, que había trabajado en una tintorería, y le pidió que 29


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cara. En el suelo también hallaron la huella de un zapato de hombre de pequeño tamaño. Cuando el forense aportó los resultados del análisis de las heridas, concluyó que el agresor era un individuo de complexión débil y baja estatura. Tal y como certificó su marido, Juana Arribas nunca abría la puerta a desconocidos, por lo que las investigaciones poli-

Su objetivo no era matar a la mujer sino conseguir dinero para casarse

Domicilio de la víctima en la calle Écija, 6, 2ºB / CRIMINALIA la limpiara aduciendo que había peleado con su jefe. Una vez atados todos los cabos que el Monchito reconocía sueltos, sintió el rugido de sus tripas y decidió entrar en una taberna para adquirir una barra de pan y una loncha de jamón. Con ellas se hizo un bocata que fue comiendo de camino a casa de su novia. La escena del crimen Eran las once menos veinte de la noche cuando el asesinato fue descubierto. El hijo de Juana Arribas encontró el cuerpo de su madre tendido en el 30

suelo. Al tratar de abrir la puerta de casa con la llave encontró un obstáculo que lo impedía. Era el cadáver de su madre, que yacía desplomado al otro lado. El forense dictaminó que la víctima había sido golpeada en la mejilla con un objeto pesado y de agudo corte, y rematada con tres cuchilladas en el cuello. En la escena del crimen los hombres de la Brigada de Investigación Criminal descubrieron pruebas suficientes para esclarecer el caso. Durante el registro, aparecieron en la casa un cuchillo ensangrentado oculto en la carbonera y el objeto con el que, se presume, la mujer fue golpeada en la

ciales se enfocaron desde un principio en los círculos cercanos a la víctima: familia, amigos y el personal del taller mecánico propiedad del marido de Juana. Cuando los inspectores repararon en un empleado del taller que no figuraba en la lista de trabajadores, pero que había ayudado en las labores de pintura de los automóviles, las piezas del puzle comenzaron a encajar. Joven, de pequeña estatura y de complexión débil. Fue fácil comprobarlo: el asesino había dejado un rastro biológico en la escena del crimen en forma de huellas dactilares -en el cazo que retiró del fuego y en el grifo del que bebió agua, donde además había restos de sangre de la víctima-. Ramón Oliva sabía que la mujer de su jefe estaba sola porque su hijo y su marido habían salido del edificio a las 3 y media de la tarde para ir al taller, ubicado en la calle Andrés Mellado, 88. De esto se aseguró preguntándole a un niño que jugaba en el portal y que afirmó haberlos visto salir. Pese a la mundanidad del modus operandi y del móvil de asesino, este fue uno de los crímenes que más conmocionó a la sociedad madrileña. Ramón Oliva era un joven de veintidós años que no había vuelto a tener un empleo estable desde que dejó su trabajo ocasional en el taller, pero que ansiaba conseguir dinero porque quería casarse pronto. Sabía que su jefe guardaba una pequeña fortuna en casa. Su objetivo no era matar a la mujer, sino conseguir su preciado botín sin dejar testigos a la vista. Cuando lo logró, se apoderó del dinero y de las joyas. El criminal no trató de esconder su tesoro, lo que facilitó su detención, aunque en los días siguientes al asesinato trataba de hacer ver a la gente que aún no tenía dinero suficiente para amueblar su futura casa. Una vez fue efectuado el registro del domicilio del joven, la policía encon-


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tró una bolsita con un reloj, una pulsera de oro, dos plumas estilográficas, objetos propiedad de la víctima, cincuenta y una mil pesetas y un acordeón. Detrás del armario también se halló una gabardina con restos de sangre y un traje que había sido limpiado con pulcra meticulosidad por su padre. Caso cerrado La noche del crimen, el Monchito llegó a la casa de su novia con un hematoma y varios arañazos fruto del forcejeo, por lo tuvo que inventarse una historia para disimular: una pelea con su jefe para conseguir cobrar unos atrasos. Era la misma fábula que le había contado a su padre un rato antes. Tras el trágico suceso, decidió fijar la fecha de la boda para el 22 de julio y marcó este día en el calendario de su casa. Días después se compró el acordeón; siempre había ansiado tener uno. Sin embargo, a su cuñado solo le contó que tenía en mente tomar clases de este instrumento, pero no que ya lo tuviera en su poder.

Once días después del crimen, la prensa anunciaba el esclarecimiento del caso. El asesino fue detenido el día 20 en casa de su novia. No opuso resistencia. En el domicilio de la joven se encontra-

Los psiquiatras determinaron que tenía la edad mental de un niño de 12 años ron prendas y sábanas de ajuar por valor de ocho mil pesetas, regalo del Monchito a la que ya no sería su futura esposa. Como el asesino afirmaba haber cobrado una gran cantidad de dinero que le adeudaban, nadie se sorprendió de que en los días posteriores al suceso este se deshiciera en regalos con su prometida. El acusado confesó el crimen. La Policía detuvo también a los padres del delincuente, a su novia -de veinte años- y al padre de esta, aunque pronto quedaron en libertad. El Monchito reconoció a los guardias que si le soltaban no volvería a matar,

pues ahora ya sabía que se podía robar sin hacerlo. Muchos le tenían como un “débil de mente” o como un “retrasado”. Los psiquiatras determinaron que tenía la edad mental de un niño de 12 años. Sin embargo, para tumbar este argumento como atenuante de la condena, el Fiscal tomó declaración al niño de nueve años con el que el asesino se cruzó por las escaleras del edificio el día del crimen y le preguntó: “¿Tú crees que matar es algo bueno o malo?” A lo que el niño contestó sin dudar: “Muy malo. Matar es muy malo”. El 17 de noviembre de 1951 el Tribunal Supremo ratificaba la sentencia que determinaba la culpabilidad de Ramón Oliva. Fue condenado a pena de muerte en la prisión de Carabanchel, en Madrid. Historia de un verdugo Para comprender el fin de esta historia hay que tener en cuenta el contexto. Inicios de los años 50: comienzo incipiente de la transición a la segunda etapa del Franquismo, pero con la pervivencia

El Monchito, autor del asesinato de la mujer de su jefe, durante su detención / ABC 31


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Vicente López Copete (izquierda), Bernardo Sánchez Bascuñana (centro) y Antonio López Sierra (derecha) conversando sobre su porfesión en el documental Queridísimos verdugos, de Basilio Martín Patiño. de grandes resquicios de la anterior. En medio del imperio del aislamiento y auta quía, España estaba muy empobrecida. Aún así, y pese a que algunos atribuyeron a la sociedad la responsabilidad sobre el crimen del Monchito, nadie en su sano juicio habría entendido que un asesinato fuera la solución a una crisis económica, máxime cuando el Código Penal vigente establecía la pena de muerte desde que Franco la restituyera en 1938. Durante la dictadura Franquista, entre 1940 y 1975, se consumaron 126 ejecuciones, 112 de las cuáles se llevaron a cabo mediante garrote vil. La de Ramón Oliva fue una de ellas. La mayor parte de las ejecuciones fueron llevadas a cabo por tres verdugos: Antonio López Sierra –audiencia territorial de Madrid-, Vicente López Copete –audiencias territoriales de Barcelona, Aragón y Navarra- y Bernardo Sánchez Bascuñana –audiencia territorial de Sevilla-. El primero de estos tres fue el último verdugo del Franquismo, y también el encargado de ajusticiar al Monchito. Según narró el hijo del verdugo al pe32

riódico El País en 2011, Antonio López vivía en Badajoz en el seno de una familia humilde. De joven estuvo implicado en el robo de una gasolinera, lo que le llevó a prisión durante unos meses. Fue soldado del Ejército Nacional en la Guerra Civil y voluntario a Rusia con la División Azul. Tras esto, trabajó de barrendero en Berlín

durante unos meses y, a su vuelta, recorrió las ferias de su zona vendiendo caramelos y haciendo pequeñas estafas, contrabando y estraperlo junto a su amigo y futuro compañero de trabajo, Vicente López Copete. Ambos garroteros ingresaron en el cuerpo en 1949 a través de un inspector de policía de Badajoz. Los dos

LA PENA DE MUERTE EN ESPAÑA La pena de muerte estuvo vigente en España durante todo el Franquismo, hasta la llegada de la Constitución en 1978. El artículo 15 de esta reconoce el derecho a la vida y a la integridad física y moral y establece de forma explícita la abolición de la pena de muerte “salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares en tiempos de guerra”. Esta misma línea vertebraba la reforma del Código de Justicia Militar –modificado por el Real Decreto-Ley 45/78- y el Protocolo número 6 de la Convención Europea de Derechos Humanos, ratificada por España en 1985. Ambas prohibían la pena de muerte a excepción de lo establecido por las leyes militares en tiempos de guerra. No fue hasta 1995 cuando la pena máxima quedó abolida del Código Penal Militar por la Ley Orgánica 11/1995. Este hecho fue reforzado con la ratificación en 2009 del Protocolo número 13 de la Convención Europea de Derechos Humanos, que prohíbe la pena de muerte en cualquier circunstancia, lo que dota de protección especial a este hecho, siendo necesario para restituir la pena capital no solo la reforma de la ley orgánica que la regula o del Código Penal Militar, sino también la rescisión de un convenio sujeto al derecho internacional. Pese a esto, algunas organizaciones como Amnistía Internacional estiman que debería modificarse la constitución para blindar el derecho a la vida y prohibir la pena de muerte en todo supuesto.


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eran el perfecto reflejo de la España de la posguerra, presidida por la miseria, el hambre y la lucha por la supervivencia. Antonio López ajustició a 17 condenados, pero cuando tenía que pensar en uno de los momentos cruciales a lo largo de su servicio siempre recordaba el mismo: El ajusticiamiento de el Monchito, afirmó a El País en 1981. Según su hijo, Antonio López reconocía que aceptó el trabajo porque le daba igual ser verdugo que otra cosa mientras le diera de comer. “Las 495 pesetas mensuales no nos sacaban de pobres, pero ayudaban a mantener la casa. Sólo podía desear que tardaran mucho en volver a llamarme”, recordaba el ejecutor. Pese a la frialdad que encierra esa afirmación, el mercenario reconoce que tenía una obsesión secreta: escudriñar los periódicos para encontrar toda la información que rodeaba el caso del reo que tenía que ajusticiar para “entrar en la ética de los ejecutores” y “abrir al encausado un segundo proceso en su propia imaginación”. Esa maniobra le permitía crear su moralidad particular en la que se autoconvencía de la maldad del preso y de que la fechoría cometida por este era merecedora de la muerte. Esto le permitía sentirse un verdadero justiciero, y fue el mismo proceso que realizó, paso por paso, con el Monchito. “Recuerdo que leía deprisa para salir pronto de dudas. […] Pedía que el trabajo cayese fuera de mi zona, de la zona Norte, y que llamaran a otro de los tres o cuatro que había”, reconoce Antonio López. Muchos agentes judiciales -el eufemismo elegido por el Franquismo para designar a los verdugos- aceptaron el trabajo para recibir un sueldo mensual en una España empobrecida con la esperanza de no tener que hacer nunca una ejecución. Algunos de ellos tuvieron esa

suerte. Sin embargo, a Antonio López le llegó el primer telegrama que le notificaba su cometido en 1952, y portando su maleta con el arma ejecutora partió en tren desde su Badajoz natal a Madrid.

López siempre iba borracho cuando tenía que ejecutar a alguien Los secretos de oficio se transmitían de generación en generación, sin ningún tipo de formación al respecto. Tras llegar a la cárcel de Carabanchel -símbolo del Franquismo y demolida en 2008- Antonio López tuvo que aprender el funcionamiento del garrote vil, al que él llamaba la máquina. Este proceso lo llevó a cabo con la ayuda de ingentes cantidades de café y coñac, lo que le permitió mantenerse despierto y evitar pensar en exceso. Mientras, el reo se encontraba en la capilla con sus últimas diez horas de vida por delante. El verdugo pensó que, si bien para él estaban transcurriendo como años, para el Monchito lo harían como minutos. Sesenta pesetas Cuando el Monchito llegó al patíbulo, su verdugo pudo ver a un joven de escasos años desfallecido y muerto ya de temor, que acudía a su destino final sin esposas y llevado en volandas por los guardias para evitar que se desvaneciera en el camino. Las horas de capilla y la inminencia de la muerte le habían minado por completo. Eran las seis de la madrugada del 17 de marzo de 1952. Junto al verdugo y al reo se encontraban el Tribunal, los abogados, algunos representantes de instituciones públicas, dos médicos –el de prisión y el forense-, y los dos oficiales de prisión que, acompañados por el capellán, trasladaron al condenado.

LA CREACIÓN DEL SEMANARIO “EL CASO” La conmoción que provocó el caso del Monchito en la opinión pública motivó la amplia cobertura del suceso en los periódicos del momento. Cuando uno de los periodistas que cubrían el suceso en el diario Madrid se percató de que su texto sobre este crimen apenas había sido mutilado por la censura, creó una sección titulada “El caso de...”. Este fue el punto de inflexión que inspiró a Eugenio Suárez la creación del periódico El Caso, un semanario de sucesos que salió a la calle el 11 de mayo de 1952. De esta forma, la información de sucesos fue, prácticamente, el único periodismo que se desarrolló durante del Franquismo, dado que el resto de las informaaciones estaban monopolizadas en su totalidad por los Boletines de Información emitidos por la Dirección General de Prensa, algunos de ellos de publicación obligatoria. Aún así, el Franquismo limitó a los periódicos la publicación de un máximo de dos sucesos semanales, que más tarde fueron recortados a la unidad. Pero El Caso búscó la forma de sortear esta cifra con la ayuda de las publicaciones regionales, de forma que las ediciones de cada zona geográfica contenían el crímen acontecido en esta, pudiendo desdoblarse cada número en tres o cuatro ediciones diferentes.

El garrotero, siempre al alba, esperaba con ansia y desazón la llegada del indulto para no tener que llevar a acabo la acción final. Pero el de Ramón Oliva no llegó, por lo que Antonio López tuvo que encapuchar a su reo y proceder a la ejecución. Recibió a cambio 60 pesetas de gratificación y el pago del billete de vuelta a casa. “El reo mantuvo el pulso durante siete, ocho o nueve minutos, y, después, murió, pero dicen que la muerte verdadera es rápida y que, a pesar del pulso, muere en seguida”, contaba el verdugo. Sin embargo, en las siguientes ejecuciones que llevó a cabo -la de la envenenadora de Valencia y la de Jarabo-, muchos criticaron su profesionalidad afirmando que no las llevó a cabo de forma responsable debido a la cantidad de alcohol y tranquilizantes que consumía para sobrellevarlas. Los abogados de Jarabo denunciaron que el reo tardó más de veinte minutos de retorcimientos y convulsiones en morir. El hijo del garrotero afirma que, si bien su padre era un tipo muy duro, siempre iba borracho cuando tenía que ejecutar a alguien. “Las vísperas de las ejecuciones eran siempre muy malas. Yo andaba de taberna en taberna con el vino y el coñá; cuando averiguaron que bebía, me pusieron vigilancia”, reconocía Antonio López. El verdugo afirmaba convencido: “Hay que ser muy duro de corazón para hacer esto”. La idea de la retirada invadía su cabeza de forma cosntante, pero siempre unida al pensamiento de “cuidado, que te pueden procesar”. Una vez fuera del servicio, Antonio López trabajó junto a su mujer como portero de varios edificios en el barrio de Malasaña. Murió en 1986 a los 73 años. Quienes le conocieron en las últimas décadas de su vida, como el periodista Javier Rioyo, le recuerdan como un hombre “derrotado, con pocos amigos, que vivía con su esposa en un piso donde lo único que parecía vivo era un pajarito que tenían”. Y es que, lejos de la creencia popular, esta no era una profesión vocacional de quien ejerce convencido su función como garante de la justicia, sino más bien una modo de completar los cuartos para llegar a fin de mes de una forma más holgada. No obstante, para llevarla a cabo no solo hacía falta la necesidad de dinero, sino también la falta de escrúpulos. Al verdugo a veces se le pasaba por la cabeza que los dos, el Monchito y él, habían matado por el mismo dinero. 33


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El crimen que estremeció a la República

Hildegart, la niña creada y asesinada por su madre Aurora Rodríguez le arrebató la vida a su hija Hildegart de 18 años al descubrir que no continuaría con el plan vital que había diseñado para ella

Hildegart Rodríguez y su madre Aurora Rodríguez Caballeira. Ariadna Gil Morales

Su primer experimento Su sobrino Pepito Arriola, hijo de n el seno de una familia acomoda- su hermana Josefa, fue dejado en la da, nace Aurora Rodríguez Carba- casa familiar de Aurora mientras Jolleira una madrugada de 1890 en Ferrol. sefa, soltera y con 16 años, marchaba De padre abogado y madre ama de casa, a Madrid para reanudar su vida. Ause convirtió en la tercera hija del matri- rora asumió la educación de Pepito a monio. Creció con los recuerdos de la quien acostumbraba a sentar junto a infelicidad en la que vivían sus padres y la ella mientras tocaba el piano. fría relación que la unía a sus hermanos.​ Con apenas 3 años, logró converRecibió una educación básica que ella misma tirlo en un genio del piano sin apenas se encargaría de completar. Tras la muerte saber leer. Su don para la música le llevó de su madre, a los 14 años, amplió sus cono- a tocar ante la reina de España, quien cimientos con las lecturas de los socialistas tras conocer su talento, lo toma bajo su utópicos y las teorías eugenésicas que extraía protección para costearle sus estudios de la biblioteca personal de su padre. Entre musicales. El éxito del joven pianista comensu manos cayeron algunos libros de Saint Simon, Owen o Fourier, los culpables de crear zaba a fraguarse, momento en que su en la joven Aurora aquellos pensamientos madre biológica volvía para arrebarevolucionarios que la conducirían a la idea társelo a Aurora de sus manos y continuar su carrera artística con él a lo de que ella debía salvar el mundo. Las ideas eugenésicas, propias de la largo de Europa. Aurora tras dedicar época, se fundamentaron en su mente 4 años de intensa educación a su discícreando la necesidad de engendrar a un pulo, decide ser esta vez ella quien dé ser que le serviría como instrumento de a luz a su prueba definitiva, una mujer que revolucionará el mundo. mejora de la humanidad.

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Hildegart, su prueba final En su juventud, marcada por uno de los casos de abogacía que su padre había defendido, había decidido no casarse. Ahora, el propósito de Aurora era conseguir al “colaborador genético” adecuado, como ella misma lo definía. Al tiempo, conoció al joven gallego que parecía cumplir los requisitos que ella se había impuesto en la búsqueda del perfecto progenitor. Tras varios encuentros con el joven gallego y cuando estuvo segura de estar embarazada, se mudó a Madrid. A su llegada a la capital durante la primavera de 1914, se estableció en la calle del Pilar del barrio de la Guindalera. Unos meses más tarde el 9 de diciembre dio luz a una niña, Hildegart Rodríguez, una mujer como ella anhelaba. Desde su nacimiento, Aurora se centró en el desarrollo intelectual de su ansiada hija, convirtiéndola en una obsesión para ella. Durante sus primeros tres años de vida, aprendió a leer, y a los diez; ya hablaba tres idiomas: alemán, ingles y francés. La exigente educación impartida por una madre ansiosa de revolu-


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ción la convirtieron en una niña prodigio, al mismo tiempo que le arrebataba los primeros años de su infancia. Más tarde la propia Hildegart confesaría ante una periodista: “no he tenido infancia, la necesite integra para estudiar día y noche”. Con solo 11 años gracias a la dura instrucción de su madre impartía conferencias sobre sexualidad y feminismo por distintas universidades. Dos años más tarde llegaba al fin de sus estudios de Bachillerato y accedía a la universidad licenciándose en Derecho a los 17, todo un fenómeno para su edad, pero su vida universitaria se alargaría introduciéndose en el campo de la Medicina. A los 14 decide ingresar en las filas del partido socialista a pesar de la negación de su madre, la joven que empezaba a adquirir sus propios idearios se proclamará defensora de ideas revolucionarias para la época, como la defensa del aborto, la educación libre e independiente o la pena de muerte. Poco después, abandonará el bando socialista para unirse a la fuerza del Partido Democrático Federal. En plena adolescencia, Hildegart había conseguido darse a conocer por sus conocimientos en sexología y en filosofía impartiendo conferencias siempre acompañada por la presencia controladora de su madre. La propia Aurora se encargó personalmente de promocionar la imagen de su hija a través de los diarios nacionales, mientras el fenómeno de Hildegart lograba publicar artículos y libros como “La rebeldía sexual”, “Sexo y amor” o “El problema sexual tratado por una mujer española”, que logró vender 8000 ejemplares en la primera semana. Mientras el éxito de su gran proyecto crecía también lo hacía la preocupación de Aurora porque su hija conociera a un hombre y se alejara del camino que cuidadosamente había diseñado para su sucesora, el miedo a su pérdida hizo que su protección y vigilancia aumentaran. El reconocimiento de Hildegart se había extendido por toda Europa, manteniendo incluso contacto por correspondencia con eminencias europeas en el ámbito de la sexología como Havelock Ellis quien la definiría como “La virgen Roja” impresionado por los avanzados ideales en contraste con su joven edad. Todo ello fue sembrando en Aurora la semilla de la desconfianza y los pensamientos paranoicos. El fin de Hildegart La creación de Aurora Rodríguez comenzó a madurar y reclamar la independencia

Portada de periódico sobre el asesinato de Hildegart. que ella misma le había arrebatado desde su nacimiento. Los pensamientos que había inculcado en su hija había empezado a crecer y florecer hacia otros caminos peligrando los propósitos revolucionarios y eugenésicos para los que había sido engendrada. Las relaciones de Hildelgart con otros intelectuales varones sólo incrementaron la sensación de fracaso de su madre. Poco a poco enloqueció frustrada por las decisiones de su hija y la posible ruptura de su unión fraternal. Quizás el inicio de su total desequilibrio llegó cuando Hildegart fue invitada por H. G. Wells a Londres interesado por lo precoces conocimientos de la joven. Esto sumado a las sospechas de posibles relaciones amorosas con otros hombre desataron en ella una locura irrefrenable. El abandono del nido intelectual que había creado durante años, cada vez estaba más cerca, pero Aurora estaba negada a permitir que aquello sucediera. Los últimos días de su vida, Hildegart fue retenida por su madre en el domicilio aislada del mundo exterior y bajo las continuas discusiones por la lucha de su deseada libertad. Pero la obstinación de la joven de 18 años con aspiraciones fuera del control de su madre desencadenaron su trágico final. Aurora negada a liberarla decidió que sería ella misma quien le había dado la vida la que se la quitaría, por ello la mañana del 9 de junio de 1933 se armó con su pistola y entró en el cuarto de su hija mientras dormía y allí mismo le disparó cuatro veces, uno en el corazón y tres en la cabeza. Consciente de sus actos, Aurora se entregó voluntariamente a la policía y confesó que había sido una decisión difícil pero necesaria.

La lucha judicial El evidente desequilibrio de Aurora unido a los ideales socialistas y revolucionarios de la joven víctima convierten el caso en una lucha judicial de los conservadores por demostrar los efectos dañinos de estos idearios en la sociedad durante los años de República que envolvían al país. El psiquiatra de la fiscalía, Vallejo Nájera, afirma que la acusada cometió tales actos únicamente por sus ideas socialistas. Mientras que los psiquiatras de la defensa, de ideología progresista, usaron otros estudios para dictaminar que Aurora era una enferma esquizofrénica. El juicio fue ganado por la fiscalía y fue condenada a 26 años y ocho meses de prisión, pero su delirios no cesaron tras ser encarcelada y finalmente es trasladada a un manicomio de Ciempozuelos donde morirá presa en la soledad de sus propias alucinaciones para ser enterrada en una fosa común.

Féretro de Hildegart tras su asesinato. 35


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El último de la ‘lista negra’ Carla López Cillero

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oaquín Viola era feliz. Al fin, la vida le sonreía. Acababa de regresar de Paris, donde había pasado unos días con su mujer para celebrar el reciente aprobado de las oposiciones de notaría de su hijo pequeño, lo que simbolizaba para él la culminación de una trayectoria vital, en la que se sentía satisfecho como hombre y como político. ‘Quinito’ –como le conocían los más allegados- tenía entonces 64 años. Una vida dedicada a la política Joaquín Viola Sauret era un hombre profundamente humano que observaba una rígida jerarquía de valores morales. Reconocido como persona de talento, habría deseado ser el primer alcalde por votación popular en Barcelona; sin embargo, le tocó ser el último designado por Franco en la Ciudad Condal. Los que mejor le conocían resaltan de él su educación cautivada, su honestidad y su inmenso amor a Cataluña; pese a haber nacido en Cebreros, Ávila. Viola tenía una profunda formación jurídica de la que dio prueba en todos los cargos que desempeñó. Se licenció en Derecho en Barcelona y posteriormente, obtuvo su Doctorado en Madrid. De hecho, provenía de una familia muy unida a las leyes; pues su abuelo fue notario y su

padre registrador de la propiedad. De alguna manera, el derecho le llevó a interesarse por la política, y pronto se convirtió en dirigente de los estudiantes católicos y de derechas. Una vez estalló la Guerra Civil, sus ideas políticas le llevaron a Pamplona – zona franquista- donde se incorporó al frente como alférez provisional. En el frente de Teruel, fue gravemente herido y pasó a ser considerado caballero mutilado, un cuerpo creado por Franco que acogía a los heridos y mutilados por la guerra. Antes de la victoria del Caudillo -y como excombatiente- decidió prepararse las oposiciones al Cuerpo de Registradores de la Propiedad, obteniendo en 1941 el ingreso como número uno de su Joaquín Viola en septiembre de 1975, promoción. cuando fue designado alcalde de BarceAños más tarde, durante el régimen lona (La Vanguardia) franquista, desempeñó los cargos de Procurador en Cortes y Consejero del Durante un viaje a Balaguer (Lérida), Reino. No obstante, el cargo de mayor Viola conoció a Monserrat Tarragona, relevancia y proyección pública fue la de la que se enamoró. Poco más tarde, toma de posesión de la Alcaldía de Bar- se convirtió en su esposa y en la madre celona, poco antes de la muerte de Fran- de sus cinco hijos. Con su matrimonio co. Sin embargo, pese al entusiasmo por comenzaba un nuevo proyecto de vida este nuevo cargo, el periodo de su man- en común con su mujer, que desgraciadato fue muy agitado con una gran con- damente acabaría, para ambos, la mañana testación vecinal que le valió el mote de del 25 de enero de 1978. “alcalde más impopular desde los tiemEse miércoles Viola tenía una cita. pos de la República”. La llegada de Adol- Había quedado con su buen amigo y fo Suarez a la presidencia del gobierno le ministro Pio Cabanillas para terminar la retiró de la alcaldía. conversación telefónica que el día ante-

Los cadáveres son introducidos en una camilla para su traslado al Hospital Clínico (La Vanguardia) 36


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Asesinato de Joaquín Viola y Monserrat Tarragona 25 de enero de 1978

1- Cuatro individuos armados entran en casa de Joaquín Viola, exalcalde de Barcelona. Retienen a sus familiares en una habitación; y llevan a Joaquín y a su esposa, Monserrat Tarragona.

rior habían dejado a medias. No obstante, esa llamada telefónica nunca se produjo. Poco antes de la hora en la que estaba prevista, Joaquín Viola fue asesinado. El mismo día del fallecimiento de su amigo, el ministro señaló que pese a que Joaquín vivía una de sus épocas más felices, estaba preocupado por el deterioro del orden público, por la agitación social, y por el tema de las autonomías. Explosión mortal A primera hora de la mañana, como otro día cualquiera el exalcalde de la Ciudad Condal se levantó de la cama dispuesto a desayunar en su casa situada en el número 69 del famoso paseo de Gracia de Barcelona. Al mismo tiempo, sobre las 8.30 horas de la mañana un grupo de cuatro jóvenes entraba en el portal, sin ser vistos por ningún testigo, ya que los porteros del edificio no se encontraban presentes. El hombre llevaba días en la cama enfermo, y su mujer –siguiendo su rutina habitual- había salido a hacer la compra. Los cuatro jóvenes, cuyos rostros estaban medio cubiertos, se dirigieron al primer piso dispuestos a cometer un

asesinato que, tras 39 años, sigue sin resolverse. Uno de ellos llamó a la puerta del 1º A donde vivía el matrimonio Viola-Tarragona haciéndose pasar por el lechero, que acostumbraba a pasarse por allí a esas horas. Fue la propia esposa de Viola quien, ese fatídico día, abrió la puerta encontrándose tras ella a tres hombres y una mujer provistos de pistolas y metralletas. Ella mostró resistencia, pero no sirvió de nada. Al entrar en la casa, los asaltantes se dieron cuenta de que en el piso también estaban Joaquín –el hijo mayor del matrimonio-, la prometida de éste último, y la chica del servicio. Según el hijo de las víctimas, los maniataron y los mantuvieron encerrados en una habitación bajo vigilancia de la mujer, que no se preocupó de ocultar del todo su rostro; mientras que los otros tres hombres del comando se dirigieron al dormitorio del padre que todavía se encontraba en pijama. Sin perder el tiempo, y bajo la amenaza de las armas, lo condujeron a otra de las habitaciones del piso, donde le colocaron el pecho una sofisticada bomba, empleando tiras adhesivas y un correaje José María Bultó Marqués fue un industrial catalán presidente de la química S.A. Cros. El 9 de mayo de 1977, un grupo de terroristas -Monserrat Tarragó Doménech, Carlos Sastre Benlliure, José Lluis Pérez Pérez y Álvaro Valls Oliva- entraron en casa de su hermano mientras comía haciéndose pasar por empleados del gas. Le rasgaron la camisa y le adosaron fuertemente, bajo la asila izquierda, una bomba del tamaño de una tableta

2-Colocan una bomba en el torso de Viola. Les dan una nota exigiéndoles dinero. La bomba estalla y los asaltantes escapan precipitadamente.

adecuado, que explosionaría en el momento en el que intentase quitársela. Tras los quince minutos que duró la operación, trasladaron a la esposa a la misma habitación con la intención de ponerla al corriente de sus exigencias. Los asaltantes les entregaron un folio mecanizado que contenía las instrucciones para contactarles, así como advertencias de la manipulación del explosivo. A partir de ese momento, existe una gran confusión sobre lo que pasó en el interior de esa habitación del 1º A, del edificio número 69 del Paseo de Gracia. La principal hipótesis que se baraja desde entonces es que la bomba era defectuosa. Lo único cierto, es que poco después de que Monserrat Tarragona entrase en el cuarto en el que estaba su marido el artefacto hizo explosión abriendo en enorme boquete en el tórax de Viola y decapitándolo. La onda expansiva alcanzó de lleno a la mujer, que debía de estar muy cerca de su marido, ya que le produjo una herida en la cabeza que provocó su muerte. Los cuatro criminales salieron corriendo del domicilio, donde un coche les estaba esperando en la puerta. La que también de chocolate, que funcionaba con un mecanismo antidepresor. Le exigieron 500 millones de pesetas, y le entregaron una hoja sobre cómo realizar el pago y desactivar la bomba. El empresario catalán se negó a pagar, pretendía ir a comisaría. Pero no llegó a tiempo, al llegar a su casa se encerró en el baño e intento quitársela, lo que provocó que ésta estallara destrozando su cuerpo, y provocando su muerte.

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Funeral por las víctimas en la Iglesia Nuestra Señora de los Ángeles (Pérez de Rozas) sufrió daños fue la empleada del hogar, al ser golpeada en la cabeza con un objeto contundente que le dejó inconsciente. La investigación A las 9 horas la sala 091 de la Jefatura Superior de Policía de Barcelona recibió la llamada del hijo de Viola comunicando que sus padres habían sido asesinados por un artefacto explosivo. Tras varias horas de investigación y recogida de pruebas el jefe superior de la Policía, el señor Calleja, confirmó los detalles más significativos. El primero de ellos fue que los artificieros 38

que participaron en las diligencias previas comprobaron que las piezas del artefacto halladas eran idénticas a las que se encontraron en el asesinato del señor Bultó Marqués. Asimismo, manifestó que también se había encontrado un folio mecanografiado con instrucciones concretas sobre el manejo del artefacto explosivo, así como la reclamación de una suma de dinero y el procedimiento a seguir para la entrega del mismo. Calleja indicó también que se había barajado la hipótesis de que el artefacto explotase al forcejear Viola con uno de los

atacantes, ya que –según las declaraciones del hijo- uno de los miembros del comando salió de la casa con la cara y las ropas manchadas de sangre, lo que significaría que o fue herido, o le alcanzaron los efectos de la explosión. Sin embargo -a diferencia del caso Bultó-, en esta ocasión el señor Viola no trató de liberarse del artefacto, ya que sus manos no sufrieron daño alguno. Un juicio turbio A día de hoy, el atentado sigue sin estar claro. La defensa de la familia y las instituciones en las que Joaquín


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Viola participaba están seguras de que los terroristas que aquel 25 de enero entraron en casa de los Viola fueron Monserrat Tarragó Doménech, Carlos Sastre Benlliure, José Lluis Pérez Pérez y Álvaro Valls Oliva, pero las diferentes sentencias emitidas manifiestan lo contrario. Lo único claro es que a efectos legales, no hay culpables ni condenados. El juicio por el asesinato comenzó el 1 de diciembre de 1986, pero antes de hablar del polémico proceso conviene dar a conocer los detalles relativos a la rueda de reconocimiento de los principales sospechosos, en la que participaron los tres testigos presentes en el momento del atentado. Tras estos reconocimientos la policía hizo público que habían identificado a tres de los presuntos autores del doble asesinato, los cuales se corresponderían con los que participaron en el asesinato del industrial Bultó Marqués: Monserrat Tarragó Doménech, Carlos Sastre Benlliure y José Lluis Pérez Pérez. Los tres militaban en Tierra Lliure, una banda terrorista afín a la independencia de Cataluña. En este punto, es importante señalar que pocos meses antes de que se produjese el doble asesinato del matrimonio Viola, los cuatro sospechosos fueron detenidos; y dos ellos –Sastre y Tarragó- enjuiciados y condenados a 30 años como supuestos autores del asesinato del industrial catalán. No obstante, se acogieron a los beneficios de la Ley de Amnistía de 1977 y, tras salir de la cárcel, huyeron a Francia por temor a que se les anulase la medida que les había sido aplicada. En 1984, seis años después del atentado contra Joaquín Viola, Sastre y Tarragó fueron localizados en Puigcerdà y detenidos de nuevo como presuntos autores del mismo. El 1 de diciembre de 1986, los dos detenidos volvieron a sentarse en el banquillo de los acusados; esta vez, para responder por sus presuntas responsabilidades en el ‘caso Viola’. La acusación pública pedía para ellos condenas de 30 años de prisión por delito de asesinato, y cuatro meses de arresto por las lesiones que sufrió la empleada del hogar. Ambos sostuvieron que cuando ocurrieron los hechos se encontraban en Francia y negaron su participación en los actos que se les imputaban.

En una de las vistas del juicio, Joaquín Viola hijo –fallecido recientemente- afirmó no tener dudas sobre sus identificaciones en las ruedas de reconocimiento por “la mirada huidiza de Carles Sastre y por la expresión de los ojos y una mueca de Monserrat Tarragó”. Estas afirmaciones fueron calificadas de “contradictorias” por la defensa, que pidió la suspensión del juicio al considerar que Joaquín Viola hijo no había respondido con claridad cuando le preguntaron por qué en la rueda de reconocimiento había pedido que Carles Sastre se pusiera unas gafas y hablara en catalán. Sin embargo, mientras que Joaquín había reconocido a Tarragó y a Sastre como presuntos autores materiales de la muerte de sus padres; su esposa la confundió con una de las funcionarias de la Audiencia Nacional que participó en la rueda. Por su parte, la empleada del hogar no reconoció a nadie. A todas estas contradicciones hay que sumar también la versión que dio un testigo que trabajaba como empleado de un aparcamiento y que vio huir a los presuntos asesinos, tal y como publicó el periódico La Vanguardia en su día. El hombre afirmó que no se trataba de ninguno de ellos. Por otro lado, los familiares de los acusados también declararon a su favor alegando que ambos se hallaban en Elna –una localidad del Departamento de los Pirineos Orientales- en enero de 1978, y donde según los testigos presentados por la defensa permanecieron hasta su detención en 1984. Finalmente el 10 de diciembre de 1986 la Audiencia Nacional absolvió a los dos acusados; basándose en las deficiencias que -a juicio del tribunalpresentaron las diligencias de reconocimiento practicadas durante la instrucción sumarial, y al hecho de que los testigos del crimen se contradijesen en sus manifestaciones al respecto, “creando un foso de incertidumbre en orden a la exactitud de las identificaciones”. Así pues, esta incertidumbre hizo que las pruebas se viesen privadas de “la fuerza probatoria que, en principio, les vendría a corresponder”, tal y como se dijo en el juicio. Ante tal dictamen, la defensa de la familia Viola presentó un recurso de casación ante el Tribunal Supremo, que se resolvió en 1989 y que ratificó

la absolución de los acusados al considerar que no se había infringido la ley al dictar la sentencia de absolución. De tal forma, que los acusados quedaron en libertad y las preguntas, sin respuesta. ¿Quién mató a Joaquín Viola y a su mujer? ¿Qué ha sido de los otros dos terroristas? ¿Cuál fue el verdadero motivo del asesinato? A día de hoy, lo único que se sabe es que Lluis Pérez Pérez se fugó de España tras ser acusado de los asesinatos de Bultó y del matrimonio Viola. Tras su salida del país, vivió exiliado en Canadá e Israel durante varias décadas, donde paso a llamarse Lluc Puig y obtuvo la nacionalidad del país de Oriente Medio. El 14 de abril de 2012, el diario La Voz de Barcelona, publicaba que había fallecido a causa de un cáncer. En cuanto a Carlos Sastre, que es Secretario General de la Intersindical-CSC (Confederació Sindical Catalana). De los demás, no se sabe nada, ni siquiera si residen en España. En cuanto al móvil, tampoco está claro. Unos opinan que lo que pretendían los asesinos era recaudar dinero; mientras que otros como José Juan Pinto Ruiz -responsable del Colegio de Abogados de Barcelona durante 1978 y amigo de la víctima- cree que “el conjunto de circunstancias que rodearon el hecho, el momento en el que se produjo, y la conducta habitual del Señor Viola hacen sospechar que el motivo fue evidentemente político”, aunque señala “no tener medio alguno de saberlo”. Lo que sí tiene claro es que el exalcalde no había recibido amenaza ninguna: “El Señor Viola no se sentía en absoluto amenazado y estaba muy lejos de temer nada; no estaba en absoluto preocupado”, indicó el abogado. Si a Viola y a su mujer los mataron el comando perteneciente al grupo Tierra Lliure es algo que sólo podrán certificar los que actuaron ese 25 de enero de 1978. Lo único que los investigadores parecen saber con seguridad es que Viola aparecía en la ‘lista negra’ que encontraron en los pisos que tenían alquilados los imputados de la muerte de Bultó. Esta lista recogía también un centenar de nombres pertenecientes a la burguesía catalana que al parecer iban a ser objeto de chantaje o eliminados. No obstante, Viola fue el último. 39


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¿Es el hombre bueno por naturaleza o es la sociedad quien lo corrompe?

La espeluzante historia del Matamendigos Francisco García Escalero, autor de asesinatos durante 6 años Carolina Palazon Rovira

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najenación mental, necrofilia, esquizofrenia, depresión, trastornos sexuales, alcoholismo e ingesta de psicotrópicos son algunos de los rasgos que caracterizan a uno de los asesinos de personas sin techo más peligrosos en España. Francisco García Escalero nació en Madrid el 24 de Enero de 1954 en el seno de una familia si recursos, criado en una zona de suburbios con unas grandes condiciones de insalubridad. Su padre albañil y su madre limpiadora, no podían controlar las numerosas ausencias de este a la escuela, lo que se convertía en motivo suficiente para las palizas e insultos que le propinaban al joven al llegar a casa. Para intentar evitar los golpes, se refugiaba en el cementerio de la Almudena, un lugar que poco a poco, fue convirtiéndose en su segundo hogar debido a la cantidad de horas que Francisco pasaba en él. Creció siendo un niño reservado, solitario, y melancólico con una personalidad difícil e introvertida que le llevaba a practicar actos impropios de una persona con plenas facultades mentales, algo que se fue acrecentando por las innumerables palizas que le propinaban su padre y la desfavorable vida que le rodeo desde su nacimiento. Sus impulsos suicidas comenzaron a aflorar desde muy pequeño cuando, Francisco, con solo 12 años se paseaba por las tumbas con cuchillos en las manos y se ponía delante de los coches para que lo atropellasen. “Caminaba por las noches con un cuchillo, me gustaba entrar a casas abandonadas y mirar por las ventanas para ver a las mujeres y a las parejas» Su historial delictivo comienza con apenas 16 años, cuando fue participe del robo de una moto, lo que le llevó a ingresar en un reformatorio durante 4 años. A su salida, los actos pasaron a mayores cuando fue el protagonista de una violación junto con otras personas de su circulo cercano, a una mujer que paseamba con su pareja por las inmediaciones del cementerio de la Almudena. Tras el 40

Francisco Garcia Escalero, más conocido como el “ asesino del cementerio” hecho, fue destinado a doce años de prisión, donde se tatuó “nacido para sufrir”. “Cogía los pájaros y animales muertos que me encontraba y me los llevaba a la celda, me sentía más a gusto” Una vez sale de la cárcel, Francisco se vuelve adicto a las drogas y la bebida, un cóctel molotov de wisky, vino y fármacos como el “Rohipnol” que hacía que se comportamiento violento se agravase. Empezó a sufrir alucinaciones auditivas propias de la esquizofrenia que le diagnosticaron los psiquiatras, afirmando ser estas quienes le inducían a cometer los crímenes que muy pronto comenzó a protagonizar con sus propias manos, convirtiéndose así en el asesino en serie más despiadado de nuestro país. La primera víctima fue una prostituta a la que decapitó y calcinó posteriormente de forma atroz. Los crímenes de las personas que le sucedieron fueron víctimas de su máxima brutalidad - aún más si cabe - en los que utilizó piedras para machacar las cabezas hasta provocarles su muerte, cuchillos con los que delinear sus cuerpos, o destripándolos con sus propias manos. En muchos de los casos, era el quién extraía las vísceras o el corazón para después, cometer un acto de canibalismo. Combinaba los asesinatos con actos de necrofilia, ya que profanaba las tumbas o rompía nichos para sacar los cuerpos y abusar sexualmente de ellos.

“A uno le corté la cabeza y a otro le saqué el corazón. Y mordí un trozo. No sentía nada” Parece ser que las alucinaciones y las voces de su cabeza también le describían de forma precisa cómo borrar el rastro de los cadáveres, calcinándolos o cortándoles las yemas de los dedos. “Oía voces interiores, me llamaban, que hiciese cosas, cosas raras, que tenía que matar, que tenía que ir a los cementerios”. En marzo de 1989, un hombre sin techo apareció decapitado y con las yemas de los dedos amputados, dos meses después, otra persona con las mismas características fue descubierto apuñalado, con las partes íntimas amputadas y el cuerpo carbonizado. La misma mala suerte corrieron sus siguientes 5 víctimas, que fueron encontradas decapitadas y quemadas en las afueras de las ciudad, muchas de ellas, también habían sido violadas y con partes de cuerpo que nunca se encontraron. La ardua investigación policial trataba de encontrar las piezas del puzle, ya que fueron pasados 7 años del primer crimen, cuando la policía comenzó a encontrar pistas que apuntaban a Francisco como el principal sospecho de los crímenes. Todo sucedió cuando en 1993, el matamendigos ingresa de forma voluntaria


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Imagen de archivo - detención de García Escolar, 1993 en el hospital psiquiátrico Alonso Vega y es allí donde establece una relación de amistad con su compañero de peripecias, Víctor Luis Criado. Juntos se escapan del centro y 48 horas más tarde, fue encontrado el cuerpo sin vida de Criado. La historia se repite. Víctor aparece con el cráneo aplastado y el cuerpo calcinado entre papeles y mantas de la tapia de la iglesia de Sagrados Corazones. Mientras la policía busca las suficientes pruebas para incriminarlo en los asesinatos, Escalero intenta suicidarse lanzándose desde un coche en marcha, pero no muere, el accidente solo le dejó una pierna fracturada. Una vez en el hospital, el asesino, confesó a las enfermeras sus crímenes, pidiéndoles que le detuvieran porque no quería seguir matando. Francisco es detenido y fue entonces cuando confeso “Compré bastante vino, y él también bebió. Recuerdo que le di con una piedra en la cabeza y... luego lo quemé...” “Lo maté. Estuvimos bebiendo en el parque al lado del cementerio y tomando pastillas. Me las pedía el cuerpo para poder hablar mejor. Luego le dije dónde íbamos a dormir y en el cementerio sentí las fuerzas, me daba impulsos, cogí una piedra y le di en la cabeza, le quemé con periódicos y luego

me fui a dormir al coche y al día siguiente al hospital. Ahora me siento con la mente en blanco, como si estuviera muerto”. Tras esta confesión, procedió al desgrane de los demás crímenes atroces y barbaridades de las que había sido autor, con todo lujo de detalles y ante la estupefacción de los agentes. Fue juzgado en 1995 por cometer 11 crímenes en total, aunque su confesión fue de 14. Días después, pasó a ser encarcelado en la prisión de Fontcalent, Alicante, donde finalmente murió en el año 2014 por un paro cardiaco. En cuanto al diagnóstico de los psiquiatras y forenses encargados de estudiar el caso, coincidieron en que era un hombre peligroso, pero no era responsable de sus actos, a causa de una severa enajenación mental.

“Al acabar, el abogado, un policía y un psiquiatra fueron a tomarse una cerveza. El letrado preguntó: “¿Es in imputable?”. La respuesta del psiquiatra fue clara: “No tengo categoría para definirle”. Expertos afirman que la conducta criminal del sujeto estaba condicionalda por facotres biológicos y sociales: la falta de entendimiento y afecto por parte de los padres, las palizas reiteradas para corregir su conducta, incrementaron en definitiva, su situación de melancolía llevándole a crear un plano irreal de otro mundo y de la muerte donde el alchol y las drogas eran su única forma de paliar tanta desdicha. “Francisco es un fracaso estrepitoso de la sociedad en general y más en concreto, de sus instituciones porque no han sabido o no han podido detectar, prevenir o poner los medios para evitar estos hechos”.

CON JESÚS QUINTERO EN CUERDA DE PRESOS Su caso conmocionó a toda la sociedad haciendo eco en todos los medios de comunicación debido a la atrocidad y la sangre fría con la que Escalero cometió sus crímenes. Tanto es así, que en el año 1996, Francisco concedió una entrevista al periodista Jesús Quintero, solo por ser “ el matamendigos”. En ella, declaró con palabras titubeantes dado la medicación a la que se estaba sometido, que nunca llegaría a entender mientras estuvieras vivo lo que hacia. “Me atraían mucho los cementarios”. El periodista le preguntó qué recordaba sobre sus visitas al cementerio, a lo que Escalero contestó: “Que me metí en el cementerio de la Almudena y me había bebido un litro de coñac con pastillas. Busqué tres nichos, los rompí y desenterré los cuerpos, para posteriormente, masturbarme”

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“¡Dolores, catorce mil duros!” Una viuda muerta, dos condenadas, dos dimisiones y la prensa como acusación popular, los ingredientes de uno de los crímenes más famosos de la historia penal española Christian Afonso

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adrid se convirtió, en el verano de 1888, en el escenario de uno de los crímenes más famosos de nuestra historia. Altercados en las calles, páginas y páginas de la prensa a diario sobre los pormenores del caso, corruptos implicados, el surgimiento de juicios paralelos, dimisiones de personajes ilustres de la época, y la lucha de clases como cuestión de fondo fueron los ingredientes del “crimen de la Calle de Fuencarral”. En la madrugada del 2 de julio de 1888, los vecinos del número 109 de la madrileña calle de Fuencarral llamaron alarmados a la policía porque notaban un incipiente olor a carne quemada y petróleo que salía de la puerta del 2º izquierda del edificio. Allí se trasladaron el sereno, dos policías de seguridad que patrullaban por la zona y el alcalde del barrio que, tras no obtener respuesta durante los llamamientos a la dueña de la casa para que abriera, decidieron tirar la puerta abajo. En la pequeña vivienda vivía doña Luciana Borcino, 50 años, viuda de Vázquez-Varela, su criada Higinia Balaguer, 26 años, y un perro bulldog. Lo que allí se encontraron, tal y como titularon los diarios de la época, fue un “horroroso crimen”. Primero, vieron a la criada, sin sentido, tirada en el suelo de la cocina con el can a su lado, también inconsciente. Posteriormente, cuando llegaron el juez de guardia, Señor Fontella, y un médico de la casa de socorro más cercana, se adentraron en el dormitorio principal para toparse con la “viuda de Varela”, tal y como la conocían sus vecinos, muerta sobre el suelo, con las extremidades y la cara achicharradas y varias cuchilladas en su vientre y pecho. El escándalo fue mayúsculo y los diarios, que en un primer momento confundieron a la víctima con Encarnación Boreiro, abrieron sus ediciones del 3 de julio con el ya bautizado como “crimen de Fuencarral”. Según la publicación de ‘El País’ de ese día, la casa en la que habían sucedido los hechos era “de nueva construcción, de elegante fachada y holgado interior”, y también hizo referencia a que en el solar en el que se había edificado 42

Grabado de la primera sesión del juicio | Manuel Picolo - La Ilustración Española y Americana (30-III-1989) la vivienda, se hallaba antes “una de las posadas más siniestras del antiguo Madrid… famosa en los anales del crimen”. Desde el primer interrogatorio, todavía en el lugar del crimen, los encargados de la investigación tenían dudas en la honorabilidad de la criada. Citando al mismo diario, “la impavidez de que, según dice, hizo alarde Higinia Balaguer es un dato que la condena; pero esa impavidez puede ser efecto de una completa tranquilidad de conciencia”. Ello podría explicar que, tras esas cuestiones previas planteadas, se decidiera llevar a Higinia a la cárcel de mujeres. Esta primera actuación policial corrió a cargo del juez del distrito, D. Felipe Peña Costalago, que se apoyó en el secretario Muzas y en el oficial Pepe Varela. Fueron muchas las cosas que sucedieron en los meses que duró la investigación y posterior juicio del crimen, como la Exposición Universal de Barcelona, el decreto de ‘un hombre, un voto’ propuesto en el primer gobierno de Sagasta o la ley de enjuiciamiento civil, pero ninguno de estos hechos lograron eclipsar el debate y el comentario de lo sucedido aquel 2 de julio de 1888. Poco a poco, la prensa y los lectores, ávidos de información, fueron sacando

dosis de lo que había sucedido antes de la noche del delito. La señora Borcino había contratado a su sirvienta apenas cinco días antes de su muerte, el 26 de junio, todo ello a pesar de contar con malos informes que le dieron otros señores que ya habían contado con los servicios de Balaguer. Además, se descubrió que Higinia conocía al hijo de la víctima, D. José Vázquez-Varela Borcino (conocido como ‘El Pollo Varela’), del que los primeros rumores acusaban del asesinato de su madre. También conocía a José Millán Astray, director interino de la cárcel-modelo de Madrid, donde estaba pasando una condena ‘el Pollo Varela’ por el hurto de una capa, ya que había servido para él en su habitación hasta unos días antes del crimen. Primeros rumores Los primeros rumores que se escucharon en la calle, y de los que se hicieron eco los medios de comunicación al día siguiente del crimen, apuntaban al hijo de la víctima como principal sospechoso del asesinato de su progenitora. En la edición del 3 de julio del diario ‘La República’, se decía que hacía tres años que madre e hijo habían tenido una disputa judicial. Según el periódico, ‘El


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Grabado de la época sobre el asesinato de Luciana Borcino | Aparece en el panfleto de una copla referida al crimen Pollo Varela’ llevaba una vida “relajada” en la que su madre le proporcionaba grandes cantidades de dinero para sufragar sus costosas aficiones. En una de las múltiples peticiones de dinero a Doña Luciana, Vázquez-Varela la habría “maltratado de hecho” por negarse a darle los duros necesarios para comprarse un caballo. Sobre ese suceso de 1885 se instruyó causa, pero la víctima habría retirado los cargos en contra de su hijo al alegar que “se había herido con unos cristales”. Sin embargo, continúa la crónica, bien era sabido por los vecinos que la relación paterno-filial no había sido nunca “sana”. Además, se dice que el joven era conocido por “sus malas costumbres” y por ser aficionado a “gente del bronce”, que en términos de la época se refería a gente pendenciera, a la que gustaba meterse en problemas. Estos rumores fueron alimentados por la primera declaración de la criada, que aseguró al juez de instrucción, señor Peña Castalogo, que dos días antes del crimen “fue un caballero a visitar a la señora”. Aunque no quiso decir de quién se trataba ni de qué hablaron porque, según sus palabras, se fue a dar un paseo y les dejó en la intimidad. Las primeras declaraciones de Higinia, como ya se ha dicho, fueron someras, sin entrar en detalles, y hablaba con una serenidad que sorprendió a propios y extraños.

Autopsia y pesquisas iniciales Una vez realizadas las investigaciones sobre el terreno, el juez procedió a levantar el cadáver de la señora Borcino y lo llevaron a hacerle la autopsia. De ello también se hicieron eco los periódicos de la época. Según ‘La Correspondencia de España’, se comprobó “de una manera cierta y evidente” que la señora viuda de Varela fue asesinada “profiriéndole varias heridas en el pecho, entre ellas una muy profunda que le ha atravesado el corazón”. Igualmente, se dedujo de esta autopsia que los responsables del crimen, con el objetivo de borrar las huellas de las heridas, prendieron fuego al cadáver y las ropas. El juez de instrucción se personó en la vivienda al día siguiente del crimen y llevó a cabo las primeras diligencias. En el registro minucioso que describieron las páginas de ‘El Imparcial’ de ese día 3 de julio, el señor Peña Castalogo revisó todas las dependencias de la casa. En el dormitorio en el que se halló el cadáver, los muebles se hallaban intactos. El fuego no llegó a hacer contacto con ningún otro elemento de la vivienda, ni la cama, ni el armario de luna del gabinete, ni la alfombra. Alrededor de la víctima había un pañuelo de seda y más trapos manchados de sangre. La investigación diría que fue intención de la señora Borcino el intentar contener la hemorragia presionando

las heridas con esas telas. En el centro de la estancia había una lámpara apagada tirada en el suelo. Su petróleo sirvió para prender fuego a las ropas de la víctima. Una de las salas estaba cerrada con llave por dentro, por lo que fue necesario emplear la fuerza para entrar en ella y revisar lo que albergaba. Tras el registro, el juez selló las habitaciones y salió de la vivienda del número 109 de la calle de Fuencarral sobre la una y media de la tarde. La investigación se inició rechazando el móvil del robo, puesto que todo el dinero y los objetos de valor que había en la casa seguían en ella, intactos. Las joyas de la difunta se almacenaban en un armario del gabinete que daba paso a la alcoba principal. Y allí seguían en el registro del señor Peña Castalogo. Como se dijo anteriormente, la criada de la víctima, Higinia Balaguer, fue llevada a la cárcel de mujeres de Madrid tras el primer interrogatorio breve que se le hizo en la misma vivienda. Al día siguiente, el juzgado se personó en el recinto penitenciario y le practicó una segunda entrevista. Según los análisis de Joaquín Ruiz Jiménez, notable letrado de la época, muchos de los aspectos que se encontraban en torno a la detención de la sirvienta fueron “de dudosa legalidad”. Dijo el abogado que, al hecho de la coacción que debió sufrir ante la insistencia 43


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de los interrogatorios, teniendo que responder a lo mismo en varias ocasiones, dentro de los cuales había muchas preguntas consideradas ilegales. Sin embargo, la intención de la instrucción de mostrar la luz cuanto antes para resolver el caso les hizo incurrir en estos problemas legales. A ello habría que sumarle el hecho de la incomunicación a la que fue sometida la señora Balaguer. Nada más entrar en la prisión, se la arrestó en un régimen estricto de imposibilidad de hablar con nadie, un procedimiento que llegó a los 35 días. Pero la ley de ese año 1888 estipulaba que ese régimen no podía superar los cinco días, que pueden ser prorrogables, siempre que la causa sea justa, por tres días más. En los días posteriores al suceso, muchos fueron los perfiles que la prensa sacó sobre la persona de Higinia Balaguer. En ellos, se decía de ella que era persona “dotada de talento natural y de refinada malicia”. Dijeron los que tuvieron la oportunidad de tratar con ella quedaron “admirados” por su habilidad, su capacidad inventiva y su imaginación para desenmarañar los minuciosos detalles que envolvían al crimen. “Siempre a la defensiva, sabía colocarse detrás de todo lo que pudiera perjudicarla, poniendo por delante lo que le fuera favorable o atenuara su responsabilidad”, afirmó Ruiz Jiménez. Su capacidad verborreica también sorprendió a los jueces y abogados que instruyeron y participaron en el caso. “Declarando, llenaba pliegos y más pliegos, pareciendo dictaba una novela”, explicó la misma fuente citada, que concluyó con una sentencia rotunda: “Era una criminal inteligentísima y, por tanto, extremadamente peligrosa”. El mismo día en el que se le hizo el segundo interrogatorio a Balaguer, la policía también se presentó en la cárcel-modelo de Madrid y se vio con el hijo de la difunta, José Vázquez-Varela. ‘El Pollo Varela’ negó cualquier implicación con el asesinato de su madre, utilizando para ello la coartada de su estancia en prisión. Un detalle a tener en cuenta por lo que sucedió en los meses posteriores al ‘crimen de Fuencarral’. Las muchas versiones de higinia En los días en que Higinia Balaguer permaneció en prisión, narró los hechos supuestamente acaecidos en el 109 de la calle de Fuencarral en diversas declaraciones, alterando detalles en cada una 44

de ellas. Eso la convirtió en una clara sospechosa desde el principio. Durante esos interrogatorios, salió de la boca de la sirvienta un nombre nuevo, el de Dolores Ávila, conocida en el Madrid de 1888 como ‘Lola la Billetera’, con quien mantenía una estrecha relación de amistad, y que la convirtió en presunta colaboradora en las maquinaciones de la sospechosa.

Balaguer estuvo incomunicada 35 días, algo prohibido según la ley Pero todo cambió a mediados de julio cuando el director interino de la cárcel-modelo de Madrid; el Señor Millán Astray, rompió la incomunicación a la que estaba sometida Balaguer y entró en su celda de la cárcel de mujeres para entablar una conversación con ella, sin que se llegara a saber en concepto de qué. Según lo que declararía posteriormente en el juicio oral, Millán Astray acudió aquella mañana a hablar con la sospechosa para instarla a que se confesara culpable del asesinato con la única intención de robar como móvil del mismo.

La sospechosa fue variando sus declaraciones durante la investigación Tras esa cita con el funcionario público, Higinia Balaguer cambió la versión de los hechos. En esta nueva declaración ante el juez de instrucción, cargó sobre ‘El Pollo Varela’ el asesinato de la señora Borcino, tras obtener uno de los muchos permisos que Millán Astray le concedía, irregularmente, para salir de la cárcel. Peña Costalago creyó la nueva versión de la criada y mandó el procesamiento del director de la prisión madrileña y del hijo de Doña Luciana. La sociedad comenzó a dividirse. En las tertulias de café se empezaron a diferenciar los ‘higinistas’, partidarios de la criada, de los ‘varelistas’, partidarios del rico heredero. Se interpretó, además, como el juicio al proletariado frente a la burguesía y la capacidad de influencia del dinero hasta culpabilizar a una pobre sirvienta. Para los parroquianos, Higinia representaba el desamparo del proletariado, mientras que Vázquez-Varela era la imagen del “señorito golfo”, vicioso, “característicos de las clases burguesas”.

Con tres tomos de sumario, que recogían 165 personas, 22 careos, 11 diligencias de registros y 126 testigos declarados impertinentes, se cerró la investigación del juzgado de instrucción dirigido por Don Felipe Peña Costalogo. Desde ese momento, se esperó a que se abriera el juicio oral, algo que se demoró meses y que finalmente llegó el día 26 de marzo del año 1889. Aquella mañana de la primavera incipiente, una gran muchedumbre se agolpó ante las puertas del Palacio de Justicia de Madrid. Todos ellos buscaban el mismo objetivo, entrar en la sala en la que se juzgaron los hechos durante 36 sesiones maratonianas y un receso pedido por el propio jurado. Para ello, la Administración de Justicia decidió habilitar la sala más grande del recinto, ante la creciente demanda de personas de todo tipo que querían saciar su sed de información. También fueron muchos los periodistas acreditados para seguir el juicio, que llamó un gran interés entre las distintas cabeceras de la época. Precisamente, un conjunto de periódicos ejerció como acusación popular en este juicio, siendo la primera vez en la historia de la justicia en España en que sucedió algo parecido. Se personaron al considerar que la instrucción de los meses anteriores estaba sesgada, atestada de irregularidades. También era su intención llegar al fondo del asunto en el que creían que podría haber implicaciones políticas. Esta participación fue muy criticada por las defensas de algunos acusados, pero la opinión pública estuvo siempre apoyando la labor de los abogados de la acción popular tanto dentro como fuera del Palacio de Justicia. La participación activa de estos periódicos les posibilitó, además, tener acceso al sumario que, en muchos casos, era reproducido íntegramente en las páginas de las cabeceras más importantes del país. Antes de obtener esta fuente de información, la prensa se convirtió en el gran acicate de la justicia. El jurado tuvo que luchar contra las filtraciones y la aparición de juicios paralelos. Ello incitó al surgimiento de manifestaciones y altercados entre la sociedad española, incluso el apedreamiento del Ministerio de Justicia durante esa fase de indagación. Así informó el semanario ‘La Ilustración Española y Americana’ de esa primera sesión del juicio el 30 de marzo de 1889. “Desde las nueve de la noche anterior empezó a formarse la fila de es-


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pectadores a las puertas del Palacio de Justicia, aumentándose incesantemente los grupos en la plaza de las Salesas y en la calle del Marqués de la Ensenada; una fuerte sección de Guardia Civil de infantería y de caballería, y muchas parejas del cuerpo de Seguridad prestaban servicio desde las primeras horas de la mañana, procurando mantener el orden; en el momento de llegar los procesados en el coche celular de la Cárcel, la confusión fue indescriptible entre la multitud que llenaba la ancha plaza, y los guardias tuvieron que dar varias cargas para conseguir el despejo de la entrada”. La revista hablaba de que estaban llamados a declarar la friolera de 600 personas como testigos. Ciudadanos y ciudadanas de toda clase, desde un ex

presidente del Tribunal Supremo hasta lo que el autor calificó como “despreciables mujerzuelas de vida airada”. Continuaba el ejemplar apiadándose de la “ardua misión” que le esperaba al Tribunal, presidido por Don Victorino Hernández de Quesada, por la “obscuridad” que envolvía el caso. Los escritos de fiscalía y acusación, por ejemplo, estaban fundados en hechos poco claros. Aquel primer día, la organización de la sala también fue descrita vívidamente por esta cabecera. A la derecha del estrado se sentaron los letrados defensores, mientras que a la izquierda se encontraban el Ministerio Fiscal y los abogados de las acusaciones privada y popular. En frente del tribunal tomaron asiento los procesados, estando hacia la derecha las

tres mujeres acusadas, Higinia Balaguer, Dolores Ávila y su hermana, María Ávila, y a la izquierda el resto, el hijo de la difunta, José ‘El Pollo Varela’ y José Millán Astray. Entre los acusados y la mesa de presidencia estuvieron los artefactos de convicción, que consistían en varios frascos de diverso tamaño, dos llaves, dos cuchillos de cocina y trozos de alfombra y ropas quemadas y ensangrentadas. El juicio comenzó según lo esperado, con las declaraciones de los acusados, de la acusación y de la fiscalía. Posteriormente fueron pasando los distintos testigos. Se preveía una fase de juicio oral larga, y así fue. Las defensas de Vázquez-Varela, el letrado Ignacio Rojo Arias, y de Millán Astray, el letrado Luis Díaz de Cobeña, arremetieron fuertemente contra la acu-

Grabado que muestra la apertura del juicio oral | Manuel Picolo - La Ilustración Española y Americana (30-III-1889)

LA FIGURA DE LA ACCIÓN POPULAR La acción o acusación popular es la posibilidad consistente en ejercer la acción penal sin ser directamente ofendido por un delito. De esta forma, cualquier institución o ciudadano tendrá el derecho a ser parte demandante o acusadora en un juicio. Actualmente, la Constitución Española de 1978 reconoce el derecho a este mecanismo del derecho procesal penal en su artículo 125: “Los ciudadanos podrán ejercer la acción popular y participar en la Administración de Justicia mediante la institución del Jurado, en la forma y con respecto a aquellos procesos penales que la ley determine, así como en los Tribunales consuetudinarios y tradicionales”. Esta figura está presente en el ordenamiento jurídico español desde el año 1812, con la Constitución de Cádiz, aunque desapareció con el resto de la obra reformista del periodo. Volvería a aparecer en la Constitución de 1869 tras la revolución de 1868, para desaparecer como lo hizo la propia Carta Magna. Ya en el Gobierno de Sagasta, en plena Restauración Borbónica, la figura sería aprobada de nuevo, esta vez mediante decreto legislativo. De esta forma, el juicio que encausaría a los culpables de la muerte de Doña Luciana Borcino el 2 de julio de 1888, sería el primero en el que ejerciera la acción popular en España.

sación popular, en manos de los abogados Antonio María Ballesteros y Joaquín Ruiz Jiménez, a la que culpaban del procesamiento de sus dos defendidos. Los letrados de la acción popular esquivaban los ataques escudándose en el escrito del juez Peña Costalogo acerca de sus pesquisas, que señalaba a ambos personajes. Por su parte, las defensas de Dolores Ávila, el abogado Ricardo Pérez del Soto, y de María Ávila, el abogado Cristóbal Botella, exigían la puesta en libertad de ambas, por ser víctimas de las maquinaciones de Balaguer, que estaba defendida por Vicente Galiana y Lorca, quien decía que su cliente estuvo presa en las “malas 45


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artes” de Millán Astray y ‘El Pollo Varela’, quien le habría amenazado para que matara a su señora. Pero el 5 de abril de 1989, el caso dio un vuelco. Ese fue el día en el que, Higinia Balaguer, aconsejada por su abogado, hizo su confesión final. O al menos la que terminó sustentando la posterior sentencia del tribunal. En esa declaración, la sirvienta culpó del asesinato a Dolores Ávila, dejando fuera del relato al resto de procesados. Según su testimonio, reproducido por Joaquín Ruiz Jiménez en una obra posterior, entró a servir en la casa de la Señora Borcino instada por ‘La Billetera’, que había sido rechazada previamente. La intención de Ávila era robar a la víctima, algo a lo que se negó su amiga, pero en lo que siguió insistiendo, por lo que al final terminó aceptando dejarla entrar a la vivienda una vez la señora hubiera salido a misa. No obstante, Dolores no pudo abrir el armario de luna donde la difunta guardaba sus pertenencias de más valor, por lo que le dijo que era necesario asesinar a la señora para arrebatarle la llave. Ante las protestas de Balaguer, ‘La Billetera’ le amenazó con matarla si no acataba sus órdenes. Dicho lo cual, cuando llegó la víctima a su vivienda, Higinia la agarró desprevenida al tiempo que Dolores le introducía un pañuelo en la boca y la inmovilizaba en el suelo, tras lo cual sacó una navaja y la acuchilló varias veces. Tras trasladar el cuerpo a la alcoba principal, Higinia, molesta por lo ocurrido, marchó de la casa con Dolores, con la intención de cambiar un billete, alquilar el coche, dar un paseo y comer. Cuando volvieron, Higinia marchó a la casa de nuevo con el encargo de Dolores de quemar el cuerpo de la señora a la media noche. Según Balaguer, tenía mucho miedo de lo que le pudiera hacer Dolores. Sentencia y recurso al supremo Tras esa nueva declaración, el juicio quedó suspendido hasta el día 24 del mismo mes para comprobar todo cuanto había dicho Higinia Balaguer. El día 25 de mayo, el caso quedó visto para sentencia tras los escritos de conclusiones de las distintas partes y las rectificaciones convenientes. El fiscal pidió a Higinia y Dolores la pena de muerte por delito de robo con homicidio. A Higinia, además, le pidió cadena perpetua por el delito de incendio. Por su parte, reclamó la absolución para el resto de acusados. 46

Grabado con todos los acusados en el crimen de Fuencarral | Manuel Picolo - La Ilustración Española y Americana (8-IV-1889) La defensa de Higinia calificó de robo con homicidio la intervención de la procesada, pero pidió eximentes porque, según el abogado, actuó impulsada por el miedo y amenazada. Por su parte, la defensa de Dolores Ávila pidió su absolución y la del resto de acusados porque estimó que la culpa era de Higinia, que abrió la puerta a dos hombres desconocidos que se encargaron de asesinar a Luciana Borcino. La defensa de Millán Astray elevó las conclusiones provisionales a definitivas, en las que su procesado no tenía ninguna culpa en los hechos. El abogado de Vázquez Varela pidió la absolución de su defendido y acusó a la acción popular de haber encausado injustamente a su representado, y pidió las indemnizaciones que consideró oportunas por el daño causado por dichas acusaciones infundadas. Por último, la defensa de María Ávila pidió su absolución porque no había participado en delito alguno. Según la acusación popular, Luciana Borcino había aparecido muerta, sin que estuviera probada la forma de ejecución

del delito, y que de lo actuado en el juicio oral resultaba motivo bastante para estimar que con los procesados concurrieron hombres que se estaba en el deber de descubrir. Por tanto, instó al jurado a que se siguiera investigando la causa y no se cometiera ninguna imprudencia. La sentencia se pronunció el 29 de mayo de 1889, solo cuatro días después del cierre del juicio oral. En ella, el tribunal decía que se debía condenar y condenaba a Higinia Balaguer a la pena de muerte “por delito complejo de robo y homicidio”, más una pena de 18 años de cárcel por “delito de incendio”. Igualmente, condenó a Dolores Ávila a 18 años de cárcel como “cómplice” del asesinato. Absolvió al resto de acusados e instó a la acusación popular a pagar las indemnizaciones solicitadas y el coste del proceso judicial. Tanto la acusación popular como la defensa de Balaguer elevaron la causa al Supremo, al entender injustas las sanciones impuestas: en el caso de la primera, no consideraron que tuvieran que pagar


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los costos judiciales, en el de la segunda la severa pena contra la procesada. En el proceso entre el final del juicio de instrucción y el inicio del juicio en el Supremo, el abogado de Balaguer, Vicente Galiana, fue detenido y procesado por penas menores, por lo que la principal acusada tuvo que contratar los servicios de otro letrado. El elegido para ello fue, nada más y nada menos, que Nicolás Salmerón, quien fuera presidente durante la Primera República Española. Este recurso fue, como el resto del caso, muy seguido por la sociedad y la prensa, que veían cómo se alargaba más su fuente de cotilleos de sobremesa. El Alto Tribunal dedicó gran parte de sus esfuerzos a mostrar hostilidad hacia la acción popular, que se defendió de las acusaciones como pudo, siempre con el amparo de grandes cotas de la sociedad y la opinión pública. Fue el presidente de la sala quien llamó al orden y recordó a los presentes que el caso se refería a la pena de muerte de Higinia Balaguer, no a la imposición de costas a la que se condenó a los encargados de la actuación popular. El Tribunal Supremo desestimó los recursos presentados por la defensa de Balaguer y por los abogados de la acción popular para el indulto de la procesada, y mantuvo la sentencia en firme. Es decir, el nuevo jurado ratificó la decisión de Victorino Hernández de condenar a la criada al garrote vil por el delito combinado de robo y asesinato, ignorando la valiente defensa de Salmerón y los datos aportados por Ruiz Jiménez y Ballesteros, al frente de la iniciativa popular. La historia del crimen de Fuencarral se acabó una calurosa madrugada de verano. El 19 de julio de 1890, ante una cantidad considerable de ciudadanos de la Villa de Madrid, algunos estimaron que 20.000 personas, la criada y principal acusada del asesinato de Doña Luciana Borcino, Higinia Balaguer, fue ejecutada. El método elegido fue el garrote vil. La ejecución pública creó desasosiego entre la población, hasta el punto de que fue la última que se llevó a cabo en Madrid. En los momentos previos a su muerte, Higinia gritó “¡Dolores, catorce mil duros!”, frase cuya interpretación nunca ha sido satisfactoria. Y que, como muchos detalles del crimen, han quedado como meras anécdotas en el ideario social, que nunca podrán ser explicados y estudiados en profundidad. Balaguer fue ejemplo de que nadie puede meterse con sus señores.

Polémicas en torno al caso Hay quien sostiene que la sentencia fue, en realidad, fruto más de cierto rencor social burgués contra una sirvienta que de una verdadera voluntad de esclarecer los hechos, y que Varela se libró de responder por sus acciones. Es algo que también compartieron algunos letrados, como el propio Salmerón o Joaquín Ruiz Jiménez, que escribió en su obra sobre el famoso crimen que la sensación que quedó del mismo fue “de misterio, y fue un enigma la preparación del asesinato y robo, su ejecución y los que intervinieron en ella”. Carlos Petit, profesor de Historia del Derecho de la Universidad de Huelva, escribió más de un siglo después que los sucesos acaecidos aquel día del 2 de julio de 1888 “habrían desatado un deleznable mercantilismo periodístico, un dudoso

Retrato de Nicolás Salmerón| Autor desconocido negocio a costa del secreto sumarial que, por desgracia, la defectuosa regulación penal vigente apenas podía atajar”. El catedrático criticó la creación partidista de la acusación popular por parte de las cabeceras, porque creyó que lo hicieron solo para tener un acceso más cercano a los hechos, lejos de esa intención de cooperación con la justicia que esgrimieron. Según la misma fuente, este suceso copó grandes espacios porque sus circunstancias especiales le merecían una crónica periodística larga y separada. “Llamaba la atención la condición de la víctima, una rica y solitaria viuda de origen gallego, instalada no hacía mucho en el inmueble de autos. Se sabía además que la infeliz tenía un hijo, de nombre José Vázquez-Varela, a quien le agrada-

ban en extremo las costumbres de la gente del bronce, aficionado la pintura y al cante flamenco, monta a caballo y toca la guitarra… Actividades más o menos inocentes, desde luego, si no fuera por los golpes y las amenazas que el joven abría la bolsa materna para costearse una vida disipada: por semejantes motivos había tenido problemas con la justicia”, escribió en un arículo para los Anuarios de Historia del Derecho español. El tratamiento del crimen de Fuencarral aireó las tensiones con que se abrió paso en nuestro país el sistema de enjuiciamiento criminal recién implantado, con una polémica que seguía sin resolverse sobre informaciones libres e independencia de la justicia que había preo-

La prensa intentó “mercantilizar” el suceso, según el catedrático Carlos Petit cupado a la generación anterior. El papel de la prensa tuvo una importancia mayúscula en el devenir del caso, sin que la Administración de justicia pudiera impedir las filtraciones y los juicios paralelos. Diversas voces dudaron de la pertinencia de la acción popular. Pérez Galdós fue uno de los que no compartía el juicio mediático capitaneado por algunos diarios, a los que él llamaba “prensa criminalística”, ni tampoco,su intervención en el proceso judicial. “La prensa no puede ejercer de fiscal, ni menos de juez, en asuntos criminales sin exponerse a cometer grandes e irreparables injusticias”, publicó el célebre escritor. Quedaron por resolver importantes dudas, como la de quién dejó las cinco colillas que se encontraron en el lugar del crimen pese a que Higinia no fumaba. Lo que sí quedó claro fue el interés por los sucesos salpicados de corruptelas y por el posicionamiento social ante un caso con tantos ingredientes que lo hicieron merecedor de muchas portadas. Y es que, ingredientes para ello no le faltaban: un perro narcotizado, la vida del ‘Pollo Varela’, una prueba de hipnosis que no fue admitida como tal, un expresidente como abogado defensor, unas colillas de las que nunca se descubrió al usuario, un indulto que no se concedió y una acusada que cambió hasta cinco veces su versión. Sin duda, este fue uno de lo crímenes más relevantes de la historia criminal de España. 47


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Una de las mujeres más frías de la historia del crimen Una de las mujeres más frías de la historia del crimen

De siete hachazos De siete hachazos

La descuartizadora de León asesinó a su pareja sin ningún reparo La descuartizadora de León asesinó a su pareja sin ningún reparo Cristina rodriguez menendez La noche del 3 de mayo de 1975 quenoche del 3 de 1975una quedaráaen el recuerdo demayo Leónde como de dará en el recuerdo de León como las más oscuras de su historia. En el bar una las más de sudehistoria. En «Ay»desituado enoscuras la localidad El Portillo, el bar «Ay» situado en la localidad de El se encontraba su propietaria, Covadonga Portillo, se encontraba su propietaria, Sobrino Álvarez de 42 años junto a su Covadonga Sobrinoaños Álvarez de 42 años sobrino de quince y el hombre con junto a su sobrino de quince años y el el que mantenía relaciones sentimentales, hombre con el queGuisiraga.Una mantenía relaciones Carlos Fernández fuerte sentimentales, Carlos Fernández Guisiradiscusión entre ambos fue el detonante ga.Una fuerte discusión ambosamefue de la tragedia. La víctimaentre se mostró el detonante de la tragedia. La víctima nazante con el sobrino de Covadongasey mostró amenazante con el podía sobrino de esta al ver que el pequeño sufrir Covadonga y esta al ver que el pequealgún daño empuñó un hacha pequeña y ño podíafuertemente sufrir algúna daño un golpeó Carlosempuñó de manera hacha pequeña y golpeó fuertemente que cayó desplomado. Con el cuerpo dela Carlos que cayó desplomado. hombredeenmanera el suelo, Covadonga le propiCon el cuerpo del hombre suelo, ció hasta seis hachazos más.Aenlaelmañana Covadonga le propició hasta seis hachasiguiente decidió descuartizar el cadáver zos más.A la mañana decidió en dos mitades e ir consiguiente su sobrino “ de descuartizar el cadáver en dos mitades e paseo” en busca de los lugares apropiairdos condonde su sobrino “ de paseo” en busca de desahacerse de los restos de los lugares apropiados donde desahacerCarlos. se de los restos de Carlos.

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Y apareció el cadáver... YTodo apareció el cadáver... en el pueblo seguía su ritmo norTodo en el pueblo seguía su ritmo mal. Covadonga continuaba con norsu mal. Covadonga continuaba su trabajo en el bar como si nada con hubiese trabajo enNadie el barsospechaba como si nada sucedido. quehubiese aquella sucedido. Nadie sospechaba que mujer acababa de terminar con la aquella vida de mujer acababaNadie de terminar conlala desapavida de un hombre. denunció un hombre. Nadie denunció la desaparición de Carlos, posiblemente debido a rición Carlos, posiblemente debido que se de trataba de una persona que pasabaa que se trataba de una persona que pasaba largas temporadas fuera de su domicilio. largas temporadas de su todo domicilio. Sin embargo, el 15fuera de mayo camSin embargo, el 15 de mayo todo cambió. Francisco Villar, un hombre de 65 bió. Villar,recogiendo un hombre de 65 años,Francisco se encontraba caracoles años, recogiendo caracoles comoseunencontraba día más, pero el hallazgo de la como un día más, pero el hallazgo de su la parte inferior de un hombre, torció parte inferior de un hombre, torció su tranquila rutina. Eran las caderas y las extranquila rutina. Eran las y las resextremidades inferiores de caderas Carlos. Los tremidades inferiores de Carlos. Los restos humanos encontrados estaban acomtos humanos encontrados estaban pañados de ropa del difunto lo queacomsirvió pañados de ropa del difunto lo que sirvió de base para las primeras investigaciones. de base las primeras investigaciones. Tras estepara descubrimiento, la Guardia CiTras este descubrimiento, la Guardia Civil llevó a cabo diversas acciones de rasvil llevó a cabo diversas acciones de rastreo por la zona, a las que se unieron votreo por la zona, a las que se unieron luntariamente numerosos vecinos de volos luntariamente numerosos vecinos de diferentes pueblos cercanos al lugar delos la diferentes pueblos cercanos lugar de la tragedia. Querían ayudar a alencontrar la tragedia. Querían ayudar ayaencontrar la parte superior del cadáver que sin ella parte superior del cadáver ya que sin ella era prácticamente imposible identificar el cuerpo, a no ser que alguien pudiera

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produjo su detención y su ingreso en crimen prisión. cometido por la mafia, desveló que la autora del crimen era la pareja sentimental detoquen, Carlos, verán Covadonga Sobrino “ Toquen, que fuerte es Álvarez. Inmediatamente se produjo su mi brazo” detención y su ingreso prisión. Si algo caracterizó este en suceso fue la frial-

dad de su autora. Frialdad al ser capaz de “mandar Toquen, que fuerte a sutoquen, sobrino averán atender a un clienes mi brazo” te que entró en el bar poco después de Si algo caracterizó este suceso fue laella frialproducirse el asesinato, mientras se dad de su autora. Frialdad al ser capaz de quedó limpiando las huellas del crimen mandar a su sobrino a atender clieny trasladando el cuerpo hasta alaun bodega. te que entró en el bar poco después de Frialdad al poder alternar con los clienproducirse el asesinato, mientras ella se tes hasta pasadas las tres de la madruga, quedó limpiando las huellas del crimen con el cuerpo aún caliente de Carlos en yeltrasladando el Frialdad cuerpo hasta la bodega. mismo lugar. al poder actuar Frialdad al poder alternar con los cliencon normalidad, sin dejar entrever nintes pasadas las tres de lala notó madruga, gunhasta tipo de emoción, nadie difecon cuerponoche. aún caliente renteelaquella FrialdaddealCarlos ir con en su el mismo lugar. Frialdad al poder actuar sobrino de tan sólo 15 años a abandonar con normalidad, sinendejar entrever ninlos restos de Carlos diferentes lugares. gun tipo de emoción, nadie la notó difeFrialdad cuando los agentes le enseñaron rente aquella noche. Frialdad al ir con su las fotos de la cabeza del cadáver y sin sobrino de tan sólo 15 años a abandonar mostrar ningu sentimiento, se limitó a selos restos de Carlos en diferentes lugares. ñalar el parietal derecho y decir: “Si, éste Frialdad cuando los agentes le enseñaron fue el primer hachazo.” Frialdad cuando las de lela hicieron cabeza del cadáver y sin los fotos agentes reparar en aquemostrar ningu sentimiento, se limitó a sellos golpes que precisaban mucha fuerza ñalar el parietal derecho y decir: “Si, éste y ella les habló de su musculoso bíceps fue el primer hachazo.” Frialdad cuando y les instó a comprobarlo: “Toquen, tolos agentes hicieron reparar en aquequen, verán lequé fuerte es mi brazo”, relató Covadonga.


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Imágenes procedentes de los periódicos del momento (Mayo, 1975) Imágenes procedentes de los periódicos del momento (Mayo, 1975) llos golpes que precisaban mucha fuerza y ella les habló de su musculoso bíceps yLales instó a comprobarlo: “Toquen, tocondena Laquen, condena verán Sobrino qué fuerte es mi brazo”, reCovadonga Álvarez fue condeCovadonga Sobrino Álvarez fue condelató Covadonga. nada a 21 años de prisión pero tan sólo nada a 21 ocho. años de prisión tan sólo cumplió ¿ Por qué sepero produjo esta cumplió ocho. ¿ Por qué se produjo esta La condena rebaja de la condena? rebaja de la condena? Covadonga Sobrino condeLa resolución del casoÁlvarez no tuvofue lugar hasLanada resolución del caso no tuvo lugar hasa 21 años de prisión pero tan sólo ta un año y medio después. Fue durantacumplió y 3medio Fuededuranocho. qué se produjo esta teunlosaño días y ¿4Por dedespués. noviembre 1976 terebaja los días 3 y 4 de noviembre de 1976 de la condena? cuando se celebró el juicio en la Aucuando se celebró del el León. juicio entuvo la AuLa resolución caso no ludiencia Provincial de Covadonga, diencia Provincial de León. Covadonga, gar hasta un año y medio después. Fue acusada de ser la presunta autora de la durante losser díasla 3presunta y 4 de noviembre muerte de de su amante Carlos Fernánez acusada autora de de la 1976 cuando se celebró el juicio enque la Guisarda, contestó a las preguntas muerte de su amante Carlos Fernánez Audiencia Provincial de León. Covadonle fueroncontestó formuladas su habitual Guisarda, a lascon preguntas que acusada detras ser ella presunta de tranquilidad detallado informe lega, fueron formuladas con su autora habitual la muerte de su amante Carlos Fernánez que pronunció Ministerio Fiscal sobre tranquilidad trasel el detallado informe Guisarda, a las preguntas le lospronunció hechos.contestó Covandonga argumentó a su que el Ministerio Fiscal que sobre fueron formuladas con su habitual tranque cometió el crimen en defensa losfavor hechos. Covandonga argumentó a su quilidad el detallado informe que propia, relatar que en ese favor quealtras cometió el crimen enmomento defensa pronunció el Ministerio Fiscal sobre los Carlos al le había la entrega de diez propia, relatarexigido que en ese momento hechos. Covandonga argumentó a su mil pesetas y se mostróla violento cuando Carlos le había exigido entrega de diez favor que cometió el crimen en defensa se pesetas las negó.Añadió queviolento quiso agredirla mil y se mostró cuando propia, que enporeselo momento a a ella al y arelatar su sobrino, decise las negó.Añadió que quiso que agredirla Carlos le había exigido laincesantes, entrega decoger diez dió ante las amenazas a a ella y a su sobrino, por lo que decimil pesetas y se mostró violento cuando el hacha y darle siete golpes hasta acabar dió ante las amenazas incesantes, coger se quebasándose quiso agredirla conlassunegó.Añadió vida. El fiscal en los el hacha y darle siete golpes hasta acabar ainformes a ella y aforenses, su sobrino, por queCarlos deciconcluyóloque con su vida. El fiscal basándose en los dió ante las amenazas incesantes, coger estaba acostado cuando recibió los golinformes forenses, concluyó que Carlos el y darlepor sietelogolpes hasta acabar peshacha del hacha, que estableció que estaba acostado cuando recibió losen con su vida. El fiscal basándose los tanto si la víctima estaba acostada ogolhapes del hacha, por lo que estableció que informes forenses, concluyó que Carbía sido golpeada estando de pie, el acto tanto si la víctima estaba o halos estaba acostado cuando recibió los constituía un delito de acostada asesinato. Sin bía sido golpeada estando de pie, el acto constituía un delito de asesinato. Sin

golpes del elhacha, por lo que estableció embargo, abogado defensor de Coembargo, el abogado defensor de Coque tanto si la víctima estaba acostada vadonga alegó que la procesada estaba alegó que laestando procesada estaba ovadonga había sido de pie, el afectada por golpeada un “síndrome oligofrénico afectada por un “síndrome oligofrénico acto constituía un delito de asesinato. Sin congénito” de grado leve, es decir, un congénito” grado leve,También es decir, embargo, el de abogado defensor de añaCo-un tipo de deficiencia mental. tipo de deficiencia mental. También vadonga alegó que la procesada estaba dió para su defensa que el acto llevadoañaa dió su defensa queuna el respuesta acto llevado afectada un “síndrome oligofrénico cabopara por por la acusada fue a la a cabo por la acusada fueleve, respuesta a la congénito” de grado es decir, provocación previa de launa víctima. Porun lo provocación previa de la víctima. Por tipo de deficiencia mental. También añatanto, el abogado de Covadonga calificólo tanto, el su abogado de Covadonga calificó dió para defensa que el acto llevado el hecho como homicidio en contra dea el hecho como homicidio en contra cabo por la acusada fue una respuesta a lade la acusación de asesinato llevada a cabo la acusación de asesinato llevada a cabo provocación previa de la víctima. Por lo por la Fiscalía. Las dicrepancias entre las por la elFiscalía. entre tanto, abogado dedicrepancias Covadonga diferentes partesLas implicadas en la calificó resolu-las el hecho como homicidio en contra de ción del caso fueron altamente diferentes partes implicadas ennotables. la resoluEl fiscal solicitó una condena veintición del caso fueron altamentedenotables. El fiscal solicitó una condena de veinti-

la acusación asesinato mil llevada a cabo cinco años ydetrescientas pesetas de cinco años y trescientas mil pesetas de por la Fiscalía. Las dicrepancias entre las indemnización,el acusador privado veinindemnización,el acusador privado veindiferentes partes implicadas la resoluticinco años y quinientas milen pesetas y el ticinco años y quinientas mil pesetas ción del caso fueron notables. abogado defensor de altamente Covadonga, cuatroy el abogado defensor cuatro El fiscal condena de veintiaños, dossolicitó meses yuna unde díaCovadonga, de prisión meaños, dos meses y un día de prisión cinco años y trescientas mil pesetas demenor. Debido a esto, la causa quedó vista nor. Debido a esto, la causa quedó vista indemnización,el acusador privado veinpara sentencia. La resolución final fue la para sentencia. La resolución final fue ticinco años y quinientas mil pesetas y el condena de veinte a treinta años de re- la condena de veinte a treinta años de abogado defensor de Covadonga, cuatro clusión mayor, que posteriormente se reclusión mayor, que posteriormente años, dos meses y un día de prisión mefijó en 21. Covadonga sólo estuvo 8 años se en 21. sólopor estuvo 8 años nor. Debido alosesto, causa quedó vista enfijó prisión enCovadonga queladestacó su buen en prisión en los que destacó por su buen para sentencia. La resolución final fue la comportamiento. Algo destacable fue su comportamiento. Algo destacable fue condena de veinte a treinta años de resolicitud para continuar en prisión pero su clusión mayor, posteriormente nosolicitud fue posiblemente legalmente, por se lo para que continuar en prisión pero que a un convento de monjas. no sefueretiró posiblemente legalmente, por lo que se retiró a un convento de monjas.

CAUSAS QUE ATENUARON SU CONDENA Causas que atenuaron su condena Si algo impacta en la resolución de este suceso, es la gran rebaja en la pena de CovaCausas que varias. atenuaron su condena donga Sobrino.Las razones fueron En primer lugar, están las causas atenuan-

Si algo en la resolución suceso, es la gran en la pena de Covates queimpacta se reflejaron en el juicio,deeseste decir, la condición derebaja enfermedad mental de la donga razones fueron varias. primer lugar, están las causas atenuantes acusada junto a la de lo sucedido comoesun en defensa EnCovael Si algoSobrino.Las impacta encalificación la resolución de esteEn suceso, la“acto gran rebaja en lapropia”. pena de que sehubo reflejaron enrazones el juicio, es decir, la condición enfermedad lasufría acujuicio testimonios favorables avarias. Covadonga quede relataban quelas lamental procesada donga Sobrino.Las fueron En primer lugar, están causasdeatenuantes sada junto la calificación de es lo En sucedido como unla“acto enconducta defensamental propia”. elacumaltrato pora parte deellajuicio, víctima. segundo lugar, buena en prisión que se reflejaron en decir, la condición de enfermedad deEnlade Covadonga, un hecho que el Código Penal vigente como de rebaja de juicio hubo testimonios favorables a Covadonga querecogía relataban quecausa la procesada sufría sada junto a la calificación de lo sucedido como un “acto en defensa propia”. En el la condena. último, destacar el contexto político enenelprisión que tuvo maltrato porPor parte de lacabe víctima. En segundo lugar,histórico la buenay conducta de juicioeste hubo testimonios favorables a Covadonga queaños relataban que la procesada sufría lugar asesinato. Nos encontramos en los últimos del franquismo. La pena de Covadonga, un hecho que el Código Penal vigente recogía como causa de rebaja de maltrato por parte de la víctima. En segundo lugar, la buena conducta en prisión muerte seguía se realizaba ya que estaba muy malen vista fuera de de la condena. Porvigente, último,pero cabeapenas destacar el contexto histórico y político el que tuvo Covadonga, un hecho que el Código Penal recogía España. Fue abolida en 1978.La resolución delvigente juicio tuvo lugar como tras la causa muertedederebaja Fran- de lugar este asesinato. Nos encontramos en los últimos años del franquismo. La pena de co, un momento en el que se realizaron rebajas de penas y amnistías por la condena. Por último, cabe destacar el contexto histórico y político enelelcambio que tuvo muerte seguía vigente, perofavorable apenas separa realizaba ya que estaba muyLeón” mal vista de de régimen. Todo estoNos fue que fuera tan sólo lugar este asesinato. encontramos en“la losdescuartizadora últimos años deldefranquismo. La pena de España.ocho Fue abolida en 1978.La resolución del juicio tuvo lugar tras la muerte de Franestuvo años en la cárcel pese a poner fin a una vida humana. muerte seguía vigente, pero apenas se realizaba ya que estaba muy mal vista fuera de co, entre un momento en el que realizaron rebajas penas yhay amnistías por en el cambio De las razones por lasseque se produjo este de descenso, que tener cuenta España. Fue Todo abolida enfue 1978.La resolución del juicio tuvo lugar la muerte de Frande régimen. esto favorable para “la descuartizadora detras León” sólo el contexto en el que se produjo. Últimos años del franquismo, la penaque de tan muerte co, un momento en el que se realizaron rebajas de penas y amnistías por el cambio todavía estaba vigente en España, pero apenas se realizaba porque estaba muy mal estuvo ocho años en la cárcel pese a poner fin a una vida humana. de régimen. Todo esto fue favorable para “la descuartizadora de León” que tan sólo vista en el exterior. estuvo ocho años en la cárcel pese a poner fin a una vida humana.

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INFORMACIÓN SUCESOS Y TRIBUNALES 2017 INFORMACIÓN DEDE SUCESOS Y TRIBUNALES 2017 INFORMACIÓN DE SUCESOS Y TRIBUNALES 2017

Localidad de El Portillo (León) donde ocurrieron los hechos

fijóde Covadonga sólo estuvo 8ocurrieron años trañó lo hechos que ocurrió.”, declaró tajante Localidad El21.Portillo (León) donde ocalidad de ElenPortillo (León) donde ocurrieron los los hechos

duciendo en la provincia leonesa. Más en prisión en los que destacó por su buen uno de los policias jubilados implicados adelante, este caso ya era conocido comportamiento. Algo destacable fuerespecto: su respecto: el “la nombre de “la descuartizadora en el“Una caso. También, Landi, descuartizadora León” y que“Una vez se podría pensarcon de de “la descuartizadora de de León” y quevez másmás seMargarita podría pensar solicitud para continuar en prisión pero queuna de León” y quedó reflejado como uno de las periodistas de sucesos más reflejado como crimenes siempre el bueno es muerto”. el muerto”.dó dó reflejado como unouno de de los los crimenes que no no siempre el bueno es el no fue posiblemente legalmente, por lo relevantes, dió su propio veredicto al de los crimenes más sanguinarios de La maldición del Ay más sanguinarios de la historia de EspaLa justicia también tuvo esta visión del a maldición del Ay más sanguinarios de la historia de La justicia también tuvo esta visión del que se retiró a un convento de monjas. respecto: “Una vez más se podría pensar la historia de España. Sin embargo, deEspaCovadonga Sobrino Álva-casocaso embargo, ella no se volvió laelhora deesrebajar la con-ella DelDel casocaso de de Covadonga Sobrino Álvaña. ña. SinseSin embargo, de de ella no seTras volvió a a presente a laahora de rebajar la conno volvió a saber nada más. quepresente no siempre bueno el muerto”. surgen muchas leyendas, como saber nada más. Tras su decisión de indena de Covadonga. ezrez surgen muchas leyendas, quequedena saber nada más. Tras su decisión de inde Covadonga. La maldición del Aycomo La justicia también tuvo esta visión del su decisión de ingresar en un convento la implicada servía comida en el bar en gresar en un convento de monjas al salir Del caso de Covadonga Sobrino Álvarez monjas al salir de prisión, no qui-al salir caso presente a la hora de rebajar la con- de implicada servía comida en el bar en gresar en un convento de monjas surgenusando muchas leyendas, como que la imso No volvió a suregresar. pueblo, dena de Covadonga. el que trabajaba usando restos morde prisión, quiso No volvió recuerdo perdura que trabajaba los los restos morde regresar. prisión, no no quiso regresar. Noen volvió Su Su recuerdo perdura plicada servía comida en el bar en el que el que era una persona muy destacable tales de la víctima que nunca llegaron a a su pueblo, en el que era una persona El asesinato de la ‘Descuartizadora del ales de la víctima que nunca llegaron a El asesinato de la ‘Descuartizadora del a su pueblo, en el que era una persona trabajaba usando los restos mortales de Su recuerdo perdura mucho antes de lo ocurrido. Nadie volaparecer. La última leyenda también tienePortillo’ destacable mucho antes lo ocuPortillo’ llamó la atención todo parecer. La última leyenda también tiene llamó la atención en en todo Es-Es-muymuy destacable mucho antes de de lo ocula víctima que nunca llegaron a aparecer. El asesinato de la ‘Descuartizadora vió a saber nada más de ella. Se fue en como protagonista el bar que presenció rrido. Nadie volvió a saber nada paña. Numerosos medios de comunicaomo protagonista el bar que presenció paña. Numerosos medios de comunicarrido. Nadie volvió a saber nada más de de La última leyenda también tiene como del Portillo’ llamó la atención en todo silencio pero su recuerdo nunca dejará más todo. trata Ay, situado ella. Se fue pero su recuerdo enviaron a sus periodistas al lugarde odo. Se Se trata del del barbar Ay,bar situado en en la la ella.escucharse Se fue enenen silencio pero su recuerdo ciónción enviaron a sus periodistas al comulugar protagonista el que presenció todo. España. Numerosos medios de la silencio historia del crimen localidad detrata El del Portillo.A pesar delahaber los hechos para informar sobre el tenunca dejará de escucharse en la historia ocalidad deSeEl Portillo.A pesar de en haber nunca dejará de escucharse en la historia de de losnicación hechos para informar sobre el tebar Ay, situado localidad enviaron a sus periodistas al español. Tampoco en aquel pequeño de El Portillo.A pesar de haber pasado lugar de los hechos paraproduciendo informar so- pueblo que vió suespañol. tranquilidad afectada pasado de cuarenta años, todavía crimen Tampoco aquel rrible sucesoque se estaba produciendo asado másmás de cuarenta años, todavía no norrible del del crimen español. Tampoco en en aquel sucesoque se estaba más de cuarenta no terribleleonesa. sucesoque seMás estaba pro- aquel día de mayo, El Portillo. conseguido venderse ni todavía alquilarse. pequeño pueblo que su tranquilidad la elprovincia leonesa. adelante, a ha conseguido venderse niaños, alquilarse. ElhaElconen en la bre provincia Más adelante, pequeño pueblo que vióvió su tranquilidad venderse ni en alquilarse. El local local se seguido encuentra situado una buena afectada aquel mayo, Portillo. ya era conocido el nombreafectada ocal se encuentra situado en una buena esteeste casocaso ya era conocido concon el nombre aquel día día de de mayo, El El Portillo. se encuentra situado en una buena zona EL PASADO SIEMPRE VUELVE... zona debido a cercanía su cercanía con la capital ona debido a su con la capital debido a su cercanía con la capital pero el pero el peso pasado esmás más fuerte. ero el peso del del pasado esesmás fuerte. peso del pasado fuerte. Uno de los motivos por los que el episodio de Covadonga Sobrino tuvo tanta repercu-

pasado siempre vuelve... El El pasado siempre vuelve...

sión fue porque en la historia del crimen es poco común encontrarse con un caso de

siempre el bueno esmuerto el muerto descuartización llevado a cabo por una mujer. Por norma general, las mujeres suelen No el es el muerto oNo siempre elsiempre bueno esbueno el serlos más frías quepor lospor hombres a la de realizar un asesinato.Usan menos la tanta fuerza “Noque lo que se ha contado, el que es que lo se ha contado, el que era eraUnoUno de los motivos los elhora episodio de Covadonga Sobrino repercuNo“No es lo sees ha contado, el que era de motivos los queque el episodio de Covadonga Sobrino tuvotuvo tanta repercuy más la cabeza. Sin embargo, siempre hay excepciones. El pasado año 2012 pudimos unde pájaro deera cuidado el descuartiza-siónsión fue porque en la historia del crimen es poco común encontrarse con un caso de pájaro cuidado era elera descuartizafue porque en la historia del crimen es poco común encontrarse con un caso n un pájaro de cuidado el descuartizacontemplar un suceso que llamó la atención por sus similitudes con el de “la decuarti- de do, le daba muy mala vida a Covi. No sé descuartización llevado a elcabo mujer. norma general, mujeres suelen le daba mala a Covi. llevado cabo porpor unauna mujer. PorPor norma general, las las mujeres o,do, le daba muymuy mala vidavida a Covi. NoNo sé sé descuartización zadora de León”. Estaavez, escenario fue el barrio madrileño de Sanchinarro dondesuelen cómo ocurrió todo aquel día pero pasó lo una mujer llevó a cabo un asesinato con posterior del cadáver. ser más frías que los hombres ahora lajunto hora delarealizar undescuartización asesinato.Usan menos la fuerza cómo ocurrió todo aquel día pero pasó lo ser más frías que los hombres a la de realizar un asesinato.Usan menos la fuerza ómo ocurrió todo aquel día pero pasó lo que era inevitable”, “ afirmó una clienta Esta la vezcabeza. la víctima no fue un hombre, sino unaexcepciones. mujer. Se llamaba Nona yaño cuerpo y más embargo, siempre hay El pasado 2012 pudimos inevitable”, “ afirmó una clienta la cabeza. Sin Sin embargo, siempre hay excepciones. El pasado año su 2012 pudimos ueque era era inevitable”, afirmó una clienta del bar de“Covadonga. ”Se han contadoy más apareció diseccionado en dos lugares diferentes, un contenedor de basura y un vercontemplar un suceso que llamó la atención por sus similitudes con el de “la decuartiCovadonga. ”Se han contado contemplar un suceso que llamó la atención por sus similitudes con el de “la decuartiel del barbar de de Covadonga. ”Se han contado muchas películas con lo de su frialdad y tedero. Otra diferencia con el caso de “la descuartizadora de León” es que la muerte zadora de León”. el fue el barrio madrileño deLa Sanchinarro donde muchas películas loPolicía de su era frialdad y zadora esas historias. muy node se León”. produjo conEsta ayuda unescenario arma,sino fue por madrileño estrangulamiento. autora dedonde Esta vez,vez, eldeescenario fueque el barrio de Sanchinarro muchas películas concon loLa de su frialdad y conseste brutal asesinato fue Irma S, una mujer de 39 años que impactó a la policía por la ciente laPolicía catadura delmuy personaje mujer llevó a cabo un asesinato junto la posterior descuartización cadáver. historias. La cons-queunauna mujer llevó a cabo un asesinato junto concon la posterior descuartización del del cadáver. sasesas historias. Lade Policía era era muy consdestreza con la que se deshizo de los restos mortales de la víctima. descuartizó y, sinceramente, no nos exEsta vez la víctima no fue un hombre, sino una mujer. Se llamaba Nona y su cuerpo ciente de la catadura del personaje que Esta vez la víctima no fue un hombre, sino una mujer. Se llamaba Nona y su cuerpo ente de la catadura del personaje que

apareció diseccionado en dos lugares diferentes, un contenedor de basura un verdescuartizó y, sinceramente, diseccionado en dos lugares diferentes, un contenedor de basura y uny verescuartizó y, sinceramente, no no nosnos ex-ex- apareció tedero. diferencia el caso de “la descuartizadora de León” es que la muerte trañó que ocurrió.” , declaró tajante tedero. OtraOtra diferencia concon el caso de “la descuartizadora de León” es que la muerte añó lo lo que ocurrió.” , declaró tajante 50

noprodujo se produjo ayuda de arma,sino un arma,sino estrangulamiento. La autora policias jubilados implicados no se concon ayuda de un queque fuefue porpor estrangulamiento. La autora de de nouno de de los los policias jubilados implicados


CRÍMENES HISTÓRICOS ESPAÑOLES

18 años después del caso Wanninkhof, Dolores no ha conseguido indemnización

El exilio de Dolores Vázquez Su único delito fue su ruda personalidad: la opinión pública nunca la ha perdonado Diana Matilla

L

a de Dolores Vázquez, Lola, para los que la conocían bien y le tenían cariño (que eran realmente pocos) es una de esas fortuitas casualidades de la vida en las que todo el mundo, incluso la que considerabas tu familia, se posiciona en tu contra. Dolores Vázquez fue uno de los nombres más sonados durante la década de los 2000 en España, y su juicio mediático, además de la presión social a la que fue expuesta, marcaron un hito inigualable en el tratamiento informativo de los medios. ¿Dónde quedó el supuesto de ‘inocente hasta que se demuestre lo contrario’? Con esta mujer, parece que se olvidó y que su condición sexual y su personalidad fría, tomaron más partido a la hora de juzgar. Lola, fue inculpada por un crimen que no cometió. Un proceso basado en pruebas circunstanciales fue el encargado de arruinarle la vida. La noche del 9 de octubre de 1999, Rocío Wanninkhof salió de la casa de su novio dirección a la suya propia con el objetivo de reunirse con sus amigos en la feria de Fuengirola. Nadie presagiaba que en una noche cualquiera, en Mijas (Málaga) una localidad muy tranquila, Rocío no llegaría a su destino. La joven nunca volvió a su casa a cambiarse de ropa y esa misma noche comenzó a fraguarse la trama con la que más tarde, La Guardia Civil, culparía a Dolores de la muerte de la joven. Desgraciadamente, no sería hasta 2003 cuando por una casualidad, se encontraría al verdadero culpable del caso Wanninkhof. A la mañana siguiente de la desaparición, la hermana y madre de Rocío comenzaron a buscar a la joven bajo la sospecha de que alguien o algo podría haberla herido. La denuncia la interpuso Dolores Vázquez, supuesta amiga de la familia y ‘madrina’ de Rocío. Pero Dolores no era solo eso. Era la ex pareja de la madre, Alicia Hornos, con la que las hermanas Wanninkhof habían compartido su infancia, hasta que ambas mujeres, decidieron de mutuo acuerdo separarse. ¿La razón? Diferencias irreconciliables que pusieron fin a una convivencia en

Dolores Vazquez, en el Observatorio para la presunción de la inicencia y juicios paralelos, en 2013/ A. Cuéllar común que duraría diez años y durante la cual, Dolores se hizo cargo de los hijos de Alicia como si fueran propios. En varias ocasiones, Dolores reconoció que quería a Rocío ‘‘como una hija’’, por ello, la trama que se construiría a partir de aquel momento, no tenía ni pies ni cabeza. Casi un mes después de la desaparición de la joven, su cuerpo fue encontrado en un paraje de Marbella en avanzado estado de descomposición. La pista que se siguió entonces estaba basada en unas fibras de tejido, que más tarde resultaron falsas, pero que catapultaron a Vázquez hacia la cárcel. La noche del 9 de octubre, Dolores se encontraba con una ‘amiga’, con la que mantenía una relación sentimental y a la que nunca quiso involucrar en el caso ya que estaba casada. Esa misma noche, llevaba un chándal, que presuntamente, había dejado fibras de tejido en el espacio del crimen. La mujer, salió a comprar tabaco a un bar próximo a su casa, por eso cuando se le preguntó si aquella noche había salido, su respuesta fue negativa. Utilizaron esta mentira, de la que Dolores no se percató, para construir el caso ya que ella consideró que al estar tan cerca el bar, no salió de su domicilio.

Las discrepancias entre los testimonios dados por Dolores, el móvil del odio que se había planteado en el caso (se conspiró que Dolores quería vengarse de su ex pareja y por ello, asesinó a Rocío ya que esta fue una de las causantes de la ruptura: Cuando la joven comenzó a hacerse mayor no entendía la relación de su madre), los testimonios de los testigos y el juicio paralelo que se llevó a cabo por la opinión pública, fueron los encargados de crear uno de los casos más mediáticos del siglo XXI en España. La continua información sobre la vida privada de los involucrados, la orientación sexual de la acusada y su carácter huraño y duro convirtieron a este caso en uno de los más televisados. El día que se celebró el juicio, el veredicto ya estaba ‘cantado’: el jurado popular declaró a Dolores culpable, no de homicidio, sino de asesinato y la mujer ingresó en prisión para cumplir una condena de 15 años. Según el abogado de la acusada, Pedro Apalategui, el fallo apenas estuvo argumentado. ‘‘Aquel juicio tuvo muchas imperfecciones y se ha utilizado como un argumento en contra del jurado popular, sin considerar la enorme carga mediática a la que estuvo sometido’’. 51


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Alicia Hornos tras conocer el veredicto del jurado en 2006. /Julián Rojas La carga sentimental y emotiva del caso era tal, que cuando se dictó sentencia en el primer juicio, la madre de Rocío, exclamó que ella en su interior sabía que Dolores era la culpable y que Dios lo había demostrado. Como era de esperar, los medios no tardaron en informar del desenlace. La España más castiza, tradicional y conservadora linchó a Dolores por cuestiones personales; mientras, ella que era inocente, pasó 17 meses en prisión y a día de hoy sigue recordando el trato pésimo de la justicia española y los gritos de ‘¡Asesina, asesina!’ que le prodigaron sus compañeras en la cárcel de Málaga donde cumplió una condena injusta durante más de un año. Dolores se consumía poco a poco y las visitas de su abogado, una vez a la semana, eran el único evento que la mantenía a flote. Sin embargo, en febrero de 2002, el recurso de apelación presentado por el abogado de Dolores Vázquez fue aceptado por La Sala de lo Civil y lo Penal del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía (TSJA), que anuló la sentencia de la Audiencia de Málaga y ordenó repetir el juicio con otro tribunal popular por considerarse violado el derecho de la presunción de inocencia debido al ‘circo mediático’ que se había formado. Pese a que la familia Wanninkhof recurrió la excarcelación de Dolores, esta salió en libertad bajo fianza a la espera 52

de un nuevo juicio.La motivación del jurado popular de Málaga estaba basada en testimonios débiles y una argumentación estructurada en bases emotivas, más que en cuestiones argumentadas. La dureza de Dolores al criar a las hijas de Alicia, su carácter fuerte, su ‘supuesta mala relación’ con Rocío… las pruebas eran insuficientes y además, no se encontró ADN de la acusada en el escenario del crimen. Las autoridades señalaban a Dolores como culpable, pero desconocían que el verdadero responsable de los hechos se encontraba en libertad. No fue hasta 2003, cuando por una casualidad se desveló quién había matado a Rocío a raíz de otro caso. Un ex convicto británico, que residía en la Costa del

Sol, Alexander King, fue denunciado por su compañera sentimental a la policía; la mujer había encontrado manchas de sangre en la ropa del inglés, días después de la desaparición de Sonia Carabantes, una joven que residía en Caín y cuyo caso, levantó ampollas ya que las similitudes con el caso Wanninkhof eran múltiples. Las muestras de ADN confirmaron que King había matado a Sonia Carabantes y además, se constató que la colilla del cigarrillo que se encontró en el escenario del Crimen de Rocío Wanninkhof llevaba el ADN del hombre. Dolores fumaba mucho, pero esa colilla no era suya. Fue entonces, cuando un oficial de la Guardia Civil, intentó crear una teoría conspirativa en contra de Dolores, alegando que el británico le había ayudado a llevar a cabo

‘‘TODAVÍA, NADIE ME HA PEDIDO PERDÓN’’ En 2013 Dolores Vázquez intervino en Madrid ante una audiencia formada por juristas, jueces, fiscales y abogados. Se celebraba un acto sobre presunción de inocencia y juicios paralelos. Dolores, era una sombra de la mujer que había sido. Exiliada en Londres por la presión social, trabajaba en una empresa de transportes. De no haber defendido su inocencia, Dolores seguiría en ese momento en la cárcel. El sistema que la maltrató durante años se encontraba ese día frente a sus ojos: y nadie, nunca, le ha pedido aún perdón por lo sucedido. Su intervención fue breve, cargada de lágrimas. Ella, que antaño había sido tan estricta, ahora le costaba guardar la compostura.Víctima de un proceso paralelo que alimentó su condena y sentenciada a salir de España para poder reconstruir su vida, Dolores es un ejemplo de lo que puede pasar cuando la presión mediática es más grande que las pruebas. Cuando salió de la cárcel, vivió una temporada en Galicia con sus hermanas. Pero los ojos ajenos en su espalda y la imposibilidad de empezar de cero la exiliaron.


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Dolores Vázquez, saliendo del juzgado de Fuengirola en 2014./S.Salas más crímenes en la costa. Las fuerzas españolas, sin duda, querían creer que ella era la culpable. El abogado de Vázquez desestimó la teoría, pero con este hecho algo quedaba muy claro. No se quería creer que Dolores fuera inocente y esta historia la perseguiría de por vida. Alexander King había matado a Rocío (según el jurado popular del segundo juicio del caso Wanninkhof en 2006), pero no lo había hecho solo y la opción más sencilla era creer que Dolores, le había ayudado, como indicaba la acusación particular. Así, la culpa seguía cayendo sobre los hombros de una mujer, que guardó en un cajón durante años una de las pruebas que podrían haber desmontado el móvil del odio: una libreta con una dedicatoria que Rocío había hecho para Dolores: en ella decía que la quería. Finalmente en 2008, el Ministerio de Justicia reconoció que Dolores había sido víctima de un error judicial y que por tanto, se la había condenado erróneamente. Se le propuso entonces una cantidad de 120.000 euros como indemnización, una cifra que se alejaba mucho de su petición: 4 millones de euros. Pero, ninguna cifra monetaria podía poner precio a lo sucedido. Contencioso Administrativo de la Audiencia Su solicitud fue desestimada por el Ministerio, pero Dolores recurrió a la Sala de lo Nacional, que rechazó la indemnización en 2012. El caso se llevó entonces al Supremo, el cual dictaminó que la petición se desarrolló de manera errónea, ya que la demanda se planteó de acuerdo al artículo 294 de la Ley Orgánica del Poder Judicial en lugar del 293, que es la que contempla el error judicial.

Las indemnizaciones pedidas a través del artículo 294 quedaron restringidas en 2010 por la doctrina del Tribunal Supremo para los casos en los que no se hubieran producido hechos, en este caso, un asesinato. Y como Rocío Wanninkhof sí que fue asesinada, Dolores Vázquez debería haber recurrido por la vía general del error judicial del artículo 294. ‘‘No es tanto la reclamación monetaria. Es más que se demuestre a la sociedad española que soy totalmente inocente, que siempre lo he sido. Que cuando vaya por la calle no haya codazos, o que si voy a El Corte Inglés a comprarme unos zapatos no esté a los 20 minutos rodeada de señoras diciendo mira quién está ahí’’ reconocía Dolores. Cuando salió de prisión, Vázquez apuntaba todo en una libreta que llevaba en su bolso. De cuero duro y resistente, como ella había sido en el pasado, esa especie de diario de a pie se convirtió en un refugio.Ahí no apuntaba sus pensamientos, sino todo lo que hacía, con pelos y señales, con detalles imperceptibles y con la máxima claridad posible. Esa libreta era su coartada: si alguien le volvía a pre-

guntar dónde había estado, ella tendría apuntada la respuesta. En el último análisis psiquiátrico del que se tiene constancia, allá por 2013, los especialistas le asignaron a Dolores un valor de 35 puntos en cuanto a estabilidad y otros factores que demuestran la constancia emocional de una persona. El máximo valor es un 100, siendo esta la puntuación de una persona que no ha vivido ningún hecho traumático es su vida. 65 puntos menos de lo normal fueron asignados a Dolores, ella era un 35% de lo que había sido en el pasado. La mujer que era de hierro se confinó en sí misma y su castigo fue el destierro. Porque sí, a Dolores se la desterró, no solo de su país, sino de su casa, de sus amistades y en definitiva, de su vida. Rocío Wanninkhof fue la primera víctima de este caso, al igual que Alicia Hornos, que no hizo más que apegarse al consuelo de haber encontrado a un culpable. Vázquez fue la cara oculta de un dolor que ya se ha olvidado. Nadie habla ya de Dolores, ha caído en el olvido, igual que todo lo que sufrió para demostrar su inocencia.

SU CONDENA, EL EXILIO Lo último que se sabe de Dolores es que en 2015 el Supremo rechazó la indemnización de cuatro millones de euros que ella demandaba. Parece que 519 días en prisión no tienen precio o al menos, no ese precio. El fiscal Francisco Montijano, que llevó el peso de la instrucción, afirmó que fue el último que se convenció de que no había suficientes pruebas. ‘‘Entiendo ahora y comprendo que pida el perdón de alguien. Yo se lo podría pedir, pero también la Audiencia y el TSJ avalaron la prisión provisional. Todos formamos parte. Actuamos con la mayor honestidad posible. No actué a título personal, pero lamento lo que ocurrió. Como miembro del aparato represor, sí hay que pedirle perdón. Las voces de la calle tomaron partido y eso pudo ocasionar cierto vértigo. Los medios influyeron sobre los testigos y no se puede decir si fue para bien o para mal”. Nadie pide perdón a Dolores Vázquez, y ella, 18 años después de lo ocurrido ya no lo busca.

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Historia de una ‘Dulce Neus’

¿Quién utiliza a su propio hijo para cometer un crimen? El parricidio que acabó con la vida de de Juan Vila, asesinado por su hija de 14 años Eliana Gálvez Díaz

E

ra un acalorado 28 de junio de 1981 cuando la vida de la familia Vila-Soldevila se vería truncada en un suceso que les cambiaría a todos y cada uno de los componentes La familia entera se encontraba ese día disfrutando en su residencia de verano en Esplús (Huesca) de lo que parecía una velada perfecta. Los niños, divertidos, veían en la televisión ‘La casa de la pradera’. Arriba el matrimonio conformado por Joan Vila y Neus Soldevila “descansaban” apasionadamente tras la cena. Nada más lejos de la realidad. Tras el desahogo del patriarca de la familia, que quedó profundamente dormido, Neus aprovechó para bajar al comedor con una pistola, concretamente con una STAR modelo 1922 del nueve corto sin legalizar, propiedad de su marido. La matriarca ordenó a la sirvienta que se lleve a los dos más pequeñas, María Dolores (11) y Ana María (9). Se dirigió a los mayores con voz determinante ‘es el momento’. Es entonces cuando Marisol de tan solo 14 años decidió salir al jardín a practicar sus tiros ante el temor de fallar. A ella le alientan sus hermanos gemelos Juan y Luis (17) como si de una competición se tratase. Marisol parecía preparada y sube al cuarto de sus progenitores dónde Joan duerme destapado y cubierto tan solo por un slip. Marisol se arrodilló y le pegó un tiro a papá en la nuca a una distancia de veinticinco centímetros. Neus gritó ‘todos al coche’. Asesinato en esplús Horas después Neus llamó a la Guardia Civil de Bienéfar desde Montmeló y declaró durante tres horas su versión de los hechos. Mientras, en la habitación de al lado, los investigadores recogían pistas fotografiando el cadáver de su marido. El relato inverosímil de Neus pareció no convencer a las autoridades: ‘Me levanté y como mi marido estaba profundamente dormido….me senté a ver la televisión junto a mis hijos….sonó el timbre de la puerta, que en realidad estaba abierta. Salí y me encontré con dos encapuchados, me preguntaron dónde estaba mi esposo. Les dije que se encontraba des54

Neus Soldevila y su abogado Emilio Rodríguez Menéndez (Barcelona, 1986) cansando, y ellos me ordenaron que me marchara….’ Las hipótesis se centraron en principio en los motivos personales, aunque más tarde se descartaron ya que la víctima no tenía enemigos y pese a ser militante de Fuerza Nueva, su posición en el partido no justificaba en modo alguno un atentado. Una llamada anónima 11 días después atribuyó el asesinato al grupo terrorista GRAPO. A pesar de ello las autoridades aún mantenían sospechas y se planteaban varias cuestiones tras las declaraciones de la familia. ¿Por qué llamaron al timbre los encapuchados en lugar de pasar directamente?; si Neus y sus hijos no pensaban volver aquella noche a Montmeló sin Juan Vila, ¿por qué habían cargado de ropa el maletero del Ford Granada y sólo el del Ford Granada en el que escaparon?, y, sobre todo, ¿cómo podía haber visto uno de los gemelos, tal como dijo, a uno de los encapuchados: «tenía pantalón gris y camisa azul», si el cristal de la puerta del salón era de vidrio traslúcido de color amarillo?. Al centrarse las sospechas en la familia una jueza ordenó investigar más a fondo la vida privada de Neus Soldevila y de sus hijos. ¿Víctima o culpable? Al “quedarse” sin el patriarca Neus recibió la herencia. Se compró un descapota-

ble y se mudó a un apartamento doble, le regaló a su hija Nieves (21) un Ford Fiesta y a los gemelos una Derbi C-4 y una Vespa. La policía seguía sospechando. Y es que Joan Vila no era cualquier hombre. Era un industrial de 47 años proveniente de un pequeño pueblo de Vich. Constructor y contratista de obras, al que se calcula una fortuna de unos 400 millones de pesetas (entre sus propiedades de la finca de Binéfar, la casa de Montmeló y algunos inmuebles en Granollers), que llevaba recaudando desde hace 16 años cuando se instaló en Montmeló junto a su hermano, sin el que continúo el negocio debido a sus disputas. Este carácter temperamental acompañó al empresario tanto en sus acuerdos con el Ayuntamiento de Montmeló como con el Ayuntamiento de Granollers, donde trasladó después el negocio. Asimismo le provocó algunas enemistadas con los industriales de la zona y de ahí que surgieran las posibles hipótesis de un asesinato por venganza de sus enemigos. Joan era definido según los testimonios de algunos de los vecinos como una “bestia” con un carácter “salvaje” que tenía atemorizados a su mujer e hijos, a través de peleas, gritos y golpes. Un hombre criado en un ambiente cam-


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Recreación gráfica de una pistola modelo Star de 1922. pesino y rudo que despreciaba todo lo relacionado con lo intelectual, la cultura, los estudios por lo que obligó a sus hijos a dejarlo y les envió a trabajar desde muy temprana edad. Un genio que reflejaba también en el trabajo dónde los vecinos afirman que le consideraban «un ultraderechista de carácter duro y maneras primitivas que tenía un trato muy malo con los trabajadores», y aunque «no llegaba a las bofetadas, amenazaba siempre y los consideraba poco menos que esclavos». A pesar de la fortuna que cosechaba daba a su mujer aproximadamente unas 10.000 pesetas semanales para gastos de la casa. Esto había hecho que Neus pidiera préstamos a familiares y amigos consecutivamente hasta el punto de endeudarse. Sin embargo hay otros testimonios que afirman que la ‘Dulce Neus’, apodo asignado debido a su cálida, suave y melódica voz, no era tan víctima como aparentaba. El poco dinero semanal que le daba su marido lo gastaba en caprichos de El Corte Inglés. Incluso se la acusaba de adúltera con “al menos tres amantes”. Además se puso a vender cosméticos por las puertas, lo que le proporcionaba 200.000 pesetas mensuales e inició negocios inmobiliarios que le sirvieron para acumular una deuda de más de 17 millones de pesetas.

Plan premeditado Parece que Neus decidió desde hacía mucho tomar la justicia por sus manos antes de que el asesinato finalmente se consumase, o al menos que el intento se cumpliera. Meses atrás Neus había hablado con sus hijos, sobre los males que acarreaban a la familia donde el verdadero culpable era Juan. Estos problemas, entre ellos el último fue sacar a Nieves de la facultad de empresariales, solo acabarían quitándole de en medio. Neus acabó convenciéndoles. Decidieron que el asesinato sería a finales de junio de 1981 y planearon al menos tres métodos en reuniones“secretas” siempre durante la ausencia de Juan. Pensaron en manipularle los frenos del coche para que se

estampase en una zanja. Pero después lo descartaron, por una consideración humanitaria, tal vez le acompañase alguien en el momento del accidente. Habían comprado un frasco de éter en una droguería de Granollers con el propósito de dormirle y golpearle luego en la cabeza con un palo, pero el movimiento final exigía una destreza a la que los gemelos no estaban acostumbrados Incluso le pusieron cerillas machacadas en el café, pero Juan Vila no murió. Tan solo quedaba la vieja star del nueve corto. Juicio entre polémicas El juicio ocasionó mucho revuelo en la ciudad tranquila de Huesca, en cuya Audiencia se dictó sentencia por el asesinato

DIGNO DE PELÍCULA El suceso llamó tanto la atención del país hasta el punto de servir de inspiración al director Santiago Sanmiguel en su película Crimen en familia (1985),Neus Soldevila, desde la cárcel, y sus hijos presentaron, a través del abogado Rafael Jiménez de Parga, una demanda civil contra los responsables de la cinta por entender que el citado filme, en el que se intentar reconstruir su caso, vulnera gravemente los derechos fundamentales al honor y a la intimidad, al relatar unos hechos de la vida personal de las personas citadas sin el permiso de éstas. Alega también el abogado con respecto a la situación legal de Soldevila que “la condena penal afecta sólo a la libertad y a las penas accesorias. Nada más. La persona continúa siendo titular de sus derechos, por lo que los hechos recogidos en una sentencia no pasan a ser de dominio público”. El Juzgado de Primera Instancia número 6 de Barcelona condenó a la empresa distribuidora Multivídeo, SA, a la productora Racord Producciones, SA, y al director cinematográfico Santiago Sanmiguel a pagar 7.500.000 pesetas a Neus Soldevila y a sus hijos, en concepto de indemnización por los daños morales sufridos.

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de Juan Vila. El presidente del tribunal, Pedro Vitrián Esparza era un magistrado de suma experiencia en casos similares por lo que el caos ocasionado por este juicio no supuso ni un punto de inflexión y mantuvo las cosas en su sitio. Neus permaneció quieta y respondía al fiscal que tanto ella como sus hijos tenían miedo de su marido por las amenazas de muerte que proliferaba a todos ellos. En concreto dijo que quería matar a uno de sus hijos de 17 años. Además de todos los insultos que escuchaban como “sucia” “bruta” “cabrones” cuando Juan se bebía “media botella de whisky y de diez a doce cervezas”. Admitió también que fue a comprar éter con su hija mayor Nieves para “dormir a Juan, pero no matarlo”. Ante la Recreación ficticia de intento de asesinato pregunta del juez sobre el hecho de hacer el amor justo antes del asesinato, Neus afirmó que Juan la obligó “a que antes tenía en sus manos mi hermapesar de estar con la regla y con fuerte na Nieves.” dolor en estómago y cabeza”. También Las reacciones no se hicieron esperar. dijo que no creyó que su hija Marisol Tanto Neus como Nieves gritaron que fuera capaz de disparar cuando le vio eso era mentira. con la pistola y fue corriendo detrás de En el turno de preguntas el abogado ella para sujetarla y posteriormente sa- defensor de entonces, José María Armalir corriendo ambas. dás, se dirigió a Marisol cuestionando si Pero el auténtico tumulto ocurrió era su tío Luis Vila, archienemigo de su cuando Marisol Vila entró en la sala y padre y la familia, quién le estaba influenafirmo rotundamente que ella no había ciando en su declaración, a lo que ella se cometido el crimen “Yo no disparé con- negó rotundamente. tra él. Mi madre me dijo que debía ser yo El fiscal Francisco Goyena de la Mata quien disparase porque sólo tenía catorce solicitó más de cien años de cárcel para años, y me dijo también que la manera Neus Soldevila Bartrina, de 37 años, para más limpia de matarlo era con la pistola. sus hijos, Neus, Juan y Luis, y para la criaYo me negué. Le dije que conmigo no da Inés Carazo, de 59 años. contaran”. El juez le preguntó que quién fue entonces quien cometió el crimen, a Caso resuelto lo que respondió que no lo sabía. “Me Siguiendo el curso de las investigaciones, metí en el lavabo. Oí un disparo, salí y vi tres meses después la Policía dio con la que mi hermano Luis llevaba la pistola clave del caso, la criada de la familia, Inés

Carazo. Tras las presiones para que confesara, finalmente Inés contó exactamente lo que pasó ese día que ella también estaba presente en la casa. Antes de cumplirse un año del asesinato, el 2 de junio de 1982, la ‘Dulce Neus’ fue condenada a 28 años de prisión por parricidio con alevosía y premeditación; y los hijos: Nieves a 12; los gemelos (Juan y Luis), a 10 años y un día cada uno. Marisol pasó a disposición del Tutelar de Menores. Todos, menos la madre, cumplieron la condena en régimen abierto Inés, la criada, fue absuelta del delito de cómplice y fue condenada por omisión del deber de denuncia a un arresto de seis meses y una multa de 100.000 pesetas. ‘La señora’ Pasados cuatro años de cárcel, Neus huyó el 1 de octubre de 1986, acompañada de

LEGÍTIMA DEFENSA DIFERIDA ¿Es correcta la aplicación de la legítima defensa en un caso tan especial como asesinar a tu propio maltratador? A día de hoy sigue siendo uno de los debates que aún se contemplan en nuestro país. La legislación en España no considera aplicar la eximente completa de la legítima defensa para este tipo de casos, a diferencia de otros países que cada vez tienen en cuenta el contexto de la violencia de género. La regulación parece estar desigual entre hombres y mujeres, pues en los tres requisitos básicos del artículo 20.4 del Código penal se contempla: agresión ilegítima, necesidad racional del medio empleado para impedirla o repelerla y falta de provocación suficiente por parte del defensor. Estos puntos dejarían sin ningún tipo de defensa a las víctimas, pues si una mujer que vive a golpes a manos de su pareja decide matar a su agresor con un cuchillo o una pistola se consideraría que estaría usando un medio desproporcionado y el homicidio no encajaría en la legítima defensa. La cuestión empeora cuando a la mujer se le puede aplicar el agravante de alevosía ya que, siendo normalmente físicamente imposible que intente impedir las agresiones cuando éstas se producen, lo natural es que aproveche situaciones en las que el hombre esté durmiendo, distraído o borracho. Muchas veces el asesinato se convierte en la única opción de las víctimas para acabar con el infierno sufrido durante muchos años. Lo que no parece estar tan claro es si esa es la vía idónea o si, por el contrario, se tiene que dejar en manos de las autoridades antes de ‘mancharse las manos’. No obstante, esta última opción pocas veces sirve para ver la luz, al menos en lo que va de año en nuestro país, con 19 mujeres asesinadas en unas pocas semanas. Algunas de ellas estaban protegidas por órdenes de alejamiento que de nada sirvieron para que sus agresores finalmente acabaran con sus vidas.

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La ‘Dulce Neus’ en su última entrevista en 2012. varios periodistas, aprovechando su régimen abierto en prisión. Escapó a Sudamérica, donde vivió casi dos años bajo la falsa identidad de Montserrat Ferrer. Pero antes pasó por Portugal cobrando por tres entrevistas, que suponían una gran fuente para mantenerse. Primero estuvo en Colombia donde regentó un taller y más tarde voló a Ecuador, donde llegó a ser muy conocida debido a sus negocios de venta de esmeraldas falsas. Tanta era su fama que fue entrevistada en varios programas del país. Fue allí donde el periodista Ángel Kolodro, le realizó una entrevista.. Ángel en el programa Hora Negra la ha definido como una mujer muy seductora, a la que todos llamaban en Ecuador, ‘la Señora’. Para Kolodro “se cometió una injusticia con esta mujer, ya que un informe médico demostró que su marido sufría paranoia y hacia pagar con ella y sus hijos todos sus problemas”. El 8 de mayo de 1989 regresó extraditada a España, tras ser detenida por la venta de esmeraldas falsas. Sin embargo eso no le impidió entrar en el mundo de la farándula, pues en 1997, ya en libertad provisional, se casó con el empresario Tomás Busquets, de quién enviudó en 2003. Su boda salió en el Hola y posó también desnuda en la revista Interviú en el número 544. No fue la única de la familia, pues su hija Dolores posó para la misma publicación, esta vez en el número 690. También fue a ‘La Máquina de la

Neus, con el pelo rapado, en su fuga en Potugal (1986) Verdad” de Julián Lago y dijo que su padre, al final, no era tan “cabrón”. Finalmente en el año 2000 terminó de saldar su deuda con la justicia. De acusada a escritora Tras quedarse viuda y endeudar decidió irse a vivir con su hermana Rosa ya que no tenía noticias de sus hijos, con los que no tenía relación desde hacía mucho tiempo. Hoy en día se dedica a intentar publicar los libros que comenzó a escribir en un diario que poseía cuando estaba en prisión. Los vende a particulares y librerías de Sabadell y el Vallès. Ha impreso tres libros: Bajo mi piel, ¿Yo…y… Yo? y Las fisuras de la piel. Ella misma los edita y su hermana se los pasa a ordenador.

Luego promocionan los libros por ferias, fiestas, pero “en negro” por temor a que se lo embarguen. Tras todos estos años realmente nunca se supo al detalle quién decía la absoluta verdad, medias verdades o mentiras absolutas. Muchos consideran que Neus fue una auténtica víctima de maltrato y que si hubiera coincidido en otra época habría sido juzgada de forma distinta. Otros en cambio piensa que lo de “dulce” hace referencia a su carismática voz, pero que realmente es una mujer fría y calculadora que quiso deshacerse de su marido por los líos y las deudas en las que se encontraba metida, y que para ello usó una de los métodos más despreciables para efectuarlo, incitar a tus propios hijos a cometer el crimen. 57


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La historia de Ximo Ferrándiz

Ximo Ferrándiz o el depredador de Castellón Entre 1995 y 1998, Castellón vivió uno de los sucesos más trágicos acontecidos en España Esther Ruiz Moreno

U

n vecino de toda la vida de la localidad de Castellón. Un buen amigo, un hijo cariñoso, un empleado trabajador y, en general, una persona amable. Estatura normal, complexión normal, apariencia normal. Y, a pesar de toda esta normalidad, se trataba de uno de los peores asesinos en serie de la historia de España. Joaquín Ferrándiz Ventura. Ximo. El Quijote Violador. El Depredador de Castellón. Un psicópata a la americana. Joaquín (1963, Castellón de la Plana) era agente de seguros, vivía con su madre en Castellón de la Plana y era muy apreciado por sus amigos y vecinos. Un hombre normal con un buen trabajo. Sin traumas infantiles, sin trastorno mental alguno. Querido por su familia y amigos y apreciado en su entorno laboral. Nadie pudo creer que detrás de toda esta fachada tan bien construida, había una mente retorcida y cruel, un depredador sexual incapaz de sentir remordimientos por sus crímenes. Ximo pasó a ser conocido por los crímenes cometidos entre julio de 1995 y septiembre de 1996. Sin embargo, estos horribles homicidios tenían un claro antecedente de sus intenciones, un aviso que nadie supo ver, ni quisieron entender. El 6 de agosto de 1989, Ximo cometió su primer abuso sexual con 26 años. Una joven que circulaba con su moto, María José de 18 años, por el camino El Palmeral, entre Benicassim y Castellón, fue golpeada por un coche por detrás. El impacto la hizo caer y la dejó herida de una pierna. El conductor era Ximo Ferrándiz. Como haría cualquier caballero, se disculpó por su torpeza y se ofreció a llevarla al hospital. La joven accedió sin dudarlo. Ella misma afirmó que se trataba de un joven “guapo y con buena presencia”. ¿Quién dudaría de un joven que transmite confianza? Una vez se encontraban ambos en el coche, el depredador aprovechó para llevarla a un lugar oscuro y apartado donde abusó de ella. Malherida, María José fue abandonada tras ser brutalmente golpeada y violada. Cuando despertó en el hospital, reconoció a su

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Imagen de Joaquín Ferrándiz tomada por Radio Televisión Española agresor. Ximo fue condenado a 14 años de prisión por violación e imprudencia temeraria. Pero, incluso tras este cruel acto que marcó el inicio de una carrera de violencia y despotismo, su familia y amigos no dejaron de defender la inocencia de su querido Ximo. No daban crédito a que alguien como él hubiera

Primera condena de Joaquín cometido un crimen tan atroz. Ni él mismo, ni su entorno más cercano dejaron de negar las acusaciones de la joven.

El 4 de abril de 1995, Joaquín salió en libertad por buen comportamiento. Su buena conducta y simpatía era conocida por todos. Desde reclusos hasta funcionarios de la cárcel. Esta imagen que se labraba Ximo allá donde iba le sirvió para que su salida de la prisión se reivindicara como “un acto de justicia”. Consiguió engañar a todo Castellón. “El Modus Operandi” Solo tres meses después de ser puesto en libertad, Ximo retomó su carrera criminal y salió a la calle a buscar nuevas presas. Esta vez sabía perfectamente qué quería y cómo. Forjó su “modus operandi” y el perfil de víctima que buscaba. Mujeres de entre 20 y 25 años que frecuenten discotecas. Él se ofrecería a acercarlas de una forma caballerosa y nadie sospecharía nada de un vecino tan apreciado por su comunidad, al cual habían defendido a capa y espada de las acusaciones de la supuesta joven violada. Así, el 2 de julio de 1995 desapareció en Benicassim la primera víctima del depredador: Sonia Rubio Arrufat, de entre 24 y 25 años. La joven acababa de regresar de Inglaterra, era profesora de inglés y su gran error fue salir de fiesta aquella trágica noche.


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(De dcha a izda.) Sonia Rubio, Natalia Archelós, Francisca Salas, Mercedes Vélez, Amelia Sandra y Claudio Alba. Víctimas Fuentes policiales confirmaron que la víctima debía conocer a su agresor, al menos por haberlo visto alguna vez en ese bar que ambos frecuentaban. Ximo, en su papel de Quijote salvador y caballero andante, le ofreció amablemente llevarla a casa en su coche. Sonia accedió y no se la volvió a ver con vida. 4 largos meses duró la desaparición de Sonia. Toda la ciudad de Castellón se volcó en su búsqueda y apoyó incondicionalmente a la familia de la víctima, o la desparecida mejor dicho. También fue toda la ciudad la que vivió y siguió de cerca toda la reconstrucción de los hechos y los detalles de esta macabra historia. Todo Castellón quedó mudo aquel mes de noviembre de 1995. Un hombre detuvo su vehículo en mitad de una cuneta, solo por necesidades intestinales y sin ningún tipo de

Uno de los cadáveres se encuentra en pleno estado de descomposición 59


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El Depredador es llevado ante la justicia. presentimiento, y allí lo encontró... El cuerpo sin vida de lo que parecía ser, o haber sido, una mujer. Abandonado en un barranco de Oropesa como si se tratara de basura. Envuelto en un saco de cemento con piedras y ramas secas. La mujer presentaba numerosos golpes, se encontró atada de pies y manos, pero lo que más traumatizó a la población fue el hecho de que había sido estrangulada y ahogada con su propia ropa íntima. Tenía unas bragas introducidas en la boca y sujetas por una cinta adhesiva marrón de 18 mm de ancho. ¿Por qué tanto detalle

acerca de la cinta? Algo que parece tan banal en comparación con el resto de la información sobre el cuerpo... Y, sin embargo, esa cinta sería clave para encerrar al culpable. Pero, por desgracia, todavía faltaba mucho para eso. Jack el Destripador de Castellón Tras la conmoción causada por la desaparición de Sonia y cuando la ciudad todavía tenía alguna esperanza de encontrarla con vida, Ximo comprendió que no podía continuar satisfaciendo sus apetitos con mujeres integradas plenamente en

Los investigadores encuentran una pieza de lencería durante el rastreo 60

la sociedad, por decirlo de algún modo. La solución era “sencilla”: prostitutas. Podría continuar con su mismo “modus operandi”, subir a las mujeres a su coche y atacarlas una vez dentro. Así fue como ese mismo año, desaparecieron otras tres mujeres. Natalia Archelós, de 24 años; Francisca Salas, de la misma edad; y Mercedes Vélez, de 18 años. Tras las investigaciones, se llegó a la conclusión de que las tres jóvenes eran prostitutas y, posiblemente, todas estaban sumergidas en el mundo de la droga. Una por una fueron desapareciendo en un corto periodo de tiempo. Casi el mismo en el que se fueron encontrando sus cadáveres. La Guardia Civil centró sus objetivos en encontrar al “Jack el Destripador de Castellón”, el asesino de prostitutas. A simple vista, era imposible encontrar una relación entre las prostitutas y la joven profesora. Nada parecía tener sentido. Solo una ola de criminalidad y asesinos explicaba lo que ocurría. El asesinato de esas tres mujeres proporcionó a Ximo la distracción perfecta que necesitaba, y su nombre era Claudio Alba, “el Camionero”. Al no haber similitudes entre los cuatro casos, la policía se centró en los proxenetas, los camellos y la gente de ese mundo. De ahí surgió Claudio Alba, un camionero que solía visitar la zona en la que trabajaban esas


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prostitutas y que, tras la desaparición de las mismas, no volvió a acudir. En enero de 1997, Alba fue detenido y acusado erróneamente de tales crímenes. Tras 5 meses en prisión, el camionero recurrió a la Audiencia Nacional. Claudio Alba fue puesto en libertad, pero nunca llegó a ser indemnizado pues murió antes de que se llegase a algún tipo de acuerdo. Según afirmó Claudio Alba ante los medios, no hubo justicia que reparara la forma en la que le habían arruinado la vida. En febrero de 1996, los cuerpos de las prostitutas comenzaron a aparecer con escaso tiempo de diferencia. Todas en el camino de Vora Riu, todas maniatadas con su ropa interior y todas estranguladas. Comenzaban a atarse cabos y a vislumbrarse similitudes con Sonia. Hasta que el 14 de septiembre de 1996 desapareció Amelia Sandra García, una joven de 25 años que fue vista por última vez en la zona de fiestas de Benicassim, al igual que Sonia Rubio. No había lugar a dudas. Existía relación entre ambos secuestros. Amelia fue encontrada en febrero, su cuerpo flotaba sin ropa, y había marcas en su cuello que demostraban, una vez más, que la joven había sido estrangulada. Pero todo ser humano comete errores. Y los de Ximo supusieron su captura y el final de tan atroces crímenes. Tras Amelia Sandra, Ximo comenzó a cometer errores. En 1998 trató de volver a actuar en el mismo sitio en el que secuestró a Sonia. Pinchando las ruedas del coche de una joven, Silvia de 21 años, para luego tener la excusa de asistirla y así poder raptarla. Sin embargo, el vehículo volcó y decidió asistirla y llevarla al Hospital General. Pero Ximo no se rendía y quería volver a satisfacer sus instintos depredadores. Lidia, una chica de 19 años, andaba por las calles de Benicassim una noche de febrero de 1998 cuando un coche se detuvo y la invito a subir. Cuando Lidia se negó, Ximo bajó del coche, la agarró con fuerza y trató de meterla en su interior. Por suerte, los gritos de Lidia y el forcejeo alertaron a un vecino que salió en su ayuda. A primera hora de la mañana, Lidia denunció a ese individuo en la comisaría de Benicassim gracias a la matrícula del coche que había anotado el vecino. A partir de ambos errores, la Policía se convirtió en la sombra de Joaquín Ferrándiz, convencidos de que se trataba del depredador de Castellón. Una orden de registro de su casa y la famosa cuerda adhesiva marrón hallada

Imagen de Joaquín Ferrándiz. El rostro de la normalidad. allí determinaron la culpabilidad de Joaquín Ferrándiz. El vecino de Castellón, un hombre como otro cualquiera sin motivos aparentes para ser un psicópata, era el hombre más temido en la ciudad desde hacia más de un año. Ferrándiz fue detenido el 9 de septiembre de 1998 y confesó ser el autor de todas las muertes, incluso admitió haber violado a aquella joven. El 13 de enero del 2000, el asesino fue condenado a 69 años de cárcel en Herrera, la prisión de Ciudad Real. A los 51 años, se le trasladó a la cárcel de Castellón. Se espera su salida para el año 2023. Sin embargo, su captura no hubiera sido posible de no ser por Vicente Garrido, cuya colaboración fue clave en el proceso de búsqueda y captura del depredador de Castellón. Vicente Garrido es profesor en la Universidad de Valencia y uno de los mayores expertos en personalidades violentas. Este caso supuso la primera colaboración entre la Criminología Forense y la Policía en la historia de la investigación criminal.

Garrido afirma que en los casos de asesinos en serie siempre hay que hacerse dos preguntas: ¿Son todos los crímenes obra de un mismo autor? Y si lo son, ¿cuál es el perfil del asesino? La labor del profesor Garrido fue crucial en la resolución del crimen y en la captura del primer asesino en serie conocido en España. “Este caso nos formó y nos preparó para enfocar los asesinatos que llegaron después de una forma mucho más científica y en la que la psicología nos ayudó mucho”. Vicente Garrido se entrevistó con Joaquín Ferrándiz. Tanto él como los análisis psicológicos que le realizaron en la prisión llegaron a la misma conclusión. Ximo no sentía ningún tipo de remordimiento. Se trataba de un psicópata bajo la apariencia de un hombre completamente normal. La historia que conmocionó a la ciudad de Castellón y a toda España fue llevada a cabo por un hombre al que ellos mismos defendieron. Porque nunca se sabe que oculta tras de sí una mirada penetrante. 61


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Érase una vez...

Quién teme al lobo feroz Francisco Gómez González

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l 23 de enero de 1989 unos obreros se disponían a hacer una obra en el ‘Mesón del Lobo Feroz’ en el nº9 de la calle Luciente (Madrid). Para su sorpresa, cuando picaron una de las paredes del sótano, entre chapas de botellas y cajas vacías aparecieron huesos humanos. Se trataba de dos cadáveres momificados que presentaban fuertes cuchilladas y con características que dejaban claro que llevaban emparedados mucho tiempo. La policía y el equipo forense se desplazó hasta el lugar de los hechos y constató que se trataba del cuerpo de dos mujeres, Mari Luz Varela Alonso y una tal Teresa (otros dicen que se llamaba Josefa). Los cuerpos estaban en tal mal estado que fue necesaria la intervención del que en ese momento era una eminencia en la antropología forense, el doctor José Manuel Reverte Comas. Una vez esclarecido el escenario y comprobadas las pruebas, la policía no tardó en hilar cabos y darse cuenta que lo que se habían encontrado en el sótano de aquel mesón tenía una estrecha relación con un suceso ocurrido en ese mismo lugar unos años atrás. Que viene el lobo Hay que remontarse al Madrid de 1987 para entender lo que allí ocurrió. Santiago San José Pardo, de 31 años y excombatiente de la Legión, era el encargado del citado mesón que pertenecía a la pareja de su madre, un subcomisario de la Policía de Madrid. Inseguro de sí mismo, sádico, misógino e impotente sexual, Santiago decidió salir la tarde del 22 de agosto a la calle Cruz y contratar los servicios de una prostituta llamada Mari Luz de 22 años y con dos hijos. Ambos fueron al mesón y allí Santiago con un alto estado de embriaguez trató fallidamente de consumar el acto sexual. Totalmente fuera de sí y tras haber golpeado fuertemente a la meretriz, le asestó varias cuchilladas con un cuchillo jamonero. Al día siguiente volvió al lugar del crimen y con total frialdad y normalidad limpió la sangre y emparedó el cuerpo 62

Fachada del mesón en el sótano. Santiago siguió su vida como si nada hubiera ocurrido en aquel mesón.

“Le ofreció 5.000 pesetas y pagarle el taxi de vuelta a casa.

Sin embargo, el ‘Lobo Feroz’, como es conocido por la brutalidad de sus crímenes así como por el nombre del mesón, volvió a atacar dos veces más unos meses después de su primera fechoría. Su segundo crimen tuvo lugar

en octubre y el modus operandi de Santiago fue exactamente el mismo: acudió a la calle Cruz, contrató los servicios de una prostituta y ambos fueron al mesón. Esta vez su víctima era una mujer de unos cuarenta años muy poco conocida en el vecindario -para unos se llamaba Teresa y para otros Josefa- que vivió la misma historia que su homóloga: el cuchillo jamonero se clavó varias veces en el cuerpo de la mujer, que acabó compartiendo lugar con el otro cadáver. El principio del fin La madrugada del 22 de diciembre, vísperas de Navidad, Santiago volvió a


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Cuchillo jamonero de 25 centímetros que usaba el ‘Lobo Feroz’ salir a la caza. En la calle Cruz, sin duda su lugar favorito para elegir a sus víctimas, vio a Araceli Fernández de veintitantos años. Le ofreció 5.000 pesetas y pagarle el taxi de vuelta a su casa. La joven aceptó sin saber que estaba firmando su sentencia de muerte. Ya en el mesón, Araceli se dispuso a cumplir el cometido para el que Santiago le había pagado, cuando éste apareció con el cuchillo jamonero con el que había quitado la vida de sus otras dos víctimas. Araceli comenzó a gritar y al oponer resistencia agarrando el cuchillo para evitar que le atravesase el pecho se cortó la mano provocando una gran hemorragia. El “Lobo Feroz”, más enloquecido que nunca, no cesaba en su intento por matar a la joven prostituta.

Los vecinos se percataron del escándalo que salía del interior del local y avisaron a la policía, que se personó en el mesón. Ambos fueron arrestados debido a la discrepancia de versiones: Santiago mantuvo que pilló a Araceli robando, y ella contó la verdad de lo ocurrido. A los días fueron puestos en libertad y el mesón echó el cierre definitivo. Y colorín colorado... Un error policial dejó al asesino en la calle en aquel momento, pero con las obras en el local el caso dio un giro completo y el hallazgo de los dos cuerpos emparedados esclareció todo lo ocurrido en aquel mesón. Santiago San José Pardo fue condenado a

72 años de prisión por tres asesinatos, uno de ellos en grado de frustración. Los magistrados lo reconocieron como un “psicópata y un bebedor”, pero mantuvieron que tal psicopatía no disminuía su responsabilidad penal. El forense García-Andrade declaró que Santiago tenía “una personalidad sumamente peligrosa” y que si bebía de nuevo podría volver a repetir los hechos. De la pena solo cumplió 15 años por buena conducta y en 2004 fue puesto en libertad. Trató rehacer su vida en Málaga donde ha trabajado de vigilante de seguridad de un centro comercial. Se puede decir que el ‘Lobo Feroz’ ha dejado de aullar y ahora vive cubierto con piel de cordero.

LOS PROTAGONISTAS

Santiago San José Conocido como el ‘Lobo Feroz’ era alcohólico, misógino e impotente sexual.

Mari Luz Varela Primera víctima del ‘Lobo Feroz’. Prostituta de 22 años y con dos hijos.

Araceli Fernández Forcejeó con Santiago y logró evitar ser su tercera víctima mortal.

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Historia de un triple asesinato

José Rabadán, el asesino de la catana Se cumplen 17 años del crimen que conmocionó Murcia Gema Jiménez Maldonado.

C

orría el año 2000 y José Rabadán, que contaba tan solo con 16 años, vivía en el barrio obrero de Santiago el Mayor (Murcia) con sus padres y su hermana pequeña de 11 años con Síndrome de Down. Su vida transcurría con aparente normalidad hasta que todo cambió la madrugada del sábado 1 de abril. Esa noche Rabadán no pegó ojo, permaneció durante horas tumbado en la cama con su espada de samurái de 71 centímetros de largo pegada a su cuerpo. Esperaba el momento justo para llevar a cabo el plan que le rondaba desde hacía unos días: matar a toda su familia. Y el momento llegó a las siete de la mañana, cuando el joven se levantó de la cama catana en mano para dirigirse a la habitación donde dormía su padre, Rafael (54). Sin vacilar, situándose al lado de la almohada, dejó caer la espada una y otra vez en el cuerpo de su padre, asestándole un total de 16 puñaladas. Según datos de la autopsia, Rafael despertó e intentó zafarse de su hijo mostrando resistencia, pero le fue inútil. Tras acabar con su padre, Rabadán se dirigió al cuarto donde su madre, Mercedes (51), descansaba junto a su hermana. Mercedes se despertó al oír los gritos de Rafael y al ver aparecer a su hijo con la ropa ensangrentada y empuñando una catana, pidió auxilio llamando a su marido, sin saber la suerte que había corrido este. Nada paró a Rabadán que al igual que hizo con su padre, se ensañó a puñaladas con ella. Su hermana María, a la que asestó un gran golpe en el cuello, fue la última en morir. Más tarde, los estudios forenses sentenciaron que muchos de los sablazos acometidos por Rabadán habían sido inútiles: su familia había muerto mucho antes de que él dejara el arma a un lado. Lluvia de sangre La policía encontró los cuerpos ese sábado por la tarde. Según la declaración del Inspector Jefe de la Policía Nacional de Murcia, Francisco Blas, “había salpicaduras de sangre por toda la casa, un efecto que nosotros denominamos ‘efecto llu64

José Rabadán el día que fue detenido. Fuente: El Mundo. via de sangre’, era una escena muy dura”. También el periodista de sucesos Ricardo Fernández ha señalado que el del asesino de la catana ha sido uno de los casos más crueles que ha presenciado. En un principio, los investigadores temieron que se tratara de algún extraño ritual: el cuerpo de la niña estaba sumergido dentro de la bañera con una bolsa en la cabeza; su padre también en el baño con otra bolsa, y su madre en la cama donde Rabadán había acabado con su vida. Los interrogantes eran cada vez mayores y no había rastro del asesino. O asesinos. Los forenses señalaron que las heridas se habían realizado con dos armas distintas: una catana y un machete. Rápidamente los agentes empezaron a investigar al hijo mayor del matrimonio, el único que no estaba en la escena del crimen.

A diferencia de la madre, el padre y la niña estaban en el baño y tenían una bolsa cubriendo su cabeza

José Rabadán era un mal estudiante, había dejado el instituto hacía unos meses. En aquellos momentos se dedicaba a ser aprendiz de soldador, algo que según sus conocidos tampoco le entusiasmaba demasiado, puesto que lo que realmente le apasionaba eran las artes marciales. Rabadán se pasaba el día y parte de la noche conectado a internet, jugando a juegos de rol y en chats. Fue en uno de estos donde conoció a Sonia, una chica que vivía en Barcelona con la que llevaba muchos meses chateando y con la que hablaba cada día. Los investigadores siguieron esta pista para encontrar seguir la pista a Rabadán y así fue: en el ordenador encontraron un número de teléfono con el prefijo de Barcelona que pertenecía a Sonia. Rápidamente contactaron con su madre y la alertaron: “Es posible que su hija esté en contacto con un muchacho de Murcia sospechoso de haber cometido un triple crimen. Es necesario que colabore con nosotros”. La policía confirmó sus sospechas: tras acabar con la vida de su familia, Rabadán había intentado ponerse en contacto una docena de veces con Sonia, hasta que al fin lo logró. Hablaron du-


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rante mucho tiempo, tanto que casi consumió las 6.000 pesetas que tenía en su tarjeta. En esa conversación planificaron el viaje que Rabadán iba a hacer a Barcelona para ver a Sonia y huir de esa forma su ciudad natal, dejando a sus espaldas las vidas de su familia. «A mi hermana la maté para que no sufriera». Rabadán confesó. Confesó todos los hechos y explicó sus razones para hacerlo. Contó a la policía todos los pasos que dio después de matar a sus padres y su hermana sin ningún tipo de problema. Con una naturalidad asombrosa explicó a los agentes que mató a sus padres porque «quería estar solo» y «tener nuevas experiencias, vivir otras cosas y que no me buscaran». No mostró ningún reparo en declararse culpable, sin parecer consciente de lo que había hecho, de lo que podría significar para él. Al ser preguntado por la muerte de su hermana, con toda la normalidad del mundo, se limitó a decir: « ¿y qué iba a hacer ella sola en el mundo…? La maté para que no sufriera». Rabadán no estaba arrepentido en absoluto. El detenido explicó los misterios con los que se encontró la policía, como la extraña colocación de los cuerpos en el domicilio. La idea inicial del asesino era meter todos los cadáveres en la bañera con una bolsa en la cabeza para que el olor tardara en desprenderse. Así lo hizo con su hermana, pero su padre era demasiado pesado para él, por lo que, tras llevar su cuerpo hasta el baño, decidió dejarlo ahí. Rabadán explicó que estaba tan cansado que con su madre ni siquiera lo intentó, por eso ella seguía en la cama sin ninguna bolsa en la cabeza. El traslado de los cuerpos al cuarto de baño explicaba los regueros de sangre por toda la casa. «Y ¿qué hay de las dos armas?» le preguntaron, otro de los enigmas de la escena del crimen. El menor lo resolvió admitiendo que hubo un momento en el que pensó que la catana se había roto, por lo que decidió coger un machete que tenía escondido en el armario para terminar de rematar su “trabajo”. Los policías que estuvieron con él coincidieron en que su actitud fue muy chocante, que nunca habían visto nada igual y que no podían sentir sino lástima por el chico. Solamente cuando los agentes le preguntaron si no pensó en las consecuencias de sus actos pareció entrar en contacto con la realidad, pero no por

«Maté a mi familia porque quería estar solo y tener nuevas experiencias»

mucho tiempo. No tardó en recitar las palabras de todo asesino: «yo no estoy loco». Destino Barcelona. Después de matar a su familia, Rabadán registró la casa para llevarse todo el dinero posible. Con 10.000 pesetas, el teléfono móvil y sin las llaves, pues no pensaba volver, se fue del domicilio y anduvo hasta el centro de Murcia con la ropa interior todavía cubierta de líquido rojo del terrible crimen que acababa de cometer. Fue a una cabina, llamó a un amigo con el que había quedado y luego a la policía. Más tarde llamó a Sonia con la que estuvo un rato hablando. Tras hablar con ella, decidió hacer autoestop para llegar a la estación de trenes de Alicante. Dos coches le pararon, uno le llevó hasta Orihuela y otro hasta las afueras de la ciudad alicantina. Las personas que le llevaron declararon más tarde que no sospecharon nada malo de un chico tan joven y con buena apariencia. Una vez en Alicante, Rabadán

se encontró con un chaval de su edad, le preguntó cómo llegar hasta la estación. Hicieron buenas migas. Rabadán le explicó que estaba huyendo hacia Barcelona porque había matado a alguien, al chico pareció no extrañarle. Él también tenía una vida difícil, le dijo, su madre estaba en un psiquiátrico y su padre en prisión. Así pues, los dos chicos con un destino muy incierto a la vez que oscuro, decidieron marcharse juntos destino a la ciudad condal. No lo detuvieron hasta 48 horas después en la estación de Renfe de Alicante, donde había llegado haciendo autoestop desde Murcia. Fue un aviso del vigilante de la estación quien dio la voz de alarma al resultarle extraño la actitud de Rabadán y un amigo que le acompañaba. Al vigilante le pareció raro que dos chicos tan jóvenes estuvieran solos y sin equipaje en la estación, así que les preguntó quiénes eran y adónde iban. «Uno me dijo que era de Murcia y que iba a Barcelona con su amigo a ver a su abuela», relató el guarda. Cuando llegaron los agentes llegaron detuvieron a Rabadán, que aún llevaba la ropa ensangrentada y que «se comportó con naturalidad, muy sereno y hasta con frialdad», precisó el guarda. Esa misma mañana fue trasladado a la Jefatura de Policía de Murcia donde le sometieron

CULPANDO AL FINAL FANTASY VIII Al principio se tuvieron sospechas de que algún juego de rol estuviera detrás del crimen. En esos momentos, Rabadán estaba muy enganchado al juego de moda: el Final Fantasy VIII. Saltaron las alarmas al comprobar que el parecido, tanto físico como en la forma de actuar, del asesino con el protagonista del videojuego eran más que razonables. El protagonista, Squall, mataba usando una catana, era solitario y seguidor de las artes marciales. Los medios de comunicación se hicieron eco de este informe preliminar y las primeras informaciones que publicaron fueron culpando al Final Fantasy VIII del triple crimen. Las televisiones especialmente se cebaron con noticias sobre lo peligroso que era y la mala influencia que tenía sobre los jóvenes que se entretenían con este juego. Eran afirmaciones inventadas, ya que los investigadores no tenían ninguna prueba fehaciente de que se tratara de un crimen de rol y menos aún de que fuera un videojuego el que incitara a Rabadán a matar a su familia. Una vez más, las especulaciones hicieron periodismo.

El supuesto parecido de Rabadán con el protagonista del Final Fantasy VIII 65


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Rabadán el día de su detención. Fuente: La Vanguardia a un duro interrogatorio. La aventura de Rabadán llegaba a su fin. La locura de José Rabadán Pero, ¿estaba realmente loco José Rabadán? ¿Fue consciente de lo que hizo? Como se ha dicho anteriormente, Rabadán era un chico solitario, mimado por su padres, un poco introvertido y que se pasaba el día enganchado a la videoconsola y hablando por chats de Internet. Nada raro viniendo de un adolescente. Le apasionaban las artes marciales, de hecho, tenía una colección de armas que guardaba en su armario y entre las que se encontraba la catana y el machete con los que quitó la vida a su familia. La policía judicial también encontró dos libros -Ave Lucifer y El poder de la magia- que los pusieron en alerta. Además, todo el tema de su parecido con Squall lo desmintió el propio José Rabadán en el interrogatorio. « ¿Te cortaste el pelo así por ese videojuego?» le preguntaron. « ¡Qué va! » contestó con sinceridad. No, Rabadán no seguía ningún tipo de juego de rol, tampoco ningún libro satánico ni de ritos extraños. Como él mismo admitió, no sabía 66

«Rabadán era una bomba de relojería: necesitaba ser tratado urgentemente»

mucho de eso, «sólo quería impresionar a Sonia». Pero si no fue por eso, ¿qué fue lo que le hizo tener esos pensamientos? Psicosis epiléptica. No se sabe certeza desde cuándo estaba José Rabadán planeando el asesinato, pero sí que llevaba varios días rondándole la cabeza la idea de acabar con toda su familia para liberarse. Una idea que verbalizó con un comentario a su amigo Guillermo días antes: «voy a matar a mis padres» sentenció. Guillermo no se lo tomó en serio, pensó que era una broma

El hecho de planear el asesinato pone en duda la teoría de que sufriera una psicosis epiléptica

y no lo comentó con nadie más. Pero Rabadán no se lo dijo porque sí, sin ninguna razón, lo dijo porque así se obligaba a ejecutar su plan. Según uno de los psiquiatras del caso, Francisco Martínez Pardo, le diagnosticaron un trastorno grave de su personalidad, con rasgos narcisistas, paranoides y disóciales, además de algún rasgo sádico. No mostró arrepentimiento en ningún momento. La fiscal del caso, Mercedes Soler, dijo que los psicólogos estaban seguros de que Rabadán era una bomba de relojería, que había que tratar su psicopatía cuanto antes. Además, aseguran que fue plenamente consciente en todo momento de lo que hacía. Sin embargo, este informe chocaba con el de la defensa, cuyos peritos afirmaban que Rabadán tenía una enfermedad mental y que había sido víctima de un cuadro de psicosis epiléptica idiopática que «se acompañó de un estado crepuscular en el que se desencadenó una crisis de automatismo orgánico sin posibilidad de control, dando lugar a un homicidio múltiple, inmotivado e incomprensible». Es decir, que Rabadán no era consciente de lo que hacía, sino que estaba en una


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especie de trance derivado de la epilepsia que sufría. A pesar de que hay muchos datos que alejan de esta versión de la realidad, como el hecho de que planeara el asesinato o llegara a cambiar de arma en medio del crimen – algo que hubiera sido imposible estando en una situación de descontrol – José Rabadán fue juzgado en junio de 2001. Se rebajó su condena al considerar que sufría un trastorno de personalidad provocado por una lesión cerebral. La pena final fue pasar 6 años interno en un centro de menores y 2 años de libertad vigilada, además de estar bajo tratamiento psiquiátrico. ¿Se hizo justicia? Posiblemente no. Ambas partes cedieron en la vista que se celebró para que el caso no se convirtiera en un circo mediático. Lo cierto es que Rabadán se vio beneficiado por la Ley del Menor, ley que ha permitido

Rabadán salió en libertad en enero de 2008 tras cumplir 6 años, 9 meses y un día de internamiento Rabadán en su entrada a los juzgados en junio de 2001. Fuente: El País la excarcelación de muchos menores que han cometido delitos muy graves y que ha tenido mucha repercusión en la sociedad por las bajas condenas que se han dictado. José Rabadán solo ha sido uno más de los muchos que vieron reducida su pena. Pero aquí no acabó el paso de Rabadán por los medios de comunicación. Durante su primer año de internamiento el joven envió multitud de cartas a televisiones, periódicos y radios con el único fin de que estos hablaran de él, necesitaba de atención. Además, no paró de recibir cartas de admiradores que le felicitaban por su “gran trabajo”. Detalle bastante espeluznante si se tiene en cuenta que una de las cartas llegó de parte de Iria y Raquel, dos jóvenes de su edad que mataron ese mismo año en San Fernando a su amiga para “probar cómo era esa experiencia”. Como dato curioso, la Ley del Menor también las benefició, ya que están en la calle desde el año 2005. La nueva vida del asesino de la catana Pero sigamos con Rabadán. ¿Qué fue de él? En el año 2003, aprovechó un despiste de los vigilantes durante una

excursión en Elche y se fugó. Según manifestó más tarde el propio fugitivo, huyó porque quería conocer a una chica. Afortunadamente, le detuvieron cuatro horas más tarde. Por la fuga se le condenó, ya como adulto, a nueve meses más de cárcel. Durante el tiempo que estuvo en el centro de menores, el compañero de celda de Rabadán le hablaba insistentemente de su hermana Verónica, fue después de un tiempo cuando el joven decidió conocerla. A raíz de encuentros, conversaciones y varios vis a vis, ambos se enamoraron y llegaron a registrarse como pareja de hecho en Murcia. El asesino de la catana se encaminaba hacia una nueva vida. Pero en 2006 su futuro iba a dar un giro de 180 grados antes de salir de prisión. En una de las muchas cartas que llegaban a su nombre, un chico que había estado preso en la cárcel de León le instaba en que creyera en Dios. Al parecer a este joven la ayuda del pastor Julio García de la asociación evangelista Nueva Vida le había ayudado muchísimo.para encontrar un nuevo camino. Rabadán, que era

creyente pero que hasta entonces había mostrado una actitud reservada, decidió ponerse en contacto con Julio García. El 1 de enero de 2008 José Rabadán fue puesto en libertad dando por finalizado su internamiento. Aunque le quedaban dos años de libertad vigilada, lo cierto es que Rabadán no tenía obligación de presentarse en el juzgado cada quince días. Además, no tuvo que acudir a las citas fijadas por el funcionario encargado de supervisar su condena ni hacer cursos de reinserción sociolaboral. Rabadán se trasladó a Santander junto a Verónica, lugar donde se encuentra la sede de Asociación Nueva Vida, con la que está muy comprometido. Lo último que se supo de él es que trabajaba como albañil y que vivía en una casa de acogida junto con algunos compañeros. Muchos han definido este paso como el definitivo a reinserción de José Rabadán. No se han vuelto a tener noticias de él, posiblemente se haya cambiado el nombre y viva ajeno habiendo dejado atrás su antigua vida. Seguir sin saber nada de José Rabadán significará que el asesino de catana ha desaparecido para siempre. 67


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Córdoba, 1890

El crimen de “cintas verdes” José Cintabelde, autor de cinco asesinatos en la finca El Jardinito

Representación del garrote vil, castigo que recibió José Cintabelde Iván Hernández González

L

a calma de un día primaveral cualquiera en Córdoba se vio afectada por uno de los sucesos más escabrosos, de esos que aún se recuerdan en la ciudad casi 127 años después.

Córdoba se había vestido de fiesta. Era una tarde de Feria y de toros en plena Andalucía. El 27 de mayo de 1890, Córdoba quedó manchada de sangre a causa del llamado “Crimen de cintas verdes”. De aquel terrible acto se conoce casi todo: las motivaciones del autor, el contexto social y las reacciones de los individuos implicados en la investigación. Sin embargo, hubo un momento en el que ni siquiera se sabía el significado de la expresión “Cintas Verdes”, clave para la investigación. 68

A finales del siglo XIX, el criterio definidor de la sociedad española era el económico. La clase obrera o proletaria, mayoritariamente campesina en Andalucía, luchaba por salir adelante y convertirse en pequeños burgueses, para lo cual siempre aparecían dificultades. Jornaleros, señores, arrendatarios, colonos y obreros convivían en un ecosistema económico destinado a la miseria, el hambre y la desigualdad, o lo que es lo mismo, la aparición constante de problemas. Con este trasfondo se puede entender mejor lo acontecido en Córdoba por aquel entonces. Solemne y desoladora, pero cuando era el momento de

La gente empeñaba sus posesiones con tal de obtener unas monedas que poder intercambiar por un pase para la plaza de toros.

Antonio Paredes fue el teniente a cargo de la investigación la fiesta la alegría, las risas y el jolgorio lo invadían todo. Córdoba se había vestido de fiesta, y no era para menos. Tres de los grandes toreros, como eran Espartero, Lagartijo y Guerrita, toreaban aquella tarde con motivo de la Feria de la Salud de Córdoba. No eran unos cualesquiera, eran los mejores toreros del momento. Esta Feria cordobesa llevaba celebrándose desde 1284, cuando el rey Sancho IV concedió el privilegio de que pudiera celebrarse dos veces al año una Feria de ganado en este territorio. Las casetas protagonizaban las relaciones públicas esos días. En una época de mucho fanatismo por la tauromaquia, la gente daba lo que fuera por poder asistir a las corridas de


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El horror rodeaba a la investigación por todas partes toros. La gente empeñaba sus posesiones con tal de obtener unas monedas que poder intercambiar por un pase para la plaza de toros. Esta afición era la única para muchos en aquella época, donde no abundaban los momentos de ocio. Sin embargo, aquel día de calor casi de verano, los toros quedaron en un plano secundario. El encargado del cortijo El Jardinito, Braulio, fue el primero en avisar al teniente de la Guardia Civil de lo ocurrido. Su cara era de tragedia total, lo cual sorprendió a los guardias, curtidos en mil y una batallas. Sin poder articular más que unas palabras, entre tartamudeos y temblores, les contó que estaban todos muertos. Eso fue lo único que acertó a decir.

Dos palabras parecían ser la clave de todo: “cinta verde” El teniente Paredes y el cabo, a caballo, acudieron inmediatamente a la finca para ver de primera mano lo que había sucedido. Lo primero que se encuentran es el cuerpo de Pepe Vello, guarda de la finca, con un disparo en el pecho. Rafael Balbuena, uno de los arrendadores, situado un poco más alejado de aquel solitario olivar, también había recibido un impacto mortal en el pecho. Las vísceras y la sangre copaban la escena y la tornaban aún más sangrienta.

Finca El Jardinito

Cartel de la corrida de toros del 27 de mayo de 1890, con Espartero, Lagartijo y Guerrita Sin embargo, Braulio les llevó hasta la que sería la clave del caso. Antonia Córdoba, madre de tres hijas, yacía en el suelo con un último aliento, el cual usó para pronunciar unas últimas palabras: “cintas verdes”. Los guardias tomaron nota de esas últimas palabras de la mujer de la casa, aunque quedaron completamente horrorizados al contemplar los cuerpos sin vida de dos de las hijas de Antonia, de tres y seis años, degolladas por el asesino. Sin tiempo para asumir la gravedad del caso, los guardias oyeron unos sollozos de un rincón escondido. La pequeña de las tres hijas de Antonia seguía con vida, temblando, llorando y con síntomas de nerviosismo total. Cuando los guar69


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dias hablaron con ella, la pequeña solo repetía unas palabras: “cinta verde malo”. Aquello no podía ser casualidad. Siguieron inspeccionando la casa y se dieron cuenta de que el asesino había removido por completo una de las habitaciones en busca de algo, algo que conocía bien. Un arcón que guardaba dinero, había sido forzado. El marido de Antonia trabajaba con ganado, pero se encontraba lejos de la ciudad, lo cual le dejaba el camino despejado al asesino. Comenzó la búsqueda de ese personaje oculto en un par de palabras. “Cintas verdes” era lo único que se sabía de él. Los guardias se movilizaron, interrogaron a todo el mundo en busca de cualquier dato relevante. Antonio Paredes tuvo el presentimiento repentino de que aquellos asesinatos estaban relacionados con la corrida de toros. Nadie lo conocía. Uno de los policías de Córdoba que se localizaba en la plaza, comprendió al instante que el individuo al que estaban buscando debía ser Pepillo Cintabelde, un antiguo policía municipal que había sido expulsado del cuerpo por haber

Se produjo un hito histórico: la gente salió de la plaza de uno en uno robado tiempo atrás, cuyos problemas y trastornos le habían afectado seriamente. Los guardias se presentaron en su domicilio, pero el señor Cintabelde no estaba en la casa. La señora que vivía con él les dijo que se había marchado a la corrida de toros. Los guardias quisieron asegurarse que realmente el asesino era él. Una pistola recién usada, y una chaqueta y una camisa llenas de sangre se convirtieron en las evidencias más claras de lo acontecido en el olivar horas antes. El teniente estaba a punto de cerrar el caso. Ya solo faltaba detener a Cintabelde. Para ello, se valió de un hito sin precedentes en la historia de la tauromaquia. La gente saldría de la plaza de toros de uno en uno, para poder identificar sin problemas al asesino. Después de tener que convencer al gobernador de la zona, y de causar grandes molestias al exquisito y señorial pú-

Plaza de toros de Córdoba blico taurino, José Cintabelde es detenido al salir de la plaza de toros. El criminal fue detenido, pero tardó en confesar. El teniente Paredes, que había llevado en sus hombros el caso, decidió contarle que Antonia le había acusado antes de morir. Cintabelde confesó que su amiga le daba dinero continuamente, pero esta vez ella se negó. La tremenda ansiedad que le causaba no poder acudir a presenciar la corrida de toros le hizo actuar impulsivamente. Con toda frialdad, el asesino declaró haber matado a las pequeñas porque, textualmente, “tenían lengua como las mayores”.

BIOGRAFÍA Y CLAVES DEL CASO

José Cintabelde 70

José Cintabelde Pujazón, nacido en Almería, pero cordobés de adopción, fue condenado a cinco penas de muerte, una por cada uno de los cuerpos que había dejado sin vida. Se mostró muy impasible hasta el día de su muerte, el seis de junio de 1890, cuando fue ajusticiado a garrote vil frente a la Puerta de Sevilla. A sus 28 años de edad, y después de haber pasado seis meses en prisión, fue ejecutado públicamente. Curiosamente, fue la última ejecución pública que hubo en la ciudad de Córdoba. En esta misma ciudad, hay un dicho que recuerda a este personaje: “eres más malo que Cintasverdes”. Es cierto que cometió un atroz asesinato al acabar con la vida de cinco personas. Pepillo Cintabelde era un fanático extremo de los toros, un señor con demasiada chulería y sin un duro para poder pagar una entrada de tres pesetas. Víctima del nefasto sistema social existente en la época, su afán de señorío le llevó a cometer un acto atroz para saciar su afición más destacada. Los tres mejores toreros del momento, encima enfrentados entre ellos, eran algo que no podía perderse Pepe Cintabelde. Era una obsesión, la cual iba a poner por encima de todas las cosas. Sabía que en la casa había dinero, y deseaba ver la corrida sí o sí. Trató de engañar al guarda pidiéndole unas naranjas que le despistaran y le dejaran vía libre en casa de Antonia, pero el plan no salió como él esperaba. Pepillo trató de que Antonia le prestase el dinero por las buenas, pero la negativa de la señora fue la gota que hizo derramar el vaso. Ello, sumado a su carácter, su ansiedad y la locura que se puede decir que sufría por los toros y por la vida en general, le llevan a cometer la atrocidad conocida como “caso de las cintas verdes”. De todos los crímenes se puede aprender una lección, la que este proporciona al lector es la de no poner los objetivos, intereses o aficiones personales por encima de cualquier cosa. Aquella tarde del 27 de mayo de 1890, la sangre no se derramó en la plaza de toros de Córdoba. Desgraciadamente, la sangre corrió hasta cinco veces en la finca El Jardinito.


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Afirmó haber cometido 48 asesinatos. La policía cree que fueron 22

El arropiero, la mayor máquina de matar española Manuel Delgado es el personaje con mayor historial delictivo de España Javier Sánchez Ballesteros

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n el siglo XIX Friedrich Nietzsche definió el término superhombre. Según el conocido filósofo alemán, un superhombre es aquel individuo que deja atrás los valores del sistema y es capaz de crear los suyos propios, identificando como bueno o válido tan solo aquello que su moral le permite. Casualidad o no, lo cierto es que nuestro sujeto en cuestión nació con el síndrome del superhombre. Y lo cierto, valga la redundancia, es que tenía sus propias convicciones, creó sus propias reglas e incluso llegó a fabricar su propia manera de enjuiciar, ajusticiando a quien creyó oportuno. Aunque no precisamente adoptó los consejos que Nietzsche predicó. Más bien todo lo contrario.

Caprichos del destino Comencemos por el principio. La historia del arropiero es trágica desde el momento de su nacimiento. Manuel Delgado Villegas nació -según el consenso de los diferentes historiadores que han estudiado su caso- el 25 de enero de 1943 en Sevilla, en una familia sin demasiados recursos. Su madre, con tan solo veinticuatro años, murió aquel día por consecuencias derivadas del parto, dejándolo a su hermana Joaquina y a él huérfanos. Este hecho marcaría su vida, ya que su padre, concentrado en ganarse la vida y obtener algo de dinero para sustentarse, decidió mandar a sus dos hijos a Mataró, Barcelona, donde residía su abuela materna, con el fin de que pudieran formarse y disfrutar de su infancia. Nada más lejos de la realidad. El chico no tenía las cualidades de un niño normal, algo que le lastró desde muy temprano. Manuel había nacido con el síndrome XYY, o como se conoce coloquialmente, el síndrome del superhombre, un trastorno genético que hace que el hombre nazca con un cromosoma ‘Y’ más. Los chicos con estos trastornos suelen desarrollar problemas en el aprendizaje y en el comportamiento, y así sucedió. Su infancia no fue fácil. Fuera de casa su actitud era la de un macarra. Se ausentó

Manuel era conocido en el Puerto de Santa María por su parecido con Cantinflas del colegio, en el que nunca se integró, y se pasó los días que estuvo en el noreste de España emigrando de Mataró a la capital de la comunidad, Barcelona, en busca de diversión. Allí se mantuvo gracias a esa actitud y a sus primeras relaciones homosexuales a cambio de dinero. Dentro de ella las cosas no fueron mejor. El chico recibió continuamente palizas desmedidas que ayudaron a forjar su personalidad. Con todos estos ingredientes, cuando el chico volvió al sur ya se había convertido en una de las mayores máquinas de matar que ha conocido nuestro país. Era introvertido, sin empatía, sádico y, por si fuera poco, sufría delirios megalomaníacos, algo que lleva implícito características como ideas delirantes, alucinaciones o comportamientos desorganizados como la ya mencionada apatía. Si bien, Manuel Delgado llegaba a tal punto que completa tres de los cinco patrones o subtipos de brotes psicóticos de los que habla el doctor de la Universidad de Barcelona, Lluis Borrás, en su libro ‘asesinos en serie españoles’, en concreto, el paranoide, el desorganizado, y el catatónico. Arropías de turquía, largas y... Retorcías. Todo el Puerto de Santa María conocía la rima, incluido Manuel. El arrope fue un dulce muy popular en el

siglo XX que se vendía en los pueblos. Se obtiene tras cocer muy lentamente trozos de fruta, normalmente calabaza, junto con azúcar o miel hasta que se crea un caramelo. Su padre era un popular vendedor ambulante de este dulce en El Puerto de Santa María. Con él Manuel aprendió los entresijos del comercio, pero, puesto que no tenía nada más que hacer, también deambuló ayudando a su predecesor. De él acuñó el nombre por el que lo conocen prácticamente en toda la península: el arropiero. Además, gracias a él conoció todos y cada uno de los puntos de un territorio que no solo utilizó para seguir ejerciendo la prostitución, sino también para esconder a sus últimas víctimas. Antes, para acabar de forjar su personalidad, se alistó en La Legión, de la que sería expulsado al poco tiempo al ser declarado no apto. Sin embargo, al salirde ella ya había aprendido a realizar el distinguido ‘golpe de legionario’, un rotundo zarpazo en el cuello que de darlo de forma certera puede llegar a matar al adversario, enemigo o contrincante. Manuel, a su salida de La Legión, sabía perfectamente cuales eran los puntos débiles del cuerpo humano, dónde tenía que atacar para causar daño, y cómo tenía que hacerlo. Esto unido a su inestable perso71


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Manuel Delgado Villegas, el arropiero nalidad y a su comportamiento psicótico le hacía una persona realmente peligrosa. Mataba cuándo y cómo le apetecía. De cantinflas a bruce willis Pero vayamos a los hechos. El 12 de diciembre de 1970 apareció el cadáver de un electricista flotando en el río Guadalete. Tras comprobarse que la muerte no se había producido por ahogamiento, sino que alguien había asfixiado al fallecido, Francisco Marín Ramírez, la policía comenzó a investigar, pero no dio con el autor del crimen. Sin embargo, un mes más tarde obtuvo recompensa. El 17 de enero de 1971 España se encontraba en los últimos años de dictadura y Manuel volvía a acicalarse su bigote para no perder el tremendo parecido que tenía con uno de sus ídolos, Mario Moreno ‘Cantinflas’. Ese mismo día en el Puerto de Santa María denunciáron la desaparición de la que a la postre fue su última víctima, Antonia Rodríguez Relinque ‘la Toñi’, una mujer mucho más mayor que él -ella tenía 38 y el 20- con la que había estado manteniendo relaciones, y a la que incluso había presentado a su padre como su novia. Ante los acontecimientos la policía lo llamó a declarar. A pesar de que en un principio no ofreció ninguna pista sobre el paradero de la mujer, Manuel comenzó a mostrar signos de debilidad. Ante las preguntas de los agentes presentó unas 72

entradas de cine que no correspondían con ninguno de los pases que había habido ese último día. En los próximos se mostró raro. Salvador Ortega, comisario general de la policía y encargado de llevar el caso, lo relataba de la siguiente manera años después en RTVE: “durante un par de días el hombre estaba a tira y afloja. A veces me llamaba, hablaba conmigo, me soltaba, a veces me insultaba, otras decía que era un criminal, pero al final coincidimos en que tenía un problema”. Un problema que iba más allá de lo que él mismo pensaba. Manuel, fanático de las películas policiacas, afirmó querer confesar porque en este tipo de películas siempre acaban cogiendo al infractor. Quería sentirse Bruce Willis por una vez en su

vida, y vaya si lo hizo, no sin antes afirmar que, de no haberse entregado, jamás lo habrían cogido. En su confesión no solo llevó al policía Ortega al lugar de los hechos, sino que se declaró autor de otros 48 crímenes, entre ellos el del mes de diciembre. El arropiero afirmó haber estrangulado a ‘la Toñi’ con sus propias medias y haber mantenido relaciones sexuales con el cadáver durante los dos o tres días de después. De Francisco Marín simplemente dijo que lo mató porque había intentado acariciarlo. La reconstrucción La larga lista de asesinatos perpetrados por Manuel hizo dudar en un principio

SU CONFESIÓN REFLEJA APATÍA Y FRIALDAD Confesión del crimen de ‘la Toñi’: “Me pidió una cosa que me daba asco. Cuando me negué a ello me insultó y me dijo que no era hombre, puesto que otros se lo habían hecho. Entonces le pegué un golpe y, como no se callaba y me seguía insultando, le puse al cuello los leotardos que se había quitado y apreté hasta que se murió. Volví a estar con Toñi el lunes, el martes y el miércoles y hubiera vuelto hoy si no me cogéis.” Además, a la pregunta de por qué volvió en los días sucesivos y hubiera practicado la necrofilia con el cadaver, exhibió su profunda frialdad: “Así es mejor, porque no habla”. Durante uno de los traslados en coche patrulla al escenario de sus crímenes, la radio dio la noticia de que un mexicano se había cargado más de cincuenta personas. Uno de los policías bromeó: “¡Ese te ha ganado de largo!”. El detenido, tras meditar unos segundos, levantó la cabeza y exclamó “jefe, déjeme libre 24 horas, por favor. Suélteme usted dos días que yo vuelvo luego, se lo juro. Que no me escapo. Pero ese cabrón mexicano no mata más gente que yo.”


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a los agentes, que creían que se encontraban ante un loco individuo que fantaseaba con su afán de protagonismo. Sin embargo, sus amplias descripciones en los lugares de los siete crímenes probados reafirmaron la trayectoria del que ya se había convertido en uno de los peores criminales de la historia de España. Para muchos, el peor. El arropiero, en su viaje de reconstrucción, explicó cómo le había destrozado la cabeza a su primera víctima en la playa de Llorac, en la localidad barcelonesa de Garraf. Adolfo Floch, un cocinero de la zona decidió echarse una siesta antes de volver al trabajo y no volvió a despertar. También constató que el colchón de la cama en la que mató y violó a su segunda víctima no era el mismo, y se reafirmó en la historia cuando atisbó el cambio de funda de la cama en una segunda visita. Una funda sobre la que había practicado actos necrófilos. También recreó el golpe de kárate que le propinó a su tercera víctima. Venancio Hernández se negó a darle un trozo de comida. En vez de eso, le dijo que se pusiera a trabajar. Se lo encontraron sin vida, flotando sobre las aguas del río Tajuña, en Madrid. Igual suerte corrió Manuel Estrada Saldrich, quien tras negarse a pagar el precio acordado por favores sexuales, fue asesinado a la salida de su propia tienda de muebles. “Le pequé en el cuello con el canto de la mano y cayó al suelo. Cuando le estaba quitando la cartera se despertó y empezó a insultarme ¡él a mí!, por lo

que agarré un sillón, le arranqué una pata y le di con ella en la cabeza”, explicaba el arropiero a la policía. El último crimen probado fue el de Anastasia Borella, una anciana a la que propuso mantener relaciones. Ante la negativa de la señora -tenía 68 años- a Manuel tan solo se le ocurrió matarla. Así podría consumar el acto que requería. Pero su historial no acaba aquí. La policía estima que el arropiero perpetró un total de 22 asesinatos, entre ellos el de una señora a la que mató porque “era gorda y no la podía abrazar” en Italia, una banda de cuatro atracadores en Francia, otra mujer por chivata, e incluso se le relacionó con encargos realizados por la mafia. Sin embargo, estos quince crímenes que la policía estimó que también había realizado no han podido ser nunca probados, puesto que la movilidad geográfica de Delgado Villegas y su memoria no ayudaron a la hora de reconstruirlos. Sin pena de cárcel A pesar de su largo historial, Manuel nunca fue condenado a ninguna pena de cárcel, ya que tras seis años y medio de prisión preventiva sin protección legal -no tuvo abogado mientras tanto-, no fue juzgado. La Audiencia Nacional emitió un auto de sobreseimiento libre -terminar las actuaciones de investigación-, por el que fue archivada la causa, ordenando su internamiento a perpetuidad en un centro médico penitencial después de que varios informes clínicos lo califica-

sen como un hombre mentalmente desequilibrado. Por eso, en junio de 1978, la Audiencia Nacional tomó esta decisión y ordenó su internamiento en el Hospital Psiquiátrico Penitenciario de Carabanchel (Madrid), donde fue sometido a régimen carcelario. Más tarde sería trasladado a Fontcalent (Alicante), donde permaneció hasta 1996. La reforma del Código Penal favoreció su liberación. El Arropiero no podía continuar internado en un centro psiquiátrico penitenciario, ya que se limita la reclusión en ellos de los enfermos mentales al tiempo que dura su condena y, en su caso, ésta no existía. Por ello, la Audiencia Nacional ordenó en diciembre de 1996 su excarcelación de Fontcalent (Alicante) y su traslado al psiquiátrico de Santa Coloma de Gramanet (Barcelona). De esta misma clínica procedía el Arropiero cuando ingresó en el Hospital de Can Ruti el 23 de enero de 1998, año en que falleció debido a una afección pulmonar. Además de su afición a matar y a las relaciones, Manuel llegó a fumar varias cajetillas de tabaco al día durante su juventud. En la única entrevista que permitió mientras estaba interno, manifestó ante la compañera y periodista de RTVE, Teresa Gray, que fumaba mucho menos que antes, en parte porque se quejaba de que no le dejaban hacerlo cuando se despertaba por las noches, hecho que le ponía muy nervioso. Al final, murió víctima de sus propios vicios a los 55 años.

Ficha policial 73


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‘El niño de Somosierra’ desapareció en extrañas circunstancias en junio de 1986

La insólita desaparición del ‘Niño de Somosierra’ Sus padres aparecieron tras el accidente, pero nada se supo del pequeño Juan Pedro Jesús Troyano Quesada

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l 26 de junio de 1986 fue el último día que el mundo tuvo noticias de Juan Pedro Martínez Gómez, “El Niño de Somosierra”. Con 10 años, había terminado el curso con buenas notas, por lo que su padre Andrés Martínez, planeó un viaje en el que llevaría a la madre (Carmen Gómez) y al niño al norte de España, para que el pequeño pudiera cumplir uno de sus deseos: ver vacas de leche, disfrutando a su vez de unos pocos días de vacaciones en el norte de la península. De profesión camionero, el padre Andrés propuso al resto de la familia aprovechar un traslado de 25.000 litros de ácido sulfúrico en el camión desde el domicilio familiar en Fuente Álamo (Murcia), hasta Bilbao. Sin embargo, todo acabó en tragedia para la familia. El día anterior a la desaparición de Juan Pedro, el 25 de junio, la familia al completo se montó en el camión hacia las 7 de la tarde para poner rumbo hacia Bilbao, en un duro viaje. Esto hizo, desde el primer momento, que el trayecto tuviera diferentes paradas. La primera llegó a pocos kilómetros de comenzar el trayecto, en Cieza, todavía provincia de Murcia; La segunda, tuvo lugar a las 00:12 horas, en la localidad de Las Pedroñeras (Cuenca); La tercera en la gasolinera “Los Ángeles” hacia las 3 de la mañana, donde descansaron alrededor de una hora. Dos horas y media después, pararon en el desaparecido Mesón Aragón, en la falda del Puerto de Somosierra (Sierra Madrileña), último lugar donde se vio, presuntamente, a Juan Pedro, que vestía de rojo al completo. Tras esta última parada, se registraron en el tacógrafo del camión doce paradas en apenas una hora y 23 minutos, de apenas unos pocos segundos. En la parte alta y después de coronar el Puerto de Somosierra, el camión registró un fuerte acelerón, que llegó incluso a registrar los 120 kilómetros por hora a pesar de las fuertes pendientes, el tráfico y los más de 20.000 litros de ácido sulfú-

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El pequeño Juan Pedro, ‘El niño de Somosierra‘ rico de grado 98 de pureza que transportaba el camión. Finalmente, al llegar al kilómetro 94 en la bajada del Puerto, el camión de Andrés Martínez chocó con otros cuatro, volcó hacia la cuneta y rompió el depósito de ácido, provocando un espeso riachuelo que estaba haciendo surco en el suelo, que hizo arder poco después al camión. Cuando llegaron las autoridades, únicamente pudieron certificar la muerte de dos personas (Andrés Martínez y Carmen Gómez), en un camión en el que se supone que viajaban tres personas. Se produjo así la desaparición más desconcertante y de mayor extrañeza ocurrida en Europa durante las últimas tres décadas, según considera la Oficina Europea de Policía (EUROPOL), que dio paso a un gran dispositivo de búsqueda y a un sinfín de dudas acerca de todo lo que pudo ocurrir en aquel accidente. El misterio comenzó cuando los agentes de la Guardia Civil llegaron al lugar del accidente. Tras inspeccionar el camión y certificar la muerte de los dos ocupantes, se dio la trágica noticia a la abuela materna (María), quien preguntó por el estado de su nieto. Los agentes, desconcertados, volvieron a realizar una búsqueda dentro del

camión y se produjo la apertura de la cabina del camión, donde, efectivamente, tan solo se encontraron los cuerpos de los padres del niño. Pero ¿dónde estaba Juan Pedro? La primera hipótesis se basó en que el cuerpo del niño había quedado diluido por el ácido, aunque a las pocas horas se desestimó, pues para que esto hubiera ocurrido habrían sido necesarias muchas más horas de las que transcurrieron aquel día. Además, este ácido no es capaz de disolver diferentes partes como los dientes o los huesos, dejando restos.. Descartando la hipótesis de la muerte, se inició una campaña de búsqueda masiva. 85.000 carteles repartidos por calles, centros escolares, ayuntamientos y demás edificios a lo largo de la geografía española, con una gran respuesta de la sociedad, que ayudó en los procesos de búsqueda, recorriendo miles de kilómetros. La familia, desesperada por encontrar al pequeño Juan Pedro, llegó incluso a contratar al detective Jorge Colomar, quien tampoco pudo demostrar qué ocurrió aquel 26 de junio en el puerto de Somosierra ni resolver la desaparición . La desaparición y posterior búsqueda del ‘Niño de Somosierra’ dejaron para la historia algunas preguntas, que dificil-


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Estado del camión familiar tras el accidente en el Puerto de Somosierra mente no encontraron respuesta en su día, y que, a día de hoy, no se esperan resolver. 12 (Innecesarias) paradas Una de las primeras incógnitas que rodean a esta desaparición son las 12 paradas que el camión de Andrés hizo desde su última parada en la falda de la sierra, hasta que llegó a lo alto del Puerto de Somosierra, alrededor de las 6:00 de la mañana. Apenas 23 kilómetros en los que, según posterior análisis del tacógrafo, se realizaron paradas de, como máximo, 22 segundos. Un tiempo en el que prácticamente es imposible hacer algo más que subir y bajar del vehículo, hecho que hizo a los investigadores pensar en que quizás Antonio se vio forzado por alguien, que poco a poco le hacía frenar, para llevar el control de la velocidad del camión, hecho que obligó al padre de familia a reiniciar el camión en varias ocasiones, para así no exigir al motor del mismo. La última parada fue en lo alto del Puerto de Somosierra. Fue la más larga, de 22 segundos, en los que según las investigaciones y la propia familia, alguien pudo hacer bajar al chico del camión, para llevarlo como rehén, hecho que también ayudaría a comprender el veloz descenso del camión Volvo, que alcanzó

los 120 kilómetros por hora, en una carretera con limitación de 90, para finalmente volcar en la cuneta del kilómetro 95 de la antigua carretera Nacional I.

cibiendo una serie de amenazas de unas supuestas mafias, que le exigían trabajar para ellos para transportar dorga al norte de España.

El poder de la droga El tráfico de heroína pudo ser otra de las causas que desembocaron en la desaparición del pequeño Juan Pedro. En aquellos años, existían organizaciones en España que utilizaban transportes de mercancías peligrosas para trasladar pequeñas cargas de droga desde diversos puntos del Mediterráneo (puertos de entrada de droga), hasta otras zonas de la Península. Un año después del accidente, la Guardia Civil descubrió heroína oculta en un bulto, enrollada en una manda, envuelto en una lona blanca y protegido todo por un plástico. En este caso, siendo Bilbao una de las ciudades con mayor número de consumidores de heroína en España, podría darse el caso de que el trayecto entre Fuente Álamo (Murcia) y Bilbao no fuera solo para transportar ácido, sino que, voluntaria o involuntariamente, trasladase este tipo de estupefaciente. La familia, por su parte, apuntó que Andrés no estaba implicado voluntariamente en los negocios de la droga, aunque posiblemente fuera cierto que en los últimos meses, el padres había estado re-

Una nissan vanette Según testigos presenciales del accidente, en su mayoría conductores que circulaban por aquella carretera al mismo tiempo que volcó el camión Volvo, se pudo observar como una furgoneta Nissan Vanette blanca bajaba delante del camión a toda velocidad por el Puerto de Somosierra, justo antes de producirse el siniestro. Esta furgoneta, en cuyo interior se encontraba un hombre con bigote y melena, acompañado de dos mujeres: una rubia (ambos de altura considerable y aspecto nórdico) y otra de avanzada edad, tal y como aseguraron dos pastores testigos del accidente, se detuvo a los pocos metros, justamente en el momento del accidente, asegurando tener conocimientos para socorrer a los heridos. En apenas unos segundos tras el vuelco del camión, según estos testigos, los ocupantes más jóvenes de la furgoneta bajaron de la misma, asegurando que la mujer era enfermera, hecho que tranquilizó a los allí presentes. Aunque finalmente pareció ser una estrategia, pues tras bajarse del camión, ambos registraron el camión y poco des75


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pués y aprovechando el revuelo levantado por el accidente, se fueron disimuladamente con un bulto entre ellos, según los testigos. ’Falsa alarma’ Para continuar con la investigación, la Guardia Civil y las diferentes fuerzas del orden, contaron con algunos testimonios; entre los que se encontraban testigos del viaje de Juan Pedro y otras personas que decían haberlo visto. Uno de ellos, quizás el que más repercusión social tuvo, ocurrió en el año 1987, cuando el dueño de una autoescuela del centro de Madrid aseguró que una anciana de una nacionalidad diferente a la española y ciega, entró en el negocio preguntando por la situación de la embajada de Estados Unidos, acompañada de un niño de unos 10-11 años, a modo de lazarillo, quien hablaba con acento parecido al andaluz y parecía estar desorientado. El encargado de la autoescuela perjuró que ese niño era Juan Pedro, y que la señora invidente era la señora mayor que acompañaba a los ocupantes de la Nissan Vanette el día del accidente, aunque finalmente no llegó a nada pues no se supo nada más de esta pista. s Otro, fue el camarero del mesón en el que la familia paró justo antes de reiniciar la marcha; el último lugar donde se vio con vida a Juan Pedro, quien aseguró ver al niño montarse en el camión del padre. Desaparición silenciosa A pesar de ser la desaparición del ‘Niño de Somosierra’ una de las más mediáticas de los años 80, y de llevar a cabo una exhaustiva campaña de búsqueda de Juan Pedro con la pega de 85.000 carteles, es extraño llegar a la conclusión de que no han sido muchas las pruebas ni los testigos que han ayudado a esclarecer esta desaparición. Apenas los camioneros implicados en el accidente y un par de pastores que se encontraban cerca del lugar fueron las personas que ayudaron en la investigación, sin obtener resultado. Además, se mantiene la teoría de que todo aquel que se encontró con la familia y tiene conocimiento de lo ocurrido en el viaje y la desaparición del pequeño, ha sufrido accidentes e incluso atropellos, que llevan a pensar a que existió algo más que la desaparición de un niño detrás de todo este caso.

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De izquierda a derecha: Andrés, Juan Pedro y Carmen ¿Dónde está juan pedro? Aunque la desaparición de “El Niño de Somosierra” nunca ha llegado a esclarecerse, es cierto que, tanto la familia, como las principales fuentes de la investigación toman la opción del secuestro como la más evidente y posible en este caso. La desaparición se resolvería de la siguiente manera: el viaje que parecía ser una sorpresa para el pequeño de la familia, era, sin embargo, para transportar droga (voluntaria o involuntariamente) hasta Bilbao. Para evitar los controles policiales, los traficantes decidieron ocultar la heroína con la carga de ácido que transportaba Andrés. Para asegurarse de que no escaparía con la droga, estos obligaron a Andrés a parar el camión, debido a la lentitud con la que subieron el puerto. Al llegar arriba, de nuevo obligaron a detener el Volvo y cogieron al niño como rehén, forzando al padre a efectuar el transporte de la droga.

Para asegurarse de que no escapaban con el niño, Andrés quiso bajar al mismo ritmo que la furgoneta, aunque le fue imposible, por la gran estructura del camión, provocando así el accidente que acabó con la vida de los padres.Como el pequeño Juan Pedro era el único testigo presencial de lo ocurrido a lo largo del Puerto de Somosierra, los traficantes decidieron secuestrarlo, para así no ser descubiertos. A pesar de que esta es tan solo una posibilidad de lo que pudo ocurrir, todas las piezas encajan en el puzle. Lo único que en esta desaparición se ha podido acalarar es que tras el paso de más de 30 años, Juan Pedro no ha dado señales de vida. Quizás se encuentre en algún lugar del mundo. Lo único cierto en todo ello es que probablemente nunca se esclarezca la desaparición de Juan Pedro Martínez Gómez, “El Niño de Somosierra”.

INTENTO FALLIDO POR REABRIR EL CASO En el año 2016, la Guardia Civil pidió exhumar los restos de los padres de Juan Pedro, fallecidos en el accidente, debido a que gracias al avance de las tecnologías de reconocimiento con ADN podría encontrarse al ‘Niño de Somosierra’. A pesar de ser este un caso extraño, la Guardia Civil, en cumplimiento de la Instrucción 1/2009, pensó en este caso para la alimentación de la Base de Datos de personas desaparecidas y restos humanos sin identificar (conocida como PDRH), por lo que consultó al Juzgado por la exhumación de los cadáveres, para llevar a cabo con ellos el ‘Programa Fénix’, que consiste en el intento de identificación genética de restos humanos no identificados por otras técnicas, a través de análisis de ADN (ADN nuclear, ADN mitocondrial y cromosomas) de dichos restos y de muestras biológicas facilitadas voluntariamente por familiares directos. Sin embargo, el Juzgado de Instrucción Nº1 de Colmenar Viejo, lo desestimó, no concediendo la autorización para la exhumación de dichos cadáveres, dando el caso por cerrado.


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Anabel Segura: “un negocio que salió mal” La policía tardó 900 días en averiguar lo ocurrido y capturar a los asesinos Jorge Morales Fernández

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l próximo 12 de abril se cumplirán 24 años de uno de los casos de secuestro civil y asesinato más recordados en España, marcado por la codicia de los secuestradores, los errores policiales y la desvirtualización de la justicia. El caso de Anabel Segura, una joven de 22 años, se produjo en un contexto de miedo por la actividad de la banda terrorista ETA y también en el de una crisis económica que generó desempleo y brotes de desesperación en la sociedad española. Esto último, entre otras cosas, dio lugar a actos atroces como el caso de Anabel o el de las niñas de Alcácer. Aquella tarde de primavera de 1993 Anabel salió a hacer footing por la urbanización Intergolf en La Moraleja (Madrid), lugar donde vivía junto a sus padres. Era una estudiante de cuarto año de Empresariales en la Escuela de Ciencias Empresariales Europeas. El único testigo que presenció el secuestro de Anabel fue un jardinero de 62 años que trabajaba en la urbanización y relató que a la joven la habían capturado dos personas y la habían metido en una furgoneta Ford Courier blanca, que salió rápidamente del complejo hacia la carretera N-I (Madrid-Burgos). En el forcejeo la chaqueta y el walkman de Anabel cayeron al suelo. Según fuentes policiales, Anabel estaba regresando a su casa en el momento de ser secuestrada. En su domicilio no había nadie puesto que sus padres estaban pasando las vacaciones de Semana Santa en Málaga, donde la joven pasó unos días antes de subirse de nuevo a Madrid para preparar un examen. La rápida denuncia del jardinero a la policía no impidió la huida de la furgoneta. Para cuando llegó la policía, Anabel ya estaba lejos. La difícil situación económica durante los últimos años del siglo XX obligó a la sociedad española a reducir gastos, tener conciencia de que las circunstancias no estaban para despilfarrar, sino para ahorrar. La bolsa de las pensiones escaseaba y la estructura desistema de la seguridad social estaba bajo una gran presión por el reparto presupuestario a esta materia. La expresión “abrocharse el cinturón” saltó de nuevo a la palestra y

Fotografía de Anabel Segura. Fuente: ABC la demanda de trabajos temporales ante la oleada de despidos se disparó. Obtener dinero para poder llegar a fin de mes en muchas familias era toda una proeza, pero la concienciación de la sociedad junto con el apoyo de reformas del Gobierno permitió difusamente vislumbrar una luz al final de ese agujero de crisis económica en el que se estaba sumergiendo el país. Emilio Muñoz Wadix y Cándido Ortiz Añón, los secuestradores de Anabel, son el ejemplo de que no siempre el camino más corto es el mejor. Su búsqueda de dinero rápido y fácil no resultó satisfecha y, desgraciadamente, su desdicha acabó en tragedia y con una familia hundida por la muerte de su hija. Su situación económica no difería de muchas familias españolas de clase media. Tenían una hipoteca y numerosas deudas. Sin embargo, apostaron por chantajear a “los burgueses de La Moraleja” – como declaró Emilia Muñoz ante el juez – como solución a todos sus problemas. Ambos vivían en Toledo. Emilio “El Facha”, de 35 años, residía en Pantoja, se dedicaba al transporte de mercancías y churrero, estaba casado y tiene cuatro hijos. Fue el cerebro de la trama. Era conocido como “El Facha” en su época de repartidor por su odio visceral a la izquierda, sus modales toscos y su querencia por dar órdenes, lo que le costó algún

enfrentamiento con la policía. Por otra parte, Cándido “El Candi”, de 38 años, era fontanero, casado, con dos hijos y dos antecedentes por secuestro con intimidación. Su modus operandi no se correspondía con el de unos profesionales: secuestraron a Anabel al ser la primera persona que vieron ese día por la urbanización, en ningún momento ocultaron su rostro, no tenían una ruta de huida definida e incluso no calcularon la gasolina para poder estar todo el día circulando con la furgoneta a expensas de recibir el dinero. Comprobada su ineptitud, una de las teorías que barajó la policía era la de un espionaje de primer nivel que usó a estos dos personajes como punta de lanza. Y es que Emilio Muñoz declaró en el interrogatorio posterior a su detención que el secuestro de Anabel “fue un negocio que salió mal”. Sin embargo, esta hipótesis fue descartada pronto. La idea de un posible espionaje se deriva del cargo como director de Lurgi Española S.A que ostentaba el padre por aquel entonces. Lurgi Española S.A es una empresa dedicada al estudio, investigación, desarrollo y aplicación de procesos de ingeniería y a la construcción de plantas industriales. José Segura Nájera, padre de Anabel, dirigió la empresa hasta el año 2003 y contaba con un capital personal de 120 millones de pesetas. Además, Segura tenía muy buenos con77


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Chimenea de la fábrica de Numancia de la Sagra donde se encuentro el cadaver de Anabel. Fuente: La Tribuna de Toledo tactos con las altas esferas de España en aquel momento como el presidente del Gobierno, Felipe González, y el ex presidente de la Junta de Andalucía, Rafael Escudero. Poco después de que Anabel fuera secuestrada, ese mismo día la Brigada Provincial de Policía Judicial de Madrid, dirigida en primera instancia por el inspector-jefe Jaime B, acudieron al lugar de los hechos y dictaminaron que el móvil era económico, es decir, que la vida de Anabel en un principio no corría peligro. Poca información recabó la policía al cabo de los dos primeros días de búsqueda, pues solo pudieron trabajar con el retrato robot que les concedió el jardinero testigo del secuestro. Por su parte, Emilio y Cándido condujeron durante más de cinco horas sin saber a dónde ir y con Anabel amordazada en el asiento trasero. Segovia, Ávila y finalmente Toledo fueron las ciudades por las que circularon mientras debatían cuándo pedir el rescate y qué hacer con Anabel mientras lo esperaban. De Ávila, pasando por San Martín de Valdeiglesias, llegaron a Numancia de la Sagra, concretamente a una fábrica abandonada. Allí se produjo uno de los dos intentos de escape, el otro fue cuando se tiró de la furgoneta en marcha. Este suceso aceleró los acontecimientos posteriores. Emilio y Cándido comenzaron a darse cuenta de que lo que habían hecho se les estaba yendo de las manos y que 78

si no conseguían el dinero rápido tarde o temprano la policía les acabaría dando caza. El nerviosismo se apoderó de ellos y estrangularon con una cuerda a Anabel seis horas después de haber sido secuestrada. El cadáver fue arrojado a una fosa situada entre el transformador y el viejo depósito de fuel. Tras esto, Emilio llevó a Cándido a Escalona, donde éste residía, y volvieron a sus respectivas casas como si nada hubiese pasado. Una investigación policial de 900 días Dos días después de secuestrar y asedsinar a Anabel Segura, Emilio Muñoz y Cándido Ortiz decidieron seguir adelante con su plan y obtener el dinero del rescate. Exigieron 150 millones de pesetas (900.000 €). Fue la primera de las trece llamadas que se produjeron durante el periodo de investigación. El portavoz de la familia, Rafael Escudero, anunció a los secuestradores que el rescate se iba a efectuar. El lugar escogido fue Guadalajara, pero nadie apareció. Igual pasó durante el segundo intento, esta vez en Cuenca, y de nuevo nada. El pinchazo telefónico permitió a la policía localizar una de las llamadas en el barrio madrileño de Vallecas, que se peinó palmo a palmo sin resultados. Al cabo de unos días, la familia vuelve a recibir una llamada y se les vuelve a exigir el pago del rescate, pero esta vez los padres de Anabel pidieron una prueba de vida y la llamada se cortó.

El 22 de junio de 1993 José Segura y Sigrid Foles reciben un sobre con una cinta magnetofónica dentro, cuya reproducción fue la siguiente: “Hola padres. Quiero deciros que estoy bien dentro de lo que cabe. Esta gente no me cuida mal, pero me gustaría estar en casa con vosotros, porque ya llevo bastante tiempo aquí y tengo muchas ganas de veros a todos vosotros, así que a ver si todo esto se termina pronto. Hasta luego papá. Adiós mamá. hermana, te quiero mucho. Adiós”. Tras esto, se escuchó una voz masculina diciendo que esa situación se estaba complicando y que ponía en peligro su pequeña organización de delincuencia organizada, la cual nunca llegó a existir. La familia admitió que se trataba de la voz de su hija como una técnica de autoconvencimiento y con el objeto de no perder la esperanza. Aunque, finalmente, se descubrió que la persona que se encontraba tras la voz de la cinta era Felisa García Campuzano, mujer de Emilio Muñoz, que ayudó a encubrir el crimen. Los meses pasaban y las pistas sobre el paradero de Anabel se iban diluyendo. Las dudas se ciernen sobre la policía y Jaime B es sustituido por Juan Antonio González al frente de la Brigada de Policía Judicial de Madrid. La policía continuó trabajando en lo que tenía: análisis del ADN de la cinta enviada, envío la cinta a centros penitenciarios por si algún preso reconocía la voz, identificación de la letra


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Cándido Ortiz detenido por la policia en septiembre de 1995. Fuente: El Mundo que aparecía en el sobre y uso del retrato robot para dar con los secuestradores. Incluso, aplicaron al jardinero una técnica llamada sofronización, una especie de hipnosis, pero no sirvió para aportar más información. La impotencia comenzaba a apoderarse de la policía, ya no sabían que hacer. La cinta fue enviada a Alemania, al prestigioso profesor Hermann Künzel de la Bundeskriminalamt (policía científica alemana), de la que extrajeron unas voces de niños y la palabra “bolo” (modesto toledano típico), de uso común en Castilla La-Mancha, lo que permitió acotar la zona de búsqueda. También, decidieron probar con una técnica americana de la empresa PSI-TECH, que empleaba videntes y sensitivos con fines de espionaje. Tres videntes coincidieron, sin haberse filtrado ninguna información a la prensa, en que Anabel se encontraba en Guadalajara o en Cuenca, lugares donde se intentó el rescate, mientras que otros aclaraban que se encontraba a 60 km exactos del lugar donde se iba a llevar a cabo el primer rescate. Entre ellos se encontraba el televisivo vidente, Octavio Aceves. Como venía siendo frecuente en la investigación, no se obtuvo ninguna prueba fehaciente. Más de un año dando palos de ciego y ante la falta de pruebas, el padre de Anabel autoriza el envío de toda la información policial a los medios de comunicación. Una opción que hizo complicar aún más la investigación y que derivó en muchos fallos policiales ante la gran cantidad de información que llegaba de todas partes de España. Además, José Segura ofreció una recompensa de 30 millones de pesetas (180.000€), que uni-

do a otros 30 millones de pesetas del Ministerio del Interior, hacían un total de 60 millones de pesetas (360.000 €) de recompensa para aquellas personas que pudieran ofrecer información relevante sobre la localización de Anabel. Uno de los errores policiales más sonados fue el llevado a cabo por los GEO en Vigo el 8 de julio de 1995. La Comandancia de la Guardia Civil de Pontevedra advirtió de la existencia de una carta dirigida a un vecino del piso en el que supuestamente estaba retenida Anabel en la que ponía: “Necesito ayuda. Estoy secuestrada encima de ti. Socorro. Ayúdame”. El piso en el que se presumía que se encontraba Anabel estaba a nombre de Irene del Río, una maestra de bachillerato, a la que la policia decidió seguir. Ese día de verano la policía observó u tránsito inusual en la casa y decidió intervenir con 30 agentes. Esa intervención recibió la crítica de muchos debido a que esa presecia extraña de individuos en casa de Irena se trataba de amigos que la habían ido a visitar porque estaba enferma. Al cabo de 5 años, irene del Río fue indemnizada con 10.807.096 pte por daños psicológicos y materiales. Resultó curioso que la policía apostara por trasladar la búsqueda a seis CC.AA cuando el cercó se había estrechado en torno a Castilla La Mancha gracias al estudio de la cinta magnetofónica. A partir de la publicación de las pruebas policiales comenzaron a aparecer videntes oportunistas con el fin de aprovecharse de la situación y llevarse el dinero del rescate. ¿Cómo lo hacían? Conocían la disposición de la familia Segura y de los secuestradores de intercambiar a

Anabel por 150 millones de pesetas. Su estrategia era hacerse por intermediarios de los secuestradores por teléfono, concretar un lugar, una hora y hacerse con el dinero. A principios de 1995, un hombre de 25 años fue detenido en Córdoba por hacerse pasar por intermediario de Emilio y Cándido y exigir 7 millones de pesetas a un diario a cambio de información sobre Anabel. Este nuevo giro que dio la investigación trajo un nuevo actor, la ciudadanía. Más de 30.000 llamadas, de las cuales 1.625 fueron consideradas pistas, llegaron a manos de la policía, lo que reveló la concienciación de la sociedad española y el afán condenatorio a los secuestradores de Anabel. La pista definitiva llegó el 6 de abril de 1995 en el programa de TVE “¿Quién sabe dónde?”, en el que se emitió nuevos pasajes de la cinta. Las principales cadenas de radio también se unieron a la causa y emitieron lo mismo a la mañana siguiente. Otras tantas llamadas fueron recibidas por la policía. Hasta que el 25 de junio un particular aseguró reconocer la voz de Emilio Muñoz. Era un repartidor de la empresa en la que trabajaba Emilio, la empresa “Mail Boxes”. A partir de ahí, se descubrió que Emilio tenía una furgoneta blanca, tenía familiares en Guadalajara, su perfil psicológico, características físicas y sus antecedentes coinciden con los de un secuestrador y asesino. Además, La Moraleja era uno de los sitios más frecuentados por Emilio con motivo de su trabajo y Vallecas como zona de ocio. La Brigada de Policía Judicial de Madrid comprobó la voz de Emilio con la de la cinta y coincidían a un 90%, pero aun así quería más pruebas y convencieron al hermano de Emilio para que llamase a Felisa para sonsacarla información. En efecto, Felisa reconoció el secuestro y asesinato llevado a cabo por su marido y Cándido, y también confesó haber estado a tanto de todo lo ocurrido. Finalmente, el 28 de septiembre de 1995 se detiene a Emilio Muñoz en Vallecas, a Felisa García en Pantoja y a Cándido Ortiz en Escalona. La investigación había llegado a su fin después de 900 días en los que, contradictoriamente, la falta de profesionalidad de los secuestradores complicó la labor policial, además del afán y abaricia de algunos a los que no les importaba lo que pasase con la victima siempre y cuando recibiesen su botín. Sin embargo, a todo cerdo le llega su San Martín. 79


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¿Se hizo justicia con Anabel? Los tres detenidos fueron llevados a dependencias policiales. Emilio reconoció que el secuestro y asesinato de Anabel lo ejecutó junto a su compañero Cándido. Éste lo negó. La versión de “El Candi” es que salió de la furgoneta en la fábrica abandonada cerca de Numancia de la Sagra para dar una vuelta y cuando regresó Anabel ya estaba muerta. No obstante, el tribunal dictaminó que "fueron los dos y de mutuo acuerdo; ambos discutieron sobre el destino de Anabel (...); tras el crimen, El Candi ayudó a Emilio a enterrar el cadáver (...)". También definieron el motivo del secuestro: “capturar a una persona adinerada para obtener rápidos y cuantiosos beneficios" y exigir por su liberación un "determinado precio". Emilio declaró que “fue un negocio que salió mal”. "Soy víctima de toda esta historia; mi marido me obligó a simular la voz de Anabel. Lo hice por mis hijos". Estas fueron las palabras de Felisa García tras su detención. Palabras que a continuación fueron refrendadas por su propio marido Emilio para exculparla. Sin embargo, y tras el levantamiento de sumario, se demostró que Felisa no fue forzada a grabar la voz de Anabel, sino que fue ella misma quien se encerró en la furgoneta para hacerlo. Por ello, Emilio ante la Audiencia Provincial de Toledo declaró que exculpó a su esposa por un montaje urdido por sus hijos y su suegra. El 5 de febrero de 1998 la Audiencia Provincial de Toledo decretó 39 años y 2 meses de prisión para Emilio Muñoz Wadix y Cándido Ortiz Antón – 28 años y 10 meses por delito de asesinato con alevosía más 10 años por detención ilegal y 4 meses por estafa -, mientras que a Felisa García Campuzano le fue impuesta una pena de 6 meses por encubrimiento e intento de estafa. Esto supuso un aumento de condena con respecto a la que pedía la fiscalía – 36 años para los tres -, excepto en el caso de Felisa. Las condenas fueron establecidas según el Código Penal de 1973, cuyas penas entendió el tribunal eran más favorables a los condenados y conllevaba favores penitenciarios. Por otra parte, el fiscal-jefe de Toledo, Miguel María González Blanco, pidió seguir el Código Penal de 1996, por el que interponía 26 años y 6 meses a Emilio y Cándido y 3 años y 6 meses para Felisa. Este código no admitía beneficio para los condenados, por lo que se veían en la obligación de cumplir su condena en su totalidad. 80

Rafael Escudero, portavoz y abogado de la familia Segura, mostró su rotunda desaprobación con la Audiencia por la condena impuesta a Felisa García. Sostenía que fue el cerebro del crimen. Exigió para ella 25 años por asesinato, 10 por secuestro y por estafa, al igual que a Emilio y Cándido porque fueron los tres los que planearon y ejecutaron el asesinato de Anabel Segura. Felisa cumplió un año de cárcel antes del juicio en el que le impusieron una pena de 6 meses por estafa y encubrimiento. No entró en prisión a pesar de que posteriormente incrementaron su condena al considerar que virtualmente ya la había cumplido. Confirmadas las condenas, la familia Segura se apresuró a enterrar a su hija más de dos años después de su muerte. Una ceremonia marcada por la tranquilidad y la sencillez. Allí acudieron 200 personas, entre las que se encontraban miembros de la policía, gente anónima y cantidad de medios que cubrieron el último adiós a Anabel. En marzo de 1999, con Emilio y Cándido cumpliendo sus primeros años de condena y con Felisa fuera de la cárcel, el Tribunal Supremo incrementó las condenas de los tres involucrados en el caso. Ascendió a 43 años y 6 meses las condenas de los ejecutores del crimen y 2 años y 2 meses la de su cómplice. Este incremento en las penas se debe a que el alto tribunal estimó una cuestión técnica planteada por la acusación que representaba al padre de la joven y es que el delito de detención ilegal se agravó por la exigencia de un rescate (Art. 481 Código Penal).

Entierro Anabel Segura. Fuente: ABC

Esta decisión no fue tomada en cuenta por la Audiencia Provincial de Toledo debido a que Anabel ya estaba muerta cuando se produjo la primera llamada. Este agravio de detención ilegal impidió la condena por estafa. “La justicia no es igual para todos” no es una frase tópica acuñada en la actualidad. Cándido murió en 2009 a los 48 años en la cárcel de Ocaña I cuando llevaba cumplidos 14 años de condena. Por su parte, Emilio salió hace tres años habiendo cumplido solo 18 años en prisión. No solo se vio beneficiado por la anulación de la doctrina Parot, sino que a su salida de la cárcel su única pretensión fue ganarse el perdón de la ciudadanía, abogando que él no suponía un peligro. 1993, un año de oscuridad El terror y la violencia no siempre llegó de la mano de la banda terrorista ETA, sino que el número de delitos cometidos por particulares se incrementó exponencialmente durante los últimos 20 años del siglo XX. Los delitos por detención ilegal (secuestro) y asesinato, como en el caso de Anabel Segura, vieron sus cifras incrementadas exponencialmente durante los últimos veinte años del siglo pasado. Concretamente, en 1993 se cometieron 140 intentos de asesinato, de los cuales se consumaron 40; también, se cometieron 511 intentos de secuestro de los cuales 455 se llevaron a cabo. Un año en el que a parte del caso Anabel Segura también España estuvo conmocionada por el secuestro, violación, tortura y asesinato de las tres niñas de Alcasser.


CRÍMENES HISTÓRICOS ESPAÑOLES

Cataluña

Crímenes de “La viuda negra de Barcelona” Margarita Sánchez Gutiérrez, más conocida como “la viuda negra de Barcelona”, fue condenada en 1996 por la Audiencia de Barcelona a 34 años de prisión por delitos de lesiones, robos con violencia y falsedad documental

Margarita Sánchez Gutiérrez durante el juicio Lucía Gómez Aguilar

M

argarita Sánchez Gutiérrez protagonizó uno de los casos de asesinatos en serie más sonados en España. Se la conoce con el nombre “viuda negra” por utilizar el mismo método que el arácnido para asesinar a sus presas, el envenenamiento. La diferencia entre el animal y Margarita es que ésta última ponía el veneno en comidas o bebidas y no se devoraba a la presa. Historia Nació en Málaga en el año 1953. Tuvo una infancia difícil. Había sufrido una enfermedad que le dejó como secuela un estrabismo en un ojo que hizo que los niños la asilasen y abandonase los estudios. En su juventud se trasladó a Barcelona donde conoció a Luis Navarro, con el que años después se casaría y tendría dos hijos, Sonia y Javier. Cuando Margarita se trasladó a Cataluña primero vivió en L´hospitalet, donde era más conocida como “La Tuerta”. Era un barrio obrero y modesto, donde parece ser que era considerada como una mujer conflictiva, a pesar de no tener an-

tecedentes penales. Tendía a los insultos y las peleas callejeras, según cuentan los vecinos del barrio. Tenía deudas en los comercios porque la familia podía estar pasando una mala situación económica. Margarita se dedicaba al cuidado de ancianos para aportar dinero a la economía familiar. Al tratarse de cuidados a personas mayores es posible que desarrollara conocimientos en el mundo de los fármacos y sus compuestos. Al no mejorar la situación económica que atravesaban, en 1991 la familia toma la decisión de mudarse a casa de los padres de Luis bajo el pretexto de que Margarita cuidaría de su suegro recién operado. En ese momento es cuando comienza la actividad delictiva. La primera víctima mortal fue Rosalía Marco Castro, una vecina de 70 años que ingresó en el hospital inconsciente y falleció a los pocos días. Tras la investigación que se llevó a cabo, se descubre que de su cuenta bancaria faltaba un millón de pesetas y varios documentos habían desaparecido de su vivienda. Al cabo del tiempo su marido, Luis Navarro, fallecía sin que su muerte levantase sospechas. Murió del mismo mal que

le había hecho pasar más de una estancia ingresado en el hospital: intoxicación. La viuda dijo que su marido había sufrido problemas con el alcohol. En ese momento la relación de Margarita con su suegra Carmen empeora, a pesar de que nunca había sido buena. Carmen enferma poco después de la muerte de su hijo y es ingresada en el hospital hasta cinco veces por intoxicaciones que supera con éxito. Los servicios médicos realizaron varias analíticas completas para ver de dónde le venía el dolor de estómago pero no encontraron ningún resto de sustancias que pudieran explicar las dolencias. Cianamida cálcica era el compuesto principal del fármaco que utilizaba la viuda negra para intoxicar a sus víctimas. El uso principal de este medicamento es la administración como complemento de otros medicamentos psicoterapéuticos para curar a las personas alcohólicas. Su ingestión en grandes cantidades o combinado con alcohol provoca bajada de tensión, dificultades respiratorias, confusión generalizada, vómitos, sudoración y puede llegar a causar la muerte. Tras los sucesos acontecidos Carmen logra, con ayuda de su sobrina, echar de 81


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su casa a Margarita y ésta se ve obligada a irse a vivir a casa de su cuñado, en el barrio de L´hospitalet. Una vez instalada allí, Margarita solía visitar asiduamente a uno de los vecinos, Manuel Díaz, que vivía en el ático. En mayo de 1993 Manuel Díaz murió. Pocos meses después, en agosto, le tocó el turno a su cuñado José Aracil tras varios ingresos por dolores estomacales. A finales del mismo mes de agosto Margarita elige a su próxima víctima. José Antonio Cerqueira, otro vecino del barrio al que la viuda había invitado a una paella con su toque personal de cianamida cálcica. Cerqueira sobrevivió al regalo envenado después de estar más de un mes en el hospital. Un mes después Margarita consiguió adentrase en la vida y la casa de Pilar Hinojo, una vecina de 67 años de edad. Un día la hija de Pilar fue a visitar a su madre alertada porque no sabía nada de ella desde hace días. Para su sorpresa cuando entró en casa de su madre se la encontró en el sofá inconsciente. Durante el tiempo que pasó Pilar hospitalizada Margarita se haría con el poder de una considerable cantidad de dinero y de joyas de la víctima. Finalmente, Pilar consiguió sobrevivir. La tarea delictiva de la viuda negra de Barcelona no quedaba aquí. De la mano de su hija Sonia recorría el metro de la ciudad, varias tiendas y calles del barrio ofreciendo electrodomésticos a muy bajo precio por los que cobraba una fianza que nunca devolvería, vendiendo objetos que no eran suyos y comprando cosas de lo más variopintas que nunca llegaba a pagar. Margarita era famosa en los comercios del barrio por dejar cuentas pendientes que nunca abonaba. Pidió préstamos en varios bancos de la zona presentando como aval la nómina de su marido fallecido. Margarita nunca llegó a pagar ningún plazo de los préstamos mencionados. A pesar de las denuncias y de las descripciones y artículos que llegaron a publicarse narrando las actuaciones de la viuda, la policía no era capaz de identificarla ni por consiguiente detenerla, a pesar de tener un físico tan marcado y caracterizado por el estrabismo. Su habilidad para engañar y timar chocaba con su analfabetismo al haber dejado los estudios por su enfermedad en la niñez. La detención de Margarita vino dada por un golpe de suerte. Durante una limpieza en casa de los padres de su difunto marido, su suegra y la sobrina que le había ayudado a echar a la 82

viuda, encontraron varios documentos detrás del armario en la habitación en la que había dormido Margarita. Entre los documentos hallados se encontraban la cartilla de ahorro y algunas tarjetas de crédito de una de sus víctimas. Los hallazgos fueron comunicados a la policía. Detención y operación Araña Viuda Negra policial El Grupo de Homicidios de La Policía montó un operativo completo Finalmente, la condena para Margaponiendo a sus diez agentes a trabajar en rita fue muy reducida. Se la condenó a él. Contando con las pruebas que tenían 34 años de prisión por tres delitos de lehasta el momento no llegarían a conse- siones, otros tres de robo con violencia guir una condena judicial por lo que se y un delito de falsedad documental. Fue tomó la decisión de comenzar un segui- absuelta de los delitos de envenenamienmiento diario de la actividad de Margarita. to al no encontrarse cianamida cálcica en El objetivo principal del seguimiento era los informes forenses. Además de todo saber cómo se había causado la muerte de esto, Margarita consiguió convencer al sus víctimas por envenenamiento sin que jurado popular de que no envenenaba a quedase rastro en los análisis toxicológi- sus víctimas para asesinarlas sino para cos. robarlas, lo que le libró de una condena “Margarita: un cóctel explosivo” era mayor. el nombre que le dieron en comisaría al El tribunal precisa, además, que la dossier con la información del caso. Tras acusada era analfabeta y que no consta ocho meses de investigación, desde octu- que “conociera las indicaciones y contrabre del 95 hasta junio del año siguiente, indicaciones de tal medicamento, descriel operativo dio resultado y se averiguó tas en el prospecto”. el fármaco que utilizaba en los enveneLa sentencia también condena a la namientos. La policía no ha desvelado el hija de la condenada, Sonia Navarro nombre del medicamento porque su uso Sánchez, a cinco años de cárcel por los sigue en vigor. La justificación fue que mismo delitos que su madre, y determina según los informes de toxicología ese que cumpla su condena en un centro de medicamento debe ser tomado en canti- menores de la Generalitat. dades muy grandes para causar la muerte, El tribunal dicta que la chica era “un pero es incompatible con diabetes, insu- mero instrumento de los designios de ficiencia respiratoria o cardiopatías. Margarita Sánchez” y asegura que ambas Una vez que se tuvieron pruebas actuaron por objetivos económicos. suficientes, la policía solicitó al juez una orden de registro para la casa en la que Repetición de patrones vivía con su cuñada. Durante dicho re- Tras la investigación en la que se descugistro encontraron todo un botín de sus brieron las cuatro muertes y la forma y maldades en el que descubrieron docu- circunstancias en las que éstas se promentación, joyas, dinero y propiedades dujeron, la policía reunió indicios raciode las víctimas. Dos días después Mar- nales y sospechas que señalan a la viuda garita Sánchez y su hija Sonia, menor de negra como autora de la muerte de su edad, fueron detenidas. propia madre. Esto es así porque el faSi hubiese que describir el juicio en llecimiento de la misma se produjo de una palabra sería polémico. La defensa de forma muy similar a como lo hicieron la viuda planteó su vida como su hubiera las otras cuatro personas. La comisaría sido un auténtico paseo por la casa de los de L’Hospitalet y los agentes del área horrores: infancia traumática por sus de- de homicidios de Barcelona, que descufectos físicos que la llevaron a abandonar brieron lo que constituye la mayor cadesus estudios y a ser prácticamente analfa- na de crímenes premeditados de Catabeta, mala situación económica constan- luña, atribuyen a Margarita este nuevo te, padre y marido alcohólicos… intento de homicidio.


CRÍMENES HISTÓRICOS ESPAÑOLES

Barcelona, 1912

“La Vampira del carrer Ponent”, una mezcla entre realidad y ficción Enriqueta Martí Ripollés fue acusada de secuestrar y matar a menores para elaborar pócimas a partir de los órganos que les extraía

L

Mar Forteza Canals

a Barcelona de principios del siglo XX era una ciudad impregnada por el modernismo, con una tasa de analfabetos muy elevada y cuya población, caracterizada por las grandes diferencias sociales, todavía sufría las consecuencias de la Semana Trágica ocurrida tres años antes. La ciudad había experimentado un gran crecimiento de habitantes -había pasado de 100.000 a 500.000 en muy poco tiempo- y contaba con barrios como El Raval, llenos de droga y prostitución, en los que desaparecían decenas de niños por mes. Fueron unos años repletos de temor, preocupaciones y búsquedas que terminaron el 27 de febrero de 1912 cuando fue descubierta Enriqueta Martí Ripollés. Una mujer, conocida popularmente como La Vampira del Raval, La Vampira de Barcelona o La Vampira del carrer Ponent, que fue capaz de sembrar el horror al prostituir, secuestrar y matar a niños para extraer su sangre, tuétano y grasas para elaborar pócimas.

Vida de enriqueta martí Nacida en 1868 en Sant Feliu de Llobregat (Cataluña), Enriqueta Martí se crio con su padre en una sociedad campesina que le enseñó los beneficios de las hierbas y su uso para elaborar pócimas. Desde muy joven se trasladó a Barcelona al ser contratada por un miembro de la alta burguesía catalana para cuidar de sus hijas y fue en ese momento cuando, a raíz de un accidente que sufrieron las pequeñas, Enriqueta limpió sus heridas con la lengua y masticó una hierba para ponerla encima y así curarlas. Se piensa que sorbió un poco de sangre, por eso adquirió el nombre de ‘vampira’, aunque el vampirismo de Enriqueta ha quedado un poco diluido dentro de sus crímenes. El verdadero contacto con la sociedad burguesa lo realizó al ser la ejecutora de los abortos no deseados para que las mujeres volvieran a estar ‘limpias’ y pudieran casarse. Fue en una de estas operaciones cuando una mujer murió y

Enriqueta Martí Ripollés, la Vampira de Barcelona Martí fue expulsada del círculo burgués, por lo que se vio obligada a frecuentar los burdeles ofreciendo su cuerpo para conseguir dinero. En el año 1895 se casó con el pintor bohemio Juan Pujaló, un matrimonio que supuestamente fracasó por la afición de ella por los hombres, su carácter extraño, falso, impredecible y sus continuas visitas a burdeles, según su marido. Los inicios de la vampira de barcelona Enriqueta Martí se convirtió en el enlace entre la burguesía y la clase baja de Barcelona gracias a la doble vida que llevaba: durante el día pedía limosna en las calles e iglesias, vestía con simples harapos e iba acompañada por niños –robados en mercados, parques y calles- a los que hacía

pasar por sus propios hijos. De noche, en cambio, se quitaba los trapos viejos y se vestía con ropas lujosas para ir a los lugares frecuentados por la alta burguesía barcelonesa, como el Teatro del Liceo o el Casino de la Arrabassada. Además, actuaba como proxeneta de un burdel ofreciendo a la gente adinerada los servicios de menores de entre tres y doce años, hasta que se dio cuenta de que los niños podían revelar todo lo que les sucedía (abusos y violaciones). Fue en ese momento cuando Enriqueta decidió que la mejor forma de evitar el problema era matando a las víctimas, por lo que para no ser descubierta, hacía uso de su faceta de hechicera y extraía de los cuerpos la sangre, el tuétano y algunos órganos para elaborar pócimas que después vendía en83


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Teresa Guitart, junto a los fuerzas policiales, el día de su liberación tre los enfermos de tuberculosis –según las creencias de la época, la sangre de un niño era capaz de curar enfermedades-. El caso de teresa guitart Las actuaciones de Enriqueta Martí Ripollés llegaron a su fin cuando se resolvió el caso de la desaparición de Teresa Guitart. La niña de cinco años fue raptada por la mujer, el 10 de febrero de 1912 en el barrio de Sant Vicenç, cuando la madre de la pequeña se detuvo para hablar con una conocida y Enriqueta aprovechó para ofrecerle dulces y alejarla del lugar concurrido de gente. Todos los secuestros realizados anteriormente habían tenido éxito porque se centraba en el robo de hijos pertenecientes a familias de una clase social baja, por lo que los niños pasaban mucho tiempo en la calle -hecho que facilitaba su desaparición- y las familias no tenían los recursos necesarios para denunciar e iniciar una investigación del robo ante la justicia. La excepción de Enriqueta, que se convirtió en su mayor error, fue el robo de ‘Teresita’ al ser la hija de una familia conocida, pues una gran parte de Barcelona se echó a la calle para buscar a la pequeña ante la pasividad de las fuerzas policiales. De hecho, fue una vecina curiosa quien descubrió el paradero de la desaparecida. Claudina Elías, asomada desde su balcón, observó cómo una niña con el pelo rapado y cuyo rostro no le resultaba familiar, la miraba desde la venta 84

de la casa de Enriqueta. Debido a su preocupación, le comentó lo sucedido a un colchonero del barrio y este fue el que informó a la policía de la noticia. El nuevo descubrimiento propició que la mañana del 27 de febrero de 1912, el oficial Ribot se presentase en la calle Ponent número 29, domicilio de Martí, con la excusa de comprobar la veracidad de una denuncia por la pertenencia de gallinas en su piso -estaba prohibido durante la época tener este tipo de aves en casa- y así evitar sospechas por parte de la dueña. En la vivienda se encontraron a dos niñas: una de ellas era Teresa Guitart, rapada al cero tal y como la había visto su vecina; la otra pequeña era Angelita, la supuesta hija de Enriqueta. Ese mismo día, la Vampira del carrer Ponent fue detenida y sus crímenes, que salpicaban a la clase burguesa de Barcelona, salieron a la luz. Descubriendo sus crímenes y delitos La segunda niña encontrada en el piso, Angelita, fue determinante para conocer más sobre las acciones de Enriqueta. Esta última, afirmaba que la pequeña era su hija, hecho que quedó desmentido por Joan Pujaló al negar haber tenido una hija juntos. Se descubrió así, que en realidad era la hija de su cuñada -hermana de Joan Pujaló- a la que raptó después de que su madre diese a luz -alegando que el bebé había muerto en el parto- y la cuidó como si de su hija se tratara.

Según las declaraciones de las pequeñas, Teresa afirmó haber visto un saco que contenía ropa de niño con sangre y un cuchillo, mientras que Angelita explicó que en la casa también vivió un niño llamado ‘Pepito’ al que vio cómo Martí asesinaba sobre una mesa. Durante el registro del domicilio, los policías encontraron evidencias que confirmaban los crímenes realizados por Enriqueta: una habitación utilizada como laboratorio en la que elaboraba las pócimas, una mesa de sacrificios donde asesinaba y extraía los órganos a los niños, recipientes con restos humanos (cabellos, grasa abdominal, sangre coagulada, polvo de hueso…) que después vendía o usaba en su faceta de curandera, un libro antiguo con hojas de pergamino y piel de cuero que contenía extrañas recetas y pociones… Pero el descubrimiento más destacado fue una lista con nombres de familias muy relevantes en la Barcelona de la época -incluía a médicos, abogados, banqueros y políticos, entre otros- que eran, supuestamente, los clientes que contrataban los servicios de Enriqueta y que, precisamente por su alta posición social, no sufrirían los efectos de la justicia a pesar de su implicación en crímenes o delitos de pederastia. No tan solo se registró el piso de la calle Ponent, sino también los otros domicilios que Enriqueta había tenido durante los diez últimos años, en los que se encontraron huesos de varios niños, además de ropas y toallas con manchas de sangre y varias cabelleras.

Angelita, la sobrina de Enriqueta Martí a la que secuestró nada más nacer


CRÍMENES HISTÓRICOS ESPAÑOLES

Desenlace y consecuencias del suceso Enriqueta Martí fue internada en la prisión de Reina Amalia, donde se intentó suicidar al cortarse las venas con una cuchara de madera. Con miedo a la irritación popular y un posible motín -el ambiente de Barcelona seguía alterado por los hechos de la Semana Trágica de 1909si la asesina fallecía, se tomaron todo tipo de precauciones para evitar su suicidio. Las autoridades ordenaron el establecimiento de varias reclusas sombra, unas presas que vigilaban a Enriqueta en todo momento pero que, según la voz popular, fueron ellas las que finalmente terminaron con su vida el 12 de mayo de 1913 a causa de un linchamiento en el patio de la cárcel. El cuerpo de Martí fue enterrado en la fosa común del cementerio de la montaña barcelonesa de Montjuic. E l

El caso de Enriqueta Martí en la portada del periódico ABC en 1912 caso de Enriqueta fue muy seguido por la población catalana y la prensa dedicaba cada día, al menos, una página al tema. Los vecinos deseaban que fuera juzgada, pero su muerte repentina frenó las investigaciones del proceso judicial y nunca se descubrió toda la verdad acerca de los hechos. El escándalo de la Vampira de Barcelona ha dado lugar a multitud de libros, entre los que destacan La mala dona (2010) de Marc Pastor y El misterio de la calle Poniente (2007) de Fernando Gómez, además de obras de teatro -La Vampira del carrer Ponent o Els misteris de Barcelona (2010) de Josep Arias Velasco y La vampira del Raval (2011), dirigida por Jaume Villanueva-, películas de cine -Diamond Flash (2011) y Enriqueta, la vampira de Barcelona (2012)- y apari-

ciones en televisión -varios capítulos de Cuarto Milenio y El Ministerio del tiempo-. También se han creado juegos inspirados en su historia -juego Room Scape en Barcelona- y se ha utilizado como reclamo turístico para realizar rutas por el barrio del Raval. La verdad sobre la vampira del carrer ponent Asesina, pederasta, prostituta, hechicera, alcahueta… son algunas de las actividades de las que ha sido acusada Enriqueta Martí. Solo unas pocas fueron reales, mientras que muchas otras se basaron en anécdotas que alimentaron la imaginación de la Barcelona de la época y que llegan a darse por válidas en la sociedad actual. De ahí radica el gran mérito de Elsa Plaza, autora del libro Desmontando el caso de La Vampira del Raval (2014) y Jordi Corominas, autor de Barcelona 1912: El caso de Enriqueta Martí (2014), que buceando de manera más profunda entre el mar de falsas informaciones sobre la historia de Enriqueta, han sido capaces de desmentirla. Entonces, ¿qué hay de cierto en toda esta historia? Más bien poco, pero que el 10 de febrero de 1912 Enriqueta Martí secuestró a la niña Teresita Guitart, no ofrece lugar a dudas”, explica Jordi Corominas. El secuestro de Angelita también es real y la causa más probable de su realización fue el posible trastorno que sufría Enriqueta tras haber perdido a un hijo por desnutrición. Según Elsa Plaza: “En el relato oficial no podía ser una madre a la que se le había muerto un hijo porque eso humaniza al personaje”. A partir de la información recogida por los dos escritores, se desmiente que los huesos encontrados fueran de niños. De hecho, todos pertenecían a cuerpos de animales excepto unos, que eran de una persona de veintitrés años. La explicación de este hecho la encuentra Corominas en el diario de Córdoba de 1914, donde se publicó que los huesos humanos eran conservados porque daban suerte. Otro dato falso es que los restos de sangre encontrados en toallas procedían de las pérdidas de sangre que tenía Enriqueta debido a su cáncer de útero, enfermedad que también fue causante de su muerte en la cárcel, y no el linchamiento de sus compañeras como se creía. Las acusaciones oficiales de Martí se limitaron a los dos secuestros realizados y a su función de proxeneta al regentar un burdel en el que ofrecía servicios de

Enriqueta Martí fue la protagonista de este folleto editado en 1912 menores, pero nunca fue acusada de asesinar a nadie. A pesar de no encontrarse ningún cadáver, Enriqueta Martí ya fue catalogada como asesina. “En una sociedad violenta como en la que vivimos, la necesidad de fantasías sádicas se hacen cada vez más patentes. Cuanto más horror, más sangre, más inocente la víctima, más gratuito el crimen, más gente interesada en el producto”, explica Plaza. Siempre se han dado por válidas esta multitud de creencias porque el ser humano es proclive al morbo y esto lo sabe bien la prensa, que tuvo un papel importante en la difusión de la historia publicando informaciones que buscaban el escándalo para aumentar la venta de ejemplares. Aunque según cuenta Corominas, también participaron los vecinos de Barcelona porque el tema les servía para evadirse del día a día. El mito de la Vampira de Barcelona fue creado para buscar una distracción de las verdaderas preocupaciones de ese momento, como era, según Plaza: “la existencia de una gran violencia contra los niños, que en gran número eran secuestrados para dedicarlos a la prostitución y que, incluso, eran sacados clandestinamente por las mafias para trabajar en las fábricas francesas.” Su éxito fue tal, que la historia de Enriqueta Martí “forma parte de la marca Barcelona”. Jordi Corominas la compara con uno de los asesinos más famosos de la historia: “a las personas les gusta pensar que existió una serial-killer a lo Jack el Destripador. En Londres hay rutas de Jack el Destripador y en Barcelona, de Enriqueta”. Rutas que eternizan las mentiras y que convierten a Enriqueta Martí Ripollés en leyenda. 85


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El dandi que puso en tela de juicio el garrote vil

Jarabo, el caballero español que nunca permitió manchar su honor El cuádruple asesinato que horrorizó y conmovió a España

María Corral Jiménez

E

n un caluroso lunes del estío madrileño de 1958, a priori un lunes como otro cualquiera, se desata el revuelo. Los vecinos del barrio del Retiro, extrañados de que a media mañana la tienda de compraventa Jusfer permaneciese aún cerrada, dan la voz de alarma. Cuatro cadáveres son descubiertos horas después por la policía, uno en el propio local de empeños; los otros tres, en el domicilio de uno de los socios. Todo comenzó dos días antes, el sábado 19 de julio. España amanecía resacosa por la celebración de dos actos conmemorativos simultáneos, el “Glorioso Alzamiento Nacional” y la 86

“Fiesta de la Exaltación del Trabajo”. Con las calles vacías y un calor sofocante propio de la temporada estival, un hombre apuesto, de buena planta e impecablemente ataviado disfrutaba de la serenidad mañanera mientras echaba un vistazo a un ejemplar de prensa en una cafetería de la capital. El sigiloso lector, copa de coñac en mano, no era consciente de que, tan solo un par de días más tarde, protagonizaría las páginas del diario que en ese preciso instante estaba contemplando. O puede que fuese justo ahí donde comenzó a premeditarse uno de los crímenes múltiples más atroces de la historia negra española. Sin remordimiento alguno, acabaría con la vida de dos hombres y dos

mujeres, una de ellas embarazada. A raíz de su fechoría, José María Jarabo introduciría en España la impronta de los grandes asesinos seriales americanos. Pasó de ser un niño bien, de adinerada familia, a reo de muerte ajusticiado en garrote vil. Todo en treinta y seis años, lo que duró su corta vida. Niñez El 28 de abril de 1923 nace en el seno de una familia adinerada José María Manuel Pablo de la Cruz Jarabo Pérez-Morris. Un niño mimado, con grandes dotes intelectuales, a quien su madre, Doña Teresa Pérez-Morris, bautizó con un nombre kilométrico con la intención de hacer de él alguien importante. El destino vendría años


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más tarde a darle la razón, aunque no como ella esperaba. Sobrino del entonces presidente del Tribunal Supremo, Francisco Ruiz Jarabo (posterior ministro de justicia de Franco), y educado en los mejores colegios de Madrid, la Guerra Civil lo sorprende con trece años. Tras la contienda, y antes de alcanzar la mayoría de edad, José María Jarabo emigra a Puerto Rico junto con su familia, donde comienzan una nueva vida. Posteriormente se marcha a vivir a Estados Unidos, donde contrae matrimonio para divorciarse más adelante. Durante su estancia en tierras americanas, Jarabo mantiene problemas con la justicia estadounidense e ingresa en prisión por tráfico drogas y pornografía. A principios de la década de los 50, retorna a su ciudad natal, Madrid, localidad que sería su última parada. Un bon vivant Jarabo se paseaba por las calles del Madrid de los años 50 ataviado con gabardina y gafas de sol, el sombrero calado hasta los ojos y se le supone la pistola siempre pegada al cuerpo,

como el malo de una película. Si quería impresionar, se dejaba ver a bordo de coches espectaculares, aquellos haigas traídos de Norteamérica. Su ego no se saciaba nunca: el alcohol, las drogas y, sobre todo, las mujeres, lo llevaron por derroteros cada vez más turbios. Llevaba una vida ociosa y disipada. Todas sus acciones giraban en torno a oscuros deseos y simplemente se dejaba llevar, sin pensar que en las consecuencias que todo aquello podría acarrear. A José María Jarabo nunca pareció faltarle el dinero. Mimado y consentido en todo, jamás tuvo la necesidad de trabajar ni de esforzarse para mantenerse a sí mismo. No obstante, las provisiones que recibía de su madre desde Puerto Rico pronto llegarían a su fin, pero él no quería renunciar a su eminente y frenético nivel de vida que llevaba hasta el momento. Rendición Reconocido encandilador de mujeres, fue precisamente una dama quien lo acabó llevando a la ruina. Uno de sus fugaces amores, Beryl Martin Jones, le reclamaba insistentemente un anillo de brillantes que se supone juntos habían empeñado en la tienda de compraventa Jusfer para seguir dilapidando el dinero. Según los hechos probados en sentencia por el Tribunal Supremo, la británica le pedía que le devolviese la sortija, de elevado valor adquisitivo, alegando que era un obsequio de su marido. A pesar de mostrar la autorización necesaria para recuperar la joya, los dueños del establecimiento (cuya legalidad estuvo siempre en entredicho) se negaron a devolvérsela, exigiendo una suma de dinero imposible de conseguir para Jarabo en aquellos momentos. Existía, además, una carta con confesiones íntimas en la que se ponía de manifiesto la relación adúltera entre ambos. La misiva también debía ser recuperada, puesto que Jarabo se la dejó a los prestamistas, junto con la sortija, como garantía hasta que se liquidara el asunto. Ante esa situación, Jarabo se sentía acorralado. Y, en la noche del 19 de julio de 1958, decide tomarse la justicia por su mano y trama el plan macabro.

No hay dos sin tres Sobre las nueve de la noche, Jarabo se encamina directamente al domicilio de Emilio Fernández, uno de los propietarios del negocio, en lugar de al establecimiento del mismo como en un principio habían acordado. Al llegar al número 57 de la calle Lope de Rueda, Jarabo, en un descuido del sereno, logra colarse en el portal sin ser visto. Seguidamente, según explicó a los agentes de policía, el susodicho abre las puertas del ascensor valiéndose de los codos y aprieta el botón del cuarto piso con los nudillos para no dejar huellas dactilares. Llama al timbre y es la criada, Paulina, quien lo recibe. De acuerdo con lo relatado por el fiscal, esta lo acompaña hasta el salón comedor, donde le pide que esperase unos segundos hasta que el señor pudiese atenderlo. Con el dueño ya en la sala, Jarabo le exige, de forma reiterada, que le devolviese tanto la carta como la sortija. El prestamista se niega de nuevo y cliente y tendero mantienen una fuerte discusión que acaba con la petición expresa por parte de Emilio de que Jarabo abandonase inmediatamente la vivienda, puesto que esos temas debían resolverse en la tienda y no en el domicilio privado. Observando que el dueño del inmueble se retira sin prestar atención a su marcha, Jarabo vuelve con astucia sobre sus pasos sin llegar a salir de la 87


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José María Jarabo junto a su amada Beryl Martin Jones casa. Aprovechando que su objetivo no se había percatado de su presencia, ya que se encontraba de espaldas, José María le asesta un tiro en la nuca. La criada, asustada al oír el disparo, acude al cuarto de baño, lugar en el que se encontraban los dos hombres. Esta empieza a gritar pidiendo auxilio y Jarabo, con la idea de no dejar testigos, la acorrala en la cocina y, valiéndose de un cuchillo, le propina una puñalada en el pecho. Le causa la muerte instantánea. Sangre fría Sin perder un solo segundo, se lava las manos, se endosa unos guantes de goma que había en la cocina y se dispone a rebuscar por toda la vivienda tanto la joya como el comprometedor escrito. Sin embargo, con lo que Jarabo no contaba era con un cuarto inquilino en la escena. Se trataba de Amparo, la esposa del difunto. Cuando esta entra en el piso, se extrañóaal ver a un desconocido en lugar de a su marido. Entonces, José María se hace pasar por inspector de Hacienda y excusa la ausencia tanto de Emilio como de la criada alegando que habían tenido que acudir rápidamente a la tienda. Tirando de su particular labia, intenta 88

Carta en la que la dama británica expresa sus sentimientos hacia Jarabo


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convencer a la señora que no había de qué alarmarse. Sin éxito en sus explicaciones, la mujer percibe unas pequeñas manchas de sangre en la camisa de Jarabo y trata de huir, sin fortuna. Jarabo logra retenerla y la conduce al dormitorio. En un instante en el que Amparo se gira, este la dispara de igual modo que hizo con su marido minutos antes. Desde hacía un par de meses, el matrimonio estaba esperando su primer hijo. Cuarto crimen En menos de media hora se había cobrado la vida de tres personas. Con la suficiente sangre fría, Jarabo se dispone nuevamente a buscar la carta y la joya por todo el inmueble. Utiliza guantes y limpia los objetos en los que podía haber dejado huellas. No da con lo que buscaba. Tan solo halla la llave de la tienda. Se cambia la camisa ensangrentada, prepara la escena para que pareciese que se había producido una fuerte discusión tras una noche de juerga y coloca los cadáveres de las víctimas de tal forma que dieran la impresión de un crimen de índole sexual. Sin remordimiento alguno, pasa allí la noche durmiendo al estar la puerta del portal cerrada. Al día siguiente hace como si nada y abandona la casa temprano por la mañana. No obstante, su plan aún no había terminado. A primera hora del lunes 21 de julio, antes de que los comercios abriesen las puertas, Jarabo se cuela en Jusfer, establecimiento situado en el número 19 de la calle Alcalde Sainz

de Baranda. Entra por la trastienda, usando las llaves que le había quitado a Emilio. Una vez dentro, reanuda la búsqueda de la sortija y la misiva, sin encontrar nada. Al rato, aparece por la puerta Félix López, el otro propietario del local. Tras un breve forcejeo, el prestamista recibie dos tiros en la nuca. Sin dilaciones, continúa registrando la estancia, sin suerte.

"No quise matar, pero no me quedó más remedio"

Error de principiante Dándose por vencido, se apodera de algunos artilugios que estaban allí empeñados y los mete en un maletín. Toma el dinero en efectivo que la víctima llevaba encima y, como su traje estaba manchado de sangre, coge uno limpio de los que había en el local. Sale apresurado del escenario del crimen y se dirige a su tintorería de confianza, Julcán, en el número 49 de la calle Orense, donde se inventa una brutal pelea para justificar la magnitud de sangre del atuendo. Ordena a los dependientes que se lo tengan listo pronto, apelando que era uno de sus favoritos, y que al día siguiente por la mañana iría a recogerlo. También les pide que le guarden el maletín en el que había introducido los objetos robados. Tras esto, prosi-

gue con su vida habitual como si nada hubiera sucedido. Detención y confesión A mediodía del día siguiente, martes 22 de julio, Jarabo se acerca nuevamente a la tintorería donde había dejado el traje. Próximos al establecimiento, permanecen camuflados los agentes de policía, comandados por el inspector Sebastián Fernández Rivas. En cuanto José María hace acto de presencia, le dan el alto. Consciente de que no hay nada que hacer, Jarabo no opone la más mínima resistencia y acepta la derrota con hidalguía, tal y como debía actuar todo “caballero español” que se preciase, según él. Ya en comisaría, en la Dirección General de Seguridad de la Puerta del Sol, el sospechoso niega los hechos en un primer momento con una entereza pavorosa y asegura que hacía varias semanas que no tenía noticias de las víctimas. Tras un interrogatorio inicial no muy fructífero, Jarabo se declara culpable y decide confesar, no sin antes poner tres condiciones: que facilitasen comida del restaurante Lhardy para todos los presentes, una botella de coñac francés y una inyección de morfina. Una vez satisfechos sus deseos, se dispone a contar, detalle a detalle, la consecución de los hechos. “Les pedí la sortija de todas las maneras posibles, pero siempre me daban largas. Ante la llegada de una nueva carta de la inglesa, en que me metía prisa, decidí ir de nuevo a por ellos dispuesto a 89


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LAS DIFICULTADES EN LA INDAGACIÓN

Cuatro muertes y ninguna pista. Tan solo la certeza de que el asesino había sido la misma persona

SIN TESTIGOS

Con una corrida nocturna en Las Ventas, verbena con fuegos artificiales en el barrio Buenavista y concierto de la banda municipal en El Retiro, resultaba complicado que algún vecino o transeúnte de la calle Lope de Rueda escuchase los disparos.

SIN HUELLAS

El autor de los crímenes no había dejado rastro. Todas las huellas habían sido borradas y la brigada no tenía de dónde tirar. Debido a la naturaleza de los hechos, se presuponía que el asesino se trataba de un cliente descontento y muy probablemente varón.

todo”, declaraba a la Policía. Manifestaba lamentar profundamente la pérdida de las dos mujeres, no así la de los dos varones que, de acuerdo con su testimonio, lo habían chantajeado. “No sé si soy un psicópata o no. Ni me importa. Lo único que sé es que soy el autor de cuatro muertes: dos quizás más justificadas, aunque, en

En su regreso a Madrid tras su paso por el continente americano, José María Jarabo utilizó varias identidades falsas para sus trapicheos. Jaime Mendoza, Martín Valmasera, o simplemente señor Morris, fueron algunos de los pseudónimos que utilizó.

realidad, ninguna puede serlo. Yo no quise matar, pero no me quedó más remedio”, sentenciaba también. Investigación Una vez hallado el cuerpo de Félix López, las primeras sospechas se tornan hacia su socio, Emilio Fernández, que no daba señales de vida. La brigada de

Jusfer, la tienda que se convirtió en uno de los escenarios del crimen 90

NOMBRES FALSOS

RAPIDEZ POLICIAL

La llamada de los propietarios de la tintorería Julcán fue clave. Igual que la actuación policial. Un crimen complejo que se resolvión en cuestión de horas y que pasó a ser una de las más rápidas investigaciones jamás realizadas en la historia criminal española.

investigación criminal acude al domicilio de este en busca de respuestas. Mediante orden judicial, puesto que nadie abría la puerta, el cerrajero del edificio les facilita el acceso. Dentro se encuentran los otros tres cuerpos sin vida. Desde el primer momento en que se abre la investigación, se presupone un nexo de unión entre todas las víctimas.

Julcán, la tintoría a la que Jarabo llevó a limpiar su traje manchado de sangre.


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Recorte de prensa del día en el que se hizo pública su condena Ninguno de ellos muestra signo de lucha, por lo que parecía evidente que todas las víctimas habían sido sorprendidas. Tampoco se enccuentran huellas por ninguna parte. Desconocido el motivo de semejante barbarie, se antoja lógico que no podía tratarse de un simple robo. Se apunta entonces a un posible ajuste de cuentas, ya que el negocio de los prestamistas no estaba del todo en regla. Pero ir cliente por cliente era dar palos de ciego: supondría una labor larga y costosa. Las autoridades prefieren que, para evitar expandir la curiosidad ciudadana y la alarma social, el caso se solucione cuanto antes. De capitanear el operativo se encargaba Sebastián Fernández, inspector jefe, y los comisarios José Hurtado y Antonio Viqueira. Este último es quien deduce, tras ver las escenas del crimen, que ante tan cantidad de sangre derramada el asesino tuvo que mancharse el traje. Inmediatamente, ordenan una batida por todas las tintorerías de la ciudad. De uno de los propietarios de

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una de ellas, reciben una llamada telefónica, comunicando que un cliente habitual les había encargado la limpieza de un atuendo que podría ser el que buscaban, además de un maletín. Este sería posteriormente registrado y, en su interior, se encontraría un arma de fuego que coincidía con el arma utilizada en tres de las cuatro muertes. Juicio y ejecución El jueves 29 de enero de 1959, se inició en el Audiencia Provincial de Madrid el juicio contra José María Jarabo ante una gran expectación. Durante las cinco jornadas que duró la vista, el acusado estrenó indumentaria cada día. “Una ocasión como ésta bien merece estrenar un traje”, comentó el reo, para el que se pidieron cuatro penas de muerte. Las mismas que finalmente le pusieron como condena. De nada le valieron las amistades ni el hecho de que su tío fuera miembro de la judicatura. Franco no titubeó y, con la idea de dar cierta ejemplaridad al asunto, dio el visto bueno a la eje-

cución. Las muertes de la criada y de la esposa de Emilio fueron las que lo condenaron a garrote vil. Alardeando de su españolidad, mantuvo la serenidad en los instantes previos a su ejecución. Como no podía ser de otro modo, asistió al tablado impecablemente ataviado, impávido y con ciertos aires altivos. Por si fuera poco, tuvo el lujoso honor de ser el último condenado a muerte en garrote vil por la justicia ordinaria. El 4 de julio de 1959, Antonio López Sierra fue quien puso fin a treinta y seis años de holganza y desenfreno. “Era un jabato alto, de 105 kilos. No paró de beber whisky y fumar en toda la noche y no se quitó en ningún momento la corbata. Llevaba una colonia que debía de valer un dineral. A las cinco oyó misa y comulgó. Y se puso los dientes de oro y todo sabiendo que iba a morir” son las declaraciones del verdugo que aparecen recogidas en el libro Los verdugos españoles del escritor Daniel Sueiro.

EL PERFIL | JOSÉ MARÍA JARABO

Clasificación: Asesino itinerante Características: Para recuperar una carta y un anillo empeñado Número de víctimas: 4 Periodo de actividad: 19 / 21 de julio de 1958 Fecha de nacimiento: 28 de abril de 1923 Fecha de detención: 22 de julio de 1958 Perfil de las víctimas: Paulina Ramos Serrano, 26 / Amparo Alonso Bravo, 30 / Emilio Fernández Díaz, 45 / Félix López Robledo, 42 Método de matar: Arma blanca - Arma de fuego Localización: Madrid, España Estado: Ejecutado en el garrote vil el 4 de julio de 1959

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El crimen de la encajera

Un crimen resuelve otro crimen Dos pastores encuentran un cadáver degollado. El misterio precipita un aluvión de anónimos que abruman al teniente Osorio. Un tremendo error policial y judicial. Los verdaderos asesinos fueron capturados en el transcurso de la investigación de otro horrible crimen María Majano

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odo comenzó a primera hora de la mañana de un domingo. Era 13 de marzo de 1932, en un día que amaneció despejado dos pastores del barrio de Campamento del pueblo de Carabanchel, Eutiquiano y Benito Martín, llevaban sus rebaños a los rediles cuando, al pasar por la llamada Vereda del Soldado, encontraron un cuerpo tapado con una toquilla en una zanja. Al descubrirlo se encontraron con el cadáver de una mujer con el cuello cortado. Los ropajes que llevaba la identificaban sin ninguna duda como una aldeana de la provincia de Toledo -lagartera- de las que era costumbre ir a Madrid para vender encajes y bordados artesanales. Estas mujeres usaban faldas, medias de colores, corpiños y grandes pañuelos en la cabeza, lo que suponía un modo de vestir con el que se las reconocía fácilmente. Los pastores inmediatamente se lo comunicaron a la Guardia Civil, que se personó inmediatamente, avisando al juez correspondiente, el de Getafe en este caso. Las primeras indagaciones establecieron que la mujer muerta era Luciana Rodríguez Narros, una aldeana que -efectivamente- había llegado a la capital para vender su trabajo y el de sus hermanas. Era una mujer viuda que rondaba los cincuenta años, con seis hijos y vecina de Herreruela de Oropesa, en la provincia de Toledo, a 165 km de Madrid. El primer dato que llamó la atención de los investigadores fue que, aunque Luciana tenía familia en Madrid, había preferido alojarse en una posada de la Cava Baja, de la que salió a realizar sus obligaciones el día anterior sin que se volviera a saber nada de ella hasta ser encontrada degollada. El teniente Miguel Osorio, de la Benemérita, fue designado encargado de la investigación, en la que realizó todo tipo de comprobaciones, interrogatorios y registros, logrando reunir abundante información. Luciana aprovechaba sus viajes a Madrid para visitar a su hijo, soldado de Artillería, internado en el hospital militar de Carabanchel, con quien se encontraba en la Plaza Mayor, pero en esta ocasión el hijo no sabía 92

Julian Ramirez y Leandro Iniesta nada de su madre. Por otra parte, los trabajos que vendía Luciana alcanzaban precios que rondaban las quinientas pesetas cada uno, lo que significaba una cantidad apreciable de dinero en aquel tiempo. Otro dato inquietante recogido en las investigaciones fue que, examinando minuciosamente el cadáver, se comprobó que presentaba dos heridas en la parte izquierda del cuello, que rompieron la yugular y que habían sido inferidas por un objeto cortante probablemente de pequeñas dimensiones. La última de estas informaciones reunidas por el teniente Osorio fueron las relaciones con sus familiares de la capital, que eran escasas y tirantes. Con todos estos datos, el teniente trató de dar satisfacción a cuantos exigían una rápida solución al misterio, pero no era fácil. Las investigaciones podían avanzar paso a paso, al margen de la ansiedad creada. Falsos culpables El teniente estableció que, una vez caído en el suelo, el cuerpo de la mujer había sido registrado hasta despojarlo de toda clase de objetos de valor. En la zona en la que fue

asesinada, un despoblado de tierra húmeda, se apreciaron hasta tres tipos de huellas. Unas correspondían a las alpargatas que llevaba puestas la víctima, otras eran de una bota larga y las últimas, por su pequeño tamaño, podían pertenecer a una mujer. Por lo tanto, las personas que habían dado muerte a la encajera eran dos. El teniente avanzaba en sus investigaciones, pero la necesaria lentitud de sus averiguaciones precipitaba la inquietud ciudadana que mostraba su interés en un verdadero aluvión de anónimos con toda clase de confidencias, que llegaron a abrumar al investigador. El teniente Osorio se vio obligado a realizar unas manifestaciones públicas para evitar que le siguieran mandando cartas y comunicaciones anónimas con supuestas informaciones sobre el crimen que se había convertido en una intriga popular. El tamaño de la popularidad alcanzada en su tiempo por este suceso obligó a participar en las investigaciones a la Brigada Criminal, que practicó gestiones paralelas a las que llevaba el teniente Osorio. Las fuerzas policiales efectuaron numerosas detenciones de sospechosos, rea-


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lizaron pesquisas entre las personas de su círculo más íntimo, se desplazaron al pueblo de la mujer asesinada y recorrieron Madrid descartando posibilidades hasta que las sospechas se centraron en los dos primos de Luciana con los que esta no se llevaba bien. Se trataba de Leoncio Alia y su hermana Bienvenida. Sometidos a repetidos interrogatorios, incurrieron en numerosas contradicciones que hicieron pensar que estaban implicados en el asesinato. Los indicios circunstanciales contra ellos fueron de tanto peso que el juez de Getafe ordenó su encarcelamiento. Durante los cinco meses siguientes, lo que acabaría demostrándose como un tremendo error judicial y policial, permanecería inamovible. No fue hasta el 5 de agosto cuando se comenzó a resolver todo. A las nueve de la mañana de ese mismo día, dos individuos llamaron a la puerta de una modesta vivienda, situada en el número 5 del Arroyo de las Pavas, en Carabanchel. Les abrieron inmediatamente y pasaron al interior. Habían pasado apenas unos minutos cuando se empezaron a escuchar ruidos de lucha y gritos de auxilio. Un vecino alarmado por el estruendo dio el aviso a la Guardia Civil, que llegó a tiempo para sorprender a Julián Ramírez Expósito, de veintisiete años, que acababa de asesinar a un hombre que yacía a sus pies. Había sangre por todas partes. El asesino todavía empuñaba el hacha con el que había cometido el crimen. Los guardias también encontraron a su cómplice, Leandro Iniesta González, de veinte años, que se había escondido cobardemente debajo de la cama. El hombre al que acababan de matar fue identificado como Mariano Megino, de cuarenta y dos años, natural de Cubilos, Guadalajara. Megino era dueño de una taberna de mala nota situada en la madrileña calle Bastero y se dedicaba a turbios negocios de poca monta, lo que a veces disfrazaba con compra de chatarra. Era muy conocido en el barrio de la Fuentecilla ya que solía hacer ostentación de dinero y joyas que llevaba siempre encima. Según la reconstrucción policial, la mañana de su muerte había sido acompañado hasta la vivienda del Arroyo de las Pavas por Leandro con la excusa de venderle una camioneta para atraerle hasta aquel lugar donde tenían planeado robarle y matarle. Una vez en la casa donde fueron capturados los detenidos, mientras Megino trataba con Julián la compra de la inexistente camioneta, aprovechando que estaba distraído inmerso en el regateo, este le hizo de repente dos cortes debajo de la barbilla con una navaja barbera muy afilada. La víctima,

Madrid 8/8/1932 - La Guardia Civil junto a varios operarios registra el domicilio de Julián Ramírez Expósito que no resultó herida de gravedad, se lanzó sobre su agresor a la vez que pedía socorro, produciéndose el alboroto que alertó a los vecinos. Al ver la imposibilidad de su compinche para hacerse con la situación, intervino Leandro sujetando a la víctima, mientras Julián se hacía con el hacha con la que golpeó repetidas veces a Megino hasta dejarlo prácticamente irreconocible. Los policías consiguieron destapar en los interrogatorios posteriores que aquellos dos peligrosos individuos eran también los autores del crimen de la encajera. Cómo se llevó a cabo el crimen El incidente ocurrió de la siguiente manera: El día 11 de marzo, muy temprano, Julián Ramírez forjó amistad con una mujer cuando estaba en un banco del paseo del Prado aguardando la llegada de Leandro. Luciana, que estaba sentada a su lado, se quejó de lo mal que estaban las cosas y lo difícil que resultaba vender su género. Según dijo, acababa de salir del Palacio de Buenavista, sede del Ministerio de Guerra, y apenas había reunido mil pesetas por todo lo que había vendido cuando siempre ganaba mucho más. Entonces Julián aprovecho para decirle que conocí a una tal “Blasa”, persona de buena posición, a la que seguramente podía hacer buenas ventas con motivo de la boda de su hija. Luciana le ofreció una comisión sobre lo que lograran vender y quedaron al día siguiente en Puerta Cerrada para intentarlo. Julián, cuando se encontró con Leadro, le contó sus conversaciones con la encajera, coincidiendo en que este venía muy disgustado por no haber conseguido dinero de una mujer a la que explotaba, por lo que

propuso acudir a la cita con la vendedora de encajes para robarle. El 12 de marzo, los dos compinches se subieron a un taxi en la calle Toledo con el que pasaron a recoger a Luciana que se había creído el cuento y esperaba muy confiada, ni siquiera se sorprendió al verles llegar juntos. Los tres se dirigieron hacia unas seas confusas que facilitó Julián al taxista para ir de camino a la Colonia de los Ferroviarios, aunque terminaron en un descampado de la llamada Colonia de la Paz, donde abandonaron el coche y los tres siguieron caminando a pie campo a través. El propósito de los delincuentes, que decían conocer bien el camino, era que llegara la noche para acometer su plan. Cuando oscureció, Leandro arrebató el paquete de encajes a la mujer, mientras Julián le echaba el abrigo por la cabeza para impedirle gritar, buscándole el cuello que hirió con un pequeño estilete. Rápidamente le quitaron la cartera que llevaba oculta en la que solo tenía ciento quince pesetas, así como otros objetos de valor. La víctima se movió en el suelo y Julián volvió tras sus pasos y le asestó un nuevo corte, esta vez mortal. Luego huyeron hacia el paso de Extremadura donde tomaron un taxi para volver a Madrid. Más adelante, decidieron deshacerse del envoltorio de encajes enterrándolo en la Casa de Campo, donde sería recuperado por un perro policía finalmente. La policía trabajó también en la comprobación de la implicación de Julián y Leandro en otros crímenes que se habían cometido últimamente en los alrededores de Carabanchel, como fueron la muerte del chófer Pedro Gordo y del comunista Arce. Esas sospechas no llegaron a más. 93


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El triple crimen de Macastre 25 años después, sigue considerado como caso no resuelto, y pasado a la historia de crímenes en España Marina Cascón Eusebio

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l 14 de enero de 1989, tan solo cuatro años antes de que aparecieran los cadáveres de las niñas de Alcasser, tiene lugar en Macastre, un municipio perteneciente también a la Comunidad Valenciana, y situado entre el rio Buñol y rio Magro, uno de los crímenes más macabros y con más incógnitas, que se han producido en España. Es la historia de tres niños de 14 y 15 años ; Francisco Valeriano Flores Sánchez, su novia Rosario Gayete Muedra, y Pilar Ruiz Barriga, pertenecientes a Benimadet. Deciden un día acampar en el monte de Catadau a 30 km de sus domicilios, y de los que no se vuelve a saber nada hasta pocos días después, tras encontrar el cuerpo de uno de ellos. Puestos en contexto cabe destacar la época en la que ocurrió este hecho, y es que las drogas están en pleno auge, y los adolescentes desde muy temprana edad, comienzan a consumirlas, algo que se tuvo en todo momento presente desde el inicio de la investigación. Francisco Valeriano, era considerado un joven, simpático y busca vidas, que debido a delitos menores, acabó ingresando en un reformatorio de la zona, del cual le concedieron permiso para su excursión. Por otro lado, Rosario, la novia de Valeriano, era vista como niña perfecta

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y responsable pero perturbada por la influencia de Valeriano, hecho que le hizo discutir con su padre justo antes de partir hacia Catadau. Por último Pilar, una amiga de la pareja de la cual no se sabe nada más, ya que a pesar de saber que se fue con ellos de acampada, su familia no reconoce con certeza el cuerpo encontrado. Reconstrucción de los hechos: Francisco sobre las 14:00 del mediodía sale del reformatorio y recoge a Rosario y Pilar, que le estaban esperando, para coger ropa, algo de comida, y dirigirse a la acampada. Se dirigieron de Valencia a Catadau en autobús, algo que se confirma, tras encontrar días después el billete, en el pantalón de Valeriano. Es a partir de este momento, cuando se pierde la pista de los tres niños, ya que nunca regresaron a sus hogares. Cinco días después, un ganadero que tenía una masía por la zona de Macastre, en el Monte de Cuerna, y por tanto a 30 km de Catadau, donde guardaba utensilios para sus labores diarias y por la que solía acercarse dos veces por semana, encuentra algo raro nada más entrar, y es que la puerta estaba sin candado. Pensando en un simple robo, o más bien en una gamberrada de los adolescentes de la zona, creyó que no sería nada importante, hasta que se encuentra

el cadáver de Rosario, tumbado sobre la cama, perfectamente vestida aunque con la cremallera del pantalón desabrochada y sin ningún indicio de violencia. Tras la autopsia, comprueban que Rosario podría haber muerto por un paro cardiaco, provocado por un alto consumo de drogas, que había producido la asfixia de la misma, también hay quien piensa que tras comprobar la mancha verde encontrada en su cuerpo en el cuello y pecho, debido a la putrefacción del cadáver, muestran que podría haber muerto por sumersión, es decir ahogada, ya que lo normal habría sido encontrar las manchas por la fosa ilíaca derecha, pero no se sacaron conclusiones claras al respecto. Al investigar los alrededores de la masía, no sólo encuentran la tienda de campaña que Francisco montaría sino huellas de 4 personas ajenas a los niños, ya que por las tallas de los zapatos, no corresponden a ellos. Tampoco encuentran rastro de vehículos, por lo que los investigadores creen que las personas que cometieron el crimen, aparcaron a cierta distancia y llegaron andando. Tras días rastreando la zona y los alrededores sus, intento de encontrar a los otros dos jóvenes son fallidos. 9 días después, el 27 de enero, y todavía en curso la investigación del caso, apareció una mano, sobre un banco en


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una marquesina de la parada de autobús de la Calle Gran Vía Fernando el Católico en Valencia, aparentemente de una mujer. Al día siguiente, 28 de enero una mujer que buscaba sitio para aparcar su coche por la Calle Alcasser de Valencia, encontró un pie en un contenedor de basura. Ambos hallazgos se relacionaron rápidamente con el cuerpo de Pilar. El 8 de abril, 79 días después de encontrar el cuerpo de Rosario, unos agricultores que buscaban espárragos, encuentran tras unos matorrales a tan sólo 400 metros de la caseta donde encontraron muerta a Rosario, el cuerpo sin vida de Francisco, en avanzado estado de descomposición Junto a este un pico oxidado, con pelos rojos, que se creyeron que eran de origen animal, pero que nunca se llegaron a investigar. En el bolsillo de su pantalón, el billete de autobús a Catadau, mencionado anteriormente. 95


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El Crimiólogo Félix Ríos y un técnico de Valencia Tampoco había signos de violencia, ni veneno encontrado en la autopsia. Nunca se supo la causa de su muerte. El 26 de mayo, unos niños que jugaban por el río Magro cerca de Turis, y a 9 km de la caseta, encontraron el cadáver de Pilar. Al que le faltaba el pie izquierdo y mano derecha, y que la policía afirmó que se los habían cortado antes de morir y con una sierra mecánica.Presentaba signos de violencia y tenía la cara desfigurada. Por el estado en el que se encontraba no pudo llegar por su propia voluntad al lugar, por lo que alguien la tuvo que llevar. A pesar de comprobar su ADN, y afirmar la policía que se trataba de Pilar, su hermana Felisa no lo reconoce, y dice que es una completa desconocida para ella y que su hermana aún no ha aparecido. Veintiocho años más tarde, podemos decir que sigue sin haber siquiera 96

¿Por qué se fueron los niños, de Catadau a Macastre? ¿Cómo fueron si hay una distancia de 30 km? ¿andando?, Si el cuerpo de Francisco estaba a tan sólo 400 metros de la caseta de donde encontraron a Rosario; ¿Por qué tardaron 79 días en encontrarlo si se supone que estaban peinando la zona de arriba abajo? ¿Por qué no hay autopsias claras de ninguna de las muertes?

un sospechoso, una simple explicación para todas las incógnitas, unas autopsias cerradas, o simplemente algo que aclare las millones de preguntas que siguen en el aire. Un equipo forense intenta reabrir la investigación En Diciembre de 2013, el proyecto Nacional Prometeo, para la revisión de crímenes sin resolver, realizó una parada en Valencia, para dar otra vuelta a la investigación del crimen, que hasta entonces había pasado al olvido. Fue el criminólogo Félix Ríos el encargado de liderar la investigación, ayudándose de un georradar y la supervisión de técnicos de Valencia. En su equipo incorporó también a dos alumnas de criminología de la universidad Jaume I de Castellón. Su principal objetivo se centró en desvelar todos aquellos “claroscuros”,


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que habían conmocionado a la localidad valenciana, y más aún establecer un diagnóstico diferencial con el caso Alcasser, es decir, descartar cualquier tipo de posibilidad que vinculara ambos crímenes. Años atrás cuando encontraron los cuerpos de los jóvenes, hubo varias hipótesis que relacionaron rápidamente las muertes con un accidente producido por el consumo de sustancias tóxicas. Algo que no resultaba del todo descabellado, al saber que estos tres menores frecuentaban un barrio bastante conflictivo, Burjassot, en el que se sabe que inhalaban benzol, una droga considerada para pobres en el momento. Pero fue el cuerpo de Pilar lo que desmontó toda hipótesis e hizo automáticamente pensar en un asesino. Ríos por lo tanto, 24 años después se puso manos a la obra, y consciente de que no se podía abrir el caso para la práctica de diligencias tendentes a localizar un responsable penal, tras haberse cumplido un plazo de 20 años, no pidió más que una justicia social para las familias. A día de hoy, y a pesar del intento del criminólogo, no se ha desvelado pista alguna que ayude a dar luz a este caso. El caso en los medios de comunicación A pesar de ser un hecho tan extraño y extraordinario, no fue tampoco muy sonado en los medios,y eso que casi 4 años después ocurrió otro crimen en Valencia, el de las niñas de Alcácer, del cual se hizo una investigación a fondo y por supuesto fué retransmitido en todos los medios. El caso de estas tres niñas, Miriam, Toñi y Desireé se convirtió en el suceso más mediático de la historia, pasando a ser incluso un asunto de estado. Hizo partícipe de algún modo a toda la sociedad española, incluyendo a políticos y estrellas de los medios de comunicación. Hasta cambió la forma de entender el periodismo de sucesos. Con el Crimen de Alcàsser nació, para muchos, el concepto de telebasura.La audiencia acabó conviertiendo esta atrocidad en un reality show, en el que se llegaron a publicar imágenes de las autopsias a todo color, e incluso hacer un programa presentado por Nieves Álvarez en el que estban presentes las familias, y se les enseñaban las imágenes. Este hecho provocó que el poder judicial redactara una serie de reco-

mendaciones, que no normas, para tratar sucesos de este tipo, y que no se volvieran a cometer ciertas aberraciones de este tipo por respeto a las familias. A pesar de la similitud entre ambos casos, por ocurrir en zonas cercanas, tratarse de 3 niños, y fechas parecidas por no decir iguales en la aparición de los cuerpos, Hay quien dice que es por los años que los separa el que un crimen sea más expuesto y a la vez investigado que el otro. Ya que en este tiempo surgen las televisiones privadas, batallas por las audiencias y programas de sucesos. Es cierto que por el auge de la televisión, los policías sienten una mayor presión social, y se especializan y organizan cada vez más para resolver el crimen, pero el caso de Macastre y los tres niños de Benimadet, fue pasando poco a poco al olvido, centrándose toda investigación en las otras tres niñas de Valencia. Hay quien dice que por pertenecer a un barrio humilde, y no tener un alto poder adquisitivo con el que las familias pudieran llevar a cabo investigaciones, o quizá porque al gobierno no le interesaba,;ni tan siquiera al presidente de la localidad que, las familias afirman que mostró un claro desinterés con el caso, pero lo que algo tienen claro, es que no pudieron reclamar nuevas o mejores autopsias, nuevas pruebas de ADN, o simplemente seguir con la investigación, porque a nadie ya le interesaba. Era más fácil culpar el consumo de plantas alucinógenas o consumo de drogas a pesar de que no se detectó rastro de estupefacientes en los organismos de ninguno ¿Porqué un crimen si y otro no? ¿Porqué hay mas interés en uno que en otro? ¿Que tendría que haber pasado para que se le diera más importancia de la que tuvo? Veintiocho años después ha pasado a ser un crimen archivado, y pasado al olvido por casi todos, pero no para esas familias, que esperarán noticias todas sus vidas., y por supuesto que alguien de forma desinteresada les vuelva a ayudar a reabrir el caso, no para buscar justicia, sino para que puedan descansar con esta búsqueda interminable. Lo que queda claro es que faltó presión tanto social como mediática.

ESQUEMA DE LA INVESTIGACIÓN

Distancia Montes de Catadau-Macastre

Caseta en el Monte de Catadau 19 enero 1989 -Cadáver de Rosario

400 m de distancia desde la caseta 8 abril 1989- Cadáver de Francisco

Río Magro, cercano a Turis 26 mayo 1989- Cadáver de Pilar

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Asesinatos y psicosis

Romasanta, el hombre Manuel Blanco Romasanta es el primer caso de licantropía clínica Marta García Sanz

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anuel Blanco Romasanta nació en Aldea de Regueiro, Oviedo en 1809 y, aunque no se conoce con certeza el año ni el lugar, se cree que murió en 1854 en una de las celdas de la prisión de Allariz. Sobre ello tres son las hipótesis que aún se barajan, la primera, que asegura que Romasanta pasó sus últimos días cumpliendo condena, es la que ha llegado con mayor fuerza hasta nuestros días; sin embargo, una segunda sitúa su muerte en el castillo de San Antón de La Coruña y la última y tercera de estas – la cual vio la luz en 2011 en las Jornadas “Manuel Blanco Romasanta” celebradas en Allariz por los investigadores Castor y Félix Castro Vicente- cierra sus días en 1863 en la cárcel de Ceuta a consecuencia de un cáncer de estómago. El caso Romasanta es uno de los más impactantes de nuestro país y uno de los que más transcendencia han tenido a lo largo de los años. Tanto es así que algunos medios lo clasifican entre los diez asesinos más despiadados de la historia criminal española como es el caso de Que.es. Ello se debe tanto a la obviedad de su carácter sanguinolento y agresivo a la hora de acabar con sus víctimas como por el halo de misterio que rodeaba al sujeto. Y es que el llamado “hombre lobo de Allariz” es el único caso español diagnosticado de licantropía clínica El despiadado historial de Romasanta que cuenta con trece asesinatos – en su mayoría mujeres y niños- comienza tras la muerte de su mujer. En un primer momento los casos se concentraron en Esgos y posteriormente por todo Galicia, y es que su profesión, vendedor ambulante, le permitió dejar un amplio rastro criminal por el norte de la península a su paso por pueblo como Redondela y Argostios. ...o la mujer? El pseudo-hermafroditismo o síndrome de Klinefelter es una alteración genética que se desarrolla por la sepa98

Caricatura de Manuel Blanco Romasanta ración incorrecta de los cromosomas homólogos. Tiene rasgos característicos como vello pubiano disminuido, mayor acumulación de grasa subcutánea, trastornos emocionales, ansiedad, depresión… A su nacimiento Romasanta fue inscrito en la partida en 1809 como Manuela, aunque un registro parroquial ocho años más tarde confirmó que se había tratado de una confusión y que el nombre correcto era Manuel. Sin embargo, una de las posibilidades que se baraja es la de la duda que los padres del asesino tuvieron sobre el sexo de su hijo. “El hombre lobo de Allariz” era un ser dulce, entrañable y social, especialmente con las mujeres. A penas alcanzaba el metro cuarenta de estatura y tenía “cara de bueno”, según describió Frnando Serrulla, responsable de la Unidad de Antropología Forense

del Instituto de Medicina Legal de Galicia, en las jornadas que se celebran cada año con motivo de este caso. Fernando Serrulla afirma que el gallego padecía pseudohermafroditismo femenino, una forma de estado intersexual que viaja en los genes de padre a hijos y que tan solo “se manifiesta en uno de cada 10.000 o 15.000 nacidos”. Serrulla defiende que Blanco Romasanta era en realidad Manuela, tenía sexo de mujer a pesar de parecer un hombre a simple vista – el cuerpo de las personas con pseudohermafroditismo segrega una cantidad desmesurada de las hormonas del sexo opuesto dando lugar a dudas que en ocasiones se resuelven con una inspección previa al registro del recién nacido en la partida- “Estas personas, debido a los andrógenos, pueden presentar episodios de fuerte agresividad” explica el experto;


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Manuel Blanco Romasanta algo que podría explicar el contraste de la imagen encantadora que presentaba Romasanta con sus vecinos y los atroces asesinatos que cometió. Licantropía clínica La licantropía es una de las mitologías que han dado lugar a más leyendas e historias desde la época de la Grecia Clásica, pasando por autores romanos de la talla de Ovidio, Virgilio o Plenio el Viejo y el pueblo bizantino hasta llegar a nuestros días. Sin embargo, lo que antes se concebía como una -- producto de las creencias de la época, ha pasado a estudiarse en el campo de la neurociecia. Según los escasos estudios que se han llevado a cabo, la “licantropía clínica” es un síndrome psiquiátrico raro que incluye la creencia del paciente en que se transforma, o lo ha hecho en algún momento, en un animal. Generalmente la forma que adoptan los pacientes suele ser la de perro o lobo, aunque esta es probable que cambie dependiendo de la relación del sujeto con el animal en concreto. La licantropía clínica es la forma más conocida de teriantropía, es decir, la creencia de transformarse de humano en animal. Se relaciona mayoritariamente con un episodio psicótico frecuentemente causado por un trastorno mental como la esquizofrenia, un trastorno bipolar o una depresión. Jose Ramón Alonso Peña, doctorado por la Universidad de Salamanca y especialista en investigaciones sobre la plasticidad neuronal

– capacidad del cerebro para responder de forma flexible ante daños producidos por lesiones, drogas, trastornos del desarrollo prematuro o enfermedades neurodegenerativas – da información sobre este “trastorno”. En la entrada de su blog “El cerebro de un hombre lobo” doctor Alonso Peña se hace eco de un estudio con neuroimagen en el que se ha puesto de manifiesto el cambio en las áreas cerebrales que representan la forma del cuerpo en dos personas diagnosticadas con licantropía clínica. Ambas presentaban en su cerebro un patrón de actividad anormal cuando sentían que se estaban convirtiendo en animales, por lo que el estudio científico sugiere que cuando ambos sujetos decían estar transformándose, realmente estaban sintiéndolo debido a la información que procesaba su cerebro. Los criterios para el diagnóstico de este fenómeno psicopatológico fueron desarrollados por el experto en neurolo-

gía P.E. Keck en el año 1988 debiendo existir una de las dos variables: El individuo expresa durante intervalos de lucidez ser un animal determinado o bien este se ha comportado de un modo semejante a ello. Dentro de ello se puede distinguir tres tipos de licantropía: En primer lugar el trastorno como ideación delirante, es decir, en el que la persona cree que se transforma en animal, una segunda en la que el sujeto se comporta como tal pero no siente una transformación física – alteración conductual- y por último, una tercera donde la persona afirma que no tiene más remedio que comportarse como un animal – alteración psicopática de la personalidadEn el ensayo de los profesionales de la salud mental Vicente Felipe Donnoli, Mariela Paola Bátiz y Guillermo Federico Rodríguez “Delirio de licantropía: cuerpo e identidad”, los autores describen la licantropía clínica como un delirio de identidad de especie y la diferencian de la hipocondría -Trastorno mental que se caracteriza por una preocupación constante y obsesiva por la propia salud y por una tendencia a exagerar los sufrimientos, que pueden ser reales o imaginariosy los delirios o la influencia externa (la familia, el país... en definitiva, el entorno en el que se cría cada persona) tal y como afirman otros expertos en los campos de la Neurociencia y de la psicología. Más tarde alegó enfermedad en lugar de brujería, aunque mantuvo creer transformarse en lobo, lo cual impidió su condena en un primer momento por falta de pruebas certeras. A pesar de ello, la sentencia final dictó pena de muerte para Romasanta, una sentencia que fu revisada por petición de la propia Isabel II que creía en la posibilidad de que el hombre sufriera verdaderamente un cuadro de licantropía y que hizo que se le indultase y su pena se redujese a la prisión.

DECLARACIÓN ROMASANTA La primera vez que me transformé fue en la montaña de Couso. Me encontré con dos lobos grandes con aspecto feroz. De pronto, me caí al suelo, comencé a sentir convulsiones, me revolqué tres veces sin control y a los pocos segundos yo mismo era un lobo. Estuve cinco días merodeando con los otros dos, hasta que volví a recuperar mi cuerpo. El que usted ve ahora, señor juez. Los otros dos lobos venían conmigo, que yo creía que también eran lobos, se cambiaron a forma humana. Eran dos valencianos. Uno se llamaba Antonio y el otro don Genaro. Y también sufrían una maldición como la mía. Durante mucho tiempo salí como lobo con Antonio y don Genaro. Atacamos y nos comimos a varias personas porque teníamos hambre. Manuel Blanco Romasanta, Causa Nº 177S: Causa contra Hombre Lobo, Juzgados de Allariz (Orense)

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El crimen de los novilleros

Cuando la luna murciana se tiñó de sangre El 1 de diciembre de 1990, tres novilleros de la Escuela Taurina de Albacete fueron asesinados a sangre fría en Cieza Por Marta Mateo Garrido

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ace casi treinta años que la población murciana de Cieza se estremecía por completo. Tres novilleros fueron “cazados” y asesinados con brutalidad tras ser pillados “haciendo la luna”, o lo que es lo mismo, toreando de madrugada a la luz de la misma. ¿Qué pasó aquella noche, que acabó por convertirse en uno de los capítulos más tristes de la historia negra española? Corría la madrugada del 1 de diciembre de 1990 cuando los tres jóvenes pertenecientes a la Escuela Taurina de Albacete, Juan Lorenzo Franco Collado, apodado El Loren, Andrés Panduro Jiménez y Juan Carlos Rumbo Fernández, decidieron coger el coche de El Loren y marchar a la finca de Charco Lentisco, situada en la población murciana de Cieza, para “hacer la luna”. La elección de este lugar no fue casual, ni mucho menos. La finca pertenecía a Manuel Costa, empresario de Molina de Segura (población situada a media hora del lugar de los hechos), el cual había hecho una rápida fortuna con el papel de impresoras, y cuyo principal sueño era convertir Charco Lentisco en una de las grandes ganaderías españolas. Con el fin de convertir este sueño en realidad, había acogido a Juan Lorenzo Franco bajo su protección, convirtiéndose en su apoderado, llegando a pagarle varias corridas en Madrid. Sin embargo, la relación entre El Loren y Costa se había desgastado hasta llegar prácticamente a romperse sin que los motivos fuesen nunca esclarecidos. No obstante, todo indica a que los motivos económicos eran el principal problema, ya que Costa le debía dinero a la familia Franco, como más tarde confesaría Fernando Franco, padre de Juan Lorenzo. Esto contribuyó a que el recelo y las ansias de venganza reinasen entre ambos, convirtiéndose posiblemente en el principal motivo por el que los muchachos eligieron esta finca para su correría nocturna. Los tres jóvenes, provistos de capotes, estoques y muletas, se encontra100

Cuerpos de los tres jóvenes en el paraje donde fueron asesinados ban en plena faena cuando el Toyota de Manuel Costa, que en ese momento iba acompañado de sus empleados José Manuel Yepes, de 19 años, y Pedro Antonio Yepes, de 15, tras cenar en casa del padre de ambos, José Yepes, se acercó al ruedo consciente de la presencia de la luna llena, harto de las incursiones de jóvenes novilleros como los tres asesinados, que perjudicaban gravemente las aspiraciones del ganadero, ya que los toros lidiados antes de la corrida aprendían instintivamente a distinguir la figura del torero y no servían para las corridas. Al poco de acercarse por el camino de acceso a la finca con el Toyota del amo, como era llamado por la familia Yepes, observaron tres figuras humanas rodeadas de las reses, por lo que, por órdenes de Manuel Costa, los Yepes saltaron del coche portando escopetas, una de ellas de la marca Franchi. Los novilleros, asustados, emprendieron la huida a la carrera hacia el coche, seguidos bien de cerca por los Yepes, provistos de armas, y Costa, en una especie de “caza del hombre”. A solo trescientos metros de Charco Lentisco

fueron alcanzados por sus perseguidores. Bajo la amenaza de las armas, los tres muchachos frenaron su huida, ocasión aprovechada por los asesinos para descerrajar un total de nueve tiros. Fue un completo fusilamiento, a sangre fría, y sin miramiento de ningún tipo. Cuando Manuel Costa llegó al lugar del asesinato, solo El Loren continuaba con vida. Y aunque suplicaba por la misma, el ganadero se mantuvo impasible ante los la-mentos del novillero, que suplicaba que nolo matasen por la amistad que un día les había unido. “No me tires, soy el Loren, por Dios, que me matas”. Una vez asesinados, surgió el problema de cómo deshacerse de los cadáveres. Barajaron varias opciones, como la de enterrarlos en cal viva, o buscar el coche en el que los mozos habían llegado a la finca, y prenderle fuego con ellos dentro. Finalmente, sin saber qué hacer, Costa llamó a su abogado de Murcia, que inmediatamente se presentó en el pueblo, y avisó a la Guardia Civil de que se había producido una reyerta en la finca de su cliente, la cual había dejado al menos un muerto.


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Reconstrucción del crimen, con Pedro Antonio Yepes a la cabeza Los tres chicos fueron encontrados en el cruce de caminos donde horas antes habían sido acorralados por Costa, los hermanos Yepes, y ¿un segundo tirador? Asesino sin rostro En un primer momento, nada más aparecer la Guardia Civil, los tres implicados llegaron al acuerdo de que inculparían a Pedro Antonio, ya que al ser menor quedaría exento de cualquier responsabilidad penal. Incluso este inventó una historia que parecía completamente verosímil, relatando la forma en la que había perseguido y asesinado a los novilleros, asumiendo toda la responsabilidad del crimen ante el juez. Sin embargo, y aconsejado por su padre, cambió la versión para pasar a inculpar únicamente a Manuel Costa, acusándole además de asesinar al Loren, ya que, según la versión del menor de los Yepes, este le habría herido, pero al no querer rematarle, Costa le habría arrebatado la escopeta y habría acabado el mismo con la vida del joven. Toda una maraña de datos y versiones que las investigaciones policiales no ayudaron a esclarecer del todo, bien por la inexperiencia de la jueza que asumió el caso, bien por culpa de los propios acusados del crimen. Afortunadamente, se acabó determinando que el asesino de los novilleros había sido José Manuel Yepes, el mayor de los hermanos, con la escopeta Franchi, tras encontrarse las huellas de este en la misma. No obstante, en los cuerpos de las

víctimas se encontraron municiones distintas, una de ellas perteneciente a la escopeta Franchi, y la otra perteneciente a una escopeta cargada con cartuchos de posta, utilizada para la caza de jabalíes, que destrozó por completo la cara de uno de los novilleros. Además, los cuerpos presentaban dos trayectorias diferentes, una descendente perteneciente a los disparos de Juan Manuel Yepes, ya que supuestamente disparó a los muchachos desde lo alto de una colina, y la segunda, de forma horizontal, que no haría más que sustentar la teoría de la presencia de un segundo tirador, situado justo en frente de los novilleros. Esta hipótesis explicaría también que los jóvenes no intentasen escapar teniendo un buen estado de salud y una complexión atlética, ya que con un solo arma podrían haber intentado huir y probablemente alguno se habría salvado, pero al verse amenazados con dos armas diferentes, su espíritu de supervivencia habría quedado completamente anulado. Cuando esta conjetura alcanzó los oídos de la opinión publica todos los ojos se pusieron encima de José Yepes, por razones obvias: era alguien muy cercano al resto de los implicados, sus hijos jamás le habrían delatado, todos los implicados en el crimen habían cenado en su casa esa noche, y, además, aunque los hijos habían asegurado que se quedó durmiendo, la mujer de José Yepes declaró que su marido había cogido el coche para seguir a los demás la noche de autos. Versión

de la que más tarde, casualmente, se retractaría. Tanto para el fiscal como para la acusación particular, la presencia de un segundo tirador era un hecho más que claro, pero al no encontrarse ninguna prueba determinante de la presencia de este asesino sin rostro, como ha pasado a ser llamado, la hipótesis dejó de tener relevancia. Hasta que tres años después del asesinato, en enero de 1994, tres jueces de la Audiencia Provincial de Murcia decidieron reabrir esta línea de investigación, pero sin obtener ningún resultado. Habían pasado ya cuatro años y la investigación había llegado a un punto en el que estaba tan enredada que ni siquiera el nuevo juez encargado de la investigación pudo ya resolverla de una forma clara. Y aunque se intentó que los condenados revelasen la identidad del segundo asesino, incluso llegando a ofrecer beneficios penitenciarios a Costa, ninguno de ellos se atrevió a delatarlo. ¿Tenían miedo de que la confesión les costara la vida? ¿A quién estaban intentado proteger? Añadiendo enigmas al misterio Pocos meses después del asesinato de los aspirantes a torero, en abril de 1991, Jesús Saorín Guillamón, propietario de la escopeta utilizada en el crimen, supuestamente se suicidaba colgándose de un árbol en un paraje de Cieza, poco antes del careo que iba a tener lugar entre él y Costa. ¿Por qué estaba el arma en manos del ganadero? José Yepes y Manuel Costa, 101


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peso de la ley por ser menor de edad. Además, se condenó a los culpables a pagar 25 millones de pesetas a cada uno de las familias de los tres muchachos.

torear. Muchas han sido las hipótesis que se han barajado, desde líos de faldas de alguno de los novilleros con la mujer de Costa, hasta temas de drogas. Sin embargo, nada ha sido demostrado, y el ganadero se llevó el secreto a la tumba. Además, las indemnizaciones que los condenados debían pagar a las familias, 150.000 euros hoy en día a cada una de ellas, no han llegado. La viuda de Manuel Costa, Josefina, fue detenida por alzamiento de bienes al tratar de vender las fincas propiedad de su marido para evitar pagar así dichas cantidades. Y aunque los familiares han recurrido a la Audiencia Nacional para obtener el dinero a través del Estado, las perspectivas de conseguirlo no son nada halagüeñas. 27 años después, el segundo tirador sigue sin aparecer, y aunque lo haga, el crimen prescribió hace 7 años. Jamás recibirá el castigo por el brutal asesinato. Quedan muchas preguntas sin resolver de un crimen que conmocionó a la opinión pública española, y que pasó a formar parte de la crónica negra del país: ¿por qué fueron asesinados de forma tan salvaje? ¿Cuál es la historia oculta que nadie ha querido confesar? ¿Quién es el segundo tirador, para que todos los acusados lo protegiesen de esa forma? Todos estos interrogantes pesan todavía sobre la antigua finca de Charco Lentisco, testigo mudo de la brutalidad humana. Pero lo que está claro es que ni Cieza, ni todo Murcia, olvida.

¿Vuelta a la normalidad? Han pasado 27 años desde aquella fatídica madrugada del 1 de diciembre de 1990, noche en la que la vida de tres toreros albaceteños les fue arrebatada a sangre fría. Y sin embargo los culpables no han pagado de forma justa por el crimen. Manuel Costa solo cumplió trece años en la cárcel, beneficiado por las reducciones de condena, aunque poco después de salir de prisión falleció de un infarto. Por su parte, José Manuel Yepes cumplió 16 años y medio de los 81 impuestos por el juez, volviendo al pueblo para emplearse en el campo. Sin embargo, su estancia en la cárcel de poco sirvió: en 2011 fue nuevamente detenido tras participar en un tiroteo contra un empresario de Abarán, poblaManuel Costa, tras su detención por la participa- ción cercana a Cieza. ción en el crimen de los novilleros Las familias de los toreros siguen sin encontrar consuelo. Nasegún los testigos, habían acudido a casa die se explica por qué Manuel Costa reacciode Saorín con el objetivo de comprar el nó de manera desmedida, segando las vidas arma, y aunque seguía siendo legalmen- de los chicos por colarse en la finca para te de su propiedad, Yepes se habría empeñado en pagarle y llevarse el arma sin PACTO DE SILENCIO trámite alguno, algo a lo que Jesús Saorín se habría negado en un primer momento. José Yepes, padre de los dos empleados implicados en el asesinato de la finca Charco No obstante, debió cambiar de opinión Lentisco, siempre jugó en el crimen un papel secundario, pero sin duda muy imporpronto, sin que se conozcan los motivos, tante. ya que los Yepes habían estado practiEn un primer momento, para proteger a sus hijos de las consecuencias del terrible suceso, se autoinculpó del asesinato de Andrés Panduro y Juan Carlos Rumbo, y de cando con ella, y esa noche la llevaban herir a Lorenzo Franco. encima por si debían defenderse de los No obstante, durante el juicio que pretendía esclarecer lo ocurrido la madrugada del 1 maleantes que inquietaban a las reses. de diciembre, celebrado el 1993, se destapó el pacto entre la familia Yepes y Manuel Si no tenía nada que ver con los aseCosta. sinatos, ¿por qué Jesús Saorín se suicidó? En este se establecía que Pedro Antonio, el menor, asumiría la culpa de los tres crí¿Fue realmente un suicidio? ¿O solo busmenes (ya que al ser menor de edad durante el asesinato no tendría ninguna rescaban su silencio? ponsabilidad penal) a cambio de una conSea como fuere, José Manuel Yepes traprestación económica de 20 millones fue condenado como pieza clave del cride pesetas, y una parte de la cuadra de caballos (40 en total) que Costa tenía en men y colaborador necesario, culpable de la finca. transportar la escopeta en el maletero de su Sin embargo, ya que el ganadero no pagacoche, de intentar sorprender a los novilleba lo acordado, José Yepes decidió conferos apagando las luces de su automóvil, y sar “la verdad” en nombre de la familia, de además no hacer nada por intervenir y inculpando a Costa del asesinato de El Loparar el crimen, a pesar de las suplicas de ren, a pesar de que este se declaró inocenEl Loren. Fue condenado a 81 años de prite en todo momento. sión, al igual que José Manuel Yepes, ejeUna verdad que más tarde, con la inculcutor del crimen. Sin embargo, aunque era pación de su hijo mayor tras el descubrimiento de sus huellas en la escopeta Franobvio que su hermano menor había partiJosé Yepes chi, quedaría completamente obsoleta. cipado en el asesinato, no recayó sobre él el 102


CRÍMENES HISTÓRICOS ESPAÑOLES

El crimen de La Pobla de Passanant El mayor asesinato en masa de la crónica negra española Marta Peraita Hernández

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ra Mayo de 1928, la vida en la Pobla de Passanant desprendía la típica cotidianidad de cualquier población agrícola de la estepa catalana durante el primer tercio del siglo XX. El trabajo en el campo lo impregnaba todo, los horarios, las costumbres, las relaciones… incluso el tiempo, estaba supeditado a las actividades labradoras. La claridad diurna y sus cambios estacionales marcaban la duración del trabajo. Los ojos expertos de los labradores sabían leer las variaciones de las sombras en relación a la posición del sol y, en consecuencia, saber distinguir la hora en cada momento. La mañana del sábado 19 de mayo casi todos los habitantes (poco más de cuarenta) de la pequeña comarca de la Baja Segarra, fueron a trabajar como cada día, de manera que cuando la jornada laboral se iniciaba, el pueblo quedaba casi vacío. Era primavera, tiempo de lluvias que hacían crecer con fuerza las cosechas. Así, pues, los labradores estaban en el momento de escardar o sacar las malas hierbas de los sembrados. Aquel día, los niños y niñas en edad escolar fueron a la Escuela Nacional de Passanant, como de costumbre. Únicamente quedaron en el pueblo las mujeres más ancianas. Aquellas que tenían que hacer las comidas a los trabajadores y cuidar de los más pequeños que todavía no podían ir a la escuela. En el pueblo se encontraban también aquellos que por motivos de salud eran incapaces de trabajar. Una de esas personas era José Marimón Carles, conocido con el nombre de Josep de can el Hostaler. Un joven de 26 años , perteneciente a una familia querida en el pueblo, que sufría una tremenda tuberculosis degenerativa en los huesos, la cual le impedía realizar cualquier trabajo. Esta enfermedad provocaba que algunos ratos, José se quedara jugando con los niños de la Puebla. Este joven, era una persona aparentemente voluntariosa y amable con los más pequeños. Por lo que no era de extrañar que por esta razón fuera tratado con cierta compasión

por los habitantes del pueblo, durante los primeros años de su enfermedad. José quedaba arrinconado del privilegio, responsabilidad o carga de pertenecer al grupo de trabajadores. Los chistes y las burlas eran habituales entre los más pequeños y esto hizo que José Marimon fuera tomado como el «tonto del pueblo» o el «bicho raro» de la Puebla. El síntoma más frecuente de la tuberculosis vertebral que padecía, era una lumbalgia acompañada de contracturas musculares y rigidez, que empeoraban progresivamente y que le hacían verse con un aspecto cuasimodo que incluso podría desembocar en paraplejia. El tratamiento en la época de Marimón consistía, fundamentalmente, en el consumo de medicamentos, que, además de ser caros, eran ineficaces. Tras haber recurrido de manera continuada a todo tipo de opciones, el siguiente paso era la intervención quirúrgica, pero esta también se mostraba ineficaz en la mayoría de casos. Desesperado, meses después de la operación que no solo no acabó con su lacra sino que la empeoró, José acudió a la casa de un curandero de la zona que indujo en él la creencia de que el único modo para poder curarse de la terrible enfermedad ósea que sufría, consistía en la muerte de la persona que según este, le había echado un «mal de ojo». Marimón, debido a su ignorancia creyó firmemente en aquella posibilidad; y tanto lo hizo, que no paró hasta cometer la barbarie de asesinar a todo aquel que se cruzó por su camino la mañana del sábado 19 para acabar, de este modo, con el causante de su terrible dolencia. Aproximadamente a las tres y media de la tarde, aprovechando el momento en el que casi todos los habitantes del pueblo se encontraban en la jornada laboral, el “spree killer” emprendió la horrorosa tragedia. Las víctimas En primer lugar, coincidió con tres niños nada más salir de su guarida. Los hermanos Carme, Ramona y Josep Rabadá Trilla, de 3, 4 y 11 años respectivamente, volvían del colegio cuando se toparon con Marimón y este les invitó a ir a cazar

José Marimón pichones a un pajar próximo. A aquella hora, los tres jugaban, sin ningún temor, por los rincones que la calle del pueblo ofrecía como escondites de juego. Afortunadamente, una hermana más pequeña se pudo salvar. Miquel, Salvador y Josep Torres Vilaró, de 3,5 y 8 años, fueron los siguientes en morir en manos del asesino, tres cuartos de hora después aproximadamente. Parece ser que Josep, el más mayor de los hermanos, escondido pudo ver, como Marimon ejecutaba a Carme, Ramona y Josep Rabadà, de manera que impregnado de pánico, mientras escapaba fue descubierto por el asesino, que no tuvo ningún reparo en dispararle hasta caer muerto. A la lista de víctimas se incorporaron Teresa Roca Marimon, de 4 años, hija de Antonia Marimon Roca, que quedó herida de gravedad, Ramon Canela Aloi, de 6 años, hijo de Rosa Aloi Pons, de 45 años, 103


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también asesinada y Francesca Canela Piqué, de 70 años la cual también fue víctima de los ataques de Marimon, a pesar de que pudo salvar su vida con muchas dificultades. Huida fugaz José Marimom emprendió la fuga hacia las seis, ya que un esquilador de ovejas llegó a la Puebla durante aquel margen de tiempo que coincidió con José, el cual actúo con normalidad, para poder seguir con su frenética acción. Otras versiones indican que este esquilador llegó acompañado por el marido de Antonia Marimon, Joan Roca, quien se encontró con ella y pudo notar que algo no iba bien, ya que no se escuchaba corretear a ningún niño. Ambos la tranquilizaron diciéndole que simplemente estos estarían jugando al escondite, la abandonaron y siguieron con la tarea de esquilar, trabajo que hicieron acompañados de José Marimón, quién esperó a que acabaran para continuar con su escabullida. José sabiendo que la huida podría ser larga, se llevó cierta cantidad de viandas y una botella de 250 cl de vino. Debió de reaccionar rápidamente cuando se dio cuenta de que su fuga acontecía improbable y dificultosa. Al poco tiempo, pudo dar con un escondite; una pequeña carbonera con funciones de refugio para pastores en las noches frías, que estaba situada a poco menos de 2.000 metros del pueblo en los márgenes de unos terrenos pertenecientes a su propia familia. Se cree que, debido a la ubicación de su

Pobla de Passanant escondite, pudo contemplar los entierros de sus víctimas. Según juicios de la Guardia Civil, no se trataba de un loco, puesto que, en caso de serlo, en un momento u otro hubiera vuelto al pueblo, inconsciente del aterrador acto cometido. Y no fue así. Sea como fuere, José Marimón permaneció escondido de sus más de 2.000 persecutores durando poco más de siete días, alimentándose de los escasos frutos que encontró en el campo y del agua del pozo de algún que otro vecino temeroso del criminal y poco dado a indagar ruidos nocturnos. La tranquilidad habitual que se respiraba en esta pequeña comarca del corazón de Cataluña se vio tremendamente afectada. El suceso fue considerado de máxima gravedad por las autoridades judiciales y las fuerzas de seguridad del mo-

Familiares de las víctimas entrevistados por un periodista 104

mento, así como una amenaza y peligro inminente para la sociedad, suponiendo el asesinato en masa con más víctimas de la historia de España. Periodistas y fotógrafos del entorno llenaron sus periódicos de publicaciones que trataban la evolución de los hechos, como es el caso de la Crónica Targarina. Una vez conocida la trascendencia del asunto, el alcalde de Passanant informó de los hechos a Montblanc, jefe de jurisdicción, y en poco tiempo se tocó a rebato en Solivella, Belltall, Forès, Blancafort, Rocallaura, Santa Coloma de Queralt y otras poblaciones, que se agruparon para realizar las tareas de investigación y persecución del criminal. La Guardia Civil envió una compañía entera, incluso el juez instructor de la causa, el fiscal de la Audiencia de Tarragona y el capitán de la Guardia Civil de Reus llegaron en persona para realizar un seguimiento de los hechos más de cerca. Entierros Los entierros tuvieron lugar el domingo 20. La Puebla de Passanant se llenó de centenares de personas atraídas por el aterrador suceso criminal que allí se había acontecido. Desde vecinos y vecinas de los entornos más inmediatos, traídos por una morbosa curiosidad de conocer los hechos de primera mano, hasta gente que fue para dar pésame y apoyo a los familiares de las víctimas, los cuales eran bastante conocidos en la comarca. El 27 de Mayo, José Marimón fue localizado sobre las 8 de la mañana por la guardia civil, oculto en un campo de trigo mientras dormía. Uno de los guardias le disparó en la cabeza. Exánime en el acto fue trasladado a la comarca de Passanant.


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El mayor asesinato colectivo de la historia reciente de Sevilla: el crimen de Los Galindos El ‘cortijo del horror’ fue como se bautizó a la Campiña sevillana de Paradas donde asesinaron a cinco personas el 22 de julio de 1975. El asesinato sigue siendo un misterio y prescribió en 1995 sin encontrarse ni el móvil ni al culpable

Pintada en el cortijo de Los Galindos. Patricia G. Rico l quíntuple asesinato nunca resuelto se llevó la vida de cinco personas en una finca localizada a pocos kilómetros de la localidad de Paradas, concretamente en el cortijo de Los Galindos. El crimen quedó impugne por diversos factores pero dejó una huella permanente en la memoria colectiva de la localidad de Paradas. El calor y el sol intenso protagonizaban el día en el municipio sevillano de casi 8.000 habitantes, a sólo 53 km de la capital, hasta que a las cuatro de la tarde una columna de humo se elevó en el cielo. Una cuadrilla de trabajadores regresaba de un olivar cercano al cortijo y se acercaron asustados por la densidad de la humareda para encontrarse con un espectáculo aterrador. Al llegar a la casa del capataz de la finca, Manuel Zapata, se encontraron con la puerta cerrada y con las llaves por fuera e inmediatamente fueron a dar parte a la policía. Dos guardias civiles fueron los primeros en llegar al cortijo. Forzaron la casa de los guardeses y encontraron a Juana Martín de 53 años de edad y esposa del capataz de la finca, Manuel Za-

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pata. Juana fue asesinada salvajemente a golpes con una pieza de la empacadora conocida como pajarito, una barra de hierro. La autopsia señaló que fue atacada a la entrada de su casa, arrastrada y llevada en volandas al dormitorio donde la mataron con un ensañamiento sobrecogedor, dejando un rastro de sangre por el pasillo. El forense concluyó que el cadáver fue llevado por dos personas ya que la mancha de sangre era oscilante. La noticia no llegó hasta las ocho de la tarde al Juzgado de Marchena. La plaza de Juez estaba vacante y el sustituto de descanso, no había agente judicial y tampoco forense. Un Agente Judicial que se encontraba en Marchena de vacaciones localizó al médico local y a su hijo, un joven estudiante de medicina por aquel entonces, y los tres pusieron rumbo al cortijo. La primera hipótesis fue que el capataz de Los Galindos de 59 años de edad, Manuel Zapata, había matado a su mujer y posteriormente a sí mismo. El cortijo estaba lleno de gente convirtiéndose en una romería macabra, lo cual empobreció la investigación poste-

riormente. Los periodistas alteraron el escenario para conseguir mejores fotos y los vecinos rondaban alrededor presos de la curiosidad. En menos de veinticuatro horas el escenario ya estaba contaminado. Los investigadores cometieron una gran negligencia al no establecer la custodia policial desde el primer momento y acordonar la zona. De repente, el hijo del médico local se percató de que algo ardía encima de un montón de paja. Los hombres colocaron unas compuertas para llegar a la altura de las pajas, casi de una persona, donde se veía un bulto. Finalmente no era un bulto, sino dos cuerpos. Además, encontraron un bidón de gasolina en medio, perteneciente al cortijo. Se trataba del maquinista José González Jiménez, que se había casado siete meses antes con su mujer, Asunción Peralta Montera, de 34 años que apareció calcinada a su lado. Montera estaba embarazada de 6 meses, llevando consigo otra vida que no fue contabilizada en las portadas de los periódicos. Sus identidades sólo pudieron ser comprobadas al día siguiente porque sus cadáveres estaban totalmente quemados. 105


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Las cinco víctimas de Los Galindos. El cuarto cuerpo no tardó en aparecer. El Agente Judicial y el joven estudiante de medicina decidieron recorrer el camino de acceso al cortijo iluminando un reguero de sangre que conducía hasta la cuneta. Un montón de paja recién puesta formaba un bulto donde encontraron el cuerpo del tractorista de Los Galindos, Ramón Parrilla González, de 40 años de edad. El tractorista tuvo la mala fortuna de encontrarse en el lugar equivocado en el momento equivocado convirtiéndose en un testigo indiscreto del asesino. Parrilla volvía de recoger agua y murió tiroteado, el primer disparo destrozó sus brazos al intentar protegerse el pecho, malherido y confundido buscó un refugio en la casa del capataz. Se encontró la casa cerrada y recibió un segundo disparo, una vez que calló a suelo fue rematado. El miedo era palpable en la campiña y los vecinos de Paradas señalaban a Zapata como culpable del aterrador crimen. Las calles quedaron desiertas y la gente atrancó puertas y ventanas. Sólo se podía escuchar el silencio del ir y venir de los coches llenos de padres que fueron a recoger a sus hijos a una cercana localidad donde había una fiesta, sobrecogidos por el temor de que a los jóvenes les aconteciese algo. Los marqueses La auténtica dueña de la finca llegó al cortijo a las once de la noche acompañada del administrador. Los marqueses de Grañina Gonzalo Fernández de Córdoba y Topete eran los propietarios, pero realmente la que tenía el título de marquesa era ella. Su marido, el marqués, llegó poco después sólo, acontecimiento que no sorprendió a nadie ya que hacían vidas separadas. Un hecho destacables es que el hombre había asistido a un funeral en Málaga no fue en su mercedes negro, 106

como de costumbre, sino en un viejo Renault 4. Una vez que los cuerpos ya habían sido trasladados al cementerio del municipio sevillano el marqués anunció que pasaría la noche en el caserío expulsando de la finca a todo el mundo, inclusive a la Guardia Civil. La noticia del asesinato múltiple no llegó a la Audiencia de Sevilla hasta el día siguiente. El Agente Judicial y el estudiante de medicina regresaron a la finca a sacar las fotos que constan en el expediente. Hasta el momento, Manuel Zapata se encontraba desaparecido y las primeras indagaciones de los cuatro asesinatos apuntaban al capataz. En 1975 la dictadura franquista agonizaba pero el código social del régimen latifundista permanecía inalterable y hacía muy difícil abordar el interrogatorio al marqués. El dueño de Los Galindos era exteniente coronel del ejército de franco y descendiente directo del gran capitán, lo cual hacía que considerase intolerable que rangos inferiores a él le hicieran preguntas que considerase inapropiadas. Algunos interrogantes siguen permaneciendo a día de hoy: un testigo vio salir un coche del cortijo huyendo a gran velocidad, el color exacto aún no se sabe. El cadáver de Zapata fue encontrado a las once de la mañana del 25 de julio detrás del cortijo a espaldas de la sala de máquinas. El cuerpo estaba escondido entre pajas bajo un árbol y la autopsia reveló que se utilizó la misma técnica para asesinarlo que con Juana, su esposa. El capataz fue golpeado con la pieza de la empacadora y ya agonizante se le clavó una horca en el tórax. Además, las investigaciones revelan que por la postura del cadáver el asesino era conocido para la víctima y que el cuerpo permaneció desde el principio en el lugar en el que lo encontraron.

Este último dato se contradice con otros expertos a los que les resulta extraño que el cuerpo estuviese ahí desde un primer momento. La Guardia Civil había registrado la zona sin haber visto a Zapata, por lo cual concluyen que el cuerpo fue colocado posteriormente allí. A pesar de haber sido encontrado el último, los forenses afirmaron que el cadáver del capataz del cortijo fue el primero en caer asesinado seguido de su esposa, Juana Martín Macías, el maquinista, Ramón Parrilla González, el tractorista, José González Jiménez, y su mujer, Asunción Peralta Montera. El 9 de Agosto la Guardia Civil elaboró un primer informe, con llamativa rapidez, en el que descarta la implicación del marqué y del administrador en los en los acontecimientos. Los oficiales señalan al tractorista de la finca, José González, como autor único de los crímenes. Según el informe, había actuado por resentimiento asesinando a su esposa por celos y mientras la incineró murió accidentalmente o bien se suicidó lanzándose al fuego. Posteriormente, la Policía Nacional entró a trabajar en el caso llegando a la misma conclusión. La implicación de José González dividió a los vecinos de Paradas y las familias cortaron las relaciones. González fue exculpado En enero de 1983 el tractorista de Los Galindos fue exculpado. Los cadáveres fueron exhumados por mandato judicial y se encargó un análisis intensivo.. El forense determinó que José González y su esposa fueron asesinados a golpes y que los agresores intentaron inculparlo colocándole cartuchos de escopeta en su cintura. Para no dejar pruebas, los asesinos trataron de descuartizar ambos cuerpos antes de arrojarlos al fuego. El día del asesinato José González y su mujer se marcharon de la finca vesti-


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dos con ropa de domingo al poco tiempo regresaron al cortijo, dejando un gran interrogante ¿Por qué volvieron? El abogado de la familia González sospecha que si volvieron es porque personas de autoridad le dieron esa orden. En 1986 una mujer de Paradas reveló que su marido, guarda de una finca cercana a los Galindos, se dio de bruces con un joven vestido de soldado que contaba dinero ensangrentado sin parar de repetir: ¿Para esto? ¿Para esto? Ese recluta fue identificado e interrogado en 1988 y estuvo a punto de derrumbarse casi ante el doctor y al comandante de Guardia Civil Sevilla y al final no cedió. Al final se le excluyó de la reconstrucción definitiva. El móvil seguía siendo un misterio. Alfonso Grosso escribió en 1978 una novela llamada Los Invitados, en la que mezclaba ciencia ficción y realidad, que inspiró una película llegada al cine más tarde. Grosso escribía sobre la teoría de que la finca fuera el epicentro de una red dedicada al tráfico de hachís. Su libro quedó grabado en la memoria e imaginario colectivo, sumado a la presencia de legionarios en la finca y la ayuda del marqués que alimentó esa teoría desde el primer momento. El Agente Judicial afirma que el marqués era astuto y que no hacía más que lanzar pistas falsas. Muchos apuntan que el escritor no iba desencaminado en que el móvil pudo ser económico, pero con la variante de

que en vez de por droga era por el trigo. El Juez de Paz de Paradas afirma que hubo un desfalco crónico con los productos agrarios que se recolectaban en el cortijo. Los productos iban desapareciendo, muchos cientos de miles de kilos de trigo que se vendían a particulares clandestinos evitando así declarar la producción real al SENPA, el organismo que fijaba el precio real del cereal que obligaba a cada productor a almacenarlos en silos de Paradas, todos propiedad del Estado. Los años anteriores al crimen, en el cortijo con 300 fanegas de cultivo, sólo se producía la mitad del trigo que en cualquier otra finca colindante. A la separación de los marqueses, el trapicheo se acababa porque ella se quedaría con el caserío. La mujer ya les había comunicado al fallecido Zapata y a su mujer que querían que siguiesen allí como encargados del cortijo. Una vez que el cortijo pasó a manos de la marquesa, la producción volvió a subir inminentemente. Cada aniversario el crimen volvía a revolotear por las cabezas de la gente porque los medios aprovechaban la ocasión para escribir crónicas sobre el horrible suceso. Manuel Toro, abogado de la familia González, no permitió que el acontecimiento cayese en el olvido e evitó en tres ocasiones que el caso fuese cerrado. Todo vuelve a revolucionarse en el año 1995 debido a que el delito prescri-

bía el 22 de julio sin remedio y mucha gente no estaba dispuesta a dar carpetazo al caso y borrarlo de sus mentes después de veinte años buscando un móvil y un culpable. Poco antes de la prescripción, los hechos dieron un giro al encontrarse una prueba muy importante: una escopeta donde había una huella. La prueba debía ser enviada a un laboratorio o comprar unos determinados elementos para poder identificar la huella. El dinero requerido era ínfimo a la magnitud del caso pero nadie brindó a los investigadores esa oportunidad y el crimen finalmente prescribió. No hubo nunca ni juicio ni imputados y a día de hoy los criminales siguen libres por nuestras calles. Varias películas, libros, cientos de crónicas y un sumario con más de 1300 páginas, pero ningún escrito supo nunca justificar lo que sucedió en Los Galindos la tarde del 22 de julio de 1975. La gente mantendrá en sus mentes el caso con interrogantes y puntos suspensivos mientras que los vecinos de Paradas pusieron punto y aparte al crimen para continuar con sus vidas. Dicho sumario, 20/1975 de los juzgados de Marchena se perdió en el año 2015, coincidiendo con el 40 aniversario del mayor asesinato múltiple de la historia reciente de Sevilla. El extravío se produjo tras su traslado a la Consejería de Justicia e Interior de la Junta de Andalucía pero sigue vivo en la memoria de la gente.

A la izquierda, el arma con la que se mató a la mujer del capataz. A la derecha, rastros de sangre en la escena del crimen de Los Galindos. 107


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El Crimen del Huerto del “Francés”

Que te llevaran “al huerto” en Peñaflor se pagaba con la vida Entre 1898 y 1904, dos vecinos del pueblo sevillano de Peñaflor, conocidos como “el francés” y “el manzanilla”, mataron a seis personas para robarles unas pesetas. Las víctimas se dirigían a casa de uno de ellos a jugar una partida ilegal organizada por los propios asesinos y después eran enterrados en el huerto de la propiedad Paula Martínez Díaz

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eis cuerpos en avanzado estado de descomposición encontrados en un huerto privado. Una barra de metal y un martillo como armas del crimen. Dos asesinos que mataron por 28.300 pesetas. Esto es lo que ocurrió en los crímenes del Huerto del Francés. En la España de la Restauración, dos vecinos de la localidad sevillana de Peñaflor conmocionaron a una España que empezaba a interesarse en la crónica de sucesos. Corría el año 1898 y Peñaflor era una preciosa población situada en la cuenca del río Guadalquivir entre Sevilla y Córdoba. Sus 3500 habitantes de entonces se dedicaban especialmente a la agricultura con el cultivo de cereales y a la ganadería con la cría de cabras, cerdos y caballos. Estos residentes durante seis años fueron ajenos del macabro plan de dos de sus vecinos. A las afueras de la ciudad existía una casa privada caracterizada por contar con un gran huerto de dos fanegas, lo que aproximadamente es una hecta y media, encerrado entre altas tapias de ladrillo. Juan Aljide Monmeja, más conocido como “el francés” residía en esta propiedad junto a su segunda esposa Elvira Menéndez y sus cuatro hijos. Era natural de Agén, en la región francesa de Aquitania, pero había huido de su país para no tener que cumplir una condena de 20 años impuesta por haber cometido una quiebra fraudulenta. Algunas crónicas de la época cuentan que “era un hombre de 54 años, aunque no los aparentaba, frecuente en los bares y casinos de la localidad, de personalidad abierta que establecía muy buenas relaciones con todas las personas pudientes, ejerciendo incluso funciones de picapleito”. Aljide simpatizó a la perfección con José Muñoz Lopera, también conocido como “el manzanilla”, que era 108

otro vecino de la localidad de unos 40 años, muy simpático y apreciado en todo el pueblo que se relacionaba con la vida más selecta del momento y que era jugador de profesión. “¡Tenga cuidado con las cañerías del suelo!” Ambos vecinos congeniaron a la perfección y empezaron a organizar una especie de “negocio” para ganar dinero, si bien cobrándose la vida de seis inocentes. Durante seis años organizaron partidas de juego en casa del francés cuando este se quedaba solo en la propiedad. Juan Muñoz con su simpatía se ganaba la confianza de aquellos hombres de los alrededores que tuvieran dinero y les gustara el juego. Les invitaba a desplazarse a Peñaflor, en concreto a la casa de su cómplice para “disfrutar” de una noche entre cartas y ruletas. A priori la excusa era perfecta y creíble ya que según Muñoz “la partida se organizaba en esa finca que estaba alejada de la población para evitar que las autoridades y la Guardia Civil se enteraran de los juegos ilegales pertinentes”. Pero lo que las víctimas no sabían es que una vez entraran en la propiedad, no saldrían nunca jamás de ella. El modo en el que actuaban los asesinos era siempre el mismo. Una vez llegada la noche señalada, los asesinos cavaban un agujero en el huerto dónde después enterraban a sus víctimas. El inocente llegaba a la propiedad con el bolsillo lleno de dinero, dónde Muñoz le recibía y le presentaba a Aljide. Tras el preámbulo “el manzanilla” le indicaba un pasillo para llegar a la habitación dónde se iba a celebrar la partida, quedándose este en la retaguardia y avisandole que tuviera cuidado con las irregularidades del suelo. Cuando la víctima se encontraba supuestamente cerca de estas cañerías gritaba “¡Tenga cuidado con las cañerías

del suelo!”, entonces en este momento el inocente agachaba la cabeza instintivamente para mirar al suelo y entonces entraba en juego Aljide que le golpeaba en la cabeza arrebatándole la vida. “El francés” era el encargado de asestar el golpe y para ello fabricó su propia arma con una barra de hierro, de unos 5cm de diamétro por 40 de largo recubierto en la empuñadura por varios trapos para que no se hiciera daño. Cerca del lugar también colocó un martillo de kilo y medio de peso para rematar a las víctimas. Posteriormente, ambos compinches despojaban los cuerpos de la ropa para después quemarla, se quedaban con el dinero y enterraban los cuerpos en la fosa que ya tenían preparada. Este procedimiento no levantaba ninguna sospecha y de hecho ambos asesinos continuaban con su vida normal al día siguiente. Los seis asesinatos fueron muy espaciados en el tiempo y contemplaban víctimas de todos los alrededores. El primer crimen fue el de José López Almela, natural de Jaén que murió en 1898 y el último fue el de Miguel Rejano Espejo, procedente de Posadas (Córdoba) que murió en 1904. Los otros fallecidos fueron Mariano Benito, Enrique Fernández, Federico Llamas y Félix Bonilla. De este modo, “El francés” y “el manzanilla” consiguieron recaudar unas 28.300 pesetas lo que hoy corresponde a unos 170€ . Un anónimo, un ex policía y mucha perspicacia Durante este periodo ambos asenos actuaron con total impunidad, acabando con la vida de seis personas por unas cuantas pesetas. Nadie en el pueblo sospechaba de ellos, hasta que la esposa de la última víctima, Francisca Márquez, empezó con la ayuda de un familiar a investigar la desaparición de Miguel Rejano, el último desaparecido.


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Juan Aljide más conocido como “el francés” y José Muñoz Lopera conocido también por “el manzanilla” Miguel Rejano salió de su casa con 7000 pesetas con intención de dirigirse a Sevilla para comprar ganado. Los días fueron pasando y Francisca empezó a preocuparse cuando no recibía noticias de su marido. Esta decidió pedirle ayuda a Juan Mohedano, primo del desaparecido y uno de los hombres clave en la investigación. Mohedano intuyó que su pariente había ido a Sevilla no por motivos laborales, sino a invertir ese dinero en temas relacionados con el juego; no iba por mal camino. En primer lugar Mohedano se dirigió a la pensión la Fonda del Betis que era el lugar dónde se solía

LAS VÍCTIMAS José López Almela 3000 pesetass Mariano Benito Burgos 8000 pesetas Enrique Fernández Cantalapiedra 300 pesetas Federico Llamas de la Torre 4000 pesetas Félix Bonilla Padilla 6000 pesetas Miguel Rejano Espejo 7000 pesetas

alojar su primo. Allí le informaron que durante la primera noche de su estancia se puso en contacto con un tal Muñoz Lopera de Peñaflor, con el que se marchó al día siguiente. Rejano no había vuelto por la pensión y ese tal Muñoz había vuelto al día siguiente en solitario para pagar la cuenta del desaparecido. Con esta información el herrero se entrevistó con “el manzanilla” para preguntarle por el paradero de su pariente, a lo que este respondió que el único contacto que había tenido con su primo era por una negociación para la compra de una ruleta de casino, pero que al final no se había completado la operación. Aparentemente nada relacionaba a Muñoz con la desaparición de Rejano, pero la historia no terminó de convencer a Mohedano que buscó ayuda en un ex

policía llamado Rodríguez que se había convertido a detective privado. En pocas horas ambos localizaron a algunas de las personas que estaban relacionadas con las partidas ilegales de cartas, entre las que destacaba José Moya “el Peana” “el borrego”. Estos les confirmaron que “el manzanilla” organizaba junto con “el francés” timbas ilegales en casa de este último para no levantar sospechas entre las autoridades. Una vez conocida esta información y por la imposibilidad de seguir avanzando en el caso, Mohedano y Rodríguez decidieron comunicarle al Gobernador Civil los avances resultantes de la investigación particular. A falta de pruebas concluyentes, y por la lentitud de la justicia esto no resultó efectivo. Ante esta situación decidieron tomar un camino diferente.

DOS EXPRESIONES POPULARES TRAS LOS CRÍMENES Todos en algún momento de nuestra vida hemos escuchado o hemos pronunciado la afirmación “llevarse a alguien al huerto”. Algunos expertos coinciden en que esta expresión tiene su origen en el asesinato múltiple de Peñaflor ya que esta frase hecha significa: convencer a alguien con artimañas para que actúe como uno desea, incluso aunque tenga que ir contra sus propios intereses. Muchos otros académicos sitúan el origen de esta expresión en La Celestina o en la tradición de un rey árabe que invitaba a las damas a sus jardines. Lo que sí es indudable es que el significado de este enunciado refleja el “modus operandi” que llevaron a cabo los dos asesinos. Por otro lado, también hay que destacar una segunda expresión menos célebre que la anterior, pero que manifiesta igualmente la esencia de este crimen: “esto va a terminar como el huerto del francés”. Muchos de nuestros políticos de la actualidad enuncian esta frase hecha cuando preveen que las cosas no van a terminar bien o que incluso van a acabar en tragedia.

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Búsqueda de los cuerpos en el huerto del “francés” Rodríguez publicó en el diario El Liberal una serie de cartas al director donde se contaba la desaparición de Rejano y las supuestas timbas ilegales organizadas por los dos vecinos de Peñaflor. El objetivo era que el caso recalase en la población, fuera más mediático y se investigase. Esta información llegó al Juez de Lora del Río, encargado de la administración de Peñaflor, quién interrogó a los dos sospechosos sin éxito ya que ambos quedaron en libertad tras responder al interrogatorio por no poder imputarles nada. Cuando parecía que todo estaba perdido al no haber ninguna prueba de la que seguir investigando, la historia dio un giro. Francisca Márquez, la mujer del último desaparecido, recibió una serie de anónimos en los que se pedía 250 pesetas a cambio de información sobre el paradero de su marido. De esta forma, a través de la ventana de su dormitorio Francisca escuchó la siguiente confidencia “tu marido se encuentra en Peñaflor, está enterrado en el huerto del francés”. Sobre la autoría de esta revelación existen algunas versiones. Unas apuntan a que fue el detective Rodríguez quién realizó estas confidencias para forzar la búsque110

da del desaparecido; otras apuntan a que fue “el borrego” quién decidió confesar, después de que una noche que le negaron entrar en una de las partidas ilegales, escuchura gritos en las inmediaciones de la propiedad. Esta misteriosa declaración dio resultado y Mohedano obtuvo la autorización para realizar la búsqueda de los cuerpos bajo la supervisión de la Guardia Civil. De esta forma, un 10 de diciembre de 1904 comenzó la inspección en casa del francés. El sistema que utilizaron fue muy ingenioso y consistió en introducir una vara de acero hasta un metro de profundidad en la tierra para luego extraerla y olerla. Tanto el primer día como el siguiente no se sacó nada en claro y los resultados fueron negativos. No fue hasta cuatro días más tarde, con un registro más a fondo, cuando descubrieron el primer cadáver tras realizar una cata junto a una zona de tierras removidas, y extraer la vara con un olor inconfundible de putrefacción. Durante toda la noche siguieron trabajando y no pararon de excavar hasta encontrar el cadáver. El cuerpo se encontraba en un estado avanzado de des-

Los cráneos y uno de los cadáveres encontrados


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El juicio. Podemos ver con el número 1 a Muñoz acostado sobre una almohada muy debilitado por su huelga de hambre y con el número 2 a Aljide antes de ser condenados a la pena de muerte composición, por lo que dedujeron que no se trataba de Miguel Rejano que había desaparecido hacía pocos días. Ante este hallazgo, las autoridades decidieron continuar con la excavación hasta que el día 15 de diciembre descubren dos nuevos cuerpos. Un día más tarde encontraron el cuerpo de Rejano y tras los procedimientos oportunos llegan a descubrir hasta seis víctimas, todas ellas con la misma característica: un fuerte golpe en el cráneo. La celebración del juicio Tras los hallazgos, José Muñoz Lopera fue detenido de inmediato, pero por el contrario Juan Aljide Monmeja huyó de Peña-

flor. Ciertos rumores apuntaron a que su intención era dirigirse hacia Badajoz, para llegar a Portugal desde donde quería huir a Brasil, pero finalmente “el francés” acabó entregándose en el juzgado. De nuevo aquí vuelven a interferir dos versiones de los hechos. La primera versión dice que el desaparecido decidió ceder en su búsqueda cuando se enteró de que su mujer y su hijo estaban detenidos; la segunda traducción es que el Cabo Atalaya, que había supervisado la investigación, recibió una confidencia de que el Aljide se encontraba en un cortijo cercano. Una vez detenidos los presuntos autores del crimen, tuvo que pasar año y

EL CRIMEN SE TRASLADÓ A LA PANTALLA En plena Transición hacia la democracia en España, se decidió llevar a la pantalla los macabros asesinatos del huerto del “Francés”. En 1977 Paula Naschy, el director, decidió adaptar el crimen a su propio guión y mostró en la película un prostíbulo en lugar de un casino clandestino como lugar del crimen. La película que tuvo buena acogida encajó a la perfección en un momento donde el cine del destape estaba en eclosión y los espectadores querían ver “carne”.

medio para que se celebrara el juicio. El pleito se convirtió en un auténtico espectáculo que fue acogido y plasmado en los medios de comunicación de la época por la gran expectación que despertó en la población. José Muñoz Lopera, que se había declarado en huelga de hambre en signo de protesta, no pudo ni defenderse una vez sentado en el banquillo de los acusados. Por otro lado, su compinche aprovechó la situación para basar su defensa en la atribución de todas las responsabilidades al “manzanilla”. Ninguna de las dos artimañas surgió efecto y ambos fueron condenados a seis penas de muerte, uno por cada una de los asesinatos cometidos. Según cuentan algunas crónicas de la época, Aljide cuando conoció la condena en su máximo cinismo alegó “¿para qué seis penas de muerte si con una es suficiente? De esta forma, el 31 de octubre de 1906, y ocho años después del primer crimen, ambos condenados fueron conducidos al vestíbulo de la Prisión Provincial de Sevilla donde fueron ejecutados por medio del garrote vil. Sentado en el banco, el “manzanilla” demasiado débil falleció entre convulsiones. Por su parte el “francés”, después del primer apretón con el tornillo y cuando estaba a punto de morir volvió a mostrar su descaro diciendo: “apreta sin miedo”. 111


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Una década después

Yéremi Vargas: diez años de incógnitas El juicio sobre Juan ‘El Rubio’, el principal sospechoso, aún no se ha celebrado Pedro talet,

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iez años. Ese es el tiempo que Yéremi Vargas lleva desaparecido. Su rastro se perdió el 10 de marzo de 2007 a las 13:30 horas. El pequeño desapareció mientras jugaba con sus primos en los alrededores de su casa de Vecindario, en Santa Lucía de Tirajana (Gran Canaria). Desde entonces la investigación del caso ha despertado más dudas que certezas. La desaparición de Yéremi, que en 2007 tenía siete años, sigue siendo una gran incógnita. “Hemos aprendido a soportar el dolor, porque la verdad es que nos morimos por dentro. Pero tenemos que seguir”, explicó a EFE Ithaysa Suárez, la madre del menor, en una entrevista por este décimo aniversario. El niño tenía un hermano de trece meses cuando desapareció. Desde aquel marzo, sus padres han tenido dos hijos más. “Ellos son los que nos hacen reír”, afirma Suárez. La sucesión de hipótesis y líneas de investigación han sido una constante desde el primer momento. Ninguna de ellas ha dado con una explicación certera. El principal sospechoso es el preso Antonio Ojeda, apodado Juan ‘El Rubio’, sobre el que recae la acusación de homicidio y detención ilegal del menor, aunque todavía no se ha celebrado el juicio. Hasta que el nombre de Ojeda salió a la luz, se manejaron muchas. tesis. El secuestro de un vecino, la vinculación con el caso Kárate, la venganza familiar y el tráfico de órganos fueron las principales. Los primeros días A la mañana siguiente de la desaparición, unos cien militares con base en Las Palmas de Gran Canaria se sumaron a las 300 personas de las fuerzas de seguridad, Protección Civil y servicios de emergencia que habían iniciado la búsqueda del menor. José Segura, el entonces delegado del Gobierno en Canarias, fue el encargado de comunicar la primera hipótesis que había alumbrado la investigación, tan solo dos días después de aquel nefasto 10 de marzo. “El niño no ha salido de la isla”. Ese fue el gran titular que dejó Se-

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Manifestación de apoyo a la familia de Yéremi en 2007. REUTERS gura ante los medios. José Manuel Soria, que en aquel año era presidente del PP canario y titular del Cabildo de Gran Canaria, también apuntó al secuestro como el supuesto más probable. A la semana, más de un millar de personas intensificaron la búsqueda de Yéremi. Nunca se había visto un dispositivo como aquel en la isla. En la costa un grupo de submarinistas empezaron a colaborar con las autoridades. Era la operación más grande que se había desplegado en las islas, como meses más tarde informó Alfredo Pérez-Rubalcaba, por entonces a cargo de la cartera de Interior. Una semana después, la Guardia Civil detuvo por extorsión a un hombre de 27 años, vecino de Agüines (Gran Canaria), que había pedido a la familia 6.000 euros a cambio de la liberación del pequeño. La investigación descartó su implicación en el caso de Yéremi y concluyó que lo había hecho únicamente para lucrarse. Dos hipótesis descartadas El caso de Mari Luz Cortés, la niña de Huelva secuestrada y asesinada por Santiago del Valle, despertó nuevas luces al caso a mediados de 2008. Ithaysa Suárez, la madre del menor, avisó de que su hijo podría estar en una casa cercana. Seis nuevos agentes de la Unidad Central

Operativa (UCO) de Madrid se unieron para reforzar la investigación con bastante poco éxito. Tres años después, la madre mantenía la teoría de que el pequeño había sido secuestrado, pero que permanecía con vida. “Mi familia y yo, casi al 100%, creemos que no ha muerto”, afirmaba Suárez. En 2010, la Policía Nacional comenzó a buscar posibles pistas en un chalé del sur de Gran Canaria propiedad de Fernando Torres Baena, principal imputado del caso Kárate por un delito de abusos sexuales a menores en una escuela de artes marciales en la isla. La Guardia Civil pidió a la jueza del caso permiso para realizar una excavación en el jardín de la vivienda familiar de Torres Baena, ubicada en Agüimes. Sin embargo, la instructora lo rechazó ya que consideraba que las informaciones no tenían la solidez suficiente para justificar dicha acción. A su vez, se descartó la relación del niño con los restos óseos encontrados en un pozo de Jinámar (Telde). El cráneo semienterrado En junio del mismo año, la Policía Local y la Guardia Civil descubrieron un cráneo semienterrado en los alrededores del Parque Canario de Vecindario, muy


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Rueda de prensa de la Guardia Civil en el quinto aniversario de la desaparición. EFE cerca de donde desapareció Yéremi. Tras realizar las pruebas de identificación, los investigadores determinaron que pertenecía una mujer muerta 10 años atrás. Tras barajar teorías de santería o brujería, el por entonces alcalde de Santa Lucía, Silverio Martos, informó en declaraciones al diario La Provincia que todo había sido una broma para “llamar la atención”. En busca de la tesis correcta Cinco años después de que se perdiera el rastro de Yéremi, los agentes de la UCO seguían sin tener ninguna pista de su paradero pero trabajaban sobre varias líneas. La venganza familiar, el tráfico de órganos y seres humanos y la pederastia conformaban las principales hipótesis. Se investigaron a 195 personas menores de 65 años acusadas de pederastia. También a 15 presos procesados por estos mismos delitos y a varias personas de la isla vinculadas con este tipo de casos. Por aquel entonces se descubrieron una serie de datos con los que la Guardia Civil llevaba trabajando desde el principio. La Benemérita dio a conocer información sobre la indumentaria que llevaba el niño y sobre dos coches que rondaron por la barriada de Llanos del Polvo de Vecindario el día de la desaparición.

Los coches que se buscaban eran un Opel Corsa blanco, aunque algunas fuentes afirmaban que se trataba de dos, y un Renault Clio de color negro, con los cristales tintados y con una pegatina de una margarita de color blanco en su parte posterior. En el momento de su desaparición, Yéremi, que padecía insuficiencia respiratoria, llevaba gafas de montura cuadrada azul y patillas amarillas, pantalón pirata beige caqui, zapatillas Nike, modelo Total 90, de color blanco y dorado, y una camiseta marrón con grandes letras naranjas. El teniente coronel Manuel Llamas, responsable entonces del departa-

mento de Delincuencia Especializada y Drogas de la UCO, también informó de una señal muy característica de Yéremi. Una mancha de nacimiento de color rosáceo en la zona de la clavícula por encima del pecho. Tres pederastas escoceses En 2013, la Guardia Civil anunció que estaba investigando a tres pederastas escoceses, dos de ellos ya en la cárcel en su país, por si tenían alguna relación con la desaparición del niño. Los tres sospechosos se encontraban en Gran Canaria aquel 10 de marzo de 2007, por lo que pensaban que podía ser un buen hilo del

TRATAMIENTO INFORMATIVO DE LAS DESAPARICIONES Al año se producen en España 14.000 desapariciones. El 40%, de menores. La Guardia Civil abre cada día unas 14 investigaciones nuevas. Entre 12 y 13 se resuelven en las primeras 24 o 48 horas, ya que muchos de ellos son casos voluntarios. Sin embargo, unas 500 se quedan sin resolver. Muchas de ellas porque las personas no retiran la demanda cuando vuelve el familiar. Con todo ello, en la actualidad hay unas 3.500 desapariciones sin solucionar desde 1977. ¿Por qué los medios le prestan atención a algunos casos y a otros no? Joaquín Amills, presidente de la asociación SOS desaparecidos, defiende que la presión mediática incrementa la cobertura policial. “Se vuelcan más, se ponen más medios porque lo ordenan ‘los de arriba’, sostiene. La posición social, los contactos y la habilidad o recursos para movilizar a la prensa son factores claves en este sentido. Los casos que se encuentran bajo el foco de los grandes medios son carnaza para el amarillismo. A las dos semanas de la desparición de Yéremi, los vecinos de Santa Lucía denunciaron el tratamiento informativo del caso por “querer incriminar a la ciudadanía”. Conviene reflexionar.

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que tirar bajo la hipótesis sexual. Varios agentes de la UCO se desplazaron a Escocia para tomar declaración a los presos, que no quisieron hablar sobre el caso Yéremi. La Benemérita difundió la foto de dos de ellos y pidió la colaboración ciudadana, especialmente de los escoceses, por si alguna persona los había visto en el día de actos en las inmediaciones de la zona donde desapareció el menor. Poco antes, un hombre con antecedentes penales por abusos sexuales había sido detenido en Vecindario ante la suposición de que podría saber algo. Sin embargo, esta línea de investigación no tuvo mucho más recorrido. Falsas esperanzas Junio de 2014. Siete años y tres meses después de la desaparición del pequeño, Jorge Fernández Díaz, en ese momento ministro de Interior, comunicó en rueda de prensa que había “líneas de investigación bastante buenas” en relación a los casos de Yéremi Vargas y de Sara Morales, perdida desde julio de 2006. En declaraciones a los periodistas tras una reunión de coordinación en la Subdelegación del Gobierno, Fernández Díaz explicó que ambos casos continuaban «abiertos» y bajo secreto de sumario. En septiembre de 2015 se descubrió un cráneo en Gran Canaria que abrió nuevas posibilidades en la investigación. Los restos óseos fueron encontrados por un ciudadano cuando paseaba por un solar ubicado en la zona de El Doctoral de Santa Lucía de Tirajana, cerca de donde vivía Yéremi. Las fuerzas de seguridad sopesaron en un primer momento que podían pertenecer al menor, aunque pidieron prudencia a la hora de albergar falsas ilusiones. La peritación del cráneo probó que pertenecía a una mujer mayor. La hipótesis más probable Marzo de 2016. Nueve años después de la desaparición. En ese momento se empezó a indagar en la hipótesis que parece más factible. La nueva línea de investigación se centró en un Renault 5 blanco modelo Oásis. El teniente de la Guardia Civil y jefe de la investigación, José Miguel Hidalgo, comunicó que se buscaba “a un hombre de mediana edad, de unos 30, 40 años, que conocía la zona en la que desapareció Yéremi y que era usuario del Renaut 5 Oásis en el que se sospecha que fue secuestrado”. A su vez, 114

‘El Rubio’, en el Juzgado el pasado noviembre. EFE se filtró que este hombre podía llevar un gorra de béisbol. Hidalgo reconoció que esta pista brindaba un abanico amplio de posibilidades puesto que se trataba “de un vehículo muy común en la época”, del que en 2007 había unas treinta mil unidades. Pese a esto, el teniente de la Guardia Civil hizo hincapié en que esta nueva podría ser la acertada. ‘El Rubio’, el gran sospechoso La pista del Renault 5 blanco condujo a los investigadores al principal sospechoso del caso. Su nombre es Antonio Ojeda, conocido como Juan ‘El Rubio. Propietario del vehículo, acostumbra a vestir con una gorra. Desde hace más de un año se encuentra encarcelado. Primero estuvo en la prisión de Botafuegos (Algeciras). Al principio estaba allí de forma preventiva por unos supuestos abusos sexuales cometidos sobre un menor en 2012. A principios de diciembre del pasado año, la Justicia dictaminó que era culpable y fue condenado a cinco años de cárcel. El 31 de mayo de 2016, varios agentes de policía le comunicaron en el penal andaluz que le imputaban los delitos de detención ilegal y homicidio de Yéremi Vargas. Ojeda, de 57 años de edad, cuenta con un extenso historial delictivo. En 1988 agredió a un agente de la Policía y en 2005 fue condenado por violencia de género tras ser denunciado por su mujer. En marzo de 2015, meses antes de ser encarcelado, concedió una entrevista a Espejo Público. En la conversación con

el programa de Antena 3. ‘El Rubio’ cayó en varias contradicciones y lapsus que han sido claves en la investigación. A finales de junio de 2016, Ojeda fue trasladado a la cárcel grancanaria de Juan Grande. En diciembre, días después de ser declarado culpable por el delito de 2012, una persona que compartió celda con él hizo una importante confesión a la policía. “Se me fue de las manos, echó a correr y tuve que desaparecerlo”. Esas fueron las palabras que dijo ‘El Rubio’ cuando su compañero le preguntó por Yéremi, según declaró en el Juzgado este último recluso. No era la primera vez que el sospechoso hablaba en confianza del niño desaparecido. En Botafuegos le contó a otro preso que el culpable era un vecino suyo, conocido como ‘El Tani’. Este último defendió su inocencia, la cual fue aceptada por la Guardia Civil. El Juzgado nº.2 de San Bartolomé de Tirajana concluyó la toma de declaraciones el pasado 30 de enero. En febrero el magistrado denegó el careo de Ojeda con los presos que le incriminaron, solicitado por la acusación particular, así como una reconstrucción de los hechos. Los familiares de Yéremi no conocían a ‘El Rubio’. El menor seguramente tampoco. Sin embargo, ahora no se pueden quitar de la cabeza su rostro, como ha afirmado en varias ocasiones la madre del niño. Los allegados del pequeño esperan un juicio que pueda arrojar luz sobre tanto sufrimiento. La esperanza de que siga vivo no se acaba de extinguir.


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¿Quién mató a los marqueses de Urquijo? El primer crimen mediático de la España democrática sigue siendo un misterio 37 años después Ruth Fernández Drake

materiales en el chalet. A medida que pasaa madrugada del 1 de agosto de 1980 ban los meses, el caso los marqueses de Urquijo fueron adquiría gran imporasesinados en su chalet de Somosaguas. tancia y se convirtió Tres disparos terminaron con la vida de en el primer crimen María Lourdes Urquijo Morenés, de 45 mediático de la Espaaños, y de Manuel de la Sierra y Torres, ña que se avecinaba, de 55 años. El suicidio quedó descartado un país que daba sus desde un principio y la policía indicó que primeros pasos en podía tratarse de un asesinato de carácter democracia. Incluso personal, incluso “a sueldo”. el embajador de EstaEl escenario del crimen tampoco dos Unidos, Terence mostraba indicios de suicidio: dos cuer- Todman, amigo de pos sin vida, el de Manuel en su cama y el las víctimas, apareció de María Lourdes, con uno y dos dispa- en Somosaguas horas ros respectivamente, además de un cristal después del asesinato. roto en la planta baja del domicilio. La relevancia de la Según la reconstrucción oficial, el familia Urquijo jugó marqués murió en el acto a causa de un un papel clave en los María Lourdes de Urquijo y Juan de la Sierra, los marquedisparo en la cabeza realizado con un siete primeros meses. ses de Urquijo arma de calibre 22. Unos casquillos de Se nombraron jueces ese mismo modelo se encontraron en la especiales, hubo confinca de su yerno en Cuenca, prueba en cretamente un intercambio de tres magis- y confesó ser autor del crimen. El 11 de la que se basaría posteriormente la acusa- trados, donde uno de ellos rechazó for- abril de 1981, días después de la detención ción. La marquesa, alertada por los rui- mar parte del caso por tener una relación de Escobedo, los dos hijos de los marquedos, se dirigió a la habitación de su mari- de amistad con Juan de la Sierra, hijo me- ses, Myriam y Juan de la Sierra, enviaron do y allí recibió un primer disparo que no nor de Manuel y María Lourdes. La lista una carta el ministro del Interior, Juan acabó con su vida, por lo que fue remata- de sospechosos de los cuerpos policiales, José Rosón, en la que pedían la concesión da en el rostro con el mismo arma. que en principio no era muy larga, se fue de máximos honores a los inspectores que A los pocos días comenzaron las in- centrando en el yerno de los marqueses. ayudaron en su detención. Javier Roig, vestigaciones. La policía tenía claro que Rafael Escobedo, el marido de la hija ma- inspector y amigo de Juan, finalmente no el asesino, o los asesinos, conocían bien yor de los Urquijo, Myriam de la Sierra. recibió ningún título de honor y fue invesla casa, lo que justificaba la falta de daños Este fue detenido ocho meses después tigado por posibles irregularidades en el caso relacionadas con la relación que tenía con el nuevo marqués. En 1983 comenzó el juicio contra Rafael, el principal y único acusado. Este, que se había declarado culpable dos años antes, decía que era inocente y que “iba a contar todo lo sucedido en relación a la muerte de los marqueses de Urquijo”. Dio a entender que había más implicados, pero no dijo nombres. El juicio terminó en una condena de 53 años, pero el caso siguió siendo polémico. Al ver cómo la cárcel y las drogas destrozaban su vida, Rafael se suicidó en su celda el 27 de julio de 1988. Más de 35 años después, hay declaraciones que confirman la existencia de más implicados y que todo fue motivado por causas económicas y financieras. Periodistas frente al chalet de los Urquijo en Somosaguas

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Rafael Escobedo, el presunto asesino

Rafael Escobedo, detenido por el asesinato de los marqueses Rafael Escobedo Alday nació el 3 de enero de 1955. Hijo de una familia de clase media con una finca en la provincia de Cuenca, contrajo matrimonio con Myriam de la Sierra el 21 de junio de 1978. Muchos dijeron que la unión les recordaba a la de los marqueses. Nunca manejó demasiado dinero. De hecho, trabajó como vendedor de cosméticos para Dennis Drew (Dick, El Americano), un empresario norteamericano cercano a la familia y amante de Myriam desde 1979. Myriam y Dick se casarían en 1986 y tendrían un hijo un años después. Los Urquijo, dueños del famoso banco con el mismo nombre, cuya fortuna se estimaba a nivel patrimonial en más de 200 millones de pesetas, formaban parte de la alta sociedad española. Pero esto no afectó a la unión entre Rafael y Myriam puesto que esta se hizo bajo un régimen de separación de bienes, algo que contentó al marqués puesto que no tenía mucha simpatía con su yerno y quería preservar la integridad de su legado. La pareja comenzó viviendo en Somosaguas, pero terminaron mudándose por diferencias con Manuel y María Lourdes. Tras el asesinato, estuvo en el punto de mira de la policía y, después, de los medios de comunicación. Los investigadores encontraron unos casquillos de bala en la finca de su padre, Miguel Escobedo, que coincidían con los casquillos del arma que mató a los marqueses, un 116

calibre 22. Esto fue una prueba sólida para su acusación. Prisión condicional y juicio El 6 de abril de 1981 se declaró culpable y entró en la Cárcel de Carabanchel cinco días después bajo el régimen de prisión condicional. Cargó contra sus suegros acusándoles del fracaso de su matrimonio. Sin embargo, le dijo a su hermano, Carlos, que no tenía nada que temer. Admitió, en una entrevista concedida a El País en 1981, el cambio que había sufrido: “Se me echó toda la mierda encima, era un chico muy ingenuo”. Tenía intención de detallar a un juez todo lo que había detrás de la muerte de los Urquijo. En ese momento se entendió que podía haber más implicados, pero no había rastro de sus nombres. Rafael estaba pagando un alto precio por encubrir al resto de asesinos. El juicio, protagonizado por varios testimonios e informes volátiles, comenzó el 21 de junio de 1983. A comienzos de julio de ese mismo año rectificó y afirmó que era inocente. Explicó que se declaró culpable por un pacto con la familia y la policía. De forma paralela, durante el proceso judicial, tuvo problemas en su vida privada. Según declaraciones que hizo posteriormente, sus padres le abandonaron nada más comenzar el caso. Su matrimonio, que ya estaba deteriorado, terminó en un divorcio solici-

tado por Myriam a finales de ese mismo año. El 7 de julio de1983 fue condenado a 53 años de prisión por haber asesinado a los marqueses de Urquijo, 26 años por cada víctima, además de pagar una indemnización de 20 millones de pesetas a Juan y Myriam. El caso ya parecía zanjado. El Tribunal Supremo confirmó su sentencia el 10 de mayo de 1984: el yerno era el único culpable. También desestimó el recurso de casación presentado previamente por el abogado y amigo de Rafael, Marcos García Montes. Pero lo cierto es que había muchas dudas y cabos sueltos. Esto fue reconocido por el fiscal del caso, José Antonio Zarzalejos al terminar el juicio: “Quizás otros implicados se estén riendo por haberse librado de la cárcel”. El 7 de febrero de 1985 Rafael fue trasladado desde la Cárcel de Carabanchel al centro penitenciario de El Dueso, en Cantabria. Fue asigando como preso de segundo grado, por lo que podía solicitar permisos de vacaciones al juez una vez cumplida una cuarta parte de la condena. El Código Penal tomaba como referencia la condena que se cumplía en la práctica, 30 años, para concederle permisos a partir de 7 años cumplidos. Durante su estancia en El Dueso, pidió constantes traslados a centros penitenciarios de otras comunidades, pero nunca se los concedieron. Él sabía que era por ser personaje público.


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Marcos García Montes, en prisión junto a Rafael Escobedo hasta la hora de comer. Sus amigos y conocidos decían que estaba sumido en una profunda depresión, y que Rafael Escobedo en la celda número 4 de El Dueso se fue agravando por las constantes negativas a conLa entrada en prisión fue el detonan- cederle el permiso de libertad. El 10 de te para entrar en un abismo de depresión abril de 1986, el juez de vigilancia de la y drogas. “Yo era un chico muy ingenuo; Audiencia Provincial de Santander le demis padres me abandonaron después de negó este derecho. la tragedia”, decía. Estaba decepcionado Buscó consuelo en los medios de coporque se sentía abandonado por los que municación. Una de las apariciones fue hasta entonces consideraba amigos y fa- en A vivir, que son dos días, un programa de miliares. la SER. Matías Antolín acudió a la cárcel para hablar de su vida en la cárcel y el caso de los marqueses. El 13 de julio de 1988 decidió apa“Dios mío, recer en televisión. Fue entrevistado en no saldré nunca de aquí vivo” El Perro Verde por Jesús Quintero. Sus declaraciones se retransmitieron después de su suicidio, lo que provocó una mayor reflexión posterior. Dijo sobre el asesiLos reclusos de El Dueso solían ba- nato de los marqueses que “no se había jar al patio a partir de la ocho de la ma- investigado ni se iba a investigar, porque ñana, pero él solía quedarse en su celda no le interesaba a nadie investigarlo”.

Rafael Escobedo en El Perro Verde con Jesús Quintero (1988)

“Rafi, ¿la cárcel te está destruyendo?”, preguntó el periodista acercándose al lado más personal. “Ya me ha destruido, no soy nada, intento vegetar y me refugio en drogas para no sufrir, pero no lo consigo”. Con un cigarrillo en la mano, Rafael mostraba la dureza de su existencia: “Me quedo horas mirando las verjas de la celda repitiéndome `ahórcate, termina

“La cárcel me ha cambiado, me refugio en las drogas para no sufrir” con todo esto´”. En marzo de 1987 ya intentó suicidarse cortándose las venas, y poco después de esta entrevista también pretendió hacerlo con heroína. El 27 de julio de 1988, a los 33 años, se suicidó colgándose con una sábana atada a los barrotes de su celda. Jose Antonio Dueta, director de El Dueso, econtró el cuerpo a las 12:40 del mediodía. Vestido con un niqui rosa y pantalones de chándal, no parecía tener signos de violencia física ni rastro de haberle inyectado algún tipo de droga. Las entrevistas realizadas fueron su carta de despedida, todo indicaba a un suicidio. A su hermano, Carlos Escobedo, no le extrañó puesto que la desesperanza y depresión de su hermano, según él, terminaría así. No pensaba igual García Montes: “No fue un suicidio, en tal caso una inducción a suicidio”. El cadáver fue llevado al depósito forense de Berria y la autopsia confirmó la “muerte por asfixia debido al ahorcamiento”. Esta muerte se sumaba a los cuatro suicidios dados en El Dueso en los últimos 20 meses. 117


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Las sombras detrás del crimen La noche del 31 de julio de 1980 los marqueses concedieron el fin de semana libre a la gran mayoría de su personal de servicio, a excepción de la cocinera. En la madrugada del 1 de agosto tres coches llegan al domicilio y de ellos salieron tres individuos. Las tres sombras conocían bien el lugar y solo rompieron un cristal en la puerta que llevaba a la piscina. Lo hicieron con la ayuda de un trapo mojado o esparadratos para no hacer ruido, según los agentes que llegaron la mañana siguiente. Desactivaron la alarma y no hicieron ladrar al perro. A la mañana siguiente, los reporteros de El Caso fueron los primeros en llegar para tomar declaraciones. Poco después se presentaron policías, periodistas y familiares en el lugar, entre ellos Rafael y Myriam. El trato entre ambos era tenso. Más tensa fue la aparición del administrador de los marqueses, Diego Martínez Herrera. Iba vestido de luto a pesar de desconocer aparentemente lo que había pasado y sospechosamente ordenó destruir algunos documentos. Un redactor del periódico encontró un casquillo de bala de calibre 22 en un cubo de basura similar a los encontrados en la finca familiar del yerno, Rafael. Los expertos en balística lo confirmaron: coincidía con el arma del asesinato, una Star. Rafael fue detenido y torturado en los calabozos de la Dirección General de Seguridad hasta firmar una confesión pactada con la policía. Meses después, y tras dos sumarios, el juicio se celebró y Rafael fue declarado culpable con 53 años de condena. Los implicados 10 días después del suceso, Juan y Myriam de la Sierra aparecieron en público. Esa fue la primera vez que los hijos de los marqueses se manifestaban en relación con el asesinato. A pesar de la principal detención del yerno de los marqueses, se investigó lo suficiente como para encontrar, al menos, tres implicados más. Mauricio López-Roberts, marqués de Torrehermosa, relacionó a siete personas con el crimen, entre ellos Juan de la Sierra. Conocía bien lo que ocurrió aquella noche porque se relacionaba con Rafael y situó a Juan de la Sierra en la escena del crimen. López-Roberts fue condenado a diez años de prisión por encubridor y una multa de diez millones de pesetas. Cumplió prisión hasta 1991, y después 118

el Tribunal ratificó su condena. Javier Anastasio, íntimo amigo de Rafael, fue otro de los acusados. “Rafi había quedado con Juan, me entregó una pistola y me dijo que la tirara al Pantano de San Juan”, explicó. Su testimonio indicaba que el móvil del asesinato fue el dinero, las finanzas e intrigas familiares; muchos implicados, muchas ramificaciones. “No pude ayudar a Rafi a matar a nadie porque él no lo hizo; le acusaron porque era el más asequible”, confesó Anastasio. Estuvo tres años en prisión condicional y en 1987 huyó del país. Finalmente, en 2010 retiraron cargos contra él. Aún no ha vuelto a España. Portada de El Caso sobre el asesinato de los Urquijo “Hubo mucha gente detrás, actores intelectuales que necesitaban actores materiales”, confesó Anastasio. Estaba seguro de que las coartadas del administrado y de Juan de la Sierra eran falsas, pero no interesó desmontarlas. “Alguna mano poderosa les protegió”, decía. El entorno económico era ambicioso puesto Javier Anastasio abandonando la cárcel con su abogado que iba a haber una fusión entre el Banco Urquijo y el Hispano Americano. Ade- tre el Banco Urquijo y el Hispano Amemás, explicaba, “España estaba muy ines- ricano. El Banco Urquijo, de importante table y los marqueses tenían relación con tradición financiera en España, podía algente importante”. canzar importantes cotas a nivel internacional. Sin embargo, se comentaba que Un prometedor proyecto empresarial Manuel de la Sierra no quiso realizar la Manuel de la Sierra y maría Lourdes operación, algo que sí perseguían sus hiUrquijo formaban un matrimonio im- jos, Myriam y Juan. “Hubo beneficiarios portante en la sociedad española y tenían por acción y por omisión”, dijo Anastauna importante lista de contactos. Se ha- sio, “quienes apretaron el gatillo fueron blaba de una posible y jugosa fusión en- empujados a hacerlo”.


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El “suicidio” de Rafael Escobedo García Montes nunca creyó que fuera un suicidio y pidió una segunda autopsia para verificarlo. “Fue una víctima del sistema; la Ley de Enjuiciamiento Criminal apuntaba que solo se podía condenar con pruebas de convicción, pero estas desaparecieron. Hoy día habría sido absuelto”, explicaba. Según su teoría, provocaron su suicidio, si no mediante el método psicológico, lo hicieron materialmente y aparentaron un suicidio. Rafael estuvo a punto de contarlo todo en la entrevista con Jesús Quintero, y esa fue la señal para que los nombres que él ocultaba actuaran de forma contundente. Pudo sufrir presiones que intentó contar poco a poco en los medios de comunicación, pero finalmente se llevó el secreto consigo. “No tenía capacidad psicológica para este tipo de muerte”, confesó García Montes.

Juan de la Sierra declaró que aquella noche en Londres, donde estudiaba. Pero Anastasio sigue hoy día sin creer su coartada por varios motivos. Primero, porque los periodistas que estuvieron en el aeropuerto no le vieron llegar de Londres, y Juan en el juicio se negó a entregar el pasaporte y los billetes de avión comprados. Segundo, porque le vieron cenando con el marqués dos días antes en su local. Y tercero, la noche del asesinato Anastas habló con Rafael y este le dijo que había quedado con Juan. Pese a las contradicciones, en el juicio nadie consiguió desmonRafael Escobedo tar su defensa.

“Murió antes del ahorcamiento” José Antonio García-Andrade, decano forense y uno de los profesionales con más renombre en España, apuntó que murió antes del ahorcamiento. No había óxido en las manos de Rafael, ni sangre en el cerebro, ni marcas en el cuello, por tanto, ningún signo que coincidiera con haber muerto de la forma que parecía. Le habían lavado el estómago, pero en Madrid examinaron los pulmones y encontraron gran cantidad de cianuro en hígado, riñón y pulmones. Lo habría ingerido por vía aspiratoria. “Con esta dosis de cianuro se puede matar a un elefante”, confirmó el forense. Su reconstrucción indicaba que le habían matado y le habían colgado para simular el suicidio. Javier Anastasio, el huido que sabe la verdad La última entrevista relacionada con el crimen de los Urquijo fue a Anastasio en noviembre de 2010 para la revista Vanity Fair. “Pocos crímenes han revuelto tantas tripas de la sociedad española como este”. La mala relación entre la propia familia Urquijo, entre hijos y padres, la actitud del administrador y la desaparición de pruebas eran motivos para sospechar de muchos, pero todas las acusaciones acabaron por condenar a Rafael. “Yo ni siquiera estuve en la casa aquella noche, solo le acerqué hasta un cruce cercano y me volví a Madrid”, explicaba. Y, pese a no haber estado en el chalet, está convencido de que él no lo hizo y que “fue cosa de un profesional”.

Myriam y Juan de la Sierra, después del entierro de los marqueses Él amenazó con contarlo todo mediante entrevistas, y con ello consiguió que le retiraran la acusación particular, algo que extrañó a Anastasio porque a él nunca se la retiraron. “No se suicidó, le mataron porque sabía demasiado”, sentenció. Días después de su muerte, la cuenta bancaria de José Huertas Benítez, que repartía comida en la cárcel y poseía juegos de llaves de las celdas, recibió 250.000 pesetas. “Y eso, tras más de 30 años, nadie lo ha investigado”. “Mi mayor error fue coger aquella pistola que me dio Rafi, aunque si lo

pienso ahora, haría lo mismo porque era mi amigo”. Anastasio le vio desesperado y nervioso porque le estaban vigilando. “Solo podía confiar en mí”, declaró. La versión de Anastasio arroja algo de luz al oscuro caso. Sin considerarse un fugitivo, relata desde su nuevo país, Argentina, su versión de los hechos: “Estoy harto de que me digan que yo tengo la clave del crimen; cuento lo que sé para pasar página”. El crimen de los Urquijo aún esconde implicados, pruebas y testimonios. Hoy, después de 37 años, sigue habiendo sombras detrás del crimen. 119


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Puerto Hurraco, historia de un pueblo que quiere olvidar Sagrario Marina Cicuendez Brasal

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ra un domingo de Agosto cualquiera en Puerto Hurraco, en el año 1990. Un pueblo tranquilo, situado en la comarca de Badajoz repleto de gente amable y servicial. Sus habitantes, como cada noche, salían con sus sillas a la misma calle para combatir el calor y tomar ‘la fresca’ charlando con los vecinos. Los hombres preferían ver la televisión tomándose sus copitas de vino o cerveza mientras las mujeres preferían hacer ganchillo disfrutando de los niños que correteaban por las calles del pueblo. Otros preferían ponerse a charlar hasta que les entrase el sueño e irse a dormir. Sin embargo, ninguna persona en aquel municipio se esperaba lo que ocurriría aquel 26 de Agosto pasadas las diez de la noche. Antonio y Emilio Izquierdo de 53 y 58 años -más que conocidos en Puerto Hurraco-, con camisas de cuadros, pantalones de pana y una escopeta cada uno a sus hombros cargadas de cartuchos, sembraban el pánico tras dejar un total de nueve muertos y doce heridos. La rivalidad entre familias, el origen Todo empezó treinta años atrás con dos familias enfrentadas: Los Izquierdo (a los que se les hacía llamar los Pataspelás) y los Cabanillas (conocidos como Amadeos). El odio entre ambos comenzó por las disputas de unas tierras y un amor no correspondido entre Luciana Izquierdo y Amadeo Cabanillas que se saldó con la muerte de éste a manos del hermano de Luciana, Jerónimo Izquierdo en el año 1967. Una muerte extraña El odio entre las familias creció aun más cuando por extrañas circunstancias, la madre de los Izquierdo, Doña Isabel, moría quemada tras incendiarse su hogar. Un duro golpe que los Pataspelás no lograron olvidar, pues la madre era el pilar fundamental de esa familia y también la que movía los hilos. La muerte de ésta no hizo nada más que tensar la situación con los Cabanillas, pues se les acusaba a ellos de principales sospechosos de la muerte

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de la progenitora (aunque hay quien cree que el incendio fue provocado por los mismos hijos de Doña Isabel). La muerte de Jerónimo, el mayor del clan de los Izquierdo en la cárcel fue la gota que colmó el vaso. Sus hermanos Antonio, Emilio, Luciana y Ángela, quisieron vengar las desgracias de su familia por culpa de los Cabanillas. La venganza contra los Cabanillas Fue entonces cuando aquel fatídico domingo 26 de agosto de 1990, los varones de los Pataspelás, subidos a un Land Rover y con cartuchos como para matar a una multitud de personas, se ensalzaron con la muerte de aquellas nueve personas, entre ellos, las dos hijas pequeñas de los Cabanillas: Antonia y Encarnación de catorce y doce años respectivamente. Ambas mueren con un disparo en el pecho, sin embargo, Isabel, la hermana mayor logra salvarse tras fingir estar muerta. Las otras víctimas Manuel Cabanillas, al oír los disparos, sale corriendo a defender a las niñas, pero ya era demasiado tarde y recibió varios disparos que acabaron con su vida. Su hijo, Antonio Cabanillas de 25 años, intentó plantar cara a los Izquierdo pero éste recibió dos tiros por la espalda que le dejarían en silla de ruedas para toda la vida. Araceli Murillo, con 60 años, estaba tomando ‘la fresca’ en la acera de su casa cuando al ver como las niñas caían desplomadas al suelo salió disparatadamente a ayudarlas, sin embargo, los Izquierdo le dispararon y murió en el acto. José Penco Rosales de 43 años, recogió a dos de los heridos y los trasladó a un centro médico de un pueblo cercano a Puerto Hurraco. Los Pataspelás, a la vuelta, le esperaban para matarle y así fue. Antonia de 57 años, y Reinaldo de 52 años, al ver aquel terrorífico panorama, decidieron huir en su coche a cualquier otro lugar mejor, pero los Izquierdo acribillan a disparos el automóvil en el que iban y mueren en el acto. La Guardia Civil de Monterrubio, el pueblo vecino, también logró llegar al lugar del crimen. Sin suerte, los dos policías recibieron varios tiros que les dejarían sin vida. Aquella noche, las calles de Puerto Hurraco se convertían en ríos de sangre.

Antonio (izquierda) y Emilio (derecha) en el Juicio, en El objetivo de los hermanos Pataspelás era acabar con cualquier miembro que llevara aquel apellido que tanto tormento les había causado: Cabanillas. Los asesinos huyeron e inmediatamente tanto Puerto Hurraco como los pueblos cercanos se volcaron en la búsqueda de Emilio y Antonio Izquierdo. Más de doscientos agentes a caballo, a pie, coches o helicóptero buscaban desesperadamente a los dos hermanos. El paradero de los asesinos A escasas horas de la mañana del día 27 de Agosto de 1990, Emilio era localiza-


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do cerca de la casa de sus dos víctimas. Cuando se le llevaba la Guardia Civil, el mayor de los dos hermanos, resaltaba “Hemos disparado en Agosto porque en invierno se me agarrotan los dedos y tengo peor puntería”.

El juicio de los Izquierdo Cuatro años más tarde, en 1994, tendría lugar el juicio de los Izquierdo. Emilio, el más frío de los hermanos, dijo que no recordaba nada: “No he pensado nunca en matar, yo a mi madre no la iba a revi-

1994 Su hermano Antonio fue localizado en el monte tratando de huir. La actitud de éste era totalmente distinta a la de Emilio. Cuando se detuvo a Antonio, el pequeño de los dos, “estaba atemorizado y temblando de los nervios” admitía uno de los policías que estuvo en el arresto. Hubo mucha gente que quiso ver con sus propios ojos cómo se les llevaba la policía, y entre ellos, periodistas y fotógrafos queriendo llenar sus periódicos con la exclusiva de aquella masacre.

vir matando”. Sin embargo, sus palabras eran contradictorias ya que añadía pos-

“He disparado en Agosto porque en invierno se me agarrotan los dedos y tengo peor puntería”

teriormente: “Los maté en un momento que no era consciente de lo que hacía, pienso que ellos tapaban la muerte de mi madre”.

El Juez que llevaba el caso le preguntó reiteradas veces a Don Emilio: “¿Sabe usted que entró en la calle Carrera?” A lo que éste respondía indignado: “Yo no lo recuerdo. Me está diciendo usted unas cosas que se me está revolviendo el cuerpo”. La sentencia condenatoria fue una pesadilla para los hermanos Pataspelás a quienes le atribuyeron 360 años de cárcel a cada uno por la muerte de nueve personas y doce heridos a sus espaldas. Tras permanecer unos días en la cárcel de Badajoz, fueron traslados a Córdoba por el rechazo de los presos que convivían con ellos y, posteriormente, fueron desplazados a Almería por el mismo motivo para regresar finalmente por petición propia al lugar de origen. Nunca se comunicaron con nadie en la cárcel e iban a todos lados juntos. Hasta que finalmente, en el 2006, el mayor de los dos hermanos, Emilio, sufría un infarto que terminó con su vida en la cárcel de Badajoz. Las hermanas Izquuerdo Las hermanas Izquierdo, Luciana y Ángela, huyeron nada más suceder la masacre protagonizada por sus hermanos. Ambas fueron localizadas por la policía cuatro días después y señaladas desde el principio como principales inductoras del crimen. En una entrevista a Antena 3, el reportero de la cadena, en el mismo tren en el que viajaban las hermanas, les comentaba que la gente de Puerto Hurraco les acusaban a ellas de inductoras de los hechos acontecidos, a lo que ambas respondían llevándose las manos a la cabeza y entre sollozos: “¡Ay por Dios! ¡Que nos lo digan a la cara si se atreven! Tenemos mucho dolor, estamos ‘sin vida’ pensando en lo que estarán pasando mis hermanos. Queremos que se cumpla la voluntad de Dios”. Luciana y Ángela ingresaron en psiquiátrico después de que el informe ordenado por el juez del caso diera como resultado que las hermanas rían trastornos mentales de tipo paranoico. Motivos suficientes como para haber sido las inductoras de la matanza que llevaron a cabo sus hermanos. Sin embargo, la falta de pruebas hizo que no se les pudiera inculpar a ninguna y quedaron en libertad sin cargos. El único contacto que tenían con sus hermanos varones eran las dos o tres veces que Emilio y Antonio descolgaban el teléfono de la cárcel para saber de sus hermanas. Tras cator121


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ce años en el psiquiátrico de Mérida, la llama de sus vidas se iba apagando hasta que en 2005, ambas murieron internas en un entierro al que no acudió ninguno de sus hermanos. El suicidio de Antonio A sus 73 años, Antonio Izquierdo, el único superviviente de los Pataspelás se suicidaba en la cárcel de Badajoz el 26 de abril del 2010. El suceso se produjo en el módulo de enfermería, donde utilizando trozos de sábanas anudados, se ayudó a colgarse de la reja de la ventana. El pequeño de los Izquierdo hubiera quedado en libertad condicional si no se le hubiera aplicado la doctrina Parot, que le hacía enfrentarse a otros cinco años más de cárcel. Según las fuentes del centro penitenciario, esto pudo suponer un duro golpe para Antonio, que decidió quitarse la vida. Romper el silencio En el 2015, se cumplían 25 años de la masacre de Puerto Hurraco. Los testimo122

nios de aquellos protagonistas que en su día prefirieron guardar silencio, revelaban a distintos medios las sensaciones vividas en tal fatídico día. Tres de los grandes personajes en esta historia fueron: Blas Molina y Vicente Salguero, los dos po-

“Cada vez que veía la foto se me venía rápidamente el olor de la sangre de los muertos ”

licías que arrestaron a Antonio Izquierdo en el monte, y Brígido Fernández, el fotógrafo que tomó aquella famosa foto en la que aparecen ambos policías en el momento exacto del arresto del Patapelá. La foto de la millonada Brígido, en 1990, era un periodista freelance –que como otros muchos- estaba en Puerto Hurraco aquel día para contar en la tragedia. Cuando vio aparecer a los dos policías en el momento

exacto del arresto de Antonio Izquierdo, empezó a disparar con su cámara Nikon FA disparatadamente hasta que más tarde, cuando reveló el carrete, vio la foto perfecta: Blas Molina, el guardia civil con la pistola apuntando al cielo con un brazo y con el otro sujetando al asesino; el menor de los hermanos Izquierdo en el medio, con la camisa desabrochada y cabizbajo; y al otro lado, con bigote y la gorra de policía, Vicente Salguero, el otro guardia civil que arrestó a Antonio. La foto daría la vuelta al mundo y diarios tipo The Times, Le Fígaro, The Sunday, la ponían en sus portadas. A Brígido, que entonces tenía 26 años, le llegaron a ofrecer 70 millones de pestas (40.000 euros) por la instantánea. “Me pagaban en cheques, libras, dólares... fue una locura que duró más de un mes... Un pastón por entonces, es verdad”, reconoce el fotógrafo que mostró al mundo la cara del asesino que había sembrado el horror en Puerto Hurraco.


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Los dos guardias civiles En una entrevista a HOY, en el 2011,uno de los guardias que arrestó a Antonio Izquierdo, Vicente Salguero recordaba el momento exacto de cuando se detuvo al menor de los hermanos Izquierdo “Yo me lo imaginaba agresivo; además yo llevaba la metralleta en la mano. Después de haber matado a ocho o nueve personas, de la forma que las mató, a una pareja de la Guardia Civil pues la mata en ese momento. Pero no, no. Este no. Ni el otro tampoco. Yo creo que en frío ellos ya sabían más o menos lo que habían hecho”. Vicente resaltó también que Antonio no puso ningún impedimento en su arresto y que lo único que repetía era “Matadme, matadme si queréis”. El policía del bigote también dio su propia versión sobre los hechos: “Cuando murió la madre de los Izquierdo y se lo achacan a los Cabanillas…Yo no digo nada, pero qué casualidad. Les culpan a los otros cuando los Izquierdo lograron salvar un frigorífico que tenían y no salvan a su madre”. A lo que añadía para concluir aquella entrevista “Eran personas muy oscuras, muy suyas, te miraban como los toros al salir del chiquero”. El otro guarda civil que también detuvo a Antonio Izquierdo, Blas Molina, quiso romper su silencio muchos años después. Tenía 36 años cuando arrestó al Patapelá. Blas cuenta que sufrió un pre-infarto en el momento de la detención. “En cuanto lo vi me parapeté en una piedra en una zona entre dos fincas y fue entonces cuando disparé al aire dos veces para advertirle de que iba en serio y al final logré convencerle para que tirara la escopeta junto a una higuera”. Blas, ya es capaz de mirar aquella fotografía con orgullo pero recuerda: “No volví a ver la fotografía durante muchos años, y cuando lo intenté o me la mostraba algún compañero, vomitaba y se me venía entonces rápidamente el olor de la sangre de los muertos... Lo he pasado muy mal, aún me viene encima ese olor cuando la veo o hablo del tema”, resalta el guardia civil con la fotografía ya enmarcada y puesta en la mesa de su despacho. El séptimo día Tras la masacre, el director Carlos Saura rodó una película en 2004 basada en la historia del pueblo extremeño en la que aparecen conocidos actores españoles como Yohana Cobo, José García, Juan Diego, Victoria Abril o José Luis Gómez entre otros. El nombre de la película, es

El lugar del crimen, la calle Carrera, en Puerto Hurraco ‘El Séptimo día’ porque “dicen que Dios hizo el mundo en seis días y al séptimo descansó. Por eso a veces las cosas más horribles ocurren en domingo. Mientras Dios duerme”, se oye decir a uno de los personajes principales en la pantalla cuando comienza la película. El filme se enfrentó duras críticas –por parte de los habitantes del pueblo y en especial de los

“No quiere que se remueva el asunto porque es tan grande el dolor que lleva dentro...”

Izquierdo y los Cabanillas-. Los 106 minutos que dura la película, refleja a la perfección la rivalidad entre familias dejando claro el papel de los asesinos, Antonio y Emilio Izquierdo. La superviviente La mayor de las hermanas Cabanillas, Isabel, que sobrevivió a la masacre, huyó de Puerto Hurraco con su madre y acabó los estudios de Bachillerato. También fue a la Univerisidad y estudió ingeniería pero prefirió no ejercer porque ha preferido fundar una familia. De vez en cuando se deja ver por la que fue su casa en Puerto Hurraco. Pero jamás ha hecho declaraciones sobre lo sucedido “No quiere que se remueva el asunto porque es tan grande el dolor que lleva dentro…

Aunque no lo saque, lo tiene ahí” comentaba una persona del círculo cercano de Isabel. Puerto Hurraco actualmente A día de hoy, y con ningún superviviente del clan de los Izquierdo, Puerto Hurraco quiere olvidar. A pesar del intento de volver a ser el pueblo que era antes de aquel fatídico 26 de agosto de 1990, los turistas que visitan la localidad prefieren seguir indagando en el morbo que hace más de 25 años manchaba de negro la historia de aquel tranquilo pueblo Badajoz. En el cementerio siguen descansando aquellas nueve víctimas que cayeron en manos de los dos asesinos. Los residentes siguen levantándose cada día con el único deseo de borrar aquellas sangrientas imágenes de sus cabezas. La masacre de Puerto Hurraco ya permanece archivada en la historia de España. La casa de los Pataspelás sigue en el mismo estado que siempre, pues nadie quiere habitar aquel ‘endemoniado’ lugar y dentro de poco se demolerá. Los habitantes de este pueblo no quieren dar ningun testimonio y cada vez que se les pregunta por la casa de los asesinos evitan el tema y se marchan: “El pueblo no quiere recordar lo sucedido”, comentaba uno de los residentes. Dicen que el tiempo todo lo cura, pero aún el miedo te recorre por todo el cuerpo cada vez que alguien pasa donde se llevó a cabo el crimen, la famosa calle Carrera. 123


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El asesino de Pedralbes

“Para matar había que hacerlo bien ya que yo soy un enamorado de una obra bien hecha” Una vida marcada por el crimen Silvia Jiménez de Alfonso

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osé Luis Cerveto nació el 8 de Septiembre de 1939 en Alicante. Él se considera a sí mismo hijo de la postguerra y de sus consecuencias. Su vida no fue nada fácil ni agradable. Con solo 3 años su padre murió y su madre, Concepción Goíg Bech, decidió meterle en un internado. Según declaró Cerveto “Durante años me orinaba en la cama y me obligaban a dormir con un saco. Allí nos daban más palos que a una estera. Había una monja, sor Ángeles, que nos obligaba a estar durante horas con los brazos en cruz. Un día me cansé, la empujé por un balcón y estuve a punto de matarla”. Como vemos su estancia allí no fue de lo más agradable y ya aparecían los primeros rasgos de una conducta violenta. En una de sus habituales escapadas del orfanato huyo al aeropuerto de Alicante, junto a su compañero Juanito. Ambos buscaban una vida mejor y para ello decidieron colarse en un avión. Pero la idea no salió tan bien como les parecía, Juanito fue destrozado por las ruedas, mientras que el salió despedido y cayó inconsciente al suelo. Con 15 años José Luis se alisto como corneta en un regimiento valenciano, pero acabó huyendo debido a que tuvo problemas con la esposa de un superior. En 1963 fue llamado a filas y sirvió como caballero paracaidista en donde fue destinado a Murcia, las Palmas y el Sáhara. Tras acabar la militancia comenzó a trabajar en los oficios más diferentes como vigilante en un reformatorio o cocinero del circo de manolita Chen. Decide por azar ir a Barcelona, pues un día tira una moneda al aire donde cara es Madrid y cruz la ciudad Condal. Sale cruz. Se traslada a allí y comienza a trabajar en la obra, con pocos recursos se da cuenta de que necesita algo más de dinero y decide sacarse el carnet de conducir. Entra en una agencia de transportes y realiza numerosos viajes a Europa. Toma simpatina para mantenerse despierto, su propio 124

Jose Luis Cerveto, fotografía del documental sobre él. prospecto recomienda que sea usado por transportistas, militares o deportistas cuyas jornadas laborales son extensas y necesitan mantenerse despiertos. Se siente el rey del mundo. Por primera vez la vida le sonríe, pues le surge otro trabajo como mayordomo y chófer de una familia adinerada de Barcelona. Lo que Cerveto no sabía es que este era el principio del fin. El asesinato del matrimonio Roig Cerveto tenía antecedentes penales por lo que no se podía hacer el pasaporte, tal y como le pedía el señor Roig. Además, cogía el vehículo de los señores de la casa sin permiso, pues tenía que acudir a las dependencias policiales para hacer su presentación en el juzgado. Entonces, uno de los empleados de la casa se lo comento la señora María Rosa Recolns y lo habló con su marido, quien tomó la determinación de despedirle. Según la propia declaración de José Luis Cerveto el mismo ya tenía la intención de marcharse, pues ya tenía en su mente la intención de matarlo a él, pero no a ella. De este modo el día 17 de Abril de 1974 recibió su última paga y decidió marcharse de aquella casa.

José Luis Cerveto llevaba tiempo con la idea de matar al señor de la casa, por lo que antes de abandonarla se había hecho con una copia de las llaves de la vivienda. Tenía un plan muy claro y elaborado, nada de lo que pasase esa noche iba a ser fruto del azar, pues llevaba meses planificando el que podría haber sido “el crimen perfecto”. El día 3 de Mayo, Cerveto se dirigió por los Encartes a la plaza de las Glorias. En uno de los puestos de la plaza adquirió un puñal con una hoja de 18 cm y 2,5 cm de ancho y con empuñadura de hierro. Además compró un pasamontañas de color gris oscuro, un chaleco de lana con cuello de cisne, un pantalón, un par de calcetines y unas zapatillas con suela de goma del número 41, una talla inferior a la suya. Toda la ropa era de color negro, para poder camuflarse entre las sombras de la noche. Lo tenía todo pensado, alquilo un coche “seat-850” con el que estuvo dando vueltas durante toda la mañana, pues como dijo que lo cogió para ir a Tarragona tenía que hacer los suficientes kilómetros como para que su coartada cuadrase. Se dirigió al domicilio de los Roig, situado en la parte alta de Barcelona, e intentó aparcar en las inmediaciones, pero al no poder decidió dejar caer el vehículo con el motor apagado por una rampa inclina-

Empleado de la familia Roig


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Imagen del dormitorio del matrimonio Roig da que comunicaba el jardín, cuya puerta siempre estaba abierta, con el garaje de la casa. Ahora solo debía entrar en la casa y esperar el momento oportuno. En la puerta de la casa había un perro lobo, animal que no se alarmaría al ver a José Luis Cerveto, pues tiempo atrás se había encargado de cuidarle. Tras dejar atrás al animal, entró por la puerta de servicio y subió a la segunda planta del chalet. Allí se escondió en un vestidor que comunicaba con la habitación de los señores de la casa y esperaría entorno a unos 20 minutos hasta que se durmiesen. Cerveto conocía los problemas para dormir de los propietarios del domicilio y, por ello que consumían somníferos, por lo que no tendría que esperar demasiado hasta que se durmieran. Una vez que percibió que la respiración del señor Roig y su esposa era profunda decidió que era el momento oportuno para perpetuar su perfecto plan. Se introdujo en el dormitorio a través de un cuarto de baño, pues al intentar acceder desde el vestidor se dio cuenta de que la puerta chirriaba, por lo que le era más fácil volver a salir al pasillo y acceder por el cuarto de baño de la señora, cuya puerta estaba abierta. Entonces, Cerveto, que llevaba el puñal en la mano derecha y una linterna en la mano izquierda, se dirigió a la cama del señor y se quedó paralizado, pues no sabía si quedarse ahí o marcharse, pero fue entonces cuando

unos ruidos raros despertaron al señor Roig, quien encendió la luz de la mesilla. Fue en ese momento en el que José Luis Cerveto se convirtió en un asesino, ya que comenzó a apuñalarle. Fue el bullicio que se formó el que provocó que la señora se despertase y Cerveto decidió que también la tenía que matar. “Cuando vi que él se intentaba levantar porque no estaba muerto me dirigí hacia él de nuevo para rematarle” afirma Cerveto en el ya citado documental. Juan Roig, a pesar de que estaba sangrando a borbotones y con la poca fuerza que le quedaba, cogió un vasito de agua situado en la mesita de noche y se lo tiro a la cabeza, con el fin de golpear a su agre-

“Cuando vi que él se intentaba levantar porque no estaba muerto me dirigí hacia él de nuevo para rematarle

sor. Pero fue en balde, pues Cerveto se agachó y el vaso se estrelló en la cristalera. Asimismo, lo único que consiguió fue acrecentar su ira y que este se tirase encima de Juan Roig hasta acabar con su vida. A continuación se escurrieron con la sangre que había en la cama hasta caer al suelo, fue entonces cuando Cerveto le tiró encima de la cama hasta que ya se cansó de darle puñaladas y le puso una

almohada en la cabeza y se sentó encima hasta que dejó de respirar. Tras tranquilizarse, Cerveto, pensó en frío como hacer coincidir su coartada con lo que había sucedido. Bajo a la primera planta y puso la calefacción, regresó al lugar del crimen y arropó a los cuerpos hasta el cuello, pues pensó que si les hacía mantener el calor sería más difícil que el forense acertase la hora exacta de la muerte. José Luis se iba a marchar de la casa cuando recordó todas las discusiones que había tenido con Juan Roig y como sería el primero en la lista de sospechosos. En aquel momento decidió que lo mejor sería simular un robo, así que sacó todo el dinero y las joyas que había en las cajas fuertes del matrimonio y se marchó. En diversos artículos periodísticos, se habla de que abrió el gas y encendió una vela con el fin de hacer arder la casa y así eliminar todas sus pruebas y, por tanto, cometer el crimen perfecto, pero que al oír el llanto de la hija de la doncella que trabajaba en la casa volvió tras sus pasos y cerró el gas. Este hecho narrado, no aparece documentado en el film que protagonizó, a pesar de que en él relata, con toda clase de detalles, lo sucedido en aquella noche de Mayo. Cogió el maletín y volvió al coche. Ahora se disponía a hacer encajar todas las piezas de la coartada que tenía en mente. Se cambió de ropa mientras conducía y fue deshaciéndose de ella por 125


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los diferentes sitios la ciudad condal. Se dirigió a Bogatell y arrojó el puñal en una cloaca. Depositó el maletín en una consigna de la Estación de Francia de la Renfe. Puso rumbo a una autopista hacia Tarragona, logrando que en una estación de servicio y en un restaurante le dieran los tickets de pago en los que figurase la hora y así en caso de que le culpasen tendría un testimonio que coincidiría con la hora a la que se perpetuo el crimen. Realizado todo esto se durmió en el coche y a las siete u ocho del día 4 de Mayo volvió a la pensión en la que se hospedaba. Los policías estaban esperándole para tomar declaración así que le dijeron que le habían denunciado por el robo de un reloj, pero Cerveto ya sabía que en realidad era por el asesinato de Pedralbes. Le encerraron en los calabozos y que se quedará ahí aislado hasta que llegó el momento en el que se desmoralizó y confesó todo lo que había sucedido, según cuenta el propio José Luis Cerveto en el documental. En el film, añade que las declaraciones que hizo a la policía agrego una serie de detalles atroces cargados de ira hacia ella pensando que así le condenarían a la pena máxima.

Mentes criminales En los artículos publicados de la época hay varias discrepancias sobre su salud mental. En algunos se habla de que no tiene ningún tipo de trastorno mental, sin embargo en el documental el decano de la facultad de medicina de Barcelona de 1978, que fue una de las personas que le trataron, sí que afirma que José Luis Cerveto tenía problemas mentales y quedaba reflejado en la actitud hostil con la que trataba a la gente, pero que no le hicieron caso en su diagnóstico. Asimismo, la “Revista Jurídica de Cataluña” señala que José Luis Cerveto fue examinado 7 médicos forenses, 3 de los cuales eran psiquiatras, y otros especialistas complementarios. En los resultados de los estudios concluyeron que el acusado era una persona que no padecía ninguna enfermedad mental, ningún déficit cognitivo, pero que presentaba rasgos psicopáticos. De hecho, como se vio más adelante tenía alteraciones psíquicas. Esta afirmación viene a colación de sus múltiples y variados intentos de suicidio. En el juicio que se celebró se le condenó a pena de muerte con garrote vil, pero obtuvo el indulto en 1975. Debido a ello se le impuso dos penas de 30 años

cada una, pero Cerveto pidió que se le ejecutase tal y como había pasado con un preso norteamericano. Hasta le escribió una carta al ministro de justicia en el que pedían que se le ejecutase, pues él pensaba que un crimen de sangre como el suyo debía cobrarse con sangre. José Luis Cerveto es una persona que buscaba hacer daño a la sociedad, primero haciendo sufrir a los niños del mismo modo que a él, asesinando a una familia por dinero, egoísmo y odio. Se recreaba en películas como “Jack el destripador” o “El estrangulador de Boston”. Era un perfeccionista, pues como el mismo decía “había hecho aquello porque una cosa era matar, pero para matar había que hacerlo bien ya que yo soy un enamorado de una obra bien hecha” Abusos sexuales a menores Gonzalo Herralde en el documental que hizo sobre José Luis Cerveto, “El asesino de Pedralbes”, logro un retrato muy aproximado sobre este asesino. En el film se plasman sus pensamientos más íntimos y relata su vida, los crímenes de la noche del 3 de Mayo y las numerosas violaciones a inocentes niños.

CARTA DE JOSÉ LUIS CERVETO AL MINISTRO DE JUSTICIA «Ilustrísimo señor ministro de Justicia, me llamo José Luis Cerveto Goig, tengo 37 años y estoy soltero y estoy preso desde el día 4 de mayo de 1974 por homicidio. Yo siempre he considerado que cuando una persona el castigo que se le infringe la ley, tiene que cumplir el castigo que se ponga, ya que si no fuera así cada uno haríamos lo que nos diera la gana y esto sería una anarquía. Pero desde hace un tiempo a esta parte veo que esa ley no se cumple, que constantemente la están violando sin que pongan coto a esas violaciones de la ley, en todos los terrenos, y encima, a esas personas que han cometido peores delitos y que cometen peores todavía que el que yo cometí, el gobierno de S. Majestad el Rey les concede la gracia de una amnistía, ¿no de un indulto?, y así de esta forma, algún día, y yo creo que no muy lejano, volverán otra vez a España y será como si hubiesen nacido de nuevo ya que carecerán de antecedentes penales y habiendo matado a otro ser humano podrán si quieren hacer política y hasta llegar a ser el presidente de la nación, y yo le pregunto a V. 1. ¿es justo? »Si V. I. considera que de acuerdo con el discurso de S.M. del 20 de noviembre de 1975 todos los españoles merecemos una oportunidad, yo entonces me creo incluido dentro de esa oportunidad ya que jamás nadie me dio nada bueno, ya que desde que nací sólo recibí golpes, castigos y malos tratos, de forma que se comprenderá que de esta forma una persona no puede salir buena y si encima se encuentra también desde que tenía un año hasta que fui mayor, siempre he estado encerado, primero en orfelinatos, después en Juntas de Menores, después en reformatorios sólo por carecer de padres, sin haber hecho jamás daño a nadie (?), de esta forma fui creciendo con un odio hacia la sociedad en general, lo cual sólo me hizo mucho daño,

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tanto daño que sólo se me disipó el día en que por una serie de factores me desahogué en esas dos personas, las cuales cada golpe que a ellas les daba era un golpe que descargaba contra la sociedad, así de esta manera cuando terminé mi delito era comprensible que quien viera los cuerpos creyera que era obra de un loco, pues le puedo asegurar a V. I. que de verdad, en esos momentos, estaba loco, pero no un loco normal, sino un loco de odio, de un odio intenso hacia todo el mundo que no me dejaba vivir en paz, no tenía ilusión por nada, la vida con la muerte me daba igual, ya que no tenía ninguna meta, ningún fin que perseguir, ya que todas mis ilusiones me las mataron siendo un niño. »Por lo que con el debido respeto y humildad me dirijo a V. I. en el ruego de que ya que S. M. el Rey prometió una oportunidad, yo solicito a V. I. me conceda la mencionada oportunidad no de una amnistía, sino de un indulto de mi pena, ya que si de esta forma y si V. I. lo cree conveniente me puede conceder el extrañamiento y así yo podría tener la ilusión de querer vivir; ya que si V. I. me concediese el mencionado indulto yo me podría marchar a Calcuta, a la misión de la Madre Teresa de Calcuta, para poder ayudar en su obra de ayuda hacia los pobres de entre los pobres, así hasta que Dios tenga a bien llevarme de este mundo de lágrimas. »Si V. I. cree que no merezco esa oportunidad, no me quejaré ya que creeré que no la merezco, ya que como viví solo como un perro creeré que merezco morir de la misma forma. Por todo ello le doy las gracias de corazón a V. 1. por dignarse leer mi carta y le deseo que Dios le conceda la vida muchos años para bien de España y de su Rey.»


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Fotografía de las Atracciones Apolo Cerveto era una persona fría, de joven habían abusado de él cuándo estaba en el reformatorio. “Me ha acarreado problemas de tipo sexual, pues un educador, que fue quien me inició en los asuntos de tipo sexual, fue el que a la broma, broma y sin yo enterarme, aunque sin penetrarme” narra Cerveto, “le hice masturbé, toqué, me beso… o sea una serie de cosas que actualmente ya me dan asco, hizo sin yo darme cuenta”. Puede que esto sea lo que provocó que José Luis Cerveto hiciese lo mismo. Dra. Toni Cavanagh Johnson es una especialista sobre el abuso y el abandono infantil explica que es necesario hablar con los niños que han sufrido abusos sobre lo sucedido, que el silencio no les va a llevar a nada y tienen que diferenciar lo que está bien de lo que está mal. Seguramente nadie le explicó a Cerveto que lo que le hicieron estaba mal, solo un compañero suyo del reformatorio sabía lo que le estaban haciendo y fue quien le dijo que eso era de “desviados”, refiriendose a homosexuales. Así comienza el círculo de abusos. José Luis Cerveto trasladó lo que había vivido a un deseo sexual hacia los niños. “Yo no me sentía atraído por los hombres ni por las mujeres, a mí me gustan los niños, su inocencia”. Tenía una rutina, un plan, no eran abusos al azar, sabía que era lo que le gustaba. “Iba a las atracciones Apolo, a las ramblas, antes de llegar al hotel Oriente. Me ponía a jugar con las máquinas y esperaba que algún niño que me gustará se acercase, le daba caramelos y monedas, pero no hacía nada que ellos no quisieran”. Así era como José Luis se ganaba su confianza, a base de engaños. Los actos que cometió José Luis Cerveto serían considerados como abusos sexuales, en aquellos niños de edad muy joven, como de 5 años y, además, se le podría acusar también de delito de estupro. Este último término es referente a

Ilustración de Migueladame

“Hice con los niños lo que hicieron conmigo, engañarlos”

una conducta sexual, considerada como delito y cuya diferencia del abuso infantil radica en que el estupro solo se puede cometer en contra de una persona capaz de consentir o no el abuso y que es menor de 18 años. Entonces, hablamos de estupro debido a que Cerveto engañaba a algunos niños de entre 12 y 14 años Por tanto, además del doble crimen, cometió los delitos de estupro y abuso sexual infantil con agravante de violación. Cerveto es un mar de contradicciones, pues en el propio film en el que narra su historia cambia los hechos que les hizo a los niños. En un principio dice que no buscaba hacerles daño ni sufrir, sin embargo, más adelante reconoce que le excitaba ver el sufrimiento de los niños. Además, habla de que nunca llegó a penetrar a ninguno de los menores, pero en 1988 aparecen dos nuevas denuncias en la comisaria del barrio madrileño de Vallecas por abusos deshonestos. En dichas denuncias, ambos menores presentan los mismos síntomas, desgarros anales producidos por un adulto. Es cierto que las declaraciones prestadas en el documental

son anteriores a estos hechos, pero como ya he explicado anteriormente, llega a rebatir sus propias palabras. José Luis Cerveto tuvo una vida muy dificil, sí, pero eso no justifica lo que hizo. Una persona tan llena de odio que solo ansiaba la muerte. “Si no me matan, ustedes serán los responsables de lo que pase”,, añadió. El mismo sabía que lo que había hecho estaba mal y quería que le castigaran por ello. No sabemos si finalmente Cerveto llegó a cumplir estas últimas amenazas.

Ilustración del Asesino de Pedralbes

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Don Benito y el inicio del fin del caciquismo El pueblo extremeño fue testigo a principios del siglo XX de un doble asesinato que acabó con la vida de Catalina Barragán y su hija, Inés, y donde hasta el cacique del lugar se vio implicado Sandra Carnota Mallón

L

ope de Vega escribió una de sus obras más famosas basándose en el levantamiento popular de un pequeño pueblo cordobés contra las autoridades vigentes, dando lugar a Fuenteovejuna. Aunque es uno de los casos más conocidos, no es el único donde el poder de la gente jugó un papel fundamental a la hora de juzgar una acción. En el año 1902, y con el caciquismo implantado en la sociedad española, el pueblo extremeño de Don Benito vivió en su propia piel uno de los crímenes que marcaron la historia negra española, y donde la presión popular hizo posible que se juzgase al señor y cacique del lugar. En el número 23 de la calle Virgen de Don Benito, por aquel entonces conocida como calle Padre Cortés, se produjo un doble asesinato que dejó al pueblo en vilo. Era verano, 19 de julio de 1902, y la lechera del pueblo, Pancha, hacía su ruta diaria por las calles repartiendo los botes de leche. Cuando llegó a casa de uno de sus clientes habituales, se extrañó al ver que nadie contestaba a la puerta por lo que decidió entrar en el domicilio a ver qué pasaba. Allí se encontró una espantosa escena. En el suelo de la entrada yacía el cadáver de Catalina Barragán, la inquilina de la casa, sobre un gran charco de sangre. Ante esa situación, la lechera decidió llamar a la Guardia Civil, y a su llegada se descubrió la verdadera dimensión del asunto. El de Catalina no fue el único cadáver que apareció, en el piso de arriba, encontraron a su hija Inés María Calderón Barragán, una joven de 18 años que estaba tumbada en su habitación, inconsciente, con la cabeza debajo de la cama y el cuerpo en una posición de defensa, con las manos sobre sus muslos simulando protección. Los hechos Las dos mujeres habían sido asesinadas, Catalina Barragán, la madre de 58 años, tenía la cabeza deformada por los golpes e Inés María después de ser violada había recibido 21 puñaladas. El escenario del crimen sirvió como testigo para dar

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Posición en la que fue hallada una de las víctimas, Catalina Barragán. ABC cuenta de la violencia que se había empleado. Tal y como cuenta la sentencia que más tarde juzgaría a los acusados, las paredes estaban manchadas de sangre y los diferentes objetos que adornaban la casa estaban rotos y esparcidos por el suelo. Uno de los detalles que llamó la atención a la Guardia civil y que marcó el rumbo de la investigación policial fue el hecho de que hubiese un maletín médico al lado del cuerpo de Catalina. Las víctimas Tanto Catalina como su hija Inés eran muy queridas en el pueblo, que no tardó en reaccionar en defensa del brutal crimen cometido. Al enterarse del suceso, los donbenitenses salieron a la calle pidiendo justicia. El cortejo fúnebre que despidió a las víctimas iba seguido por una cola de dos quilómetros de largo que mostraba el dolor de Don Benito, los establecimientos cerraron sus puertas ese día e incluso se hizo una suscripción popular para pagar los gastos del entierro, tal y como se explica en el libro del investigador Daniel Cortés dedicado a este crimen. El padre de la familia había muerto unos años antes y el otro hijo se encontraba en Sevilla realizando el servicio militar por lo que ambas mujeres vivían solas. Lavaban y planchaban ropa y le alquilaban una estancia al médico oculista del pueblo, uno de los principales sospechosos del asesinato.

Los acusados Junto a el médico Carlos Suárez se detuvo también a Saturio Guzmán, un joven extremeño que estaba enamorado de Inés María pero a quien la joven había rechazado. A ambos se les aplicó el tercer grado, que consistía en inflingir dolor físico o mental para extraer declaraciones. Según fuentes policiales de la época, se llegó a clavarles astillas en las uñas pero ninguno de los dos confesó el crimen. La Guardia Civil decidió investigar a todos aquellos que habían mostrado interés por Inés María Calderón Barragán, y entre ellos se encontraba el cacique Car-

Casa donde se produjo el crimen. ABC


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los García Paredes, un hombre soltero de 32 años con gran influencia en el pueblo y a quien la joven Inés también había rechazado. Don Carlos, nombre por el cual se le conocía en Don Benito, había sido acusado en el pasado de apalear a un sereno, de violar a una invidente y de apuñalar a su madre, pero ninguno de estos sucesos había trascendido y debido a su figura pronto dejó de estar en la lista de sospechosos de la Guardia Civil. Los dos detenidos, el médico oculista y el joven Saturio Guzmán, habían sido acusados sin pruebas solventes. Según recojen investigaciones posteriores, las presiones eran muy fuertes y aceleraron todo el proceso judicial. Por un lado, la postura del pueblo obligó a llevar un juicio rápido para demostrar que se haría justicia; y por otro lado, el Gobierno también presionaba desde arriba por temor a un levantamiento popular. El caso carecía de pruebas relevantes hasta el momento, pero el 1 de septiembre de ese mismo año, la investigación dio un giro radical.

Cancionero popular extremeño que habla del crimen de Don Benito: En el pueblo Don Benito han echado un gran borrón entre don Carlos Paredes y el hijo de Castejón. En la calle de la Virgen, adonde hace rincón, estaba Tomás Alonso cuando el sereno llegó. El primero fue el sereno, el que a la puerta tocó pidiendo una poca de agua, don Carlos se presentó.

Los procesados; 1: Pedro Cidoncha; 2: Ramón de Castejón y 3: Carlos García Paredes. ABC Nuevas pistas Casi dos meses después del fatal suceso apareció un testigo sorpresa, el joven labrador Tomás Benito Alonso Camacho, quien confesó haber visto aquella noche a Carlos García Paredes, a Ramón Martín de Castejón, un amigo de Don Carlos, y al sereno Pedro Cidoncha, acceder a la vivienda de Catalina Barragán. Según Tomás, aquella noche había luna llena por lo que la luz le permitió ver la cara de los tres hombres a los que acusaba. Gracias a su testimonio, se liberó de inmediato

a Carlos Suárez, el médico, y a Saturio Guzmán, y la investigación empezó de nuevo, esta vez centrándose en los nuevos individuos. Al proceder al registro de las casas de los sospechosos, se descubrió que Ramón Castejón tenía unos pantalones con restos de sangre, y también que en otro tiempo había intentado pretender a la viuda Catalina Barragán. Esto marcó el inicio de un largo proceso judicial. La Audiencia Provincial se trasladó a Don Benito de manera exepcional y hubo un

Don Carlos se presentó con cara de criminal, qué sustito llevaría Catalina Barrabás. A los gritos de la madre salía Inés María y la dijo: “Enciérrate, que te matan, hija mía; pues ya me han matado a mí estos fieros criminales, no lo hubieran hecho así si nos viviera tu padre.” Interior de la sala durante la primera sesión de la vista. ABC 129


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De izquierda a derecha, Catalina Barragán, Inés María, Carlos García de Paredes y Ramón Martín de Castejón. ABC total de 11 sesiones, la última de ellas con una duración de 34 horas, y además, en el juicio participaron un total de 211 testigos. La presión del pueblo fue crucial, por primera vez tenían la oportunidad de juzgar a uno de sus caciques. El crimen sucedio en una época de revuelo social. Alfonso XIII había llegado al poder ese mismo año, en 1902, con tan solo 16 primaveras dando comienzo al proceso histórico conocido como la crisis de la Restauración. El caciquismo estaba fuertemente implantado en la sociedad española apoyado por un sistema conservador y una constitución que delegaba su poder en el rey. Los españoles, tras años de abusos empezaron a revelarse y apareció la conflictividad social y las protestas en contra de los caciques. Para el pueblo extremeño de Don Benito, este suceso, aparte de manchar su historia deja entrever el inicio de la liberación contra el poder caciquil de la época al juzgarse a uno de los señores que tenían el control. Es por eso que durante el juicio, los propios habitantes del pueblo hacían guardias para que no se trasladase a los presos y así dejar constancia de que todo Don Benito condenaba a Don Carlos, al estilo Fuenteovejuna. Su papel demostró la unidad de la gente en contra de las injusticias y de los privilegios de clases, tal y como menciona de nuevo el investigador Daniel Cortés en su libro. La sentencia final del crimen queda plasmada en una publicación del periódico ABC de la época, donde se explica cómo fue el asesinato. El crimen La noche del 19 de julio de 1902, Carlos García de Paredes y Ramón Martín de Castejón, decidieron vengarse de Catalina Barragán y de su hija Inés. De 130

camino a su casa se encontraron con el sereno Pedro Cidoncha, quien se ofreció a ayudarles en su plan. El sereno llamó a la puerta y Catalina contestó: «He dicho que mi puerta no se abre y no abro», por lo que el sereno insistió en que se trataba de un asunto urgente ya que necesitaba el botiquín del médico Carlos Suárez, que se encontraba en casa. Para entretener a Catalina, el sereno le pidió un vaso de agua y ese fue el momento en el que Carlos García de Paredes y Ramón Martín de Castejón se colaron en la vivienda. Una vez que ambos hombres consiguieron entrar, el sereno se despidió y salió del domicilio. Ahí fue cuando se produjo el violento maltrato y asesinato de ambas mujeres. Sentencia final El 18 de noviembre de 1903 se conoció la sentencia final del caso. Don Carlos y Ramón fueron condenados a pena de muerte y el sereno Pedro cidoncha a cadena perpetua. Entre los acusados también estaba Juan Rando, el criado de Don Carlos, a quien se le acusaba de ayudar a su señor a limpiar los restos de sangre de la escena del crimen aunque finalmente fue absuelto y puesto en libertad sin cargos.

Las fotos de la época muestran que el juicio fue seguido con gran expectación, tanto en la sala como en el exterior de los juzgados. Finalmente, el 5 de abril de 1905 se llevaron a cabo las ejecuciones. El verdugo de Cáceres acabó con la vida de los condenados, aunque en este tramo final del proceso destaca que debido a un bocio que tenía Castejón en el cuello, lo cual le provocaba un aumento considerable de tamaño, el verdugo llegó a fallar hasta tres veces en su intento. El impacto de este crimen quedó reflejado en diferentes cancioneros populares. El propio Saturio Guzmán escribió una habanera en honor de Inés María cuyos primeros versos dicen «Lenguas infames quisieron mancharte...» y hasta el mismo Pío Baroja dijo en sus memorias que le «faltaban nervios para poder dramatizar el crimen». En la cultura más reciente de nuestro país, el mundo del cine rindió homenaje a Catalina y a Inés María con la película Jarrapellos, de Antonio Giménez Rico y el programa de televisión española Historia de un Crimen también le dedicó un capítulo a lo sucedido en 1902 en Don Benito.

Aspecto de las puertas del juzgado de Don Benito. MUÑOZ DE BAENA


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El asesino del “naipe”

Una jugada de copas que cerró en crimen Fue el autor de seis homicidios en Madrid en sólo 54 días

L

a Audiencia Provincial de Madrid condenó a 142 años y tres meses de prisión a Alfredo Galán, conocido como el “asesino de la baraja”, por matar a seis personas en el año 2003 e intentar asesinar a otras tres en la Comunidad de Madrid. El 3 de julio de 2003 se entregó en Puertollano (Ciudad Real), la ciudad en donde nació. Antes los agentes, fríamente afirmó que “quería experimentar la sensación que causa acabar con la vida de un ser humano. Comencé con el portero y al no sentir nada seguí matando”. En un primer lugar, el fiscal estableció una pena de 151 años de cárcel por los seis asesinatos y tres intentos que se realizaron entre el 24 de enero y el 18 de marzo de 2003. A esto, el Tribunal le sumó una indemnización de 773.435 euros para las familias de las víctimas y heridos de los crímenes.

“De rodillas y de cara a la pared” Todo comenzó el 24 de enero del año 2003, cuando Alfredo Galán con 27 años emprendió su primer crimen ordenando a su víctima, Francisco Ledesma, que se pusiese de rodillas y de cara a la pared. Tras esto, disparó con su Tokarev de 7,6 milímetros, que había adquirido en un bar de copas de Mostar (Bosnia). El ejecutor no tuvo compasión ninguna, y disparó el gatillo delante del hijo de la víctima, de tan solo 3 años. “El niño siempre me dice que él estaba tomando el vaso de leche y que un hombre muy enfadado entró en la portería con una cara muy fea. Desde entonces mi hijo relaciona mucho de sus juegos con asesinatos”, afirma Elena del Carmen Cárdenas, la viuda de la víctima.

Tokarev de 7,6mm

Alfredo Galán Cuando volvió de Bosnia, donde realizaba su servicio militar, no solo trajo consigo el arma, pista que la policía averiguaría más tarde, sino que también regresó con trastornos psíquicos. Ni el mismo tenía en mente ser un criminal y realizar estos crímenes, pero aquel día Galán ya había dejado su medicación anti neurótica. Durante su estancia en Bosnia, robó un coche y esto le llevó a tener problemas con su superior. Como consecuencia decidieron enviarle al hospital militar Gómez Ulla de Madrid, donde le diagnostican neurosis y ansiedad. Por ello al fin, decidió darse de baja en el ejército definitivamente y volver a España de nuevo. El asesino afirmó que “era muy habitual traerse armas de Bosnia a modo de coleccionista”. Galán cometió su segundo crimen el 5 de febrero de 2003, tan solo había pasado 1 mes escaso desde su primer asesinato. En esa ocasión, la víctima era limpiador en el aeropuerto de Barajas y el cuerpo fue encontrado en una parada

de la Alameda de Osuna de Madrid. De nuevo el cadáver presentaba un tiro en la cabeza, pero esta vez al lado del cuerpo apareció un as de copas, la primera, pero no la última carta que aparecería en el lugar del crimen. El tercer crimen ocurrió el mismo día, el 5 de febrero, cuando habían pasado tan solo doce horas desde el caso anterior. Parece ser que el asesino tenía ganas de sangre. Aquí en vez de crimen deberíamos hablar de crímenes, ya que el asesino le quitó la vida a sangre fría a dos personas en un bar de Alcalá de Henares (Madrid) y consiguió herir a la dueña del establecimiento. La inspectora jefe de homicidios de la Policía Nacional afirmó que “la dueña salió corriendo, intentó refugiarse y el autor la siguió hasta dispararle en una pierna, ella se siguió arrastrando y Galán le pegó en el tronco dos tiros más”. La herida consiguió hacer creerle al asesino que había acabado con su vida haciéndose la muerta. Nadie parecía poder poner freno a las ansias de matar del asesino de la baraja, la 131


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Retrato del “asesino del naipe” policía sabía que probablemente volvería a matar, pero no sabían ni dónde ni cuándo. La frialdad de los ajusticiamientos hacían pensar en un hombre para el que matar no suponía problema alguno. “Parecía un depredador, matar por matar, en este caso él iba a la caza de la persona para matarla sin ninguna finalidad”, afirmó Luis Borras, psiquiatra forense y criminólogo. El siguiente crimen, el cuarto ya, ocurrió un mes después, de madrugada en plena calle, en donde disparó a Eduardo, un joven de 29 años. A pesar de que el proyectil le impactó en la cara, Eduardo consiguió sobrevivir. El joven explicó que “lo peor de todo fueron las secuelas psicológicas que me ha causado, no logro olvidarlo, agacho la cabeza y siento como un retumbar, una explosión”. Su siguiente víctima sería Ana, compañera de Eduardo, pero el arma se le encasquilló y finalmente Galán huyó. Antes de marcharse decidió lanzar un dos de copas, esta vez el reverso del naipe estaría marcado con un punto azul de rotulador. Galán siempre cometía los crímenes de la misma manera, matando con un disparo en la nuca o en la cabeza y así fue como lo hizo con sus dos últimas víctimas, en marzo del 2003. En este caso los fallecidos fueron un matrimonio que vivía en Arganda del Rey. La inspectora jefe de homicidios de la 132

Policía Nacional afirmó que “apareció la víctima con un disparo de arma de fuego también en la espalda, sin señales de defensa y con una mano en el bolsillo, ósea,

“Entre que olía un poco a alcohol y le patinaba la lengua el policía casi le mandó a casa”

da la sensación de que fue totalmente por sorpresa, no le dio tiempo ni a sacar la mano del bolsillo”. Tras esto Madrid quedó aterrorizado por este frío y metódico asesino. Luis Borrás afirmó que “este psicokiller era

calculador, macabro y obedecía al clásico psicópata narcisista que mata para demostrar que puede”. En la sociedad creció la inquietud y si era un asesino en serie no habría manera de predecir su siguiente paso. Galán mató a cualquier hora del día, en diferentes lugares y sin relación entre las víctimas, después de 5 crímenes la pregunta quedó en el aire: ¿quién sería el próximo naipe? ¿quién sería el próximo el naipe? El asesino se entregó el 3 de julio en la comisaría de su ciudad natal, Puertollano. Afirman fuentes del cuerpo de policía que el asesino entró en la comisaría y gritó: “soy el asesino de la baraja, estoy harto de la ineficacia policial”. En un

EL “ASESINO DEL NAIPE” NACIÓ DE CASUALIDAD. En su segundo asesinato, el 5 de febrero del 2003, la policía encontró un As de copas junto al cuerpo del fallecido y los medios decidieron bautizarle con este nombre. El mundo en el que vivimos, donde los medios de comunicación hacen tan grandes a las personas en muy poco tiempo, hay mucha gente capaz de atribuirse crímenes por tener su momento de gloria, la policía sabedora de esto decidió guardar detalles del asesino. Hubo muchas versiones sobre el juego de los naipes, el diario El Mundo publicó que “en la baraja española el palo de las copas simbolizaría las emociones y los estados íntimos de experiencia”. Repasaron el palo tanto al derecho como al revés y cobró fuerza la hipótesis de que se trataba de un juego de rol. Manuel Marlasca, periodista de Interviú, declaró que el “el crimen en el que aparece el naipe lo cambió todo, provocó que la prensa hablase del asesino de la baraja y Madrid desde luego empezó a vivir aquello como la irrupción de un asesino en serie”.


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principio se pensó que era un desequilibrado que había bebido alcohol, pero cuando Galán les contó ciertos detalles quedaron convencidos. Los investigadores creyeron que era uno más intentando ganar popularidad, pero según el cuerpo de policía las explicaciones de Galán fueron espeluznantes, pulió hasta el más mínimo detalle para explicarles el lugar exacto de cada crimen. La policía científica rastreó cada escena del crimen en busca de elementos de bala y en todos los escenarios aparecieron restos de munición, a pesar de que según una superviviente el asesino utilizaba un recoge balas atado a la pistola. El cañón de cada pistola deja en la bala unas marcas exclusivas de cada arma. La policía comparó a través del microscopio las vainas para averiguar si las balas fueron disparadas con la misma pistola. El estudio del análisis desvelo que todos los crímenes del asesino de la baraja fueron hecho con una Tokarev, una arma muy popular usada en el ejército en Rusia. Aquí se trazó la principal línea de investigación, buscar en el ejército. Manuel Marlasca afirmó que “España tiene misiones en Bosnia, en países de la Europa del este y empezaron a apuntar por ahí, buscando a militares que hubiesen estado en esos países”. El perfil del asesino actuaba en una zona muy delimitada de Madrid. Su recorrido de crímenes comenzó en una zona céntrica de Madrid, en el barrio de Chamberí. El segundo asesinato ocurrió en la Alameda de Osuna, un crimen que firmó con el as de copas. Alcalá de Henares fue el siguiente escenario donde mató a dos personas más sin dejar naipes, mientras que en Tres Cantos falló en su intento de asesinato pero dejó el dos de copas. La ruta finalizó en Arganda del Rey, con dos víctimas más y el tres y cuatro de copas. Arganda y Tres Cantos fueron los dos puntos geográficos más alejados, con 52km de distancia y al unirlos se formó el diámetro de un circulo geográfico, por ello los investigadores dedujeron que vivía en ese territorio, aunque no acertaron. Vicente Garrido, psicólogo criminalista, declaró que “sabían que era militar,

la clave del perfil era buscar en sujetos fracasados que viviesen solos o con algún familiar que poco antes de empezar a matar hubiesen sufrido una gran humillación personal, tal como un despido o una separación del cuerpo y ahí estaba la clave”.

“Fue diciendo detalles y dio uno que no sabía nadie, la marca azul en las cartas”, afirmaron fuentes del cuerpo de policía.

Los investigadores encontraron la prueba definitiva en el domicilio paterno, un cartucho. Rafael Escobar, Fiscal del caso, afirmó que “se comprobó que ese cartucho percutido sin disparar también había sido disparado por la misma pistola que se había utilizado en los crímenes”. Tras entregarse en julio de 2003, la Sección 16 de la Audiencia Provincial de Madrid le condenó, dos años después, bajo una pena de 142 años y tres meses de prisión. Este es el mayor castigo posible por “el manifiesto desprecio a la vida humana” y por “alarma social” que se generó, afirmó el fiscal. A pesar de lo que los expertos opinaban, en el

fallo del juicio no se admitió ni reconoció ninguna patología psiquiátrica. Galán no dejó de sorprender nunca , en septiembre de 2003, cuando parecía que la pesadilla había terminado, decidió retractarse de su auto culpación y defendió su inocencia, asegurando que había vendido su pistola a dos miembros de la banda “skin”, culpándolos de los crímenes de la baraja. Helena Echeverry, abogada defensora de Alfredo Galán, afirmó que su cliente contó que había sido amenazado por dos personas con que sus dos hermanas podían morir y por ello él se auto inculpó. La única justificación de Alfredo Galán era que quería experimentar que se sentía al matar. “No me afectaba para nada el hecho de quitar la vida a otra persona, no tuve conmoción interior alguna, no sentía nada que me frenase, yo sabía que estaba mal pero quería hacerlo, es más no buscaba ningún interés ni beneficio”, afirmó el asesino. 133


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Los asesinatos llevan más de 20 años sin resolverse

El escalofriante caso del “Jack” de Almería Un misterioso emulador de Jack el Destripador asesinó a 10 prostitutas entre los años 1989 y 1996 Fernando Villar

J

ack el Destripador. Uno de los asesinos más famosos de la historia. Comenzó a asesinar en 1888, y acabó con la vida de hasta 5 prostitutas sin que nadie jamás lograse dar con él. O con ella, vaya. Jamás podremos saber al 100% la identidad de aquel aterrador asesino, el cual arrastra una fama de inteligente, burlón, eficaz, astuto, frío y, sobretodo, obsesionado con el asesinato. La leyenda negra de Jack el Destripador se fue macerando con los años gracias a diversas novelas de ficción, películas y una cultura popular que alimentó la figura del asesino en serie hasta elevarla más al mito que a la realidad. Es verdad que han existido asesinos en serie que multiplican por cifras insospechadas el número de víctimas del de Whitechapel, pero el folclore y la pseudohistoria que rodea al personaje le sitúan como el “serial killer” por antonomasia. En 1989, cien años después de que se produjera el inicio de esta cadena de asesinatos, la historia volvió a repetirse. Otra vez las víctimas eran prostitutas, otra vez morían estranguladas. Con ligeras variciones en el modus operandi, Jack el Destripador volvía un siglo después de su primera actuación. Solo que esta vez el número de víctimas se dobló. Y Jack ahora actuaba en Almería. Comienzan los asesinatos El 6 de agosto de 1989 un pastor almeriense paseaba a su rebaño por los campos del término municipal de Vélez Rubio, en Almería. Se trataba de una calurosa mañana veraniega, y en aquel momento conducía a su ganado por una zona cercana a la carretera nacional 342. Mientras bordeaba un arcén, se topo de bruces con el cadáver desnudo de María del Carmen Heredia Alameda, la primera víctima de nuestro Jack. El cuerpo estaba en avanzado estado de descomposición debido a las altas temperaturas que asolaban la zona, y presentaba un claro y extenso hematoma en el cuello. Las primeras hipótesis apuntaron a una posible 134

Foto de Aguadulce, Almería, donde fueron encontrados tres cuerpos. sobredosis. Algún conocido de la víctima podría haberse llevado el cadáver y dejarlo en aquel arcén para deshacerse de él. La autopsia desmotó por completo estas teorías: la víctima había muerto estrangulada. Pasó por los medios como un “simple” asesinato. María del Carmen Heredia ejercía la prostitución en la barriada de Zapillo, por lo que en este caso la hipótesis principal fue orientada de forma distinta. Posiblemente, la víctima podría conocer a su asesino, y este podría haberse desplazado hasta 150 kilómetros para borrar toda pista que le pudiese inculpar. Sin embargo, existía una terrible coincidencia. Un chatarrero había hallado unos días antes el cuerpo de otra mujer, esta vez en el término municipal de Pucherna. Mostraba diversos golpes en la cabeza y en el cuello, y también había sido trasladada al lugar del asalto. No fue posible identificarla y nadie denunció su desaparición, por lo que se pensó que debía de ejercer la prostitución en algún prostíbulo. Este caso presentaba ciertas similitudes con el de María del Carmen Heredia, por lo que empezó a cundir una pequeña alarma general entre las fuerzas de seguridad. ¿Qué estaba ocurriendo?

El 28 de agosto de 1989 los peores temores se confirmaron. Carmen Dolores Sandmeyer Ramón, de veinte años, fue encontrada muerta por una pareja de recién casados franceses que hacían turismo por la zona de Bello Rincón, un lugar turístico de la provincia almeriense. El cadáver fue encontrado sobre las 11 de la mañana, y al igual que en los casos anteriores la chica estaba desnuda. Se encontraba a los pies de un acantilado, sobre unas rocas. Había sido arrojada desde este y además presentaba un extenso hematoma en la zona del cuello, como en los casos anteriores. La recuperación del cadáver fue una tarea difícil debido a lo impracticable de la zona, por lo que se tuvo que contar con la colaboración de la Unidad de Salvamento del parque contra incendios de Almería. En este caso, Carmen Dolores Sandmeyer era hija de un alemán, Peter Sandmeyer, muy relacionado con el narcotráfico. Y también ejercía la prostitución en el barrio del Zapillo. De esta forma cundió el pánico en aquella zona, puesto que en un plazo de 20 días habían muerto dos jóvenes que ejercían la prostitución en aquel barrio, sin contar con aquella mujer no identificada. Algunas mujeres


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El periodista Juan Rada en el lugar donde se encontró el cadáver de compañía se retiraron temporalmente, otras se mudaron de provincia o comunidad. Las restantes, aquellas que tuvieron que seguir ejerciendo, extremaron las medidas de precaución. Lo cierto es que las autoridades policiales traton de quitarle hierro al asunto alegando que se trataban de ajustes de cuentas entre bandas de narcotráfico y trata de blancas. El último asesinato de Carmen Dolores Sandmeyer servía para ilustrar esta teoría. La espaciación entre víctimas Después de aquellos asesinatos, nuestro “serial killer” bajó el ritmo. Las nuevas medidas de seguridad adoptadas por las meretrices de la zona dificultaron en gran medida su acceso a nuevas víctimas. A pesar de que la prensa apenas se hacía eco de los sucesos debido a un mutismo que sorprende a posteriori, las prostitutas del Zapillo estaban alerta con el Jack andaluz. Pasarían dos meses más hasta que dos agricultores se encontraron otra cadáver de una mujer en Punta Entinas, de la que se dedujo que también ejercía la prostitución. Eso sí, habrían pasado uno o dos meses desde la muerte debido al avanzado estado de descomposición del cuerpo. Solo llevaba puesto un sujetador rojo. Había fallecido por un fuerte golpe en la sien. No hubo forma de identificar el cuerpo. A pesar de que no presenta-

ba estranglamiento como causa de la muerte, también se le acabó por atribuir el crimen al popularmente denominado “psicópata del Zapillo”. Cerca de medio año más tarde se encontró el cuerpo de María Jesús Muñóz, “La Tamara”, cerca de Almerimar, donde se estaba construyendo una nueva urbanización. Había sido arrojada desde un barranco de más de 40 metros de altura. En este punto las autoridades empezaron a aceptar que pudiera tratarse de un único criminal. Y desde este punto comenzó la Operación Indalo, debido a que la aparición de la primera víctima fue en un lugar cercano a las pinturas de san Indalecio, patrón de Almería. A partir de aquí se creo un perfil físico y psicológico: va-

rón blanco, de entre 30 y 45 años, casado, con conocimiento sobre las carreteras de la zona y, posiblemente, conductor profesional. Antes de que pasara un año después de aquel asesinato, volvió a aparecer otra víctima. Otra turista, procedente de Alemania, encontró el cadaver de una mujer desnuda en los cañaverales de una playa de Aguadulce. Estrangulada y con el cráneo roto. El criminal arrastró el cuerpo hasta la zona con sumo cuidado con el fin de no dejar ninguna huella que le pudiera incriminar. El caso de esta chica fue bastante escabroso. Se trataba de María Leal, una prostituta de 22 años, madre de una niña y lo que es peor: estaba encinta. Las muje-

OTROS EMULADORES DE JACK EL DESTRIPADOR Las “hazañas” de Jack el Destripador han arraigado en nuestra cultura popular, no en vano a todos se nos representa la clásica imagen de el personaje tenebroso, cubierto con una capa y con el típico sombrero. No son pocos los que han querido seguir los pasos de Jack, aunque con menos éxito que este. La mayoría son de Gran Bretaña, como Stephen Griffiths, un psicólogo especializado en asesinos en serie que acabó con tres prostitutas antes de su detención. Sin duda, el caso más escalofriante y similar al que os presentamos, es el de el asesino de York, conocido por los medios ingleses como “Jack el Destripador Segundo”. Este criminal, que actuaba por la zona de Bradford, sigue en busca y captura por el asesinato de doce mujeres. Su astucia y sobretodo, su osadía, no conocen limites. Llegó a mandar una grabación de voz al jefe de la policía de Bradford, George Oldfield. En esta, Jack desafiaba a ley y se burlaba de ella por no ser capaz de encontrar su paradero. En esta cinta también alaba la buena labor de Oldfield, pero le indica que sus indagaciones están mal encaminadas.

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INFORMACIÓN DE SUCESOS Y TRIBUNALES 2017

Recreación de la aparición de una víctima de Jack el Destripador. res de la zona, que ya tomaban medidas para de-defenderse, habían conseguido apuntar la descripción del vehículo y varios números de la matrícula de este. De nada sirvío. Aunque consiguieron apresar al propietario del vehículo, este pudo demostrar que no había sido él el responsable Medio año después, la siguiente víctima. Un agricultor encontró un cuerpo semienterrado. Khadija Monsar, “la Katty”, era la prostituta asesinada en esta ocasión. Solo llevaba puesto un sujetador rojo. Era de origen marroquí, y había fallecido estrangulada. Vista por última a las cuatro de la mañana, antes de que un hombre contratara sus servicios. Nadia Hach Amar, de 22 años y nacida en Melilla, fue la siguiente víctima casi un año después. Fue encontrada junto al campo de fútbol de la barriada de Los Ángeles. Y, en efecto, murió estrangulada. Casi dos años después, Aurora Amador, una popular prostituta del Zapillo, fue encontrada muerta, desnuda y estrangulada en una sima entre Aguadulce y Almería capital. De nuevo se repitió la toma de matrícula, pero el Jack español se volvió a salir con la suya. Después del asesinato de Mónica García, una mujer de 40 años (la víctima con mayor edad) hubo que movilizar a agentes de la capital para que pusieran orden. Empezaba a cundir el pánico en la capital andaluza pese a los constantes intentos de los 136

medios por mantener los sucesos en la sombra. No se sabe si la llegada de los investigadores madrileños fue el motivo real, pero desde entonces nuestro Jack andaluz dejó de actuar. Desde 1996 no se cometen asesinatos de estas características. ¿Todavía latente? Con todo, ningún investigador pudo sacar la mínima pista de aquellos diez asesinatos. Solo podemos sacar en claro su peculiar modus operandi y la selección de sus víctimas. Según la policía, el asesino subía a sus víctimas a su coche y las llevaba lejos, asesinándolas de una forma muy parecida: o las estrangulaba o les golpeaba la cabeza. Y prácticamente todas eran abandonadas en parajes deshabitados y muy poco transitados, como barrancos cercanos a la capital. En cuanto a sus víctimas, estas presentaban características físicas comunes. Eran delgadas, morenas, de tez oscura, de una edad media de 25 años y con pelo negro y rizado. Todas ejercían la prostitución, y en su mayoría eran toxicómanas. En muchas ocasiones se encontraron piezas de lencería o zapatos en los propios cadáveres o cerca de estos. Hay que decir que estas prendas eran siempre de color rojo. Al ser prostitutas de barrios marginales, apenas se generó revuelo en los medios almerienses. Quizá esta sea

una de las razones por las que nunca se ha conseguido atrapar a este asesino. Ya sea por el poco ruido mediático o por la prácticamente nula presión ejercida por los familiares de las víctimas. El resultado es que el sistema judicial español apenas ha movido unos pocos hilos de todos los que tenía disponibles para encontrar al asesino. Hoy en día Jack puede seguir haciendo vida normal por Almería y nadie se percataría. Este asesino en serie sigue suelto, y sus ganas de matar todavía pueden seguir latentes. En la actualidad La policía ha seguido investigando, y han tratado de cargar la autoría de los asesinatos sobre los hombros de quien han podido. Hace diez años inculparon a Volker Eckert, un camionero alemán que transportaba fruta de Almería a Alemania. Se le descartó porque varias meritrices habían sido vistas por última vez en coches particulares, no en vehículos de transporte. Este asesino alemán las contrataba en carretera, nunca en núcleos urbanos, por lo que quedó finalmente descartado. Y llegamos hasta el día de hoy. El misterio sigue sin resolverse y el mutismo general por parte de las autoridades sigue ahí. Después de más de veinte años sin realizar ningun movimiento, parece que finalmente el criminal ha abandonado sus actividades. O eso esperamos.




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