ENSAYO ENFOQUE DE GÉNERO EN LOS SERVICIOS PÚBLICOS.
Hoy en día existe la preocupación a nivel mundial por asegurar una participación con igualdad para todas las personas, en el ámbito económico, político y social. En las últimas décadas, gobiernos, instituciones y personas se han dedicado a promover la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres, así como la necesidad de considerarla a la hora de formular políticas, programas y estudios, con el fin de eliminar las inequidades existentes. Para ello en Chile, se desarrolló una herramienta conocida como «el enfoque de género», la cual se basa en la premisa de que las políticas afectan de manera diferente a hombres y mujeres y apunta a examinar el impacto que tienen éstas en su población objetivo. El enfoque de género, además, es una herramienta que permite comprender las demandas diferenciadas de hombres y mujeres con el propósito de dar respuestas más equitativas a sus necesidades.
El Sistema Enfoque de Género, que fue incluido en el Programa de Mejoramiento de la Gestión a partir del año 2002, incorporando un nuevo enfoque en los procesos de modernización de la gestión pública y el ciclo presupuestario, de manera tal de conseguir que esta nueva mirada fuese incorporada en las acciones y funciones habituales de las instituciones públicas.
El principal propósito de este instrumento es que el enfoque de género sea incorporado en la provisión de los servicios y/o productos estratégicos y los sistemas de información de los servicios públicos, a fin de que los mismos identifiquen necesidades y otorguen respuestas diferenciadas tanto para hombres como para mujeres. La ventaja de incorporar esta dimensión al PMG permite que el presupuesto destinado a las mujeres beneficiarias de los programas gubernamentales aumente sostenidamente y además permitirá visibilizar brechas, inequidades y barreras de género para adoptar decisiones tendientes a alcanzar equidad en la materia. Estas medidas no solo están orientadas hacia las mujeres, sino que también pretenden estar dirigidas hacia los hombres, de manera tal de contribuir al cambio en las relaciones de género que se producen y reproducen a nivel cultural, debido entre otros factores a la asignación histórica de roles tanto a hombres como a mujeres.
Aun cuando se ha incorporado el sistema de Enfoque de Genero en nuestro país, la desigualdad de genero sigue presente. En particular, es posible percibir, cómo la división sexual del trabajo presenta de modo patente la subordinación que
enfrenta una gran parte de la población según su condición de género. A modo de ejemplo, las mujeres están asociadas a trabajos domésticos y de cuidados no remunerados (TDCNR), mientras que los varones lo están a aquellos fuera del hogar y ligados a lo que usualmente se denomina "productivo". Esta división del trabajo, que recarga a las mujeres de actividades no pagadas, compite en tiempo con otras (educativas, de esparcimiento, de salud, etc.), y afecta sus trayectorias laborales, su inserción en la fuerza laboral y la calidad y tipo de empleos. Según OCDE (2021), en Chile casi la mitad de las parejas (48,2%) con hijos/as menores de 15 años incluyen a un/a adulto/a que trabaja a tiempo completo y otro/a que no trabaja de forma remunerada (mayoritariamente mujeres).
La distribución asimétrica de los TDCNR redunda en una menor participación de las mujeres en la fuerza laboral, mayor informalidad y mayores niveles de desocupación.
Además de esta inserción desigual en el mercado laboral, las mujeres obtienen una menor remuneración que los varones (brecha de ingresos). En 2021, el salario de las mujeres, en promedio, fue un 27,8% menos que los varones (INE, 2022). Si bien se ha presentado un retroceso respecto de los avances de los últimos 10 años producto de la pandemia, aún resulta elevado respecto de, por ejemplo, el promedio de los países de la OCDE que es de un 12% (2020).
A consecuencia de la menor participación y ocupación, la mayor informalidad y desocupación, así como de la brecha de ingresos, la pobreza tiene mayor incidencia entre las mujeres.
Se debe señalar que las brechas aquí expuestas responden principalmente a las relacionadas al mercado laboral, pero las desigualdades de género se pueden vislumbrar en distintos aspectos sociales, tales como, niveles de escolaridad, exposición a la violencia doméstica, derechos reproductivos, oportunidades de liderazgo, independencia financiera, entre muchos otros.
Es por esto importante no solo abordar la equidad de genero a través de programas con enfoque de género. Si no, que también es necesario seguir educando a la población sobre la igualdad de género en aspectos sociales, ya que como se mencionó anteriormente, las mujeres siguen siendo en su mayoría dueñas de casa, lo que les impide crecer de forma personal y profesional, Además, las
remuneraciones de las mujeres siguen siendo inferior a la de los hombres. Es por esto, por lo que es importante que los servicios públicos sean regulados y se aplique el enfoque de genero en el diseño, implementación, evaluación, financiación y mejora continua de los servicios públicos para así lograr una mayor equidad de género en el desarrollo personal, profesional y salarial tanto en mujeres como en hombres.