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Descripciones de tipos sociales Era una mujer, una mujer delgada, una mujer con el cabello liso, brillante y de un intenso color negro artificial, que llegaba hasta sus hombros. Mechones de varios colores, blanco, azul....se asomaban bajo su cabello natural y descendían por su espalda. La mitad de su ovalado rostro estaba oculto tras su denso flequillo. Sus cejas eran finas, marcadas y de la misma tonalidad de su cabello. Sus ojos eran de un color verde y forma felina, rodeados por una larga línea de pestañas. Su nariz era menuda y algo chata, adornada con un piercing en forma de aro plateado. Los labios eran finos y bien definidos, pintados de una clara tonalidad rosa pastel. Su cuello era largo y fino, al igual que el de un cisne, adornado con un sencillo collar de plata de forma de diamante. Vestía una camiseta ceñida y de tirantes de un color rosa intenso, a juego con el color de sus labios, un pantalón negro pitillo que marcaba su figura. Calzaba unas rosas zapatillas de marca converse con cordones negros.
Itsaso Merindano
Chonis Es un estilo creado y practicado en España. Son adolescentes y jóvenes de entre 20 y 25 años, normalmente de familias medias o de economías más bien bajas. Estos jóvenes no son buenos estudiantes, pues pasan las mayoría del tiempo metidos en sus bajeras, en discotecas o tuneando sus motos o coches en vez de ir a clase. Se les caracteriza por su vocabulario y su afición a las peleas. Ellos arreglan todo pegándose, tanto chicos como chicas, y no tienen ningún reparo en admitir esta afición por extraño que parezca. Normalmente suelen escuchar dos tipos de música, flamenco y bacalao, que es el que suena en sus vehículos tuneados con un volumen ensordecedor por todas las ciudades.
2 Los chicos suelen tener el pelo largo y agarrado con una coleta baja o corto y con una gorra puesta de tal manera que se les ve por detrás el pelo un poco más largo. Casi todos tienen un piercing blanco en la ceja o en el labio. Su forma de vestir no es muy llamativa, unos vaqueros que se ponen un poco bajos, una camiseta de sport y unas playeras bastante anchas. Ellas suelen llevar el pelo largo y muy cardado. Se maquillan mucho, en especial los ojos, con mucha sombra y con una raya que casi les llega a las orejas. En la cara, al igual que ellos, suelen llevar un piercing blanco pero ellas lo suelen tener en el labio. Visten con camisetas cortas, muy ceñidas y con un gran escote y unos pantalones estrechos hasta las rodillas y que acaban en campana, siempre acompañados con unas grandes plataformas. Así es como son los chonis, una nueva moda de jóvenes violentos y que se enorgullecen de ello.
Clara Eslava
Sobre el escenario El chaval estaba encima del escenario, cantando al son de una base que rimaba con sus letras bañadas en poesía. Era un raper. Pelo moreno y medio corto como Justin Bieber. Le colgaba una pequeña rasta adornada con una tuerca de obra. La cara en el escenario reflejaba su seguridad al cantar sus propias letras y en sus ojos azules como el mar se hacía ver la emoción que sentía aquel hip-hopero. Cuando cantaba, solo podías fijarte en la velocidad con la que sus labios carnosos sobre su piel clara y suave se movían rápidamente con el fluir de sus letras. Al rapero, también conocido por el nombre de Scared, se le notaba a la vista que se le hacía difícil moverse ligeramente por el escenario debido a la ropa que vestía. Cabeza descubierta, una camiseta que tenía escrita las siglas “NY” de New York negra con las letras en dorado y muy ancha como una sábana de una cama de matrimonio. Los pantalones vaqueros y anchos dejaban ver en la parte trasera la marca “Dikies”, mientras que los calzones rojos y grises a rayas de Calvin Klein le sobresalían. Los zapatos eran anchos, blancos y negros con los cordones dorados y negros a juego con su camiseta. Se veía a la legua que le quedaban el doble de grandes. Así es como un rapero canta sobre un escenario. En este caso se desenvolvió muy bien frente al público ya que demostró confianza en sus acciones.
Ekiñe Osés
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La loca Crucé la esquina y allí estaba, en el mismo lugar que de costumbre. Era una mujer muy alta, tanto que cuando pasabas a su lado tenías que mirar hacia arriba para verle la cara. Era delgada y esbelta. Su piel tenía un tono pálido como la de un difunto. Era de ojos grandes del color de las aceitunas, con una nariz pequeña pero puntiaguda como la punta de un cuchillo. La boca, qué decir de esa maravillosa boca. Tenía unos labios tan carnosos que se pueden confundir con magdalenas y los dientes, tan blancos y perfectos que cuando sonreía se reflejaba la luz en ellos. El pelo le caía por los hombros, un pelo negro azabache, liso, sedoso y brillante. ¡Quién iba a pensar que esa mujer fuese una loca! No paraba de mirar a los lados, como si alguien le estuviese siguiendo. Se movía de un lado para otro con tanta rapidez que en cualquier momento parecía que saldría corriendo. Hablaba con alguien, pero no había nadie a su lado. La gente pasaba a su alrededor tan rápida como un rayo, como si ella tuviese algún tipo de enfermedad. Así es ella, la misteriosa mujer que por fuera es bella como una flor, pero por dentro tan oscura como la noche.
Andrea De La Torre
La rastafari Ella es una chica de estatura media, fuerte, delgada. Una chica con ojos de un marrón claro como la arena mojada, llenos de vitalidad y alegría, brillantes como la luz de la luna. Su rostro es moreno, liso, suave, con orejas redondas, llenas de pendientes, tapadas por el pelo, un pelo castaño oscuro, largo, hecho rastas como enredaderas. Boca perfecta, labios suaves, finos. Los dientes blancos, cubiertos de unos hierros. Con un cuello corto, fino, lleno de collares como adornos en Navidad. Una chica con brazos largos, fuertes, acompañados por unas manos pequeñas con dedos largos y uñas mordidas, brillantes. Vestida con una camiseta gris de tirantes, larga como un vestido, con una chaqueta de color marrón, corta. Unos pantalones largos de color azul marino, con un cinturón por encima de la camiseta, con zapatos grandes, negros. Una joven que toca el piano, que lleva 3 años haciéndolo, con dos hermanos que son idénticos, casi iguales; uno toca el violín y juega al fútbol, y otro solo juega al fútbol. Los hermanos son de estatura media. Uno, el mediano, es moreno, con ojos marrones,
4 pequeños, nariz pequeña, dientes perfectos, blancos, con brazos fuertes, cortos. El otro, que es el menor de los tres, es rubio de ojos azules, dientes torcidos, blancos, con brazos cortos y finos. Una joven que apoya la paz en el mundo por encima de todo. Así es la rastafari.
Maite Lizarraga
La gótica La chica de la fotografía para mí es una persona gótica. Son personas a las que les gustan las calaveras, las cruces, la sangre... y muchas más cosas de estilo drácula. El pelo que lleva es negro como el tizón y adornándole, unas mechas de color rojo. Sus ojos verdiazules son como el color de la piel de una iguana. Como se puede ver, la nariz la tiene bastante puntiaguda y sus labios son finos. Su piel es blanca como la nieve y en sus orejas cuelgan unos pendientes en forma de hojas. Su cuerpo presenta una extrema delgadez, con una cintura pequeña y con piernas largas. Siempre van vestidos de negro aunque no sea por gusto. Según ellos, están de luto por el holocausto. La mujer, como el resto de los góticos, se junta una vez a la semana en una biblioteca o en otro sitio para hablar de filosofía, astrología e historia. Se reúnen a la medianoche porque la gente está durmiendo y es cuando entonces hay tranquilidad.
Nerea Encabo
Emos E sta tribu urbana se hacen llamar “emo”. Lo forman miembros adolescentes. Viven deprimidos y odian la vida. Escuchan canciones con mensajes de tendencias suicidas y tristes. Por su aspecto son fáciles de reconocer. Llevan el pelo de medio lado cubriendo los ojos y la parte de atrás del pelo cardada. Suelen añadirles mechas de colores llamativos (fucsia, azul eléctrico...). Van maquillados tanto chicas como chicos y por eso resulta difícil diferenciarlos. Principalmente se pintan de color carbón los ojos y los labios, como los góticos. También suelen acompañar el look con unas gafas cuadradas de marco negro. Tienen piercings por toda la cara.
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Suelen vestir de colores rosa y negro. Usan polos ajustados al cuerpo con capuchas que sirven para tapar su rostro. También los polos suelen ir acompañados de estampados llamativos, que según la opinión de algunos, resultan incluso estampados femeninos. Llevan Jeans oscuros y ¡cómo no! ajustados. Las únicas zapatillas que usan son las Converse y las Vans. Para acabar con el look , llevan correas y brazaletes con puntas y estrellas rosadas en las mochilas que están llenas de pins. Tienen un comportamiento muy extraño. Cuando se sienten mal se hacen heridas en la piel. Ellos dicen que es para que la tristeza salga por la herida. Muchos de estos acaban suicidándose muy jóvenes.
Edurne Arroyo
Hombre de ciudad Llega el alba. Junto con la llegada de las primeras luces de la mañana, el hombre de ciudad es extraído de manera brutal de su profundo sueño, por el atroz sonido enlatado del despertador. Un veloz puño golpea el aparato que no cesa de sonar sobre la mesilla, enmudeciéndolo al instante. El sujeto, que yace sobre las revueltas sábanas junto a su amada, bosteza perezosamente, y, como para darse fuerzas, se revuelve en la cama y besa la mejilla de su mujer. Acto seguido se levanta. Poco después, en el umbral de la puerta de la cocina aparece el sujeto. El pelo, castaño y despeinado, le cae sobre la frente, llegando casi a taparle los ojos, los cuales, marrones y adormecidos, sollozan de dolor en cuanto el hombre enciende la luz de la cocina. La deslumbrante y cegadora luz hace que el hombre frunza el ceño, marcando los afilados rasgos de su cara momentáneamente. Se acaricia el rostro, un poco más despejado, recordando que no se ha afeitado en un par de días. Con pesados y lentos movimientos, desayuna un batido de chocolate y un par de galletas integrales. Al acabar el frugal desayuno, acude al baño, donde se afeita y se asea con tranquilidad. Con una calma desesperante para cualquier otra persona, se ciñe un cinturón azabache en torno a sus vaqueros oscuros, y se agacha para atarse los cordones de los zapatos, marrones y brillantes. Tras ponerse una chaqueta gris y una cazadora del mismo color, llega hasta la salita. Introduce el móvil, un LG de última generación, un bolígrafo y una carpeta granate en un maletín de cuero oscuro, y tras aferrar el asa de éste, se dispone a abandonar la vivienda, aún en penumbra, cuando se escucha un rumor de sábanas y se cerciora de que su amada ya se ha
6 levantado. Podría haberla ignorado, pero, en un gesto de amabilidad, digna de una persona humilde, camina hasta la cocina y da los buenos días a su mujer con caricias y susurros. Tras una breve charla, ambos se desean un buen día, y el hombre de ciudad abandona la casa para ir al trabajo.
Un tipo desafortunado Como todas las noches ahí está, con aspecto desaliñado y extravagante, tanto que llama la atención a todos aquellos que pasan por ahí. Con el pelo puntiagudo cual erizo, color azabache, grasiento. De frente ancha y arrugada. Bajo unas cejas pobladas y grises, protegiendo los dos ojos nerviosos se encuentran unos ojos claros, azules cielo rebosantes de tristeza y misterio. Seguidos de una nariz importante colorada, con varios rasguños y un cuello alargado, fino. Con un cuerpo endeble, de brazos infinitos, con la misma gordura que el resto del cuerpo, terminados por unas manos encallecidas, con uñas negras y largas. Se sujeta sobre unas piernas delgadas como las de una gallina. Y unos pies alargados, cubiertos por unas zapatillas con suelas superpuestas. Un hombre que día a día se levanta pensando dónde va a dormir y qué va a comer la siguiente noche, siguiendo así, con la vida que le ha tocado vivir.
Maite Esain
Las niñas de papá Habitualmente pasan por la calle Carlos III de Pamplona. Son "perfectas; con pelos castaños y rubios hasta la cintura, pelos sedosos, brillantes y largos, pelos explotados por ardientes planchas y diversos productos químicos, como sus caras. Caras escondidas en abundante maquillaje, caras morenas llenas de pote. Ojos "bonitos”, ojos artificiales con rímel y cómo no, raya de ojos. Labios frambuesa (o eso es lo que les prometen en la etiqueta del brillo) y cuellos cubiertos de finas telas. Cuerpos desnutridos, cuerpos famélicos. Vestimenta impresionante pagada por sus papis y haciendo posible la explotación de niños inocentes. Camisetas ajustadas al cuerpo intentando enseñar lo que no tienen y solucionándolo con la cirugía estética. Tacones de vértigo gracias a los cuales sus pies estarán deformados y llenos de juanetes en un futuro cercano pero eso...¡Eso qué más dará! ¿Lo importante no es dar una buena imagen? ¿Lo importante no es que aquellos chicos se fijen en mÍ? Son las nenas de papá, sí son ellas...Mientras sus papis están trabajando y pagándoles su gran carrera, ellas están de "shopping" despilfarrando sin ganas y con sus imbéciles perritos, que los pobres tienen que estar metidos en un bolsito rosa. ¿Dónde quedó la gente
7 inteligente? Lo peor de todo es que al final consiguen lo que quieren por soltar unos pequeños sollozos. Son chicas caprichosas. O quieren un gran coche rosa descapotable para que haya más desastres por la carretera , o intentan tirar por la taza abajo todo lo que han comido para estar más “guapas”. ¿Y todo esto para qué? Pues para que sus padres se gasten millones de euros en una clínica de anorexia, para que en su futuro siga mantenida gracias al sueldo de su papá el arquitecto o para que su magnífico pelo se convierta en un estropajo gracias a los productos químicos que se echó para ser una chica "SEXY". Son ellas...Sí, ¡son de lo peor!
Saioa Azpirotz
El turista Entonces vi a aquel turista. Era un turista que venía de muy lejos. Un turista pequeño, flaco, de mediana edad. Un turista con el pelo corto como el césped recién cortado. No era oscuro su pelo pero tampoco rubio. Un turista con las cejas gruesas como un dedo y con los ojos marrones como el café y grandes como pelotas de ping-pong. Un turista con una nariz grande y ancha como si la tuviera aplastada. Con una boca pequeña y carnosa como si no encajara en su cara. Un turista con dientes blancos como la nieve. Un turista con un abrigo fino como la tela. Con unos pantalones cortos y cómodos como el bañador. Y con unas chancletas que parecían de piscina. Un turista que cada día se despierta en un lugar nuevo y diferente.
Ella es Claudia y es una chica esbelta, bella, alta para su edad, ya que tendrá aproximadamente unos 15 años. Tiene un pelo negro como el azabache y suave como la seda, el pelo es bastante largo, le llega hasta la cintura. Tiene una frente muy pequeña, tapada por un corto flequillo, debajo de la cual se encuentran un par de ojos verdes y grandes como platos. Ella es una chica de labios carnosos y unos dientes rectos y blancos como la nieve.
8 Una chica con una camisa negra, de la que resalta la cruz que lleva colgada de su largo cuello, y unos pantalones negros también con unas botas de monte viejas y desgastadas. A Claudia le gusta mucho el mundo de lo sobrenatural, especialmente los vampiros y Satán. Claudia pertenece a un grupo social que se hacen llamar góticos.
Oihane Urra
Elisa es una chica de estatura alta, rellenita y fuerte. Una chica con los ojos azules como el mar, llenos de luz y vida, redondos como pelotas de golf, brillantes como la luna. Una joven con un tono de piel moreno, ese moreno madera, ese tono de piel suave, con unas pecas muy dispersas, un tono brillante al que acompaña una nariz chata, no muy grande. Esa boca con esos dientes blancos, rectos y esos labios rojos como la pasión. Unos labios finos. Unas orejas pequeñas, que llevan unos pendientes siempre a juego con su modelito. Un cuello no muy largo, del que cuelga un largo colgante de plata. Una muchacha con unos brazos muy largos, tanto que casi le llegan hasta las rodillas. Una joven con unas manos grandes, acompañadas de unos dedos largos y carnosos. Unos dedos a los que acompañan unas uñas largas, brillantes y puntiagudas. Una chica con un chándal blanco, de manga larga, con capucha y a rayas azules celeste. Una muchacha con unas zapatillas negras, limpias, nuevas y relucientes. Una chica tímida, alegre y muy simpática, que no tiene ni hermanos ni hermanas y que vive con su abuela en una casa nueva, reformada y reluciente. Una casa situada en el centro de la ciudad con mucho tráfico, una ciudad con mucha gente. Así es Elisa.
Silvia Martín
Chica gótica Una chica gótica aprecia los espacios más oscuros de la mente humana y busca la belleza en cosas que otras personas lo único que encontrarían sería nostalgia. Normalmente su vestimenta se caracteriza por el color negro pero puede combinarse con rojo sangre, azul oscuro, gris, morado... El tipo de ropa que suele llevar es piel, vinil o terciopelo. Muchas veces combina botas militares o de plataforma con el resto de ropa.
9 Siempre que puede lleva la cara maquillada. Su cara tiene un tono blanquecino y muy pálido y sus ojos son sombreados de color rojo o color carbón, al igual que sus labios. Le gusta utilizar muchos collares, pulseras, pendientes o anillos de color plata. También una especie de cadena y una muñequera de pinchos. Adora los tatuajes y piercings y tiene unos cuantos en su cuerpo.
Ana Ekiza
El mendigo Ya llega la Navidad y con ella las ganas de estar con la familia. Todo es muy bonito, pero no seamos hipócritas, y digo esto porque, mirando al mendigo de la calle Jarauta, se me rompe el corazón. Lo observo atentamente. Su pelo está sucio y no para de frotarse la cabeza, la mirada la tiene triste, perdida, y al mirarle fijamente a los ojos, demuestra inseguridad. Tiene una barba larga, característica de muchos mendigos. El aspecto no es saludable y su vestimenta es vieja y de poco abrigo, ya que se pasa las horas temblando. Dejemos de lado el aspecto. Pensemos en sus sentimientos. Al ver que no tiene casa en la que pasar la Navidad con su familia vive sumido en una gran soledad. Mi reflexión es que la sociedad cambiaría radicalmente si nos ayudásemos unos a otros y aparcáramos el egoísmo a un lado.
Irene Estala
Ni estudia ni trabaja Dan las doce y media, quizás se alargue hasta doce, doce y cuarto; se levanta y ni siquiera es capaz de abrir la ventana, qué más da que llueva o que haga sol, directo al sofá. Su cara pálida, oscurecida por una barba de tres días, su inexpresiva mirada, su grasiento pelo despeinado; de sus insípidos labios sale mal aliento, hace días que desconoce el cepillo de dientes. Lleva puesto un pijama deshilachado y maloliente, tres tallas más pequeño de lo que necesitaría.
10 Pasa la mañana inmóvil, tumbado en el sofá, su mayor trabajo es arrascarse su grasienta melena. Suena el portero automático ¡es mama! Preocupado corre a la cocina, prometió a su madre que haría unos macarrones; abre el armario pero están demasiado al fondo, suspira, debe estar cansado de tanto trabajar; por vagancia cierra el armario y decide no hacer la comida y aguantar la riña de su madre. Después de una discusión entre la madre y él, ella como siempre le grita” podrías buscar trabajo”, ”si hubieras estudiado”, pero este lo único que hace es dar un portazo, tumbarse en la cama y leer sus cómics acompañado del refresco de ayer. Mira a su alrededor buscando una idea para hacer, algo conmovedor o diferente. No encuentra nada, bosteza y entra en la cama su necesidad de cerrar la ventana, no la abrió a la mañana, y duerme. El día de hoy será como el de ayer y el de mañana como el de hoy; un adolescente más, guiado por la rutina; sin estudios y sin trabajo ¡total! Mamá y papá estarán ahí para todo.
Maialen Azpilikueta
La hija de Satanás Ahí estaba la mujer. Una mujer que cree en Satanás y que le gusta mucho el negro. Una mujer con un pelo largo, negro, que le cubre toda la cara y que lo lleva liso y suave como la seda. El rostro lo tiene muy oscuro y pálido, pero solo se le ve la cara por un largo flequillo abierto. Los ojos los tiene muy apagados como la oscuridad y un maquillaje en la ojera de color azabache, como cuando alguien se levanta de la cama tras una noche sin dormir bien. La nariz, pequeña y casi ni se le ve. La boca, diminuta y labios rojos desnutridos y con dientes muy blancos como la nieve. El cuello lo tiene fino y largo y con muchos collares que llevan una cruz negra que representa a Satán. Ella lleva una camiseta de color azabache y con mangas largas. En una mano tiene un bolso blanco y en las muñecas, pulseras de pinchos como cuando caes en una trampa.
11 Ella viste una falda larga, fina y con cuadraditos de colores blancos y negros como en la tele antigua. Debajo de esa falda aparecen dos piernas con medias oscuras y muy apagadas, que se meten en unas botas negras como el azabache, y que se parecen a las martins. A ella le gusta ser como es y seguirá siéndolo porque le encanta ser satánica.
Mikel Zabalza
Alcé la vista y ahí estaba. Una chica, una chica alta, delgada y blanca, blanca como la nieve. Una chica con un pelo largo y despeinado, un pelo apagado como una tarde de invierno. Era una chica con ojos de cristal, ojos con restos de lágrimas, ojos azules, de ese azul que tiene el cielo una bonita mañana de verano. Unos ojos envueltos en kilos de espeso maquillaje, con pestañas infinitas, maquilladas y negras. Creo que eran pestañas postizas. Su nariz era pequeñita como la de un bebé y sus labios gruesos pero pálidos, como la piel de su rostro. La vestimenta era oscura y triste, como su expresión y estaba llena de calaveras. Arrastraba unos zapatos negros de suela plana que se dejan ver debajo de sus finas piernas. Esta chica ama la soledad y no valora el poder de la vida. Es una chica emo.
Ainhoa Rodríguez
La gótica Iba por la calle paseando plácidamente cuando vi que se acercaba una mujer bastante alta y delgada. Tenía unos ojos negros como el carbón, las orejas eran puntiagudas; tanto que parecían la punta de un compás. La nariz y la boca eran tan pequeñas como los dientes de una rata. El cuerpo y las piernas, como bien he dicho antes, eran bastante alargadas. A medida que se acercaba a mi posición, me pude percatar de algunos detalles, como por ejemplo, brazaletes con pinchos, muñequeras, cadenas y rejillas. Todas, obviamente, de color negro, al igual que su largo y liso cabello.
Guillermo López