Tercerizaciรณn Orgรกnica
Virginia Buitrรณn
Tercerización Orgánica Virginia Buitrón
Del 12 de mayo al 8 de julio de 2017
Marcelo T. de Alvear y Mitre. Casa de las Culturas Resistencia, Chaco, Argentina
Texto: Diego Guerra Diseño gráfico: Virginia Buitrón Imagen de tapa: instalación, dibujos de larvas con lixiviado de compost sobre papel (detalle) Imagen de contratapa: trazos de larvas con lixiviado de compost sobre piso cerámico Edición: Buenos Aires, otoño 2017
Agradecimientos Camilo Guinot, Jorge Tirner y equipo del MUBA, Diego Figueroa, Diego Guerra, Omar Héctor Buitrón, Federico Fischer y a las Hermetia Illucens en todos sus estadíos.
Organismos tercerizados del mundo, ¡uníos! En una terraza porteña, unos tachos de pintura reciclados contienen el hábitat de un número impreciso de hermetia illucens, moscas soldado negras en fase juvenil. Son blancas, anilladas, de un tono amarronado que puede virar al rojo. Poco más de un centímetro separa la trompa que se les pronuncia delante y el ano por el que expulsan, transformados, los desechos del compost donde nacieron de los huevos puestos por sus madres. Les llevará diez días completar su desarrollo, acumulando reservas para una fase adulta destinada exclusivamente a reproducirse. También son sujetos de un vínculo, tensionado entre el amor y el interés, con quien les da alimento, albergue y trabajo. Antigua recicladora de colillas de cigarrillos, que disponía en instalaciones de varios metros cuadrados, Virginia Buitrón reformula el sentido del desecho, y también, tangencialmente, la acepción vulgar de “larva” por haragán, ocioso y eventualmente explotador. La apropiación de plusvalía orgánica adopta aquí la forma de un pequeño charco de jugo del compost, expulsado por las propias larvas que, distribuidas en diversos puntos de un papel, lo recorren dejando a su paso residuos de líquido marrón convertidos en dibujo. El trazo es sinuoso, propio de las múltiples vacilaciones, decisiones y eventuales aciertos que asaltan al dibujante a cada paso, sobre todo cuando un instintivo rechazo a la luz fuerte nos impulsa a buscar refugio al otro lado del papel. El resultado es una huida literal de la hoja en blanco, y también la huella visible de una existencia anónima, efímera y voraz. De otra parte, la operación nos recuerda algunos puntos en común entre arte y capitalismo, esos hijos revoltosos de la era moderna. Especialmente en la capacidad que uno y otro han desplegado –desde eso que Benjamin llamó aura y Marx, fantasmagoría– para ubicar a potencialmente cualquiera de sus productos al centro de un sistema de valoración tan irracional y rayano en la magia como, en el fondo, ilimitado. Tal es la base común que el fetichismo de la mercancía comparte con la cotización en bolsa y los valores astronómicos de ciertas obras de arte, aunque en nuestro caso la autonomía del campo artístico nos ubique más cerca del monotributista precarizado que del millonario fabricante de fetiches.
Precisamente: es oportuno recuperar aquí la pregunta por el estatuto de la mano de obra, provenga o no de un organismo dotado de tales extremidades. ¿Se puede discernir en arte el verdadero productor de riqueza? ¿El arte es siempre trabajo?, y en ese caso, ¿de quién? ¿Trabaja más (o mejor) el artista-humano asignando valor estético a los devaneos de una cuadrilla de invertebrados sobre una hoja, o el artista-futuro- artrópodo emprendiendo una y otra vez un recorrido siempre diferente, sobre líneas que adoptan un abanico sutil e infinito de modulaciones? ¿Tercerizar es saber delegar, saber explotar o saber reconocer la autoría del otro? ¿Es el arte, por fin, propiedad exclusiva de los vertebrados? Posiblemente la búsqueda de respuestas a este tipo de preguntas nos sirva, más tarde o más temprano, para esclarecer nuestro propio lugar como sujetos históricos en una trama de desigualdades, explotaciones y reconocimientos mutuos tan compleja como receptiva a la reflexión poética sobre nuestra propia condición. Quizás sea el arte el que nos deje algunas pistas al respecto, siquiera abandonadas en el camino parduzco del líquido desparramado en una hoja por seres que viven menos que nuestros sueldos. Diego Guerra Buenos Aires, 1° de mayo de 2017
Diego Guerra (Buenos Aires, 1976) es historiador del arte, doctorado en la UBA y la Université Rennes 2 con una tesis sobre retrato fotográfico post-mortem en la Argentina. Actualmente investiga los vínculos entre fotografía y artes visuales en el siglo XX y algunas de sus proyecciones en el arte contemporáneo, tema sobre el que ha dictado seminarios en Proyecto Imaginario, Alimentación General y otros espacios. Es docente de la Maestría en Curaduría de la UNTREF e investigador del Centro de Investigación en Arte, Materia y Cultura donde integra un proyecto PICT sobre la dimensión material en la obra de Antonio Berni, dirigido por Gabriela Siracusano.
Instalaciรณn de pared, 150 x 900 cm 60 dibujos realizados por larvas de hermetia illucens sobre papel
Sin tĂtulo, 2017, dibujo de hermetia illucens con lixiviado de compost, 45x70 cm c/u
Vista de sala, 3 videos en loop
Fotogramas de video Tercerización orgánica, 2016, 5 min, sin sonido Colección Museo René Brusau
Fotogramas de video, S/t, 2017, 1:15 min
Fotogramas de video Tercerización Orgánica II, 2017, 16:25 min, sin sonido (Izq.) S/t. 2017, fotografía digital, detalle.
Sin tĂtulo, 2016, dibujos de hermetia illucens con lixiviado de compost, 20x30 cm c/u
Vistas de la sala
Detalle de instalaciรณn
Sin tĂtulo, 2016, dibujos de hermetia illucens con lixiviado de compost, 100x70 cm c/u
Vista de la sala
Virginia Buitrón, nace en Quilmes, Buenos Aires, Argentina en 1977. Egresó de las Escuelas de Bellas Artes Carlos Morel (1996) y Prilidiano Pueyrredón (2001). Concurrió a clínicas de análisis de obra con Fabiana Barreda (2010) y Ernesto Ballesteros, Mundo Dios (2014). Participó de residencias en Bogotá, Colombia (2011) Villa Alegre, Chile (2012) Ciudad de las Artes, Córdoba (2012) Curadora, San José del Rincón, Santa Fe (2016) y Trillo Sustenthable, Oberá, Misiones (2016). Obtuvo Beca ECuNHi-FNA (2011) y Becas grupales del FNA (2009 y 2014). Dirigió y produjo el mediometraje Virgi Doll, el fin de la inocencia (2014). Expone individual y colectivamente en instituciones públicas, privadas y espacios alternativos. Su trabajo utiliza video, dibujo, diseño, instalación, la web como soportes y relaciones interpersonales para tratar temas como realidad-ficción, autoría, nomadismo, sustentabilidad, mano de obra, economía, consumo y las relaciones de poder que éstos determinan. Recientemente coordina con Camilo Guinot Factotum (2017) proyecto sinérgico y pragmático que cruza arte y economía. Obras de la serie Tercerización orgánica fueron exhibidas en el Museo de Bellas Artes René Brusau (2017) Salón Nacional de Artes Visuales (2017) Fundación Lebensohn (2016) y Premio UADE (2016).
www.virginiab.com.ar