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cuentos para tod@s Comp. Adriana Pedroza Rangel
Colecci贸n Digital: Did谩ctica Creativa
Dibujos de la Portada elaborados por los mismos niñ@s autores/as. Edición y formación electrónica: Perla Castillo Solis Revisión y corrección: Bonifacio Sandoval Moyrón
Mexicali MMXIII
Colección Digital: Didáctica Creativa
Primera edición digital de la compilación realizada por la Lic. Adriana Pedroza Rangel. Es la tercera publicación de la Colección Digital: Didáctica Creativa; que surge como una propuesta de la Asociación Civil: Visión Alternativa, para divulgar experiencias didácticas que enriquecen la tarea educativa en la Formación de estudiantes bajacalifornian@s. Se autoriza la reproducción total o parcial de esta obra siempre y cuando se cite la autoría y la edición. Sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico. D.R. 2013 Visión Alternativa A.C., visionalternativac@gmail.com
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Directorio Bonifacio Sandoval Moyrón Coordinador General Ma. Teresa López López Coord. Administrativa Perla Castillo Solis Proyectos Académicos Pascual Dávila Silos Proyectos Culturales Adelina Solis Barrera Proyectos de Salud Holística Bertha Isabel González Orientación y Asesoría Legal Anahim Nontzrrat Castillo Solis Promotora y Tallerista José Luis González Rivera Vinculación con la comunidad Wixárika
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En orden de aparición, las ilustraciones que se presentan en este trabajo son una obra original de l@s niñ@s: Lino Eliel Romero Torres, Flor Alejandra Mendoza Castro, Luis Ángel Ambriz Salas, Yael Antonio Gómez Jacinto, Mariana Jeamina Jacinto Muñoz, Magdiel Salmerón Domínguez, Kimberly Zapata Esparza, Gabriel García Espinoza y Jaime Borbón Ceceña
Los mejores cuentos para tod@s
Los mejores cuentos para tod@s
Prólogo Este libro, más que una recopilación de cuentos de niñ@s, es el resultado de la práctica escolar, consciente y creativa, de la profesora Adriana Pedroza Rangel. Una mezcla de entusiasmos, saberes y expresiones infantiles que a veces no suelen ser valoradas en su justa dimensión, ni por l@s docentes, ni por l@s jueces de concursos de redacción. Es indudable que estamos recibiendo a una nueva generación de niñ@s inteligentes, con habilidades y capacidades que nos obligan a repensar y actualizar las teorías de desarrollo infantil. Por ello, para Visión Alternativa no resulta extraño que l@s niñ@s sean capaces de narrar con claridad, coherencia y agilidad sus propias historias. De ahí que decidimos acompañar el esfuerzo de la maestra Adriana Pedroza (pensar el título, hacer las ilustraciones, corregir la redacción) y compartir con la comunidad este ejercicio de creación literaria realizado por niñ@s del primer ciclo de Primaria. “Los mejores cuentos para tod@s” es la evidencia de que en el principio, es la palabra, y antes que saber siquiera escribir con las reglas de la gramática, l@s niñ@s ya hacen literatura, habilidad que l@s docentes deberíamos cuidar e incentivar antes de sumergirlos en la rigidez de las estructuras alfabetizadoras. Sueños, miedos, valores y esperanzas infantiles se entretejen en esta colección de nueve cuentos, y una experiencia didáctica que la propia profesora vivencia con l@s niñ@s durante el ciclo escolar. Para Visión Alternativa, en su décimosexto aniversario, es un placer presentar este trabajo y compartir con ustedes “Los mejores cuentos para tod@s” Perla Gpe. Castillo Solis Editora
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Índice: Presentación ......................... 7 Rady el dinosaurio Lino Eliel Romero Torres ....................... 9 El veterinario Juan Flor Alejandra Mendoza Castro ....................... 11 El cocodrilo enojón Luis Ángel Ambriz Salas ....................... 12 El Cocodrilo Salvador Yael Antonio Gómez Jacinto ....................... 15 El pez bonito y sus amigos Mariana Jeamina Jacinto Muñoz ....................... 17 La planta de la amistad. Magdiel Salmerón Domínguez ....................... 21 Las tres hijas de Henry Kimberly Zapata Esparza ....................... 23 La iguana y el mono. Gabriel García Espinoza ....................... 25 Los tres caballeros y el rey Jaime Borbón Ceceña ....................... 27 El árbol que perdona Adriana Pedroza Rangel ....................... 33
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Presentación En el ciclo escolar 2012-2013 gocé el privilegio de trabajar con los grupos de primero y segundo grado del Centro Educativo Esperanza. Dentro de las actividades desarrolladas participamos en un concurso de redacción de cuentos que organizó la zona escolar a la que pertenecemos. El entusiasmo al narrar y el despliegue de imaginación que observé plasmado en los cuentos, me llevaron a pensar en lo injustos que suelen ser los concursos de este tipo, puesto que cada niño tiene un estilo propio de escribir y ninguno merece ser descalificado. Así surgió este libro que los niños nombraron “Los mejores cuentos para todos”, en un esfuerzo por rescatar el trabajo realizado por cada uno y con él su capacidad creadora, esperando que éste sea el primero de muchos libros que mis pequeños escritores produzcan en el transcurso de su vida. Además de los cuentos, en el libro se incluye una anécdota de las muchas que compartimos en la escuela y que nos dejaron grandes lecciones, pues incluso los árboles y los insectos fueron nuestros maestros en algún momento. Dedicamos este trabajo a las mamás, papás, abuelitas y abuelitos de: Flor, Yael, Gabriel, Lino, Mariana, Magdiel, Luis, Kymberli y Jaime, en gratitud por la confianza depositada en nuestra escuela y en su servidora para participar en la educación de sus hijos y nietos, pero sobre todo damos gracias a Dios por cruzar nuestras vidas y hacer posibles todos los momentos compartidos. Mtra. Adriana Pedroza Rangel 7
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Rady el dinosaurio Lino Eliel Romero Torres
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ra una vez un dinosaurio enano. Sus amigos se burlaban, lo llamaban lagartija y él lloraba y lloraba. Estaba en la escuela y la directora le preguntó: “¿qué te pasa?”. —Mis amigos me molestan. Mi nombre es Rady y ellos me dicen lagartija— dijo el dinosaurio, y lloraba y lloraba. La directora le llamó a su papá. Entonces Papá dinosaurio se lo llevó de la escuela y le compró trompos, juguetes y algo más, para que ya no llorara, y a los amigos del dinosaurio sus mamás los castigaron sin jugar con trompos, juguetes y algo más; y entre más se burlaban más juguetes les quitaban y más juguetes le compraban a Rady, hasta que un día sus amigos fueron a su casa y le pidieron perdón y todos jugaron con los juguetes.
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El veterinario Juan Flor Alejandra Mendoza Castro
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ste veterinario se llamaba Juan. Cuidaba a los animales, los bañaba, los alimentaba, les ponía ropita cuando hacía frío. A los perritos les ponía “suetercitos”. Los animalitos le daban las gracias porque era bueno con ellos y los quería mucho. Un día una perrita llamada Mirru comió algo extraño que estaba tirado en el cuarto y se murió. El veterinario Juan lloró mucho porque la quería y su mamá le dijo: “ya no llores”, pero a la mañana siguiente el veterinario seguía llorando. Todo el día se la pasó en su cuarto, hasta que su mamá lo acompañó y tomó una plastilina blanca, porque su perrita era blanca, e hizo una perrita igualita que Mirru. Entonces se la dio a Juan y dejó de llorar. Después llegó otra perrita muy parecida a Mirru y Juan la llamó Mirru y vivieron felices para siempre. 11
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El cocodrilo enojón Luis Ángel Ambriz Salas
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ubo una vez, un pantano increíble. En el pantano vivía un cocodrilo que se llamaba Yerri; tenía garras retorcidas y puntiagudas, mandíbulas fuertes y dientes filosos, mirada malvada e intimidante y piel escamosa y dura. Además, era flojo, y eso sí, bastante travieso. Tenía dos primos, un tigre juguetón y un mono alegre. El cocodrilo se peleaba con sus primos porque no le hacían caso al jugar aunque les mostrara su mirada intimidante. Como sus primos no querían jugar con él, salía de noche a buscar amigos y se encontró a un cocodrilo marino muy grande llamado Chester, que estaba perdido. Yerri se presentó y comenzaron a jugar “escondidas”. Después de dieciséis minutos Chester no encontraba a Yerri y luego lo encontró atrás de un arbusto. Chester opinó que ese lugar era muy feo y no le gustaba para jugar, así que invitó a Yerri a 12
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buscar el camino a su casa para que los dos fueran al mar a jugar escondidas. A Yerri le gustó la idea y se puso feliz. En ese mismo ratito se fueron al mar. Yerri se encontró con las truchas y se le antojaron. El primer día se comió dos, el siguiente se comió nueve y le dolió la panza, pero no le importaba, cada día comía más y un día se tragó un banco entero de truchas, ni siquiera las masticó. Las truchas estaban 13
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asustadas, adentro del cocodrilo se pusieron de acuerdo para morderle el estómago, luego el hígado, el pulmón y el cerebro. Yerri se sentía enfermo, le dolía el estómago, el hígado, el pulmón y la cabeza. En ese mismo rato escupió a todas las truchas y decidió regresar al pantano porque ya estaba cansado. Invitó a su amigo a dormir en su casa y se fueron juntos. Al día siguiente desayunaron y jugaron. Se encontraron al tigre y al mono, se pusieron contentos porque creían que Yerri estaba muerto y estaban tristes porque lo habían tratado mal. El tigre y el mono le dijeron a Yerri que antes no jugaban con él porque no los dejaba escoger el juego y les gustaba que todos se pusieran de acuerdo para decidir a qué jugar, así que se pusieron de acuerdo para jugar a “las trais”, y Yerri prometió que todos opinarían y respetaría sus opiniones para siempre, porque allá en el mar las truchas le habían enseñado a ponerse de acuerdo. 14
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El cocodrilo salvador Yael Antonio Gómez Jacinto
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abía una vez un cocodrilo que era muy sucio, se llamaba Monqui, se comía a los ratones y los ratones no podían huir. Un día se le rompió un colmillo y ya no pudo masticar. Su papá, que se llamaba José Artiz, lo llevó al dentista y le tuvieron que sacar el diente, y le salió sangre pero no le importó, porque el dentista le dijo que comiera muchos dulces para que le saliera otro diente. Los ratones se pusieron felices porque querían su vida y el cocodrilo ya no se los comería. Para festejar, hicieron una fiesta ranchera y comieron quesadillas y soda de queso. Al cocodrilo le creció el diente, y llegó a una de sus fiestas pero cenó con ellos en paz, porque ya no comía ratones, ahora comía dulces, soda de queso y una que otra cucaracha. 15
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Estaban cenando cuando de pronto lleg贸 otro cocodrilo que se llamaba Super-Coco y se quer铆a comer a los ratones pero Monqui los defendi贸 y Super-Coco se fue llorando.
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El pez bonito y sus amigos Mariana Jeamina Jacinto Muñoz
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abía una vez un mar con olas de fresa. Vivía ahí un pez, que era muy bonito, se llamaba Adriana. Tenía muchos colores: rojo, amarillo, azul y morado y lunares blancos. Todos los demás peces querían ser como ella, porque era muy hermosa, pero también era muy presumida. Un día, mientras iba nadando, se pasó de la zona segura al “Punto Bajo”, que era un hoyo que succionaba a los peces que nadaban cerca, y fue a dar hasta el fondo, donde se apareció una lámpara que prendió de repente e iluminó una tarjeta que decía: “¡Si sigues de presumida, nunca saldrás de este hoyo!”. Después se apagó la lámpara y todo se quedó obscuro. Entonces ella oyó unas voces, y se dio cuenta de que el hoyo era grande, y pensó que los seres que estaban ahí eran peces igual de bonitos que ella, entonces Adriana se hizo 17
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amiga de ellos y empezaron a platicar. Sus nombres eran: Pedro, Flor y Alfredo. Adriana supo que Pedro estaba ahí por muchos años y no se quejaba, a él le pasó lo mismo que a ella, cayó en el hoyo por presumir su inteligencia y en el hoyo aprendió a ayudar a los que no son tan inteligentes. Flor le platicó que cayó ahí porque presumía que era muy rica y ella hacía bromas, le prometía dinero y cosas a los demás y luego no se los daba y se burlaba de ellos, y en el hoyo aprendió a compartir sus
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cosas. Alfredo le dijo que era muy presumido porque era muy bueno en los deportes y se burlaba de sus compañeros, les decía: “ja, ja, tú no sabes jugar futbol”, hasta que un día cayó al hoyo igual que Pedro y Flor, y aprendió a no burlarse. Adriana supo que Pedro, Flor y Alfredo tenían defectos, pero que ese hoyo era como mágico porque ahora eran amigables. De pronto apareció la lámpara y Adriana les vio las caras y se dio cuenta de que todos eran “feos”: Alfredo era azul bajito, Flor era rosita con rayas azules y Pedro era amarillo. Pero como ahora eran sus amigos, y en ese hoyo ella ya los quería como si fueran sus hermanos, no le importó y aprendió que la verdadera belleza está en su corazón. Todos juntos habían aprendido su lección y el hoyo les mostró la salida. Fueron a pedir disculpas a quienes habían ofendido y los perdonaron a los cuatro. Entonces, el hoyo se cerró solito y el “Punto Bajo” desapareció, y todos podían nadar en el mar sin peligro. 19
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La planta de la amistad Magdiel Salmerón Domínguez
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abía una vez una niña “grande” que tenía 10 años. Se llamaba Daniela, era muy simpática pero irresponsable. Plantó una flor y casi no la regaba, porque no siempre estaba en su casa; se la pasaba en casa de su abuelita porque le hacía galletas mientras sus papás trabajaban en Calexico todo el día. A veces su abuelita la llevaba de compras. Su vecina Mélani le preguntó a su mamá que si podía regar la planta de Daniela porque se iba a secar y tal vez se pondría triste. Cuando regresó Daniela vio que su planta no estaba seca y se puso feliz y luego le preguntó a sus papás “¿quién me la regó?”. Y sus papás no supieron quién, y se quedó con la duda. Un día Daniela se enojó porque estaba coloreando y Mélani no le pudo prestar sus colores, porque su hermano se los escondió y no los hallaba. Ella pensó que en realidad 21
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Mélani no se los quería prestar y le dejó de hablar. Mélani se puso triste y le dejó de regar la planta a Daniela. Entonces la flor se empezó a secar, porque ya casi no la regaba nadie. Daniela se puso a pensar y luego le preguntó a su vecina: “¿Tú habías estado regando mi planta?”, y le dijo su vecina que cuando eran amigas, ella la regaba porque creía que se iba a secar y no quería que se pusiera triste. Se reconciliaron, decidieron cultivar su amistad y cuidarla como a la planta. Hicieron una “pijamada” y comieron galletas de la abuelita con choco-milk.
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Las tres hijas de Henry Kimberly Zapata Esparza
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abía una vez tres niñas llamadas Mélani, Cloi y Yuliana. Ellas estaban dormidas y su papá las despertó para que lo acompañaran a comprar comida porque su mamá estaba trabajando. Comieron mientras venía su mamá, le guardaron un pedazo de pizza y después vino su mamá. Yuliana y Cloi dijeron: “Yo tengo tarea, vamos a hacer la tarea”, y cuando terminaron se hizo de noche y las niñas se pusieron el pijama y se fueron a dormir.
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A la mañana siguiente las niñas se alistaron para ir a la escuela. Su papá las llevó hasta la entrada. Cuando Yuliana se dio cuenta de que olvidó la lonchera, su papá ya iba de camino a casa. Por eso, hasta que Yuliana salió al recreo le pidió a la maestra que le llamara a su papá. Su Papá le preguntó: “¿Cómo estás?”. “Papá, ¿me traes mi lonchera?”, respondió Yuliana. Después de un rato llegó Henry, —así se llama su papá—, y al abrir la lonchera se dio cuenta de que no estaba el lonche adentro, porque se lo había comido el perrito ya que la lonchera estaba rota. Su Papá fue al OXXO y le compró un sándwich y un jugo. Llegando a casa Yuliana le contó a su mamá que había olvidado la lonchera y su mamá vio que la lonchera estaba rota y le compró otra. Yuliana aprendió a dejar la lonchera en la mesa, lejos del perro porque los perros comen comida de humanos.
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La iguana y el mono Gabriel García Espinoza
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abía una selva donde estaban los hijos del rey, el mono y la iguana, pero no estaba el rey de toda la selva. Todos se portaban mal: el mono era malo y hacía que todos se portaran mal, les decía que mintieran, que gritaran, que dijeran groserías y que molestaran a la iguana y ella se fue a esconder al monte Everest porque no quería decir groserías, no quería obedecer a su hermano malo que era el mono, y luego todos cambiaron de opinión, porque ya querían hacer lo bueno y no lo malo.
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La iguana subió hasta lo más alto del monte Everest y se puso una capa color azul y se convirtió en súper héroe “¡Súper Iguana yo soy!”—gritó, y luego buscó al rey. Descubrió que el mono lo había encerrado en una jaula con los leones más malos del mundo porque lo quería matar, para él ser el rey. Pero no contaba con que la iguana, con astucia, volaría con la llave hasta la jaula y la abriría para liberar al rey. Los dos volaron hasta su pueblo, La iguana lo llevó a su casa, tocaron la puerta y abrió la mamá. El mono estaba enojado, pero después de pensarlo se arrepintió y fue con el rey, que lo perdonó y volvió a ser su hijo. Al día siguiente volvió el rey de toda la selva y todos los animales de la selva estaban felices en todo tiempo, porque ahora el mundo era feliz.
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Los tres caballeros y el rey Jaime Borbón Ceceña
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abía una vez tres caballeros y un rey. El primero era alto y fuerte, se llamaba Carlos; en el palacio era conocido como el guardián de la fortaleza. El segundo se llamaba Rubén, no era tan alto pero era muy valiente; el rey confiaba en él porque Rubén podía salir de noche a vigilar el palacio y no le daba miedo la oscuridad. El tercer caballero, que era el más chaparrito, se llamaba Daniel; no era tan fuerte ni tan valiente, pero era muy inteligente, y aconsejaba al rey sobre estrategias que podía usar para defenderse de los enemigos. Los tres eran los mejores soldados del rey Sebastián porque hacían muy buen equipo. El rey tenía dos hijas —eran sus princesas—, y su esposa la reina. La primera era muy bonita y se llamaba Brenda; tenía quince años. La segunda princesa, que era la gemela de Brenda, se llamaba Elizabeth y también era 27
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bonita. La reina era hermosa y se llamaba Claudia. Brenda y Elizabeth eran muy estudiosas, muy bien portadas porque amaban a su papá y no lo querían dejar en vergüenza (porque si un niño se saca un cinco en la escuela deja a sus padres en vergüenza). Sebastián era un rey muy rico, pero lo que apreciaba más era su familia.
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De pronto, la riqueza del rey comenzó a disminuir. El rey comenzó a preguntarse qué estaba pasando, por qué el dinero se le estaba disminuyendo. Entonces mandó a llamar a Daniel para que le diera una estrategia para encontrar a los ladrones. Planearon vigilar las puertas y las torres noche y día para ver quién entraba y salía. Carlos vigilaba de día y Rubén de noche, porque era el valiente. Después de una semana no vieron a nadie extraño, y el dinero seguía desapareciendo más y más. El palacio comenzó a empobrecer, y el rey tuvo que despedir a los empleados porque ya no tenía tanto dinero. El rey pensó y pensó y le preguntó a su esposa si sabía algo del dinero; su esposa le dijo que no. Una noche, el rey mandó a Rubén a buscar por todo el palacio adentro de las habitaciones, y se dio cuenta de que las princesas tenían escondido el dinero en un cofre que tenían debajo de la cama, y Rubén, como era muy amigo de las princesas no le dijo al rey, lo traicionó. Entonces, las princesas le pagaron por guardar su secreto y le contaron 29
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a Rubén que estaban robando porque querían comprar más lujos de los que tenían porque no estaban conformes con lo que su padre les daba. Rubén no sabía qué hacer. Él en realidad apreciaba al rey, no lo quería traicionar, sólo fingió para que las princesas le contaran su secreto y confiaran en él. Así que le contó a Daniel, y éste le dijo: ”No te preocupes, tengo un plan”. A la mañana siguiente, Daniel fue con el rey después del desayuno y le aconsejó que se acercara a sus hijas, que platicara con ellas, que se preocupara más por ellas, y el rey no le entendía porque no sabía qué pasaba, y le dijo a Daniel que le explicara mejor. Y Daniel le dijo que no preguntara que sólo obedeciera el consejo. El rey comenzó a platicar más con sus hijas, les contó cómo fue de chiquito, y recordaron cómo se portaban ellas cuando eran chiquitas y entonces ellas pensaban “¿cómo hemos cambiado?”. Entonces sospecharon que su papá sabía toda la verdad y le preguntaron: “¿qué sabes de nosotras?”. 30
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El rey les preguntó “¿de qué hablan?”. Lo único que sé es que ustedes son muy bien portadas y muy estudiosas. Brenda y Elizabeth se sintieron confundidas y el rey no entendía qué pasaba. Ellas no supieron qué decir y se quedaron calladas, pero muy arrepentidas. En la noche, las princesas le llamaron a Rubén para decirle que le regresara todo el dinero al rey, pero era mucho dinero y no podía, así que le tuvieron que llamar a Carlos para que cargara el dinero y lo llevara al cuartito donde el rey guardaba todas sus riquezas. Entonces Carlos traicionó a las princesas y le contó al rey que tenían el dinero. El rey pensó que eran los ahorros de lo que él les daba, así que no sospechó nada y no le dio importancia. Carlos se fue, ya que le contó al rey, y tropezó con Rubén y Daniel, que cargaban el cofre, y no los quiso ayudar. Luego el rey salió porque había una guerra e iba a pedir prestado o buscar trabajo, porque no tenía dinero para las armas. Mientras el rey no estaba, Rubén y Daniel pusieron el dinero en las riquezas del 31
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rey. Después de ocho horas, el rey regresó muy triste porque no consiguió trabajo ni préstamo. Las muchachas se sintieron mal y le contaron toda la verdad, y el rey les preguntó por el dinero. Entonces las muchachas le dijeron que fuera al cuartito de las riquezas y vio que estaba lleno de dinero. El rey perdonó a las muchachas porque entendió que además de darles dinero a sus hijas también necesitaba darles amor. Como ya tenía dinero, el rey compró todas las armas para la guerra y venía el rey enemigo con sus soldados y pelearon. A Carlos lo hirieron (porque no quiso ayudar a las muchachas aunque ya se habían arrepentido), casi matan al rey, y las muchachas lo vieron de lejos y salieron a cantar un canto de paz. El rey no estaba muerto, sólo estaba herido, y cuando el ejército enemigo escuchó el canto, se arrepintió, supieron que pelear no era bueno y se fueron. Daniel y Rubén llevaron a Carlos y al rey al palacio, y les dieron medicinas y se aliviaron, y todos fueron felices para siempre. 32
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ara observar el proceso de crecimiento de un ser vivo y como parte de un proyecto de Español, mis alumnos y yo compramos y plantamos un árbol de mandarina. No pudimos concluir el proyecto en dos semanas porque los árboles crecen lentamente, no se observan cambios de un día para otro, así que los niños comenzaron a cuidarlo regándolo con amor jugando debajo de él. Lo llamaron Tomy. Al tiempo le crecieron ramas y estaba tomando altura. Los niños estaban contentos viendo a su árbol crecer. Cierto día un niño de otro grupo llevó a la escuela, a escondidas de sus padres, una espada plegable de plástico y no se la quería prestar a otro niño. Mientras caminaba por los pasillos los observé forcejeando. En el forcejeo uno de los niños se quedó con la espada y se fue caminando con ella en mano, muy enojado, mientras yo lo seguía 33
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pidiéndole que me la entregara. Él se rehusaba a detenerse para conversar. Cuando pasó por un lado de Tomy, extendió la espada contra él y le arrancó unas ramas, volvió a arremeter contra él cortándolo a la mitad de la altura que había alcanzado. Después se fue. Pensé “¿Cómo les diré a los niños que Tomy ha perdido altura?”. Decidí no decir nada y esperar a que el tiempo me ayudara a pensar cómo explicar el suceso. No pasó mucho tiempo para que los niños descubrieran a árbol mutilado “¡Maestra!”—exclamaron— “¡fuimos a regar a Tomy y encontramos sus ramitas en el suelo!”. —Probablemente fue el viento— les dije —y no ahondé en el tema. Pasó el tiempo, salimos de vacaciones y regresamos el ocho de abril. Estando en la clase de Español, los niños recordaron a Tomy y salieron corriendo a ponerle agua. De pronto regresaron gritando: “¡Maestra, Tomy está bien bonito, tiene muchas hojas verdes, las más bonitas de todas!. Salimos todos nuevamente y les 34
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comuniqué:“Ha llegado la primavera y Tomy comenzó a retoñar”. Al día siguiente, aprovechando la clase de Formación Cívica y Ética, dije: “Es momento de que sepan cómo fue que Tomy perdió sus hojas aquella vez que encontraron sus ramitas en el suelo”. Les conté la historia y al final les pedí que pensaran en Tomy, en su apariencia actual, y observaran sus nuevas hojas y su hermoso aspecto como una muestra del perdón que Tomy le dio a su agresor. Mandamos llamar a éste niño y juntos salimos a buscar a Tomy. Estando ahí le dijimos que Tomy lo había perdonado y que nosotros también. Después de esto meditamos en la gran lección que Tomy nos dio. Aprendimos que en medio de las circunstancias difíciles no es sano guardar rencor ni planear venganzas. Es mejor esperar la primavera. No paguéis a nadie mal por mal; procurad lo bueno delante de todos los hombres. Si es posible, en cuanto dependa de vosotros, estad en paz con todos los hombres. Romanos 12:17-18
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Visión Alternativa A.C. es responsable de la Edición Digital de esta publicación, que concluyó el 30 de junio de 2013 en la ciudad de Mexicali, B.C., México. Mientras que el contenido y sentido de las historias son responsabilidad directa de la Lic. Adriana Pedroza Rangel. Cualquier comentario o corrección en visionalternativac@gmail.com Se autoriza, sea cual fuere el medio, electrónico o mecánico; la reproducción total o parcial de esta obra siempre y cuando se cite la autoría y la edición. 2013 Visión Alternativa A.C.
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