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PATRIMONIO
CAPITAL TOMADA
Este año, el Perú es el país estrella del Smithsonian Folklive Festival, en Washington D.C., evento que celebra nuestra diversidad cultural de la mano de músicos y artistas nacionales. La experiencia resulta inolvidable, tanto para ellos como para los norteamericanos. ESCRIBE: DANIELA MENESES SALA, ENVIADA ESPECIAL/ DMENESES@COMERCIO.COM.PE /
Entre la comunidad nativa de Santa Rosa de Huacaria (Cusco) y Washington D.C. no hay mucha diferencia. Al menos no a los ojos de Sergio Pacheco (48), un chamán wachiperi. “Washington es parecido a mi pueblo, la calor es igual”, cuenta tranquilo. Entre los 119 artistas y artesanos peruanos que han venido con él a la capital de los Estados Unidos, son pocos los que comparten esa opinión. Agobiados por un sol que obliga al termómetro a alcanzar los 31 C°, los bailarines de Paucartambo lu-
@MENESESDANIELA FOTOS: JEFFREY MARTIN/ MINCETUR
chan detrás de sus máscaras por un poco de aire. Las tejedoras ayacuchanas ven sus vestidos convertidos en ropas de penitencia. Los músicos afroperuanos, cargando trajes demasiado gruesos, no encuentran sombra que los proteja. Y una bailarina de Moquegua termina hospitalizada por deshidratación. Ninguno de ellos dejará, sin embargo, que el clima amilane sus ánimos. Todos tienen clara la razón que los ha llevado a ocupar (desde el 24 de junio hasta el 5 de julio) la Alameda Nacional, un lugar privilegiado entre el capitolio y el monumento a Washington.
El Smithsonian Folklife Festival es un evento anual gratuito que se celebró por primera vez en 1967. En todos estos años, siempre ha girado en torno a más de un país o temática (en el 2014, por ejemplo, las estrellas fueron Kenia y China). Por primera vez el eje es único: nuestro país. Perú: Pachamama, patrocinado y co-organizado por el Ministerio del Comercio Exterior y Turismo del Perú, busca ser un lugar de encuentro con la cultura viva. Los visitantes no son meros espectadores de presentaciones y conciertos, sino que pueden conversar con
recarga de energía. 33 A pocas cuadras del festival, cuatro bailarines de contradanza toman un merecido descanso. Con 17 años, Amaru Boluarte (segundo desde la derecha) es el más joven del grupo. sábado 4 de julio del 2015
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el otro ombligo. En la Alameda Nacional, artesanos recrean un evento anual cusqueño: la construcción del puente trenzado de Q’Eswachaka. Parte de este se conservará en la colección del Museo Nacional de los Indios Americanos. artesanos y artistas, participar de talleres para aprender a tocar su música o a teñir telas, y comer platos tradicionales. Diez días en los que los extranjeros tienen un primer contacto con nuestro país o recuerdan aventuras pasadas. Diez días en los que los expatriados recuerdan qué es sentirse en casa.
En la Variedad está el gusto
Alrededor de dos años le tomó al gobierno peruano la preparación del evento. Mientras 100 cajoneros ofrecen un concierto al aire libre, Rafael Varón, uno de los tres curadores del festival, cuenta parte del proceso. “Convocamos a una reunión con arqueólogos, historiadores, filósofos y personas de diferentes profesiones. Se habla mucho de que el Perú es un país multicultural y multilingüe, y ese fue nuestro punto de partida. Pero, dado que esto es común a muchas naciones, queríamos definirlo un poco más”. El equipo definió tres características centrales, que comenzaron a buscar en todo el Perú. “Primero, tener una historia y un presente muy vinculados. Segundo, contar con una capacidad de adaptación a las nuevas circunstancias. Finalmente,
poseer una relación de respeto con el ambiente”, nos dice. Así, se eligieron 12 manifestaciones culturales de 10 regiones. Jóvenes y no tan jóvenes procedentes de la costa, sierra y selva eran sus representantes. Algunos habían recorrido el mundo; otros, como el chamán Sergio Pacheco, conocían por primera vez realidades tan
distintas (o como él las veía, tan similares).
Un chamán en el capitolio
Los pies descalzos de Sergio cruzan el cemento para llegar al parque frente al Capitolio y él, sin inmutarse, nos habla más de sus tradiciones. De su padre y sus abuelos aprendió a
curar con la ayuda de las plantas de tabaco y el canto psicosomático. “Curamos todo, dolor de huesos, gastritis”. A veces usan también una droga parecida al ayahuasca. “Es un poco más fuerte. En tu cuerpo, cuando haces la tomada, la puedes tener tres o cuatro días”. Al igual que muchas etnias en el Perú, los wachiperi luchan
Concierto en el metro. Tutuma, agrupación afroperuana que comparte el nombre con una bebida chinchana, puso la cuota de sabor con bailes como el atajo de negritos y la yunza.
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por mantener viva su cultura amazónica. Una tarea difícil, considerando su reducido número, que expertos calculan en alrededor de cien personas. Mientras sus compañeros hacen una demostración del uso del arco y flecha, Sergio relata orgulloso algunos de los esfuerzos de su comunidad por darle fuerza a sus raíces: “Ya tenemos diccionarios con nuestro idioma. Entre nosotros hablamos wachiperi, pero también español. Los niños quieren olvidarse, pero nosotros lo estamos retomando”. Sergio no puede estar seguro de qué le deparará el futuro a su comunidad. Lo que sí sabe con certeza es que quiere volver a los Estados Unidos, pero esta vez para curar.
La fiesta se lleva por dentro
A cuatro carpas de distancia,
las cifras
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artesanos y artistas peruanos participan en el Smithsonian Folklive Festival.
diferentes manifestaciones están presentes en el festival. Entre ellas la danza sarawja, la marinera y la cumbia amazónica.
millón de visitantes se espera que acudan al festival. mil personas llegaron al Perú en el 2014 procedentes de los Estados Unidos.
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millones de dólares fue la cifra días es lo que durará el que ingresó a nuestro país en evento, que tendrá como el 2013 procedente del turisúltima fecha el domingo 5 de julio. mo estadounidense.
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Amaru Boluarte toma un breve descanso de las actividades del día. Tiene solo 17 años –aunque no por muchos días más, asegura intentando esconder la emoción– pero hace 15 que baila la contradanza. Viéndolo estudiar música en la UPC, uno no adivinaría sus raíces.
“Mi papá baila, mi abuelo fue alcalde de Paucartambo. Siempre hemos tenido una fuerte conexión”. Incluso para quienes lo conocen es difícil enterarse del ritmo que esconde. “Solo le cuento que bailo a quienes les tengo confianza y a quienes sé
que se lo tomarán en serio. Revelarlo requiere hacerlo de manera muy específica, para que no confundan tu baile con el de otros lugares del Perú”. Mientras una de las voluntarias del festival inicia a nuestro lado un concierto improvisado con una mandolina que le prestan, Amaru asegura que de todas las danzas que se bailan en las celebraciones de la Fiesta de la Virgen del Carmen, la que más le gusta, por supuesto, es la que él domina. “La contradanza representa mucho el mestizaje. Nosotros, los soldados, somos agricultores que trabajamos con la tierra. Y el caporal es el hacendado. Al tener una élite más europea (tiene una peluca medio rubia y los ojos azules), se burla un poco de nosotros. Juega mucho”. Al momento de despedirnos, el concierto ya ha atraído a unos 30 espectadores. Solo
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wachiperi en el capitolio. Sergio Pacheco es uno de los pocos miembros de su etnia. Durante el boom cauchero del siglo XX, este grupo fue forzado a trabajar en condiciones de esclavitud. A mediados del siglo, una epidemia de viruela acabó con muchos.
la opinión Magali Silva Ministra de Comercio Exterior y Turismo
El Perú en la mira Ser el país invitado al Smithsonian Folklive Festival 2015 es una oportunidad única para que los peruanos hagamos conocer nuestra cultura a un sector de la población estadounidense que no tiene muchas veces la ocasión de estar en contacto con ella. Un público importante en este respecto, y que visita mucho el festival, está compuesto por los estadounidenses del medio oeste. El formato del evento, por otro lado, permite que las personas sientan, coman y vivan la cultura peruana. Así podrán decidir hacer un viaje a nuestro país. No hay que dejar de lado el importante impacto que este evento tiene en los artistas y artesanos. Más de la mitad de ellos salen por primera vez de su localidad. Algunos me han comentado que viendo al Perú entre el Capitolio y el monumento a Washington sienten que el mundo desarrollado los está reconociendo.
uno de ellos se atreve a bailar. Alexander. Meteorólogo. Serbio. 93 años. Un implante de cadera y un espíritu indomable.
Una artesana que pasó por Berkeley
Mientras escucha, de lejos, los sonidos de la fiesta inesperada, Nilda Callañuata (55) habla con una pareja. Desde fuera, la escena parece mostrar a dos estadounidenses tratando de entender un procedimiento –el teñido de la lana– que les es extraño. Pero Nilda y Nancy, la mujer
con la que habla, se conocieron hace más de 35 años en Cusco. Como respondiendo algo tan obvio que no debió haber siquiera sido preguntado, aseguran que se mantienen en contacto por internet. Antes de sentarse a hablar con nosotros, Nilda se apresura a darle indicaciones a un niño estadouniden-
se que aprendía a lavar lana. Lo hace en perfecto inglés. “Yo soy de Chinchero, en Cusco”, sostiene. “En 1980, fui la primera mujer en mi pueblo en ir a la universidad. Estudié Turismo. La verdad nunca planeé terminar la carrera, porque como cualquier mujer de mi pueblo, pensaba que me casaría tempra-
Los pies descalzos de Sergio cruzan el cementerio para llegar al parque frente al Capitolio, mientras nos habla de sus tradiciones.
no y dejaría los estudios. En ese proceso, gané una beca para ir a la Universidad de Berkeley a estudiar la historia de los textiles por un semestre”. Es precisamente con telas que Nilda ha trabajado toda su vida. “Yo tejía desde muy chica, pero los jóvenes no estaban aprendiendo. Por eso, mientras estudiaba organicé, muy informalmente, un pequeño grupo de señoras para rescatar el tejido tradicional. En los 90 creamos el Centro de Textiles Tradicionales de Cusco, que ahora
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SÚBETE A MI MOTOTAXI. Al timón, Danna Tello (15), parte de la delegación de radio Ucamara. Esta emisora amazónica usa la música para revitalizar las tradiciones y el idioma kukama.
trabaja con 10 comunidades. Yo soy la directora. Y así, ahora estamos en el Folklife Festival”. Pronto se hace claro que estamos ante una empresaria. “Sin el mercado y la exportación no podríamos sobrevivir. Cada vez se está haciendo mucho mejor artesanía, que requiere más tiempo y, por ende, cuesta mucho más”. Como buena mujer de negocios, no perdió la oportunidad de usar su estadía en Washington de plataforma para mejorar las condiciones de su negocio. En un panel en el que habló como invitada llamó la atención a los presentes: a pesar de que mucho se habla de ayudar a los artesanos, todavía encuentran innumerables barreras, como el alza de los impuestos. Le preguntamos a Nilda si finalmente se casó y si terminó la universidad. Una gran sonrisa nos confirma que sí.
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