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Actualidad
Comienzan los trámites para el nuevo Taller de Empleo de Desestacionalización La Junta de Gobierno Local del pasado 14 de abril acordó comenzar con los trámites para la puesta en marcha de un Taller de Empleo de Desestacionalización que durante 12 meses ocupará a una treintena de alumnos que combinarán su ocupación entre trabajo y formación. Según informó el concejal secretario de la Junta, Federico Alarcón, el Ayuntamiento podrá beneficiarse de una subvención gestionada por la Generalitat Valenciana de 720.620´40 euros, mientras que el consistorio completará el coste de este taller hasta llegar a los 730.870´32 euros.
Por otro lado se adjudicó el contrato para la adquisición de elementos de accesibilidad. En concreto el lote 3 para una pérgola por valor de 63.767 euros. También se aprobó iniciar un expediente para el suministro de 26 sillas para la quinta planta del Ayuntamiento y la primera prórroga del contrato de difusión y publicidad de las Concejalías por importe de 292.820 euros. En otro orden de cosas pasaron la tramitación facturas con omisión de la función Interventora. En concreto el abono de 31.364 euros por el arrendamiento de vehículos para la Policía Local de julio a septiembre
de 2019; y otras dos del servicio de transporte urbano de noviembre y diciembre de 2019 por importe de más de 500.000 euros. También se aprobó el padrón de las tasas por ocupación de vía pública con puestos de venta no sedentaria del primer semestre de 2020, con un importe de 322.363 euros en 488 recibos del mercadillo de Torrevieja y un importe de 77.695 euros en 157 recibos del mercadillo de La Mata; así como de los puestos del Paseo de la Libertad, con un importe de 79.825 euros en 162 recibos. El plazo máximo para satisfacer estas tasas es hasta el próximo 20 de abril.
Palabras enmarcadas Marco Antonio Torres Mazón
No, no es país para viejos En la novela No es país para viejos, Cormac McCarthy inserta a lo largo de la narración una serie de interludios en los que el sheriff Bell, uno de los protagonistas, nos cuenta algunas cosas de su vida y de su forma de ver el mundo. Estos interludios, escritos en cursiva para diferenciarlos claramente del resto de la novela, son un pequeño oasis en medio de la fuerte historia que nos está narrando el autor. El sheriff Bell es, además, un tipo encantador. Su modo de observar la realidad es sencillo pero firme, muy común en los hombres que tienen claras sus convicciones. Es un personaje muy típico de las novelas de McCarthy: alguien que se mantiene firme cuando todo a su alrededor parece saltar por los aires. Al igual que el padre en La Carretera (novela con la que consiguió el premio Pullitzer de literatura), el sheriff Bell es aquel que mantiene viva la llama de la civilización. Cuando el mundo cruza la frontera de lo que nos hace humanos, estos personajes nos recuerdan, con toda la serenidad y con todo el dolor, que nunca podemos olvidar los valores por los que todavía podemos llamarnos “hombres” sin sentir un punto de vergüenza. En uno de esos interludios a los que me refiero, el sheriff Bell nos cuenta la historia de cuando él y su esposa, Loretta, asistieron a una conferencia. A su lado estaba sentada una señora que no paraba de hablar acerca de los políticos más conservadores, los que estaban en contra, por ejemplo, de libertades conquistadas como
el aborto. El pobre sheriff Bell guardaba silencio pacientemente. En un momento determinado, la señora le dice: “no me gusta adónde va este país. Yo quiero que mi nieta pueda abortar”. El sheriff Bell ya no puede más y, con toda naturalidad, le responde: “Mire, señora, no creo que a usted en realidad le preocupe adónde va este país. Tal como lo yo lo veo no me cabe ninguna duda de que su nieta podrá abortar. Es más, creo que además de abortar también podrá hacer que le practiquen a usted la eutanasia”. Y apostilla el bueno del sheriff Bell: “Lo cual puso fin a la conversación”. Muchas veces sucede que la lógica de nuestros planteamientos se nos puede volver en nuestra contra. Si llevamos hasta el final la lógica de muchas de las cosas que pensamos éstas pueden adquirir la forma de un boomerang que, amparándose en la fuerza con la que primeramente lo hemos lanzado, termine dándonos un buen golpe en nuestra dura cabezota. El sheriff Bell participó en la Segunda Guerra Mundial; fue testigo de los horrores y las muertes de toda una generación. Durante su muchos años como sheriff de un pequeño condado, ha visto una buena cantidad de dolor. Precisamente por eso, su forma de pensar apela a lo que nos hace humanos: la capacidad para acercarnos a los demás para curar sus heridas y para agradecer el esfuerzo de permanecer vivos, muchas veces contra toda esperanza.