La muerte en la tierra de las tortilleras

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Mi llegada al pueblo fue el día Jueves 30 de Noviembre de 2008, y con el recibimiento de Cecilia Mero Seguiche de 28 años de edad y nieta de Doña María Julia Seguiche. Cecilia salió a esperarme en la carretera, ya que Sancán no tiene un letrero que lo identifique como tal, pero me alertó sobre la cantidad de negocios de tortillas que los pobladores tienen junto a la autopista, y que su pueblo era conocido como “La Tierra de las Tortillas” y que algunos hombres se burlaban llamándola “La tierra de las tortilleras” (Apuntes de campo: Tania Macera, Sancán 2008)

“La muerte en la tierra de las tortilleras” Sabe a maíz, sabe a raspadura, sabe a maní, sabe a yuca, a café, a aguardiente, sabe a verde, y se anhela el agua.

Sancán, pueblo perteneciente al Cantón Jipijapa y situado al sur de la Provincia de Manabí Coordenadas Geográficas: 1° 15´ Latitud Sur, y 80° 35´ Longitud Occidental.

Características Físicas y Socio económicas de Sancán: Descripción del Pueblo: A 45 minutos en bus desde Portoviejo hacia el sur, está ubicado Sancán. Lo que en principio salta a la vista, es una vía llena de puestos de venta de Tortillas de maíz y de yuca, era, ni más ni menos la Puerta de bienvenida a este pueblo costeño. Cecilia Mero Seguiche me condujo a casa de su abuela y de sus tías para presentarme. En el camino y conversando con ella pude tener una primera impresión del Pueblo. Es verano, la vegetación es escasa, el suelo es árido y olas de polvo se levantan con el menor paso brusco sobre el suelo.


La gente de este pueblo no cuenta con Servicio de Alcantarillado, el Cauce del Río Santa Rosa está totalmente seco. Los pobladores sacan en sus triciclos pomas grandes para llevarlas a las instalaciones del Seguro Campesino y llenarlas con agua. Los tanqueros llegan a Sancán para hacer la entrega de agua a diario. También por pedido de cada familia se detienen en sus casas para llenar lo que ellos llaman “piscinas”, estos son tanques de cemento, construidos bajo cubiertas de zinc, cercados por pindos, donde generalmente tienen una piedra para lavar la ropa y tendederos. Los pindos son barreras colocadas intencionalmente, para evitar la entrada de los animales. Una vez llenas las piscinas cubren con tablas para evitar de algún modo la caída de polvo dentro de la piscina. El verano es la época más dura del año en cuanto a la proveerse de agua. Los tanqueros vienen desde Jipijapa y según Aidé y Santa Mero Seguiche el costo de la “Tancada” es de 8 dólares. Durante el verano que se extiende hasta los últimos días de enero y los primeros días de febrero los cultivos cesan.

Parte de la población que se dedica exclusivamente a la agricultura emigra por trabajo a Manta, Portoviejo, Jipijapa y Guayaquil, para emplearse como: jornaleros, guardias, empleadas domésticas, cocinando en restaurantes, o en lo que tengan a suerte conseguir, otros viajan hasta Puerto Cayo para dedicarse a la pesca. En el pueblo, un número significativo de mujeres se dedican al negocio de las Tortillas de maíz amarillo y yuca, rellenas con queso o con chicharrón. Algunas de ellas ayudadas de sus maridos y otras por sus hijos. Los cultivos se realizan una sola vez al año, cuando el invierno llega, es decir por los últimos días de Enero y los primeros de Febrero, los pobladores esperan que el agua filtre la tierra y que ésta se humedezca tras 4 largos meses de verano intenso y sequía. A los 8 días de lluvia echan las primeras semillas de maíz, y una semana después miran el brote de sus plantas cultivadas. Al cabo de 3 meses cosechan, y a decir de Aidé Mero, el maíz se conserva por mucho tiempo, y ello les permite sostener la alimentación en cada casa y representa su ingreso económico. Para guardar el maíz, lo apilan sobre la tierra, construyen techos con zinc y cercan con pedazos de madera y pindos a fin de proteger de los animales de casa y de corral que mantienen en sus patios - tal como protegen el agua en las piscinas - las hojas de las mazorcas se secan, los granos maduran y se conservan en buen estado, asemejando a la distancia una lámina de oro.


Día a día sacan maíz del conjunto para la elaboración de las tortillas y también para preparar una cantidad de platos propios del Pueblo como son: el greñoso, la natilla y los envueltos.

Sancán, pueblo de aproximadamente 2000 habitantes, también se dedica a la fabricación de bloques. Estas pequeñas fábricas se ubican en el sector oeste del pueblo y son de distintas familias, en las que los niños trabajan cortando los bloques y dando uno a uno su forma final, además cuidan el secado y que no se dañen hasta que el proceso de fabricación concluya totalmente.

Las enseñanzas de los mayores son las que marcan la relación entre vivos y muertos

“Ponemos la mesa como está ahí, le ponemos y lo demás pa cá, para el familiar, más que sea un poquito, un poquito, a todos se les da” JuliaSeguiche

Después de saludar con la Familia Mero Seguiche, Doña Julia de 86 años de edad y sus hijas: Ramona, Aidé y Santa, inicié el recorrido del pueblo. Doña María Julia Seguiche, enviudó hace 5 años, ella aprendió de su madre y de su abuela la preparación de los platos para el Día de los Fieles Difuntos. De sus 3 hijas vivas, Aidé es quien organiza y dirige la preparación de alimentos para compartir con sus parientes fallecidos, Ramona dijo ser la asistente de su hermana en ésta labor, no puede dedicar todo su tiempo porque trabaja con otra familia en la elaboración diaria de tortillas, pero no sale al carretero a hacer de “modelo”, es decir, a menear la franela para que los carros se detengan a comprar en su puesto. Santa Mero trabaja en Jipijapa, todos los días viaja desde Sancán para laborar en la escuela como profesora de Educación Física. Santa se define como una persona con pocas aptitudes culinarias, pero en la época de Difuntos aporta con su trabajo. Cecilia es nieta de Julia, madre de 2 niños de 7 y 8 años. Al presente no tiene trabajo pero ha asumido la responsabilidad voluntaria de representar a varias familias del pueblo en la gestión del Bono Solidario de la Vivienda que el actual Gobierno promueve por medio del Ministerio de Vivienda (MIDUVI). El día 30 de Octubre llegaron los representantes de dicho Ministerio para visitar a cada familia y evaluar la situación de cada una de ellas para acceder al bono, que tiene


como objetivo la construcción o reparación de las casas a costos cómodos para los pobladores, la mayoría de aplicantes son gente de escasos recursos económicos.

Junto con Cecilia recorrí parte del pueblo, familia por familia conociendo las situaciones personales de pobreza. En cada una de ellas la esperanza de tener acceso al bono era intensa. Aspiran dar a sus hijos una vivienda de bloque que sustituirá a las tradicionales de caña con piso de tierra. De regreso a casa de Doña Julia, Aidé y Ramona sentadas en un rincón de la cocina pelaban una cabeza entera de guineo verde para rallarlo y tener la maza con la que se preparan los llamados “Boyos”.

En dos recipientes grandes separan la maza, unos serán de dulce y otros de sal. Para los boyos de dulce diluyen raspadura de panela, la cocinan con ramas de canela y mezclan con la maza de guineo rallado; y para los boyos de sal, preparan aceite con achiote y lo vierten en la maza. Envuelven la maza en hojas de plátano y ponen a coser al fuego.

Uno de los elementos que capta la atención de los “afuereños” es el horno que aún muchas familias utilizan, éste a modo de corral para niños se asienta sobre 4 patas de madera gruesas, capaces de soportar todo el peso del barro, como de las grandes ollas que comúnmente utilizan. Las paredes son de madera, igualmente gruesa, y por dentro rellenas con barro que por el uso y el fuego con el tiempo se forma dentro un hoyo en el que se acumulan leña y cenizas. Sobre este hoyo se colocan unos barrotes de hierro para asentar sobre ellos las ollas y las pailas. Cuando se quiere hornear un bizcochuelo, suspiros, galletas y demás preparaciones propias del lugar, se llena con tizones calientes la base del horno y sobre esas brasas se colocan los moldes y demás preparados, cubren el hoyo con una tapa metálica de un tanque, a fin de concentrar la circulación de aire caliente dentro y se pueda hornear. En el caso de los suspiros, pudimos registrar la elaboración de ellos en casa de Nancy González, quien ayudada de sus 3 hijos pequeños preparó para la noche del 31 de Octubre pan negro, bizcochuelo y suspiros. El pan toma el color negro por la mezcla de la maza que se hace con la raspadura de panela. El bizcochuelo es una especie de pastel. La elaboración de los platos sucede con 5 días o 7 máximos de anticipación a las noches claves de la celebración de la muerte, que son los días 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre según las mujeres


Mero Seguiche. Esto es necesario por lo trabajosos que resultan algunos platos, entre las primeras elaboraciones están los bocadillos hechos a base de raspadura y de maní, galletas de harina, los boyos se preparan 2 y hasta 3 veces porque son apetecidos y no perecen con rapidez, se los envuelve en hojas de verde y se los cocina en el horno a modo de tamales.

Julia fue el personaje clave en nuestro trabajo de campo, una conversación con ella permitió enlazar las estaciones del año, la carencia de agua, los tipos de cultivos y los alimentos comunes para el pueblo, con la celebración de los Fieles Difuntos. Todos los elementos anteriormente dichos, están dentro del contexto cotidiano de la gente, todo ello circula dentro de un tiempo de 365 días, en los cuales sus parientes fallecidos tienen un espacio, donde visitar sus tumbas no es una mera tradición, sino mantener sus relaciones y su comunicación. Ellos arreglan los nichos de sus parientes, los llevan flores, van todos los miembros de la familia, salvo que tengan algún inconveniente físico o de salud, y esperan a que sus parientes lleguen a sus casas a servirse de la misma mesa. Julia se convierte en personaje clave, no solo por su comunicación, más bien como heredera y guardiana de esta tradición. Con 86 años nos cuenta que aprendió de su madre y abuela a preparar estos platos, y ella enseñó a sus hijas: “Yo les enseñé a mis hijas a preparar, yo aprendí, de nuestra madre, pero yo cuando mi madre murió yo quedé como de 6 años, quedé pequeñita, sino que el familiar enseñaba, en antes todo el mundo ponía, en cualquiera de las casas hacían, ahora es que poco hacen, ralitos son los que hacen” – Julia Seguiche

Así mismo, Julia cuenta que su abuela aprendió de la madre de su madre, es decir que precisar el tiempo que esta celebración se ha practicado, es imposible, pero contando su ascendencia y descendencia, ya son 7 las generaciones practicantes, pues Julia tiene una bisnieta que mira y aprende. Para su nieta Cecilia la preparación de esta mesa lleva mucho tiempo y ellos esperan mantenerla: “Aquí en la comunidad llevamos una tradición que viene de la época ancestral, bisabuelos, abuelos, ahora seguimos los tíos sobrinos y esperamos no perder esta tradición, en esta época la familia se confraterniza, vienen todos a la casa, porque saben que aquí por lo regular se preparan banquetes, que no es solo aquí en la casa de abuelita sino en todas las casas de la comunidad” Cecilia Mero


Compartir la mesa con los que se fueron, convidarles los alimentos que su suelo produce es un modo de compartir con ellos su cotidianidad.

El maíz, la yuca, el verde, el maní son alimentos propios de la zona, de cultivo anual, de consumo durante los 12 meses pese a la sequía extrema de los meses de verano, estos factores marcan su ritmo de vida diaria y anual, son los elementos básicos de la alimentación, y es común para todos los pobladores, de ahí que de ello esté compuesta la mesa para las noches del 31 de octubre, 1 y 2 de noviembre. Dicen, repiten, enseñan y fijan en la memoria de sus descendientes: la 1era mesa el 31 de Octubre como el banquete para los Angelitos. A partir de la media noche, sus almas son las primeras en visitar sus casas y disfrutar del aroma de sus platos servidos. La primera mesa consta precisamente de galletas, suspiros, bocadillos de maní y raspadura. Panes, bizcochuelos, natilla hecha a base de maíz, canela y leche y un vaso con agua, dulce, dulces, como la dulzura con que mira un Angelito, un niño difunto.

“Cuando los viejitos se fueron, nosotros seguimos preparándoles cualquier cosa, porque mañana en la noche es que llegan, hoy llegan los Angelitos, así conversan que los Angelitos es que llegan. Nuestro padre, nuestra madre vienen mañana, en la noche es que están ellos aquí” - Julia Seguiche

Doña Julia menciona las almas de sus padres y abuelos como visitas que ella espera, como visitas principales a quienes sirven la mesa y con quienes primordialmente comparte los alimentos. Dice también esperar a su esposo y a varios hijos. “Yo estoy esperando a mi mamá, a mi papá y al esposo, y a dos hijos de mis hermanas que vienen, y una hermana tengo que se fueron, (…) uuuhhhh ya algunos que se fueron hace más de 20 años, más de 20 años de lo que se fueron” Julia Seguiche A Doña Julia le cuesta hablar sobre la muerte de sus hijos, pero por conversación con sus hijas, ella también comparte la mesa con 8 angelitos que abrigó en su vientre y que fallecieron en los primeros meses de vida algunos, y otros antes de nacer. En el cementerio de Jipijapa que visitamos el día 1 de Noviembre pudimos apreciar las tumbas de muchos angelitos nacidos desde la segunda mitad de los años 60 y fallecidos en la primera mitad de los 70. Años en los que la mortalidad infantil en el Ecuador en general era un porcentaje elevado. Sobre el marido de Doña Julia, sus hijas y su nieta Cecilia hicieron varias memorias.


Luis Gonzalo Mero Sincay: tomador de café, a propósito del mismo, el Cantón Jipijapa se promociona en la actualidad como productor de la marca “Taza Dorada”. Bebedor de Puro, de puro aguardiente. No pudieron meter su caja en la cripta de cemento, por razones desconocidas ésta no cabía, aseguran sus descendientes, dicen que se resistía a hacerlo. Lo dicen con solemnidad que cierra en burla. “cómo que no se quiso ir”, “como que tenía cosas por decir”. Sólo por sugerencia de amigos bañaron el ataúd con aguardiente puro y la caja del muerto ya no opuso resistencia. Al terminar el entierro cayó un aguacero, como debía ser para despedir a Don Gonzalo, a decir de su nieta Cecilia, su abuelo se despidió del pueblo como este esperaba, destapando los cielos en llanto.

Además de la agricultura, algunos pobladores de Sancán se dedican a la crianza de animales de corral, como gallinas, cerdos y ganado vacuno. Junto a las casas construyen los corrales para el ganado vacuno, los llevan temprano en busca de pasto y a las 4 de la tarde los regresan a los corrales. Para Gerardo Pincay, esposo de Nancy González, cuenta mientras ralla guineo para preparar “boyitos” que lo hace para esperar a los difuntos: “Cualquier cosita, es la devoción de todos los años, los mayores nos enseñaron que el mundo se formó de esta manera, haciendo los “Angeli bomos” para los finados, los mayores se fueron y nosotros nos quedamos con “los mismos libros” - se refiere a los mismos saberes y prácticas haciendo cualquier cosita, ellos lo hicieron para otros ancianos. El mundo se formó así mismo, vienen las almas que no tienen nada, y aunque nosotros no las vemos, nos dijeron que tengamos por lo menos un vaso de agua en tiempo de los fieles en la mesa, porque eso es así, esa es la devoción, antes hacían más, ahora hay pocos que lo hacen. Nosotros tenemos muchos finaditos que esperamos: mi padre, mi madre, mis hermanas. Esta es una devoción que todos los años hacemos los que podemos hacer” cuenta Gerardo Pincay.

El 1 de noviembre caída la tarde visitamos el cementerio en Sancán, donde varias personas se habían dado cita para embellecer, arreglar y limpiar las tumbas. Pintaban de color blanco, limpiaban el monte, y con pintura de color plata marcaban las letras de los nombres y las fechas en las que partieron sus parientes. El cementerio queda al borde de la carretera. Algunas personas queman la vegetación seca, el suelo abierto por el verano acerca la vista a lo que bajo tierra puede haber. Hombres y mujeres adultas, jóvenes y niños ayudan en la limpieza de los nichos.


El 1 de noviembre, Cecilia Mero Seguiche decidió arreglarse para conversar con nosotros frente a la cámara, tendría pocos minutos para hacerlo antes de tomar un bus para asistir a clases en Jipijapa, Cecilia nos contó que cuando su abuelo murió, ellos decidieron traerle un órgano, es decir un músico para que toque un piano, para hacerle una despedida, y le cante la canción que a Gonzalo Seguiche le gustaba. Su muerte la considera especial e inolvidable, a los dos días de fallecido lo enterraron, Cecilia cree que en la historia de la comunidad nunca ha llovido como ese día.

Su padre era zapatero, la familia de su abuelo Don Gonzalo viene desde el Cantón Calceta, y cuenta que tienen un pariente, hermano de su abuelo que está perdido y que vive en Esmeraldas y que allá también es zapatero, Don Gonzalo fue el único zapatero que ha existido en Sancán. El aniversario de muerte de su abuelito es el 2 de marzo y le hacen una misa, pero en casa le ponen una mesa especial, le preparan lo que a él le gustaba en vida y por lo que el vendrá, su alma vendrá a buscar comida. Convidan a la gente que los acompañan. Para Cecilia en su pueblo hay cosas que con el tiempo cambian, unas para bien y otras para mal, cuenta que en Sancán han llegado Párrocos que estas prácticas no las ven bien, otros, sí lo ven bien. Pero que independientemente de lo que los curas piensen, la gente no va a cambiar su Tradición. Cuando le pregunté a Cecilia si algún sacerdote se ha manifestado en contra de esta práctica me respondió: “Sí, alguna vez dijeron que esto era una gastadera de plata, de por gusto porque los muertos no pueden comer, pero nadie nos quita ese derecho, es el gusto de nosotros, es el placer de hacerlo bien. Mi abuelito nos contaba que en un tiempo no pudieron hacer los dulces porque mi abuelita estaba enferma, pero dice que luego en la noche cuando vinieron del cementerio escuchaban pasos, como que caminaban en la sala, y después escucharon llanto, entonces mi abuelito decía que podía ser verdad, que vienen las almas y como no encuentran nada se van. Es como cuando tú te vas a una casa y te atienden mal, tú te vas, pero te vas con ese resentimiento. Desde ahí dice mi abuelito que al día siguiente buscaron la forma de poner algo en la mesa, y mantenemos la tradición de hacerlo todos los años y no la queremos perder, nosotros la generación que viene tenemos que seguir”- relata Cecilia Mero Según Cecilia a los 12 años ya empiezan a enseñarles a los niños a preparar, y desde ya asumen que al morir ellos también serán parte de esta Tradición: “Cuando tú te mueras por lo menos querrás llevarte el aroma de un plato que tanto te gusta” Las conversaciones y recorridos por el pueblo no habían terminado. Dos elementos se mostraban claves en Sancán: el maíz y el agua. El agua como principio de la vida, de ahí que los muertos cuando los visitan primero busquen y miren el vaso con agua, y el segundo elemento: el maíz, ya que los alimentos están preparados a base de este.


“El maíz se cultiva en el mes de enero, y por el mes de mayo, junio ya se está cogiendo el maíz, es la época de cosecha. Desde Junio en adelante ya se deja almacenado el maíz, que es amarillo, y es con el que se preparan esos platos. Nosotros somos la Familia Mero Seguiche, el Mero viene de mi abuelo que se llamaba Gonzalo Mero Pincay, el venía de Calceta, aquí en la Comunidad no somos muchos Mero, pero los Seguiches que es por parte de mi abuelita, somos bastante numerosos, porque la mayoría por no decir más de la mitad de la población somos Seguiche. Se dice que este apellido viene de la Sierra, de qué parte de la Sierra, no sabría decirte, pero de que viene de la Sierra, viene de la Sierra. En el caso de Mero fue porque mi abuela viajaba mucho y en uno de sus viajes quedó embarazada de un señor de ese apellido, y de ahí vino para acá. Yo soy Mero Seguiche, porque mi abuelo me reconoció a mí y a dos hermanos porque mi padre no lo hizo, soy una de las últimas nietas de mi abuela, nací en Manta pero vivo orgullosamente aquí en la Comunidad de Sancán”, cuenta Cecilia Mero.

En torno a la Celebración de los Fieles Difuntos, los vivos son aquellos que establecen el cómo sus parientes ausentes permanecen con ellos, y de estas creencias deducen a la vez el como ellos están en “su mundo”. Al igual que en la tierra, las cosas allá tienen un tiempo, para ejemplo lo que Cecilia nos cuenta:

“Vendrán los abuelos, mi abuelita tiene 5 hijos muertos, vendrá mi abuelito, aunque yo te cuento una cosa, dicen que cuando una persona muere no viene enseguida a comer, por ejemplo muere en septiembre y viene a comer en noviembre. Según se dice la tradición es que pasen 6 meses después de haber muerto para que le den permiso y venga a comer. Entonces en caso de mi abuelito, si porque él tiene 4 años, entonces el si va a venir”

La “vida” de los muertos como la de los vivos tiene reglas, para los muertos de Sancán, una de ellas es la espera de 6 meses como tiempo mínimo para que sus pecados les sean perdonados. ¿Por qué deben pasar 6 meses para tener permiso?

“Porque es el tiempo que necesitan para que les perdonen sus pecados. (…) En el caso de los Angelitos puede ser menos, pero se cree que son 6 meses los que se tienen que esperar”, responde Cecilia Mero


La muerte de niños en esta Comunidad resultaba común hace 3 y 4 décadas atrás, los índices de mortalidad infantil en el Ecuador eran elevados, y casi en todos los lugares las causas eran comunes. Enfermedades tropicales, falta de medicina, epidemias. Alguna ocasión trabajé el tema de la muerte en Esmeraldas, donde la gente de los pueblos de la Zona Norte, Cantones San Lorenzo y Eloy Alfaro, despiden a los Angelitos con el ritual del “Chigüalo”, al igual que en Sancán los muertos niños representaban una cifra alta, al continuo dolor experimentado por las familias negras, la Iglesia católica dio como respuesta confortadora la idea que los niños pequeños eran Ángeles y que por ende gozaban de privilegios que los adultos no teníamos por ser pecadores conscientes de nuestros malos pensamientos y acciones, los Angelitos en las Comunidades Negras gozan hasta el presente de un Status superior fuera de este mundo, y con capacidad de intervenir por los que están vivos, de ahí que los “aventajados” sean los padrinos del niño, se cree que ser padrino y madrina de un niño fallecido, es tener un Ángel ante Dios que interceda por sus almas. En Sancán los Angelitos tienen un día especial, el 31 de Octubre, la mesa se diferencia este día de las otras por la cantidad de galletas y bocadillos de dulce que en ella se colocan, y estos bocadillos son precisamente los que se preparan con hasta 7 días de anticipación por lo trabajosa que les resulta la elaboración de distintas galletas.

Angelitos en la Familia Mero Seguiche:

“Esperamos Angelitos, porque en el caso de mi abuelita, cuando los hijos murieron eran pequeños, yo creo que solo uno murió en la edad de 12, 13 años, pero los demás eran pequeños. Te cuento que algunos murieron por falta de, por falta de medicamentos. Dice mi abuelita que una niña que ella tuvo murió con bastante diarrea, que se le complicó y no pudo más. Otros con bastante fiebre, de aquí de la Comunidad viajar a Jipijapa era bastante complicado porque solo pasaba un carro diario. (…) Eran enfermedades tropicales del Medio, y como en ese tiempo no había dispensarios, ahora la comunidad si cuenta con un dispensario médico y cuentan con medicinas que por lo menos salvan la vida a una persona”, cuenta Cecilia Mero 1 de Noviembre: “De las enseñanzas de Doña Julia, a las creencias de su nieta Cecilia Mero”

Los vivos jugaban a ser los muertos:


Julia Seguiche cuenta que años atrás, por las noches, cuando la gente del pueblo ya sabía que en las casas se habían preparado alimentos propios de esta fiesta, salían con sábanas blancas que los cubrían de cabeza a los pies simulando ser las almas de los difuntos, subiendo las gradas de las casas y pidiendo algo que comer.

El porqué del desaparecimiento de este elemento de representación escénica, no queda claro, a decir de Doña Julia, si los alimentos ahora los preparan en pocas casas, si son escasas las familias en las que aún se coloca la mesa para los muertos, mucho menos se hará el recorrido de los “vivos simulando a ser los muertos” por el pueblo.

La celebración de los Fieles Difuntos en Sancán, tiene su base conceptual en lo cotidiano, insisto en este punto, para marcar y resaltar la diferencia que este tiene con respecto a lo que la muerte significa en otros lugares, si bien en la Sierra Indígena del Ecuador los vivos comen con los muertos junto a sus tumbas, en Sancán los muertos son quienes van a sus casas a visitarlos, los vivos les preparan todo, limpian desde los nichos y los decoran para que el día de visita general al cementerio resulte grato, dejan en sus casas algo que en vida supieron compartir, la mesa.

Visitan a los muertos en sus casas (cementerio) pero esperan su visita en casa, y a las visitas se les debe ofrecer algo. De ahí que una mesa servida sea el elemento que une y reproduce algo cotidiano e indispensable al ser humano, el alimento. El alimento debe ser entendido como la base para la vida, junto al agua, aquello que en vida se compartió debe mantenerse ante la ausencia física. Pertenecer y ser de Sancán trae inmerso una vida sostenida por el consumo de maíz, yuca y maní, y el agua, que aunque escasa, a decir de doña Julia no se le mezquina “ni al más enemigo” Todos estos elementos se mantienen en la Celebración a los Difuntos, la desaparición de la representación escénica, es uno de los elementos que muestra los cambios que en lo colectivo puede tener esta práctica, sin que por ello el significado para quienes ponen una mesa varíe. No todas las casas preparan cantidades grandes de comida, pero es importante reconocer en aquellas en donde las limitaciones económicas no alejan la necesidad de compartir estos días con los parientes ausentes. Catalina Quintero abrió la puerta de un pequeño espacio de madera, techado con zinc, donde la luz del sol entraba por las separaciones de los tablones, el piso de tierra, dos sillas colocadas, una frente a la otra, distaban por la mesa cuadrada sobre la que 2 tazas blancas de porcelana humeaban el café recién filtrado y colocado para servirse entre 2, con la voz quebrada dijo: “Yo no sé preparar todas las cosas que las mayores saben, pero ahora que voy al cementerio le dejé a mi papá su taza con café, porque a él eso le gustaba mucho, no siempre se llena la mesa, pero comparto de esta manera” - Catalina Quintero.


Cuando visitamos a Martha Seguiche, quien ese momento preparaba el almuerzo para su familia, pero decidió compartir con nosotros un tiempo y contarnos lo que para ella significaba esta celebración, encontramos en sus palabras la noción de la intimidad de estas fechas, algo personal que trasciende a lo familiar y se extiende a una comunidad. Retirando el mantel blanco que cubría los alimentos de su mesa Martha lloraba: “Esta es la mesa que preparo en casa, el vaso con agua está a medio vaciar porque durante el día me tomo bocados, es una manera de compartir con mi madre este tiempo, como si ella estuviera aquí, ella es la fuerza para yo seguir”

Para Cecilia Mero, su abuelo en vida solía compartir con las demás personas los alimentos, cuando salía de Sancán por algún trabajo siempre regresaba con cosas para la familia, así mismo muerto, ella cree que su abuelo llevará parte de los alimentos que sus parientes le brindan a quienes como el ya no están vivos: “Creemos nosotros, creemos así no, que si mi abuelito está en el cielo él va a llegar y va llevar guardadito para los que están allá”, - dice Cecilia. Hay quienes dudan que los muertos visiten a los vivos, y mucho más aún que puedan comer, pero a decir de Cecilia, ni las palabras de un cura son suficientes para privarles del derecho a creer en lo que creen, su abuela Julia traduce las dudas a hechos reales que prueban que los muertos si comen, y si comen es porque han visitado. “Todo lo que se le prepara se tiene, pero hay una cosa dice niña: que usted pone ese pan, y muchos dicen: ¿Qué van a comer?, que no comen dicen, es porque usted lo pone y ahí está pues enterito, pero otro señor decía: No, vamos cogiendo el pan y pesemos, ese se lo pone por la mesa ese otro por acá, para ver cual, y así fue, se acabó ya los días de velarlo, ellos cogieron el pan, el uno estaba pesado el otro livianito, era puro bagazo. El olor es que se lleva, los que vienen de allá, ellos el olor, con el olor se van, si niña, si, el olor tiene peso, el otro ya no tenía nada, era puro bagazo nada más” - cuenta Doña Julia Seguiche.

¿Y ustedes los vivos se comen al día siguiente ese pan?

“Así mismo si, nosotros ponemos aparte, como está ahí en la mesa y lo demás lo ponemos pa cá, para los familiar, así un poquito, un poquito a todos se les da. Y al que no viene se le invía al otro lado, como mi familia son grande, tenemos en Manso Grande, tenemos por acá el Retiro, uuuh


cualesquiera, yo ahorita porque ya no puedo caminar casi, en antes si me andaba aguaitando, visitando a mi gente”, contesta doña Julia

Conversar con Doña Julia Seguiche, ayudó a profundizar en lo cotidiano, los muertos son quienes se acoplan al modo de vida de los vivos. Así pues, doña Julia dice visitar el cementerio de Jipijapa porque allá está enterrado su padre, y éste por las noches se traslada a Sancán, a casa de su hija. Podemos decir que existe reciprocidad entre vivos con muertos. “Mañana vamos, sí, al cementerio de aquí y al cementerio de Jipijapa, porque en Jipijapa tengo a mi papá, aquí tengo el esposo, tengo 3 niños aquí, y los sobrinitos, los nietos, tenemos aquí si. Mi papá también viene acá, (sonríe) viene acá. (…) Si él va donde usted está, va a buscar, y que dicen que es mentira, no, sí, dicen que si llegan (…) Así dicen que si se siente que llegan, por eso hay que tenerles una taza de café, tenerles un vaso de agua sí, porque si, sino dicen se ahogan (ríe), así dicen los más antiguos. Ya uno ya ha cogido esa costumbre mismo de decir lo mismo, así dicen que se pone”- dice Julia mientras camina hacia la mesa y dice: “Aquí te dejo el agua Segundito para que no te ahogues” Como había mencionado anteriormente, otro de los elementos claves en la vida del ser humano es el agua, en Sancán no es la excepción, y cobra fuerza al ser una zona en la que 9 de los 12 meses del año no llueve.

Los pobladores esperan los primeros meses del año para que la tierra cobre vida, se hidrate y sea posible cultivar, con las cosechas el ciclo de espera por el agua se repite. A decir de la gente el agua es el principio de la vida, por lo tanto se lo comparte con los parientes muertos, en el caso de Martha Seguiche, los bocados de agua que comparte con su madre significan la fuerza que ella representa en su vida.

Cuando le pregunté a Doña Julia sobre la importancia de tener café o agua sobre la mesa, ella contestó.

“si no hay agua no hay nada, no hay nada, porque mire yo si le digo a mi familia, a mi gente: NO SE MEZQUINA LA CANDELA, NO SE MEZQUINA EL AGUA, NO SE MEZQUINA LA SAL, PORQUE ¿QUÉ HACE?, SI USTED TENGA SAL, TENGA QUE COMER, SI NO TIENE CANDELA ¿CÓMO COCINA?, Y SI USTED NO TIENE AGUA, ¿CON QUÉ PREPARA?, LES DIGO: ESAS 3 COSAS NO SE MEZQUINAN, LES DIGO YO. ¿SERÁ ASÍ, O NO SERA ASÍ? SI PUES, YO SI LES DIGO, NI AL MÁS ENEMIGO, EL MAS ENEMIGO VIENE Y DICE: REGÁLEME UN POQUITO DE AGUA O REGÁLEME UNA CANDELA O UN


POQUITO DE SAL. ¡LLÉVELO! YO NO TENGO VENGANZA, POR ESO MIS HIJOS, CUALQUIERA VIENE, PORQUE YO AUNQUE SEA UN POQUITO PAL UNO, PAL OTRO, PERO SE VAN CONTENTOS, ¿ES ASÍ O NO ES ASÍ?” Se comparte tanto con los vivos como con los muertos, ninguno de ellos está en una esfera superior o inferior. ¿Usted con su familia prepara para compartir con el resto de personas? “Para repartir, sÍ, todos de por allá, de por acá ya vienen con una cosita, vienen con otra. Hago yo, así también van allá” – contesta doña Julia ¿La gente del pueblo sabe que ustedes todos los años hacen esta mesa y vienen? “Sí, vienen, o piden, que mande las sobras que han dejado los finaditos dicen, que manden las sobras que dejan los finaditos, ya uno ya se manda cualquier cosita”- contesta doña Julia ¿Y quiénes dejan más sobras, los vivos o los muertos? “Los muertos, pero como todos no ponemos así, se pone en una parte, se pone en otra, así es niña”- dice Julia mientras ríe

En la habitación de Doña Julia, hay un total de 4 camas. Ella duerme con su hija Aidé, en la otra cama duerme su hija Santa, una tercera cama la utiliza uno de sus hijos que suele venir de Manta. A Doña Julia no le gusta dormir sola, Aidé dice que llora. Doña Julia muestra que en esa habitación guarda algunos de los bocadillos preparados para los Difuntos. Asentados sobre un baúl de cuero están recipientes con galletas, maní dulce, ajonjolí dulce, en la bandeja blanca lo que se ve envuelto en hojas verdes se llaman Tambor, y están hechos a base de yuca. Hay un recipiente con suspiros. Al fondo se puede apreciar un altar con imágenes de Vírgenes y Santos. Las mantas que están extendidas sobre la cama, son las que se utilizan para cubrir todos los recipientes y evitar la caída del polvo como la invasión de las moscas.

En la siguiente imagen asoman Cecilia, su mamá Ramona, su hija Diana y su tía Aydé. Sobre el altar imágenes del Divino Niño, dos apóstoles, un Cristo crucificado, una estatua de María, y de un muñeco de porcelana graduado, otros Cristo tallado en madera y también en la cruz.


Salimos de la habitación, y en la sala de la casa de Doña Julia, su hija Aydé está de pie junto a la mesa con los platos servidos y pide fósforos. Su hermana Ramona le asiste para encender dos velas que colocará sobre platillos junto a los platos. Panes, boyos, galletas, roscas, suspiros, todo el tiempo se debe ahuyentar las moscas. Salimos de casa de Doña Julia para visitar a Martha Seguiche, de 54 años, quien también prepara y arregla una mesa en su sala para sus parientes.

De pie junto a su mesa nos dice:

“Yo vivo aquí en esta comuna de Sancán, estamos todos los años celebrando el día de los fieles difuntos, entonces yo todos los años he venido haciéndoles cualquier cosa para los muertos, hago cada cosa, un poquito de alguna cosa, hasta donde yo sé hacer, eso mi mamá hacía cuando ella estaba viva, hacía estas cosas, entonces los demuestro”. Doña Marta retira el mantel que cubre los platos y empieza a reubicarlos y dice: “He preparado estas cosas, todavía me falta hacer algunas, pero el tiempo no me ha dado el tiempo para hacer todo” Hay un vaso sobre la mesa, ¿qué significado tiene? “Ósea así es la tradición de aquí de nosotros, ponemos un vaso de agua así para ponerlo así en la mesa, sirve para tomar, todos los años cuando yo pongo hay un vaso, por lo menos ahí estaba hondo, porque yo me tomo un puño de esa agua”

¿Es una manera de usted de compartir con los muertos durante el día? “Si, exactamente, porque yo siento que si yo tomo, parece que ahí veo el aliento de mi madre que me da (llora) por mi madre yo hago todas estas cosas, porque a ella le gustaba hacer cualquier cosa, entonces yo así es lo que he venido haciendo esto” – contesta Martha Seguiche Las personas que preparan esta mesa lo hacen con devoción y compromiso, Doña Martha dice hacerla por ya varios años y seguirá haciéndolo:


“Ósea no, yo he venido ya haciendo algunos años, le he venido haciendo, pero yo hasta mientras viva le he venido haciendo así, le voy a hacer estas pequeñas cositas que estoy preparando”comenta Doña Martha nos muestra cada plato y al mismo tiempo nos cuenta como se preparan algunos de ellos: “esto mire: es un dulce de camote, a esto se le llama la conserva de camote, esto se pone, se prepara, se pone a hervir el camote, luego que está hervido ya está blando, se muele y se pone a cocinar. Se le pone canela, clavito dulce, raspadura, se le raspa aquí para que esté haciendo la conserva. Uy, esto se demora, mire esto lo puse ayer a las 2 de la tarde, a las 7 de la noche estuve sacando, más deja, más cocinado mucho mejor es, dura, no se daña tampoco. Esto es un pan negro que le llamamos nosotros, es igual este solo que se me estaba quemando un poquito, es de harina, huevo, canela, bicarbonato, mantequilla, el color negro es de la raspadura, cuando no tiene raspadura le pone a quemar el azúcar, este es de azúcar quemada, ahí se pone esto a disolver y se pone esto a hornear. Esto es natilla, la famosa natilla que le llamamos, esto también se ralla el maíz, se muele, se cierne se pone leche, canela, el azúcar eso es la natilla. Esto es dulce de plátano, como muchos les llaman boyos de plátano sino que esto se hace también liado con hoja de plátano, yo como no tenía esas hojas los pongo a hornear así” La preparación de los diferentes platos toman tiempo, a diferencia de la familia de Doña Julia, Martha los prepara sola y no en grupo como Aydé, Santa, Ramona y Julia. Así que los días de trabajo para Martha son mayores, cuando la entrevisté, me dijo que llevaba ya una semana preparando, cada día aumentando algo a la mesa, pero ello marca un ritmo lento y pausado en la cotidianidad de estas personas que es posible percibirlo en la realización de este documental antropológico, nada tiene porque acelerarse, a la medida de cada persona, de cada familia, disposición de tiempo, como disposición de recursos marcarán el ritmo de la festividad, además los parientes vivos en su mayoría llegarán el último día, el 2 de noviembre quienes puedan y el 3 cuando la mesa se levanta, los demás, así que tampoco es necesario acumular todo en los primeros días, excepto las cosas cuya preparación tomen más tiempo. De ahí que el día 2 es un día muy agitado en la cocina, lo veremos en casa de Doña Julia, donde las mujeres se reunieron para hacer al mismo tiempo los boyos, natilla y los greñosos.

¿Para poner esta mesa Doña Martha, cuántos días lleva usted preparando?


“Yo, para serle sincera, día entero no, por momentos por lo menos, esto (señala las bolas de maní dulce) lo hice hace un rato, pero la maza si ya la tenía ya molida, eso ya lo venía haciendo desde el lunes, por lo menos cosas que no se dañan ya lo voy preparando (…) Mi mamá preparaba para mi papá, para mi abuelito, para, así para la familia de ella, la mamá, ella así venía preparando todas estas cosas. Uy pero ella hacía, nosotros, yo me acuerdo que en esa época estábamos pequeños todavía y así nos quedábamos hasta las 12, 1 de la noche haciendo estas cosas, a ella le gustaban hacer esos boyos de yuca, algunas cosas, pero yo, siento que el tiempo a mi no me da, porque soy sola, por eso estas cositas que he hecho.(…) Sí, ósea anoche ya dejé puesto, pero como dicen que la primera noche vienen los Angelitos, por lo menos anoche son los Angelitos, los llaman así. Entonces yo ya les puse cualquier cosita. (…)Esta noche vienen grandes pues ya, los Fieles Difuntos grandes, viene mi mamá, vienen mis abuelos, la hermana, las cuñadas, uy tengo cuñados, todo eso”- contesta Doña Martha

¿Vienen sólo familiares o vienen todos los difuntos del Pueblo?

“Bueno, han de venir todos, ahí no sabemos pues (ríe) han de venir digo yo, los finados las amistades que uno ha tenido, han de venir por lo menos a las casas donde les ponen comida, ellos me imagino que han de venir no. (…) Ósea se comparte, ya le mando por ahí a mi papá, a mis hijos que tengo, a mis nietos. (…) si, de ahí ya lo que queda yo ya lo reparto y de ahí ya se levanta la mesa. La mayoría de cosas las preparo yo, otras se compran hechas”

¿De cuántos años vendrá esta Tradición?

“Uy ya de cuántos años, ya buen tiempo, mi mamá ya va a tener 20 años de fallecida. (..) ahora son pocas las casas que preparan, no sé, porque antes mi papá ellos todos los años así mismo hacían, y desde que ya se acabó mi mamá ya no hacen, de ahí una hermana que vive sola. Mi papá ya está bastante avanzado de edad y ya no tiene, ya él no tiene entusiasmo de por lo menos hacer todas estas cosas, o de comprar que le hagan algo” – contesta doña Martha

¿Sabe si antes cantaban en esta época?

“Yo oiga no, no recuerdo, bueno por lo menos antes las familias ese tiempo eran más pequeñas y como se llevaban con mi mamá bastantes, así de noche, se hacían así, pedían y se les daba cualquier cosa”


¿Y la historia que la comida al día siguiente pesa menos, y que los muertos se llevaban el aroma, le contó esa historia su mamá?

“sí, eso contaba, eso ella me contaba, que por lo menos ellos se paraban en la mesa y se llevaban el aroma”

1 de Noviembre: Usando el maíz para los vivos y muertos:

Estamos con la hija de Doña María Julia, Aydé Mero Seguiche. Ella es de su familia la mujer que más sabe sobre cómo preparar cada plato. Este día Aydé preparará la “famosa” natilla. Para envasar cuando esté listo, Aydé le pidió a su sobrina Cecilia el día anterior que le trajera tarrinas de Jipijapa. Son las 10 de la mañana aproximadamente y Aydé baja con su cuchillo para desgajar las hojas de maíz y amontonar los granos en un saco. Esta labor le toma cerca de una hora, selecciona las mazorcas, no todas sirven para preparar la natilla, algunas le dará a Doña Julia para que las cuelgue en su jardín bajo la sombra para semilla del próximo año. Su madre viene a acompañarla. Pero se retira al Jardín. Ya en la cocina, Aydé toma dos ollas grandes, donde coloca las mazorcas de maíz, las acomoda y dice:

“Así es que se hace este maíz, se pela, se cocina, se ralla. Yo rallaba todo este maíz solo que me dañé el brazo, mas antes yo rallaba todo este maíz. Se ralla cuando ya está cocinado, acá abajito se manda a rallar, ya hablé en la mañana. Con este maíz se prepara las tortillas, se hace colada, se hace la natilla, se tuesta, se hace pan seco. El pan seco usted tuesta el maíz, lo muele, lo pone punto de dulce de ahí viene y lo emparcha en la pared del horno, pero la pared del horno debe estar limpio, lo va emparchando. Lo amaza, lo


amaza, va pegando en la pared del horno, y al rato ya sale el pan seco de maíz. Eso es tostadito, es como un cocoloncito”

Regresa a su labor de separar las mazorcas dentro de las ollas. Ahora prepara la cocina, este es uno de los momentos para apreciar este singular horno de leña que usan en Sancán. Aydé pide leña para cocinar el maíz.

Empieza a llenar el hoyo de leños delgados, pide a la hija de Cecilia, Diana, a quien llaman “negrita” que le pase una hoja de maíz para avivar la candela. Aydé pide que le pasen los fósforos, cómo lo había dicho antes Aydé es la directora en el trabajo culinario. Y nos explica que la cocina ahí queda, y ella va a ver una olla, coloca sobre el fuego las ollas llenas de las mazorcas de maíz y empieza a llenarlas de agua.

Ramona sopla de cuando en cuando para asegurar el fuego, hay movimiento entre todas las mujeres Mero Seguiche, Doña Julia mira, esperando la oportunidad de participar. Da pequeñas instrucciones, como poner una tapa.

Ramona dice que hay que poner una tapa y encima una piedra, así no subirá pa arriba.

Mientras se cocinan las mazorcas de maíz, Aydé lava ollas, tapas y otros utensilios. Cuida del fuego.

Como nos cuentan que el maíz tardará en cocinarse, nos vamos a Jipijapa a mirar el cementerio, se hacen tomas en la carretera, ahí donde los puestos de venta de tortilla operan. Pasamos por el cementerio de Sancán, se ven personas aún en la tarea de arreglo. Jipijapa queda a 10 minutos en carro particular, y en el bus de cooperativa toma media hora. Llegamos a Jipijapa y decidimos hacer una toma de todo el pueblo desde una loma, todas esas edificaciones blancas, son el cementerio.


De hecho, el tamaño de este es casi parecido al del pueblo.

Recorremos las tumbas, se aprecian familias que han venido a pasar el día completo con sus familiares, les prenden velas, colocan flores, una mujer ha extendido mantas sobre el piso para recostarse.

Algunos mausoleos familiares tienen cercos de pindos y banquetas para sentarse bajo la sombra. Este día en Jipijapa la gente arregla las tumbas, pintan, baldean. Conversan cosas de todos o cualquier día.

En Jipijapa preguntamos a algunas personas sobre la celebración de los Fieles Difuntos, nos dijeron que la gente visitará las tumbas, pero poner mesa a los fallecidos es costumbre extinta.

De regreso a casa de Doña Julia, nos quedamos en el Cementerio de Sancán, hoy más visitado que el día anterior, se aprecia más gente visitando a sus parientes.

Para mantener el fuego de las velas vivo, la gente opta por colocar una manta o papel alrededor de la vela para que el viento la apague. FALTA : no

Cuando llegamos a Sancán, los parlantes a todo volumen anunciaban el baile para esa noche, un baile popular al que asistieron más jóvenes que adultos.

En casa de Doña Julia, se arma la mesa en el centro de la sala, Doña Julia coloca el vaso con agua para que no se ahogue Gonzalito, su difunto esposo. Cecilia convoca a toda la familia a poner los demás platos para la llegada del abuelo. Ponen turrones, Aydé le pone agua para que no se vaya molesto, Santa le ofrece Tortas, porque dice que su padre era tortero. Aydé le pone pan, dice que su padre traía de Jipijapa pan para la casa. Le ofrecen café, dulces, todos se mueven.


Colocan la foto de Don Gonzalo en medio de la mesa rodeado de alimentos. Encienden velas. Don Gonzalo era devoto de San Roque.

Cecilia cuenta que en la casa queda una persona, el resto van al cementerio a velar hasta las 10 u 11 de la noche. Al regreso cubren los platos con un mantel. Luis Gonzalo Mero Pincay murió hace 5 años, a los 86 años de edad, le ofrecen su puro, porque a el le gustaba tomar. Dentro de la bóveda dicen que le pusieron 2 botellas de cristal, y que bañaron el ataúd con puro, y después cayeron golpes de agua duros y toda la gente se mojó.

Para Doña Julia su papá, su mamá, sus hermanos, todos ellos estarán ahí, aunque no los vea, esa mesa está servida para ellos.

Alrededor de la mesa sus hijas recuerdan a su padre, todos comen, tocan la foto de su abuelo, se santiguan y se van Aydé se queda con Doña Julia en casa. Julia ya no puede ir al cementerio por el frío y el dolor de los huesos que padece.

Son cerca de las 9 de la noche y en el cementerio de Sancán la gente del pueblo se ha reunido. Cientos de luces de velas alrededor de las tumbas posibilitan la visión. Familias enteras se sientan alrededor de las tumbas de sus parientes, visitan las de sus amigos, pasean por el cementerio. Hay expresiones de dolor, pero también de regocijo. Por momentos tuve la impresión que el cementerio era un barrio más de Sancán, donde todos se juntaban, conversan, comen, se encuentran entre vivos, visitan a sus muertos. Ellos irán después a llevarse el aroma en las mesas servidas.


Cecilia en el cementerio cuenta que el cementerio es el lugar santo, el camposanto donde se reúnen vivos y muertos. Dice que en sí está velando, que recorren las tumbas de otros parientes pero ellos regresan a la de su abuelo. Esta noche su primo Arturo Mero, nieto mayor de Doña Julia Seguiche tiene 49 años, dice que viene todos los años, el no prepara la mesa, es su madre quien lo hace. Recuerda de su abuelo en sus conversaciones. Cecilia bromea que si su primo muere nadie lo vendrá a visitar porque con el no tienen compromiso. Además recuerda que su abuelo era contador de cachos, pero ellos no tienen en la memoria uno de sus cachos.

Noviembre 2 de 2008:

Llegaron más parientes de la Familia Mero Seguiche, la sobrina de Santa muele el maíz, y Santa lo va cerniendo. Santa dice que adentro están haciendo la natilla, pero ella está encargada del greñoso.

Este es un plato hecho a base de maíz. Y relleno con pollo. Es un plato de sal. La natilla de la que se encargan sus demás parientes es dulce.

Santa contaba que ella no fue al baile porque tenía que trabajar temprano, y que si pone en balance responsabilidad y diversión, para ella está primero el trabajo.

Aún suena la música en los altoparlantes, la música sonó sin detenerse hasta las 8 de la mañana de este 2 de Noviembre, pero la gente se había marchado en su totalidad a las 2 de la madrugada, pero al Dj le dio por dejar la música encendida.

Salimos a hacer un par de tomas del pueblo, de las casas. Se aprecia la fábrica de bloques, que son de familias, la producción no es muy grande, y los niños trabajan en ellas cortando uno a uno con un machete los bloques.


Se hacen tomas de todas las casas del pueblo y estamos frente a la casa Mero Seguiche, en el balcón, Santa continúa en moliendo la maza de maíz.

En la cocina, doña Julia no deja de menear con una cuchareta de madera plana la natilla. En esa olla han puesto leche, el maíz que el día anterior Aydé cocinó y mandó a rallar hierve en la leche y se va espesando, han puesto ramas de canela y azúcar. Se debe menear constantemente para que no se pegue el contenido en la olla, y es Doña Julia quien aprovecha la oportunidad de ayudar a sus hijas asumiendo esta tarea.

Aydé por su parte coloca maní para condimentar el greñoso, este fue molido y está mezclado con salsa espesa de pollo y lo ponen a cocinar en agua, es para el relleno del greñoso.

Cecilia quiere llevar comida para los perros, pero Aydé le sugiere que no, porque los perros pueden atacar a los pollos y a su “puerquito”, Aydé cría con biberón un cerdo de ya un mes de edad, que dice apareció en su casa el día que lo parieron y ella asumió la maternidad del mismo, lo cuida con leche de vaca, el cerdo toma entre 4 a 6 biberones por día.

En esta cocina nadie deja de chuparse los dedos, la natilla está lista. Santa coloca las tarrinas una tras otra. Cecilia coloca con rapidez el contenido en cada tarrina, hay que ser rápidas, porque se cuaja y ello dificultaría que este se enfríe amoldado, después de llenar las tarrinas vierten el contenido en bandejas grandes, Cecilia recibe el vapor de la natilla en sus manos y no evita quejarse.

Aydé cuenta que ella desde pequeña aprendió a preparar los platos de su madre. Ahora nos comparte la receta del greñoso, dice:

Se le pone el pollo, se le pone a herver, se le pone el ajo es lo principal, y también esos polvos que le venden en los pueblos.


Cuando el pollo está listo se le hilacha. Dice que prepara como para 30 personas y que dura un día porque son muchos, comen todos los que familiares que vienen, pueden ser de Manta o del mismo Sancán, van sus hijos, su nuera, nietos. Dice que van comiendo parte por parte, si hay varios en casa comen reunidos, todos sabes que hasta el lunes pueden llegar a comer, hasta el medio día que ya se levanta la mesa.

Dice que envía a sus parientes, el martes le enviará a una nieta que vive en Libertad, y que sus parientes también les manda a todos.

La preparación de estos platos es por la devoción, que uno tiene que hacer, que los abuelos hacían eso.

La familia Mero Seguiche nos convidaron a todo el equipo parte de los platos, hicieron una bolsa con galletas, suspiros, tambores, boyos, natilla y dulces de maní para que lo llevásemos. La última toma en el pueblo se la hizo en la carretera, pasando por el cementerio de Sancán, enfocando los puestos de tortillas de maíz.

Maíz para la vida, maíz para los vivos, maíz para los muertos.

Conclusiones:

Vivos y muertos interactúan y se relacionan, las almas visitan las casas de sus familiares esperando de ellas la común atención que se daría a cualquier visita, un vaso con agua, comida. Los muertos se llevan el aroma. Esta relación de espera y visita, es el centro de esta celebración de los Difuntos en Sancán, la repetición y la enseñanza de mayores a niños intensifica su significado y mantienen latente la creencia. Aunque la gente joven de Sancán no sepa cómo preparar los platos tradicionales, algunos compran cosas ya elaboradas, propias del pueblo, pero la importancia radica en la intimidad de cada hogar de compartir con los parientes fallecidos, es un modo familiar e íntimo de recordar. El agua y el maíz son elementos vitales para esta Comunidad, de ahí que en la mesa dichos elementos no queden excluidos.


Trabajo de Audio:

Cuando conversaba con Cecilia Mero Seguiche, le pregunté sobre música propia de la gente en Sancán, y me comentó que la gente ahí siempre escuchaba radio, que algo propio no hay.

Decidimos levantar el audio al mismo ritmo de la grabación, y de la narrativa que se estableció, pausada, lenta, para marcar lo cotidiano de esta celebración, donde pese al trabajo en la cocina no se altera el ritmo de vida de la gente, todos siguen con sus negocios, empleos, oficios, su viajes, encargos.

De hecho la celebración con los Fieles Difuntos muestra el interés de la gente de compartir parte de su vida en la tierra y lo que ella les da.

De ahí que sonidos ambientales jugaron un papel primordial.

Uno de ellos es el de la carretera. Al principio de este informe dije que en Sancán no había un letrero que lo anuncie como tal, y que el color árido del suelo se confundía con el color de los pindos y cañas de los que sus casas están construidas, y si a ello se suma la vegetación seca, se puede pasar por la carretera sin percibir que exista un poblado.


De modo que la carretera y la bulla de los buses, carros, trailers que por ella transitan contrastan con el silencio de este pueblo. En el mismo cementerio ubicado al borde de la vía, se podía sentir la irrupción en el ambiente de visita a los difuntos. Si las tortillas de maíz amarillo colocadas en hileras por decenas, puesto tras puesto, de la existencia de Sancán pocos viajeros se percatarían. Por consecuencia era necesario levantar un registro de audio ambiental. Juan Pablo Viteri presenta en este trabajo la clasificación de cada momento de trabajo en carpetas donde constan:

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ambiente en la carretera

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ambiente en la cocina

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ambiente en el cementerio

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ambiente en la noche

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sonidos de brisa

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entrevistas

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sonidos del maíz siendo cernido

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preparación del horno

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selección del maíz

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patio con gallinas

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conversaciones de la gente en los cementerios.


Trabajo Fotográfico:

El trabajo fotográfico estuvo a cargo de Manuel Kingman, quien se mantuvo con el resto del equipo durante las grabaciones y entrevistas. Los momentos en que nos separamos dependían en gran medida de la luz natural que el precisaba para captar ciertos ambientes. Su trabajo al igual que el de los demás se basó en establecer amistad y confianza con las personas retratadas. Manuel Kingman hace la entrega de las Fotos bajo distintos formatos. Modo de Trabajo en equipo: Una vez tomados los primeros apuntes sobre Sancán el día 30 de octubre, se conversó con todo el equipo a fin de marcar los parámetros de filmación, los momentos claves de la celebración, así como entrevistas con varias personas del pueblo. Si la celebración de los Fieles Difuntos en Sancán gira en torno a la elaboración culinaria de varios platos, era preciso ubicar los ingredientes elementales de los que están elaborados, para entender sus sistemas de cultivo, o a su vez de intercambio y comercialización con otros lugares.

Los ciclos de lluvia y sequía, en pleno verano la colocación de un vaso con agua en la mesa se tornaron simbólicos, cuando el pueblo carece precisamente de agua.

Costumbre perdida Martha Seguiche y María Julia Seguiche contaron una práctica que en la actualidad ya no existe, no se reproduce.


La noche de la 1era mesa, es decir el 31 de Octubre, algunos parientes se cubrían con sábanas blancas para simular las almas de los parientes fallecidos que vienen a pedir de comer en cada casa. Entonces salían a caminar por el pueblo, subían las primeras escaleras y pedían a los vivos reunidos en cada casa que les convidasen algo de comer.

Trabajo de retribución a la comunidad:

el recibimiento y la predisposición de la gente de Sancán fue la base para la realización de este documental, sin su voluntad no hubiese sido posible. ¿De qué manera podemos retribuir a esta comunidad? Planteamos la realización de talleres en uso de herramientas audio visuales, a fin de insertar a parte de sus pobladores, quizás niños y jóvenes en el uso de cámaras de video, fotográficas y de herramientas para grabación de audio, a fin de que puedan experimentar con ellas y tener nociones elementales para auto observarse y retratarse. Esta actividad se podría gestionar con Santa Mero Seguiche, quien trabaja como profesora de Educación Física en la Escuela de Jipijapa, Santa podría ser el enlace entre autoridades locales y educativas a fin de desarrollar estos talleres. - Entrega del material de video y fotográfico a la gente del pueblo y del informe impreso.



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