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Los Músicos de tu Pelo Daniela Muñoz Muga

Ilustraciones: Carolina Angulo

1. Viento

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Era un extraño y ventoso día de invierno y Guillermo despertó un poco antes de lo normal. Desayunó con su familia y se fue caminando al trabajo como de costumbre.

Vivía en una pequeña casita con chimenea de piedras y fachada de madera oscura, con Alicia y sus dos hijos, Ludovico y Jazmín.

Guillermo trabajaba de lunes a viernes a horario completo, porque era un sujeto muy esforzado. Todos los días debía girar la llave azul y bajar la manilla roja repetidas veces, para mantener funcionando la máquina de la “sala W” de la “Fábrica de Televisores”.

Ya no recordaba hace cuántos años trabajaba allí ni el nombre de los demás trabajadores de las distintas salas de la Fábrica; pocas veces conversaban y cuando lo hacían se llamaban por el nombre de sus respectivas salas: trabajador A, trabajador B, trabajador C… en fin, eran muchas salas. El viento no cesaba.

Sonaron unas campanas eléctricas y los trabajadores de la “Fábrica de Televisores” dejaron sus máquinas para llegar simultáneamente al casino a almorzar. Se sentaron a la larga y única mesa del casino, en sus sillas plásticas y se sirvieron la comida en platos plásticos y servicio del mismo material.

Guillermo tenía compañeros de trabajo, familia, una casa… pero él sentía un vacío inexplicable; parecía faltarle algo.

El viento rugía afuera, mas nadie parecía darse cuenta.

Cuando llegó la hora de salir, soplaba tan fuerte el viento que Guillermo apenas podía caminar de regreso a su hogar. De repente, llegó una fuerte ráfaga que lo hizo tambalear.

El viento volvió a rugir, esta vez más fuerte. Con gran esfuerzo, Guillermo se afirmó de un árbol y quedó acostado en el aire, con el vendaval pasando a su lado, despeinándole el cabello y haciendo flamear su ropa como una bandera.

—¡Oh Dios, que alguien por favor me ayude! —suplicó intentando afirmarse con todas sus fuerzas. Después de unos momentos eternos, en que Guillermo sintió que no podía aguantar más, el viento se detuvo, como si nada hubiera pasado y él continuó caminando extrañado a su casa.

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