2 ¿Que si se puede saber por qué no tengo cabeza? Pues sí, se puede. Yo era un comedor de chicles compulsivo, más de 58 chicles al día masticaba. Una tarde me metí 18 seguidos. Al ir a sacar la bola de la boca se me enredó en el pelo y al estirar fuerte para arrancarla se me salió la cabeza.
3 Como sin cabeza no veía, no la encontré. Seguramente se cayó a la calle que está llena de contenedores y yo, que nunca encesto cuando juego a baloncesto, ese día encesté. Y así vivo tan feliz sin cabeza. Me gusta el cambio, oigo perfectamente y hablo como los ventrílocuos, con la barriga. Respecto a la vista no puedo hablar, es secreto, pero yo veo.
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5 Y tú, ¿se puede saber por qué tienes cabeza de cebolla? Soy un desastre, me lo dicen en casa desde pequeña, se me cae todo, incluso el pelo. Pero el día más crucial de mi vida, si quieres que te diga la verdad, fue el que se me cayó la cabeza en todo el caldo y, claro, como no veía, metí la mano en la olla, saqué una cebolla y me la coloqué en su lugar. Y, oye, me hizo cierta ilusión cambiar de cara, de olor, de todo. Ya me tenía muy vista…
6 Esto es lo que contestamos cuando nos hacen una entrevista pero ahora, queridos, os vamos a contar la verdad… Somos Los Cebollones, nos queremos y nuestro amor nació en un depósito de cadáveres. Terminamos allí después de una visita guiada con los compañeros de la universidad de arquitectura a las cloacas de nuestra ciudad. Nos perdimos, salimos por una alcantarilla equivocada y nos pasó por encima un camión de la basura, con tan mala pata que perdimos la cabeza.
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8 Nos llevaron al depósito, nos tumbaron allí y no se dieron cuenta de que no estábamos muertos sino que simplemente no teníamos cabeza. Esa fue la parte mala, pero hubo otra muy buena. El depósito estaba construido sobre un antiguo cementerio de brujas, víctimas de la Inquisición. Se dio la circunstancia de que era 31 de octubre, día de su celebración, y tenían permitido volver a la superficie y practicar algún encanto. Al encontrarse con nosotros dos tumbados, supieron enseguida que estábamos vivos e inmediatamente nos dijeron:
9 –Estáis de suerte, amigos, os concedemos un deseo…
10 Cebollona, como buena mujer, fue la primera que habló: –Me gustaría entender este cebollón que llevo, –dijo. –Perfecto, concedido –contestó la bruja– cebollón a la cabeza, ipso facto. Y por arte de magia, inmediatamente se le colocó una cebolla por cabeza. Se miró al espejo y dijo: –No estoy nada mal con cabeza de cebolla, veo y siento a capas… Y yo, que la oí, dije:
11 –Si es así, yo prefiero no tener cabeza, pero eso sí, quiero tener vista para ver por dónde ando…
12 Y así fue como me quedé sin cabeza pero las brujildas me concedieron tener unos ojos en los pies. Y en cuanto subí una pierna y vi a mi compañera tumbada a mi lado con esa belleza tan particular, le dije: –Me pondría a llorar, pero como no tengo cabeza no puedo. –Oh, qué romántico, yo en cambio lloro solo de verte –me contestó ella.
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