Alcanzar la purificación espiritual
Polvo somos
y hacia él volvemos Es tan amplia la creatividad de los nicaragüenses que cuando se combinan las tradiciones religiosas con las culturales, se producen celebraciones originales o autóctonas. Una de estas celebraciones es el inicio de la Cuaresma con el Miércoles de Ceniza, cuando todos los templos católicos se llenan de fieles para recibir la marca de la cruz en sus frentes con cenizas obtenidas de la quema de palmas.
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Todo creyente, al recibir la ceniza, se compromete humilde y sencillamente al proceso de la conversión”, explica el padre José Luis Montoya, párroco de la iglesia San José Obrero de la Colonia Primero de Mayo. Para él, este proceso abarca tres tendencias: reconvenir con Dios, con uno mismoy con el prójimo; proceso mediante el cual “nuestras vidas se van transformando con el objetivo de ser mejores cristianos, mejores ciudadanos y personas virtuosas”. Con la imposición de la ceniza inicia la Cuaresma, que simboliza los 40 días que pasó Jesús en el desierto, previo a la celebración del triduo pascual durante la Semana Mayor o Semana Santa que consiste en la vida y pasión de Cristo, su muerte y su resurrección.
De acuerdo al religioso, durante el tiempo de la Cuaresma se entra en lo que denomina la “gran batalla santa” interior. Con las herramientas que proporciona Jesús, se libra “la lucha contra sí mismo del odio, la pereza, la lujuria”, explica, agregando que los creyentes se van a librar del pecado “donde la mano de Jesús busca cómo redimirnos a través de este proceso, que significa un cambio total e integral”. Para el padre Montoya, ser mejor ciudadano no es sólo que la persona genere buenos frutos, sino que también alcance un equilibrio espiritual. Tras analizar el significado del Miércoles de Ceniza, ha llegado a la conclusión que la persona sin Dios es como ceniza porque “no tiene el instrumental necesario para combatir con las armas espirituales en una batalla de purificación y limpieza”.
Juan José Membreño
Con el Miércoles de Ceniza inicia la Cuaresma
“Si no tenemos las herramientas adecuadas para alcanzar la purificación espiritual rompiendo las cadenas del odio, del rencor, del resentimiento, de la indiferencia, del egoísmo, de la venganza, sin Dios no lo podemos hacer y por lo tanto somos como ceniza”, considera el sacerdote como otro mensaje que proporciona del Miércoles de Ceniza. Según el religioso, hay dos elementos que son la base fundamental de la ceniza: convertirse y creer en el evangelio, y descubrir que “somos polvo y hacia él volvemos”. A su juicio, el ayuno, la penitencia y la limosna durante la Cuaresma “son realidades espirituales que muchas veces son más graves que los golpes físicos”. Aunque la Cuaresma es considerada una tradición por la comunidad mundial católica, el padre Montoya es de la opinión que esta celebración -más que tradición- se ha convertido en una necesidad espiritual ante las guerras, las confrontaciones, los conflictos, las difamaciones, que no han arrojado frutos positivos a través del tiempo. “Cuando el hombre haya vivido y pasado por este fuego donde se cristaliza la vida para otro proyecto, él podrá generar otro tipo de frutos”, asegura. Por eso, es del criterio que en el proyecto de la liturgia católica cristiana se deben proponer que todo creyente alcance un nivel de calidad y de excelencia en su comportamiento familiar, y en su desempeño laboral y comunitario. Por último, el párroco de la iglesia San José Obrero es un convencido de aprovechar este tiempo de Cuaresma para hacer un alto con el propósito de hacer una especie de diagnóstico espiritual de existencia. “Creo que es importante proponernos no sólo aspirar a las promesas del reino de Dios, sino también no eximirnos de nuestras propias responsabilidades temporales”, aconseja.
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Historia de la tradición
Poco se sabe sobre el origen de la Cuaresma, su nacimiento y su desarrollo. Las primeras alusiones a una preparación de la fiesta de Pascua se remontan al siglo IV, al principio en Oriente y finalmente en Occidente. Al finalizar este siglo, ya consiste en un período de 40 días, aunque la preparación para la celebración pascual ya existía (por menos tiempo) desde el siglo II.
La Cuaresma, en todo caso, fue instituida después del reconocimiento del cristianismo por el emperador Constantino (Edicto de Milán, 313). En esa época, los paganos recibían el Bautismo en masa. Pero el fervor de los primeros tiempos, donde las persecuciones exigían una fe muy fuerte, se fue atenuando poco a poco. Los cristianos eligieron entonces huir del mundo y refugiarse en el desierto, para poder llevar una vida de oración y de renuncia. Se los llamaba los “Padres del desierto”. En la misma época comenzó a aparecer el catecumenado de los adultos, que quieren recibir el Bautismo, y la práctica de la penitencia pública para los cristianos culpables de muerte, de adulterio o de apostasía. De esta manera, la Cuaresma fue tomando forma.
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La Cuaresma comienza con el Miércoles de Ceniza y es un tiempo de oración, penitencia y ayuno. Cuarenta días que la Iglesia marca para la conversión del corazón. Las palabras que se usan para la imposición de cenizas, son: “Concédenos, Señor, el perdón y haznos pasar del pecado a la gracia y de la muerte a la vida”. “Recuerda que polvo eres y en polvo te convertirás”. “Arrepiéntete y cree en el Evangelio”. Antiguamente los judíos acostumbraban cubrirse de ceniza cuando hacían algún sacrificio y los ninivitas también usaban la ceniza como signo de su deseo de conversión de su mala vida a una vida con Dios. En los primeros siglos de la Iglesia, las personas que querían recibir el Sacramento de la Reconciliación el Jueves Santo, se ponían ceniza en la cabeza y se presentaban ante la comunidad vestidos con un “hábito penitencial”. En el año 384 d.C., la Cuaresma adquirió un sentido penitencial para todos los cristianos y desde el siglo XI, la Iglesia de Roma acostumbra poner las cenizas al iniciar los 40 días de penitencia y conversión. Las cenizas que se utilizan se obtienen quemando las palmas usadas el Domingo de Ramos de año anterior.