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Tocando la carne doliente de Cristo

afecto, un te quiero, o escuchado las palabras como: “aquí estoy”, “cuenta conmigo”, “me importas”. Es ahora donde comprendo al Venerable Miguel Ángel Builes nuestro Padre Fundador, cuando cuenta la necesidad del pan material y espiritual que ve, en aquellas personas de su tiempo, pues yo digo ahora también las hay. Siguiendo la espiritualidad propia que nos identifica, quiero como Teresita ser manifestación, testigo y testimonio del amor de Dios para con todos. Aunque eso signifique, remar contra corriente. Si es el querer de Dios, lo quiero también. sí. Ha dado su vida hasta la locura de la muerte en cruz por ti y por mí, pero más loco aún, porque sigue vivo sufriendo a causa de nuestra indiferencia ante todo aquello que va matando el alma y, aun así, Él sigue amándonos. Yo quiero sufrir con Él y tú ¿qué esperas para seguirle?

Por último y más importante, agradezco a Dios por mi vida, vocación y misión; por mi familia el regalo que Él me concedió, también por mis Hermanas espirituales, por ti que lees esto, gracias por leerlo hasta el final. Que Cristo Resucitado sea glorificado en ti, por favor no le hagamos sufrir más. Déjate amar y amale.

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Rossmery Dayana Tomás Morales. Novicia de experiencia apostólica. Misionera Teresita.

Para aquellos que dicen que estoy loca por seguir a Jesucristo, les daré motivos suficientes para que tengan razón. Yo me enamoré del crucificado “el Loco” por amor,

Escrito: Hna. Jenny Angelita Chuira Nungaimia.

Con mucho cariño y gratitud al Señor, quiero compartir mi experiencia vocacional

y misionera como Juniora.

Mi nombre: Hna. Jenny Angelita Chuira Nungaimia, soy indígena Shuar, nací en Sevilla Don Bosco, ubicada en la Provincia de Morona Santiago, Ciudad de Macas-Ecuador. Nací de un hogar católico, una familia de 10 hijos, ocupo el noveno lugar. Con la gracia del Señor mis padres me apoyan, su ejemplo de vida, sacrificio y de entrega son mi mayor motivación para seguir a Jesús como discípula misionera.

Desde hace 4 años salí de mi país, para continuar con mi proceso de formación como novicia, y con la gracia del Señor seguirlo, respondiendo a su llamado de amor. Después de cuatro años de la primera etapa de formación, el Señor me llamo a dar un paso más en mi vida, a seguirlo con más radicalidad viviendo los votos de castidad, pobreza y obediencia.

Me encuentro en el segundo año de Juniorado, y estoy muy agradecida con Señor por sus obras maravillosas en mi vida consagrada, su amor, su confianza en mí, es más grande que mi propia debilidad. Por eso quiero clamar como el Salmista, “como pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho” (Salmo 116,12). Porque con su bondad, él me ha permitido llegar hasta aquí, me ha dado y me sigue dando oportunidades para crecer en mi vida humana, espiritual y consagrada, solo con su gracia y mi disponibilidad, sigo dando pequeños pasos y encontrando personas que de una u otra manera me ayudan a seguir a Jesús Crucificado con su oración, con su testimonio de entrega y fidelidad al Señor, esto cada día me fortalece en mi caminar vocacional y como consagrada. Me encuentro en la comunidad de la Serrana, una comunidad llena de vida, de riqueza espiritual, sacrificio, oración, generosidad y un largo camino recorrido en cada una de nuestras hermanas que, desde su enfermedad, su realidad, y sus impedimentos cada día con alegría y amor se despiertan para seguir alabando, glorificando al buen Dios, ofreciendo su todo, para que cada Misionera Teresita siga siendo fiel al llamado de Dios. El Servicio aquí, es muy exigente, requiere de mucha fortaleza interior, de abnegación, sacrificio, amor, de paciencia, de afrontar los miedos, de dejar aquello que me gusta por agradar al otro, en medio de esto Jesús me pide dar más de mí misma. Por tanto, descubro que esta experiencia es una riqueza,

porque cada día voy aprendiendo, a arriesgarme a lo que él señor me pide a cada instante, y sobre todo descubriendo su amor misericordioso para con mi vida. Además, he ido descubriendo y encontrando en el caminar de cada día, a ese Jesús que clama, que mendiga amor, paciencia, comprensión en los rostros de nuestras hermanas que sufren en medio de sus dolores, tengo como ejemplo a la Hna. Eugenia Gil, ella se ha convertido para mí, en una prioridad, que gracias a ella puedo dejar mi comodidad, buscar crecer, madurar, esforzarme en ser cada día diferente y sobre todo puedo contemplar una mirada llena de esperanza, de mucha gratitud, de alegría. Con ella juego, rio, sufro, lloro, porque su realidad es muy difícil, siento que cada día decae más y más, pero en medio de eso busco sacarle una sonrisa para que ella sienta cuan valiosa es para nosotras. Valoro todo lo de ella porque

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