Meditación Puesta de Sol 2017

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n 2015, 25 familias dejaron todo, rumbo a lo desconocido. Toda la vida fue resumida en dos valijas, un pasaporte y los pasajes. Aunque tengan todo el soporte y el apoyo económico oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en América del Sur, están a millares de kilómetros distantes de los padres, de los demás familiares, de los amigos, de aquellos que hablan el mismo idioma y, además, de quienes conocen a Jesús.

“Él quiere que en todo hogar, en toda iglesia, en todos los centros de la obra, se manifieste un espíritu de generosidad mandando ayuda a los campos extranjeros, donde los obreros están luchando contra grandes dificultades para dar la luz a los que moran en tinieblas. “Es al trabajar para suplir las necesidades de otros como ponemos nuestras almas en contacto con la Fuente de todo poder” (Elena de White, Obreros evangélicos, p. 481).


PUESTA DEL SOL

EN LA VENTANA 10/40

Asociación Casa Editora Sudamericana

Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires, Rep. Argentina.


Puesta del sol. En la ventana 10/40 Coordinado por: Vanderlei Dorneles Dirección: Liliana G. de Utz Traducción: Milton Bentancor Diseño del interior: Giannina Osorio Diseño de tapa: Renán Martin Ilustración de la tapa: © eldarnurkovic/Fotolia Libro de edición argentina IMPRESO EN LA ARGENTINA - Printed in Argentina Primera edición MMXVI – 43,530M Es propiedad. © 2016 Ministerio de Mayordomía Cristiana de la División Sudamericana de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Todos los derechos reservados. © 2016 ACES. Queda hecho el depósito que marca la ley 11.723. ISBN 978-987-701-580-5 Dorneles, Vanderlei Puesta del sol en la ventana 10/40 / Vanderlei Dorneles / Coordinación general de Vanderlei Dorneles / Dirigido por Liliana G. de Utz. – 1ª ed. – Florida : Asociación Casa Editora Sudamericana, 2016. 56 p. ; 20 x 14 cm. Traducción de: Milton Bentancor. ISBN 978-987-701-580-5 1. Devocionario. I. Dorneles, Vanderlei, coord. II. G. de Utz, Liliana, dir. III. Bentancor, Milton, trad. IV. Título. CDD 242

Se terminó de imprimir el 30 de noviembre de 2016 en talleres propios (Gral. José de San Martín 4555, B1604CDG Florida Oeste, Buenos Aires). Prohibida la reproducción total o parcial de esta publicación (texto, imágenes y diseño), su manipulación informática y transmisión ya sea electrónica, mecánica, por fotocopia u otros medios, sin permiso previo del editor. -109376-


MISIONEROS ANÓNIMOS

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n 2015, 25 familias dejaron todo rumbo a lo desconocido. Toda la vida fue resumida en dos valijas, un pasaporte y los pasajes. Aunque tengan todo el soporte y el apoyo económico oficial de la Iglesia Adventista del Séptimo Día en América del Sur, están a millares de kilómetros distantes de los padres, de los demás familiares, de los amigos, de aquellos que hablan el mismo idioma y, además, de quienes conocen a Jesús. Imagino que escuchaste hablar sobre estos misioneros, pero tengo una invitación especial: cada viernes queremos que tú te sientas más cerca de ellos, conociendo las curiosidades y los milagros vividos, cada día, en la región más desafiante del mundo para el cristianismo, la llamada ventana 10/40. ¡Te vas a entusiasmar con la misión! Es en esta parte del planeta donde viven 2/3 de la población mundial, pero apenas el 1% es cristiano. Una región con un gran porcentaje de habitantes (84%) víctimas de la pobreza; entre ellos, millones de niños, un 40% del total. Son miles de millones de personas, en su mayoría musulmanes, hindúes y budistas, que nunca ni siquiera escucharon hablar de Jesús. Para la seguridad de estos misioneros, no podemos decir sus nombres ni mencionar los países en los que ellos están. Todo esto es importante porque hay lugares en los que por ley está prohibido predicar el cristianismo y hay otros más peligrosos aún, donde ser identificado como cristiano significa prisión y hasta la muerte. Son barreras legales y otras creadas por la propia población, ocasionadas por el preconcepto y por el extremismo religioso. Vivir y predicar en estos países es andar sobre un campo minado diariamente, atento a todo y a todos. Imagina la contradicción: las personas necesitan conocer a Jesús a través de la vida de estos misioneros, pero ellos no pueden ser el reflejo de Jesús, ¡por lo menos no de manera abierta! Tu visión sobre el testimonio puede cambiar con estas lecturas. En el culto de la puesta del sol, al comenzar cada sábado con tu familia y tus amigos, recuerda a estos valientes mensajeros que están pasando por pruebas diariamente para hablar sobre Jesús y su pronto retorno. Cada día acuérdate de que el sustento de estos valerosos hombres y mujeres depende de tu fidelidad. Los Misioneros para el mundo están cumpliendo la misión en la ventana 10/40 porque tú eres fiel en tus diezmos y generoso con tus ofrendas aquí. Mateo 24:14 es el texto que le da base a este desafío, y creemos que con el poder de Dios, muy pronto, todo el mundo sabrá del evangelio. Entonces, podremos encontrarnos en el cielo. Ora por los Misioneros para el mundo y recuerda: tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Herbert Boger Jr.

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RENUEVA TU COMPROMISO PERSONAL Y FAMILIAR CON DIOS: + Comunión “Hay gran necesidad de oración secreta”. Orar por 5 personas: ................................................................................................................................. ........................................................................................................................................................................................ + Relación “También es necesario que varios cristianos se reúnan, elevando sus oraciones a Dios con fervor”. Jesús está presente en estos Grupos pequeños, y el amor por las personas se profundiza en el corazón. Orar por un Grupo pequeño o una Unidad de la Escuela Sabática: ........................... ........................................................................................................................................................................................ + Misión “El Espíritu Santo aplica sus poderosas energías para que los instrumentos humanos se pongan en actividad, con el objetivo de salvar a los que están perdidos” (Elena de White, Exaltadle, p. 417). Contribuir para llevar al bautismo en este año a: ................................................................... ........................................................................................................................................................................................ Primero, Dios Primero, Dios en mi día: ................... horas. Primero, Dios en mi familia, en mi tiempo y en mi salud: ................................................. (tiempo dedicado). Primero, Dios en el presupuesto familiar, en los diezmos ................. % y en los pactos ................... %. Primero, Dios en el cumplimiento de la misión a través de mis dones: ................... .......................................................................................................................................................................................

Hoy renové mi pacto.

“Probad y ved” (Sal. 34:8). “Crezcan en la gracia y en el entendimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo” (2 Ped. 3:18, The Message).

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6 de enero

LA ORACIÓN DE UNA MUSULMANA “Todo lo que pidan en oración, creyendo, lo recibirán” (Mat. 21:22).

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a noticia de que habíamos sido llamados para ser misioneros de ultramar nos alegró. Sin pensarlo, resumimos nuestras vidas a cuatro valijas y partimos para lo desconocido. En apenas tres días habíamos conseguido vivienda y escuela, y estábamos listos para enfrascarnos con dedicación (casi) exclusiva al aprendizaje de la lengua local. A pesar de que nos habían alertado previamente sobre la dificultad de aprender un nuevo idioma, en poco tiempo nos dimos cuenta de que no estábamos preparados para aquello. Eran cuatro horas diarias de curso, durante las cuales quedábamos inmersos en una lengua que ni de casualidad se parecía a nuestra lengua materna. Eso minaba nuestras fuerzas, porque teníamos la sensación de que sería imposible adquirir la fluidez necesaria, lo que nos hizo cuestionar algunas veces si seríamos útiles en aquel país. Cierto sábado, estábamos reunidos para el culto y recibimos la visita de Ayla, una musulmana que hablaba el idioma local. Era la segunda vez que ella participaba de la reunión y, naturalmente, nos alegramos con eso. Sin embargo, estábamos sintiéndonos impotentes, sin poder compartir el mensaje con ella. En el momento de los pedidos y agradecimientos, abrimos el corazón con otros amigos y nos desahogamos un poco hablando con los presentes sobre cómo el proceso de aprender la lengua local estaba siendo difícil y frustrante. Arrodillados, dimos la oportunidad para que quien deseara orar pudiera hacerlo. Para sorpresa de todos, Ayla, con los cabellos cubiertos por su velo, comenzó a hablar con Dios e hizo una oración que nunca olvidaremos. Ella dijo: “Mi Dios, tú los trajiste aquí y ahora ellos necesitan aprender nuestra lengua. Por favor, sé el ayudador de ellos, para que se puedan comunicar con nosotros”. A pesar de que normalmente teníamos dificultad para entender lo que las personas decían, esas palabras fueron las más claras que oímos en meses. La oración simple de Ayla trajo nuevas fuerzas a nuestro corazón y la certeza de que el Rey del universo estaría con nosotros. Seguimos firmes hasta la aprobación final del curso de idioma. Sin duda alguna, la oración de fe de aquella musulmana fue escuchada, pues fue Jesús quien afirmó que todo lo que pidamos en oración, con confianza, recibiremos.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Para interactuar ¿Cuáles son las nuevas metas que cada miembro de la familia tiene para 2017? Escriban, como máximo, tres cada uno. * Faltan cinco semanas para los 10 días de oración y el 19 de febrero será el lanzamiento del Seminario de Reavivamiento Espiritual Primero, Dios.

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13 de enero

LA SEMILLA GERMINÓ “No se engañen; Dios no puede ser burlado. Todo lo que el hombre siembre, eso mismo cosechará” (Gál. 6:7).

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ace muchos años, Dios nos dio la posibilidad de vivir en un país distante, en el que el idioma y las costumbres eran muy diferentes de los nuestros. El Gobierno autorizó nuestro trabajo únicamente con los niños, para atender la necesidad de enseñarle inglés a la población. Necesitábamos encontrar un medio de predicar, y aceptamos la idea con entusiasmo, ya que nos gusta mucho trabajar con gente en esa franja de edad. Les enseñábamos inglés a unos quince niños pequeños por medio de canciones y versículos bíblicos. Después de dos años, llegó la hora de regresar a nuestro país. A pesar de haber realizado nuestro mejor esfuerzo, ¡teníamos la sensación de haber hecho tan poco! Nosotros nos despedimos pensando que no veríamos nunca más a aquellas personas, hasta el regreso de Jesús. Años después, Dios nos dio la oportunidad de regresar, y fue muy emocionante. Mientras caminábamos por las calles del lugar, revivimos en nuestros pensamientos muchas historias. En cada esquina, una emoción, un recuerdo; pero ¡había mucho más! En aquel viaje, Dios me regaló la mayor alegría de mi vida. Pude ver a algunos de aquellos niños, ahora adultos y con sus familias, firmes en la fe. Algunos continúan aprendiendo inglés y viajaron a otros países. Después de estudiar, ellos decidieron volver para servir al Señor. Fue una enorme satisfacción saber que el trabajo realizado con niños tan pequeños germinó y estaba dando frutos. Alabamos a Dios por eso. Oro para que cada iglesia perciba la importancia de integrar a los niños en la dinámica de la adoración. De esa manera, el evangelio se transformará en parte de su rutina y, en poco tiempo, ellos se convertirán en adolescentes y adultos propagadores del mensaje. La semilla plantada en suelo fértil sin duda alguna germinará. Esa es apenas una vislumbre de la escena extraordinaria que tendremos en el cielo, al descubrir los resultados de lo que sembramos aquí. Pensando en eso, ¿no te gustaría dedicar más tiempo para distribuir las semillas del evangelio entre quienes te rodean?

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Para interactuar ¿Qué te ha mantenido fiel a Jesús a lo largo de tu caminata con él? * Faltan cuatro semanas para los 10 días de oración, entre el 9 y el 18 de febrero, y el 19 será el lanzamiento del Seminario de Reavivamiento Espiritual Primero, Dios.

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20 de enero

ADORACIÓN EN LA DIVERSIDAD “¡Todo lo que respira alabe al Señor! ¡Aleluya!” (Sal. 150:6).

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esde niño me gusta un cuadro que tal vez tú conozcas. Es una imagen que retrata a Jesús en el centro, con un niño en brazos, rodeado por muchas personas de diferentes profesiones, edades, y con características y ropas que representan diversas partes del mundo. Esa escena se hizo aún más impactante cuando fui a vivir en un país asiático. Estaba rodeado por personas que tenían costumbres diferentes de las mías y, especialmente cuando iba a la iglesia, esa nueva dimensión se hacía extremadamente evidente. Mi esposa y yo no hablábamos la lengua local, por lo que comprendíamos casi nada de lo que ellos expresaban. Pero, a pesar de eso, cuando estábamos en la iglesia, nos sentíamos en casa. ¿Cómo es posible explicar eso? Yo digo que es porque sabíamos que estábamos adorando al mismo Dios. Allí no fuimos recibidos como forasteros, sino como hermanos; con rostros sonrientes, que es la lengua más universal que conozco. Una de las cosas que más me gustaba era que las canciones eran iguales a las que cantábamos en nuestro país. Entonces, cuando nuestros hermanos alababan en el idioma de ellos, nosotros hacíamos lo mismo, pero en nuestro idioma. ¡Era increíble! Aprendimos que Dios nos entiende en cualquier lengua y acepta nuestra alabanza. Imagino que tú, así como mi esposa y como yo, también formas parte de aquella imagen del cuadro que mencioné al inicio. Y aún más: formarás parte del banquete preparado sobre una larga mesa en el cielo, para celebrar las bodas del Cordero. En aquella ocasión, sin duda alguna, verás algunos rostros familiares. Entendemos y enseñamos que no importa el idioma, porque la música une a todos en las alabanzas al Creador. Por lo tanto, ¿aceptas unirte a nosotros en adoración a Dios como muestra de lo que será realizado en el cielo?

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Para interactuar ¿Hubo algún momento especial en el que viste la mano de Dios actuando en tu vida o en la de tu familia? * Faltan tres semanas para los 10 días de oración, y el 19 será el lanzamiento del Seminario de Reavivamiento Espiritual Primero, Dios.

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27 de enero

SALVO “El Señor me librará de toda obra mala y me preservará para su reino celestial. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén” (2 Tim. 4:18).

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esde niña, Fátima aprendió a amar a Dios y entregó su vida a él. Todavía siendo joven, decidió mudarse de su tierra natal y fue a vivir en un país vecino, en el que conoció a Sergio. Tiempo después, ellos se casaron y hoy tienen tres hijos. Sergio trabaja en uno de los hoteles más importantes de la ciudad. En el hogar, es un marido amoroso y muy atento. En contraste con su esposa, él no nació en un hogar cristiano, sino musulmán. La diferencia de religión no impidió el casamiento. Sin embargo, con el pasar del tiempo, Fátima fue sintiendo cada vez más la necesidad de regresar al Dios que había conocido en su infancia. Después de mucha investigación, ella descubrió a dos familias adventistas que se habían mudado recientemente al municipio en el que ellos vivían. Alegre, Fátima rápidamente entró en contacto con ellas y se pusieron de acuerdo para encontrarse el sábado siguiente. Sin embargo, cuando Sergio supo del plan, le prohibió salir de la casa, alegando que primero él debía conocer a esas personas. Por eso, concretaron una cena para que todos se pudieran conocer mejor. Después de la comida, Sergio hizo varias preguntas al grupo. Mientras uno de los invitados adventistas respondía, el resto del grupo oraba para que Dios actuara a fin de que Fátima pudiera tener libertad para congregarse con ellos. De regreso a la casa, Fátima estaba ansiosa, pero Sergio se mantuvo en silencio sobre el tema durante los siguientes dos días. Finalmente, el esposo autorizó la participación de su esposa y su hija en los cultos adventistas. Todos quedaron felices, aunque él no participara de los encuentros. Todos los días Sergio es llevado al trabajo por un auto de la empresa. Sin embargo, el primer sábado en el que Fátima participó del culto, le pidió que él la llevara en el auto de la familia. Él estuvo de acuerdo, y después de dejarla en el lugar de las reuniones siguió en dirección al hotel. Cuando llegó a su trabajo, Sergio supo que el vehículo de la empresa había tenido un grave accidente. “Yo tenía que estar en aquel auto”, pensó. Por esa razón, él le confesó a su esposa que creía que su vida había sido preservada por el Dios que ella estaba adorando. Eso lo motivó a participar, junto con su esposa y su hija, de las reuniones adventistas, a fin de adorar al Señor que lo había protegido.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Para interactuar ¿En qué área de tu vida o de tu familia sientes que el Espíritu necesita actuar? * Faltan dos semanas para los 10 días de oración, que serán del 9 al 18 de febrero, y el 19 de febrero tendremos el lanzamiento del Seminario de Reavivamiento espiritual Primero, Dios. 8


3 de febrero

ALEGRÍA EN JESÚS “Predica la palabra; mantente dispuesto a tiempo y fuera de tiempo; convence, reprende y exhorta con toda paciencia y enseñanza” (2 Tim. 4:2).

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ra sábado de mañana. Mi esposa y yo estábamos animados para ir a la iglesia por primera vez en aquel campo misionero. Una mujer que no hablaba otra lengua, apenas el dialecto local, quedó como responsable para llevarnos. Ella tenía los ojos rasgados, medía menos de un metro y medio de altura, y era muy delgada. En el rostro tenía dibujada una linda sonrisa. Anduvimos más o menos unos veinte minutos hasta que llegamos a la estación del tren. Con los pasajes ya comprados, corrimos en dirección al tren. Era impresionante la cantidad de personas. Todos estaban de pie y se apretaban. Ancianos, jóvenes, niños, mujeres y madres con niños en brazos esperaban atentamente un lugar para poder sentarse. De pronto, alguien se levantó delante de donde nosotros estábamos, y una señora con una niña que parecía ser su nieta se sentó. Algo muy extraño estaba ocurriendo con aquella pequeña. Estaba muy agitada y, varias veces, la vimos golpeándole el rostro a aquella mujer. ¡Me indigné! ¿Cómo era posible que aquella niña le faltara el respeto a una persona adulta? ¿Nadie le había enseñado buenos modales? ¿O sería que esa actitud era normal en aquel país? Entonces, miré a la hermana que nos estaba guiando y vi que ella acompañaba la escena sonriendo. No demoró mucho, y nuestra guía se aproximó a la niña para intentar conquistar su atención. Después de una o dos cachetadas más, le dijo algo al oído que hizo que la niña comenzara a cantar un pequeño fragmento de una canción. La escena llamó la atención de las otras personas porque, frase tras frase, nuestra hermana le enseñaba una linda melodía. Quedamos más curiosos por saber qué decía aquella canción al percibir que algunas personas alrededor también la estaban cantando. Cuando el tren llegó a la estación, nuestra guía le dijo algo a la niña y se despidió. Para satisfacer nuestra curiosidad, aquella hermana tomó el celular y comenzó a escribir en un diccionario electrónico con traductor simultáneo estas palabras: “Le enseñé a la niña a cantar sobre el amor de Jesús en el Evangelio de Juan. Le dije que siempre que ella cantara esa melodía Jesús llevaría alegría a su casa”. En aquel momento, me emocioné. Vi que incluso en un país en el que está prohibido hablar de Jesús, teníamos mucho que aprender sobre evangelismo.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Para interactuar ¿Cuál es tu talento? ¿Se transformó en tu ministerio? #MitalentoMiministerio * La semana que viene comienzan los 10 días de oración y faltan dos semanas para el lanzamiento del Seminario de Reavivamiento Espiritual Primero, Dios.

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10 de febrero

LO MEJOR ES SERVIR “Porque Dios no es injusto para olvidar la obra de ustedes y el amor que han demostrado por su nombre, porque han atendido a los santos y lo siguen haciendo” (Heb. 6:10).

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ra un lunes por la mañana y estaba muy frío. Mi esposo y yo acabábamos de llegar a nuestro nuevo campo misionero, y estábamos alojados provisoriamente en la Universidad. Necesitábamos de manera urgente encontrar una casa para vivir. La lengua era nuestra gran barrera, pues no sabíamos hablar ni una sola palabra del idioma local, y poquísimas personas sabían hablar inglés. Estábamos preocupados. ¿Cómo conseguiríamos alquilar una casa sin saber comunicarnos? Pedimos ayuda en la oficina de estudiantes extranjeros. Los responsables nos informaron que, debido al período de vacaciones, nuestra alternativa era hablar con un determinado estudiante que no había viajado. Él no hablaba fluidamente la lengua local, pero tal vez nos podría auxiliar. Seguros de que Dios estaba conduciendo cada detalle, aguardamos hasta que el alumno indicado entrara en contacto con nosotros. Él rápidamente se puso a disposición y combinamos encontrarnos la mañana siguiente. Era un joven de estructura corporal fuerte. A pesar del frío riguroso, salimos juntos para buscar una casa. Él se comunicaba con dificultad, pero con buena voluntad realizó algunas llamadas telefónicas. Nos ayudó a marcar algunas citas para visitar ciertos departamentos hasta que encontramos el nuestro. ¡Ese joven nos ayudó mucho! A pesar de su dificultad para comunicarse, él nos auxilió también en la firma del contrato de alquiler. El viernes de aquella semana nos mudamos a nuestro nuevo hogar. Terminamos felices aquella semana porque pudimos recibir el sábado acomodados en nuestra nueva casa. Por medio del contacto con ese joven, Dios nos enseñó que, incluso no siendo del país ni hablando la misma lengua, podemos servir a los otros. No sabemos si aquel joven era cristiano o no, pero aprendimos que, cuando estamos dispuestos a servir y a ayudar a los otros, el amor vence cualquier barrera.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Para interactuar #PrimeroDios es el nuevo Seminario de Reavivamiento Espiritual, que comienza el 19 de febrero. * Participa de los 10 días de oración y las 10 horas de ayuno del 9 al 18 de febrero.

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17 de febrero

RESPUESTA INMEDIATA “Y sucederá que antes que llamen, yo responderé; y mientras estén hablando, yo los escucharé” (Isa. 65:24).

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eñor! Estoy en esta ciudad hace meses y hasta ahora no hice amistad con las personas de aquí. Yo represento a la mayoría de los extranjeros que viven aquí, y no es fácil conversar con un morador local, ya que ellos trabajan como conductores de taxis o como vendedores. Es verdad que nuestra profesora de árabe es de aquí, pero ella solo puede conversar con mujeres. Por eso yo te pido hoy: Dame la oportunidad de conocer a un árabe. Hay algo que no sale de mi mente: mi profesora comentó que a su esposo le gusta jugar al fútbol. Eso ¿no sería una buena oportunidad? Mi deseo es, Señor, que utilices mi talento para jugar al fútbol como una herramienta para hablar de tu amor. Es lo que te pido; en el nombre de Jesús, ¡amén!” Esa fue mi oración angustiada, porque buscaba la manera de vencer las barreras culturales para tener la oportunidad de predicar. En aquella mañana, al comenzar la clase, mi profesora preguntó si yo había jugado al fútbol en aquel país. Después de mi respuesta negativa, ella me dijo: “Lo voy a poner en contacto con mi esposo, para que usted pueda jugar con él”. Fue una sensación indescriptible. Aquel día tuve la plena seguridad de que el poder de la oración es muy grande, y es mayor aún si oramos por algo específico. La amistad con Ahmad –el esposo de mi profesora– se está fortaleciendo en cada partido de fútbol. Ahora se transformó en una rutina orar de manera específica, como lo hice la otra mañana: “Señor, nos gustaría entrar en la casa de un habitante local. Por favor, danos esa oportunidad. Úsanos como tus misioneros, ¡amén!” Treinta minutos después, recibí una llamada telefónica de Ahmad, invitándome para ir a cenar con su familia. Mi nuevo amigo dijo que un ex jugador muy famoso estaba en la ciudad, y que la cena sería en homenaje a él. Siendo así, me sentí honrado por la invitación. Estoy orando para que mi amigo Ahmad y otros que conocí sean tocados por Jesús. Mi corazón pide para que yo haga discípulos de Cristo y, aunque no se haya dado la oportunidad de hablar sobre asuntos espirituales, estoy fortaleciendo nuestra amistad. Creo que Dios abrirá las puertas para esa predicación. En el campo misionero aprendí cuán importante es orar específicamente y esperar cosas grandes de nuestro gran Dios.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. Para interactuar #PrimeroDios es el nuevo Seminario de Reavivamiento Espiritual, que comienza el 19 de febrero. * Participa de las 10 horas de ayuno este sábado 18 de febrero.

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24 de febrero

LA ORACIÓN ES LA LLAVE “Otra vez les digo que, si dos de ustedes se ponen de acuerdo en la tierra acerca de cualquier cosa que pidan, les será hecha por mi Padre que está en los cielos” (Mat. 18:19).

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urante nuestro ministerio, la oración siempre fue una herramienta importante y, en el campo misionero, entendemos que ella no es apenas una herramienta, sino la base. Nuestro equipo está compuesto por un matrimonio recién llegado (A y B), nuestra pequeña hija, mi esposo y yo. Trabajamos en una cultura muy diferente, en un país en el que la predicación está prohibida y los desafíos son enormes. El primero de ellos es que, para nuestra seguridad, no podemos ser identificados. Hace tres semanas, hicimos un compromiso de oración fervorosa por nuestro trabajo. Cada uno tiene un don diferente, pero estamos unidos en la pasión por las personas y en la necesidad de la dirección divina. En nuestra realidad, los métodos convencionales son ineficaces; por eso, hemos orado para que Dios abra puertas de evangelización. Creemos que el Señor, en su sabiduría, elegirá a aquellos que actuarán en el Centro de Influencia que vamos a inaugurar para atraer a la gente musulmana que nos rodea. Lo que hemos experimentado estos días no tiene explicación. Rápidamente, estamos recibiendo las respuestas: A fue invitado a cenar a una reunión exclusiva para hombres, promovida por una influyente familia local. Eso es resultado de un contacto iniciado por medio del fútbol. Cierta tarde fui al parque y conocí a una señora árabe y a su hijo, que tiene la misma edad de mi hija. Conversamos e intercambiamos números de teléfono. B fue invitada, por primera vez, para ir a la casa de Jazmín, una árabe conservadora con quien hizo contacto. Ella pudo responder algunas preguntas sobre Jesús, la oración y la Biblia. Eso es increíble, porque Jazmín nos trató con desconfianza y rispidez cuando supo que éramos cristianos. Recibimos el pedido de ayuda de una ex musulmana que se había involucrado con el ocultismo. Fuimos a visitarla acompañados por un pastor que estaba en la ciudad, y desde aquel momento estamos estudiando la Biblia en su casa, donde el poder de Dios se ha manifestado. Un amigo musulmán, llamado Abdullah, mencionó que deseaba ayudar a otras personas, siguiendo el ejemplo de algunos cristianos que lo ayudaron cuando él lo necesitó. Conocimos a una adventista que está casada con un musulmán y, por ese motivo, vive aquí. Su historia de conversión es tan interesante que desea escribir un libro. Ella se unió a nosotros en el proyecto misionero. Elena de White escribió que la oración es la llave para abrir los graneros del cielo, y eso es lo que estamos sintiendo. ¿Cuál es la base de tu vida? No pierdas la oportunidad de “vaciar” los graneros celestiales. Ora sinceramente, y ¡vas a sorprenderte!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 12


3 de marzo

UNA LECCIÓN DE RESPETO “Honren a todos; amen a los hermanos; teman a Dios; honren al rey” (1 Ped. 2:17).

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humibol Adulyadej es el rey de Tailandia, y está en el trono desde 1946, siendo el monarca que estuvo más tiempo en el comando del país. Tailandia es considerada una de las naciones más ricas del mundo, y es imposible estar allá y no percibir el respeto del pueblo por su líder. En cualquier repartición pública, residencia o comercio, hay una foto del soberano en un lugar destacado. Debido a la creencia en el budismo, el Rey es una especie de semidiós para el pueblo. Como consecuencia, su figura es muy respetada. Un ejemplo de eso se ve en la manera en que los tailandeses tocan el dinero. La foto del Rey está en todos los billetes, lo que hace que la población los trate con mucho cuidado. Por eso, el dinero tailandés es considerado el más limpio del mundo, y no se ven billetes arrugados, sucios o rotos. Jamás alguien los tirará al suelo, porque la imagen del Rey está impresa en ellos. Eso me hizo pensar. Muchos no tienen el mismo respeto por Dios. Cuántas veces el Creador y Redentor es tratado de manera indiferente, cuando no se llega a ofenderlo. Un pueblo que logra mirar a su líder y tratarlo con reverencia nos enseña mucho a nosotros, hijos del gran Rey. Vivimos en un mundo en el que el respeto por lo sagrado ha perdido su valor. Es más, la palabra “respeto” poco a poco ha sido colocada fuera de nuestro vocabulario. El individualismo y la arrogancia han destruido el amor al prójimo. Desgraciadamente, ese es un claro reflejo de nuestra relación con Dios porque, si realmente lo amamos y lo respetamos, también tendremos en nuestro corazón amor y consideración por las personas y también por la naturaleza, obra de sus manos. Realmente, necesitamos rever los conceptos que imperan en nuestra sociedad y marcar la diferencia que Dios espera que marquemos. Que aprendamos con el pueblo tailandés la lección de respeto que debemos tener para con nuestro Rey.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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10 de marzo

ATRÁS DEL VELO “Ustedes han oído que fue dicho: Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tu enemigo. Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por los que les persiguen; de modo que sean hijos de su Padre que está en los cielos, porque él hace salir su sol sobre malos y buenos, y hace llover sobre justos e injustos” (Mat. 5:43-45).

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alí para comprar el almuerzo y noté que las calles no estaban llenas de transeúntes como de costumbre. Mientras andaba tranquilamente por la vereda, vi a una mujer vistiendo su burka. Después de algún tiempo viviendo allí, esa escena se hace común, y no nos sorprendemos más al ver a las musulmanas caminando por las calles, haciendo compras o andando en ómnibus vestidas de esa manera. Sin embargo, no sé por qué razón, percibí que algo diferente estaba ocurriendo. Ella venía en mi dirección y, cuando estábamos cerca, intentó hablar conmigo. Me llevé un susto, porque eso no es común. Las mujeres no tienen autorización para hablar con hombres que no sean de su familia. ¿Por qué aquella musulmana estaría hablando con un extranjero en medio de la calle? Yo sabía que el hábito de vestir la burka era, antes que nada, una manera de mantenerse distante de los otros. Sus ojos eran todo lo que podía ver. Ella intentó decirme algo, y yo no entendí. Intenté responder en inglés, pero noté que ella no comprendía el idioma. Me quedé temeroso. ¿Podía conversar con aquella desconocida? ¿Qué iban a pensar las otras personas? La preocupación por el juicio ajeno, que nos impide tantas veces hacer lo que necesita ser hecho, es un gran problema. La miré a los ojos, y vi sufrimiento, angustia, casi desesperación. Vi que detrás de aquel velo había alguien que cargaba dolor y tristeza. Vi que allí había una persona de carne y hueso, no apenas una sombra emblemática que caminaba desorientada por las calles y los callejones de aquella ciudad. Vi que, como cualquiera de nosotros, en cualquier lugar del mundo, aquella mujer era un ser humano que necesitaba ayuda. Lamenté el hecho de no hablar su idioma y no entender su necesidad. Apenas se dio cuenta de que no la comprendía, ella continuó su camino solitario, y yo me quedé conmovido. Nada es más destructivo que el preconcepto. La mujer del velo me enseñó que sus necesidades son iguales a las mías. Somos hijos de un mismo Dios, y sufrimos las mismas angustias y desilusiones. Ella me mostró que es urgente que nos coloquemos en el lugar del otro para entender su sufrimiento. Mientras que la política y las religiones dividen el mundo, en una antiquísima lucha para conquistar más espacio, Dios nos mira como personas que carecen de su misericordia, sin que le importe en qué lado del planeta estemos. En su infinita compasión, Jesús murió y derramó su sangre por todos. Que sepamos reconocer nuestra necesidad de Dios para que podamos amar al prójimo como él lo amó, dejando de lado todo y cualquier preconcepto que todavía haya en nuestro corazón.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 14


17 de marzo

EL CUIDADO DE DIOS “Echen sobre él toda su ansiedad porque él tiene cuidado de ustedes” (1 Ped. 5:7).

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ivir en otro país es una experiencia única, llena de sorpresas y desafíos. Algunos nos hacen querer retroceder y otros nos enseñan a orar más, a fin de testificar sobre el accionar de Dios. Hace cerca de un año, mi esposo y yo salimos de nuestro país para una misión de algunos años en otro país. Entre los muchos desafíos, dominar el idioma local es el más grande. De esa manera, ni bien llegamos, nos matriculamos en una universidad y dimos inicio al estudio de la lengua. Enseguida nos dimos cuenta de que no sería fácil y que, realmente, necesitaríamos orar mucho y concentrarnos en el aprendizaje del idioma. Las clases se dictaban todas las mañanas. Éramos solamente nosotros dos y la profesora, una joven con un buen inglés, que acababa de tener un bebé. El primer día ella se atrasó quince minutos. En el segundo y en el tercero, se atrasó nuevamente; y así fue continuamente por aproximadamente un mes. En varias ocasiones, llegamos a perder una hora de clase o, simplemente, no tuvimos la clase. Oramos a Dios sobre la dificultad y conversamos amablemente con la profesora en algunas oportunidades. Sabíamos que ella tenía un bebé, pero también éramos conscientes de la importancia del estudio y del dinero que había sido empleado para ese propósito. De todos modos, nada cambió. Poco a poco comenzamos a quedar desanimados, porque sabíamos que no estábamos progresando en nuestro conocimiento. El país donde estamos no es cristiano, y la mayor parte de las personas nunca, ni siquiera una vez, escuchó hablar de Jesús. La presencia adventista aquí, comparada con la población, es casi insignificante. En ese contexto, notamos que había una lucha espiritual por detrás de aquel problema, y nos dedicamos más a la oración. Clamamos a Dios por ayuda, para que aquella situación pudiera ser solucionada sin daño para nosotros ni para la profesora. Conversamos con la dirección de la escuela y esperamos. Algunos días después, la directora nos informó que otra persona asumiría las clases, pues la profesora había decidido que sería mejor dedicarse íntegramente a su hijo. Nuestra nueva profesora es una señora con experiencia, puntual y que casi no habla inglés, lo que nos fuerza a escuchar y a hablar la nueva lengua. Y lo más impresionante de todo: ella es cristiana, ¡algo raro por aquí! Hemos progresado en el aprendizaje del idioma, pero, por encima de todo, hemos aprendido más y más que Dios escucha nuestras oraciones, y desea que entreguemos en sus manos nuestras ansiedades y preocupaciones, porque él tiene cuidado de nosotros.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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24 de marzo

EN BUSCA DE LIBERACIÓN “Redimiendo el tiempo porque los días son malos. Por tanto, no sean insensatos sino comprendan cuál es la voluntad del Señor” (Efe. 5:16, 17).

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os viajes en subterráneo y en ómnibus en la gran metrópoli en la que vivo son lentos y, por eso, tengo tiempo para pensar y orar por las personas. Aquel día, mi oración fue: “Mi Dios, estoy totalmente disponible para tu trabajo de salvación hoy. Si hay alguien a quien le debo hablar sobre Jesús, estoy aquí”. Casi terminando el día, recibí un mensaje en el celular. Era una amiga a quien le estaba hablando de Cristo, pidiéndome ayuda para Sabah, una colega de trabajo acosada por espíritus malignos y que necesitaba una visita en su casa. Sentí un frío en el estómago, porque no soy pastor y nunca había vivido ninguna experiencia similar a esta. Sin embargo, inmediatamente, vino a mi mente la oración que había elevado en la mañana. Entonces, le di gracias a Dios porque, sin duda, Sabah era la persona que el Señor me había dado para que compartiera la alegría de la salvación. Aquella noche, Sabah me llamó por teléfono y conversamos por más de una hora. Ella era una mujer árabe que le había dado su vida a Cristo hacía quince años. Antes, había sido musulmana, y toda su familia todavía profesa el islamismo. Por eso, el cambio le exigió a ella un gran coraje y un enorme sacrificio. Sabah perdió todo: familia, hijos y su trabajo, pero ella no dejó de amar a Jesús. Prometí que la visitaría con algunos amigos, y ella mencionó que el enemigo de Dios se manifestaba en su casa con regularidad. Junto con mi esposo y algunos amigos, oramos previamente e hicimos ayuno por la liberación de Sabah. Un sábado por la mañana, cuando nosotros la visitamos, ella nos contó entusiasmada la historia de su vida. Estábamos acompañados por un pastor africano con mucha experiencia. Entonces, nos arrodillamos alrededor de ella para clamar a Dios, creyendo en sus promesas y en la victoria de Jesús sobre los poderes del mal. En el momento en que orábamos para que el enemigo de Dios dejara para siempre la casa y la vida de Sabah, hubo una manifestación, y ella comenzó a toser, y se cayó al suelo. El pastor continuó orando con poder y en el nombre de Jesús, y Sabah fue recobrando sus sentidos. Entre lágrimas, ella logró terminar la oración con nosotros. Sabah forma parte de la tercera generación de una familia de brujas y ocultistas, y desde su infancia estuvo asociada al espiritismo. Sin embargo, ella no resistió al amor de Jesús. Todas las semanas nosotros la visitamos para orar, para cantar y para estudiar la Biblia. El enemigo de Dios todavía lucha, pero no vencerá; pues quien pelea por nosotros es el Señor de los ejércitos. Debemos, solamente, estar disponibles para el trabajo; es él quien opera la transformación de vidas. Por favor, ¡ayúdenos orando por Sabah!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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31 de marzo

UNA CLASE DIFERENTE “Hay amigos que uno tiene para su propio mal, pero hay un amigo que es más fiel que un hermano” (Prov. 18:24).

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ebido a nuestra función en el campo misionero, no tenemos tanto contacto con la población local como nos gustaría. Sin embargo, antes de venir, oramos para que tuviéramos la oportunidad de testificar. El año pasado estudiamos el idioma con una profesora joven, altamente calificada, y desde el inicio dejó bien claro que no estaba interesada en asuntos religiosos. Con el tiempo, pudimos presentar alguna poca información sobre las acciones de la Iglesia Adventista del Séptimo Día. Recuerdo que cierto día yo era el responsable de dirigir el momento devocional en mi trabajo. Para obtener mayor fluidez en la lectura, llevé el texto a la clase, a fin de practicarlo mejor. La siguiente semana fue el momento en el que a mi esposa le tocó hacer lo mismo. De esa manera, enseñándonos la pronunciación exacta, la profesora se interesó por las historias de las meditaciones diarias y decidió que, todos los días, las clases serían iniciadas después de una lectura de aquellas. Mi esposa y yo nos turnábamos para leer las meditaciones, pero tres días después la profesora dijo que a ella también le gustaría leer. Fue muy interesante. Pocos días después, también desarrollamos el hábito de orar antes de iniciar los estudios. Aunque parezca algo simple, ese fue un paso gigante en el contexto cultural en el que vivimos. Después de rechazar algunas invitaciones para estar en nuestro hogar, llegó la Navidad y la profesora aceptó estar con nosotros en el culto, junto con su madre. Enseguida ella pidió tener un libro de las meditaciones matinales en su casa. También quiso copias de las canciones que llevábamos a las clases para perfeccionar el estudio del idioma. El interés fue aumentando, y ella pidió una Biblia y aceptó iniciar los estudios bíblicos. Sabemos que todavía tenemos una larga caminata para verla entregar su vida a Cristo, pero no tenemos dudas de que Dios está actuando en la vida de nuestra profesora. Entendemos que, antes de predicar, debemos vivir el sermón y permitir que el Espíritu Santo nos use y despierte el interés en las personas con respecto a nuestro modo “diferente” de vida. ¡El ejemplo vale más que mil palabras!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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7 de abril

WAIGOUREN “Conforme a su fe murieron todos estos sin haber recibido el cumplimiento de las promesas. Más bien, las miraron de lejos y las saludaron, y confesaron que eran extranjeros y peregrinos en la tierra. Los que así hablan, claramente dan a entender que buscan otra patria” (Heb. 11:13, 14).

“¿P

or qué nos miran tanto?”, era la pregunta que nos hacíamos. Cuando llegamos a una pequeña provincia de Asia, en marzo de 2015, oficialmente el invierno había terminado, pero la temperatura diaria de 0ºC no era ni un poco confortable. Además, nos encontramos con una realidad opuesta y, durante los primeros días, atemorizadora. Todo era diferente y había olores muy extraños. Ser extranjero es algo que solamente quien lo es o lo ha sido puede entender; y el hecho de no hablar la lengua local hace todo más terrible. Los forasteros aquí necesitan aprender y no preocuparse por la opinión ajena. Tal vez por la curiosidad o por el hecho de ver a pocos occidentales, los nativos reaccionan de maneras muy llamativas ante nuestra presencia. Ellos te miran sin disimulo y expresan en alta voz las palabras clave: “laowai”, “waigouren” [extranjero], o intentan descubrir nuestro origen, preguntando: “¿Ni cong nali de ren?” [¿De dónde es usted?]. En nuestro caso, descubrimos que somos vigilados, observados y copiados en diversas ocasiones. Eso es muy curioso. En ciertas oportunidades, para elegir algún producto en el mercado, lo miramos mucho, intentando “descifrar” los caracteres del rótulo. Después de decidir lo que vamos a llevar, nos apartamos de las góndolas. Con el tiempo, comenzamos a darnos cuenta de que los moradores locales, que antes compraban otro producto, terminan optando por el mismo que nosotros. Eso ocurre mucho en las ciudades más pequeñas, donde hay poca o ninguna influencia externa. Es el concepto presente en la mentalidad de la población que, si el extranjero compró el producto, entonces debe ser bueno. Entendemos que eso retrata la enorme responsabilidad que tenemos. Otra curiosidad. En nuestra ciudad, es rarísimo ver personas respetando filas. No es que sea “falta de educación”, sino que el concepto de fila aquí es diferente. Sin embargo, algunas veces notamos que al ir hacia el final del “amontonamiento” de gente, otros perciben nuestra actitud y hacen lo mismo; lo que produce que rápidamente se forme una fila. Como extranjeros, podemos notar de forma muy clara que donde estamos, el estilo de vida que poseemos, nuestros hábitos, la manera en que nos relacionamos y una serie de otras actitudes acaban influyendo en las personas. Todos somos extranjeros en el mundo. Resta saber hasta cuándo queremos ser extranjeros y qué tipo de influencia estamos dejando en los lugares por los que pasamos.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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14 de abril

¿POR QUÉ RECOMENZAR? “¡Levántate! ¡Resplandece! Porque ha llegado tu luz, y la gloria del Señor ha resplandecido sobre ti” (Isa. 60:1).

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espués de cinco años de trabajar en nuestro país, sentimos a Cristo invitándonos para recomenzar nuestra vida en un lugar “un poco” diferente. Al inicio era apenas un deseo, pero luego fue un llamado confirmado. Entre tantas personas aparentemente mejor calificadas, él eligió capacitarnos para ese nuevo desafío. ¡Y qué desafío! Vivimos en un país con lengua, costumbres, comidas, olores, clima y personas totalmente diferentes. Vendimos todo lo que poseíamos: muebles, ropa, equipamientos y el auto. Además de eso, tuvimos que regalar nuestro perro. Dejamos todo lo que teníamos en nuestras manos para colocarnos, completamente, en los brazos del Padre. Llegamos aquí con dos valijas grandes, dos maletas pequeñas y dos mochilas; y con el corazón desbordando del deseo de servir. Además de las valijas, también trajimos con nosotros un poco de curiosidad y algo de miedo. La vida está hecha de reinicios, y experimentamos eso en las relaciones, en el trabajo, en los estudios, en la salud… Y ¿qué decir de nuestro nuevo comienzo como cristianos? Muchos pasan por ese momento cuando conocen la Biblia y son bautizados. Ahora entendemos que, en el campo espiritual, el volver a empezar es diario, o por lo menos debería serlo. Con cada nuevo descubrimiento, surge la oportunidad de hacer algo mejor, con más calidad y mayor eficacia. Desde niños, pertenecemos a hogares adventistas. Crecimos inmersos en costumbres y hábitos cristianos. Sin embargo, al llegar aquí, necesitamos adaptarnos. Algunos aspectos relacionados con la iglesia son diferentes, como el estilo de liderazgo y los métodos de administración financiera, entre otras cosas. Hay además, asuntos que, fuera del contexto, pueden tomar un rumbo polémico; sin embargo, si son observados desde el ángulo de un país que está cerrado al cristianismo, demuestran el maravilloso cuidado de Dios al usar personas y recursos limitados para difundir su evangelio. Formar parte de este escenario es una experiencia de crecimiento inmensurable. Recomenzar puede ser difícil y doloroso, y es necesario aprender a entender los contextos, y aceptar los nuevos hábitos y métodos. Después, se transforma en una experiencia enriquecedora y placentera. Esperamos ansiosamente el momento en el que vamos a volver a comenzar nuestra vida al lado de nuestro Maestro celestial. Ese, sin duda, será el mejor recomienzo de todos los tiempos. ¡“Levántate, resplandece” y recomienza!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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21 de abril

DE PROFESORA A ALUMNA “Porque si anuncio el evangelio, no tengo de qué jactarme, porque me es impuesta necesidad; pues ¡ay de mí si no anuncio el evangelio!” (1 Cor. 9:16).

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nseguida que llegamos al campo misionero, buscamos escuelas de árabe, y en algunas semanas descubrimos que no sería tan fácil encontrarlas, porque muchos institutos fueron cerrados por falta de alumnos. Así que, oramos a Dios pidiéndole que nos dirigiera para elegir a un profesor particular eficiente. Encontramos a una profesora muy amable que también nos hizo un descuento. Las clases eran intensas: duraban cuatro horas por día, cinco días por semana, con intervalos cortos, apenas como para estirar los músculos y tomar un poco de agua. Durante esas pausas, la profesora, que es musulmana y siempre usa el hiyab (el velo sobre la cabeza), comenzó a conversar con nosotros. Estaba curiosa por saber qué era lo que nos había llevado hasta su país, y quedó sorprendida al descubrir que mi esposa y yo trabajábamos en una iglesia. Ella comenzó a preguntarnos sobre el cristianismo todos los días, a tal punto que hubo ocasiones en las que decidió no cobrarnos por la clase, ya que habíamos pasado demasiado tiempo hablando sobre asuntos religiosos. Muchos musulmanes creen que la Biblia fue corrompida, y nosotros tuvimos la oportunidad de conversar sobre los idiomas originales, las traducciones existentes y también acerca de la comprobación de los textos bíblicos por medio de la arqueología. Ese día, al finalizar la conversación, ella nos pidió una Biblia, para leerla. La profesora nos contó que siempre les transmite a sus amigos musulmanes lo que compartimos con ella. Generalmente, ellos quedan impresionados al descubrir que nosotros no consumimos bebidas alcohólicas, no comemos carne de cerdo y no fumamos; lo que manifiesta similitudes con el islamismo. Sin embargo, entre los varios asuntos que conversamos, el Juicio Final fue el que más la encantó. La profesora nos dijo que prefiere la manera en que nosotros creemos en ese asunto y no el modo en que ella lo aprendió estudiando en el Corán. “Tiene más sentido así, como ustedes dicen”, nos expresó en cierta oportunidad. Poco a poco, en aquella sala de clases, Dios estaba obrando un milagro, dándonos la oportunidad de aprender y también de enseñar. Supimos, además, que nuestra profesora nos defendía, pues cuando las personas decían que éramos peligrosos o extraños ella mostraba lo que había aprendido de la Biblia y cómo nuestra información era confiable. Continuamos siendo buenos amigos, y ocasionalmente nos encontramos para alguna comida compartida, en la que siempre tenemos la oportunidad de hablar un poco más de nuestra fe. Todavía no sabemos los resultados de este contacto, pero vemos claramente que Dios está trabajando en nosotros, en nuestra profesora y también en las personas a quienes ella les transmite lo que está descubriendo.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 20


28 de abril

ORACIONES ATENDIDAS “Y esta es la confianza que tenemos delante de él: que si pedimos algo conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho” (1 Juan 5:14, 15).

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no de los mitos que escuché antes de llegar a Oriente Medio fue que los musulmanes eran personas agresivas y peligrosas. Sin embargo, aprendí que la mayoría de ellos tiene un buen corazón, está siempre dispuesta a ayudar, como si tú fueras parte de su familia. Estábamos viajando en dirección al Mar Mediterráneo cuando, súbitamente, el auto se detuvo en una ladera y no quiso funcionar más. El problema hizo que quedáramos parados en el medio de la carretera, complicando todo el tránsito. Después de varios intentos para hacer que el automóvil funcionara, oré en silencio, a fin de que Dios enviara a alguien para que nos ayudara. De pronto, un motociclista y el conductor de un auto pararon y vinieron, al mismo tiempo, para auxiliarnos. Abrieron el capó del auto y verificaron el sistema de aceleración. Después de que terminaron el arreglo, y cuando nosotros ya podíamos seguir viaje, le dije a mi esposa que Dios había escuchado nuestra oración. Después de algunos días, un viernes, estaba yendo al aeropuerto para buscar a un amigo que estaba llegando y el auto volvió a presentar el mismo problema. Nuevamente quedé parado en la mitad de una carretera. Una vez más, le pedí a Dios que me enviara alguna ayuda. Pocos minutos después, un auto paró y un hombre vestido con su suriyah (la ropa blanca que los hombres visten para ir a orar a la mezquita) ofreció su ayuda. El problema fue resuelto, y yo intenté pagarle por su ayuda. Él se rehusó a recibir el dinero y me respondió en árabe: “Baraka allah fik” [¡Que Dios lo bendiga!]. Situaciones imprevistas pueden sucederle a cualquier persona. Cuando estés pasando por eso, recuerda las palabras de Elena de White: “No hay tiempo o lugar en que sea impropio orar a Dios. No hay nada que pueda impedirnos elevar nuestro corazón en ferviente oración. […] Llevadle todo lo que confunda vuestra mente. Ninguna cosa es demasiado grande para que él no la pueda soportar, pues sostiene los mundos y rige todos los asuntos del universo. Ninguna cosa que de alguna manera afecte nuestra paz es tan pequeña que él no la note” (El camino a Cristo, p. 52). Confía en el cuidado y en la protección de Dios.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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5 de mayo

EL FIN DE LAS LÁGRIMAS “Y Dios enjugará toda lágrima de los ojos de ellos. No habrá más muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas ya pasaron” (Apoc. 21:4).

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iariamente se informan accidentes, protestas, desastres naturales, conflictos y guerras. Hombres bomba y atentados ya no asustan tanto; a fin de cuentas, eso no ocurre en nuestro país, ni afecta a nuestros familiares ni a nuestros niños. La situación caótica del planeta es apenas una información o el tema para una película más. Sin embargo, cuando uno se muda a una región en la que esos acontecimientos forman parte de la rutina de las personas, la percepción cambia radicalmente. A principios del año pasado, acompañábamos las noticias de la guerra en un país vecino, porque el Estado Islámico estaba dominando varias ciudades. La información era de explosiones, muertes y refugiados. En la pantalla del televisor, aquello parecía apenas un hecho periodístico más; pero para nosotros era algo diferente. Dolió mucho cuando una amiga musulmana nos llamó para que escucháramos un audio enviado por su familia, que no lograba dejar el país en conflicto. Escuchábamos el ruido de aviones que sobrevolaban la casa donde ellos estaban y, segundos después, una enorme explosión. Enseguida, el sonido de personas tensas que corrían, mezclándose con las ráfagas de ametralladoras. Después, la voz suavecita de una madre que intentaba calmar a un niño que estaba llorando, mientras el estruendo de explosiones y de tiros todavía resonaba en el aire. Esas personas no son desconocidas, no son rostros sin nombres en la televisión. Son la familia de nuestra vecina de departamento. Nuestra amiga estaba afligida y, durante algunos segundos, nos quedamos en silencio, mirándola. ¿Qué decirle? La abrazamos, y ella imploró que oráramos. Por algún tiempo, aquella “anestesia” haría efecto, pero sabíamos que iba a terminar. Cuando eso sucediera, el dolor volvería. ¿Qué hacer? No es fácil vivir aquí. Sin embargo, por más doloroso que pueda ser, en momentos como esos nos abrazamos más fuerte a Jesús, no solamente en busca de consuelo, sino también para compartir las promesas divinas con quienes ni saben que hay un Salvador. En momentos así, no nos podemos olvidar de que hay un trabajo que debe ser realizado, porque solamente cuando anunciemos la salvación al mundo no habrá más muerte, ni llanto, ni dolor. ¡Ven pronto, Señor Jesús!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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12 de mayo

TORMENTA DE ARENA “Y yo le dije: –Señor mío, tú lo sabes. Y él me dijo: –Estos son los que vienen de la gran tribulación; han lavado sus vestidos y los han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apoc. 7:14).

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uando eras niño, ¿también corrías para estar cerca de tus padres los días en los que había tormentas? El ruido de la lluvia fuerte, de los rayos y los truenos ¿te causaba miedo? Aquí, en Oriente Medio, también hay tempestades, pero ellas son diferentes. Silenciosas, llegan discretamente, sin hacer alarde. Son las tormentas de arena. Cuando se produce una de estas tormentas, el sol queda cubierto y la respiración se hace difícil debido a la cantidad de polvo que queda suspendido en el aire. Intentar evitar la entrada de la arena en las casas es pérdida de tiempo. Tú puedes mantener las puertas y las ventanas cerradas, y también todas las entradas de aire; pero todo será en vano, porque los granos minúsculos ¡siempre encuentran una forma de superar las barreras! Irónicamente, esas tormentas siempre ocurren cuando acabamos de hacer una limpieza profunda en la casa. En esos momentos, nos acordamos de que vivimos en la región del desierto del Sahara, lo que significa convivir con la arena y tener que esperar que la tormenta termine… para limpiar toda la casa otra vez. ¡Y no estamos hablando de una limpieza básica! Es necesario lavar cada rincón con mucha agua, porque después de que la arena entra es muy difícil sacarla. Cada vez que esto sucede, nosotros nos acordamos de la manera en que actúa el pecado. Como las tormentas de arena, entra en nuestra vida casi de manera imperceptible y lo invade todo. ¡Qué difícil es librarse del pecado después de que él entra en nuestra vida! ¡Qué bueno que tenemos a Jesús, de quien fluye el agua viva! Sin embargo, a diferencia de la arena, él solamente entra en nuestra vida si nosotros lo dejamos. Por eso, las puertas y las ventanas de nuestro corazón deben estar siempre abiertas para recibir la influencia del Espíritu Santo. No importa cuánto intentemos luchar contra la entrada del pecado. Somos débiles, muchas veces vencidos, y dependemos de la misericordia de Dios. La buena noticia es que tenemos acceso al Agua viva y podemos lavar nuestras vestimentas en la sangre del Cordero, pues solo él tiene poder para limpiarnos de todo mal. ¡Que el Señor nos ayude a formar parte de aquel grupo de los que se regocijan en la salvación en Jesús y ayudan a llevar ese mensaje a los empolvados de este mundo!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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19 de mayo

LA ALEGRÍA DE LA SALVACIÓN “Les digo que, del mismo modo, hay gozo delante de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente” (Luc. 15:10).

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i esposa y yo tuvimos el privilegio de trabajar durante ocho años en la costa oeste de África, en un país de mayoría musulmana y uno de los más pobres del planeta. Cuando llegamos, supimos que la Iglesia Adventista del Séptimo Día estaba presente en apenas el 10% del territorio. El plan era plantar iglesias en todas las provincias y, para uno de esos territorios por conquistar, enviamos al joven misionero Matthew Koulette. Por casi un año, él realizó evangelismo en aquel lugar. Entre los interesados estaba Valeria, una joven parcialmente paralítica que se movía con la ayuda de un par de muletas muy viejas. Una de sus características era la actitud alegre y siempre positiva con la que enfrentaba la vida. Cada día, entre la ida y la vuelta, ella caminaba diez kilómetros para asistir a las conferencias. Con el tiempo, ella dejó de asistir a la escuela los sábados y, aunque enfrentaba la oposición de su familia, decidió ser bautizada. El día marcado, algunos pastores de la Asociación General estaban presentes, y pudieron presenciar el bautismo de Valeria y de otras diez personas. Cuando terminó la ceremonia, ella se despidió de todos, porque tenía un largo trayecto para recorrer todavía. Después de casi una hora, también nosotros partimos con destino a la capital del país. Era una de esas tardes, en ese país que forma parte de la región del desierto del Sahara, en las que las temperaturas alcanzan los 56°C. Después de algún tiempo de conducir el auto y conversar sobre las decisiones de las que habíamos sido testigos aquel día, vimos a Valeria, al costado de la carretera, que nos hacía señas. Al aproximarse al auto, con una sonrisa en el rostro, ella nos dijo, con un tono de agradecimiento: “Queridos pastores, muchas gracias por venir de tan lejos para participar de mi bautismo. Si no nos vemos más en esta Tierra, sin duda alguna nos veremos en el cielo”. Viéndola entrar en un sendero de tierra rumbo a la villa donde vivía, seguimos nuestro viaje con lágrimas en los ojos, llevando en el corazón aquellas palabras de esperanza.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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26 de mayo

EL SUEÑO “Sucederá después de esto que derramaré mi Espíritu sobre todo mortal. Sus hijos y sus hijas profetizarán. Sus ancianos tendrán sueños; y sus jóvenes visiones” (Joel 2:28).

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iempre entendí que la profecía de Joel 2:28 se refería al derramamiento del Espíritu Santo para los cristianos. En definitiva, el apóstol Pedro menciona este texto al explicar el repentino don concedido a los seguidores de Jesús en el Pentecostés (Hech. 2:17, 18). Sin embargo, al llegar a Oriente Medio, noté que no podemos limitar la acción de Dios al intentar alcanzar a las personas. En cierta ocasión, recibimos a un grupo de extranjeros que había venido para participar de un proyecto social en el área de la salud. Entre ellos, estaba una ex musulmana, Heba, que se había convertido y se había casado con un adventista del séptimo día. En una noche libre dentro de la programación del evento, fuimos a nuestra casa, donde ella contó con detalles su hermosa historia de conversión. Inspirado en su testimonio y con su permiso, decidí compartir su relato con mi iglesia el sábado siguiente, mostrando cómo la recepción fue fundamental para que ella se transformara en una seguidora de Cristo. En el culto en el que narré su historia, providencialmente, recibimos la visita de tres musulmanas que por primera vez entraban en nuestra iglesia. Después de relatar el testimonio y presentar a Heba a todos, rápidamente una de las visitantes, llamada Sarah, nos buscó y nos pidió que la visitáramos en su casa. Ella decía que tenía algo importante para contarnos. Con un poco de inseguridad, pero con fe, nos dirigimos hasta su residencia. Siendo musulmana, ella tenía dudas sobre quién era Jesús realmente; si él era apenas un profeta, como enseña el Corán, o si era Dios que se hizo hombre para salvar a la humanidad. Con el corazón abierto y una oración sincera, Sarah le había pedido varias veces a Cristo que le mostrara y que se revelara como profeta o como Salvador. Habían pasado algunas semanas hasta que ella recibió el primer sueño. En él, vio a un hombre vestido de blanco en las nubes de los cielos, con los brazos abiertos y hablándole. Sarah relató que no logró entender lo que ese hombre le decía, pero que de igual manera, al día siguiente, se despertó con una gran paz en su corazón. Ella insistió en su oración, y por segunda vez tuvo el mismo sueño. En esa ocasión, Sarah buscó la ayuda de una conocida que era cristiana. Su amiga le aconsejó que leyera la Biblia, pues así ella iba a poder entender lo que Jesús estaba queriendo decirle. ¡Dicho y hecho! En la noche anterior a nuestra visita, ella tuvo el mismo sueño por tercera vez. Sin embargo, en esta ocasión ella entendió cuando Jesús le decía: “Tú mereces ser mi hija. No te preocupes, yo siempre estaré contigo”. A partir de aquel día, ella lo aceptó como su Salvador y pidió el bautismo.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 25


2 de junio

SEMILLAS LANZADAS “En la mañana siembra tu semilla y por la tarde no dejes reposar tu mano; porque tú no sabes cuál será mejor, si esto o lo otro, o si ambas cosas son igualmente buenas” (Ecl. 11:6).

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alimos de nuestro país en febrero de 2015 con destino a un país árabe, y eso era todo lo que sabíamos. Por ser jóvenes, estábamos felices de servir al Señor en un lugar distante, donde la presencia cristiana es muy pequeña. El primer desafío que enfrentamos fue el aprendizaje de la lengua. Después de ocho meses, pudimos entender lo básico como para comunicarnos. Entonces, comencé a escribir textos bíblicos en las redes sociales usando el idioma local. Un día, uno de mis nuevos amigos vino a hablar conmigo y me dijo: “¡Felicitaciones, ahora estás aprendiendo a escribir!” Yo le agradecí y le respondí que aquellas palabras no eran mías, sino del Sermón de la Montaña, pronunciado por Jesús y transcrito en la Biblia. Él me dijo que había escuchado hablar de Jesús, pero que nunca había tenido una Biblia como para poder conocer su historia. Después de esa conversación, Moncef me hizo muchas preguntas respecto de mi fe y quedó sorprendido porque yo no comía carne de cerdo, así como tampoco lo hacen los musulmanes. Otro punto que lo dejó intrigado fue el hecho de que dedicara un día de la semana a la oración y la vida espiritual. Además del sábado, enfaticé que en los otros días yo también separaba tiempo para hablar con Dios y leer la Biblia. Eso lo dejó curioso, y quiso saber si yo también oraba cinco veces al día, como los musulmanes. Quedó más interesado todavía cuando supo que son mucho más que cinco, porque yo paso todo el día con Dios, conversando con él mientras manejo el auto, mientras hago las compras en el mercado y en todas las situaciones de la vida cotidiana. Aquello abrió el horizonte de Moncef, de manera que él dijo que también iba a aprovechar las horas en el tránsito para hablar con Dios. Después de eso, tuve la oportunidad de regalarle una Biblia. Le dije que, cuando llegara a su casa, orara pidiéndole a Dios ayuda para comprender la lectura. Moncef quedó muy agradecido por el regalo. ¿El resultado de la semilla plantada? Solo el Señor lo sabe. ¡Ora por nosotros!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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9 de junio

EL LENGUAJE DEL AMOR “Si yo hablo en lenguas de hombres y de ángeles pero no tengo amor vengo a ser como bronce que resuena o un címbalo que retiñe” (1 Cor. 13:1).

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ra septiembre de 2014 cuando mi esposa, mi hijo y yo desembarcamos en el continente asiático con el objetivo de servir como misioneros. Vivimos en un país remoto, que demanda 36 horas de viaje partiendo de América del Sur, localizado cerca de Rusia y de China. Llegamos con un huso horario totalmente diferente, con la sensación de estar –literalmente– en los confines de la Tierra. Luego notamos que tendríamos muchos desafíos para enfrentar y que, más que nunca, necesitaríamos tener la valentía, el desprendimiento y la fidelidad de Juan el Bautista. Todo aquí es diferente. Vivimos en la región más helada del planeta, donde las temperaturas llegan a los -50°C. Las costumbres son muy diferentes de las de la cultura occidental, y eso lo vemos en la ropa, en la comida, en la música, y también en el comportamiento. Por ejemplo: ellos son nómades, es decir, no viven en un lugar fijo durante mucho tiempo; ¡eso es muy extraño para nosotros! Sin embargo, de todas las diferencias, el idioma está, sin duda alguna, entre las mayores barreras para la predicación del evangelio. La lengua es muy compleja, y sin conocerla es casi imposible interactuar con las personas, porque pocas entienden inglés. ¿El español o el portugués? ¡Aquí no sirven para nada! Pasé el primer año de trabajo dedicado principalmente al estudio del idioma y comencé a tener buenos avances, logrando comunicarme de forma básica con la población. Sin embargo, quiero compartir algo contigo. “Bat”, que en la lengua local quiere decir “pacífico”, tiene apenas dos años, y no logra hablar en forma correcta. A pesar de eso, él se comunica de manera sorprendente con personas de todas las edades. El lenguaje que usa es verdaderamente universal, porque él cautiva a todos con sonrisas, besos y abrazos. Los resultados son evidentes en todos los lugares donde él llega. Las personas quedan impresionadas por lo que él dice, aunque no utilice ni una sola palabra. Los padres del niño, es decir, nosotros, recibimos los nombres de Mandak y Tsetsegue, términos que significan “Sol naciente” y “Flor”, respectivamente. Ya hace casi tres años que mi esposa y yo desembarcamos en el país con nuestro hijo, el niño de ojos grandes que calienta el corazón de las personas. Ganamos nuevos nombres y nuevos amigos. La lengua de nuestro hijo es el amor, descrito en 1 Corintios 13. Aquí o en cualquier lugar del mundo, todos los esfuerzos son nulos sin amor. El amor es el lenguaje que habla más alto que las palabras, y el evangelismo que Bat realiza nos enseñó eso en la práctica. En nombre de nuestra familia, quiero agradecerte porque, a pesar de que no estás sirviendo en otro país, también has contribuido a la salvación de personas del otro lado del mundo, por medio de tu fidelidad al Señor en los diezmos y las ofrendas, responsables por mantener este proyecto misionero por los próximos años.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 27


16 de junio

ENCUENTRO INUSITADO “Mi Dios envió a su ángel, el cual cerró la boca de los leones, para que no me hicieran daño; porque delante de él he sido hallado inocente. Tampoco delante de ti, oh rey, he hecho nada malo” (Dan. 6:22).

C

reo que muchos de ustedes escucharon hablar de historias de leones y misioneros en África. Con nosotros no fue diferente. Después de varios meses de arduo trabajo en un país situado en la costa occidental africana, decidimos pasar un fin de semana visitando el parque Pandjari, localizado entre Benín y Burkina Faso. Era una mañana de viernes. En la entrada del parque, la primera pregunta que nuestros hijos les hicieron a los guardias fue si ellos podrían ver leones. Ellos respondieron afirmativamente, y quedamos ansiosos durante el paseo para ver al “rey de la selva”. Sin embargo, para nuestra tristeza, recorrimos casi 250 kilómetros viendo de todo, menos leones. Al final, entendimos que era propaganda engañosa para los turistas. Al aproximarnos a la hora de la puesta del sol, elegimos un espacio claro al lado del río, para celebrar nuestro culto y recibir el sábado. Bajamos del auto, nos aproximamos al barranco, a la orilla del río, y cantamos las canciones preferidas de nuestros hijos. Estuvimos cerca de media hora en aquel lugar, admirando el paisaje y agradeciéndole a Dios por la oportunidad de estar en medio de una naturaleza tan exuberante. Como estaba oscureciendo, volvimos tranquilamente al auto, estacionado a unos treinta metros de donde nosotros estábamos. Apenas entramos en el vehículo y encendimos las luces, notamos que habíamos sido seguidos por un animal. Al principio pensamos que se trataba de una mula, por causa del tamaño; pero, para nuestra gran sorpresa, descubrimos que era una leona. ¡Ella pasó al lado de la ventanilla del conductor! No es necesario explicar que quedamos asombrados y temblando por unos minutos, agradeciéndole a Dios por haber salvado nuestra vida. Allí aprendimos algunas lecciones. El Señor nos preservó, a pesar de nuestra imprudencia. Sin embargo, nunca más nos expusimos a peligros innecesariamente. Aprendimos, también, que las promesas divinas son reales, porque, de hecho, “el ángel del Señor acampa alrededor de los que le temen y los defiende” (Sal. 34:7). Al darle la bienvenida al sábado, intenta recordar cuántas veces Dios también cuidó de ti y te protegió de peligros. Agradécele por la fidelidad de sus promesas. Disfruta de su cuidado y alábalo porque las misericordias del Señor duran para siempre.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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23 de junio

BARRERAS DERRUMBADAS “Jesús los miró y les dijo: –Para los hombres esto es imposible, pero para Dios todo es posible” (Mat. 19:26).

“Y

si alguien apaga la luz durante el encuentro, ¿qué sucede?” Eran preguntas de ese estilo las que Ahmet hacía, intentando entender lo que pasaba en nuestros cultos. Su esposa, Sevgi, era una adventista que acababa de descubrir nuestro grupo pequeño y deseaba participar de los encuentros. Sin embargo, para su marido, un musulmán, la reunión con occidentales representaba un gran riesgo, y eso quedaba claro en sus extrañas preguntas. Pasamos un largo tiempo respondiendo las preguntas que él hacía, explicando nuestra fe, nuestras costumbres, y aclarando algunos preconceptos. Durante la siguiente semana, nosotros oramos y, el viernes, recibimos el mensaje de que Sevgi podría estar con nosotros el sábado. Nuevamente oramos, ahora para que Dios moviera el corazón de Ahmet, a fin de que su esposa pudiera continuar frecuentando nuestra comunidad. Sin embargo, para nuestra tristeza, al sábado siguiente su autorización fue negada. Fue así durante cuatro meses. Algunos sábados ella recibía autorización; y en otros, sin explicaciones, Sevgi solo podía adorar a Dios en la soledad de su dormitorio. Al final de aquel año, preparamos una ceremonia de Santa Cena y, faltando pocos minutos para comenzar la programación, recibimos un mensaje de Ahmet, diciendo que tenía el día libre y que le gustaría unirse a nosotros. Quedamos preocupados por la situación, porque el rito de la Comunión es una de las celebraciones de mayor identificación del cristianismo. Entendimos que no sería bueno que un musulmán viera un culto cristiano, por primera vez, en una ocasión como aquella. Frente a eso, decidimos orar pidiéndole a Dios que condujera la situación. Ahmet se mostró muy cómodo, atento a la programación, y pidió que realizáramos más cultos durante las noches, para que él pudiera participar. A los ojos humanos sería imposible mover el corazón de aquel hombre tan lleno de preconceptos. Sin embargo, el toque del Espíritu Santo es capaz de ablandar al más duro de los corazones en apenas una noche. Pocas horas fueron suficientes para que el Señor derrumbara las barreras y lo abrazara con su amor, porque “para Dios, todo es posible” (Mat. 19:26).

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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30 de junio

¡QUÉ PARTIDO! “Anden sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo” (Col. 4:5).

E

n cierta ocasión, recibí la llamada telefónica de un desconocido que hablaba inglés y me pedía una reunión para conversar sobre un asunto particular. Él no quiso adelantar el motivo y reafirmó la necesidad de discreción. Algunos días después de ese contacto, marcamos un encuentro en una plaza de la ciudad. Él se presentó y contó su historia. Dijo que durante dos años cursó una maestría en Inglaterra y que, durante ese período, comenzó a investigar su propia religión, el Islam. Eso ocurrió porque el método de estudio tenía prevista la investigación y el constante cuestionamiento. Él terminó transportando esa mentalidad académica a los estudios teológicos, y encontró una serie de inconsistencias en su creencia, especialmente en lo que se relaciona con el perdón. A partir de eso, pasó a interesarse por el cristianismo. Sin embargo, todos en su familia eran musulmanes, incluyendo a su esposa y a sus hijos. Al volver al Oriente Medio, el deseo de saber sobre la fe cristiana continuaba. Entonces, decidió ir a un barrio cristiano existente en la ciudad a fin de conversar con algún líder religioso. Era un día de semana, y él supo que, para conversar con un sacerdote, debía ir los domingos y esperar hasta el final de la misa. Quedó decepcionado, porque ser visto en aquella reunión nuevamente sería peligroso. Sin embargo, aquel musulmán quería que alguien le explicara la Biblia. Después de algunas semanas, él decidió abrirle el corazón a un sobrino que tenía “la mente más abierta”. El joven le dijo que, poco tiempo antes, había conocido a un cristiano durante un partido de básquet en una plaza de la ciudad y que tenía el número telefónico. Yo era aquel cristiano indicado por el muchacho. “¿Usted es la persona correcta para que me explique más sobre la Biblia de los cristianos?”, me preguntó. Disimulando mi alegría, le respondí que creía que Dios lo había conducido hasta mí y que, sí, yo era la persona correcta. A partir de entonces, nos encontramos una vez por semana para estudiar la Biblia juntos. En estos meses, él tuvo algunos sueños con la presencia de Jesús. Días atrás, finalmente, él me dijo: “Acepté a Jesús como mi Salvador y acepto la Biblia como la Palabra de Dios. ¿Ahora me puedo considerar un cristiano?” Después de esa pregunta, estudiamos sobre el bautismo y él tomó su decisión. ¡Dios es maravilloso! Con ese milagro, aprendí que el Señor desea que nosotros nos involucremos con la comunidad, porque cuando menos lo esperamos (como un partido de básquet en una plaza, por ejemplo) él nos aproxima a quien lo está buscando a él. No me acuerdo de cuántos puntos marqué en aquel partido, pero el resultado del juego fue sorprendente.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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7 de julio

¿Y AHORA, SEÑOR? “Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él hará” (Sal. 37:5).

V

endimos los muebles, donamos buena parte de la ropa, hicimos las valijas y nos despedimos de los amigos. En vísperas de nuestro viaje rumbo al campo misionero, una noticia nos dejó muy preocupados: mi esposa estaba embarazada. Un hijo siempre es una bendición, pero nos quedamos con temor. Estábamos dejando nuestro país para servir como misioneros en un país desafiante, con una cultura y una religión diferentes, y donde tendríamos que aprender una nueva lengua. Ni siquiera teníamos información sobre el sistema de salud de aquel lugar. La pregunta que nos venía a la mente era: “¿Y ahora?” Sin embargo, Dios nos ordenó seguir adelante. Concluimos los preparativos del viaje y estudiamos lo que era necesario para nuestra llegada al nuevo país. A pesar de todos los preparativos, una semana antes de viajar, recibimos la noticia de que, en función de algunas dificultades, lo mejor sería quedarnos en otro país a fin de acostumbrarnos a la cultura y tener nuestro hijo con más tranquilidad. El plan, entonces, sería que al año siguiente nos mudaríamos a la región planificada en primera instancia. Nuevamente, el Señor nos mostró que ese era el camino que debíamos seguir, y embarcamos. Aquel período fue muy bueno, aprovechamos las experiencias, pero siempre manteníamos el pensamiento de que nos quedaríamos apenas un año. Por eso, sentíamos que estábamos solamente de paso en ese país y en esa cultura, en la expectativa del año siguiente. Sin embargo, al final de aquella temporada, fuimos invitados a permanecer durante un año más en ese lugar. Esos cambios en la planificación nos hicieron ver que, a lo largo de la vida, establecemos objetivos, corremos detrás de sueños, y cuando algo repentino sucede nos quedamos preguntando: “¿Y ahora?” Felizmente, tenemos un Dios en el que podemos confiar y tener la plena seguridad de que él hará siempre lo mejor por nosotros. Durante esos cambios, vimos que todo lo que el Señor hace es lo mejor, y en todas las direcciones tomadas pudimos entender sus planes para cada momento. Una de ellas es que nuestro inesperado hijo es el misionero más cautivante en nuestra pequeña familia. Sin saberlo, Dios nos colocó en este lugar para que, en el momento necesario, sirvamos como soporte pastoral en la iglesia, y él ha enviado a personas sedientas del evangelio.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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14 de julio

NUESTRA MISIÓN “Y les dijo: ‘Vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio a toda criatura’ ” (Mar. 16:15).

N

unca había pasado por mi cabeza ser misionero, pero mi esposa (cuando era mi novia) colocó eso en mi corazón poco a poco; y en el último año del curso de Teología formé parte de un proyecto evangelizador en el continente africano. Aquellos días de vacaciones fueron suficientes para que Dios confirmara la misión en mi corazón. Después de que nos casáramos y de haber trabajado por un tiempo como pastor en el Brasil, volví a África, donde con mi esposa servimos durante dos años. Fueron días muy difíciles, pues el calor era insoportable y no había energía eléctrica ni agua potable. Sin embargo, superábamos esas dificultades por la alegría de estar junto a un pueblo amable y acogedor. Aquellas experiencias marcaron y cambiaron nuestra vida, pues vivimos milagros modernos en todo instante. Cierto día fui a visitar a una familia que había dejado de frecuentar la iglesia. Después de conversar un poco, la matriarca me dijo: “Pastor, yo era una adoradora del diablo, hacía ofrendas y rendía culto. La Iglesia Adventista del Séptimo Día me enseñó sobre Dios, me presentó la Biblia, y aprendí que el Señor es más fuerte y poderoso que el diablo. Los musulmanes tienen sus mezquitas, los animistas sus lugares de adoración; pero si Dios es más fuerte y poderoso que el diablo, ¿por qué tenemos que adorarlo en una pequeña sala de clases en una escuela pública?” Me quedé pensando en cómo responder aquella pregunta simple y sincera. Le expliqué acerca de las dificultades de predicar el evangelio alrededor del mundo, de la adquisición de recursos y de conseguir misioneros, entre otros desafíos. La cuestión de la adoración en este país es algo cultural muy fuerte. Si tenemos templos construidos con luz eléctrica, buena programación con proyecciones y música, muchos serán alcanzados. Muchas veces lloré al pensar en todo lo que tenemos y en cuánto Dios nos bendice, y a pesar de todo no estamos satisfechos. Tenemos iglesias hermosas y confortables, donde no nos falta nada; pero en lugar de adorar, alabar y trabajar arduamente en la obra del Señor, siempre encontramos algún aspecto para criticar. ¡Parece que nunca nos contentamos con lo que tenemos! No debemos olvidarnos de que hay lugares que todavía necesitan ser alcanzados y que hay otras personas cuya vida necesita ser transformada. Dios fue maravilloso, pues gracias a donaciones actualmente tenemos iglesias construidas en aquel país. Recuerda que la misión es realizada con los pies de quienes van, las rodillas de quienes quedan y las manos de quienes donan. ¿De qué maneras tú pretendes involucrarte?

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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21 de julio

DIOS CUIDA DE NOSOTROS “Echa tu carga sobre el Señor, y él te sostendrá. Jamás dejará caído al justo” (Sal. 55:22).

M

i esposo y yo servimos como misioneros en África, donde actuamos directamente en algunas iglesias y también en una escuela adventista. Entre nuestros desafíos, teníamos el plan de tener un predio propio, a fin de atender a nuestros alumnos con más comodidad y eficiencia. Hicimos algunos contactos en nuestro país, y mi esposo viajó con la intención de recaudar fondos para ese proyecto. Sin embargo, como yo era la directora de la escuela, no pude acompañarlo. El país vivía un período de elecciones presidenciales, y el ambiente parecía favorable para que yo pudiera permanecer sola. Cierta noche escuché ruidos muy altos cerca de nuestra residencia. En poco tiempo, comencé a oír sirenas de ambulancias y personas conversando en voz alta. Fui a la casa de una familia pastoral vecina a la nuestra, y supe que aquellos estampidos eran granadas y tiros disparados en el momento en el que estaba ocurriendo un golpe militar. Todos los bancos fueron cerrados, y las entradas y las salidas del país quedaron bloqueadas. El pueblo temía una nueva guerra civil, y yo estaba allí, sola y sin saber qué pensar. No podía salir del país y mi esposo no podía regresar. Después de algunas semanas, con el bloqueo del tránsito, los mercados comenzaron a sufrir desabastecimiento, ya que el puerto también había sido cerrado. Comenzó a faltar la comida y el agua potable, y lo que había en el país estaba siendo vendido a precios altísimos. Había toque de queda a las 19 horas todos los días, y un clima de incertidumbre y zozobra se apoderó de todos. El dinero para el mantenimiento comenzó a faltar, pero gracias a Dios teníamos dinero de donaciones guardado en casa. Algunos hermanos comenzaron a pasar necesidades y, con los recursos que estaban en mis manos, pude comprar lo que necesitaba y auxiliar a quienes estaban en dificultades en nuestras iglesias. En aquel momento, entendí por qué Dios había permitido que yo estuviese en aquel lugar, aunque fuese sola, pues él me utilizó para bendecir a personas que realmente necesitaban ayuda. Después de algunas semanas, las fronteras fueron abiertas otra vez. Entonces, volví a nuestro país para reencontrarme con mi esposo y para aguardar el desarrollo de la situación. Durante ese período, orábamos mucho y deseábamos regresar al campo misionero. Incluso frente a los pedidos de muchas personas para que nos quedáramos en nuestro país, decidimos continuar con nuestra misión, pues nuestro corazón estaba allá. ¡Fue maravilloso cuando volvimos a África! Muchos no creían que regresaríamos, y se sintieron amados por nosotros y por Dios con nuestra presencia. A pesar de todo el miedo que sentí, fue impresionante notar que el Señor quería usarme. Yo solamente necesitaba confiar en que él estaba cuidando de mí.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 33


28 de julio

SALVADO POR UN NIÑO “Sobre él reposará el Espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza, espíritu de conocimiento y de temor del Señor” (Isa. 11:2).

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ra un jueves, y estábamos sirviendo como misioneros en un país africano. Alrededor de las 21, escuchamos a alguien que llamaba en el portón de la casa. Por la ventana vi que era uno de nuestros hermanos con sus dos hijitas: una, de cinco años; y la otra, de solamente dos. Cuando los recibí, él dijo que no estaba allí por un motivo bueno, y comenzó a llorar con mucho sentimiento. Entonces, tomé a las niñas y las llevé para la cocina, mientras mi esposo intentaba confortarlo. Después de algunos minutos de llorar, la conversación pudo comenzar. Aquel miembro de la iglesia dijo que, desde nuestra llegada al país, prestaba atención a nuestra relación familiar y quería conversar con nosotros. Había venido hasta nuestro portón algunas veces, pero, sin valor para llamar, regresó a su casa. Él enfrentaba problemas en su matrimonio y nos contó toda la historia de su relación conyugal. Destacó también cómo había visto la actuación de Dios para que permanecieran juntos, a pesar de la desaprobación de ambas familias. Entonces, después de años de matrimonio, nuestro hermano sentía que su esposa no lo amaba y que dedicaba atención solo a las niñas. Durante las constantes discusiones, errores del pasado volvían a escena, y él sentía un fuerte deseo de salir de la casa y abandonar a la familia. Confesó que, intentando sentirse mejor, había encontrado cierto consuelo en la bebida, lo que solamente empeoraba la situación familiar. Algún tiempo después, más calmo, nos contó que aquel día había llegado al límite y había planificado quitarse la vida. La estrategia era llevar a las hijas a una confitería, dejarlas allí comiendo alguna torta y apartarse para suicidarse. Como pretexto para salir de la casa, les dijo a las niñas que iban a hacer un paseo. Entonces, la hija más pequeña le preguntó si ellos irían a nuestra casa. Por ese motivo él apareció a aquella hora de la noche y estaba tan consternado. “Tuve la plena certeza de que fue el Espíritu Santo quien habló a través de mi hija, porque si yo no hubiera venido a hablar con ustedes en este momento estaría muerto. Confío solamente en ustedes”, relató. Ese episodio nos marcó mucho, pues vimos la actuación directa de Dios a través de una niñita de dos años, a fin de salvarle la vida al papá y el futuro de su familia. Aquella noche abrimos la Palabra de Dios y oramos. Después, él volvió a su casa con sus hijas. ¡Alabado sea el Señor, que nos utiliza de formas tan admirables a fin de marcar la diferencia en la vida de otros, así como él la marca en la nuestra!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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4 de agosto

OPORTUNIDADES “Anden sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo” (Col. 4:5).

S

ervimos como misioneros en un país asiático, donde las temperaturas pueden llegar a -40ºC. Nuestro inglés es básico y, además, necesitamos aprender el idioma local. A pesar de esas dificultades, desde que llegué le he pedido a Dios que me utilice de alguna manera para predicar su mensaje, aunque sea sin palabras. Cierto día, cuando fui a la Misión adventista, encontré los libros La gran esperanza y El gran conflicto en la lengua local. Adquirí algunos y comencé a cargarlos en mi bolso, pidiéndole al Señor que me diera la oportunidad de entregárselos a las personas correctas en el momento correcto. Un día fuimos a un mercado popular. Al regreso, notamos que estábamos perdidos y muy lejos de nuestra casa. Para empeorar la situación, no sabíamos cómo regresar en ómnibus. Intentamos pedir información, pero parecía en vano, pues las personas no nos entendían. Un joven, que hablaba un poquito de inglés, logró entendernos; pero no sabía indicarnos la dirección correcta. Sin embargo, se preocupó de tal manera que les preguntó el camino a varias personas. Incluso paró un taxi para informarse con el conductor. Entonces, decidió seguir con nosotros en el vehículo para garantizarnos que llegaríamos con seguridad a nuestro hogar. Durante el recorrido, gastamos todo nuestro inglés intentando profundizar la conversación, pero no teníamos fluidez para eso. En ese momento, me acordé del libro y sentí que debía entregárselo. Como no sabía qué decir, solo lo saqué de mi bolso y se lo ofrecí. El lo tomó, lo miró y dijo que era interesante, e hizo mención de que lo iba a devolver. Logré explicarle que era un regalo, y él lo aceptó. Cuando llegamos a casa, el joven quiso pagar el viaje y dijo que le gustaría ser nuestro amigo. Actualmente, mantenemos contacto con él y oramos para tener la oportunidad de transmitirle el mensaje de Dios. Creo que aquel día no nos perdimos por casualidad, pues había un propósito en mi corazón: alcanzar a alguna persona con el evangelio. A pesar de nuestras limitaciones, cuando Dios nos llama, él nos puede usar.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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11 de agosto

LA ORACIÓN DEL CHAMÁN “Todo camino del hombre es limpio en su propia opinión, pero el Señor es el que examina los espíritus” (Prov. 16:2).

E

n el país asiático en el que vivimos, las temperaturas son congelantes la mayor parte del año. En el mes de julio, cuando es verano, nosotros y algunos amigos decidimos conocer un poco del interior de nuestro campo misionero. Al regresar a casa, el conductor no sabía exactamente cómo volver, pues la mayor parte del trayecto pasa por montañas, ríos y campos. Estábamos completamente perdidos en un lugar deshabitado. Después de intentar varios caminos, resolvimos buscar a alguien que nos informara la dirección correcta, pero no había ninguna señal de moradores en aquel lugar. Eso nos llevó a orar a Dios pidiéndole ayuda. Inmediatamente, vimos un hombre relativamente cerca, con cabras y caballos, próximo a un río. Paramos para informarnos, y el desconocido nos explicó el camino. Entonces, él realizó un pedido. Dijo que su esposa estaba en una ciudad próxima desde el nacimiento de su hijo y que no había tenido la oportunidad de visitarlos. Su propuesta era guiarnos a cambio de que lo lleváramos. Estábamos temerosos, porque no lo conocíamos y el auto estaba lleno. Sin embargo, comprendimos la necesidad de ayudarlo. Él hablaba un poco de inglés y logramos conversar, auxiliados por el conductor, que hablaba la lengua local. El hombre nos contó que estaba allí esperando un auto que lo llevara hasta la ciudad. Como no encontraba formas de ir hasta el hospital donde la esposa y el hijo estaban, fue hasta el río y, colocando la mano en el agua, pidió que alguien bondadoso apareciera para ayudarlo. Esa es una práctica común entre los chamanes de este lugar. El chamanismo es un conjunto de creencias ancestrales que busca contactar otros planos de conciencia a fin de obtener conocimiento, poder, equilibrio y salud; trayendo tranquilidad, paz y profunda concentración, que estimulan el bienestar físico, psicológico y espiritual. Los rituales de los chamanes engloban prácticas de magia y evocaciones para establecer contacto con el mundo espiritual. Cuando él nos contó que había hecho una oración al río y que fue atendido, nos sorprendimos y entendimos que, en su sinceridad, Dios lo atendió, a pesar de que aquel hombre nunca había escuchado hablar sobre el Señor. El Creador ve a todos de manera amante y compasiva, a diferencia de nosotros, y me sentí feliz por ser la respuesta de la “oración” de nuestro inusitado guía. Aprovechamos la ocasión para hablar con respecto a Dios, que lo colocó en nuestro camino en respuesta a nuestro propio pedido. A pesar de no tener más noticias de aquel hombre, esa fue la primera ocasión que él tuvo de escuchar hablar de Dios. Oramos para que nuevas oportunidades de conocer mejor a Dios aparezcan en su camino. Oramos también para que más personas que necesitan conocer sobre el pronto regreso de Jesús aparezcan en nuestro camino.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 36


18 de agosto

LIBRES DE LOS SAQUEADORES “Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones” (Sal. 46:1).

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stábamos en un país africano donde la sequía y la reciente guerra civil transformaban en preocupante la situación. Implementábamos un programa de respuesta a emergencias y, como misioneros, también enfrentábamos muchas dificultades. Íbamos a la capital cada tres meses, cuando se realizaban reuniones de trabajo, y podíamos comprar repuestos, recibir cartas y llamar por teléfono a nuestros familiares. Estos viajes solamente eran posibles bajo la protección del ejército, ya que cada convoy era un posible blanco de ataques de los guerrilleros. En la capital había una gran estructura de ADRA, con oficina propia, camiones, vehículos, tanque de combustible y almacén con capacidad para una tonelada y media de alimentos. Esos recursos eran utilizados para llevar auxilio a las aldeas. ADRA los recibía por vía marítima, pero como había bancos de arena próximos al puerto era necesario usar barcos más pequeños y balsas para transportar las mercancías. Cierto día, yo estaba en la oficina cuando fui llamado por la radio. Había mucho ruido, gritos y ¡hasta tiros! Me pidieron que fuera al puerto con urgencia, lo que hice sin saber de qué se trataba. Encontré una multitud alborozada corriendo con grandes bolsas en sus espaldas, mientras la gente de seguridad disparaba hacia lo alto. Dos balsas estaban ancladas. La primera, con maíz perteneciente a ADRA; y la segunda, con azúcar que pertenecía al Gobierno. Cada momento llegaban más personas, y hasta los policías destacados para contener el robo comenzaron a saquear la balsa también. En poco tiempo, los milicianos también llegaron y saquearon. Para llegar a la balsa con azúcar, pasaban por arriba del maíz de ADRA. Yo no conocía el idioma local y demoré en saber lo que realmente estaba sucediendo. Sin embargo, un integrante de nuestro equipo me tradujo lo que logró escuchar de la multitud: “Ellos dicen que están agarrando solamente lo que les pertenece, porque el Gobierno no está entregando azúcar a los necesitados. Pero, dicen que no van a tocar nada de ADRA, porque saben que nosotros entregamos todo en las aldeas”, nos informó. Había un plan gubernamental de intercambio de azúcar por pescado seco, algo que no estaba ocurriendo de acuerdo con la expectativa de la población. Por eso se había dado aquel trastorno. En tres horas fueron saqueadas cuarenta toneladas de azúcar. De nuestro cargamento, apenas una bolsa fue perdida, pues cayó al mar cuando las personas corrían sobre la balsa. De cualquier manera, cuando vio que habían derrumbado maíz al mar, un hombre se lanzó al agua para recuperarlo, siendo ayudado por otros saqueadores. Eso muestra que un trabajo realizado con honestidad despierta el reconocimiento de la población. Después de la confusión, pudimos terminar de descargar el navío y tener todos nuestros productos seguros en nuestro almacén. Alabamos a Dios porque él protegió los recursos destinados a la práctica del bien.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 37


25 de agosto

EL INTERROGATORIO “Pero cuando los entreguen, no se preocupen de cómo o qué hablarán, porque les será dado en aquella hora lo que han de decir” (Mat. 10:19).

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o estaba preparando los últimos detalles en el local en el que iniciaríamos una serie de reuniones dirigidas a las familias y todavía necesitaba realizar algunas compras para la inauguración de nuestro Centro de Influencia. Mientras conversaba, mi amigo me dijo que debía acompañarlo, porque estábamos siendo intimados por personas del Gobierno. Le pregunté si eso no podría ocurrir en otra fecha, ya que estábamos tan ocupados, pero él me dijo que tendría que ser en aquel momento y que los oficiales querían saber lo que hacíamos en el país. En auto, fuimos hasta el lugar marcado para la entrevista. Yo estaba muy nervioso, pues no comprendía el motivo de la urgencia; mi amigo, sin embargo, estaba más tranquilo. Esperamos por algunos minutos y nadie apareció. Así que, mi colega fue a preguntar por qué habíamos sido intimados, y la situación comenzó a empeorar. Antes tranquilo, ahora él se mostraba preocupado y me dijo que nos habían mandado a otro lugar. Por causa de la falta de fluidez en el idioma local, demoramos en entender que debíamos presentarnos ante la policía secreta. ¡Eso significaba un gran cambio en la situación! Sabíamos la diferencia entre hablar con inmigración y con oficiales de la policía secreta. Inmediatamente, llamamos a nuestras familias y pedimos que oraran por nosotros. En la entrada, tuvimos que dejar nuestros documentos y los teléfonos móviles. Enseguida fuimos encaminados a una sala pequeña, donde había solamente tres sillas y una mesa. Entonces, un oficial comenzó a interrogarnos. Él me hacía preguntas a mí y luego se las repetía a mi colega. Después de terminar, vinieron otros dos investigadores que hicieron más preguntas. Querían saber lo que hacíamos, quién nos había enviado, y pidieron que describiéramos todas nuestras actividades en el país. Finalmente me sacaron de la sala, pero mantuvieron a mi amigo en interrogatorio por más de una hora. Del lado de afuera, yo continuaba siendo investigado. Creo que buscaban incoherencias en nuestras declaraciones. Después de más de dos horas, pudimos dejar el predio y volver a casa, donde abracé a mi familia. Hasta el día de hoy, no sé lo que motivó ese interrogatorio, pero agradezco la oportunidad de haber regresado con mi esposa y mis hijos.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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1º de septiembre

CORAZÓN DE NIÑO “Y dijo: –De cierto les digo que si no se vuelven y se hacen como los niños, jamás entrarán en el reino de los cielos” (Mat. 18:3).

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na de las más bellas lecciones que aprendimos en el campo misionero fue dada por niños musulmanes a nuestra hija. Cuando decidimos ir a otro país, leí varios libros que decían que era importante separar unas dos semanas para vivir intensamente con una familia local, con la finalidad de aprender la nueva cultura y prepararse para las dificultades inherentes a la misión. De esa manera, oramos pidiéndole a Dios que nos proporcionara esa experiencia con una familia musulmana, y él nos respondió de una manera admirable. El director del Centro de Influencia de la ciudad conocía a una familia de refugiados de Siria, dispuesta a recibirnos durante ese período de adaptación y aprendizaje. Yo tenía una preocupación en relación con mi hija de dos años: desde que habíamos salido de nuestro país, esta sería la séptima casa en la que viviríamos, todas en países diferentes. Algunas mudanzas no habían sido fáciles para ella, y me preguntaba cómo sería esta vez. Todos los días yo oraba y hablaba con Dios sobre este asunto. Le expliqué a nuestra hija que la casa hacia donde estábamos yendo tenía muchos niños, y me pareció que ella se quedó un poco asustada con eso. El inmueble era pequeño y había apenas dos dormitorios, donde vivían siete personas. Ellas se acomodaron en la habitación mayor y, gentilmente, nos cedieron el otro dormitorio a nosotros. Mi inseguridad se deshizo inmediatamente cuando la niña más chiquita de la familia, con seis años, tomó a mi hija por las manos y la llevó para jugar. A partir de ese momento, se transformaron en amigas inseparables. Aquella estadía fue un curso intensivo de cultura, lengua, religión y comportamiento del pueblo al que iríamos a predicar. ¡Y pensar que yo estaba tan ansiosa! Aprendimos cosas que nos hubieran llevado mucho tiempo notar, como por ejemplo: cómo comer con las manos, cómo sentarse en el suelo, sacarnos los zapatos para entrar en la casa, entre otras costumbres que son diferentes de las nuestras. En el campo misionero, para mezclarnos con las personas y para que ellas nos acepten, necesitamos, primero, observar cómo se visten, cómo hablan y cómo se comportan. Un ejemplo es que, durante las semanas que vivimos con aquella familia, decidí usar el hiyab –velo–, pues, para ellos, eso es una señal de respeto. Fue interesante, porque mi hija también quiso usarlo. Sin embargo, la enseñanza más importante de ese período fue el amor, porque aunque esa experiencia haya ocurrido hace ya más de dos años, mi hija continúa preguntando por sus amigas musulmanas. Tengo la plena seguridad de que nuestra permanencia con ellos también representó una mirada diferente sobre el cristianismo. Así como yo, deseo que entiendas que solamente si tenemos el desprendimiento y el amor de un niño podremos concluir el trabajo de Dios en la Tierra.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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8 de septiembre

MILAGROS EN EL FIN DEL MUNDO “Las costas han visto y temen. Los confines de la tierra tiemblan; se congregan y acuden” (Isa. 41:5).

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legamos a la isla en 2015 para la mayor misión de nuestra vida. Este país es secularizado y con muchos ateos, y el clima frío parece influir en el comportamiento de los moradores. Son muchos los días nublados, con viento fuerte, y eso parece que entristece el corazón. Mientras escribo este texto, hay noticias de tensión gubernamental y política. Aquí hay muchos desafíos y algunos parecen muy difíciles, como el nacionalismo exacerbado y el preconcepto para con los extranjeros. Ese es un rótulo que tenemos aquí. Nuestro sueño era comprar una casa que pudiera ser transformada en un Centro de Influencia. Sin embargo, hay una ley nacional que prohíbe la compra de inmuebles por extranjeros. Oramos al Señor pidiéndole esa bendición especial, pero nuestro pedido de compra fue rechazado tres veces por el Gobierno. Un día, mientras estaba en un supermercado, fui abordado por un señor, que me preguntó qué estaba haciendo en la isla. Respondí que teníamos el plan de adquirir una casa para realizar actividades de beneficencia. Inmediatamente, la ira se manifestó en sus expresiones y su rostro quedó extremadamente rojo. Él fue duro al decirme que nunca conseguiríamos comprar tierras en ese lugar, pues ellas pertenecen exclusivamente a los nativos. Quedé impresionado por la arrogancia de aquel ciudadano, pero confiando en la soberanía de Dios y en la conducción divina del proyecto. En reuniones realizadas por el abogado adventista con representantes del Gobierno, el mismo pedido había sido negado en varias oportunidades. Sin embargo, continuamos elevando nuestras solicitudes de compra. Cerca de tres meses después, la adquisición de una casa en un enorme terreno fue aprobada por el Gobierno de manera milagrosa. Hubo un gran debate interno, y las leyes fueron adaptadas para esta situación. Actualmente, nos reunimos con doce amigos a quienes les gusta escuchar de Jesús. Ellos son nativos y tienen familiares que viven en la isla. Somos felices y estamos emocionados al tener la oportunidad de plantar la semilla del evangelio en esta parte del mundo, tan distante y tan desafiante.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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15 de septiembre

UNA NUEVA MIRADA “Si apartas tu pie por respeto al sábado, para no hacer tu capricho en mi día santo; si al sábado llamas delicia, consagrado al Señor y glorioso; y si lo honras, no haciendo según tus propios caminos ni buscando tu propia conveniencia ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás en el Señor. Yo te haré cabalgar sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer de la heredad de tu padre Jacob. Porque la boca del Señor ha hablado” (Isa. 58:13, 14).

L

uego de que llegamos al sur de Asia, mi esposa y yo encontramos una mezcla de cultura milenaria, modernidad y una iglesia que ha enfrentado décadas de persecuciones, dificultades y limitaciones para crecer. Conocimos, también, a personas sinceras; entre ellas, una dedicada profesora adventista del séptimo día que trabaja en la región junto con su esposo y su hijo. El matrimonio abrió un pequeño parque de juegos infantiles en el sur del país. Ellos deseaban servir a la comunidad, y ese pequeño Centro de Influencia pasó a funcionar de domingos a viernes. Los sábados permanecía abierto para los niños que habían pagado anticipadamente y también para los visitantes. Aunque tuvieran un objetivo noble, que ese lugar estuviera abierto durante el séptimo día era claramente contrario al mandamiento bíblico; porque ellos y sus funcionarios permanecían atareados con su trabajo regular durante las horas del sábado. Después de algún tiempo, las cosas comenzaron a ir mal, y las entradas no estaban cubriendo los gastos del alquiler y mantenimiento del espacio. La profesora nos pidió que oráramos y que la ayudáramos a pensar en alternativas para recuperar el negocio. Sugerimos implementar nuevos servicios, dejar el espacio más bonito e invertir en la divulgación. Sin embargo, nada de eso fue suficiente. En un momento apropiado, después de haber orado sobre el asunto, invitamos a la profesora y a su esposo para conversar. Les presentamos los textos bíblicos que hablan sobre el sábado. Al final, les sugerimos que ningún cambio fuese realizado antes de que ellos, como matrimonio, oraran y se convencieran por ellos mismos de la verdad acerca de los Mandamientos. Algún tiempo después, ellos decidieron cerrar totalmente aquel espacio los sábados. Ahora, tanto ellos como sus trabajadores podían descansar, acorde con el Mandamiento, ir a la iglesia y realizar actividades misioneras. Después de ese cambio, además de haber logrado estabilizar las finanzas del parque de juegos infantiles, nuestros amigos abrieron dos pequeños grupos sobre Educación Cristiana y Salud, para atender a los padres de los niños. Actualmente, muchos niños y muchos padres frecuentan ese Centro de Influencia. Por medio del trabajo realizado, ellos tienen la oportunidad de conocer a Jesús en un país en el que menos del 3% de la población profesa alguna creencia religiosa. Cuando permitimos que el Señor corrija nuestros puntos de vista y decidimos ser fieles a su Palabra, experimentamos su cuidado, dirección y amor.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 41


22 de septiembre

DIOS PROVEERÁ “Bienaventurados son cuando los vituperen y los persigan, y digan toda clase de mal contra ustedes por mi causa, mintiendo” (Mat. 5:11).

A

l llegar a la ciudad que sería nuestra casa, encontramos a más de 2 millones de personas, de las cuales el 99% eran musulmanas. Nosotros sabíamos que no había ninguna congregación adventista allá, pero estábamos decididos a encontrar a algunos hermanos de fe en aquella región del mundo. Después de algún tiempo, fuimos informados de la presencia de siete jóvenes adventistas extranjeros. Decidí buscarlos, para que tuviéramos la oportunidad de adorar juntos a nuestro Dios. Como la Iglesia Adventista del Séptimo Día no estaba registrada por el Gobierno, no había lugar para que nos reuniéramos los sábados, a no ser mi casa. Después de algunas semanas de reunirnos, supe que nuestra actividad había despertado la atención de las autoridades locales. Policías me abordaron, atendiendo –según dijeron– una denuncia de que había un punto de prostitución y de trabajo ilegal en mi residencia. Fui llamado a declarar en la comisaría, sin entender la razón por la que ellos pensaban eso de nosotros. “Los vecinos también confirmaron lo que estábamos investigando. Usted está ejerciendo la prostitución en su casa y usando el lugar para trabajo ilegal en sus negocios”, dijo el comisario. Intentando explicar la presencia de aquellas personas semanalmente en mi hogar, le pregunté al policía qué era lo que comprobaba la denuncia. Él me dijo que la primera señal era la presencia de mujeres con faldas hasta la rodilla; y la segunda, que se cerraban completamente las ventanas. Solo entonces pude entender el motivo de las sospechas. En esa región del mundo, las mujeres utilizan el hiyab, que, además del velo, puede incluir un vestido que cubre todo el cuerpo, una práctica que no es adoptada por nuestras hermanas adventistas. En relación con las ventanas, obviamente las habíamos cerrado por temor a que las personas vieran que estábamos celebrando un culto a Dios, algo prohibido en el país. Pude explicarle que las mujeres eran estudiantes extranjeras y, por eso, la ropa que ellas utilizaban era un poco diferente de aquellas adoptadas por la población local. Pedí disculpas por el malentendido, y le dije que no habría ningún encuentro más en mi casa. En la búsqueda de otro lugar para reunirnos, decidí procurar una parroquia católica. El sacerdote insistió para que participáramos de la misa, negando la autorización para usar el lugar durante los sábados. Sin embargo, en el momento en el que salíamos, fuimos abordados por la líder del trabajo social que ellos realizaban allí, que nos ofreció un salón que actualmente se ha transformado en “nuestra iglesia”. Por la gracia de Dios, 21 adventistas nos congregamos cada sábado en nuestro grupo.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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29 de septiembre

UNA BIBLIA EN ÁRABE “Yo planté, Apolos regó; pero Dios dio el crecimiento. Así que, ni el que planta es algo, ni el que riega; sino Dios, quien da el crecimiento” (1 Cor. 3:6, 7).

D

espués de muchos meses de amistad y conversaciones cada vez más francas sobre religión, nuestra profesora de árabe y francés adquirió una nueva visión del cristianismo. Ella es una musulmana ferviente y decidió darme un Corán de regalo. Era el sexto que había recibido desde que llegamos aquí. Aprovechando la oportunidad, le di un Nuevo Testamento en francés y acordamos que yo leería el libro que ella me había dado mientras ella leería el que yo le había regalado. Me quedé preocupado, porque el esposo de ella también es muy religioso, y si él me denunciara por estar predicando en el país, podría ser condenado a cinco años de prisión. Pasadas algunas semanas, le pregunté a la profesora si ella había logrado iniciar la lectura. Ella me dijo que el texto era muy agradable y que nunca había leído algo parecido. Afirmó, además, que la lectura le trajo paz y que le estaba gustando mucho conocer al “personaje Jesús. Solo no leo más porque siento mucho dolor de cabeza”, completó. Entendí que la causa de esa sensación poco confortable era por el esfuerzo de leer en otro idioma. Oré a Dios, y le dije que yo tenía un ejemplar de las Sagradas Escrituras en árabe, arriesgándome, una vez más, a ser denunciado. En el país, una Biblia en esa lengua puede ser considerada un artículo de lujo por ser ilegal; además de esto, puede ser la prueba de que alguien está predicando el cristianismo. Ella aceptó el cambio y continuó con la lectura. La profesora me contó que su marido sabía de las lecturas diarias que ella realizaba y que, incluso, la había autorizado para que mantuviera el libro en la cabecera de la cama. Poco después, ella me dijo que le había comenzado a leer algunos fragmentos al esposo. Mientras escuchaba, él comparaba el texto bíblico con los escritos del Corán. Hace pocos días fuimos informados de que seremos transferidos de ciudad. No sé cómo va a continuar esta historia; ¡pero tengo la plena seguridad de que Dios va a concluir la obra!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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6 de octubre

LECCIONES DEL RAMADÁN “Vayan, pues, y aprendan qué significa: Misericordia quiero y no sacrificio” (Mat. 9:13).

E

ntre los pilares del islamismo, tal vez el más conocido sea el Ramadán. Todos deben participar, excepto los niños con menos de diez años, personas enfermas y mujeres embarazadas, en período posparto o en el ciclo menstrual. Eso es tan serio que si cualquier musulmán es encontrado comiendo o bebiendo algo en público, va preso. Si durante el día todos están en ayuno, al caer la noche todo cambia en el país. Las familias se reúnen a la puesta del sol para el “desayuno”, mientras la comida principal ocurre un poco antes de que nazca el sol. El Ramadán transforma no solamente la rutina y los horarios de las familias, sino también modifica todo el comercio. Restaurantes, casas de comidas rápidas y centros comerciales abren y cierran sus puertas en horarios muy diferentes. Incluso los organismos públicos inician sus actividades solamente después de las 10:30, mientras que algunos solamente lo harán después del mediodía. Apenas los servicios esenciales para la población funcionan en los horarios convencionales. En los últimos diez días del Ramadán, los musulmanes deben dedicar el mayor tiempo posible a aproximarse a Alá, yendo con más frecuencia a la mezquita y dedicándose más a la lectura del Corán. Al final de los treinta días, comienza el Id al-Fítar, una fiesta que marca el fin del ayuno, cuando es feriado nacional y todas las familias se encuentran. Incluso en ese período, los musulmanes deben dar limosnas a los pobres por el valor de una comida. En 2015, el calendario islámico señaló el inicio del Ramadán el 18 de junio, comienzo del verano en Oriente Medio; lo que hizo los días más largos y el ayuno, por lo tanto, más difícil para sus adeptos. El noveno mes del calendario musulmán, cuando se inicia el Ramadán, es muy importante, porque en él habría ocurrido la primera revelación del Corán al profeta Mahoma. Te debes estar preguntando qué significa ese ayuno diurno. La idea es hacer que los más pudientes sientan durante treinta días lo que los pobres sienten durante todo el año. Sin embargo, para algunos, el Ramadán perdió su significado espiritual y se transformó, apenas, en una “celebración popular” con fines comerciales. Artículos de decoración para la casa y alimentos para ser probados entre familias y amigos son vendidos como en ninguna época del año. Incluso hasta las redes de comunicación exhiben programas exclusivos en ese período. Esto me llevó a pensar si algunas de las prácticas de nuestra vida cristiana no perdieron, también, su real propósito. ¿Cuál es la verdadera razón por la que vamos a la iglesia? Nuestras oraciones ¿son mecánicas repeticiones, artificiales, o son una sincera expresión de lo que estamos sintiendo? En la teoría, es siempre más fácil y más bonito; sin embargo, para Dios, lo que realmente importa es la intención que hay por detrás de las acciones. Reflexiona sobre esto en este inicio de sábado.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 44


13 de octubre

LLAMADO A CONFIAR “Encomienda al Señor tu camino; confía en él, y él hará” (Sal. 37:5).

Y

o tenía 16 años cuando escuché por primera vez el llamado divino para que sea un misionero. Los años pasaron, y en 2014 escuché al Señor nuevamente llamándome para esa tarea. Yo quería mucho aceptar, pero no sabía cómo ni por dónde comenzar. Le pregunté a Dios: “¿Adónde tengo que ir?” Entonces, él me dijo claramente el país al que debía mudarme. En aquella época, mi esposa y yo estábamos sirviendo en el ministerio pastoral y educacional. Parecía imprudente abandonar todo y salir en dirección a lo desconocido. En la opinión de algunos, esa sería solamente una aventura de un matrimonio de jóvenes. Otros creían que era una locura. De mi parte, consideraba eso un llamado de Dios. Pero ¿qué tipo de llamado? Un llamado a confiar. Necesito resumir mi historia diciendo que nosotros decidimos ir aunque no teníamos ninguna perspectiva, solamente confiando en el llamado divino. El Señor proveyó todo lo que nosotros necesitábamos: amigos, dinero para los gastos y hasta un trabajo. Mientras estudiábamos en Líbano, recibimos la invitación para servir a Dios en un colegio adventista con internado en otro país. Apenas cuatro meses después de haber dejado nuestroo país, el Señor nos estaba conduciendo a un nuevo desafío y a la realización de nuestro sueño misionero. Sin embargo, el llamado permanece. El llamado a confiar no es algo que respondamos una única vez en nuestra vida. Dios nos pide diariamente a cada uno de nosotros que sometamos nuestra confianza a él. Te voy a dar un consejo: comienza a anotar lo que Señor ha hecho en tu vida. A eso lo llamo el “Diario de las manifestaciones de Dios”. Eso te ayudará a ver cuántas cosas él ha hecho por ti y te dará fuerzas para continuar confiando. De acuerdo con las palabras de Elena de White: “Al ver lo que el Señor ha hecho, me lleno de admiración y de confianza en Cristo como director. No tenemos nada que temer del futuro, a menos que olvidemos la manera en que el Señor nos ha conducido, y lo que nos ha enseñado en nuestra historia pasada” (Eventos de los últimos días, p. 64). Que tu respuesta sea “sí” al llamado a confiar.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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20 de octubre

VENCIENDO EL MIEDO “¿No te he mandado que te esfuerces y seas valiente? No temas ni desmayes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas” (Jos. 1:9).

C

uando mi marido mencionó por primera vez la posibilidad de ser misioneros, me pareció que aquel deseo era solamente una fase y que rápidamente pasaría. Un año después, el asunto se transformó en un tema de conversación repetido en nuestro hogar, y entonces me di cuenta de que necesitaría adoptar una posición sobre el asunto. Comencé a tener pensamientos que estaban en constante conflicto, que iban desde el entusiasmo hasta la total desesperación. No sabía si era realmente la voluntad de Dios para nuestra vida, porque “engañoso es el corazón [...]” (Jer. 17:9). Miedo y ansiedad inundaron mi mente, y un antecedente de depresión minaba mi confianza en Dios y en mí misma. En un día particularmente difícil, oré antes de salir para mi trabajo, pidiendo una respuesta divina. Cuando comencé a hacer el culto con mis alumnos del 5º año, escuché a Dios respondiendo mi oración por medio de la meditación que les estaba leyendo a mis alumnos. Aquel día, después de contar la historia del pionero adventista J. N. Andrews, el texto traía un mensaje para aceptar trabajar en el campo misionero. Tengo que confesar que todavía demoré en tomar la decisión de ir. En su misericordia, el Señor habló conmigo y me respondió las oraciones cada vez que se lo pedí. La paz de Dios, que excede todo entendimiento, me dio fuerzas para decir “adiós” a la comodidad y a las facilidades que teníamos en nuestro país, a fin de iniciar una nueva jornada, que ha sido de mucho aprendizaje. Los sentimientos de inseguridad todavía me asaltan, pero diariamente escucho la voz de Dios pidiéndome que le entregue las cargas a él, que todo lo puede. No sé cuál es tu llamado; pero puedes tener la plena certeza de que él viene con la promesa: “Se fuerte y valiente, ¡porque yo soy tu Dios y estoy contigo!”

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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27 de octubre

MILAGRO EN LA UNIVERSIDAD “Orando en todo tiempo en el Espíritu con toda oración y ruego, vigilando con toda perseverancia y ruego por todos los santos” (Efe. 6:18).

E

n 2015, nos mudamos a Oriente Medio a fin de estudiar. Aquí, el sábado es el primer día útil de la semana; y el jueves y el viernes son el fin de semana. Este fue nuestro primer desafío: la universidad tiene clases los sábados y un control de faltas muy rígido; de modo que solamente podíamos orar respecto de ese asunto. La Iglesia Adventista del Séptimo Día no tiene congregaciones en el país; por eso, nuestro plan era adorar a Dios en casa. El domingo buscamos al encargado de asuntos estudiantiles de la Universidad, para explicarle nuestra fe. Él nos escuchó, pero dijo que sería muy difícil conseguir la liberación los sábados. Como consecuencia, en virtud de las faltas que tendría, nuestra visa de estudiante sería cancelada y tendríamos que dejar el país. A pesar de eso, dijo que estaba anotando nuestras creencias en un papel, para transmitirle nuestra inquietud a su jefe. Finalmente, el encargado del área nos orientó a no nutrir muchas esperanzas en relación con esa posibilidad. Aquella noche mi esposa me dijo que estaba con mucha confianza en el milagro que Dios iba a hacer, especialmente después de leer Deuteronomio 7:9, que dice: “Reconoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios: Dios fiel que guarda el pacto y la misericordia para con los que lo aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones”. El día marcado para recibir la respuesta, minutos antes de entrar en la oficina, oramos una vez más. Fuimos recibidos por el jefe, que nos había adelantado, con cara de pocos amigos, que no tenía mucho tiempo. Después de los saludos formales, él comenzó a hacernos preguntas, pero nada relacionado con el sábado. De hecho, parecía estar interrogando a una pareja de sospechosos. Cuestionaba de dónde venían nuestros recursos, cuál era nuestra profesión y la de nuestros familiares, y por qué habíamos elegido aquel país. La costumbre local indica que la mujer no se debe dirigir a los hombres, por lo que mientras el jefe me interrogaba, mi esposa oraba en silencio. Después de varios cuestionamientos, él lanzó esta pregunta: “Usted ¿perdería las clases los sábados, dejando de lado su futuro, y regresaría a su país?” Esa fue la oportunidad de expresar nuestro amor por Dios y nuestra fidelidad absoluta. Afirmé que el Señor estaba por encima de todos nuestros planes y que guardar los mandamientos era nuestro reconocimiento por todo lo que él hacía, estaba haciendo y haría por nosotros. Después de pensar un poco, él nos dijo que estábamos autorizados a no asistir a las clases los sábados, con el compromiso de que no faltáramos ningún otro día. Sentimos un alivio que nacía en la profunda alegría de ver la mano de Dios conduciendo todo. No tuvimos ningún problema académico hasta hoy, y estamos agradecidos por la providencia divina.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 47


3 de noviembre

EN LOS BRAZOS DE JESÚS “Porque yo, el Señor, soy tu Dios que te toma fuertemente de tu mano derecha y te dice: ‘No temas; yo te ayudo’ ” (Isa. 41:13).

Ú

ltima noche en nuestro país. Estaba todo preparado para el viaje. Los muebles habían sido vendidos, nuestra perrita había sido entregada a los cuidados de una amiga, y nos habíamos despedido de la familia y de los amigos. Era el último día de reuniones en la División Sudamericana, en Brasilia, y había llegado la hora de partir rumbo a la Ventana 10/40, nuestro hogar por los próximos cinco años. Al día siguiente, mientras nos despedíamos frente al hotel, estábamos acompañados por el pastor general de la región para la que nos estábamos mudando. El líder estaba en el Brasil para apoyarnos en esa transición, y frecuentemente oraba con nosotros. Entonces, nos preguntó cómo nos estábamos sintiendo en aquel momento. ¿Quieres saber la figura que vino a mi mente cuando él nos hizo aquella pregunta? Un tobogán acuático gigante. Yo me sentía como si estuviera en la parte más alta de aquel tobogán, intentando agarrarme. Sentía el frío en el estómago y la tensión que anteceden a la bajada. El momento por el que esperábamos y nos habíamos preparado durante meses había llegado. Solo que sabía que, después de iniciar la “bajada”, ¡no habría posibilidades de retorno! Dejamos a nuestros amados para cuidar de aquellos que ni siquiera conocíamos. No sabíamos qué encontraríamos en el camino. Tal vez fuésemos aquellos que necesitaríamos abrir el camino. No sabíamos qué tipo de alimento tendríamos, pero estábamos dispuestos a compartir el Pan de vida con los hambrientos. En fin, partimos sin siquiera saber si un día regresaríamos. Aunque sentíamos nuestra pequeñez frente a un desafío tan grande, inicié la “bajada”. Solté mis manos y me dejé caer en los cuidados de Jesús. Sentí la protección que solamente él puede dar. La ansiedad y la inseguridad desaparecieron. Tengo la plena seguridad de que estoy en los brazos de Aquel que rige el universo con sus propias manos.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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10 de noviembre

ENTRE DOS EXTREMOS “Y cuando oigan de guerras y de revoluciones no se atemoricen. Porque es necesario que estas cosas acontezcan primero, pero el fin no será de inmediato. Entonces dijo: –Se levantará nación contra nación y reino contra reino. Habrá grandes terremotos, hambres y pestilencias en varios lugares. Habrá terror y grandes señales del cielo” (Luc. 21:9-11).

E

l 14 de noviembre de 2015, el mundo estaba mirando a París. Durante la noche anterior, había sido atacada por representantes de la organización yihadista Estado Islámico. Días antes, otro atentado había ocurrido en Líbano, un modelo de buena convivencia entre cristianos y musulmanes. Aquella semana parecía ser un recordativo de que este mundo no es el mejor lugar para depositar nuestras esperanzas. El ataque en Francia fue de gran proporción y muy divulgado por los medios de comunicación, por ser el mayor acto terrorista realizado en aquel país. El lema: “Libertad, fraternidad e igualdad” es característico del pueblo francés, con tendencia humanista heredada de la Revolución Francesa, que se inició realizando una apología a la razón y buscando el fin de la religión. Como consecuencia, el hombre sería el centro del universo. Del otro lado, esta organización yihadista se dice regida por una teocracia, en la que Alá es Dios y Mahoma es su profeta. Para los extremistas, su pueblo debe ser regido por las leyes de la Shariah, del Corán y de la Hadith (tradiciones orales del profeta Mahoma). El gran problema es que la imagen divina presentada por los miembros de esta organización es muy parecida a la del hombre. De esa manera, si los fieles obedecen, Alá los ama; si no obedecen, Alá los odia. Ese amor condicional es una característica humana. Si Dios nos ama solamente si le satisfacemos los deseos, significa que el ser humano está en el control. En los dos casos, en el humanismo francés y en la teocracia de esta organización, el hombre sería el centro de todo. Todos los días quiero alabar al Dios verdadero, manifestado en Cristo Jesús, que mostró que el amor divino es capaz de alcanzar incluso a sus perseguidores, diciendo: “Padre, perdónalos; porque no saben lo que hacen” (Luc. 23:34).

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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17 de noviembre

CONSUELO EN MEDIO DEL DOLOR “Dios es amor” (1 Juan 4:8).

A

taques terroristas, guerras civiles, personas asesinadas por grupos fundamentalistas y amenazas realizadas en todo el mundo. Esos pensamientos no salían de mi cabeza mientras meditaba respecto de las profecías del tiempo del fin. Era domingo, y estábamos preparándonos a fin de recibir a amigos musulmanes para un almuerzo en nuestra casa. Cuando ellos llegaron, estaban tristes debido a los últimos acontecimientos. En aquella ocasión, alabé a Dios por tener la oportunidad de hablar acerca del amor de Cristo. Aquella reunión fue nominada como international meating, un juego de palabras –en inglés– que significa reunión / comida internacional; ya que éramos de diferentes nacionalidades y cada uno había preparado un plato típico de su país. Durante la conversación, uno de los invitados habló sobre el ataque terrorista ocurrido el día anterior en Francia. Intenté no opinar, por miedo a ofender al Islam de alguna manera o a ellos. Cambiamos de asunto, compartimos algunos juegos que habíamos traído de nuestro país, y cada uno volvió feliz a su casa. Poco tiempo después, mi esposa recibió una llamada telefónica. Era una de las mujeres que había estado con nosotros. Ella le dijo: “Por favor, borre las fotos que colocó en Facebook en las que aparezco. Mi familia no sabe que cuando salgo de casa me saco el hiyab (el velo utilizado para cubrir la cabeza). Si mi hermano me ve con el rostro descubierto delante de otros hombres, ¡me mata!” Mal sabíamos nosotros que ya era demasiado tarde. Recibimos una segunda llamada telefónica de su parte; estaba llorando después de haber sido castigada violentamente por su hermano. Mi esposa, entonces, decidió ir hasta la casa de la joven y pidió que yo aguardara en oración para que lo peor no llegara a suceder. Después de intermediar sobre la situación con la familia, ellas se dirigieron a la habitación de la joven, que le contó su triste historia y cómo aquello era algo común. Para aquella joven, Dios era alguien que busca errores y deslices en sus súbditos a fin de castigarlos. En aquel momento, mi esposa testificó de nuestro Dios y de cómo él es un padre de amor. A pesar de la circunstancia desagradable, nuestra amiga musulmana tuvo la oportunidad de escuchar por primera vez una oración elevada en el nombre de Jesús. Por favor, ora por ella. Nuestro deseo es que la semilla lanzada germine y rinda frutos para el Reino eterno.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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24 de noviembre

FIDELIDAD RECOMPENSADA “El Señor combatirá por ustedes, y ustedes se quedarán en silencio” (Éxo. 14:14).

U

na experiencia maravillosa sucedió conmigo y con mi esposa mientras buscábamos pasajes para viajar a otro país. Por un lado, no podíamos gastar mucho dinero en pasajes de avión; por el otro, si el trayecto fuese realizado en ómnibus, emplearíamos –más o menos– unas 36 horas de viaje. Finalmente, en una página de Internet, encontramos una promoción de pasajes de avión más baratos que los de ómnibus. Sin embargo, en el país en el que vivimos, no tenemos acceso a tarjetas de crédito. Siendo así, a la mañana siguiente, tuvimos que ir a una agencia de viajes para realizar la compra. En la primera agencia supimos que ellos no trabajaban con aquella compañía aérea. En la segunda, el precio estaba cuatro veces más caro de lo que habíamos visto en Internet. Quedamos sorprendidos por la diferencia tan grande, pero en otra agencia nos confirmaron el valor exorbitante. De esa manera, mi esposa creyó mejor que volviéramos a la segunda agencia y cerráramos la compra, antes de que el valor aumentara aún más. Estaba saliendo todo bien en aquella agencia. Habíamos entregado nuestros pasaportes, cuando la persona que nos estaba atendiendo dijo que el expediente se había terminado y que podríamos pagar los billetes, pero que ellos serían emitidos solamente el sábado. En el país en el que vivimos, los días hábiles van de sábado a miércoles; por su parte, los jueves y los viernes son considerados los finales de semana. En el mismo instante pensé que no podía permitir que alguien trabajara en sábado para favorecerme, de modo que decidimos cancelar la compra. De regreso a casa, entramos nuevamente en Internet y encontramos los pasajes por un precio un poco superior a lo que habíamos visto la primera vez, pero que era menos de la mitad de lo que íbamos a pagar en la agencia. Inmediatamente entré en contacto con mi padre, y le pedí que él comprara los pasajes con su tarjeta de crédito. Después de realizar el procedimiento, recibimos el código de compra, pero no hubo débito en la tarjeta. Cuando fuimos a ver, tuvimos una sorpresa desagradable: la compra no había sido efectuada. Nos pusimos tristes, pero decidimos realizar una nueva consulta. ¡Cuál no fue nuestra sorpresa cuando encontramos los pasajes en el mismo valor que los habíamos visto la primera vez! Corrimos, y esta vez la compra fue concluida con éxito. Dios recompensó nuestra fidelidad. ¡Alabado sea su nombre!

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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1º de diciembre

ENCUENTRO SECRETO “Serán aborrecidos por todos a causa de mi nombre, pero ni un solo cabello de su cabeza perecerá. Por su perseverancia salvarán sus vidas” (Luc. 21:17-19).

E

n el país en el que vivimos existe una costumbre muy curiosa. A la noche, las personas se reúnen en lugares abiertos para conversar, mientras toman té caliente en medio de un calor de 40ºC. En cierta ocasión, mi amigo se aproximó a un grupo para vender uno de nuestros libros. Como nadie se interesó en su oferta, él dejó su número telefónico. Eso ya lo había hecho en otras ocasiones, pero las personas nunca lo habían llamado. Sin embargo, esta vez, un muchacho entró en contacto, preguntando más sobre nuestra literatura. Él sabía que aquel trabajo era realizado por cristianos y deseaba más información. Eso era preocupante, pues si un morador de aquel país les decía a las autoridades locales que hay alguien predicando sobre Jesús o que está ofreciendo Biblias, tal persona puede ser apresada, deportada, castigada físicamente o hasta muerta. Pero ¿cómo dejar a aquel muchacho sin las respuestas que tanto estaba buscando? El joven deseaba una Biblia, y entonces buscamos la manera para que tuviera acceso a una, escondido de su familia. A medida que la iba leyendo, más preguntas le surgían en su mente. Su interés lo motivaba a llamar por teléfono, de tal manera que fue necesario marcar un encuentro para responder tantas dudas. Decidí ir con mi amigo a ese estudio bíblico. No era seguro indicarle dónde vivíamos ni ir a su casa. Encontrarse en un restaurante también fue descartado, hasta que decidimos simular un picnic en un parque con mucho movimiento de la ciudad. Aunque teníamos miedo, llegamos primero y nos quedamos esperando por nuestro interesado. Como nosotros, él también estaba temeroso. El muchacho dijo que quería conocer la verdad por él mismo, sin la interferencia de otras personas. Por eso estaba leyendo toda la Biblia. Como su familia no podía saberlo, eran pocos los momentos que le dedicaba a la lectura. Después de tres horas de conversación, llegó el momento de despedirnos. Entonces, lo invitamos para que orara con nosotros. Cuando terminamos de orar, con lágrimas en los ojos, el joven dijo que se había imaginado una oración con muchas repeticiones; diferente de la que había compartido. Aprovechamos a enseñarle que Dios nos escucha como a un amigo. Todavía no sé cómo será nuestro próximo encuentro, pero sin duda alguna sucederá, porque el Espíritu Santo está actuando. Ora por nuestra seguridad y por la de nuestro amigo, para que podamos continuar estudiando la Biblia.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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8 de diciembre

UNA GRAN AMISTAD “La luz de los ojos alegra el corazón y una buena noticia nutre los huesos” (Prov. 15:30).

Y

o había llegado hacía poco tiempo a aquel país, y todo era muy diferente y nuevo para mí; incluso el sistema de la Facultad en la que iba a estudiar. A fin de cuentas, siempre había estudiado en escuelas adventistas y esta sería la primera vez que no tendría compañeros cristianos en la clase. No sabía si lograría hacer nuevos amigos. Sin embargo, el primer día de clases, conocí a una muchacha con la que conversé durante algún tiempo. Desde aquel día nos transformamos en grandes amigas. Una amistad muy improbable, ya que ella era una chica de 18 años, mientras que yo era la más grande del grupo, la única casada y madre de dos niñas. Pero, como dicen, ‘Dios escribe derecho sobre renglones torcidos’. Sara y yo teníamos muchas cosas en común, a pesar de la diferencia de edad. Lográbamos conversar durante muchas horas sin que el asunto se terminara. Entre nuestras conversaciones, ella me preguntó si yo era cristiana, y a partir de ese momento pasó a hacerme preguntas sobre el cristianismo. Dialogamos mucho sobre religión, y tuve la oportunidad de aprender bastante sobre el islamismo con mi amiga musulmana. En uno de los semestres, una de las disciplinas sería dictada los sábados, y eso fue una gran prueba para mí. Sin embargo, ¡Dios es misericordioso! Le expliqué mis motivos a la profesora, y ella me permitió que hiciera las pruebas sin tener que participar de las clases. Después, fue el momento de explicarle a Sara el motivo por el que no iba a participar de las clases durante los sábados. Le hablé acerca del día del Señor y de la Iglesia Adventista del Séptimo Día; y ella dijo que yo estaba en lo correcto al hacer aquello que mi Dios pedía. El semestre terminó y yo quería mucho darle una Biblia a mi amiga musulmana. Sin embargo tenía mucho recelo, porque no quería ofender a Sara ni a su religión. Pocos días antes de la Navidad, ella me preguntó el significado de esa fecha tan importante para los cristianos. Era lo que yo necesitaba para hablar sobre el nacimiento de Jesús, el plan de salvación, y contarle sobre el regalo que quería darle. Sara entendió, y dijo que creía que Jesús era, realmente, el Hijo de Dios y, para mi sorpresa, me contó un secreto: en el período en el que estudió en una escuela inglesa, ella vio en la biblioteca una gran Biblia, que quedaba abierta. Siempre que le era posible, mi amiga iba y leía algunas páginas, pero nunca tuvo una Biblia en sus manos para continuar con la lectura. ¡Aquella información hizo que mi corazón disparara de alegría! En Navidad, le entregué la Biblia con otros pequeños regalos en una linda caja de colores. Ella me abrazó feliz y dijo que un día ella se transformaría en una cristiana también. Oro para que el Espíritu Santo continúe trabajando en el corazón de Sara, y para que un día yo pueda tener la grata sorpresa de abrazarla en el cielo.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 53


15 de diciembre

EL AUTO EVANGELISTA “Porque yo sé los planes que tengo acerca de ustedes, dice el Señor, planes de bienestar y no de mal, para darles porvenir y esperanza” (Jer. 29:11).

F

ui enviado a servir como misionero a un territorio musulmán, sin ninguna presencia adventista. De esta manera, Dios me dio el placer de conocer a varias personas y de desarrollar buenas amistades. Entre estas personas está Hasan, el mecánico que cuidó de mi auto durante años. Un señor de mediana edad, divorciado, fumador y adicto al trabajo. Soy una persona a la que le gusta conversar; a él también. Así que siempre conversábamos cuando iba a su taller. Hasan me contaba de la vida y de los diferentes países en los que había trabajado; y yo, de la linda cultura brasileña, que es mucho más que fútbol y carnaval. Por providencia divina, mi auto comenzó a romperse con mucha frecuencia, y terminé teniendo que frecuentar el taller más de lo que me gustaría. Claro que al principio me quedé triste, pero terminé entendiendo esta manera diferente en la que Dios estaba trabajando. En cierta ocasión, Hasan me confesó que fumaba, en promedio, cincuenta cigarrillos por día, una cantidad común entre hombres y mujeres en Oriente Medio, pero me dijo que le gustaría mucho librarse del vicio. Entonces, recordé las conferencias que dictaba en mis tiempos de colportor y del plan de Cinco días para dejar de fumar que ofrecíamos en el Centro de Influencia en aquel país. Compartí con mi amigo un poco de la información, y me puse feliz al ver su curiosidad sobre el asunto. Lo invité a frecuentar el curso, pero eso nunca fue posible debido a su gran volumen de trabajo. Por eso decidí llevarle algunas revistas sobre ese y otros temas, como vida saludable y familia. Poco tiempo después cambié de auto, ya que aquel otro me estaba provocando muchos gastos con los arreglos. Por eso, estuve algún tiempo sin ver a Hasan. Pasaron seis meses, y finalmente necesité realizar una revisión en mi nuevo automóvil. Fui al taller mecánico de Hasan y tuve una gran sorpresa. Mi amigo estaba diferente, más delgado y con una apariencia más saludable. Me contó que había leído las revistas y había decidido seguir las instrucciones. Hasan había dejado de fumar, se alimentaba con frutas y verduras, y estaba practicando actividades físicas de manera regular. Además de eso, no trabajaba más tanto como antes y había contratado a un mecánico auxiliar. Mi amigo estaba más feliz que nunca. ¡Imagina cómo me sentí al encontrarlo! Por medio de un auto que necesitaba arreglos, la vida de un musulmán ganó una nueva forma. El mensaje de salud es una importante herramienta para abrir el corazón al Dador de la vida.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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22 de diciembre

AVENTURAS EN VIAJE “Y sabemos que Dios hace que todas las cosas ayuden para bien a los que lo aman; esto es, a los que son llamados conforme a su propósito” (Rom. 8:28).

H

ace un año y dos meses que estamos en el campo misionero. Quiero relatar los desafíos que enfrentamos para llegar hasta aquí. ¡Fue una verdadera prueba de fe! El vuelo que salía de San Pablo (Rep. del Brasil) tenía escalas en Alemania y en China, antes de –finalmente– alcanzar nuestro destino. Sabíamos que cada uno de nosotros podría llevar sesenta kilos de equipaje, pero no teníamos idea de que todo debía entrar en dos volúmenes. Esa falta de información nos haría pagar caro el exceso de equipaje, y en el check-in vivimos la primera prueba. Sin embargo, Dios tenía una solución. Encontramos en el aeropuerto a un matrimonio de amigos de Brasilia, que también estaba viajando hacia Oriente Medio. Como las rueditas de sus valijas las habían dañado en el vuelo anterior, la empresa aérea les había dado una valija nueva como recompensa. La valija rota, que sería descartada, sirvió para acomodar nuestras pertenencias que estaban distribuidas en valijas más pequeñas. Así, todo fue solucionado allí mismo, en el suelo del aeropuerto. En la hora del embarque, fuimos informados de que el sistema acusaba que nuestros pasajes entre Alemania y China habían sido cancelados. Bajo la orientación de los responsables por el programa Misioneros para el mundo, viajamos, esperando que durante las horas de vuelo ese problema sería solucionado. Oramos para que todo saliera bien, porque no hablábamos inglés y mucho menos alemán. Sin embargo, en la hora del segundo embarque, en Alemania, supimos que, realmente, nuestros pasajes estaban cancelados. Corrimos para hacer contacto con nuestro país, pero los últimos pasajeros del vuelo fueron embarcados y nosotros nos quedamos, viendo la puerta que se cerraba. Sin embargo, para nuestra sorpresa, Dios nos dio una prueba más de su cuidado. Después de que el embarque había cerrado, vino otro funcionario de la empresa aérea, proporcionó nuevos pasajes, y nosotros pudimos embarcar. Llegamos a China recordando lo que nos habían dicho: esta era la escala en la que –generalmente– se enfrentaban las mayores dificultades. Fuimos revisados siete veces, pero, gracias a Dios, todo fue tranquilo. Finalmente, seguimos en dirección a nuestra nueva casa, seguros de que las dificultades habían quedado atrás. ¡Gran engaño! Al llegar junto a la cinta para retirar los equipajes, el susto: nuestra valija más grande, la que habíamos acomodado en el aeropuerto, no había venido; y la otra, la más grande de las nuestras, estaba totalmente abierta. La mitad de nuestras pertenencias había quedado en la valija perdida. A pesar de todos los contratiempos, creemos que Dios cuida de todos los detalles de nuestra vida. Mira las intervenciones divinas en tu vida cotidiana y confía en lo que el Señor hará por ti.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá. 55


29 de diciembre

FORZADA A TESTIFICAR “Porque no nos ha dado Dios un espíritu de cobardía sino de poder” (1 Tim. 1:7).

J

ulia es una joven universitaria que recibió una beca de estudios internacional. A fin de realizar su sueño, fue necesario que aprendiera el nuevo idioma durante un año, requisito para ser aceptada por facultades del país al que se estaba dirigiendo. Después de adquirir fluidez en la nueva lengua, era hora de elegir la universidad y el curso, presentar los documentos y esperar para saber si habían aceptado su matrícula. La joven sabía que un problema enfrentado por estudiantes adventistas de aquel país era la realización de clases durante los sábados, pero ella investigó, y descubrió que había facultades y cursos en los que eso no ocurría. Por eso, eligió una institución que atendía sus necesidades. Finalmente llegó la respuesta, y Julia estaba feliz porque viviría en una buena ciudad, en la que ya tenía amigos. Aquella era una de las facultades en las que no había clases los sábados, y eso la dejaba tranquila. Sin embargo, al comenzar el año lectivo, Julia fue informada de que, a partir de aquel año, habría clases los sábados. Tal noticia la dejó desanimada, pues había hecho todo para evitar esa situación. Tímida, ella quería pasar desapercibida entre los otros alumnos, pero entonces debía exponer su dificultad y su fe al profesor y al Consejo Universitario, transformándose en el foco de las atenciones. En la iglesia, Julia pidió que todos oraran por ella y, con la ayuda del pastor, preparó una carta explicando sus principios religiosos y solicitando una alternativa académica para esas faltas. Sus compañeros se enteraron de lo que ocurría y, curiosos, comenzaron a preguntarle los motivos de sus ausencias a las clases. Julia todavía enfrenta algunas complicaciones con este asunto, pero sigue fiel a lo que la Biblia enseña. Ella entendió y aceptó que esa dificultad académica es una oportunidad para testificar. La joven afirma que hubiera pasado los cuatro años del curso sin contarle a nadie de su fe, si no fuese por esta situación que le tocó vivir. Sin embargo, Dios permitió que todo esto pasara para “forzarla a testificar”. Ora por Julia y recuerda, también, a muchos estudiantes que enfrentan pruebas para mantenerse fieles a Dios.

Tu fidelidad y tus oraciones los mantienen allá.

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