La mañana reluciente iniciaba un día más para las trabajadoras hormigas, muchas recorrían todo el bosque recolectando comida.
Su hormiguero era una gran monta単a de arena cerca del rio, con muchos caminos que formaban un gran laberinto en su interior; este hermoso lugar formaba el hogar de nuestras peque単as amigas.
Todas eran muy alegres y felices, cada una tenía su función asignada dentro del grupo y se encargaban de hacerla con gran esmero y precisión. En su camino hacia el hormiguero formaban grandes filas por el bosque realizando una gran marcha hasta su hogar.
Su marcha hacia un gran sonido: “Chuucu chucu chucu chucu chucu” y este sonido era escuchado por todos los seres del bosque. “Chuucu chucu chucu chucu chucu” se siguió escuchando en muchas partes del bosque. Poco a poco este sonido se volvió cada vez más fuerte, hasta que ya no era como el de las hormigas y alertaba a los demás animales que algo ocurría.
Un aterrador ruido que provocaba escalofríos en los alrededores había convertido el rítmico “Chuucu chucu chucu chucu chucu” de las hormigas en un fuerte “fuufff truffsss, raarttghh ragrrghh” emitido por una gran criatura que rascaba las paredes del hormiguero. Esta gran criatura era el temido oso hormiguero, que de forma inesperada destruía la casa de todas aquellas hormigas con sus afiladas pesuñas y su gran lengua.
Dentro del hormiguero la confusión era increíble, las pequeñas hormiguitas corrían entre los angostos caminos de la colonia para lograr escapar de la enorme lengua del oso. El panorama abrumador para todas las hormigas no dejaba esperanza en el horizonte, unos cuantos se habían quedado para la defensa de la colonia y muchos más habían huido.
Sel la hormiga jefe de las obreras trabajaba arduamente para cerrar las paredes de la colonia por donde
 su agresor trataba de entrar.
Llevaba grandes rocas a la mĂĄxima velocidad posible sin detenerse, nada mĂĄs para decirle a su amigo Ved que corriera y se ocultara del alcance de la lengua ĂĄspera de su enemigo, mientras ĂŠl intentaba detener el avance de la fiera y darle tiempo para salir.
Effy el más fuerte de la colonia luchaba al lado de sus compañeros guerreros, su coraje era tan grande como su fuerza y se esforzaba al máximo por expulsar la amenaza de su hormiguero.
La Reina de las hormigas ordeno a la princesa Oriana llevar a todos los bebes del hormiguero al lugar mĂĄs seguro y lejano posible. Ella junto con otras hormigas que la acompaĂąaban, llevaron a todas las pequeĂąas crĂas de la colonia a un lugar seguro.
¡Corran, corran, corraaaaaannnnn...!! – Gritaba el delgado Erek, mientras agitaba sus pequeños brazos en señal de avance. Erek el más rápido de la colonia guiaba el escape de las hormigas, por la ruta más segura del hormiguero.
Mientras Erek escapaba del hormiguero con sus compaĂąeros, los pocos guerreros que aĂşn permanecĂan se quedaban sin fuerzas para la batalla, ya no se encontraban rastros de la princesa y Sel se daba por vencido en su labor.
Las paredes del hormiguero empezaban a caer por los rasguùos 
 del malvado oso. Mientras su gran lengua tomaba todo 
 lo que se encontraba en su paso.
¡Se caeeeeeeee….!! Gritaba Sel al salir corriendo del hormiguero, mientras a su paso se derrumbaban las paredes de su hogar y una gran nube de polvo se levantó alrededor de la colonia y el oso.
Al desaparecer la nube de polvo el festejo y la alegrĂa de las hormigas fue inmenso ya que se habĂan librado de la amenaza.
El oso se alejĂł corriendo del hormiguero para evitar ahogarse en la nube de polvo liberado al derrumbarse la colonia.
Entre los escombros del hormiguero se levantó Effy un poco herido y tambaleante, las demás hormigas empezaron a levantar los restos del hogar y ayudar a los demás que estaban lastimados, para entonces el sol ya empezaba a ocultarse y la noche cubriría lo poco que quedaba del hormiguero.
A la mañana siguiente, Erek junto con los demás sobrevivientes de la colonia cumplían las órdenes de la Reina y recogían lo que quedaba de la colonia mientras buscaban las hormigas faltantes.
Sel busco entre las hormigas que venían del refugio y entre los escombros por su amigo Ved, pero no apareció en ningún lugar, se había perdido junto con las demás y la única esperanza que quedaba era que se encontrara junto a la princesa.
La princesa había cumplido con su misión al llevar a todas las crías de la colonia a un lugar escondido y alejado para permanecer seguros. Un viejo tronco recostado sobre una enorme roca en lo alto de la colina parecía el lugar perfecto para ocultarse de la amenaza y construir una nueva colonia.
Al final de la tarde, junto con las últimas hormigas que venían de su hormiguero destruido, llego Sel. Busco nuevamente entre todas las hormigas por su amigo, pero este había desaparecido y al suponer lo peor se puso triste. La tristeza de Sel contagio a las demas hormigas y atrajo la atención de la Princesa Oriana quien intento animarlo, a ellos se sumo Erek y Effy quienes también lo ayudaron a sentirse mejor. La ayuda de sus amigos poco a poco fue calmando a Sel y a los demás miembros de la colonia…
La marcha de las hormigas se volvió a escuchar en el bosque y a sus alrededores; todas las hormigas recolectaban nuevamente los materiales para su hogar, pero esta vez con más fuerza y entusiasmo. Un angosto camino en medio de la inmensa roca era la única entrada a la colina, el hormiguero había sido construido en la parte más alta del viejo tronco para protegerse cualquier amenaza y que nada los pudiera dañar.
Effy, Erek, Sel y la princesa planearon una estrategia para estar preparados en el futuro. .. Muchas noches y d铆as pasaron para que la colonia fuera construida totalmente, para suerte de todos los habitantes de la colonia, la amenaza no volvi贸 a presentarse y pudieron terminar el hormiguero.
Las estrellas y el sol iluminaron muchas veces mĂĄs a la colonia que seguĂa creciendo; todo mantenĂa su curso normal y la felicidad volvĂa a formar parte en la vida de las trabajadoras hormigas.
Como a diario la tarde se desaparecía con el llegar de la luna y el frio de la noche, mientras la oscuridad le daba ventaja a una inmensa sombra que intentaba escalar por la gigante roca. En el angosto camino hacia el hormiguero un sonido aterrador se volvía a escuchar; mucho tiempo había pasado desde la última vez que se escucho algo así, pero aun se recordaba la tragedia.
Así como en el pasado el miedo se hizo presente y dio origen al caos dentro de la colonia, pero esta vez era diferente, no solo había miedo sino también valor en los pequeños cuerpos de los miembros de la colonia. La estrategia había sido planeada mucho tiempo atrás y cada cual conocía su labor y sabía que el tiempo de hacerla había llegado.
La oscuridad desapareció con el destellar de las pequeñas antorchas de las hormigas y dejo ver al gran oso que intentaba subir hasta su hormiguero. Effy fue el primero en lanzar su ataque desde las entradas de la colonia, muchas lanzas caían sobre el oso hormiguero quien se resbalaba al intentar escalar la empinada roca, dejando sus rasguños marcados en la piedra
En la parte superior de la colonia se construyeron cientos de pequeños bultos hechos con pequeñas piedras. Erek corría a lo largo del hormiguero tirando de unas palancas hechas con ramas de madera para soltar los bultos y que las rocas rodaran hasta el oso. Sel dirigía al grupo de hormigas obreras encargadas de cerrar todas las entradas del hormiguero, logrando que nada las devorará.
Varios fueron los intentos por escalar la gran roca y llegar hasta el hormiguero, pero todos fueron detenidos por las lanzas y piedras que caían hasta el oso. Las pequeñas ramas que llevaban la princesa junto con los demás miembros de la colonia para ser usadas por los guerreros se estaban agotando, Erek y sus compañeros se quedaban lentamente sin fuerzas para seguir soltando los bultos de piedras.
Pero su rival aún seguía intentando subir hasta el hormiguero. De nuevo se desvanecían las esperanzas en los corazones de las pequeñas y el final parecía estar cerca, así de cerca como el hormiguero que subía con más fuerza y sus garras parecían ser más filosas.
Las últimas ilusiones de victoria quedaban en Erek, el intentaba escalar la empinada roca para activar las palancas que quedaban y detener el avance de la inmensa criatura. Pero la poca energía que aún conservaba no era suficiente y ante los ojos atónitos de las demás hormigas cayo rodando por la gran pared de piedra.
Con el caer de Erek las lámparas que alumbraban la noche se fueron apagando así como las esperanzas de las pequeñas hormigas; ya no había nadie que escalara la inmensa pared de rocas, nada que arrojarle al Oso para detener su subida y las paredes del homiguero no soportarían mucho.
Entre los gritos y las carreras de las hormigas, misteriosamente se soltaron todos los bultos de piedras restantes, todas rodaron con gran rapidez rompiendo las garras de la criatura que asechaba el hormiguero y haciÊndolo caer desde la gran roca‌
El sonido de la caĂda final fue estremecedor causando gran conmociĂłn entre las hormigas, 
 estas asomaban sus cabezas por los huecos en las paredes rotas para ver los intentos fallidos 
 por levantarse del cansado y derrotado oso.
Victoria innegable para las peque帽as hormigas, el oso hormiguero ya no pudo levantarse Una gigantesca celebraci贸n se realizo entre todas las hormigas, quienes bailaron alegre
mรกs y la colonia se libero de la amenaza que los atacaba. mente el resto de la noche.
Alejandro Montes Diagramaci贸n
Miguel Rivera Dibujo e Ilustraci贸n
Walter Chamorro Edici贸n y Escritura
Titulo del Libro: Brave Ants ISBN: 978-0-9853592-2-5
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