Lagerfeld

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¿QUIÉN ERA KARL LAGERFELD? EL SALVADOR DE LA MARCA CHANEL No tenías que saber nada sobre moda para saber sobre Karl Lagerfeld, el dandy más reconocido de nuestro tiempo.

Chanel, la casa de moda de lujo que Lagerfeld dirigió durante más de tres décadas, anunció la muerte del diseñador. Al igual que con sus diseños, su propia imagen fue cuidadosamente elaborada combinando pasado y presente: la crin y la cola de caballo blanco como la nieve; gafas de sol de aviador; un alto cuello blanco almidonado; guantes de motociclista negros, sin dedos, usados con múltiples anillos de plata. Profesionalmente, fue famoso por salvar a Chanel, pero también fue un personaje de videojuego (como DJ en Grand Theft Auto IV), un osito de peluche de edición limitada (1,400 dólares) y un muñeco adornada con diamantes (190 dólares). Su gato birman, Choupette, tan blanco como su pelo, fue protagonista de su propio libro de mesa de café, y se informa que generó 4 millones de dólares en 2014. Al observarlo de cerca en su trabajo en 1991, el corresponsal en París de Los Angeles Times se preguntó: “¿Karl Lagerfeld se queda quieto alguna vez?”. La respuesta corta parecía ser no. “Hago mi trabajo como respiro”, le dijo Lagerfeld al diario New Yorker en 2007. Y lo hizo con una ética de trabajo asombrosa. “Solo quiero hacer lo que tengo que hacer: moda, fotografía, libros. Y eso es todo”.


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Lagerfeld nació en Hamburgo, Alemania, en 1933. Más adelante en su vida, sería tímido acerca de su fecha de nacimiento, generalmente recortando al menos cinco años antes de su edad. A principios de la década de 1950, vio sus primeros desfiles de moda en Hamburgo, incluido uno de Christian Dior. Con el estímulo de su madre, decidió irse de Hamburgo a París. En 1954, ganó un concurso de diseño de ropa de mujer y se unió a la casa de alta costura de Pierre Balmain. Tres años después, se trasladó a la casa de Patou. Después de eso, comenzó a trabajar independientemente para Chloé, y para 1967 contaba con Fendi entre sus clientes. Su decisión de aceptar una oferta para ser director artístico en Chanel en 1983 lo elevó a una esfera de la moda infinitamente más alta y transformó sus fortunas. “Cuando me enfrenté a Chanel, era una bella durmiente. Ni siquiera una hermosa. Ella roncaba”, dijo en “Lagerfeld Confidential”, un documental de 2007. “Así que tenía que revivir a una mujer muerta”. Lagerfeld reconoció la historia de la marca pero la trató de manera irreverente. Se convirtió en el rey Karl con un tribunal de asistentes; despiadado, no sentimental y constantemente inventivo. Para sobrevivir “tienes que cortar las raíces para hacer nuevas raíces”, le dijo al New Yorker. “Porque la moda se trata de hoy. Puedes tomar una idea del pasado, pero, si lo haces como era, nadie lo quiere”, añadió. Lagerfeld fue una celebridad durante tanto tiempo que olvidamos que cambió su imagen más de una vez. En un impactante retrato de Helmut Newton de principios de la década de 1970, su cabello era negro azabache, tiene una barba gruesa y pirata y luce un monóculo sin montura. Durante casi 20 años, rara vez se lo veía sin un abanico japonés, extendido rápidamente y revoloteando para los fotógrafos. Al igual que Warhol, Lagerfeld tenía un instinto sobre su propia imagen.


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También se deleitó en ser políticamente incorrecto. Dijo que Adele era “un poco demasiado gorda”; y “en un mundo donde se come carne, el uso de cuero para zapatos, ropa e incluso bolsos, la discusión sobre el pelaje es infantil”, dijo a la BBC en 2009. Su marco de referencia intelectual era amplio: Emily Dickinson, Sarah Bernhardt, Alfred Stieglitz, Isak Dinesen. Si el periodista se descuidaba, sus entrevistas podían convertirse en monólogos. Hablaba rápidamente, las palabras salían de su lengua con un acento alemán recortado. Según una entrevista con la estilista Camille Bidault-Waddington, Lagerfeld era un lector voraz, “permanentemente se llena con la cultura independiente y la cultura del establecimiento … como una máquina de muestreo”. Había un temor de estar pasado de moda. Como Lagerfeld sabía, siempre tenía que estar absolutamente a la moda, incluso a sus 80 años, incluso cuando sus competidores tenían la mitad de su edad.


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CHOUPETTE, LA GATA HEREDERA Y MILLONARIA DEL DISEÑADOR KARL LAGERFELD La mascota cuenta con millones de seguidores y sus niñeras cuidan los productos que anuncia pues revelan un estilo de vida Choupette es la gata siamesa de la raza sagrada de Birmania que heredó el legado y dinero del diseñador de modas alemán Karl Otto Lagerfeld conocido por su trabajo con la casa de moda de lujo francesa, junto con su prodigiosa producción. También fue el director creativo de Fendi y su etiqueta homónima. Choupette seguirá con su excéntrico estilo de vida, con el dinero que heredó y con su fama. La gata sagrada de Birmania tiene 137 mil seguidores en su cuenta de Instagram en el que se han publicado 736 fotografías que revelan el estilo de vida de la mascota que originalmente pertenecía a Baptiste Giabiconi que se la dejó a encargo al diseñador durante sus vacaciones, pero Karl avisó que se la quedaría. Choupette promueve estilo de vida y campañas de salud para mascotas. En algunas imágenes se ven marcas que están relacionadas con el mundo de la moda y elegancia. En 2014 llegó a cobrar 3 millones de dólares por participar en algunas campañas. Desde que fue adoptada por Lagerfeld tiene dos niñeras que no dejan sola a la mascota y la han acostumbrado a estar en compañía bajo el cuidado delicado de humanos.


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Felina, bella, tierna y … millonaria, la mascota de Lagerfeld


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Mademoiselle Choupette, La bella y tierna mascota de Lagerfeld


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Muere Karl Lagerfeld, el icónico diseñador de Chanel, a los 85 años El diseñador alemán Karl Lagerfeld ha muerto este martes a los 85 años. El que fuera modisto de Chanel y Fendi ha fallecido en el Hospital Americano de París, después de haber sido ingresado de urgencia en la noche del lunes, según señala la revista francesa Paris Match. Karl Lagerfeld, uno de los modistas más reputados de la época moderna ha trabajado hasta su último aliento para sostener la firma francesa más famosa de la historia.

Un icono

Conocido en la industria como el Kaiser de la moda, Lagerfeld capitaneó la casa Chanel durante más de 36 años

El diseñador alemán Karl Lagerfeld ha muerto este martes a los 85 años. El que fuera modisto de Chanel y Fendi ha fallecido en el Hospital Americano de París, después de haber sido ingresado de urgencia en la noche del lunes, según señala la revista francesa Paris Match. Karl Lagerfeld, uno de los modistas más reputados de la época moderna ha trabajado hasta su último aliento para sostener la firma francesa más famosa de la historia. Los rumores sobre el estado de salud de Karl Lagerfeld se habían acrecentado en los últimos meses, sobre todo después de que en el último desfile de Alta Costura de Chanel el modisto no saliera a saludar como hacía habitualmente, un gesto que delegó en su mano derecha, Virginie Viard, de quién ya se habla como posible sucesora. La casa Chanel ha confirmado el fallecimiento del modista.


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Lagerfeld pasó gran parte de su vida en la capital francesa, desde donde dirigió la casa de moda Chanel durante más de 36 años. La maison francesa, emblema parisino desde su creación, cuya fundadora Coco Chanel no supo anticipar el éxito de los pantalones vaqueros y las minifaldas, llamó a la puerta del modista para que reflotara la marca. Lagerfeld aceptó y así fue como, de traje, con su larga cabellera recogida en una coleta y escondiendo su mirada siempre bajo sus opacas gafas, rejuveneció la firma que fundó Coco Chanel en 1910. El diseñador versionó hasta la infinidad el traje falda de Chanel, una de las creaciones más famosas de la casa francesa, y año tras año presentaba nuevos diseños de tweed para modernizar este tejido. “Cada temporada, me dicen que los diseños de Chanel parecen más jovenes. Un día nos convertiremos todos en bebés”, bromeó el mismo modista en declaraciones a The Associated Press. El diseñador alemán ha estado siempre rodeado de polémica. Sus críticas declaraciones sobre la gente con sobrepeso y la política francesa le valieron el apodo de ‘el Kaiser de la moda’ en la industria.

Un icono

Conocido en la industria como el Kaiser de la moda, Lagerfeld capitaneó la casa Chanel durante más de 36 años


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KARL LAGERFELD

El lado más íntimo de Karl Lagerfeld, un dandi posmoderno Ha muerto Karl Lagerfeld, que reinó en París y gobernó el olimpo de la moda durante cincuenta años, pero está prohibida la palabra nostalgia. No formaba parte de su vocabulario. La detestaba. A nadie he escuchado pronunciar con tanta verdad y tanto encanto “je déteste ça”. Se tomaba la molestia de renombrar su universo cercano. Prefería discreción a respeto. No leía poesía traducida, opinaba que era masacrar la lengua del verso. Lagerfeld se comía las palabras, no era fácil entenderlo aunque hablara fluidamente cuatro lenguas y leyera siete periódicos al día. Pensamiento rápido y desconexión con el reloj. Era brutalmente impuntual, un defecto que su equipo le toleraba porque, aseguraban, compensaba con creces. “Hace que lo complejo sea fácil. Cada día aprendes de él” me comentaban. Su cambio radical se produjo cuando mueren


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sus dos mejores amigos, el ilustrador Antonio López en 1987 y, sobre todo, su compañero Jacques des Bascher en el 89 . Fue entonces cuando Karl empieza a vestir su mítico uniforme, y paulatinamente su círculo empezó a dejar de incluir a famosos, para centrarse en una tribu mucho más fiel y cerrada: su maître d´hotel, su guardaespaldas, su mano derecha Caroline Lébar, la gente del taller. Avanzaba a saltos, con paso de ardilla; siempre pareció alto aunque no lo fuera, y oficiaba con aires de Sócrates y de Diderot, pero también de Jim Morrison, Andy Warhol y Madonna. Sin alcohol y sin drogas, fue el rey del iPod: los reglaba como generosa cortesía, en la última onda de la música electrónica. “Le he traído uno con novedades que nadie conoce, lo hecho yo mismo, así que sino le gusta es culpa mía”, me dijo en una ocasión. En otra, me regaló uno vacío. Esos despistes formaban parte de su manejo con el tiempo, aunque también era rey de las boutades. En su casa de Saint Germain almorzaba sobre mantel fino, con Coca-Cola servida en una jarra de cristal de Baccarat. Fue uno de sus combustibles desde que adelgazó casi cuarenta kilos. No se soportaba a sí mismo obeso, y adoptó una disciplina militar. Se inventó otra identidad, y levantó polémicas por su forma de hablar de la obesidad, y a la cantante Adele la llamó gorda, aunque también dijo que tenía un gran talento y una voz divina. Detestaba lo políticamente correcto, y aseguraba que nos empobrecía, pero en una ocasión le costó un desmentido en televisión. En una entrevista que realicé para Marie Claire España en 2012, y ante una foto de Zapatero, me dijo: “es un imbécil, como Hollande”, y se mostró contrario a su política fiscal respecto a lo saben los franceses saben hacer mejor: moda, coches, vinos y quesos. El exabrupto fue titular del Telediario de France 2: “Karl Lagerfed afirma que François Hollande es un idiota”. Su equipo me rogó algún tipo de rectificación; digamos que es un problema de contexto, les propuse, ya que difícilmente podía tratarse de un error de traducción. En su infancia, en Hamburgo, admiraba a Carmen Amaya y hasta empezó a vestirse como ella y renovó el traje masculino con sus camisas Hilditch Key, derrochando un estilo neogótico y veneciano, y renovando la estética de un Occidente que aseguraba que estaba cansado, igual que su Europa, que pocas clases de moral podía dar…. Y aunque le desagradara evocar, aseguraba que la conversación del siglo XVIII era mucho más sofisticada que la de nuestros días. Su madre ejerció un papel fundamental en su vida. En una entrevista me contó que, de niño, le preguntó por la homosexualidad; “es como el color del cabello, unas personas son rubias y otras morenas, no es nada, no hay problema». En su leyenda se hallan renglones torcían con Saint Laurent, años de voracidades sexuales y pasiones turbulentas. En más de una ocasión afirmó que sus memorias, escritas en inglés, se publicarían tras su muerte, y que prohibiría su traducción.


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Lagerfeld albergaba múltiples sensibilidades y visiones. Se anticipó a la extinción del plástico, considerándolo materia de lujo y haciéndolo desfilar para Chanel, a la que resucitó cuando la marca había quedado huérfana y él empezó a cortar los tweeds por encima de la rodilla. Antes, por la casa, habían pasado varios creadores, pero hoy nadie recuerda sus nombres. Cuando se puso el uniforme, adquirió una actitud distante y empezó a soltar frases lapidarias. Después de Gabrielle Chanel, Karl ha sido el creador más carismático, un icono pop, capaz de repetir cada temporada los mismos códigos de la maison, logrando en cambio que parecieran nuevos. Además, con su propia marca, Karl Lagerfeld, y con Fendi, ideó nuevos formatos en la temporalidad de la industria como las pre colecciones. Decía que eran ideales las ricas que pasaban las navidades en el Caribe, pero a la vez fue de los primeros en diseñar una colección para H&M. Entendía el nuevo business de la moda , instagrameó sus diseños y logró dominar el nuevo paradigma : había listas de espera en las tiendas de todo el mundo, ansiando su gadget de temporada, y hizo crecer el volumen de facturación de la casa hasta los 8.000 millones de euros al año actuales. No inventó ninguna prenda, pero convirtió la moda en un fenómeno global. Rindió un extremado culto a lo efímero: sus desfiles eran proezas de la mise-en-scène: playas, glaciares, ríos, jardines recreados en el Gran Palais con un arte ilusionista practicado por un hombre que nunca se complacía del todo y citaba a Paul Bourget: «por suerte, todavía quedamos algunos que no tenemos ninguna estima por el mérito». Cambió la forma de comunicar la moda y sobrevivió a muchas generaciones que, a su pesar, lo consideran padre –él exclamaba en broma “padre, no, abuelo de una generación creativa”–. Oficialmente solo declaró una enfermedad: los libros, y era coleccionista de incunables y coffe-tables. Durante su estancia en el Hôpital Américain de París aseguran que fue un huésped encantador. A pesar de su fama de misántropo e incuso de sus temporadas de aislamiento, a Lagerfeld le gustaba la gente, los jóvenes, los artistas y artesanos. En la cercanía era un hombre divertido, sagaz, muy curioso. Cuando defendía su gusto por dormir solo, afirmaba, entre amigos, que uno tenía que poder leerse con libertad. De lo escatológico a lo sublime no necesitaba transición. Consideraba que el matrimonio homosexual era demasiado burgués, y defendía las pasiones “deportiva y limitadas en el tiempo” Karl, al que una vez vi sin gafas –y tenía una mirada vibrante, sin bolsas, sin monstruosidades–, combinó la tradición de los salones mundanos ilustrados con la postmodernidad y rindió culto a lo efímero, desentendiéndose del pasado, igual que aseguraba haberlo hecho en su propia vida, fue rico en su ansia de belleza. En los ateliers de París, las petites mains que bajo su mirada severa y al tiempo tierna reprodujeron sus sueños recordarán siempre su espíritu, al hombre educado, al dandi postmoderno. Fue lector devoto de Catherine Pozzi, poeta de culto: “antes de entrar en la eterna morada/Cómo saber de quién yo soy la presa/ Cómo saber de quién soy el amor”. Solía


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despedirse apretándote fuertemente la mano y lanzando un beso al aire, como una estrella con guantes de cuero, el pelo empolvado, perfumado con Bal dAfrique, sonriendo en la media distancia entre el hombre y la leyenda.


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Siempre al Lado del Éxito


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