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Boletín InformatIvo 5. Cultura 10. entrevIsta 14. salud y BIenestar

salud y BiEnEstar ¿qué son las legumbres?

Fuente: https://www.un.org/ Las legumbres son las semillas comestibles de las plantas leguminosas que se cosechan para ser consumidas. Los frijoles secos, las lentejas y los guisantes son los tipos de legumbres más comúnmente conocidos y consumidos.

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Están presentes en las distintas gastronomías de todo el mundo, desde el humus en el Mediterráneo (garbanzos), a un tradicional desayuno inglés (frijoles blancos) o el dal de la India (guisantes o lentejas).

Las legumbres no incluyen los cultivos que se cosechan verdes, como los guisantes verdes o las judías verdes, ya que estos se clasifican como hortalizas. También se excluyen los cultivos utilizados principalmente para la extracción de aceites, como la soja o el cacahuete, y los cultivos leguminosos que se utilizan exclusivamente para fines de siembra (semillas de trébol y alfalfa).

¿Por qué es importante cultivar legumbres?

Valor nutritivo

Las legumbres contienen muchos nutrientes y tienen un alto contenido en proteínas, por lo que son una fuente ideal de proteína, en particular en regiones donde la carne y los lácteos no son muy accesibles, ya sea física o económicamente. Además son bajas en grasa y ricas en fibra, lo que hace que puedan reducir el colesterol y ayudar a controlar el azúcar en sangre. Por todas estas cualidades, las organizaciones sanitarias recomiendan su consumo para hacer frente a las enfermedades no transmisibles, como la diabetes y las enfermedades cardíacas. También se ha demostrado que ayudan a combatir la obesidad.

Beneficios medioambientales

Las legumbres tienen la capacidad de fijar el nitrógeno atmosférico en los suelos, lo que mejora la fertilidad del mismo, y por tanto, aumenta la productividad de las tierras de cultivo. Asimismo, usando legumbres para los cultivos intercalados y de cobertura, los agricultores pueden promover la biodiversidad agrícola y del suelo, manteniendo a raya las plagas y enfermedades nocivas.

Además pueden contribuir a la mitigación del cambio climático, reduciendo la dependencia de los fertilizantes sintéticos utilizados para aportar nitrógeno al suelo. Durante la fabricación y aplicación de estos fertilizantes se liberan gases de efecto invernadero y su uso excesivo puede ser perjudicial para el medio ambiente.

¿Por qué un día de las legumbres?

En reconocimiento del valor que tienen las legumbres, el 20 de diciembre de 2013, la Asamblea General proclamó el 2016 como Año Internacional de las Legumbres. La celebración del año, coordinada por la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), creó mayor conciencia pública sobre los beneficios nutricionales y medioambientales de las legumbres en la producción sostenible de alimentos.

Teniendo en cuenta el éxito de la celebración de ese año y el potencial de estas semillas para contribuir al logro de la Agenda 2030 de Desarrollo Sostenible, así como su especial pertinencia respecto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible 1, 2, 3, 5, 8, 12, 13 y 15, Burkina Faso propuso celebrar el Día Mundial de las Legumbres.

En 2019, la Asamblea General de la ONU proclamó el 10 de febrero como el Día Mundial de las Legumbres.

“El Día Mundial de las Legumbres es una oportunidad para la sensibilización acerca de los beneficios que aportan las legumbres y su contribución a los sistemas alimentarios sostenibles y a un mundo sin hambre”.

salud y BiEnEstar Querer aprovechar al máximo el tiempo libre nos hace más infelices

Por: Lic. Jennifer Delgado Suárez www.rinconpsicologia.com

¿Sientes que has emprendido una carrera contra el tiempo? ¿Las 24 horas del día no te bastan? No eres el único, el mundo está girando a una velocidad vertiginosa y muchas veces no podemos con todo. Las obligaciones, tareas y compromisos cotidianos apenas nos dejan tiempo libre.

Por eso, solemos creer que cuanto más tiempo libre tengamos, más podremos disfrutar de la vida, más relajados estaremos y más felices seremos. El tiempo libre se ha convertido en un premio codiciado por el esfuerzo realizado.

Al percibirlo como algo tan valioso, es comprensible que queramos aprovecharlo al máximo. De hecho, algunas personas terminan presionándose demasiado para exprimir hasta la última gota su tiempo de ocio. Entonces caen en una trampa: en vez de descansar terminan más agotados, en vez de sentirse más felices se sienten más insatisfechos.

¿Cómo ha cambiado nuestro concepto del ocio a lo largo del tiempo?

La forma en que percibimos y valoramos el ocio ha cambiado de manera problemática en los últimos tiempos. Comprender esa evolución y encontrar formas de cambiar nuestras actitudes podría ayudarnos a relajarnos, divertirnos y ser más felices.

Sin embargo, a pesar de todos los cambios que ha experimentado el concepto de ocio a través de los siglos, una idea se mantiene constante: su contraposición con el trabajo. Hace dos mil años, el concepto de trabajo estaba ligado a la servidumbre y el de ocio a la libertad. En la Antigua Grecia, por ejemplo, la mayor parte del trabajo lo realizaban esclavos mientras que las personas más ricas podían dedicarse a actividades de ocio que, supuestamente, eran más gratificantes.

De hecho, el propio Cicerón escribió: “el ciudadano que da su trabajo a cambio de dinero se degrada al rango de esclavo”. En aquella época, el tiempo libre era aquel que se dedicaba a actividades por las cuales no se percibía ninguna retribución económica, sino que se realizaban por el placer que generaban en sí mismas.

Posteriormente, los romanos empezaron a ver el ocio como una forma de recuperarse para afrontar el trabajo que vendría, una concepción que se grabó con fuego en el imaginario popular durante la Revolución Industrial. En el siglo XIX, el ocio ya se había asociado definitivamente a un estatus social poderoso ya que solo los ricos podían permitirse el lujo de tener mucho tiempo ocioso.

En la actualidad, nuestro concepto de ocio ha vuelto a cambiar, como señala un estudio realizado en la Universidad de Boston. Desde hace décadas, las personas comenzaron a hacer gala de estar muy ocupadas. Una agenda llena se convirtió en símbolo de éxito económico y estatus social. Como resultado, hemos desarrollado la idea de la “utilidad hedónica”; o sea, lograr que cada hora de ese ocio también cuente. El concepto de trabajo productivo ha permeado el ocio, de manera que también queremos sacar provecho del tiempo libre.

Maximizadores del ocio, personas que quieren exprimir su tiempo libre

El economista Daniel Hamermesh explica que “nuestra capacidad para comprar y disfrutar bienes y servicios ha aumentado mucho más rápido que la cantidad de tiempo disponible para disfrutarlos”. Esa discordancia se manifiesta en nuestras decisiones.Por eso, “queremos aprovechar al máximo nuestro dinero y tiempo. Invertimos más dinero en ocio, en reservar mejores hoteles, vivir mejores experiencias y, en sentido general, comprar lo mejor de todo”.

incluso una cena. Por supuesto, planificar las cosas no es malo. Pero dedicar demasiado tiempo a ello podría ser contraproducente porque es probable que nuestras expectativas aumenten tanto, que las probabilidades de sentirnos decepcionados se incrementan.

Asimismo, la manera en que perseguimos las experiencias de ocio está haciendo que ese tiempo libre sea más estresante que nunca. En este sentido, un estudio realizado en la Columbia Business School demostró que estamos volviéndonos coleccionistas de experiencias. En práctica, en vez de disfrutar el momento y dejarnos llevar, buscamos cada vez más experiencias de ocio que sean inusuales, novedosas o extremas para llenar nuestro “curriculum vitae experiencial”.

El problema es que, al igual que ocurre en un currículum tradicional, en el que mostramos lo mejor de nosotros, este currículum experiencial puede convertirse en un caldo de cultivo para la competencia. Obviamente, las redes sociales exacerban ese enfoque en el ocio productivo al animar la competición por mostrar las mejores vacaciones, la mejor cena o la mejor experiencia relajante.

Esa obsesión por aprovechar el tiempo libre y llenarlo de las mejores experiencias termina siendo una espada de doble filo. Cuando tenemos expectativas tan altas, aumentan las probabilidades de que ese ocio no termine siendo lo suficientemente significativo, productivo o espectacular como creíamos, lo cual nos hará sentir insatisfechos.

Ese deseo de aprovechar al máximo nuestro tiempo libre hace que dediquemos horas y horas a leer minuciosamente las reseñas para planificar hasta el último detalle de un viaje, una escapada o Entonces la sensación de que no hemos aprovechado bien el tiempo libre se asienta. Y eso genera aún más estrés para el momento en que tengamos que planificar nuestro próximo momento libre. De esa manera, el tiempo de ocio que debería ayudarnos a desconectar, relajarnos y divertirnos se convierte en una fuente ulterior de estrés e insatisfacción.

¿Cuál es la solución?

Para volver a disfrutar del tiempo libre, lo más importante es despojarnos de esa mentalidad productiva. Necesitamos asumir una perspectiva más amplia de la vida y comprender que todo no se mide en términos de productividad. La vida no tiene que ser productiva, tiene que ser vivida.

El temor persistente de no estar usando “correctamente” nuestro tiempo porque no vivimos experiencias épicas que mostrar en las redes sociales puede hacer descarrilar por completo el auténtico propósito del ocio. La única manera de disfrutar del tiempo libre es relajarse, bajar la guardia, crear buenos recuerdos y confiar en que las piezas encajen en su lugar.

Adentrarse en esas horas de ocio con atención plena es la mejor manera para saborear cada una de las experiencias, desde las más grandiosas hasta las aparentemente más sencillas o cotidianas. De hecho, la atención plena amplía nuestra percepción subjetiva del tiempo, mejora la memoria y amplifica las sensaciones. Eso significa que nos sentiremos más satisfechos y felices con las experiencias que vivamos.

Si nos acercamos a las vacaciones o al fin de semana con la mentalidad del “debería”, pensando que tenemos que aprovechar esas horas al máximo, es posible que terminemos arruinando la experiencia de ocio en sí misma. No dejes que tu creencia que te dice que “necesitas sacar el máximo del tiempo libre” termine tendiéndote una trampa.

Fuentes: Imtiaz, A. (2021) The way we view free time is making us less happy. En: BBC. Bellezza, S. et. Al. (2017) Conspicuous Consumption of Time: When Busyness and Lack of Leisure Time Become a Status Symbol. Journal of Consumer Research; 44: 118-138. Keinan, A. & Kivetz, R. (2011) Productivity Orientation and the Consumption of Collectable Experiences. Journal of Consumer Research; 37: 935-950.

dEportE y Famiila yoga, un cambio de perspectiva

Por: Raúl Petraglia Alias Petra*

Hoy me gustaría proponerte que veas la práctica de yoga desde otro ángulo, como si fuera una inversión estratégica; primero, en tu salud y paz personal; y luego, en la de tu familia o tu pareja. Sí, puede sonar egoísta, es que a veces nos cuesta darnos prioridad. El tema es que debemos pensar en nosotros para encontrar y estar la mayor parte del tiempo en nuestro equilibrio. Porque ello va en beneficio de todos los que nos rodean. O sea, de nuestras relaciones…

La verdad es que estamos inmersos en una sociedad, adoptando ciertas costumbres, impuestas, ya sea desde afuera o por nosotros mismos, además del bombardeo de noticias, los compromisos sociales, los eventos familiares, las costumbres alimenticias, un festejo por acá y una copita allá. Difícilmente podemos vivir en una burbuja y que nada nos afecte, no obstante, sí podemos tomar ciertas medidas para ser más autónomos y resilientes. Definitivamente, una de ellas es la práctica personal de Yoga, que nos lleva, de forma paulatina y amable, a lo largo de un camino que va distanciándonos de esta vorágine que parece interminable...

“El éxito del Yoga no recae en la habilidad de ejecutar posturas, si no en como cambia positivamente la forma en la que vivimos nuestra vida y nuestras relaciones”. T.K.V Desikachar (Heart of Yoga, Developing a Personal Practice)

Si lo comparamos con las consecuencias de dicho estrés, el que hoy nos eleva el cortisol y que es el cáncer de mañana, que interfiere en la relación amorosa y natural que queremos tener con nuestros seres queridos, que afecta nuestra psique disociándonos de la naturaleza y, por lo tanto, de los demás seres vivos con los que compartimos el planeta, alterando nuestro carácter, interfiriendo irremediablemente nuestros procesos vitales, afectando digestión y nutrición, que evita que respiremos adecuadamente, alterando la oxigenación que, entre otras, tiene gran influencia en la claridad mental y en nuestro sistema inmunológico… Y la lista es enorme… La verdad es que si no lo vivimos en carne propia, lo vemos alrededor nuestro todos los dias, incluyendo el costo emocional y económico que nos conlleva. Como médicos, frustraciones, medicinas, seguros, viajes, hospitales, decisiones equivocadas, problemas de atención en los estudios o el trabajo, comportamiento agresivo, remordimientos, uf!!. Si lo comparamos con todo esto, el costo de practicar Yoga con un buen maestro, que nos de la práctica que necesitamos, adaptada a nuestra capacidad física, nuestro bagaje cultural, edad y salud, es un costo mínimo, con un gran retorno de inversión: Tu Salud y Tu Paz.

Una práctica con enfoque en nuestra respiración, que nos ayude a conectar con nuestro organismo, a sentir nuestros pulmones expandirse. Te pregunto, ¿cuándo fue la última vez que te sentaste en silencio y conectaste con tu respiración? No hablo de una práctica “perfecta”, si no de una basada en el principio de Ahimsa, no violencia, con una secuencia amable, que estimule el sistema cardiorrespiratorio, con atención al sistema linfático, al Timo, beneficiando la producción de células T, indispensables para el sistema inmunológico, que mueva la energía atorada en el cuerpo, tras horas de carro o computadora. Estimular los órganos abdominales con una correcta circulación para su desintoxicación, la salud vertebral y tus articulaciones, para que esto te de un respiro, nunca mejor dicho, una mayor calidad de vida, para ti y para tus relaciones.

Ya sé, no tienes tiempo. Pero te preguntaste cuánto tiempo dedicas a las redes sociales. Te propongo que busques la instrucción de un maestro cualificado, acércate a una escuela, toma clases, 1 o 2 horas a la semana, idealmente de forma individual, pero si no puede ser hazlo de forma grupal. Pídele al teacher que te de una pequeña rutina de asanas (posturas) y respiración, seguida de un par de minutos de silencio (entre 10 y 20 minutos para hacer diariamente, en tu casa o en el espacio donde te vibre, en tu santuario personal, en la playa, donde quieras), recomendablemente por la mañana para enfocar bien el día. ¿Qué tal si haces un compromiso personal de probarlo por 21 días?

No solo las culturas de la sabiduría milenaria de la India lo reconocieron desde tiempos inmemoriales, hoy en día, la afamada Clínica Mayo declara en su página web que: “En distintos estudios, se ha demostrado que el yoga puede ayudar a reducir el estrés y la ansiedad. El yoga puede mejorar tu estado de ánimo y la sensación general de bienestar. También puede ayudarte a controlar los síntomas de depresión y ansiedad que sean resultado de situaciones difíciles”- SIC.

Un estilo de vida más holístico e integral, que incluye todo esto y una alimentación adecuada, en contacto con la naturaleza, un poco de sol, y muchas risas, es totalmente factible. Solo depende de tu decisión…

Estaré encantado de comentar contigo cualquier duda. Podemos conectar por mensaje de IG o FB (raul petra- yoga), o en Casa Ananda Yoga Ashram, (Av. Andrés Quintana Roo 2, El Pedregal, PDC). Para clases grupales o privadas, con el maestro que mejor se adapte a lo que tú necesitas. También comparto de forma privada las enseñanzas de Heart of Yoga.

EduCaCión niños al mando

Por: Natalia A. Alioto Lic. en Educación Especial

la falta de comunicación entre padres y congruencia en las normas es muy peligrosa porque deja a los pequeños el poder de decisión.

-¡Yo elijo papá! -¡Yo lo hago solita mamá! ¡-Yo te ayudo! -¡Déjame yo puedo...! -¡No, no abuela así se hace! -¡Sí, sí, abuelito, en mi casa me dejan hacerlo!

Ante estas frases sin contexto, al leerlas, podemos imaginar a una niña o niño que ya creció y ha ido escalando en su maduración y en sus aprendizajes, aventurándose en el mundo y empezando a lograr autonomía.

Sin embargo, el detrás de escena, muestra niños pequeños, en sus casas, intentando modificar argumentos o decisiones de los padres, e incluso imponiéndose a las determinaciones que ellos están tomando.

Niños que deciden:

• Cuándo usan un cuchillo para cortar, porque al ver al adulto creen que ya están listos para hacerlo.

• Cuándo se van a dormir, porque están en una reunión de adultos, y manifiestan que no tienen sueño.

• Ayudar a la hora de limpiar, pidiendo utilizar objetos que son imposibles para su tamaño y control motriz.

• Bañarse solos, peleando con sus padres cuando intentan ayudarlos en tareas como el lavado del cabello, o el enjabonado final.

Y así podemos nombrar un sin fin de actividades, las cuales son situaciones que se viven en el día a día, en una casa. La rutina cotidiana es lo que les va dando a los niños y niñas los aprendizajes que necesitarán para su vida.

Ahora bien, los peques van observando, imitando, “jugando a hacer como los adultos”, y van aprendiendo. En ese aprender van experimentando de acuerdo a su forma, estilo, ritmo, posibilidades, aptitudes, y así van tomando decisiones. Porque también en este juego de aprender, juegan a ser adultos, que comentan y manifiestan su parecer e inclusive dictaminan.

Y entonces, es en este momento donde aparecen las frases que comentamos al inicio del artículo. Ahora que entendemos más el contexto de dónde provienen, es que nos vamos preguntando, hasta dónde un niño puede tomar esta clase de decisiones. Vamos a pensar en una situación cotidiana. Una familia sentada a la mesa a la hora de la comida. Padres y niños más grandes obviamente ya utilizan sus cubiertos pero el más pequeño está aprendiendo; por ahora solo usa el tenedor. El papá se acerca para cortarle el alimento con el cuchillo. En una situación así, es muy normal que el pequeño lo pida para cortar, y que el adulto le diga: -“ok, si lo hacemos juntos”. No obstante, el niño buscando autonomía y dirigir él cómo se hará, quitará la mano del padre queriendo quedarse con el cuchillo, manifestando de esa manera que desea hacerlo solo. Un simple ejemplo que se observa en cualquier hogar.

Ahí empieza el conflicto entre adulto e hijo. ¿Hasta dónde el niño puede decidir qué hacer y qué no? ¿Cuál es el límite, y quién lo pone?

Si abordamos la situación en ese momento, los padres responderían: “es siempre lo mismo”; “bueno si puede hacerlo que lo haga y ya”; ”quítale el cuchillo y que llore, y si no quiere comer que no coma...”. Y en los casos más actuales todo esto se acompaña de un sinfín de explicaciones que el niño no entiende y no le interesa escuchar.

Es importante que nosotros, los adultos, tengamos claro cuál es el límite, porque cada familia puede tener uno diferente. Sin embargo, hay algo que nunca debemos dejar de tener presente, y esto sí debería ser un común denominador en cada casa, y es que nosotros debemos tener en claro las reglas que manejamos, con sus límites, consecuencias, y con explicaciones claras y concisas de acuerdo a la edad. Y todo ello no implica un debate.

Los niños aprenden de nosotros, esperan que los guiemos e indiquemos el camino. Un camino con explicaciones cortas según su edad, con concordancia y lógica entre adultos, y con un lineamiento que se repita ante cualquier situación y circunstancia. Indicaciones que hoy y mañana serán las mismas, y no se modifiquen.

Porque cuando no somos claros, cuando nuestras indicaciones son variables, lo único que hacemos es confundirlos. Y eso es un arma muy peligrosa, ya que los niños siendo tan astutos, la utilizan luego a su favor y nos marcan esta inconsistencia en la norma. Y, en definitiva, hacen lo que ellos creen mejor.

Un niño pequeño puede elegir ciertas cosas: qué juguete llevar a la playa, qué playera ponerse para un cumpleaños, pero de ninguna manera puede decidir cuándo está listo para usar un cuchillo, determinar cuándo va a dormirse, o si es momento oportuno de dejar de jugar. Esas son decisiones de adultos, donde papá y mamá determinarán de antemano cómo se manejan, para que la respuesta de ambos sea siempre la misma hacia él o ella. Y si en dado caso los padres no están de acuerdo, se replanteará esto a puertas cerradas en donde solo ellos puedan hablar y decidir, para bajar nueva línea a los niños de esa familia.

Otra Mirada - Playa del Carmen otramirada.mx Tel: (984) 116 6772

lEtras y palaBras volver a empezar

Por: Miguel Ángel García García @letrasypalabras

Estoy bien, dormí profundamente, no tuve sueños ni pesadillas, y aunque desperté un poco tarde, sé que al final el día será productivo.

Pienso en el futuro, es cierto, pero como un mar de posibilidades.

Estoy enfocado en el presente.

El pasado es una canción que me canto, a veces, con un grano de café en la boca mientras llueve.

Estoy abierto a nuevos comienzos y otros escenarios, no quiero una zona de confort; me gustan las oportunidades de crecimiento, la mirada al frente y los espacios abiertos.

La vida me ha enseñado que nada es para siempre, que no lo puedo todo, que no estoy solo; y que es posible volver a empezar con muchas probabilidades de éxito.

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