EN UNA CARTA AL PRESIDENTE, EXPLICÓ QUE FUE POR HABERLE TRASLADADO EL CONTRO
Las razones de para renunciar
A
unque hasta el jueves 23 de julio, en que el Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador le aceptó la renuncia al ingeniero Javier Jiménez Espriú, al cargo de Secretario de Comunicaciones y Transportes, no se habían expuesto las razones que le llevaron a separarse del cargo, a simple vista aparecen numerosas causas para la toma de esa decisión por parte de quien fue Director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM y ocupó diversos cargos en varias administraciones del Gobierno Federal en el pasado. Lo que se dice en los círculos políticos y de análisis de la Administración Pública es que la gota que derramó el vaso, fue la decisión del Presidente López Obrador de quitarle el control de los puertos y las aduanas de los mismos al Secretario de Comunicaciones y Transportes Jiménez Espriú, quien al saberlo, ya no aguantó más y arrojó el arpa; pero fueron muchas otras causas probables de esa decisión tan intempestiva, pero que no dejan de ser cuestiones ocultas, hasta el momento. Una razón poderosa que lo hubiera llevado a renunciar desde el principio del Gobierno fue que habiendo sido Director de la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional Autónoma de México, lo mandaron a destruir la obra avanzada del Nuevo Aeropuerto Internacional de México, NAIM, de Texcoco, que llevaba ya un avance del 30% de la obra y en el que se habían invertido más de 60 mil millones de pesos, y en el que se habían comprometido en total 6 mil millones de dólares, que el Gobierno se vio obligado a pagar a los accionistas particulares nacionales y extranjeros que aportaron para la realización de esa magna obra, que iba a ser un portento de aeropuerto internacional, de los
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mejores y más grandes del mundo, diseñado por los más renombrados arquitectos internacionales y nacionales; aeropuerto que permitiría la recepción de 100 millones de pasajeros al año y daría empleo a 500 mil personas, a su terminación; solamente en su construcción estaban participando 45 mil trabajadores, ingenieros y técnicos, que fueron despedidos; y ese aeropuerto abriría las más grandes posibilidades para el incremento del turismo en México. El Nuevo Aeropuerto Internacional de México, NAIM, iba a ser una maravilla internacional y un centro de desarrollo económico y turístico de grandes dimensiones para nuestro país; pero al ingeniero Javier Jiménez Espriú, ex Director de la Facultad de Ingeniería de la UNAM, y ex funcionario de Obras Públicas de múltiples gobiernos mexicanos del pasado, le ordenaron destruirlo; y después de que estuviera desmantelado, le ordenaron inundar los terrenos para que nunca jamás aterrizara ahí ni siguiera una avioneta. Y eso hizo Javier Jiménez Espriú: destruyó el Aeropuerto NAIM, lo desmantelo y vendió por kilo la Torre de Control y otras estructuras que ya se habían levantado, como chatarra, acero finísimo; y todavía se descubrió recientemente que las subastas con esa chatarra se prestaron a negocios no muy claros. NO LE DIERON A CONSTRUIR NI EL AEROPUERTO DE SANTA LUCIA NI EL TREN MAYA Y todavía así, no le dieron al ingeniero Javier Jiménez Espriú, en su calidad de Secretario de Comunicaciones y Transportes, la construcción del aeropuerto sustituto de Santa Lucía, sino al Ejército, para evitar corrupción; y tampoco le dieron el Tren Maya, que se lo encargaron