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El legado de Juan Arvizu Arrioja, insigne periodista mexicano

La desaparición del ilustre e insigne periodista mexicano Juan Arvizu Arrioja es una gran pérdida para el periodismo de nuestra nación, porque él reunía las virtudes que exige su profesión, como defensor de los intereses nacionales, de la sociedad mexicana y de la comunicación social que debe tener como principio la verdad y la información completa y veraz para el ciudadano.

Juan Arvizu Arrioja reivindicó la dignidad del periodista y del periodismo ahora tan vilipendiado desde las esferas del poder; siempre serio, austero, y firme en su carácter de representante del medio de comunicación en que trabajaba, el periódico “El Universal”, adoptó una conducta personal y profesional impecable, siempre sirviendo a la verdad y al público al que se debía.

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Reportero esculpido desde la base, llegó a ser maestro de periodismo y de periodistas; apreciado y respetado por sus colegas comunicadores, y por los integrantes de las esferas políticas en las que se desempeñó: el Senado, la Presidencia de la República, el alto mundo de la cultura, de la información y de la comunicación social; Juan Arvizu encarnaba la fuerza y la dignidad de

Juan Arvizu Arrioja, periodista insigne de su propio medio de información, “El Universal”, y así siempre se condujo: con México; su fallecimiento es una gran pérdida sencillez, sin aspavientos, sin presunciones, aún sabiendo la fuerza política y para el periodismo nacional comunicacional que estaba en sus manos; nunca abusó de ello, sino al contrario, entendía el nivel de sus interlocutores y se ponía siempre a la altura de ellos y por encima de las circunstancias.

Nunca se aprovechó de su fuerza periodística y comunicativa; dialogó con Presidentes de la República y con ex Presidentes, y nunca se sintió ni menos ni más frente a ellos, porque conocía el país como el que más: tenía una comprensión cabal de México y de su realidad; penetraba lo mismo en las altas esferas de la política y la sociedad con naturalidad y siempre con espíritu crítico, sin que ello lo condujera en ningún momento al amarillismo o la exageración; simplemente captaba la realidad con su visión y su mente y la plasmaba con su pluma, siempre brillante y exacta.

Cultivó las buenas costumbres y la educación, la diplomacia para tratar con los representantes de la política nacional de los más diversos niveles, altos regulares y bajos; incapaz de cometer un atropello o una deslealtad tanto a la fuente de su información como a cualquiera de sus entrevistados.

Se ha ido uno de los grandes periodistas de nuestro tiempo pero su legado estará presente, siempre vivo, en las páginas de El Gran Diario de México, “El Universal”; en la redacción de ese gran periódico quedará permanentemente el eco de su voz, de su máquina de escribir y las líneas de su computadora; cuando lleguen los nuevos reporteros preguntarán donde se sentaba, cuál era su escritorio y pensarán en realizar una carrera como la de él… Lic. Mauro Jiménez Lazcano, Director General de la Revista Macroeconomía

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