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Ciudadanos

Héctor San Román A., Analista Sociopolítico

El desarrollo capital— trabajo, colocó al trabajador asalariado en relación con el Estado, mediante leyes contra la vagancia, leyes para pobres, supervisión de la organización laboral, reglas para fijar el salario, jornada de trabajo, y la regulación o represión de la acción colectiva. La propia noción de

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Por el Dr. Héctor San Román A. Analista Sociopolítico

trabajo existía como fuerza de trabajo anónima, que estaba a la venta en el mercado en lugar de estar abrigada en relaciones sociales complejas, y también estableció una relación individual con el Estado. El trabajador fue desde entonces un objeto de vigilancia y posible castigo, pero también se convirtió en un ciudadano protegido contra la esclavitud. Con la desaparición del artesanado y la llegada de la revolución industrial, los Estados se preocuparon cada vez más porque la explotación sin medida podía producir una clase social peligrosa. Las élites tomaron diferentes medidas —algunas represivas, otras inclusivas— para definir, prevenir y canalizar las potenciales acciones de justicia y libertad en los trabajadores manuales e intelectuales.

El concepto de ciudadano, definido como la forma en que actúa la gente, tendía a hacer desaparecer al trabajador —como cualquier otra categoría social— dentro de la ciudadanía, incluso en su forma más general y débil, entrañaba la membresía a una unidad política como un todo. Esto representó un reto para los líderes de los movimientos de trabajadores: ¿debían movilizar a los trabajadores sólo para defender sus intereses particulares o en el nombre del interés general? En realidad, representó un dilema que está vigente de nuestros días: si hay que ver el cuerpo político como una asociación de individuos o como una entidad socialmente compleja en la que diferentes partes se posicionan de manera distinta. El desarrollo del capital—trabajo, por lo tanto, elevó atenciones particulares en las políticas de ciudadanía como concepto de realización de reclamos.

La ciudadanía “consciente de sus derechos y obligaciones”, (no la parasitaría), es la interconexión de las personas y también con instituciones de gobernanza. Esta doble relación es la razón por la cual la ciudadanía al contrario de lo que sucede con otras formas de articulación de afinidades u otra forma de conexión con un gobernante es un puente importante. La ciudadanía es más que un simple sistema de inclusión y exclusión, la ciudadanía tiene un gran poder de conectividad y de esto lo deberán estar conscientes las clases medias emergentes.

Los reclamos de los ciudadanos con el fin de alcanzar un rango de beneficios sociales para la colectividad están siendo adelgazados, dejando a la ciudadanía con un mínimo de protecciones legales para un individuo abstraído erosionando las nociones de bienestar social y de acción colectiva para mantenerlo. Y eso presumiblemente está pasando.

Las unidades y las instituciones que definen la pertenencia y sus beneficios son por sí mismas el objeto de la realización de reclamos. La historia que vinculó la ciudadanía a una forma específicamente nacional es corta y fue experimentada en la mayor parte del mundo durante la última mitad del siglo XX, relacionada incluso con organizaciones internacionales y nacionales superpuestas, formando grupos diferenciados de ciudadanos.

Que los derechos pueden articularse y defenderse en diferentes ámbitos abre la posibilidad de reclamarlos en diferentes

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jurisdicciones, tal vez escapando de la tiranía de la mayoría o del conformismo de un grupo minoritario. Que la gente en algunas situaciones históricas reclame derechos de manera exitosa puede animar a otros a hacer lo mismo y a fomentar el reconocimiento mutuo de comunidades portadoras de derechos. Pero hay un requisito fundamental, cumplir con las obligaciones para no ser señalado como un parásito social.

Construir es colaborar, es la búsqueda del bienestar, imprimir una marca humana en un paisaje que se modificará así para siempre; es también un contribuir a ese lento cambio que constituye la vida de las ciudades. Cuantos afanes para encontrar el emplazamiento exacto de un puente o una torre, para dar una ruta de montaña a la curva más acentuada, pero que deberá ser al mismo tiempo la más segura..... hoy esos restos del derrumbe de un puente mal construido son material que lentamente vuelve a la tierra de la cual ha nacido y cuyo lento desmoronamiento e imperceptible desgaste no fue corregido por negligencia.

Un puente no colapsa cuando la carga que sostiene supera la fuerza promedio de sus tramos; el puente colapsa mucho antes, cuando el peso de la carga sobrepasa la capacidad de soporte de uno de sus tramos: el más débil. La “capacidad de carga promedio” de los pilotes y los estribos es una ficción estadística que tiene nulo o escaso impacto en la utilidad del puente, del mismo modo en que no se puede calcular cuánto peso resiste una cadena por la “fuerza promedio” de los eslabones. Calcular promedios, fiarse de ellos y usarlos de guía es la receta más segura para perder tanto el cargamento como la cadena que lo sostiene. No importa cuánta fuerza tienen en general los tramos, los pilares y los estribos: el tramo más débil es el que decide el destino del puente entero.

A estas verdades simples y obvias recurren los ingenieros profesionales y experimentados cada vez que diseñan y prueban estructuras de cualquier tipo. También las recuerdan al dedillo los trabajadores, técnicos y supervisores responsables del mantenimiento de las estructuras ya instaladas: en una estructura que recibe los cuidados y controles debidos, los trabajos de reparación suelen comenzar apenas la resistencia de al menos una de sus partes cae por debajo del requisito mínimo de seguridad.

Se dice “suelen”.... pero lamentablemente estas reglas no se aplicaron en las estructuras del puente colapsado. Es lo que ocurrió con las reglas que, por una u otra razón, fueron pasadas por alto —como diques sin mantenimiento, el puente irresponsablemente se descuidó y colapsó, como aeronave que reparada con desidia se accidenta, como edificios residenciales o públicos donde los inspectores se hicieron de vista gorda y se derrumbaron—, nos hemos enterado cuando se ha producido la tragedia: cuando llega la hora de contar las víctimas humanas por negligencia y los exorbitantes costos financieros de las reparaciones, indemnizaciones y peritajes a modo.

Pero hay una estructura que supera con creces a todas, en el grado en que estas verdades simples, dictadas por el sentido común, se olvidan o suprimen, se ignoran, se subestiman o incluso se niegan de plano: esa estructura es la sociedad. Y esa sociedad como ciudadanía habilitada reclama castigo ejemplar a los y las responsables de una cadena criminal de negligencias que no puede caer en un peligroso limbo. ¿Quien ha sido el responsable de que el puente de la estación olivos se haya colapsado? ¿Austeridad? el ahorro salió caro; ¿Corrupción, negligencia? una mezcla demasiado cara. ¿Que quedó de tanta ineptitud y negligencia? Restos aún tibios del contacto con los cuerpos a los cuales se les arrebató la vida; manos que ya no existen quizá acariciaron los fustes de esas columnas, y como el ladrillo eterno, que sólo muy lentamente vuelve a la tierra de la cual ha nacido y cuyo lento desmoronamiento e imperceptible desgaste se cumplen de modo tal que los restos del puente seguirán siendo montaña aún cuando haya dejado de ser visiblemente un puente o una fortaleza, un circo o una tumba. La verdad que expondrán los “expertos internacionales” no será particularmente escandalosa, o bien lo será en la medida en que toda verdad es escándalo.

Todo gobernante a su manera ofrece servir a la sociedad, algunos lo han logrado otros no, pues es evidente que aún con todo el poder no son infalibles. Juzgar la vida de un hombre o mujer en especial como gobernante que ha decidido la suerte de millones, que ha salvado a una ciudad o al país entero o lo ha sumido en la discordia y la tragedia, las pequeñas virtudes o pequeños vicios cuentan muy poco.

Los actos insignificantes para bien o para mal sólo son importantes en conjunto, un gobernante puede haber cometido graves errores, pero si ha llevado a su país más alegría que tristeza, más avance que retroceso se le debe juzgar con benevolencia, por otra parte, a un gobernante puede atribuírsele actos encomiables, sobresalientes, pero si ha frenado la prosperidad y el progreso, si ha engañado, la historia no lo absolverá

El desarrollo del capital—trabajo, elevó atenciones particulares en las políticas de ciudadanía como concepto de realización de reclamos La sociedad como ciudadanía habilitada reclama castigo ejemplar a los y las responsables de una cadena criminal de negligencias que no puede caer en un peligroso limbo ¿Quien ha sido el responsable de que el puente de la estación olivos se haya colapsado? ¿Austeridad? el ahorro salió caro; ¿Corrupción, negligencia? una mezcla demasiado cara

La verdad que expondrán los “expertos internacionales” no será particularmente escandalosa, o bien lo será en la medida en que toda verdad es escándalo Estamos a escasos días del domingo 6 de junio para las elecciones, lo más importante es nuestro comportamiento como hombres y mujeres en calidad de ciudadanos, porque es inexcusable la abstención, ya que es obligación ciudadana depositar nuestro voto libre y secreto

de esos pecados; por consiguiente, lo que realmente cuenta es el saldo y lo que decide es la balanza; si se pesan las buenas y malas acciones de un gobernante y al final el fiel es a favor, todas las demás imputaciones que se le hagan serán subjetivas, emocionales e improcedentes.

Toda creación humana que aspire a la eternidad debe adaptarse al ritmo cambiante de los grandes objetivos. Nuestro país nunca fue una aldea pastoril, los tiempos de caudillos en parte ya es pasado, el México bronco cumplió su misión.....El México de hoy debe escapar de su secuestro, bajo estas palabras que son sentencia: Estado, República, Constitución, Ciudadano. Y llegar a configurar una inmortalidad institucional para las siguientes generaciones, dejando atrás a los grupos ineptos, incultos, resentidos, codiciosos, al montón de estiércol perverso y, sin destruir nada de lo que se hizo con esfuerzo, respetemos el pasado.

Busquemos la unidad en una conducta humana racional ajena a la conducta parasitaría irracional, y congratularnos de que nuestro pasado fuese lo bastante amplio para proporcionarnos ejemplos, sin aplastarnos con un exceso de peso; de que el desarrollo del país fue un hecho, sin abrumarnos con necedades inútiles; de que nuestra historia, artes y culturas, árboles fatigados ya por la abundancia de sus dones, son todavía capaces de dar algunos frutos deliciosos.

Toda intransigencia o todo rito salvaje no nos puede alejar de los más antiguos sueños del hombre, tampoco de la visión racional de la conducta humana para recordar que aquellas palabras de Humanidad, Libertad y Felicidad no hayan sido todavía devaluadas por el exceso de la zoo- verborrea del reino irracional.

Como señaló Aristóteles hace dos milenios y medio, no se puede sobrevivir— fuera de una “polis”, puntualizando: solo los Ángeles y las bestias pueden existir fuera de una polis. Seguramente Sócrates compartía esta opinión, porque como no era ángel ni bestia, prefería beber una copa de cicuta antes de ser desterrado de Atenas perdiendo la ciudadanía.

Tomemos nuestro lugar en la serie de encarnaciones guerreras del Marte eterno, que de siglo en siglo vienen a trastornar y a renovar el mundo. De pie en el balcón de la historia, medir nuestras diferencias: y para fines más serenos. Empezar a soñar con restaurar la soberanía Republicana.

Estamos a escasos días del domingo 6 de junio para las elecciones que decidirán el rumbo para retomar o destruir el orden constitucional del Estado, para ello se han construido pactos con objeto sentar las bases para recuperar el Estado de Derecho que dicta nuestra Carta Magna, pero lo más importante es nuestro comportamiento como hombres y mujeres en calidad de ciudadanos, porque es inexcusable la abstención, ya que es obligación ciudadana depositar nuestro voto libre y secreto y en ello estriba la posibilidad de rescatar la división de poderes y no permitir una tramposa mayoría en el poder legislativo que hoy sumiso aprueba los caprichos de quien imponiendo su voluntad, siembra odio y división entre los mexicanos.

La historia es rica y compleja, pero hay temas preocupantes que desempeñan un papel dominante. Uno de ellos se articula con claridad, el desmantelamiento de las instituciones y la aparición de un parroquialismo (esa clientela electoral) qué pasa por alto el examen de las exigencias de la imparcialidad, haciendo añicos los restos de la democracia política, sentando las bases para llevar adelante un proceso letal donde las víctimas estén dispuestas a sufrir en silencio.

No está por demás indicar que si las instituciones se desquician, si los preceptos constitucionales se hacen a un lado y de la espada de la ley se hace un arma de dos filos, no somos del todo culpables. Los gobiernos tiránicos acostumbran dar a sus actos un barniz de legalidad que para los ciudadanos poco o nada observadores, las consideren como acciones aceptables cuando, en justicia, merecen la censura enérgica, si no es que un proceso judicial o político, por la responsabilidad oficial que conlleva.

Un hecho aislado no tiene por qué ser interpretado como un patrón colectivo de conducta política, pero si un punto de referencia que merece nuestra atención para predecir una escalada de conflictos que conllevan tarde o temprano un desastre cuando se pasa por alto el orden constitucional.

Por lo tanto los pactos tendrán que ser acuerdos de largo alcance que deben derivar en la defensa a las instituciones del orden constitucional. En estos pactos se requerirá liderazgo político para convocar la participación de la más amplia y diversa gama de ciudadanos que, si bien deberán expresarse mediante el voto popular y participar a través de organizaciones políticas y sociales, ampliando su rol e influencia cada vez más para que las instituciones democráticas, respetando la División de Poderes lleven adelante la reconstrucción de la República respetando el Orden Constitucional.

No será ocioso recordar que: Los gobiernos absolutistas pueden ser, según se ha padecido, la realeza o la dictadura. Pero también se puede “gobernar” en contubernio, compartiendo el poder con la plutocracia y la oligarquía. El buen gobierno no depende, sin embargo, del número de titulares, sino de la aplicación del arte de la política. Cada una de estas formas puede ser a la vez la mejor o la peor. ¿Habrá gobierno mejor que una monarquía sometida a leyes sabias, es decir, la institución real? ¿Hay un gobierno peor que la monarquía sin leyes, es decir, la tiranía?.

“MANTENGAMOS EL PENSAMIENTO VIVO Y A LA ALTURA DEL FUTURO DE MÉXICO”, EXPRESA EL PRESIDENTE DE SOCIEDAD CIENTÍFICA MÁS ANTIGUA DE NUESTRO CONTINENTE

El Lic. Hugo Castro Aranda, Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística hace un llamado a la juventud

Por el Lic. Mauro Jiménez Lazcano, Director General de la Revista Macroeconomía

El Lic. Hugo Castro Aranda, Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, desarrolla una fulgurante actividad en el país, para que se mantenga viva la historia de México, se analice la realidad política y social del país y la juventud mantenga y desarrolle su amor por la patria mexicana.

Es el licenciado Hugo Castro Aranda un joven con la experiencia de siete décadas de vida, que no detiene su actividad ni un minuto, organizando eventos, conferencias, reuniones de análisis y seminarios, y ceremonias conmemorativas de hechos históricos nacionales.

Su divisa es: “¡Que el Pensamiento no se Detenga!”.

Y entonces hace una convocatoria a la juventud mexicana con alegría y energía: “¡Salgamos a buscar el futuro!”.

El Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística está pendiente de los acontecimientos nacionales y convoca a videoconferencias para examinarlos, a científicos sociales de todo el país y también a especialistas de ciencias exactas físicas y químicas, y ciencias biológicas; en todo está.

Relata el licenciado Hugo Castro Aranda los mejores momentos por los que ha pasado la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, fundada en aquel entonces por el Presidente Valentín Gómez Farías; como realizó los primeros mapas de la nueva República Mexicana y también estudios estadísticos sobre la economía nacional; pero también hace notar los momentos de angustia por falta de apoyos económicos para la realización de sus tareas, en estos 188 años de vida que está cumpliendo esta benemérita institución, que han dirigido numerosos científicos y políticos mexicanos que en este lapso le han dado brillo y esplendor.

Han sido miembros de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística, a lo largo de estos dos siglos de existencia, muchos de los más altos intelectuales y más distinguidos dirigentes políticos y sociales del país:

PRESIDENTES DE LA

SOCIEDAD MEXICANA

DE GEOGRAFÍA Y ESTADÍSTICA 1833-1847-1859 José M. Justo Gómez de la Cortina 1839-18481850-1853 Juan Nepomuceno Almonte 1851 José Lino Alcorta 1852 Benigno Bustamante Septién 1854-1857 Ignacio Mora y Villamil 1858-1859-1860 Joaquín María Del Castillo y Lanzas 1861 Miguel Lerdo de Tejada 1861-1862 18691870 Leopoldo Río de la Loza 1863-1866 José Urbano Fonseca 1867 José Ignacio Durán 1868 José María Lafragua 1871-1879 Manuel Orozco y Berra 1871-1874-1876 Ignacio Ramírez Calzada 1874 Francisco Jiménez 1881 a 1889 Ignacio Manuel Altamirano 1889 a 1912 Félix Romero 1912 Joaquín Diego Casasús 1914 Jesús Díaz de León 1915 Ángel Anguiano 1916 Joaquín Mendizábal Tamborrel 1917 Alfonso Pruneda 1918 Alberto María Carreño Escudero 1919 Rafael Aguilar y Santillán 1920 Miguel Salinas Alanís 1921 Enrique Santibáñez 1922 Carlos Fernando de Landero y Castañón 1923 José Lorenzo Cossío y Soto 1924 Pedro Celestino Sánchez 1925 Ramón Mena Isaías 1926 Pedro Magaña Peón 1927-19351936-1940-1941 Pastor Rouaix 1928 Luis Hijar y Haro 1929 Enrique C. Creel 1930 Valentín Gama 1931 Agustín Aragón y León 1932 Ezequiel Ordóñez Aguilar 1933 Juan De Dios Bojorquez 1934 Ignacio L. de la Barra 1936 a 1937 Jesús Galindo y Villa 1937 a 1939 Juan Manuel Torrea 1939 a 1940 Fernando Ocaranza Carmona 19421943 1944-1945 Francisco de A. Benavides 1943-1944-1946 Jesús Silva Herzog 1946 a 1949 Alberto P. León 1949 a 1951 Gilberto Loyo 1951 a 1953 José L. Cossío Jr. 1953 a 1955 Emilio Portes Gil 1955 a 1957 Rodolfo Flores Talavera 1957 a 1959 Ramón Alcorta Guerrero 1959 Isidro Fabela 1959 a 1961 Miguel Huerta Maldonado 1961 José A. Cuevas 1962 a 1963 Manuel Ramírez Arriaga 1963 a 1965 José Domingo Lavín Revilla 1965 a 1967 Valentín Rincón Coutiño 1967 a 1969 Raúl Álvarez Gutiérrez 1969 a 1971 Fernando Zamora Millán 1971 a 1973 Luis Vázquez Campos 1973 a 1975 Manuel Ramírez Reyes 1975 a 1977 Agustín Arias Lazo 1977 a 1979 Antonio Rodríguez Gordoa 1979 a 1981 Jorge Acosta del Castillo 1981 a 1983 Fernando Pámanes Escobedo 1983 a 1985 Carlos Román Celis 1985 a 1987 Dolores Riquelme de Rejón 1987 a 1989 Alfonso Reyes Hernández 1989 a 1991 Irene Alicia Suárez Sarabia 1991 a 1994 Luis Maldonado Venegas 1994 a 1997 Pedro Ojeda Paullada 1997

“Salgamos a buscar el futuro”, convoca el Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística Fulgurante tarea realiza esa institución que pronto cumplirá doscientos años de existencia Es la primera institución científica fundada en nuestro continente, en la Ciudad de México, en 1833 “Hay mucho que hacer por México, no podemos perder ni un minuto”, dice al mismo tiempo que se va comunicando con dirigentes de la sociedades correspondientes que existen en el país “La SMGE organiza febrilmente tareas para enfrentar el presente y el futuro de México, desde el punto de vista de las ciencias sociales”, señaló su Presidente Hugo Castro Aranda

a 2000 Luis Maldonado Venegas 2000 a 2002 Joel Romero Salinas 2002 a 2005 Cuauhtémoc Cisneros Madrid 2006 a 2013 Julio Zamora Bátiz 2018 - Hugo Roberto Castro Aranda

Lic. Mauro Jiménez Lazcano, Director General de la Revista Macroeconomía

TAREAS PARA ENFRENTAR EL FUTURO El licenciado Hugo Castro Aranda organiza febrilmente tareas para enfrentar el presente y el futuro de México, desde el punto de vista de las ciencias sociales; de la geografía de la estadística, de la ciencias biológicas y de las ciencias exactas: “Hay mucho que hacer por México, no podemos perder ni un minuto”, dice al mismo tiempo que se va comunicando con dirigentes de la sociedades correspondientes que existen en el país; y también tiene comunicación con sociedades homólogas en otras naciones.

Con alegría y con mucha energía, el Lic. Hugo Castro Aranda se queda laborando en ese antiquísimo edificio, de la calle de Justo Sierra 19, teniendo a un costado al Templo Mayor y enfrente al edificio de la Escuela Nacional Preparatoria, una de tantas generaciones de científicos y políticos mexicanos.

Buena suerte en sus elevadas tareas científicas y patrióticas, le deseamos al licenciado Hugo Castro Aranda, Presidente de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística.

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