Lobatos de Gilcraft

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LOBATOS Gilcraft CONTENIDO Presentación a la 5ª edición Prefacio A.- EL SISTEMA DE LOS LOBATOS 1. Un viaje a la selva 2. Fines y métodos 3. La relación entre el lobatismo y el escultismo B.- VIDA DE LA SELVA 4. El principio 5. El Gran Clamor, la Ley y la Promesa 6. Relato de historietas 7. Teatro y danzas 8. Romanticismo 9. Disciplina 10. Seiseneros y el sistema de seisenas 11. Ceremonias de los lobatos 12. Religión C.- LA MANADA VA DE CACERÍA 13. Formación de programa 14. Juegos y competencias 15. Trabajo de estrellas y de especialidades 16. Artes manuales 17. Actividades al aire libre y estudio de la naturaleza 18. Campamentos D.- LA TAREA DE LOS VIEJOS LOBOS 19. Akela 20. Organización E.- EL FIN DEL SENDERO DE LA SELVA 21. Ascenso y etapa de transición 22. El sueño del lobato. Una alegoría


Lobatos APÉNDICES 1. Nombres de la selva para la manada 2. Pronunciación de los nombres de “El Libro de las Tierras Vírgenes” 3. Títulos de la “Colección Gilcraft”

Derechos Reservados por la Asociación de Scouts de México, AC. Córdoba No. 57, Col. Roma, Deleg. Cuauhtémoc, C.P. 06700, México. D.F. Lobatos: es un titulo de la Colección Gilcraft. Traducido por: Jorge Núñez Prida. Dibujo de la portada: Jesús S. Harada O. Primera edición: 1947 (Editorial Escultismo) Tercera edición: 1980 (Editorial Scout Interamericana) Cuarta edición: 1982 (Editorial Scout Interamericana) Quinta edición: julio de 1997 (Asociación de Scouts de México, A.C.) Primera reimpresión: marzo de 2001 Editado por la Gerencia de Publicaciones de la Asociación de Scouts de México, AC. Este libro no puede ser reproducido, total o parcialmente, sin la autorización escrita del editor IMPRESO EN MÉXICO Esta edición consta de 1,000 ejemplares. Impresa en Jet Print Playa Pie de la Cuesta No. 479-A Col. Reforma, Iztaccihuatl Sur C.P. 08840, México, D.F.

“GILCRAFT” es un seudónimo utilizado por un equipo de dirigentes, miembros del Grupo Nº 1 de Gilwell, es decir, poseedores de la Insignia de Madera.


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PRESENTACIÓN DE LA 5ª EDICIÓN Los libros han sido soporte fundamental para el desarrollo del Movimiento Scout, entre ellos destacan los de la “Colección Gilcraft”. Los títulos de Gilcraft abarcan diversos temas, desde los fundamentales del escultismo hasta herramientas para su aplicación; todos ellos de gran utilidad para quien desea ampliar sus conocimientos del escultismo, conocer sus inicios, su evolución y entender de esta manera el escultismo actual. Dentro de la “Colección Gilcraft” destacan los títulos “Lobatos”, “Scouts” y “Rovers”; en ellos encontramos los conceptos que dieron origen a cada una de estas ramas del Movimiento Scout y un sin número de sugerencias para los scouters respectivos. Es curioso que, después de 50 años de su primera edición en español, encontremos en “Lobatos” de Gilcraft análisis y propuestas que no han perdido vigencia; podemos decir que gran parte de su contenido es “atemporal” y como el escultismo mismo, reafirma su validez con el paso de los años. También, es prudente mencionar que en el libro hay diversas recurrencias que han cambiado en la actualidad, tales como Libros de los que se hace mención, esquemas de adelanto y aspectos particulares de ordenamientos de la asociación, además de algunos nombres (V gr.: en el libro se hace mención del “Gran Clamor” que ahora conocemos como “Gran Aullido”). A pesar de ello, con objeto de conservar la originalidad del libro, no se han cambiado estas referencias, por lo que el lector deberá tomar en cuenta esta observación y correlacionarlo con las referencias actuales. “Lobatos” de Gilcraft está escrito para scouters de manada de lobatos, pero su lectura es de gran beneficio para scouters de todas las secciones del Movimiento Scout; estamos seguros que en este libro encontrarán la respuesta a muchas interrogantes sobre el lobatismo. Siempre Listo Para Servir El Editor


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PREFACIO Este libro no tiene por objeto proporcionar ideas nuevas y originales. El fin que nos hemos propuesto y hemos tratado de llevar a cabo, es volver sobre el camino recorrido desde que empezó el lobatismo y hacer un resumen de las lecciones que hemos aprendido; al mismo tiempo mirar hacia adelante y aprovechar alguna idea de la perspectiva que está ante nosotros. Aparte de un mínimo irreductible de teoría, hemos tratado de ser lo más prácticos posible, sin hacer ningunas sugerencias que no hayan sido ya experimentadas en la práctica de dirigir una manada. Parece que hemos citado las propias experiencias muy a menudo, y lo único que alegamos en nuestra defensa es que deberá preferirse la ilustración a los argumentos, y que los ejemplos de la experiencia propia siempre están más a mano. Que estoy muy agradecido al Manual de Lobatos, a El Libro de las Tierras Vírgenes, a los trabajos literarios de Miss Barclay y al Curso de Adiestramiento de Gilwell es algo que no necesito decir. Tal vez sea un manuscrito inédito de Miss Barclay al que más debamos; a él tuvimos libre acceso y según entendimos también es en su mayor parte el resultado de un trabajo de colaboración. Tres partes son compendios de este manuscrito; para el resto lo que hemos tomado principalmente son ideas. También estamos muy agradecidos a muchos otros amigos que nos han ayudado con sus consejos y críticas. Se nos ha dado completa libertad para seleccionar, adaptar y expurgar. Son los Akelas relativamente nuevos en la selva los que posiblemente puedan obtener en estas páginas, una definición más clara del sendero, pero no perdemos la esperanza de que los veteranos también encuentren en ellas algo de interés.


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A. EL SISTEMA DE LOS LOBATOS Capítulo 1 Un viaje a la selva Deseo que me acompañen en un largo viaje a tierras lejanas; por tanto. asíos firmemente, cerrad vuestros ojos. y dejad que yo haga el resto... Así está bien. Ya hemos llegado, y podemos tomar nota de las cosas que nos rodean. Estamos en la India, en el corazón de la Selva Seeonee, a no muchas millas de la vieja ciudad de Jubbulpore. La noche ha caído, y no se oye más ruido que el correr de un imponente río, el Waingunga. Sale la luna, inundando con su luz el claro en donde nos encontraremos. Ella nos permite ver la cúspide de un cerro pelado cubierto de rocas y guijarros. orlado por todas partes por la espesura de la selva y pleno de sombras emboscadas; de repente, de alguna parte entre los árboles sale el aullido de un lobo; después otro, otro y otro más, hasta que toda la selva se llena de espeluznantes aullidos. Si ustedes conocieran los sistemas de los habitantes de la selva, serían capaces de entender que están cantando. ¡Escuchad! es el canto nocturno de la selva: Suelta a la noche Mang, el murciélago, tráela en sus alas Rann, el milano; ya en sus corrales las vacas duermen, de los corderos duerme el rebaño; tras las cerradas puertas se esconden. Porque hasta el alba libres vagamos. Ésta es la hora: fuerza y orgullo; garra afilada, silencio cauto. ¡Ya el grito suena! ¡Caza abundante para el que observa la ley que amamos! (Tomado de “El Libro de las Tierras Vírgenes”, de Rudyard Kipling) Los cantos se hacen cada vez más cercanos; cierto número de sombras principian a salir tras de los árboles y van colocándose silenciosamente en sus lugares alrededor de la roca que corona la cúspide del cerro. Son los lobos de la Manada de Seeonee, jóvenes y viejos, machos y hembras, que se reúnen para el consejo de manada que se celebra una vez al mes, en el plenilunio. No hablan mucho: los pequeños lobatos se tienden unos sobre otros en el centro del círculo intimidados por la importancia de la ocasión, pero absorbiéndola totalmente,


Lobatos sin embargo, con gran regocijo. Han sido traídos con objeto de que los demás lobos puedan inspeccionarlos. Entonces son admitidos en la manada y quedan libres de ir a donde les plazca, pero hasta que no hayan cazado su primer gamo, no es aceptada excusa alguna si uno de los lobos mayores mata algún lobato. Mientras hemos estado cuchicheando, la gran roca plana ha sido ocupada. Akela, el viejo lobo gris, que dirige la manada por su fuerza y por su destreza, yace ahí tendido a todo lo largo; pero ha llegado tan silenciosamente, que no nos hemos apercibido de su venida. El resto de la manada, levantando sus narices hacia la luna, lanza un aullido de saludo, al principio sentados sobre sus ancas, para terminar dando un gran salto en el aire. Cuando han terminado, Akela levanta la cabeza y grita: “vosotros conocéis la ley; vosotros conocéis la ley. Ved bien, ved bien, ¡eh lobos!”, uno por uno los lobatos son empujados hacia adelante y cada uno de los lobos fija en él con atención su mirada. Se sucede una interrupción. En vez de un lobato, una de las madres ha empujado hacia el centro del círculo a un niño indio desnudo -Mowgli, la rana-. Los gritos de Akela continúan iguales. pero del otro lado del claro sale el rugido de un tigre furioso: “ese cachorro es mío, dádmelo. ¿Qué tiene que ver el Pueblo Libre con un cachorro humano’?”. En este momento se escucha un clamor entre la manada, unos se ponen de un lado y otros del otro. El asunto no queda decidido hasta que otros dos animales no hablen en favor del cachorro humano; así lo quiere la ley. Estos son Baloo, el viejo sabio oso pardo que enseña a los lobatos la ley de la selva, y Bagheera. la pantera negra, la mejor cazadora. A ésta se le concede comprar la vida de Mowgli al precio de un toro recién cazado. Shere Khan el tigre. se va desilusionado por haber perdido su comida. rugiendo de ira, y la selva se entera de que ha sido desafiado por los lobos. Así es como Mowgli entra a ser un miembro con todos sus derechos de la Manada de Seeonee. Todo aquel que sigue la senda de los lobatos, sabe de esta escena y todo lo que hay que saber acerca de las aventuras futuras de Mowgli; pero he querido describirles la reunión de la manada alrededor de la Roca del Consejo, una vez más, porque no nos hemos de cansar de dar énfasis a la importancia que tienen las historietas de El Libro de las Tierras Vírgenes, tratándose de los lobatos. Somos demasiado propensos a olvidar la selva y tratar a nuestra manada como una mezcla de scouts menores o un club de niños. B-P ha colocado como base de todo el esquema de adiestramiento de lobatos la historia de Mowgli, y por tanto nos incumbe a nosotros usarla como base de la vida de nuestra manada. La selva provee el escenario en el cual la vida de los lobatos debe desarrollarse. Si nosotros recordamos esto, la “atmósfera de la selva” se convierte en cosa natural. ya que requiere muy poco esfuerzo el absorber la atmósfera que nos rodea. Multitud de Akelas ven en la “atmósfera de la selva” un mueble superfluo del escenario que puede, si lo desea, ser arrastrado fuera del esce-


Lobatos nario en el que se desarrolla el drama del lobatismo. Pero no es así, éste debe venir espontáneamente de adentro y levantarse -de manera inevitable- de una apreciación adecuada sobre el lobatismo y de una actitud correcta del entendimiento hacia él. Es una manera de pensar, más bien que un plan de campaña trazado cuidadosamente. Puede ser que nos ayude el darnos cuenta que la historia de Mowgli de Rudyard Kipling no es, por ningún motivo, una historia de hadas imposible. Los viajeros y los residentes de India han recogido experiencias tales, que confirman no solamente el que se hayan dado casos de seres criados por lobos, sino también de las reuniones de los lobos en el plenilunio, celebradas casi idénticamente, como la descrita por Kipling. De cualquier modo, deseo insistir en la importancia de principiar en el camino del lobatismo con un conocimiento perfecto de las historietas de El Libro de las Tierras Vírgenes. Éstas proveen el escenario al que se adapta el esquema del adiestramiento de los lobatos y la atmósfera en la cual debe desarrollarse la vida de la manada. Por tanto, constituyen la base de todo buen lobatismo.


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Capítulo 2 Fines y métodos Recomendar con énfasis El Libro de las Tierras Vírgenes no quiere decir que se reste importancia al Manual de Lobatos. Las historietas de Kipling proporcionan la atmósfera; el libro de B-P es el vademécum de los jefes de manada, sin el cual no pueden ni siquiera tener esperanza de seguir adelante. Con facilidad algunas veces hacemos a un lado el Manual de Lobatos, para dedicarnos a buscar en el último libro tal o cual aspecto del lobatismo; pero jamás volverá a escribirse un segundo Manual. Cada vez que volvemos a leerlo crece nuestro aprecio por él. Por lo mismo, no habré de ofrecer disculpas por las innumerables veces que he de citarlo en este capítulo. ¿Cuál es el objeto del adiestramiento del lobatismo?. Y particularmente, ¿cuál es mi objetivo al trabajar en el lobatismo? Éstas son preguntas que nos debemos hacer constantemente. Nuestro trabajo no va a producir muchos frutos si le dejamos crecer sin cuidado y atención. Desde el principio debemos tener una concepción definida de nuestro propósito, y deberemos estar constantemente recordándonos ese objetivo para no salirnos de la senda. Para principiar tenemos que darnos cuenta de que formamos parte de un gran Movimiento. El horizonte del Akela sería terriblemente inadecuado si se limitara a sus lobatos como tales. Probablemente no hay ninguno de nosotros que no haya sido culpable en alguna ocasión de esta visión restringida. Es esta actitud la que produce jefes de manada que ponen su empeño en una manada activa, jovial, constelada de estrellas e insignias, formada de campistas experimentados, ganadores del tótem local, seguramente mejor dirigida y más eficiente que la tropa. En el peor de los casos, el resultado es una manada perdida, sin frutos. Debemos mirar siempre adelante. Aun cuando lo que hoy veamos sea un grupo de lobatos de figura esférica, de vista desparramada, de dedos sucios y de muecas amistosas, debemos conservar constantemente delante de nuestros ojos, el cuadro de estos divertidos lobatitos como scouts, esbeltos, limpios, más conscientes de las cosas que los rodean, con miras nuevas en sus ojos que demuestran seriedad, pero con las mismas sonrisas amistosas. Nuestro objeto es adiestrar a nuestros muchachos para que sean mejores scouts, por haber sido lobatos. No es fácil para un Akela, darse cuenta de esto. Debo admitir con franqueza que se requiere cierta cantidad de sacrificio personal y de trabajo desinteresado. Nuestro trabajo no termina ahí. Nosotros colocamos los cimientos, pero no se nos da el placer de construir la súper estructura. Nuestro trabajo se efectúa, la mayor parte, debajo de la tierra y no se ve, y a menudo se olvida lo que vale. No podemos señalar el artículo terminado como de nuestra manufactura, pero,


Lobatos ¿no es esto todo lo que lo hace más glorioso? ¡A mayor demanda, mayor placer y mayor honor de haberla llenado de fidelidad! Nuestra recompensa no es menos real porque no sea obvia. Los cimientos son la parte más importante del edificio y todo el resto de la construcción depende de que éstos estén bien calculados y bien hechos. Nuestra recompensa la obtendremos cuando veamos la estructura terminada sobre cimientos que nosotros trazamos, cuando veamos a nuestros lobatos desarrollarse a través de la tropa scout y el clan de rovers, y llegar a ser hombres. Es un consuelo, también, saber que el lobato jamás olvida a su viejo Akela. Si hemos colocado buenos cimientos, nuestras esperanzas no habrán sido defraudadas; el lobato hecho hombre, nunca olvida que lo debe a aquel que lo guió en sus primeros pasos en el lobatismo y lo llevó por las sendas de la selva. Nuestra tarea es ayudar a nuestros muchachos a convertirse en mejores scouts cuando les llegue su turno, y este trabajo bien vale la pena. No tenemos excusa para tomarlo en broma ni para dramatizarlo. Debemos cultivar un espíritu de agradecimiento por habérsenos dado la oportunidad de cooperar en la gran obra. Dirán que todo esto no nos lleva muy lejos, pero debemos continuar para obtener una percepción clara de nuestra meta y del camino que a ella conduce. Concedido que debemos colocar los cimientos para el escultismo, pero, ¿cuál es la finalidad del escultismo? Queremos adiestrar lobatos para que sean buenos scouts y scouts para que sean hombres buenos. El Movimiento Scout intenta proveer algo que complemente el programa educativo para evitar su fracaso. No pretende saber todo lo que hay que saber, ni tampoco proporcionar la panacea para remediar todos los males de la civilización moderna; pero sí ve un camino por el cual puede ayudar, y se dedica humildemente a servir a la comunidad lo mejor que le es posible dentro de su esfera. Se da cuenta de que la educación es algo más que mera instrucción por medio de libros; que el programa educativo, para tener éxito, debe considerar al niño totalmente. es decir: cuerpo, inteligencia y alma. Por tanto, nosotros como jefes de manada, tenemos por finalidad preparar a los muchachos para un adiestramiento scout completo, ya que somos parte de un gran Movimiento que tiene por objeto la educación de nuestros niños de tal manera que pueda mejorarse su futura eficacia como ciudadanos, sin olvidar que el adiestramiento en carácter es nuestra meta. Debemos ahora considerar aquellos métodos por los cuales podemos hacer efectivos nuestros fines.


Lobatos No podemos hacer nada mejor que comenzar por considerar a nuestra antigua amiga la “educación”. ¿Qué es lo que ella significa?. La raíz en el significado de educación es “sacar algo”, “guiar algo”; es obvio que se trata de algo que se encuentra ahí y es precisamente este punto vital que muchos de los sistemas antiguos de educación pasaron por alto. El Escultismo está hecho para promover “no tanto la adquisición de conocimientos, como el deseo y capacidad para adquirir conocimientos”. “Nuestro método de adiestramiento consiste en educar para adentro; en ofrecer juegos y actividades que, siendo moral, mental y físicamente. En otras palabras, el trabajo del Akela consiste en entusiasmar al niño en la dirección atractivos para el niño pequeño, lo eduquen seriamente, apropiada”. El educador moderno “desarrolla al niño para que sea eficiente más que letrado, para que tenga carácter más que erudición... ...El viejo y sabio Platón hace mucho que nos dio la dirección verdadera en cuanto a educación, al decir que el bien innato existía en todo niño y que la finalidad de la educación debería ser el desarrollo de estos instintos naturales de virtud por medio de prácticas adecuadas. No hizo mención de lectura, escritura o aritmética, como de cosas esenciales y sí en cambio de los instintos naturales. Ej.: la formación del carácter por medio de prácticas y no de meros preceptos.” No creo que sea posible mejorar las palabras de B-P que colocan todo el asunto dentro de una cáscara de nuez; pero vale la pena seguir estos principios generales y ver cómo se aplican en algunos casos típicos del adiestramiento del lobato. La primera cosa que debemos recordar es que no somos los únicos cuyos puntos de vista han de considerarse en el lobatismo. El lobato puede que no sepa expresar sus deseos con tanta claridad como nosotros, pero existen varias cosas definidas que un lobato desea. Éstas pueden resumirse como oportunidades de su propia expresión. Tiene ciertos instintos característicos para los cuales necesita una salida. Lo que debemos hacer al mismo tiempo que obtenemos nuestros propósitos, es satisfacer sus demandas instintivas. Nuestro éxito como Akela podrá medirse de acuerdo con la satisfacción que demos a este doble requisito. Por ejemplo, a la edad de los lobatos el niño tiene un gran instinto para representar, pero como todos los instintos, requiere adiestramiento y educación. En esta época su principal tendencia es imitar. El lobato es un adepto para imitar las idiosincrasias de sus mayores. El impulso natural del Akela al verse imitado en la manera de hablar y de accionar, es de suprimir de raíz el instinto de imitación en el muchacho. Mas si el jefe de manada es realmente inteligente, se dará cuenta de que este instinto no solamente es inofensivo en sí mismo, sino que positivamente es un medio muy útil


Lobatos de obtener su finalidad; así, pues, facilitará el desarrollo de la imaginación por medio del uso amplio de historietas y de representaciones durante los juegos de la manada. De esta manera, no solamente apartará de sí la atención embarazosa que los lobatos tienen en él, sino que también obtendrá éxito (sin que el muchacho se dé cuenta), proporcionándole conocimientos e inspirándole ideales y ambiciones que le ayuden a desarrollar su carácter por los caminos debidos. Al mismo tiempo, los instintos del muchacho tendrán un escape y la educación que requieren. Tomemos otro ejemplo. El lobato tiene un irrefrenable deseo de hacer ruido. El programa de la manada da amplio campo para esto, llegando al grado en que los extraños pueden pensar que el ruido que hace una manada es señal de indisciplina. Sin embargo, el hecho de que el ruido esté disciplinado y controlado lo hace de un valor positivo inestimable. El Gran Clamor, por ejemplo, es de gran ayuda para la disciplina, principalmente porque está controlado por los mismos niños. Es un ejemplo típico de la propia disciplina útil y recuerda al lobato su promesa, con todo lo que ésta significa, y su lealtad personal a Akela. Todo esto requiere una gran cantidad de esfuerzo consciente y de meditación por parte de Akela, si se desea obtener éxito. Un preliminar indispensable en la educación desde adentro es un conocimiento adecuado del carácter del muchacho. Como no hay dos niños iguales, se deduce que es esencial que obtengamos por medio del conocimiento del carácter de cada niño, el conocimiento de lo que le gusta y de lo que le disgusta, de sus defectos y de su talento, de su capacidad y de los problemas particulares que pueda presentar. He aquí la razón por la cual no debemos tener manadas, por regla general, de más de veinticuatro niños. Nuestro objetivo, sin embargo. no lo obtendremos por el solo hecho de reducir nuestra manada al límite requerido. Es sorprendente ver cómo muchos jefes de manada capaces, cometen este error; reducen el número de sus muchachos, para poder dar mayor atención a cada niño, pero se olvidan de estudiar a cada uno en particular. No es suficiente tener una idea vaga del carácter y problemas generales de cada niño. Nuestro conocimiento debe ser más particular y definido. Multitud de veces he preguntado al jefe de una manada durante mi visita a ella, lo que piensa de algún niño en particular y su contestación ha sido alguna generalidad sin importancia. Sólo hay un camino que yo conozco por el cual se puede obtener el conocimiento necesario, particular y definido de cada niño y éste es el de escribir los resultados de nuestro estudio. Un índice de tarjetas es ideal, pero prácticamente un cuaderno de apuntes llena el objetivo y es más barato. Generalmente salimos de una reunión de la manada con nuestra mente ocupada por el pensamiento de un niño en particular o de algún incidente en el que estuvieron mezclados algunos muchachos individualmente. Estas impresiones vagas las conservaremos así, si no las hacemos cristalizar por medio de un cuidadoso análisis, escribiendo el resultado antes de que se nos


Lobatos olvide. Tal registro serĂĄ de valor inestimable para el jefe de tropa, cuando el lobato pase a ĂŠsta.


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Capítulo 3 La relación entre el lobatismo y el escultismo Podrá ser que hasta aquí haya yo dado la impresión de que el lobatismo es casi idéntico al escultismo o por lo menos un sistema de escultismo diluido. La relación exacta entre las dos ramas, es un asunto sobre el cual es extremadamente difícil dogmatizar, pero hay una cosa cierta, y ésta es que el lobatismo no es un escultismo diluido. El asunto es de aquellos que vale la pena dilucidar y me propongo hacerlo, en primer lugar, teóricamente (considerando el desarrollo moral, físico y psicológico del muchacho); en segundo lugar, históricamente (considerando la historia de las relaciones entre una y otra rama); y en tercer lugar, prácticamente (deduciendo de nuestro estudio previo algunos principios generales que deben observarse en la práctica). I Desde el punto de vista teórico, el asunto requiere menos discusión. En parte porque B-P ha tratado ya el asunto de manera muy adecuada en el Manual de Lobatos, y en parte porque este asunto es suficientemente claro para cualquiera que tenga que ver con niños. Desde el punto de vista físico, el adiestramiento es obvio que debe ser diferente. Sería imposible esperar lo mismo de un lobato que de un scout. Esta dificultad no se puede zanjar, reduciendo el tono del adiestramiento de manera que contenga menos ejercicio. No puede resolverse acortando la distancia que debe recorrerse diariamente en una excursión, porque las excursiones requieren del niño mucho más que el esfuerzo físico que implica una caminata de varios kilómetros. El campamento no puede ser igual para los dos muchachos. El campamento scout, como las excursiones, requieren cierta cantidad de confianza en sí mismo que no puede obtenerse de un niño pequeño. La confianza en sí mismo es una de las grandes palancas del escultismo, pero sería enteramente erróneo fomentarla demasiado en los lobatos. Estos se encuentran justamente en la edad de la dependencia del viejo lobo. La disciplina de la tropa es -o debe ser- de un carácter muy diferente de la manada. El jefe de tropa actúa como hermano mayor de sus muchachos, dejándoles completa libertad individual en lo posible y dirigiendo únicamente sus actividades. Akela, por el contrario, ejerce algo que se parece más a un despotismo benévolo. El viejo lobo sabe más y naturalmente se recurre a él para obtener dirección y órdenes en todas las cosas. Su posición es más bien la de un padre y no la de un hermano mayor, con la diferencia de que es un padre de aquellos que toman parte en los juegos y en los proyectos de sus hijos, colocándose al mismo nivel de ellos.


Lobatos Más aún, sería erróneo también tratar de imponer un ideal tan elevado al lobato como lo es el contenido en la ley scout. Éste no podría comprender los deberes que entraña, ni intentar llevarlos a cabo. Mientras más nos adentramos en la cuestión, se ve más claro que el lobato no es meramente un ser más pequeño que el scout, sino más bien uno distinto. B-P escribe que: “Mientras el muchacho más grande está lleno de admiración por los héroes y con deseos de trabajar en pandilla a las órdenes de un buen guía, y en competencia con otras pandillas, especialmente en servicios de peligro, el niño más pequeño, que apenas emerge de la crisálida de la niñez, es más individualista. Principia a sentirse firme sobre sus pies, más concentrado, y por primera vez se da cuenta de que puede llevar a cabo algunas cosas y hacer otras, y en el momento en que ha dado un paso hacia adelante, de cualquier naturaleza que sea, se inclina a exhibirlo”. Psicológicamente -que es simplemente una manera de ver las cosas con sentido común- se resume en que el lobato está dominado por una individualidad asertiva y de rivalidad, mientras que el scout es susceptible de admirar a los héroes y de cooperar con lealtad. Siendo bien claro que el lobato y el scout son tan distintos uno del otro, es claro también que cualquier sistema educativo debe tratarlos distintamente. No basta con sintonizar la educación de uno para adaptarla al otro. Aún cuando los principios que forman el sistema son los mismos en cada caso, la aplicación de éstos varía en la práctica para acomodarse a cada una de estas dos edades. II La historia del lobatismo parte de los días anteriores a la primera guerra. Once años fue la edad fijada para que los muchachos pudieran ser scouts, pero aquellos de nueve o diez años no daban cuartel, y algunas veces por importunos se les aceptaba como scouts. En cierto modo esto era dañino para el escultismo. pero B-P se dio cuenta de que se encontraban en una edad en que eran fácilmente impresionables y que su deseo de someterse al adiestramiento scout entrañaba grandes posibilidades. Por tanto decidió dar principio a la Rama de Jóvenes Scouts. Los lineamientos del esquema propuesto para los lobatos aparecieron por primera vez en la Gaceta de la Oficina Central, en enero de 1914. Algunas notas adicionales aparecieron de tiempo en tiempo, hasta que por fin fue publicado el primer folleto sobre lobatos y su promesa, en junio de ese mismo año. En él apareció el uniforme y el saludo y daba normas provisionales para las pruebas de las estrellas, pero no proveía de ley, gran clamor, lema, danza de la selva y sistema de insignias. Durante el verano de 1914 los lobatos empezaron a aparecer por todas partes. Algunas


Lobatos personas se inclinaban a ver en ellos una innovación innecesaria, pero aquellos de visión más amplia reconocieron en este intento, el nacimiento de algo grande. La historia de los primeros años puede conocerse mejor por los breves extractos de los artículos de la Gaceta. En uno de ellos, escrito por la señorita Barclay, en el número correspondiente a enero de 1915, se demuestra que el lobatismo desde un principio siguió una buena dirección; sería muy largo transcribirlo totalmente y esto da pesar, ya que sin querer discutirlo conscientemente, se pinta un cuadro divertido de cómo debieran ser los lobatos; pero ya al final hay estas palabras, que nosotros (después de los acontecimientos) podemos ver que contienen el germen de dificultades futuras: “para el jefe de tropa significa que no habrá más pérdida de tiempo precioso con los pies tiernos. Un lobato de dos estrellas ya está bien afianzado en su promoción scout...”. En verdad, no existe nada erróneo en esto, y las próximas palabras demuestran que la señorita Barclay se encontraba dentro del buen camino, pues sigue diciendo así: “...y, mejor aún, él ha estado desarrollando por algún tiempo su capacidad scout, y cuando entra a la tropa y se le permite usar su iniciativa, puede ya ir de prisa”. Para el entusiasta frívolo puede suceder que tome la cuerda por la punta que no debe. Ese mismo año, la señorita F. Gamon escribió para la Gaceta la historia de su manada. La mayor parte de ella descansa sobre bases firmes, pero hacia el final se da uno cuenta de que la mala hierba del error comienza a nacer: “en vez de emplear más o menos un año tratando de pasar su segunda clase scout, mis lobatos en la tropa principian como de dos estrellas, o sea como scout de segunda clase, y pueden en seguida principiar con sus pruebas de primera clase. El resultado puede ser un incremento por todos lados eficaz y que aquellos que piensen que estamos bajando las pruebas scouts a un nivel de enseñanza de niñeras, puedan mejor dedicarse a mejorar las normas de las pruebas de primera clase”. Jefes de manada del sexo masculino se inclinaban más aún a los lineamientos scouts, y tenemos casos como el siguiente, que apareció en la Gaceta (1915): “fui a un campamento de fin de semana durante el último verano, llevando conmigo dos docenas de lobatos... y el campamento se verificó exactamente como si hubiera sido un campamento scout. A los requisitos para obtener la segunda estrella, he agregado el conocimiento de la ley scout... Encuentro que no hay bastante qué hacer para un lobato: deberá inventarse alguna clase de insignias de especialidades para llenar este hueco. Un lobato de dos estrellas vino a mí el otro día a preguntarme dónde podía conseguir un libro en que pudiera aprender el trabajo de la primera clase scout”. Por último, he aquí algunos extractos de un artículo que demuestra que las cosas iban rápidamente de mal en peor: “la manada se formó en septiembre de 1914, bajo muy buenos auspicios; ese mismo día los lobatos (en número de nueve) obtuvieron la victoria para su tropa en una competencia con una tropa scout muy superior, cuyas


Lobatos defensas penetraron... Nuestra manada sigue más o menos la misma rutina que la tropa scout y trabaja en las insignias de segunda clase... En noviembre excursionó durante una tarde con la tropa, por más de catorce millas... Los lobatos se quedan hasta tan tarde como los scouts, y algunas veces más...” En esta época los pequeños lobatos desfilaban constantemente al lado de los scouts, decorados con cordones, silbatos y grandes cuchillos. Como es natural, todo esto creaba mal ambiente a los lobatos, tanto con los jefes que tomaban en serio el Movimiento, como con los scouts. Las cosas no hubieran llegado a estas alturas si no hubiera sido por la guerra que, entre otras cosas, detuvo la publicación del libro de B-P. Pero aún entonces, la oficina central se abocó al problema y pidió la crítica y las sugerencias necesarias a aquellos que estaban de verdad interesados. El próximo jalón en la historia del lobatismo, fue la Conferencia de Jefes de Manada que tuvo lugar en Londres, en junio de 1916, en la que fueron discutidos esquemas experimentales, y B-P presentó su nuevo esquema, más o menos igual al que usamos actualmente. El interés demostrado en la Conferencia hizo que se diera el siguiente gran paso: la formación del Departamento de Lobatos de la Oficina Central. Esto aconteció en septiembre de 1916. Pero no fue sino hasta fines de 1916 o principios de 1917, cuando los lobatos fueron reconocidos como parte del Movimiento y las necesarias enmiendas y adiciones fueron incorporadas al Reglamento en su edición de 1917. Al mismo tiempo, B-P publicó el Manual de Lobatos. Se hizo una exhibición en Caxton Hall, Westminster, en la que él presentó los lobatos en público; y apareció por primera vez la revista El Lobato (Wolf Cub), que después ha sido incorporada a The Scout. Desde un principio, el Departamento de Lobatos (con la señorita Barclay por secretaria) se dedicó a combatir el error de “El Escultismo para Lobatos”. La primera página de jefes de manada señala que el esquema del lobatismo tiene por finalidad dar al niño pequeño un sistema propio; condena tales cosas como enseñar a los lobatos la ley scout y poner a lobatos y scouts en competencia; y demuestra los males de rebajar las normas scouts y permitir que los niños pequeños jueguen al escultismo. Durante 1917 las cifras, tanto de lobatos como de jefes de manada, crecieron enormemente. La maquinaria existente de funcionarios de distrito y de asociación, demostró ser insuficiente para darse a basto con el sorprendente crecimiento de este nuevo Movimiento. Enfrentándose a cierta oposición se formaron los comités de lobatos en las asociaciones locales. Este punto se discutió en la Conferencia de Lobatos de 1918, presidida por el recién nombrado comisionado de lobatos de la oficina central, señor Arthur Gaddum, en la que estuvieron representados noventa y nueve asociaciones locales. La conferencia confirmó el nombramiento de los comités de lobatos y el Reglamento sufrió la enmienda consiguiente.


Lobatos Desde entonces el Movimiento quedó colocado sobre bases sólidas y continuó avanzando rápidamente durante 1918 y 1919. El jamboree de 1920 fue la consumación de su evolución gradual. Los lobatos tenían asegurado su lugar en el gran Movimiento. He dado la historia de estos primeros años extensamente, porque demuestra cuáles fueron la política de la oficina central y los deseos de B-P: (1)

Conservar los lobatos fuera del trabajo scout: de ahí su nuevo ceremonial y actividades.

(2)

Dar al jefe de manada absoluta libertad para desarrollar su manada sobre sus propios lineamientos: de ahí los comités de lobatos y los comisionados de lobatos.

Las transcripciones que he hecho, demuestran cuán necesario era este programa; pero precisamente por su urgente necesidad, ha habido una tendencia a que el péndulo vaya demasiado lejos del otro lado, convirtiendo la reforma en reacción. El lobatismo ha tendido a convertirse en un fin en sí mismo, con los resultados de que el lobato ha encontrado en la tropa un anti clímax, y la ha dejado, o ha sido demasiado estimulado y su carácter demasiado incrementado. Hablando en términos generales, los años de 1920 a 1928 han sido testigos del proceso gradual de colocarse en el medio feliz. El péndulo se ha normalizado. Ha habido perezosos, demasiado entusiastas, pero el lobatismo como un todo ha ganado en el verdadero sentido de proporción. A los perezosos no se les ha dado cuartel y se han visto obligados a reformar sus sistemas. La excesiva separación entre lobatos y scouts, que los demasiado entusiastas han tratado de desarrollar, se ha remediado con un mayor espíritu de cooperación. III Hemos llegado por fin al asunto de la “política práctica”. ¿Cuál debe ser la relación exacta entre el lobatisino y el escultismo en mi manada? Éste es asunto en extremo difícil de definir en tantas más cuantas palabras. Existe una regla de oro que nos evita resolverlo por nosotros mismos. Lo que cada jefe de manada necesita, es tener el verdadero sentido de la proporción. Una vez obtenido éste, el resto viene por añadidura. Éste le salvará de los males, por un lado, de la identificación práctica del lobatismo con el escultismo y, del otro, de la separación excesiva. Todo el estudio de la historia del lobatismo ha sido solamente para ayudarnos a obtener el sentido de la proporción.


Lobatos Todo es cuestión de énfasis y el énfasis es asunto que cada quien determina por sí mismo. El lobatismo incluye en las insignias y en las estrellas materias como señalación. primeros auxilios y nudos, que son actividades típicamente scouts. Pero un viejo lobo realmente inteligente, sin que necesariamente descuide estas cosas, pondrá énfasis en los asuntos específicos de lobatos: construcción de la cueva, trabajos manuales, cantos, teatro, historietas, bailes, estudio de la naturaleza, juegos y siempre más juegos. En relación con este asunto del énfasis correcto, la estrecha cooperación entre el jefe de manada y el jefe de tropa, es de suma importancia. Aquí solamente, de manera deliberada, he tratado aspectos generales del asunto. Los detalles, como ya lo he dicho, deben ser llenados por el Akela mismo. En los siguientes capítulos sobre trabajos de insignias, competencias. campamentos y seisenas, trataré de cuestiones particulares, aun cuando sólo de manera incidental.


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B. VIDA DE LA SELVA Capítulo 4 El principio Al hablar de los comienzos, hay que mencionar tres personas cuyos puntos de vista debemos considerar —el jefe de manada, el lobato y el padre del lobato— y, como siempre, el primero es con mucho, el de menor importancia. El jefe de manada entra en el cuadro solamente en beneficio del lobato; si el lobato pudiera habérselas sin él, el jefe de manada estaría imposibilitado de poder justificar su presencia en la selva. Si por lo tanto, la presencia del jefe de manada en la selva requiere menor atención, será conveniente tratar de él en primer lugar. Supongamos que estáis a punto de tomar a vuestro cargo una manada de lobatos, habiendo entrevistado a las autoridades correspondientes (comisionado de distrito, secretario de la asociación local, etcétera) y obtenido el consentimiento de los padres de los muchachos, ¿cuál será el primer paso a dar? Obviamente, lo primero será adquirir alguna forma de adiestramiento, si esto no ha sido posible antes de llegar a esta etapa. Existen muchas maneras de lograrlo. Traten de averiguar con el sub comisionado de distrito dónde y cuándo se llevará a cabo un curso preliminar de lobatos. Estos cursos son reconocidos actualmente por Gilwell, y son dirigidos por miembros del equipo de adiestramiento, en todo el país. Ahí se encontrarán con otros también nuevos en el lobatismo y mediante la participación en los variados juegos y actividades, aprenderán la forma de pasárselos a sus lobatos. También las sesiones cortas sobre los diferentes aspectos del lobatismo les darán confianza. Además es agradable, no tengan duda de ello. ¡No existe ningún aspecto que se asemeje a un examen! Un poco después, cuando estén bien establecidos, traten de encontrar la oportunidad de tomar el Curso de Insignia de Madera para lobatos. Pero antes de acudir a este curso avanzado, es conveniente esperar hasta que hayan encontrado los principios, porque de esa forma se beneficiarán más ampliamente de él. Existen otras formas de adiestramiento. Como por ejemplo el visitar manadas; ciertamente, siempre existe la oportunidad de aprender ahí muchas cosas nuevas. Se ha dicho muy bien “cualquiera que piensa que ha terminado con el adiestramiento, puede considerarse liquidado en lo que al escultismo se refiere”. Las cosas desde la orilla suelen verse terribles, pero una vez que uno se ha arrojado de clavado al río, principia a nadar, sus propios movimientos le llevan a través del cuerpo una sensación de felicidad que hace olvidar la alarma anterior. Así pues no


Lobatos se asusten, por ejemplo, por culpa de aquellas personas que quieren convertir el lobatismo en una ciencia exacta, y que una vez que han obtenido éxito, destruyen su propia obra. Recuerden que por lo menos el noventa por ciento del lobatismo consiste en aquella cosa misteriosa de la que mucho se habla y que se llama “Espíritu de Lobatismo”. Las cosas exteriores en sí mismas, no son sino la envoltura, son el cuerpo; pero el espíritu es el que da vida al cuerpo. Recuerden también que el lobatismo, siendo juego, es algo más que eso para el lobato: es algo extremadamente romántico, sobre el cual ha soñado y suspirado. Si ustedes van a satisfacer esa ansia, también debe ser más que un juego para ustedes. Deben permitir que el romanticismo, el misterio y la belleza de la selva, les inspiren. Estén siempre recordándose que la manada ideal es la que constituye una familia feliz, no solamente una familia (como dice B-P), sino una familia feliz. Esto no quiere decir que la disciplina sea innecesaria o que constituya un positivo embarazo (véase capítulo 9). Una familia es tanto más feliz cuanto más obediencia preste al jefe de ella. Dénse cuenta, desde el mero principio de que se ha propuesto aprender bien lo que deben hacer del lobatismo. Akela debe no sólo saber las cosas, sino también debe saber hacerlas por sí mismo. El ejemplo es la mayor ayuda para el éxito. Terminaré con algo muy práctico y mundano; principien en pequeño. Jamás principien con más de doce lobatos: principiar con seis es mucho mejor. Su primer grupo constituirá la levadura que inspire al total de los futuros lobatos. Escójanlos con cuidado; limiten su número de manera que su trabajo sea más efectivo, y préstenles toda su atención, cuando menos durante tres meses. II ¿Y del lobato? Pensad en todo lo que significa para él, el principio de su vida de lobato. Ha oído hablar de los scouts; ha visto a los scouts alguna vez en la calle, le ha fascinado su uniforme y se ha imaginado que gozan totalmente de la vida, punto por punto. El escultismo para él es una de las cosas románticas en las que sueña, junto con guerras piratas, manejar una máquina y ser náufrago en una isla desierta. Un día descubre que cerca de su casa, niños pequeños como él están gustando las delicias del escultismo. Quizás los descubrió al oír el gran clamor; o curioso se asomó por la ventana abierta y los vio en cuclillas alrededor de un fuego brillante; o quizás los vio salir rodeando a Akela, con la felicidad retratada en sus caras. Pudiera ser que hubiera visto a la manada en el momento de salir a campamento con la ansiedad retratada en sus rostros; o al regreso, quemados de sol pero felices. De cualquier


Lobatos manera, inmediatamente se ha dado cuenta de que esto es lo que él ansiaba, y se ha propuesto saber algo más acerca del Movimiento. Se le ha dicho “que no se trata de una simpleza”, ahí se juega y se canta, se representa, y nadie le grita a uno. Aún un verdadero jefe scout, como el mismo Baden-Powell, alguna vez llega por ahí y le promete a uno que será scout cuando crezca y demuestre estar capacitado. El niño principia a sentirse nervioso, excitado y feliz; algo misterioso, romántico, deseable, está casi a su alcance. De alguna manera, en algún lugar, algún día, ha conseguido por fin toparse con alguien que pertenece a la manada. Desde aquel día, sólo ha vivido pensando en aquel otro en que hará su entrada en la tierra de misterio y de aventura: la selva del lobato. Recordando todo esto, es posible darse cuenta de lo que su primer paso significará para él. Su primera impresión de la manada permanecerá con él durante toda su vida, ya sea consciente o inconscientemente, no sólo en su vida como lobato sino en toda su vida. Si esta primera impresión ha sido mala, difícilmente se podrá restañar el daño ocasionado. El niño pequeño aprende mucho más por las impresiones que recibe, que por lo que se le dice o por los sermones que escucha. Las impresiones obtenidas en estas primeras juntas en la manada le enseñarán multitud de cosas. Permanezcamos fuera con él, en la oscuridad. y tratemos de compartirlas. La puerta se abre: los lobatos irrumpen felices, llevándolo por decirlo así, en la cresta de una ola. El recluta recibe la impresión de una familia feliz de lobatos, entrando a casa. Si se trata realmente de una cueva de lobatos, la impresión es mucho mayor. El lugar pertenece realmente a los lobatos. Es pues la manada; no es un escenario. En seguida, el recluta se da cuenta de que los lobatos han detenido su carrera, se han parado repentinamente, levantando dos de sus dedos sobre su frente. Sin duda ésta es una seña secreta, de respeto, pero también de amistad, pues las personas mayores, de pie, sonrientes, han contestado en la misma forma. Lo que esto significa él no lo puede expresar con palabras, pero sabe que está bien. La próxima semana él hará lo mismo (ha aprendido el saludo). Ahora los lobatos rodean a Akela, le cuentan de un nuevo niño que hay en su casa; de quién ganó en el fútbol ayer, y de cómo alguien se ha cortado el dedo pulgar. A Akela le gusta: escucha a todos a la vez. les contesta y ríe. El recluta se acerca más, piensa que la próxima semana será uno de esos lobatos y podrá también hablarle de sus cosas (ha aprendido lo que significa el viejo lobo). Los lobatos corren de un lado para otro, hacen mucho ruido y gozan. De repente alguien ha llamado: ¡manada!, y en un instante se ha hecho silencio, los más pequeños han sido siseados por los mayores para que se callen. ¡Qué aprisa han podido ponerse quietos!, ¿y por qué? ahí no se ve ningún palo. ¡Debe ser porque son loba-


Lobatos tos! (el segundo mandato de la ley ha sido entendido). Entonces Akela da instrucciones, que ellos cumplen de prisa y sin embarazo (primer artículo de la ley). Después de un rato se escucha: “imanada. manada, manada!”, cada uno contesta ¡manada!; cada uno corre; todos ellos forman un gran círculo (él no podría ni siquiera pronunciar tales palabras como “individualismo” y “cooperación” pero ha pescado la idea). Entonces se escucha el gran clamor brevemente explicado por Akela para su beneficio, con una gran sonrisa que llega a él, al través del cuarto y lo sacude. Ya tiene el lema y el clamor; pero aún le falta mucho. ¡Y aquel niño más grandecito que lleva dos cintas amarillas en el brazo, que ha gritado “dyb-dyb-dyb-dyb”, seguramente será algún jefe lobato, parece ser un buen chico!, ¡mirad cómo los otros le contestan! (nuestro recluta ha entendido lo que es un seisenero). Todos se sientan en el suelo. Imaginaos poder hacer eso sin hacer alboroto. ¡Y Akela también lo hace!, se dan avisos. Primero se habla del servicio religioso del domingo. dicho en forma sencilla que lo hace a uno estar seguro de que va a comprender a Jesús. En seguida una palabra acerca de la buena acción de navidad que hará la manada (el recluta ha obtenido algo más que una simple visión, de lo que significa la promesa) y después se trazan los planes para una salida, el próximo sábado, al campo. Todo esto le ha conmovido grandemente; todos hablan a un mismo tiempo, y todos hacen preguntas. Él piensa si se le permitirá acompañarles, espera que sí, Sus ojos tropiezan con los de Akela y se da cuenta que éste ha adivinado su pensamiento y le permitirá acompañarlos. A Akela debe gustarle, tanto como a él, ya que le ha sido tan fácil comprenderle. Se escucha de nuevo la palabra “imanada!”. Se hace silencio. Akela tiene algo especial que decirles. En un pequeño regaño, pero Akela no grita, solamente se ve triste y habla con cierta precipitación. Los lobatos sin duda se han puesto tristes también. Un seisenero habla para expresar su pesar y prometer que en el futuro procurarán hacerlo mejor. Akela hace un gesto de perdón. Todos aplauden de gusto, y con eso termina el incidente (el recluta ha aprendido algo acerca de la disciplina de los lobatos). En seguida dan principio los juegos y el trabajo. Todo respira a felicidad e interés. Akela se da tiempo para dirigirle una o dos palabras, de cuando en cuando. Ya el recluta se siente como en su casa y pronto tendrá el valor suficiente para preguntar si él puede también tomar parte. Se da cuenta que no es tan fácil como parece. No podrá hacer los nudos que él desea; si trata de saltar, lo hará como un elefante, así dice el seisenero; nunca estuvo más torpe en los juegos, no puede siquiera coger una pelota que le ha sido tirada. Pero todo ello le interesa, y está seguro de que desea regresar y aprender a ser un verdadero lobato.


Lobatos Quizá lo mejor ha sido al final, cuando todos rodean a Akela en frente del fuego, para escuchar historietas. Akela le ha enseñado un lugar junto a él y se siente completamente feliz. Después, unas cortas oraciones (él solamente conoce el Padre Nuestro, pero se ha unido a ellas de todo corazón, para dar gracias, pues se siente extremadamente feliz); por último el gran clamor; y buenas noches y buena caza, que les desea a todos Akela; y corren hacia su casa a contar todo a su mamita y a soñar después con lobatos, elefantes, bosques. campos y multitud de otras cosas. ...Esta primera reunión ha sido algo que él nunca olvidará. Y tendrá mucho que ver con su futuro éxito como lobato. Durante los días siguientes, la impresión irá profundizando conforme vaya pensando en todo lo acontecido, desea, espera, tiene ansia de más. En las próximas reuniones aprenderá otras cosas, tendrá otras impresiones, pero todo lo que sucederá después, no serán sino pequeños detalles en el esquema total, construido por las impresiones de la primera reunión. III Por lo que respecta a los padres, a ellos pertenece el lobato. Si ellos nos permiten compartir la educación del niño, debemos estarles agradecidos, pero no debemos olvidar la parte que les corresponde. Algunos de nosotros parecemos creer que los padres no aman a sus hijos, que no piensan en su futuro, que no tienen deseos de que vivan una vida feliz, pero tales padres no existen en este mundo. A los padres debemos acreditarles sus buenas intenciones, para que ellos nos acrediten también lo que hagamos por sus hijos. Tratémosle como a seres humanos con los mismos instintos, los mismos deseos y los mismos ideales que nosotros. No los clasifiquemos como una raza aparte que debiera encontrarse enjaulada en el jardín zoológico. No todos son iguales, naturalmente, algunos son buenos, algunos son indiferentes, algunos son malos. Pero eso ¿no nos sucede a nosotros también?


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Capítulo 5 El Gran Clamor, La Ley y La Promesa Las primeras impresiones en sí, no son suficientes; necesariamente tienen que ser seguidas de una instrucción precisa. Constituyen el material plástico que más tarde, por medio de la enseñanza, puede traducirse a imagen. Durante las semanas posteriores, al inolvidable día de la primera junta, el recluta tendrá que ocuparse de las materias concernientes a los pie tiernos; aprendiendo los principios sobre los cuales está organizada la vida de la selva. Éstos, y especialmente la ley y la promesa, son de tanta importancia que Akela mismo debe siempre enseñarlos. Son el punto más importante en todo el esquema del lobatismo. Como tales, requieren no solamente que el viejo lobo los reserve para sí mismo, sino también que les dedique todo el tiempo y cuidado para enseñarlos a cada lobato individualmente. La ley es una de las cosas más sorprendentemente profundas que yo conozco. Y, como todas las cosas profundas —el firmamento, las nubes, una mañana de primavera, las flores y los árboles— es profundamente sencilla. Solamente esto: El Lobato escucha al Viejo Lobo; El Lobato no se escucha a sí mismo. Noten cómo apela a la inteligencia del niño. No hay en ella imperativos, no hay en ella mandatos pesados o prohibiciones. sólo contiene una afirmación de confianza una “Preciosa afirmación que no deja lugar a discusión y que por su requerimiento inevitable, uno se ve obligado a vivirla. Su fraseo es sencillo y fácil de recordar. Se imbuye casi insensiblemente en el cerebro del lobato, dejando intacta la energía mental que habría de emplear, tratando de descifrar el significado de muchas palabras de libre interpretación. Tal como está, se convierte en parte del subconsciente del niño hasta llegar a gobernar sus acciones y sus opiniones, respecto a otras personas. Aun cuando las palabras son sencillas, las ideas que subrayan no son, por ningún concepto, fáciles de captar. Akela debe estar preparado para dedicar todo el tiempo que sea necesario para explicarlas, y jamás debe investir a un lobato hasta que esté convencido, razonablemente. de que la ley ha sido entendida. Sería, sin embargo, un error esperar que el lobato pueda expresar su significado en tantas más cuantas palabras. El haber comprendido la ley no depende, en ninguna manera, de su habili- dad para exponerla con claridad. Si se me pidiera sintetizar la ley en unas cuantas palabras, yo diría que el primer precepto significa obediencia a los demás, y el segundo, obediencia a la propia con-


Lobatos ciencia: la parte espiritual de cada quien, que debe ser obedecida de preferencia a la parte material. Esta exposición no es el mejor medio de enseñar al lobato, especialmente porque cada vez hay que usar más y más palabras. Su infortunada víctima les oirá con cortesía, pero sus pensamientos estarán muy lejos la mayor parte del tiempo. La mejor manera de enseñarla recae en el ejemplo personal de los viejos lobos y los seiseneros, y el hecho de que en una buena manada, el guardar la ley correctamente, es una tradición. Las alegorías comúnmente usadas ayudan en este aspecto, como son las del capitán del equipo de fútbol, o las del General de un ejército, o las del jefe de una familia, para el primer artículo; o la de correr una carrera fatigosa o llevar al cabo una tarea difícil, para el segundo. Sus anécdotas tendrán más fuerza si son escogidas de la historia de la propia manada y especialmente si se refieren a algún muchacho que haya salido de ella y esté ya convertido en un brillante scout. En mi manada existían algunas historietas selectas que iban pasando de generación en generación. Una se refería a un magnífico seisenero pequeño. que se rompió el brazo y cuyo nombre era Mick. Éste nunca se quejó o lloró, ni siquiera cuando estaba siendo atendido en el hospital; se portó tan valientemente que uno de los doctores le preguntó si era lobato. Dos años más tarde, su sucesor en el puesto en la seisena, tuvo un accidente. se abrió la cabeza. Cuando yo fui a visitarle al hospital. lo primero que dijo fue: “no lloré para nada, Akela; me acordé de Mickey!”. Muy diversas eran las historietas que la manada atesoraba como ilustraciones del primer artículo de la ley. Una se refería a un pequeño lobato que no quería aprender a amarrarse con propiedad las cintas de sus zapatos, hasta que una noche oscura, caminando rumbo a su casa, después de pasar un día en el campo, casi quedó abandonado, pues constantemente se retardaba por esta causa y hasta perdió primero un zapato y luego el otro. Después de este incidente, jamás tuvo que recordársele cómo debería amarrarse los zapatos. Un tercer medio que ayuda grandemente a enseñar la ley son las representaciones. Siempre que no sea demasiado seguido. la manada está lista para efectuar competencias entre seisenas representando historietas que demuestren el significado de la ley. Si ustedes casualmente tienen un grupo de reclutas, podrán dejar que por sí mismos hagan tal cosa. Probablemente esto constituye una de las grandes ayudas en la enseñanza de la ley. Presenta a los lobatos en concreto la idea, y más tarde el representársele al lobato los cuadros que ha visto, asimila con facilidad la substancia.


Lobatos La promesa se compara con la ley en primera importancia. Demanda la misma enseñanza cuidadosa, y la mayor parte de lo que se ha dicho acerca de los métodos en conexión con la ley, pueden aplicarse a la promesa. Lo que más importa, sin embargo. es el ejemplo personal de Akela. Un lobato sabe instintivamente si ustedes están tratando de vivir de acuerdo con la promesa que a él le están pidiendo hacer, y no lo tomará muy en serio si se da cuenta que predican una cosa y hacen otra. La promesa es asunto personal, no solamente asunto de palabras, sino una promesa personal, del lobato al viejo lobo, de que cumplirá con lealtad ciertos deberes. “Háganlo sentir que les está prometiendo que hará todas las cosas lo mejor que pueda, que ustedes aceptan su promesa y que confían en él, y que les place que él les haya hecho tal promesa”. Díganle que ustedes representan al jefe scout, quien toma vivo interés en cada lobato que hace su promesa en cualquier parte del mundo. Dos puntos generales que necesitan enfatizarse son: que el lobato esté haciendo una promesa que dura para toda la vida y que esté prometiendo “hacer lo mejor”. La promesa jamás puede deshacerse, y debe aplicarse a toda la vida, en casa y en la escuela, tanto como en las juntas de la manada. Precisamente porque es una promesa tan buena, es difícil de aguardar, y el lobato encontrará que algunas veces ha dejado de cumplirla. Entonces recordará que ha prometido hacer cuanto pueda. Y mientras haya hecho cuanto ha podido, no ha quebrantado su promesa, y puede ensayar de nuevo. Con respecto a la promesa misma, creo que los siguientes puntos deben tenerse siempre presentes: 1)

El deber para con Dios va primero que nada en la promesa, porque es su parte más importante. No insistiré en él ahora, ya que más tarde lo haré al dedicar a este asunto un capítulo completo (véase el capítulo 12).

2)

Esperen mucho del cumplimiento de la ley y no quedarán decepcionados. Mi experiencia ha sido que los lobatos la usan como punto de comparación no solamente para juzgar las acciones ajenas sino también las suyas propias. La manada corría una carrera de relevos, cuya ruta había sido definida con claridad pero una cierta sección se encontraba fuera de la vista de Akela. Uno de los Lobatos se salió de la ruta para acortar el camino y al hacerlo se cayó rompiéndose un brazo. Akela le encontró sollozando amargamente, pero no de dolor sino de contrición. “Me lo merezco, Akela”, dijo, “me escuché a mí mismo y traté de hacer trampa”.


Lobatos 3)

Obtengan el mayor fruto de la buena acción. Esto es de suma importancia porque es el resultado externo del trabajo interior, del espíritu del escultismo. El ideal es que se haga inconscientemente, como resultado de una correcta actitud del pensamiento. Debemos recordar siempre que la buena acción no siempre aparece espontáneamente para el muchacho nuevo, por lo que debemos puntualizar que no necesariamente deben ser grandes cosas. Akela puede ayudarles haciendo sugerencias de la manera que nuestro Fundador lo hizo en el Manual de Lobatos, cosas como el llevar un paquete para alguien, darle agua a un perro, o dar el asiento en un transporte muy lleno, ayudarán a convertir la idea en un hábito. Vuestro nuevo lobato se inclinará al principio, a anunciar a los cuatro vientos su buena acción: no lo desanimen, simpaticen con él, y gradualmente háganle ver que las verdaderas buenas acciones son aquellas que no se dan a conocer a nadie.

4)

La buena acción individual conduce naturalmente a la buena acción en cooperación de la seisena o de la manada. Este punto jamás debe descuidarse. Somos muy llevados a dar excusas, a decir que no hay nada realmente que nuestra manada pueda hacer: pero personalmente he encontrado que si honradamente lo pensamos. hay muchas cosas que se pueden hacer. Pienso, que ustedes también, como yo, descubrirían que la buena acción de la manada es un camino maravilloso para dar lustre y buen nombre a la manada en conjunto. Además trae consigo un incremento de felicidad y de anhelo de hacer algo.

EL GRAN CLAMOR. Es otra de las grandes inspiraciones de B-P; se destaca en la vida prosaica de la época actual. Al extraño me supongo le parecerá un ruido sin objeto; o cuando más un grito scout complicado. Pero para los miembros de la hermandad de la selva significa mucho más de lo que pueda expresarse con palabras. Considero como una prueba para el viejo lobo, en materia de escultismo, el preguntarle lo que el gran clamor significa para él. Estoy completamente seguro de que todo lobato lo ama y lo usa para expresar toda clase de emociones que él no puede describir con palabras: su lealtad para Akela, la alegría de vivir, su gratitud al lobatismo y su tristeza al dejarlo. Todos probablemente conocemos el significado del gran clamor, pero no hará ningún daño el repetirlo, aún cuando no sea sino para ponerlo más claro en nuestras mentes. 1)

Es un saludo a Akela y una expresión de lealtad hacia él.

2)

Es la señal de aprecio mayor que la Manada puede dar a sus visitantes o a sus amigos.


Lobatos 3)

Es una renovación solemne de la promesa.

4)

La unidad del círculo simboliza la unidad de la manada, compuesta de la colaboración voluntaria de cada uno de los lobatos.

Jamás olvidaré el clamor de mis lobatos cada año. al final de nuestro campamento: tampoco olvidaré el gran clamor con que me despidieron después de cinco años de trabajar a su lado; pero más que nada, yo recordaré la reunión de despedida que me dieron los lobatos de unas dieciséis manadas, de los cuales por lo menos conocía, por sus nombres, a la mitad. Después del gran clamor, no había más que decir. Me he extendido algo sobre este punto, porque deseo hacer ver el amor y el entusiasmo que debemos sentir por el gran clamor, tanto Akela como sus lobatos. Si se enseña en forma adecuada, todos los lobatos lo tomarán en serio y lo llevarán al cabo con todo su corazón y sus pulmones. Hay veces en que necesariamente hay que reprender a algún niño individualmente; entonces hay que hacerlo con bondad, pero con firmeza.


Lobatos

Capítulo 6 Relato de historietas Cuando inquirimos acerca de los fines del sistema de adiestramiento del lobato, vemos que se trata de incrementar la eficacia de la generación que nace como ciudadanos del futuro. Esta generación puede subdividirse en cuatro ramas: carácter, salud, artes manuales y asistencia. El adiestramiento del lobato, como un todo, está hecho para conseguir este cuádruple objeto, también como un todo; y no es posible dividirlo en compartimentos separados. de los cuales pudiera decirse que tienen por objeto exclusivo una de las cuatro subdivisiones. Al mismo tiempo podemos decir con certeza que cualquier asunto en particular, está asociado en forma predominante con un aspecto especial del fin general; y viceversa, que cualquier asunto particular del fin general, trabaja para el fin general a través de uno o varios detalles particulares del adiestramiento. Los Juegos. por ejemplo, tienen que ver especialmente con la salud, con la destreza física y con las virtudes sociales. Al llegar al estudio del desarrollo del carácter personal de un lobato, yo diría que los factores principales que lo afectan son: 1.

El carácter personal y el ejemplo de los viejos lobos,

2.

La vida y disciplina de la manada en conjunto,

3.

El estudio de la naturaleza; y

4.

La narración de historietas.

Los argumentos que se hacen en favor de las historietas, son que éstas proveen al niño su principal fuente de experiencia; que le despiertan y lo inducen a tomar resoluciones superiores; que sueldan a su espíritu los principios fundamentales del bien y el mal, de los cuales depende el bienestar de la humanidad. “El conjunto de experiencia, interés, ambición, resoluciones, principios e ideales, ¿qué es, sino CARÁCTER?” Con lo anterior queda establecido el lugar que le corresponde a la historieta en el programa de la manada. El ideal que tratamos de alcanzar es el de tener el relato de una historieta en cada reunión, y en la mayoría de los casos no hay razón para que tal cosa no se realice en la práctica. La única excepción legítima la constituye el caso en que la manada se reúne dos o tres veces por semana, en cuyo caso una o más de las reuniones tiene asignada, generalmente, una actividad específica: y donde las reuniones se llevan al cabo muy de mañana y existe el deseo general de emplear el tiempo en cosas más activas. En ninguna circunstancia, sin embargo, debe privarse a la manada del privilegio de una historia en la semana, por lo menos.


Lobatos Aquellos que tienen la fortuna de haber nacido con el don necesario para relatar historietas, no tendrán dificultad para conservar un torrente constante de ellas, pero la mayoría de nosotros no tenemos esa suerte. Y por lo menos soy un humilde relator, ya que no cuento con talento especial en esa dirección, lo que —aunque suene paradójico— es mi mayor cualidad para tratar de ayudarlos. Porque estoy seguro de que, en el arte de relatar historietas, todo el mundo puede con práctica convertirse en razonablemente eficiente. Es conveniente empezar con anécdotas cortas, algo que tal vez han leído en un periódico; revista, verídica o imaginaria, pero en todos aspectos, algo que les ha interesado. Después de que se dan cuenta de lo bien que éstas son recibidas, ustedes se sentirán alentados a seguir un poco más adelante. Creo que no debemos tener ilusiones falsas acerca del relato de historias. Es un arte, que como muchos otros (pintura y el canto) tiene que ser perfeccionado mediante un trabajo intenso, pero que es tan benéfico, que el tiempo que le dediquemos siempre será bien empleado. La dificultad con la mayoría de nosotros, es que somos demasiado pagados de nosotros mismos. Esto podrá significar 1) que nos oponemos a “templar” y que nuestro entendimiento se rehúsa a trabajar; o 2) que somos incapaces de olvidarnos de nosotros mismos por el momento y hacer nuestra la historieta. La mejor cura para la primera, consiste en memorizar el principio y el final de la historia. Ambas cosas son igualmente importantes, y si principiamos adecuadamente, adquiriremos confianza más fácilmente. La segunda dificultad se debe probablemente a la omisión o negligencia de un punto muy importante de su preparación, que consiste en visualizar colocándose uno mismo en el lugar del héroe o de un testigo presencial. Ya trataré esto después más extensamente. Muchas historietas es mejor relatarlas que leerlas, aún cuando hay excepciones. El Libro de las Tierras Vírgenes, por ejemplo, con toda su fraseología característica, pierde mucho de su interés si se relata, y además sería mucho esperar que alguien lo memorizara completamente. La selección de las historietas es el segundo punto que debe considerarse. Vale la pena pensar en ello cuidadosamente; de lo contrario, nuestras historietas no tendrán gran valor como formadoras de carácter. La primera cuestión es el tipo. Aparte de las anécdotas hay tres tipos principales de historietas. La primera, es la historieta corta y completa, que no guarda relación particular con lo que antecede o precede. Esta es la que generalmente se usa y la que debe tener lugar prominente, pero algunas, de los otros tipos, deben mezclarse en la rutina de la propia manada. Las otras dos variedades consisten en la historieta en serie, y en ciclo, v.gr. una serie de historietas que tratan del mismo héroe o una


Lobatos serie de historietas del mismo tipo. Ejemplo de ellas son el ciclo de los Indios Pieles Rojas, el ciclo de El Libro de las Tierras Vírgenes, o el ciclo de Robin Hood. Las ventajas de este tipo para contarlas en campamento, son obvias. Aun en las juntas ordinarias de la manada, significa menos trabajo para Akela en el sentido de que una sola historieta le proporcionará material suficiente para varias semanas; pero sus ventajas son aún más profundas. En primer lugar, permiten delinear con más claridad el carácter del héroe: y las lecciones que enseñan y los ideales que inspiran, se graban más en el niño y con más fuerza por la constante insistencia. Segundo, si voltean la cara hacia su propia niñez, estoy seguro que su visión de la vida en determinados períodos de ella, estuvo dominada por diferentes concepciones románticas. En determinada ocasión vieron el mundo a través de un caballero errante, valeroso; en otro, a través del indio piel roja agazapado detrás de los árboles; en una tercera, vieron la vida al través de un telescopio colocado en el barco de un pirata. Esto es cierto con respecto a los lobatos y la ventaja de las historietas en serie, y aún más, en ciclo, es que armonizan con su estado mental y siendo más satisfactorias pueden ejercer proporcionalmente mayor influencia en el desarrollo del carácter del niño. El segundo punto que hay que considerar, es la selección de la naturaleza de la historieta y la lección que desean que produzca. Deben tener un propósito definido al relatar una historieta, generalmente el de inculcar admiración por alguna virtud tal como lealtad, valor, confianza en sí mismo o veracidad. Esto no significa que hagan sermones (lo cual sería fatal), o que sus historietas jamás tengan la intención de provocar una explosión de risa sana. La risa tiene que ser cultivada en el niño por todos los medios posibles. Por otra parte, estoy seguro que existe una tendencia a preferir la historieta humorística y hacer degenerar el relato de historietas en un mero esfuerzo de divertir a los lobatos. Debemos tener siempre presente el gusto de los lobatos y conservar un justo medio entre lo que ellos desean y lo que nosotros deseamos inculcarles. No hay razón para contarles historietas que no les atraigan. Sus lecciones pasarán desapercibidas. Todo el éxito de la historieta, desde el punto de vista como instrumento de la formación del carácter, consiste en que le guste al niño, que la pase con el mayor gusto, y que la digiera totalmente: así estará asimilando alimento inconscientemente. Habiendo establecido todos los preliminares, podemos ahora considerar la preparación actual para el relato de una historia en particular. Para la mayoría de nosotros esto es quizá más importante que el relato en sí. El éxito de la narración depende de una preparación cuidadosa. Por supuesto, conforme se va adquiriendo práctica se necesita menor preparación. Yo supongo que un verdadero genio puede abstenerse de toda preparación, pero aún no he conocido a nadie que pueda hacer tal cosa sin exponerse a fracasar. Aquellos que tienen aptitud natural y que han tenido amplia práctica pueden seguramente hacerlo con pequeña preparación y quizá en alguna ocasión lo


Lobatos podrán hacer conforme vayan hablando. Debo, sin embargo. confesar que yo no he llegado a ese punto de perfección. En alguna ocasión fue necesario que yo narrara una historieta habiéndoseme avisado con sólo cinco minutos de anticipación y sólo pude hacerlo reuniendo los puntos salientes de ella durante los cinco minutos de gracia que me fueron concedidos. Para el principiante y, en condiciones normales, aún para el individuo experimentado, es necesario cierto grado de cuidadosa preparación. Lo primero que hay que hacer es leer la historieta con cierta rapidez: después un poco más despacio; y por tercera vez más despacio aún, para que se le grabe a uno con claridad el orden de los acontecimientos. Hay que anotar en orden los puntos salientes, para poderlos retener en la memoria. Les recomiendo con todo énfasis, que estas notas las hagan en un cuaderno especial, pues después de uno o dos años encontrarán que ese cuaderno les es de gran utilidad, porque él contiene sus propias historietas, y vuestra preparación para relatarlas una segunda o tercera vez, consistirá solamente en leer cuidadosamente esas notas. Por medio de ellas tendrán los hechos claros y en orden, y no caerán en la trampa fatal de tener que regresar, en la mitad de su relato, a un incidente que deberían haber mencionado algunos minutos antes. Lo siguiente es visualizar la historieta. Repásenla, colocándose en el lugar de un testigo de vista o de preferencia en el del héroe, y considérense ustedes mismos haciendo el papel. Dénse cuenta del punto de vista de la historieta; visualicen el escenario y los demás detalles; dejen que la acción se apodere de ustedes y que los arrastre al romance; dejen que se apodere totalmente de su imaginación; entusiásmense y gócenla. Esto los capacitará para olvidarse de ustedes mismos durante el relato y arrobar a su auditorio. Incidentalmente, jamás relatarán tan bien una historieta como aquella que realmente los atraiga y que se haya apoderado de ustedes, ya sea que atraiga su sentido humorístico, su imaginación o sus ideales personales. Ordinariamente lo anterior será suficiente como preparación, pero algunas personas encuentran necesario ensayar la historieta en voz alta. En cualquier caso ayuda el hacerlo mentalmente, como salvaguarda adicional. La narración en sí misma es asunto que está tratado en cualquier libro sobre la materia. Es asunto, grandemente de sentido común y de práctica. Al relatar la historieta. háganlo por la historieta misma, dejando a un lado por el momento, su moraleja. Si la historieta ha sido narrada bien, con eso basta para que se saque provecho de su moraleja. Posesiónense de la historieta durante su narración. Hablen con sencillez y claridad, eviten los detalles innecesarios, pero sin caer en el otro extremo, de sólo catalogar hechos; modelen su voz y usen ademanes adecuados: pero recuerden que están contando una historieta y no representando. Al llegar al punto culminante,


Lobatos procuren terminar con rapidez. Jamás señalen el punto moral que han querido subrayar. Hasta aquí su parte en el relato de historietas. Los lobatos también tienen su parte. Debe entenderse claramente que hay que evitar agitación innecesaria e interrupciones; hagan que cada uno esté confortable desde un principio y releguen las preguntas para cuando hayan terminado. Si algún lobato tiene que pararse y salir, que lo haga silenciosamente y sin pedir permiso. Estas restricciones podrán parecer al principio trabajosas, pero los lobatos mismos se darán pronto cuenta de que ayudan grandemente a que ellos disfruten más de la historieta. He visitado a manadas donde la falta de disciplina adecuada ha arruinado la narración de una historieta buena en cualquier otro sentido y que habría sido provechosa para los culpables y para los inocentes. Un juego reposado antes de relatar la historieta ayudará a crear la atmósfera conveniente. Una palabra más y terminaré. Un corolario sobre la importancia de El Libro de las Tierras Vírgenes en el lobatismo (sobre el que ya he insistido), es que los muchachos deben estar bien familiarizados con sus historietas. Todo lobato debe conocer las historietas acerca de los diferentes animales, y si le han servido de tema en sus días de pie tierno, ocuparán un rincón importante de su corazón. Estas historietas no son sólo verdaderamente buenas, sino que también encierran en sí, valiosas lecciones morales y sociales. Las historietas de Tabaki el escurridizo lameplatos, de Shere Khan, jactancioso y camorrista, y del tonto de Bandarlog, son de gran ayuda en la formación del carácter. Las Cartas a un Lobato han sido escritas especialmente para enseñar a los lobatos y a los akelas, que prácticamente todas las pruebas de los lobatos tienen su paralelo en el Libro de las Tierras Vírgenes.


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Capítulo 7 Teatro y danzas La tierra de la ficción es la tierra de todo niño; es el país que acelera su pulso y despierta sus deseos. Las actividades que imponen a los niños sus mayores. les podrán mantener en las regiones terrestres por algún tiempo, pero tan pronto como se les deja en libertad, contestan el llamado y enfilan proa hacia las playas de la casa común. “Simulemos”, dicen; y, con una facilidad y rapidez maravillosas, que hacen innecesario el “tapete mágico”, ya están en ello. Nada hay tan fascinante en esas tierras como la diversidad de escenarios y experiencias que deparan. Literalmente no existe límite al número de cambios que permiten. Cada quien lleva, por decirlo así, en la bolsa el medio ambiente, y por tanto las aventuras pueden tenerse a la medida del deseo. Se puede ser sucesivamente un aviador de vuelo trasatlántico; el jefe de una tribu de pieles rojas en pie de guerra, o el azote del Main español. Si se es particularmente romántico se puede ser todo eso y más, en el mismo día. Si por otra parte se siente especial atracción por un papel particular, éste se puede desempeñar hasta cansarse. Por supuesto todo esto requiere cierta cantidad de adaptabilidad y de ligereza de imaginación. Un Enrique lrving y un Luis Carroll, representados, pueden constituir un buen ejemplo de ciudadanía, y otros también pueden ser atraídos a colación siempre que hagan a un lado la carga de sus años y se conviertan en niños por esa ocasión. Aquí no hay esperanza para los viejos. La tierra de ficción no es de su agrado. Los niños, sin embargo, heredan la ciudadanía como parte de sus derechos de nacimiento. Pasan con perfecta naturalidad de una a otra aventura. Se deslizan por la vida en una sucesión de papeles espeluznantes. Aun cuando sus representaciones puedan carecer del acabado de las de los adultos, sin embargo, para aquéllos que pueden ver, lo hacen bien, porque ponen en ella su alma de actor. La gozan extrayéndolo hasta la última partícula. La viven. Y después de todo esto, en eso consiste la perfección del arte de un actor... Pum, volvamos a la tierra y reanudemos nuestros pensamientos por líneas menos etéreas, lo cuál es necesario hacer, porque estaría mal, mantener nuestras cabezas mucho tiempo en las nubes; sin que esto signifique que nuestra excursión a los campos de la ficción ha estado fuera de lugar. Su relación con lo que antecede y con lo que precede, viene en seguida; si el escenario para su ficción lo proporciona la historieta que el niño acaba de escuchar o leer, no es menos verdad que la vida no es otra cosa que una continua comedia.


Lobatos I Si se les deja solos, la mayor parte de los lobatos son por naturaleza buenos actores. Tienen el instinto, pero necesitan educación antes de que éste, por decirlo así, fluya de manera natural. En la mayoría de los casos el instinto demuestra ser susceptible de adiestramiento, y en algunos casos el adiestramiento descubre un almacenamiento de verdadero talento insospechado. Debemos educar, pero no forzar desde afuera, sobre todo al muchacho que no tiene gusto por esas actividades. La universalidad del instinto de actor en el lobato, es razón suficiente para que se le dé lugar de expresarse y educarse dentro de la manada. Cuando agregamos este valor positivo de educación y adiestramiento del carácter, las representaciones se convierten en un punto esencial del adiestramiento del lobato. 1)

Hace adelantar el adiestramiento que proporciona la narración de historietas, porque ayuda a grabar más firmemente la lección que deja la historieta en la mente de los niños.

2)

Es un sistema útil de auto educación en las materias áridas, tales como historia. Porque el niño aprende mucho más de lo que ve, que de lo que oye. Sus pensamientos están formados por una serie de imágenes, y, por tanto, cualquier información que se le presente en forma de imágenes le será fácil asirla. Esto corresponde por igual al punto primero.

3)

Las representaciones requieren algunas cualidades, tales como inteligencia, ingenio, imaginación y control de sí mismo, cosas todas ellas que ayudan a desarrollar y educar.

Por tanto, si las representaciones no forman ya parte de las actividades de su manada, lo mejor será encontrarles pronto un lugar entre ellas; pero no intenten precipitar los acontecimientos. Una cosa es para el niño, actuar parte de la pieza más o menos inconscientemente, y otra muy distinta, es tratar de hacer lo mismo delante de un auditorio. Recuerden, también, que su dirección tiene que ver mucho en ello. El lobato probablemente al principio y en presencia de personas mayores será muy pagado de sí mismo; pero cuando éstas le demuestran comprensión y simpatía prestándose a guiarlo, pronto desaparece esta dificultad. No teman con ello perder su dignidad. Por el contrario, cuanto más realista sea su actuación, más dispuestos estarán los lobatos a reconocer en ustedes ese espíritu que les asemeja a ellos y que hace que aprecien las cosas que a ellos importan realmente. Principien con cosas sencillas, con juegos y con actos impremeditados, para después pensar en algo más elaborado y más realmente de teatro. Las charadas son muy buenas para principiar, seguidas de las danzas de la selva. Ocasionalmente alguna historieta puede ser puesta en escena, y cada seisena puede hacer o actuar historie-


Lobatos tas sencillas, sobre un tema dado. De cualquier modo conténtense con algo sencillo y sin pulimento. Una cosa que ustedes deben proveer desde un principio son los vestidos. Los lobatos aman mucho esto, y entre más pequeños, tienen más afición a vestirse de mamarrachos y a tomar en serio el caracterizar diversos papeles. La propiedad y las palabras son para ellos de menor importancia. Con respecto a esto último, es mejor, en cuanto sea posible, que saquen palabras de la misma situación, ya que esto constituye el más alto grado de actuación. Los detalles de la escena son impracticables en general, y en cualquier caso es mejor prescindir de ellos para que los lobatos tengan oportunidad de ejercitar su ingenio y sacar provecho de los objetos que tengan a mano. Los lobatos generalmente sienten desprecio por estas dificultades prácticas. Su imaginación los lleva triunfantes sobre toda clase de obstáculos. Recuerdo una improvisación, muy real, de la historieta del perro rojo, del segundo Libro de las Tierras Vírgenes, llevada a cabo en una pequeña cueva usada simultáneamente por la manada y por la tropa. Mowgli yacía casi desnudo junto a la rama de un árbol (una mesa muy alta) y vituperaba a los perros salvajes de la India que se encontraban abajo. De pronto asió al más pequeño por el cinturón, al dar éste un salto, lo mantuvo en el aire con gran trabajo (esto no necesitó mucha ficción), le arrancó la cola y lo dejó caer de golpe al suelo. El “dhole” llevó la peor parte. Representar ante el público es ya otra cosa, pero este adiestramiento preliminar es muy útil y conduce hacia esa meta. Gran parte depende de la selección de la pieza, que debe escogerse a la medida de los lobatos. Nunca debe tratarse de ir contra la corriente. Hay que tomar en consideración que haya mucho movimiento, palabras sencillas y naturales, algunos chistes por lo menos, que no haya diálogos largos, y el menor gasto posible en materia de vestuario, aderezo y tiempo. No es mal plan que ustedes traten de escribir sus propias obras, o escribir otras en forma más apropiada. No requiere esto mayor habilidad literaria y les proporciona la oportunidad de ajustarse exactamente a sus requerimientos. Consigan el mayor número de ayudantes posible. Les aseguro, por experiencia, que es poco sabio el querer tomar uno a su cargo la dirección y organización al mismo tiempo. Esto da oportunidad para llamar a los padres a prestar ayuda y generalmente ellos sienten placer en hacerlo. Principien sus ensayos con un mes de anticipación —haciéndolos cortos— y prepárense para quedar desilusionados en el ensayo general. Finalmente, traten de conservar bien controlado su cerebro y su lengua todo el día. Nada se gana con perder la paciencia y enojarse, por más que sus nervios estén de punta y se sientan cansados. Si sucede que uno de sus pequeños lobatos se cae del escenario, a los pies del público, en el momento culminante de la representación (ya me pasó a mí una vez) lo único que hay que hacer es reír de buena gana con el resto


Lobatos de la concurrencia, y ayudarle a levantarse, continuando como si nada hubiera pasado. II En las danzas de la selva B-P ha combinado lo útil con lo agradable. Ha proporcionado un medio de dar salida al instinto imaginativo y al amor por la ficción que existe en todo niño, proporcionándole además algunas valiosas lecciones —las lecciones morales del tigre jactancioso y del chacal escurridizo; las lecciones de disciplina y obediencia en la danza de Kaa; de control físico en la danza de Bagheera—. Todo lobato debe conocer y gustar estas danzas, y Akela, conociendo todo lo que se puede aprender de estas danzas de la selva. deberá darles una sincera y cuidadosa atención, de tal forma que los lobatos realmente participen de ellas. En los casos de fracaso o que los niños no han respondido, se ha visto que generalmente la falta está en Akela y que directamente se debe a uno o más de los siguientes errores: 1) falta de imaginación 2) enseñar las danzas por primera vez a niños de once a doce años; en estos casos se fracasa; los lobatos mayores no gustan de las danzas si no han crecido en ellas; 3) por pretender que las danzas constituyen un conjunto de movimientos llevados a cabo de cierta manera, cierto orden y nada más; cuando éstas, por el contrario constituyen ejercicios teatrales y una expresión de carácter; 4) enseñarlas en forma despreocupada, sin seguir un método y sin dar a ellas suficiente tiempo; 5) omitir el cuidar que los lobatos conozcan de antemano la historieta de la danza, al enseñárselas. Para poder enseñar las danzas con propiedad debemos evitar cometer estos cinco errores. Me parece casi innecesario decir que Akela debe estar preparado para hacer la demostración por sí mismo de cualquier punto en particular, como perseguirse la cola en el caso de un Bandarlog o arrastrarse por el suelo como Bagheera; y que las danzas sólo se ejecutan a medias si se trata de hacerlas de pie, en vez de ponerse a gatas o arrastrarse por el suelo, según sea el caso. El siguiente método es el que he usado, y no lo he visto fracasado. Lo presento en lo que vale, no pretendo ser original, ya que sencillamente no es otra cosa que el seguimiento de los principios contenido en el Manual de Lobatos. Pero, antes de embarcarnos en este asunto, hay algo que debemos aclarar. Si como sucede algunas veces, algunos muchachos han ingresado a la manada cuando ya están muy grandes para interesarse en las danzas de la selva, es recomendable utilizar una tarde extraordinaria para enseñar esto a los lobatos chicos, o bien mantener a los lobatos más grandes separados del resto bajo el cuidado de alguno de los viejos lobos y mantenerlos ocupados en algo más acorde con su edad. Jamás traten de enseñar más de una danza en una sola junta y estén preparados para concederle por lo menos quince minutos, de acuerdo con las circunstancias y de


Lobatos la danza en particular de que se estén ocupando. Comiencen por una historia respecto a los animales que entren en la danza, poniendo especial empeño en hacer resaltar sus características con palabras claras. Ilustren el asunto ampliamente con algunos incidentes tomados de El Libro de las Tierras Vírgenes. Así los Lobatos, tendrán una idea clara de la parte que van a representar. En seguida continúen con uno o dos juegos que tengan relación con ella, para mayor ilustración de las características de los animales o para hacer practicar a los lobatos alguna evolución particular de la danza. Después, reúnanlos; explíquenles ampliamente la idea; expliquen con cuidado y completamente cada una de sus partes; y finalmente que la manada haga su primer intento. Por lo general éste será bueno, y con otros dos o tres ensayos resultará bastante bueno. El método es sencillo y directo. El tiempo que haya que dedicarle variará, lo mismo que entre la charla y el juego. No requiere esfuerzo especial por parte de Akela, como no sea escoger cuidadosamente los juegos apropiados. Una vez que la manada ha aprendido las cinco danzas “oficiales” no existe razón para que Akela no les enseñe algunas más. No existe la intención de limitar los bailes a las cinco danzas de la selva, por tanto hay que proveerse de otras nuevas. También hay que darse cuenta que están permitidas pequeñas desviaciones en las danzas “oficiales”, lo cual las salvaguarda de la rutina.


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Capítulo 8 Romanticismo Decir que el lobato es una criatura esencialmente sentimental, es solamente sacar la consecuencia de todo lo que he tratado de expresar en los últimos cuatro capítulos. Se encuentra en el período más romántico de su existencia. Toda su vida no es, sino una larga aventura fascinadora. Extrae romanticismo aún de las cosas más sorprendentemente prosaicas. Y si se le proporciona algo de romanticismo, se puede hacer de él lo que se quiera. Ya hemos visto cómo el niño pequeño se inscribe en los lobatos porque el lobatismo y el escultismo son para él una de las cosas románticas que ha soñado. Viene a la manada en busca de romanticismo —no porque desee educar su carácter o adquirir eficiencia en su futura ciudadanía— y el lobatismo le proporciona exactamente lo que desea. Nos encontrábamos en el campo una espléndida tarde. Y mientras zigzagueábamos al través de un llano para llegar a un bosque a donde íbamos con objeto de jugar a los indios pieles rojas, un seisenero joven, muy alegre. dijo de repente como si se dirigiera al mundo entero: “Saben, yo no sé por qué no todo el mundo es lobato. Es ésta la mayor diversión que existe”. Y continuó, en forma amuchachada: “en cierto modo yo estoy contento de que así sea, pues de otra manera yo no habría ingresado a la manada”. Este improntu es típico de la actitud de los niños hacia el lobatismo, no existiendo nada más introspectivo y lleno de propósito. El mismo scisenero era un magnífico trabajador, y alguna vez descubrí que por propia iniciativa tenía reuniones semanales de su seisena, porque estaba compuesta en su mayoría, de nuevos lobatos que se encontraban muy atrasados en su trabajo de estrellas. No cabe duda que el lobatismo debe cuidar de aplacar esta sed de romance. De otra manera no solamente estaríamos haciendo a un lado nuestro medio más eficaz de capturar y retener el interés del niño, sino que estaríamos conduciendo a éste a abandonar el Movimiento. El niño, o deja la manada a los pocos meses o se descorazona y ya no pasa a los scouts. Por este motivo se forman remolinos de indiferencia y hostilidad que dañan inmensamente al individuo y al Movimiento. Igualmente, no hay duda de que el lobatismo cuida del ansia de romance. Todo el esquema está impregnado de romanticismo. Si su lobatismo fracasa en este respecto, lo único que puede decirse de él, es que no es lobatismo. Podrán estar convirtiendo a sus niños en magníficos atletas o en modelos de buenas maneras, o los estarán capacitando perfectamente en señalación, pero no están haciendo de ellos buenos lobatos. No existe un solo detalle del programa del lobato que no sea un vehículo de romanticismo, si se le usa adecuadamente. Los cuentos, los juegos, los días pasados en el campo, las fogatas, el perfume de la madera que arde, la historia de la bandera; todo


Lobatos esto y centenares de otras cosas proporcionan al lobato todo el romanticismo que él desea. Más de una vez he tenido el privilegio de dar a una manada la oportunidad de gustar por primera vez las alegrías de un fuego de campamento; y he captado ese algo misterioso que hay en sus voces cuando preguntan: “¿va a ser un fuego verdadero?”; he observado el ansia con que hacen sus preparativos; he palpado el regocijo con que se agazapan alrededor envueltos en sarapes como cualquier piel roja. He oído los suspiros de satisfacción que lanzan, cuando todo ha concluido. Pero ningún incidente me ha dado mejor idea de lo conmovedor que es el trabajo de los lobatos, que el que voy a relatar, quizás por lo insignificante que en sí es. Nos reuníamos al aire libre y había enviado a las seisenas fuera de sus cuevas a practicar la danza de Bagheera después de haberlas conducido a esa etapa al través de la caza de saltamontes, gorriones y hasta venados. Estaba a punto de reunirlos de nuevo, cuando me di cuenta que en un rincón se encontraba un lobato que hacía las más estupendas contorsiones en un esfuerzo para coger saltamontes imaginarios. En vez de llamarle la atención, encontré una forma de entretener la manada, y pasaron largos diez minutos antes de que él volviera a la tierra y se diera cuenta de que lo estábamos observando. Me parece escucharles decir: “Pero todo esto es mucha pérdida de tiempo. Claro que el lobatismo debe ser romántico. Todos nos damos cuenta de eso. Y de que no requiere esfuerzo especial, porque el romanticismo está contenido en él mismo”. De acuerdo, pero estoy seguro de que este discurso no está fuera de lugar. Siempre he encontrado que ayuda mucho el tener un sistema de otorgar nombres a los lobatos. En el apéndice 1, al fin de este libro, les doy la lista de los que yo he usado. El esquema consiste en tener una lista de nombres fijos, escogidos de El Libro de las Tierras Vírgenes, o del libro Hiawatha, de Longfellow, o de otros parecidos, que se otorgan a los lobatos y que de allí en adelante constituyen los únicos nombres por los cuales se llaman entre sí los lobatos de la manada, así, Juan Martínez o Pedro Álvarez se transforman en Chil el Cometa o Nushka el gran explorador, según sea el caso. Este procedimiento ha sido adoptado en un gran número de manadas, y creo que siempre con éxito. Considero que no están fuera de lugar algunos consejos con respecto a este esquema. 1)

Estos nombres deben ser ganados y no otorgados al azar. Sólo así el lobato apreciará el nombre que le toque y estará orgulloso de él porque significa algo definido que ha adquirido.

2)

Siempre que sea posible. deben ser ganados en competencias abiertas y éstas deben celebrarse inmediatamente que haya un nombre vacante. Deben exceptuarse, primero los nombres que se pongan a los seiseneros, que son otorgados por Akela, como y cuando lo crea conveniente, y sólo en casos especiales.


Lobatos 3)

Los nombres sólo deben ser cambiados en ocasiones en que un nombre ganado en competencia, se cambia con uno que denota una “virtud” scout. o por el nombre de un seisenero.

4)

Ningún lobato puede tener dos nombres, y como los más grandes generalmente tienen éxito, con frecuencia habrá que otorgar el nombre al primero de aquellos cuatro o cinco que aún no lo hayan ganado.

5)

Debe haber una ceremonia sencilla para el cambio de nombre.

6)

Si se usan los nombres de Haiwatha. los lobatos recibirán gran ayuda si conocen de antemano la historieta.

Los nombres de los lobatos, a pesar de su utilidad, no son sino un medio en mil, que existe para conservar el romanticismo de los lobatos. He aquí otros medios prácticos. Presenten y den gran énfasis a lo que significa la Hermandad Mundial, que tuvo a la cabeza tan espléndido Jefe. Contadles anécdotas de B-P y de otros grandes scouts, y procuren que otras personas les hablen del Movimiento en los diferentes países en que existe. Hagan que sus ceremonias sean lo más interesantes posible; hagan que ellas tengan el distintivo del lobatismo, el sabor de la selva. Que su vocabulario sea adecuado, de igual manera que el local se convierta en “la Cueva”; una tarde en el bosque sea una “cacería en la selva”; una comida en el campo sea un “hueso”, y una plática sea una “Pow-wow”, y así sucesivamente. No descansen hasta que tengan una verdadera cueva de lobatos. Pónganles juegos, muchos juegos, y básenlos en ideas románticas, tales como piratas, contrabandistas, pieles rojas, caballeros y por supuesto animales de El Libro de las Tierras Vírgenes. Organicen “cacerías en la selva” y cosas parecidas, tan frecuentemente como les sea posible. Hagan sus reuniones alrededor de la fogata más emocionantes contando multitud de historietas, y por medio de cantos y gritos de lobatos. Den mayor énfasis a aquellas actividades que sean particularmente de lobatos, tales como representaciones e historietas, estudio de la naturaleza y trabajos manuales. Todas estas cosas no son sino meros vehículos que conducen al romanticismo. Lo que es más importante, es que Akela entienda y aprecie el punto de vista de los niños. Es imposible dividir el lobatismo en compartimientos herméticamente cerra- dos, clasificando unas cosas como románticas y otras no. No hay nada necesariamente romántico, aún cuando naturalmente lo sea; y no existe nada que no pueda ser imbuido por la magia del romanticismo. El espíritu romántico debe impregnar toda la vida de la manada y acurrucarse en el lugar menos pensado. Jamás obtendrán romanticismo con un interés meramente académico y aislado.


Lobatos El ideal es que sus sentimientos acerca del romanticismo y del lobatismo. sean los mismos que el lobato tiene ya que el lobatismo es ante todo romántico. Si ustedes pueden realmente compartir ese sentimiento, podrán salir adelante, entendiendo y apreciando esos sentimientos en el niño. Una simpatía imaginativa constituye un buen sustituto y el Lobato sentirá que no lo van a defraudar. Una vez pasé varios días en una población, cerca de Calcuta, en la que pasaban sus vacaciones cinco de mis viejos lobatos, ya convertidos en scouts. La primera mañana que pasé ahí, fueron llegando uno por uno y pasamos juntos cuatro interesantes horas recordando los días pasados en la manada. Lo que mejor recordaban y de lo que hablaban con más calor, era aparentemente lo más trivial: cómo aullaban los chacales en el primer fuego de campamento que tuvimos en la selva; el tiempo tan agradable que pasamos junio a una piscina jugando a los barcos de motor y a los torpedos; de la caza de un tesoro escondido en las ruinas de una choza verdadera, en una selva también verdadera; de cómo Mang se cayó en el fuego; de cómo pasamos un día entero jugando a los lobos y encaramándonos en los árboles; de cómo un rover de Glasgow vino a visitarnos; de cómo, cuando una corta tempestad que nos atrapó mientras nos bañábamos en el campo, empapó nuestros vestidos y tuvimos que hacer una gran fogata para ponerlos a secar, mientras cubiertos con toallas, nos dedicábamos a bailar una danza india, y entonces Sugeema perdió parte de sus pantalones cortos en el juego; y cómo por fin llegamos a casa muy tarde, muy cansados, pero muy felices; y de cómo nuestro juego favorito durante muchos lunes fue el de los vaqueros y los abigeos en que nos matábamos unos a otros cuando alcanzábamos a poner nuestros ojos sobre alguien, por el muy sencillo medio de apuntarle con el dedo y gritar “¡pum-pum!” ¿Les conmueven estas cosas? ¿No les causan ninguna sensación? Por lo menos debéis entender y simpatizar con el aprecio que los lobatos les dan, y hagan que la vida de su manada esté llena de deleites semejantes. Si no pueden tomar parte en ello, por lo menos dénse cuenta del placer que un lobato saca de “jugar con las cosas sencillas”: trepar a los árboles, desyerbar el campo y cavar en el suelo; meter las manos y los pies en el agua del arroyo, y correr sin rumbo sólo porque el aire fresco le ha embriagado. Todo esto puede resumirse haciéndose ustedes mismos una fácil pregunta: “¿soy sencillamente un jefe de manada, o soy (para los lobatos) un viejo lobo listo y comprensivo que viene de la selva?”. Si no pueden entender el romanticismo de todo esto, no podrán jamás tener éxito impartiendo a sus lobatos. Pero si pueden, el romanticismo brotará por sí mismo con sólo un poco de cuidado; y ustedes mismos aprenderán dos cosas: a vivir realmente su lobatismo y a estar muy orgullosos del título sencillo de Akela, cuando éste proviene del más fascinador de todos los animales pequeños: el lobato.


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Capítulo 9 Disciplina Nada hay más fácil al tratar de un asunto como disciplina, que vagar a la ventura con absoluta falta de orden lógico. Para evitar esto, propongo que dividamos el tema en las siguientes secciones: 1.

Definición del término “disciplina”.

2.

Las ideas de “disciplina” descritas en el Manual de Lobatos.

3.

Colocar estas ideas dentro de un sistema práctico.

4.

Cómo conseguir que este sistema de disciplina opere dentro de la manada. I

Conozco muchas personas que consideran que el lobatismo y el escultismo adolecen de una completa falta de disciplina. Tal cosa resulta de lo que ellos entienden por “disciplina”, que es algo diferente de lo que nosotros entendemos con esa palabra. Existen muchos tipos diferentes de disciplina que divergen bastante en sus objetivos y en sus medios para alcanzarla; pero todos ellos tienen esto en común: que tratan de obtener obediencia a ciertas reglas de conducta preconcebidas. Un gran pensador dijo alguna vez, que la mitad de las discrepancias en el mundo se debían a la omisión de definir los términos al principio de la discusión. Así nos pasa con la disciplina del lobato y del scout. Mucho del acaloramiento que se produce al compararla, digamos, con la disciplina de tipo militar, se evitaría con una definición clara de los términos. Por tanto, yo entiendo por disciplina, un adiestramiento que tiene por mira, el asegurar la conducta y la acción ordenadas como resultado de ese adiestramiento, y es en estas dos frases más o menos intercambiables que se resumen prácticamente en “hacer lo correcto en el momento apropiado por ser lo adecuado”. II Con la disciplina, como con las demás materias del lobatismo, lo primero que hay que hacer es recurrir al Manual de Lobatos y aprender en él lo más que se pueda, y también, como guía, tenemos el P.O.R. en el que encontramos las reglas básicas, de la misma forma en que una organización debe tener unas bases firmes. Todo el lobatis-


Lobatos mo debe estar acorde con los principios que ahí se establecen, quedando a nosotros solamente traducir esos principios a la práctica. B-P comienza desde luego con la disciplina. Dice: “El lobato escucha al viejo lobo”. Se espera que el lobato se sujete a alguien que es más inteligente y sabe más que él; esta obediencia está basada en las relaciones individuales de una persona con otra. Es voluntaria; es individual; y es personal. Va seguida de la segunda parte de la promesa: “obedecer la ley de la manada”. La obediencia a una persona en particular tiene su complemento en una lealtad definida de organismo. Se espera que el lobato preste obediencia a los reglamentos y disciplina de la hermandad de la cual se ha hecho miembro por su libre voluntad. Estos dos principios de obediencia —el uno a una persona individual, y el otro a un organismo social, pero ambos voluntarios, personales e individuales—, por lo que respecta al lobato mismo, subrayan todo el adiestramiento y se desarrollan más ampliamente en los rasgos particulares. El gran clamor combina ambos. Es la expresión de lealtad y obediencia a Akela. Trae también a la mente el deber hacia la hermandad porque: 1)

Lo hacen todos reunidos en círculo y usan la palabra “nosotros” en vez de “yo”;

2)

porque es una renovación de la promesa hecha al ingresar a la hermandad;

3)

porque recuerda el lema de los lobatos.

La disciplina exterior de la manada es mantenida por dos órdenes sencillas, pero que merecen cuidadosa consideración. Estas dan una concepción más verdadera de la disciplina del lobato que cualquier teoría elaborada. La primera es la llamada “Manada, Manada, Manada”. Notemos que va dirigida a la manada, a la “familia feliz”, que es la unidad u organización. No se usa corneta, no se usa silbato, no se hace señal alguna. Es la palabra hablada de una persona la que se obedece. Cuando los lobatos la oyen responden, individualmente, gritando “Manada...” y corriendo a formar el círculo alrededor de Akela. Cada palabra es importante. Primero, responden, lo hacen como individuos; corren para demostrar que están ansiosos y deseosos de obedecer; corren juntos, a formar el círculo de la manada; corren hacia Akela, a quien deben lealtad personal y forman un círculo, símbolo de su cooperación y unidad personal.


Lobatos La segunda orden, cuando Akela grita “Manada” puede examinarse exactamente en la misma forma, y aproximadamente con los mismos resultados. Nuevamente es Akela el que llama y es obedecido; nuevamente es a la manada a la que se le habla y que obedece; también es la palabra hablada, símbolo de personalidad; también es la obediencia individual y voluntaria, la que ejercita cada Lobato al suspender lo que está haciendo (por interesante que sea) y escucha las órdenes del viejo lobo. En los dos casos la obediencia se obtiene por lealtad a Akela y al Movimiento. Las órdenes son obedecidas, no porque haya algún castigo si no se obedece, sino porque Akela es quien las da, y porque así lo ordena “La Ley de la Manada”. La ley se convierte en un hecho aceptado; es la norma de conducta que el lobato aplicará a toda su vida. III No debemos suponer que el lobato —o jefe de manada en su caso— de una manera consciente, se de cuenta de todo esto, cada vez que se da una orden; o que estas dos órdenes sencillas y la obediencia a las mismas, constituyan el total de la suma de la disciplina de la manada. Solamente constituyen el signo exterior y visible, del trabajo interior, ejecutado por el espíritu de disciplina; y los principios sobre los cuales está basada la disciplina, trabajando desde dentro, debe reconocerse subconscientemente por el mismo hecho de su actuación. La disciplina del lobato es la única de tipo verdaderamente satisfactorio para esa edad, y es la única que realmente produce resultados. Principia con una inteligencia afín a la naturaleza del niño. Es la apreciación del hecho de que pocos niños son naturalmente malos; de que sus maldades son generalmente debidas al deseo natural de experimentar y ejercitar nuevas habilidades que han descubierto, o para incrementar su sentido de individualidad e independencia, o por la obstinación malhumorada despertada en ellos por alguna causa exterior. Va dirigida a lo que hay de mejor en el niño. Requiere obediencia voluntaria, por la obediencia en sí, no por el temor al castigo. Requiere la cooperación del individuo para el bien del grupo, desarrollando y alentando una individualidad superior, en vez de suprimir la personalidad. Está gobernada “por la fuerza del amor y no por el freno del temor”. Los dos agentes principales que producen esta obediencia superior son la personalidad de Akela y la atracción de la hermandad. La personalidad de Akela es la más importante de las dos, porque opera en forma más constante, más directa y más personal. Sólo el que pueda mandar e inspirar amor, respeto u obediencia, podrá obtener disciplina, de lo contrario no habrá ninguna disciplina o será ese tipo de disciplina extraña al lobatismo. Es muy importante recordar que no basta la sola fuerza de la personalidad. Si la disciplina de la manada se basara en esto solamente, toda la disciplina se desvanecería cuando otra persona sustituyera a Akela, y lo que


Lobatos nosotros deseamos inspirar es un hábito general de obediencia a toda autoridad debidamente constituida. He aquí el motivo por el cual es necesaria la lealtad a las leyes de la hermandad. Un lobato debe ser obediente porque es un lobato, miembro de la gran hermandad de los scouts, no porque es miembro de una determinada manada. Por lo que respecta a la obediencia al seisenero hemos llegado a la conclusión de que él, sólo debe ejercer control bajo la directa supervisión de Akela. Por tanto, la personalidad de Akela tiene mucho que ver en ello aún cuando sea al seisenero a quien se ofrezca inmediata obediencia. Hay casos en que se enseña a los seiseneros a hacerse cargo de la manada en ausencia de Akela; esto no es sino una prematura aplicación (muy dañina) del principio de “pandilla” que psicológicamente pertenece a la edad scout. La disciplina de la manada no ha llegado a la altura de la de tropa. No existe en ella el mismo grado de disciplina independiente y de sentido de responsabilidad personal, sino más bien una obediencia rápida y una dependencia del viejo lobo. Se hace sin restricción mientras que el niño, en edad scout, necesita una mano más firme. La analogía de la “familia feliz” es la mejor, en la que Akela es el padre y los seiseneros son los hermanos mayores, que cuidan de sus hermanitos pequeños. Debemos, sin embargo, no sobrepasamos en lo de “no restricción”. El péndulo suele irse demasiado lejos en su reacción en contra de la obediencia por la fuerza; existe una tendencia general por substituir las reglas prohibidas por las reglas impuestas a la fuerza. Lo que nosotros deseamos es obediencia sin menoscabo, es decir, que sea por amor. La falta de disciplina arruina nuestro trabajo con los muchachos y trae descrédito para el Movimiento delante del público. Me preguntarán cómo se puede probar el grado de nuestra disciplina. Por la obediencia de la manada o del lobato individualmente a otras personas en nuestra ausencia, a otro Akela, a los padres, a los maestros, a cualquiera otra persona que tenga derecho de mandar; ésta será la medida de la obediencia que nos tienen a nosotros. No debe haber ningún ruido ni inquietud alguna en tiempo inoportuno: durante una ceremonia, o cuando Akela está explicando un juego, o relatando una historieta o dando avisos, o ha pedido silencio para que la manada no cause molestia a otras personas. La obediencia debe ser inmediata; no deberá haber necesidad de repetir una orden. Un lobato debe obedecer la llamada de “Manada” sin importar cuán entretenido esté, en lo que esté haciendo; al instante y totalmente. Por último, la obediencia debe ser voluntaria y alegre, sin arrastrarse cuando se le llama y sin retobos al cumplir la orden.


Lobatos IV Es imposible fijar un número de reglas por medio de las cuales deba ponerse en práctica el sistema de disciplina de los lobatos. Lo principal es cultivar la atmósfera de la familia feliz en la que florecerá la atmósfera de amor, de confianza y de alegría, que críe el deseo de ser bueno. He aquí, sin embargo, algunas sugerencias sobre las cuales vale la pena meditar. Provean abundancia de oportunidades legítimas en que experimenten y ejecuten nuevas habilidades. Remuevan, también, las “ocasiones de pecado”; por ejemplo, si no desean que Toño juegue con el hacha, no la dejen a su alcance. Respeten la individualidad del lobato, dándose cuenta de que está en la edad de la afirmación del yo y de la independencia creciente. Que no sea por error de ustedes que sea llevado a hacer travesuras, ya sea por mal carácter, por tedio o aburrimiento. Eviten las arbitrariedades, el sarcasmo, la volubilidad, la ira y la injusti- cia, aún la más pequeña. Dense cuenta una vez más de que están pidiendo una gran cosa al lobato en la obediencia voluntaria y no hagan mal uso de su poder; jamás den la llamada de manada sin que sea absolutamente necesaria. No pidan demasiado, sean considerados y conserven equilibrado su temperamento; por último, no esperen la misma disciplina en todo tiempo. Observen al niño que parece ser maldoso por naturaleza y que les cansa los nervios. Hagan un esfuerzo especial para comprenderle y amarle. De otra manera, pronto caerán en el hábito de esperar siempre lo peor de él, y que su reacción estará de acuerdo con esa actitud. El quid de todo esto está en que la seriedad de la reprensión no tenga que ver nada con el disgusto que les ocasione la falta... ni tampoco con el “escándalo” que se suponga ha causado a otras personas. La severidad de la represión debe ser proporcionada con la “maldad del motivo que ocasionó el acto” y con “el conocimiento que se tenga de la severidad necesaria hacia determinada falta o determinado niño”. Reconozcan y utilicen el valor disciplinario de tales cosas como la regularidad, la puntualidad, el uso del uniforme en todas las reuniones, la limpieza y el saludo: y cuiden de dar en todo buen ejemplo. Existía un Akela muy capaz, pero que tenía la obsesión de la impuntualidad. Había estado recordando a los seiseneros que al día siguiente tendrían junta y el seisenero mayor, con toda seriedad, le preguntó: “¿A qué hora llegarás, Akela?: ¿a la hora exacta, o a la hora que acostumbras?”.


Lobatos

Capítulo 10 Seiseneros y el sistema de seisenas Existe una extraordinaria divergencia, aún entre las manadas que han tenido más éxito, en cuanto a la extensión con que se emplea el sistema de seisenas. y es éste un asunto que requiere de nuestra parte examen profundo para aclarar las ideas, pues ha llegado el tiempo en que hemos hecho un gran acopio de lecciones aprendidas en los últimos años. La tendencia general, especialmente entre las manadas que van a la cabeza, es considerar a los seiseneros como guías menores de patrulla o la tendencia definida de ir al extremo opuesto, de emplear a los seiseneros lo menos posible, al grado de que bien podrían desaparecer. Para llegar a una decisión inteligente deberemos antes estudiar ampliamente las dos teorías opuestas. Ahora me siento particularmente a gusto al tratar de la primera, cuando vuelvo la cara al pasado y observo de lejos mis experiencias, dándome cuenta de que ahí estuvo mi propio error. Mi vieja manada puede tomarse como un caso típico del error de convertir al seisenero en un “seisenero perfecto”. Daba a mis seiseneros la misma responsabilidad casi que se da a un guía de patrulla; esperaba de ellos que controlaran eficazmente su seisena, que le dieran buen ejemplo en todo y por todo, que ejercieran funciones de juez en los consejos de la manada, que ocasionalmente la tomaran a su cargo en mi ausencia, y en general que fueran niños con responsabilidad. Lo maravilloso fue que en la mayoría de los casos cumplieron a satisfacción. Debo confesar, para vergüenza mía, que mi manada trabajaba enteramente sobre los lineamientos del sistema de patrullas. Y lo peor era que como obtenía magníficos resultados me era imposible darme cuenta del error. Jamás se me ocurrió pensar en que el adiestramiento que estaba dando a mis lobatos era el de scouts. Jamás, ni en sueños, se me hubiera ocurrido invadir el terreno del escultismo en materias como campamentos e insignias, en cuyos casos los resultados parecían justificar el método. Habiendo obtenido la demostración de que podía hacerse, creía (ilógicamente) que así debería hacerlo. Casualmente todos mis seiseneros siguieron en la tropa y en sus ascensos se convirtieron en scouts muy útiles. En teoría, esto debía haber sido al contrario, y cuando yo he observado otros grupos en que las cosas se han llevado por caminos semejantes, me he convencido de que también en la práctica rara vez se tiene éxito así. Estoy convencido de que es error tratar de obtener el “seisenero perfecto”, aún cuando algunos hayamos tenido éxito al hacerlo. Las razones, sencillamente, son las siguientes: 1)

El seisenero de ese tipo, con quien se obtiene éxito, es generalmente mayor de once años. En todo caso, su desarrollo es mayor que el natural y su carácter y su inteligencia son más que normales. Está por tanto, capacitado para ingresar en la tropa, y debemos admitir que si permane-


Lobatos ce feliz en la manada, es solamente porque tiene el cargo de seisenero. En otras palabras, estamos adaptando el lobatismo a sus deseos, nos estamos pasando de la raya e importando el escultismo para conservar al lobato-scout. 2)

Le conservamos generalmente porque su ayuda nos es necesaria, ya que es más útil, en cierto modo, que un instructor o un subjefe de manada.

3)

Solamente que de una manera precisa sea el muchacho adecuado para el puesto, en la práctica lo estamos convirtiendo en un pretencioso, inclinado a presumir. Aún con los mejores muchachos se corre este grave peligro.

4)

Las cualidades latentes de guía y responsabilidad quizás existan en él, pero estamos forzando a la naturaleza a obrar con más rapidez; estamos tratando de adelantar una etapa en el desarrollo normal de su carácter. Aún cuando puede hacer todo lo que nosotros le pedimos, no debería estar capacitado para ello a su edad. No estamos poniendo cimientos. Estamos de hecho, edificando el carácter scout en él con algunos años de anticipación; no le estamos siquiera dando un grado especial del adiestramiento scout; lo que estamos haciendo es adelantarle este adiestramiento. El sentido común nos dice (si vemos el asunto desapasionadamente) que este sobre estímulo tiene que ser dañino.

5)

Posponiendo el momento oportuno de su promoción y paso a la tropa, hacemos que el niño se adapte a su nueva posición en la manada, forzamos el desarrollo de su carácter a un paso normal, empujándolo luego hacia arriba. Nos estamos tomando libertades con la naturaleza, lo cual es peligroso. Después de haber hecho enraizar al niño en la manada, lo trasplantamos, y entonces, al pasarlo a la tropa, se encontrará en una posición en que resulta ser nadie; en que ya no tiene ascendiente; sin responsabilidad; sin necesidad de dar buen ejemplo; y sin deseo de aprender, ya que no tiene a quién enseñar. De esto se deduce que sólo en casos excepcionales obtendrá éxito en la tropa, si no es que antes la haya abandonado.

6)

Por último, pero no de menor importancia, es que le hemos restado el goce de la vida a que tiene derecho; la felicidad, esa visión de la vida feliz, descuidada y confiada que constituye su legítima herencia. Estamos imponiendo al seisenero responsabilidades pesadas que lo hacen dejar de ser niño demasiado aprisa y convenirse en un pequeño hombre viejo, lastimosamente trágico.


Lobatos El meollo de todo este asunto está, en que por bueno que sea el “seisenero perfecto” para la eficacia ideal de la manada, se le hace individualmente, sin género de duda, un daño. Algunos que han reaccionado demasiado, en contra de dar muchas responsabilidades a los seiseneros, desaparecerían incluso las seisenas. Estas personas abolirían las competencias entre Seisenas, y las considerarían nada más como las divisiones convenientes para los juegos, etc.; no les darían autoridad real a los seiseneros y argumentarían —sin mucha lógica— que tratando a los seiseneros como personas poco responsables se podría desarrollar un espíritu nuevo de responsabilidad en cada lobato. Desde este punto de vista, el seisenero no tiene ningún trabajo ni autoridad, y puede por lo mismo desaparecer perfectamente. Aclaremos bien este asunto en nuestras mentes. Hemos dicho que no queremos que los seiseneros sean tratados como pequeños guías de patrulla, y hemos dado las razones que puntualizan el peligro de hacerlo así. Debemos rechazar la visión extrema de que el seisenero puede ser abolido, con las siguientes razones: 1)

El sistema de seisenas es necesario como cimiento para el sistema de patrullas, tan importante en el escultismo.

2)

El hecho de que la manada sea la unidad, y no la seisena, no hace a ésta innecesaria o dañina; a nadie se le ha ocurrido sugerir que las tropas salen sobrando en el escultismo, porque la unidad sea la patrulla.

3)

El nombramiento de los seiseneros está en perfecta armonía con el ideal de la manada, de la “familia feliz”, ya que los niños mayores en la familia, son los que naturalmente deben “ayudar a sus padres” cuidando de sus hermanos menores.

4)

La división en seisenas es una valiosa ayuda para la disciplina, y las competencias entre seisenas son muy útiles para conservar vivo el interés y la eficacia.

5)

A la edad del lobato, una responsabilidad limitada no le daña. Por el contrario, es un buen método para refrenar la afirmación del yo y la creciente individualidad. porque encauza estos instintos por canales útiles. Lo dañino es el exceso de responsabilidad.

Hemos logrado destruir ambas posiciones extremas. La crítica destructiva jamás es útil, por tanto debemos ahora dar algo constructivo.


Lobatos Como sucede con frecuencia, el camino medio es el mejor. En nuestro caso, es el camino señalado por el Manual de Lobatos. Por una parte, B-P dice que a los seiseneros “se les debe dar responsabilidad para guiar y enseñar” y por otra que: “aun cuando el sistema es una forma de tropa modificada, el seisenero no es un guía menor de patrulla, y no se debe esperar de él que guíe sino en las juntas de la manada o en las salidas, cuando haya un jefe presente que lo supervise, aun cuando sin intervenir en su trabajo”. Continúa recomendando a los akelas que tengan consejos de manada y juntas de instrucción para seiseneros. Estas transcripciones indican los lineamientos sobre los cuales debemos trabajar. Veamos en la práctica cómo se desarrolla este esquema. He aquí algunas de las cosas que pueden sin peligro permitirse hacerlas al seisenero: cuidar de la buena presentación y limpieza de sus lobatos antes de la inspección; recoger sus cuotas; tener bajo su cuidado la cueva y la caja de equipo de la seisena; dirigir los juegos y las competencias; y enseñar algo del trabajo sencillo de estrellas. Deben tenerse reuniones ordinarias de instrucción para los seiseneros. Estas son necesarias para hacer que el seisenero vaya un poco adelante en el trabajo y en sus conocimientos y porque, aun cuando ya conozca lo que tiene que hacer, es necesario un repaso de cuando en cuando. Las juntas también dan oportunidad para ensayar nuevos juegos y para ayudar a los seiseneros en su trabajo. El consejo de manada —o consejo de la roca— es también muy útil. Mi propia experiencia me ha demostrado que es mejor que esté compuesto solamente de seiseneros, sin los subseiseneros, en aquellas manadas de más de tres seisenas. Estas reuniones generalmente deben celebrarse dos veces al mes, inmediatamente antes o después de la junta de instrucción; deben ser sencillas, sentándose los que concurren, en cuclillas sobre el tapete o en alguna otra posición cómoda. Al mismo tiempo, pienso que es una buena idea apelar al sentido de misterio y romanticismo del niño procurando que todo lo que ocurra en el consejo “se guarde en secreto”; y quizás abrir y cerrar la junta con una oración corta y a propósito, que recite uno de los seiseneros. Todo esto ayuda a hacer sentir al seisenero su responsabilidad y le enseña otras muchas lecciones, sin tener que agobiar sus débiles hombros con grandes cargas. Las funciones del consejo no deben ser paralelas a las de la corte de honor de la tropa. El consejo tiene mucho que hacer en otros sentidos. Sus reuniones son muy valiosas como medio de consulta. sobre las predilecciones de la manada y para observar el pulso de la misma. Proporcionan una oportunidad para discutir planes, sin dar a los niños poder para tomar decisiones, tales como la admisión de nuevos lobatos a la manada, la elección de seiseneros y sub seiseneros, el equipo de fútbol, los arreglos para la próxima cacería en la selva y la buena acción de la manada. Prestan también gran ayuda para adiestrar en las virtudes de dirigir y de darse cuenta de cómo camina cada uno de sus seisenas.


Lobatos Por todo lo anterior, se verá que un uso adecuado del sistema de seisenas es asunto de énfasis correcto. Lo que necesitamos es una verdadera concepción del seisenerismo, una idea clara que podamos presentar al niño y un motivo real que le dé inspiración. Este motivo es, pienso yo, el deseo de ayudar a Akela, cabeza de la “familia feliz”, como un buen lobato ayuda en casa a su madre, cuidando de sus hermanitos y hermanitas pequeños. Pero debemos nosotros adquirir primero esta perspectiva, para encontrar después medios de pasarla a nuestros seiseneros, ya que si nosotros principiamos con una visión clara de nuestra meta, no habrá excusa para que nos desviemos del camino. Si alguna vez se nos presenta una duda sobre la senda que haya de seguirse, levantemos la vista al cielo, para obtener una visión adecuada de nuestro destino, que siempre brilla radiante sobre el horizonte.


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Capítulo 11 Ceremonias de los lobatos Las ceremonias de la manada representan una importante parte de su vida corporativa; algunas en particular pueden tener gran influencia en el desarrollo del carácter individual de los lobatos. La mayor parte de nosotros reconocemos esto como evidente. Si las ceremonias han de tener todo su efecto para el bien, es esencial que deban celebrarse en forma adecuada. Los lineamientos de tres de ellas están en el Manual de Lobatos. La más importante es la investidura de pie tierno, cuando los muchachos entran en la hermandad mundial, y la idea de esta ceremonia que ha venido siendo hecha igual en todo el mundo no puede ser ampliamente acentuada. Cualquier variación o introducción del ambiente de selva, está totalmente fuera de lugar. Sería inconsistente de mi parte tratar de seguir ese camino y dar aquí un programa completo de una ceremonia de manada. Lo que me propongo principalmente, es sentar unos cuantos principios generales que deben tenerse siempre presentes, y en seguida hacer unas sugerencias, también generales, basadas en la experiencia, y finalmente hablar de cada una de las ceremonias principales, una por una. Recuerden la regla de oro por la cual toda ceremonia debe ser corta, sencilla y sincera. Por encima de todo esto, una ceremonia que no se ajusta a la regla de oro puede causar positivo daño. Su duración puede ocasionar cansancio en los lobatos y hacer que estén inquietos; su falta de sencillez destruye el verdadero interés, excepto al principio, en que la consideran como una actuación agradable; estos dos factores se combinan para destruir su solemnidad, una vez que su novedad ha pasado. Otro punto importante que hay que tener en cuenta es que toda la manada tome parte en cada ceremonia. Por tanto, toda la manada debe encontrarse en condiciones de hacerlo y debe cada uno conocer bien la parte que le toca desempeñar. Lo primero es fácil de obtener con un poco de cuidado. Generalmente una historieta o un juego sosegado son la preparación inmediata más adecuada, o tal vez una reunión especial. La segunda condición requiere ensayos. Las personas más interesadas —Akela, y el lobato por cuya causa se lleva a cabo la ceremonia— deberán poner especial cuidado en saberse de antemano sus partes. Como las ceremonias son propias de la manada —con la posible excepción de la entrega de insignias— deben ser dirigidas por Akela. Existe una gran tentación de parte de algunas personas para pedir a visitantes distinguidos, tales como el comisionado, que sean ellos los que hagan la investidura de los lobatos, pero esta tentación debe ser rechazada con energía.


Lobatos INVESTIDURA DEL PIE TIERNO Es ésta la más importante de todas las ceremonias, y por tanto, debe ser lo más importante posible; pero es especialmente necesario que sea sencilla, para que el pie tierno la comprenda perfectamente. Por lo general, él estará tan nervioso que olvidará su parte y le ayudará mucho a salir adelante si Akela dice con él su promesa. Recuerden que en esta ceremonia, más que en cualquier otra, la promesa es el pensamiento central y no debe obscurecérsela con un ceremonial complicado. Todo debe conducir hacia ella. Debe ponerse énfasis en que esta ceremonia representa la entrada del lobato a la gran hermandad de los scouts y debe ponerse especial cuidado de que la manada, en forma activa, desempeñe su parte dando un recibimiento caluroso a su nuevo hermano. El seisenero también debe tener algo especial que hacer. INVESTIDURA DEL SEISENERO Aun cuando esta ceremonia no se describe en el Manual de Lobatos, se ha visto que es muy útil en la mayoría de los casos. Generalmente se lleva a cabo un mes después de que se ha nombrado al seisenero, cuando ya éste ha demostrado su aptitud. Al hacer el programa para esta ceremonia, deben tomarse en consideración estos tres puntos: primero, una corta plática de Akela, dirigida en particular al nuevo seisenero y a su seisena; segundo, la toma de la promesa al seisenero; tercero, hacer entrega formal al seisenero de su seisena, y algún acto sencillo de reconocimiento en conjunto, en que tome parte la seisena. Para terminar quiero sugerir la promesa del seisenero, pero quiero que se tome solamente como una sugerencia; hela aquí: Yo prometo hacer lo mejor por ayudar a los viejos lobos de la manada, y los lobatos de mi seisena, y dirigir a los negros lo mejor que pueda.

INVESTIDURA DE LA 2ª ESTRELLA Esta ceremonia es más bien una forma de felicitar y también una oportunidad de oro para decir unas palabras sobre la importancia del adelanto; es un aspecto del lobatismo que tiene un atractivo particular para el muchacho más grande. La adquisición de la segunda estrella y la cantidad de esfuerzo desarrollado, es para el lobato de una importancia tan vital, como la primera clase para el scout.


Lobatos EL ASCENSO Es el rango más próximo en importancia a la investidura y nunca deberá ser omitido en ningún grupo. Deberá haber un acuerdo entre el jefe de grupo, jefe de tropa y Akela. relacionado a cuándo deberá tener lugar la ceremonia, y si deberá ser al final de una junta de tropa o de manada. La ceremonia deberá ser agradable y de ninguna forma tediosa; un último gran aullido en conjunto con la manada, unas cuantas palabras de aliento y buenos deseos de parte de Akela y una recepción amistosa de parte del jefe de tropa y de la tropa. Se debe hacer énfasis en el hecho de que el lobato ha llegado a una etapa en la que su vida pasada en la manada fue el primer escalón. Deberá ser una ceremonia importante, como su investidura de parche tierno, pero también una ocasión de regocijo.


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Capítulo 12 Religión* * Este capítulo ha sido escrito desde el punto de vista cristiano, porque tal es mi religión. Sin embargo, espero que las ideas que sugiero demuestren ser aplicables igualmente a los akelas y a las manadas de otras religiones. Esta charla (pow-wow) debería haberla hecho con mucha anterioridad, pero es muy difícil hablar de manera inteligible acerca de la religión, sin haber antes creado una atmósfera general para la manada, como la que espero haber obtenido ya, y por esta razón la he retardado hasta este momento. La religión es el fin, la base última del adiestramiento de los lobatos, y si yo he desarrollado bien mi trabajo, debería ser ésta una consecuencia lógica, casi inevitable, como resultado de todo lo anterior. B-P enseña desde el principio que la religión es la base sobre la que está construido todo el sistema y que la falta de religión es fatal para el verdadero escultismo. Este hecho se aprecia con más claridad cada día por los que trabajan en las filas del escultismo, pero aún hay lugar para hacer más. Mucha ayuda, que de otro modo se podría obtener para el Movimiento, se pierde a causa de que la amplitud de miras religiosas erróneamente se toma por falta de base religiosa. Tenemos que aceptar que en la práctica hay algunos detalles que dan lugar a esta creencia. La falta de religiosidad es aún muy común en la dirección de algunas manadas. Existía muy extendida la idea de que fundamentalmente los muchachos eran desinteresados en materia de religión. Aun existen personas poco progresistas, con esta creencia. Pero en general todos aquellos que tratan con niños reconocen que son, a su manera, profundamente religiosos. Jesucristo, con la suprema visión que le era natural, vio con mucha claridad este punto y por eso puso a los niños como ejemplo para aquellos que desearan entrar en el reino de Dios. Los niños usualmente no se interesan por la clase de religión que practican los mayores. ¿Y podemos sorprendernos de que así sea?. Con seguridad la mayoría de los niños tiene su religión muy real, algo precioso, muy íntimo, que ellos no exhiben en beneficio de las personas mayores que trabajan para la iglesia, celosas o poco comprensivas. Sin embargo, existe; y al viejo lobo, por quien los niños sienten simpatía y confianza, le permiten alguna vez asomarse a estas profundidades escondidas. Jesús es un amigo real para los niños, a quien aceptan en una forma natural y a quien llevan consigo constantemente. En todo el mundo la religión es importante para el lobatismo, pero el sistema por el cual se enseña religión y los medios que se empleen para obtener nuestros fines varían enormemente de acuerdo con las circunstancias particulares de cada manada.


Lobatos De cualquier manera, lo que se haga a este respecto debe ser de acuerdo con la letra y el espíritu de las reglas del Movimiento. Son éstas de tal importancia, que a continuación las doy en toda su extensión: La política religiosa adoptada para la asociación, de acuerdo con los jefes de las principales denominaciones religiosas, es la siguiente: 1)

Se sobreentiende que todo scout pertenece a alguna denominación religiosa y asiste a sus prácticas.

2)

Cuando un grupo está compuesto por miembros todos de una misma religión, es de esperarse que el jefe de grupo cuide de las prácticas e instrucción religiosa de su grupo, de acuerdo con su capellán o cualquier otra autoridad religiosa que sea aprobada.

3)

Cuando un grupo consta de scouts pertenecientes a diferentes religiones se les estimulará para que asistan a los servicios de su propia iglesia, pero no se permitirán procesiones o reuniones de carácter religioso. Cuando están en campamento, cualquier forma de oración cotidiana o servicio divino de fin de semana, deberá ser de carácter sumamente sencillo y la asistencia voluntaria.

4)

Cuando no sea permitido por las reglas de la religión de algún scout, que éste asista a prácticas religiosas distintas de las de su propia iglesia, el jefe de grupo deberá tener cuidado de que estas reglas se observen estrictamente, mientras el scout está bajo su dominio.

5)

En el caso de un scout no activo en ninguna religión, el scouter deberá hacer un esfuerzo para ponerlo en contacto con la iglesia a la que sus padres pertenecen, o en la que haya sido bautizado. Es, en todos los casos conveniente, que todo scout no conectado con alguna religión, sea puesto en contacto con una denominación religiosa. Siempre debe obtenerse la autorización de los padres para proceder en este asunto.

Reuniones, procesiones o servicios combinados de Iglesias de diferentes denominaciones no se permitirán sin una autorización dada por el comisionado de distrito y por ningún motivo el jefe de grupo obligará a sus scouts a asistir a lugares de devoción o de culto, distintos de aquellos de la iglesia a la cual pertenecen.

Las reuniones scouts conocidas con el nombre de “Propios de los Scouts”, se llevarán a cabo con el objeto de rendir culto a Dios y de impulsarlos al cumplimiento de la ley y de la promesa scout, pero deberán considerarse como suplementarias y no como substitutas de las prácticas religiosas.

Estas reglas nos obligan a todos. Con amplitud comprenden diferentes condiciones, pero con toda claridad hacen ver la importancia que la religión debe ocupar en nuestro esquema. Es imposible para alguien tratar este asunto en tal forma que pudiera aplicarse por igual a todas las denominaciones religiosas, pero existe un terreno bastante grande que les es común. Aun en lugares como la India, donde se complica aún más con la existencia de tantas y tan diferentes religiones, se ha visto que es así.


Lobatos Hablando como cristiano, entonces, y tratándose específicamente de lobatos, lo primero que hay que hacer notar, es la obligación que cada uno tiene dentro de la manada (incluyendo a Akela) de ser miembro activo de la iglesia a que pertenezca y de asistir con regularidad a las prácticas de la misma. Es deber de todo jefe de manada, obedecer esta ley y dar ejemplo personal. Debe también existir algún medio definido para impartir conocimientos religiosos. Generalmente pudiera ser esto la asistencia a un centro catequista los domingos. La enseñanza religiosa no está directamente comprendida en los deberes de Akela. Generalmente lo mejor es dejar este asunto en manos de las autoridades religiosas competentes, y en cualquier caso el jefe de manada no deberá dar paso alguno a este respecto si no es con consentimiento expreso de las personas bajo cuya responsabilidad se encuentra la parte religiosa del niño. Esto no es obstáculo para que con frecuencia sea posible a Akela tener charlas ocasionales o servicios propios de los lobatos, en los cuales se imparta instrucción religiosa como parte especial del programa del lobatismo. En tales casos, es importante recordar que estamos tratando siempre con el mismo niño y que, por tanto, debemos usar los mismos métodos del lobatismo, conservando la religión como un asunto alegre e interesante. En algunas manadas ha sido posible arreglar, de acuerdo con las autoridades eclesiásticas, que el servicio propio de los lobatos sea una parte definida de la catequesis dominical, reconocida por la iglesia. Todos los lobatos se reúnen bajo la dirección de Akela o bajo la de otra persona adecuada y el interés cotidiano de los niños por el lobatismo se conecta por este sistema con su propia religión. Todo lo anterior no es único, ni siquiera lo más importante en el aspecto religioso del lobatismo. El deber principal del lobatismo es relacionar la vida con la religión, desarrollar la religión práctica del lobato en su vida diaria. Sin apartarse de la necesidad que existe de la instrucción religiosa, tenemos que admitir que la religión es algo más que un puñado de creencias y de observancias. Es un sistema de vida, es una actitud continua hacia Dios, en todos los detalles de la vida, en todos los sucesos diarios. Si el motivo religioso de vuestros lobatos se confina a las ceremonias y al catolicismo, éste será poco práctico. Nuestro adiestramiento religioso debe impregnar la existencia toda del niño, en todos y cada uno de los momento de ella. Debe ser algo integral en nuestro sistema, algo que impregne toda la vida de la manada. Usando los cuatro encabezados que mencioné al principio del capítulo 6, el factor principal y más importante que afecta el desarrollo religioso del lobato, es el carácter personal y el ejemplo de Akela, porque todo depende de esto. No pido excusas por estar constantemente insistiendo en el punto relativo al ejemplo del jefe de manada, ya que es realmente sorprendente cuánto depende de éste. Debemos darnos cuenta de que cada palabra y cada acto nuestro, cada cosa que decimos al lobato, cada cosa que le enseñamos, cada cosa que hacemos con ellos y aun cada cosa que hacemos fuera de la manada, cuentan de uno u otro lado; o tienden a mejorarlos espiritual-


Lobatos mente, o a retardar su desarrollo espiritual. Esto es tremendamente serio cuando lo vemos bajo este aspecto; pero así debemos verlo y entenderlo. La responsabilidad existe; pero cuando nos encaramos con ella, sentimos alivio, siempre que nuestros motivos sean correctos. Es verdad por una parte, que existe el deber de que todas nuestras palabras y todos nuestros actos tiendan al progreso espiritual; pero esto lleva aparejada la verdad complementaria de que, si nosotros honradamente tratamos de practicar nuestra religión, habremos adelantado mucho en la consecuencia de nuestro fin. No hay necesidad de hacer alarde, o de exhibirnos como personas religiosas. Tal cosa sería inapropiada. Sólo debemos hacer cuanto podamos en forma sencilla y natural, para vivir de acuerdo con los ideales que presentamos a nuestros lobatos. Volvemos nuevamente al viejo punto: lo que Akela sea, eso serán los lobatos. Si Akela aun conserva algo del romanticismo de su juventud, el romanticismo en los lobatos se desparramará; si Akela es alegre, no habrá que decir al lobato que sonría; sí Akela vive de acuerdo con su religión, necesariamente esto ayudará en el desarrollo religioso del lobato. Es posible que algunos jefes de manada y sub-jefes de manada, no se encuentran conectados definitivamente con ninguna denominación religiosa en particular y que han tenido muy poca oportunidad de aprender las verdades de la religión. Debo enfatizar especialmente las responsabilidades que descansan en ellos al enseñar a los lobatos la primera parte de la promesa del lobato, “Deberes para con Dios.” Con la cooperación del comisionado de distrito podrán pedir consejo a algún sacerdote o ministro de su vecindad, sobre este punto tan importante. El segundo de los cuatro factores principales consiste en la vida corporativa y en la disciplina de la manada. Tal cosa es una materia muy amplia, y, si admitimos que todo, aún las cosas muy pequeñas, cuentan en uno y otro sentido, se deduce que no hay detalle por pequeño que sea que no merezca consideración. No puedo detenerme aquí en detalles de todas estas materias, sólo mencionaré, como cosa típica, algunos lineamientos del trabajo que he encontrado que en forma práctica dan resultado. Uno de estos detalles es el uso de la oración. Orar en toda reunión de la manada: orar en las reuniones del consejo de manada; orar en las ceremonias principales, especialmente en la investidura y en la del ascenso: una oración de manada que los niños deban usar cada mañana como oración particular; una oración que posiblemente puedan usar los seiseneros para sus seisenas. Todas estas oraciones deben ser muy cortas y muy sencillas, expresadas en lenguaje que atraiga a los lobatos y que trate naturalmente de asuntos de interés común en la vida de la manada. Otro punto sobre el que hay que poner énfasis, son las pruebas de las estrellas y de las insignias que nos ayudan a ser útiles hacia nuestros semejantes, haciendo que el


Lobatos lobato comprenda que el objeto principal en adquirir destreza, es que él pueda con mayor eficacia ayudar a sus prójimos. Debe tenerse como ley que la primera insignia que se gane, pertenezca al grupo de aquellas de “servicios al prójimo”. De la misma manera debe ponerse mucho énfasis en la buena acción, tanto individual como de la manada. En materia de disciplina debemos poner mucho cuidado en explicar la primera parte de la promesa, poniendo énfasis en que ésta es primera en importancia, tanto como lo es en orden. Deberemos enseñar al lobato que, aun cuando haga su promesa a Akela, la está haciendo en un plano superior, es decir, a Jesús; y que Jesús conoce el lobatismo y se interesa por él. Para hacer esto es necesario frecuentemente dar al niño la concepción adecuada del amor a Dios. Así debe ser para la disciplina real de la manada. Ya hemos visto que uno de los factores principales es el de agradar al viejo lobo a quien se ama. Hay muchos akelas con grados de imperfección muy variables; pero sólo existe un Gran Akela, perfecto sobre toda concepción humana. Los lobatos deben ser conducidos más o menos inconscientemente al amor de Jesús como motivos de su disciplina. Por ejemplo, cuando tengan ocasión de hablar a un lobato individualmente sobre alguna falta que haya cometido, háganle ver que ha herido a Jesús escuchándose a sí mismo y que está en su mano agradarle haciendo cuanto pueda para guardar su promesa. Otro gran instrumento en nuestras manos, es el estudio de la naturaleza, pero a él dedicaremos todo un capítulo; por eso ahora no haré sino mencionarlo. Es un instrumento poderosísimo, pero al usarlo debemos cuidar de no incurrir en el peligro de enseñar a los lobatos a adorar un espíritu naturalista borroso y que no satisface. Esto último no sólo ésta en desacuerdo con nuestra fe cristiana, sino que es una religión sin atractivo para el niño. Por último viene el relato de historietas, que en muchos aspectos es el más efectivo y sencillo de todos los medios para inculcar religión. Es casi imposible poner demasiado énfasis en el gran valor que tienen las historietas en este aspecto; sin embargo, existen muchos akelas que se contentan con dejar el campo casi sin tocar. Quizá sea porque consideren que las historietas de los santos o de acciones santas no se adaptan a los niños. Cualquiera que tenga práctica en relatar esta clase de historietas, estará listo para desmentir categóricamente esa afirmación. Tenemos en ellas un surtido casi inextinguible de material interesante y útil, historias que, manejadas correctamente, no puede ser aventajadas en emoción, inspiración e interés humano. Estas sugerencias son unas cuantas entre muchas. Las doy solamente como ejemplo. Lo que más se necesita es el deseo activo, por parte de todo jefe de manada, de convertir a la religión en el principal resorte de su manada. Una vez que lo hayan logrado, verán que no es difícil encontrar el camino y los medios para convertir la voluntad en práctica. Es necesario caminar despacio al principio: no podrán obtener


Lobatos sus metas de prisa. La construcción debe ser lenta y cuidadosa si no se quiere que se derrumbe miserablemente. No da resultado, por ejemplo, en poner en práctica de un sólo golpe todas las sugerencias que les he hecho con respecto a oraciones. Probablemente al principio se sentirán embarazados. Tal cosa es natural, pero también inecesaria. Los lobatos se encuentran preparados para recibir la religión en forma natural y sin bulla, siempre que ustedes hagan lo mismo. Si principian en forma correcta no tienen por qué temer que les aburra; por el contrario, se encontrarán avergonzados al darse cuenta de la profundidad y de la realidad de su religión. Los campamentos son, por supuesto, los lugares más apropiados para ello. Fue en el tercer campamento que yo organicé para mi manada, donde los seiseneros e instructores (antiguos lobatos de la manada) se acercaron a mí en comisión para pedirme que se guardara silencio por cinco minutos a la hora de desnudarse, de tal manera que todos pudieran rezar sus oraciones sin ser distraídos. De ahí en adelante se consideró como costumbre aceptada, el dedicar esos cinco minutos de silencio a tal objeto, en todos nuestros campamentos, y jamás se presentó dificultad alguna en su observancia. En el campamento, siempre que sea posible, hay que dar gracias como costumbre establecida, antes y después de cada comida. Cuando he hablado de este asunto, más de una vez he sido interrogado por akelas de cómo se puede saber si nuestros esfuerzos para ayudar a nuestros lobatos en el aspecto religioso dan o no resultado. Es difícil ciertamente para cualquiera, dentro de la manada, darse cuenta de esos resultados en condiciones ordinarias. Una persona desde afuera puede juzgarlos más fácilmente. Pero si ustedes observan a un niño determinado, probablemente encontrarán oportunidad de ver los resultados que están obteniendo. Hay una prueba que no he llegado a saber que falle. Consiste en considerar si sus lobatos les están ayudando a avanzar en su vida espiritual. Si tal cosa sucede, su trabajo está obteniendo fruto con los muchachos; si no, seguramente falta algo y corresponde a ustedes por medio de la oración y de la meditación, descubrir qué es lo que falta, para tratar de obtenerlo.


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C. LA MANADA VA DE CACERÍA Capítulo 13 Formación de programa Qué pensaríamos de un maestro de escuela que, por flojera de trazar un programa, pasase de una materia a otra al antojo del momento. Sería demasiado absurdo para expresarlo. Y sin embargo, existe mayor número (del que fuera de desear) de jefes de manada que hacen tal cosa. La formación cuidadosa de un programa es una de las cosas por las cuales aboga el Manual de Lobatos y sobre las que siempre se ha insistido en los cursos de adiestramiento. Todos estamos de acuerdo, en teoría, sobre esta necesidad, pero muchos fallamos al poner en práctica las resoluciones. Existe una gran diferencia entre una manada eficiente y una dislocada. Conozco más de un jefe de manada con todas las prendas naturales para este puesto y que sin embargo su falta de cuidado daña seriamente su trabajo, teniendo aptitudes naturales para controlar e interesar a los niños puede conservar su manada a un nivel ordinario —quizá aún más arriba— pero se duerme sobre sus laureles. sin pensar que la efectividad de su trabajo sería casi del doble si procedieran con método. No basta hacer planes para cada junta conforme éstas van llegando. Debemos hacer planes mucho más avanzados, no en detalle sino sobre lineamientos generales. Esto nos ayudará a no dar demasiado énfasis a algunas actividades mientras descuidamos otras. También ayudará a hacer coherentes nuestros trabajos. A veces nuestro trabajo en la manada parece completamente accidental; no está enlazado, no forma un todo consistente. Estos dos defectos —el dedicar mucha actividad a algunas cosas y la falta de coherencia— pueden evitarse con un poco de esfuerzo. Lo primero que debemos hacer es echar una rápida mirada sobre el trabajo ejecutado durante los últimos meses (en algunos casos aún sobre un período mayor) y determinar enseguida las líneas principales sobre las que debemos trabajar; digamos el siguiente invierno o verano, o algún otro período semejante. Lo primero ayuda a determinar lo segundo. A este respecto he encontrado siempre como de gran ayuda, llevar algunas notas especiales en mi cuaderno de sugerencias referentes al trabajo futuro de la manada. En ellas anoto tales cosas como la falta por algún tiempo de buena acción colectiva; el habemos dedicado demasiado a las insignias del grupo de atletismo, con detrimento de otras; que convendría principiar por los trabajos manuales, porque alguien se ha ofrecido a ayudarnos en esta rama; que deberíamos dedicar un poco más al estudio de la naturaleza; que se hace necesario volver a decorar la cueva; y así sucesivamente. Una de las primeras cosas que deben hacer al trazar estas grandes líneas de su programa, es buscar la proporción adecuada entre los juegos y el trabajo. Obtenida ésta, pongan todo cuidado, ya que es muy fácil inclinarse de uno u otro lado. En el


Lobatos lobatismo hemos llegado a apreciar el valor de aquel dicho “que el niño ve los juegos como el único negocio realmente serio de su vida”. A estas alturas estoy seguro de que no es necesario demostrar el valor educativo de los juegos. La disciplina, cooperación, concentración, observación, reglas sanitarias, buen humor, libertad y la lealtad —todas estas virtudes pueden ser enseñadas por medio de los juegos—. Deseamos que esos juegos sean la mayor ayuda en el adiestramiento del niño; pero al mismo tiempo no debemos olvidar la otra parte del cuadro. El trabajo tiene también, por lo menos un valor igual que los juegos, en la formación del carácter. No hay nada como el trabajo para enseñar paciencia, perseverancia, concentración y dominio de sí mismo. Es un error suponer que el niño no tiene más capacidad que para imitar a los pieles rojas o a las máquinas de ferrocarril. Si podemos capturar su interés, será para él un gran placer alternar el trabajo con los juegos. Un lobato trabajará fatigosamente en una lección de aritmética en su escuela, llevado paso a paso por un paciente y perseverante maestro, y una hora más tarde, por su propia voluntad, trabajará empeñosamente en el intrincado problema que gira alrededor de la composición de la bandera nacional y la forma adecuada de izarla. Si no se trabaja en las reuniones de la manada el niño sentiría la necesidad de ese trabajo y aún expresará su descontento. El trabajo y los juegos deben ambos tener un lugar en nuestros programas. La proporción en que han de mezclarse, sólo se puede determinar por medio de la experiencia y la meditación. Ningún Akela puede descuidar este problema. Me he encontrado manadas dirigidas por viejos lobos carentes de imaginación donde se ejecuta demasiado trabajo y se descuidan los juegos; pero también me he encontrado con un número igual de manadas generalmente bajo la dirección de akelas de gran imaginación, donde el otro lado recibe mucha atención y descuidan el trabajo sólido. En uno y otro caso los infractores son hombres experimentados que creen que ya no necesitan preocuparse del asunto. De la misma manera es necesario revisar continuamente la provisión que uno tiene de cuentos e historietas, para darse cuenta de que éstas son de verdadero interés. Los ciclos y las series en las historietas deben ser planteados con anticipación. Otras materias que deben ser tratadas en la misma forma son las danzas folklóricas y las excursiones con objeto de estudiar la naturaleza, los trabajos manuales, las exhibiciones, los campamentos y los renuevos en la vida de la manada como el equipo de fútbol y la biblioteca. Estos asuntos jamás pueden ser tratados a fondo si no han sido planeados de antemano. El programa de cada reunión debe hacerse en detalle anticipadamente y por escrito. Sólo así puede utilizarse el tiempo y conservar el interés de los niños suprimiendo los intervalos en que no se hace nada por estar pensando lo que se va hacer enseguida y que acaban con la disciplina y el interés de los muchachos. Existe siempre la


Lobatos tentación de pensar solamente el programa, lo que en la práctica degenera en dejarlo para último momento u omitirlo totalmente, y la experiencia demuestra que tal método no admite comparación con el otro más laborioso de escribir lo que se va a hacer. He aquí un programa típico de una reunión de hora y media de duración: PROGRAMA TÍPICO (Duración 1 hora 30 minutos) Tiempo

Actividad

Descripción

10 minutos

PRINCIPIO

Gran clamor, izar la bandera, oraciones (si fuere posible), inspección, cuotas.

5 minutos

JUEGO

Algo activo para dar escape a la presión.

15 minutos

TRABAJO

A cargo de los seiseneros y de los instructores.

10 minutos

COMPETENCIAS

Relacionadas si fuere posible con el trabajo que se acaba de hacer.

15 minutos

TRABAJO

Instrucción y prácticas dirigidas por Akela y Bagheera.

10 minutos

DANZA DE LA SELVA

O un juego cómico.

10 minutos

JUEGOS

De los cuales el último debe ser reposado.

10 minutos

HISTORIETA Y CEREMONIAS

5 minutos

CLAUSURA

Avisos, oraciones, gran clamor, arriar la bandera.

La parte más importante consiste en variar la ocupación. Al mismo tiempo no debe extremarse esta nota, siendo siempre bueno, relacionar entre sí los números del programa. Por ejemplo, los juegos y las competencias pueden referirse al trabajo ejecutado, y la historieta, si es posible conducir a la ceremonia que vaya a ejecutarse. A continuación de cada número debe anotarse el equipo que se necesita, el cual debe tenerse listo de antemano. Es también conveniente preparar tres o cuatro juegos extras, por si fueren necesarios por circunstancias imprevistas. Siempre que sea posible las reuniones deben celebrarse al aire libre, pero hay que estar preparados para continuar el programa sin ninguna dificultad en caso de que llueva y haya que entrar en el local.


Lobatos Hay que estar en la cueva unos minutos antes de la hora, para tener la seguridad de ser puntual. Recuerde también, que la puntualidad se aplica igualmente con respecto a la clausura de la junta. Esto se olvida con mucha frecuencia y es causa de desagrado. En ninguna circunstancia debe retenerse a los lobatos después del tiempo señalado. Es indispensable que las madres sepan a qué hora terminan sus juntas y que por tanto sepan a que hora deben estar ellos de regreso a sus casas. Habiendo obtenido puntualidad, procuren una buena presentación, buenos modales y prontitud en la obediencia. No den tiempo a la ociosidad. No se dejen tiranizar por su programa. Éste debe ser flexible y deben estar preparados para hacerle variaciones. Si los niños se encuentran particularmente nerviosos (como suele suceder) habrá que aumentar el tiempo señalado para los juegos pero por otra parte, si al finalizar el tiempo destinado a un trabajo determinado se ve que los niños están muy interesados en él, no deberá suspenderse. Estén preparados para tales contingencias como la falta de asistencia de uno de sus ayudantes, de un instructor o un seisenero, que pueden ocasionar un cambio radical en el programa.


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Capítulo 14 Juegos y competencias No es mi intención discutir aquí la teoría de los juegos. La gran frase de B-P: “El juego es el primer gran educador” ha sido aceptada por todos aquellos que tienen alguna experiencia en el Movimiento. Todos nos damos perfecta cuenta que una de nuestras palancas más poderosas en el adiestramiento mental y físico de los niños, son los juegos. El desarrollo físico de los lobatos se impulsa por medio de los juegos ya que las marchas y los ejercicios solamente se usan de manera ocasional. Los juegos tienen el mismo valor como elemento formativo del carácter. Buen humor, camaradería, esprit de corp, perseverancia, disciplina y desprendimiento, son las principales cualidades que se inculcan por medio de los juegos. Los juegos constituyen el rasgo característico en las actividades de la manada. Si no fuera así, los niños perderían el interés, pues considerarían la manada solamente como una extensión de la escuela. Por otro lado, nunca debemos olvidar que el muchacho gusta del sentimiento de adelanto, y en la mayoría de los casos no se le satisface a menos que se le dé un trabajo definido que hacer y haya tenido la satisfacción de haber hecho algo. Debemos pues proporcionarles cantidad de juegos, pero no cualquier juego, ni jugado de cualquier manera, pues eso no sirve. Muchos de nosotros no alcanzamos el ideal ni en la selección de los juegos, ni en la disciplina y buen espíritu con que deben jugarse. La única manera de hacerlo en forma apropiada, es llevando un cuaderno en que se anoten los juegos. Esta sugestión ya ha sido hecha antes con bastante frecuencia y creo que si no se ha practicado es porque algunos han creído que tal cosa es demasiado complicada. He ensayado diversos métodos y he encontrado éste el más simple y más útil. No anoto ningún juego hasta no haber visto que se ha jugado con éxito, o bien haberlo experimentado con mi manada directamente. Cuando ya se está seguro del éxito, entonces se sabe que vale la pena. Yo solamente anoto tres cosas: 1) nombre; 2) las referencias al libro en que se describe; 3) los utensilios que se necesitan para realizarlo. La mayor parte de los juegos se encuentran en los libros especiales; pero para algunos juegos de los cuales necesito dar los detalles, conservo al final del cuaderno algunas páginas libres. Clasificar los juegos es siempre una gran ayuda, y no requiere mayor esfuerzo, una vez que se ha adoptado un sistema. El sistema que he seguido ha sido el siguiente: *

Carreras de relevos.

*

Competencias entre seisenas (o juegos de equipo).


Lobatos *

Juegos en círculo.

*

Juegos sentados.

*

Juegos en el campo y varios.

A estos hay que agregar juegos de observación y juegos de adiestramiento de los sentidos. Esto es lo estrictamente necesario, pero es bueno para hacer más inteligible el cuaderno, incluir detalles como numeración, valor estimativo y descripción completa; pero aún esto puede suprimirse para ahorrar trabajo. Lo que realmente es útil (si disponen del tiempo necesario) es adoptar la sugestión hecha por B-P de relacionar cada juego con el beneficio moral y físico que entraña para los niños. Su cuaderno de notas de juegos les prestará gran ayuda en materia de eficacia. Consultándolo antes de entrar a la reunión, podrán evitar practicar demasiado seguido los juegos favoritos; podrán escoger entre una gran variedad aquellos que les sirvan en los diferentes aspectos del adiestramiento; podrán tener cuidado de no llegar a la junta sin el equipo necesario. Una vez escogida la clase de juegos que va a practicarse, hay que poner atención en hacerlo de manera apropiada. Nada hay que dé mejor medida de la disciplina existente en la manada que observar la forma en que juegan sus componentes. En la manada con mala disciplina se argumenta, los niños abandonan sus lugares, hacen ruido fuera de tiempo y se asemejan más a los bandarlog que a los lobatos. La disciplina impropia da por resultado el que los juegos se jueguen con flojera, sin interés, como si fueran algo que hay que ejecutar mientras más pronto mejor, en fin, sin ningún entusiasmo por parte de los lobatos. Nuestra finalidad debe ser estimular la disciplina voluntaria y la verdadera camaradería. Debe ser una tradición en la manada no hablar ni cambiar de lugar mientras se están dando las instrucciones del juego; el que las órdenes y decisiones del juez, o de la persona encargada, sean obedecidas prontamente y sin discusión, el jugar limpio; el que el entusiasmo sea ruidoso, pero en tiempo oportuno; el que los equipos en el momento de terminar, y por propia voluntad, tomen momentáneamente la posición de firmes. Los niños aprecian siempre la disciplina, pues saben que con ella disfrutan más de los juegos, y que el ruido, y los vítores para los que han terminado ya de jugar o están esperando su turno bastan y sobran como desahogo para su tensión nerviosa. Por medio de juegos, Akela obtiene una de las mejores oportunidades para conocer el carácter de sus lobatos. Por este motivo no deberá estar constantemente ocupado


Lobatos en dirigir y ser juez de los juegos. De tiempo en tiempo deberá dejar esas funciones a cargo de Bagheera o de algún otro, para dedicarse él a observar y tomar notas. Íntimamente relacionado con el asunto de los juegos están las competencias entre seisenas. La competencia se prepara generalmente durante uno o varios meses e incluye algunas otras ramas del trabajo de los lobatos. También en esto ha habido la tendencia de ir más allá de lo debido; llevando el lobatismo en todos sus aspectos a la competencia de las seisenas como punto culminante en el trabajo de la manada. Este defecto es el resultado de poner demasiado énfasis en el sistema de seisenas, y su reacción natural es ir al extremo opuesto declarando que toda competencia entre seisenas es positivamente perjudicial. La verdad, como en todo, está a la mitad entre uno y otro extremo. Está demostrado más allá de toda duda que las competencias aumentan el interés y la eficacia si son usadas con propiedad. El que algunos jefes de manada notoriamente capaces hayan podido prescindir de ellas, (aun cuando sólo por períodos cortos de tiempo), nada demuestra. Queda aun por demostrar, que el Akela que constituye el término medio, pueda prescindir de ellas. Se argumenta que son dañinas porque despiertan un espíritu malsano de “pandilla impulsiva” y subrayan demasiado algunos aspectos del carácter del lobato, tales como el control de sí mismo. ¿Por qué tan súbitamente hemos pasado del buen espíritu de equipo al de “pandilla impulsiva”, llamándole dañino? ¿No es el objeto de las competencias y de los juegos desarrollar el control de sí mismo? Por otra parte, debemos admitir que se causa daño cuando las competencias entre seisenas son usadas con descriminación y llevadas a los extremos. En ese caso hay que suspenderlas por algún tiempo, especialmente cuando comienza a introducirse en ellas el mal espíritu. Debe cuidarse de que la competencia entre las seisenas sea de carácter sano, y así puede mantenerse siempre que no se incluya en las competencias materias que deban evitarse. Las materias que hay que incluir en los juegos, son puntualidad, ingenio, etcétera. Las que deben excluirse son: cuotas, asistencia a los servicios especiales de los lobatos, otorgamiento de puntos para las estrellas, y la adquisición de insignias y estrellas de Servicio. Éste es otro de aquellos asuntos en que se yerra por no poner correcto énfasis en donde se debe. Con seguridad habrá dificultades si todo el objeto de la existencia de la seisena se pone en ganar competencias. Debe tenerse siempre presente que las competencias son un medio y no un fin, no un fin en sí. y que su lugar en la manada es secundario. Estoy seguro que mucho depende en la clase de premio que se ofrece a los vencedores, ya que tal cosa tiene mucho que ver con el espíritu con el cual cada lobato individualmente toma parte de la competencia. El premio ideal debe ser solamente el


Lobatos recibir un honor, no un valor monetario —el privilegio de sentarse junto a Akela, en el círculo del consejo; o de llevar el tótem, o de cuidar la cueva de la manada—. Otro asunto al que hay que dar atención preferente, es el otorgamiento de puntos. Debe existir alguna norma en la manada para esto, de lo contrario se puede ser injusto. El mejor medio es tener el menor común múltiplo al cual se reducen todos los puntos para los juegos. Así, generalmente, se otorga un punto a la última seisena, y se va aumentando de punto en punto para cada seisena. que sea mejor. Se debe crear una escala proporcional para materias como inspección y puntualidad. El punto importante que Akela debe tener en cuenta es, posiblemente, que las competencias como tales deben ser ocasionales y no continuas. Por lo que respecta a competencias entre manadas -tótems de distrito, banderas y cosas semejantes- he aquí lo que ha dicho un sabio viejo lobo: “Sólo puedo decir que no desearía que mis lobatos tuvieran la experiencia de ser los últimos; pero que sólo temería algo peor, que fueran los vencedores. Y por lo que respecta a mí mismo, no deseo tener constantemente sobre mí la tensión que produce esta causa exterior en el cuidado de la ‘familia feliz’”. Una amarga experiencia me hace estar de acuerdo con esto último. Durante algún tiempo me entusiasmaban mucho las competencias, en las que siempre tomaba parte mi manada. Generalmente ésta tenía la suerte de salir vencedora, y no hay duda que esto le hacía daño. La mayor dificultad que yo tuve en la manada, fue resultado de tales competencias. Las cosas empeoraron con la imposibilidad de arreglar una competencia que pudiera descubrir la manada que practicara mejor el lobatismo. Las competencias para determinar cuál es la mejor, solamente estimulan la eficacia exterior poniendo en constante peligro olvidar el espíritu de “familia feliz”. Por otra parte, debiera existir algún medio por el cual las diferentes manadas del distrito pudieran reunirse y darse cuenta de que existen otras familias en la selva, además de la suya propia. Tal vez una tarde de juegos de distrito, con un determinado número de competencias entre las diferentes manadas, podría sugerirse como un substituto de las competencias entre manadas en gran escala.


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Capítulo 15 Trabajo de estrellas y de especialidades Ya he dicho en páginas anteriores que el trabajo tiene un valor igual en la formación del carácter que el de los juegos. Esto es cierto solamente cuando el trabajo se lleva al cabo por el camino apropiado. Lo principal es hacerlo interesante. Si tienen éxito en esto, sus muchachos no necesitarán ser empujados hacia el trabajo. En el pasado ha sido la política de considerar el trabajo como algo de mal sabor, algo que debía ser disfrazado antes de pedir a los lobatos que se enfrentaran a ello. La luz de las cosas actuales, nos ha demostrado que esta actitud estaba equivocada, porque una vez tras otra el muchacho ha preguntado definitivamente, si puede hacer algún trabajo, y si no se le ha complacido ha habido un sentimiento de frustración. Está innato en el corazón del muchacho el deseo de progresar, un deseo que podemos satisfacer mediante el uso de las pruebas de estrella y las insignias de especialidades. La idea de romance, que recorre todo el lobatismo como un hilo dorado, se encuentra aquí también, no únicamente en los juegos, la exploración y las mil y una actividades, sino en la idea de las brillantes estrellas en la gorra de lobato, el símbolo de una completa realización. No es necesario incluir la idea de trabajo. Dejen al lobato que tome interés por su propio beneficio, y esto es un punto importante, debemos recordar que el muchacho de edad de lobato, no ha adquirido aún la cualidad de preservar que tiene el scout, pero podemos implantar en él la semilla para llegar a serlo. Sin embargo no esperemos que se aplique a algo por un período largo de tiempo. Quince minutos puede ser el promedio de tiempo que podemos dar a una materia en una junta ordinaria, y es muy cierto que cuando planeamos nuestros programas, debemos poner mucha atención para mantener un balance adecuado entre el trabajo y los juegos. También una revisión constante de lo que ya ha sido aprendido, puede hacerse a través de charlas y actuaciones, juegos y competencias. Por ejemplo la brújula puede practicarse en una interesante caza de un tesoro; el semáforo en un emotivo cambio de comunicaciones con Akela; y se puede hacer nudos en relación con el salvamento de un lobato náufrago o que se encuentra en el interior de un edificio en llamas. La mayor parte del trabajo en la manada gira alrededor de la primera y la segunda estrellas y debemos siempre recordar la relación que existe entre éstas y las pruebas scouts. ¡Qué prudentemente las adaptó nuestro Fundador!. No existe sobre-posición en ellas, pero cada una ha sido desarrollada para ajustarse a las diferentes edades del muchacho, y aún cuando las pequeñas pruebas del lobato pueden parecer al principio escogidas al azar, han sido en realidad cuidadosamente seleccionadas para auxiliar al adiestramiento en todos sentidos y atraer al mismo tiempo su interés. Todo Akela da testimonio del éxito que se obtiene en ambas direcciones. Jamás un lobato deja de gozar trabajando, y una vez que se ha convertido en un seisenero


Lobatos completo, ama el enseñar a los demás, al mismo tiempo esas pruebas adiestran en todos sentidos. Las de la bandera ponen los cimientos del deber para con la patria; los nudos son el primer paso en las artes manuales; los saltos, brincar al burro, hacer el cojo y los saltos mortales, sirven para el desarrollo físico; caminar sobre un tablón, adiestran en el control de sí mismo y en la concentración; el modelado hace adelantar al lobato por el camino de las artes manuales; limpiar el calzado, encender una fogata, acomodar la ropa, y llevar mensajes, ayuda a ser útil en casa. Hemos de desear sacar el mayor fruto posible en estas pruebas. No nos contentemos con un simple mínimo, sino que tratemos de hacer de ellas el punto de partida de todos los ejercicios del lobatismo. Tengamos muchos, muchos juegos, cuentos y representaciones para hacer rudos. Ocupemos toda una tarde en seguir una pista por medio de la brújula. Exploremos todo lo relativo a saltos. Hagamos pruebas de modelado que incluyan la construcción de una cueva de seisena en un bosque, o con la cooperación de todos los lobatos de la manada una pequeña ciudad de cartón. No existe de hecho límite al número de cosas preciosas que pueden hacerse alrededor de una inocente prueba de estrellas. Esto no solamente divertirá al niño, sino que lo adiestrará y lo conservará alejado de correr tras las insignias de especialidades, salvándonos también de tratar de invadir las reservas del escultismo. Una palabra más acerca del actual método de adiestramiento en el trabajo de estrellas. Aquí Akela tiene la oportunidad en el consejo de manada de mantener a los seiseneros un poco más adelante del resto de los lobatos y ayudar como hermanos mayores en el adiestramiento de los lobatos más chicos y el progreso general de la manada. Ellos pueden ayudar grandemente al ayudar a sus seisenas en practicar y revisar el trabajo de estrella y pueden enseñar en aspectos como el de arrojar la pelota, guardar el equilibrio y otras pruebas físicas Puede decirse que no hay una sola prueba que no pueda adaptarse a un juego o competencia. Algunas de ellas tales como saltar, hacer el cojo llevar mensajes, pueden convertirse en una exhibición popular. Las reglas generales que hay que observar en las pruebas son: 1) que el esfuerzo vale más que los conocimientos adquiridos y 2) que la aplicación práctica de la materia debe ser perfectamente entendida. Por ejemplo, no se saca gran ventaja de que un lobato sepa hacer nudos perfectamente si no sabe cómo aplicarlos a las necesidades de la vida diaria: y es sorprendente el número de lobatos de esta clase. Así mismo, en el grupo de pruebas de segunda estrella, tales como limpiar zapatos, arreglar la ropa, etcétera, la cooperación con sus padres es necesaria y para pasar estas pruebas es condición indispensable el que haya practicado tales cosas en su hogar. La vida del lobato de la manada, deberá ser de un continuo adelanto. Ciertamente no es mucho pedir que un muchacho que ingresa a la manada a los ocho años, deba pasar su segunda estrella para cuando tenga diez años, cuando puede


Lobatos embarcarse hacia su siguiente aventura, las insignias de especialidades, con un año completo delante de él, en el cual puede subir a puntos más altos en la escalera que le conduce al escultismo. El trabajo para las especialidades del lobato no deben ser tratadas de la misma forma que las de estrella. Las especialidades no se aplican a la manada en general, sino que están ahí para alentar a miembros individuales en la manada a que se desarrollen. Esto no significa, sin embargo, que todo el trabajo de especialidades debe estar divorciado de las juntas ordinarias de manada. Varias partes, digamos de las especialidades de coleccionista, observador, juguetero y guía, pueden practicarse por toda la manada; con las de atleta, nadador y deportista se requiere una cierta cantidad de adiestramiento colectivo. El trabajo de insignias como éste, deberá sólo ocasionalmente entrar en los programas de manada, pero no deberá omitirse totalmente; aún y cuando las juntas ordinarias de Manada no deben usarse para trabajo específico de especialidades si los pasos primarios de la insignia se ven con la manada en conjunto, el apetito del lobato se abrirá y se verá alentado a trabajar el resto por sí mismo, o con un compañero. fuera de las juntas de manada. El hecho de que un lobato de primera estrella pueda ahora ganar dos especialidades de su gusto antes de obtener su segunda estrella, es indudablemente un aliciente para que siga adelante en mayores esfuerzos, y es realmente alentador el ver cuánto uso se viene haciendo de este privilegio. En años recientes, la oscilación del péndulo ha ido muy lejos y el valor de las insignias en proveer una etapa más para el adiestramiento del lobato más grande, ha sido con frecuencia ignorado. Aún y cuando es cierto que las especialidades no aparecían en el primer esquema experimental del lobato no es necesario hacer mucho hincapié en este hecho. Puede decirse igualmente que ni la ley ni el gran clamor habían sido previstos en primera instancia. Como en todas las cosas, la evolución gradual ha tenido que hacerse presente. Puede que haya algunos entusiastas de “acabar con las insignias” que les gustaría suprimir todas porque ven en ellas el peligro potencial de una manada saturada de insignias. Pero el Fundador no cometía errores usualmente, y lo que se requiere es la actitud correcta de un trabajo de insignias adecuado y la certidumbre de que ahí existe otro incentivo para el lobato de llevar a cabo su trabajo en la tropa. Todo muchacho en la manada puede ganar adquiriendo insignias, y existe algo aquí que agradará a todos los gustos. Los lobatos habrán aprendido ya una buena parte del trabajo si han completado sus pruebas de segunda estrella, y deben ser alentados en los pasos primarios, a que vayan tomando algo de trabajo de especialidades sin tener la idea de obtenerlas. Los trabajos manuales y el estudio de la naturaleza deberán interesarlos naturalmente, separados de las especialidades, y debemos


Lobatos darles de ambos ampliamente. Solamente después debe admitirse el aspecto insignias de especialidades. Tomemos natación por ejemplo: el lobato normal necesita poco aliciente para entrar en cuerpo y alma a los deportes. Solamente en casos especiales habrá necesidad de una insignia, y eso solamente en las etapas finales. Llevando en mente la restringida aplicación del sistema de especialidades, un alto porcentaje de eficacia deberá pedirse antes que el lobato pase. No debe existir la posibilidad de que gane seis o siete insignias o más (como en algunos casos he visto) en el curso de otros tantos meses. Es indudable la falla de Akela, si este estado de cosas pasa en la manada, y siempre debemos guardar en mente que en general el lobato es un pequeño individualista el cual, sin el debido cuidado y guía, puede convertirse en un inveterado cazador de insignias, una de las últimas cosas que nosotros quisiéramos que él fuera. Es correcto y propio que la primera selección de la insignia por la cual él quiera luchar, debe dejarse a gusto del lobato mismo, porque aquí está la oportunidad de desarrollar la iniciativa (tan frecuentemente ignorada actualmente) y sus recursos. Si el lobato puede trabajar por sí mismo adecuadamente y bien, y aún y cuando se le debe dar especial cuidado, es posible que necesite ayuda. Pero cuán grande podrá ser su satisfacción si él ha sido capaz de ganarla por su propio esfuerzo. Su próxima selección deberá ser elegida por el consejo de Akela, quien deberá ver y asegurarse entonces que el desarrollo completo del lobato, física y mental, se lleva cuidadosamente, y que su adquisición de conocimientos no es muy rápida. Deberá darse especial atención a las especialidades que animan al lobato a ayudar a otros. todo esto puede y debe ser alentado en la totalidad de la manada.


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Capítulo 16 Artes manuales Una de las actividades características del lobatismo, junto con los cuentos, las representaciones y el estudio de la naturaleza, son las artes manuales. Esta palabra se usa algunas veces en un sentido restringido, aplicándola sólo al trabajo con rafia, al tejido, a la construcción de canastas o a la greca; pero yo la uso en un sentido mucho más amplio que abarca materias tales como dibujo, pintura, construcción de cuevas, modelado, etc. El valor práctico de este trabajo es enorme. Es un antídoto (como lo indica el Manual de Lobatos) para las travesuras, el espíritu de destrucción, la dejadez y la impaciencia, que forman seguramente una lista típica de los defectos de la niñez. Contra tales cosas las artes manuales presentan una oportunidad de hacer algo, un glorioso éxito en sí y algo excelente para la formación del carácter. Dan al niño oportunidad de mostrarse a sí mismo, le enseñan a usar sus manos y los adiestran en las virtudes de paciencia, cautela, limpieza e ingeniosidad. Pero además tienen otras tres grandes ventajas: primera, ayudan al niño a obtener una afición útil, y quizá a descubrir talentos ocultos que eventualmente determinen su profesión futura. Segunda, le proporcionan conocimientos que le capacitan para poder llevar a cabo innumerables buenas acciones. Tercera —un punto que vale la pena considerar cuando la manada está necesitada de dinero—, los lobatos aprenden a construir una porción de artículos de fácil venta. El tiempo y atención que se dé a los trabajos manuales, debe variar en cada manada de acuerdo con sus oportunidades, pero toda manada deberá ejecutar trabajos manuales. Es esta actividad de tal naturaleza, que no la podemos descuidar, y sin embargo con frecuencia se le da el último lugar especialmente en las manadas dirigidas por hombres. Existe una vasta escala de asuntos entre los cuales se puede escoger. Los más sencillos son los que están al alcance de todos. El trabajo comienza con el tejido para la primera estrella; este primer paso tiende a hacer al lobato ligero de dedos. Tiene su continuación en la prueba de modelado de la segunda estrella, de la cual (como ya lo he sugerido) debemos dar lo más que podamos al Lobato, y cuya práctica debe principiarse mucho antes de que se llegue al trabajo de segunda estrella. Esto es sencillamente el mínimo; pero todos podemos ir más lejos. 1.- MODELADO. No hay una sola manada que no se pueda agenciar los materiales y el tiempo necesario para el modelado. La plastilina y la cera son admirables, pero no hay necesidad de incurrir en gasto tan grande. Los modelos pueden hacerse con tierra cuando se presente la oportunidad; o de papel, cartón y cajas de cerillos, todo lo cual puede obtenerse en abundancia y sin costo alguno, con sólo el pequeño es-


Lobatos fuerzo que requiere coleccionarlas. El modelado puede principiarse con cosas sencillas y primitivas, pero la práctica irá capacitando al lobato para ir haciendo cada vez trabajos más elaborados: ciudades, patios de hacienda, muebles y juguetes sencillos, aún en las etapas más avanzadas los materiales requeridos pueden ser conseguidos sin gasto. Pueden obtenerse con facilidad y formar con ellas un depósito común; pedazos de vidrio, juguetes rotos, pedazos de papel tapiz, grabados de revistas viejas, pedazos de cordón, engrudo, cabos de lápices y gises de colores, pedazos de adornos, etc. 2.- CONSTRUCCIÓN DE CUEVAS. Cuando la manada tiene cueva propia, el interés y el cuidado que se emplean en decorarla, así como la particular de cada seisena. no tiene límite. Tanto cuanto sea posible, los niños deben hacerlo por sí mismos, pero Akela necesita ayudar e inspeccionar cada detalle. Las manadas que tienen necesitad de compartir su cueva con otras organizaciones, no pueden hacer mucho en este sentido, pero siempre pueden hacer algo. Conozco más de una manada en que hay necesidad de llevar a caso los adornos después de cada reunión; sin embargo siempre está su cueva adornada y los lobatos obtienen diversión extra de estos cambios continuos. Cada niño trae algo de su casa para adornar la cueva de su seisena en cada junta. La construcción de la cueva al aire libre constituye también una buena diversión. Los lobatos gozan en ella aun cuando la cueva la utilicen sólo por un día. Sin embargo, es necesario tener mucha precaución con respecto al material que emplee. Por ningún motivo debe causarse daño a los árboles o arbustos, o acarrear con parte de la cerca ajena. 3.- COLECCIONES. Aún cuando esta materia no está incluida en el grupo de insignias de artes manuales, las colecciones quedan incluidas bajo el mismo rubro. Coleccionar es un instinto natural en el niño a la edad de los lobatos. Todo lobato debe poseer una colección, y se le debe alentar para que comience a hacer una, tan pronto se adhiera a la manada. Lo principal es que coleccione; cualquier cosa es mejor que nada. Se ha ganado mucho si la colección es de hojas, de flores, o de timbres postales, y no paquetes de cigarros o cajas de fósforos. Hay que insistir en que la colección sea hecha con limpieza y con sistema, de otra manera más de la mitad del valor de la afición se pierde. Es también de alguna importancia el que los lobatos sepan algo acerca de los objetos que coleccionan. 4.- DIBUJO. Esta valiosa rama del trabajo manual debe ser introducida en toda manada. Debe hacerse que todo niño tome parte en este trabajo. Muchos tienen cierto talento y todos gozan en ella, si se les enseña en forma adecuada. No debe ser algo así como una clase de dibujo para toda la manada, y no deben intentarse normas altas o esperar mucha técnica del promedio de los lobatos. Cuando alguno demuestra talento especial se le debe alentar y adiestrar por separado y fuera de las juntas


Lobatos ordinarias. En sus principios esta enseñanza debe ser sencilla, cosas tales como figuras construidas con cerillos, el uso de curvas, líneas rectas y figuras geométricas para dibujar objetos comunes, y el dibujo de contornos. La enseñanza debe hacerse por medio de juegos, cuentos, competencias de adivinación, etc. Algunas de las veladas más entretenidas que yo he pasado con mi manada, fueron precisamente en estas cosas. El factor principal era que Akela relataba algún incidente o alguna aventura reciente en la vida de la manada, y todos procedían a representarla con figuras hechas con cerillos. Entonces Akela procedía a dibujar su propia versión en el pizarrón y el mejor trabajo de los lobatos era seleccionado y aplaudido. Teníamos muchas variantes para este juego, entre ellas las de producir magníficas caricaturas de las celebridades de la manada. Quizá por ello este trabajo era más popular que cualquier cuento ordinario sin conexión con los lobatos mismos. Éstos son solamente ejemplos de lo que nosotros podemos hacer en materia de trabajos manuales. Al llegar aquí, probablemente no estaremos satisfechos y desearemos emprenderla en otros asuntos de mayor ambición, tales como tejido, construcción de canastas y construcción de redes. Siempre habrá dificultades, pero éstas no son invencibles. Si no se dispone de tiempo suficiente, hágase que los niños principien el trabajo en la cueva y lo continúen en sus casas. Si la dificultad es monetaria, escójase la construcción de artículos de fácil venta, los cuáles no solamente pagarán el material empleado en ellos sino que dejarán alguna utilidad. En algunos casos pensaremos que no tenemos conocimientos suficientes, pero el trabajo es tan elemental, que solamente requiere pequeño esfuerzo para dominarlo y puede que aún obtengamos la diversión de aprender junto con los lobatos. Si todo esto no da resultado, casi siempre es posible obtener la ayuda de un extraño. Cuando se dan clases de artes manuales, éstas no deben ser para toda la manada, y deben tenerse fuera de las juntas ordinarias. Generalmente debe haber clases distintas para los niños según su adelanto. Si las clases han de tener éxito, las materias deben ser escogidas de tal manera que los lobatos obtengan resultados inmediatos. Especialmente al principio, los niños tienen un deseo natural de ver los resultados de su trabajo, y si no se obtiene esto durante semanas y más semanas, el interés decrecerá hasta el punto de desaparecer.


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Capítulo 17 Actividades al aire libre y estudio de la naturaleza El escultismo es una obra que esencialmente se desarrolla al aire libre; una vida al aire libre, sana, lo más cerca de la madre tierra, con el aprecio natural del conocimiento de la naturaleza. El lobatismo, que es una preparación para el escultismo, tiene las mismas finalidades pero va por caminos un tanto diferentes. Desde los años de su crecimiento hasta la edad presente, el lobatismo ha estado en peligro de perder su carácter de actividad al aire libre. En la India, era excepcional que tuviéramos una reunión dentro del local. Todos los juegos y la mayor parte del trabajo de estrellas, se hacía al aire libre; era raro el sábado por la tarde que no dejáramos el corazón de Calcuta para dirigirnos a la campiña. Tan era así, que llegó a ser para mí cosa natural y aún no salgo de mi sorpresa al darme cuenta del poco tiempo que la mayor parte de las manadas pasan al aire libre (para no ser acusado de poner siempre el Calcuta como modelo de perfección, me apresuro a decir que las condiciones climatológicas eran siempre tan favorables que la mayor parte del tiempo no había necesidad de organizar el estudio de la naturaleza). Debemos ver las cosas como son. Ha quedado demostrado que muchas manadas pueden desarrollar su trabajo al aire libre si nos proponemos encontrar el camino y el medio. El clima no es excusa suficiente. El clima de Inglaterra no es tan malo como la gente lo pinta. Es imposible permanecer encerrado por miedo a la lluvia. Aún en el invierno hay oportunidad suficiente para hacer el trabajo al aire libre, siempre y cuando se conserve a los lobatos en constante movimiento. No me refiero solamente a tardes completas pasadas en el campo (aún cuando esto sea naturalmente la crema del programa al aire libre), sino también a las juntas de hora u hora y media por la tarde. En la mitad del invierno la luz del día se acaba muy temprano, pero casi todo el año es posible pasar una buena parte de las juntas de la tarde al aire libre. He visto muchas manadas que toman, como cosa aceptada, hacer todo el trabajo de rutina en el local, aun cuando sean las primeras probablemente que admitan en teoría que debe hacerse al aire libre siempre que sea posible. No existe ciudad alguna donde no se pueda encontrar algún lugar abierto donde jugar uno o dos juegos, o donde enseñar a seguir una dirección con la brújula en forma práctica, en vez de reservar esta materia para la rara tarde en que se pueda salir al campo. Con el solo hecho de encontrarse al aire libre ya hay mucho ganado, aún cuando los alrededores no sean propiamente de campiña. ¡Qué sábados por la tarde! ¿Podremos tener mayor número de ellos? alguien puede pensar que existen muchas dificultades en camino. El ir al cine los sábados por la tarde, se ha hecho en algunos casos un hábito; o pudiera ser que los padres necesiten que sus hijos estén en casa. Debemos ver estos aspectos desde un punto de vista diferente al nuestro. Pero aquellos de nosotros que hemos dedicado estas tardes a excursiones de carácter de exploración, al


Lobatos estudio de la naturaleza, a jugar “largos” y “amplios” juegos, conocemos las ventajas de una tarde de tan completa libertad. Un poco de conocimiento basta para decidir si la manada debe o no pasar sus tardes en el campo. En esta época de tranvías y ómnibus baratos, la cuestión de transporte no es difícil, ni siquiera en las grandes ciudades. Aparte del beneficio natural que reporta a los lobatos sus constantes visitas al campo, existe toda una gama de beneficios espirituales: amor a la naturaleza, apreciación de su belleza, un aumento en gusto de los placeres sencillos y elementales, más bondad hacia los animales, adquirido por el mayor contacto con ellos; y sobre todo mayor conocimiento de las cosas que conducen de hecho al amor y a la reverencia al Creador. Y pensar que tantos akelas que tienen a mano este magnífico campo para el adiestramiento en el amor, la belleza y la religión, no lo aprovechan como debieran. Las ventajas; ¿pero para qué seguir? todos las conocemos. Acabo de mencionar algunas. Una de ellas es su gran ayuda para enseñar la verdadera religión. Esta ventaja tan importante de tener presente, generalmente no la estimamos. En Inglaterra, como en la mayoría de los otros países, el progreso de la civilización y la industria amenazan con arruinar la belleza natural de la campiña. Que la campiña sea conservada o no, depende después de todo, de la voluntad de las grandes masas de ciudadanos comunes y corrientes. Depende de nosotros, pues, inculcar en nuestros niños tal amor a la naturaleza para que ellos en la generación a que pertenecen tomen su parte en la salvación de la campiña. Hasta aquí solamente he hablado de entrar en contacto con la naturaleza, pero debemos contentarnos con admirarla desde afuera; debemos tratar de conocer algo de su vida interior. El estudio de la naturaleza es la secuencia natural del deseo de conocer y amar la vida al aire libre. Vale la pena de dedicarse a él por él mismo; pero también por adentrarse en el mensaje que entraña la hermosura de la naturaleza; alienta la observación; y ayuda a acabar con esa cierta crueldad que existe en muchos niños. Hay muy diferentes materias de estudio entre las que podemos escoger. Las más usuales son: los animales, los pájaros, los árboles y las flores. De éstos, el asunto de los animales es el que de ordinario interesa más a los lobatos por ser seres vivos. El estudio de los animales salvajes requiere tiempo y oportunidad. Cuando éstos no se encuentran a mano, hay que dedicarse al estudio de los animales domésticos y se puede alentar a los niños a cuidar de animales domésticos. Los pájaros y los árboles generalmente se estudian juntos y tienen la gran ventaja de que pueden encontrarse en cantidad razonable en la mayoría de las ciudades. Las flores son particularmente útiles, por lo que podría llamarse su atracción espiritual, despiertan al amor por la belleza que a su vez satisface en el lobato su natural inclinación religiosa. Lo mejor


Lobatos es tener un conocimiento mediano de estas cuatro materias, no especializarse en una con la exclusión de las otras. Esto no quiere decir que no pueda estudiarse más a fondo una en particular, excluyendo las demás. Lo primero que hay que hacer es ganar el interés del niño. Los métodos del lobatismo se aplican aquí tanto como en cualquiera de las otras materias. No deben presentarse los hechos escuetos como en catálogo. Deben ser relacionados cuidadosamente y revestidos con arte y romanticismo antes de ser presentados; (uno de los grandes atractivos del lobatismo y el estudio de la naturaleza al aire libre, es la parte romántica que proporciona). Sobre todo, el estudio debe ser enteramente práctico en lo que concierne a los lobatos; Akela tendrá que adquirir de antemano, con la ayuda de los libros, los hechos que quiera exponer. A los niños no les gusta que se les sirvan estas cosas a cucharadas, por auténticas y completas que sean. Para ellos el chiste está en indagar por sí mismos las cosas como resultado de su observación, o como contestación a las preguntas que les han sido sugeridas por los hechos observados. En los casos de flores y árboles es necesario formar colecciones (generalmente en cooperativa), pero no debe permitírseles que hagan colecciones de huevos de pájaro. Lo principal es resolverse a salir al aire libre, siempre que sea posible, para mostrar a sus lobatos algunas de las maravillas y bellezas que encierra la naturaleza.


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Capítulo 18 Campamentos Actualmente está generalmente aceptado: 1) que el campismo para lobatos no es tan esencial como lo es para los scouts; y 2) que los lobatos y los scouts no deben ser llevados jamás juntos de campamento. Doy pues por conocidos estos dos puntos y sólo trataré el asunto de campamentos para lobatos de una manera general. No tengo lugar para discutir detalles. Pero el asunto de campamentos es de los que requieren que se les trate con toda clase de detalles, y en este capítulo no puedo sino generalizar. Pero antes que nada, debo decir algo acerca de los Acantonamientos de Manada. Muchos han expresado abiertamente el deseo de que éstos suplanten a los Campamentos de Lobatos. Para aquellos que prefieren en consideración a su inexperiencia en campamentos bajo tiendas o por otras razones arreglar para sus lobatos el dormir en un local de grupo, en una iglesia, en una escuela o en otro edificio apropiado existe una cosa sobre todas las demás que deben recordar. Aún y cuando los Lobatos estén durmiendo bajo techo, esto no implica que no puedan beneficiarse también de una actividad al aire libre. Prácticamente todo lo que se menciona en los párrafos siguientes, se aplicará igualmente para ambos, y de la misma forma que los campamentos de lobatos no deben tomarse a la ligera, antes de llevar lobatos a una festividad de manada, debemos considerar el reglamento y apegamos estrictamente a él. Pero vale la pena hacerlo cada vez, y los resultados, solamente en felicidad, son incalculables. Pero me gustaría agregar una o dos palabras para el joven e inexperto viejo lobo, relacionado a la responsabilidad que entrañan los campamentos para lobatos, porque sobre todas las cosas, no deben prepararse a la ligera y sin el consejo adecuado. Debe hacerse notar que si se está utilizando una gran tienda como refugio permanente, deberá ser adicional a las tiendas que los lobatos estén utilizando para dormir. También la necesidad de un adulto experimentado que ayude, puede difícilmente desaprovecharse. En el reglamento encontramos la siguiente nota: “Deberá haber por lo menos dos scouters con certificado en el campamento, uno de los cuales deberá ser un jefe de manada, sub-comisionado de distrito de lobatos o comisionado de distrito. Es recomendable que haya un mínimo de tres adultos. Deberá haber por lo menos un adulto por cada seis lobatos en campamento, excluyendo el scouter a cargo.”

La responsabilidad del comisionado de distrito es muy grande y “no deberá dar en ningún caso su autorización a menos que esté completamente satisfecho de que el scouter a cargo ha adquirido los conocimientos necesarios y la experiencia práctica indispensable”. Ningún scouter que piense bien este aspecto, tratará de desanimar a sus lobatos. Por consiguiente, no debe darse indicio de campamento a los lobatos


Lobatos o a sus padres por un scouter que no haya estado previamente a cargo de un campamento de lobatos, o que haya sido objeto de un reporte insatisfactorio. Es necesario obtener el permiso preliminar del comisionado de distrito y debe hacerse esto por lo menos tres meses antes de la fecha fijada. Además de todo lo anterior, es necesario especificar, que “ningún lobato menor de nueve años y medio, deberá ser llevado de campamento, a menos que el comisionado de distrito lo permita”. Lo primero que necesitamos es tener una idea clara de lo que son los campamentos de lobatos. Son algo enteramente distinto de los campamentos de scouts. No acampamos en tiendas para aprender a cocinar, construir puentes, hacer prácticas scouts ni siquiera para aprender a bastarnos a nosotros mismos. Salimos de campamento para divertirnos. Así es como lo ven los lobatos y ésta debe ser la meta principal de Akela. Durante el campamento se aprenden multitud de cosas útiles, pero éstas no deben constituir la finalidad exterior. Estos beneficios (ciertamente es una gran beneficio el que los lobatos se diviertan) no pierden nada con que se les dé un lugar secundario entre nuestros propósitos. Lo que constituye un peligro es que por pensar demasiado en ellos, veamos el campamento desde un punto de vista erróneo y pongamos énfasis donde no debemos. No hay peligro de que los olvidemos, ya que el campamento sólo puede ser agradable, al modo de los lobatos, si trabajamos por obtener estos otros beneficios. Pero es la felicidad, no los beneficios la que debe ocupar el primer lugar en nuestros pensamientos. Permítanme que aclare un poco más este punto. Los beneficios de los cuales hemos estado hablando son cuatro: 1)

Mejorar la salud pasando unos días al aire libre.

2)

Obtener buenos hábitos: aseo personal, pulcritud, sumisión a la disciplina, etc.

3)

Mejorar el espíritu con que se trabaja en la manada.

4)

Incrementar el interés y la ayuda que nos prestan los padres.

Todas estas cosas son muy deseables en sí mismas; pero si nos concentramos en ellas demasiado, estamos en peligro de perder de vista el punto principal: no ver el bosque por ver un árbol. Si por el contrario tenemos siempre delante la finalidad de obtener y mejorar la atmósfera de familia feliz, lo demás nos vendrá por añadidura. No es posible obtener esta atmósfera sin lo otro. Habiendo fijado a nuestra satisfacción la meta de nuestros campamentos de lobatos, estos cuatro beneficios servirán de puntos alrededor de los cuales podamos agrupar nuestras ideas para la conducción material de estos campamentos.


Lobatos SALUD. El Akela que lleva a sus lobatos de campamento asume una responsabilidad mucho mayor que la del jefe de tropa que saca a sus scout. Los lobatos son todavía niños pequeños que necesitan cuidados maternales. Mientras permanecen en las tiendas, Akela reemplaza a los padres y es responsable de los cuidados físicos que los niños requieren. Ningún esfuerzo es demasiado grande para tomar precauciones contra accidentes o enfermedades posibles. Es necesario inspeccionar personalmente y de antemano el lugar donde se va a celebrar el campamento, cerciorándose de que es absolutamente satisfactorio; no deberá ser un campo bajo o pantanoso, y deberá estar protegido contra los vientos dominantes; abierto para recibir el sol y las brisas tibias; no deberá estar junto a un camino transitado, a canales u otras fuentes de peligro; deberá tener un espacio abierto suficientemente grande para colocar en él las tiendas y para llevar al cabo los juegos; deberá contar con un tejado, una bodega, un granero u otra construcción permanente, techada, donde refugiarse en caso de mal tiempo; no deberá estar demasiado lejos de un poblado, para caso de accidente o enfermedad. Escogiendo un buen lugar, se tiene andada la mitad del camino, pero solamente la mitad del camino. Un buen campamento requiere mucho trabajo preli- minar. Hay que confeccionar menús adecuados; tener una provisión abundante de agua para beber; de leña y alimentos frescos; hay que visitar al doctor de la locali- dad; y enviar a los ayudantes con anticipación de un día por lo menos, provistos de un plano en que estén enmarcados los lugares donde levantar las tiendas, donde excavar las letrinas y los pozos para los desperdicios; cercar la cocina, y en general preparar todo para cuando lleguen los demás. Cuando sea posible, es conveniente levantar una tienda hospital junto a la tienda de Akela, y tener todos los preliminares de la organización de ésta completos, para cuando llegue Akela provisto de un botiquín adecuado. BUENAS COSTUMBRES. El campamento es el lugar apropiado para inculcar buenos hábitos a los lobatos, y éstos en gran parte contribuirán a conservarlos en buena salud. El “cabeza de familia” deberá ver que se laven todas las mañanas (algo más que lo indispensable), que se laven convenientemente los dientes, que su intestino funcione con regularidad, que si se cortan o se rasguñan, sean atendidos inmediatamente; que se laven las manos antes de comer, que conserven el campamento arreglado, que se pongan la ropa de noche antes de acostarse, que se duerman y se despierten a buena hora, que duerman con la cabeza descubierta, que se bañen o por lo menos se den una fricción todos los días. Los buenos hábitos no terminan con sólo estas cosas de higiene personal. La “familia” aprenderá a decir “por favor” y “gracias”, a dar gracias a Dios por los alimentos, a rezar sus oraciones, a sonarse y a peinarse, y otras mil cosas más. Inútil decir que el “cabeza de familia” inspeccionará todas estas cosas en forma paternal (o maternal), como quien ama a sus niños e insiste en esto para bien de ellos. Si es un “él” y no una “ella”, deberá dar ejemplo cuantas veces pueda, de manera que los lobatos se den cuenta de que practica lo que predica.


Lobatos EL ESPÍRITU DE LA MANADA. El espíritu de la manada en campamento será el de “una familia feliz”. Todas las circunstancias le son favorables. En vez de un salón cerrado, del colegio o de la Parroquia con la atmósfera pesada y un grupo revuelto de Lobatos, reunidos durante unas horas en la noche, una o dos veces a la semana, tendrán a los mejores niños de su manada; real, completa y continuamente, a su disposición durante seis días, con el firmamento por techo y la campiña sin contaminación por escenario, para hacerlos tan felices como a reyes. Tendrán la oportunidad de prestarles toda su atención por todo el tiempo y de colmarlos con su cuidado y amor, a la vez que podrán poner en práctica todas sus ideas concernientes a su bienestar. Estén seguros que ellos les corresponderán ampliamente. Los sentimientos de amor y de confianza harán que se obtenga de manera absoluta ese espíritu de “familia feliz” que es imposible de obtener en casa, y que conservará la manada después del campamento hasta la celebración del próximo. Será la oportunidad de acercarse más a Dios por el amor de los unos con los otros y por el agradecimiento hacia Aquel que ha hecho posible que se realice el campamento. El lobato discurrirá por el campamento sintiéndose en extremo feliz, amando y sirviendo a Dios y a los otros miembros de la “familia” al modo propio de los lobatos. ¿Y no constituye este espíritu de amor, de felicidad una manera natural de reverenciar al Creador? LOS PADRES. Los padres son un factor importante. Lo primero que tienen que hacer es persuadir a la madre de Tomasito para que se lo confíe por toda una semana. Habiendo obtenido su consentimiento, le enviarán una circular dándole todos los detalles y probablemente la tendrán que visitar más de una vez durante la preparación. Todo esto les ayudará a conocerse y apreciarse mejor. Ella vendrá al campamento el día de visita (si éste está lo suficientemente cerca para que ésta pueda efectuarse) y encontrará a Tomasito feliz y bien cuidado. Y cuando él regrese a casa ella se dará cuenta de que tiene un Tomasito mejor desde todos puntos de vista, y entonces ustedes habrán ganado otro simpatizador y una ayuda más. ...Todo esto viene a demostrar que el campamento de lobatos es algo más de lo que a simple vista parece. Requiere mucho más trabajo y responsabilidad por parte de la persona que lo organiza, de lo que requiere un campamento scout, aún cuando el jefe de tropa no siempre lo confesará. De cualquier modo requiere mucho cuidado para organizarlo, trabajo y cierta habilidad. Si tiene éxito, será una gloria. Si existe una probabilidad de no obtener éxito completo, es preferible no llevarlo a cabo; ya que causará más mal que bien al niño, a la manada y al Movimiento. Algunas de las condiciones necesarias para el éxito se desprenden de manera natural de lo que hasta aquí hemos dicho. Lo primero es que la mayor parte depende de los que dirigen el campamento. Es obvio que un campamento no puede ser manejado por Akela sólo. Akela debe estar en libertad de dedicar todo su tiempo y energía a vigilar a su “familia”, sin tener que


Lobatos preocuparse por detalles como el de las comidas. No deberá sobrecargarse si es que ha de dar la norma del espíritu del campamento. La segunda cosa es que bastante dependen de los niños. Es un principio aceptado que no debe llevarse de campamento toda la manada. Doce es el número ideal y dieciocho el límite. El campamento debe ser un premio que se gane. El carácter es más que la edad; pero tampoco se confíen solamente “de los lobatos buenos”. El lobato difícil puede obtener más beneficios de un campamento, que de meses enteros de reuniones en el local, sus energías pueden ser empleadas en diversos trabajos y en muchos casos él contribuirá de manera principal al éxito del campamento. La tercera y última condición de éxito es el programa diario. Debe ser trazado de manera que se proporcione al lobato amplia diversión a su manera y proveer a las cosas esenciales de un campamento de lobatos, manteniendo al mismo tiempo la disciplina necesaria. La disciplina se obtiene por una estricta inspección diaria de los niños, del equipo, de las tiendas y de todo el campo; pero sin que sea necesario el que ésta se lleve al cabo sobre la base de competencias de seisenas. Los paseos para visitar lugares de interés pueden llenar buena parte del programa. La natación es otra cosa que puede incluirse siempre que sea posible. Una fogata por la noche, terminada con un cuento, es lo adecuado para cerrar con broche de oro. El tiempo de descanso, a la mitad del día, es algo que debe observarse con toda puntualidad. Al escribir este capítulo no puedo menos que recordar los días inolvidables que pasé en campamento con mi manada; el espíritu de amor y de buena voluntad para ayudamos mutuamente; el afecto y la confianza de todos aquellos pilluelos felices; la diversión y las risas durante la natación cada día; los emocionantes juegos de pelota; las ruidosas canciones alrededor de la fogata; y sobre todo aquel maravilloso espíritu de amor y devoción a Dios que hacía que aquellas oraciones de la mañana y de la noche, constituyeran una profunda experiencia religiosa para mí. Todo ello parece demasiado bello para ser verdad y me hace pensar. ¿qué habré hecho yo para merecer tanta felicidad?. Si ustedes han gustado ya las delicias de un campamento de lobatos no tengo nada más que decirles. Si no lo han hecho los envidio por la delicia que el futuro les tiene reservada.


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D. LA TAREA DE LOS VIEJOS LOBOS Capítulo 19 Akela He pospuesto el capítulo referente a Akela casi para el final, pues es ese el lugar que le corresponde, el Lobatismo es para los niños. Akela tiene importancia —gran importancia— en relación con los niños. y por eso dedicamos todo un capítulo a la consideración de sus motivos, sus perspectivas, y sus cualidades. No incluyo su recompensa, pues nuestra recompensa es algo que no debe preocuparnos. Nuestra recompensa rara vez es precisa; nuestra preocupación debe ser colocar los cimientos, y rara vez se exterioriza este trabajo, aun cuando lo hayamos desempeñado a conciencia. Pero el conocimiento íntimo de haberlo hecho bien, debe ser nuestra mejor recompensa y satisfacción. ¿Quién de nosotros puede decir que no hemos obtenido de nuestros lobatos tanto como les hemos dado? Los motivos que nos determinen son, en gran parte los que dan la medida de si servimos o no para el caso. Existe una gran variedad de lo que pudiéramos llamar motivos adecuados (en contra de los inadecuados), éstos son el amor por los niños, el deseo de trabajar para la comunidad y el entusiasmo que despierta en nosotros la vida y los ideales del escultismo. La mayor parte de nosotros queda clasificado bajo una u otra de estas categorías. Debemos precavernos para no asumir que esto nos libra de actitudes erróneas posteriores. Cada uno de estos “buenos” motivos lleva aparejados ciertos peligros, contra los cuales debemos precavernos si no queremos tener por resultado una tergiversación en nuestras miras. Por ejemplo, constituye un peligro especial para el Akela que principia con un gran amor hacia los niños pequeños el no tener más mira que los mismos niños pequeños, lo que le hace perder de vista al niño como scout y como rover. El que principia por el deseo de pertenecer a la hermandad del escultismo es apto para convertir en egoístas sus fines, o para tomar las cosas a la ligera y olvidar la responsabilidad que se hecha encima. Las causas determinan nuestras perspectivas, nuestras perspectivas son el gran factor de nuestra eficacia. Es por eso que yo doy tal importancia a las causas que nos impulsan. Por perspectiva entiendo nuestra visión del escultismo como un todo. ¿Qué es lo que éste significa para nosotros? Para aquellos que han estado en el Movimiento durante algunos años, el escultismo es algo más que un sistema de trabajo, que un juego o el adiestramiento del carácter; más aún, que una hermandad; es un sistema de vida. Es algo que penetra todo nuestro ser y tiene mucho que ver con nuestra reacción en determinadas circunstancias. Toda la vida llega a ser vista con ojos de scout. Y sobre todo es un sistema práctico para ejercitar nuestra religión.


Lobatos Vemos a Cristo, con toda claridad, caminando a lo largo de la senda scout, y al tratar de seguirla lealmente, sabemos que vamos tras Él en tanto cuanto nos es posible. No existe mérito en esto. El escultismo son los anteojos a través de los cuales vemos al mundo, debemos pues otorgar el crédito al Movimiento que ha sido capaz de embargamos en esa forma. Pienso que casi todo scouter que posee un motivo adecuado y trata de seguirlo con fidelidad, adquirirá gradualmente, con los años, la perspectiva adecuada; aún cuando el tiempo es factor necesario, es importante sin embargo que todo jefe de manada tenga los principios de esa perspectiva, pues jamás podremos inspirar a nuestros lobatos con una ardiente visión de convertirse en scouts, si nosotros mismos no tenemos el entusiasmo necesario acerca del escultismo. Es necesario que estudiemos algunas de las otras cualidades que son necesarias para ser buen jefe de manada. La primera, estoy seguro de ello, es el amor por el niño; un amor genuino, desinteresado, por estos pilluelos que llegan a ocupar gran parte de nuestro corazón; no creo que haya otra manera de ser buen jefe de manada. Quizá ese amor no exista desde el principio, pero nacerá y crecerá como resultado de su trato con los niños. Es difícil decir a un hombre que emprende esta tarea únicamente por cumplir con un deber, que no podrá obtener éxito si no pone en ella algo más que el sentido del deber; sin embargo esto es verdad. Tal hombre podrá tener una manada exteriormente eficiente, pero su eficacia no será profunda. Podría mejor ocupar un puesto administrativo en la asociación local. La única forma de obtener el amor de los niños (lo que constituye ganar la mitad de la batalla) es amarlos. No interpreten mal mis palabras. El. sentimentalismo no tiene cabida bajo ninguna forma; si así lo hacemos, desvirtuaremos nuestras propias metas, y la política a largo plazo que buscamos en el escultismo se verá frustrada. Para dirigir bien una manada, se necesita todavía algo más que el amor. Se necesita esa cualidad tan difícil de tener y de la que constantemente se habla hoy día: personalidad. Es necesario que Akela inspire respeto y admiración a la vez que afecto ¿cómo podrá, de otra manera, mantener la disciplina?. Ya hemos visto que ésta descansa principalmente en la personalidad de Akela. La disciplina de los lobatos no puede descansar en el temor al castigo. Este aspecto de personalidad significa mucho, no únicamente a los lobatos, sino a muchos akelas y ayudantes jóvenes que pueden sentir que no llenan las normas necesarias. Si son absolutamente sinceros, con ellos y con los demás, si tienen una creencia firme en todo lo que el escultismo significa a la generación actual y al mundo futuro, no necesitan preocuparse. Estarán entonces preparados para poner cualquier cantidad de trabajo arduo y planeamiento duro, en lo que será para ellos una labor de cariño, y será realmente sorprendente


Lobatos si esto no tiene su propia recompensa, porque la personalidad de alguien que es genuinamente sincero, es algo que no debe ser menospreciado. Sin embargo, Akela debe tener altos ideales, debe constantemente estarlos practicando. Si no lo hace así, no es justo y no obtendrá resultado al pedir a los lobatos que vivan el alto ideal de la ley y la promesa. ¡No! Akela debe vivir también la ley; debe obedecer la promesa; en toda su vida y mejor que cualquier lobato. Solamente de esta manera puede esperar nobles resoluciones e inspirar altos ideales a sus niños. Akela debe ser capaz de ponerse al nivel del niño y tener voluntad de hacerlo. Parecería innecesario tener que mencionar esto; pero por lo que uno ve en distintos lugares, es un punto que, a pesar de la preeminencia que se le da en toda la literatura de lobatos y scouts, necesita aún de mayor énfasis. Debemos refrenar la risa cuando ellos tratan de representar, por más deseos que tengamos de reír; debemos ir aún más lejos y convertirnos en osos, pieles rojas, o piratas, según lo requiera la situación. Debemos interesarnos en las cosas en que los niños pequeños se interesan: fútbol, cricket, coleccionar estampillas y jugar a las canicas o bolitas. Un Akela debe ser escrupulosamente justo. Jamás debe tener favoritos. Nada hay más desastroso que el favoritismo, el cual es descubierto rápidamente por los niños. Recuerdo una manada, muy eficiente al principio, que gradualmente se fue echando a perder hasta que el subjefe de la manada se separó porque ella, Akela, (sí, era una “ella”) tenía favoritos. Siendo humanos, no podemos evitar tener preferencias, pero debemos evitar que estas influyan en nuestras acciones y en nuestros juicios, debemos ser bondadosos y delicados para con el lobato poco atractivo, tanto como para cualquier otro, más aún, para aquél que lo necesita más que los otros. Una buena manera de defendernos contra el favoritismo es exigir más de aquellos niños hacia los cuales nos sentimos más atraídos. De nuevo no debemos dar demasiado énfasis a la política de “seguridad ante todo”. No debemos mimar a nuestros lobatos y remover todo obstáculo y todo peligro de su camino. Debemos enseñarles a conocer esos obstáculos y esos peligros, y la forma de evitarlos y de precaverse contra ellos. Los lobatos tienen que encontrar obstáculos y peligros en la vida y si se les ha conservado envueltos en algodón, encontrarán muy difícil —casi imposible— el vencerlos. Debemos, pues, preparar a nuestros lobatos para hacer frente a las dificultades de la vida. Otras de las virtudes indispensables en Akela, es el dominio de sí mismo, ejercitando en más de una dirección. Akela debe saber controlar su carácter. Los lobatos son sumamente irritantes a ratos, pero nada se gana con descontrolarse. Esto sólo da por resultado el que se pierda la estimación que los lobatos tienen a Akela sin lograr resultados positivos. Esto no quiere decir que a ratos no nos enojemos con los lobatos. No es ningún placer el tener que ser severo con ellos, pero hay veces que así se


Lobatos necesita. Enojarse no significa descontrolarse, son dos cosas enteramente distintas. El dominio sobre uno mismo significa no perder “la cabeza” en un momento de apuro, de trabajo intenso o de bullicio. Un ejemplo de lo que no debe hacerse, es lo que hacía un jefe de manada, por otra parte muy capaz; pero que se ponía intensamente nervioso y “estallaba” en los momentos en que tomaban el tren grande. Se ponía cada vez más y más excitado, corría frenéticamente y se irritaba con cualquier detalle sin importancia, todo esto sólo contribuía a poner las cosas en peor estado. Los pobres lobatitos se conducían como ángeles, ya sabían que su Jefe no tenía intención de ser rudo y que probablemente después les pediría disculpas. Sin embargo, este modo de actuar produce mucho daño. Por el contrario, contribuye inmensamente a crear el ambiente de “familia feliz”, el que Akela se conserve sereno y con dominio de sí mismo, pudiendo todos los que están a sus órdenes confiar en él en los momentos de dificultad y crisis. No debiera ser necesario hacer mención de los conocimientos técnicos que debe poseer Akela. Si él tiene interés en su trabajo aprovechará todas las oportunidades que se le presenten para adquirir los conocimientos que le son necesarios. Es un error imaginar que los lobatos no esperan que uno conozca lo que les enseña. No solamente lo esperan, sino que reciben una gran decepción y un golpe a su confianza si encuentran que uno no sabe ni siquiera hacer un nudo, por ejemplo. El lobato no ha llegado a la edad en que pueda hacer el balance de vuestros méritos y desméritos. Espera que toda la sabiduría, el conocimiento y la habilidad los tenga Akela. ¡Pobre criatura! cómo sufre a ratos decepciones. No está entre las últimas cualidades de un buen Akela el tener habilidad para conseguir la ayuda de una o dos personas de buena voluntad que aseguren la continuidad de la manada. Deberán ser sus cooperadores, no sus subordinados y el valer de Akela será medido por la habilidad de éstos. Aquí también, necesitamos mantener un balance adecuado. Si un hombre debe estar al cargo de la manada, es conveniente tener una mujer como ayudante y viceversa; en el último caso es de la mayor importancia que haya una persona adecuada para desarrollar las pruebas físicas. No es necesario discutir las ventajas de tener un hombre o una mujer como Akela; ambos tienen sus pros y sus contras en su trabajo, pero siempre es conveniente el trabajar en las bases de cincuenta y cincuenta y en donde esto se hace, los mejores resultados son de esperarse. Debemos apuntar alto. Todos aquellos que hemos tenido que ver con lobatos por algún tiempo. hemos sentido una y otra vez cuán poco valemos para tan alto cargo. Asumimos una responsabilidad muy grande, y por tanto hemos de santificar nuestras vidas para bien de los muchachos a nuestro cuidado. Es una gran verdad que en cada esfuerzo hecho para ayudarlos, encontramos que nos estamos ayudando a vivir una vida como la que deseamos que vivan nuestros lobatos.


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Capítulo 20 Organización 1.- LA MANADA. La mayor parte de lo que corresponde a la organización de la manada ha sido tratada. Sin embargo, quedan algunos puntos que requieren atención. NÚMERO. Hemos oído predicar multitud de veces que dieciocho es el número ideal de lobatos para una manada, y veinticuatro el número límite de acuerdo con el lobatismo. Ya no se da con frecuencia el caso de trasgresiones a esta máxima. La excusa que suele invocarse para violar esta regla, es que los niños claman porque se les permitan entrar en el Movimiento y que es muy triste tener que contrariarlos y perder la oportunidad de proporcionarles las ventajas del lobatismo. ¿Pero realmente reciben ellos las ventajas del lobatismo en una manada de sesenta niños? Personalmente prefiero ir al fondo e influir convenientemente para el bien, en veinte muchachos, que tratar superficialmente a setenta con probabilidades de que ninguno de ellos reciba ningún bien. La regla de los “dieciocho o veinticuatro” solamente es buena cuando se refiere a una manada ya formada. Para principiar sólo existe un método correcto: comenzar con doce a quince niños, dedicándoles todo vuestro tiempo y atención por lo menos por tres meses. Ya entonces se puede invitar a otros seis, y algunos meses después completar el número de niños que forman la manada correcta. No se debe permitir ser lobato a ningún muchacho menor de ocho años de edad, y siempre es importante que esta regla se observe. No es justo, aún para el mismo muchacho, tomarlo antes de esa edad. Es la estaca cuadrada para el agujero redondo y el programa no fue pensado para niños tan chicos. Por otro lado no es justo para los chicos más grandes de la manada, y si los lobatos de una seisena algunas veces se enojan por estar quedándose atrás, debido a uno que no es apto para seguir el paso ¿podemos echarles la culpa?. Un Akela inteligente planeará el programa de tal forma que los años de los ocho a los doce se encuentran llenos de interés y entrenamiento completo, y será usual el caso de que el lobato se encuentre para entonces listo para pasar a la tropa. Pero entraré en este aspecto un poco más ampliamente en un capítulo siguiente. UNIFORME. El uniforme es algo que provoca constantes discusiones en charlas, conferencias, cursos de adiestramiento y en cualquier lugar en que se reúnan scouters. Todos tenemos interés en cómo debemos presentarnos. Algunas veces el interés trabaja en forma peculiar y produce cualquiera de esas dos caricaturas horribles del uniforme scout, que desfiguran casi todas las reuniones de distrito y de provincia. De ahí, el que se haya gastado tanta tinta y tanto papel en escribir cartas y artículos al Scouter y a otros periódicos. No voy a perder el tiempo tratando de nuevo sobre este viejo asunto; pero por caridad, demos buen ejemplo a nuestros lobatos, cuidando con toda escrupulosidad de no utilizar nada que no esté autorizado


Lobatos por los reglamentos. No podemos esperar que nuestros lobatos sean elegantes y se presenten correctamente si no les damos ejemplo. Otro punto que se me ocurre es: no es justo pedir a nuestros lobatos que se enrollen las mangas de la blusa en tiempo frío, si nosotros no hacemos lo mismo. REGISTROS. Llevar registros apropiados. es un deber que con frecuencia se descuida. El Registro, es el más importante de los libros de la manada y debe contener la historia completa de cada uno de sus lobatos, su edad, su dirección, etcétera. Se pueden conseguir buenos libros de registro, pero si se dispone de tiempo, es mejor y más barato hacerlos uno mismo, para que sean adecuados a los propios requisitos. El segundo libro en importancia es el Diario. No es estrictamente indispensable, pero la manada pierde con no tenerlo. Un libro bien empastado es lo único que se requiere. Decórenlo convenientemente, usen las páginas de la derecha para el diario en sí, y reserven las de la izquierda para fotografías, dibujos y recortes. El mejor sistema es escribir una reseña general de la vida de la manada cada mes o cada dos meses, incluyendo tales cosas como nuevos lobatos, lobatos que han ascendido, insignias ganadas, y sobrenombres que hayan sido otorgados. Los campamentos, las excursiones y otras grandes celebraciones deberán recibir un trato especial. Aún cuando Akela u otro de los viejos lobos debe cuidar y escribir el libro, se debe permitir y alentar a los lobatos a que lo lean. Pronto este libro se convertirá en uno de los grandes tesoros de la manada. También es necesario emplear algún sistema de registro de asistencia y cuotas. A cada seisenero se le dará un pequeño libro para este objeto, y él se encargará de colectar las cuotas de su seisena y entregarlas a uno de los viejos lobos, de preferencia a otro que no sea Akela. Los libros de notas particulares de Akela han sido ya descritos en capítulos anteriores. Son estos el libro de juegos, el libro de ideas y el libro en que anoten el carácter y progreso de cada uno de los lobatos. FINANZAS. Por regla general, lo mejor es que las finanzas sean organizadas y administradas para todo el grupo por un solo comité y los reglamentos actuales dicen que: “deben llevarse cuentas de grupo”. Es claro que hay que llevar las cuentas en forma adecuada y que éstas deben ser inspeccionadas por todos los que dan dinero o tienen derecho a ello por cualquier otro aspecto. Las cuotas de los lobatos pueden llevarse en cuentas separadas y ser administradas directamente. La forma de conseguir dinero debe dejarse a cada grupo o manada. Pero si reciben suscripciones (de otras personas que no sean los lobatos) es obligatoria la formación de un comité de grupo que deberá encargarse de preparar un plan para la recolección de fondos. Personalmente me agrada dar a los niños parte en estos programas, ya sea participando en funciones o recolectando botellas vacías, papel, latas, etc.; pero deberá constituir un punto de honor, el nunca pedir al público más de lo que vale lo que se


Lobatos le proporciona. Hay que recordar siempre la prohibición estricta que existe de que los lobatos pidan dinero para la manada, o para cualquier otra cosa. LOS PADRES. A los padres sólo les ganan en importancia los niños mismos. La amistad y cooperación de los padres producen gran diferencia en la atmósfera donde uno trabaja. además de que afecta poderosamente el trabajo con cada niño individualmente. Es por eso que no debe omitirse esfuerzo alguno para conseguir la cooperación de los padres, y cuando nos encontremos uno que sea muy difícil, mayor debe ser nuestra persistencia. Hay que usar el sentido común con respecto a ésta y otras sugerencias. No quiero decir que si existe un padre brutal, una señorita jefa de manada deberá tratar de conquistarlo. Tampoco debemos estar buscando pretextos para visitar las casas de los niños; en las ceremonias de investidura, en las de otorgamiento de estrellas o insignias, en los campamentos y en otras ocasiones por el estilo, tenemos oportunidad de conocer a los padres y ser amables con ellos. También podemos invitarles a algunas reuniones de la manada, al campamento en día de visita, interesarles a formar parte del comité de grupo. De mi propia experiencia en la India citaré un caso (esto me parece mejor que cualquier argumento) del valor que tiene conocer y tener amistad con los papás. Mi manada estaba adscrita a un internado escolar y los hogares de los niños distaban en algunos casos hasta seiscientas millas, por lo cual las autoridades de la escuela eran para mí, prácticamente, las que ocupaban los lugares de los padres de los lobatos. Había solamente diez o doce padres con quienes me era posible tener contacto, unos en Calcuta y otros en una ciudad vecina, en la que solía yo pasar los fines de semana. Si yo deseara escoger diez niños en los cuales hubiera tenido más influencia durante mis cinco años de caza con la manada y los cuales aún me escriben con regularidad, esos diez niños sin una sola excepción serían de aquellos cuyas casas visitaba y en las que siempre era recibido con cariño. 2.- EL GRUPO. La manada no está completa por sí sola. La unidad completa es el grupo, que consiste en lobatos, scouts y rovers, capaz de tratar al niño en las diferentes épocas de su crecimiento —niñez, adolescencia y juventud— dándole el adiestramiento total y no fragmentado. Es claro que una buena parte del esfuerzo indispensable para colocar los cimientos de la manada se perdería si no se edificara sobre éstos la tropa scout, y finalmente se completara el edificio con el clan de rovers. La idea que respalda el sistema de grupo, es la de una estrecha cooperación entre los lobatos, scouts y rovers. Esta cooperación es vital para la aplicación adecuada de sistema completo del adiestramiento scout. Si el adiestramiento de las diferentes secciones debe ser distinto, sin embargo habrá que hacerles sentir que todos son miembros de una gran familia y que se deben lealtad los uno a los otros. Esto se podrá obtener de varias maneras. Por ejemplo, todas las secciones del grupo naturalmente deberán tener el mismo nombre y el mismo pañuelo; se deberán reunir perió-


Lobatos dicamente en un festival común y deberán ocasionalmente combinar sus actividades en ocasión de un concierto o una exhibición; y así sucesivamente. Estas medidas, aún cuando muy útiles, jamás por sí mismas obtendrán la cooperación deseada, ya que en gran parte son artificiales. La piedra angular de todo este asunto es que reine completa armonía entre los diferentes scouters del grupo. Si existen malos entendimientos y constante fricciones en esta esfera, la armonía en el trabajo entre las tres ramas del grupo es imposible. Los jefes de los scouts, de los lobatos y de los rovers deberán reunirse con regularidad en el consejo de grupo, que es obligatorio como parte de la maquinaria del mismo, pero no necesariamente en forma ceremoniosa, para discutir los asuntos que lo afectan. Deberán hacerlo en términos amistosos, con ideas comunes y tanto cuanto sea posible con iguales perspectivas, y ocasionalmente visitarán las secciones de los otros. Es especialmente necesario que el jefe de tropa visite la manada y vaya conociendo individualmente a los lobatos mayorcitos, que el jefe del clan haga lo propio con la tropa. Esta misma colaboración debe llevarse al campo de la organización. El jefe principal es el jefe de grupo. Éste tiene a su cargo la inspección de las tres ramas y por esta razón es más útil si no tiene a su cargo ninguna de las secciones. Esto no quiere decir que debe de señalar al jefe de la manada cómo ha de dirigir ésta, o intervenir en materia de detalles. Solamente que vaya por mal camino, se debe hacer advertencias al jefe de manada, de lo contrario se le dejará que haga las cosas a su modo; pero si éstas no caminan como deben, el jefe de grupo tiene derecho a intervenir ayudando con sus consejos. Su papel es de interés y no de interferencia. La tarea del jefe de grupo —como tal— es la de un administrador, y un verdadero administrador consigue ayudantes que desempeñen diversos trabajos, concretándose él a observarlos y a dirigirlos. No debe ocuparse de los detalles, y mientras la máquina corra sin dificultad y a toda velocidad, no debe desarmarla para ver si pudiera correr mejor. Al mismo tiempo debe hacer ver con claridad que tiene interés en los lobatos, los scouts y los rovers —en los tres— y desea saber lo que hacen por medio de informes (aquí entra el consejo de grupo) y por experiencia personal. Debe trabajar de tal manera que sea bien recibido siempre que vaya a visitar la manada, pero sabiendo que no va a hacer de su visita una exhibición, sino que lo hará como un espectador interesado. AMPLIOS HORIZONTES. B-P nos estaba recordando siempre que tuviéramos miras amplias. No podremos ser de gran utilidad mientras nos confinemos a nuestra manada, nuestra visión debe incluir el grupo; también debe incluir el distrito, la provincia y todo el Movimiento alrededor del mundo. Debemos escuchar su voz, procurando ser humildes, pacientes, alegres. leales y de amplia visión. La humildad nos ayudará a darnos cuenta de lo pequeña e insignificante que es nuestra manada; existen centenares de ellas tan buenas como la nuestra en nuestro


Lobatos país y en otros países, y todas ellas tienen sus problemas y puntos de vista que bien pueden presentarse en otro, y los métodos que hemos encontrado que dan resultado, pueden no darlo en otra manada; es deber de nuestra pequeña unidad ahogar sus sentimientos por el bien de los demás. La paciencia nos ayudará a no irritamos cuando alguna persona habla, habla y habla en las juntas de la asociación, o cuando no se da cuenta de alguna cosa obvia, o cuando no podemos salirnos con la nuestra en algún asunto que nos imaginamos es el correcto. La alegría nos ayudará en los tiempos difíciles, cuando nuestra paciencia esté agotada, permitiéndonos reír aún cuando la risa sea en contra nuestra. La lealtad al Movimiento nos ayudará en las ocasiones en que tengamos que soportar agravios verdaderos, que pongan a prueba nuestra lealtad, porque el Movimiento vale la pena y necesita de nuestra lealtad, y porque solamente podemos enseñar lealtad a nuestros niños siendo nosotros leales. Hay que tener amplia visión, porque hay una gran diferencia entre tener inspiración y no tenerla; porque hay que tener visión de la jornada del lobato a lo largo de la senda del escultismo, hasta la terminación de su vida, visión en realidad gloriosa de lo que es la hermandad scout en el mundo entero; visión de la misión del escultismo con respecto a la paz internacional, visión de sus magníficas oportunidades para hacer de este mundo un lugar mejor y más feliz.


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E. EL FIN DEL SENDERO DE LA SELVA Capítulo 21 Ascenso y etapa de transición Hemos cazado juntos de una punta a otra, en la selva de los lobatos, y hemos llegado al fin del sendero. El final del sendero significa que Akela y sus pequeños hermanos deben separarse, y esto causa tristeza, por lo que se le pospone hasta que ya es demasiado tarde. El asunto del ascenso —como el de las insignias, y uno o dos más— han sido ampliamente tratados durante los últimos años. La mayor parte de la discusión ha girado alrededor de la edad en que debe hacerse el cambio. Ahora que el ruido y el humo de la batalla se han disipado, podemos ver los resultados del convenio a que se ha llegado, de que la edad media en que el niño debe ascender, es tan pronto como sea posible, a partir de los once años, con la sola excepción de aquellos niños cuyo desarrollo natural sea retardado. Aún a riesgo de cansar a los viejos en estas lides, me propongo dar un breve resumen de las razones que existen para esto, a beneficio de los recién llegados a la selva. Desde el punto de vista de Akela, la partida del lobato significa un tremendo arrancón, ya que el niño ha llegado a la edad más interesante, a un alto grado en el lobatismo y se han creado grandes afectos entre ambos. Todos hemos sentido esto una y otra vez —y probablemente hemos tenido ocasión de desahogarnos escribiendo cartas y artículos violentos a los periódicos scouts locales—. No pretendo mofarme de esto, yo también lo he hecho, pero confieso que se gana más con ver este asunto con sentido común y no con visos de tragedia. Si tal hiciéramos, nos daríamos cuenta de que ha llegado el momento para el cual hemos trabajado en el adiestramiento cuidadoso del niño. Por fin los cimientos han quedado terminados, los hemos colocado firmemente, y podemos sentir legítimo orgullo de poner al niño en condiciones de que se le dé en la tropa la superestructura del escultismo. Deberíamos decir al jefe de tropa: “tengo en el escultismo la misma fe que tú, por eso he puesto los cimientos. Aquí te entrego un niño que promete, y que espero sea un scout mejor, por el hecho de haber pasado tres años en la manada. Procura sacar provecho de él, que es lo que yo he tratado de hacer desde que se adhirió a la manada; por mi parte continuaré con mis ojos puestos en él para observar sus progresos”. Posponer la fecha del ascenso cuando sabemos que ha llegado el momento oportuno, es escucharnos maliciosamente. No escucharnos, significa generalmente no hacer nuestra voluntad, aunque tengamos multitud de excusas para hacerlo. Si somos estrictos con nosotros mismos, casi siempre encontraremos que no tenemos razones sino sólo excusas. He aquí algunas de éstas:


Lobatos —

Que el cambio producirá en el Lobato sensación de soledad y probablemente lo alejará de la tropa.

Que aún no está listo para ello —todavía es un niño pequeño— que apenas si puede pasar sus pruebas de lobato, no podrá con las insignias de los scouts.

Que le será difícil su posición de jefe en la manada, por un rango inferior en la tropa.

Que es demasiado útil para dejarlo ir.

Que la tropa es demasiado negligente y lo desilusionará haciendo que se aparte del Movimiento.

La primera de estas excusas, tiene un gran contenido de verdad; pero la culpa es nuestra, por la poca cooperación entre la tropa y la manada que debía facilitar la transición. En seguida me ocuparé más de este asunto. Por lo pronto quiero señalar dos cosas: la primera, que el hecho de posponer la transición no trae ninguna ventaja; el problema será el mismo seis meses más tarde, sólo que habrá más dificultades por haberse dejado pasar el momento psicológico para el ascenso del niño. La segunda, aceptado el arrancón que siempre existe, por la ruptura de los lazos que nos unen al lobato, éste habrá aprendido a enfrentarse con la parte dura de la vida, y mientras más pronto, tanto mejor será para él. sobre todo si le enseñamos a recibir estos golpes con la sonrisa en los labios. La segunda excusa es a veces algo más que una excusa, y es por eso que se ha fijado un margen de un año para verificar el ascenso. Sin embargo en la mayoría de los casos no existe. Debemos recordar que la edad del ascenso se ha hecho coincidir con la etapa del desarrollo del niño que es en parte físico, mental y moral. La cuestión de si el Lobato está preparado o no para convertirse en scout, dependen últimamente de su desarrollo, respecto a estos tres puntos en creciente orden de importancia. La tercera excusa es demasiado débil para que se la tome en consideración. La experiencia ha demostrado una y otra vez, que ese alegato no es verdadero; pero si fuera, sería culpa del jefe de manada por no haber sabido inculcar en el lobato la verdadera visión del escultismo. La gloria de haber alcanzado ser scout, debe compensar ampliamente al lobato el verse privado de sus insignias y privilegios, que después de todo solamente son la preparación para su ascenso a scout. Si en casos aislados el niño resiente el cambio por esta razón, esto será un motivo más para que el ascenso se haga aunque no fuera más que para curarlo de su “envanecimiento”.


Lobatos La cuarta objeción es igualmente débil porque no toma en consideración el bienestar del niño, y después de todo es el niño individualmente a quien nos proponemos ayudar. Retener al lobato en la manada por esta razón, sería nada menos que criminal. Además, el lobato cuando pasa a los scouts puede ser de gran ayuda para la manada, portándose bien como scout, y dando con ello ejemplo a los demás lobatos. Después de un intervalo puede invitársele como instructor de la manada. La última objeción es la más difícil de todas, pero nada se gana con retener al lobato unos meses más. Todo Akela debe asumir la responsabilidad de su decisión en tales circunstancias. Si no existe posibilidad de mejoramiento, lo mejor es grabar en el lobato la idea de que con un ascenso se convierte en miembro completo de la gran hermandad mundial y no de una tropa en particular. Existe una época de transición en todos los niños cuando pasan de la niñez a la juventud. En este período, el lobato comienza a perder interés en el lobatismo y a desear algo más avanzado. Es precisamente cuando se encuentra en este estado de ánimo, cuando debe pasar a los scouts. Los dos períodos de transición —niño muchacho y lobato scout— deben coincidir. La edad en que esto se verifica es entre los once y los doce años. Existen algunas excepciones con los niños retardados por el medio ambiente o la educación. Al principiar la primera transición debe inmediatamente aprovecharse la oportunidad para instituir la segunda. Si se retiene al lobato en la manada, lo que se está haciendo es adaptar el lobatismo a su gusto, proporcionarle escultismo en la manada. Si se consiente en que ese estado de cosas perdure y más tarde se le desarraiga para trasplantarlo a la tropa, seguramente habrá dificultades. Los errores en este sentido han sido causa de la mayor parte de las filtraciones entre la manada y la tropa. Estos errores van siendo cada vez menos comunes, y las mermas prevenibles que aún ocurren pienso que se deben en general a que la transición no se hace suficientemente natural. El primer paso en esta dirección debe ser conseguir una cooperación general entre las tres ramas del grupo, para que el lobato sienta que sigue dentro de la misma familia, tomando solamente su puesto entre los miembros más grandes. No deberá sentir que pasa a un grupo más o menos extraño. La parte personal del jefe de tropa y del jefe de manada en la transición son por lo menos de igual importancia. Nótese bien que se trata de una transición y no de un cambio completo, repentino. El jefe de tropa debe conversar con anticipación con Akela sobre el caso individual del niño. El jefe de tropa debe iniciar con alguna anticipación el conocimiento y amistad con el niño y mientras esta amistad se va estrechando, sobre todo los primeros doce meses de su estancia en la tropa, el antiguo compañerismo entre el niño y Akela debe aún mantenerse pero en un grado menos intenso. Hay multitud de medios para obtener esto: un saludo afectuoso al encontrarse en la calle; unas cuantas palabras en una visita ocasional a la tropa; una


Lobatos visita de cuando en cuando a su casa; dejando siempre la puerta abierta para una charla; asistir a su investidura de scout. Posiblemente después, cuando sea un scout mayor, podrá retornar a la manada como instructor de lobatos, porque en una buena manada, la unión habrá sido sólidamente forjada. Por lo que respecta a los años intermedios, debemos conservar en mente, de que ahora ya es un scout y está caminando en un amplio camino, y que será injusto para el muchacho el mantenerlo muy atado a la manada. Estas pequeñas precauciones, que suenan insignificantes, harán toda la diferencia para el lobato scout. ...Y así, cuando el lobato llegue al final del sendero de la selva, hagámosle ascender sonriente y dándole palmadas cariñosas en la espalda. Afrontemos con resolución el lado brillante del cuadro al ver nuestras esperanzas coronadas por el éxito. Hagamos a un lado todo lo que aumente la pena de la partida, y hagámosle ascender en su aventura gloriosa, lleno de entusiasmo juvenil, con grandes esperanzas, con la luz de las grandes resoluciones en sus ojos, y asegurándole que nosotros haremos cuanto podamos para ayudarle a subir hasta la cumbre. Algún día quizá, en el esplendor de su virilidad, regresará a darnos las gracias, a reanudar nuestra antigua amistad, y quizá hasta ayudarnos a equipar el gran barco del escultismo.


Lobatos

Capítulo 22 El sueño del lobato. Una alegoría. Jaimito había sido investido como lobato esa noche y llegó a su casa feliz, y también solemne; con una sensación interior que al explicarla a su madre decía: tengo dentro de mí el cielo y la tierra. La sensación era poco confortable; sin embargo era tan sedante que tan pronto puso la cabeza en la almohada, se quedó dormido. Aquella noche Jaimito tuvo un sueño. Vagaba por un bosque obscuro; una selva debía ser porque no alcanzaba a ver más luz que una sobre su cabeza, entre los árboles. Pero no se sentía solo, sabía que más allá de aquella gran encina, que tenía delante, encontraría otros niños como él, de quienes ya escuchaba los gritos de júbilo. Así continuó a lo largo del sendero, y como lo esperaba, a la vuelta de la encina encontró un grupo de niños felices a quienes inmediatamente reconoció como miembros de su manada. Uno de los seiseneros subía por un árbol a coger una hoja para Akela que estaba a un lado. Nadie se sorprendió de verlo, pero escuchó a alguien que decía: “magnífico, por fin llegó Jaimito” y sintió la cálida sonrisa de Akela y su saludo amistoso. Permaneció en la Selva junto con sus compañeros, meses, quizá años. Exploraron juntos todas las veredas, algunas de las cuales parecían no conducir a lugar determinado. Nunca sabían lo que iban a encontrar a la vuelta de un recodo, pero sabían que sería algo interesante. Algunas veces tropezaban con otros grupos de niños pequeños como ellos, que siempre iban acompañados por una o dos personas mayores. Lo curioso acerca de estas personas mayores era que se divertían tanto como los niños, y estaban tan ansiosas de ver lo que encontraban a la vuelta de un recodo, como cualquiera de ellos. Cuando tropezaban con alguna de estas manadas, con seguridad se entablaba conversación, algunas veces jugaban carreras entre sí, o se sentaban a comer juntos, o simplemente se referían algún episodio interesante de lo que ahí habían visto. Una vez encontraron dos niños que andaban solos y quienes les dijeron: “estamos perdidos, ¿tendrían inconveniente en llevarnos con vosotros?” Akela los colocó uno a cada lado de él y les comenzó a hablar de la floresta y de las maravillosas cosas que ésta encierra. Algunas veces encontraban animales, mansos o salvajes, pero ninguno de ellos se asustaba, y los observaban o jugaban con ellos. También encontraban de cuando en cuando piratas e indios pieles rojas, Pero una clase de piratas e indios muy amables.


Lobatos Los piratas les enseñaban a gruñir y a cantar sus canciones; pero les decían que jamás deberían hacer daño a nadie. Los indios les enseñaban a construir látigos terroríficos, a hacer flechas, también alguna vez a seguir un venado y observarlo beber agua en algún charco de la floresta. Pero también ellos le aconsejaban que no espantaran a nadie con los látigos ni lo hiriesen con los arcos y las flechas. Al principio caminaban siguiendo las huellas de los animales, pero Poco a poco fueron llegando a senderos más precisos y Jaimito estaba seguro que, aunque aquellos senderos zigzagueaban constantemente, todos parecían ir a la misma dirección. Mirando a su alrededor notó que muchos de sus antiguos amigos habían desaparecido; pero que en su lugar otros niños más pequeños se habían adherido a la manada. Se dio cuenta de que ya veía con más claridad por entre los árboles y la maleza, y que de vez en cuando podía señalar un animal o un pájaro antes que Akela lo hiciera, y de pronto se dio cuenta de que ya no era un simple lobato, que ya tenía bien abiertos los ojos y ayudaba a Akela como Seisenero. Jaimito comenzó a pensar y por fin preguntó a Akela, cuando caminaban juntos por un ancho sendero: “qué es esta floresta, Akela y hacia dónde nos dirigimos?” Y Akela le contestó: “¿Jaimito. tienes ya tan abiertos así tus ojos?. La floresta es la selva de los lobatos por los que tú y yo tenemos vagando durante muchos días, pero desde el día que empezaste estas andanzas a mi lado hemos ido siempre en la misma dirección: hacia la tierra del escultismo”. Jaimito preguntó: “¿es allá donde han ido los que nos han precedido; y Guillermito, el primer seisenero, quien me dijo aquella tarde en que se fueron juntos que más tarde nos veríamos?” Respondió Akela: “sí, me da gusto decir que casi todos han llegado a la tierra del escultismo y la están atravesando. De vez en cuando se me permite visitarlos y darles una palmada amistosa en la espalda, lo que también espero hacer contigo, Jaimito, pues ya estamos llegando a esa tierra”. Preguntó Jaimito: ”¿pero por qué no puedes seguir conmigo?” “Me gustaría inmensamente continuar contigo —confesó Akela—, pero si lo hiciera no habría quien siguiera guiando a los otros por los senderos de la selva”. Jaimito asintió: “sí, ellos tienen que ser guiados también para encontrar su camino, de otra manera se perderían. como yo me hubiera perdido si no hubieras estado allí para reunirnos; pero será tremendo estar sin ti”. “Sí, te sentirás solo quizá al principio, pero debes saber que no tienes más que llamar a Akela y me tendrás a tu lado para conversar contigo; allá tendrás mucho que hacer,


Lobatos tu viaje será muy divertido, y pronto te sentirás como si todo el tiempo hubieras estado allí. Debes pensar que allá encontrarás a los que te antecedieron, partiendo de la selva, y que, por tanto, estarás entre viejos amigos”. De pronto Jaimito pudo ver el resplandor de la luz, enfrente de él, entre los árboles, y comenzó a sentir interés por lo que Akela le acababa de decir de que la tierra del escultismo se encontraba al borde de la floresta. Y sintió que Akela estaba a su lado y oyó que le hablaba, como siempre le había hablado, y comprendió que se daba cuenta de su estado de ánimo. Akela le hizo saber que existía un cierto lugar en la floresta a donde él podía venir, de cuando en cuando, para verse con él y con sus otros amigos de la selva; y que los ojos de toda la manada y de Akela mismo estarían fijos en él, para ver cómo se conducía en su nuevo viaje. “Recuerda, Jaimito, una cosa —dijo Akela—, la senda por la que has caminado a través de la selva del lobatismo era siempre en la misma dirección, ella conduce a la tierra del escultismo, y a través de ella a una tierra mucho más amplia, que se extiende enseguida. Aún cuando el sendero parezca distinto, y tú debas hacer otras cosas, y sientas de manera diferente, el sendero va siempre en la misma dirección. Ahora, nos es difícil darnos cuenta exacta del lugar a donde conduce, pero poco a poco se hace más claro conforme avanzamos. Consérvate dentro del sendero —que es el sendero del escultismo— al que has pertenecido desde que te adheriste a la manada de los lobatos, consérvate dentro de él toda la vida.” Juntos salieron a la orilla de la floresta, y Jaimito pudo ver a lo lejos bosques y arroyos, cerros y llanuras. Se detuvieron un instante para observar. Cerca se encontraba un grupo de niños más grandes que Jaimito. Parte de ellos cocinaban en una pequeña fogata; otros construían un puente sobre un arroyito, que cruzaba la floresta; otros más reparaban el camino en el cual se encontraban Jaimito y Akela. Los ojos de Jaimito se abrían más y más. ¿Qué, no era aquel Guillermito, el que estaba tratando de hacer el puente?. Sí, él era, vean, ya está saludando con su sombrero. Qué chistoso se ve con blusa en vez de suéter; pero está más crecido, muy tostado y muy feliz. Y Jaimito vio venir hacia ellos a un hombre, a quien ya había visto varias veces en la floresta y había aprendido a amar. Akela le dice: “aquí está Jaimito que ha permanecido en la floresta por algún tiempo, pero quien ya está listo para continuar su camino; me da pena separarme de él, pero a la vez me da gusto saber que continúa contigo por el camino del escultismo”. El hombre aquel le da la bienvenida con un apretón de manos y con una sonrisa cariñosa. “Jaimito, no digas adiós a Akela, le seguirás viendo con frecuencia; pero


Lobatos nunca le quedarás suficientemente agradecido. Ven ahora conmigo, ahí tienes a Guillermito que ha estado contando los días que te faltaban para llegar”. Con una sonrisa y con una mirada, que decían todo lo que Akela no podía expresar con palabras, fue puesto Jaimito en el sendero más ancho. Los que estaban reparando continuaron en su trabajo, pero le dirigieron con una sonrisa, y aquellos que ya le conocían de antemano le gritaron: “¡Muy bien, Jaimito!”. El jefe de tropa le advirtió que está reforzando el camino porque se había dado cuenta de que uno o dos de los que habían atravesado la selva habían encontrado difícil seguir por la senda scout, y se desviaban y se perdían. Algunas veces enviaban patrullas de reconocimiento que los encontraban y los regresaban a la senda, pero no siempre tenían esa buena suerte. Otras veces sólo se les podía ver a distancia a las orillas de la tierra del escultismo. Algunas otras, recibían un mensaje de alguno, que habiéndose perdido, había ido a dar a tierra lejana y les hacía saber cuánto hubiera deseado no haber abandonado el camino, porque ahora ya sabía lo que hubiera sido para él no apartarse del sendero. “Akela y yo,” dijo el jefe de tropa, “nos damos cuenta de que era culpa nuestra que se perdieran estos muchachos, y por eso nos hemos dedicado juntos a hacer las reparaciones necesarias al sendero”. Mientras tanto habían llegado donde Guillermito y su patrulla construían el puente. El jefe de tropa llamó al guía de patrulla y le pidió que ayudase a Jaimito lo mejor que pudiera, en su recorrido de la senda scout. Guillermito lo saludó calurosamente, y le dijo: “Tienes que apurarte a conseguir tu insignia de segunda clase, tan pronto como puedas, para que no se atrase tu patrulla, pero todos nosotros te ayudaremos. Por supuesto que como scout, aunque no seas más que un pie tierno, estás muchas millas adelante de un seisenero. Ve qué tan lejos ha quedado ya la floresta”. Jaimito volvió la cara y en realidad la floresta le pareció estar ya muy lejos y muy borrada, pero sabía que jamás olvidaría a Akela ni ninguna de las cosas interesantes que habían acontecido en la selva de los lobatos. Como si Guillermito pudiera leer sus pensamientos, le dijo: “mira cómo serpentea la senda scout allá delante; baja hacia el valle y sube después por el cerro que está del otro lado. Cómo nos vamos a divertir tú y yo y el resto de la patrulla explorando a lo largo de este sendero”. Jaimito se sentía extrañamente confortado y deseoso de gozar las aventuras que tenía delante. (Jaimito aún dormía, pero debió ser ya la hora de despertar, porque sus sueños después de haber volando al través de meses y años. se redujeron a segundos y minutos y ya no pudo recordar ni una centésima parte de lo que había acontecido.)


Lobatos Guillermito y el resto de la patrulla vagaban juntos con él por la tierra del escultismo pasando por multitud de aventuras y aprendiendo a cuidarse solos, por lo que ya no importaba que el jefe de tropa se encontrara o no ahí, ellos ya sabían lo que debían hacer. Con frecuencia se unían a otras patrullas y otras tropas para trabajar o jugar, y en una ocasión se reunieron millares y millares de scouts, acampando en un mismo lugar. Toda la senda scout estaba congestionada por scouts que hablaban entre sí, algunas veces en idiomas diferentes, pero entendiéndose todos y discutiendo sobre lo que les esperaba al final de la jornada. “¿Cuándo termina esta Senda?”, susurró Jaimito a Guillermito. “Creo que jamás termina”, fue la contestación, “siento que continúa para siempre y en verdad que así está bien”. “Sí”, asintió Jaimito, “pero mira, allá del otro lado de la planicie, donde las montañas tocan las nubes, allá es donde yo creo que debemos llegar; pero nos tomará toda la vida para hacerlo”. Traspusieron unos pequeños cerros y a poco encontraron la orilla de la planicie. “Creo conocer este lugar”, dijo Guillermito. “He oído hablar de él, es donde las gentes mayores viven. El jefe de tropa y Akela tienen aquí su lugar”. “Para nosotros es una tierra nueva”, señaló Jaimito, “pero observa cómo nuestra senda scout la atraviesa. Parece ampliarse como si fuera usada por multitud de personas mayores que al mismo tiempo se ocuparan de conservarla en orden. ¡Ve! he ahí una placa. ¡Qué célebre! No tiene más letrero que ‘scouts’ de un lado y ‘rovers’ del otro”. Un muchacho estaba recargado contra el poste del lado donde decía “scouts”. no era una persona mayor, pero sí un muchacho grande. “Deténganse y descansen un rato”, les dijo. “Miren hacia atrás y vean qué lejos está ya el bosque. ¿Por qué darse tanta prisa? sobra tiempo, y ya estoy cansado de este camino tan largo”. “NO”. respondieron a un tiempo Guillermito y Jaimito, “deseamos ver el camino desde el otro lado del poste, dicho constantemente y para eso nos hemos preparado: “Encontrarán mucho que hacer allá”. “Yo, deseo una vida descansada”, dijo el joven.”De este lado existen multitud de caminos, y yo voy a buscar uno que sea fácil”. Guillermito y Jaimito se abrazaron y prometieron tratar de atraer a aquel joven algún día al buen camino.


Lobatos Encontraron mucho que hacer y algunas veces cosas poco interesantes; con frecuencia tenían que apretar los dientes y poner todo su esfuerzo para dar cumplimiento a su trabajo sin que los que pasaban a su lado ni siquiera les dirigieran una palabra de aliento; otras veces recibían las mofas de los que estaban en las casas, en los talleres o en las oficinas de enfrente. Pero sin hacer caso ellos continuaban; algunas veces encontraban a alguien que les diera la bienvenida aunque sin mucho entusiasmo, otros que les ayudaban a hacer algo difícil —el camino se había angostado y ya no estaba tan parejo- a otros, avanzaban se sentían más fuertes y más capaces para seguir adelante hasta la alta montaña que tocaba las nubes y que ahora se destacaba con más claridad ante sus ojos. Cuando se enfrentaban con sus dificultades, veían que había alguien a su lado, a quien podían recurrir en demanda de consejo, que siempre sonreía y les alentaba. Cuando el camino estaba despejado y recto parecía desvanecerse. Cobraron confianza cuando Jaimito recordó que ya había visto antes la fotografía de esta persona en su grupo, junto con la de Akela y el jefe de tropa. Y recordaron las últimas palabras del jefe de tropa cuando subían la última cadena de montañas que acaban de pasar: “Encontrarán un amable piloto, que es su guía rover. Estará listo cuando lo necesiten para guiar sus pasos entre los arrecifes. Pero no descansen todo el tiempo en él, esto no le gustará, ya que desea que sean ustedes mismos los que procuren salvar sus dificultades en la vida”. Siguieron caminando y a la orilla de la senda divisaron un poste de señales que en el lado próximo tenía escrita la palabra “rovers” y del otro profundamente grabada la palabra “scouter”. Guillermito dijo a Jaimito: “aquí debemos separarnos por algún tiempo. Ni mis ocupaciones ni mis habilidades me permiten seguir por el camino que señala al “scouter”, las tuyas sí. Nuestros caminos corren uno al lado del otro, y nos veremos con frecuencia, pues nuestro guía dice que hay varios senderos y que todos conducen a la cima de la montaña. Buena suerte compañero, puede que más tarde volvamos a reunirnos; entre tanto da a los lobatos, a los scouts y a los rovers todo aquello que nuestro Akela, nuestro jefe de tropa y nuestro guía rover nos dieron a nosotros”. Se formó un nudo en la garganta de Jaimito, y le fue imposible decir una palabra, pero con paso firme siguió por la senda marcada “scouter”, poniendo en ello todo su corazón y toda su alma. El sol brilló sobre la montaña que tenían enfrente cuya cima se perdía entre las nubes. Jaimito sabía que no podía llegar a la cumbre en esta vida, pero había tomado la determinación de subir lo más alto que le fuera posible.


Lobatos En ese momento despertó Jaimito de su sueño y vio un rayo de sol sobre su suéter de lobato, que había colocado con todo cuidado la noche anterior sobre el respaldo de la silla; aquel rayo iluminaba su insignia de lobato, cosida aquella misma noche por su madre... Entonces se dijo a sí mismo: “¿Sería aquello que Akela me dijo cuando hacía mi promesa: ‘ahora ya eres un lobato, un miembro de la gran hermandad mundial de los scouts?”.


Lobatos

APÉNDICES Apéndice 1 NOMBRES DE LA SELVA PARA LA MANADA (ver capítulo 8) (I) Nombres “Ex-Oficio” Akela

Jefe de Manada

Baloo Bagheera Raksha

Sub Jefes de Manada

El El El El El El

Pluma Negra Moreno Lanceador Hermano Gris Colmillo Rojo Piel Bronceada Garra Blanca

Seiseneros

El Sahí (puerco espín)

Secretario

El Capuchón blanco

Encargado de la Intendencia o Almacén

(II) Nombres otorgados por progresos hechos en actividades de los lobatos Ahdeek (Reno) Jugador de equipo Apukwa (Junco) Tejedor Humo Azul Señalador Chil (El milano) Cantor Flecha Escarlata Pitcher y catcher Dahinda (Sapo) Saltador (en un pie) y el que hace vueltas de rueda Ferao (El pájaro carpintero rojo) Carpintero Pluma de Oro Artista Ojo de Halcón Observador Hiawatha Atleta Iagoo Relatador de historietas Jacala (Cocodrilo) Actor teatral Kaa (Pitón) Trepador de árboles Karela Vino agrio Experto en nudos Keego (El pez) Nadador Keneu (La gran águila guerrera) El Corredor Kotick (La foca) El Luchador


Lobatos Kwasin Limmerskin Castorcito Mysa Nag Nushka Oonai Pukeena Pluma Escarlata Arrecife Shaw-Shaw Singum Rann Tiiji-pho Toomai Wabeeno Wawbeck Alce Blanco Won-tolla

(El hombre fuerte) (El troglodita) (El búfalo) (Cobra) (Cuidador) (El lobo) (Saltamontes) (La foca) (Golondrina) (El león) (El águila) (La alondra) (Mago) (La roca)

El Boxeador El Mensajero El constructor de cubiles El escucha Primeros auxilios Guía Recitador Saltador de altura Encendedor de fogón Buceador Brincador Equilibrista con libros en la cabeza Que tiene buena vista Músico Danzarín folklórico Equilibrista sobre tablón Modelador Saltador de distancias Saltador (en un pie)

(III) Nombres otorgados por Akela a su discreción Hathi Jeebi Kim Ko Mang Mor Onaway Shada Rikki-tikki-tavi Mowgli Sona Suggema Pino alto

(El elefante) Puntualidad y asiduidad (El fantasma) El lobato más grueso (El pequeño amigo de todo el mundo) Servicialidad (El cuervo) El lobato más bullicioso (El murciélago) Obediencia (El pavo) Orden y limpieza (Despierto) Alerta (El pelícano) Perseverancia (Mangosta) Alegría y valor Amigo de los animales (El oso del himalaya) Buenas maneras (El mosquito) El lobato más pequeño El lobato más alto


Lobatos

Apéndice 2 Pronunciación de los nombres de “El Libro de las Tierras Vírgenes” NOTA.- Existe una gran diversidad en la pronunciación de los nombres de El Libro de las Tierras Vírgenes, y comúnmente su pronunciación es incorrecta. En la siguiente lista sólo se tratan los más difíciles. No se ha hecho intento alguno para seguir determinado sistema fonético, ya que eso hubiera sido demasiado técnico. Las palabras se deletrean fonéticamente. Cuando la “R” está incluida en una palabra, casi no debe sonar: el sonido que se intente debe ser sumamente suave. La “Y” al final de una palabra debe ser cortada. Pronunciación de los nombres de El Libro de las Tierras Vírgenes ESCRITURA

PRONUNCIACIÓN

Akela Bagheera Babo Bandarbog Chil Hathi Kan Mowgli Nag Rikki-tikki-tavi Shere Khan Tabaqui

A-ke-la Ba-gui-ra Ba-lú Ban-der-log Chil Ja-ti Ka Mou-gli Nag Rikki-tikki-tavi Cher-Kan Ta-ba-qui


Lobatos

Apéndice 3 Títulos de la “Colección Gilcraft”

Compilado por: Rex Haxlewood Traducido por: Jorge Núñez Frida Edit. ASMAC, abril de 1993. 184 pp.

“Juegos Scouts en el Local” consta de 379 juegos clasificados en nueve capítulos. “Si se tienen 25 reuniones de tropa al año en un local, el libro les proporciona ideas para juegos por tres años”

Autores: John Thurman y Bob Herbert Traducido por: Juan Molins Agustín Edit. ASMAC, mayo de 1997. 128 pp.

“Juegos al aire libre” presenta 183 juegos clasificados en seis capítulos y sirve de compañero al libro de “Juegos Scouts en el Local”. “En estos dos libros ustedes tienen ahora dos volúmenes de excelentes y variados juegos, capaces de inspirarles variaciones adicionales que se ajusten a las circunstancias y medios de que dispongan.”


Lobatos Traducido por: Jorge Núñez Prida Edil. ASMAC, abril de 1993. 160 pp.

En este libro, la finalidad principal de Gilcraft fue proporcionar al scouter de manada de lobatos una guía práctica sobre algunos aspectos del lobatismo, así como una colección de ideas para el programa de 30 reuniones. “Este libro está hecho para el novicio; para el hombre o la mujer que en un momento de debilidad aceptó dirigir una manada de lobatos y se encuentra girando alrededor de un círculo, sin saber cómo empezar”

Traducido por: Jorge Núñez Prida Edil. ASMAC, julio de 1997. 168 pp.

“Lobatos” de Gilcraft presenta 22 capítulos de gran utilidad para los scouters de manada de lobatos, dividos en cinco apartados: el sistema de lobatos, vida de la selva, la manada va de cacería, la tarea de los viejos lobos y el fin del sendero de la selva. “Son los akelas relativamente nuevos en la selva los que posiblemente puedan obtener en estas páginas, una definición más clara del sendero, pero no perdemos la esperanza de que los veteranos también encuentren en ellas algo de interés.”


Lobatos Traducido por: Jorge Núñez Prida Edil. ASMAC, julio de 1997. 176 pp.

A través de 24 capítulos, “Scouts” de Gilcraft, estableciendo un símil con la construcción de una casa, nos presenta los pasos a seguir para formar una tropa y alcanzar los objetivos del escultismo. “Scouts de Gilcraft es el resultado de la sabiduría adquirida durante veintiún años de escultismo, leído, escuchado, visto y practicado. Después de haberlo digerido nos lo presentan en un manual comprensivo y fácil de entender”

Traducido por: Jorge Núñez Prida Edil. ASMAC, julio de 1997. 1t58 pp.

“Rovers” de Gilcraft consta de 21 capítulos en los que aborda temas que orientan sobre la práctica del roverismo. “El adiestramiento rover es una continuación del que se da a lobatos y scouts, pero con una perspectiva más amplia y con un objeto más: el de ayudar a los rovers a hacer carrera útil para sí mismos y prestar servicios a la comunidad”

FUENTE BIBLIOGRAFICA: http://www.siemprescout.org


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