Sistema Digestivo y Circulatorio LA FUNCIÓN DE NUTRICIÓN
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Los sistemas de órganos que conforman nuestro cuerpo realizan las distintas funciones que nos mantienen vivos. Algunos de esos sistemas se relacionan con el intercambio de materia y de energía entre el organismo y el ambiente; es decir, con la función de nutrición. Esta incluye la incorporación de los alimentos y su transformación en sustancias aprovechables o nutrientes (digestión); el ingreso de oxígeno y la salida de dióxido de carbono (respiración); la eliminación de las sustancias de desecho provenientes de las células (excreción) y el transporte interno de los materiales (circulación). De este modo, participan de la nutrición los sistemas digestivo, respiratorio, excretor y circulatorio.
Muchos de los materiales que incorporamos con los alimentos son complejos, por lo cual son transformados en otros, más simples (nutrientes), que pueden ingresar a la sangre y llegar, a través de ella, a cada célula del cuerpo. El ingreso de los alimentos al cuerpo se llama ingestión; su transformación en nutrientes es la digestión; y el pasaje de estos a la sangre se llama absorción. Todas estas funciones las realiza el sistema digestivo. La sangre transporta hacia cada célula del cuerpo los nutrientes absorbidos y recoge de cada célula sus productos de desecho. Esto es posible porque la sangre circula a través de una enorme red de tubos, los vasos sanguíneos, impulsada continuamente por una bomba: el corazón. Este transporte interno se denomina circulación y es realizado por el sistema circulatorio. EL SISTEMA DIGESTIVO Este sistema está compuesto por distintos órganos que forman un tubo, el tubo digestivo, que comienza en la boca y termina en el ano. Este tubo mide unos diez metros de largo y no es uniforme: algunas partes son más anchas que otras; y hay tramos que están muy plegados. A partir de la boca, los órganos del tubo digestivo son: la 1
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faringe (que es un órgano compartido con el sistema respiratorio), el esófago, el estómago, el intestino delgado y el intestino grueso. Las paredes de estos órganos son musculares, y sus movimientos permiten el avance de los alimentos; la cara interna de las paredes está recubierta de una mucosa, que permite que el alimento se deslice. En la cara interna del estómago y de la primera porción del intestino delgado, lla mada duodeno, hay glándulas que producen jugos digestivos que posibilitan la digestión. Asimismo, el sistema digestivo incluye distintas glándulas anexas al tubo, cuyas secreciones participan también del proceso digestivo. En la boca, vierten sus secreciones las glándulas salivales. En el duodeno, descargan su contenido el páncreas y el hígado. LA ABSORCIÓN DE LOS NUTRIENTES En el duodeno, finaliza la digestión química, y en el resto del intestino delgado, llamado yeyuno-íleon, se inicia la absorción de los nutrientes: el pasaje de estos a la sangre. La absorción es posible gracias a que las paredes internas del yeyuno-íleon presentan numerosas prolongaciones, con forma de dedos muy delgados, llamadas vellosidades, que aumentan mucho la superficie de absorción intestinal. Las vellosidades se hallan rodeadas por diminutos vasos por los que circula la sangre, los capilares sanguíneos. A través de ellos, pasan los nutrientes a la sangre. Las células de las vellosidades tienen, asimismo, prolongaciones de sus membranas, denominadas micro-vellosidades, que mueven el contenido intestinal y facilitan la absorción. En el yeyuno-íleon, se absorben los nutrientes resultantes de la transformación del almidón y de los azúcares, de las proteínas y de los lípidos. Estos nutrientes cumplen distintas funciones en el organismo. Por ejemplo, la glucosa que resulta de la transformación del almidón es la principal fuente de energía de las células. Los aminoácidos y los ácidos grasos que provienen de las proteínas y de los lípidos forman parte de membranas y de otras estructuras celulares. Las sustancias que no se transformaron, como las fibras vegetales, los restos no absorbidos, la mucosa y las células desprendidas de las paredes de los órganos, pasan al intestino grueso —a través de la válvula ileocecal, que impide su retroceso—; en él se absorben el agua y las sales minerales. El resto del contenido, compactado y descompuesto por diversas bacterias que viven en el intestino grueso, forman un desecho sólido, la materia fecal. Esta se elimina al abrirse el esfínter anal. Este proceso se denomina defecación. EL SISTEMA CIRCULATORIO Este sistema está compuesto por los vasos sanguíneos, la sangre y el corazón. Es un sistema cerrado: la sangre siempre circula por el interior de los vasos. Los vasos sanguíneos Los vasos que salen del corazón se llaman arterias. Tienen paredes musculares gruesas y elásticas, y se ramifican en otras arterias, cada vez más pequeñas, que recorren todo el cuerpo. Las de menor diámetro son los capilares arteriales — 2
Sistema Digestivo y Circulatorio apenas del espesor de un cabello—; a través de ellos, llegan el oxígeno y los nutrientes a las distintas células. Los capilares venosos recogen el dióxido de carbono y otros desechos de las células; se unen y forman vasos de diámetro cada vez mayor: las venas. Estas llevan la sangre desde las células hasta el corazón; sus paredes son más delgadas y menos elásticas que las de las arterias. 2009
La sangre
La sangre está formada por 55% de líquido y 45% de elementos sólidos. El líquido es el plasma, que transporta algunas sustancias en disolución: glucosa, minerales y productos de desecho. Los elementos sólidos son los glóbulos rojos y los blancos, y las plaquetas. Los glóbulos rojos son células sin núcleo, con forma de disco, cóncavas en ambas caras. Son pequeñas, pero numerosas, por eso la sangre se ve de color rojo. Transportan oxígeno y, en menor proporción, dióxido de carbono. Los glóbulos blancos son células con núcleo, redondeadas, más grandes y menos numerosas que los glóbulos rojos. Participan en la defensa del organismo contra diversos agentes patógenos. Las plaquetas son fragmentos celulares que intervienen, cuando se rompe un vaso sanguíneo, y forman un coágulo, como un tapón que impide la salida de sangre por la herida; es decir, una hemorragia. El corozón Es un órgano hueco, del tamaño de un puño cerrado, que se encuentra entre los pulmones. Sus paredes están formadas por un músculo, el miocardio (de mio, 'músculo', y cardio, `corazón'), rodeado por una membrana protectora externa, el pericardio; y otra interna, el endocardio. Gracias a su pared muscular, actúa como una bomba que impulsa la sangre a través de toda la red de vasos sanguíneos. El miocardio es un músculo que se mueve por sí mismo, a diferencia de los músculos esqueléticos. Esto se denomina automatismo cardíaco.
El corazón se divide en cuatro cavidades, dos superiores o aurículas, y dos inferiores o ventrículos, cuyas paredes se contraen de forma alternada. La aurícula y el ventrículo derechos se comunican entre sí; las cavidades izquierdas, también; pero no hay comunicación entre el lado derecho y el lado izquierdo del corazón: los separa un tabique. Las aurículas y ventrículos se comunican a través de válvulas, formadas por repliegues del endocardio, que impiden que la sangre retroceda. El miocardio es más grueso en los ventrículos que en las aurículas, y es más grueso aún en el ventrículo izquierdo. Esto le permite ejercer, al contraerse, mayor presión sobre la sangre que recorrerá el cuerpo.
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La circulación Cada vez que el corazón late, la sangre sale impulsada con fuerza hacia las arterias, que forman parte de dos recorridos o circuitos: uno más corto que va a los pulmones y luego vuelve al corazón, y se deno mina circuito menor o pulmonar; otro, más largo, que va hacia el resto del cuerpo y luego vuelve al corazón, llamado circuito mayor o corporal. Por este doble circuito, se dice que la circulación es doble.
En el circuito menor, la sangre que transporta dióxido de carbono sale del ventrículo derecho y llega hasta los pulmones, a través de las arterias pulmonares —las únicas arterias que conducen sangre con dióxido de carbono—. En los pulmones, se produce el intercambio gaseoso: sale el dióxido de carbono de la sangre, e ingresa a ella el oxígeno. Así, a la aurícula izquierda, llega la sangre con oxígeno desde los pulmones, a través de las venas pulmonares —las únicas venas que conducen sangre con oxígeno—. En el circuito mayor, la sangre con oxígeno que sale del ventrículo izquierdo ingresa en la arteria aorta, cuyas ramificaciones conducen la sangre tanto a la parte superior del cuerpo como a la inferior. En los capilares sanguíneos de los distintos tejidos, se produce otro intercambio: el oxígeno de la sangre llega a las células, e ingresa a la sangre el dióxido de carbono de las células. De este modo, desde cada parte del cuerpo, la sangre con dióxido de carbono vuelve a la aurícula derecha del corazón, por las venas cavas, completando el circuito mayor. 4
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La sangre que pasa por el lado derecho del corazón no se mezcla con la que recorre el lado izquierdo, gracias al tabique que separa esas cavidades. Por esta característica, se dice que la circulación es completa, ya que la sangre con oxígeno no se mezcla con la que contiene dióxido de carbono. De este modo, la circulación en el ser humano es cerrada: sólo corre dentro de los vasos; doble: realiza dos circuitos; y completa: no hay mezclas.
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