Colección CES
Artes de vida, gobierno y contraconductas en las prácticas de sí
Colección CES
Artes de vida, gobierno y contraconductas en las prácticas de sí
Javier Sáenz Obregón Editor
SEDE BOGOTÁ
FACULTAD DE CIENCIAS HUMANAS CENTRO DE ESTUDIOS SOCIALES - CES
GRUPO GOBIERNO, SUBJETIVIDADES Y PRÁCTICAS DE SÍ
Catalogación en la publicación Universidad Nacional de Colombia Artes de vida, gobierno y contraconductas en las prácticas de sí / Javier Sáenz Obregón, editor. -- Bogotá : Universidad Nacional de Colombia (Sede Bogotá). Facultad de Ciencias Humanas. Centro de Estudios Sociales - CES, 2014. 470 p. – (Colección CES) Incluye referencias bibliográficas ISBN : 978-958-761-950-8 1. Foulcault, Michel 1926-1984 -- Crítica e interpretación 2. Prácticas de sí 3. Yo (Filosofía) 4. Subjetividad I. Saenz Obregón, Javier, 1956- II. Grupo Gobierno, Subjetividades y Prácticas de Sí III. Serie CDD-21 126 / 2014
Artes de vida, gobierno y contraconductas en las prácticas de sí. Colección CES © © ©
Universidad Nacional de Colombia, Facultad de Ciencias Humanas, Centro de Estudios Sociales (CES) Javier Sáenz Obregón Varios autores
Primera edición, Bogotá, Colombia
ISBN: 978-958-761-950-8 Universidad Nacional de Colombia Facultad de Ciencias Humanas Centro de Estudios Sociales (CES)
Comité editorial Sergio Bolaños Cuéllar, decano Jorge Rojas Otálora, vicedecano académico Aura Nidia Herrera, vicedecana de investigación Jorge Aurelio Díaz, profesor especial Ángela Robledo, profesora asociada Yuri Jack Gómez, profesor asociado
Preparación editorial Facultad de Ciencias Humanas
Centro de Estudios Sociales (CES) cesed_bog@unal.edu.co Yuri Jack Gómez, director del CES Diana Catalina Hernández, coordinadora editorial del CES Fanny Alicia Carrillo, correctora de estilo María Cristina Rueda Traslaviña y Wilson Martínez Montoya, realización gráfica
Manglar, detalle de la acuarela a color de Juanita Obregón, imagen portada
Se prohíbe la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio sin el permiso previo por escrito de los titulares de los derechos correspondientes.
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá* Yenny Carolina Ramírez Suárez
Introducción En este capítulo, se examinan los usos del yoga que hacen practicantes de algunos centros en Bogotá a partir del examen del yoga como práctica de sí y de las características singulares de estas prácticas que se relacionan con las condiciones de vida de los practicantes, el espaciotiempo que posibilita y crea la práctica desde una dimensión sagrada, las fuerzas que conducen a las personas a la práctica y orientan su desarrollo, y las transformaciones en sí mismos y en su forma de vida La práctica de sí, como toda práctica, es histórica y toma una determinada forma de acuerdo con los procesos sociales, políticos, económicos y culturales con los que se relaciona. De tal modo, la práctica de sí no es algo que el individuo invente, sino que, en términos de Foucault (1999), se trata de esquemas que le son propuestos, sugeridos o impuestos al individuo por la sociedad en que vive. En la segunda mitad del siglo xx, el escenario del movimiento contracultural de los años sesenta, con su crítica a la forma de vida unidimensional promovida por el capitalismo, despertó el interés por la filosofía y las prácticas de “Oriente” como alternativas de vida distintas a las dominantes que permitían reivindicar la paz, el amor y el desarrollo
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Este trabajo fue posible gracias a los diálogos establecidos con los líderes y practicantes de los Centros: Satyananda Yoga, Happy Yoga y Atma. Sus aportes y la experiencia de práctica en los centros inspiraron las principales reflexiones que se exponen en el presente artículo.
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espiritual ante la guerra y el desarrollo de la sociedad de masas. En este sentido, prácticas de sí milenarias como el yoga, el taoísmo o el chamanismo –en especial el de las culturas indígenas– cobraron fuerza como propuestas de formas de vida que generaban cuestionamientos a preceptos occidentales relacionados con la preponderancia de la razón y sus formas binarias de separar lo interno y lo externo, el cuerpo y el alma, la naturaleza y la cultura. Entre estas prácticas de sí provenientes de culturas diferentes a la occidental, el yoga, desde los años sesenta hasta nuestros días, se ha difundido cada vez más como una práctica que le posibilita a los sujetos relacionarse consigo mismos a partir de ciertas técnicas concretas en las que el cuerpo y la mente son objeto de transformación. La pregunta que orienta este estudio se relaciona con las transformaciones que el yoga como práctica de sí genera en el sujeto practicante en un momento histórico y un escenario específico. Esta pregunta sobre las formas de constitución de sujetos se sitúa en un escenario en el que, de manera simultánea, las formas contemporáneas de gobierno están fabricando cierto tipo de subjetividades, y los individuos buscan configurarse a sí mismos con ciertos grados de libertad, por medio de acciones deliberadas sobre sí como las del yoga. Esta autoconfiguración como sujeto implica observarse, experimentarse, conocerse, autotransformarse, lo cual, según algunos, solo es posible adoptando una perspectiva de tercera persona con respecto de sí mismo (Butler, 2001). En este sentido, el yoga propone, como una de sus prácticas centrales, el despliegue de la “conciencia-testigo”, la cual posibilita la autobservación desde un lugar diferente al del pensamiento reflexivo. La metodología del estudio fue de carácter etnográfico,1 en tanto permite estudiar las prácticas cotidianas como prácticas situadas que 1
Este trabajo se desarrolló desde la perspectiva etnográfica de George Marcus (2001), a partir de la cual se considera que existe una articulación entre el mundo de la vida y el sistema social, que permite evidenciar la forma en que los sujetos y sus contextos se configuran recíprocamente. Las técnicas utilizadas en el trabajo de campo fueron la observación participante, la participación observante (Guber, 2001), el diario de campo y la entrevista a profundidad. Además, la autora, durante diez meses, participó en las clases, meditaciones y conferencias organizados por los centros de yoga. Se elaboró un estado del arte basado en la bibliografía de la “Nueva Era” y el yoga. Se tomaron, también, como fuentes de información complementaria, las páginas web oficiales de las escuelas estudiadas y las obras más importantes de los maestros de yoga de las escuelas examinadas. La sistematización de la información se llevó a cabo con las herramientas de minería de datos y codificación. A partir de la teoría fundamentada, se desarrolló un análisis en el que se dio prioridad a la información de campo como fuente de conocimiento y comprensión del problema investigado.
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crean y recrean la realidad (Alonso, 1998). En este sentido, la investigación cualitativa sirve para indagar acerca de las prácticas de sí en su desarrollo más amplio como formas de vida que afectan la vida cotidiana de los sujetos investigados.
El yoga: “clásico” y “moderno”2 Desde su surgimiento, el yoga ha sido una práctica sujeta a múltiples transformaciones, producto de la interacción de cosmovisiones, de la adaptación a diversos contextos espaciotemporales y de la apropiación que de ella han hecho ciertos grupos, instituciones y sujetos en diferentes épocas. Podemos diferenciar entre dos grandes tendencias del yoga: las clásicas de la India, y sus apropiaciones y mutaciones modernas.3 Las evidencias arqueológicas indican que, ya en la India dravidiana (aprox. 3000 a. C.), anterior a la llegada de los arios, existían algunas prácticas de yoga (Eliade, 2009: 171-178). Las tradiciones clásicas subrayan la proveniencia del término yoga del vocablo yug, que significa, “unir”, “ligar”, el cual, en la práctica, se expresa en la finalidad de unificar el espíritu y abolir la dispersión característica de la conciencia profana (Eliade, 1987: 15). El yoga constituye uno de los seis sistemas principales de pensamiento de la India,4 denominados darsana o visión directa (Rajmani, s.f), 2
Lo referido en este subtítulo al yoga clásico y el “hinduismo” contó con los aportes de Javier Sáenz Obregón.
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Si bien el yoga clásico se inscribió, fundamentalmente, en el escenario del mal llamado “hinduísmo” –como todavía lo están hoy en día un buen número de “líneas” o escuelas en la India y aún en Occidente y las sociedades occidentalizadas sus relaciones con la pluralidad de discursos y prácticas del mal llamado “hinduísmo” son muy complejas, como se puede esperar, en el caso del “hinduísmo”, de una tradición cultural y espiritual cuyo pluralismo es difícil sobrestimar, y que, por tanto, no permite generalización alguna. Es una tradición que no solo no cuenta con una institucionalidad central jerárquica –como la Iglesia–, sino que tiene una enorme variedad de agrupaciones –algunas de carácter local, unas monásticas y otras no– y que, por lo general, acepta y celebra prácticas de sí llevadas a cabo por individuos por fuera de cualquier regulación cultural o “religiosa”, tradición que tampoco cuenta con un solo libro sagrado o concepción –imagen– única de la divinidad.
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Según Pandit Rajmani Tigunait (s/f), los otros cinco son: Budismo, Nyaya o ciencia de la lógica y el razonamiento, Vaisesika o el análisis de aspectos de la realidad por medio de la
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que se configuró en uno de los sistemas más formalizados de prácticas de sí del que tengamos noticia. En la India, han existido y siguen existiendo una pluralidad de discursos, textos, escuelas y prácticas del yoga. Una de las dimensiones centrales que las diferencia es su fin: las concepciones monistas tienen como fin último la unión con la divinidad y las dualistas buscan un acercamiento a la divinidad. El yoga, como la filosofía helenística, es, a la vez, un discurso conceptual –sobre dios, sobre la naturaleza humana, sobre el sentido y el fin de la vida– y una serie de prescripciones y prácticas sobre cómo el individuo debe actuar deliberadamente sobre sí para lograr los fines de la vida: sabiduría, verdad, felicidad, liberación, amor divino, despego de los frutos de las acciones así como del cuerpo y de la mente. En la tradición milenaria de la India que sigue viva, el yoga es concebido como una forma o arte de vida y como un conjunto sistemático de técnicas de autotransformación a desarrollar de manera intensiva en tiempos y espacios específicos que se articulan a diferentes concepciones del sujeto y de dios. Como arte de la vida, esto es, como forma de vida permanente, siguiendo a Swami Vivekananda (1991a, 1991b, 1992, 2007), el yoga propone cuatro “caminos” a ser privilegiados por el practicante y su maestro –gurú– según sus tendencias: el jnana yoga –yoga del discernimiento–, el bhakti yoga –yoga del amor divino–, el karma yoga –yoga de la acción desapegada– y el raja yoga –yoga del autodominio–. En cada uno se prescriben un conjunto de técnicas específicas para actuar sobre sí de manera intensiva. Una de las formalizaciones del yoga más “canónicas” fue la realizada por Patanjali5 en los Yoga Sutras (Swami Vivekananda, 1992 y Yardi, 1996). Se trata de una formalización del yoga tanto como arte o forma de vida y como sistema de técnicas específicas. Incluye ocho aspectos que pueden ser vistos también como pasos en una secuencia de desenvolvimiento espiritual. Los primeros dos son disciplinas o
percepción y la inferencia, Mimansa o el logro de la libertad por medio del cumplimiento del deber, Samkhya o sistema espiritual dualista y Vedanta o sistema espiritual monista. El yoga se ha relacionado de manera privilegiada con los últimos dos. 5
Yardi (1996: 259), con base en comentaristas de los Yoga Sutras y estudios académicos, señala que Patanjali vivió en el segundo siglo a.C.
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ejercicios éticos y morales: yama, que incluye prescripciones de no violencia –ahimsa–, veracidad, no robar y continencia; y niyama, que prescribe limpieza, satisfacción, austeridad, estudio y entrega de sí mismo a dios. Se trata de ejercicios que purifican la mente y la preparan para los siguientes pasos.6 Los siguientes dos son los más difundidos en el yoga moderno –denominados en conjunto Hatha Yoga–: posturas –asanas– y control de la energía vital por medio de técnicas de respiración –pranayama–. Los últimos cuatro son estadios en las prácticas mentales: control de los sentidos, retirándolos de sus objetos –pratiahara–; concentración –dharana–; meditación –dhyana–; y supraconciencia o unión con dios para los monistas –samadhi–. El desapego es una de las prescripciones centrales de los Yoga Sutras que va desde el desapego hacia los diferentes estados o movimientos mentales hasta el desapego hacia la vida, las posesiones, placeres-sufrimientos, deseos y objetos mundanos. Otra prescripción central es la de establecerse en el Ser en tanto conciencia-testigo: «[…] El Ser es el poder de sólo ver; […] es el testigo de las nociones –mentales– [sic.]» (Yardi, 1996: 175). Las prácticas del yoga fueron apropiadas, transformadas y recontextualizadas por otras tradiciones espirituales de la India: el budismo, el jainismo y por algunos sikhs. Sus principales apropiaciones por fuera de la India, en especial en cuanto a las de meditación, se dieron por medio de la difusión del budismo en la China, Japón, Sri Lanka, Bhutan, Tibet, Myanmar, Indonesia, Cambodia, Vietnam y Tailandia. Hay indicios, también, de su apropiación por parte de algunas sectas filosóficas helenísticas, quienes denominaban gimnosofistas a sus practicantes.7 Según Elizabeth De Michelis (2005), se habla de yoga moderno para hacer referencia a ciertas prácticas que se desarrollaron en los últimos cien años a partir de la interacción entre la India, “Occidente” 6
Uno de los aforismos del Yoga Sutra dice lo siguiente: «Por medio del cultivo de la amistad, la compasión, la alegría y autocontrol […] la mente se purifica» (Yardi, 1996: 139).
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Para solo dar un ejemplo de la relación entre las sectas filosóficas griegas y el yoga de la India, Diógenes Laercio afirma que Pirrón, fundador del escepticismo, «se relacionó con los gimnosofistas de la India» (Diógenes Laercio, 2007: 486). Sobre la similitud entre la concepción y práctica del “desapego” del yoga y de las sectas helenísticas, véase el primer capítulo de este libro.
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y las sociedades occidentalizadas. En el yoga moderno, se inscribe una pluralidad de prácticas y escuelas, con relaciones diversas con el yoga clásico y con la cultura de la India y que, por asimilación sincrética, se han convertido en parte de las culturas urbanas globalizadas. La popularización de la cultura física y la puesta en escena de los primeros juegos olímpicos modernos en Atenas en 1896 convergen cronológicamente con la presentación al público de “Occidente” de la filosofía del yoga por parte de Swami Vivekananda en el Parlamento Mundial de las Religiones en 1893, momento a partir del cual, de acuerdo con De Michelis (2005), se inaugura la fase moderna de la historia del yoga y se instaura la popular idea del yoga como la “maravilla de la India”. El yoga moderno se desarrolló en Occidente bajo la influencia del movimiento de cultura física de finales del siglo xix y comienzos del xx. De acuerdo con Singleton (2010), las prácticas de cultura física que predominaron en Europa durante el siglo xix encontraron en la India interpretaciones populares relacionadas con el nacionalismo hindú. Experimentos para definir una particular cultura física en la India condujeron a la reinvención de las posturas de yoga –asanas–. A finales del siglo xix y comienzos del xx, los estados se preocuparon por transformar los cuerpos de su población, con la obsesión de mejorar el cuerpo racial y colectivo nacional. Este interés eugenístico surgió de la percepción de un desequilibrio entre cuerpo-mente-alma, el cual sería producto del racionalismo occidental y habría sobredesarrollado el intelecto a expensas de los aspectos físicos y espirituales del ser humano. Entre las corrientes físicas que tuvieron mayor relevancia en la constitución del yoga moderno de posturas, se encuentran los sistemas suecos de gimnasia de Ling, las enseñanzas de cultura física –bodybuilding– de Sadow y el método de la Asociación Cristiana de Jóvenes (ymca). A su vez, la apropiación en Occidente de las posturas de yoga encontró relación con una aproximación al yoga como tratamiento médico, promovido, inicialmente, por el “movimiento de cura” y, desarrollado, posteriormente, por maestros como Kuvalayananda, Yogendra y Sivananda. De acuerdo con Singleton (2010), la integración de la asana al movimiento de “cura natural” durante las décadas de los treinta y cuarenta del siglo pasado fue un hecho que contribuyó a 368
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la secularización del yoga en occidente, al centrar su práctica en los beneficios médicos de las posturas.
El yoga en Bogotá El yoga es una práctica relativamente reciente en el país; llegó a Colombia hace, aproximadamente, medio siglo. De acuerdo con la información recolectada a partir de entrevistas a antiguos practicantes y de la revisión de documentos publicados por las primeras escuelas que tuvieron presencia en el país, el primer grupo que inauguró la práctica de yoga en Colombia fue la Gran Fraternidad Universal (gfu), fundada por Serge Raynaud de la Ferriere, líder espiritual francés quien había recibido formación en corrientes del esoterismo occidental como la teosofía, el rosacrucismo, la masonería y el gnosticismo y quien elaboró una propuesta para desarrollar integralmente al ser humano en sus dimensiones de cuerpo, mente y espíritu. De la Ferriere visitó Venezuela en 1948 y allí fundó, junto con el venezolano José Manuel Estrada, la Gran Fraternidad Universal. Con Estrada abren un ashram8 y reúnen un grupo de discípulos, entre los cuales se encontraba David Ferriz Olivares, el fundador de la gfu en Colombia. Ferriz viajó en 1956 a Bogotá y, a finales de la década de 1950, fundó el primer centro de yoga en Colombia, “El Instituto de Yoga Acuarius”, y el primer restaurante vegetariano en el centro de Bogotá. Según el testimonio de un antiguo practicante de la gfu: Las condiciones para la práctica de yoga eran muy difíciles en esa época, pues Colombia ha sido un país fuertemente católico, en el que para ese entonces iniciativas como el yoga eran tildadas de satánicas, lo que creaba prevención en muchas personas. (Entrevistado 9, comunicación personal, 8 de febrero de 2011)
A pesar de la fuerte tradición católica que no veía con buenos ojos la práctica de yoga, esta siguió extendiéndose en el país. En 1960, llega a Colombia el argentino José Ramón Vega, un abogado que había 8
Término sánscrito usado aquí en su acepción de lugar de prácticas espirituales.
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practicado yoga desde muy joven en su país natal, en donde las técnicas de Indra Devi habían alcanzado una gran difusión. Vega funda la “Escuela de Hatha Yoga” en Bogotá en 1964, en la que, durante años, enseñó una variante de Hatha Yoga9 adaptada por él y formó un gran número de profesores de yoga, entre los cuales se encontraba su hijo, quien actualmente dirige la escuela. Hacia inicios de la década de los sesenta, Krishna Daryanani, yogui de origen indio, padre de familia y médico formado en Inglaterra, creó un centro de yoga que funcionó en la Calle 17 durante unos cinco años. (Entrevistado 1, 28 de febrero de 2011). A inicios de los años setenta, regresó a Bogotá y creó otro centro –“Yogoda Math”– que unos años después cambió de nombre –“Kriya Yoga Ashram”– el cual funcionó hasta mediados de los años ochenta. En el centro, además de clases de Hatha Yoga, se desarrollaban prácticas de meditación y se editaba la revista “Kriya Yoga Magazine”.10 Este centro se inscribía en la tradición milenaria de Kriya Yoga, una técnica específica de meditación.11 En 1971, Swami Satyananda, monje de origen indio, visitó Bogotá: [I]nvitado por el más antiguo de sus discípulos colombianos, quien había encontrado al Maestro en París, mientras ejercía funciones diplomáticas en la Embajada de Colombia. […] El primero de noviembre de 1971, Satyananda Ashram abrió sus puertas en Bogotá, bajo la dirección de Swami Amritananda Saraswati, la más cercana discípula del Maestro […]. (Satyananda Ashram School of Yoga, 1973)
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El Hatha Yoga es el más difundido en Bogotá y en el mundo; incluye algunas de las prácticas sobre el cuerpo, formalizadas por Patanjali en sus Yoga Sutras: los pranayama o ejercicios de respiración, las asanas o posturas y la relajación.
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A diferencia de muchos otros centros de yoga en la ciudad, desde inicios de los años setenta, el Kriya Yoga Ashram funcionó como ashram en el sentido originario indio: esto es, como lugar con la presencia de un maestro –Gurú–, y donde viven de renunciantes que le dedican su vida a las prácticas espirituales. Allí residieron practicantes colombianos, indios, estadounidenses, y de Aruba y Curazao.
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Tenemos noticias también de la creación temprana en Bogotá del centro del Self Realization Fellowship, de práctica de Kriya Yoga; centro adscrito a la organización creada por Paramahansa Yogananda, autor de uno de los libros más reveladores y vendidos a nivel mundial sobre yoga –Autobiografía de un yogi– y uno de los primeros yoguis que fue a Occidente, estableciéndose en Los Ángeles donde organizó, en 1920, el centro de su organización internacional.
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Estas fueron las primeras escuelas que impartieron yoga en Colombia. Posteriormente, se establecieron nuevos grupos como “Brahma Kumaris”, “Ananda Marga”, “Devanand” y “Sant Mat”. Hacia finales de los años noventa y comienzos del presente siglo, con la oferta masiva mundial del yoga como una práctica de salud y acondicionamiento físico, se abrió un gran número de escuelas en la ciudad de Bogotá, entre las que se puede citar “Yoga Studio”, “Happy Yoga”, “Tierra Yoga”, “Yoguis”, entre otras, a la vez que se difundió la práctica de Hatha Yoga en gimnasios y cajas de compensación. Actualmente, existe una gran cantidad de academias de yoga en Bogotá que ofrecen distintos tipos de yoga, con el común denominador en casi todas de centrar la práctica en el ejercicio de posturas, respiración y relajación –Hatha Yoga–. Este estudio se llevó a cabo en la ciudad de Bogotá, en la que, en los últimos años, se ha presenciado una expansión de oferta de escuelas de yoga de diferentes características. Se seleccionaron tres grupos, buscando que cada uno de ellos representara prácticas diferenciadas, de forma que, a través del trabajo comparativo, se pudieran encontrar características comunes y elementos distintivos. Los grupos seleccionados fueron: a) La Academia de Yoga Satyananda, que ha funcionado de forma ininterrumpida desde su creación en 1971; b) Happy Yoga, grupo reciente que ofrece las tendencias más contemporáneas de la práctica de Hatha Yoga y que, desde una visión empresarial, ha expandido vertiginosamente en los últimos cinco años su oferta en la ciudad; c) Atma, una iniciativa de un grupo de personas de altos niveles económicos que, siguiendo la filosofía del pensador indio Sri Aurobindo, integra el planteamiento filosófico de este maestro con las tendencias contemporáneas del Hatha Yoga.
Academia Satyananda Yoga Actualmente, la Academia de Yoga Satyananda es una corporación sin ánimo de lucro afiliada al International Yoga Fellowship Movement, creado por su fundador Swami Satyananda. Su objetivo es: Transmitir las enseñanzas del Satyananda Yoga® y preservar la integridad de las mismas, tanto en su difusión como en su aplicación, proporcionando herramientas prácticas para llevar una vida más productiva, equilibrada y consciente, mejorar la salud física, mental y emocional, 371
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aumentar la creatividad y la eficiencia en el trabajo o en cualquier otra actividad y desarrollar todas las potencialidades de la persona humana. (Satyananda Yoga)12
A la Academia, acuden unos ciento cincuenta practicantes, entre niños, adultos y personas mayores provenientes de los estratos medio-alto y alto de Bogotá. Hoy en día, se encuentra ubicada en el barrio el Country, al norte de la ciudad. La oferta de la institución se centra en clases de yoga estructuradas de manera progresiva, de tal forma que existen clases de nivel básico, intermedio y avanzado. Estas clases se pueden tomar de forma individual o en grupo. Las clases de la Academia se basan en la marca registrada Satyananda Yoga que la línea de Satyananda ha conservado a través de la transmisión directa de maestro a discípulo, por lo que solo aquellos que se han formado como profesores en los centros de Satyananda Yoga pueden impartir las clases. El tipo de yoga practicado en Satyananda Yoga es el yoga nidra, el cual, a partir del control de los sentidos –pratyahara–, busca el logro de una relajación profunda. El yoga nidra consiste en adoptar una postura cómoda y seguir mentalmente ciertos pasos para relajar el cuerpo, la mente y las emociones mediante ejercicios de respiración, de concentración, de visualización de centros de energía en el cuerpo sutil y de la repetición de un frase afirmativa –shankalpa13– que, de acuerdo con los practicantes, repetida mentalmente en estado de relajación, opera como una orden que la mente consciente transmite a la mente subconsciente, y luego se hace manifiesta y permite realizar cambios en las actitudes y acciones de los sujetos. En Satyananda Yoga, se practica una meditación centrada en el cantico de mantrams14. Para la realización de esta meditación, se ubica a los practicantes sentados cruzados de piernas, formando un círculo, 12
Disponible en: http://www.satyananda-yoga.net/secciones/academia.php. última consulta: 4 de abril de 2014.
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Shakalpa es un término sánscrito que se traduce al español como intención, propósito, voluntad.
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El término mantra traduce “liberador de la mente” compuesto por manah, mente, y traiate, liberación.
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se les facilita una cartilla en la que se encuentran transcritos diferentes mantrams y se les invita a cantar. La primera parte de la meditación consiste en efectuar unas respiraciones profundas para aquietar el cuerpo y la mente. Posterior a esto, se empiezan a entonar los mantrams, los cuales se repiten después del instructor, quien lleva la melodía, acompañado a veces de instrumentos musicales de la India. La repetición continua genera cierto estado de concentración e incluso de éxtasis que anima a los practicantes a comenzar a danzar con la música de los mantrams. Estas meditaciones prácticas gratuitas se realizan una vez a la semana en la Academia y tienen una duración de aproximadamente dos horas.
Happy Yoga Hacia finales de la década de los sesenta, en medio del contexto de la contracultura, llega a Estados Unidos un maestro sikh de yoga de origen indio llamado Yogui Bhajan (1929- 2004) quien introdujo la práctica de Kundalini Yoga en Occidente y creó la organización no gubernamental 3HO (Healthy, Happy, Holy Organization). En Colombia, Happy Yoga nace a partir de la experiencia de una joven que vivió durante diez años en Barcelona y, al volver al país, abrió, junto con una compañera, una sede en Bogotá. De acuerdo con lo relatado por ella: Vivía en Barcelona, y mi hermana estaba visitándome […] ella estaba como medio en crisis entonces yo le pregunté a una amiga qué podía hacer con mi hermana, ella me recomendó que la llevara a Happy Yoga –en Barcelona, la sede matriz– y así fue, a partir de ese entonces no dejamos de practicar nunca, ni mi hermana ni yo. Eso fue en 1999 […] la primera escuela a la que yo fui como alumna fue Happy Yoga, y en realidad allí hice una familia espiritual en Barcelona que aun hoy me sostiene y a la que intento visitar cada vez que puedo. Cuando me formé como profesora dirigí una de las sedes de Barcelona y claro cuando me vine a vivir aquí era evidente que la escuela que tenía que poner también era un Happy Yoga. (Entrevistado 5, comunicación personal, 17 de junio de 2008)
El primer centro de Happy Yoga en Colombia se fundó en 2005, en Bogotá, en el barrio Rosales. En 2009, la sede se trasladó a algunas 373
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cuadras del lugar inicial, al barrio Quinta Camacho, en el que funciona actualmente. Siguiendo las enseñanzas del maestro Yogui Bhajan, las fundadoras de Happy Yoga, apoyadas en profesores formados en el centro, han promovido la expansión de las sedes, tanto que, en los últimos tres años, han abierto tres centros ubicados en el norte y centro de la ciudad en los barrios Cedritos, Galerías y Macarena. La oferta de Happy Yoga se centra en clases de Kundalini Yoga –tipo de yoga aprendido de Yogui Bhajan–, Yoga Vinyasa –que es una adaptación del Hatha Yoga clásico–, yoga prenatal –dirigido a mujeres que se encuentran en proceso de gestación y que pueden prepararse para el alumbramiento a través de la práctica de yoga–, y yoga restaurativo –dirigido a personas con mucho estrés que buscan una práctica para liberar tensiones–. Los horarios de las clases son principalmente en la mañana y en la tarde, considerando las horas de trabajo, pues las personas que acuden son, principalmente, adultos laboralmente activos. La meditación en Happy Yoga consiste en una práctica en la que, inicialmente, se realizan ejercicios de respiración que buscan aquietar la mente y, posteriormente, se cantan mantrams que tienen como objetivo generar una unión mística con la divinidad. Desde el 2009, se práctica una meditación que se llama la sadhana de Acuario, en la que se entona repetidamente un cántico de mantrams que dan la bienvenida al advenimiento de una era nueva, de transformación espiritual y luz. Esta práctica se realiza una vez a la semana en el centro y es gratuita. Por otra parte, en cuanto al término happy en su nombre, sus creadoras señalan lo siguiente: El happy de nuestro nombre no es más que la voluntad de ser claros respecto a nuestro propósito y lo que creemos que el yoga puede hacer por ti; tal vez remodele tu cuerpo, te ayude a dormir mejor o te enseñe a meditar, pero sobre todo, te mostrará el camino hacia tu verdad, o lo que es lo mismo hacia la felicidad. (Happy Yoga)15
Así, el objetivo de esta propuesta de yoga no se limita simplemente a la oferta de una técnica corporal, sino que pretende convertirse en una 15
Disponible en: http://www.happyyoga.com/yoga-barcelona/hacer-yoga-en-barcelona/, última consulta: 19 de mayo de 2012.
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luz que le ayude a las personas a explorarse a sí mismas, a descubrir su realidad y, desde allí, a vivir la felicidad.
Atma La historia de Atma (alma) difiere un poco de la de Satyananda Yoga y Happy Yoga, pues este centro nace a partir de la iniciativa de una pareja de jóvenes colombianos que después de permanecer algunos años en India en el ashram de Swami Brahmdev, maestro seguidor del yoga de Sri Aurobindo, deciden organizar en Bogotá un ashram, un lugar especial destinado para las prácticas de yoga, meditación y estudio de obras espirituales. Basados en el mensaje de Sri Aurobindo, Atma no enseña técnicas de yoga que respondan a la línea del maestro, pues él mismo se rehusó a crear líneas e, incluso, durante muchos años no aceptó ningún discípulo. Para Aurobindo, el verdadero maestro estaba en el interior, en la conexión con lo divino y no había necesidad de buscarlo afuera. No obstante, el contacto de los fundadores de Atma con el Yoga Integral de Sri Aurobindo va a ser, precisamente, a través de un maestro: Swami Brahmdev, quien hace veinte años fundó Aurovalley Ashram, un lugar ubicado a orillas del río Ganges al que acuden personas de diferentes partes del mundo a escuchar sus enseñanzas. Inspirada en este lugar, una discípula colombiana abrió hace aproximadamente diez años Auromira, un ashram ubicado en el municipio de Villa de Leyva. Gracias al fuerte vínculo desarrollado por la discípula colombiana con el maestro y al reconocimiento del trabajo espiritual de las personas que acuden a Auromira y a Atma, se donaron a Auromira los restos del cuerpo de Sri Aurobindo. El yoga propuesto por Sri Aurobindo se define como Yoga Integral, pues señala la importancia de sintetizar los principales tipos de yoga (Hatha Yoga, Jnana Yoga, Karma Yoga, Bhakti Yoga) en un solo yoga, el Purna Yoga –yoga completo–, en el cual se debe integrar en la práctica las diferentes dimensiones que trabajan cada uno de los tipos de yoga (cuerpo, mente, emociones y espíritu). En este sentido, el Yoga Integral es más una orientación acerca de la forma de practicar el yoga de manera que se integren las diferentes dimensiones del ser 375
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humano, más no se proponen técnicas específicas a seguir para la práctica en cada una de estas dimensiones. Tanto a Atma como a Auromira acuden personas de los estratos medio-altos y altos, pues, como en las escuelas antes descritas, el costo de entrada a las clases y a las prácticas es alto en relación con los ingresos del bogotano de clase media y baja. Además, la llegada a estos dos lugares, generalmente, está mediada por la referencia de algún conocido, lo que hace que prevalezca un determinado grupo que comparte ciertas características económicas, sociales y culturales. Como Sri Aurobindo no propuso ninguna técnica específica, la práctica de yoga en Atma es de gran experimentación, allí se imparten clases de Hatha Yoga y, más recientemente, las clases en Atma han incluido técnicas y dinámicas del Ashtanga Yoga16, desarrollado por Pattabhi Jois, a través de algunos profesores que se han formado en este tipo de yoga en Estados Unidos. En cuanto a la meditación, en Atma esta práctica es gratuita, al igual que en las otras escuelas, solo que allí se desarrolla todos los días antes de las clases de Hatha Yoga. La meditación se lleva a cabo en un salón especial dispuesto únicamente para esta práctica con cojines y mantas. Allí, los sujetos adoptan una postura, sentados, cierran los ojos, siguen algunas respiraciones profundas propuestas por la instructora, repiten tres veces el mantram Om y se mantienen en silencio entre diez y quince minutos cuando de nuevo entonan el mantram, que señala que la práctica terminó. Al final se lee un pasaje de algún libro de Madre o de Aurobindo como inspirador de reflexión para el día. Además de las enseñanzas de Sri Aurobindo, en Atma y en Auromira, es muy importante el legado de la Madre, su compañera espiritual. Mirra Alfalsa, llamada por Aurobindo la Madre, era una mujer de origen francés que en su juventud se adentró en una búsqueda espiritual a través de su maestro y fundó, en Pondicherry, India, Auroville –Ciudad de la Aurora–, una ciudad inspirada en la filosofía de Sri Aurobindo como un lugar de fraternidad humana, de vida comunitaria en donde
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Existen dos tradiciones de Ashtanga Yoga. La primera fue la desarrollada por Patanjali como el yoga de los ocho miembros: yama, niyama, asana, pranayama, prathyahara, dhrarana, dhyana y samadhi. La otra, fue la que popularizó, en la segunda parte del siglo xx, Pattabhi Jois en Estados Unidos, quién desarrolló una serie de posturas dinámicas y vigorosas que tienen como fin activar la energía de los practicantes y que se ofrecen hoy en las escuelas como Ashtanga Yoga.
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Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
hombres y mujeres puedan vivir en paz y armonía sin importar sus creencias o su origen nacional.
El yoga como práctica de sí A continuación, se abordarán los principales aspectos que constituyen el yoga como práctica de sí contemporánea que, en unas condiciones espaciotemporales específicas, trasforma a los sujetos a partir de la práctica de técnicas especializadas para actuar sobre sí, de la configuración de una forma de vida y del desarrollo de una espiritualidad.
El espacio- tiempo La práctica intensificada de las técnicas de yoga requiere unas condiciones espaciotemporales especiales que explican, en parte, la razón por la cual los practicantes en Bogotá acuden a los centros. En India, la práctica de yoga, tradicionalmente, se desarrolla en los ashram, en los que usualmente vive un maestro espiritual y sus discípulos. En Bogotá, en sus inicios, varios centros fueron fundados bajo la idea de ashram, entre ellos, el Kriya Yoga Ashram y las Academias de Yoga Satyananda y Atma. Sin embargo, estos lugares difieren hoy en día de los ashram en India, pues, en ellos, no viven los practicantes y no hay un maestro que se encuentre orientando las prácticas de forma permanente. De acuerdo con lo expresado en una entrevista a la responsable de Atma, sus fundadores concibieron el centro para continuar con las prácticas espirituales que venían haciendo en el ashram de Swami Brahmdev en India. Este interés los llevó a rentar un apartamento y adecuarlo para cada una de las prácticas del Yoga Integral: el salón de posturas para la práctica de Hatha Yoga, la biblioteca, para el desarrollo de la práctica de Jnana Yoga –estudio, discernimiento– y el salón de meditación para la práctica de Raja –dominio de sí– y Bhakti Yoga –devoción–. Estos salones deben ser alimentados como espacios espirituales a través de las prácticas específicas, lo cual crea lo que Madre llamó una «atmósfera». Según lo comentado por la actual directora de Atma: Este lugar requiere mucho trabajo, no solo el trabajo material, sino energético, hay que estar trabajando, tiene que haber alguien 377
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que siempre esté acá, que esté trabajando las asanas, que esté meditando y que esté leyendo para alimentar los salones, no es como el salón de asanas y ya, sino que ese salón se alimenta con el trabajo de las personas que vienen aquí, lo mismo pasa con la biblioteca y con el salón de meditación (Entrevistado 6, comunicación personal, 14 de febrero de 2011).
En Satyananda y Happy Yoga, aunque los espacios tienen una significación importante, no cuentan con las mismas características de Atma y Auromira. En estos centros, existen unos grandes salones generales utilizados tanto para la práctica de Hatha Yoga como de meditación y para diferentes talleres. Sin embargo, existen características comunes en los espacios de la práctica de yoga de los tres centros; estos espacios podrían ser considerados con Eliade (1981) como espacios sagrados que conectan, a su vez, con un tiempo sagrado. Allí se rompe con el espacio y el tiempo profano. En una entrevista, una practicante comentaba que ella ya tenía reservado sagradamente su espacio de las 7:00 a las 8:30 de la mañana para su práctica de yoga. De acuerdo con Eliade, el espacio sagrado ubica un punto fijo en medio de la fluidez del espacio profano, un “centro” en medio del “caos”. Caos en el que la persona teme disolverse, extinguirse, quedar vaciado de Ser. En el espacio sagrado ocurre: [U]na ruptura de nivel, se abre una comunicación entre los niveles cósmicos –la Tierra y el Cielo– y se hace posible el tránsito de orden ontológico, de un modo de ser a otro. Y es una ruptura semejante en la heterogeneidad del espacio profano lo que crea el «Centro» por donde se puede entrar en comunicación con lo «trascendente». (Eliade, 1981: 39)
Es significativo que, al preguntarles a varios de los practicantes acerca de las razones por las cuales acudían a los centros de práctica de yoga, algunos respondieron literalmente «que allí encontraban centro». El salón de yoga o de meditación se construye como sagrado a partir de las diferentes prácticas rituales que, de forma positiva –prescripciones– o negativa –prohibiciones–, desarrollan las personas que entran en ellos. El espacio se demarca ritualmente como sagrado desde la entrada; 378
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
todo aquel que ingresa debe hacerlo sin ningún tipo de bolsas y retirarse los zapatos: las cargas de la vida y el mundo profano representado en los zapatos deben quedar afuera. Como lo señala Durkheim «la cosa sagrada es aquella que, por excelencia, lo profano no puede tocar impunemente» (1995: 55). En los salones de meditación, está prohibido conversar entre los practicantes. Además de los rituales que configuran la sacralidad de este espacio, allí se encuentran una serie objetos que, en tanto símbolos, permiten la conexión espiritual: fotos de los maestros espirituales, flores, velas, incienso. El tiempo también adquiere una connotación sagrada en el espacio de la práctica de yoga. La duración profana es detenida a través de la inserción a un tiempo sagrado mediante prácticas rituales (Eliade, 1981). Para comenzar, en la primera parte de la práctica, se busca que la persona logre distanciarse de la agitación en la que viene de su jornada diaria y conectarse con su ser; en Happy Yoga recomiendan: «Llega con tiempo a clase. Así tienes unos minutos para relajarte y cambiar de chip» (Happy Yoga)17. Al comienzo de la práctica, se induce la relajación y la calma mediante unas suaves respiraciones, seguidas por el canto del mantram Om, tres veces, que inaugura el tiempo sagrado de la práctica. En el yoga, se considera que los mantram –palabras sagradas– tienen el poder de generar una vibración mística. Om representa el nombre esencial de la divinidad o energía creadora y conservadora del universo y al cantarlo se busca entrar en contacto con ella. Al final de la práctica, en Atma y en Happy Yoga, se cierra este tiempo de nuevo con el canto de tres Om y con la despedida mediante la palabra namaste que significa “el ser en mi reconoce el ser en ti” y “Hari om tat sat” que significa “que la gracia este contigo”. Quitarse los zapatos, entrar sin bolsas, guardar silencio, encender incienso o cantar el Om, como afirma Cazeneuve (1971), hacen parte del rito como configurador de lo sagrado en un orden extraempírico. Son prácticas que tienen su eficacia porque son reconocidas y seguidas por los practicantes que les permiten intensificar –sacralizar– los tiempos de las prácticas. Al indagar con antiguos practicantes acerca del significado del yoga para ellos después de años se experiencia, fue 17
Disponible en: http://happyyoga.com/01.html, última consulta: 19 de mayo de 2012.
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sorprendente encontrar una respuesta común en muchos: «el yoga es aprender a vivir en el aquí y en el ahora, simplemente eso». Su experiencia de yoga está atravesada por la vivencia intensificada y permanente del tiempo y el espacio.
Motivaciones para emprender la práctica Los practicantes bogotanos de yoga expresan diversos motivos para iniciar la práctica: crisis personales, la reducción del estrés, problemas en el manejo de las emociones, inconformidad con los tratamientos tradicionales de la medicina occidental, búsqueda de transformaciones éticas, curiosidad despertada por la familia o personas cercanas, la inspiración de algún maestro de yoga o la búsqueda de alguna verdad trascendente. Como vimos, la fundadora de Happy Yoga Colombia entró en contacto con la práctica por recomendación de una amiga ante una crisis de una hermana. Un practicante del centro Satyananda, que vivió en India durante doce años con el maestro Swami Niranjanda, comenta que antes de tomar la decisión de irse, venía de una ruptura de pareja muy fuerte. Por su parte, una de las practicantes que asiste a Atma advirtió cómo su llegada a la práctica de yoga fue motivada por la búsqueda de alternativas al tratamiento médico del cáncer: Era un cáncer benigno, cuando vine ya me habían quitado un seno, yo estaba encapsulada en esas quimio tan tenaces, cuando me empezaron a dar drogas y pastillas que tenían quimio y yo dije: yo no soy de eso. Me fui a un médico, yo busco cosas alternativas siempre, y estoy con un médico que trabaja la sintergética que me ha parecido genial, entonces la sintergética busca encontrar en la memoria de las células, es un tratamiento además súper práctico, con unas góticas que llevan la información a las células, y eso empieza a trabajar mucho con los pensamientos, cantidad de pensamientos negativos que se dan, entonces, es todo un cambio que se genera en la alimentación, yo soy vegetariana […]. Aquí [en Atma] reúno todo esto; a mí me ayudó muchísimo el yoga, yo practico una meditación que se llama Kriya Yoga, que para mí ha sido una necesidad. Yo estuve en Estados Unidos en el Ashram de Yogananda y me inicié en Kriya Yoga con un discípulo 380
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
de Harihananda, yo estaba feliz, adoro a Yogananda, son seres de luz. (Entrevistado 7, comunicación personal, 4 de noviembre de 2008)
Varios de los practicantes señalan que iniciaron la práctica para liberarse del estrés y de todo el bombardeo de información presente en la vida cotidiana de la ciudad, los cuales son percibidos como un caos que, en algún momento, llevan a perder el centro –la orientio, que señala Eliade (1981)–. Las experiencias de crisis, en muchas ocasiones, se encuentran atravesadas por cuestionamientos acerca del sentido de la vida y de la muerte, cuestionamientos acerca del Ser. Estas personas llegan a la práctica de yoga en busca de respuestas a estos cuestionamientos y señalan que la experiencia con este tipo de prácticas les ayuda a obtenerlas.
Forma de vida: iniciados, buscadores y usuarios En ocasiones, la práctica inicial de las técnicas del yoga adquiere una gran intensidad autotransformadora y lleva a las personas a cuestionarse sobre el sentido y las posibilidades de la vida; genera una actitud, una mirada, un conjunto de conductas cotidianas para actuar sobre sí, hasta el punto de convertirse en una forma de vida. Esta forma de vida, según Agamben, hace referencia a aquella que no puede separarse nunca de su forma, una vida que no se aísla de su forma significa, una en la que, en el modo de vivir, se juega el vivir mismo y donde, en cada acto, como potencia, hay una posibilidad de vida (Agamben, 2001: 13). En este sentido, seguir una forma vida significa llevar una vida con forma, llevar una vida con cierto orden, con cierta técnica y arte de actuar sobre sí de manera constante y con un fin, con una aspiración. El fin varía de acuerdo con el grado de intensidad con que se asuma la práctica de sí. A partir de las conversaciones con los practicantes de yoga, es posible identificar diferentes grados de inmersión en la práctica, de compromiso institucional con los centros, de fines y de determinación en la decisión de asumir una forma de vida, en el sentido que hemos mencionado. De acuerdo con esto, se podría caracterizar a los practicantes en tres tipos: los iniciados, los buscadores y los usuarios. Los iniciados son aquellos que pasan por algún tipo de rito de iniciación, usualmente presidido por un maestro. En su significado más amplio, la iniciación: 381
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[D]enota un cuerpo de ritos y enseñanzas orales, cuyo propósito es producir una alteración decisiva en la situación religiosa y social de la persona. En términos filosóficos, la iniciación es el equivalente a un cambio básico en la condición existencial; el novicio emerge de su dura experiencia dotado con un ser totalmente diferente del que poseía antes de su iniciación, se ha convertido en otro. (Eliade, 2001: 10)
El yoga, sobre todo en la India, es una práctica que, usualmente, se ha inscrito en una tradición iniciática (Eliade, 1987), pues no se aprende solo, se aprende bajo la dirección de algún maestro, se transmite, como lo dicen sus practicantes, “de labio a oído”. En los centros de Happy Yoga de Bogotá, se llevan a cabo iniciaciones como algo opcional; no todos aquellos que acuden a los centros deben iniciarse; es una decisión voluntaria que algunos toman, pues se puede acceder y avanzar en la práctica sin haber pasado por algún rito de iniciación, en tanto la práctica, más que un saber esotérico resguardado por algunos maestros, se presenta como un servicio al que se accede cuando se paga la entrada. Hay algunas personas que, después de haber practicado durante algún tiempo haberse aproximado al mensaje de los maestros, ya sea a través de los libros o escuchando directamente a los maestros vivos, deciden que quieren hacerse discípulos de ese maestro, que quieren hacer parte de ese linaje y ser reconocidos en él. En Satyananda Yoga, por ejemplo, las personas que deciden iniciarse han cursado primero los estudios filosóficos en los que se imparten los principios y técnicas del yoga. Una vez se han adentrado con más profundidad en la práctica y han asistido regularmente a las actividades desarrolladas en el centro, acuden a alguno de los swamis18 locales y le expresan su deseo de iniciarse. Ellos conversan con la persona acerca del significado de la iniciación y, cuando viene alguno de los discípulos directos de Satyananda, son iniciados por ellos, ya que son considerados los portadores vivos y legítimos del legado del maestro Swami Satyananda. En la iniciación, un aspecto a tener en cuenta es el de la muerte. La muerte simbólica de la vida anterior a la iniciación. Con la iniciación, el practicante nace de nuevo, inicia su vida espiritual, inicia su vida en un modo de ser más elevado (Eliade, 2001). En Satyananda Yoga, este 18
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Los maestros indios de yoga de Satyananda son también swamis (monjes).
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
renacimiento usualmente se simboliza con la asignación de un nuevo nombre espiritual, nombre que busca inspirar, recordar y reafirmar, de forma permanente, al iniciado el camino a seguir. En Happy Yoga, la iniciación está marcada por la culminación del curso de formación de profesores de yoga. Al cumplir todos los ciclos del curso y expresar el interés de continuar avanzando en el yoga mediante el seguimiento de las prácticas propuestas por Patanjali en los Yoga Sutras y de las prácticas específicas de Kundalini Yoga, enseñadas por Yogui Bhajan, los practicantes reciben sus nombres espirituales, los nombres de las mujeres van siempre acompañados del término kaur, que significa princesa, y los hombres khalsa, que significa príncipe. Al respecto, es importante señalar que, aunque los practicantes –hombres o mujeres– reciben sus nombres espirituales, los cuales están inspirados en el simbolismo de los sikh, no se convierten a esta religión. De acuerdo a lo conversado con ellos, incluso los más antiguos, ninguno había adoptado la religión sikh. Esto se debe, en parte, a que la mayoría de personas que llegan a la práctica de yoga no llegan buscando una religión; el yoga, en los centros de Bogotá que hemos estudiado, no se presenta nunca como una religión y, de hecho, no busca reñir con la religión de los practicantes. El yoga se presenta para ellos como una práctica universal que puede seguir cualquier persona que sea practicante de una religión o no y, en realidad, a ella acuden un gran número de católicos. Al respecto, señala un practicante de muchos años: Yo creo que el yoga, más que una religión, es una herramienta que te permite, si tú quieres, ser cristiano, mahometano; el yoga no riñe con eso y te va a permitir ser un mejor mahometano o un mejor cristiano. De hecho, cuando yo me metí en el yoga, yo era muy cristiano, en la época de Lopsang Rampa, yo leía mucho la Biblia y, de hecho, yo fui formado en un colegio de curas, en el Virrey Solis, de curas franciscanos, entonces, obviamente, la figura de San Francisco de Asis estaba muy cercana a toda esta historia del hippismo, los animales, la naturaleza […]. (Entrevistado 1, comunicación personal, 28 de febrero de 2011)
En Atma, otro de los centros estudiado, no existe la iniciación en sentido formal, pues Sri Aurobindo, el maestro inspirador promovió el 383
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mensaje que cada uno debe despertar su propio maestro interior y, por tanto, aunque Swami Brahmdev es reconocido como un maestro, él no inicia discípulos. Es por eso que, en Atma, no hay técnicas legadas del yoga de Sri Aurobindo, porque el Yoga Integral se propone más como una aproximación espiritual que como un cuerpo de técnicas concretas de respiración, posturas y formas de meditación. Allí, lo que las personas encargadas de las clases transmiten es lo que han aprendido en diferentes centros de yoga en Estados Unidos y en India a donde han acudido como buscadores. El centro se formó a partir de un grupo de amigos, y los profesores que han ido tomando las clases o son amigos de los que ya están en el grupo o han venido a practicar durante un tiempo al centro y, por su interés y habilidades, se les ha concedido la oportunidad de impartir clases. En este sentido, las clases en Atma son concebidas más como un compartir de los diferentes aprendizajes que, como buscadores, los practicantes han descubierto en su trayectoria personal. Allí no se siguen unas indicaciones y técnicas precisas propias de la tradición, como sí ocurre en Satyananda y en Happy Yoga. Los buscadores son, entonces, aquellos practicantes que han explorado diferentes formas de actuar deliberadamente sobre sí mismos, han visitado diversos centros de yoga y meditación, incluso, algunas veces han explorado prácticas de sí de otras tradiciones, como el tai-chí o prácticas indígenas como las asociadas al yagé. Es necesario aclarar que esta tipología de practicantes no responde a unos tipos puros, tiene más un propósito analítico. Es así como algunos de los iniciados antes han sido buscadores y, en algún momento, han encontrado cierta práctica que los impacta y deciden profundizar en ella, iniciarse y seguir la tradición de alguna línea de maestros. Algunos se quedan en esos centros siguiendo la práctica durante un tiempo largo y, luego, se retiran; otros se quedan allí toda la vida y, finalmente, están aquellos que simplemente exploran, asisten a las clases e incorporan ciertas prácticas en su vida cotidiana. A su vez, es posible encontrar, también, en los centros de yoga, a los usuarios, interesados en mejorar la salud, liberarse del estrés, o que son conducidos a la práctica por el boom mediático que ha despertado el yoga, así como las prácticas de la “Nueva Era”. Muchos de ellos adoptan la práctica como una actividad más dentro de su itinerario 384
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
semanal, sin mayor interés en adentrarse en ella. Sin embargo, en el espacio-tiempo de la clase, estos practicantes logran una experiencia distinta de su cuerpo, de su mente y de sus emociones, y es esa vivencia diferente la que los motiva a seguir la práctica, así sea solo una vez por semana. A nivel del cuerpo, con la práctica de posturas se activa la circulación de la sangre, se libera la contracción muscular y se distensionan los canales nerviosos; a nivel de la mente, la regulación de la respiración y la concentración mediante la entonación de los sonidos místicos –mantrams– genera aquietamiento y liberación de algunos pensamientos recurrentes en la cotidianidad; y a nivel de las emociones, los ejercicios de respiración producen cierta calma y serenidad. Esto conlleva a que, una vez realizada la práctica, los sujetos experimenten sensaciones de bienestar, de tranquilidad emocional, de apaciguamiento mental que les permiten hacer frente de una manera más serena las adversidades de la vida diaria y vivenciar con mayor receptividad las diferentes experiencias. De acuerdo con lo observado en el trabajo de campo, es en los iniciados y en los buscadores en quienes se puede evidenciar con mayor claridad la expresión de la práctica de yoga como forma de vida, pues, para ellos, sus principios y su práctica ocupan un lugar cada vez más importante en su vida como totalidad. La mayoría de los iniciados y algunos de los buscadores pasan por un proceso de “formación”, de profundización en el significado y las técnicas del yoga para poder transmitirla como profesores. Ya sea por vía de los cursos de formación, de las prácticas en los centros, de las sesiones de lectura, la práctica genera una transformación en el sujeto, transformación que tiene como fin acercar al individuo a la verdad de sí mismo. Es una verdad que, como lo señalan en Happy Yoga, «nadie puede enseñar», «sólo […] descubrir». En tal sentido, la práctica de yoga sería una práctica espiritual. En términos de Foucault: Se denominará «espiritualidad» […] el conjunto de esas búsquedas, prácticas y experiencias que pueden ser las purificaciones, la ascesis, las renuncias, las conversiones de la mirada, las modificaciones de la existencia, etcétera, que constituyen no para el conocimiento sino para el sujeto, para el ser mismo del sujeto, el precio a pagar por tener acceso a la verdad. (Foucault, 2002: 33) 385
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En relación con la espiritualidad, señala Swami Brahmdev: «[…] La espiritualidad es un modo de vivir. El objetivo es encontrar la Verdad, encontrar a Dios, y cada uno lo puede hacer siguiendo su propio camino»19. En tanto el aspecto que define la espiritualidad y la práctica de sí es la transformación del sujeto, se requiere como elemento fundamental la voluntad de transformarse, pues las prácticas de sí son prácticas deliberadas: el sujeto debe estar buscando alguna transformación de sí mismo. En palabras de Swami Brahmdev: La espiritualidad quiere decir que todo el tiempo estás abierto y receptivo, dispuesto a entregar tu vida a unas mejores posibilidades, al cambio, cuando nosotros estamos con miedo al cambio, falta espiritualidad, falta conocimiento espiritual, entonces, el propósito de la espiritualidad es cómo volverse mejor, con esos secretos tan simples en la vida, que están cubiertos, nosotros los hemos cubierto con nuestra naturaleza egoísta. Cuando nosotros decimos cómo vivir la espiritualidad en la vida diaria, la primera cosa es ábrete a ti mismo, chequea tu mente, ¿está abierta? Tu corazón, ¿está abierto? ¿Estás aspirando darle lugar en tu corazón y en tu mente a la fuerza del cambio? La espiritualidad quiere decir que tú estás con las puertas abiertas a la fuerza del cambio. Cuando una dificultad o algún problema llega, cuando rompe tu equilibrio, ve profundo en eso, cada situación llega con un mensaje, de que algo necesitas cambiar, de que algo necesitas cambiar en tu actitud, en tus deseos, en tus hábitos, en tu manera de pensar, cambiar en tu carácter, cambiar en tu comportamiento y, mientras tú no cambies, nada va a cambiar, nunca esperes el cambio, el cambio está en tus manos. (Swami Brahmdev, agosto 2008).
El yoga, como espiritualidad, implica una transformación que parte de un cambio en la mirada, de un cambio en la forma en que se conciben y se vivencian las diferentes situaciones cotidianas en la manera en que se dimensionan la alegría y la tristeza como efímeras, como aspectos de un mismo movimiento de la vida. En relación con esto, comenta la directora de Atma: 19
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Tomado de la grabación magnetofónica de la conferencia “La espiritualidad en la vida diaria” realizada por Swami Bramhdev, en Bogotá, el 19 de agosto de 2008.
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
El yoga lo que ha hecho es transformar mi visión, me ha ayudado a ir adentro y entender que lo importante no es ser como swamiji20 o como Madre, sino ser como yo, ese ha sido el verdadero trabajo. Y otra cosa también que he trabajado mucho es aprender a ser muy sensible y aprender a sentir, aprender a desarrollar los sentidos, entonces me he vuelto mucho más fina, los sentidos en las manos, en los oídos, en la visión del cuerpo. Sí, porque el yoga no es un montón de filosofía y libros, el yoga está en ti y cuando tú empiezas a estar en ti, ahí empiezas a estar en yoga. (Entrevistado 6, comunicación personal, 14 de febrero de 2011)
Como lo señala la directora de Atma, el yoga no es solo filosofía, el yoga es práctica, ejercicio. La autotransformación requiere de una disposición al cambio y de una nueva mirada, de todo un trabajo que los griegos denominaban askesis, “un ejercicio sobre sí mismo”, una relación plena consigo mismo «consumada, completa, autosuficiente y susceptible de producir esa transfiguración de sí que es la felicidad que uno conquista consigo mismo» (Foucault, 2002: 306). La vida espiritual exige llevar el yoga a la vida cotidiana, activarlo permanentemente como práctica de sí, como práctica que le posibilita al sujeto relacionarse consigo mismo de manera deliberada y transformarse. Sin embargo, esa incorporación del yoga como una forma de vida es un proceso, no es algo que se logre de forma inmediata. Con el transcurrir del tiempo, varios practicantes señalan que la práctica de las posturas y de la meditación se convierte en algo como “cepillarse los dientes”, algo habitual en sus rutinas cotidianas. Pero también, como lo señala un practicante, en momentos de tensión se busca autobservarse y no reaccionar inmediatamente. En relación con esto, señala un practicante de Satyananda Yoga: Acá en Bogotá, es muy difícil el tráfico y a veces cuando me empieza a pitar el carro de atrás me provoca soltar el freno y chocarlo, pero he intentado hacer un ejercicio cuando me ocurren estas cosas, sobre todo manejando y es contar hasta 10 antes de reaccionar y, mientras cuento, respiro y cuando llego a 10 ya me ha pasado un poco y, ya sigo con más calma. Y mis amigos me molestan y me di20
Forma afectuosa de referirse al swami.
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cen, en cuánto van ya los segundos de estrés, en 10 en 15, en 20. […] Pero es un buen ejercicio, me funciona. A su vez, en otras situaciones, como cuando han fallecido personas queridas, se siente el abatimiento, pero he intentado asumirlo con cierto desapego, comprendiendo el círculo natural de la vida y entendiendo que hay que aprovechar el instante de vida para compartir con las personas, porque, finalmente, es lo único que existe. (Entrevistado 4, comunicación personal, 02 de febrero de 2011)
En el sentido que señala este practicante opera la askesis, prácticas y ejercicios sobre sí mismo que buscan “equipararnos”, proveernos de una táctica, de instrumentos para lograr enfrentar las diversas situaciones de la vida de la mejor manera. Pues, lo que hace la askesis es crear una nueva forma de vida y no una renuncia a ella. En el caso del yoga, señala un antiguo practicante: Yo creo que el yoga ha sido una herramienta, para mí, imprescindible para sobrevivir en este tierrero, el yoga me ha permitido mantener buenas relaciones con mis parejas; si nos hemos tenido que separar, nos hemos separado sin ningún problema. De hecho, siempre las parejas que he tenido o hacen o terminan haciendo yoga. Entonces, la verdad es que para mí el yoga fue mi salvación, si no, yo hubiera terminado metiendo cuanta droga, porque eso pasaba en la época en que yo conocí el yoga. Ya con el yoga, yo no tengo necesidad de meterme un bareto, ni fumar marihuana o meter hongos, porque no hay falencias, ninguna aprehensión que me lleve a estar metiendo. Ahora, obvio, yo me tomo un vino, un whisky. [...] Entonces, el yoga ha sido una herramienta que me ha permitido crecer, creo yo, como tener la posibilidad de establecer prioridades, de entenderme yo, de entender a los demás, de identificar qué me conviene y qué no, porque el yoga es eso. (Entrevistado 1, comunicación personal, 28 de febrero de 2011)
El equipamiento, la preparación que posibilita el ejercicio sobre sí, es denominado por Foucault una paraskue, término tomado de la filosofía griega: «la paraskue no será otra cosa que el conjunto de movimientos necesarios y suficientes, el conjunto de prácticas necesarias y suficientes 388
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
para permitirnos ser más fuertes que todo lo que pueda sucedernos en el transcurso de nuestra existencia» (Foucault, 2002: 308). En las clases de yoga, especialmente en Happy Yoga y Atma, muchas veces se hacen ejercicios –kriyas– que integran la respiración al movimiento y, por ejemplo, se propone un ejercicio como mantener alzados los brazos sostenidos hacia los lados, sosteniendo la postura e intentado manejar las resistencias del cuerpo a través de la respiración. Se trata de un ejercicio difícil: los brazos empiezan a doler, pero, cuando se logra oxigenarlos y que el aire llegue, se supera el dolor. Prácticas como estas, precisamente, buscan funcionar como paraskue, muestran que se pueden manejar las situaciones de dolor, respirando profundamente y manteniendo la calma. Esta prácticas operan así en el sentido más profundo del término gymnazien, como ejercicios a realizar en las diferentes situaciones de la vida (Foucault, 2002). Durante este tipo de ejercicios, los practicantes, al intentar mantener los brazos arriba, inicialmente lo hacen con rostros de tensión, pero el instructor hace el llamado a sentir y observar la expresión de su rostro, e inmediatamente las personas se autobservan, empiezan a reír y siguen haciendo el ejercicio, y al cambiar la expresión del rostro, cambia la forma en que lo asumen. Al final, el instructor hace la invitación a que cada uno exprese lo que fue la experiencia de manejo del dolor y la adversidad. El instructor, entonces, señala la importancia de que se den cuenta de que no fue tan difícil, que con una respiración adecuada y con una actitud de alegría y tranquilidad lograron mantener los brazos arriba, lo cual indica que, con serenidad, se pueden sobrellevar también las situaciones difíciles y dolorosas de la vida cotidiana. Además de las prácticas de gimnazien, la preparación –paraskue– se acompaña de discursos. Estos discursos se rememoran, se reafirman, se vuelve a ellos todo el tiempo, especialmente, en los momentos difíciles. Durante alguna meditación, la instructora de Atma indicó a cada uno de los presentes abrir al azar un libro de Madre y leer en voz alta la página que saliera, la cual estaría indicando tanto una reflexión para todos como un mensaje especial para quien abrió el libro. Después de la sesión, una de las practicantes, directora de teatro, comentó que había llegado ese día muy nerviosa y tensionada porque estaban estrenando una obra y que había quedado impactada porque al abrir el libro de Madre le había salido el siguiente mensaje: 389
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Sálganse de las palabras El principal problema es que ustedes piensan con palabras, pero esas palabras están vacías de significado; la mayoría del tiempo son meras palabras –ustedes hablan de la Divinidad, hablan del Supremo, hablan del yoga, dicen muchas cosas–, pero ¿todo esto corresponde en sus cabezas a algo concreto? ¿A un pensamiento, un sentimiento, una idea clara, una experiencia? ¿O simplemente palabras? [...]. Ustedes deben ver la cosa, la experiencia detrás de las palabras. Aquí hablamos de “yoga” pero en otra parte uno hablaría distinto; alguien diría: «Yo estoy buscando mi raison d’être», y así sucesivamente. Aquellos que tienen una inclinación religiosa dirán: «Quiero encontrar la presencia divina». Hay cincuenta maneras de decir la cosa pero es la cosa lo que es importante; ustedes deben sentirla en su cabeza, en su corazón en todas partes. Debe ser concreta, viva, de otra manera no pueden avanzar. Deben salirse de las palabras y entrar en acción, entrar en la experiencia, entrar en la vida. (Alfalsa, 2007: 174)
La practicante comentó que, cuando leyó esto, entendió que «la vida espiritual no es una parte, es todo el tiempo, nosotros inventamos que vengo a la clase de yoga y luego me voy, pero yoga es todo el día» (Entrevistado 7, comunicación personal, 14 de febrero de 2011). Tanto en Atma como en Auromira, en diferentes espacios, se encuentran en las paredes pequeños letreritos con aforismos de Sri Aurobindo y la Madre, que tienen como fin rememorar las lecciones de los maestros para, como lo señala Foucault, hacerse un «buen atleta del acontecimiento» (Foucault, 2002: 308), para que, en el momento que la vida presente situaciones difíciles, se puedan recordar, se puedan ver y se logre asumir las circunstancias de otra manera. En tal sentido, la activación de estos discursos no debe darse solo en la memoria, sino en la actividad misma del sujeto. Estos discursos deben transformarse en ethos. De acuerdo con lo que señala una instructora de Atma: La vida se me ha vuelto yoga 24 horas, cada día hay un trabajo nuevo; antes, por ejemplo, tenía la rutina de meditar todas las mañanas y espontáneamente; ya no es rutina, entendí que no es algo rígido, ni mental, es algo muy orgánico, entonces, ahora estoy haciendo un ejercicio 390
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
que me inventé con el símbolo de Madre, son doce pétalos y en el centro cuatro. Y Madre habla que para trabajar el yoga en la vida diaria, hay que trabajar ciertas fuerzas, las primeras cuatro fuerzas son los aspectos de la madre, entonces, es aprender a trabajar la perfección en tu vida, aprender a trabajar la disciplina, la sabiduría y la armonía, y de ahí, parten otros, que son los aspectos de la madre: el progreso, la receptividad, la aspiración, la perseverancia, la gratitud, la humildad, la sinceridad, la paz, la igualdad, la generosidad y el agradecimiento. Entonces, yo cada día de la semana, trabajo una: el lunes trabajo receptividad; el martes aspiración; el miércoles perseverancia; el jueves gratitud; y el viernes, humildad. Y así cada uno, entonces, por ejemplo, hoy todo el día trabajo la humildad, eso genera mucho, genera que intente no juzgar a las personas, que por ejemplo, lave los platos, arregle mi casa y prepare la comida con gusto. (Entrevistado 7, comunicación personal, 14 de febrero de 2011)
La práctica de yoga se convierte, así, en una forma de vida, en una práctica que intenta preparar a los sujetos y ofrecerles la experiencia de vivir la vida en el aquí y en el ahora, de la forma más plena y con la mirada más amplia de todas las posibilidades, de todo el potencial de cada momento.
Reflexiones finales La práctica de yoga en su devenir cambiante, de acuerdo a la apropiación y usos que los sujetos hacen de ella, se expresa hoy en la ciudad de una forma particular, distinta a sus formas clásicas. Los numerosos centros ubicados en la ciudad de Bogotá han centrado su oferta en un nivel en el que predominan las técnicas corporales y de respiración para lograr la relajación; idea generalizada bajo la cual, desde el mercado, se presenta al público la práctica. No obstante, el acercamiento y vivencia de la práctica varía de acuerdo al compromiso institucional y ético asumido por sus practicantes, desde la posición de iniciados hasta la de usuarios, los cuales pueden generar diferentes grados de autotransformación. Iniciados que toman códigos éticos del yoga buscan asumir el yug –unión con la esencia– como parte de su cotidianidad, mientras que 391
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usuarios que toman el yoga como una actividad más dentro de sus espacios semanales pueden llegar a ella por simples tendencias de mercado. De tal modo, el lugar del sujeto desde la práctica de yoga varía de forma compleja en la relación con la sujeción y la posibilidad de generar un doblez en ella. Nos obstante, aunque la relación con la práctica se realice mediada por el mercado, el sujeto, una vez inmerso en ella, puede llegar a ahondar en experiencias que trascienden sus motivaciones iniciales y conducirlo a vivencias distintas del cuerpo, de los sentidos y que generan cuestionamientos acerca de su ser en el presente. El desarrollo del yoga como una práctica de sí desde un sentido autotransformador posibilita la ampliación de la mirada y la autobservación de las relaciones de poder en las que está inscrito el sujeto. No obstante, el tránsito de la observación a la transformación de este tipo de relaciones es una tarea que solo asumen aquellos que vivencian la práctica no únicamente desde la técnica, sino desde la ética y la política como un práctica por medio de la cual el sujeto puede experimentar formas de ver y de vivir diferentes a las formas en que los sujetos contemporáneos son gobernados. Asumir el lugar de testigo que posibilitan las técnicas del yoga, permite ver ciertas formas de sujeción cotidianas del mercado y aquellas contemporáneas de gobierno. En este sentido, la práctica genera cuestionamientos acerca de las necesidades reales de los seres humanos, de los tiempos y espacios acelerados e insostenibles bajo los cuales funciona la ciudad, de las formas ortodoxas de la medicina, del funcionamiento exclusivamente intelectual de la escuela. Estas son algunas de las inquietudes que se desatan cuando los practicantes ahondan en el yoga. En el caso de los instructores que se han dedicado al oficio de impartir clases, es notable la pasión con la que se relacionan con su trabajo. La mayoría, ante la falta de oportunidades que ofrece el mundo laboral, paulatinamente se dedicó a las clases de yoga, hasta que lo convirtieron en su actividad central. Ellos transmiten un gusto y realización en su trabajo, que, según sus relatos, radica en parte en la posibilidad de aportar a las otras personas, facilitándoles con la práctica de yoga experiencias de tranquilidad y bienestar. Por último, habría que señalar que así el yoga se practique en grupo, su práctica no genera propuestas éticas y políticas colectivas. De una parte, porque la forma como se aproximan los sujetos a la práctica es 392
Prácticas, practicantes y usos del yoga en Bogotá
individual; de otra, porque para el yoga es imposible una transformación colectiva si el sujeto no se transforma; en términos de Madre: «cambia tú, si quieres cambiar el mundo».
Entrevistas Entrevistado 1. Antiguo practicante Kriya Yoga. Residencia del practicante, Bogotá, 28 de febrero de 2011, grabación digital, 58 minutos. Entrevistó: Yenny Carolina Ramírez Suarez. Entrevistado 2. Antigua practicante de Satyananda Yoga. Residencia de la practicante, Bogotá, 12 de diciembre de 2010, grabación digital, 72 minutos. Entrevistó: Yenny Carolina Ramírez Suarez. Entrevistado 3. Practicante de Satyananda Yoga, Escuela Bogotá, Residencia del practicante, Bogotá, 12 de diciembre de 2010, grabación digital, 35 minutos. Entrevistó:Yenny Carolina Ramírez Suarez. Entrevistado 4. Dharmadeva líder iniciado en la línea Satyananda Yoga. Café Broth, Bogotá, 02 de febrero de 2011, grabación digital, 40 minutos. Entrevistó: Yenny Carolina Ramírez Suarez. Entrevistado 5. Fundadora Happy Yoga, Escuela Happy Yoga. Entrevista Escrita medio electrónico, Residencia del practicante, Bogotá, 27 de febrero de 2011, dos páginas digitales. Elaboró cuestionario: Yenny Carolina Ramírez Suarez. Entrevistado 6. Directora Centro de yoga Atma, Centro de yoga Atma, Instalaciones Centro de yoga Atma, Bogotá, 14 de febrero de 2011, grabación digital, 67 minutos. Entrevistó: Yenny Carolina Ramírez Suarez. Entrevistado 7. Practicante Centro de yoga Atma, Centro de yoga Atma, Instalaciones Centro de yoga Atma, Bogotá, 14 de febrero de 2011, grabación digital, 30 minutos. Entrevistó: Yenny Carolina Ramírez Suarez. 393
Yenny Carolina Ramírez Suárez
Entrevistado 8. Practicante Happy Yoga, Escuela Happy Yoga. Café Broht, Bogotá, 2 de noviembre de 2010, grabación digital, 30 minutos. Entrevistó: Yenny Carolina Ramírez Suarez. Entrevistado 9. Iniciado Gran Fraternidad Universal, Gran Fraternidad Universal sede Bogotá, Residencia del practicante, 8 de febrero de 2011, grabación digital, 70 minutos. Entrevistó: Yenny Carolina Ramírez Suarez.
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