Obligar o animar a leer

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¿OBLIGAR O ANIMAR A LEER? DIEZ PROPUESTAS DIDÁCTICAS PARA EL DESARROLLO EFICIENTE DEL HÁBITO LECTOR EN LA EDUCACIÓN OBLIGATORIA

M. Reyes Domínguez Lázaro reyesdl@hotmail.com Universidad de Sevilla

RESUMEN Entre los distintos retos de la enseñanza obligatoria se encuentra el desarrollo del hábito lector de los alumnos. Es importante que estos lean mucho, bien y por gusto, y que la lectura se consolide y se conciba como una fuente de placer y de enriquecimiento personal permanente. Sin embargo, para que este objetivo sea posible es necesario que los profesores de infantil, primaria y secundaria estén perfectamente coordinados en esta labor de educación lectora. En esta labor de equipo, planteamos diez propuestas didácticas que pueden contribuir al desarrollo eficiente del hábito lector de los estudiantes de la enseñanza obligatoria. PALABRAS CLAVE: propuestas educativas, hábito lector, educación obligatoria. ABSTRACT


Among

the

various

challenges

of compulsory education is

the

development of students' reading habits. It is important that they read a lot, well and happy, and that reading is consolidated and is designed as a source of pleasure and personal enrichment permanently. However, to make this objective possible is necessary for teachers of kindergarten, primary and secondary schools are fully coordinated this work on reading education. In this team effort, we propose teaching ten proposals that may contribute to efficient development of reading habits of students in compulsory education. KEYWORDS: educational proposals, reading habits, compulsory education.

La importancia de la lectura en la formación de los alumnos y en su desarrollo personal es algo incuestionable. En la enseñanza obligatoria, desde la etapa infantil hasta la secundaria, es fundamental conseguir que los estudiantes lean mucho, bien y por gusto, más que por obligatoriedad. Además, cuando el hábito lector está bien adquirido en estas etapas es más que probable que la persona siga leyendo en otros niveles superiores de educación, e incluso, no lo abandonen en absoluto cuando se incorporen al mercado laboral, ya que lo ideal sería lograr que la lectura se consolide y se conciba como una fuente de placer y de enriquecimiento personal permanente. Decimos que esto es posible, si el hábito lector está bien adquirido desde

la

infancia, lo

que

supone

que

hay que

saber desarrollarlo

adecuadamente en infantil, en primaria y, por supuesto, en secundaria. Es un trabajo en cadena, que debe ser coordinado y organizado correctamente en cada una de estas etapas, ya que de no ser así, el desarrollo del hábito lector podría experimentar carencias y no se podría afrontar con garantías. Si atendemos a las distintas estadísticas de lectores, que no siempre son fiables aunque sí orientadoras, observaremos que leen más los niños que los jóvenes, por lo que deducimos que en la enseñanza obligatoria, y concretamente en este camino del hábito lector, ya se van “perdiendo” muchos alumnos. Y lo que está claro, es que una persona que en su juventud no lea, es complicado que se convierta en lector más adelante. El reto para los profesores de infantil, primaria y secundaria es que el hábito lector no disminuya sino que se vaya afianzando con el paso de los


años,

e

incluso

cuando

las

obras

propuestas

vayan

aumentando

progresivamente en complejidad. Para ello, podemos plantear una serie de propuestas que irán adecuándose a cada uno de los niveles educativos mencionados. Aunque existen muchas más, destacamos diez ideas posibles que se pueden poner en marcha en el aula para contribuir así al desarrollo eficiente del hábito lector en la educación obligatoria. Estas son las siguientes: importancia de la selección de las obras, sinceridad en la presentación y

complejidad de los textos,

fomentar los análisis atractivos y motivadores, dar la oportunidad de elegir entre la obligatoriedad, hacerles descubrir la grandeza de los clásicos, sugerir diversas fuentes documentales para que los alumnos busquen y comparen nuevos textos con los estudiados en clase, promover la creatividad del alumnado, incluir obras de otras lenguas o culturas en las adaptaciones y traducciones adecuadas a la edad, hacer uso de las tics y los medios de comunicación como grandes aliados de la animación lectora, y por último, compatibilizar las lecturas con actividades extraescolares atractivas. Por otra parte, y antes de comentar con más detenimiento cada una de estas diez propuestas, debemos señalar también que cuando planteamos el interrogante de si debemos obligar o animar a leer para fomentar el hábito lector de los alumnos, la respuesta ideal sería intentar hacer compatible lo que, a priori, parece irreconciliable. Es decir, por supuesto que hay que animar a leer, pero tampoco podemos olvidar que para educar en la lectura hay que ofrecerles distintas alternativas, y algunas de ellas, necesariamente dentro de una „obligatoriedad‟ de obras afines a sus edades, motivaciones, intereses, etc. Es necesario porque sólo así se puede ir avanzando en la madurez, comprensión escrita y en la complejidad y calidad literaria. Además, si obviamos del todo la „obligatoriedad‟ en el desarrollo del hábito lector y confiamos sólo en la „voluntariedad‟ y la responsabilidad total de los estudiantes a la hora de tomar la decisión de si quieren leer o no, sobre todo a estas edades, corremos el riesgo de que el desconocimiento, la desorientación, el temor o el miedo a no entender lo que se lee, o incluso la pereza o que haya otras actividades que le puedan parecer más atractivas, etc. se impongan como barreras que puedan echar para atrás a muchos chavales a la hora de acercarse a los libros, y por mucho que se les anime, si no se sienten en cierta


forma „obligados‟, pueden no sentir el deseo ni la inquietud de formarse en esta línea de educación lectora, o quizá, también podrían pensar que no es una actividad lo suficientemente importante

para su formación y su desarrollo

personal. Se puede y se debe educar en la lectura en la educación obligatoria, y lo podemos hacer de muchas maneras pero por supuesto leyendo. Esto sería como la persona que quiere aprender a nadar, o quizá le de miedo incluso el agua; se le puede enseñar de muchas maneras pero evidentemente tiene que ser dentro de la piscina y sólo así aprenderá e incluso podrá superar sus temores ganando confianza, seguridad en sí mismo, etc. Con la lectura pasa lo mismo, sólo hay que tener las habilidades educativas adecuadas para saber acercarla, entenderla, disfrutarla, sentirla, y en definitiva, quererla y amarla. A continuación, pasamos a desarrollar diez propuestas que ayudarán al profesorado a trabajar en esta labor de acercamiento y desarrollo del hábito lector en los estudiantes de la educación obligatoria.

1. Importancia de la selección de las obras.

Para desarrollar el hábito lector de una manera eficaz en los alumnos es importante que la tarea previa de selección de obras por parte del profesorado sea la adecuada. Es decir, la selección de las lecturas deben responder a una suficiente calidad literaria pero además deben tratar temas que les motiven, les interesen, se puedan sentir identificados, etc. Además, las obras elegidas por el profesorado deben tener una extensión convincente y, por supuesto, deben ser acordes a las distintas edades y niveles educativos de los alumnos.

2. Sinceridad en la presentación y complejidad de los textos.

Otra propuesta que hacemos para contribuir a la educación lectora es que siempre conviene presentar o comentar antes en clase las distintas lecturas que se proponen a los alumnos para que sepan de qué van, a qué se enfrentan, las páginas que tienen, la complejidad de lectura, etc. A veces, los alumnos pueden pensar que un libro corto, con menos páginas, es más sencillo de leer y no siempre es así, por eso debemos dejar claro si esto influye o no en


la complejidad de la lectura. También hablarles de los distintos argumentos es una manera de conseguir que se puedan sentir atraídos por una obra u otra y sea un elemento motivador para la animación lectora. Y por último, cuanto más sinceros seamos con los alumnos en la presentación de las obras, más posibilidades de éxito tendremos en cuanto a su lectura e interés por parte de ellos.

3. Fomentar los análisis atractivos y motivadores.

En la

medida

de lo posible, intentaremos que los análisis e

interpretaciones que hagamos en clase de las distintas lecturas sean atractivos y motivadores. A veces, trabajar lecturas con demasiado rigor y exhaustividad puede provocar cierta reticencia y desafecto por la lectura literaria, por ello, el sentido de la proporción es un valor importante. Esto no quiere decir que no entremos en profundidad en ciertos aspectos, en ocasiones es inevitable e incluso aconsejable, pero que por regla general hay que hacerlo con medida, sin olvidar que son alumnos de la enseñanza obligatoria y no alumnos de filología. Además, fomentar el trabajo en equipo en los análisis, las comparaciones de las lecturas con situaciones cercanas para ellos, etc. provocará mayor interés y comprensión.

4. Dar la oportunidad de elegir entre la obligatoriedad.

Anteriormente, ya hemos hablado de que la obligatoriedad y la animación lectora podían parecer términos contradictorios. Sin embargo, también hemos dejado claro que la voluntariedad total no es del todo aconsejable y que podía tener excesivos riesgos que los profesores no debían correr. Por ello, una propuesta interesante sería darle la oportunidad a los estudiantes de elegir entre varias lecturas dentro de una serie de obras previamente seleccionadas por el profesor en función del nivel educativo, calidad, intereses, etc. Ni que decir tiene que al margen de estas lecturas „obligatorias‟ propuestas, serán bien recibidas cualquier otra voluntaria que los estudiantes deseen leer como complemento a las anteriores ya sea por gusto,


interés, etc. De hecho, conviene premiar este tipo de iniciativas en la evaluación motivando mucho más a los alumnos en la educación lectora.

5. Descubrir la grandeza de los clásicos.

La literatura infantil y juvenil es muy aconsejable en los años previos de la secundaria, aunque en los últimos años de la enseñanza obligatoria no pueden considerarse la única fuente de lectura de obras completas. Los profesores debemos aspirar a que en estas edades afronten la lectura de obras más complejas y calidad literaria. Pero este acercamiento hay que hacerlo siempre buscando títulos atractivos y con distintos grados de complejidad para que los alumnos vayan adquiriendo progresivamente una mayor destreza en sus habilidades lectoras.

6. Sugerir diversas fuentes documentales para que los alumnos busquen y comparen nuevos textos con los estudiados en clase.

Por limitaciones lógicas de organización del curso y de tiempo, no siempre se pueden tratar todos los autores ni todas las obras. Sin embargo, a veces los propios alumnos pueden sentirse atraídos por una obra o un autor concreto y sentir el deseo particular de leer más al respecto. En este sentido, conviene alentarlo en esta línea e invitarlo a que busquen nuevas obras, nuevas versiones, etc. Debemos incentivarlo y, por supuesto, premiarle cualquier actividad voluntaria que propongan para ampliar su educación lectora.

7. Promover la creatividad del alumnado.

La imaginación y la creatividad de los alumnos debemos estimularlas en toda la enseñanza obligatoria. La creación de un taller literario, realizar lecturas de textos escritos por otros compañeros, escribir una historia en cadena y tener que leer previamente lo que ya está escrito, leer y escenificar obras en clase o en un salón de actos, etc. son sólo algunos ejemplos de las múltiples


actividades que podemos poner en marcha para favorecer la imaginación y la creatividad, así como el desarrollo del hábito lector de los chavales.

8. Incluir obras de otras lenguas o culturas en las adaptaciones y traducciones adecuadas a la edad.

La interculturalidad es uno de los fenómenos que en los últimos años está adquiriendo mayor presencia y reconocimiento en las aulas. Por ello, una propuesta interesante que podríamos plantear para el desarrollo del hábito lector de los alumnos es trabajar y darles la posibilidad de conocer obras de otras lenguas, culturas, etc. Se trata de una actividad muy enriquecedora llena de virtudes y valores por lo que sería muy recomendable ponerla en práctica en todos los niveles educativos con las lógicas adaptaciones y posibilidades.

9. Hacer uso de las tics y los medios de comunicación como grandes aliados de la animación lectora.

Las nuevas tecnologías y los medios de comunicación son dos grandes aliados de la enseñanza del siglo XXI. No podemos pasar por alto su enorme influencia y que las nuevas generaciones de estudiantes son auténticos “nativos digitales”, han nacido y crecido rodeados de tecnología, ordenadores, medios de comunicación… Además se sienten muy atraídos por todo este mundo, de manera que aprovechar todo este potencial y la infinidad de recursos provenientes de las TICS, internet y los medios de comunicación en general son tareas imprescindibles en el desarrollo del hábito lector de los estudiantes de hoy. Curiosamente, la red ha provocado que los niños y los jóvenes de esta época sean precisamente los que más lean y escriban, otra cosa es el qué y el cómo lo hagan, pero las redes sociales, los buscadores, los blogs, etc. han contribuido notablemente a que se incrementen las horas que los estudiantes pasan leyendo delante del monitor. Quizá, uno de los retos de los profesores de ahora sería aprovechar este filón para trabajar la comprensión lectora, la interpretación correcta, etc. Todo un sinfín de posibilidades que no podemos ni debemos pasar por alto.


10. Compatibilizar las lecturas con actividades extraescolares atractivas.

Finalmente, la última de las propuestas que planteamos para contribuir al desarrollo del hábito lector en la enseñanza obligatoria es la combinación de las lecturas propuestas en clase con distintas actividades extraescolares interesantes y atractivas que motiven a los alumnos. Por ejemplo, invitar a clase a un escritor de literatura juvenil para que ellos puedan conocerle y hacerle preguntas, visitar un museo literario o casas de algunos autores consagrados (por ejemplo: la de Lorca en Granada, la de Juan Ramón Jiménez en Moguer, la de Alberti en El Puerto de Santa María, etc.),

hacer

escenificaciones en el salón de actos del centro, lecturas en voz alta en una radio escolar, un recital de poesía en rincones literarios emblemáticos, etc. son algunas de las actividades de una larga lista de posibilidades llenas de imaginación, creatividad y originalidad. Todo para un único fin, que nuestros alumnos lean, y lo más importante, que disfruten haciéndolo.

BIBLIOGRAFÍA RECOMENDADA

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