PREGON DEL CCL ANIVERSARIO FUNDACIONAL DE LA HERMANDAD DE LA DIVINA PASTORA DE CANTILLANA Pronunciado por D. Francisco Montero Galvache 5 de Mayo de 1970.
A MAYOR GLORIA DE DIOS NUESTRO SEテ前R Y DE LA MADRE DEL BUEN PASTOR, DIVINA PASTORA DE NUESTRAS ALMAS
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Índice Índice …………………………………………………………………………………………………………. Pág. 2 Prologo ………………………………………………………………………………………………………. Pág.3 Montero Galvache ……………………………………………………………………………………... Pág.7 Pregón del CCL aniversario fundacional……………………………………………………. Pág.14 Introducción…………………………………………………………………………………………..…. Pág.15 Cantillana, trono de la Alegría……………………………………………………………………. Pág.16 Pastora del camarín del cielo……………………………………………………………………. Pág.22 Pastoreña oración preparatoria…………………………………………………….…………. Pág.28 Bajo tu sombra, Pastora ………………………………………………………….………………. Pág.33 Pastora, Romera Mayor de Cantillana…………………………………………….………. Pág.40
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Prologo El año de 1970, la hermandad se disponía a celebrar el CCL aniversario de la fundación de la misma. Para tal acontecimiento se programó la celebración de varios actos y cultos de carácter extraordinarios, culminando con la visita de forma extraordinaria de la Divina Pastora a su Ermita de los Pajares. Los actos se iniciaron el día 5 de mayo con un bellísimo pregón a cargo del Ilustre Académico y Literato don Francisco Montero Galvache. Tras el acto la imagen de la Divina Pastora estuvo expuesta en devotos Besamanos en la Iglesia Parroquial. El Solemnísimo Triduo dio comienzo en la Parroquia el día 7 del citado mes, oficiando la Santa Misa con homilía los dos primeros días del mismo, los Excmos. y Rvdmos. Srs. Obispos de Huelva y Jerez de la Frontera, don Rafael González Moralejo y don Juan Antonio del Val Gallo, respectivamente. El tercer día ofició y predicó el Reverendísimo Padre Fray José María de Pozoblanco, Ministro Provincial de la Orden Capuchina tan vinculada con la Hermandad. La culminación del Triduo tuvo lugar el día 10 de mayo con una Solemne Función, celebrada por el Ilustrísimo Señor don José Sebastián y Bandarán, y en la que estuvieron presente con sus respectivas Insignias todas las Hermandades de la Divina Pastora, establecidas en Sevilla y su Archidiócesis, y otras muchas de gloria y penitencia. El día 8 de septiembre de ese año, fiesta principal de la Pastora Divina, ofició la Misa de Pontifical el Señor Cardenal Arzobispo de Sevilla, el Emmo. y Rvdmo. Sr. Dr. don José María Bueno Monreal, quien además, dio su consentimiento para que como colofón al CCL aniversario fundacional se llevase nuevamente la venerada imagen de la Santísima Virgen a su Santuario, durante la tradicional Romería el 30 de septiembre.
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También, con ocasión de estos actos conmemorativos, les fueron ofrecidos los cargos de Hermano Mayor Honorario y Camarera de Honor, respectivamente, a los posteriormente Reyes de España, entonces Príncipes, SS. MM. Don Juan Carlos I y Dña. Sofía, cargos que aceptaron, haciéndoseles entrega de los títulos correspondientes, en audiencia privada celebrada el jueves 14 de enero de 1971 en los salones del Palacio de la Zarzuela, de manos de miembros de la Hermandad desplazados a Madrid con tal fin. S. M. El Rey concedió a la corporación pastoreña el título de Real. Aquellas celebraciones extraordinarias marcaron todo un hito en Cantillana, hasta el momento ninguna corporación había celebrado una efemérides con brillantes actos extraordinarios y tanta magnificencia, destacó la estampa novedosa de la venerada Imagen de la Divina Pastora presidiendo el Altar Mayor de su parroquia en la carreta de plata durante el triduo de mayo, preciosa escena que causo gran impacto en el pueblo y que luego otras corporaciones intentaron imitar. La hermandad quiso dejar constancia en aquel año extraordinario del bagaje histórico de la misma y del pueblo en el que se asienta, y así el Doctor Daniel Pineda Novo escribe el libro “Historia del Condado de Cantillana y de la Hermandad de la Divina Pastora”, gran trabajo imprescindible para conocer la historia de Cantillana y base de estudios posteriores para conocer la corporación. Daniel Pineda Novo se vinculó en aquellos años con la Hermandad, fue uno de los artífices años antes del acto de coronación de las romeras mayor e infantil de la Romería y realizó varias publicaciones en periódicos y otros medios sobre la Pastora de Cantillana a la que también escribió poemas y letras de sevillanas. Grato recuerdo dejó el impresionante pregón del CCL aniversario, pronunciado por el conocido poeta Francisco Montero Galvache, bellísimo monumento literario a la Devoción
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Pastoreña de Cantillana que contiene los que quizás sea los versos más hermosos que se le han dedicado a la Reina de Cantillana, versos insuperables hasta el momento que aun hoy cobra actualidad. La mera lectura de los mismos llega a emocionarnos y a tocar en el fondo de nuestra alma. Tras cinco años de andadura, este medio de comunicación y difusión de la Devoción Pastoreña que se configura como el máximo espacio de la red dedicado a la Divina Pastora, quiere ofrecerle a todos sus seguidores la oportunidad de leer y escuchar íntegramente este bellísimo pregón, que las generaciones actuales que no pudieron disfrutar del mismo y las generaciones futuras puedan disfrutarlo y sepan valorarlo. Finalmente, los administradores generales de Yo soy Pastoreño, queremos manifestar públicamente la más profunda gratitud al equipo de colaboradores que se ha encargado desde hace prácticamente un año a la masterización y digitalización de un antiguo cassette que contenía la grabación del mismo, y posteriormente le han dedicado decenas de horas a trascribir todo el pregón, arduo trabajo que hoy ve la luz y se pone al alcance de todo aquel que lo desee. Estamos ante la que sin duda es la obra cumbre de la literatura pastoreña, el pregón de los pregones, modelo y referente para todos los que posteriormente se hicieron. Frases y versos que se han convertido en referentes de los pastoreños para describir las fiestas y los sentimientos más profundos de nuestra devoción.
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Francisco Montero Galvache Fue Montero Galvache una figura de cálidos y variables acentos, una figura inquieta y abierta que no puede reducirse a un solo plano, y que no conviene apartar o arrumbar, como si su obra y trayectoria no merecieran mayor interés. Nacido en San Fernando el 8 de mayo de 1917 Montero Galvache concluyó en 1942 sus estudios de Filosofía y Letras en la Universidad de Sevilla. Desde muy pronto sus inquietudes literarias le llevarán a fundar y dirigir en Jerez – otra ciudad a la que estuvo desde siempre muy vinculado- la revista literaria Cauces. En ella formaron parte activa en estos comienzos Francisco y Pedro Montero Galvache junto a José Hernández Rubio. Nace esta revista en junio de 1936 en una fecha cronológica ciertamente comprometida ya que poco después estallaría la guerra civil que vino a escindir tan brutalmente a España. Cauces era una revista mensual que tuvo una vida bastante larga, gracias, en parte, al respaldo económico que tuvo por parte del industrial González Byass. Cauces duró en su etapa jerezana 62 números y dio cabida en sus páginas a numerosos poetas andaluces, teniendo como modelo la revista Isla que dirigía Pedro Pérez- Clotet y que siempre fue la revista gaditana de referencia para todas las que vinieron después, incluidas Platero y Caleta impulsadas, respectivamente, por Fernando Quiñones y José Manuel García Gómez. Curiosamente en el primer número de Cauces colaboraron Federico García Lorca y José María Pemán, a los que la guerra civil terminaría marcando y oponiendo, cuando la poesía de Pemán tuvo entre sus referencias fundamentales al poeta granadino, pero lo político siempre ha preponderado a la hora de juzgar y ubicar a ambas figuras. El segundo número
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de Cauces estuvo dedicado al poeta Garcilaso de la Vega. Con el estallido de la guerra la revista se iría politizando y llenando de la retórica providencialista y épica de su tiempo, con exaltación incluida del bando que finalmente resultaría vencedor. En cualquier caso hay que destacar el planteamiento original de la revista, luego frustrado por la coyuntura, y ese planteamiento inicial es el que da buena medida del espíritu emprendedor de Montero Galvache. Además del fundador y director de Cauces hay que mencionar al Montero Galvache periodista que fue Premio Nacional de Prensa en 1943 y que dejó su firma en los diarios Ya, La Vanguardia, Fe, ABC o España. También dirigió en Radio Nacional de España en Sevilla el recordado programa literario Almena. Fue director del diario jerezano Ayer, de la revista Gala y de la delegación en Jerez del ABC de Sevilla. En 1941 se estrenó como poeta con un libro titulado Huerto Cerrado que fue prologado por el arcense José de las Cuevas y una década después publicó dos novelas que obtuvieron cierto eco crítico. De un lado El mar está sólo, finalista del Premio Nadal en 1950, y de otro Las manos también lloran que vio la luz en junio de 1958. Son dos novelas engarzadas en un entorno popular, escritas con buen pulso y en las que destaca la aguda captación de ambiente y personajes. El Nadal de 1950 fue un certamen polémico en el que la escritora Elena Quiroga se terminó imponiendo a Montero Galvache con una novela titulada Viento del Norte. En cualquier caso fue uno de los momentos de mayor prestigio de la carrera literaria del escritor y orador isleño. Montero Galvache iría progresivamente abandonando las facetas literarias, mucho más exigentes, todo sea dicho, para ir creciendo como pregonero, orador y conferenciante. Siempre dominará la palabra, no la maltratará, y sus pregones y exaltaciones líricas serán siempre ejercicios de admirable transparencia, modélicos en muchos sentidos, y que debieran marcar el patrón para todo aquel que decida hacer un pregón. En sus disertaciones las adjetivaciones serán siempre precisas, el verbo justo, delicado, y las
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estampas evocadas serán perfectamente engarzadas al contenido, a la vivencia de lo que se pretende expresar. Nada de aspavientos, de gritos o llantinas innecesarias y forzadas. En Montero Galvache la palabra cantada y declamada no necesitará de artificios ni de búsquedas del aplauso más fácil. Sus pregones abruman, por su cantidad y calidad. El hecho cuantitativo no fuerza a que la prosa y el verso declamado de Montero Galvache pierdan pie, si no todo lo contrario. Una lectura atenta al voluminoso Cantando a mi provincia, que editara en 1975 el Instituto de Estudios Gaditanos y que recoge buena parte de la actividad pregonera del escritor de San Fernando en Cádiz y provincia, revelan que Montero Galvache se reinventa a sí mismo, que no se repite, que como dice el prólogo o pórtico de Jesús de las Cuevas, cada pregón tendrá un enfoque diferente, aunque vuelva a pregonar varias veces la misma Semana Santa de una ciudad o pueblo. Montero Galvache convirtió un género menor, de escasa inventiva en líneas generales, en algo digno y riguroso. Sus pregones son numerosísimos y tienen en 1959 uno de sus hitos fundamentales, pues fue ese el año en el que pregonó la Semana Santa de Sevilla. En Cádiz y provincia la estela pregonera de Montero Galvache es larga y memorable. La Semana Santa de Cádiz fue cantada por el fino y claro orador de la Isla en dos ocasiones. La primera el 13 de marzo de 1960 en el Teatro Falla en un pregón que organizó la cofradía de La Columna. En aquella ocasión lo presentó otro gaditano singular, poeta para más señas, Miguel Martínez del Cerro. El segundo pregón de la Semana Santa de Cádiz lo ofreció en el Teatro Andalucía un Domingo de Pasión del año 1974. En ambos pregones dejó un buen conjunto de versos dedicados a las imágenes de nuestra Semana Santa, versos que a modo de breve antología quiero ir citando en este recorrido por su obra. Cádiz es, ya lo dijo en numerosas ocasiones José Manuel García Gómez, mar morado en el verso de Juan Ramón Jiménez, y es dédalo de calles marineras en la palabra de
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Montero Galvache. Las calles que van a dar a ese mar, tibio oleaje de acentos, de lunas y de arenas sedientas de estrellas. Es el mar de su familia marinera el que preña su palabra, su voz y su expresión. Por eso cantarle a la Semana Santa de Cádiz es también cantarle a la sinfonía del mar que enmarca las imágenes dolientes de Cristo y de María. Fernando Quiñones hablaba de Cristos Atlánticos y no le faltaba razón. Porque es el mar el que personaliza y da su particular fisonomía y aroma a la Semana Santa gaditana. Junto al mar están los barrios, la singular imaginería de las calles, la arquitectura airosa y blanca, las citas históricas y literarias que vienen a encauzar y a dibujar la prosa firme del orador isleño. Y de pronto, junto a esa prosa límpida, van sucediéndose versos que reparten su luz devocional, su savia eterna hacia las imágenes de la Semana Santa gaditana. Luis García Gil Publicado en Cádiz Cofrade (www.cadizcofrade.net)
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“En literatura, como en música, no admira quien más oye, sino el que piensa en lo que escucha, que es lo que me pasaba con Francisco Montero Galvache, el orador que mayores frutos le sacaba a cada frase; el pregonero que redondeaba la circunferencia de las palabras con ligereza para censurar pero con generosidad para definir; el escritor que tuvo que hacer grandes esfuerzos de creatividad e imaginación en la búsqueda de nuevos pensamientos, y, en suma, el poeta cuyos versos estaban a la altura de sus hechos.”
Manuel Martin Martin (el Mundo 29/09/2014)
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Preg贸n del CCL aniversario fundacional de la Pontificia, Real, Ilustre, Franciscana y muy Antigua Hermandad del Santo Rosario de la Divina Pastora de las Almas y Redil Eucar铆stico de Cantillana.
Pronunciado por Don Francisco Montero Galvache Cantillana, 5 de mayo de 1970.
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INTRODUCCIÓN Queridísimas Autoridades, Representaciones, Presidente de la Hermandad de la Divina Pastora. Queridos cantillaneros y queridos pastoreños. Muchas gracias Daniel, por las palabras tan finas, tan literarias, con que has tenido la amabilidad de recoger los aspectos más ensalzados, sobre todo es cuanto me alegra más, con la dedicación mariana de mi vida y de mi palabra a través de las distintas advocaciones de la Virgen por las tierras de España. Dios te pague tan generoso introito y a vosotros os doy las gracias por vuestra atención y deseo que mientras dure mi discurso unáis los sentimientos más entrañables que aquí me traen, ante esa preciosa Divina Pastora que vengo a cantar con toda mi alma.
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CANTILLANA, TRONO DE LA ALEGRÍA
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CANTILLANA, TRONO DE LA ALEGRÍA Un pregón de la Divina Pastora no puede empezar por la Pastora misma y menos aún, si el pregón a esa Virgen bonita y pastorera se pronuncia en Cantillana. Hay que rodearla, como dándole poéticamente, una coba celestial. Luego subirá el cántico al Camarín, como después se ira también la palabra de Romería siguiéndola por el mismo camino por donde Ella procesiona. Cuando vengo a la tierra de Cantillana pienso primero en el nombre bajo el que está la Pastora. Permitídmelo cantar: Cantillana. Llamarse Cantillana, líricamente es llamarse alegría. La alegría está aquí alzada rotundamente en su propio nombre. Tengo que cantarlo antes de acercarme a María, pero tengo que cantarlo glosando previamente la puerta del nombre que es mayo. Mayo es el mes floral de la Virgen. No hay cancionero antiguo que no rinda sus mejores arpas a mayo. “A cantar el mayo,/ Señora, venimos”. Lo que ocurre es que tenemos que cambiarle a la canción la invocación y entonces queda como transcrito, al cantillanismo diciendo: “A cantar el mayo,/ Pastora, venimos”. Mayo es el mes en que los novios se cruzan ramos de flores en los viejos pueblos de España. Todavía mayo, en sus fiestas, se llena de mástiles por los que trepan cintas y frutas para cantar la gracia virginal de María. Roma simbolizaba mayo en una muchacha ataviada de flores. “Comenzamos a cantar, – dicen los cancioneros– el día de la Santa Cruz”. Mayo, fijaos bien, la “hechura” de abrazo que tiene se llama un río del Cauca de La Sonora mejicana. Mayo se llama una minita de sal que hay en la Jaura de la India. Mayo es plata repujada en Florencia, en Pitti; en la galería; y la orfebrería labró casitas de pastores, almendros floridos, ovejas, como un himno triunfal al “pastorismo” celestial de la oración. Mayo es el mes que la poesía del mundo elige. “Y al tocar esparcía/ –decía Valle Inclán– aromas del rosal/ de la Virgen María”. Pérez de Ayala cantaba que “En la cima del almendro, repicaba el jilguero”, pero luego Luís Rosales decía: “En el aire de mayo, pensativa/ nació la luz y la encontró agraciada”. Pemán, mi paisano, en su “Serranilla”, al cantar el trigo casi naciente decía: “Y en flor está la pradera y los tomillos en flor”. Por esta luz de mayo, todo me suena a Cantillana; la rosa, el pájaro, la campana, la luz, la gracia, la oración, la alegría, todo
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parece que repite el nombre, “Cantillana”. Para que su tierra tenga corazón de agua, está cerca del río grande, del Guadalquivir, por el que dicen olés los ríos, desde la distancia, Córdoba y Sevilla. Por algo, las viejas crónicas de los oficios romanos y árabes, hablan de los “barqueros de Cantillana que iban hasta Córduba”. Cantillana es un nombre que respira sobre una meseta, dicen los geólogos, y en ese río grande, vierten aguas pequeñas camperas y frutales su Viar, su Garcipérez, su Trujillo, con sus oros candeales, verdes viñas y olivíferos de las distancias. Bajo este mayo, ya puede el corazón abarcar el nombre cantillanero. Que si fuera la Ilipa aquella que decían Flores y Ceán; si fuera la Banilipia, de Rodrigo Caro; si fuera la Ilipalia, de Serrano Ortega o si fuera, como parece que sí, la Naeva, desde Confor a esos colosos sevillanos de la Arqueología que son Hernández, Corbacho y Collantes. Qué más da. Qué más da la especulación, porque la verdad es que todo permanece aquí testimonialmente y Cantillana fue de la Cruz antes que lo fuera Sevilla, y cartas hay en los archivos más linajudos, según las cuales el Rey Santo, al tomarla, dijo: “Sea Cantillana heredat para siempre”. Cantillana tierra en la que Arzobispos de la fama de un don Gonzalo de Mena o de un don Diego de Anaya, soñaron para que fuese tierra de la última misericordia divina en su tiempo mortal. Cantillana filipense y condal de los Vicentelos de Leca, de cuyo señorío ahí siguen piedras testimoniales sobre la Alameda. Cantillana, mármol, por tres veces lápida en Hübner. Cantillana retablo de oro, Cantillana altar de soledad, Cantillana, oración, y en la Asunción, talla finísima de Jerónimo Hernández, y en el tesoro, ostensorios, portapaz, y sobre todo ello, esa ofrenda, con que se dice: “A MAYOR GLORIA DE DIOS Y HONRA SUYA”. Cantillana está ahora, a la puerta de mayo, en la plenitud de su primavera, riente y clara, blanquísima y fragante, repicando, resonando entre canciones populares, entre juventudes que se alegran en María en la eufonía del nombre. Nombre llano, grave, silábicamente tan musical como otras palabras que son también maravillas fijaos: esperanza, la Pastora, Cantillana. No hay más que escribir sobre las cuatro sílabas de la común hermosura. Nombre tan propicio a la oración como a la copla. Nombre que tiene como cola de faralaes, como garbo, como ritmo de verónica, también Cantillana. Y es al nombre, lleno de los mejores mayos de la palabra y
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de la música, al que yo quiero ahora, antes de entrar a ver a la Divina Pastora, decirle aquí junto a vuestra alegría poéticamente: Aires y flores, Pastora de las salves y las almas,
desde sus orillas áureas, en las que Roma abandera
bajo los cielos de mayo,
jubilarmente su fama
al pie de tu nombre cantan
con las reliquias insignes
que el Ángel de la Alegría
de sus viejas argamasas.
tiene trono en Cantillana.
La tradición y la historia
Mayo se viste de cruces infinitamente blancas,
béticamente te aclaman.
sobre el florido y hermoso
Que si Ilipa o si Naeva,
adagio que le da fama,
si Basilipa o Ilipalia…
para pedirle licencia
¡Qué mas da si lo que es cierto
a su Pastora adorada,
es que el laurel de tu fama
y cantar con ella el gozo
tiene un verdor que no muere
de su aroma en Cantillana.
en tu sombra milenaria!
Todo te besa y te nombra
Quiso la misericordia
cantillanera fragancia.
que fuera tu suelo casa
Te nombra el Guadalquivir
donde arzobispos hispálicos
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tuvieran muertes en gracia
y pájaros en tu gracia¡
tañendo tus campanarios
Cantillana, filipense
–ángeles de sus mañanas–
y condal, atravesada
por don Gonzalo de Mena
en su Alameda de almenas
y por don Diego de Maya.
sobre las que montan guardia,
A tus barqueros del río
como en tu escudo el castillo
dicen que aquí les guardaban
y el guerrero con su lanza,
gremiales intercesiones
las lanzas del señorío
de patronos sus barcazas,
sobre tu nobleza blanca,
mientras subían a Córdoba
al pie de los Vicentelos
sus velas y proas romanas.
de Leca, sol de tu fama.
Aires y flores, Pastora de las salves y las almas,
Por los taludes del río sueñan estucos y lápidas
bajo los cielos de mayo
y rumores de acueductos
al pie de tu nombre cantan
por tu Recache te cantan.
que el Ángel de la Alegría
“A mayor honra de Dios”
tiene trono en Cantillana.
dicen que fueron alzadas
¡Cómo repican claveles
las curvas de los torales
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donde tu Asunción se aguanta
diciendo que en Cantillana.
dándole a los horizontes
Dicen los pintores: ¿dónde
su saludo de campanas.
hay paleta de más gracia?
¡Qué bien los retablos cubren
Y se abren los colores
con oros tu fe cristiana!
diciendo que en Cantillana.
¡En tu nombre suena todo
Dicen los árboles: ¿dónde
el mundo de la palabra!
hay más luz para mis ramas?
Dice la blancura: ¿dónde
Y se abren hojas y troncos
nace mi blancura santa?
diciendo que en Cantillana.
Y se abre el mediodía
Y mientras, sigue la copla
diciendo que en Cantillana.
canta que te canta y canta
Dice el azul que de dónde
diciendo todos los rumbos
nace su luz tan diáfana.
de la rosa sevillana:
Y se abren las auroras
Aires y flores, Pastora de las salves y las almas,
diciendo que en Cantillana. Dice el río que de dónde
bajo los cielos de mayo, al pie de tu nombre cantan
le viene el sol a su agua.
¡que el Ángel de la Alegría
Y se abren las orillas
tiene trono en Cantillana!
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PASTORA DEL CAMARÍN DEL CIELO -22-
PASTORA DEL CAMARÍN DEL CIELO Para un escritor, lo sabéis, decir “cantillanero” es decir “pastoreño”. En muchos sitios de España si se pregunta: ¿de dónde es usted? Y se dice: “soy pastoreño”, se presiente, se localiza y se sabe que es de Cantillana. El pregón va a acercarse entonces a la Pastora. Y tiene que oírlo por dentro, porque ¿qué es la Pastora? Ya se sabe –sí– que es una advocación preciosa de la Virgen. Toda la teología salvífica, todo cuanto lleva a Dios, tiene siempre una emocionante presencia bucólica y pastoral. Es como si Dios hubiera creado, como necesariamente cruzable, atravesable, un camino para la vida eterna que va y atraviesa por la vía bucólica o eglógica o pastoral. El Papa es el Supremo Pastor. La obediencia es un dulce pastoreo dirigido. Lo más bello de la oración es el fruto de obediencia. Ovejas y corderos símbolos son de esa obediencia. Aquí, en Cantillana, Claudio de Trigueros fundó el “Redil Eucarístico”. Se va entrando en el nombre de la Pastora, incluso por todas sus orillas, porque de la palabra Pastora o pastoral, está llena la tierra. Pastor el Prelado, pastor el cura, pastor con el cayado de la palabra y el ejemplo sobre la cerviz del hombre. Habéis tendido al mundo un gigante abrazo consolador y místico con un nombre que se repite continuamente por la tierra y en la cultura. Hubo en el XIX un embajador alemán que se llamó Pastor y fue ante la Santa Sede enviado de su país, y espiritualmente de la Europa cristiana. Su “Historia de los Papas” es fundamentalmente, básica en el conocimiento de la estirpe pontificia. Eso, por ejemplo, en la vía diplomática. Pero, ¿y en la poesía? Hubo un Pastor que fue llamado “Príncipe del Romanticismo”. Pero, ¿y en la santidad? Hay un San Pastor muerto, de niño, en trance de martirio. De niño, es decir, como ese leve y rosado Pastorcico del Camarín de la
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Pastora, tan gracioso y tan angélico bajo su pellica blanca. Pero, ¿y en la pintura? Hay un lienzo de Dawis que es una bellísima apología del pastorismo. En él, los mismos colores que rodean la Pastora: tornasoles de los celestes, del blanco lanero, del amarillo, del verde montaraz, de campo, de hojita de árbol temblando en la amanecida. Pero, ¿y en la lengua Castellana? Porque hay un verbo evangélico: “pastorear”. Y decía San Juan de la Cruz: “A las aves ligeras,/ montes, valles, riveras,/ aguas, aires, ardores…”. ¿Y en la botánica? Hay una planta que se llama así, “Pastora”. ¿Y en la Hispanidad? Un lago de la Alvear argentina se llama Pastora, y una villa Mejicana en San Luis de Potosí se llama Pastora, y una mina de plata, en el Perú, se llama “Pastora”, como la Pastora de Cantillana. Wateau pintó la danza de su Primavera de modo que parecía pintada como en la Alameda, o en los alrededores del Llano, paseando bajo la luz poniente. Así está en el Camarín, en esa a modo de sala de estar, de vivir, que tiene al mismo tiempo algo de casa, de terraza, de campo, de jardín pequeñito. Ya sabéis, ¿para qué repetir lo que vosotros mismos conocéis desde hace tiempo por fe y por devoción? Recién nacido el XVIII, en la Natividad de la Virgen de mil setecientos tres, es decir, tronando en España el huracán de la Guerra de Sucesión, había en Sevilla, en su casa de Capuchinos, un fraile, Isidoro, que vio a la Virgen en una aparición maravillosa. La vio sobre un montecillo, lo que aquí llamaríais “el Risco”. Llamó a un pintor, Miguel Alonso de Tovar, y le dijo: “Mira, Miguel. He visto a la Virgen. Quiero que la pintes como la han visto mis ojos”. Y le contó que se le había aparecido llena de hermosura, sobre una peña, sobre un risco, rodeada de ovejas, ovejas que le iban llevando rosas en la boca. Fray Isidoro abriría luego los mayores ámbitos a la devoción pastoral. Y fundo aquí. Ya lo sabéis. Luego, Roma dispuso las reglas. Y a Pío VI, trescientos Obispos le pedirían que alzara Fiesta Litúrgica la fiesta de la Pastora. Y Roma dijo sí. Y la Pastora, ya con casa en Cantillana, saltó océanos y tierras, y emprendió las Américas, y rodeó, como una especie
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de paralelo del Ave María, al mundo abrazándolo. Felipe V, pastoreño. Fernando VII también. El “pastoreñismo” lo cubrió y abanderó todo del Pueblo al trono a través de toda la emoción de la vida de España. Pueblo, cortes, tronos, coronas, cetros, campo, dolor, gozo, muerte, vida y ahí está en el Camarín. Y está y así quiero yo cantarla. Luego iremos a los cultos, al Redil, al Risco, a la Procesión, a la Romería… Sí, pero vamos sin demasiada prisa, porque es pura gloria de verdad, hablar de la Pastora: ¿qué son nuestras madres sino pastoras de nuestra fragilidad? ¿Qué son las novias del mundo sino pastoras de la ilusión? ¿Qué son nuestras mujeres sino pastoras de toda mitigación, en todo dolor y pena y compañía? Ahí está en el Camarín. “Yo doy a mis ovejas la vida eterna” dice arriba. Finura del almendro, rozándose en la embriaguez de la pureza y la flor. Almendro color de inocencia. En flor, –¿lila o rosa? – que se enreda en la corona de estrellas. Una mano de la Pastora acaricia una oveja que entorna mansamente los ojos, como cuando nos acaricia el estado de gracia. A la otra mano, el báculo, a cuyo centro se abraza, sabéis, como no queriéndolo dejar, un ramo de flores. Brillan en oídos, cuello y muñeca las joyas de la familia Solís. A los pies de la Pastora, el Pastorcillo, bajo esa pellica, el cayadillo leve, el báculo aprendiz, a la mano soñando con que le procesionen los niños cantillaneros. Abajo, las ovejas, fieles como las criaturas sobrenaturalizadas. ¡Qué bien ha pintado, al fondo, José María Labrador, el paisaje, la Iglesia, el pueblo, las casas! A la puerta, la cerámica trianera de Rejanos, con su pareja de fustes salomónicos, con su texto oferente y con su alfarería mariana. Allí está. La cara morenita leve, casi rosa, de morena en trance, tan campera, venturosamente madre. ¡Qué sol la cubre! ¡Y qué maná de rumores alimenta su desvelo pastoril! Pastora, sí. Y entonces la palabra del pregonero, purificándose en jazmín y nardo, va a decirle por cantillanera y por pastoreña:
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¿De qué está llena, Pastora,
que tienes a Cantillana
la alameda de tu frente?
cegada por tu hermosura?
¿De que misteriosa fuente
Dímelo. Que yo después saldré a tu pueblo cantando
te viene el rumor, Señora,
tu secreto, y pregonando,
con que se hace sonora
que de tu frente a tus pies
tu hermosura pastorera?
corre un secreto que es
Dímelo Tú, de manera
secreto a voces, María,
que cuando yo se lo diga
porque toda la alegría
a tu pueblo, me bendiga
de tu gracia pastoreña,
la gente cantillanera.
no es más que el cielo que sueña
Dímelo, Pastora, aquí.
dentro de tu mediodía.
Al pie de tu monte leve,
Dentro de tu mediodía,
no sé si de rosa o nieve.
cielo que está ensimismado.
Dímelo, Pastora, a mí.
Así que Dios se ha quedado
¿De dónde te viene, di,
soñando en tu angelería.
gracia de tanta finura?
Y como Tú, Madre mía,
¿De dónde tanta blancura,
eres el cielo bendito,
Pastora Divina, mana,
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lo que en tu nombre está escrito,
que te están soñando a Ti.
es que contigo, Pastora,
Pastora. Dinos que sí.
se está, soñando, en la aurora
Que por el celeste vuelo
que lleva al sol infinito.
de tu nombre terciopelo,
Dánoslo, Pastora, así.
cuando se acabe la muerte,
En tu Camarín de flores.
¡podrá Cantillana verte
Dáselo a los soñadores
en tu Camarín del cielo!
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PASTOREÑA ORACIÓN PREPARATORIA
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PASTOREÑA ORACIÓN PREPARATORIA. Y entonces Cantillana le reza. Primero en el Altar de cada pecho, en el Camarín de cada vida. Con la Pastora se está a toda hora. La oración que bajo esta luz de mayo se hace Triduo y Besamanos, le pide y le reza con los más puros sabores de la confianza. Ante la Virgen, que tiene en su gracia imaginera el arte pastoreño de Bernardo Gijón, el alma de Cantillana ha ido enriqueciéndose a través de los tiempos. Las fechas y los sucesos se alzan como mástiles llenos de banderas. ¿Qué deciros? Ahora, por ejemplo, se cumplen ciento noventa y nueve años de aquel día en que recibieran los frailes franciscanos de Villaverde, las gentes del Rosario de Belén y del Rosario de la Pastora. Fijaos. Vale la pena. Como fray Isidoro era, por Capuchino, Franciscano, y había fundado aquí la Hermandad de la Pastora, Cantillana le devuelve la finura enviándoles, por dos veces, la más alta y redonda oración mariana, el Rosario, en los dos nombres que mejor la congregan: el belenismo de Belén, por el Portal, y el pastorismo, por la Natividad. Fijaos si era delicadeza. Por esa devoción preparatoria, un cuarto de siglo después, en mil setecientos noventa y cuatro, se alzaría aquí Ermita a la Soledad. Y así, sobre los tiempos, –porque andamos cortos de espacio– ese “pastoreñismo” tiene que ir a los sucesos más entrañables. ¿Qué deciros? Aquel mil novecientos en que vino a bendecir el Camarín el Cardenal Spínola, mi paisano Ilustre, cañaílla colosal en el apostolado, y que aquí se quedó convertido en un pastoreño más, y cartas hay en que se prueba cómo aquel Camarín que regaló doña María del Patrocinio Morillas, fue el ancla que le fondeo a Cantillana. –¿No es bonito y testimonial que el Arzobispado de Sevilla, dijera siempre que sí a todo lo que Cantillana le pedía para la Pastora? Una “misa de alba” –¿cabe mayor blancura y finura?– y una fiesta litúrgica; y en los ocho de septiembre, las salve sabatinas cantadas por muchachas cantillaneras y con acordes de violines que es como poner pájaros en la música litúrgica. ¿No es maravilloso que por la fuerza celeste de esa oración diaria a la Pastora, aquí se salvase su imagen “por la pura devoción popular” de la gente? ¿No es oración profunda que por el “pastoreñismo” fuese creado el “Redil” como os decía? ¿No lo es que por aquel Redil se hicieran, en Valencia, las medallas y los cordones de los pastores de la Pastora? ¿Cuánto tendría que decirse de ese modo
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bucólico y hermoso del marianismo amoroso? Ahí están los honores alcanzados: desde las cartas Reales a las Pontificias con el texto reciente y la rúbrica de Pío XII. Ahí están las gentilezas de la Pastora cantillanera y las Pastoras sevillanas y trianeras cruzándose finuras por María. Ahí están las Protestaciones de Fe en la Realeza de la Virgen. Ahí están las fiestas del Buen Pastor, con los Coros Seráficos y Teológicos deshaciéndose en motetes y laudes. Ahí están las Bendiciones de los Retablos y las Indulgencias. Ahí están las primeras misas de los cantillaneros que fueron al sacerdocio, como aquella, hace años, del Padre Rejos y los Decretos Arzobispales, y esa ceniza perpetua y peregrina en expectación de la otra vida, de Fray Bernardino, que aguarda su resurrección al pie del Altar de la Pastora. Y los ecos resonantes de los Rosarios y las ofrendas de flores de los niños. ¿Dónde? Ahí. En el Camarín de cada día y en el Risco de cada hora. Desde este mayo florido y casi trigal, se va al septiembre de cada culto grande y Romería. ¿Y quién se engalana más, la villa o la Pastora? Tanto montan. El Risco. Otro nombre montaráz y eglógico, campero y aromado. Bajo el árbol, Ella. Olor a lentisco, a retama, a romero, a rosas apretadas contra la palma del Ave María. Olor a la ternura del balido de la oveja. Y el redil, el Libro de Reglas, la araña de cristal, el arco, la flor, la impecable blancura del paño altareño. El almendro, el rosal. El paso. Plata en la canastilla. Plata en el candelabro. Blanco y oro los faldones reverenciales. Banderas en los balcones. Banderas en los cruceros. Banderas en las ventanas. Banderas en los labios. Banderas en los ojos. ¡Toda Cantillana va a ser bandera! La diana, el arco de triunfo, y ya impaciente, la cruz de guía y los faroles repujados. En el Simpecado, qué bonito el primor que he leído, las jóvenes casadas, porque la Pastora se hace cortejar por la ilusión que estrena amor y por el amor que estrena ilusión. Sí. Va a salir la Pastora en Procesión. Va a salir, pero antes tiene que ir el corazón del pregonero a decirle en esa oración preparatoria, la que precede, la que hace vitalicia la alegría pastoral del desfile:
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¡Qué bien que se te prepara
que habla con Dios en el cielo.
en la oración cada día,
¡Qué bien lo sabe el anhelo
pastoreña jerarquía
de la cantillanería!
de la Salve más preclara! ¡Qué rosa tiembla en tu cara
¡Por eso está su alegría
la oración cantillanera!
del mediodía a la aurora,
¿A qué sabe, a miel o a cera,
preparándote, Señora,
el sabor de tu sonrisa?
en su Risco de fervores,
¿A qué sabe, a sol o a brisa,
para coronar con flores
Pastora, tu primavera?
los ojos de su Pastora!
¡Qué bien que se te prepara,
¡Los ojos de su Pastora,
Pastora, sobre tu Risco!
que son los ojos más bellos!
¡A retama y a lentisco
¡Toda Cantillana en ellos!
huele el jardín de tu ara!
¡Al Risco donde Ella mora,
¡Quién a tu gloria llegara!
ahora que mayo la adora
¡Sólo la oración te toca!
con su ternura trigueña,
¡Qué bien te quiere e invoca
vamos, para hacerla dueña
el amor cantillanero,
de la fe de Cantillana,
queriendo ser el primero
con la gracia mariana
que se haga flor en tu boca!
de la salve pastoreña!
En la boca de María
¡Con la gracia pastoreña
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de la salve mariana! ¡Hágase el amor campana! ¡Hágase la cal enseña! Y por la santa estameña de la oración labradora, suba, blanca y rezadora, Cantillana hasta María, para besar la alegría de la Divina Pastora.
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BAJO TU SOMBRA, PASTORA
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BAJO TU SOMBRA, PASTORA Hemos de evocar un momento desde la palabra, las dos grandes fiestas que simbolizan y expresan el contenido de la oración externa. La solemne maravilla del día ocho, en septiembre, el día grande de la festividad pastoral, a hombros del pueblo, primero, dicen los textos, pero luego aquellas maniguetas dieron paso a los costaleros. Ya venía la gracia desde Sevilla a unirse a Ella para que la Procesión del paso tuviera más ternura acariciable. Salta la alegría en su feria, ya es bonito y hermoso que una feria popular entrañablemente viva, salte paralelamente a la alegría de la Pastora. Todo el corazón, en el Simpecado. El Ayuntamiento, la Villa… Aire sobre la fina frente de la Pastora, el ángel redondo del sombrero pastoral. A la puerta de la Iglesia, el gentío. Las calles tensas por la embriaguez mariana. Ante Ella, el contenido llanto de los pastoreños por los que se fueron ya en las trabajaderas de la muerte hacia la “gran entrá” de los cielos. Repiques de campanas en el zureo palomero de la noche que nace. Abuelos, madres, hijos, nietos,…, todos unidos apiñándose. Sobre la alfombra de Salves de la calle Iglesia, el paso, el andar, el alma viva y peregrina. Se acerca la Pastora a las esquinas blancas donde el nombre insigne de Pastora Solís, repetido hoy en la camarista, testifica un apostolado edificante. Casi se hace cera fina la cal de la noche. Los respiraderos plata rozan las pieles encaladas del callejón de Josefa; dobla, y por Castelar, se acerca la calle de Martín Rey. Cuando asoma Ella, el rumor de la calle se hace como un panal, como un enjambre nervioso e impaciente por mirarla. En la mitad de la carrera. La noche asiste total, bellísima, al espectáculo ceremonial del sombrero pastoral de María. Debo confesaros mi flaqueza, el sombrero, la gracia gentil en la frente de la Pastora. ¿Habéis pensado hondamente en esta ceremonia? Sombrero de la Virgen. ¿Cuánto aroma de trigo, de hojita de olivo, de naranjal, de paso de oveja, de aprisco íntimo, de Risco alzado, de larga brisa montaraz y callada? Se para a la Virgen ante la casa de Rosario Morejón. (Siempre, en los vidrios de los balcones, en la calle Real, estuvieron también los ojos de doña Matilde). Se hace la noche profunda, íntima como un pazo, como decía Federico García Lorca. Bajo la oscuridad, la Virgen encendida. ¿Es una estrella que anda? ¿Es la noche o es la aurora? ¿Qué soles van saltando en sus ojos? Sube al paso el Padre Rejos. Manos Sacerdotales de Cantillana. Sólo ellas pueden
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tocar el santísimo sombrero. Cuando el padre la descubre, es como si el campo irrumpiera en la frente de María. Se aprieta junto a Ella la gente. Empiezan a caer, cuando vuelve a iluminarse todo, levísimos pétalos de rosas, de gladiolos, de claveles de toda imaginable flor en la rosa única. ¿Quién puede cerrar el paso al manto de aroma que Cantillana tiende a la Pastora? Cientos de palomas blancas abren su cielo de alas puras para cubrir a la Virgen. Gira el paso, le mecen. Sobre la plata duermen los relumbres de la noche y cada cual en silencio pide lo suyo, lo que quiere. Los Avemarías se van convirtiendo en alamares. Salta a los aires la pirotecnia. El fuego oferente del cohete que se abre en palmera azul sobre la seda celeste. Gira el paso y sigue adelante, despacio, soberanamente llevado. Así la llevarían los ángeles en la Asunción al cielo verdadero. Surgen las bizarrías musicales del Himno inmortal de España. Sobre los labios, el cántico a la Pastora. Huele a noche de trigal, a romero. Truenan los vítores, los vivas. La Pastora mira a todas las calles, porque en todas quisiera quedarse, porque todas le dan su aroma, su luz y su guirnalda. Truenan los madremías, los benditaseas, los ampáranos, los Dios té de fuerza para sostenernos, los vítores, los hosannas gozosos de la Procesión, como un Viar de salves, como un Guadalquivir de misericordias. La Pastora, en el Llano, el corazón de la Villa, ocupa el mismo corazón de Cantillana. A Ella, las esquinas benditas de Veredas, de San Bartolomé, de Polvillo, de Convento, de la calle Real… Todas la llaman, todas la quieren, todas la rezan. Y así, por la plateada quietud encendida de la noche, la Pastora ira hacia Cantarranas, hacia la Alameda, hacia la Cuesta del Reloj. Todo lento, florido, aromado, colosalmente hermoso. Con Ella, los suyos. Ojalá que la palabra pudiera cantarlos a todos. Corazones pastoreños van dándole guardia enamorada. ¿Qué deciros? La Virgen los conoce a todos. Por Ella, en su gracia, los nombres, qué deciros ahora de Emilia la Cabea, pastoreña pura, torbellino de la gracia y el ángel por la Virgen; de Josefa la del cuco, que es en la Virgen como una especie de cohetera mayor, de Fallera Mayor de la alegría, las manos llenas de flecos de mantones de Manila para Sevilla. ¡Ay! Qué oficio; de Antonio Quintín, todo el año llevando gente al Rosario, al Risco, a los Cultos; y de Antonio Castaño, ese corazón amigo y compañero que piensa, sueña y escribe para Ella; de Antonio Solís, juventud también al servicio de la Señora; de los Morejón, que tanto me han hablado del amor pastoreño… Todos, sí. Con su corazón, los tambores, las cornetas, el airoso y campero coro angélico de los campanilleros,
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los cánticos de las muchachas, la viva y entera alma de Cantillana. El aroma de la calle, como un abierto altar de cirios, la acompaña a su Camarín, a su Altar y a su casa. La oración externa se ha hecho íntima otra vez. Será entonces, cuando la ceremonia gentil y fiel del sombrero se hará palabra en mi corazón, palabra en los labios del pregonero diciéndole:
¡Qué sal la de tu sombrero
es de clavel o de lana?
descubriéndose a la gente!
Capuchina capitana:
¡Y qué delicadamente,
¿qué tejedores pequeños
con qué amor tan zalamero,
te lo han tejido con sueños
el ángel cantillanero
de alelíes o madroñeras?
te lo coloca, María,
¿Será de brisas trigueras
sobre la morenería
o de besos pastoreños? ¿De qué será? ¿De qué hilo,
de tu guapura campera, como sombrero y bandera
de qué trigal, de qué oliva?
para el sol de la alegría!
¿De qué alegre siempreviva?
¿Es sombrero o es campana
¿Por qué nos tienes en vilo?
Pastora, o cúpula o cielo?
Dilo ya, Pastora, dilo.
¿De seda o de terciopelo,
¿De qué luna, de qué seda,
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Madre del amor entero,
de las más celestes viñas.
nació ese cantillanero
¡Está hecho con las niñas
primor que bajo su ala
de las miradas del cielo!
tantísima gloria exhala,
Hecho está con la alegría de los ojos celestiales.
Pastora, de tu sombrero?
Así que cuando Tú sales
Ya lo sé, Pastora fina,
a procesionar, María,
alondra dulce y campera
lo que ve en la cortesía
que bajo el sombrero espera
de tu sombrero, tu gente,
darnos la Gracia Divina.
es a Dios que, sonriente,
Ya lo sé, ¡ay!, golondrina
al quitarte tu sombrero
por Cantillana de vuelo.
se asoma, cantillanero,
Ya lo sé, puro majuelo
en la gloria de tu frente.
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PASTORA; ROMERA MAYOR DE CANTILLANA
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PASTORA; ROMERA MAYOR DE CANTILLANA Y… la Romería. Quiero llamarla en la palabra, como llamó a Sevilla Machado. A cada ciudad andaluza, Machado rindió su piropo. “Plateado Jaén; Granada, agua oculta que llora; Cádiz, salada claridad; Málaga, cantaora…” Pero cuando quiso cantar a Sevilla, no sabiendo qué decirle, rubricó el poema diciendo: “Y… Sevilla”, porque en la palabra se contiene todo. Cuando ya se ha cantado la oración interna y la oración externa, ¿qué puede decirse a Cantillana que lo contenga todo con felicidad popular? Pues eso “Y… la Romería”. Hasta el sitio tiene eufonía pastoral, porque se llama de “Los Pajares”, como fue Belén, los pajares tiernos en que naciera Jesús, primera pureza campesina en que la Virgen fue Madre gozosa del mundo. Romería es todo en Cantillana. Doscientos cincuenta años ya que el corazón pastoreño está de Romería, aunque sean pocos los años de la primera Romería oficial. Romería ha sido siempre el pastoreñismo yendo a todo lo que es gala de María. Romería a las romerías marianas; a los cultos de las Hermandades fraternas. Romería, aquel traslado, como os decía, de Bernardino desde Villaverde a San Francisco, de San Francisco a la Asunción, de la Asunción al Camarín, al pie. Romería a Los Pajares, al olivar de La Pola… Hace catorce años que el Cardenal Bueno Monreal dijo que sí al deseo pastoreño de alzar una Ermita a la Virgen. Hubo Misa de Romeros aquel treinta de septiembre de mil novecientos cincuenta y seis, al aire claro y arbóreo del campo por
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donde el Viar juega a rumorcitos y pedrerías. Lo hizo el pueblo. Eso lo sabéis todos. La fiesta del ladrillo, la fiesta de la teja –¿cuánto tendría que cantar la palabra del pregonero en toda esta entraña del pueblo puro? Y hasta esa fiesta en la que, cada año, los cantillaneros que tienen el arte de la cal en las manos nobles y artesanas, van y blanquean la casa de la Virgen por puro gusto de que la Pastora tenga bonita su casa. Ofrenda cantillanera sobre esa tierra que diera el corazón y la fe de doña Concha López Santolalla. Ofrenda todo, en ese cuadro de Juan Antonio que diera doña Matilde con su mirada siempre permanente en la Pastora. Cada vidriera, cada ánfora de hierro recortada en la curva bonita del aire límite. Todo ofrenda. Y entonces ¿qué os puedo yo decir de la Romería a los que sois romeros por pura devoción? Cuando el corazón está desbordado, la fe se hace Romería. Camino, monte, huerto, calvario. Romería, Cristo. Cristo romero del dolor y de la promesa firmísima de la otra vida. La fe anda, peregrina, quiere la luz, está en estado de Romería. Cantillana, en su fe viva y honda, Romería. Al alba, el tamboril y la gaita, la música pastoril, ya anuncia que la Romería llega. Los caballistas van a cercar la puerta y los caracoleos van a montarle guardia repiqueteante a la Virgen. El boto, la chaqueta corta, el ala ancha –sombrero, pastorismo a la frente– y las muchachas a la grupa repicando por el sol alboreante las telas de colores de los trajes. El coche enjaezado, las romeras con la gracia y finura de su guapura. Sobre el corazón de los pastoreños, el cordón y la medalla. La carreta boyera, boyal. Todo va a ir hacia la ermita. A paso lento. El júbilo, cruzará luego la fronterilla de agua del Viar mientras a la borda del puente, millares de ojos aguardan, estáticos, bajo el sol, el paso de la Pastora. Nadie como Manolo Zayas ha captado la estampa para siempre en su cámara de
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color que he tenido el gusto de ver hace unos días. Romería cantillanera polícroma. Romería a las puertas de ese Santuario de la blancura. Con ella, el Simpecado –este año aniversal, centenario, la mismísima imagen– con el terciopelo verde, la Pastora al centro, ofrenda de los Villareal, y los juegos florales, y la Romerita Mayor, y la fiesta y júbilo de la juventud que se alegra de tener tan alta y fina compañía. –Oración sobre carrozas, sobre carretas–. Las espuelas acariciando la piel de los tordos y de los castaños encendidos de sol. Al fondo, el gris mármol de la estribación de la Sierra Morena. La guayabera y el zahón, la espuela, la columnilla floral de la carreta, el clavel al pelo, y rodeándolo todo, la verde oliva, la dorada espiga, el leve naranjal, el camino diario de los hombres del campo, La Pola bíblica. Romería, sí, en Cantillana hecha oración. Todo mayo-septiembre y todo septiembre-mayo que cuando ya se haya hecho Misa de Romero, alegría popular, felicísimo gozo, será otra vez triunfal poniente ante la Iglesia, y vítores en El Llano, y calle henchida de cohete y de traca, y baile y ventura, y alma, en suma, que se ha hecho manifestación, epifanía caminante, por la Pastora de las Almas. ¡Que blancura de Ermita irá atravesando entonces la noche postrera de septiembre! Una blancura que se hace palabra, que se hace criatura, la última palabra del pregonero, que os dice adiós pero adiós hasta siempre, y que romperá su último vaso de aroma cantándole a María:
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Entre la Sierra Morena
Por el Llano la alegría
y Los Pajares, se alza
abandera su velada.
por la Pastora una Ermita,
Despiertan a los romeros
donde los ángeles cantan
alegrísimas dianas,
un nombre blanco de cielo:
que ya se están levantando
Cantillana, Cantillana…
los cielos de la mañana
Tamboriles peregrinos baten su son con las gaitas
cubriendo con amapolas de fiesta las espadañas.
abriendo el cancel del gozo
Un río de caballistas
por las calles y las plazas.
traje corto y ala ancha
Piropos para María,
entre orillas de oraciones
en los cantes y las palmas,
rumbo la Pastora pasa.
nacen diciéndole a coro
Sobre los botos camperos,
que es la criatura más guapa
espuelas de fina plata
que puedan soñar criaturas
ciñen sus blancos alertas
en el sueño de la gracia.
al corazón de las jacas.
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A las grupas van sonrisas
Entre la Sierra Morena y Los Pajares, se alza
con atavíos de gitana,
por la Pastora una Ermita,
fragante de hondo aroma
donde los ángeles cantan
que la guapura derrama.
un nombre blanco de cielo:
Salves van en la carrozas
Cantillana, Cantillana…
boyales y enjardinadas. Por la expectación se abren
Nardos y claveles tienen a la Pastora cercada.
pétalos de vino y palmas,
De pronto tiembla en el aire
porque todo quiere hacerse
el Himno Mayor de España,
ofrenda romera y santa,
y la historia se hace río
mientras está la carreta
de sangre por las entrañas,
del Simpecado alhajada
mientras sube el Simpecado
y abriendo la Romería
a la carreta y la abraza,
con la aurora más diáfana
porque es el trono solar,
que puedan soñar los ojos
trono de flor y de plata
impacientes de mañana.
donde la Virgen Pastora
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reina sobre Cantillana.
de la tierra arrodillada.
Balcones y esquinas quieren
Desde el abuelo hasta el nieto
también tocarle las palmas.
corre la gente a mirarla,
La gente se hace suspiro
y millares de promesas
y afán por acompañarla.
desde los labios escapan
Tanto la miran que rompen
para entrarse por los ojos
los ojos en mar de lágrimas.
de la Pastora y besarla,
Por el camino más corto,
pidiéndole que no falte
alfombra de calles blancas,
a la cita con las almas.
allá que va al Santuario
Sobre el Santuario juegan
la Romería enamorada.
como niñas las campanas,
Tiembla el agua del Viar
avisándole a los pájaros
sobre el campo esperándola.
que en su carreta pausada
Los cascos de los caballos
la Virgen ya está llegando
escriben versos de plata
al Camarín de su casa.
sobre la página rubia
¡Qué gozo de oliva y mieses
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en Los Pajares estalla!
donde los ángeles cantan
Blanquísimos corporales
un nombre blanco de cielo:
esperan ya su llegada.
Cantillana, Cantillana…
Huele a juncia y a romero,
Septiembre se está cerrando en su postrera jornada.
a espliego y a mejorana,
Y la Pastora sonríe
a sol, a pétalo, a salve,
en su Santuario y habla
cuando la Pastora pasa
en secreto a los romeros
por entre los corazones
y en pura fiesta la exaltan.
que su Simpecado aguardan.
Y cuando a la noche vuelven
En la Misa de Romeros
desde su Ermita a su Casa,
Dios vivo los acompaña
le ofrecen los caballistas
en la comunión que sabe
flores de luces gallardas,
a fortaleza magnánima.
mientras los tamborileros,
Entre la Sierra Morena y Los Pajares, se alza
por las calles y las plazas,
por la Pastora una Ermita,
por la Cuesta del Reloj,
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por toda la Villa en gracia,
dice el pueblo! Y toda el alma,
le van dejando una mar
cantillanera, se queda,
de musicales fragancias.
Risco y Redil, contemplándola,
Los vivas a la Pastora
mientras que sigue la copla
hasta el Simpecado avanzan
cantando por Cantillana:
con su ejército florido
Entre la Sierra Morena y Los Pajares, se alza
de súplicas y de lágrimas.
por la Pastora una Ermita,
La pirotecnia se hace
donde los ángeles cantan
bóveda de salves santas.
un nombre blanco de cielo:
¡Adiós, Pastora, hasta siempre
¡Cantillana, Cantillana!
Francisco Montero Galvache
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Reiteramos nuestro más profundo agradecimiento al grupo de colaboradores que han tenido la brillante idea de compartir con todos nuestros seguidores este grandioso texto de la literatura pastoreña, y ha llevado a cabo la transcripción del mismo a partir de una cinta de cassette para que todos podamos disfrutarlo, porque así es la devoción pastoreña, de todos, y todos debemos sentirla como parte importante de nuestras vidas, todos debemos conocerla y valorarla, defenderla y convertirla en el cauce de nuestra fe para acercarnos a Nuestro Señor Jesucristo, el Buen Pastor de nuestras Almas.
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Fotografía Estudio Imagen Luís M. Sánchez Marchena Luís Orquín José Manuel Barranca José Naranjo
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Se hizo pĂşblico este libro digital el 19 de enero de 2015, fiesta del Beato Marcelo SpĂnola y Maestre, Cardenal Arzobispo de Sevilla y Hermano Mayor Perpetuo de la Hermandad de la Divina Pastora de Cantillana.
LAUS DEO
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