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Atentado al sentido común: reflexión sobre la Escuela de la Señorita Olga. Resumen La escuela de la señorita Olga fue un modelo de educación que tuvo lugar en la educación argentina entre 1935 y 1950 en la ciudad de Rosario, Santa Fe. Olga y Leticia Cossettini, luego de varios años de proyecto, se iniciaron en la odisea de transformar la educación en una tarea experimental centrada en el alumno que fue más allá de las paredes que encierran un aula, la naturaleza fue parte de la triada didáctica entendiendo los momentos, gustos y estilo de vida de los educando. Olga y su modelo fueron facilitadores de los saberes dejando una huella imborrable en la vida de sus alumnos. Lejos de seguir el sentido común —de la forma que lo define el filósofo italiano Gramsci—, su patrón educacional se convirtió en un hito pedagógico argentino. De haberse replicado este modelo a lo largo de la nación ¿se podría aseverar que la escuela es, de acuerdo con Bordieu, una reproductora de las desigualdades sociales? Debido a que los métodos dejaban de lado las etiquetas e incorporaban en los valores de los alumnos la importancia de cada uno de ellos en un todo, es probable que la desigualdad y competencia entre pares hubiese sido insignificante. Entonces, este modelo educacional de vanguardia es y será un ejemplo pedagógico que expone cuan facilitador del aprendizaje puede ser, diferenciándose del común de los patrones académicos que contenedores de una infinita cantidad de cancerberos que obstruyen el paso al conocimiento.
Palabras clave Alumno – pedagogía – educación - sentido común – paradigma - nueva escuela – modelo – estudiante.
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Uno de los hechos transcendentales dentro del paradigma de la educación ha sido el de Olga Cossettini que estuvo enmarcado en La nueva escuela, un movimiento que tuvo lugar entre 1910 y 1950. El propósito general era plantear un modelo didáctico y educativo diferente al tradicional. Sus bases radican en el paidocentrismo —alumno como protagonista de la práctica educativa — y magistrocentrismo — docente dinamizador de la vida en el aula, al servicio de los intereses y necesidades de los educandos—. Este cambio rompió con el sentido común, que de acuerdo con Antonio Gramsci son referencias y ordenamientos que justifican o reprueban los actos de la vida y son producto del devenir histórico de la sociedad, y se abrió su propio camino de renovación pedagógica fomentando la educación experimental centrada en el alumno. En 1935, Olga Cossettini fue nombrada directora de la Escuela Gabriel Carrasco en la ciudad de Rosario, luego del ensayo educacional que había realizado junto con otra docente en la Escuela Normal de Rafaela. En un principio su primera labor consistió en incorporar, lentamente, en los docentes, la comprensión de los postulados de la educación que de ese momento en adelante, se llevarían a cabo en el lugar. Siguiendo esta línea, la nueva directora y su equipo docente, en el cual estaba Leticia — hermana de Olga—, plantearían un lineamiento extraordinario para la época dejando atrás el modelo de escuela tradicional-normalista. En el documental de Mario Piazza “La escuela de la señorita Olga” se puede destacar a través de los recuerdos de los ex alumnos, la felicidad que sintieron al transitar la escuela primaria. Ellos explican cómo la educación recibida los formo para su vida. Si se contrasta este caso con personas de escuelas tradicionales donde la educación no era significativa, no existen alumnos que recuerden de tal forma su educación inicial. Por esto, es necesario hacer especial hincapié en la parte vivencial que proporcionó la nueva escuela para quedar plasmada en cada uno de los que fueron parte. Como explica Gardner (1991) existen diferentes vías de acceso al conocimiento para llegar a todos los estudiantes —considerando la heterogeneidad propia de los grupos humanos—. En estos 3
se diferencian: el narrativo; experiencial; estético; lógico-cuantitativo; filosófico; y por último, el socio-cooperativo. Según se puede ver en el documental, Leticia, en el afán de captar la atención de sus alumnos —en un grupo que se caracterizaba por ser disperso, inestable e inquieto— decide abrir las barreras espaciales del aula convencional y llevar al grupo al patio del colegio, valiéndose de elementos naturales como el aire y la luz del sol como estímulo y a partir de aquí, se desarrollarían las actividades con un grupo que sería apacible y equilibrado. De ahí en más, queda en evidencia que poniendo a los estudiantes en el centro, pueden realizarse modificaciones si lo que realmente se plasma como objetivo es la construcción del conocimiento en ellos contemplándolos como seres sociales. El poder de seducción de las hermanas Cossettini resulta irrefutable, pues ningún ser humano sería capaz de aprender con cancerberos que obstruyan el paso al conocimiento. Como explica Bourdieu, la escuela es una reproductora de las desigualdades y estructuras sociales. Como el ser humano se forma en este ámbito, es necesario estudiar el mismo en pos de hacer una teoría sociológica distintiva. Si se traslada este concepto a la Escuela en cuestión, ¿es posible aseverar que la reproducción descripta no se obtendría? Al menos, las etiquetas no eran significantes como lo son en la mayoría de los casos actuales donde la subjetividad junto con el sentido común producen una formula cuyo resultante es la subestimación o sobrestimación del alumno. Ambos casos, resultan determinantes y en gran parte de los casos estigmatizantes para las personas en general, mucho más para un alumno que debe convivir gran parte de su tiempo con la persona. Del modo que lo explica Kaplan en Buenos y malos alumnos: descripciones que predicen (1994) los docentes forman concepciones subjetivas guiándose por su modo de ver el mundo, que en casos hasta se le suma a esto las etiquetas de otros docentes, de los padres, o de la escuela, sin comprender el impacto que pueden tener esas representaciones en la práctica escolar y el rendimiento de los estudiantes.
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Sin embargo, Cossettini supo diferenciar su modelo educativo, ofreciendo algo tan natural como nombres de distintos pájaros a sus alumnos que integraban un coro donde cada uno de ellos era importante y su función resultaba única de acuerdo a su capacidad, personalidad y situación. Si se piensa en un modelo educativo con muchas escuelas facilitadoras de saberes que replicaran el modelo del Gabriel Carrasco, es posible presumir que el sistema se despegaría de la definición de Bourdieu. No obstante, con pocas instituciones de tal tipo, los herederos egresan híper nutridos, pero con un entorno que los juzga por no pertenecer a una educación común y aceptada, entendiendo la definición de estos dos términos dentro del sentido común propuesto por Gramsci. Si se observan los testimonios aportados, una ex alumna cuenta que la mayoría de la gente que estaba afuera y veía cómo se interactuaba con la naturaleza, opinaban — siempre desde el sentido común— que los niños estaban perdiendo el tiempo que podrían invertir estudiando matemática, lengua y otras materias importantes. Por su parte, Leticia Cossettini explica que la escuela era un “paraíso virginal donde el chico era el dueño del barranco, de las frondas, de los caminos arbolados donde se sentían libres” (1991). En general, se puede observar que los alumnos contaban con una gran libertad para elegir como explorar su entorno y a sí mismo para formarse en el ámbito escolar. En la Enmienda al apartado sobre la Libertad Académica en el Proyecto de Ley de Reforma de la Educación, propuesta por lord Jenkins de Hillhead— político británico— se explica que: “La libertad dentro de la legalidad para cuestionar y someter a prueba la sabiduría recibida, proponer nuevas ideas y sostener opiniones polémicas o impopulares sin correr el riesgo de perder los cargos o prerrogativas adquiridos dentro de sus instituciones”. Entonces, la impopularidad del modelo planteado por Cossettini, no resulta un factor determinante, por lo contrario, es trascendente por su vanguardia. Célestin Freinet en Técnicas de Freinet de la escuela moderna (2005) explica que: 5
“La solución (…) depende ineludiblemente de aquellos educadores que tienen la responsabilidad de resolverlo. Si estos son lo suficientemente intuitivos y sensibles, si tienen equilibrio, preparación y autoridad, pueden excepcionalmente sin aprendizaje especial, sin técnicas ni material y, por así decirlo, mediante un método propio, lograr resultados muy satisfactorios y a veces aun excepcionales (…)” (p. 7) Es propio aclarar que no cualquier persona que tenga un poco de autoridad y sea querida por los niños o adolescentes, es capaz de ser pedagogo, ni que este rol se obtiene con un don concebido por una entidad superior. Si se imaginara el modelo de Cossettini en la actualidad, entendiendo que la misma en términos de Bauman (2000) significa un momento de la historia sin certezas, donde se ha determinado como clave del éxito el desapego de lo afectivo, la desvinculación; con un ser humano que diseña su propia vida como un proyecto, sería necesario replantear la forma de pensar de los educadores. Para esto, es fundamental la ruptura cognitiva que plantea Piaget, es decir, romper un esquema existente (educación actual), su cuestionamiento, para luego incorporar uno nuevo más amplio (educación según Cossettini). De la misma forma, considerando que el aprendizaje es social y se construye entre pares, es posible pensar que los educandos de las nuevas generaciones serían formados en un ambiente con valores distintos y la complementación de nuevas herramientas —sobre todo, la tecnología— que al igual de los docentes, formarían parte del combo facilitador del conocimiento.
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Referencias bibliográficas Bordieu,
P.
(2009).
Sobre
la
escuela.
[Archivo
de
video]
Disponible
en:
https://www.youtube.com/watch?v=3mChkak7_3A Bauman, Z. (2000). Modernidad líquida. Buenos Aires: Fondo de cultura económico. Conrad Russel, L. (2009). La libertad académica. Universidad de Palermo: Buenos Aires. Freinet, C. (2005). Técnicas de Freinet de la escuela moderna. (Trigesimosexta edición). Buenos Aires: Siglo Veintiuno editores. Gramsci, A. (1958). Materialismo histórico y la filosofía de Benedetto Croce. Lautaro: Buenos Aires Kaplan, C.(1992) Buenos y malos alumnos. Descripciones que predicen. Aique: Buenos Aires. Piazza, M (Director). (1991). La escuela de la señorita Olga. [Documental] Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=YJRzTcNWlTY
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