Un lugar para recordar
Las oficinas de arquitectura Awaq Estudio y Estudio SHiCRAS se encuentran trabajando de manera conjunta con la población de La Hoyada, en lo que será el Santuario de la Memoria, ubicada en la provincia de Huamanga (Ayacucho), que como se recuerda fue una de las áreas más golpeadas durante el conflicto armado interno. En el lugar se ejecutó y desapareció a unas 136 personas, y sus deudos buscan entablar un vínculo con el pasado y rendir homenaje a las víctimas.
La Comisión de la Verdad y Reconciliación (CVR) indica en su informe final que la cantidad de muertos y desaparecidos durante el conflicto armado interno bordea las 70,000 personas. También dice
que la región Ayacucho fue la más afectada al concentrar cerca de 40% del total de víctimas. En esa parte del país se estableció el cuartel del ejército “Los Cabitos”, que entre los años 1983 y 1985 se convirtió en
el principal centro de detenciones arbitrarias, desapariciones y ejecuciones extrajudiciales.
Muchos testimonios recogidos por la CVR revelan que en ese cuartel
se produjeron abusos como torturas, violencia sexual, ejecución y desaparición de al menos 136 personas, incluyendo hombres, mujeres y menores de edad. Por su parte, médicos forenses evidenciaron que
los detenidos eran obligados a cavar sus propias tumbas para luego ser ejecutados y enterrados en lugares baldíos, principalmente en la zona de La Hoyada.
Estos hechos fueron denunciados por la Asociación Nacional de Familiares de Secuestrados, Detenidos y Desaparecidos del Perú (Anfasep). Recién en el año 2001, se evidenció la existencia de fosas comunes en la zona. En el 2005 se reinicia la investigación y, entre el 2008 y 2011, se realizan exhumaciones que permitieron identificar restos óseos de más de 109 personas. En el proceso se halló un “horno” que habría sido utilizado para incinerar los cuerpos de los detenidos.
SANTUARIO
Entender la relevancia de estos hechos va más allá de reconocer las huellas físicas que quedaron en el territorio. Es importante ponerse en el lugar de las víctimas que quedaron en el olvido, imaginar el sufrimiento de aquellas personas
que nunca pudieron darles un entierro digno a sus familiares y que, en algunos casos, no tienen ni la certeza de que la persona desaparecida efectivamente ha muerto.
Con el fin de materializar un lugar simbólico que permita dar paso a un proceso de sanación, el movimiento Anfasep junto con diversas organizaciones ha gestionado la declaración de la zona de La Hoyada como “Santuario en memoria de las víctimas de la violencia”. Un paso importante fue la instalación de una cruz que permitió realizar actos de conmemoración, y al mismo tiempo evitar casos de tráfico de terrenos.
Es así que, en enero de 2014, las oficinas de arquitectura Awaq Estudio y Estudio SHiCRAS firman un acuerdo interinstitucional de cooperación con Anfasep, con el fin de gestionar y desarrollar el Santuario en La Hoyada. Esta oportunidad es vista por ambos estudios como una forma de ver la arquitectura como instrumento de autogestión para generar un espacio simbólico de
encuentro de los peruanos con sus desaparecidos.
“La idea del santuario es tener un lugar donde todos aquellos que han perdido a sus seres queridos puedan cerrar ese círculo, saber que hay una plaquita simbólica donde está representado su familiar y tener la certeza de que está descansando”, señala el arquitecto Luis Martín Piccini, del Estudio SHiCRAS.
Por su parte, el arquitecto Juan Carlos Zapata, de Awaq Estudio, afirma que las madres de la Anfasep han conceptualizado todos los componentes del santuario, y que a pesar de que en un inicio el Gobierno Regional de Ayacucho estaba en desacuerdo, finalmente reconoció un terreno de 7 Has para el santuario, pues esa fue el área de intervención de la exhumación.
“Un aspecto importante del proyecto es tener un espacio para acoger a los desaparecidos de todo el Perú. Medicina Legal analiza alrededor de 15,000 cuerpos pero muchos ya no
van a poder ser reconocidos porque sus huesos ya no tienen tejido de ADN. Quién mejor que las madres deudas de La Hoyada para acoger a estos NN como hijos propios”, sostiene.
En tanto, Piccini asegura que el proyecto no busca señalar culpables. “La responsabilidad no es la culpa sino la capacidad de responder. No estamos pensando en quién mató a quién, sino en nuestra capacidad de tomar el asunto con nuestras manos y cambiar, reconciliarnos”, expresa.
LA PROPUESTA
Durante la primera mitad del año, la asociación Anfasep y los estudios Awaq-SHiCRAS han liderado reuniones, talleres y entrevistas con las organizaciones de afectados, de derechos humanos y autoridades locales. Sobre esa base se elaboró la propuesta del “Santuario de la Memoria” de La Hoyada, definiendo los conceptos de diseño urbanístico y arquitectónico, así como los componentes a implementar.
La percepción sobre el santuario lo sitúa como un gran espacio sagrado para el reconocimiento y memoria sobre lo ocurrido, así como para el desarrollo de un proceso de sanación. Además, busca reunir en una misma práctica la cosmovisión andina tradicional y la tradición cristiana. Así, se consideran aspectos prehispánicos como la arquitectura de Pumacocha, su entender de la piedra y el manejo del agua.
También se reconocen referentes como el arte de los tejidos Wari, para repensar tejidos de encuentro socioespaciales. En tanto, las Líneas de Nazca permiten apreciar una arquitectura hecha para el cielo, algo que va más allá del alcance del hombre.
UBICACIÓN
El futuro Santuario de la Memoria se ha proyectado en un terreno en el sector denominado La Hoyada, colindante al Aeropuerto de Ayacucho y al Cuartel de Los Cabitos, así como una zona urbana en proceso de consolidación.
El espacio posee una escala territorial, ya que puede ser apreciado desde varios puntos, incluido el cielo. Se puede percibir desde el acantilado cuando se llega a la ciudad por tierra y también desde la cota más baja y a nivel cuando se accede desde los barrios colindantes. Para cada dimensión de percepción una arista del proyecto, donde el componente más importante es el espacio mismo como memoria, testigo y huella de lo ocurrido.
La accesibilidad al lugar está asegurada mediante un camino que va paralelo al borde del aeropuerto, que a su vez va acompañado por la cota más alta de un acantilado, en la que se ubicará el ingreso principal, estacionamientos y un parque de alto fuste para mitigar el impacto visual.
CAMINOS Y EDIFICACIONES
Con el propósito de establecer un límite que proteja el Santuario, se dispuso un borde perimétrico paisajista que, lejos de generar segregación, logra articular la trama urbana con-
tigua con la zona de exhumación y hallazgos. Se prevé desarrollar, además, tramos de mayor transparencia, espacios de miradores y plazuelas en las calles que llegan al perímetro para integrar el área urbana con el Santuario a modo de terraza.
Una de las estancias más importantes es la rampa que une la zona contigua al ingreso principal con la capilla a través de su descenso por el acantilado, y luego con la plaza en torno a la cruz. Este camino va de norte a sur y permite el rito mediante romerías o expresiones sociales, y además prepara al visitante para su encuentro con La Hoyada.
Los arquitectos de Awaq-SHiCRAS explican que su intervención en la zona sirve como complemento de lo que ya existe y comprende la construcción de tres edificaciones que incluyen un museo de sitio, una capilla y un centro cultural. Todos estarán emplazados en el borde del terreno, dejando el protagonismo a la atmósfera central del espacio. A ello se suma un tejido de caminos inspi-
rados en los textiles Wari, una fuente de agua y el lugar del viento, donde se ubican las tumbas simbólicas.
Estructuras: El espacio de la Capilla se encuentra luego de haber descendido hacia el sur-oeste. La estructura tendrá la posibilidad de extenderse al exterior o retraerse, según se requiera, a fin de ofrecer ceremonias íntimas o públicas. En tanto, a nivel del casco urbano colindante, se construirá una plaza de piedra entorno a la cruz levantada por los pobladores, que servirá como espacio de acogida para los visitantes. Del mismo modo, hacia el sur-este y con vista aterrazada, se ubicará una casa abierta (Samay wasi). Este edificio se utilizará como espacio multifuncional para obtener informes y como centro de acogida. Será también sede de eventos, reuniones y talleres.
Hacia el norte se instalará el Museo del Santuario, un espacio para la construcción continua de la Memoria. En sus instalaciones se
exhibirán restos óseos, prendas, documentos y pertenencias con las que fueron encontrados los cuerpos al momento de las exhumaciones.
También se podrá apreciar un archivo fotográfico de los familiares y su búsqueda, incluyendo las evidencias encontradas en el cementerio clandestino. A su vez, la Sala de Usos Múltiples funcionará como auditorio para eventos.
Away pacha: El Santuario de La Hoyada se encuentra articulado por un tejido de caminos peatonales (Away pacha) que comienzan en la plaza
en torno a la cruz y se desarrollan sobre el “tejido de búsqueda” o área de excavación. Esta red interconecta el paisaje natural, paisaje construido, la trama de búsqueda y las zonas de hallazgos.
A esta área se une un nuevo tejido que revela las huellas de las 109 personas encontradas en La Hoyada. Es decir, en cada lugar donde se tenga certeza de que se realizó una exhumación, se desarrollará una trama escultórica que enmarque una huella o signo para la peregrinación y reconocimiento.
Kawsaypukyu: La fuente de vida (Kawsaypukyu) es el elemento central del Santuario, pues en este punto convergen todos los caminos de hallazgos, representando un elemento de resignificación. Así, el tanque de combustible será cambiado por uno de agua. El líquido caerá sobre un canal de piedra tallada que recorre el mismo circuito que las tuberías retiradas y se trasladará hacia el centro donde se encontraba el horno.
Wayra pata: Cerca al museo de sitio, sobre un promontorio con una vista
hacia la pampa de la Quinua, se encontrará el Lugar del viento (Wayra pata). Este lugar acogerá a los más de 1,500 cuerpos no identificados que se encuentran en la actualidad en el área de medicina legal de Ayacucho, en un memorial escultórico.
El 9 de febrero de este año, el presidente del Gobierno Regional de Ayacucho, Wilfredo Oscorima, colocó la primera piedra de lo que será el Santuario de la Memoria, lo que marca el inicio de la materialización de esta iniciativa, encaminada hacia un proceso de sanación.