La música como terapia para trastornos mentales
Todos hemos oido el refrán “la música amansa a las fieras” y no debemos restarle importancia, pues lo que es bueno para los animales, también puede beneficiar al ser humano. La música nos ayuda a relajarnos, a exteriorizar sentimientos, a expresar sensaciones, a liberar estres e incluso nos puede sacar de la depresión. Es por este motivo que la musicoterapia esta tomando importancia actualmente, ya que se trata de una técnica sensorial, que a través de la música y los sonidos estimula la comunicación y la expresión de sentimientos, con el fin de favorecer la integración social y proporcionar mayor calidad de vida al paciente, que además se puede combinar con farmacología resultando muy eficaz. La música nos ayuda a reconocer emociones “ocultas”, favorece la comunicación, la autoestima, el autocontrol y el contacto con otras personas, y por tanto, las habilidades sociales y puede reducir en un 10% la probabilidad de que pacientes aquejados de patologías como trastorno bipolar, depresión mayor o esquizofrenia sufran recaídas o reingresos, por lo tanto es aconsejable incluso en pacientes con enfermedades mentales graves. Desde prisma os recomendamos que si os sentis estresados, deprimidos, abrumados, presionados… os paréis un rato a escuchar música de vuestro agrado, ya que os puede ayudar notablemente, pues incluso el ritmo ayuda a poner orden en nuestros sentimientos o pensamientos. Si tras esto no encontráis la calma, siempre podéis encontrar la ayuda necesaria para sentirse bien en nuestros profesionales de la psicología y la psiquiatría. MUSICA Y TRASTORNO MENTAL
Hacemos un breve paseo histórico por la música que cura y por la música que enferma, parando a observar como el efecto combinado de la música y el trastorno mental, que es el objetivo principal de este artículo, nos permite conocer el caso de un músico ejemplar como el del trompetista de jazz Tom Harrell, que hace de su trastorno una fortaleza con unos resultados “mágicos”… La música que cura El uso de la música como método de sanación, proviene al menos de 400 años antes de Cristo, presuntamente David le tocaba el arpa al Rey Saúl para aliviarle de “malestares espirituales”. Hipócrates, el padre de la medicina, tocaba música a sus pacientes con trastornos mentales. El psicólogo persa, Al-Farabi (872–950) escribió sobre el uso médico de la música en su Tratado “Sentido del Intelecto” y en el “Gran Libro de la Música”. Aristóteles se refiere a la música como una terapia que “purifica las emociones”. En el siglo XIII, los hospitales Árabes ya disponían de salones con música para facilitar la cura de los pacientes. Robert Burton, en “La Anatomía de la Melancolía” (siglo XVII), escribe sobre la importancia de la música y el baile en el tratamiento de enfermedades mentales, especialmente la melancolía o depresión. En el continente americano y africanolos curanderos de las tribus tradicionalmente han utilizado y siguen utilizando cantos, música y bailes como método de sanación. En la época moderna, la
terapia con música comenzó después de las dos Guerras Mundiales, cuando músicos iban a hospitales y le tocaban a los soldados heridos y que sufrían de traumas físicos y emocionales, etc.etc. etc. Tal vez en próximos números tratemos en profundidad la utilización de la música como terapia en el tratamiento de enfermedades mentales, intentando resumir la abundante bibliografía científica que existe sobre este tema. La música que enferma Tampoco nos ocuparemos en este artículo de las consecuencias algunas veces negativas para algunos músicos afectados por trastornos mentales.
Es el caso, sobre todo, de algunas estrellas del rock y delpop, que como consecuencia de la actividad frenética o del ritmo “loco” (con perdón) que llevan ellas y ellos, con continuos y largos viajes, la gran exigencia física y psíquica de sus actuaciones o la vida nocturna que les lleva a “vivir al límite”, combinando el consumo incontrolado de medicamentos, de alcohol y de sustancias psicotrópicas no prescritas clínicamente. Es por ello que en este caso la música puede implicar ciertos riesgos, sobre todo si la fama no está bien asimilada, cosa que suele ser habitual a ciertas edades tempranas. Algunos ejemplos serían: Malcolm Young, guitarrista y cofundador de la banda AC/DC que con tan solo 61 años ya apenas recuerda nada, sus más allegados hablan de demencia.Recientemente, el 24 de septiembre de 2014 se comunicó su retirada definitiva de la de la música. Brian Wilson, de la banda californiana The Beach Boys, diagnosticado de dos enfermedades mentales: trastorno esquizoafectivo y discinesia unido al consumo de drogas y alcohol. Syd Barrett, fue el primer compositor, líder y responsable del nombre de la banda británica Pink Floyd (que inicialmente se denominó Pink Floyd Sound), desafortundamente el abuso del LSD le llevó a padecer trastornos mentales severos. Kurt Cobain mítico líder de Nirvana sufrió desde temprana edad una tendencia a la depresión, que empeoraba por su abuso de las drogas. Fue diagnosticado de niño de trastorno por déficit de atención con hiperactividad y de trastorno bipolar siendo ya adulto. En la familia existía un amplio historial de suicidios, enfermedades mentales y alcoholismo, dos de sus tíos se suicidaron disparándose. Todas y todos sabemos como acabó el bueno de Kurt, con tan sólo27 años. Sinergia entre música y trastorno mental Efecto sinérgico es el que se produce cuando un factor potencia al otro de forma que el resultado mejora ambos factores por separado. En este caso la música mejora gracias al trastorno mental y el trastorno mental gracias a la música. Para aclarar el concepto, vendría a ser como el “efecto sinérgico” de dos medicamentos, o interacción medicamentosa, que da como resultado efectos combinados o añadidos con la administración de dos o más fármacos, que resultan ser mayores que aquellos que podrían haberse alcanzado si alguno de los medicamentos se hubiera administrado solo”. Existen múltiples ejemplos de grandes compositores e interpretes de la música clásica y contemporánea que presentan algún tipo de inestabilidad emocional o incluso trastornos mentales graves, que sin embargo generan una excepcional obra creadora o interpretativa plena de equilibrio y harmonía. Algunos dejaron una apreciable huella en su época, otros son un ejemplo de talento en la actualidad. El ejemplo de sus vidas siempre subsistirá y sus obras permanecerán como un rico legado atemporal.
Tom Harrell En esta ocasión empezaremos con el trompetista de jazz Tom Harrell. Es admirable y entrañable la historia personal y musical de Tom Harrell (nacido en 1946, en Illinois, USA), que fue diagnosticado de esquizofrenia paranoide con tan sólo 14 años, en 1960.
“Oye voces” y en ocasiones solamente conserva “un ligero contacto con la realidad” (según se deduce de sus palabras), como es habitual en muchos de nosotros está fuertemente medicado y a veces parece que habla casi como un zombie que acaba de ver un fantasma… hasta que acerca su trompeta a sus labios y de forma repentina, asombrosa y màgica queda embrujado por una expresividad musical y corporal totalmente maravillosa. Cuando aleja la trompeta de sus labios vuelve a su estado de “casi letargo”, continúa con la cabeza baja, inmóvil en el escenario o se aparta a un rincón sin levantar la cabeza (ultimamente utiliza gafas oscuras)… En este fragmento de la entrevista de un crítico musical, hay un claro ejemplo de una muestra de la expresión coherente de sus pensamientos en medio del maravilloso caos de su mente. Cuando le pregunta si la esquizofrenia le ha permitido “pintar un cuadro” más sereno musicalmente y si su música es tan diferente de otros trompetistas de jazz existentes, gracias en parte a su trastorno mental, de tal forma que la enfermedad se convierte en su fortaleza. Tom Harrell responde literalmente: “Así es como yo lo veo. El hecho de que no siempre me puedo relacionar socialmente con las personas, ha hecho que haya pasado mucho tiempo solo desde los años 60 y eso me ha permitido centrarme más en la música. Al mismo tiempo, también los sentimientos que he vivido me han dado ideas que he expresado en mi música. Los sentimientos que surgen cuando toco, los diferentes temas sociales, son una bendición… Pero la esquizofrenia puede ser un obstáculo, un pesado lastre, debido a que muchas veces mantengo con la realidad un ligero contacto. Pero mientras me tomo correctamente la medicación, me siento bien, porque soy capaz de hacer perfectamente mi trabajo.” Su maravillosa carrera musical de más de 40 años, sus casi 30 discos liderando diferentes formaciones musicales, sus numerosas colaboraciones con prestigiosas musicos y bandas, ha hecho que buena parte del público y sobre todo los críticos y los músicos lo admiren sin excepción alguna. Tom Harrell es un líder muy generoso, como músico nunca acapara el centro de atención, hace solos con menor frecuencia que otros instrumentos de su quinteto, como el piano o el saxofón. Su verdadero fuerte es como compositor y su música siempre es controlada, estructurada, sofisticada y para mi gusto maravillosa…
Enfermedad mental y creatividad musical Si no fuera por la música, habría más razones para volverse loco. Piotr Ilich Tchaikovsky.
De entrada, creo necesario señalar dos interesantes conclusiones –ya apuntadas en el final de la serie “Grandes compositores y desequilibrio emocional”– de un estudio sobre la relación entre creatividad y enfermedad mental (*): 1) Es mayor la frecuencia de enfermedades mentales en músicos que en la población general, pero menor que en otros campos artísticos; y 2) La enfermedad mental grave no va ligada a la creatividad sino que la interfiere. Dicho lo cual, no es lícito deducir por simple asociación la relación entre genialidad y locura, aunque la existencia de ésta preceda a la creatividad.
(*) Delgado Calvete C, Pérez Bravo A. Relación entre creatividad y enfermedad mental. AN. PSIQUIATRIA 2006; 22 (3): 120-132.
Esta revisión bibliográfica concluye que de los estudios analizados “se deduce la existencia de argumentos en apoyo de la relación entre creatividad y enfermedad mental, con diferente grado de importancia en la evidencia que aporta cada uno de ellos”. Dicha relación parece esencialmente establecida con eltrastorno bipolar, en sus formas más ligeras, en base a diferentes interpretaciones, destacándose que la mayor sensibilidad del individuo a los estímulos ambientales podría dar respuesta a una superior actividad creativa. Se advierte una polarización de los estudios en los escritores, siendo escasos respecto a los artistas plásticos y casi nulos en cuanto a los compositores. En este importante artículo de revisión aparecen referidas tres amplias revisiones de biografías de artistas que apoyan una cierta asociación entre relación entre creatividad y enfermedad mental: • Juda A. The relationship between highest mental capacity and psychic abnormalities. Am J Psychiatry 1949; 106:296-307.
• Ludwig AM. Creative achievement and psychopathology: professions. Am J Psychother 1992; 46: 330-56.
comparison among
• Post F. Creativity and psychopathology. A study of 291 world famous men. Br J Psychiatr 1994; 165: 125-34.
No obstante sabemos de músicos mentalmente perturbados, o emocionalmente desequilibrados, que con su creación musical consiguieron realizarse y mantener un equilibrio que contrasta con sus dramáticas existencias. Baste recordar cuatro nombres significativos del mundo clásico: Schumann, Wolf, Tchaikovsky yMahler. De algún modo, la creación musical supuso su salvación vital. ¿A dónde habrían llegado estos creadores sin su música? Solamente al pensar en el epistolario de Tchaikovsky y en su frase definitiva, que encabeza este artículo, ya me conmuevo.
En la obra clásica Grandes Músicos. Sus vidas y sus enfermedades, del médico alemán Dieter Kerner (1923-1981), de la que he bebido como otros en busca de datos fiables, se evidencian las grandes limitaciones en el conocimiento de las enfermedades de la mente, con posible causa o confluencia orgánica, y máxime tratándose de creadores que vivieron antes de la psiquiatría moderna o en sus inicios. Veamos algunas consideraciones de este autor sobre los cuatro compositores referidos y otros argumentos añadidos.
De Robert Schuman (1810-1856), Kerner refiere antecedentes familiares de inestabilidad psíquica, un comportamiento hipersensible desde la infancia, una melancolía por la insuperable desproporción entre el hombre y la vida, introversión, alucinaciones auditivas, ciertas fobias, tentativas de suicidio, su reclusión final en un centro psiquiátrico y los análisis que durante un siglo se hicieron sobre su posible enfermedad (parálisis progresiva, esquizofrenia, neurosífilis, psicosis maníaco-depresiva, hipertonía esencial), un enigma difícil de dilucidar por los documentos existentes, poco fiables o incluso falseados, acaso por exageraciones románticas y sin duda por el exiguo conocimiento en su época de las enfermedades de la mente.
Schumann compuso su concierto para violín y orquesta entre septiembre y octubre de 1853, meses antes de su intento de suicidio arrojándose al Rin y su ingreso en el manicomio de Endenich, cerca de Bonn, en febrero de 1854. La obra no fue publicada inicialmente y no se interpretó hasta 1937, quedando excluida en la edición de sus obras completas a su muerte, porque el violinista Joseph Joachimla valoró como producto de su locura y como música "enfermiza", llegando a convencer a Clara Schumann de la conveniencia de ocultarla. En su última etapa, de “locura”, el músico escuchaba voces y ruidos que le perseguían y se transformaban en música suprema; la nota “La” le martilleaba sin cesar y le producía “maravillosos sufrimientos”. Atrapado en sus delirios y tras su propósito suicida, ingresó voluntariamente en el hospital de Endenich, donde habría de permanecer hasta su muerte, dos años después, el 29 de julio de 1856, en compañía de Clara y Johannes Brahms.
Es probable que Robert Schumann haya padecido un trastorno bipolar (antigua psicosis maníaco-depresiva), complicado en los últimos años con una afectación neurológica difícil de diagnosticar. Y si bien las composiciones de este gran músico no son frutos de la locura, hay suficientes datos biográficos para no dudar demasiado de su inestabilidad emocional.
La obra musical de Robert Schumann ya fue tratada en: “Robert Schumann, el poeta de la música”)
Escuchemos el juguetón scherzo de su segunda sinfonía...
Schumann – Sinfonía Nº 2, Mov. 3 Scherzo - Sakari Oramo, Berliner Philharmoniker
Hay quien argumenta que la producción de Hugo Wolf (1860-1903) es anterior a su cuadro clínico psiquiátrico, con lo que es imposible afirmar si su labor compositiva ejerció algún efecto modulador en su personalidad”. Pero el compositor era emocionalmente inestable ya desde muy joven, un individuo extremadamente nervioso, sobreexcitado y exaltado, que caía periódicamente en estados de abatimiento; a una fase de euforia le seguía otra de postración, volviendo después a la anterior y así sucesivamente, en una alternancia maníaco-depresiva definidora de un trastorno bipolar. Situación que no le impidió componer cerca de 300 lieder, de una sencillez expresiva comparable a Schubert y de una intensidad semejante a la de Schumann, antes de fallecer en un psiquiátrico, muy menoscabado por una neurosífilis.
Hugo Wolf nos dejó joyas ineludibles del Lied: Canciones sobre poemas de Möricke(56), Canciones sobre poemas de Eichendorff (20), Canciones sobre poemas de Goethe (51), Spanisches Liederbuch (Cancionero español, 44 canciones),Italienisches Liederbuch (Cancionero italiano, 46 canciones).
Disfrutemos con la escucha del hermoso lied "Kennst du das Land" (¿Conoces el país?)...
Wolf - "Kennst du das Land" - Schwarzkopf
En la semblanza de Piotr Ilich Tchaikovsky (1840-1893), queda en el aire la respuesta sobre la causa de su muerte durante una epidemia de cólera, tras beber un vaso de agua contaminada: ¿accidente o suicido? No han de eludirse los desencadenantes ni los conflictos interiores del compositor ruso, que pudieron llevarle a una muerte voluntaria a los 53 años. Su discutida inclinación homosexual, su intento de suicido en 1877 (se metió en las heladas aguas del río Moscova con el propósito de agarrar una pulmonía), tras su fracasado matrimonio con Antonina Miliukova, una alumna del conservatorio, y su distante relación con su mecenas y confidente, la rica viuda Nadeshda von Meck, forman parte del misterio tchaikovskiano. Una nueva hipótesis sostiene el suicidio con arsénico, en base a un escándalo amoroso del compositor con el sobrino de un aristócrata, cuya única salida habría sido poner fin por una cuestión de honor. Ciertamente su madre –con quien se sentía muy vinculado– falleció treinta y nueve años antes a causa de esa enfermedad infecciosa, hecho que debió influir en su conducta vital. Su vida tuvo mucho de patética, como su última y extraordinaria sinfonía.
Entre las obras orquestales más conocidas de Tchaikovsky, todas ellas rebosantes de fuerza melódica y poderosa orquestación, se hallan: Romeo y Julieta (obertura-fantasía), Concierto para piano nº 1, Concierto para violín, El lago de los cisnes(ballet), La bella durmiente (ballet), El Cascanueces (ballet), Serenata para cuerdas y sus 6 Sinfonías, en especial las tres últimas (Nº 4, Nº 5 y Nº 6 “Patética”).
Dejemos que hable su maravillosa serenata para cuerdas...
Tchaikovsky – Serenata para cuerdas, Mov. 1 - Vengerov, VFCO
Se tiene la impresión de que Gustav Mahler (1860-1911) haya sido condenado por su viuda, Alma, al afirmar que “ha estado siempre enfermo”, un argumento aprovechado para justificar su supuesto trastorno psíquico. También cabría la posibilidad de un complejo de Edipo no superado, de ser cierta la conclusión deSigmund Freud en su entrevista: “usted busca en cada mujer a su madre”. Se ha escrito de Mahler que era difícil de tratar y que estaba lleno de manías, achacándosele rasgos de carácter como la brusquedad, la rigidez, la intolerancia y la vehemencia; se nos revela como un hombre atormentado y anhelante, que no encontraba el equilibrio y, por ello, la paz interior. Según las investigaciones delDr. Carlos Delgado Calvete, psiquiatra amgio que ha publicado artículos sobre la música y la enfermedad mental, Mahler era un obsesivo, como se refleja en su exigencia y meticulosidad como director y en sus escasas y elaboradas obras. Razones tendrán otros autores para decir que el músico padecía un trastorno bipolar, enfermedad atribuida, por otra parte, a muchos famosos compositores, hasta el punto de que se llega a considerarla fuente de creatividad. Pero su muerte fue debida a una afección valvular cardíaca causada por fiebre reumática (Recomiendo la lectura de un artículo del Dr. Francisco Doña: “Las enfermedades de Gustav Mahler”)
En la música de Mahler hallamos la confesión de sus tormentos y anhelos espirituales –hacia Dios, la Naturaleza, la belleza, la pureza–, la tragedia humana en suma, expresada por medio de inmensas sinfonías que, en palabras del compositor, debían abarcar el mundo; es reflejo de la complejidad del hombre y del artista. Su obra, escasa pero densa (se autodefinía como compositor de verano, al estar ocupado el resto del año en la dirección orquestal), está centrada en el sinfonismo y el Lied.
Estas son las obras principales de Mahler: 10 Sinfonías –la última inacabada–;Das Lied von der Erde (La canción de la Tierra), híbrido de Lieder-sinfonía, sobre poemas chinos antiguos; Lieder eines fahrenden Gesellen (Lieder del camarada errante), ciclo sobre poemas del propio compositor, para voz y piano u orquesta;Des Knaben Wunderhorn (El muchacho de la trompa mágica), ciclo para voz y orquesta; Kindertotenlieder (Canciones de los niños muertos), ciclo para voz y orquesta.