Había una vez un punto Historia de cuando los signos buscaron la razón de su existencia ¿Sabes para qué sirven los signos de puntuación? Pues un punto solitario no lo sabía y salió a caminar por las páginas para descubrirlo. Acompáñalo en esta aventura en la que el punto viaja de una página a la otra, se encuentra con las letras, discute con ellas hasta que finalmente, pasa a una página en la que… Bueno, mejor acompaña al punto en su aventura.
Alejandro Zenker Ilustraciones de Mauricio Morán
Ediciones del Ermitaño
Había una vez un punto Alejandro Zenker Ilustraciones de Mauricio Morán
Ediciones del Ermitaño Minimalia
Primera edición, marzo de 2006 Director de la colección: Alejandro Zenker Cuidado editorial: Elizabeth González Coordinadora de producción: Beatriz Hernández
© 2006 Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V. Calle 2 núm. 21, San Pedro de los Pinos 03800 México, D. F. Tel. y fax: 5515-1657 Correo electrónico: solar@soalreditores.com
www.solareditores.com ISBN: 968-5473-68-4 Hecho en México / Printed in Mexico
HabĂa una vez un punto.
se encontr贸 o t a b p a o n n i con r un a. ro r t p u Cam a p谩 e n l a gina, cuando de
Era la A.
El punto nunca había conocido una letra.
¿Quién eres?
Me llamo A y voy a la reuni贸n del abecedario.
ツソY quテゥ es el abecedario?
窶電ijo el punto mientras se rascaba la cabeza.
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El abecedario es el conjunto de todas las letras
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Cuando llegaron al borde, el punto vio un abismo.
ÂżCĂłmo vamos a pasar a la pĂĄgina siguiente?
Dรกndole vuelta a la pรกgina.
Al llegar a la p谩gina siguiente
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Se dieron un abrazo y siguieron caminando rumbo a la reuni贸n del abecedario.
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De pronto, se dieron cuenta de que alguien las seguía.
¿Quién eres?
Soy el Punto.
La E miró desconcertada a sus amigas El
¿El punto? No sabía que hubiera una letra que se llamara Punto.
ÂĄTĂş no eres una letra!
El punto se les quedo mirando y de pronto exclam贸:
T
隆Soy parte de ustedes! Miren, la i me tiene en la cabeza.
A la
Todas voltearon a ver a la i
Te pareces a mi cabeza, pero te falta el cuerpo para ser una letra.
AsĂ que le dieron la espalda y siguieron caminando rumbo a la siguiente pĂĄgina.
El punto se vio solo en una grande, inmensa pĂĄgina para ĂŠl solito. Y se sintiĂł abandonado.
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tras e l s a la
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En la siguiente página se encontró con la vieja R que caminaba lentamente apoyada en su bastón.
Hola. ¿A dónde vas?
¿Y te puedo acompañar?
A dónde más. A la reunión del abecedario.
La
La R se recargó sobre una coma...
No sé si te acepten.
Pero, ¿por qué?
Porque vamos a formar palabras, y no sé para qué puede servir un punto. No hay palabras que necesiten un punto.
Entonces, la coma, que estaba medio dormida, se despertó. Había escuchado lo que habían platicado el punto y la R. La R se levantó sorprendida:
Perdón, no sabía que estabas viva. Estaba descansando. Voy a la reunión de los signos de puntuación.
¿Signos de puntuación?
S铆, los signos de puntuaci贸n servimos para formar oraciones.
En eso llegĂł la P, que estaba cerca y habĂa escuchado todo.
Las letras no necesitamos a nadie para formar oraciones. Nosotras formamos las palabras, y juntando palabras formamos oraciones. No los necesitamos. VĂĄmonos.
El p
El punto y la coma se miraron tristes
Debe haber más de los nuestros.
Sig
u
o ier
n
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hacia la siguient o d n na
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g
a in
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Sí, hay muchos más.
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Se acercaron sigilosos y descubrieron‌
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ยกUn gran grupo de signos!
El punto no alcanzaba a ver bien lo que sucedía, así que le pidió a la coma que le permitiera subirse en sus hombros.
¡Miren, allí está el punto y coma!
Y todos se acercaron a ellos y los miraron con curiosidad.
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Ni el punto ni la coma sabían que, juntos, podían servir de algo diferente. Pero ese día descubrieron muchas cosas más. Por ejemplo, que sin la ayuda de los signos, las letras podrán formar palabras, y las palabras oraciones, pero siempre necesitarán a los signos para que el lector sepa dónde hay que hacer una pausa en la lectura, dónde termina una oración, cuándo se expresa algo con admiración o cuándo se está haciendo una pregunta.
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Y para que todos se dieran cuenta de su importancia, la admiraciĂłn puso enfrente de todos un enorme cartel con un texto. De un lado estaban las palabras solas. Del otro, participaban los signos, es decir, puntos, comas, admiraciones, interrogaciones y hasta acentos.
ÂżRealmente habrĂĄ tanta diferencia? Voy a leerlo en voz alta.
habia una vez un punto que pregunto para que necesitan las letras de nosotros y comenzo a caminar por las paginas de un libro en busca de respuesta de pronto tropezo con una coma y zas cayo y reboto en los bordes de la pagina finalmente se detuvo de un signo de admiracion que estaba en el camino como te llamas le pregunto a la coma y le pidio disculpas por su torpeza la coma se presento y le dijo como amaneciste viejo soy tu prima no lo recuerdas y asi renacio una gran amistad
Había una vez un punto que preguntó: –¿Para qué necesitan las letras de nosotros? Y comenzó a caminar por las páginas de un libro en busca de respuesta. De pronto tropezó con una coma y ¡zas!, cayó y rebotó en los bordes de la página. Finalmente se detuvo de un signo de admiración que estaba en el camino. –¿Cómo te llamas? –le preguntó a la coma y le pidió disculpas por su torpeza. La coma se presentó y le dijo: –¿Cómo amaneciste, viejo? Soy tu prima. ¿No lo recuerdas? Y así renació una gran amistad. Bueno, quizás no somos imprescindibles, pero de que somos útiles para que comprendan mejor a las palabras, no cabe duda.
Había una vez un punto se terminó de imprimir en Solar, Servicios Editoriales, S.A. de C.V. Calle 2 núm. 21, San Pedro de los Pinos 03800 México, D. F. Tel. 5515-1657
Había una vez un punto Historia de cuando los signos buscaron la razón de su existencia ¿Sabes para qué sirven los signos de puntuación? Pues un punto solitario no lo sabía y salió a caminar por las páginas para descubrirlo. Acompáñalo en esta aventura en la que el punto viaja de una página a la otra, se encuentra con las letras, discute con ellas hasta que finalmente, pasa a una página en la que… Bueno, mejor acompaña al punto en su aventura.
Alejandro Zenker Ilustraciones de Mauricio Morán
Ediciones del Ermitaño