Roberto Franco, Titiritero

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Roberto Franco Titiritero


Publicación Especial dedicada a la memoria del reconocido titiritero Roberto Franco, capturado y “desaparecido” (asesinado) por fuerzas secretas del Estado, en noviembre de 1983. San Salvador, 2019. https://lazebra.net/

Editorial La Zebra


Roberto Franco, “Titiritero” { Homenaje } Edición y selección de textos y fotos por

Jorge Ávalos


Textos 5 Antes de la guerra | Ricardo Lindo 7 La oscura noche de los desaparecidos | Álvaro Darío Lara 12 Memoria de Roberto Franco | Ricardo Lindo 16 El titiritero | Jorge Ávalos 20 El cateo del clan | Roberto Quezada 23 Roberto Franco | Mario Noel Rodríguez

Imágenes con historias 6 Roberto Franco con niños vendedores de la calle | World Encyclopedia of Contemporary Theatre 11 Tres amigos... | Mauricio Vallejo Márquez 15 ‚Memoria de Roberto Franco‛ (facsímil) | Ricardo Lindo 19 El grupo ‚Tuch{n‛ | Jorge Ávalos 22 ‚Roberto Franco‛ | Ana Silva


Antes de la guerra Ricardo Lindo 1979

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odavía no comenzaba la guerra. Los poetas nos reuníamos en las cafeterías. ¿Te acuerdas, Roberto Franco? ¿Te acuerdas, Jaime Su{rez? Amigos míos que arrastró la noche. Aún hacíamos bromas. Como en las manifestaciones que se iban sucediendo una tras otra se disparaban balazos, los dueños de los establecimientos cerraban sus cortinas de metal y nos qued{bamos encerrados. Aún había cerveza, café, cigarrillos que compartir. En las conversaciones, los nombres de poetas distantes en el tiempo o el espacio, o ambas cosas, alternaban con la idea reiterativa de una patria nueva.

Lo que dice el río Lempa (1990)


‚Franco comenzó a usar marionetas al servicio de un teatro popular, y fundó un grupo llamado Pequebú... y llevó el teatro de marionetas a las {reas marginales y a escuelas. Incluso trabajó con sacerdotes católicos comprometidos con la teología de la liberación. Como resultados de sus enseñanzas surgieron nuevos grupos: Cipitín, Los Ruiseñores, Chanchavalancha, ¡J{, J{!, Babulú y Calabaza.‛ World Encyclopedia of Contemporary Theatre: Vol. 2.


La oscura noche de los desaparecidos Álvaro Darío Lara

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n noviembre de 1983, el titiritero Roberto Franco, desapareció, en medio de la violencia irracional que imperaba en el país. Su paradero hasta la fecha es desconocido. Igual suerte corrieron otros artistas, escritores y poetas, como Mauricio Vallejo, desaparecido en julio de 1981. Asimismo fueron secuestrados y luego asesinados, brutalmente, muchos periodistas, como el poeta Jaime Su{rez Quemain, en 1980. A esta cruel nómina se agregan los caídos durante la guerra civil, como los poetas Rigoberto Góngora, Alfonso Hern{ndez, Amílcar Colocho, Amada Libertad y Jaime Núñez. Y otros ejecutados por sus mismos compañeros de lucha, como Roque Dalton, Claudia María Jovel y Arquímides Cruz.


Tres semanas antes de su desaparición, en una céntrica cafetería de San Salvador, justo frente al Teatro Nacional, compartíamos un café con Roberto Franco. En esa misma mesa se encontraban Dimas Castellón y otro amigo escritor. El nerviosismo era inocultable en alguno de los presentes. Al contrario, Roberto, se mostraba sereno. Eran días de persecución, y quienes estaban organizados o eran colaboradores o simpatizantes de la izquierda — sobre todo— corrían graves peligros. Idéntica suerte les deparaba para los que —aún sin tener ningún vínculo político— eran amigos o cercanos a los comprometidos. Asimismo, eran días de fanatismo e intolerancia al interior de las mismas organizaciones que, en ocasiones, resolvían mediante la desaparición o el asesinato, sus diferencias. Roberto dio vida a un recordado personaje, la Ranita Aurora, vocera cómica y popular, en los momentos m{s {lgidos de “la movilización de masas”, como se decía en aquellos tiempos. Tenía un brillante talento con sus muñecos del Teatro Pequebú (nombre tomado del conocido cuento de Mario Benedetti). A inicios de 1983, un grupo de artistas formó una nueva organización que aglutinó a la mayoría de grupos culturales


y personalidades de aquel tiempo. Se llamó Asociación Salvadoreña de Trabajadores del Arte y la Cultura (ASTAC). Sus miembros se distribuyeron por ramas: Teatro, Música, Danza, Artes Pl{sticas y Literatura. Por supuesto, entre sus constituyentes, estuvo Roberto Franco. Ingresé a ASTAC en 1984, integr{ndome a la sección de Literatura. Ahí est{bamos, a la sazón: Mirna Martínez, Mario Noel Rodríguez, Joaquín Meza, René Iv{n Morales, René Edgardo Rodas, Ramón Hern{ndez, Sergio V{squez y Carmen Gonz{lez Huguet. Impulsado m{s por la amistad y el cariño a sus miembros, el poeta Ricardo Lindo se afilió también. Para julio de ese 1984, ASTAC lanzó su temporada artística “El Aguacero”, que se prolongó por dos meses, llevando distintas presentaciones a lugares no convencionales —para aquella época— como parques, mercados, plazas y otros escenarios populares. Cuando ASTAC decidió publicar un boletín, nos dimos a la tarea de armarlo junto con mi amigo el artista pl{stico Óscar V{squez. El boletín se denominó “Pregón” e hicimos dos números. En la primera publicación, correspondiente a agosto-septiembre de 1984, apareció un hermoso poema que


Ricardo Lindo nos entregó, como un tributo al desaparecido Roberto Franco. Traerlo al recuento, ahora que Ricardo emprendió ya su viaje al Otro lado del Espejo, es oportuno, como un signo de la honda sensibilidad, compañerismo, y amistad del poeta ausente, respecto de un tiempo de muchos sueños y esperanzas, pero también de mucho horror. Años después, Ricardo, volvió a recordar a Roberto, en su libro Lo que dice el río Lempa (1990) al dedicarle el relato “Noche de títeres”, cuya leyenda reza así: “a la memoria de mi amigo el titiritero Roberto Franco, desaparecido en noviembre de 1983, víctima de la guerra”. También lo evoca en el último texto del libro en cuestión, titulado, “Años de guerra”. Queda la poesía de Ricardo, en verso y prosa, para siempre entre nosotros. Y queda el entrañable recuerdo de Roberto Franco y de sus maravillosos muñecos de magia y de belleza, huérfanos de su padre, desde entonces. “Tres Mil”, Diario Co-Latino, 26 de noviembre, 2016.


Mauricio Vallejo M{rquez: “Tres amigos deciden tomarse una foto para "ver quién queda vivo". El único que sobrevivió fue Luis Gald{mez. El poeta y escritor Mauricio Vallejo fue torturado y asesinado, el titiritero Roberto Franco, de ‘la Rana Aurora’, también fue asesinado.‛ De izquierda a derecha: Mauricio Vallejo, Roberto Franco y Luis Gald{mez, 26 de junio de 1980, tras una presentación de títeres en el auditorio de la Secretaria de extensión Cultural. La bolsa verde a los pies de Roberto Franco es su teatrino.


Memoria de Roberto Franco Ricardo Lindo

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orque ha desaparecido el compañero Roberto Franco, y porque ya nadie nunca sabr{, probablemente, m{s de él, y porque es injusto que estas cosas sucedan a un hombre bueno y a un amigo exacto, yo derramo mi voz ya sin l{grimas junto a ti, Roberto Francio, titiritero, alegre compañero de aventura, rey encendido en medio de amables luces que crecían en la noche fantasmal de invierno mientras inventabas algún m{gico viaje,


amigo mío que amó lo que era justo, alegre en su gravedad y sereno en su fuerza, y digo que te alzaste como un hombre sencillo, m{s all{ de los sueños y m{s all{ del viento, para decir palabras eficaces y tristes, o bien que suenan tristes ahora que no est{s, amigo que soñabas con una libre espada y elevabas muñecos en respuesta a la injuria, mira hoy a tu país resquebrajado y miserable como un quejido en medio de la muchedumbre, mientras otros se lavan las manos, Roberto Franco, como si nunca hubieras existido, y te recordaremos como a un viejo retrato, hundido en medio de las sombras. Ya todo va pasando. Tú también pasar{s, y es inútil decir que te recordaremos. Amigo, también te borrar{s. Pero el ala feroz que destrozó tu viaje nos seguir{ creciendo, nos seguir{ creciendo,


y nos ahogar{ sin miedo en medio de las sombras, en tanto tus muñecos duerman en anaqueles, inmóviles y mudos de nostalgia y de pena.

Pregón, boletín de ASTAC, agosto-septiembre, 1984.

P{gina siguiente: facsímil de la edición original del poema de Ricardo Lindo ‚Memoria de Roberto Franco‛ y publicado en el primer número de Pregón, el boletín de la Asociación de Trabajadores del Arte y la Cultura (ASTAC), correspondiente a agosto-septiembre, 1984. El editor fue Álvaro Darío Lara, el ilustrador Óscar V{squez.



El titiritero Jorge Ávalos

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oberto Franco en mi memoria:

Primer Acto Enero de 1980. En la Plaza Libertad, ante un público de miles de personas apretujadas, se levanta un pequeño escenario vertical, hecho de tubería de metal y lonas negras, de metro y medio de ancho por dos metros de alto. En la boca del escenario de títeres, una rana verde canta una canción de Paco Ib{ñez: “Un mundo al revés”. El público ríe. De pronto, se escuchan disparos. Alguien grita: «¡Balacera! ¡Balacera!» La gente huye despavorida. Sólo la Ranita Aurora permanece en su sitio. Interrumpe su canción y comienza a gritar con su voz chillona: «¿Qué


pasa? ¿Qué pasa?» Alguien le responde, como si esa rana de trapo fuese una persona: «La Guardia est{ disparando, ¡v{monos!». La Rana Aurora comienza a correr de un lado a otro del pequeño escenario, gritando: «¡La Guardia! ¡La Guardia! ¡Corramos!» Quince minutos después, la plaza est{ vacía, excepto por guardias armados y una rana verde que les pregunta si ya pasó el «despapaye». Segundo Acto Abril de 1980. En el sótano del Teatro Nacional, un joven aprendiz de 16 años le pregunta a su maestro de teatro de títeres qué es toda esa maquinaria bajo el escenario. «Es un inmenso gato hidr{ulico», responde él. «Y, ¿para qué sirve?», pregunta el aprendiz. «Permite que el proscenio suba y baje, como un elevador». «Y, ¿para qué?» «Para qué el público vea que sube y baja», explica. «¡Ah!», exclama el aprendiz. Tercer Acto Octubre de 1980. Los alumnos del titiritero realizan una función en la pequeña sala del Teatro Nacional. El titiri-


tero mismo est{ actuando, sus muñecos sobre su cabeza. Un niño se para detr{s de su padre para verlo actuar; el aprendiz nunca ha visto al hijo del titiritero sentarse con el público. Tiene razón. Es fascinante ver a su padre así: cuando se olvida de sí mismo, cuando es todos sus personajes a la vez. Epílogo Noviembre de 1983. Plena guerra. Ya el telón se ha cerrado. Roberto Franco, el titiritero, ha desaparecido. Otros muñecos comienzan a despertar, aquí y all{, en otras plazas, en todas partes. “Cromos” La Prensa Gr{fica, Octubre 11, 2003.


La foto es del grupo Tuch{n (Nuestro Pueblo), y fue tomada en el Teatro Nacional el 29 de noviembre de 1980, el día que presentamos la pieza para títeres ‚El gallo, el rey del mundo‛. Los que participamos en el montaje y aparecemos en la foto somos, al frente: Jorge Ávalos, Napoleón Selva, Gabriel Guzm{n (QEPD), y Anny (QEPD, muerta en combate en 1981); atr{s: Edwin Pastore, Roberto Franco (QEPD), Susana Moreno Parada y persona desconocida.


El cateo del clan Roberto Quezada (Fragmento)

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or su parte, desde la ventana de la sala que daba a la calle, Roberto Franco, el titiritero desaparecido por los Escuadrones de la Muerte, solía hacer la delicia de los niños escueleros que pasaban camino a casa a la salida de la escuela. Desde la segunda planta asomaba su famosa rana roja. A la misma hora, todos los días, los niños reclamaban desde la acera de enfrente la presencia de “Aurora”, la ranita roja con pelos amarillos que los embromaba: —¿Ya vienen de estudiar, cipotes feyos? —Feya vos, porque las ranas no son rojas y no tienen pelos, rana feya, lero, lero —y los niños soltaban por decenas las carcajadas y esperaban la respuesta de la rana.


—Vos, cipote, el del bolsón, ¿Qué aprendiste hoy en la escuela? ¿Cu{nto es dos por dos por ocho, mil por mil, tres por nada<? ¡Tan grandote y no te podés las tablas de multiplicar<! Y así, poco a poco, se iban quedando 15 o 20 niños en la acera de enfrente. Claro que al final siempre terminaban peleados y en los días m{s tr{gicos llegaron hasta el grado de estrellar semillas de mango en las ventanas del departamento. Cuando a “Tapia” *apodo de Roberto Francos+ se le olvidaba salir a la hora acostumbrada, los niños gritaban: —¡Rana feya, rana bruta!< Esperaban unos minutos y luego, al ver que la rana no salía, se retiraban entre tristes y sonrientes. Diles que aún vivo, El Juglar Editores, 1992.


Ana Silva: Luego de la desaparición forzada de la Roberto Franco, frente al Teatro Nacional de San Salvador, en noviembre de 1983< se acercaba la celebración del primer año de ASTAC. Había mucho temor entre los miembros del gremio, pero gracias a esta foto de Luis Gald{mez pudimos montar un bello afiche en blanco y negro, en momentos de gran dolor y desolación. Y realizamos un festival del primer aniversario de ASTAC en el Parque Cuscatl{n en honor a Roberto Franco. Así logramos reagrupar al gremio de artistas< Septiembre 19, 2017.


Roberto Franco Mario Noel Rodríguez

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oberto Franco, tus manos hicieron soñar a los gorriones, hicieron reír a los perezosos {ngeles. Vivir{s por siempre, compañero. Julio 29, 2015.


Visita revista La Zebra: https://lazebra.net/


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