stereo tipo
EMEEQUIS | 14 de julio de 2014
Gustavo Mauricio Teclados
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Chetes Guitarra, voz y piano
David Izquierdo Guitarra y voz
Maurizio Terracina Bajo y voz
la misma fรณrmula, pero reloaded POR Guillermo Rivera โ ข @GuillermoRiverV
EMEEQUIS | 14 de julio de 2014
Zurdok
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stereo tipo
L
La lentitud al caminar delata su agotamiento. En silencio, los músicos ingresan por la puerta principal de las oficinas de Universal Music. Lanzan una mirada de cortesía al oficial de la entrada. Es la hora más difícil para dar una entrevista; el sopor de las cuatro de la tarde convierte cualquier charla en un fastidio. Los cuatro integrantes de Zurdok llevan varias horas hablando con los medios de comunicación del mismo tema: su reencuentro. Apenas hace poco más de una hora salieron a comer algo. El proceso de digestión los traiciona cuando atraviesan el patio principal del inmueble. Víctimas de la somnolencia, avanzan con esfuerzo hacia la sala de entrevistas. Chetes, guitarra, voz y piano; David Izquierdo, guitarra y coros; Maurizio Terracina, bajo y voz, y Gustavo Mauricio, teclados, se instalan cada uno en su silla sin logran reprimir los bostezos. Los críticos han sido crueles, por lo general, con los reencuentros. Las bandas entregan lo que tienen que dar en determinado momento. Lo que hagan después, está de sobra. ¿Por qué regresó Zurdok? Sin pensarlo demasiado, como si fuese un discurso estudiado, Chetes hace un esfuerzo por reanimarse y toma la palabra. —Opinamos que podemos dar más —dice el cantante, cuyo rostro es cubierto por unas enormes gafas oscuras—. Si estrenamos un nuevo disco es porque pensamos que era lo correcto. Es el mejor momento para hacerlo. Pasaron muchas cosas para que sucediera. Y es que… la gente lo pidió.
EMEEQUIS | 14 de julio de 2014
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La generación Zurdok pidió ver de nuevo a la agrupación que, allá en su natal Monterrey, Nuevo León, comenzó a hacer bulla con un sonido duro y aventurado, que años después adoptaría una suavidad completamente opuesta. Hace poco más de dos décadas, la idea de formar una banda fue el resultado natural de la vida de seis jóvenes —además de los cuatro integrantes actuales, participaban Fletch Sánchez (batería) y Fernando Martz (voz)— que crecieron escuchando rock anglosajón. La buena respuesta del público los convirtió en una banda promesa. Un fenómeno extraño en una entidad en donde nunca antes figuró una agrupación de rock. Más tarde, Zurdok Movimento, el primer nombre del grupo, se convertiría en una de las bandas pioneras de la llamada “avanzada regia”, la corriente que cobijó a mediados de los años noventa a decenas de bandas que luego de presentarse en bares y fiestas durante años, de pronto ganaron atención y renombre fuera de la Sultana del Norte. Zurdok grabó tres álbumes y después, una vez concluido el contrato con su disquera, decidió tomarse un
descanso que duró más de una década. Hasta hoy. David Izquierdo cuenta que el reencuentro de la banda comenzó a gestarse hace tiempo. Y que en varias ocasiones, cuando los integrantes estaban en proyectos musicales por separado, se habló de reunirse. Apenas a fines de marzo pasado el plan se concretó en el Festival Vive Latino. Cuatro de los seis integrantes originales de Zurdok regresaron a los escenarios. Y lo hicieron por la puerta grande. —Era el momento —reitera Chetes, mientras lanza una bocanada de humo blanco y espeso—. Todos estuvimos dispuestos a sincronizarnos y hacer de Zurdok nuestra prioridad. Aquí estamos.
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La segunda temporada de la banda regia comenzó en el estudio de grabación. Se trataba de crear nuevos temas, no de estancarse en las mismas canciones que tuvieron éxito en el pasado. Nunca pretendieron volver a los orígenes. No quieren que su música suene igual a la que ya todos conocen. “Nuestra ideología siempre ha sido la evolución”, afirma Maurizio Terracina y sus tres compañeros aprueban con la mirada. La espontaneidad, dicen, es su bandera. Zurdok nació así: de manera espontánea. Pertenecían a un pequeño núcleo y eso facilitó que sus integrantes se conocieran. Las composiciones y ensayos comenzaron en 1993 y se extendieron durante varios meses. El método fue sencillo: imitar a las bandas y músicos anglosajones de su interés: Nirvana, Rage Against the Machine, Dj Shadow, Oasis, The Beatles. —Siempre hemos hecho música inspirados en lo que está sucediendo en determinado época —interviene de nuevo Terracina—. Sin grandes pretensiones, sin saber que las disqueras voltearían a vernos. Hacíamos canciones para nosotros. No fue intencional, pero se alejaron del estereotipo del rock mexicano que sonaba en aquellos años. Un rock marcado por la etiqueta del “rock en tu idioma” y representado por bandas como Caifanes, Fobia o La Cuca. Zurdok encontró una nueva veta: en su primera etapa apostó por un rock potente y poco planeado. Hablar de la “cultura mexicana” no era su prioridad en una ciudad sumamente agringada. —La música que escuchamos de niños —complementa Gustavo Mauricio— estaba cambiando la vida en Estados Unidos: Nirvana, Radiohead, Poison. También nos alimentamos del glam rock. Zurdok comenzó a crear los sonidos que quería escuchar en la radio. No se conformó, sin embargo, con calcar las melodías de otras bandas. Su aporte fue la improvisación. La letra no era relevante, pero sí la fuerza de las entonación para proyectar emociones. Su música era brusca y sin aparente orden.
La agrupación consiguió seguidores de inmediato. El nombre Zurdok Movimento comenzó a escucharse en todas partes. Por las cabezas de sus integrantes, sin embargo, jamás cruzó la idea de éxito: en Monterrey ninguna banda había triunfado antes. Es más, en México muy pocos roqueros figuraban. Y los de Zurdok estaban poco interesados en imitarlos. Dos años después de su formación, sucedió lo imprevisto. La banda comenzó a cobrar notoriedad en Monterrey, pero fue hasta 1995 cuando su nombre cruzó fronteras. Por aquellos tiempos se celebraba el concurso de rock La batalla de las bandas. Zurdok compitió contra cientos de agrupaciones de todo el país y, para sorpresa de varios, consiguió el primer premio. Se convirtió en la primera banda no defeña en conseguirlo. Ahí se disparó su fama.
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Los integrantes de Zurdok parecen por fin animarse justo al final de la entrevista. Dicen que su éxito es resultado de hacer “música honesta”. El público los sigue, piensan, porque reconocen la sinceridad de la banda. Su fórmula es sencilla: componer melodías sin quebrarse la cabeza pensando en qué esperan las personas de ellos. La libertad de creación es uno de sus sellos, por eso no les molesta que algunos digan que su música es más pop que rock. Durante el tiempo en que los integrantes de Zurdok estuvieron separados, en su estado natal se desbordó la violencia derivada del narcotráfico. Nuevo León se convirtió en uno de los focos rojos del país. —¿Es posible esquivar este tipo de sucesos al momento de crear música? —Influyen en tu vida —acepta Chetes—. En Monterrey es un momento difícil. No la pasamos bien, nos afecta. Pero no en la música que hacemos. Soy de la idea, y creo que todos aquí también —voltea a ver a sus compañeros—, de que si vas a ver una película al cine, no optarás por una que te haga pensar en lo difícil que es la vida. Quiero, precisamente, que la historia me lleve a otra parte, alejada de los problemas. Cualquier género: fantasía, terror. Zurdok sabe que puede usar su música para fines sociales. Pero su objetivo musical es trasladar a la gente a “un lugar mejor que la vida cotidiana”. No reprueban a las bandas con postura política abierta o cuyas canciones dan a conocer su punto de vista sobre algún acontecimiento social. Con algunas simpatizan. Ellos, simplemente, optaron por no hacerlo. Prefieren escapar. —En nuestro caso, si te mueven los asuntos pesados, los males de la sociedad —dice David Izquierdo—, haz algo que emita buena vibra. Prestarle atención a lo que te molesta es perpetuarlo, darle fuerza. La música tiene esa ventaja: una rola, aunque transmita tristeza, es un acto creativo, una forma de enaltecer la vida. Esa es la fórmula que ha Zurdok le ha funcionado desde sus primeros años. Y ahora que están de regreso, no piensan cambiarla.
2014
Gran salto 1997-2014
2001
Maquillaje
1999
Hombre sintetizador
1997
Antena
EMEEQUIS | 14 de julio de 2014
La experiencia acumulada en los últimos años se percibe en su actual propuesta. El sonido de Azul oscuro —una de sus dos nuevas rolas, otra es Amanecer— refleja la madurez musical del cuarteto. La improvisación y las letras abstractas quedaron atrás. Ahora, los mensajes son más directos aunque la esencia de Zurdok, afirman, sigue intacta. Hace más de 15 años Zurdok lanzó Antena, su primer álbum de estudio, grabado en Los Ángeles, California. Cuando aterrizaron en la ciudad estadunidense, los músicos supieron que las cosas adquirían seriedad. Atrás quedaban los ensayos dentro de un edificio abandonado, el piso vacío cubierto de tierra. Pronto, dos discos más ensancharon su discografía: Hombre sintetizador y Maquillaje. Esa segunda producción, de 1999, contiene algunos de sus temas emblemáticos. Con los sencillos Abre los ojos, Si me advertí y ¿Cuántos pasos?, Zurdok se consolidó como una de las bandas más importantes en la historia del rock hecho en México. Las canciones se escucharon en América Latina y Estados Unidos y se convirtieron en himnos de la “avanzada regia” cuando Monterrey fue considerado semillero del rock nacional, a principios del nuevo siglo. Bandas como Control Machete ya habían cobrado popularidad en Monterrey y el resto del país, pero Zurdok contribuyó a fortalecer el movimiento y a ese cambio en la actitud del rock: voltear al extranjero para innovar sus sonidos. —Ahora se dice que varios grupos tomaron como inspiración a Zurdok para hacer música —retoma Chetes—. Es genial que la gente se inspire en ti, pero nunca fue intencional.
Su fórmula es sencilla: componer melodías sin quebrarse la cabeza pensando en qué se espera de ellos. No les molesta que algunos digan que su música es más pop que rock.
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