Memorias de una maestra en formación

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Primera edición Febrero de 2021 ©

Licenciatura en pedagogía infantil Universidad Distrital Francisco José de Caldas Vivencia V

Diseño editorial, imágenes y autoría Dayane Alejandra González Rozo Estudiante de Lic. en Pedagogía Infantil





Tabla de contenido INTRODUCCIÓN Cartas de quien pretende aprender más allá de ser maestra PRIMERA CARTA De los primeros días de clase SEGUNDA CARTA Aprender a leer el aula TERCERA CARTA Los pequeños, grandes “porqués” de la maestra CUARTA CARTA El lugar que encuentro QUINTA CARTA Una experiencia distinta: Nuevas ideas y retos SEXTA CARTA De escuchar a comprender SÉPTIMA CARTA Despedida de una etapa OCTAVA CARTA Memorias de una maestra en formación BIBLIOGRAFÍA


A los maestros y maestras en formación, por ser quienes inspiran la escritura de estas cartas. A Laura, Lina y Cristian, por leerme, acompañarme y ayudarme tanto en este proceso. A mi familia por hacer esta experiencia posible y acompañarme en todo momento.


Cartas de quien pretende aprender más allá de ser maestra. Al imaginar un maestro en formación, muchas veces opté por pensar en una persona que aún no sabe lo que hace, alguien que carece del conocimiento práctico, pero rebosa de ansias por poseerlo, así me encontré al enfrentarme a relatar mi experiencia, pensando mil ideas, enfocandome en puntos distintos y distantes, repensando mi papel como maestra desde lo que he construido en el camino y lo que he destruido; lo que considero que es una parte fundamental de la experiencia de formación que he atravesado, me he descubierto desde la reconstrucción de aquellos relatos que viven en mi mente y se materializan en mi diario vivir. Mi paso por los saberes, maestros, autores, niños, la experiencia y el paso de estos por mi, han transformado la manera en que me relaciono con el mundo, me han permitido ver posibilidades que no me había planteado como existentes. El pretender que sé aprender, que seré capaz de interiorizar todo el conocimiento que se me presente en cualquier manera, me ha permitido convertirme paso a paso en lo que considero, una maestra en formación que elige a diario cuestionarse, recordar el pasado para deshacerlo con dudas, con maneras de mejorar, de apreciar más las enseñanzas de cada persona o momento que atraviesa cada situación.


La maestra en formación en que me he convertido, no siempre realizó las mismas elecciones que yo realizo a diario; es en la conversación con la universidad, con quien era y quién quiero ser, que me transformo con el tiempo, con la experiencia y con las personas, tal como estoy segura que lo hacen estas cartas en las que se muestra, pero también se aprende, en las que se escribe para equivocarse y reevaluar, porque para mí, de eso trata ser maestra en formación. Así que, desde mi experiencia, dirijo estas cartas al maestro o maestra en formación, a aquel estudiante que como yo, tiene la necesidad de encontrarse en su labor y en su práctica, desde lo que piensa, reflexiona y produce, no sólo académicamente sino desde su labor en el día a día que continuamente construye nuevas posibilidades para la educación.

Atentamente,

Maestra en formación


De los primeros días de clase Debo contarte que antes de entrar a la universidad, concebía la práctica como el simple hecho de llevar a cabo una acción; algo tan sencillo como realizar un deporte, un baile, escribir derecho en una hoja blanca; pensarlo, me permite reconocer que mi idea algo inexperta de la práctica correspondía a la concepción racionalista de la misma como el ejercicio de una acción y de su repetición para mejorar el desempeño en ella. Siempre pensé en la práctica de mis maestros en la escuela, en ¿Qué tan difícil puede ser? Llegar al salón de clase y contarles a los estudiantes lo que a ti te contaron en la universidad. Desde mi perspectiva , en ese momento se trataba de algo meramente instrumental, dónde ciertos saberes dictan lo que se debe hacer en cierta situación y todo está medido paso a paso, en palabras de Herrera y Martínez, son aquellos saberes que aparentemente se ajustan

bien al modelo de la racionalidad técnica, es decir, su ejercicio parece estar basado en un conocimiento fundamental y sistemático, del cual el conocimiento científico es

el

prototipo.¹

En este momento, creo que nunca le dedique mucho tiempo a pensar realmente lo que implicaba la práctica, en especial de mis maestros, teniendo en cuenta que sabía que a ello es a lo que deseaba desde entonces dedicarme, espero

¹ (Herrera, Martínez, 2018, p. 15)


que un maestro en formación que me lea, tenga la oportunidad de reflexionar y pensar sobre la práctica tal como lo hago en este momento. Fue con mi entrada a la universidad que todo cambió, a pesar de no comprender en ciertos aspectos, todo el conocimiento que se me estaba presentando, hubo ciertas clases que tuvieron un significado representativo, tanto que cambiaron mi percepción de la palabra práctica, que hasta ahora había sido solo una acción. Una de estas clases fue “Pedagogía y sujeto”, una asignatura que estoy segura no disfruté del todo por estar confundida con los términos, los autores, lo que la maestra nos explicaba en clase, hasta que en cierto momento sentí que por fin había comprendido algo. Mientras la maestra nos explicaba el concepto de poder según Foucault, yo tomaba nota en mi cuaderno, hice un diagrama que representaba aquello que escuché, considero que fue allí la primera vez que comprendí (quizá no del todo) y me acerqué al concepto de práctica que tengo hoy en día. El diagrama que realicé fue similar a este:


Con este sencillo dibujo que quizá no fue muy trascendental en el momento, comprendí que la práctica del maestro (en mi caso), se encuentra determinada por el saber pedagógico construido, y que dicho saber pedagógico está atravesado por la reflexión, dando lugar así a una práctica mediada por la reflexión. Allí pude comprender en medio de una clase que poco sentido tenía en el momento, la importancia del pensamiento y la reflexión sobre aquello que se hace. Esta experiencia, me permitió comprender que la práctica, necesita de una reflexión, antes, durante y después, que genera un cambio, es decir, un saber pedagógico; esta práctica que genera saber, se encuentra siempre presente en la acción. Es aquí donde me pregunto ¿Los maestros en formación realmente reflexionamos sobre el cambio que supone una práctica pedagógica en nosotros? En palabras de Herrera y Martínez, La dimensión práctica, abarca los

discursos y las prácticas de enseñanza, y las formas de enunciación que se producen en ellos, en tanto que son vividos en las instituciones.² En este orden de ideas, la práctica no comprende únicamente un actuar de decisiones basadas en “sí o no”, se encuentra basada en aquellas experiencias y saberes construidos por el maestro por medio de su actuar en el aula.

² (Herrera, Martínez, 2018, p. 13)


Lo anterior, me permitió proponerla en mi vocabulario y para mi comprensión como práctica reflexiva;

A pesar que dicho concepto, no

aparecería en mí sino hasta segundo semestre, donde gracias a la maestra Lina (Una increíble maestra de la que me llevo infinita gratitud por terminar de enamorarme de la pedagogía) de la clase “Pedagogía y escuela” comprendí gracias a estas reflexiones, (y es necesario enfatizar) que la práctica necesitaba de la reflexión, antes, durante y después de realizarse, fue gracias a ella que comprendí que la práctica mediada por una reflexión, permitirá al maestro un análisis profundo de todo aquello que sucede en el aula de clase, es decir, le permitirá construir un saber pedagógico situado en contexto, pero esto es algo que comentaré más a profundidad en otra carta.


Aprender a leer el aula Te contaré mi experiencia en mi primera vivencia escolar, una asignatura en la que durante mi segundo semestre de carrera, me encontré por primera vez con los niños y niñas “reales y tangibles” tal como solía repetirnos la maestra Ivonne, quien nos acompañó durante dicho espacio. ¿Por qué te contaré esta experiencia? Te preguntarás; fué aquí, en la práctica, en las risas de los niños, en las canciones para leer y en las conversaciones que encontré un significado real para el concepto de práctica reflexiva. ¿Recuerdas tu primera experiencia en el aula? ¿Los nervios antes de conocer a los niños? Considero que esta vivencia fue de las principales motivaciones para seguir aprendiendo como maestra en formación, saber que llegaré al aula y ahí estarán esas sonrisitas esperando con expectativa que les traerá la “pofe”. Paradójicamente, no lograba articular los conceptos que encontraba en las clases, con mi vivencia, siendo en este caso la primera vez que me situaba en el aula con los niños y niñas, siempre preocupada por lo que los docentes esperarían de mí. Considero que allí me encontré con la necesidad de pensarme sobre mi propia práctica, ir un poco más allá de lo que los docentes me pedían e incluso contrariarlos en pro de las necesidades e intereses de mis estudiantes. Me encontré junto con Laura, mi compañera de vivencia, cambiando radicalmente lo que habíamos propuesto previamente en las pla-


neaciones entregadas a inicio de semestre sin haber conocido a los niños y niñas, por algo bastante distinto para lograr así conectar con ellos a través de la lectura. Nos encontramos con que en una vivencia mediada por la lectura en voz alta, a los niños no les gustaba sentarse a que les leyeran, encontramos una manera de incluirlos en las lecturas, haciéndolos partícipes de la lectura por medio del canto y el juego, dicha reflexión nos llevó a proponer acciones en el aula pensadas previamente que se ajustaron a nuestros estudiantes. De esta manera, mi propia práctica en el aula me permitió llegar a la comprensión de que quien realiza una práctica como maestro, debe (idealmente) haber realizado una reflexión sobre la misma durante la etapa de planeación, preguntas como ¿Para quién estoy planeando? ¿Por qué? ¿Qué busco con esto que estoy planeando? etc., dichas preguntas, nos permiten, a ti y a mi, situar y dar sentido a nuestra práctica, la cual, cabe aclarar, no se limita a un antes, sino que también atraviesa un durante y un después, en especial ya que va tan intrínsecamente ligada a la construcción de saber pedagógico , como es mencionado por Giroux³, el profesorado no somos solo simples portadores de técnicas, sino intelectuales de las sociedades que trabajamos como colaboradores de la teorización de sus prácticas culturales. Es decir, la reflexión no es únicamente parte del saber pedagógico, hace parte también del cambio y las prácticas llevadas a cabo por el maestro y los estudiantes. ³ (Giroux 2001, p.7)


Te contaré específicamente del día en que si no me falla la memoria unos cuantos años después, comprendí que la práctica es realizada en la conversación con la realidad y no puede ser aislada por las teorías. Junto con Laura, (mi amiga y cómplice en los procesos que nos han cambiado abismalmente, como el de nuestra primera vivencia) habíamos propuesto para la primera sesión de vivencia con los niños y niñas del grado 02 (Transición) del colegio Cundinamarca I.E.D de Bogotá, situado en el barrio “El perdomo”, un cuento llamado “El gato tuerto y otras historias” de Verónica Samper, además de preguntas para los niños como “¿Tienen mascotas? ¿Si fueran un

gato cómo serían o qué harían?, ¿De qué color serían ustedes?”⁴ En el cuento, se mencionaban los “gatos grandes, gatos pequeños, gatos gordos, gatos flacos, gatos elegantes...” de manera que mientras Laura y yo acompañábamos la lectura con los niños, representábamos y enfatizabamos con nuestra voz y cuerpo, los personajes de la historia que eran los gatos. Fue una experiencia demasiado grata, estar en el aula con los niños, verlos interesarse por la lectura y el ejercicio que con tanta expectativa planeamos para ellos. ¿Recuerdas la primera vez que te sucedió lo mismo? ¿Alguna vez tuviste que cambiar una actividad o ejercicio porque no encajó con tus estudiantes?

⁴ Tomado de la planeación N. 1 para la Vivencia I, (22 de Septiembre de 2018) Elaborada por Alejandra González y Laura Camacho, estudiantes de la Lic. en Pedagogía infantil de la UDFJC.


Lastimosamente, la segunda vez que nos encontramos en el aula, leyendo un cuento distinto para los niños, no fué igual, no supimos qué habíamos hecho mal, hasta que reflexionando, llegamos a comprender que el cuento que habíamos leído para ellos ésta vez, había sido mucho más complejo que el anterior, y tratándose de niños y niñas de grado transición entre 4 y 6 años, no les había llamado la atención en lo absoluto, de manera que nos propusimos buscar lecturas similares a la primera, donde el énfasis en la voz y el cuerpo nos permitiera realmente interactuar con los niños y no sólo ser dos personas que llegan a leer un cuento que en nada se relaciona con sus intereses. Fue aquí donde comprendí. Por fin, todos aquellos textos y autores que habían pasado por mi cabeza vagamente, cobraron sentido con ese diagrama que un semestre antes, había realizado para la clase de “Pedagogía y sujeto”. La práctica conlleva reflexión, considero que me hubiese sido imposible llegar a esta comprensión si no hubiera leído el aula, la expresión de aburrimiento mientras le leía a esos pequeños que usualmente rebosaban energía. Cabe resaltar, que dicha experiencia me permitió comprender que el docente se encarga de la reflexión propiamente dicha, tal como lo plantea Ávila⁵, es sumamente importante reconocer las falencias y virtudes del trabajo

⁵ (Ávila 2014, p. 59)


en el aula y fuera de esta ya que esto nos permite verla desde diferentes perspectivas y así lograr mejorarla cada vez más de acuerdo a las necesidades de los estudiantes; además, esto debe ser un proceso constante, no es suficiente llevarlo a cabo una vez, el maestro debe reconocer que así como sus alumnos cambian día a día, su práctica también debe hacerlo.


Los pequeños, grandes “porqués” de la maestra Te saludo de nuevo, hoy planeo contarte, la manera en que a la vez que la asignatura de “Vivencia I” me permitió construir un concepto de práctica, también transformó mi concepto de infancia; espero la transformación que se dió en mí hace unos años ya, te sea útil para preguntarte por las mismas cuestiones que yo aún intento desentrañar. Creía que solo existía una… una infancia, ¿Qué extraño, no? Hace años no pasa por mi mente el concepto de una sola infancia, en fín; desde mi experiencia, había conocido un solo tipo de infancia, la que yo viví. Una infancia escolarizada, protegida por los adultos, quizá hiperrealizada, sin embargo nunca llegué a pensar en la posibilidad de otras infancias, infancias en otros contextos sociales y culturales e incluso temporales que pudieran haber sido distintas a la mía. Si tenía un acuerdo con lo que ahora considero como infancia, sería el grupo etario, todo menor de 18 años; mencionar “infancia, niños o niñas” corresponde a todos los menores de 18 años, según lo menciona la Convención Internacional de los Derechos del Niño.⁶

⁶(Derechos del Niño UNICEF, 2006)


Al llevar a cabo mis primeras vivencias, en dos colegios distintos y con niños completamente diferentes, llegué a la comprensión de la infancia como una construcción social dependiente del tiempo y espacio en que se desarrolla. Es decir, me encontré con infancias completamente distintas en dos colegios de lugares muy distintos en una misma ciudad, que a la vez son muy distintas de la infancia que yo viví, contrastando lo anterior, es necesario reconocer que el uso de estas categorías ha cambiado según la época y el lugar, ya que infancia es una construcción social e histórica, en otras palabras, según Eduardo Bustelo: La infancia constituye un campo social e histórico.⁷ Desde la comprensión de la infancia como representante de un campo social e histórico específico, me fue posible en ese entonces, establecer que dependiendo del mismo, hay una infancia distinta en cada espacio y tiempo, dando lugar así al concepto de infancias, ya que si bien un infante es todo menor de 18 años, se distinguirá según su género, raza, estrato socioeconómico, lugar de procedencia, época en la que nació, etc. Entonces encontramos un concepto de infancias demasiado amplio para definirlo, ¿Es un grupo etario? ¿ Es una etapa de la vida? ¿La infancia es el presente o es el pasado? Espero alguna vez te hayas hecho las mismas preguntas. Fue precisamente lo anterior, aquello que transformó mi visión

⁷(Bustelo, 2007, p.15).


respecto a las infancias, comprender que es una categoría tan amplia que habría que ubicarnos en un contexto social, económico, territorial, y temporal muy específico para definir una infancia. Por medio de las vivencias en las aulas de clase, de la relación con niños y niñas muy distintos entre sí incluso en un mismo salón de clase, llegué a comprender que sus vivencias de infancia pueden ser abismalmente distintas, recuerdo aún una anécdota que quizá fue impactante en el momento y me mostró una marcada diferencia que quizá los niños recuerden cuando crezcan, tal como yo lo hago con aquellos programas de tv que veía durante mi infancia. Me encontraba en el aula, en la vivencia I, de la que te he contado en otra carta, y conversábamos con algunos niños, cuando de repente, uno de ellos dice: -Yo me ví “Tacho Pistacho” ayer- Y una de sus compañeras le pregunta -¿Qué es eso?- A lo que si mal no recuerdo, él le contestó que se trata de un programa que pasan por RCN, y ella le replicó -Ay

no, eso es de niños pobres-. Fue impactante para mí, y aún lo es hoy en día, tanto como para las personas con las que comparto esta anécdota de lo que considero dos niños con experiencias de infancia muy distintas reflejadas en un pequeño fragmento de conversación. Gracias a distintas maestras en la universidad, he podido comprender que podemos referirnos a la infancia como un grupo etario, como materia de estudio, como una etapa e incluso, como una categoría social.


Jamás habría pensado en la infancia como una construcción social tan reciente, el llegar a la universidad y encontrarme con asignaturas como “Construcción social de la infancia” en primer semestre, me permitió pensar en ciertas infancias que hasta entonces habían sido invisibles para mí, adoptar el concepto de infancias en lugar de infancia, pluralizar mi visión acerca de la misma, en la conversación con las maestras, los autores y mi propia experiencia. Mi práctica como vivencialista en distintas aulas me ha permitido comprender y reconocer a los niños y niñas como sujetos activos con subjetividades políticas en formación, presentes, que forman opiniones y caracterizan el mundo según lo construyen, forman opiniones y son capaces de tomar decisiones cuando se les permite, y es esto, uno de los principales problemas que he observado desde mi práctica, la sociedad o quizá la opinión pública, alejada del espacio académico en que tú y yo nos formamos, ha construido a los niños y niñas como sujetos silenciosos, que deben obedecer y responder ni más ni menos de lo que se les solicita. Junto con esta carta, te envío una postal de la experiencia que te narré.



El lugar que ocupo Ahora bien, creo que es necesario contarte también cómo fue mi construcción al rededor del concepto de cartografía. ¿Por qué? Considero que una de las experiencias que tuve durante este año, transformó mi concepción del mismo, y ahora quiero incluirlo en todas las planeaciones o secuencias didácticas que me han pedido hacer para mis clases de este semestre. No recuerdo haber profundizado en la palabra antes de ingresar a la universidad, ya que lo escuché un par de veces en clases de sociales o geografía, sin embargo no comprendí del todo su relación con los mapas o los territorios, quizá no fue algo importante para mí en el momento. El primer acercamiento que tuve, fue en primer semestre, cuando la maestra de la asignatura “Construcción inicial del sujeto y perspectivas del desarrollo infantil” nos pidió a cada una de las integrantes de la clase, realizar una cartografía escolar, en la que mostráramos nuestro paso por el colegio y la manera en que éste nos había marcado. Lo que yo realicé fue algo bastante distinto de mi actual comprensión de una cartografía, representé con dibujos los momentos más importantes en mi escolaridad, relacione cada experiencia conmigo y no con un territorio en


específico, recuerdo haber pensado en si “cartografía” significaba que debía hacer un mapa, pero al ver las presentaciones de mis compañeras de manera similar a la mía, supuse que no; ahora que lo pienso, debí haber seguido mi instinto de ligar las experiencias al territorio, como la palabra cartografía me lo indicaba o quizá debí buscar como se realizaba una cartografía, espero que esta cualidad investigativa e indagadora, sea una que tú, maestro en formación, desarrolles desde los inicios de tu proceso educativo. Debo admitir que no volví a escuchar el término “cartografía” hasta inicios de mi sexto semestre en la universidad, dónde tanto en la asignatura de “Vivencia V” como “Procesos de socialización y diversas subjetividades de las infancias” se mencionó varias veces el ejercicio de cartografía, sin embargo no lo comprendí hasta que leí algunos textos sobre el tema, comprendí la cartografía como una estrategia investigativa a partir de la cual nos es posible tanto a los maestros como a las poblaciones con las que trabajamos determinar las relaciones con un territorio en la medida en que el mismo se construye a través de nuestras experiencias, mediaciones, vivencias y sentimientos para con el mismo, como es mencionado por Barragán y Amador⁸. Comprendí a partir de la explicación de mis maestras de vivencia durante dicho semestre que el

⁸(Barragán y Amador 2014, p. 128)


ejercicio de cartografía va mucho más allá de representar un territorio, se encuentra mediada por una reflexión al igual que la práctica, requiere de ciertos actores que transforman y median su construcción. Para dicha clase, debíamos presentar también una cartografía realizada junto con nuestras familias. A pesar de al principio no comprender muy bien cómo podría llevar a cabo el ejercicio dadas las características de mi familia, encontré que puede ser una herramienta con elementos que nos permiten tanto a los maestros como a la población aproximarnos a las problemáticas que se dan en torno a nuestros espacios y relaciones con el entorno. Durante la presentación de las cartografías en clase, me fue posible expandir mi concepción de una cartografía que se puede realizar en espacios distintos siempre con un tinte transformador. No sentí la experiencia de cartografía con mi grupo familiar especialmente enriquecedora en mi proceso de formación, lo que realmente me ayudó a cambiar la percepción de las cartografías e integrarlas como una herramienta en mi bagaje pedagógico, fue, como ya mencioné (y creo que necesito enfatizar de nuevo) escuchar a mis compañeras y maestras socializar sus experiencias sobre las cartografías realizadas, y es aquí donde me gustaría compartirte mi reflexión en torno a esto; cuando se trata de una herramienta o un ejercicio que realizas con personas, con seres humanos, siempre hay espacio


para el error, la duda o para la frustración como en mi caso realizando la cartografía con mi familia, pero también hay cabida para aprender de los demás, para comprender nuevos puntos de vista, para admirar la creatividad propia de esta profesión, que me convence una y otra vez que el aprendizaje siempre estará esperando por nosotros por confundidos que nos encontremos en el momento, es en la conversación con el otro, en la interacción que tanto nos hace falta en estas épocas de pandemia, que se comprende realmente, que se construye y se forman aprendizajes significativos. En conclusión, mi vivencia universitaria ha transformado mi visión de lo que significa una práctica, he llegado a la comprensión de que quien aplica la práctica debe haber previamente realizado una reflexión, la cual, como te conté en otra de mis cartas, no se limita a un antes, sino que también atraviesa un durante y un después, en especial la práctica del maestro, que va tan intrínsecamente ligada a la construcción de saber pedagógico. Dicha concepción de práctica la encuentro muy relacionada a lo que he logrado concebir del ejercicio de cartografía, es un ejercicio de transformación atravesado por el pensamiento, la acción y la reflexión en un antes, durante y después por aquellas personas que actúan en él. Al tiempo que mi experiencia, me ha permitido comprender que si bien, la infancia se encuentra compuesta por los menores, también es un concepto distinto dependiendo del contexto


temporal y espacial, es tanto una etapa que atraviesan todos los sujetos, como propiamente los sujetos, es una categoría de estudio que permite una comprensión tan amplia como la misma.


Una experiencia distinta: Nuevas ideas y retos Domingo 31 de Enero de 2021 Te saludo de nuevo para contarte que hoy realicé el primer taller con mi familia correspondiente a la Vivencia V, situada desde los ejes de memoria, ciudadanía y participación. Antes de realizar el primer taller, lo propusimos junto con Laura y Lina, mis compañeras de vivencia; planteamos tres talleres en los que por medio de ejercicios que evocan la memoria, la construcción de ciudadanía y de participación de las personas con quienes trabajaremos (en este caso, nuestras familias). La experiencia comenzó mucho antes de realizar el taller. Verás, a lo largo de toda la semana estuve recordando a mi familia, (compuesta por mi mamá, Lady Rozo de 38 años; mi papá, Diego González de 45 años y mi hermano Diego González de 16 años) que el domingo necesitaba de su colaboración para realizar el primer taller de mi vivencia, a lo que todos reaccionaron con emoción ya que siempre han encontrado bastante interesante todo lo relacionado con mi carrera como pedagoga infantil. Al contarles mi papá y Diego (mi hermano), estuvieron de acuerdo y me comentaron que lo tendrían en mente, mi mamá me preguntó -¿Por qué esta vivencia no será con

niños?- a lo que yo le respondí que se debía a que muchas de las chicas no contábamos con niños o niñas en nuestro entorno inmediato dada la situación de emergencia sanitaria por el COVID-19.


El día del taller (31/01/2021) despertamos al rededor de las 10 am por ser un Domingo, el día que mis padres descansan de sus trabajos, mientras nos encontrábamos desayunando, Diego nos comentó que tenía planeado visitar a su novia, lo cual me molestó, le recordé que ya habíamos planeado realizar el taller y el me comentó que volvería al rededor de las 6 pm. Mis padres y yo estuvimos de acuerdo en realizar el taller después que Diego volviera. Al rededor de las 5:45 le recordé a mis padres que a las 6 realizaríamos el taller para que comenzaran a prepararse y les comenté que cuando mi hermano volviera, nos reuniríamos en el comedor con lo que ellos estuvieron de acuerdo; eran aproximadamente las 6:10 y Diego aún no había llegado, lo cual molestó a mi mamá por tratarse de la puntualidad, intentamos comunicarnos con él hasta que llegó a las 6:20, cuando le abrí la puerta y comencé a desinfectar su ropa y demás, él me comentó que la familia de su novia lo había traído hasta aquí en carro y que por eso no había contestado su celular. Mi mamá se encontraba muy molesta, estaba regañando a Diego por desobedecer a la hora de llegada que se había establecido para él y por no avisarle que llegaría más tarde, les pedí el favor de no discutir ya que realizaríamos el taller y sería muy incómodo conversar mientras el ánimo estaba tenso entre nosotros, a lo cual mi mamá, muy molesta me dijo -Dígale a

su hermano ya que tanto lo defiende.-


¿Cómo haré el taller con mi familia en este estado de ánimo? Me pregunté, en aquel momento me planteé no realizar el taller, pedirles que lo hiciéramos otro día, sin embargo noté que a pesar del disgusto estaban dispuestos a realizar el taller todos juntos. Esto me hizo reflexionar sobre lo importante que es también en el aula, tener en cuenta los sentires de las personas que se encuentran en ella y no pasar sobre ellos con una planeación o un ejercicio. Nos reunimos en el comedor de mi hogar, mi mamá y Diego seguían discutiendo, se molestaron tanto que les comenté que mejor realizáramos el taller al día siguiente cuando la situación se resolviera, sin embargo mi papá les solicitó que detuvieran su discusión, lo cual me generó alivio. Instalé la cámara en un lugar dónde se viera todo lo que hacíamos para tener evidencia videográfica de todo lo realizado, e inicié por comentarles que conversaríamos sobre sobre las diferencias y características propias de cada generación; cada uno se presentó ante la cámara diciendo su nombre y edad e iniciamos con la provocación para recordar aquellos momentos importantes de la infancia, para cada miembro de la familia ilustré elementos que me han comentado en ocasiones previas que fueron característicos de sus experiencias de infancia, conversamos sobre algunos elementos que desconocíamos de los demás. Mi papá nos comentó al ver una foto de él de niño en la que se encon-


aba vestido con shorts o pantalones cortos,-Durante mi infancia, como hasta

los 12 años, mi mamá me obligaba a vestirme con shorts, le encantaba como me veía, pero a mi me fastidiaba porque viviendo en Bogotá uno se congela con eso, y a cada rato me andaba cayendo y raspándome las rodillas, me daba fastidio.- Nos reímos de la historia. -¿Y yo por qué no sabía esa historia?- Le comentó mi mamá mientras se reía de su experiencia, seguimos evocando los recuerdos que le traía a cada uno, mi mamá recordó las navidades con sus abuelos, ya que hasta los 9 años vivió con ellos, -Mi abuelita nos hacía la cena

de navidad y nos reuníamos con todos los primos, con Steven, Paul, Diana, Viviana, Yeimi, (Primos de mi mamá) y las hijas de su tío William a comer, juego salíamos como hasta las 12 de la noche a jugar burrito, atrapadas, kimbo, policías y ladrones, hasta que nos llamaban a reunirnos con la familia y rezar todos juntos, encomendando a Dios la familia- Comentó evocando sus navidades durante su infancia. -Ya más grandecita sí me tocó hacer de la mayor,

como siempre fuí mucho más grande que Stefanye y Andrea (Hermanas de mi mamá) me tocó cuidarlas en todo momento, ir a sacarlas de problemas, llevarlas a donde los novios…-Comentó mientras veía una foto de ella a los 15 años con una de mis tías de al rededor de 7-8 años. Por último, Diego tomó la palabra -A esa edad yo me la pasaba jugando

con el oso polar y las plastilinas, me la pasaba imaginándome guerras, superhéroes, películas y así- Dijo él mientras nos burlabamos de la manera en


que él pronunciaba “Superhéroes” cuando era pequeño. Lo siguiente que realizamos fueron las preguntas que darían inicio a su línea de tiempo, las preguntas fueron las siguientes: ➔ ➔ ➔ ➔ ➔ ➔ ➔ ➔ ➔

¿En qué momento o situación sentiste que tu voz fue escuchada? ¿Cómo era tu relación con tus padres durante tu infancia? ¿Cómo se celebraban las ocasiones especiales en tu familia cuando eras niño? ¿Qué actividades realizaban junto con tus familiares (padres, hermanos, etc.) durante tu infancia? ¿Cómo recuerdas que fue tu experiencia en el colegio durante tu infancia? ¿Cuáles eran los juegos que jugabas durante la infancia? ¿Durante tu infancia tus opiniones las tenían en cuenta? ¿Qué atribuciones consideras que tuvo el juego en su vida personal actualmente? ¿Qué juguetes consideras representativos de tu infancia? ¿Por qué?

Grabamos todas las respuestas, mientras conversamos sobre las diferencias entre la infancia de cada uno, decidieron que era necesario plasmar sus respuestas para la realización de su línea de tiempo, así que dispusimos de fichas bibliográficas, plumones, colores y esferos para la realización de su línea de tiempo mientras contestaban las preguntas. Entre las mayores diferencias que encontramos, estuvieron los juegos y su división “para niñas” y “para niños” ya que a mi mamá le gustaba el fútbol, sin embargo no la dejaban jugarlo, además, ni mi papá ni Diego jugaron “Cauchito” por tratarse de un juego “para niñas”.


Adicionalmente,

encontramos

que

dada

la

crianza

agresiva

o

desinteresada que recibieron mis padres, decidieron criarnos de manera amorosa, atenta y democrática. Otra de las mayores diferencias que encontramos con la conversación final sobre los cambios entre las infancias dadas las brechas generacionales, fue referente a los espacios de juego, mi mamá comentaba -Ahora los niños están

todo el tiempo encerrados, viendo televisión, jugando play station, en el celular, durante mi infancia, lo que hacíamos era estar en la calle hasta las diez u once de la noche jugando con nuestros amigos y primos.- Mi papá secundó su idea, mientras Diego argumentaba -Pero es así porque la calle ya no es un

lugar seguro para los niños y ni hablar para las niñas, no imagino estar en la calle jugando a las 10 de la noche, mi mamá se volvería loca. Lo único que nos queda es estar en nuestra casa mientras buscamos nuevas maneras de divertirnos.Con esto finalizamos la realización del taller mientras conversábamos de manera mucho más amena que al inicio del taller, me agradecieron por la experiencia mientras nos reíamos de las anécdotas compartidas durante las respuestas a las preguntas. Al dar por terminado el taller, me encontré reflexionando sobre lo que recién había sucedido, aún con la adrenalina que me había provocado la actividad, me encontraba algo dubitativa sobre si habría


realizado correctamente el taller junto con ellos, ¿Les habrá gustado? ¿Habrá sido tedioso? Mi ansiedad de maestra comenzó a atacarme con preguntas sobre qué pude hacer mejor, de qué manera podría mejorar la experiencia durante los talleres y demás cuestiones que me preocuparon. Junto con esta carta, también te enviaré algunas postales de las fotos que le presenté a mi familia durante el taller.



De escuchar a comprender Domingo, 7 de febrero de 2021

En esta carta te contaré especialmente sobre la comprensión del espacio, el lenguaje, las personas, la manera en que estos se unen y están presentes en nuestra práctica como maestros. Sobre los cuales además, debemos procurar comprender o reflexionar, si desde la experiencia, queremos llevar a cabo una práctica contextualizada acorde a las distintas situaciones que se presentan ante nosotros, ¿Cómo contextualizar mi práctica en un lugar que conozco bien pero parece que no conozco? ¿De qué manera llevo un concepto tan académico a la cotidianidad de las personas? Son algunas de las preguntas que me realicé a mi misma antes de dar inicio a este taller, y que ahora planteo para ti. La experiencia de este taller inició desde que decidí recordar algunas de las conversaciones que tuve a lo largo de la semana con mis compañeras sobre cómo habíamos llevado a cabo los talleres con nuestras familias, reflexioné sobre la influencia que tiene tanto el espacio como el tiempo en la realización del taller. Lo anterior surgió a partir de la lectura que realicé para alguna de mis clases, en la que el autor, Francisco Cajiao, conceptualiza cómo es el paso y la construcción del concepto de espacio para los niños, de manera que decidí extrapolar aquellos elementos que consideré relevantes para mi práctica como vivencialista en este caso; el autor menciona que es necesario pasar del espacio


conceptual y de éste a la representación del espacio⁹, ya que se presupone

que

la

educación

tradicional

desarrolla

estos

conceptos

ampliamente, de manera que sin expectativas de que los partícipes de éste taller conocieran o no sus espacios o territorios a trabajar en el ejercicio propuesto para el taller número dos (Cartografía corporal), me dispuse a preparar distintos elementos y respuestas en mi mente a las posibles preguntas que surgirían a lo largo del taller, lo cual desde el inicio de mi formación como maestra, he considerado necesario (Al menos para mí) y quizá también para ti, que como yo, quizá sientas las ansias antes de cada encuentro con los estudiantes, que te planteas los mil y un escenarios en que podría salir mal, pero que también, que desde nuestra incipiente experticia sabemos que seremos capaces de plantear nuevos propósitos, de adaptarnos a sus estudiantes y ser su maestro o maestra, aquel que no se sitúa desde las grandes teorías pedagógicas, sino que como Freire, se plantea su ejercicio de maestro desde la acción, se plantea que uno de los errores más terribles que podemos

cometer es retroceder frente al primer obstáculo con que nos enfrentamos¹⁰. Nos sentamos en el comedor de nuestro hogar, el espacio más amplio y tranquilo desde el cual trabajaríamos su relación con el territorio, -¿Recuerdan

cuando hicimos la cartografía de la casa?⁹ (Cajiao, F. 1989) ¹⁰(Freire, P. 2002, p. 45.)


Les pregunté para intentar conocer qué recordaban ellos y en qué aspectos necesitaban claridades, internamente me recorrió un escalofrío de pensar que no lo recordarían. Los noté un poco callados, con sus múltiples tareas diarias no había manera de que lo tuvieran en mente, así que mientras intentaba reorganizar mis ideas para presentarles la cartografía de nuevo, mi hermano habló -Sí, cuando dibujamos nuestra relación sentimental con los

territorios donde vivimos- La tranquilidad me inundó de manera que seguí por preguntarle a mis padres si lo recordaban de la misma manera, lo cual ellos confirmaron. Les comenté que ahora nuestro propósito era evidenciar su relación con su cuerpo en materia de participación y las decisiones, discursos y elementos constructivos de su infancia y su vida los atravesaban corporalmente. Al iniciar, la construcción de las cartografías, noté a mis familiares mucho más dispuestos a contar sus experiencias desagradables o traumáticas según ellos, con un poco de curiosidad, pregunté a mi mamá por qué había desaparecido aquella renuencia a guardarse esos elementos que de una manera u otra los marcaban como las experiencias tristes de infancia, a lo que ella respondió -Así

es el ejercicio, ¿no? si me oculto eso no voy a poder hacerlo bien- Lo cual me hizo pensar que de alguna manera estos talleres que hacen a mis familiares entrar en contacto con sus experiencias de infancia y las de las personas con


quienes conviven como nunca antes, estaría logrando un cambio en ellos, quizá entrarán en contacto con sus niños pasados, comprenderán y resignificarán sus experiencias de infancia y se llevarán una nueva visión del tiempo y el espacio que habitaron los demás para comprender cómo se construyen ellos como los ciudadanos que son hoy en día, quizá comprenderán a partir del análisis de sus experiencias pasadas, por qué su participación se evidencia de distintas maneras con las diferencias entre generaciones. La reflexión en el momento, me permitió comprender que debía seguir movilizando estos elementos que les permiten entrar en conflicto con sí mismos y cuestionarse por sus infancias, por sus propias experiencias, que, como mis estudiantes en aquel momento, debían expresar desde su relación con la participación y cómo se construye con su propio territorio, ahora bien, considero que preguntarnos por la pertinencia de nuestras acciones es determinantemente importante, y con esto busco generar la pregunta sobre lo anterior ¿Es realmente necesario replantearnos la práctica o el ejercicio desde la singularidad de nuestros estudiantes? Esta experiencia me ha enseñado que sí, sin embargo lo dejo a la reflexión. Durante la realización de las cartografías, nos encontramos sin las distracciones propias del hogar, todos pensando qué poner en su cartografía, qué significa la participación realmente, cuándo comenzaron a tomar decisio-


nes, y demás elementos que a pesar de no mencionarse, se encontraban tácitos en los diseños que cada uno imprimía sobre su siluetas. En silencio, cómo se vive la mayor parte del día en mi hogar, cada uno se dispuso a representar aquellas situaciones y vivencias que le marcaron y se evidenciaron desde su participación, surgieron preguntas por parte de mis familiares, cómo -¿Puedo

representar a mis hijos?-Por parte de mi mamá -¿Cómo represento que tengo dudas sobre el mundo y que pienso?- Por parte de mi hermano, -¿Mi relación con mi familia sirve?- Por parte de mi papá, desde la conversación, resolvimos dichas dudas, una vez se daba por terminado el ejercicio de cartografía, surgían nuevas dudas que nos hacían retomar la discusión, contar las anécdotas, reirnos un rato y retomar posteriormente. Desde la observación y la escucha de las distintas conversaciones que se dieron a lo largo del taller, llegué a comprender una vez más que mi llamado como maestra, así como el de muchos otros, está en la práctica, que el conocimiento y lo conceptual se vuelven aún más valiosos cuando hay una experiencia que los atraviesa. Cabe aclarar que esta comprensión no llegó a mi por mi propia acción en conjunto con mi familia, sino a través de la atención a lo sencillo que fué para mi familia extrapolar conceptos que yo les presenté anteriormente (Participación y ciudadanía) y desde los ejemplos o reflexiones que dispuse


para ellos, explorar sus memorias para construir y repensar sus infancias y experiencias de vida a la luz de dichos elementos. Por último, cada uno explicó su cartografía, el porqué de los distintos elementos que allí se evidenciaron, nos dispusimos a reflexionar respecto a lo presentado, a elementos que como mencioné anteriormente, no creíamos que hicieran parte de la participación y construcción como ciudadanos de cada persona, pero que en la reflexión y en la búsqueda, encontramos fundamentales en cada uno de los integrantes de la familia. Tanto la responsabilidad de mi mamá al tener que participar en su familia como “adulta” desde muy temprana edad, como la participación de mi hermano en su colegio, dos elementos muy distintos que representan la participación para ellos y median su construcción de ciudadanías desde las representaciones que ellos construyen de los espacios en que han habitado por medio del lenguaje, los discursos, la relación con otros y demás elementos que median su relación con su experiencia.


Despedida de una etapa Domingo, 14 de febrero de 2021 Recién terminamos el último taller junto con mi familia, te escribo esta carta con ciertos aires de nostalgia, no solo realicé el último taller de la micro vivencia de éste semestre (sexto), sino que fue mi última vivencia, después de ésta, espero pasar a la línea de profundización de la licenciatura, en la que iniciaré las prácticas formativas. Al dar por finalizado el taller, me sentí como un alpinista que acaba de conquistar la montaña más alta del mundo, considero muy especial que en esta última vivencia me haya acompañado mi familia… En fin, te contaré cómo transcurrió. Como de costumbre, iniciamos reuniéndonos al rededor de la mesa del comedor de nuestro hogar en la que todos dispuestos para iniciar prestaban atención a mis indicaciones. Cabe aclarar que todos hemos tenido que adaptarnos a los horarios de los demás, y esto lo considero parte fundamental de cualquier proceso formativo, comprender que no se está trabajando con máquinas, que las personas tendrán necesidades, estados de ánimo, cambios, preguntas, dificultades y demás a las que como maestros, debemos aprender a adaptarnos y encontrar un terreno en común desde el cual ser y estar con nuestros estudiantes; en este caso, mi familia. Comencé a explicarles que para el ejercicio de hoy, reuniríamos todo lo


en los dos talleres previos; sus experiencias de infancia, cómo participaban en los distintos ámbitos y su construcción de ciudadanía, de manera que realizaríamos una línea de tiempo, teniendo en cuenta todo lo rememorado por ellos en los ejercicios de provocación por medio de las imágenes y preguntas y la realización de su cartografía. Al ver a mis papás y mi hermano interesados por lo que haríamos, me emocioné, de manera que dispuse para ellos los materiales, las hojas y demás elementos que usarían en la construcción de su línea de tiempo.

-¿Qué hay que poner además de la participación de nosotros en el colegio y la familia y afuera?- Preguntó mi mamá, a lo que le respondí que debían ubicar también los sucesos importantes que han marcado su manera de vivir, sentir o relacionarse con el mundo. Diego tomó la iniciativa, de manera que comenzó a comentarnos que pondría en su línea de tiempo. Entre risas, le preguntaba a mi mamá -¿Yo lloré mi primer día de clases?- -Sí, muchísimoRespondió ella. -¿Pero para qué va a poner eso?-Le increpó mi papá. -Es

importante para mí, tengo que contar todo lo que me pasó en el colegio para que vean por qué soy así hoy en día.-Respondió Diego para mi sorpresa. He de admitir que nunca deja de sorprenderme y más aún en estos talleres que además del trabajo para la universidad, han representado para mí, otra manera de acercarme a mi familia.


Siguiendo la idea de Diego, mis padres también compartieron con los demás, algunos de las sucesos que representarían en su línea de tiempo, la atención en qué tipo de sucesos representaban, me permitió comprender que tal como lo he sospechado toda mi vida, mis padres tienden a ser muy indiferentes a aquello que les sucede, no encontraban muchas cosas importantes que representar e incluso pasaron completamente por alto sucesos que yo hubiera considerado principales, como la separación o muerte de un padre, viajes, primeros empleos, estudios, vivencias en la infancia o la adolescencia. Elementos que tanto Diego como yo les preguntamos por qué no representaban, a lo que ellos parecían recordar y reiniciaban la realización de su línea de tiempo desde cero para incluir más elementos. Cuando todos dieron por finalizada la realización de de sus líneas de tiempo, inició la socialización de las mismas con los demás, comenzó mi mamá, luego Diego y por último, mi papá. Representaron elementos como su participación escolar, mi mamá comentaba -Yo fui personera en once, también

hice parte del concejo estudiantil, me la pasaba muy involucrada en las decisiones que se tomaban en el colegio desde que entré en grado séptimo.(...) En el 2016 fuimos con mi esposo a votar por el plebiscito para la paz, fue demasiado interesante ver los distintos debates, ver que sí está habiendo una cultura por votar y que ahora el pueblo si se hace escuchar un poco más que


cuando yo era joven.- Luego Diego mencionaba -El año pasado, mientras estaba en noveno, me postule para cabildante del colegio aunque eso solo lo pueden hacer los de once, hablé con los profes para que me dejaran y antes de la pandemia hice fórmula con otros compañeros que si eran de once para que me aceptaran. Cuando estábamos preparando las propuestas, yo investigué y hablé con los profesores, con los compañeros y propuse cosas posibles, cosas que en realidad nos beneficiaban como tener espacios para conversar con los profesores sobre lo que necesitábamos de las clases, y el clásico jean day por bimestre para recolectar fondos para hacer los compartires chéveres, y para guardar dinero por salón para la salida pedagógica de fin de año. Pero llegó una niña de once y en la presentación fue y dijo disque iba a proponer que nos dejaran traer las mascotas al colegio, hacer una guardia cívica con perritos a la salida del colegio y un jean day mensual. Y pues claro, como dijo lo de los animalitos, le endulzó el oído a los niños de primaria y aunque los profesores le dijeron en frente a todos que eso no era posible, pues como la gente se deja llevar por cosas extravagantes y no por la realidad, por lo que se puede hacer, pues ella ganó.-Nos contó sobre su experiencia. -¿Y te vas a volver a postular cuando estés en once?- Le pregunté. -Sí, tengo que continuar el legado de la familia.- Dijo riendo mientras aludía a que tanto mi mamá como yo fuimos personeras a nuestro respectivo tiempo.


Una vez finalizada la socialización de las líneas de tiempo, permanecimos sentados conversando sobre las anécdotas compartidas y dimos por finalizado el taller. Ahora me encuentro narrandolo, no puedo evitar repasar mentalmente todo lo que transcurrió hace apenas unos minutos; y sentirme contenta con la manera en que los tres talleres se llevaron a cabo, durante éste ejercicio, sentí y evidencié que logré mi cometido de que los integrantes de mi familia reconozcan la participación y la ciudadanía no sólo como participar en el ámbito político, evidencié que se comprenden como ciudadanos desde que nacieron, que si bien no participaron mucho durante sus infancias en el hogar, si lo hacían en la calle, con sus amigos, en el contexto escolar y lo reconocen como parte importante de aquello que los atraviesa desde la conformación de su identidad actual, de sus intereses y afinidades. Como es de costumbre, te compartiré como postales algunas de las fotos de este taller, que desde ahora, atesoraré.



Memorias de una maestra en formación Ésta es la última carta que escribiré, se siente bien culminar con un proceso, no sé si está relacionado con el afán con que vivimos, que nada más empezar algo ya lo queremos terminar; no imaginas la cantidad de veces que lo he evidenciado en el campo académico, los y las maestras queriendo que los niños avancen rápido, que pasen de curso, que se gradúen y así. Con el ejercicio de escribir estas cartas, que son las memorias que mi proceso de formación me deja, me encuentro con lo enriquecedor que resulta para un o una maestra en formación sentarse a escribir, tomar distancia del afán del día a día y darse el espacio para reflexionar y tomar conciencia del paso del tiempo, de las experiencias, teorías, maestros y maestras, compañeros, niños y niñas que día a día se convierten en parte de nosotros y se integran a nuestro ser. Quizá este ejercicio de memorias no sea trascendental en el campo de la pedagogía, pero sé que en unos años mientras me encuentre revisando mis archivos, me encontraré con estas cartas que hoy te dedico a tí, querido maestro o maestra en formación; leeré mis memorias y posiblemente pensaré “Qué equivocada estaba” o “Tenía razón”, el tiempo lo dirá, me invitaré a darme el tiempo de nuevo para escribir todo aquello que ha cambiado en mí, anotar las anécdotas que me marcan antes que el tiempo las borre de mi


memoria. Siento que además de permitirme explorarme como maestra en formación, este ejercicio me ha permitido reconocer el avance que he realizado, comprender mi proceso de aprendizaje no como algo lineal y ascendente, sino como parte de todos los avances y retrocesos que caracterizan mi diario vivir; el reflexionar, reconocer cuando me equivoqué, cuando hubo espacio para crecer y cuando tuve que detenerme a evaluar mi accionar como maestra me ha impulsado a construirme y verme desde nuevas perspectivas, para comprender en qué maestra me estoy convirtiendo y qué maestra quiero llegar a ser. Durante la escritura de estas cartas, descubrí como maestra en formación y como persona que el encontrarme inmersa en un contexto académico durante los últimos tres años, ha cambiado mi manera de ver el mundo, he aprendido infinidad de cosas, sin embargo, para ser maestro o maestra, es necesario conservar intacta esa sensibilidad que nos caracteriza como seres humanos, por lo que considero que éste ejercicio ha sido inmensamente enriquecedor, ya que me permitió reconocer esa parte de mí que se había escondido entre ensayos, teorías pedagógicas y competitividad. Espero que para tí, querido maestro o maestra en formación, la lectura de éstas experiencias haya sido tan enriquecedora como fue para mí llevarlas a


cabo, quizá a partir de esto surjan en ti ideas para tu próxima planeación, o quizá profundices desde tu propia experiencia en alguna de las múltiples reflexiones que plasmé en la escritura de estas cartas; en todo caso, te agradezco por acompañarme en este proceso, por ser el fiel destinatario a quien dediqué mi primera experiencia reuniendo mis reflexiones sobre la práctica que lleve a cabo y todo lo que sucede y me sucede a lo largo de la misma. Es por eso que mi invitación para tí, maestro o maestra en formación es a que nunca dejes de escribir, de sentir, de ser autocrítico con tu accionar pedagógico, de descubrir el mundo desde nuevas perspectivas y aún más importante, de aprender.


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Publicado en Bogotá, Colombia A los 21 días del mes de Febrero de 2021 Dayane Alejandra González Rozo


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