Las infinitas vistas y formas de las imponentes montañas de la cordillera de los Andes, se revelan ante nuestra vista, desde cada ubicación posible con su espectáculo de luces y colores.
Nuestra propuesta reconoce la trascendencia de la pureza y majestuosidad de los macizos como entidad, y busca mimetizarse con el paisaje de cobijo que forman las montañas alrededor del terreno como un refugio en sí. La necesidad de la estancia en las espera de lo que la naturaleza propone, nos demanda un espacio de vistas y observación adecuado para diferentes climas de costumbres arraigadas como son la de los animales, las cuatro estaciones y los arrieros en su paso itinerante de habitar.


El proyecto orienta su intención hacia la continuidad de perspectiva, que entrega la sensación de dominio de las vistas del lugar, desde sus tres estancias principales, entregando a sus espacios comunes un flujo libre y amplio, que es determinado por el perímetro de las áreas específicas de intimidad.
El transito transversal hacia los espacios exteriores sin interferencia con los privados, conecta la entrada con los diferentes programas del terreno que serán parte primordial de la dinámica cotidiana del arriero durante el año, y en la penumbra, se concentra junto al fuego de la cocina, para compartir el calor de la reunión y el alimento.

GRUPO 28




