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Resabio 1a parte

Serie: Fantasía - Seres Intemporales

“Existen seres que trascienden la temporalidad; el secreto puede estar en un destello de genialidad, arte o magia. ” Pierre Bernard

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Édouard Forêt sintió el impacto sobre su costado cuando el puñal entró sobre el costado de Édouard D’ Àydie.

Édouard Forêt soñaba recurrentemente con esa noche en particular.

Su cuerpo dormido se estremecía y sudaba, por que dentro de esa realidad alterna, no era él; personificaba a Édouard D’ Àydie. Así en la pesadilla pasaba de ser victimario a convertirse en la victima.

’ Àydie por su parte, erá un hombre viejo de más de 30 años, perteneciente a una familia noble de la capital del reino.

Los ojos de D’ Àydie. enfocados en la camisa de seda blanca teñíendose de rojo, al tiempo que el puñal que lo impactase segundos hace fuese zarandeado por Forêt.

La sonrisa con la que había salido de la taverna reaccionaba tardía y se torcía en un rictus por el dolor. Los días de venir al poblado “Albus” a celebrar bacanales y seducir pueblerinas se escapaban.

Sin embargo, Édouard D’ Àydie no planeaba irse fácilmente; así que se tiro al frente sobre su atacante y alcanzó a morderle la oreja arracando un trozo en el proceso y cuando el atacante, retrocedió pateó la pierna en huida a la altura de la rodilla, con todo su peso y todas sus fuerzas. Forêt cayó al piso.

La esperanza de destruir a su adverzario cercana, le otorgo fuerza y resintiendo el dolor sobre el costado D’ Àydie avanzo hacia el hombre en el piso.

El tiempo se ralentó, todo se movía de forma extraña, como si los instantes fueran insuficientes para contener suficiente velocidad y todo ocurriera en cámara lenta.

El cerebro alcoholizado de D’ Áyde trataba de reaccionar tan rápido como le era posible y patear la cabeza del agresor pero este; alcanzó a girar y se levantó esquivando un golpe.

Incorporandose nuevamente Forêt logró clavar el puñal sobre el costado de D’ Áyde una vez más.

D ’ Áyde ya con la cabeza en la pelea planto un rudo cabezazo que alcanzó a romper la nariz del adversario y lo hubiera acabado con su puñal; pero perdió unos instantes ante la sorpresa de no encontrarle en la funda si no en la mano de su asesino.

Una nueva puñalada sobre el riñon terminó de socabar la fuerza en las piernas de D’ Áyde y cayó al piso. Mientras el sabor a fierro en la boca y la sangre subiendo por su traquea dificultando su respiración ...

Con un gran sobresalto sintiendo la vida escapando, Forêt despertó. Trás la recurrente

pesadilla, sintió el corazón acelerado y espero a recuperarse. Habían pasado tantos años desde que mató a D’ Àydie pero el hecho aun le atormentaba.

Fijo la vista en el odre de cabra a un costado de su pierna buena. Rencó hasta el caballo donde tomo una vacija que colgó sobre la fogata. Agrego algo de madera a las brasas Dispuso de un saco para agregar a la olla un laurel, cardamomo, algunos clavos de olor, una raja de canela, una pisca de anís estrellado, algo de nuez moscada y un poco de cascara de limón y naranja.

Calentó todo hasta que los aromas comenzaron a salir, tomando el odre quitó el brocal con la boca y agregó un poco de hipocrás hasta cubrir el azúcar y continuó moviendo la cuchara hasta que la azucar se disolvió.

Siguió incorporando hipocrás mezclándolo bien y dejó cocer la mezcla por media hora. Durante este tiempo la cruda de la noche anterior comenzaba a aflorar y los escalofríos y el dolor de huesos lo comenzaba a invadir. Coló el contenido con una manta sobre una vasija para finalmente beber disfrutando el sabor.

Forêt quería requisar algo de oro de alguna caravana. Se escuchaban rumores respecto a que el siguiente puesto de guardia en el camino tenía escondido una gran bodega de vinos maduros; creado por

viñas de más de 100 años que cultivase un famoso Druida Pierre Bernard y con caldos preparado por el mismísimo maestre Tromyt .

Tromyt además de maestre vinícola fue un capitan asignado al puesto de guardía donde siguiente. De allí que se escucharan histarioas del maravilloso vino de esa bodega. Y la leyenda iba más allá decía la gente que el fantasma de tromyt aun ejecutaba bandidos por la zona.

Pero el caso es que la bodega debía tener barriles de roble blanco con añadas de más de 30 años. O quizás todo era un fraude beneficiando a la taverna del puesto.

Edouard Forêt lo descubriría pronto. El hombre quién cargaba con el apellido de los bastardos, había heredado o adquirido con el tiempo un gusto fino en las bebidas, quizás heredado de su padre.

Recordaba bien el día tras el asesinato de la pesadilla, cuando su madre lo sento para contarle que su padre había sido noble de cuna y que aun que nunca se intereso por el tenía que saber que desafortunadamente lo acabban de matar saliendo de la taverna del poblado. Édouard D’ Àydie no podía ser otro, que el hombre del que tomo el puñal la noche anterior.

Eduard Forêt recordaba qque a pesar de importarle muy poco esa tarde lloro, y desde aquel entonces cargaba con las pesadillas. La vida se burla de uno pensó, empinando otro sorbo de la vacija.

Apagó el fuego, recogió un poco las cosas y escondio al caballo mientras esperaba que una carava de peregrinos regresara de comerciar con sus mercancías.

Saco el puñal de D’ Áyde, limpio el mango de hueso y le untó un poco de aceite a la hoja para pasarlo varias veces sobre la piedra de afilar.

El paso del tiempo comenzaba a mellar a Edoauard, su viejo le había dejado un puñal, la pierna ranca y la nariz desviada.

Sacudio un poco la cabeza y regreso a pensar en la bodega escondida de Tromyt. Si lograba conseguir el secreto y salir con ese tesoro podría hacer una buena suma.

Un ruido en el camino le llevo a sonreir con ese gesto amable de los D’ Àydie. Mientras el puñal regresaba a su funda tras su cintura, el se colocaba en posición para estusiar la presa...

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