Suplemento | Pedro Ángel Palou Pérez

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Palou

galería de retratos MEMORIA. ESTE SUPLEMENTO REÚNE VOCES DE QUIENES CONOCIERON AL PROFE, DESDE LA CHARLA FRENTE A FRENTE HASTA ESA FORMA PARECIDA A LA VOZ EN EL OÍDO MIENTRAS SE TENÍA UN LIBRO SUYO ENTRE LAS MANOS


II PUEBLA

LUNES 15 DE ENERO DE 2018

Fredo Godínez

Desde la entraña, el corazón, mi eterno abrazo y querencia a Victoria, Nuria, Pedro y Javier y mi agradecimiento por tratarme como a un igual. Pórtico Se necesitaría un Congreso para explicarle al mundo lo mucho que los poblanos le debemos que Don Pedro Ángel Palou Pérez. Y a mí, probablemente, me falte categoría literaria para plasmar con precisión, sutileza y belleza cada uno de los aportes que realizó Don Pedro. Y a lo largo de este suplemento, seguramente, otros ya lo habrán dicho de mejor forma. Mi mayor herramienta, caro lector, es el corazón y desde ese lugar –a través del recuerdo, la memoria– compartiré los episodios de mi vida en los que aparece Don Pedro. I Mi primer recuerdo con Don Pedro está instaurado en agosto de 2010. Bajo el concepto de la Fuga Literaria (grupo de amigos de la universidad con los que me dediqué a traer escritores de alto nivel a Puebla) logramos –por segunda ocasión– la presencia de Sergio Pitol en Puebla. Vendría a recibir la Cédula Real de Puebla y a presentar Una autobiografía soterrada, que era el último libro escrito por él y con el que anunciaba su retiro como escritor, pues ya le representaba un esfuerzo extraordinario. Javier Velasco, una persona muy cercana a la familia Palou García, me había hablado el 26 de agosto de parte de Don Pedro para saber qué agenda tendría Sergio Pitol, pues tenía la intención de saludarlo (ya que eran muy amigos) y de paso saber si no me incomodaba. Le comenté que antes de la comida estaríamos, un rato, en Profética y que luego iríamos a comer, que si quería podía acompañarnos en ambos momentos, y que para mí sería un privilegio. Aún tengo presente la emoción que mostró Sergio al saludar a Don Pedro y lo ameno que fue verlos platicar. Recuerdo que Don Pedro me agradeció haberle dado la oportunidad de saludar a su viejo amigo y deseó que nos fuera muy bien en los eventos. Fue como recibir una patadita de la suerte de su parte y se sintió bonito.

Cinco recuerdos II A Don Pedro Ángel Palou lo traté con mayor frecuencia durante los años que trabajé dentro del Consejo Estatal para la Cultura y las Artes. Cuando él supo de mi ingreso, me felicitó y me ofreció su apoyo y respaldo en todo lo que llegase a necesitar. Muchas ocasiones me citaba en su oficina para platicar de cualquier tema, para aconsejarme cómo torear el difícil carácter de Paty Vázquez Olvera (directora del Museo Casa de Alfeñique) y para intercambiar nuestras impresiones sobre los drásticos cambios que estaba viviendo la cultura en Puebla. Una de las tantas ocasiones que lo visité en su oficina, me sorprendió al extenderme la invitación a la presentación de la edición bilingüe de su más famoso libro: 5 de mayo de 1862. Días después me lo topé por alguna de las calles del Centro Histórico y le pregunté cuándo podía ir a verlo para que me firmara su libro. Me citó una semana después. Ya en su oficina, el día que indicó, me preguntó si ya tenía sus demás libros, le comenté con amplia pena que no. Y me dijo, eso lo resolvemos

ahorita y de entre las diversas cajas que estaban en su oficina sacó cinco de sus libros y a cada libro entregado lo acompañaba una razón: Apuntes sobre San Xavier y la Penitenciaria de Puebla, hoy Instituto Cultural Poblano: para que sepas la historia del edificio donde estuviste recluido un rato; A 170 años. Paseo nuevo… Paseo Bravo… Agua de la memoria poblana: para que conozcas más sobre la historia de tu ciudad; Aquiles Serdán. El antirreleccionismo en la ciudad de Puebla: ese lo presenté en un congreso de masones y sé que a ti te llama la atención ese tema; Toda la noche ardió la Tierra: para que completes la lectura del libro 5 de Mayo; y por último me regaló Duermen también los dormidos: te va a gustar mucho, es el más literario que tengo. Le pedí que me los dedicara y dijo que escogiera sólo uno; desde luego decidí que fuera el de 5 de mayo de 1862. Salí muy feliz y le agradecí la consideración para con mi persona. III Corría octubre de 2013 y me enteré que Pedro Ángel Palou hijo, había solicitado apoyo al Dr. Moisés Rosas

(secretario ejecutivo en aquel tiempo del Consejo Estatal para Cultura y las Artes) para presentar su más reciente novela: La amante del ghetto en algún recinto, recuerdo que el Dr. Rosas le dijo que andaba en el Cervantino –pues el estado invitado era Puebla– y no podía hacerse cargo, y ambos decidieron confiar en mi talento. Cuando le informé a Margarita Melo (directora de Casa de la Cultura) sobre el evento, no me creía que Pedro estaría en Puebla, pues Don Pedro no sabía nada al respecto; entonces tuve que ir con Don Pedro para explicarle cómo se habían dado las cosas y, desde luego, para invitarlo. Después de la explicación, mandó a llamar a Margarita Melo y le dijo: mira, si Alfredo, que es muy amigo de mi hijo, dice que él viene es porque así será, ya me explicó que es una decisión de último momento. Vamos a apoyarlo en lo que sea necesario. Y luego me confirmó que iría, que sería un gusto. IV Cuando supe que formaría parte del Fonca por invitación del Dr. Ro-


III sas, fui a darle aviso a Don Pedro y agradecerle su apoyo. Me dijo que le daba gusto, que Puebla comenzaba a quedarme chica y que trabajar al lado de Moisés Rosas me ayudaría a seguir aprendiendo y creciendo. Y que estaba seguro que llegaría muy lejos. V En diciembre de 2014, decidí ir al cierre de la FIL-Guadalajara; sabía que no alcanzaría a ver a Pedro Ángel hijo, pero aún estaría a tiempo de asistir a dos presentaciones importantes: en una participaría el Dr. Moisés Rosas y en otra Don Pedro presentaría uno de sus libros. Cuando me vio Don Pedro ahí, pues me acerqué a pedirle que nos tomáramos una foto, me externó una grata sorpresa y emoción por verme ahí y quiso saber cómo me estaba yendo con el Dr. Rosas y agradeció mucho que lo haya ido a ver. Sin querer, esa sería la última vez que pude verlo y saludarlo. Epílogo En el pórtico de Duermen también los dormidos, Don Pedro dice: “Se ha dicho que los hombres se convierten en nombres, recuerdos, nostalgias acaso sombras, cenizas, polvo, nada…” Ojalá que el gran legado que deja Don Pedro a los poblanos no se convierta en eso. Recientemente el municipio y el estado han realizado un par de homenajes, pero son mínimos. El mayor de los homenajes que le pueden realizar es que los diputados locales y el gobernador corrijan el gran error de fusionar la Cultura con el Turismo. Refundar la Secretaría de Cultura, que fue la primera a nivel nacional, sería uno de los mayores homenajes. Otros homenajes que deberían hacerse: inscribir su nombre con letras de oro en la paredes del Congreso local, poner un busto de su persona en Casa de la Cultura para dejar constancia de su importancia, bautizar alguna puerta del Estadio Cuauhtémoc con su nombre, pactar con el Fondo de Cultura Económica la creación de una librería en Puebla y ponerle su nombre; entre otros tantos más. Yo soy resultado de lo que Don Pedro Ángel Palou construyó culturalmente para Puebla y de lo que su hijo continuó en la época en la que fue secretario de Cultura. Soy un mejor poblano gracias a ellos. Soy gestor cultural, lector y aprendiz de escritor gracias a ellos. Don Pedro Ángel Palou Pérez es un prohombre, es un cimiento sobre el que descansa la cultura poblana y aún no hemos alcanzado a valorar cada uno de sus aportes, ni hemos logrado apreciar el amor que tuvo por Puebla. La ausencia de Don Pedro duele; pero en mi corazón y en mi olimpo personal permanecerá por siempre.

Retrato de

don

Pedro

Mario Alberto Mejía Entramos a un privado del restaurante La Casa de los Muñecos la Negra y yo gracias a la generosa invitación de David Villanueva. Ya están ahí Pedro Ángel Palou García, Jorge Volpi, Jota Jota Armas Marcelo —el legendario Juancho—, Mónica Lavín, Miguel Maldonado, Fritz Glockner y el propio David. Más tarde, salvo Fritz, que se había ido, llegamos a la siempre enigmática hora de los whiskies y los rones. Un tema apareció en el ambiente: los recientes libros que Rafael Pérez Gay y Héctor Aguilar Camín habían escrito sobre sus seres más cercanos con indudable crudeza. El primero, sobre su hermano José María. El segundo, sobre su padre. Había una coincidencia: que los retratos de ambos eran crueles y dolorosos. Les pregunté a Pedro y a Volpi si algún día escribirían con esa dureza acerca de sus padres. Volpi respondió que estaba por publicar una novela sobre su padre. Pedro dijo que no lo tenía planeado, pero que quizá en el futuro lo haría. Creo que en este último caso ha llegado el momento. En dos ocasiones me tocó ver el saludo de los Pedros. “¿Cómo está, don Pedro?”, le decía con una sonrisa bañada de cierta ironía el me-

nor de los Palou. “Pedro, ¿cómo te va!”, respondía Palou padre con una emoción evidente. Cosa curiosa: estamos hablando de escritores. Escritores que son también padre e hijo. El mayor de los Palou, orgulloso de su hijo. Y éste, en reciprocidad inevitable, orgulloso de su padre. Me lo imagino décadas atrás, cuando influido por don Pedro devoraba libros y enciclopedias, e iba formando esa memoria prodigiosa que lo habilita como uno de los escritores más hechos, más formados, de la literatura hispanoamericana. Cómo olvidar las palabras de Christopher Domínguez Michael, severo crítico del Crack, quien lo reconoce como una de las dos personas más dotadas oralmente que ha conocido en su vida, pues tiene conectado el cerebro a una redacción impecable a la hora de hablar. Infancia es destino, ya lo sabemos, y en el caso de Pedro es evidente que tuvo un padre dedicado a cultivar su genio. Pero don Pedro tuvo una vida propia. Me quedo con las líneas del poeta Miguel Maldonado que hablan de que el mayor de los Palou inventó Puebla y la batalla del 5 de mayo. Cierto: ya existían, pero don Pedro las inventó y las puso a rodar por el mundo. Éste también inventó la amistad literaria en nuestros rum-

bos: esa amistad generosa bañada de giros, matices y texturas. En su momento, don Pedro fue el gran solitario en los círculos políticos de Puebla. Y es que no tenía interlocutores de su estatura. Dictaba cátedra, pero no tenía con quién conversar. Sus amigos estaban en otros lados. Uno de ellos, gran amigo de la infancia, fue Salvador Elizondo, el genial autor de Farabeuf, quien no lo olvidó en sus diarios de escritor. De él hablamos una tarde en un auto en Guadalajara, antes de que presentáramos, junto con Maldonado, un libro de David Villanueva. Tenía frescos los recuerdos de su amigo. Quedamos de hacer una entrevista sobre Elizondo. Nunca la concretamos. Hoy que murió don Pedro sentí una tristeza real, de ésas que se sienten cuando un ser muy querido se va de nuestras vidas. Cuando supe de su muerte, pensé en mi padre, dos años mayor que él, quien en su momento, no hace mucho tiempo, participó en un taller de historia con el Palou mayor. La mañana del sábado, estando frente a su féretro, abracé a doña Victoria, a Pedro y a Javier con esa misma tristeza real con la que hoy escribo estas palabras. Descanse en paz el inventor de Puebla y de la batalla del 5 de mayo.

PUEBLA

LUNES 15 DE ENERO DE 2018


IV PUEBLA

LUNES 15 DE ENERO DE 2018

Juan Gerardo Sampedro Hacia 1977 (en agosto de ese año) pisé por primera ocasión los pasillos de la Casa de la Cultura de Puebla. Era domingo y en el patio central se veían tablas de bailables regionales, una tras otra. Según las pocas referencias de un muchacho que llegaba a estudiar psicología clínica a la Autónoma de Puebla, se trataba de uno de los espacios más visitados en su modalidad del país, sólo comparable quizá al fenómeno que ocurría en San Luis Potosí y en Aguascalientes. En mi registro aparecía el nombre de Pedro Ángel Palou Pérez como el director y promotor cultural, en ese momento también responsable de varias columnas periodísticas, una dedicada al deporte –su Piñata Deportiva– que luego se transformó en Fugas, una columna que daba cabida a una gran cantidad de temas y géneros como la crónica o la reseña. Al poco tiempo lo busqué, me interesaba conocerlo. Su oficina se hallaba en la planta baja, entrando y mano izquierda, junto a lo que hoy sigue siendo la cinemateca. Entonces me recibió y me habló de los talleres que ahí se ofrecían. Conocía bien al arquitecto Cossio, director cultural en SLP, a Víctor Sandoval quien hacía la misma función en Aguascalientes y sobre todo al también al arquitecto Álvaro Ortiz Pesqueira, quien era el director de cultura en Zacatecas y quien me proporcionó los datos de él cariñosamente conocido Profe Palou, o Don Pedro, como a lo largo de los años nos dirigimos a él. Me habló del concurso de cuento “Edmundo Valadés” y de Alejandro Aura, el poeta y dramaturgo que fue el ganador atendiendo las bases de la primera convocatoria con el texto Los baños de Celeste, lejos estaba de imaginar que en 1981 el Profe Palou me habría de dar la encomienda de cuidar la edición conmemorativa que reúne los cuentos de los diez años del

“Edmundo Valadés”, misma que editó Premiá y que incluye un prólogo de Miguel Donoso Pareja. Ya pasado el tiempo, me otorgó el honor de ser jurado y prejurado del concurso más importante de cuento que se mantenía en Latinoamérica. Debo decir que gracias a su iniciativa y a su generosidad, instituyó los premios de cuento para lenguas indígenas, el “Ciencia Ficción y Fantasía”, el Certamen Histórico-Biográfico y el de ofrendas. Todos estos se entregaban en el marco de los festejos del inicio de la Revolución Mexicana en Puebla, el 18 de noviembre de cada año. Recuerdo de él (años después) esta anécdota que abrevio de memoria: «Una vez que fui a buscar a Eraclio Zepeda a Bellas Artes, a finales de 1979, estaba ahí Juan José Bremer y Miguel Donoso Pareja. Se me ocurrió pedirle a Donoso que impartiera un taller en Puebla. Dijo que no, que estaba muy ocupado en SLP y en Aguascalientes. Eraclio y Bremer lo escucharon y me ayudaron a convencerlo de que aceptara, por eso vino y se quedó aquí hasta 1981”, me confió orgulloso de los resultados finales del taller. Casi de inmediato Pedro Ángel Palou me incluyó en un libro colectivo que editó el INBA Lo decisivo es ser fiel, único libro que se publicó como resultado de las sesiones literarias que mantuvimos cerca del ecuatoriano Miguel Donoso Pareja. Son muchos años... imposible aquí, en este espacio, documentar la enorme tarea del humanista, historiador, cronista, periodista (autor de más de veinte títulos) y promotor cultural. Su generosidad no cabe en todo el espacio que pueda tener para describirla. Generaciones enteras estamos en deuda con él, mucho habrá que

agradecerle. Enumero hoy sólo algunas de sus aportaciones a la cultura de Puebla: el rescate del antiguo Colegio de San Juan para convertirlo en sede de la Casa de la Cultura, el rescate del acervo de la Biblioteca Palafoxiana (el mismo Eraclio Zepada dijo que debía llamarse “Paloufoxiana”), la creación de los talleres de iniciación artística que llevan su nombre, la creación del Museo-Taller Erasto Cortés, la promoción de artistas plásticos que hicieron su carrera en el extranjero, la formación del Consejo de la Crónica que él mismo presidía. Habrá que mencionar su paso por la directiva del Club de futbol Puebla y su tarea como profesor de historia del Instituto Oriente. Especialista en Palafox y Mendoza y en los autores que escribieron sobre Puebla como Guillermo Prieto en el s. XIX, el Profe Pedro Ángel Palou dejó una imprescindible investigación que ha llegado a varias ediciones bilingües sobre la batalla del 5 de mayo. ¿Quién más si no él habría logrado hacerlo? Don Pedro, el Profe Palou, nos dijo hasta pronto el pasado 11 de enero. Es verdad, ha dejado un vacío difícil de llenar para la cultura de los poblanos. Pero también es verdad que habremos de retener para siempre esas imágenes de él subiendo hacia la Palafoxiana o “Paloufoxiana” como decía Eraclio Zepeda, o empujando la puerta de madera de su oficina desde donde coordinaba al Consejo de la Crónica. Y así será por todo el tiempo: yo lo sigo visualizando con el montón de periódicos bajo el brazo que recogía en el puesto de doña Mago, lo sigo viendo en la mesa del café más próximo o atrás de su escritorio, hablando por teléfono. Su huella queda, su trabajo y su presencia, su enorme lucidez. Y yo le agradeceré siempre sus enseñanzas y su invaluable amistad, como muchos más habremos de hacerlo, sin duda. (Puebla, Puebla, 13 de enero 2018)

Pedro Ángel Palo

el asombro y la luc (1932-2018)


ou,

cidez

La invención de

Pedro Ángel

Palou A Pedro Ángel, el pintito.

Miguel Maldonado Tengo la fortuna, la gran fortuna, de conocer a la familia Palou, al tigre, a la tigresa, a los pintitos y a los más pintitos. Esta fortuna, la de estar cerca de una dotada saga familiar, ha enriquecido mucho mi educación sentimental, intelectual y emocional. Agradezco a la providencia haberme puesto tan cerca de esta hermosa manada de felinos, el tigre, la tigresa y los pintitos, felinos de oro, matrimonio solar, o como lo llamaría Blake, tiger, tiger, burning bright. Y de este “brillo encendido” al que se refiere William Blake en su Tigre, de este fuego es del que yo vengo a hablar, del fuego del Padre Tigre: El maestro Pedro Ángel Palou es luz de lucidez y lumbre de lumbrera, en pocas palabras es un iluminado, un hombre de luces y de las luces, su fuego nos ha incendiado a muchos, como diría el poeta Xavier Villaurrutia, tan caro, por cierto, a mi querido Pedro Ángel Palou chico: “Su voz quemadura / su voz que madura / su voz quema dura.” Así, la voz de don Pedro Ángel Palou nos ha quemado, nos ha alumbrado y, como a Villaurrutia, nos ha hecho madurar, “su voz que madura” nuestras voces. He tenido el privilegio de contar en varias ocasiones los atributos de don Pedro Ángel Palou, cualidades varias, como su apostolado en la docencia, su hipnótica capacidad conversatoria, su gran habilidad como servidor público, y, sobre todo, su

ingenio intelectual, ingenio inclinado hacia el libro de la historia, hacia esa mano que teje el Destino y que Pedro Ángel Palou nos enseñó a tejerla y destejerla, nos enseñó que la trama de nuestra historia, la del teatro mexicano, es una que también puede desmontarse, descreerse y desconstruirse, que el libro de la historia no es un ladrillo incólume, no es un ladrillo hecho de un mamotreto macizo, que el libro de la historia, más bien, tiene la mismas cualidades de los libros de papel: la historia se humedece, la historia se amarillenta, la historia tiene hojas arrancadas, censuradas, expurgadas, así como palimpsestos, hojas pegadas, mensajes encriptados y, también, su quema de libros, Pedro Ángel Palou nos enseñó a transitar por todos estos vericuetos, casi laberínticos, del gran Libro de la Historia. Y a esta cualidad, la del ingenio intelectual para conocer las mil y tantas caras de la historia, me quiero abocar. Pedro Ángel Palou es uno de los inventores de Puebla o, a bien decir, Puebla es una de las invenciones de Pedro Ángel Palou. Me explico: El gran pensador mexicano Edmundo O'Gorman escribió una de las grandes obras para entender el devenir del pensamiento de la humanidad, este libro fundamental se titula La invención de América, allí cuenta que América siempre ha existido, América no estaba en los mapas, no estaba en los cuentos, no se encontraba en la historia de Occidente, pero el territorio que conocemos

por el nombre de América siempre ha estado aquí, lo que hacía falta para que existiera entre nosotros no era que la descubrieran, como sabemos América había sido descubierta varias veces, lo que en verdad hacía falta es que América fuera inventada, que el hombre inventara América, sus cuentos y sus historias a fin de aparecer en el mapa. Lo mismo con Puebla, la vida de Puebla siempre ha estado allí, pero nadie la había inventado, nadie había contado la historia moderna de Puebla, y lo que no se cuenta, lo sabemos, no existe. Pedro Ángel Palou es el inventor de la Puebla moderna. A estas alturas no se sabe, porque la vida y la obra siempre se confunden, si el 5 de mayo es una invención de don Pedro, o si la historia del 5 de mayo ha inventado a don Pedro, pues el libro sobre la batalla lo escribió don Pedro y allí nacieron los dos, la historia épica y el héroe intelectual, los dos fueron inventados, y desde entonces, a la sazón los años del gobernador Aarón Merino Fernández, las distintas caras de Puebla han sido mostradas gracias a la inventiva de nuestro maestro. Toda invención es un juego de espejos, inventamos y al mismo tiempo nos inventan, la imbricación es abismal, por ello puedo asegurarles que lo que todos estamos haciendo hoy, ahorita, aquí, es inventar a don Pedro Ángel Palou, y creo que esta es, a buen seguro, la mejor de nuestras invenciones, no paremos de inventarlo.

V PUEBLA

LUNES 15 DE ENERO DE 2018


VI PUEBLA

LUNES 15 DE ENERO DE 2018

Palou:

ese que dicen que soy Mario Galeana Pedro Ángel Palou Pérez siempre tuvo los pies en un tiempo y el espíritu en otro. Oteó el pasado, no esquivó la mayúscula tarea de escribir su relato y, para mirar la realidad de esa forma, plantó cada uno de sus esfuerzos en el presente puro. Desechó la idea de la Historia como pieza inerte y actuó en consecuencia: fue historiador, cronista, escritor, maestro, periodista, funcionario, director deportivo, gestor cultural. Y fue, sobre todo, un hombre inquieto. Dejó Orizaba (Veracruz) en 1945, cuando tenía 13 años, pero trajo desde allí el germen del futbol: en esa temprana adolescencia se supo un extraordinario cobrador de penaltis y, aún décadas después, cuando sus alumnos del Instituto Oriente ya lo apodaban El Profe, era común que lo llamaran para cobrar un disparo desde el manchón penal. En el Instituto fue compañero del escritor Salvador Elizondo, “un hombre brillantísimo y el más talentoso del siglo XX”, decía al recordar. Y en ese mismo plantel dio clases por 37 años. En la función pública su paso inició en 1960, cuando fue nombrado director de Prensa y Relaciones Públicas del Ayuntamiento de Puebla. También fue director de Promoción Cultural (1969-1974) y el primer secretario de Cultura del estado (1983-1987), además de cronista del estado (1987), coordinador del Consejo de la Crónica del Estado (2004) y fundador de la Cinemateca “Luis Buñuel” y del Instituto Cultural Poblano. En el contexto de los festejos por el primer centenario de la Batalla del 5 de Mayo, durante los cuales fungió como responsable de la organización, Palou presentó el libro Momento Luminoso y Estelar de la Historia: 5 de Mayo de 1862, y la Intervención. Palou dijo que aquel libro había sido casi como concebir un hijo fuera del matrimonio: un hijo que fue cambiando a lo largo de los años, porque contó con 15 ediciones más –la más reciente traducida al inglés y al francés– donde mantuvo casi

siempre a un ecuánime Ignacio Zaragoza en la portada. El centenario de la batalla más importante en el estado fue también el año cuando decidió contraer nupcias con Victoria García. Tuvo cuatro hijos, todos con profesiones distintas: Enrique, químico; Pedro Ángel, escritor; Juan Ignacio, futbolista; Javier, comerciante. En lo deportivo, figuró como cronista junto a Enrique Montero Ponce, pero también fue fundador de la Primera Liga Juvenil-Infantil de Futbol en Puebla y presidente del Puebla F.C. (1980-1986). La de Palou fue, sobre todo, una vida de paralelismos entre el presente y el pasado. Porque cuando su alta figura caminaba por la Biblioteca Palafoxiana en 1974, por ejemplo, no dejaba de sorprenderlo que un inmueble de tal magnificen-

cia fuera utilizado como una simple oficina gubernamental que almacenaba varillas y sacos de cemento. Y tampoco dejaba de asombrarlo que casi cien años antes los carrancistas y zapatistas hubieran dormido allí sin haber destruido nada del acervo, como sí habían hecho con tantas otras bibliotecas a lo largo del país. En 1974 le propuso al gobernador interino Guillermo Morales Blumenkron la creación de una Casa de Cultura que tuviera como recinto el antiguo Colegio de San Juan y, como “cereza del pastel”, a la Biblioteca Palafoxiana, una idea que venía rumiando 10 años atrás. El rescate del inmueble le fue galardonado con el Premio al Mérito por parte de la Sociedad de Defensa del Tesoro Artístico de México (1975) y más tarde recibió del go-

bierno de Francia los reconocimientos Las Palmas Académicas (1976) y Caballero de las Artes y Letras (1984). Su obra fue prolífica: escribió más de 15 libros, entre los que destacan Aquiles Serdán. El antirreeleccionismo en la ciudad de Puebla (1909 - 1911); La Fundación de Puebla y su evolución histórica; Pobre Patria Mía: La Novela de Porfirio Díaz; Varón de Deseos: Una Novela sobre el Barroco Mexicano y su Gran Mecenas: Juan de Palafox; y su más reciente entrega, En el nombre sea de la patria, Puebla en el proceso constituyente 1913-1917, que presentó en abril del año pasado. En 2001 se convirtió también en el fundador del Consejo de la Crónica del Estado de Puebla y, convencido de que la historia general del país se ha centralizado, de que el relato


Don Pedro Palou

(retrato en blanco y negro) Alejandra Gómez Macchia

histórico se ha hecho desde las capitales hacia las provincias, construyó una red de narradores municipales: de cronistas. Palou creía en la crónica como vía de rescate de lo cotidiano: “lo coloquial es lo que hace al cronista local”, repetía. Su última encomienda a los integrantes del Consejo de la Crónica, el más numeroso de todo el país, fue recopilar los daños a inmuebles históricos que el sismo del pasado 19 de septiembre provocó en sus municipios. Su vida fue esa: la reconstrucción de otras vidas. Quizá por eso, cada vez que lo invitaban a los homenajes que realizaban con su honor, miraba hacia el público y decía sonriente con voz cavernosa: “ese que dicen que soy, yo no soy. Lo inventó la generosidad de mis amigos”.

Don Pedro Palou tenía una mirada pícara e inteligente que no desapareció nunca de su rostro. Todo Puebla sabe muchas cosas de don Pedro porque don Pedro fue durante toda su vida parte del paisaje del centro. Si ibas al Zócalo, por ahí podías ver a don Pedro, siempre con algunos libros bajo el brazo. Visitabas “La Palafoxiana” e igualmente: don Pedro rondaba entre libros. Desde muy niña yo sabía quién era el profesor Palou. A los niños que nos llevaban a jugar al parque, nuestros padres nos decían: ese el profesor Palou. Y el profesor Palou, para nosotros, para los niños, no personificaba la figura testaruda y odiosa de un maestro. Será porque nuestros maestros no eran maestros por amor a la docencia, sino por obligación. El profesor Palou más bien parecía uno de esos sabios contemplativos que vienen dibujados en los libros. Nunca pensé que, generación tras generación, el profesor Palou siguiera ahí, siempre estoico, animando la vida cultural. Menos imaginé que alguna vez pudiera sentarme a platicar con don Pedro, si no de igual a igual, sí de otra manera: no como la niña que corría en el centro y veía pasar a un hombre alto, blanco y sin bigotes. El tiempo es un extraño voluble y cuando es generoso respeta la altura de las personas. Don Pedro creció hasta el último día, como las manos que crecen de Cortázar. No era un “adulto mayor” al que la enfermedad le haya robado la dignidad. Una vez, hace dos o tres años, lo encontré comiendo con algunas personas en El Mural de los Poblanos. Al verme, se levantó de su silla, me estrechó la mano y mandó a saludar a mi marido y a mi suegro. Acto seguido me fui a sentar y mi acompañante, un cineasta mexicano, me preguntó si él, el señor alto, era el mismo don Pedro Palou de siempre. Sí, es el de siempre, le contesté. Creo que don Pedro, como decía Borges, es de una extraña raza de inmortales. Conozco solamente a dos de sus hijos: Pedro Ángel y Javier. Con ellos descubrí a otro don Pedro. El don Pedro íntimo. Don Pedro, aparte de inmortal, también tenía un doble: el profesor Palou. Javier y Pedro Ángel coinciden en algo: siempre es complicado crecer con un padre al que todo el mundo ama. Y es que era difícil imaginar des-

de gayolas que don Pedro, nuestro don Pedro, tuviera sus respectivas sombras. Entonces me di cuenta que para Pedro Ángel y para Javier también había dos “don Pedro”. El padre y el personaje público. Ambos complejos. Ambos entrañables. Viernes 12 de enero. En el muro de Facebook de Pedro Ángel Palou García aparece una publicación, la primera que hace tras un descanso en sus redes y tras la noticia de la muerte de don Pedro. El post dice: “En el nombre

del padre”. Inmediatamente se me viene a la cabeza no la imagen de Cristo en la cruz, no la oración con la que nos persignamos. Viene a mi mente la película en la que el joven Gerard Conlon es llevado a prisión por una injusticia, y el padre, don Giuseppe Conlon, alcanza al hijo para hacerle compañía en el encierro. Recuerdo esa relación dulceamarga entre el padre y el hijo. Una relación complicada, a veces intransitable, pero leal como ninguna.

VII PUEBLA

LUNES 15 DE ENERO DE 2018


PUEBLA

LUNES 15 DE ENERO DE 2018

Casa de Cultura será “Pedro Ángel Palou” Ilse Contreras En honor al cronista e historiador poblano Pedro Ángel Palou Pérez, quien falleció el 11 de enero a los 85 años de edad, la Casa de Cultura en Puebla llevará su nombre. La placa fue develada por el gobernador José Antonio Gali Fayad durante el homenaje que realizó el gobierno del estado. “Inteligente, inquieto, creativo y sensible, a lo largo de su vida, los años lo volvieron un hombre muy sabio, generoso al compartir su saber, promotor de ideas originales y diversas, amante de las artes y la historia, promotor inalcanzable de la cultura en Puebla”, resaltó el mandatario. Gali Fayad señaló que a partir de ahora será la Casa de Cultura “Pedro Ángel Palou Pérez”, como muestra de gratitud y reconocimiento por haber impulsado a nivel nacional la cultura de los poblanos. En tanto, Nuria Palou, en representación de su familia, agradeció al gobernador por ofrecer un homenaje a su abuelo, don Pedro; “estamos aquí para celebrar sus historias, su conocimiento, sus locuras, pero sobre todo su lucha por cuidar, gestionar y promover la cultura en el estado”, dijo. Periodista, locutor, profesor de historia, cronista, funcionario, narrador, aficionado, comentarista deportivo, gestor cultural, investigador, escritor, amigo, esposo, papá y abuelo, son las palabras que su nieta utilizó para describir a quien en cuerpo estará ausente. “Es de esas personas que aunque hayas hablado tres minutos te cimbra, te permea; desde el primer minuto de la conversación te acompaña con una historia que te deja picado, donde no quieres que la trama acabe porque eso significaría el fin de la conversación y del conocimiento”, añadió. En su oportunidad, Saúl Juárez Vega, subsecretario de Desarrollo Cultural de la Secretaría de Cultura federal, resaltó que Palou Pérez dio forma y contenido para que el quehacer cultural tuviera sitio en el corazón de su ciudad con el rescate del antiguo Colegio de San Juan, inmueble histórico que data del siglo XVI, para fundar la Casa de la Cultura en diciembre de 1973. “La última vez que conversé con él, me aseguró que cerca del final, el éxito de lo realizado, más allá de las inauguraciones, los diplomas y medallas, debería entenderse en lo que uno dejó con su trabajo en los sentidos, en el pensamiento y en las emociones de quienes asistieron a una muestra pictórica, a un concierto de música o a una obra teatral”,

FOTOS: RAMÓN SIENRA

VIII

dijo al recordarlo como un historiador de mente, un periodista de buena pluma y un promotor cultural comprometido con su tiempo y con la tierra que lo adoptó. Al lugar asistieron decenas de personas, entre ellas, su esposa Victoria García, su hijo Pedro Ángel Palou, familiares y seguidores, así como la presidenta del Patronato del Sistema Estatal DIF, Dinorah López de Gali, el alcalde Luis Banck; el secretario General de Gobierno, Diódoro Carrasco, entre otros personajes.


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