LA BILBIOTECA ESCOLAR COMO RECURSO EDUCATIVO
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Quedan todos los derechos reservados. Esta publicación no puede ser reproducida, distribuida, comunicada públicamente o utilizada, total o parcialmente, sin previa autorización. ÁREA DE INNOVACIÓN Y DESARROLLO, S.L. C/Santa Rosa, 15 - 03802 - ALCOY (ALICANTE) ISBN: 978- 84- 941394-4-4 Depósito legal: A 384- 2013 Fecha de registro: 2013550714
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Resumen La sociedad actual ha evolucionado de tal manera que las tecnologías de la información y la comunicación están presentes en infinidad de ámbitos. Ante esta nueva necesidad social, el sistema escolar ha de dar respuesta. Para ello, proponemos un nuevo modelo de biblioteca escolar híbrido que complemente la biblioteca tradicional con un modelo innovador basado en las TIC. De esta manera, pretendemos fomentar desde estos espacios la investigación, la reflexión y el aprendizaje así como la adquisición de una buena alfabetización informacional y de la competencia lectora. Palabras clave: Biblioteca escolar, recurso educativo, alfabetización informacional y competencia lectora.
Resum La societat actual ha evolucionat fins a tal punt que les tecnologies de la informació i la comunicació estan presents en infinitat d’àmbits. Front aquesta nova necessitat social, el sistema escolar ha de donar resposta. Per açò, proposem un nou model de biblioteca escolar híbrida que complemente la biblioteca tradicional amb un nou model innovador basat en les TIC. D’aquesta manera, pretenem fomentar des d’aquestos espais la investigació, la reflexió i l’aprenentatge així com l’adquisició d’una bona alfabetització informacional i de la competència lectora. Paraules clau: Biblioteca escolar, recurs educatiu, alfabetització informacional i competència lectora.
Abstract Today’s society has evolved such that information and communication technologies are presents in many fields. To this new need, the school system has to give an answer. For this, we propose a new hybrid school library model that complements traditional library with an innovative model based on ITC. On this way, we aim to promote from these spaces resarch, reflection and learning and the acquisition of good information literacy and reading literacy. Keywords: Scholar library, educational resource, information literacy and reading literacy.
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ÍNDICE 1.
Justificación y sentido de la biblioteca escolar...................................................................... 1
2.
Marco teórico ....................................................................................................................................... 3 2.1.
Situación actual.......................................................................................................................... 3
2.2.
Documentos legales del centro. El proyecto de Biblioteca..................................... 5
2.3.
Misión de la biblioteca escolar ............................................................................................ 6
2.4.
El nuevo modelo de biblioteca escolar ............................................................................ 9
2.4.1.
Dimensión estructural........................................................................... 10
2.4.2.
Dimensión operativa ............................................................................. 11
2.4.3.
Dimensión organizativa ........................................................................ 12
2.5.
El responsable de la biblioteca escolar .......................................................................... 14
2.6.
Dimensión educativa de la biblioteca escolar. Aportaciones al currículum .. 16
2.7.
El desarrollo de las competencias desde las bibliotecas escolares.................... 18
2.7.1.
Biblioteca y competencia informacional ............................................... 19
2.7.2.
Biblioteca y competencia lectora .......................................................... 24
2.7.3.
Biblioteca y competencia en aprender a aprender ............................... 27
3.
Instrumentos y procedimientos metodológicos ................................................................ 31
4.
Conclusiones ...................................................................................................................................... 32
5.
Referencias .......................................................................................................................................... 35
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1. Justificación y sentido de la biblioteca escolar Según el Ministerio de Educación y Ciencia (1996, p. 3), a lo largo de la historia, el recurso de las bibliotecas escolares ha llegado a concebirse, incluso, como un “servicio opcional y complementario a las tareas docentes.” Además, tradicionalmente, este recurso ha estado únicamente relacionado con la asignatura de lengua y literatura, aspecto que con los nuevos planteamientos educativos basados en el constructivismo y en la interdisciplinariedad, se ve truncado. Por otro lado, la existencia y, sobre todo, la utilización de estos espacios han estado normalmente condicionadas por la presencia en los centros educativos de docentes emprendedores que han intentado sacar el máximo partido a este recurso. Obviamente, muchos de los intentos de poner en marcha bibliotecas escolares fracasaron, pues la iniciativa de estos docentes hacia el desarrollo de estos espacios no era suficiente para contrarrestar los pocos medios que el sistema educativo tenia para desarrollarlos. En relación con esto, me gustaría incidir que en el Colegio Federico García Lorca, de la ciudad de Valencia, en el que he realizado las prácticas escolares, había personal contratado para la biblioteca escolar. De este modo, había programado un Plan Lector (que no un Plan de Biblioteca, tal y como veremos a continuación) que se llevaba a cabo entre las aulas ordinarias y la biblioteca escolar, de un año de duración en el que cada dos semanas acudía cada clase a la biblioteca escolar gracias a la labor de esta encargada de la biblioteca. Este sorprendente hecho, al menos así lo era para mí, me fascinó de tal modo que me invitó a investigar y profundizar en el tema de las bibliotecas escolares o, mejor dicho, en la aplicación educativa que éstas pueden llegar a tener. De este modo, independientemente de la sorprendente práctica que se llevaba a cabo, me preguntaba si podía sacarse más partido de este recurso escolar, independientemente del que ya se le daba. Es decir, observaba esta actuación desde un punto de vista ambicioso para poder mejorar la utilización de este ámbito escolar, pues tal y como se comprobará a lo largo del documento, defendemos, sobre todo, la ambición y la iniciativa de los docentes. Así pues, en el artículo 110.3 de la LOE 2/2006, de 3 de mayo se dice que las bibliotecas escolares tendrán como meta dinamizar la lectura, facilitar el acceso a la información y, además, desarrollar estas acciones de manera crítica y reflexiva. Por tanto, vemos que el concepto de biblioteca escolar ha evolucionado. Pero ¿cuándo y por qué se cambio la visión sobre las bibliotecas escolares?, ¿cumplen las bibliotecas escolares esta función?, ¿son aprovechados estos espacios pensando en todos aspectos? Junto con el cambio de paradigmas educativos, se hizo necesaria una reorganización de este pequeño ámbito escolar, pues los nuevos planteamientos, según el Ministerio de Educación y Ciencia (1996, p. 3), “invitan a concebir la biblioteca escolar como un dinámico centro de recursos y un activo servicio de información que debe cumplir un papel esencial en relación con el aprendizaje.”
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Pero, todo y la tan evidente reflexión sobre el nuevo concepto de las bibliotecas escolares, según Durban (2010), la puesta en marcha de proyectos de bibliotecas escolares está desigualada en los territorios españoles tanto cualitativa como cuantitativamente. Como en todo, nos podemos encontrar con casos y situaciones particulares en las que este tipo de recurso esté más desarrollado, pero sería muy improductivo dejar de lado la situación de muchas de las bibliotecas escolares de nuestra geografía, las cuales pasan por momentos muy difíciles. ¿Qué entendemos, pues, por momentos difíciles? Esta situación afecta tanto al ámbito conceptual, es decir, a qué son las bibliotecas como a la acción educativa misma, es decir, a la labor y función que éstas han de ejercer como elementos propios del sistema educativo. De esta manera, vemos que la situación de las bibliotecas escolares en la actualidad no es la más deseada. Si bien, hay que tener en cuenta que el problema ya se ha detectado, por lo que el primer paso frente a la recuperación de estos entornos ya está firmemente dado, aunque también consideramos necesario decir que lo más complicado (la aplicación a la realidad educativa de estas nuevas premisas), está aún por llegar. Según Durban (2010), actualmente se está intentando mejorar desde las instituciones públicas la situación del recurso en cuestión, pero los programas desarrollados no terminan de cuajar y, consecuentemente, el resultado final no es el esperado. Si bien, cuando hablamos de materia de educación, no basta con el apoyo de los gobiernos, sino que un elemento incluso más importante que este es la acción educativa que llevan a cabo los docentes, pues al fin y al cabo, los docentes somos los principales responsables tanto del éxito como del fracaso de las diferentes políticas educativas. Por este motivo, pretendemos realizar una reconceptualización de dicho recurso, las bibliotecas escolares, que más que un recurso, lo consideramos un elemento fundamental que ha de formar parte del proceso de enseñanza-aprendizaje y del desarrollo curricular (Cencerrado, 2007). De esta manera, queremos definir qué y cómo ha de ser una biblioteca escolar así como también qué funciones debe ejercer esta en el proceso educativo, es decir, el para qué. Dicho esto, planteamos como objetivo secundario desarrollar y crear una nueva conciencia sobre la necesidad de desarrollar e integrar este recurso en la realidad escolar así como también dar a conocer la verídica utilidad de este recurso educativo. En resumen, este trabajo tiene un propósito firme, el cual es otro que relanzar la utilización de dicho recurso, pues si continua tal y como ahora, puede que, Durban (2010, p. 23), se produzca una debacle en la que “el sistema escolar prescindirá de ella.” Así pues, tenemos intención de dar respuesta a diversos interrogantes así como también reflexionar sobre diversos aspectos que están íntimamente relacionados con las bibliotecas escolares o, mejor dicho, con el éxito de estas, como por ejemplo: cuál ha de ser el punto de partida, qué función ha de tener la biblioteca escolar, cómo afectará este nuevo espacio al desarrollo de las competencias básicas o qué bases son necesarias cimentar antes de poner en marcha un proyecto globalizado.
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2. Marco teórico 2.1.
Situación actual
Tal y como hemos dicho en el punto anterior, parece ser que los organismos públicos no acaban de mostrar un verdadero interés por el desarrollo de este recurso. Podríamos decir que se trata de una especie de “interés desinteresado”, pues los colectivos encargados de realizar este tipo de programas, son totalmente conscientes que éstos presentan lagunas que impiden que triunfen, depositando de esta manera toda la responsabilidad en los docentes encargados de llevar a cabo estas políticas educativas. Pero además de este aspecto, hay muchos otros factores que también influyen en la puesta en marcha de las bibliotecas. En primer lugar, queremos hacer alusión a la repercusión provocada por las nuevas tecnologías. Tal y como dice Durban (2010), las nuevas tecnologías han inundado progresivamente la realidad educativa, provocando en muchas ocasiones que ir al aula de informática sea una prioridad frente a la de acudir a la biblioteca escolar. Es obvio que las nuevas tecnologías nos facilitan muchos aspectos de la vida y, consecuentemente, la escuela ha de abordarlos para que los alumnos puedan aprender a utilizarlas correctamente. Si bien, esto no implica que la biblioteca escolar se desprestigie, dejándola a un lado, pues los alumnos, tal y como defiende Durban (2010, p. 17), “también necesitan avanzar en estructura mental, competencia lectora y pensamiento reflexivo”; aspectos que tal y como veremos a continuación, consideramos que deberían trabajarse desde la biblioteca escolar. Por otro lado, la conceptualización de la biblioteca también juega un papel fundamental en el éxito de los programas que intentan desarrollarla. En la última década, tal y como hemos dicho anteriormente, se han diseñado programas a favor de dicho recurso, pero la inexistencia de un enfoque unificado en el que se defina bien la cuestión en sí además de la calidad de los programas desarrollados, provoca que todos los planteamientos sean ambiguos, pues estos se desarrollan entre la realidad escolar y el ámbito bibliotecario (Durban, 2010). Así, siguiendo con esta autora, desde el punto de vista educativo se defienden estrategias que tratan de sacar el máximo partido posible a las aportaciones pedagógicas que como recurso educativo la biblioteca escolar es capaz de prestar. Por otra parte, desde el punto de vista bibliotecario, se defienden las perspectivas que entienden la función de la biblioteca escolar como un mero servicio bibliotecario, como una integración de dicho servicio en el ámbito educativo. A causa de estos aspectos, los modos de actuación no están correctamente definidos, pues esta doble consideración entorno al concepto real de la biblioteca escolar como recurso educativo provoca que la ambigüedad entre en escena y consecuentemente, se haga necesaria la ya mencionada reconceptualización de este recurso, con el único objetivo de reconvertir las
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bibliotecas escolares. Según Fuentes (2006), la evolución de las bibliotecas escolares ha de ir encaminada hacia la conversión de estos espacios en un nuevo ámbito educativo que ha de estar integrado en el proyecto educativo y curricular del centro y que ha de considerarse como un elemento pedagógico que funcionará como recurso educativo. De esta manera, lo primero a tener en cuenta es la necesidad de partir de un planteamiento basado en el punto de vista educativo, pues solo de esta manera podremos llegar a implementar la biblioteca como un centro de recursos al servicio de la enseñanza. Así, teniendo en cuenta los datos aportados por Cencerrado (2007), que a la vez se basa en la parte IV (Conclusiones y recomendaciones) del estudio sobre las Bibliotecas Escolares en España (2005) publicado por la fundación Germán Sánchez Ruipérez, la situación de las bibliotecas escolares en España es la siguiente: -
Un porcentaje mayor al 40 % de profesores no utiliza la biblioteca escolar. Solamente existen programas organizados de biblioteca escolar en menos del 50 % de los centros. Sólo 3 de cada 25 alumnos dice haber participado en algún programa en que la biblioteca haya sido el eje vertebrador.
En relación con esto, y tomando otra vez como referencia este informe, también se concluye que muchos de los docentes, entre los que se incluyen los equipos directivos, e incluso muchos responsables de la biblioteca escolar, tienen una visión limitada y tradicional de la biblioteca escolar, declinando su uso prácticamente a la lectura recreativa. Podríamos aportar infinidad de conclusiones más extraídas de este estudio, pero teniendo en cuenta que pretendemos realizar una reconceptualización desde el punto de vista educativo, consideramos mucho más significativos estos datos, los cuales hacen referencia al uso que se da a las bibliotecas escolares. Así pues, teniendo en cuenta estas aportaciones, vemos necesaria dicha reconceptualización, pues sobran los argumentos para observar con claridad que la situación de las bibliotecas escolares no es, ni mucho menos, la que un recurso de esta índole se merece por el gran valor educativo y pedagógico que posee intrínseco.
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2.2.
Documentos legales del centro. El proyecto de Biblioteca
De la misma manera que existe un Plan Lingüístico, un Plan Lector, un Plan de Acción Tutorial o un Proyecto Educativo de Centro, entre otros, también ha de existir un Proyecto de Biblioteca. De esta manera, a groso modo, podemos decir que la función del Proyecto de Biblioteca es, tal y como dice Corchete (2007) la planificación de los contenidos, objetivos, metodología y del funcionamiento de la biblioteca escolar en un mismo documento, que sirva de guía y a partir del cual se organice la acción educativa llevada a cabo desde este espacio. Así, consideramos fundamental, que desde el equipo directivo del centro se fomente la creación de estos documentos. Tal y como aparece en el Manifiesto de la Unesco/IFLA sobre las bibliotecas escolares, el primer objetivo es el de “respaldar y realizar los objetivos del proyecto educativo del centro escolar y del plan de estudios.” De esta manera, queremos remarcar que la elaboración de este documento sin establecer una consonancia entre lo que en este se dice y lo que se defiende en el Proyecto Educativo de Centro es un sinsentido. De esta manera, en palabras de Camacho (2004), es una necesidad que la elaboración del Proyecto de Bibliotecas escolares esté orientada a desarrollar en la mayor medida posible, todas las intenciones educativas que se desarrollan en el PEC. Así pues, una vez hemos delimitado la necesidad de realizar un Proyecto de Biblioteca integrado en el PEC, nos surge el interrogante del punto de partida que tenemos que tomar para realizarlo. En palabras de Corchete (2007), lo más adecuado es partir del análisis de la situación (tanto a nivel de centro como a nivel de biblioteca). A nivel de centro, será conveniente revisar las metodologías y las prácticas educativas, mientras que a nivel de biblioteca, será necesario reflexionar sobre los recursos que posee, sobre el uso que se da a este espacio y, más aun, sobre el uso que pretendemos darle. Así, posteriormente podremos establecer una cohesión entre todos los elementos que forman parte del recurso en cuestión y los objetivos que se persiguen. La principal razón de basar el proyecto de la biblioteca escolar como recurso educativo en los documentos del centro, según Acevedo (2010), no es otra que la reflexión que esto implica. Plantear el desarrollo de este recurso tanto desde el PEC como desde el Proyecto Curricular implica partir de la realidad propia del centro. De esta manera, consideraremos este trabajo previo como uno de los más trascendentales, pues sin una buena base, difícilmente proyectos tan importantes y de esta índole podrán llevarse a cabo. Una vez dicho esto nos surge la siguiente cuestión: ¿Quién es el encargado de realizar este plan? En palabras de Corchete (2007, p. 45), “lo ideal es que exista una Comisión de Biblioteca”, que tenga como miembros al bibliotecario escolar (al cual dedicaremos un punto a continuación), al equipo directivo, representantes del AMPA y a diferentes miembros del claustro (obviamente de diferentes materias y ciclos). En relación los miembros del claustro, en palabras de Camacho (2004), debería haber, al menos, un representante por cada uno de los ciclos. Además, también tendrá que formar parte del órgano los demás componentes con función pedagógica del centro.
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¿Cuál es, pues, la función que deberá ejercer este órgano por lo que respecta al desarrollo del Proyecto de Biblioteca? La principal labor de esta comisión es la elaboración de un documento informativo en el que se planteen los objetivos a partir de un previo análisis de la realidad del centro, en el que se organicen las diferentes metodologías y formas de trabajo y, finalmente, prever una evaluación que permita conocer de primera mano el éxito que ha tenido la puesta en marcha del recurso en sí (Corchete, 2010). Finalmente, tal y como dice Acevedo (2010), se trata de elaborar un plan de trabajo basado en la reflexión. Así pues, tal y como hemos dicho, con este trabajo previo conseguiremos entrelazar todos los elementos necesarios para que la implantación de la biblioteca escolar triunfe y, de esta manera, los alumnos puedan absorber todas las aportaciones educativas que desde la biblioteca escolar pueden llevarse a cabo.
2.3.
Misión de la biblioteca escolar
Una vez hemos analizado la situación actual de las bibliotecas así como también las bases sobre las que estos proyectos educativos han de asentarse, ha llegado el momento de centrarnos en la materia en sí, es decir, en las bibliotecas escolares como recurso educativo y como espacios de aprendizaje y reflexión. Según del Valle, Ladrón y Beatriz (2007, pp. 140105), los objetivos generales que toda biblioteca escolar son los siguientes: - Proporcionar un continuo apoyo al programa de enseñanza y aprendizaje. - Habituar a toda comunidad educativa a utilizar la biblioteca con fines informativos, recreativos y de educación permanente. - Asegurar el acceso a una amplia gama de recursos y servicios. - Enseñar a identificar las necesidades informativas, buscar información, encontrarla y saber utilizarla. - Alfabetizar en el manejo de las tecnologías de la información y comunicación. - Formar hábitos y actitudes a la información y al libro. - Potenciar una actitud positiva ante la lectura. - Vincular al alumno con otras bibliotecas y centros documentales. - Incorporar y enseñar el manejo de los nuevos soportes de información. Por otra parte, si tomamos como referencia el manifiesto sobre las bibliotecas escolares elaborado por la UNESCO/IFLA, vemos que existen grandes coincidencias con el listado aportado anteriormente: - Respaldar y realizar los objetivos del proyecto educativo del centro escolar y del plan de estudios; - Inculcar y fomentar en los niños el hábito y el placer de la lectura, el aprendizaje y la utilización de las bibliotecas a lo largo de toda su vida; - Ofrecer oportunidades para realizar experiencias de creación y utilización de información a fin de adquirir conocimientos, comprender, desarrollar la imaginación y entretenerse; - Prestar apoyo a todos los alumnos para la adquisición y aplicación de capacidades que permitan evaluar y utilizar la información, independientemente de su soporte, formato o medio de difusión, teniendo
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en cuenta la sensibilidad a las formas de comunicación que existan en la comunidad; - Facilitar el acceso a los recursos y posibilidades locales, regionales, nacionales y mundiales para que los alumnos tengan contacto con ideas, experiencias y opiniones varias; - Organizar actividades que estimulen la concienciación y la sensibilización en el plano cultural y social; - Trabajar con el alumnado, el profesorado, la administración y las familias para realizar el proyecto educativo del centro escolar; proclamar la idea de que la libertad intelectual y el acceso a la información son fundamentales para ejercer la ciudadanía y participar en una democracia con eficiencia y responsabilidad; - Fomentar la lectura y promover los recursos y servicios de la biblioteca escolar dentro y fuera del conjunto de la comunidad escolar. Manifiesto de la UNESCO/IFLA sobre las bibliotecas escolares. (Disponible en http://www.unesco.org/webworld/libraries/manifestos/school_manifesto_es.html) De esta manera, utilizando como punto de referencia estos listados, volvemos a reafirmar lo dicho anteriormente sobre la importancia que tiene que el Proyecto de Biblioteca esté instaurado dentro de un modelo contextualizado que ayude a cumplir los objetivos educativos marcados en el Proyecto Educativo de Centro. Con esto pretendemos aludir al hecho que la biblioteca ha de ser un ente dinámico como centro de recursos de aprendizaje así como también un espacio disponible que pueda servir a los alumnos y profesores para buscar distintos tipos de información y disfrutar de la lectura, entre otras. Es decir, que cumpla, tal y como dice Fuentes (2006, p. 12), “un papel esencial en relación con el aprendizaje de los alumnos.” Así pues, basándonos en estos objetivos, observamos en el nuevo concepto de biblioteca escolar una notable evolución de la biblioteca tradicional, que tal y como hemos dicho, y basándonos en Cuevas (2007) estaba centrada en los libros y en la lectura como diversión. Pero, dejando a un lado los materiales, vemos que no solamente ha cambiado en este aspecto, sino que observamos que su función también ha dado un paso adelante. Gracias a ello, la función de la biblioteca escolar es mucho más amplia y ambiciosa y, por ello, según Fuentes (2006) la podemos definir como un nuevo e importante ámbito educativo que ha de proporcionar la posibilidad de investigar, comunicar e intercambiar diferentes conocimientos, la oportunidad de poder saciar las necesidades culturales e informativas a y, también, obviamente, fomentar y desarrollar la lectura. Por otro lado, en palabras de Camacho (2004), la biblioteca escolar también ha de ser capaz de dinamizar y complementar cualquiera de los aprendizajes que se den en el aula ordinaria. Así, la biblioteca ha de ser capaz de crear situaciones en que los alumnos se encuentren con la cultura y el saber y, gracias a los recursos que en ella podemos encontrar, poder acceder al conocimiento. De este modo, también entendemos como primordial la función referida a abrirse al mundo. Las bibliotecas escolares como espacios dinámicos, han de facilitar la posibilidad de acceder a
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la sociedad así como de conocer nuevas culturas y experiencias a través de la información que en ellas encontramos. Así, observamos que la biblioteca también tiene la función de facilitar la integración y el conocimiento de la diversidad. Por ello, proporcionar la oportunidad a los alumnos de manejar de manera crítica la información que en las bibliotecas puedan encontrar en distintos formatos es fundamental, puesto que en la información reside el saber. Según Fuentes (2006), la biblioteca escolar ha de facilitarles la entrada en contacto con la sociedad, pues este modelo de biblioteca va más allá del modelo de biblioteca tradicional. Es decir, ha de ejercer la función de puente entre los alumnos y la sociedad, facilitándoles a ellos el acceso, desde la reflexión, al entorno más próximo. Por este motivo, la biblioteca escolar ha de estar a la altura y proporcionar todos los conocimientos necesarios sobre la sociedad actual. Así, en palabras del mismo Fuentes (p. 33), se trata de “estar a la altura de lo que la nueva sociedad del conocimiento y de la información requieren.” Otro aspecto muy importante es el proclamar la idea de la libertad intelectual. Gracias a ella se fomenta que todos los alumnos han de ser libres hacia el aprendizaje. Los alumnos han de considerar que las bibliotecas escolares son el lugar donde residen la cultura y los aprendizajes y, por ello, el acceso a ellas proporciona sabiduría. Si bien, no se pretende que estos espacios sean únicamente destinados al aprendizaje, sino que la diversión y el entretenimiento también han de considerarse como una de sus virtudes principales, pues gracias a estas dos, las bibliotecas ganan adeptos. Así, vemos que la biblioteca adquiere un papel muy significativo en el desarrollo de los alumnos, pues en ella es donde los alumnos pueden entrar tanto en contacto con las TIC, con la lectura, así como también con la reflexión y la adquisición de un pensamiento crítico, tal y como veremos más adelante, en la aportación que hace la biblioteca escolar al desarrollo de algunas de las competencias básicas.
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2.4.
El nuevo modelo de biblioteca escolar
Teniendo en cuenta las aportaciones hechas en el punto anterior, partimos de la consideración de las bibliotecas escolares como un recurso educativo. Nuestro punto de partida ha de ser la toma de conciencia sobre los beneficios reales que nos puede aportar el uso de este recurso como docentes pero, sobre todo, de los beneficios y mejoras que pueda aportar a los alumnos en relación con su proceso de enseñanza y enriquecimiento y crecimiento personal. En primer lugar, nos gustaría decir que con el desarrollo de este punto no pretendemos elaborar un modelo que actúe como una “máxima” que se haya de cumplir por obligación en todas las bibliotecas escolares, pero sí ofrecer unas pequeñas pinceladas que convendría que toda biblioteca escolar siguiese para ponerse en funcionamiento. Basándonos en las aportaciones de Corchete (2007), para que este nuevo modelo de biblioteca escolar sea posible y real, requiere el apoyo de las autoridades públicas, una estructuración precisa, una dotación de recursos adecuada, una dinamización que le de vida a este nuevo espacio considerado como centro de aprendizaje así como también el apoyo incondicional del claustro y del equipo directivo y una buena base partiendo de la realidad escolar del centro (PEC y PCC). Además, también es crucial la necesidad y la concienciación sobre la pertenencia a la biblioteca, es decir, todos los profesionales del ámbito educativo hemos de creernos parte de ella, pues sin docentes involucrados en la utilización de este recurso, este tendrá muy poca vida. Todo y eso, no consideramos suficiente con sentirnos y formar parte de ella a través de su utilización, sino que también se han de fortalecer y pulir las diferentes metodologías que dan paso a la utilización de la biblioteca como recurso, pues una actuación descontextualizada es una situación de aprendizaje perdida. En relación con esto, nos gustaría hacer una pequeña puntualización. En palabras de Fuentes (2006), uno de los aspectos más importantes a tener en cuenta y además totalmente necesario para que el recurso en cuestión funcione de la mejor manera posible, es el de no olvidar la biblioteca tradicional en la implantación de las nuevas bibliotecas. Es decir, no centrarnos únicamente en las nuevas necesidades sociales que poco a poco iremos conociendo, sino tener también en cuenta que los métodos de la biblioteca tradicional también son válidos, eso sí, siempre que se combinen con los nuevos elementos.
De esta manera, Según Corchete (2007), el ideal de biblioteca escolar ha de basarse en un modelo funcional, en el que dicho espacio sea considerado como un centro de recursos para el aprendizaje, un espacio destinado a la animación lectora y que dinamice la cultura de los alumnos. Pero, ¿qué implica este modelo? Este modelo implica la necesidad de entrelazar y coordinar tres dimensiones diferentes: la dimensión estructural, la operativa y la organizativa.
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2.4.1. Dimensión estructural Este aspecto del nuevo modelo de biblioteca escolar hace referencia tanto a las infraestructuras físicas como a los componentes de la misma. Obviamente, la biblioteca, como todos los elementos del sistema educativo, ha de ser un elemento correctamente estructurado y compuesto por todos los componentes físicos y materiales requeridos. En primer lugar abordaremos el aspecto de las infraestructuras físicas. Por lo que respecta a la ubicación de la biblioteca, coincidimos con diversos autores en que es importante que esta esté situada en un lugar de fácil acceso para todos los alumnos del colegio. Así, se facilitará el acceso a aquellos alumnos que puedan tener problemas de movilidad, pues esta no es razón para que no puedan utilizar este recurso. Además, otro aspecto importante es que esta esté señalizada e indicada de manera correcta (Corchete, 2007; Camacho, 2004; del Valle et al 2007). En referencia a los espacios interiores, también es importante que el mobiliario y la decoración transmitan un ambiente agradable y, obviamente, que el tamaño del espacio en sí esté en función de los alumnos que haya en el centro (Camacho, 2004; del Valle et al, 2007). Así, el entorno ha de intentar dar cabida a los diferentes usos y funciones que ha de cumplir la biblioteca escolar. De esta manera, ha de haber espacios destinados a distintos usos, como por ejemplo, lectura individual, trabajos en grupo, actividades destinadas al grupo-clase, etc. Por otra parte, también es conveniente, siempre que sea posible, habilitar rincones en función de las edades y, de la misma manera, rincones temáticos en los que se centre el interés sobre aspectos determinados (Corchete, 2007). Por otra parte, nos encontramos con los componentes de las bibliotecas. Con el término “componentes” queremos hacer alusión a la colección de materiales, que Fuentes (2006, p. 40) define como “el conjunto de materiales de que ésta dispone para atender las necesidades de conocimientos e información, formación y entretenimiento de sus usuarios.” De esta manera, ¿qué elementos consideramos que debe poseer una buena colección? Una de las principales características de las bibliotecas escolares ha de ser la presencia de otros elementos además de libros y documentos audiovisuales, cuya presencia ha copado tradicionalmente las bibliotecas. Basándonos en este mismo autor, hay tres grupos de materiales que han de formar parte de la colección. En primer lugar, encontramos todos aquellos elementos que pueden ser útiles a los docentes para complementar el proceso de enseñanza (como mapas, láminas, pósters, objetos manipulativos para trabajar las matemáticas, etc.). Por otro lado, encontramos todos los libros en soporte impreso. Finalmente, el último bloque de elementos es el relacionado con las TIC, es decir, ordenadores y demás elementos que permiten el acceso a la sociedad del conocimiento y de la información a mediante elementos tecnológicos, que junto con el desarrollo de una buena competencia lectora, ayudarán a desarrollar una buena alfabetización informacional. Además, también es crucial que todos estos materiales estén actualizados. Es obvio que todos estos materiales no han de ser elegidos al azar, sino que hemos de determinarlos en función de las necesidades del centro educativo en general y de los alumnos
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en particular. La elección de todos estos componentes ha de responder también a los objetivos marcados por el Plan de Biblioteca. Así pues, vemos que la elaboración de un buen fondo de biblioteca es elemental y fundamental para un buen funcionamiento de ésta, pues la acción educativa depende en gran medida de los recursos que disponemos. Finalmente, por lo que respecta a la variedad de la repertorio elegido, cabe destacar que ha de ser lo más equilibrada posible (Fuentes, 2006). Con esto, queremos hacer referencia a la poca utilidad que tiene disponer de infinidad de elementos, por ejemplo, de prensa, y tener apenas juegos didácticos. El porqué de esto es muy simple, y no es otro que la necesidad de crear un sistema educativo equitativo en referencia a los recursos, es decir, a crear un sistema educativo en que haya el máximo de recursos disponibles y, todos ellos, distribuidos de la manera más equilibrada posible entre los distintos niveles. Así, crearemos un centro de recursos que podrá abastecer a la mayoría de los alumnos de la manera más justa y equilibrada posible.
2.4.2. Dimensión operativa En primer lugar, destacaremos de manera breve que esta dimensión hace referencia, tal y como dice Corchete (2007, p. 37), a todos aquellos aspectos que “por un lado, favorecen el conocimiento de la biblioteca y sus recursos y promueven su utilización; por otro, contribuyen a dinamizar sus contenidos.” ¿Cuál es la utilidad de una biblioteca no promocionada? La respuesta a esta cuestión es, según nuestro punto de vista, muy simple. Vivimos en una sociedad en que la publicidad es fundamental para que los elementos que la componen funcionen. De esta manera, con la biblioteca escolar ocurre lo mismo, es decir, si como docentes no difundimos su uso, ésta no funcionará, pues la afluencia de alumnos no será la deseada. Así pues, surge la necesidad de encontrar la manera adecuada de dinamizar la biblioteca escolar para que su uso sea el esperado y los objetivos planteados conseguidos. Como maestros, debemos fomentar entre los alumnos diferentes actividades que sean realizadas en este espacio. Si así lo hacemos, les brindaremos a los alumnos la oportunidad de entrar en contacto con este recurso y, sin duda alguna, esto supondrá un paso adelante en su utilización, pues muy posiblemente hará que los alumnos empiecen a usarla con más asiduidad. Como docentes, está en nuestras manos organizar y programar diferentes sesiones en que la biblioteca se dé a conocer. Puede ser mediantes concursos, mediante presentaciones de libros, cuentacuentos, etc. El medio en este caso es indiferente, es decir, no hay prioridad frente uno u otro, aunque es obvio que tenemos que encontrar uno que satisfaga y atraiga a nuestros alumnos. Por este motivo, en esta ocasión lo más importante es el fin, que tal y como hemos dicho no es otro que promocionar la biblioteca para fomentar su utilización entre los alumnos. Otro aspecto que también contribuye, y mucho, a la dinamización de la biblioteca es el horario. En este caso, bastará con apuntar que el tiempo de apertura ha de ser el mayor posible y, siempre que se pueda, ampliarlo incluso más allá del horario escolar, ya que cuando más flexible y amplio sea este, más facilidades tendrán los alumnos para acudir a ella (del Valle et al, 2007; Corchete, 2007).
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Por otro lado, encontramos todo aquello referente a la organización interna de la biblioteca, es decir, ¿cómo están clasificados los libros?, ¿hay indicadores de cómo encontrar un libro?, ¿cuáles son las temáticas por las que se ordenan los ejemplares?, ¿hay disponible alguna guía que explique el funcionamiento de la biblioteca?, ¿hay disponible una base de datos en alguna plataforma virtual o página web? Obviamente, no pretendemos encontrar una respuesta a todas estas preguntas, sino solamente dejar constancia de cuán importante es tener buena organización interna en la biblioteca escolar. Del Valle et al (2007, p. 140) nos regalan en su libro diferentes experiencias contadas por bibliotecarios escolares. En una de ellas, transmitida por Marcela, cuentan: Muy frecuentemente se escuchaba la frase hecha “en la biblioteca no se encuentra nada, todo es muy viejo”. […] Dentro de la biblioteca había muchos carteles tales como “prohibido abrir las estanterías”, “si usted no devuelve los libros en término…”. Realmente, con tantas reglas y órdenes ni a mí me daba gusto entrar. Con esta aportación, queremos transmitir la necesidad de dejar a los alumnos investigar por su cuenta, pues tal y como hemos visto, las limitaciones evitan la afluencia de alumnos a la biblioteca. Además, según nuestro punto de vista, no basta con permitir el uso de la biblioteca a todos los alumnos, sino que este uso ha de ser sencillo y práctico, pues este aspecto también hará que la sangría de alumnos que acudan a la biblioteca aumente. Por esto, es necesario elaborar unas pautas en las que cuestiones como las anteriores estén al alcance de todos. En resumen, tal y como defiende Corchete (2007) la elaboración de directrices prácticas es una necesidad vital, pues gracias a ellas, los alumnos tendrán más información sobre el funcionamiento interno de la biblioteca y, sin duda alguna, esto provocará un aumento en la afluencia de visitantes.
2.4.3. Dimensión organizativa De la misma manera que hemos hecho con los otros dos submodelos, empezaremos haciendo una breve descripción de que elementos posee. Así, el submodelo organizativo atiende, según Corchete (2007, pp. 38-39), a dos perspectivas distintas. Una de ellas gira en torno a la “metodología para la planificación y desarrollo del proyecto anual de trabajo de la biblioteca.” La otra de las perspectivas atiene a los “elementos organizacionales y las estructuras y procesos de trabajo que rigen la gestión y el funcionamiento global de la biblioteca.” En primer lugar abordaremos todo lo referente a la planificación. Tal y como hemos dicho en el punto 3, la realización de un Proyecto de Biblioteca es fundamental para la puesta en marcha de una biblioteca escolar, pues en él se han de recoger tanto los objetivos que se persiguen como la manera de conseguirlos, es decir, la metodología a utilizar así como también la aportación que este recurso puede hacer a las áreas curriculares. Dejando atrás esta breve explicación de los documentos, consideramos importante recordar la importancia de los recursos humanos que deberían intervenir en la constitución de una
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biblioteca escolar. Así, es fundamental, tal y como hemos dicho en el punto 3, establecer una comisión que sea la encargada de elaborar el Plan de Biblioteca, pues la reflexión que se deriva de la elaboración de este documento facilitará y, sobre todo, mejorará la puesta en marcha del proyecto educativo. De esta manera, se puede concluir que cuando hablamos de educación, abogamos por proyectos en que todos los integrantes del sistema educativo estén presentes. Defendemos que el trabajo cooperativo es la mejor manera de llegar al éxito. Por ello, estamos totalmente de acuerdo en que lo más adecuado sería crear una comisión de biblioteca que sea la encargada de transmitir al responsable de este nuevo espacio las necesidades principales sobre las que ha de organizar su práctica educativa y que colabore, junto con el resto de docentes, para que los resultados esperados con la puesta en marcha de la biblioteca sean los esperados. Otro elemento que consideramos también importante y que podría quedar enmarcado dentro de este punto es la colaboración entre distintas bibliotecas escolares. Así pues, según Corchete (2007), si delimitamos un espacio geográfico concreto, la colaboración quedaría organizada de la siguiente manera: el conjunto de bibliotecas escolares de esa zona, junto con la biblioteca o bibliotecas públicas de la zona y, a la vez, junto con el apoyo de un centro de recursos creado por los profesores, crear una red de servicios de apoyo centralizados, a los que todos los elementos mencionados aportan pero sobre todo, de los que todos los elementos mencionados se benefician. De esta manera, estos servicios de apoyo centralizados provocan una mejora cuantitativa y cualitativa de los servicios que las bibliotecas escolares pueden ofrecer. A modo de resumen, la organización de la biblioteca responde a la cohesión y unión entre tres dimensiones distintas. Éstas son la base sobre la que toda biblioteca escolar debería cimentarse. Podríamos resumir estas páginas en que una biblioteca escolar ha de estar bien organizada y tener un buen equipo a sus espaldas para que su funcionamiento sea el mejor posible. Por otra parte, también ha de tener una buena organización física así como también un buen fondo, es decir, un buen conjunto de recursos, los cuales complementarán y facilitarán el proceso de enseñanza-aprendizaje.
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2.5.
El responsable de la biblioteca escolar
En primer lugar, realizaremos una pequeña distinción entre las bibliotecas públicas y las bibliotecas escolares y, a partir de este punto, junto con las funciones descritas anteriormente, trataremos de construir las características principales que cualquier responsable de una biblioteca escolar debería tener. Tomando como dato principal la aportación de Fuentes (2006), las bibliotecas públicas, en la mayoría de los casos, se han convertido en zonas de estudio (entendido como actividad necesaria para superar, normalmente, exámenes universitarios). Sin duda alguna, este hecho está causado, porque desde la escuela, estos usuarios “modelo” de las bibliotecas públicas no han recibido una buena educación en la que se considerase la biblioteca como un recurso de vital importancia. De esta manera, teniendo en cuenta que las bibliotecas escolares tienen una función específica, el responsable de esta también ha de ser un sujeto específico, pues cualquier persona no está capacitada para ejercer de puente entre los niños y el aprendizaje y la educación. Tal y como hemos visto en el punto anterior, las funciones del recurso en cuestión han aumentado, por lo que obviamente también lo tendrán que hacer las funciones del encargado. Además, en palabras de Camacho (2004, p. 138), “el personal es uno de los pirales de la biblioteca escolar, junto a la colección y las instalaciones.” En palabras de Camacho (2006), la figura del bibliotecario escolar en España no existe. Normalmente este cargo lo ocupa alguno de los maestros del claustro, que gracias a su ímpetu y dedicación al sistema educativo, decide ofrecerse voluntario para ejercer esta función. Siguiendo con este autor, puede que encontremos casos en que los colegios tengan contratado a alguien para ejercer esta función pero todo y eso, a causa de la inexistencia de una formación universitaria concreta, podemos afirmar que la figura de un bibliotecario escolar como tal, no existe. Así, una de los aspectos más importantes a tener en cuenta, según el Ministerio de Educación y Ciencia (1996), es la importancia de su labor pedagógica, pues una de las principales funciones que este profesional ha de cumplir es la de facilitar experiencias significativas. De este modo, tal y como dice Durban (2010), junto con una buena estructura educativa planificada a nivel de centro, y el apoyo y la confianza de los miembros del claustro, el bibliotecario escolar puede aportar y desarrollar una importante labor educativa Como bien sabemos, la biblioteca escolar se ha convertido en un nuevo espacio lleno de dinamismo que fomenta la reflexión, que proporciona a los alumnos conocimientos sobre las nuevas tecnologías, que fomenta la reflexión, que promociona la lectura y transmite las aptitudes necesarias para leer (Cerrillo, 2007), por lo que vemos que las bibliotecas escolares entran en una nueva dimensión. Así pues, vemos que la función del bibliotecario escolar ha de estar centrada en las metas educativas y, como profesional del sistema educativo, ha de ser capaz de transmitir todos los contenidos que en este ámbito se traten. De esta manera, el
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responsable de la biblioteca escolar ha de estar dispuesto a responder a este salto cualitativo que dan las bibliotecas escolares con la implantación de estos nuevos modelos. Es obvio que desde un punto de vista educativo, estas funciones comentadas anteriormente son las más destacadas, pero el bibliotecario escolar también tiene otras tareas y labores que cumplir. En palabras de Camacho (2006, p. 141), también ha de estar capacitado para “catalogar, clasificar, organizar los documentos y ponerlos a disposición de los usuarios.” Además, prosigue diciendo que no basta con la transmisión de los contenidos a los alumnos y la organización y control de los diferentes elementos que la forman, sino que todo esto no es productivo sin una adecuada promoción y dinamización del espacio, aspecto en el que obviamente también ha de intervenir. En resumen, en palabras de del Valle et al. (2007), la función del bibliotecario escolar ha de ser proporcionar un ambiente agradable y sin barreras que permita y facilite el acceso al conocimiento. Ha de satisfacer tanto las necesidades educativas de los alumnos como las organizativas, crear la necesidad de utilizar la biblioteca tanto en los alumnos como en los docentes. En fin, proponer actividades y dinámicas que ensalcen el buen funcionamiento de este recurso y, consecuentemente constatar la necesidad de establecer estas figuras para el buen desarrollo de las bibliotecas escolares.
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2.6.
Dimensión
educativa
de
la
biblioteca
escolar.
Aportaciones al currículum Tal y como hemos dicho anteriormente, la elaboración del Plan de Biblioteca ha de entenderse como una práctica reflexiva que nos permita mejorar este recurso en todos sus aspectos. Como bien sabemos, en este documento podemos encontrar todo lo referente el ámbito organizativo, aspectos burocráticos, la elaboración del fondo y su estructuración, la dinamización, etc. Por otra parte, también ha de aparecer qué beneficios educativos les aporta a los alumnos la puesta en marcha de este recurso a su proceso de aprendizaje. Así pues, es a este aspecto al que queremos hacer referencia en este apartado. Partiendo de la consideración de las bibliotecas escolares como un elemento de aprendizaje y espacio de vital importancia en los centros educativos, entendemos que la razón de ser de estos nuevos espacios se debe a todas y cada una de las aportaciones educativas que este recurso puede hacer a las diferentes áreas del currículum y, consecuentemente, al desarrollo de las competencias básicas. De esta manera, en este apartado trataremos de descubrir las diferentes aportaciones educativas que se pueden conseguir gracias a la utilización de las bibliotecas escolares. Así, puesto que hablamos de metas educativas, partiremos en primer lugar de una delimitación del concepto de educación. Podríamos ejemplificar qué es la educación en sí con infinidad de aportaciones de los intelectuales más destacados de las diferentes épocas. Si bien, creemos más adecuado, en esta ocasión, no hacer referencia a ninguna en concreto, pues simplemente queremos apuntar la necesidad que tiene el sistema educativo de dar respuesta a todos los valores y necesidades sociales de cada época. De esta manera, la educación que nuestra sociedad requiere en estos momentos ha de caracterizarse, según Cencerrado (2007) por: -
Ser una enseñanza activa. Tener la participación del alumnado como base del proceso de enseñanza. Estar basada en la socialización. Ser crítica o, mejor dicho, dotar de una capacidad crítica a nuestros alumnos. Y sobre todo, global y integradora.
Por otra parte, los nuevos planteamientos educativos van encaminados hacia una educación integral de los alumnos. Tal y como aparece en el Real Decreto 1513/2006 de 7 de diciembre, la presencia de competencias básicas en el currículum implica considerar todos aquellos aprendizajes vitales desde un punto de vista integrador. Así, la adquisición de las competencias básicas permite fusionar aprendizajes de distintas áreas, haciendo el aprendizaje de estos contenidos, independientemente de si son conceptuales, actitudinales o procedimentales, mucho más profundo. De esta manera, el aprendizaje de contenidos permite a su vez, la posibilidad de extrapolarlos a otros contextos, pues la interrelación que hay entre ellos facilita la relación con otras
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situaciones reales así como también con las distintas materias. A modo de resumen, tal y como dice Durban (2010), las competencias permiten incluir los tres tipos de contenidos existentes (procedimentales, actitudinales y conceptuales), que tradicionalmente se han tratado de forma diferenciada y que, con este cambio, pasan a tratarse de un modo global. Por otra parte, tal y como dice Cuevas (2007), las bibliotecas escolares en particular y el sistema educativo en general ha de responder a las necesidades que cada época tiene. Como venimos diciendo, la biblioteca tradicional tenía como atributo principal funcionar como un elemento complementario centrado en los libros y en la lectura de ficción. Por contra, el modelo de biblioteca que defendemos entiende la biblioteca escolar como un espacio interdisciplinar que proceso de enseñanza-aprendizaje. Definimos, por tanto, a partir de estos supuestos que debe cumplir la educación, cuáles deberían ser las metas educativas que las bibliotecas escolares deberían perseguir. Tal y como dice Durban (2010, p. 31): “la posibilidad que tiene la biblioteca escolar de favorecer el desarrollo de habilidades intelectuales o de pensamiento, y de prácticas lectoras y comunicativas, argumenta su uso como recurso educativo y constituye su sustancia educativa.” Además, según esta autora, también ha de favorecer el acceso a la sociedad de la información y la comunicación a través de las TIC, tal y como podremos comprobar a continuación. Así pues, ha llegado el momento del cambio. Desde las bibliotecas escolares tenemos que promover el aprendizaje activo, reflexivo y significativo, pues si lo conseguimos, se forma una dupla en la que las bibliotecas dependen de que la escuela fomente estos aprendizajes y, de la misma manera, estos aprendizajes dependen de la biblioteca para poder llevarse a cabo. Por tanto, vemos que ambos elementos se benefician mutuamente. Resumiendo, en palabras de Cuevas (2007, p. 164), se trata de: Crear una biblioteca cuyo modelo funcional y organizativo pasa de tener un papel meramente auxiliar a ser un modelo plenamente integrado en el currículum, con una participación activa en el proceso pedagógico y en las tareas de apoyo a la alfabetización que demanda la sociedad. Si bien, tal y como dice Jordi (1998), para que todo lo mencionado en el párrafo anterior ocurra, no basta con entrelazar todos los hilos necesarios para construir una biblioteca escolar, sino que sin la labor e iniciativa docente, nunca podremos conseguir esto. Debemos la existencia de las bibliotecas escolares a las necesidades de los alumnos (del Valle et al, 2007). Por ello, el bibliotecario escolar junto con el resto del equipo docente, tenemos que poner nuestro esfuerzo a disposición del alumnado y, de esta manera, satisfacer las necesidades de los alumnos. A modo de resumen, tenemos que ser conscientes de todos los beneficios educativos que la biblioteca puede aportar. Por este motivo, como docentes, tenemos que colaborar con el responsable de la biblioteca escolar y con el resto del equipo docente para conseguir que la biblioteca provoque en los alumnos todos aquellos cambios que defendemos.
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2.7.
El desarrollo de las competencias desde las bibliotecas
escolares Tal y como sabemos, las competencias ayudan a concretar de una manera más clara los objetivos que queremos conseguir a lo largo de todo el proceso de enseñanza-aprendizaje. En palabras de La Comisión europea. Dirección general de educación y cultura (2010, p. 7) se definen como: Las competencias clave representan un paquete multifuncional y transferible de conocimientos, destrezas y actitudes que todos los individuos necesitan para su realización y desarrollo personal, inclusión y empleo. Éstas deberían haber sido desarrolladas para el final de la enseñanza o formación obligatoria, y deberían actuar como la base para un posterior aprendizaje como parte de un aprendizaje a lo largo de la vida. Como hemos dicho anteriormente, el sistema educativo en general y la biblioteca escolar en particular han de estar a la altura de las necesidades sociales y, ante todo, han de intentar respuesta a todas ellas. Así pues, basándonos en palabras de Durban (2010, p. 67), la educación actual ha de dirigirse “hacia la formación integral de las personas.” ¿Qué implica una formación integral de los alumnos? Este nuevo enfoque que está inundando progresivamente el sistema educativo (o al menos así debería ser), pretende desarrollar en los alumnos todo lo referente al ámbito personal, social, procedimental y conceptual de manera interrelacionada, con el firme propósito de conseguir un desarrollo global de los alumnos. Pero la educación por competencias no implica solamente lo dicho en el párrafo anterior, sino que un aspecto muy importante es la necesidad de contextualizar todo contenido en un contexto de enseñanza (Durban, 2010). La necesidad de establecer vínculos entre todos los aprendizajes y, sobre todo, hacer que sean los propios alumnos los que construyan sus propios aprendizajes a partir del establecimiento de situaciones comunicativas en el aula es también una necesidad vital para la educación por competencias. De esta manera, vemos que la instauración de las competencias implica un cambio educativo a nivel general, pues la aparición de estas ha de dejar atrás la enseñanza tradicional y memorística para dar paso a la construcción de conocimientos y a la investigación. Tal y como hemos dicho anteriormente, la biblioteca ha de ser un espacio de construcción de aprendizajes. Por tanto, vemos que se forma una dupla entre la nueva enseñanza y la biblioteca como recurso escolar, pues ésta ayuda a reforzar los puntos fuertes de la educación por competencias. Así pues, vemos que la integración de las competencias en el sistema educativo propicia un cambio sustancial en la cultura educativa, es decir, en las formas de enseñar, aprender y evaluar. Este cambio requiere formación y, sobre todo, más recursos. Por tanto, considerando la biblioteca como un recurso y como un agente pedagógico, lo consideramos como un espacio vital para desarrollar y complementar la adquisición de algunas de las competencias.
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Y una vez hemos llegado a este punto nos preguntamos qué puede aportar la biblioteca escolar al desarrollo de las competencias. La biblioteca escolar es más que un recurso educativo. Más que un elemento que pueda complementar el proceso de enseñanza aprendizaje, consideramos que la biblioteca es un agente pedagógico. En relación con esto, consideramos importante recordar, tal y como ya hemos dicho antes en el desarrollo del nuevo modelo de biblioteca, que este espacio requiere el liderazgo de un equipo directivo implicado así como también la participación de los demás miembros del claustro y, junto la profesionalidad del responsable de la biblioteca, crear un equipo que pueda sacar el máximo partido a dicho espacio. Como hemos dicho ya anteriormente, las competencias implican una renovación metodológica en el sistema educativo. Según Durban (2010, p. 69), “el aprendizaje de las competencias básicas requiere implicar activamente al estudiante en procesos de búsqueda, experimentación, reflexión, aplicación y comunicación del conocimiento.” Así pues, la biblioteca nos puede aportar a nivel práctico muchas situaciones que puedan vincularse al proceso de aprendizaje. En definitiva, la biblioteca escolar la podemos relacionar de manera muy simple con tres de las competencias, las cuales no son otras que la lingüística (por la íntima relación entre la biblioteca y la lectura), con la competencia informacional (por todo aquello referente al tratamiento de la información y a las nuevas tecnologías) y, finalmente, con la competencia de aprender a aprender, por el carácter investigador que la biblioteca escolar posee de manera intrínseca. Así pues, las principales metas educativas se centran en adquirir un buen uso crítico de las TIC, tratar la información de forma adecuada y en diferentes soportes, en desarrollar una buena comprensión lectora a la misma vez que se fomenta el gusto por ello y a desarrollar un pensamiento crítico y una buena capacidad de reflexión así como también de aprender.
2.7.1. Biblioteca y competencia informacional Antes de abordar la relación existente entre la biblioteca escolar y la competencia informacional así como las aportaciones que la biblioteca escolar puede ofrecer a nuestros alumnos para que puedan adquirir una buena competencia informacional, trataremos de delimitar la situación actual que nuestra sociedad está viviendo para poder determinar cuáles son las necesidades sociales a las que la escuela ha de dar respuesta. Tal y como dice Cuevas (2007, p. 125), el concepto de alfabetización se ha considerado tradicionalmente como “la preparación básica que habilita a las personas para desenvolverse en su entorno cultural.” Durante la etapa en que los primeros homínidos habitaban el planeta tierra, no era necesario leer y escribir. Es obvio que se comunicaban de algún modo, pero la adquisición de estas dos capacidades no era importante, es más, no existía aún. Si bien, la necesidad vital de la época era conseguir alimentos para poder, simplemente, sobrevivir. Más adelante, leer y escribir se fue convirtiendo, poco a poco, en una necesidad, aunque solo para los nobles. Del mismo modo, estas dos destrezas han ido adquiriendo más y más importancia, hasta llegar al punto de quien no las contralaba, se quedaba rezagado en el avance de la sociedad.
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Así, actualmente ha surgido una nueva necesidad. Parece ser que en la sociedad actual ya no es suficiente con leer y escribir, sino que a estas dos destrezas, tenemos que añadir la necesidad de dominar las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), pues quien no tiene la habilidad para esto, va quedando poco a poco acorralado, debido a la gran presencia social que tienen, tal y como podremos comprobar a continuación. Así pues, nos encontramos ante dos nuevas necesidades, la necesidad de acceder a la información y la necesidad de saber cómo acceder a esa información. Tal y como dice Durban (2010, p. 55) “la cultura digital nos envuelve y nos preside.” Por este motivo, como característica principal de la sociedad, el sistema educativo se ve afectado. Así, siguiendo con esta autora, una vez ya hemos admitido que la cultura ha cambiado y evolucionado, lo siguiente es actuar frente al problema. Así pues, la manera más adecuada de dar respuesta a esta nueva necesidad es remodelando las prácticas educativas y orientándoles hacia los objetivos que nos proponemos actualmente. Así, el sistema educativo ha de dar respuesta a esta necesidad social. Pero ¿cómo darle respuesta a una necesidad de tal índole e importancia? En primer lugar, partimos de la evolución que se ha dado en las bibliotecas gracias a la cual, en palabras de Fuentes (2006, p. 30) “hoy en día resulta ya un tópico la afirmación de que la biblioteca escolar es para los alumnos la puerta de entrada a la sociedad del conocimiento y la información.”De esta manera, consideramos que desde estos espacios educativos se pueden lanzar y desarrollar metodologías y políticas educativas que faciliten a los alumnos la adquisición de dichos aspectos, es decir, la biblioteca escolar ha de actuar como un centro en que los alumnos puedan aprender a acceder a cualquier información que les sea necesaria. De esta manera, defendemos un modelo de biblioteca escolar que les proporcione a los alumnos acceso a diferentes elementos sociales. Un modelo de biblioteca escolar en el que no sólo hay libros y otros materiales curriculares, pues con estos elementos no basta para acceder a toda la información presente en nuestro entorno. Así pues, llegamos al punto en que se ve claramente la relación existente entre las TIC y la biblioteca escolar, la cual no es otra que la necesidad de integrarlas en la biblioteca para facilitar y fomentar el acceso a la sociedad de la información. Tal y como dice Durban (2010), los nuevos elementos digitales pueden facilitarnos en gran medida las labores de biblioteca pero, evidentemente, combinándose y no dejando de lado los elementos tradicionales que las han copado normalmente. En palabras de Fuentes (2007), no hay una biblioteca vieja y otra nueva. Hay una biblioteca híbrida actual que tiene que adaptarse a los nuevos tiempos. Por ello, necesitamos adaptar los espacios para poder instalar en las bibliotecas diferentes elementos tecnológicos, que como hemos dicho, facilitarán el acceso a la información así como su tratamiento. Así pues, ha surgido la necesidad de crear este nuevo recurso que fusione los aspectos más positivos de la biblioteca tradicional con los aspectos más positivos del nuevo modelo de biblioteca escolar. Consecuentemente, si así lo hacemos, conseguiremos el ya mencionado apoyo pedagógico, pues consideramos, según nuestro punto de vista, que en materia de educación lo más beneficioso para el desarrollo personal e intelectual de los alumnos, es la
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complementación de todos aquellos aspectos positivos que las diferentes herramientas didácticas que poseemos pueden aportar. Recapitulando toda la información mencionada anteriormente, nuestra sociedad es conocida como la sociedad de la información debido a la gran cantidad de ésta que encontramos en nuestro entorno. Así pues, defendemos el hecho de aprender a trabajar y tratar con esta información desde el recurso educativo de las bibliotecas escolares, haciéndose esencial la determinación de la información que necesitamos, dónde la podemos encontrar y qué medio es el más adecuado para acceder a ella, es decir, a ser autónomo y eficaz en sus búsquedas (del Valle et al, 2010). Por tanto, vemos que la biblioteca escolar queda enmarcada dentro de un ámbito en el que prima, por encima de todo, el aprendizaje activo, la reflexión y la investigación. Gracias a ello podremos acceder a la información que nos rodea y, consecuentemente, todos los aprendizajes que adquiramos a partir de los diferentes recursos existentes en la biblioteca serán significativos. De esta manera, la biblioteca escolar actúa, desde este marco, como un espacio que permite llegar al conocimiento y como un recurso que tiene como finalidad apoyar el desarrollo de los alumnos. Si bien, nos gustaría puntualizar que para que esto funcione, es necesario un cambio global de la cultura educativa. Así pues, nuestros argumentos se ven reforzados por las aportaciones anteriores. Además, estas nos permiten entrar de lleno en todo aquello relacionado con la sustancia educativa que el desarrollo y la implantación de una biblioteca escolar en base a este modelo puede aportar para la adquisición de una buena y completa alfabetización informacional. ¿Qué entendemos, pues, por alfabetización informacional? Según del Valle et al (2010, p. 38): La alfabetización incluye el conocimiento y la capacidad de usar de modo reflexivo e intencional el conjunto de conceptos, procedimientos y actitudes involucrados en el proceso de determinar necesidades, obtener, evaluar, usar y comunicar la información a través de medios convencionales y electrónicos De esta manera, desde la biblioteca escolar tenemos que dar respuestas a todas estas necesidades, por lo que continuaremos la reflexión hacia cómo conseguir que los alumnos adquieran una buena alfabetización informacional. En primer lugar, tal y como hemos dicho en el desarrollo del nuevo modelo de biblioteca escolar, es fundamental disponer de un equipamiento adecuado que lo permita y, por otro lado, encontramos que el cambio en la cultura educativa es, también, crucial. En relación con esto, nos gustaría hacer un pequeño paréntesis. Sin duda alguna, además de las evidentes posibilidades educativas que ofrecen, dotar una biblioteca escolar de ordenadores tiene también otra función muy importante, la cual no es otra que ofrecer la oportunidad a los alumnos más desfavorecidos de entrar en contacto con la tecnología, pues muy probablemente no tendrán en sus hogares equipos informáticos que les permitan aprender estos aspectos. En palabras de Durban (2010, p. 55) “para la biblioteca escolar disponer de máquinas y conexión a internet representa tan sólo una primera fase de transformación.” Así, con esto queremos aludir a lo importante que es un buen equipamiento pero, también, lo necesario y
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fundamental que es complementar este hecho con un giro en las prácticas y metodologías educativas. Así pues, no basta con dotar las bibliotecas de un equipamiento adecuado ni enseñar únicamente a utilizar los ordenadores y demás elementos. Lo que tenemos que hacer es, en palabras de Pacho (2007, p. 121), “aprovechar las ventajas que ofrece la tecnología y todas sus herramientas para mejorar la calidad de la educación y dotarlas de utilidad pedagógica.” De esta manera, vemos que la biblioteca escolar ha de ocupar un lugar prácticamente crucial en el desarrollo de esta competencia, gracias al cual los alumnos entraran en contacto con las TIC. Pero ¿cómo se han de tratar las TIC desde la biblioteca escolar? Teniendo en cuenta que desde este enfoque de la biblioteca escolar pretendemos desarrollar en los alumnos la reflexión así como también una buena cultura crítica, las TIC también tendrán que ir en consonancia con esto, centrando este proceso en la utilización y el conocimiento crítico de estos nuevos recurso (Fuentes, 2006). Y retomando unas aportaciones anteriores, tal y como hemos dicho, no se trata de intercambiar los soportes escritos (habitantes por excelencia de las bibliotecas tradicionales) por las TIC, sino que se trata de crear una biblioteca híbrida que integre estos dos conjuntos de elementos. Pero, ¿qué implica que la presencia de equipos informáticos en la cultura escrita? Pues tal y como dice Durban (2010), la cultura digital ha hecho que la cultura escrita (ahora posible tanto en formato impreso como en digital) evolucione y, desde el sistema escolar, se ha de dar, de manera obligatoria, la posibilidad a los alumnos de adquirir todos los contenidos relacionados con la escritura y la cultura digital. Se podría decir que la cultura digital viene con un elemento intrínseco muy importante, el cual no es otro que la imagen. La imagen es una de las características principales de esta cultura que poco a poco va ganando más y más terreno. Así pues, este es el aspecto que hace que la cultura digital se imponga, pues una imagen puede tener, incluso, más potencial comunicativo que un texto y, sin duda alguna, el esfuerzo empleado para recibir esa información, es muy inferior cuando se trata de la imagen. De lo que se trata es, tal y como dice Durban (2010), de aprovechar los elementos digitales para favorecer el desarrollo de la cultura escrita. De esta manera, los alumnos aprenderán a utilizar los registros y los modos adecuados en cada una de las situaciones que puedan encontrarse. Tenemos que animarles e instarles a utilizar la escritura y las nuevas tecnologías de manera conjunta. Si así lo hacemos, las potencialidades de cada una de ellas serán adquiridas sin problemas por los alumnos. Así pues, se trata de complementar el aprendizaje de la escritura con el aprendizaje de los medios digitales para conseguir los objetivos, que han de ir encaminados hacia la satisfacción de las necesidades comunicativas en las diferentes situaciones en que nos podemos encontrar. En resumen, tal y como dice Durban (2010), se trata de intentar encontrar una proporción en la práctica educativa. ¿Qué podemos concluir, pues, de todo esto? De esta reflexión podemos concluir que en la actualidad existen diversos soportes para la escritura. Se trata, pues, de proporcionar desde el sistema educativo la habilidad (entendida como competencia), de saber discriminar qué medio utilizar en cada momento para acceder a la información, ser capaces de tomar esta decisión de manera crítica y entender la cultura digital como un complemento ideal a la cultura escrita.
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Así, creemos que desde la biblioteca escolar como centro de recursos, se puede abordar esta labor de concienciación tecnológica así como también el aprendizaje de las habilidades necesarias para ser capaz de dominar los equipos informáticos en general y los procesadores de texto en particular. Así pues, vemos que la escuela tiene una función clave en este aspecto, pues de nada sirve saber utilizar las nuevas tecnologías si se pierde el soporte impreso. A modo de resumen, la sociedad actual incita a los alumnos a no desarrollarse personalmente, pues tal y como hemos dicho, las nuevas tecnologías copan su tiempo y con un mínimo esfuerzo, consiguen más información y, sobre todo, de manera más lúdica. No pretendemos que se erradique esto, sino transmitirles la necesidad de efectuar este proceso de manera correcta así como proporcionarles la idea de cuán necesario es tener la capacidad de decidir crítica y reflexivamente tanto la manera más adecuada de redactar un texto, como la manera más apta de buscar una información. Así pues, las bibliotecas escolares deberían tener la función, según nuestro punto de vista, de promocionar la cultura tanto a nivel de cultura escrita, como de cultura audiovisual y de acceso a la información. Se trata de crear, tal y como dice Durban (2010, p. 66), “entornos presenciales para docentes que enseñan y alumnos que aprenden.” Así, a partir del uso combinado de estos dos elementos, reflexionar para conseguir una mente crítica que les permita, tal y como hemos dicho, ser capaces tanto de obtener información como de escribir textos en ambos soportes.
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2.7.2. Biblioteca y competencia lectora Una vez hemos hablado de la aportación que la biblioteca puede hacer a la adquisición de la alfabetización informacional, trataremos de descubrir las claves referentes a la aportación que la biblioteca puede hacer hacia el desarrollo de la competencia lectora. Tal y como hemos dicho, una de las características principales de nuestra sociedad es la gran información que recibimos de manera fácil y sencilla y, además, sin realizar ningún tipo de esfuerzo. Inventos como la televisión o la radio han provocado que en esta sociedad se lea menos, cosa que es un hecho muy verídico. Así pues, reafirmando lo dicho anteriormente y tomando como referencia a Cuevas (2007), una de las características principales de las personas que formamos parte de la sociedad del conocimiento, debería ser tener la capacidad y la habilidad para acceder a la información y, en esta ocasión, consideramos la lectura como el medio idóneo. Es precisamente este aspecto el que desde las bibliotecas escolares ha de reforzarse. Desde estos nuevos espacios insertados en la realidad escolar, hay que luchar contra las influencias que la sociedad provoca en los alumnos y, así, subsanar los déficits que todas las generaciones actuales están sufriendo debido a que no han recibido una educación que haya dado suficiente importancia a la lectura. Por este motivo, la biblioteca escolar ha de reforzar estos aspectos para poder complementar la adquisición de esta pequeña parte de la competencia lingüística Así pues, consideramos la lectura como el medio de acceso a la información. Si bien, tradicionalmente el acto de leer se ha considerado como un acto sencillo, plano y unidireccional. Por el contrario, actualmente se considera como un acto más complejo que no solamente queda enmarcado en el mundo de los libros (Cuevas, 2007). Así, la lectura se ha convertido en una habilidad que requiere reflexión y una comprensión crítica por parte de quien lo realiza. Por ello, hay que proporcionar las habilidades necesarias a los alumnos para poder acceder a las diferentes informaciones que necesiten. Antes que nada nos gustaría hacer un pequeño inciso. En palabras de Camacho (2004) consideramos importante destacar que cuando desarrollamos programas de animación a la lectura (por supuesto, que no se centren únicamente en programas de literatura), no tenemos que caer en la trampa de darle todo el protagonismo a la animación lectora en sí, considerándola, de esta manera, como un fin, sino que tenemos que considerar este proceso, junto con todo el bloque de actividades programadas, como el medio para llegar al conocimiento y como el proceso que permite a los alumnos aprender nuevos contenidos. De esta manera, vemos dos aspectos muy importantes a tratar. Uno de ellos es la consideración de la lectura como el medio a para llegar a la información y construir el conocimiento. En palabras de Durban (2010, p. 80), “las prácticas lectoras no son fines en sí mismos, sino formas de lograr los objetivos sociales.” Leer es algo más que decodificar las palabras de un texto. Leer es reflexionar, leer es pensar, leer es comprender las palabras que desciframos de manera crítica y reflexiva (García, 2009). Por otra parte, el otro aspecto que consideramos muy importante es el disfrute y el placer por la lectura.
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Tal y como hemos comentado a lo largo del trabajo, consideramos crucial crear una biblioteca híbrida que combine elementos de la biblioteca tradicional con el nuevo modelo de biblioteca. Así pues, la biblioteca ha de ser un espacio para acceder a la información gracias a la reflexión de los alumnos y, la lectura, el medio para llegar al conocimiento. De esta manera, como docentes, con el impulso de la biblioteca escolar tenemos por delante una importante misión que cumplir: conseguir que los alumnos disfruten por la lectura y que la lectura les proporcione conocimiento. En relación con esto, en palabras de Cuevas (2007), tradicionalmente se ha separado la lectura para el disfrute de la lectura para la búsqueda de información. Si bien, esta concepción ha evolucionado, por lo que defendemos un tratamiento global e integrador de la lectura, pues el hecho de leer con el fin de informarse sobre un determinado aspecto no impide la experimentación de emociones y sentimientos de placer. Todo y eso, tal y como señala Durban (2010), ahora no podemos animar a los niños a leer de la misma manera que se hacía anteriormente, pues es obvio que las influencias de las nuevas tecnologías, tal y como hemos dicho anteriormente, están presentes en muchos rincones de nuestra sociedad, por lo que en este aspecto, contamos con un gran competidor con mucho más poder de atracción que la lectura. Además, tal y como dice Cuevas (2007), muchos de nuestros alumnos no reciben una educación de acuerdo con la gran variedad de tipologías de texto que podemos encontrar, por lo que no están del todo preparados para acceder a toda la información, aspecto que dificulta, aún más, que los alumnos disfruten con la lectura. Así pues, continuando con este discurso, como maestros, somos los encargados de proporcionar a los alumnos todas las experiencias posibles para que gracias a ellas, puedan adquirir ese hábito lector del que venimos hablando y, junto con él, adquirir también de manera progresiva el placer por la lectura. De esta manera, tal y como dice Fuentes (2006), abogamos por tratar todos los contenidos relacionados con la formación lectora en el currículum desde la biblioteca escolar, pues teniendo en cuenta los recursos de que dispone o, al menos, debería disponer, creemos que es el entorno más adecuado. Nos encontramos, de esta manera, ante un cambio metodológico, pues debemos dejar atrás la consideración tradicional de la lectura. Pero ¿cómo entendemos la lectura desde esta visión? Desde esta perspectiva, en palabras de Fuentes (2006), hemos de entender la lectura como un proceso comunicativo entre la lectura en sí, el entorno, la información que deseamos y el lector. Así, desde la biblioteca escolar, lo primordial es transmitirles la habilidad (entendida como la adquisición de la competencia lectora) de saber interaccionar con los diferentes tipos de texto que puedan encontrarse para de estar manera conseguir llegar al conocimiento. Tal y como dice Cuevas (2007), hay instaurada una tendencia que provoca que en las aulas, los alumnos sean considerados más como alumnos que como lectores y en la biblioteca escolar, más como lectores que como sujetos que aprenden. Por este motivo, pretendemos integrar en las bibliotecas escolares el aprendizaje, la lectura y la reflexión para llegar al conocimiento pues, basándonos en Durban (2010, p. 70), consideramos las bibliotecas escolares como espacios idóneos para “abrir la puerta al aprendizaje y a la adquisición de hábitos lectores.”
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¿Qué implica, entonces, la competencia lectora? Desde la perspectiva que estamos defendiendo, la adquisición de la competencia lectora implica ir más allá de leer el texto e incluso de disfrutar, también, de él. La adquisición de la competencia lectora implica la lectura crítica del texto, la recogida de información necesaria para la comprensión del texto (incluyendo su selección y organización), para finalmente, conseguir desarrollar una opinión fomentada y crítica sobre aquello que se ha leído. Siguiendo con Durban (2010), la adquisición de la competencia lectora implica entender la lectura de un modo funcional además del placer por la lectura. El porqué de esto es muy simple. Con la práctica de la lectura desde un punto de vista funcional, los alumnos podrán ver cómo el hecho de leer es práctico y útil para ellos. Consecuentemente, y de manera progresiva, irán convirtiéndose en lectores asiduos, pues verán que el acto de leer es válido para informarse, entre otras muchas utilidades, sobre todo aquello que les interesa. Finalmente, la culminación de este proceso hace referencia al hecho de la adquisición del placer por la lectura, pues conforme va aumentando las ganas por leer, el placer también va apareciendo de forma progresiva. Resumiendo, en palabras de Durban (2010), debemos promocionar la lectura de modo que esta nos proporcione la adquisición de distintas destrezas, pues solamente así, podremos afirmar que la competencia lectora se ha adquirido al completo. De esta manera, conseguiremos, gracias a los fines que lleva en sí intrínsecos la competencia lectora, que los niños adquieran una habilidad lectora compleja que les sirva tanto para reflexionar, como también para obtener datos, disfrutar y, sobre todo, como fuente de información. Así pues, tal y como dice Cuevas (2007), lo primordial es que los alumnos adquieran una buena competencia lectora. Así, una vez se haya adquirido, el hábito lector aparecerá de forma progresiva y, en consecuencia, también entrará en escena el placer y el disfrute por la lectura. Además, según nuestro punto de vista, y teniendo en cuenta las características que el modelo de biblioteca que planteamos debería tener, creemos que dicho espacio puede jugar un papel muy importante en la adquisición de esta competencia, la competencia lectora. Resumiendo, en palabras de Cuevas (2007), que a la vez se basa en Basanta y Hernández (2002), tenemos que ser capaces de incorporar y promocionar la lectura en la escuela y considerarla como el motor de aprendizaje. Así, guiaremos a nuestros alumnos hacia la sociedad de la información y hacia el conocimiento. De esta manera, consideramos necesario resaltar la necesidad de extraer siempre los diferentes contenidos que podemos encontrar en los textos y a través de la reflexión y la investigación, convertir estos contenidos en saberes adquiridos. A modo de resumen, tal y como dicen Marina y Valgoma (2005), se trata de ir aún, más allá, y fomentar en los alumnos una inteligencia lectora. Gracias a ella, los alumnos no solo desarrollaran una mente crítica y conseguirán el placer por la lectura, sino que en este caso, tendrán a su disposición un elemento intelectual que les permitirá acceder a informaciones diversas que les facilitarán el proceso de enseñanza-aprendizaje así como también, complementarán su desarrollo social y personal.
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2.7.3. Biblioteca y competencia en aprender a aprender Tal y como dice Fuentes (2006, p. 33), “los medios de comunicación están concebidos de tal modo que pensar parezca innecesario.” Por este motivo, como docentes, nos vemos obligados a revertir esta clamorosa situación que afecta a la sociedad y debido a que nuestros alumnos aun no han finalizado, ni mucho menos, el proceso de desarrollo personal, son un blanco fácil para las masas. Por ello, el interés y las ganas de aprender de los alumnos son cada vez menores, pues éstos no lo conciben como una necesidad vital para complementar su crecimiento personal e intelectual. En palabras de Durban (2007), parece que en la sociedad actual tiene más relevancia el impacto sensorial de la información que la puesta en marcha de procesos cognitivos para comprender la información. Así pues, consideramos la biblioteca como un espacio fundamental para fomentar, en primer lugar, la necesidad de aprender y, en segundo lugar, transmitir las actitudes investigadoras que como miembros de la sociedad del conocimiento y de la información debemos tener para adquirir nuevos conceptos. Si bien, queremos distinguir en primer lugar la diferencia entre este punto y los dos anteriores. Durante el primero de los dos puntos anteriores, hemos definido la necesidad de proporcionar a los alumnos una buena alfabetización informacional, así como también la necesidad de acceder a la información desde la biblioteca escolar. En el segundo de ellos, hemos promocionado la lectura como el medio ideal para llegar a la información. Así, en este punto, pretendemos ensalzar el ímpetu y el interés por aprender que desde la biblioteca escolar queremos fomentar en los alumnos. De esta manera, tal y como aparece en el Real Decreto 1513/2006 de 7 de diciembre (p. 10), la competencia de aprender a aprender “supone disponer de habilidades para iniciarse en el aprendizaje y ser capaz de continuar de manera cada vez más eficaz y autónoma de acuerdo a los propios objetivos y necesidades.” Así pues, vemos que la necesidad de aprender a aprender también es básica en nuestra sociedad. Tal y como dice Camacho (2004), que a su vez se basa en el Informe Delors (1996), la educación actual (debido a la influencia de la sociedad) ha de dar cabida a cuatro aprendizajes fundamentales (aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a cooperar y aprender a ser) que actuarán como base para poder efectuar aprendizajes posteriores: En primer lugar, tenemos que aprender a conocer. Pero ¿qué es aprender a conocer? Aprender a conocer es interesarse y mostrar curiosidad, es estimular el sentido crítico para poner en marcha todas las herramientas necesarias para conocer aquello que nos rodea. Aprender a conocer implica ser más profundo en nuestras investigaciones. Se trata de poner en funcionamiento las distintas herramientas que poseemos para poder observar y analizar la información que obtenemos y aprender de los resultados que estas nos ofrecen para, posteriormente, ser más competente en cuanto a la elección de la técnica de aprendizaje. Por otro lado, también hay que aprender a hacer. Con esto, queremos hacer alusión a la importancia que tiene en nuestra sociedad no quedarnos estancados en nuestro proceso de crecimiento personal. Tal y como hemos dicho en el desarrollo de las competencias, la
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educación ha de proporcionar la habilidad de poder desenvolverse en diferentes situaciones. Por este motivo, siempre hay que estar dispuesto a aprender. Así, esta habilidad nos permitirá aprender a poner en práctica las distintas herramientas de que disponemos para alcanzar el aprendizaje (mientras que aprender a conocer implica el conocimiento de las diferentes herramientas que tenemos a nuestro alcance). Es decir, aprender a hacer implica ser capaz de poner en marcha todos los conocimientos que poseemos para llevar a cabo el aprendizaje. Pero para aprender en esta sociedad, también es necesario aprender, antes que nada, a cooperar con los demás. Las demás personas son una fuente de conocimiento. Por ello, hay que aprovechar y realizar proyectos comunes. Tal y como venimos defendiendo, abogamos por un modelo de biblioteca integrado en la realidad global del centro escolar. De este modo, defendemos que en el sistema escolar, lo más productivo es apostar por proyectos en que todos los miembros del sistema sean considerados como un grupo que trabaja por el bien de cada uno de sus miembros. Por ello, consideramos que, desde este espacio, también se han de fomentar las actitudes cooperativas, pues gracias a éstas el aprendizaje será mayor y más significativo, pues los alumnos también aprenderán gracias a las aportaciones de los demás. Así pues, el último aprendizaje al que este autor hace referencia no es otro que la necesidad de aprender a ser. Desde el sistema educativo en general y, desde la biblioteca escolar en particular, tenemos que fomentar, también los aprendizajes en valores. Tal y como hemos dicho anteriormente, parece que el hecho de pensar tiene cada vez menos importancia en nuestra sociedad. ¿Cuál es la utilidad de un Proyecto de Biblioteca en que no se refuercen este tipo de contenidos? Tal y como hemos dicho, las competencias tratan de interrelacionar los 3 tipos de contenidos. Por ello, tenemos que aprovechar los beneficios que este enfoque educativo nos aporta y extraer todos los aprendizajes posibles de cualquier situación educativa que planifiquemos y, de esta manera, conseguir que los contenidos actitudinales tengan la misma relevancia que los otros. Tal y como dicen Zabala y Arnau (2007, p. 2): La competencia ha de identificar aquello que necesita cualquier persona para dar respuesta a los problemas a los que se enfrentará a lo largo de su vida. Por lo tanto competencia consistirá en la intervención eficaz en los diferentes ámbitos de la vida mediante acciones en las que se movilizan, al mismo tiempo y de manera interrelacionada, componentes actitudinales, procedimentales y conceptuales. Así pues, vemos la necesidad de basar la competencia de aprender a aprender en estos cuatro aprendizajes fundamentales, pues difícilmente, sin fomentar primero estos “aprendizajes base”, por nombrarlos de algún modo, podremos conseguir que los alumnos se desarrollen de manera íntegra, pues estos aprendizajes actuarán como los cimientos de todas las situaciones de aprendizajes en que se vean involucrados en un futuro. De este modo, se trata de preparar a nuestros alumnos para que sean capaces de detectar cuáles son sus posibilidades en función del momento que tengan que actuar en función de los recursos que dispongan para llegar al aprendizaje por el camino más adecuado.
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De esta manera, podemos decir que esta competencia tiene dos dimensiones distintas. La primera de ellas refiere a las capacidades individuales tanto a nivel mental como físico de que disponemos para aprender así como también a los diferentes recursos que tenemos a nuestro alcance. Por otro lado, encontramos todo lo relacionado con el ansia y las ganas de aprender, es decir, la iniciativa que tenemos para activar nuestra mente y despertar esa curiosidad por aprender, obviamente a partir de la puesta en marcha de todos los recursos que tenemos a nuestra disposición. Así pues, para llegar al conocimiento, tenemos la necesidad de ser curiosos así como de identificar nuestras necesidades. Asimismo, también es necesario saber manejar las diferentes respuestas que podemos encontrarnos. Así pues, estos son los aspectos que desde la biblioteca escolar pretendemos ensalzar y desarrollar. Por otro lado, siguiendo con el Real Decreto mencionado anteriormente, esta competencia implica adquirir conciencia de todas nuestras capacidades que entran en juego en el proceso de aprendizaje, tales como la concentración, la comprensión, la motivación, etc. Por ello, se trata de adquirir, considerándolo como una habilidad, el máximo rendimiento de todas nuestras capacidades personales, la capacidad de superarse a sí mismo y no tener nunca miedo a afrontar nueva situaciones de aprendizajes. En palabras de Durban (2007), estas habilidades reciben el nombre de habilidades cognitivas y pueden definirse como los elementos que constituyen el pensamiento crítico. Así, la finalidad de poner en marcha estos elementos no es otra que permitir al alumno que aprenda. De esta manera, puesto que defendemos que desde las bibliotecas escolares se aprenda a aprender, se ponga énfasis, también, en el desarrollo de estas habilidades. Así, estas habilidades son consideradas como un grupo de operaciones mentales que son las que permiten tratar de primera mano la información que poseemos y que posteriormente se convertirá en conocimiento (Durban, 2010). A modo de resumen, más que tener la habilidad para adquirir información y transformarla en conocimiento (además de ser capaz de integrar estos conocimientos a aquellos que ya poseemos), se trata de saber elegir el camino más eficaz para tratar la información. Aprender a aprender implica gestionar las capacidades propias y, a partir de la reflexión sobre los conocimientos que ya poseemos, elegir la estrategia más adecuada para aprender, es decir, saber qué recursos utilizar y cómo en función de las necesidades. Así, nuestro argumento se ve reforzado en palabras de del Valle et al (2010), quienes defienden que una de las funciones más importantes de la biblioteca escolar como recurso educativo no es otra que la de enseñar a los alumnos a ser autónomos frente a sus búsquedas así como también impulsar y fomentar las ganas por aprender, es decir, enseñarles a aprender a partir del desarrollo de la mente y del pensamiento crítico. Por ello, consideramos fundamental que desde la biblioteca escolar se actúe para subsanar las deficiencias que nuestros alumnos puedan tener en relación a su capacidad reflexiva, a causa del gran influjo que los medios de comunicación y los valores de la sociedad actual provocan en ellos. Si bien, es obvio que esto no va a darse de manera automática con la mera implantación de la biblioteca escolar, sino que requiere esfuerzos tanto por parte del sistema educativo en general (debido al cambio de la cultura educativa al que hemos hecho
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referencia), como por parte de los docentes, que al fin y al cabo serán los encargados de hacer realidad todos estos nuevos planteamientos. Resumiendo, en palabras de Jordi (1994), la biblioteca como centro de recursos requiere la iniciativa y las ganas de aprender del alumnado, pues tal y como hemos dicho anteriormente, la razón de ser de la biblioteca escolar son todas y cada una de las necesidades de los alumnos. Además, sin ganas de aprender de los alumnos, una biblioteca escolar nunca podrá funcionar. Por ello, desde las aulas y desde la biblioteca hemos de animar a los alumnos y fomentar entre ellos la necesidad de aprender de manera autónoma. Así pues, tenemos que fomentar en los alumnos la curiosidad y el placer por aprender, ya que de esta manera aprenderán a aprender.
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3. Instrumentos y procedimientos metodológicos La metodología utilizada para realizar este trabajo combina el estudio de casos con la búsqueda bibliográfica. En esta ocasión, el estudio de casos hace referencia al estudio e investigación sobre este nuevo modelo de biblioteca escolar innovador que, como ya hemos dicho, está motivada por la observación de un proyecto basado en un Plan Lector debido a la aplicación educativa de éste. De un estudio de casos se espera, según Stake (2007, p. 12), que dé respuesta a la complejidad de un caso particular. Por ello, “estudiamos un caso cuando tiene interés muy especial en sí mismo.” De esta manera, puesto que hemos visto la gran cantidad de aplicaciones y beneficios educativos que la biblioteca escolar tiene, podemos asegurar que este estudio de casos tiene un interés bastante especial, sobre todo desde el punto de vista docente, pues su objetivo no es otro que el de mejorar la realidad y la práctica educativa gracias al uso de la biblioteca escolar. Así, según Martínez (2006), un estudio de casos es una investigación cualitativa que se basa en cimentar una teoría a partir de información extraída de material teórico que, a su vez, actúa como el punto de partida del investigador. De esta manera, este material teórico que utilizamos para fundamentar nuestra investigación, se conoce como la búsqueda bibliográfica, que tal y como hemos dicho, se combina, en esta ocasión, con el estudio de casos. Según nuestro punto de vista, partir de la bibliografía existente para desarrollar el caso planificado es de vital importancia. Así, en palabras de Umberto Eco (1982) (citado en Roigé, Estrada y Beltrán, 1999), un buen investigador es aquel que entra en una biblioteca sin saber nada sobre cualquier tema y sale de ella sabiendo, al menos, alguna cosa. Así pues, consideramos esencial consultar la mayor cantidad de material bibliográfico posible, pues este acto nos proporcionará conocimiento sobre aquello que ya se ha dicho sobre el tema elegido y, a su vez, nos facilitará el acceso al marco teórico, necesario para extraer las conclusiones, las cuales mostramos en el siguiente punto. De esta manera, entendemos la búsqueda bibliográfica, basándonos en Gálvez (2002), como un proceso estructurado que tiene como principal meta la obtención y recuperación de información que sea relevante para los usuarios que deseen resolver cualquier tipo de problemas. Obviamente, estos problemas están derivados de dudas o interrogantes que provocan en la persona y que, esta siempre intenta resolver. A lo largo del trabajo hemos defendido la necesidad de acceder a la información mediante los diferentes recursos que tenemos a nuestro alcance. De esta manera, el acceso a la información que ha facilitado la obtención de datos, se ha realizado mediante artículos publicados en revistas científicas (obtenidos a través de internet), libros especializados en el tema tratado y, finalmente, algunas de las leyes en vigor en las que se basa la práctica educativa.
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4. Conclusiones Tal y como hemos dicho en la justificación de este mismo trabajo, el hecho que hizo proponerme la realización de este trabajo fue la utilización que el centro Federico García Lorca le daba a la biblioteca escolar, que se organizaba alrededor de un Plan Lector a nivel general de centro, que tal y como hemos observado, no es un Plan de Biblioteca, pues éstos van más allá de planificar prácticas lectoras. De la misma manera, también se explica que la motivación para realizar este trabajo no era otra que la curiosidad por conocer si podía mejorarse el uso de este recurso para, de esta manera, mejorar el aprendizaje de los alumnos. Así pues, gracias a la investigación realizada, podemos concluir que el uso que se puede dar a este espacio sí podría ir mucho más allá. Así pues, ¿qué podemos concluir de todo esto? El primer aspecto a destacar es la necesidad que tiene el sistema educativo de dar un paso al frente y ofrecer una respuesta adecuada a todas y cada una de las nuevas necesidades educativas derivadas de los nuevos valores sociales y culturales. En palabras de Cuevas (2007, p. 121), todos estos nuevos cambios sociales provocan que la escuela tenga que dirigirse hacia un modelo de escuela más “abierto, flexible e interdisciplinar en el que hay que replantear el modelo educativo, la metodología y las herramientas de trabajo y de comunicación.” Por ello, la educación requiere nuevos recursos para complementar el proceso de enseñanzaaprendizaje de los alumnos. Basándonos en esta misma autora, el concepto tradicional de recurso educativo también se ha revertido y actualmente los recursos se conciben como entes dinámicos. Así pues, consideramos la biblioteca escolar como el recurso idóneo debido a la gran cantidad de beneficios y posibilidades didácticas que tiene. Si bien, también consideramos importante aclarar que la puesta en marcha de una biblioteca escolar no causa efectos positivos de por sí. Además de la ya comentada necesidad de basar el Proyecto de Biblioteca en el Proyecto Educativo de Centro, no tiene sentido que un colegio que no se promulguen metodologías activas y de investigación instaure una biblioteca según el modelo que defendemos, pues es evidente que los alumnos no requerirían su uso y todo el esfuerzo (tanto económico como personal) no daría sus frutos. Así pues, se trata de transformar las bibliotecas tanto para beneficiar el cambio educativo como para favorecer a éste gracias a la implantación de estos nuevos espacios que fomentan la investigación, la reflexión y el aprendizaje activo (Camacho, 2004). De esta manera, abogamos por transformar el concepto tradicional de biblioteca escolar y convertirla en un espacio escolar que vaya más allá de ser un simple depósito de libros destinado en la mayoría de ocasiones a la lectura recreativa. Es decir, pretendemos convertir estos espacios en centros de recursos abiertos a la sociedad y para la sociedad. Tal y como dice Durban (2010), se trata de dejar atrás la visión de la biblioteca escolar como elemento físico para considerarlo como un elemento educativo. Se trata de dejar atrás las antiguas concepciones de las bibliotecas escolares en que principalmente encontrábamos enciclopedias y literatura, para embarcarse en la aventura de estos nuevos espacios
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educativos. De esta manera, consideramos que la biblioteca escolar ha de actuar como un elemento de apoyo a la adquisición de todas las competencias en general y a la adquisición de las competencias desarrolladas anteriormente en particular. Asimismo, vemos la necesidad de cimentar este nuevo modelo de biblioteca escolar basado en las tres dimensiones comentadas anteriormente (estructural, operativa y organizativa), pues solo de esta manera podremos crear un proyecto basado en un modelo global en el que todos los miembros del ámbito educativo se sentirán identificados y en el que el bibliotecario escolar será el encargado de coordinar todos los componentes. Así, gracias al trabajo conjunto y al desarrollo del un buen Plan de Biblioteca, tendremos en nuestras manos una nueva herramienta educativa y pedagógica. De esta manera, gracias a ello, conseguiremos que nuestros alumnos mejoren la alfabetización informacional gracias al desarrollo de la competencia lectora así como también al fomento de la reflexión y la curiosidad e ímpetu por aprender. Así pues, los alumnos adquirirán una capacidad crítica además de la competencia necesaria para tratar y acceder a cualquier información que les sea necesaria. Por ello, para poder llegar a todas estas metas, consideramos fundamental instaurar este recurso desde una buena base y crear este nuevo espacio de aprendizaje pensando siempre en su plena integración en el sistema educativo. Así, conseguiremos construir un nuevo agente pedagógico que aportará a los alumnos nuevos aprendizajes y a los docentes nuevos recursos. Por otro lado, puesto que este nuevo modelo se considera como un proyecto global, en el estudio Las Bibliotecas Escolares en España: Análisis y Recomendaciones (2005, p. 126), realizado por la Fundación Germán Sánchez Ruipérez se afirma que: Sólo la acción conjunta y coordinada de las administraciones educativas (centrales y autonómicas), inspección educativa, equipos pedagógicos (directivos, profesores, responsables de biblioteca), asociaciones especializadas, fundaciones, organismos de investigación y formación en el ámbito universitario... contribuirá a dotar a las bibliotecas escolares de los instrumentos necesarios para constituirse en verdaderos centros de información, aprendizaje, cultura y formación. Si bien, nos gustaría hacer, para terminar, una pequeña puntualización a esta aportación anterior. Es obvio que los aspectos comentados anteriormente influyen mucho en las bibliotecas escolares según el nuevo modelo desarrollado. Es evidente que un proyecto de este calibre respaldado por todos los elementos que influyen en el desarrollo del sistema educativo, tendrá mucho más éxito, pues en estas situaciones es difícil no conseguirlo. Si bien, hay un aspecto que, según nuestro punto de vista, consideramos más importante aún. Este elemento lo consideramos insuperable y no es otro que la confianza que, como maestros, tengamos en la instauración de dicho proyecto. Las bibliotecas escolares han dependido en muchas ocasiones de docentes involucrados y con iniciativa. Así, consideramos que este es el condicionante principal para que la puesta en marcha de estos proyectos funcione pues, tal y como hemos dicho varias veces, como docentes somos los principales y últimos responsables
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de los éxitos y de los fracasos. De esta manera, sin ilusión ni ambición, esta nueva utopía de la educación, se quedará siempre en utopía y jamás se podrá llevar a la realidad. Puede que muchas de las bibliotecas escolares de nuestro territorio no cuenten con unos excelentes materiales, puede que muchas de las bibliotecas escolares no tengan un espacio suficiente para desarrollar un proyecto globalizado y, además, que muchas de las autoridades, tanto autonómicas como estatales, no hagan todo lo posible para que esto funcione. Por ello, tenemos que confiar en nuestras posibilidades y crear una conciencia de grupo entre los docentes que tenemos ilusión en poder transmitir a los alumnos una enseñanza digna y adaptada a nuestros tiempos. Así pues, por muchos recursos que falten y por muchos inconvenientes que puedan aparecer, queremos animar a que se pongan en marcha proyectos educativos innovadores que aporten mejoras al sistema educativo y, sobre todo, que proporcionen a los alumnos una educación de calidad, pues nuestro ímpetu ha de ser más fuerte que nada y, junto con el esfuerzo, llegará el éxito.
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