Ética

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Culiacán, Sin., abril de 2016 ¡Hola compañero! Ahora que inicio mis estudios de post grado, el maestro sugirió redactar una carta sobre la ética de un tipo de origen español al que desconozco: Gonzalo Guerrero. Al parecer, es motivo de polémica, puesto que no “reaccionó” o, “actuó” de acuerdo a las normas de conducta establecidas en su época (Siglo XVI). Resulta, que en el año de 1511 él viajaba como marino a bordo de una carabela en las aguas que hoy llamamos Mar Caribe. La embarcación naufragó cerca de Jamaica y sólo veinte integrantes de la tripulación original sobrevivieron. Llegaron a la actual Península de Yucatán, donde, lejos de encontrarse “a salvo”, toparon con aborígenes practicantes de canibalismo. Por azares del destino, Gonzalo Guerrero logró fugarse y llegar a otra aldea maya, donde fue adoptado por el cacique de la tribu e incluso, contrae matrimonio con la hija de dicho personaje. Adquiere además, un rango importante en las artes militares. Esto, ayudó a su nueva tribu a combatir contra los invasores extranjeros. Al transcurrir del tiempo, Gonzalo Guerrero se integró a las costumbres de la comunidad en la que ya formaba parte: horadó sus orejas, se tatuó el cuerpo de acuerdo a los rituales de iniciación para los guerreros, incluso dejó crecer su cabellera. En este lapso, procreó tres hijos y, al parecer, se adecuó bastante bien a su nueva vida. Así, arribaron a estas tierras más colonizadores españoles que, enterados de la existencia de Gonzalo, solicitaban se les uniera para compartir sus conocimientos sobre los mayas y poder usarlos en su contra. Pero, para su sorpresa, la respuesta de Gonzalo Guerrero siempre fue la misma; rechazaba firme pero humildemente sus propuestas.


Supongo, era desconcertante para ellos, el hecho de que una persona “civilizada” declinara la oportunidad de regresar a su lugar de origen, a retomar sus antiguas costumbres. Pero, realmente, ¿era preferible regresar a España y dejar atrás el nuevo status social del que gozaba en su actual comunidad? Sólo porque era lo “habitual” para su época, no significa que era su mejor opción. Porque, ¿quién podría renunciar al puesto de capitán en tiempos de guerra y, más aún, de cacique en una tribu para retomar un puesto de marinero? Desde mi punto de vista, es la decisión más inteligente que pudo tomar! Además, era muy cuestionable para esos tiempos el hecho de anteponer su nueva familia a las raíces de su estirpe en otras tierras, cuando lo esperado era la lealtad hacia los monarcas en el trono. No obstante, Gonzalo Guerrero eligió el amor de su esposa e hijos sobre las “comodidades” de vivir en un lugar civilizado; prefirió iniciar una nueva historia lejos de su zona de confort, como lo era España. Él, se arriesgó a modificar su vida por completo; desde costumbres, tradiciones, tal vez religión; lenguaje, cambios físicos (tatuajes, perforaciones, abstenerse de cortar el cabello); hábitos alimentarios, etcétera. Tenía toda la razón al no regresar a su lugar de origen, donde se enfrentaría a ser señalado como traidor, desertor… En lo personal, coincido con él en considerar a la familia como eje fundamental en mi vida. Ya que es en el seno familiar donde obtenemos los valores morales, los primeros aprendizajes, los vínculos más fuertes; en fin, lo que nos forma como individuos responsables y respetuosos de la sociedad en la que vivimos. Espero conocer la opinión que hayas creado al respecto de esta historia. ¡Estaremos en contacto! …abrazos!! Karina Castro


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