Carta (gonzalo guerrero)

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Culiacán, Sinaloa, 18 de abril de 2016.

Querida Cecilia: Quiero platicarte una crónica de un personaje muy interesante llamado Gonzalo Guerrero, originario del Puerto de Palos, que atraviesa por diversas experiencias que más adelante te contaré, en el afán de la Conquista de América por los españoles. Este personaje era de descendencia europea y todo empezó en el año de 1511, quien en conjunto con un funcionario de apellido Valdivia, salieron de Dairén a Santo Domingo, para informar al Almirante y al gobernador que en dicho lugar, las cosas no se encontraban bien, cruzando por el mar el cual en tal año todavía no se llamaba Caribe. Viajaron en una carabela, la cual era un tanto débil, porque no resistía las tormentas, era apta para llevar información, sin embargo era ligera y rápida, la cual al cruzar cerca de Jamaica, tropezar con unos bajíos que en la época llamaban Víboras, solamente veinte hombres lograron salvarse, entre ellos Valdivia, Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, mencionando que la mitad de los náufragos murieron de hambre, logrando así el resto llegar a una provincia llamada de la Maya, en Yucatán, donde lo primero que deseaban era comer, no contando con que serían raptados por las tribus que ahí vivían, quienes tenían hábitos y costumbres completamente diferentes, lo más probable que por el canibalismo que éstos practicaban, los náufragos podrían ser sacrificados para ofrecérselos a los dioses, de igual forma estaban divididos en quince señoríos, los cuales tenían un cacique al frente, mismos que sacrificaron a varios de ellos y el resto fueron guardados para posteriormente hacer lo mismo con ellos, sin embargo; no se esperaron a ello, varios se escaparon del lugar, quedándose en éste Jerónimo de Aguilar y Gonzalo Guerrero, quienes fueron adoptados por caciques más hospitalarios y de costumbres menos canibalescas, aclarando que Aguilar, como estudió para sacerdote, se quedó como esclavo de la tribu, mientras que Gonzalo Guerrero, le fue de manera más favorable, fue acogido por un cacique conocido como Nachancán, pero no se integró al grupo como simple esclavo, sino que se casó con la hija de dicho cacique, por lo que adquiere un rango importante en la tribu, sobre todo en el terreno militar, ya que le favoreció los conocimientos que adoptó cuando intervino en los enfrentamientos civiles de Dairén. Se sometió a todos los rituales de iniciación de los varones mayas, antes de casarse con la hija del cacique, comenzando con una ceremonia de sentido parecido a la del bautismo, se dejó largo cabello al modo maya, tatuó su cuerpo según la dolorosa exigencia con la que los guerreros yucatecas mostraban fiereza viril y agujereó profundamente sus orejas para poder llevar zarcillos como el resto de sus nuevos convecinos. Tanto Nachancán como Guerrero se unieron por intereses comunes, el ejército rudimentario y decadente de la tribu, se vio favorecido por un hombre del renacimiento europeo, quien les enseñó a fabricar fuertes y bastiones, lo cual se vio reflejado en los


enfrentamientos con otros grupos en donde la mayoría de éstos se veían débiles al lado de la tribu de Nachancán; sin embargo, posteriormente Guerrero tuvo que enfrentarse a sus propios compadres, los invasores que llegaban de los mares. Dos de las guerras que enfrentó fueron contra Don Francisco Hernández de Córdoba quien partió Cuba hacia Yucatán, llegando a Isla Mujeres, donde encontró algunas cosas de oro y se las llevó, para más tarde llegar a Campeche, donde al ser atacado por la tribu tuvo varias bajas, él fue herido y se regresó a Cuba, donde murió, proclamando previamente que en tal lugar había oro. Posteriormente, se enfrentó con Francisco de Montejo, quien tuvo un fin parecido al antes descrito, presumiendo que ambas derrotas se debieron a la destreza que Gonzalo desplegaba a la cabeza de las tropas yucatecas. Pasaron varios años y en el año de 1519, Hernán Cortéz parte junto con el gobernador Diego Velázquez también rumbo a la conquista de América, donde su primera estación fue Cozumél, saqueando un poblado pero al hacerse amigos de la señora y los hijos del cacique del lugar, le regresaron todo lo que habían tomado; luego al ver las barbas de los invasores, los nativos asombrados comentaban ¡castillán, castillán!, lo que hizo creer a Cortéz, que habían españoles viviendo en Yucatán, por lo que procedió a enviarles una carta para invitarlos a que se unieran a sus filas pero con un tono dominante como si fuese una orden, al ver que no llegaban los dio por muertos, elevó anclas y partieron, pero al accidentarse una nave, lo hizo que volviera al puerto, lo que le permitió a Aguilar alcanzarlos, explicándoles la travesía por la que habían pasado y todo lo sucedido. Según Fray Diego de Landa, trascribe que Jerónimo Aguilar, contó que no tuvo tiempo de avisarle a Guerrero, sin embargo Bernal Díaz y otros cronistas, atestiguan que Aguilar se encontró con Guerrero e intentó convencerlo para que volvieran al redil con sus compatriotas, sin embargo éste se negó con varios argumentos, cuenta la historia que expresó: “Hermano Aguilar: yo soy casado y tengo tres hijos y me tienen aquí como cacique y capitán cuando hay guerras, idos con Dios, que yo tengo labrada la cara y honradadas las orejas. ¡Qué dirán de mí desde que me vean esos españoles, ir de esta manera! Y ya veis estos mis hijitos cuan bonicos son. Por vida vuestra que me deis de esas cuentas verdes que traéis y diré a mis hermanos que me las envían de mi tierra”. Cuenta la historia que Aguilar, asombrado insistió hasta con argumentos religiosos de convencer a Guerrero, incluso le dijo que si su problema eran su mujer y sus hijos, se los podía llevar, sin embargo, no logró convencerlo. En Tabasco, los nativos le hicieron el mejor de sus regalos a Cortés: una india de noble cuna, llamada Malinche, posteriormente se convirtió en doña Marina, quien traducía del azteca al yucateco y Aguilar de éste al castellano, lo que ayudó a Hernán Cortés se le facilitara la comunicación. Posteriormente, en el año de 1527, Francisco de Montejo, desembarca también a la península de Yucatán, con varios hombres, quien le envía una invitación a Guerrero para que se una con ellos, prometiéndole el más deferente de los tratos y la exculpación de


toda posible represalia por sus acciones anteriores; sin solo obtuvo una negativa, una respuesta donde le decía que él era esclavo, que no tenía libertad, aunque era casado y tenía hijos, se acordaba de Dios, dijo que los españoles en él tenían a un amigo. Sin embargo, cuentan las crónicas de Oviedo, que Guerrero planeó debilitar y desconcertar a los españoles, hizo creer a Montejo que su lugarteniente había sido derrotado con sus tropas, lo mismo hizo con Alonso Dávila, por lo que ambos siguieron cada quien por su lado, no obstante Dávila, se dio cuenta del engaño, por lo que siguió avanzando al llegar a Chetumal, encontró la ciudad abandonada y sin provisiones, por lo que se retiró. Montejo decidió continuar por Veracruz y Campeche, hasta llegar a Yucatán. Como los mayas de Higueras, en el año de 1536, estaban siendo atacados por los españoles en la bahía de Honduras, Guerrero decidió apoyarlos, lo cual fue su última batalla, fue muerto durante el combate, dejando a sus hijos y nietos unidos y enfrentados a los hijos y nietos de sus matadores, heredando lo que hoy llamamos Hispanoamérica. Dicho personaje Cecilia es criticado por varios cronistas, sin embargo, considero que hasta cierto punto fue una víctima de las circunstancias, de las condiciones en las que en ese momento se veía envuelto, uniéndose así a una tribu que sabría que si no lo hacía probablemente le hicieran daño; así que una vez que se vio favorecido por dicha tribu y al mismo tiempo, el favoreció con sus conocimientos el que no fueran atacados, dándose una unión por intereses propios, decidió quedarse por motivos ya no públicos, sino personales el amor a sus hijos, esposa, el estatus alcanzado y el sentido de supervivencia, que lo llevaron a mentir y a ponerse en contra de quienes formaban parte de su lugar de origen, justificaciones que tendría cualquier ser humano bajo circunstancias similares. Espero hayas disfrutado de esta historia y en espera de tu apreciable opinión, te envío un fuerte abrazo.

Perla González.


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