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Paul Johnson, el provocador

Pablo Pérez Catedrático de Historia Contemporánea

Todos mis encuentros con el recientemente fallecido Paul Johnson han sido literarios: le he leído. Menos de lo que me gustaría, porque siempre falta tiempo y escribió mucho. La primera de sus obras que llegó a mis manos fue su Tiempos modernos. Todavía recuerdo el comienzo, en 1917, con la expedición para verificar las tesis de la teoría de la relatividad de Einstein, en plena Primera Guerra Mundial. Aquel comienzo me atrajo como lo siguieron haciendo el resto de las más de ochocientas páginas del libro. Había sorpresas en todos los capítulos y a veces en cada página. Aquello era muy diferente de la Historia que me habían enseñado en la facultad.

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Algunos prestigios míticos eran puestos en duda sin compasión: el buen criterio del Gobierno británico en sus colonias (y esto por un británico), las costumbres personales de Gandhi, el ascendiente de J. F. Kennedy, la sensatez de muchos pensadores evocados por otros como oráculos… Se permitía escribir con aprecio de los creyentes, tantas veces presentados como reliquias de otro tiempo por los popes del progresismo. Y había más: detestaba a Franco, pero no consideraba a los republicanos los héroes únicos de la guerra civil española y, para colmo, no era marxista. ¿De dónde había salido este hombre? No lo sabía muy bien, pero había que reconocer que nos hacía pensar. Era una auténtica provocación para las ideas comúnmente admitidas en las facultades españolas de los años 80.

Poco después supe que Tiempos Modernos se había convertido en libro de lectura obligatoria en muchas facultades de ciencia política anglosajonas. Leí su Intelectuales y discutí casi sin parar con un buen amigo y colega que consideraba inaceptables esas biografías de pensadores y escritores que reparaban en la vida privada del personaje comparándolo con sus ideas. Hubo ardor en aquellas discusiones, que nos hicieron pensar y leer todavía más.

Hoy con la onU

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