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Jorge Drexler regresa con Tinta y Tiempo
el Ganador del osc ar volverá al país luego de 9 años de su última presentación.
Alfredo G A rcí A
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Hay pocos artistas que son capaces de pintar sueños, y García es uno de ellos. Su labor debe ser intuida como la transición del paisaje de occidente a otra dimensión. Algunos críticos lo consideran un metafísico, otros un surrealista y hay hasta quienes le observan desde el ojo minimalista. Quizás en la evolución hacia su propia y sutil expresión encontró elementos en las tres corrientes que aprovechó para aterrizar en su propio estilo.
El conglomerado creativo a su alrededor posee nombres como los de Rolando Pisquiy, Hugo González, Rolando Aguilar, Eduardo Sac o Rolando Sánchez; todos con sus propios lenguajes expresivos y, cada uno, con valores que les ha hecho relucir dentro de la pintura y escultura regional apartándolos temáticamente de los motivos tradicionales.
Alfredo García estudió en la escuela de Artes de Quetzaltenango entre 1968 y 1969. Además de pertenecer al grupo Itzul liderado por Elmar Rojas, se suman sus viajes de observación por Europa, Estados Unidos, Latinoamérica y México. También sobresalió en las V, VI y VII bienales de Arte Paiz.
La Gran Sala Efraín Recinos, del Centro Cultural Nacional Miguel Ángel Asturias, será el escenario para el concierto de Jorge Drexler, quien visitará el país en la segunda fase de su actual gira, que lleva el nombre de su último álbum de estudio.
Luego de cinco años sin producciones discográficas, Drexler volvió a demostrar su talento y creatividad infatigable en Tinta y Tiempo, el cual es un trabajo gene- roso que demuestra la habilidad por parte del uruguayo, quien también ha compartido y colaborado con artistas de renombre en el ámbito global como Rubén Blades, Joaquín Sabina, Mon Laferte, entre otros.
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El show musical del compositor uruguayo se efectuará el 31 de octubre, a partir de las 20:00. Los boletos para esta única función se pueden adquirir a través de www.ticket.live. Los precios de las localidades son: Balcón 2, Q450; Balcón 1, Q625, y Platea, Q750. El cantautor obtuvo el premio
Oscar en 2005, en la categoría de Mejor canción, con el tema Al otro lado del río, de la película Diarios de una motocicleta. Ha ganado 13 Latín Grammys, un Goya y una Biznaga de Plata. El artista detalló que “se ha realizado un upgrade para otorgar espectáculo renovado. Hay un cambio en la mitad del repertorio, se ampliará la maravillosa banda, manteniendo el espíritu de la primera fase en la escena y sonido, para poder llevar esa intimidad a lugares más expansivos. Los ensayos inciaiaron y el fin es que las presentaciones sean diferentes”.
Hay pocos artistas que pueden pintar sueños.
Entre otros logros alcanzó el premio único en los certámenes Arturo Martínez en 1978, 1980 y 1983. Como docente impartió pintura en la Escuela Regional de Arte Humberto Garavito. Podría ser que su mejor alumno sea Francisco García, su hijo, quien vive ahora en Inglaterra.
La pintura de Alfredo García transporta, evoca, hipnotiza. Sus visiones, que erradican la presencia humana, trasmiten paz, serenidad, añoranzas, felicidad. No hay nada forzado en ellas. Creería que están construidas desde la honestidad de un personaje que sueña y que ama su entorno. Por eso son tan potentes.
Su síntesis erradica la mayoría de los detalles del conjunto. Deja, en su lugar, los elementos que le interesa destacar insuflando una dosis de atractivo misterio. Sus fondeados, montañas, cercas, bosques, solo son una mera referencia de horizonte. En sus cuadros, escribí hace algunos años, se puede escuchar la paz del silencio. Todo puede ser una metáfora y todo puede conducir a lo onírico.
Su manera de degradar el pigmento, sobreponerlo a otros tonos (todos delicados) proporcionan una impronta particular al ejercicio pictórico de su generación. El abrazo de los colores redunda en luz. En su obra no hay sombras y, si las hay, son tratadas con su paleta antónima. Allí hay otro encanto.
La producción de este creador posee un común denominador. Los parajes de su interés no son inventados. Guardan una cotidianidad con lo rural y lo que los habitantes de la región aprecian a diario. Aunque no es un registrador haciendo una trascripción, la mera referencia aterriza al observador en diferentes escenarios nostálgicos.
Pintura delicada, sí; pero posee una energía trasmisora que avasalla y que le hace visible e imposible de pasar por alto.
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