Douglas Cruz
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Guatemala, viernes 4 de agosto de 2017
Marco Tulio B
Editorial En este número reunimos textos que, desde diversas ópticas, hacen referencia documentada y vivencial a un evento que convoca a fieles y estudiosos de la historia de las ideas alrededor del simbolismo y arraigo social de la imagen tricentenaria de Jesús Nazareno que se venera en la iglesia de la Merced capitalina. De acuerdo con los registros, este ícono ha estado ligado, por un lado, a la historia de las relaciones de poder desde la época colonial y, por otro, a los desastres naturales que con tanta frecuencia han marcado la geografía y las formas de organización social de esta parte del mundo. Y es precisamente esta propensión, diríamos telúrica de nuestro territorio, la que lo ha convertido en un resguardo de la seguridad de los feligreses, en un garante de su salud espiritual y en una defensa contra las veleidades de los elementos. Incluso, el nazareno ha sido protagónico en contextos de polarización social. De ahí que quizás no sea aventurado decir que, en la práctica, esta, como muchas otras advocaciones y denominaciones religiosas, se ha convertido en un formidable mecanismo individual y social para enfrentar la incertidumbre. Quizás por eso también sea válido rescatar este legado simbólico como un decidido alegato en favor de la vida.
DIRECTORIO Director General: Pavel Arellano Arellano Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo Edición: Otoniel Martínez Diseño Gráfico: Héctor Estrada Digitalización: Boris Molina Biblioteca de la Tipografía Nacional: Thelma Mayén Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández
Grandeza del perio ste libro refleja la contradicción que se produce entre el periodista que busca llevar información oportuna, veraz y objetiva y los intereses económicos y politicos de las empresas de prensa que impiden que el guatemalteco común y corriente obtenga un “artículo” de primera calidad. No menos importante, Barrios Reina busca rescatar y preserver la memoria de quienes, de alguna manera, fueron protagonistas de primera línea de las aspiraciones del pueblo guatemalteco por lograr una sociedad pluralista, de pleno respeto a los principios de democracia y del Estado de derecho, para que todos, en igualdad de condiciones, tengan la oportunidad de una vida digna y decorosa. Son páginas de lectura obligatoria para la juventud que se inicia en la aventura del periodismo nacional; es un monumento a la memoria de los caídos en la función de informar y son anécdotas que un apóstol de la verdad quiere compartir.
Archivo
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Guatemala, viernes 4 de agosto de 2017
Barrios Reina
a y miseria iodismo
lería
Nace un innovador Louis Daniel Armstrong, también conocido como Satchmo o Pops, nació el 4 de agosto de 1901 en Nueva Orleans, EE. UU. Fue una figura carismática e innovadora. Gracias a sus habilidades musicales, y a su brillante personalidad, transformó el jazz desde su condición inicial de música de baile, en una forma de arte popular.
Cuento 194 Cleopatra El hecho de ser la única mujer entre seis hermanos me había mantenido siempre en un casillero especial de la familia. Mis hermanos me tenían (todavía me tienen) afecto, pero se ponían bastante pesados cuando me hacían bromas sobre la insularidad de mi condición femenina. Entre ellos se intercambiaban chistes, de los que por lo común yo era destinataria, pero pronto se arrepentían, especialmente cuando yo me echaba a llorar, impotente, y me acariciaban o me besaban o me decían: Pero, Mercedes, ¿nunca aprenderás a no tomarnos en serio? Mis hermanos tenían muchos amigos, entre ellos Dionisio y Juanjo, que eran simpáticos y me trataban con cariño, como si yo fuese una hermana menor. Pero también estaba Renato, que me molestaba todo lo que podía, pero sin llegar nunca al arrepentimiento final de mis hermanos. Yo lo odiaba, sin ningún descuento, y tenía conciencia de que mi odio era correspondido. Cuando me convertí en una muchacha, mis padres me dejaban ir a fiestas y bailes, pero siempre y cuando me acompañaran mis hermanos. Ellos cumplían su misión cancerbera con liberalidad, ya que, una vez introducidos ellos y yo en el jolgorio, cada uno disfrutaba por su cuenta y sólo nos volvíamos a ver cuando venían a buscarme para la vuelta a casa. Sus amigos a veces venían con nosotros, y también las muchachas con las que estaban más o menos enredados. Yo también tenía mis amigos, pero en el fondo habría preferido que Dionisio, y sobre todo Juanjo, que me parecía guapísimo, me sacaran a bailar y hasta me hicieran alguna “proposición deshonesta”. Sin embargo, para ellos yo seguía siendo la chiquilina de siempre, y eso a pesar de mis pechitos en alza y de mi cintura, que tal vez no era de avispa, pero sí de abeja reina. Renato concurría poco a esas reuniones, y, cuando lo hacía, ni nos mirábamos. La animadversión seguía siendo mutua. En el carnaval de 1958 nos disfrazamos todos con esmero, gracias a la espontánea colaboración de mamá y sobre todo de la tía Ramona, que era modista. Así mis hermanos fueron, por orden de edades: un mosquetero, un pirata, un cura párroco, un marciano y un esgrimista. Yo era Cleopatra, y por si alguien no se daba cuenta, a primera vista, de a quién representaba, llevaba una serpiente de plástico que me rodeaba el cuello. Ya sé que la historia habla de un áspid, pero a falta de áspid, la serpiente de plástico era un buen sucedáneo. Mamá estaba un poco escandalizada porque se me veía el ombligo, pero uno de mis hermanos la tranquilizó: “No te preocupes, vieja, nadie se va a sentir tentado por ese ombliguito de recién nacido.” A esa altura yo ya no lloraba con sus bromas, así que le di al descarado un puñetazo en pleno estómago, que le dejó sin habla por un buen rato. Rememorando viejos diálogos, le dije: “Disculpa, hermanito, pero no es para tanto”, ¿cuándo aprenderás a no tomar en serio mis golpes de karate? Nos pusimos caretas o antifaces. Yo llevaba un antifaz dorado para no
desentonar con la pechera áurea de Cleopatra. Cuando ingresamos en el baile (era un club de Malvín) hubo murmullos de asombro, y hasta aplausos. Parecíamos un desfile de modelos. Como siempre nos separamos y yo me divertí de lo lindo. Bailé con un arlequín, un domador, un paje, un payaso y un marqués. De pronto, cuando estaba en plena rumba con un chimpancé, un cacique piel roja, de buena estampa, me arrancó de los peludos brazos del primate y ya no me dejó en toda la noche. Bailamos tangos, más rumbas, boleros, milongas, y fuimos sacudidos por el recién estrenado seísmo del rock-androll. Mi pareja llevaba una careta muy pintarrajeada, como correspondía a su apelativo de Cara Rayada. Aunque forzaba una voz de máscara que evidentemente no era la suya, desde el primer momento estuve segura de que se trataba de Juanjo (entre otros indicios, me llamaba por mi nombre) y mi corazón empezó a saltar al compás de ritmos tan variados. En ese club nunca contrataban orquestas, pero tenían un estupendo equipo sonoro que iba alternando los géneros, a fin de (así lo habían advertido) conformar a todos. Como era de esperar, cada nueva pieza era recibida con aplausos y abucheos, pero en la siguiente era todo lo contrario: abucheos y aplausos. Cuando le llegó el turno al bolero, el cacique me dijo: “Esto es muy cursi”, me tomó de la mano y me llevó al jardín, a esa altura ya colmado de parejas, cada una en su rincón de sombra. Creo que ya era hora de que nos encontráramos así, Mercedes, la verdad es que te has convertido en una mujercita. Me besó sin pedir permiso y a mí me pareció la gloria. Le devolví el beso con hambre atrasada. Me enlazó por la cintura y yo rodeé su cuello con mis brazos de Cleopatra. Recuerdo que la serpiente me molestaba, así que la arranqué de un tirón y la dejé en un cantero, con la secreta esperanza de que asustara a alguien. Nos besamos y nos besamos, y él murmuraba cosas lindas en mi oído. También me acariciaba de vez en cuando, y yo diría que con discreción, el ombligo de Cleopatra y tuve la impresión de que no le parecía el de un recién nacido. Ambos estábamos bastante excitados cuando escuché la voz de uno de mis hermanos: había llegado la hora del regreso. Mejor te hubieras disfrazado de Cenicienta, dijo Cara Rayada con un tonito de despecho, Cleopatra no regresaba a casa tan temprano. Lo dijo recuperando su verdadera voz y al mismo tiempo se quitó la careta. Recuerdo ese momento como el más desgraciado de mi juventud. Tal vez ustedes lo hayan adivinado: no era Juanjo, sino Renato. Renato, que, despojado ya de su careta de fabuloso cacique, se había puesto la otra máscara, la de su rostro real, esa que yo siempre había odiado y seguí por mucho tiempo odiando. Todavía hoy, a treinta años de aquellos carnavales, siento que sobrevive en mí una casi imperceptible hebra de aquel odio. Todavía hoy, aunque Renato sea mi marido. Mario Benedetti /Uruguay
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Abecedario
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La consagración del N ¿Qué es una consagración? Se consagran los sacerdotes, los obispos, los altares, los vasos sagrados, los templos. Fuera del catolicismo, la figura de la consagración también señala la distinción de la persona que dirige una sociedad, elevándola a un rango de rey o señor. Walter Enrique Gutiérrez Molina* n Guatemala desde 1717 se consagran las esculturas veneradas en los templos. Primero, este acto se hizo únicamente con las representaciones de Jesús, luego con las de la Virgen María y en la actualidad, con algunos santos. Aunque el derecho canónico no se refiere a estas ceremonias, ha sido potestad del episcopado guatemalteco aprobarlas, con la finalidad de incrementar en la población católica la fe, la devoción y la meditación en los misterios que representan las referidas esculturas. Las consagraciones de imágenes aparecen en la historiografía guatemalteca en pleno auge Barroco, concretamente en 1717, cuando Jesús de la Merced, cuya cofradía hunde sus raíces en el final del siglo XVI (1582) y que fuera puesto en veneración a mediados del siglo XVII (1655), se encontraba inmerso en el referido movimiento ideológico contrarreformista. Este movimiento emanó del Concilio de Trento concluido años antes de la fundación de su cofradía (1563), y formalizó y reforzó el posicionamiento católico en cuanto al uso de las imágenes para el fortalecimiento de la espiritualidad, con fines especialmente didácticos y de culto.
Paisaje colonial
De Italia a España y de España a América, el Barroco generó en cada espacio particularidades nutridas por el mestizaje, que por naturaleza engendra expresiones que se identifican con este concepto, no solo desde el punto de vista artístico, sino también social y cultural. De ahí que la consagración del Nazareno mercedario se enmarque perfectamente, según las fuentes que la documentan, en ese intrincado paisaje de acciones que marcan la vida colonial de Guatemala: exuberante, misterioso, explosivo, fastuoso y complejo, pero que a diferencia de muchas partes del mundo, en pleno siglo XXI, todavía se manifiesta en varias formas socialmente aprendidas de la cultura nacional. Tres fuentes contienen el relato de este acto que los capitalinos católicos conmemorarán el 5 de agosto.
Altar de velación por el 299 aniversario de consagración.
La primera es el documento “oficial” redactado por el primer mayordomo de la cofradía del Nazareno, el caballero Juan Antonio Colomo, vinculado con todos los círculos políticos, económicos y religiosos de la Ciudad de Santiago de Guatemala. Esto le aporta a su relato un punto medular: la necesidad de dejar claro el hecho de la consagración como un acto plenamente respaldado por los tres sectores hegemónicos de la sociedad colonial, a saber: el capitán general, representante del rey; el obispo consagrante y las órdenes religiosas, representantes también del poder estatal desde la óptica espiritual, y el cabildo de la ciudad, integrado por los más encumbrados personajes vinculados con el criollismo y el poder local. El relato, bastante descriptivo es un ejemplo de la compleja relación de actores sociales de aquella época. La segunda fuente es un tanto enigmática. Se trata de un relato insertado en la obra de Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, fallecido en 1699. A todas luces, es un intento por incluir el acto de la consagración en la Recordación florida, a sabiendas de la importancia que esta
obra podría alcanzar y las implicaciones sociales que para la cofradía tendría este singular hecho. Es un texto más armonioso, con más detalles y lleno de imágenes propias del momento histórico del Barroco, con recreaciones de la decoración, fiestas, regocijos, pólvora, desfiles y participación del pueblo. Es sumamente interesante cómo muchos de estos elementos descritos forman parte en la actualidad de los actos que se organizan para conmemorar las consagraciones o los aniversarios especiales, como el del 5 de agosto.
Carácter nacional
El tercer y último documento data de principios del siglo XIX, casi un siglo después de la realización del acto de consagración. Está contenido en el Compendio de la Historia de la Ciudad de Guatemala, escrito por Domingo Juarros, sacerdote diocesano, y que presenta un breve y muy conciso relato de la referida ceremonia. Aunque su escritura es menos exuberante, logra captar ese esfuerzo por resaltar el carácter “nacional” de la presencia de Jesús Nazareno
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Nazareno mercedario
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Giovani Minera
Jesús de la Merced carga su icónica cruz cada Viernes Santo.
Otro documento valioso, pero que necesita de un espacio propio para su análisis, es el riquísimo texto del sermón de fray Antonio de Loyola pronunciado el día siguiente de la consagración. Es un discurso lleno de fórmulas teológicas, figuras retóricas propias del Barroco, producto de la alta preparación académica del fraile mercedario, ya que en ese momento era el regente de los estudios del convento de Santiago de Guatemala, que formaba a todos los sacerdotes de la provincia de la Presentación de Nuestra Señora de la Orden de la Merced.
El 5 de agosto
de la Merced, el único, hasta ese momento, que había recibido los óleos de consagración. Esta idea central del texto tiene que ver con el origen del escritor y de los vientos que la Ilustración traía de una concepción emancipadora de la Corona española y que colocaría al sector criollo como nuevo dirigente de la región. A pesar de ser un acto de grandes proporciones, no se ha localizado el ceremonial ni los documentos legales de carácter episcopal que debieron emitirse para la realización del mismo. Especialmente notorio es que las instituciones españolas, en este caso la Iglesia, documentaban minuciosamente sus actuaciones. La búsqueda debe continuar, ya que, con el correr del tiempo, algunos documentos salieron de sus habituales depósitos. El período del gobierno episcopal del franciscano Juan Bautista Álvarez de Toledo, primer guatemalteco en ocupar la sede de Santiago, es interesante por la multitud de documentos que expide y prolijas formas de documentación de sus actuaciones que fueron motivo de controversia, especialmente con la orden de los dominicos.
A las nueve horas de aquel día, el obispo franciscano llegó a La Merced. El capitán general Francisco Rodríguez de Rivas se encontraba ya en el templo, y junto a todas las órdenes religiosas de la ciudad y el cabildo eclesiástico, Álvarez de Toledo procedió a ungir a Jesús Nazareno —incluida su cruz—, auxiliado por los padrinos del acto: el prior dominico y su cuerpo superior. También se encontraban los representantes de las familias herederas de los conquistadores y de la clase alta, agrupados en el cabildo de la ciudad. Picheles de plata, flores, velas, aparadores, gallardetes, repiques de todas las iglesias y descargas de pólvora crearon, según el testimonio literario, un marco propicio para impactar y sumergir a los presentes en un mundo de fantasía y misterio, tal como el Barroco generaba en aquella época, dados los recursos artísticos con los que contaba y con los que solía envolver los sentidos. Aunque no se tenga certeza de la ropa que usó la imagen, la tradición señala a una de las túnicas resguardadas actualmente en su tesoro como la que se utilizó en aquella fecha. Conocida como la “de consagración”, es un impresionante textil de color burdeos recamado en hilos de oro de
diversos tonos que aún hoy deslumbra, a pesar de proceder del lejano siglo XVIII. Pero el hecho no está completo si no se menciona la participación del pueblo citadino, como correspondería a un acto colonial en el que el centro del mismo era la exaltación de la fe católica y sus símbolos, en este caso la imagen de Jesús de la Merced. Las fuentes documentales hablan de una masiva movilización que incluyó la presencia en el templo, la plaza, las calles, y por supuesto, en todas las celebraciones que se extendieron por una semana: mascaradas, desfiles y la admiración de la quema de pólvora, elemento inseparable de las fiestas tradicionales de Guatemala.
La trascendencia
Este último aspecto es importante porque la participación anónima del pueblo ha sido garante del éxito de estos actos, pero además de la continuidad de las ideas religiosas que desembocaron en los aspectos culturales que hoy revisten las consagraciones. Si bien es cierto que el objetivo principal es el espiritual, alrededor de ellas, y a partir de la de Jesús de la Merced, se han desarrollado múltiples formas culturales que han realizado algo innegable y vital: la cohesión social que muchas veces es restringida o superflua. Sin embargo, las consagraciones más relevantes de la historia guatemalteca han tendido un puente entre pasado y presente, entre espiritualidad y materialidad, entre identidad y pertenencia, en un país en el que es difícil encontrar referentes que involucren todos estos elementos. Pasados los años, y los siglos, la unción de consagración realizada a Jesús de la Merced fue desembocando en una manifestación de la profunda raíz devocional y cultural que las esculturas generan en la sociedad guatemalteca. Según
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Jesús de la Merced, en el centenario de consagración de Jesús de Candelaria.
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el historiador Haroldo Rodas Estrada, la mayoría de retratos conservados de Jesús Nazareno del templo mercedario proceden del siglo XIX. En casi todos los documentos pictóricos analizados en el libro Tributo a Jesús de la Merced, aparece sobre una mesa, rodeado de cortinas, floreros y candeleros, lo que podría interpretarse como la conmemoración de un acontecimiento de veneración especial, quizás el recuerdo del primer centenario de su consagración. De cualquier manera, el hecho de la unción llegó en forma latente hasta principios del siglo XX, cuando el Arzobispado de Guatemala procedió a consagrar a Jesús de Candelaria, exactamente dos siglos después de la realizada en el templo de La Merced en la ciudad de Santiago.
Imágenes de pasión
Anidadas en la mentalidad y conciencia de las comunidades organizadas alrededor de las imágenes de pasión, las consagraciones se convirtieron en pleno siglo XX en una demanda de la feligresía hacia sus dirigentes, como una expresión de la historia, la calidad artística y la enorme significación espiritual que despiertan en los fieles. Las antiguas cofradías transformadas en hermandades y asociaciones después de los duros embates liberales de fines del siglo XIX, fueron solicitando a las autoridades eclesiásticas que consagraran sus imágenes de pasión. A partir de la década del 70 del siglo pasado, y hasta la última consagración histórica realizada a Jesús de las Tres Potencias el Viernes de Dolores de este año, la población guatemalteca, apegada a las tradiciones de Cuaresma y Semana Santa, ha perpetuado en su memoria e identidad la rea-
Jesús de la Merced, en su procesión de Viernes Santo, estrenando la túnica conmemorativa del tercer centenario de consagración bordada en Sevilla, España.
lización de estos actos como un referente no solo de la historia, sino también del hecho de formar parte de una larga tradición que encuentra en Jesús de la Merced una genuina expresión de originalidad, que, enmarcada en el espíritu del Barroco americano, dejó en Guatemala huellas imborrables que en la contemporaneidad siguen formando parte de la conciencia mestiza de esta tierra.
Jesús de la Merced, patrón jurado de la ciudad de Guatemala, “el Mero Jesús”, es entonces primicia de los consagrados en esta tierra, reflejo de las creencias, espiritualidad, cultura e historia de la sociedad que lo ha visto caminar a través de los siglos, representando para muchos cristianos un signo de entrega, confianza y serenidad. *Historiador
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Gavetas
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Cortesía: William Cameros
Juan Colomo,
el promotor ¿Quién fue el promotor de la consagración? El historiador Miguel Álvarez señala que los antecedentes se encuentran en la cofradía del nazareno del templo de La Merced, fundada en 1582. Juan Alberto Sandoval Aldana* sta cofradía aglutinaba cofrades laicos y era administrada por frailes mercedarios propietarios de la imagen patronal. Funcionó a finales del siglo XVI, y a medio siglo de la fundación de Santiago de Guatemala, que aún se organizaba como capital del reino. Contaba con una imagen propia de Jesús con la cruz a cuestas, de la cual, lamentablemente, no se conservan datos sobre su apariencia, dimensiones y paradero final, pues, por causas que se desconocen, la imagen fue retirada por los frailes mercedarios del uso y dominio de la cofradía. Esta situación motivó la reorganización y posiblemente, la creación de una nueva cofradía con nuevas ordenanzas, así como la hechura de una nueva imagen patronal. Los datos sobre el origen de la nueva y definitiva imagen quedan registrados en el libro primero de aumentos de la cofradía, documento que se conserva en el archivo histórico de la Orden de la Merced, con sede en Antigua Guatemala, posiblemente 61 o 62 años después de la creación de la escultura y con ocasión de la proximidad de la ceremo-
nia de bendición extraordinaria, por medio del rito de consagración, en ceremonia efectuada en agosto de 1717, se anotó en el libro de aumentos, posiblemente por la mano del mismo señor Juan Colomo, a quien debe atribuírsele el mérito de la gestión para lograr la consagración de esa imagen de Mateo de Zuñiga. El papel de Colomo se ve en el sermón de la misa de consagración a cargo de fray Antonio de Loyola, regente de los estudios del convento de Nuestra Señora de las Mercedes y examinador sinodal del obispado de Guatemala, en el cual expresó: “Descubrió tierra Cristóbal Colón, pero descubre esta imagen del cielo a Juan Colomo, descubrió cerros y montes a aquel caballero, también ilustre, el tesoro que ha de servirnos para conquistar el cielo. Recompensa pide una acción semejante, hoy empieza la recompensa de mi religión sagrada y aquel que ya comenzó a pasar por donde empezó a recibir según la mejor sentencia oui grace benedictum acapit ”. Viendo las anotaciones que se leen al margen en el libro de aumentos, refieren que en 1654 los cofrades mayordomos Juan Manuel Vásquez Montiel y Nicolás Pérez de Santa María hacen el encargo de la escultura; indican también que el nombre del obispo reinante al que se pidió permiso en ese año para la hechura de
la nueva imagen, y lo concedió, fue fray Payo Enríquez de Rivera. Asimismo; informa que el valor del trabajo fue de 65 pesos, que se pagaron al maestro (Mateo de) Zúñiga que entregó en blanco (este término se refiere a la talla y al ensamble de la escultura), aunque este tipo de esculturas reúnen dos oficios agremiados distintos en la división técnica del trabajo, y encarnó (pintó) Joseph de la Cerda, y la fecha en que se puso a veneración, según la inscripción del amanuense, fue el 27 de marzo de 1655, autorizada por el comendador de la orden mercedaria fray Domingo de Izaguirre. Al detenernos en el dato sobre la autorización solicitada al obispo fray Payo Enríquez de Rivera para la hechura de la imagen, a quien el escritor de la anotación en el libro refiere como obispo de la diócesis de Santiago de Guatemala, sin serlo, encontramos que el religioso mencionado no gobernó la iglesia de Guatemala en 1654. Lo hará hasta 1659, cuatro años después de la fecha consignada, lo que nos permite estimar que lo actuado al agregar información al libro de aumentos fue de la autoría de una persona que no fue testigo de vista de los hechos. Hipotéticamente, el señor Colomo al tomar posesión de su cargo en la cofradía pudo haber finalizado el supuesto conflicto entre la Orden mercedaria y los integrantes de la cofradía de Jesús Nazareno a mediados del siglo XVI, dejando constancia y haciendo pública la conciliación y reconciliación, al promover la ceremonia de bendición extraordinaria y consagración que queda consignada como la bendición que recibe la imagen de la forma en que debió haber sido 62 años atrás. *Escuela de Historia, Universidad de San Carlos de Guatemala.
La imagen ha recorrido un largo camino a instancias de personajes poco conocidos como Colomo.
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Reporte en V
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Patrón Jurado de Gu Fotos: Archivo
Retablo actual de Jesús de la Merced.
Juan Andrés Salvatierra Reyes* i bisabuela siempre llevó a mi mamá a la salida de la procesión de La Reseña, y ahora yo llevo a mi mamá para compartir, como ellas hace tantos años, la expectación por las notas de la marcha que abre el clásico cortejo del Martes Santo y colocar, como entonces, el ramo de flores a los pies de la imagen. Por eso me siento parte de la celebración de los 300 años de consagración y quise compartir algunos datos sobre este hecho que se conmemora en agosto. En 1654, don Pedro Verdugo, quien era mayordomo de la cofradía, decidió entregarla al primer y segundo mayordomos, Bartolomé Vásquez Montiel y Nicolás Pérez de Santa María, quienes al ver los desacuerdos entre la cofradía y los padres mercedarios, pidieron a fray Payo Enríquez de Rivera autorización para mandar a tallar una imagen propia, y dispusieron contratar a un escultor reconocido en ese tiempo, el maestro Mateo de Zúñiga, relacionado con el templo mercedario, para que burilara una imagen nazarena. El maestro de Zúñiga talló la imagen entre 1654 y 1655; el trabajo costó 65 pesos. Como él no encarnaba, acudió al maestro Joseph de la Cerda, a quien le entregó la talla en blanco; la obra fue armada en la sacristía del templo, y el 27 de marzo de 1655 fue entregada a la cofradía, y bendecida por fray Domingo de Izaguirre, quien
Procesión de rogativa, 1976.
autorizó ubicarla en la capilla de la cofradía para su culto y veneración, según el Libro Primero de Aumentos Cofradía Jesús Nazareno de la Merced, folios 50 y 51. La escultura de Jesús de la Merced es de estilo barroco; tiene partes móviles adaptables en
distintas posiciones; puede ser colocada en un altar o un retablo para su veneración y también en el anda procesional. Mide 2 varas españolas (aproximadamente 1.67 metros). Fue esculpida para ponerle cabellera; su rostro es triangular, tiene labios entreabiertos y deja ver la dentadura.
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uatemala quemó un castillo de 400 canchinflines, las campanas de unos 10 templos repicaron; hubo mascaradas y desfile de carrozas alegóricas. El templo fue adornado de especial forma y las fiestas se prolongaron por 8 días.
Jesús de la Merced, Patrón Jurado
La cruz de consagración en la mano izquierda de Jesús de la Merced.
Tiene los ojos pintados en la misma madera y refleja dolor y sufrimiento en su mirada; muestra palidez y finos hilos de sangre que terminan en gotas. Una de sus características es la posición de la imagen en la peana (base), un poco inclinada, lo que permite admirar su rostro de ambos lados. La cruz fue tallada en madera, recubierta de lámina de plata; tiene ramas de vid, que siguen un movimiento en espiral, y en una hoja luce el Quinto Real (sello que comprueba el pago de impuesto a la Corona). Esta cruz es la original. Esta imagen es fuente de inspiración de artistas y motivo de muchas leyendas.
La cofradía
Luego del traslado de la capital del reino al Valle de Panchoy, la primera cofradía que se fundó, en 1582, fue la de Jesús Nazareno de la Merced, adscrita al convento mercedario. Era una cofradía de españoles (peninsulares y criollos), quienes también ocupaban los cargos más altos en el gobierno civil, ayuntamiento y autoridades eclesiásticas. El objetivo de esta cofradía era conmemorar la Pasión de Cristo en la Semana Santa, pero también participaba en distintas celebraciones a lo largo del año; los miembros gozaban de indulgencias, lo que consta en unos medallones que forman parte del altar ubicado en la capilla de Jesús, que data de 1704. La cofradía mercedaria fue la primera entidad que recibió el privilegio
Túnica rosa de la consagración.
de una bula papal, otorgada en 1607 por Paulo V, confirmada en cuatro ocasiones.
La consagración
La imagen de Jesús de La Merced fue la primera en ser consagrada en Guatemala y probablemente de las primeras en América. El 5 de agosto de 1717, el entonces obispo fray Juan Bautista Álvarez de Toledo, ungió a la imagen en frente, manos, pies y pecho. Posteriormente se colocaron las cruces para señalar los lugares de la unción. En el libro de Aumentos de la Cofradía de Jesús de la Merced se da cuenta de las diversas expresiones de cultura popular que rodearon la consagración; después de que se cantara el Te Deum Laudamus se dispararon salvas, se
El 18 de febrero de 1721, Jesús Nazareno de la Merced fue nombrado Patrón de la Ciudad de Santiago de los Caballeros de Guatemala contra temblores, calamidades, pestes, agua y fuego, y el 28 del mismo mes, el primer Viernes de Cuaresma, el ayuntamiento confirmó dicho título en solemne juramento. En julio de 1776, los llamados Terremotos de Santa Marta destrozaron la ciudad de Santiago de los Caballeros, lo que obligó al traslado de la ciudad al Valle de la Ermita o de la Virgen. El 25 de junio de 1778, el presidente de la Audiencia, Martín de Mayorga, ordenó el traslado de las imágenes de Jesús Nazareno de la Merced y de la Virgen, obligando así el traslado de los mercedarios. El 6 de julio se encajonaron las imágenes y el traslado se llevó a cabo el 7 de julio; en el recorrido se hicieron dos paradas, una en San Lucas Sacatepéquez (en el actual departamento de Sacatepéquez) y otra en Mixco (en el actual departamento de Guatemala). Cuando llegaron a la nueva ciudad las imágenes fueron recibidas por los franciscanos, que las entregaron a los mercedarios, quienes las resguardaron bajo una armazón de madera. El 28 de septiembre de 1783 se celebró la primera procesión rogativa en la Nueva Guatemala de la Asunción, por temblores. Jesús de la Merced también ha sido llevado en hombros de forma extraordinaria por otros acontecimientos: en 1857, en el marco de la guerra contra los filibusteros de William Walker, que habían invadido Nicaragua; en 1901 se le procesionó al principiar el siglo XX, y el viernes 5 de enero de 2001, por el cambio de milenio y por ser primer viernes del nuevo milenio. De igual forma, hubo procesiones extraordinarias para conmemorar fechas importantes de la propia historia de la imagen: el 9 de julio de 1978 salió con la Virgen de las Mercedes para conmemorar los 200 años de haber sido trasladadas a la Nueva Guatemala de la Asunción; en 2004 salió procesión el 24 de agosto, para empezar el año jubilar por los 350 años de la imagen, y en febrero de 2005 hubo una peregrinación a la Antigua Guatemala. El sábado 5 de agosto, al conmemorarse los 300 años de consagración, los devotos de Jesús de la Merced y todo el barrio mercedario se preparan para la procesión extraordinaria. Que el Patrón Jurado también nos proteja de la violencia, que como los terremotos y las plagas, está asolando nuestro país. *Bachiller, promotor de las tradiciones populares. Texto mediado por Anantonia Reyes Prado, antropóloga.
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Contando el tiempo
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Otros apuntes sob Fotos: Archivo
En una conferencia de la temporada de Cuaresma y Semana Santa de este año, dictada en la Academia de Geografía e Historia de Guatemala, el doctor Gerardo Ramírez nos hizo meditar acerca de los intereses económicos que tenía cada persona nombrada en documentos relacionados con la consagración de Jesús Nazareno de la Merced, en agosto de 1717, abordando así el tema desde otra perspectiva por demás interesante. Fernando Urquizú*
l conocimiento somero de lo que la historia del arte contemporáneo llama “el estado del arte”, nos permite apreciar nuevos aportes respecto de este tema. Autores como Serge Gruzinski dan cuenta de que las consagraciones y coronaciones de santos eran algo común en los siglos XVII y XVIII en el Arzobispado de México (ver La guerra de las imágenes, México, 2010), al cual estuvo adscrito el obispado de Guatemala de 1547 a 1743, como parte de lo que se denomina en el estudio de cotidianidad de aquel tiempo “la vida barroca”.
Escultura que cobra vida
En la contemplación contemporánea de la escultura de Jesús Nazareno de la Merced es fundamental comprender que originalmente fue realizada como un recurso didáctico del Evangelio, para la enseñanza de la pasión de Cristo, en un ciclo que comprende desde su captura hasta su muerte en la cruz. Esto la relaciona con otras representaciones artísticas, de las cuales subsisten algunas en su capilla y que son conocidas por el pueblo como Jesús de la Columna, Jesús de la Buena Muerte y Jesús de la Paciencia, esculturas que van cada Viernes Santo como “Pasos” en su tradicional procesión, que recorrían calles antes de la ceremonia de la crucifixión cuyo oficio estaba prescrito para iniciarse al filo del mediodía. Estas referencias, que incluyen el uso de imágenes, las podemos deducir de la lectura de La Historia del Evangelio Ilustrado, iniciada por san Ignacio de Loyola, concluida por su discípulo Jerónimo Nadal y publicada en la última década del siglo XVI por Cristóforo Plantin en el antiguo reino de Flandes. En ella se enfatiza el carácter humano del paso de Jesús por la tierra, como ejemplo de vida, cuyas revelaciones también fueron difundidas por todas las órdenes religiosas, con el fin de apoyar la uniformidad de la enseñanza de la Iglesia católica, expresada también en un calendario anual que, con la aprobación del Concilio de Trento, arribó al antiguo Arzobispado de México. Las revelaciones del espíritu de Jesús en la tierra cobran efecto en cuatro momentos especiales: su Nacimiento, cuando los coros celes-
tiales proclaman su gloria; su Bautismo, cuando el Padre lo reconoce como su hijo; en su Pasión cuando, interrogado por el sumo sacerdote, afirma ser hijo de Dios, y otro en su Transfiguración cuando tomó forma sobrenatural frente a sus apóstoles. Esta obra y el Catecismo de san Pío V eran las principales fuentes de consulta de los presbíteros, quienes debían difundir de manera uniforme el conocimiento del catolicismo, que era considerado, a la vez, lo civilizado en el mundo hispánico, donde el uso de las imágenes basadas en el Evangelio era importante para vencer barreras de idiomas, analfabetismo y cultura. El uso de esculturas como la de Jesús Nazareno de la Merced se dio en la segunda mitad del siglo XVII, luego de que en 1654 se convirtiese en eje del movimiento local de unificación ideológica en la formación de los imaginarios, en la medida en que se identificó con los españoles nacidos en el reino y residentes en él. Las festividades en su entorno no solo eran en Cuaresma y Semana Santa, sino también en la Navidad, el Día de San Juan y la Transfiguración del Señor, como lo devela la existencia en la iglesia de La Merced de un altar dedicado a San Juan de Letrán, que asocia a Juan Bautista y San Juan Apóstol como interlocutores de las revelaciones citadas, que, a la vez, se asocian a la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor, que se representa en la tradición hispánica con lo que
se conoce como una Santa Cabeza con busto y rostro sufriente de Jesús.
Imaginario y consagración
La enseñanza y recapitulación de las revelaciones de Jesús como hijo de Dios a los hombres tomó brillo con el avance de la cultura hispánica, y en el caso particular de los templos mercedarios de la Antigua y la Nueva Guatemala, se relaciona con la presencia de los padres de Jesús, la Virgen María y San José en el Nacimiento; ambos presiden los frontispicios de las iglesias y entrada al convento de esta orden en la Antigua Guatemala, mientras que en el templo de la Nueva Guatemal de la Asunción están simbolizados en las entradas laterales del frontispicio con motivos fitomorfos de una rosa y un lirio. El Bautismo de Jesús cuenta en ambas construcciones con dos vistosos medallones similares en estuco y piedra, el primero situado en la entrada lateral del edificio de la Antigua y el segundo en la entrada principal del templo de la Nueva Guatemala. La Transfiguración del Señor en la Antigua se representa con Cordero Pascual sobre un libro de Siete Sellos, en la clave de la entrada principal que también se relaciona con el cumplimiento en el mundo tangible de las profecías acerca de la venida del Mesías a la Tierra con un carácter humano-divino, mientras que en el templo de la nueva capital se alude con un
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bre la efemérides
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Impresos de la casa Lturgis & Fils, Edit. Prevost; Desplalagues & Tardif. París. Derivados del retrato de aparato, original de Federico Matheu de Jesús de la Merced.
anagrama de su nombre que tiene como trono un frontis renacentista. La somera lectura de ambos monumentos devela la vigencia del pensamiento de la Contrarreforma religiosa, cuyos principales artífices fueron entre otros san Ignacio de Loyola, san Francisco Javier, san Felipe Nery, san Carlos de Borromeo y san Pío V, que crearon las bases para su funcionamiento en un mundo renacentista moderno que actualizó el papel de las imágenes religiosas como elementos didácticos del evangelio, pero que a la vez recuperaron un uso como medios de cohesión social entre los pueblos como en tiempos medievales, lo que amplió su uso pedagógico y llevó algunas imágenes locales, como Jesús Nazareno de la Merced, a ser símbolos de un barrio, una ciudad, un reino, una nación.
Las efemérides
La segunda década del siglo XX vivió en un mundo y una nación convulsionados por problemas económicos, que recibieron con agrado la ampliación del imaginario social de la devoción a la Virgen de Guadalupe con las advocaciones de las vírgenes de Lourdes y Fátima, que fue cuando se pasó de tener una apariencia figurativa morena, a una de tez nívea y ojos claros, que alteraron algunas imágenes locales, como la Virgen del Manchen. También el mundo social de la cerrada directiva de la Consagrada Imagen de Jesús
Nazareno de la Merced se amplió a la de la misma advocación de Jesús de Candelaria, con el fin de demostrar la validez del papel de las nuevas asociaciones católicas en el mundo capitalista. La nueva función de la Iglesia demandó también un proceso de agilización de las antiguas cofradías para generar sus propios fondos, funcionando a manera de empresas religiosas autosustentables, cuyo financiamiento se logró con la venta de turnos, pero la asociación de Jesús de la Merced se encontró con varios obstáculos para incrementar la venta por la hora de entrada de la procesión de Viernes Santo, la cual debía terminar antes del mediodía. Pero este rito fue alterado cuando la procesión entró a las tres de la tarde. En su momento debió ser un trauma para algunos fieles acostumbrados a ritos un tanto más tradicionales. Las respuestas a este cambio se relacionaron con la voz popular sobre que la escultura sudaba al coronar el parque central a las doce del día, pero luego surgió otra amenaza debido al terremoto de 1917-18, cuando comenzó el proceso de mudanza de las familias que daban renombre al barrio mercedario y eran miembros activos de la organización del boato de su culto. Los imaginarios citadinos alterados posteriormente con el avance de los cambios suscitados entre 1944 y 1954, que incluyeron la fundación de centros de enseñanza cristiana en sus diversas ramas protestantes y católicas. En
esta última destacó el Colegio Loyola, tratando de coadyuvar en la preparación de cuadros para el relevo generacional.
Nuevos devotos
En este escenario de la formación de los imaginarios ya no tenían cabida los grupos de poder, y fueron las capas medias bajas de la sociedad que pasaron a engrosar las filas de devotos, mientras se terminaban de mudar los viejos propietarios del barrio por el avance del conflicto armado interno. En el actual Centro Histórico también se dieron problemas como el tránsito vehicular y el cambio de uso de la tierra de vivienda a pequeñas fábricas y negocios que despoblaron el entorno del templo que se vio también afectado por el sobreuso de las calles. La firma de los Acuerdos de Paz, en1996, incidió en el cambio del papel de la Iglesia católica de mediadora entre los distintos grupos sociales, a depositaria parcial del patrimonio tangible e intangible del pueblo, siendo la escultura de Jesús Nazareno de la Merced parte de este legado para los guatemaltecos que se sienten identificados con los valores que representa. A partir del presente siglo se hacen esfuerzos por visibilizar este legado por medio de esta efeméride que nos acerca a ser parte de los sueños y aspiraciones por construir un mundo con menos violencia y un futuro mejor. *Doctor en Historia del Arte
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Tragaluz
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En busca del p
La primera y más antigua de las tres imagenes, tiene el cabello tallado.
A esta escultura se la adecúa en Semana Santa para cargar una cruz y fue acondicionada para portar cabellera.
José Campollo Mexicanos*
Investigadores e historiadores, han documentado que la Cofradía encargó en 1654 al escultor Mateo de Zúñiga, una imagen cuya policromía o encarnado corrió a cargo de Joseph de la Cerda, devolviéndoles a los padres mercedarios la imagen que los cofrades usaban en la antigua capital del Reino de Guatemala para sus funciones devocionales.
as noticias sobre la antigua imagen de Jesús Nazareno terminan con la aparición y colocación en su capilla de la consagrada imagen tallada por Zúñiga. Muchas han sido y seguirán siendo las teorías y estudios sobre el paradero de la anterior escultura; sin embargo, un documento hallado por este investigador a inicios de 2002 en las instalaciones antiguas de la Municipalidad de San Antonio Sacatepéquez, San Marcos, podría arrojar pistas sobre el paradero de la imagen de Jesús Nazareno que originalmente perteneció al Convento e Iglesia de la Merced de Guatemala.
San Antonio Abad
En el deteriorado archivo municipal de San Antonio Sacatepéquez, en el área de las antiguas caballerizas, se encontraba a inicios de 2002 un libro forrado en cuero en cuyo primer folio se lee: “Libro de cabildos y juzticias deste puebº de San Antonio Abad, siendo Comendador del convento Frai Francº de la Reyna, San Pedro Zacatepequez año de mill y seissientos y noventa y siete” (sic). En dicho libro se consignaban algunas elecciones de cofrades, los pagos que los comunitarios realizaban a los padres encargados de la administración de sus sacramentos y algunas noticias de gastos y funciones celebradas en dicho pueblo. En su folio segundo se anotan gastos para vino y arreglos a su iglesia; además, se encuentra la siguiente noticia: “El año de seissientos noventa y cinco txajo a este pueblo el Rdo. Pe. Frai
Fanc° de Reyna la ymagen de Jesus Nasareno que hera la del convt°. Gxande de Goatemala. Dose xxeales en andas y faldones de la dha imagen de Jhs” (sic). Como es bien sabido, San Antonio Abad era un pueblo de personas pobres, como lo alegan los alcaldes y oficiales del mismo al pedir a los diferentes obispos y arzobispos de Guatemala se les rebajaran los réditos de sus cofradías por ser una comunidad de escasos recursos. En ese sentido, la imagen de Jesús Nazareno del convento grande probablemente llenaría un vacío existente en dicho pueblo, que para aquella época no podría costear una escultura
propia. La imagen vino a conformar la unidad devocional de los habitantes del pequeño pueblo de San Antonio Abad, que aún se mantiene fiel a las tradiciones heredadas de sus antepasados. No era extraño que los frailes de los distintos conventos religiosos de Santiago de Guatemala regalaran o enviaran a los pueblos confiados a su administración imágenes y otros ornamentos de sus iglesias titulares, cuando eran sustituidas por otras de mejor gusto estético para la época o de mayor incidencia devocional en la población, como el caso de la original Nuestra Señora del Rosario del Convento de Santo Domingo, que fue trasladada al pueblo de Chiantla, el primer retablo que tuvo la Iglesia del Convento de N. P. San Francisco, que era de San Martín de Tours que fue regalado al templo de Pahulá o San Cristóbal Totonicapán, donde aún permanece una pintura de este santo, posiblemente la del retablo. Además de estos ejemplos que se encuentran consignados en las crónicas coloniales de escritores como Remesal y fray Francisco Vásquez, existen algunas hipótesis basadas en estudios actuales sobre el paradero del original Señor Sepultado de Santo Domingo trasladado posiblemente a una de las parroquias bajo la administración dominica.
Las tres imágenes
En la actualidad, en la Iglesia Parroquial de San Antonio Abad, del municipio de San Antonio Sacatepéquez se encuentran tres imágenes de Jesús Nazareno, a pesar del severo daño que causó la depredación a dicho templo en la déca-
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primer nazareno Fotos: Archivo
La tercera imagen esta diseñada para que lleve vestuario y tiene rasgos más detallados. Suele colocarse en un huerto de frutas y flores.
da de los años 90 del siglo pasado, entre ellas San Miguel Arcángel, San Ramón Nonato, Nuestra Señora del Carmen, las Joyas de Nuestra Señora de Concepción o Virgen de Mayo, la Santísima Trinidad Antropomorfa, entre otras. La primera Imagen de Jesús Nazareno en el templo parroquial de San Antonio Abad, a la que me referiré en esta pequeña investigación es seguramente la más antigua de todas. Es una imagen de talla completa, incluso con cabello tallado y posiblemente diseñada para no llevar cruz. Su apariencia es alargada y se encuentra en un severo estado de deterioro; sus rasgos son bastante similares a las imágenes de los evangelistas que se encuentran en el rema-
te del retablo de Jesús Nazareno de la Merced, en la zona 1 capitalina. Son imágenes de talla muy anterior al gusto y estilo barroco. A simple vista, por los golpes que muestra se pueden apreciar hasta tres capas de pintura sobre el encarnado original en todo el cuerpo, la última y visible que fue colocada por manos no profesionales. Las manos en actitud de sostener algo, no poseen articulación y posiblemente portaba una cruz de forma vertical entre ellas, pues en los hombros no posee tornillos o pines que permitan pensar que en algún momento portó cruz como los nazarenos del período barroco guatemalteco. A este Nazareno, considerado por su
estilo escultórico el más antiguo de los tres que existen en dicho templo, se le coloca una cruz de manera inadecuada pues le es amarrada al cuerpo para realizar las actividades cuaresmales como los Viacrucis. La segunda imagen que posee la Parroquia de San Antonio Abad en la actualidad es de dos varas de altura, casi de tamaño natural, que representa a Jesús Nazareno, imagen de vestir, de bastidor, con cabellera de pelo natural, sin cabello tallado. Aunque posee articulaciones en ambos brazos realizadas por medio de tela encolada que une el brazo y antebrazo de madera, no posee ninguna señal de estar habilitado para llevar cruz, aunque para las funciones de Semana Santa le colocan una. La misma es utilizada para actos como el Prendimiento y otros en la Semana Santa y es la que se procesiona en los días Jueves y Viernes Santo. A simple vista se vislumbran algunas intervenciones anteriores, como por ejemplo, en los ojos de dicha imagen. Otro dato curioso es que posee una antigua corona de espinas hecha de bejucos y cuero. La tercera es una talla completa, hecha para vestir aunque tiene talladas las piernas y va simulando dar un paso e ir caminando por la Calle de la Amargura con la cruz a cuestas. Es una imagen que se nota de rasgos más delicados que las dos anteriores y ya tallada para portar una cruz en el hombro como los tradicionales nazarenos guatemaltecos. En la actualidad es utilizada para colocarse en el huerto de frutas y flores que desde tiempo inmemorial realizan los habitantes de dicho pueblo. Lamentablemente también ha sido intervenida de una forma no académica, seguramente en fechas recientes. Este Nazareno, de tamaño medio, posiblemente fue mandado a tallar por los padres mercedarios, encargados de la Parroquia, para sustituir al más antiguo que es todo tallado, pues posee también dimensiones regulares. Esta característica de mandar a tallar más imágenes de Jesús Nazareno en un solo pueblo, con el paso de los años y los gustos estéticos, era frecuente en la comunidad mercedaria y los pueblos que administraban, como lo demuestra el libro de Inventarios y el de la Hermandad de Nuestro Padre Jesús Nazareno del antiguo Barrio de San Marcos (actualmente cabecera departamental), pueblo también a cargo de la Orden mercedaria, donde en 1810 fray Mariano López Rayón mandó a tallar una nueva imagen de Jesús Nazareno, sustituyendo a otro que data documentalmente de finales del siglo XVII y de estilo barroco. Igualmente, en el resto de los pueblos de la administración mercedaria sus templos parroquiales poseen más de una imagen de Jesús Nazareno. Sus inventarios relatan que las de mayor devoción eran utilizadas para las funciones de Semana Santa y las otras quedaban relegadas para las funciones de los Viernes de Cuaresma. *Historiador
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Una imagen propia Archivo
Esta impresionante talle del barroco guatemalteco, refleja el gusto por las artes y la piedad que conjugó el insigne Mateo de Zúñiga cuando recibió el encargo de los mayordomos, en 1654, de realizar una imagen propia de la cofradía, pues habían tenido ya algunos roces con los padres mercedarios quienes eran los dueños de la que estaba en veneración en el altar de la cofradía, desde el siglo XVI. Mario Alfredo Alvarado* l respecto del autor de esta imagen, a lo largo del siglo XX se especuló mucho sobre su origen. En ese sentido el primer dato sobre un posible escultor, con nombres y apellidos, se puede obtener de la publicación del libro La romántica Ciudad Colonial del periodista Víctor Miguel Díaz. En ese texto, el escritor afirma que la escultura de Jesús con la cruz a cuestas que se veneró en la iglesia conventual de la Merced, es obra del célebre Evaristo Zúñiga y cita que no es talla del notable portugués Quirio Cataño, como se dio a conocer hacer años atrás por parte de Ramón Salazar. Este dato es interesante pues expone cómo en el siglo XIX se pensó que la imagen era obra de Cataño, algo que se atribuyó sin ninguna evidencia documental, y en ese sentido no se ha logrado obtener de dónde pudo Díaz obtener datos sobre un tal Evaristo, personaje que más adelante se logró establecer que no existió, como Díaz afirmó, y que se mantuvo en el ideario hasta entrado el siglo XX. Al respecto sobre el verdadero escultor de esta imagen se puede encontrar que Mateo de Zúñiga (no Evaristo) se casó dos veces a lo largo de su vida y de sus matrimonios nunca tuvo descendencia. Fue feligrés de la parroquia de San Sebastián, pero a lo largo de una rigurosa investigación documental se ha logrado establecer su vinculación con la orden de la Merced. Incluso en su testamento pidió ser enterrado en dicha iglesia conventual en 1867. En este sentido es muy probable que el mismo Mateo de Zúñiga, fuera enterrado en la capilla de la cofradía de Jesús Nazareno, siendo el escultor que plasmó esa joya del Barroco que hoy a más de 3 siglos se sigue venerando en la Nueva Guatemala de la Asunción. Lamentablemente no se cuentan con más datos sobre el maestro que encarnó esta imagen. Solo se conoce que se llamaba Joseph de la
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Cortesía: William Cameros
Leyendas El Patrón Jurado de la ciudad en procesión de La Reseña.
Cortesía: William Cameros
Cerda, y quedará para una futura investigación en el Archivo General de Centro América o en otro archivo el poder encontrar la documentación para saber más sobre este insigne artista. Es menester citar que a pesar de las múltiples tragedias que asolaron la ciudad de Santiago de Guatemala, la procesión de la reseña del día Martes Santo que rememora la jura como patrón de la urbe, se siguió realizando sin ningún impedimento a pesar del estado de las calles y la destrucción causada por los terremotos de 1717 y 1773.
Hechos y rogativas w Los terremotos de San Miguel de
1717. w La plaga de chapulín de 1724. w La plaga de chapulín de 1771. w Temblores en la Nueva Guatemala, 1783. w La peste de ganado de 1789. w La plaga de chapulín en El Salvador, 1801. w Por la paz de Centroamérica, 1857. w El cambio del siglo XIX al XX, el 23 de diciembre de 1900. w Terremoto de San Gilberto de 1976. w El cambio del siglo XX al XXI, el primer viernes del año 2001.
Con este dato se ve la influencia del componente social y arraigo de la imagen en el pueblo de Guatemala. La belleza de la imagen de Jesús Nazareno de la Merced ha sido fuente de inspiración para múltiples pinturas las cuales
Procesión en la Antigua Guatemala, en agosto de 2008.
se encuentran repartidas por toda América, en este sentido cabe la pena explicar a qué se debe que una imagen hecha en 1655, haya tenido una gran influencia y se reprodujese con tanta insistencia a lo largo de los siglos XVIII y XIX. En este sentido este tipo de reproducciones muestra el auge devocional que tuvo la imagen se debe recordar que fue la primera en ser consagrada en el Nuevo Mundo en 1717. En cuanto a tamaño estas pinturas miden desde los 20 centímetros hasta un metro de altura, y se deduce que es Jesús Nazareno de la Merced por las cruces de consagración que reproducen estos grabados, ya que era la única imagen consagrada y además, por la cruz histórica que acompaña al Nazareno de Zúñiga desde 1742. *Historiador
En el campo de las consejas y leyendas de la Nueva Guatemala de la Asunción el Nazareno mercedario ocupa un papel importante ya que son múltiples, las que se cuentan en torno a esta emblemática escultura. Se cuenta que una monja del convento de Santa Teresa, ubicado donde hoy están las oficinas de la Cruz Roja Guatemalteca, rogaba a Dios con insistencia le diera una señal sobre cuál era la imagen más parecida al hijo de Dios. Sus plegarias, fueron escuchadas al decirle Dios que la imagen más parecida a su hijo, cuando estuvo en la tierra, era la venerada en la iglesia de la Merced de la Nueva Guatemala. Cuando el cortejo de penitencia llega a la plaza mayor de la Nueva Guatemala de la Asunción en el mediodía del Viernes Santo se dice que la imagen de Jesús suda milagrosamente. Se dice que la imagen de Jesús Nazareno lloró lágrimas de plata cuando una devota suya rogó por una necesidad económica para con ello aliviar sus penas y empeñara la citada lagrima. Es importante destacar cómo el corpus de investigación de la imagen de Jesús Nazareno de la Merced se ha fortalecido con la recuperación de la tradición oral en viejos barrios de la urbe, desde 1778, cuando esta imagen arribó a la Nueva Guatemala de la Asunción, tras los terremotos de Santa Marta.
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