Revista Viernes 17062016

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Borges,

el memorioso

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Guatemala, 17 de junio de 2016 AĂąo 3 No. 138

iernes Guatemala, VIERNES 10 de enero de 2014

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Editorial A propósito de la paternidad sobre la que reflexionamos en este número, dicen que el niño es el padre del hombre porque la forma en que aprendemos a aprender en la infancia la repetiremos en la vida adulta para acompañar en su crecimiento a los seres únicos e irrepetibles que son nuestros hijos. Y es que al nacer irrumpimos en un mundo ajeno. El primer llanto constituye un verdadero acto de apropiación. Respirar su atmósfera nos otorga un derecho y nos asigna una responsabilidad. Nacer es así una suerte de acción que nos hace socios vitalicios del planeta. Si bien esa acción nos da derecho a sembrar la semilla heredada y a cosechar sus frutos, al recibir ese don se asume un compromiso: devolver, reintegrar, servir, alimentar... amar en suma aquello que se nos otorga. Y por definición, el camino de la vida es una constante encrucijada. Y en cada bifurcación de senderos optamos, muchas veces sin saberlo, por el atajo de los espejismos o por bordear los abismos sin fondo de la duda. Y en el camino se encuentran cosas. Y en el camino se rompen cosas. El corazón, por ejemplo. De esa cuenta es posible decir que un padre es, en verdad, un niño con el corazón roto. Y es que si algo se aprende en la infancia es el perdón. Y si el corazón perdona sigue lleno aunque se vuelva a romper. Ser padre es reparar lo que está roto. Al reparar, perdonamos y al perdonar, nos perdonamos. Y volvemos a llenar el corazón, aunque esté roto.

DIRECTORIO Director General: Héctor Salvatierra. Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo. Edición: Otoniel Martínez. Diseño Gráfico: Héctor Estrada Digitalización: Boris Molina. Biblioteca de la Tipografía Nacional: Thelma Mayén. Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández.

Igor Stravinsky

Hace 133 años

El 17 de junio de 1882, nació en Oranienbaum, actual Rusia, el autor de El pájaro de fuego, El ruiseñor, Petrushka y La consagración de la primavera entre muchas obras musicales.


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Cuento 138

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Flavio Herrera

La Tempestad ISBN: 978-9929-560-11-6 entro de la generación literaria de 1920 en Guatemala opera una serie de fenómenos sumamente interesantes, ya que mientras algunos de sus miembros se integran de lleno a la explosión de las vanguardias de origen europeo, otros dirigen su atención a temáticas de carácter regional que pueden asociarse con el criollismo o el indigenismo. La obra de Flavio Herrera (Guatemala 18951968), uno de los representantes más destacados de dicha generación, se nutre de ambas tendencias y llega a constituirse en un referente fundamental de su época. Tanto en sus ejercicios narrativos como en su poesía, es posible encontrar pasajes descriptivos que contraponen constantemente lo urbano y lo rural, preocupación de gran importancia a lo largo de su trabajo literario. La tempestad, novela publicada originalmente en 1935 e integrante de la conocida Trilogía del trópico (junto a El tigre y Caos), permite al autor afirmar elementos ideológicos fundamentales de la clase social a la que pertenece (como terrateniente de tendencias liberales) y cuestionar ciertas ideas que no le satisfacen del todo. Así mismo, mediante el hábil enlace de dos historias simultáneas (el problemático amor entre Palma y César Portocarrero, y la “epopeya del café”), Herrera describe intensos pasajes de la vida en la finca cafetalera, dejando un invaluable testimonio de las condiciones sociales prevalecientes en gran parte del ámbito rural guatemalteco a inicios del siglo pasado.

Galería

Rostros

Desde los seis o siete años hasta que tuvo catorce o quince, no había dejado de llorar en escena. Y junto con ella, la audiencia lloraba también muchas veces. La idea de que el público siempre lloraría si ella lo hacía, fue la primera visión que tuvo de la vida. Para ella, las caras se aprestaban a llorar indefectiblemente, si ella estaba en escena. Y como no había un solo rostro que no comprendiera, el mundo para ella se presentaba con un aspecto fácilmente comprensible. No había ningún actor en toda la compañía capaz de hacer llorar a tanta gente en la platea como esa pequeña actriz. A los dieciséis, dio a luz a una niña. –No se parece a mí. No es mi hija. No tengo nada que ver con ella –dijo el padre de la criatura. –Tampoco se parece a mí –repuso la joven–. Pero es mi hija. Ese rostro fue el primero que no pudo comprender. Y, como es de suponer, su vida como niña actriz se acabó cuando tuvo a su hija. Entonces se dio cuenta de que había un gran foso entre el escenario donde lloraba, y desde donde hacía llorar a la audiencia, y el mundo real. Cuando se asomó a ese foso, vio que era negro como la noche. Incontables rostros incomprensibles, como el de su propia hija, emergían de la oscuridad. En algún lugar del camino se separó del padre de su niña. Y con el paso de los años, empezó a creer que el rostro de la niña se parecía al del padre. Con el tiempo, las actuaciones de su hija hicieron llorar al público, tal como lo hacía ella de joven. Se separó también de su hija, en algún lugar del camino. Más tarde, empezó a pensar que el rostro de su hija se parecía al suyo. Unos diez años después, la mujer finalmente se encontró con su propio padre, un actor ambulante, en un teatro de pueblo. Y allí se enteró del paradero de su madre. Fue hacia ella. Apenas la vio, se echó a llorar. Sollozando se aferró a ella. Al hallar a su madre, por primera vez en la vida lloraba de verdad. El rostro de la hija que había abandonado por el camino era una réplica exacta del de su propia madre. Sin embargo, ella no se parecía a su madre, así como ella y su hija no se asemejaban en nada. Pero la abuela y la nieta eran como dos gotas de agua. Mientras lloraba sobre el pecho de su madre, supo qué era realmente llorar, eso que hacía cuando era una niña actriz. Entonces, con corazón de peregrino en tierra sagrada, la mujer se volvió a reunir con su compañía, con la esperanza de reencontrarse en algún lugar con su hija y el padre de su hija, y contarles lo que había aprendido sobre los rostros. Yasunari Kawabata /Japón

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Abecedario Juan Otero Castillo* a figura del padre suele ser dotada por la mayoría de las personas con características como: el ser con poder y fortaleza, productor, protector, proveedor de seguridad y referente espiritual, en tanto que la religión dominante en occidente simboliza la figura de Dios bajo una morfología masculina y materializada por medio de su hijo: creado a imagen y semejanza. En este contexto, se inviste al hombre de cualidades culturalmente heredadas, desde su concepción, que se visibilizan en lo micro (familia) y lo macro (sociedad) conduciendo al establecimiento de diversos fenómenos que alimentan conflictos de relaciones de poder y autoconcepto, favoreciendo el choque del ideal del arquetipo de la figura paterna ante la realidad social. En Guatemala, según las estadísticas vitales más recientemente publicadas (2014) por el Instituto Nacional de Estadística, encontramos que de acuerdo con los nacimientos registrados por estado civil de la madre, la mayor parte corresponde a solteras con 57.6 por ciento del total de nacimientos, porcentaje que tomando en cuenta solamente el año 2014 representa a 222 mil 448 niños que nacieron en un hogar en el que presuntamente se carece de la figura paterna tradicional, por lo que es evidente la necesidad de reflexionar si pueden existir consecuencias por la ausencia del padre, y reconocer cuál es su función en la vida de sus hijos. Ante esta realidad, es frecuente escuchar el orgulloso discurso de la madre soltera diciendo que no necesita a nadie más para “sacar adelante” a sus hijos y que puede ser madre y padre para ellos, añadiendo a su autoconcepto la característica de mujer fuerte y luchadora, comúnmente atribuida al hombre y convertida en grito de guerra en búsqueda de la igualdad que en ocasiones solo consigue defenestrar la condición humana del hombre antes que alcanzar la igualdad genuina que trasciende el género.

El ser integral

Resulta útil recordar el componente simbólico que aporta el concepto de animus propuesto por Carl Jung, quien tomando como base su concepción de los arquetipos y el inconsciente colectivo propone que tanto el hombre como la mujer mantienen en su interior aspectos del género contrario, siendo el animus la presencia en la mujer de todas las experiencias ancestrales referentes al hombre depositadas en ella por medio del inconsciente colectivo. En este sentido, el esfuerzo de una madre por cumplir ambos papeles (madre y padre) sería el resultado de traer al consciente (o dejar de reprimir) dicha herencia que tanto hombres como mujeres poseen, tal como sucede en el caso del hombre y el ánima, que representa el arquetipo de la vida y eros, influyendo por tanto en la forma de relación del hombre hacia las mujeres. En resumen, las características que definen el género están guardadas en el inconsciente colectivo que se expresa a través de la cultura; y el ser humano, aunque producto de esta herencia, tiende a evolucionar en mayor medida algunas características relacionadas con su sexo, guarda en su esencia la presencia de ambas y puede por tanto desarrollarlas de forma integral. Lo anterior representa el proceso de adaptación que

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Paternidad:

La función del arco

Es necesario que el hombre se permita expresar sentimientos, reconocer sus debilidades, solicitar ayuda y trabajar en igualdad de condiciones junto a la mujer para construir un frente unido que se alimente mutuamente por medio del autoconocimiento y el trabajo personal. Desde el esfuerzo y el ejemplo, puede adoptar patrones de crianza que tiendan al equilibrio, enviando mensajes claros que al tomar en cuenta los sentimientos de los hijos estimulen su confianza e independencia.


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podrían llevar indistintamente padres y madres al verse como únicos cuidadores de sus hijos, pero en el caso del niño o niña ¿Qué procesos pueden verse afectados en ausencia de la figura paterna?

Perspectiva psicoanalítica

Sigmund Freud, el principal exponente del psicoanálisis, construyó la teoría del Complejo de Edipo basado en su teoría del desarrollo psicosexual, indicando que el padre representa para el niño una figura poderosa que hay que vencer, debido a que lo ve como rival en su relación con la madre, lo que provoca la angustia de castración (temor a ser castigado por su deseo incestuoso producto de la relación natural de cercanía entre madre e hijo) por parte del padre, hecho que ayuda al hijo a reconocer la prohibición de la madre llevándolo a reprimir sus impulsos en una edad temprana, para reorientar más adelante, en la adolescencia, su deseo hacia otras mujeres fuera del círculo de relación sanguínea, como lo demanda la sociedad. En este sentido Sebastián León, en su libro El lugar del padre en el psicoanálisis, refiere: “…el padre opera como objeto a dos niveles: objeto de ambivalencia para el infante (de amor e identificación, así como de odio y rivalidad, en el complejo de Edipo completo de ambos

sexos) y como objeto sexual para la madre. Esto supone una doble barrera del incesto, tanto para el niño como para la madre, donde en relación con esta última se trata de impedir que el niño sea tomado como sustituto del padre, con un exceso de ternura que haga madurar precozmente su erotismo”.

Objeto y sujeto amoroso

Este proceso refuerza a la vez en el niño el concepto de norma y autoridad que se interioriza para conformar lo que Freud denomina “Superyo” en la dinámica del aparato psíquico, de aquí que la figura del padre es vista como el que establece las reglas o límites y que regula la sociedad. Además, revela uno de los puntos clave que afecta a numerosas familias en donde en ausencia del padre, la madre dirige en exceso la atención a sus hijos y/o facilita, sin darse cuenta, la adopción por parte de los mismos de las características de un padre, alterando así su desarrollo natural. Distintos autores como Freud, Lacan y Winnicott coinciden en el valor de la figura paterna para la conformación del aparato psíquico; sin embargo, Sebastián León va más allá al reconocer los aportes del Dr. André Green que amplían el análisis hacia el aspecto social y los cambios sufridos en las figuras clásicas

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en la modernidad, explicando: “Para Green, uno de los roles del tercero, además de su función de separación e interposición gradual en la experiencia cuerpo-a-cuerpo entre madre y bebé (limitando así la omnipotencia materna), es ofrecerse no solo como otro objeto de amor, sino también como otro sujeto amoroso, que por la misma condición de ser un tercero, no puede ser un mero duplicado de la madre”. Green relevará que los padres ya no están ajenos al contacto físico con sus hijos, hecho correlativo a un mayor distanciamiento de las madres, dada su mayor inserción laboral. Como consecuencia, plantea, las imágenes parentales inconscientes son menos claras, más ambiguas y más difíciles de descifrar. Para Green, estas diferencias deben ser reconocidas y clarificadas: el padre no es un amigo. Incluso al jugar, el padre es el representante de las reglas y de que estas se respeten. Ahora bien, de acuerdo con Green, estas modificaciones socioculturales no tienen consecuencias en la mente infantil, porque el psicoanálisis no tiene que ver con asuntos conductuales ni observables, sino con la identificación inconsciente”.

Patrones de crianza

Una vez establecido el hecho de que efectivamente el padre cumple un papel importante en la conformación del aparato psíquico del infante (permitiéndole a nivel inconsciente la interiorización de normas para mediar con la realidad externa), de cómo a pesar de las transformaciones culturales que llevan a difuminar las otrora más drásticamente marcadas diferencias de papel entre madre y padre, las figuras siguen siendo las mismas y causan los mismos efectos independientemente de los matices existentes en cuanto a las funciones específicas que realizan (trabajo remunerado, cocina, limpieza, reparaciones en casa, etcétera). Se hace ahora necesario hacer notar que existen diversos patrones de crianza, que aplican en conjunto padre y madre y que pueden afectar directamente el desarrollo psicosocial

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El equilibrio parece ser una búsqueda de lo ideal en el proceso de crecimiento que involucra a toda la familia.


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El profeta (fragmento)

La paternidad es un proceso de aprendizaje que se extiende a lo largo de la vida. Acompañar el crecimiento de un ser humano es uno de esos raros privilegios que a veces las penurias de la sobrevivencia pueden llegar a soterrar. Ser padre es ir de la mano con la vida, dejando que siga su curso en el alma de los demás.

del infante y por tanto, influir en su desarrollo, estilo y calidad de vida. Estos patrones de crianza suelen estar en consonancia con el carácter y personalidad de los padres, sus dinámicas internas como pareja y su historia personal con el grupo primario de apoyo (padres, hermanos y/o cuidadores principales).

Recuperar privilegios

Existen diversas clasificaciones de estos patrones pero se puede simplificar diciendo que hay estilos activos y totalitarios en donde el padre es la autoridad, no escucha ni toma en cuenta opiniones, siendo agresivo e imponiendo su forma de pensar y sus normas (estilo que en alto grado fomenta el machismo generalizado en nuestro país). Hay estilos pasivos que tienden a la permisividad, enviando mensajes contradictorios en cuanto al cumplimiento de las normas, en donde no se da importancia a lo que el niño piensa o siente mostrando indiferencia y favoreciendo la inseguridad; y finalmente, patrones de crianza que tienden al equilibrio, destacando fortalezas de ambos padres, enviando mensajes contundentes y coherentes que toman en cuenta los sentimientos y pensamientos del niño o niña, favoreciendo su independencia en un contexto seguro que alimenta su confianza y capacidad. Evidentemente este último es el modelo ideal en el que los miembros de la familia se retroalimentan y benefician mutuamente. Sabemos que la tendencia a aplicar los patrones vinculados al machismo y al autoritarismo hace daño a todos los miembros de la familia, lo que en la medida de una balanza refleja que podría ser más beneficioso para un niño o niña crecer en ausencia de una figura paterna destructiva que lo invite a reproducir

estos patrones en el futuro y a normalizar la conducta violenta como herramienta principal para mediar con el entorno. Esta realidad nos sitúa ante un gran reto que trasciende la familia y corresponde a la sociedad en general, debido a que romper este paradigma implica para el hombre y padre, redefinir su autoconcepto y recuperar los privilegios vetados por los paradigmas clásicos.

Ser el arco estable

Es necesario que el hombre haga aflorar su ánima, y se permita expresar sentimientos, reconocer sus debilidades, solicite ayuda y trabaje en igualdad de condiciones junto a la mujer, quien a su vez debe mostrar fortaleza, desapego, dominio de sus emociones, etcétera, para construir un frente unido que se alimente mutuamente a través del autoconocimiento y el trabajo personal para, desde el esfuerzo y el ejemplo, guiar a los hijos. Si bien es cierto no existe un manual para ser padres, la presencia e implicación de ambos en el cuidado de los hijos, bajo condiciones favorables y constructivas, representa indiscutiblemente un beneficio mayor para el infante que la presencia de solo uno de ellos. Podemos confiar en que es posible contribuir al desarrollo y realización de los hijos a través del trabajo interno y personal para ganar madurez y juicio crítico y saber mediar con los retos que supone el proceso, pese al dolor que puedan representar puntualmente los errores y los fracasos que se imprimen en la historia de los hijos y que son producto además, de su propio criterio. Posiblemente la forma más acertada de visualizar este proceso y sus componentes, es la que nos ofrece el poeta libanés Gibrán Khalil Gibrán en un fragmento de su conocido texto El profeta que mostramos aquí. *Psicólogo

Y una mujer que sostenía un bebé contra su pecho dijo, Háblanos de los Hijos. Y él contestó: Vuestros hijos no son vuestros hijos. Ellos son los hijos y las hijas de la Vida que trata de llenarse a sí misma. Ellos vienen a través de vosotros pero no de vosotros. Y aunque ellos están con vosotros no os pertenecen. Les podéis dar vuestro amor, pero no vuestros pensamientos. Porque ellos tienen sus propios pensamientos. Podéis dar habitáculo a sus cuerpos pero no a sus almas, Pues sus almas habitan en la casa del mañana, la cual no se puede visitar, ni tan siquiera en los sueños. Podéis anhelar ser como ellos, pero no luchéis para hacerlos como sois vosotros. Porque la vida no marcha hacia atrás y no se mueve con el ayer. Vosotros sois los arcos con los que vuestros hijos, como flechas vivientes, son lanzados a la Vida. El Gran Arquero ve la diana en el camino del infinito, y la dobla con su poder y sus flechas pueden ir rápidas y lejos. Haced que la forma en que dobléis el arco en vuestras manos sea para alegría. El también, además de amar la flecha que vuela, ama el arco que es estable. Procuremos entonces, padres y madres, comprender nuestro papel de arco y ser: equilibrio entre masculino y femenino, entre rigidez y flexibilidad, entre sentimiento y pensamiento, entre fuerza y delicadeza asegurando un lanzamiento certero que llegue al centro del corazón del árbol-sociedad del que se construirán los arcos del mañana. Gibrán Kahlil Gibrán


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Gavetas

Hemeroteca del Diario de Centro América

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Reina del comercio DCA, 13 de junio de 1933.- La fotografía del estudio Imeri, recoge la bella imagen de su majestad Aida I (Aída Marroquín Rubio) electa reina de la recién inaugurada Avenida del Comercio. Altamente significativa es la inauguración de la pavimentación de una arteria como la Novena Avenida. Pudiéramos decir que esa cinta de cemento que actualmente la cubre, vino a borrar el pasado, abriendo un paréntesis en su historia. El Puente de Chispas, característico de la avenida de los Nueve Nombres y con mucho del alma de la vieja raza, ha dejado de ser el lugar por el cual camináramos tantas veces. El comité organizador de estos festejos auspiciados por la Municipalidad estuvo integrado por los hermanos de La Riva, Juan Pierri, Carlos B. Paiz, Manuel Torres, Emilio Santano, Federico Kong, Benjamín Godoy, Antonio Solares, Julio H. Valladares, Hermenegildo Carvajal, Alfredo Rodríguez, Jorge Morales Dardón, Arturo Monsanto y Oscar Quan.


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Reporte en V

Revistas Guatemala, viernes 17 de junio de 2016

Fotos: Archivo

open access Miguel García Martín *

n el mundo académico los científicos nos topamos a menudo con la controvertida cuestión de dónde publicar. Las revistas científicas siguen siendo el principal altavoz para hacer llegar los avances de investigación al resto de nuestra comunidad y a la sociedad en general. Han alcanzado tanto poder de comunicación que en ocasiones es más importante dónde publicas que lo que publicas. Buen ejemplo de ello son las revistas Nature o Science (por citar las más populares), auténticas guardianas del saber y fuente de prestigio. Recibir un premio Nobel pasa hoy, irremediablemente, por hacer públicos los avances científicos en estas u otras revistas del ramo. Ante una situación tan estratégica, con un considerable poder de influencia y la existencia de conflictos de interés entre autores y compañías editoriales, se abre la puerta a ciertas suspicacias ante una posible falta de imparcialidad. El ejemplo al que comúnmente se alude ilustra el interés de los laboratorios farmacéuticos por favorecer aquellas investigaciones en biomedicina que repercuten de manera positiva en la venta de sus productos. Pero en menos ocasiones se pone el acento en la excesiva concentración de las distintas publicaciones en un grupo reducido de firmas editoriales (lo que constituye un lobby empresarial).

Acceso abierto

Recibir un premio Nobel científico pasa hoy por publicar en grandes revistas especializadas, como Nature o Science. Ahora, muchas de las más grandes y prestigiosas editoriales privadas ofrecen información en abierto sin costo para el lector: es el autor quien paga. Sin embargo, otras publican en acceso abierto, sin costos para unos ni otros, y consiguen similares índices de impacto para la comunidad científica sin perder de vista la vocación pública.

Prestemos atención a una disciplina concreta como la geografía. Existen 78 revistas científicas para el área de geografía de reconocido prestigio (indexadas en los Journal Citation Reports de Thomson Reuters). Tras la aparente diversidad temática y geográfica se observa que la mayoría de estas revistas pertenecen al sector editorial privado -con base en Reino Unido y Estados Unidos- hasta el punto de que más de la mitad de todos estos títulos están publicados tan solo por dos editoriales ( Taylor & Francis y Wiley-Blackwell). Es, si cabe, más llamativo que la minoría de revistas que no pertenecen a firmas comerciales (las sacan adelante grupos de investigación, departamentos universitarios, sociedades científicas...) proceden de ámbitos no angloamericanos, y permiten la publicación en otros idiomas distintos del inglés y, lo que es más significativo, publican en acceso abierto, sin costos para el lector ni para el autor. El acceso abierto viene siendo así una seña de identidad y una declaración de intenciones


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En el anterior caso del área de geografía, por seguir con un ejemplo ilustrativo, dos de cada tres revistas aplican una tarifa al autor de 2 mil a 2 mil 500 euros (entre Q.17 mil 413 y Q.21 mil 766) si quieren que su artículo esté en abierto. Por lo general el autor que se acoge a esta solución no lo paga de su bolsillo, sino que son sus instituciones (universidades, centros de investigación, etcétera) las que corren con estos costos. Por lo tanto, lo que se ahorran estos organismos públicos en las suscripciones anuales de sus bibliotecas repercute por el otro lado en los presupuestos destinados a sufragar gastos de investigación para publicar en abierto. En consecuencia, el posible ahorro queda en entredicho.

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En países latinos y centroeuropeos, el acceso abierto sin costos para lector o autor es una práctica común, al menos en el ámbito de las humanidades y las ciencias sociales.

Ediciones electrónicas

de las editoriales con vocación de servicio público, que ponen a disposición de todo el mundo los resultados científicos de sus autores sin pretender un lucro económico a cambio. Por un lado es normal: si eres una institución pública puedes publicar, subir o colgar los artículos de manera abierta y gratuita, mientras que si eres una empresa privada te ves en la necesidad de establecer un precio para sufragar los costos. Lo que resulta más extraño es que la mayor parte de las grandes firmas comerciales (las antes señaladas, pero también Elsevier, Spriger, PLOS, BioMed Central...) ahora ofrecen una parte importante de artículos y volúmenes enteros en abierto, con lo que es posible descargar una versión electrónica sin costo alguno. La clave reside en que es el autor (o autores) quien paga por verse publicado. Imaginemos a un músico que tiene que pagar por dar un concierto, a una arquitecta por diseñar un edificio o a un dentista por operar la boca de un paciente. Resultaría sorprendente que estas personas deban desembolsar en lugar de cobrar por ofrecer un servicio profesional. Sin embargo, en el mundo de las publicaciones científicas esto se ha convertido en norma.

Vocación de servicio

El movimiento Open Access, como se conoce en inglés, surge a principios de la década de 2000 para plantear que, con la universalización de los medios digitales, las contribuciones científicas sean más accesibles, es decir, estén libres de barreras económicas, técnicas o administrativas. Sin embargo, es en este punto donde creo que hay que matizar. Habría que distinguir entre dos formas de entender el acceso abierto, dos perspectivas para un mismo hecho, dependiendo de en qué contexto académico nos encontremos. En el mundo científico angloamericano, el Open Access a menudo da por hecho (eso sí, no siempre) que es el autor el que asume los costos, el que paga. Alguien tiene que hacerlo. A estas fórmulas se las conoce como article processing charge, pay-per-publish, fee-based open-access journals...

En países latinos y centroeuropeos, principalmente, el acceso abierto sin costos para lector y autor, viene siendo una práctica común y generalizada, al menos en el ámbito de las humanidades y las ciencias sociales, desde que muchas editoriales institucionales empezaron a editar sus publicaciones de forma electrónica. Está claro que la viabilidad económica de esta fórmula implica un costo, pero está asumido como parte de las competencias de los actores involucrados en su ejercicio de servicio público: editores, comité científico, revisores, etcétera, no cobran honorarios ni regalías, pues su trabajo ya está remunerado en su sueldo ordinario. Con todo ello no se debe menospreciar el imprescindible papel que juegan las editoriales comerciales en el sostenimiento de una red global de transferencia e intercambio de conocimientos científicos. Siempre han estado allí y hoy son parte del cimiento donde se construye el saber académico. Sin embargo, son estas revistas las que han recibido tradicionalmente el mayor foco de atención y prestigio, cuando creo que el verdadero mérito está en ese grupo de revistas de primera magnitud pero colocadas una fila atrás, que consigue similares índices de impacto para la comunidad científica sin perder de vista la vocación pública. Esto se traduce en una garantía de calidad y transparencia que podría verse comprometida desde el sector privado, condicionado por la búsqueda del lucro. Bajo esta premisa subyace el debate sobre la sostenibilidad económica del sistema editorial científico. Desde el sector comercial siempre se ha defendido que mantener todo el mecanismo que mueve una revista cuesta mucho: revisión, edición, publicación, distribución, comunicación, mercadeo, etcétera. Pero también es cierto que hoy en día existen revistas institucionales, sustentadas con muy pocos fondos, indexadas en las principales bases de datos, a las que acude la comunidad científica por la calidad de su contenido y por ser referentes en sus respectivas disciplinas. Desde luego, los geógrafos podemos contar con ellas. En un escenario futuro deseable, no habrá que esperar mucho para conocer a premios Nobel que hagan de las publicaciones de acceso abierto -entendido como libre y universal para todos los usuarios, y también autores- la plataforma con que proyectar al mundo sus conocimientos, sus avances y sus experiencias científicas. * Geógrafo

La expansión de publicaciones de acceso abierto juega decisivamente a favor de la divulgación científica.


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Contando el tiempo

Prejuicios

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Gisela Ortega* uien esté libre de prejuicios que tire la primera piedra, porque todas las personas, incluyéndome, hemos defendido alguna vez una opinión de segunda mano. Puntos de vista que no han sido meditados con detenimiento, sino que se han ido imponiendo por el uso y considerados como afirmaciones categóricas, juicios a priori casi veredictos, a veces inamovibles. El prejuicio consiste en criticar de forma positiva o negativa una situación, una persona, un género o una nación, sin tener suficientes elementos previos Es una actitud que puede observarse en todos los ámbitos y actividades de la sociedad, en cualquier grupo social o grupo de edad, e implica una forma de pensar íntimamente relacionada con comportamientos o actitudes de discriminación.

Prejuicios sutiles

Las personas pueden decir no tener prejuicios y que son muy tolerantes. Por desgracia, las cosas no son tan simples como parecen y los cambios no han sido tan grandes como nosotros tendemos a pensar. Si se utilizan métodos más sofisticados para medir los prejuicios, en los que no se pregunta directamente a los individuos sino por medio del análisis de su respuesta., se verá que muchos estereotipos se aprendieron en la infancia, al emular la forma de pensar y hablar de los adultos sin intención maliciosa, y están muy arraigados en la sociedad y forman parte de nuestros procesos mentales.

Prejuzgar parece ser también un mecanismo defensivo en sociedades cerradas.

El prejuicio surge por conveniencia, para discriminar, descartar o dominar a otros seres humanos sin reflexionar si eso es bueno o malo, o si es una opinión objetiva o subjetiva. Actualmente el prejuicio no ha mermado sino que se ha vuelto “más sutil”. Por lo general, es una actitud hostil o -con menor frecuencia- favorable hacia miembros de un grupo por el simple hecho de que pertenecen

a esa agrupación, en la presunción de que la misma posee cualidades negativas o positivas que se le transfieren al sujeto. La opinión se produce respecto a la comunidad prejuiciada y después incorpora a la persona. Dado que ningún hombre puede saberlo todo, ni juzgar cualquier hecho con referencia a su experiencia individual, es inevitable que en las conversaciones estas opiniones generalizadas


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Lo que algunas personalidades han dicho sobre el prejuicio

Los inenarrables actos de exterminio que registra la historia se alimentan y a su vez alimentan, el prejuicio; lo instituyen, lo “naturalizan” y, en última instancia, lo justifican. se transformen en una reacción automática. No hay nada en contra de ellas, siempre que permanezcan sin ninguna consecuencia, pero como creencias se convierten fácilmente en convicciones profundas muy costosas de rectificar: la testarudez tiene una existencia increíblemente larga. ¡Qué rápido juzgamos, echando mano de nuestros prejuicios! Alguien podría responder que esas ideas no hacen daño a nadie, pero en realidad pueden desembocar en un criterio falso que no se ajusta a la realidad. La causa que los prejuicios sean tan inamovibles reside en el extendido rechazo a pensar con detenimiento. Cuando nos podemos basar en algo, que otros muchos antes que nosotros ya habían dado por sentado, nos sentimos más seguros que cuando intentamos defender nuestros propios conceptos expuestos a la crítica. Echar por tierra los prejuicios significa trabajar por un juicio crítico mejor y más justo: lo que

w El escritor y filosofo francés, Voltaire (1694-1778), sentenció: “Los prejuicios son la razón de los tontos” w Jean-Jacques Rousseau (1712-1778), polímata suizo francófono, escritor y filósofo, manifestó: “Prefiero ser un hombre de paradojas que un hombre de prejuicios”. w El actor estadounidense, William Claude Fields (1880-1946), dijo: “Estoy libre de prejuicios. Los odio a todos por igual”. w “El más peligroso de nuestros prejuicios reina en nosotros contra nosotros mismos”, destaca el poeta austriaco (1874-1929), Hugo Von Hofmannsthal. w La escritora francesa Simone De Beauvior, (1908-1986), afirmó: “Es absolutamente imposible encarar problema humano alguno con una mente carente de prejuicios”. w José Ingenieros, (1877-1925), médico, psicólogo y escritor italo argentino, expresó: “Los prejuicios son creencias anteriores a la observación, los juicios, exactos o erróneos, son consecutivos a ella”. w El escritor británico Aldous Huxley, (1894-1963), opinó: “El modo en que empleamos la inteligencia, depende de nuestra voluntad. Cuando la voluntad no es desinteresada, el intelecto tiende a emplearse -a no ser que se trate de los campos extrahumanos de las tecnologías, las ciencias o las matemáticas puras-, meramente como un instrumento para la racionalización de las pasiones y los prejuicios y la justificación de los intereses personales”. w “Nosotros no nos dirigimos a los que opinan que no hay más salida que dejar a la inevitable evolución seguir su lento curso. Nos dirigimos a los insatisfechos y a los que dudan... A los descontentos consigo mismos, a aquellos que sienten el peso de cientos y cientos de siglos de convencionalismos y prejuicios. A aquellos que tienen sed de verdadera vida, de libertad de movimiento, de actividad real y que no encuentran alrededor más que maquillaje, conformidad y servilismo”, advierte el escritor francés, Emile Armand (1872-1962). w El psicólogo norteamericano John Dollard (1900-1980), señala que el prejuicio es el resultado de la frustración, y es la base de discriminación en contra de la dignidad humana.

no es otra cosa que poder tomar decisiones más acertadas.

Impactos

El prejuicio ha llevado a que algunas personas sean excluidas injustamente de trabajos, barrios, oportunidades educativas, préstamos bancarios, eventos sociales y asociaciones o sean objeto de insultos o ataques físocos o se les pague menos que a otros aunque hagan el mismo trabajo, se les paga injustamente menos aunque hagan el mismo trabajo. El prejuicio se agudiza por el ambiente o medio social: el racismo, la homofobia, los pun-

tos de vista políticos, religiosos o espirituales firmemente sostenidos, surgen ante un enemigo potencial como posición defensiva que puede salvar la vida del individuo o grupo prejuicioso. La sociedad está compuesta por actores con diferentes ideas, origen étnico, adscripción religiosa, etcétera y si nos dejamos ganar por los prejuicios alrededor de identidades diversas, se producirán enfrentamientos que al quebrar las normas de convivencia terminarán por sembrar el odio. Es en este aspecto sobre el cual, los padres y los educadores, entre otros, deben trabajar para formar personas libres y juiciosas. *SurySur

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Tragaluz

Guatemala, viernes 17 de junio de 2016 Fotos: Archivo

Borges, el memorioso Javier Wimer* onocí a Borges en mayo de 1968. Ya estaba ciego y tenía la costumbre de acercar la cara a poca distancia de su interlocutor. Parecía un gesto de curiosidad, una manera de descifrar o reconstruir el rostro ajeno con los vestigios de una facultad perdida, de capturarlo por cuenta de la mera cercanía física. Tal vez desarrolló este gesto durante el largo proceso en que perdió la vista aunque, como pude advertir con el tiempo, no se trataba de un movimiento reflejo sino de un acto de cortesía, de un modo ritual de mostrar la atención que le merecían sus interlocutores. Al principio, esta especie de escrutinio o asedio me resultaba incómodo pero poco a poco dejé de advertirlo. En esos años Borges dirigía la Biblioteca Nacional en el viejo edificio de la bonaerense calle México y me recibió en su despacho del primer piso, especie de balcón interior que dominaba un sector de los estantes y los corre-

dores en penumbra. La oficina era estrecha, alta, agobiada por grandes muebles de distintas edades y condiciones. Algunos proclamaban la elegancia de una república opulenta y otros llevaban el sello de su promiscuo origen burocrático. El conjunto no resultaba acogedor, pero era grato, en cambio, el mueble de cuero donde Borges acomodaba a sus visitantes.

Misión diplomática

Yo había llegado unos días antes a Buenos Aires para hacerme cargo de los servicios culturales de la embajada mexicana y eran predecibles los temas de la conversación. Giró, primero, sobre México y, luego, sobre la propia Biblioteca Nacional. Borges tenía una idea remota y curiosa de México. Lo asociaba principalmente con el prestigio de sus antiguas civilizaciones y con los cuadros de inspiración maya que pintaba su amigo Xul Solar, con la historia de Prescott, con la poesía de Othón, de López Velarde y de Maples Arce, con el recuerdo vivo de Alfonso Reyes y de Daniel Cosío Villegas, con la evoca-

ción de Octavio Paz, a quien no había tratado en persona y cuya obra decía no conocer. Ésta era, en rigor, una cautelosa verdad a medias que le ahorraba la opinión sobre una poesía que no era de su gusto. Se daba por supuesto que había leído, al menos, El laberinto de la soledad, de Paz, que tanta resonancia tuvo en el Buenos Aires de 1950 y, ciertamente, los poemas que consideraba crípticos y difíciles de memorizar. El aprecio que se tenían ambos poetas no reposaba en sus afinidades sino resultaba, más bien, de una esforzada superviviencia de sus diferencias. Se trataba de hombres de personalidades, temperamentos y estilos dispares. En varios sentidos, el Borges de la edad madura era un clásico y un cartesiano. Casi toda su obra se desarrolló en el marco de valores y estilos tradicionales. Desdeñó cualquier tipo de estridencia y su originalidad formal reside, sobre todo, en la implacable voluntad de estilo que culminó en una escritura de extremo rigor y concisión. Borges no se interesaba en la política ni en la política


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Guatemala, viernes 17 de junio de 2016

literaria. Se burlaba de sus propios compromisos y devaneos con los ismos que estuvieron de moda en sus mocedades y aun de las mocedades en sí mismas, que consideraba fuente inagotable de la insensatez humana. Por eso, cuando un periodista le preguntó si tenía algún consejo para la juventud, Borges sólo dijo: desistir. En este caso, su nombramiento como director de la Biblioteca Nacional se había convertido en la reparación simbólica del agravio que, contra su dignidad de pequeño funcionario, había cometido el régimen peronista al nombrarlo inspector de mercados. Borges no había olvidado éste y otros incidentes persecutorios que incluían el breve pero ultrajante arresto de su madre y de su hermana pero no los recordaba con el rencor de su madre Leonor Acevedo, quien los consideraba de una absoluta actualidad con objeto, supongo, de mantener intacta su rabia contra la dictadura. Cuando se encontraba con el tema o lo traía a colación, se dejaba arrastrar por un torrente de elocuencia antiperonista que acompañaba con los enérgicos giros de un paraguas convertido, momentáneamente, en instrumento de guerra.

Jorge Francisco Isidoro Luis Borges Acevedo, que este 14 de junio cumplió 30 años de fallecido, afirmó alguna vez que la vida de un libro comenzaba 50 años despuésde su escritura.

Universo borgiano

Sin fe en la democracia

En estos encuentros fui conociendo a un sector de sus familiares y amigos cercanos. A su madre Leonor Acevedo; a su cuñado Guillermo de Torre, casado con su hermana Norah y recordado editor de la colección La pajarita de papel; a María Kodama, su discípula predilecta y con quien estudiaba islandés antiguo; a Norman Thomas de Giovanni, un joven estadounidense especializado en su obra y dedicado en aquellos años a traducirla al inglés. Con Borges se hablaba siempre o casi siempre de literatura y, en raras ocasiones, de política. Se sabe que el tema no le interesaba especialmente. Borges era una especie de thory escéptico y mal informado. Un individualista que no tomaba en serio la política y ni siquiera sus propias opiniones políticas. Pero era también antirracista y antifascista, enemigo del autoritarismo y de la violencia y, en modo alguno, un sectario o un militarista como algunos sostuvieron con ligereza. “No soy partidario de un gobierno de militares como no soy partidario de un gobierno de ingenieros, de sastres o de peluqueros”, le gustaba repetir. Sólo resulta posible acotar su posición política a través de contradicciones, de negaciones endémicas y de sutilezas recurrentes. Se proclamaba contrario a los sistemas autocráticos aunque, llevado por su militante antiperonismo, el año de 1976 se haya manifestado en favor de la Junta Militar que derrocó a Isabel Perón y aunque ese mismo año, supongo que por idénticos motivos, haya rematado el prólogo a La moneda de hierro con una frase que se volvió famosa: “Me sé del todo indigno de opinar en materia política, pero tal vez me sea perdonado añadir que descreo de la democracia, ese curioso abuso de la estadística”. Su tardío deslinde de la democracia hizo aún más difícil entender y definir la posición política de quien tampoco era partidario de la dictadura, de la monarquía o del anarquismo. Para hacerlo habría que improvisar una explicación casuística o aceptar, simplemente, la propuesta del propio Borges: ¿A qué agregar a

Algunos de sus actos y declaraciones le causaron problemas. El episodio más conocido de todos es haber aceptado la Orden de Bernardo O’Higgins del gobierno pinochetista, cuando ya se daba por seguro que obtendría el Premio Nobel de Literatura. Muchas voces airadas se levantaron para condenarlo y Artur Lundkvist, el poeta, el socialista que abanderaba la causa de Borges en la academia sueca, vetó para siempre su candidatura. Borges fue víctima de una maniobra urdida por las cancillerías argentina y chilena que perjudicó el prestigio del escritor sin mejorar la imagen de las dictaduras gemelas. De este modo, se encontró con su destino sudamericano y asumió el tropiezo con su habitual ironía. Le llevó tiempo saber quién era Pinochet y reconocer que se había equivocado. Otro tanto le ocurrió con Videla, pero cuando le llegaron pruebas inequívocas de sus crímenes no vaciló en denunciarlos.

los límites naturales que nos impone el hábito, los de una teoría cualquiera?

Aristocracia de la inteligencia

En todo caso, Borges nunca cayó en la tentación de diseñar o esbozar una utopía política, tal vez para no desacreditar su escepticismo, aunque tengo la sospecha que su polis ideal era una especie de aristocracia de la inteligencia, una sociedad gobernada por sabios y con un anchísimo espacio para el ejercicio de la libertad individual. Lo que resulta curioso es que un hombre que se decía ajeno a la política hiciera tantas y, a veces, tan infortunadas declaraciones políticas. Me parece que esta actitud obedecía a un imperativo de carácter ético, a una genuina necesidad de expresarse como ciudadano. No para satisfacer una expectativa social o cualquier otro tipo de exigencia externa sino como un desafío, como un modo de afirmar su libertad y de vencer su timidez, sus temores y sus miedos. Singular paradoja de un hombre decepcionado de la democracia pero que, a fin de cuentas, no era súbdito de nadie sino el altivo ciudadano que sólo puede existir en la democracia.

Sólo los grandes creadores pueden mostrarnos los entretelones secretos del Universo. A Borges se le reconoce por su erudición, por el brillo singular de su inteligencia y de su fantasía, por la originalidad, belleza y perfección de sus textos pero, sobre todo, por su capacidad para comprometernos en una nueva lectura, en una nueva interpretación de la realidad. Por eso el uso extendido del término “borgiano” generalmente describe, no su estilo, sino los mundos paralelos en que se desarrollan sus historias o los territorios ambiguos donde la vida de todos los días se transfigura al contacto con el azar o la predestinación. Borges el memorioso tenía un tigre interior siempre hambriento y siempre dispuesto a devorar los materiales que llegaban del exterior, un tigre capaz de transformar prontamente, como diría Condillac, las ideas sensibles en ideas intelectuales. Borges encarnaba el arquetipo del perfecto caballero. Creía sinceramente en la verdad, en el honor, en el coraje, valores de exaltación necesaria pero de práctica incierta. Ejercitaba la cortesía no como convención social sino como deber ético y evitaba hasta el extremo usar los privilegios sociales de su ceguera. A fines de 1985 cambió Buenos Aires por Ginebra debido, se decía, a que el gobierno del radical Raúl Alfonsín no satisfacía sus expectativas de antiguo militante de ese partido. Mayor peso tuvo en esta decisión, me parece, el avance del cáncer que ponía un límite cercano e irrevocable a sus días terrenales y que Borges no deseaba desperdiciar en los chismes y conflictos a que lo condenaba su celebridad, su condición de bien nacional, de patrimonio colectivo de los argentinos. Borges quería reconquistar su vida privada y con tal propósito eligió como lugar de residencia a la aséptica Ginebra y más exactamente a la Vieille Ville, la ciudad de austera piedra, sin adornos, la ciudad de Calvino pero también la ciudad donde podría recuperar la memoria dichosa de sus mocedades y donde podría celebrar, en la intimidad, su matrimonio con María Kodama. El año de 1986 fue el año de la muerte de Borges. Se adentró en los laberintos del tiempo con el valor y la serenidad que le eran propios. *Revista UNAM

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Ventanas

Guatemala, viernes 17 de junio de 2016

Regeneración ósea Implantes óseos personalizados y realizados con materiales bioactivos y biodegradables constituyen el hito alcanzado por un equipo multidisciplinario de investigadores europeos y chinos. El avance se presentó esta semana en la Escuela de Ingenierías Industriales de la Universidad de Extremadura (UEx), España, que ha participado en este proyecto europeo, denominado BIO-SCAFFOLDS. El objetivo final es demostrar y acercar a la práctica clínica la fabricación de prótesis e implantes personalizados para cada paciente, mediante estructuras porosas cerámicas o de metal. Según los investigadores, ya han logrado diseñar prototipos especiales y los resultados son muy prometedores, además de suponer un gran avance en la medicina regenerativa. Mediante técnicas de imágenes médicas han reproducido e imprimido en 3D una copia exacta de la pieza ósea rota o extraída, de manera que reemplace y encaje directamente en el paciente. La clave ha sido incorporar en la composición de la estructura, biosílice o biopolifosfato, unos materiales que son morfogenéticamente activos. Estas matrices activas inducen el crecimiento y la

remodelación ósea, y además son biocompatibles y biodegradables. No es una pieza inerte, sino que activa el proceso de regeneración del propio tejido óseo. “En la UEx, hemos optimizado los biomateriales fabricados para aplicaciones en implantes óseos mediante el proceso de moldeado robotizado (robocasting). Para ello hemos trabajado con materiales biocerámicos y biovidrios degradables”, ha explicado Pedro Miranda González, investigador principal en la UEx para este proyecto. El equipo del Grupo Especializado en Materiales (GEMA) ha fabricado estructuras tridimensionales porosas con polímeros biodegradables. Esto significa que los implantes, además de ser bioactivos y favorecer la regeneración ósea, desaparecen con el tiempo y solo permanece en el paciente el hueso regenerado, sin implante. Estas estructuras o andamiajes mejoran sus propiedades mecánicas gracias a los polímeros y ofrecen mayor resistencia que los implantes cerámicos convencionales. Estos implantes óseos personalizadas son especialmente recomendables para la zona maxilofacial, craneal, y en el caso de lesiones medulares.

El transhumanismo:

¿Pesadilla o utopía? José Antonio Marina* on esta extraña palabra, “transhumanismo”, se designa una constelación de ideas, realidades y expectativas cuyo denominador común es que las nuevas tecnologías probablemente cambiarán las posibilidades del ser humano en el próximo siglo y en los siguientes, hasta tal punto que nuestros descendientes ya no serán, en muchos aspectos, “humanos”. Serán “transhumanos” e incluso “posthumanos”. En cualquier caso, “postdarwinianos”, porque la evolución no va a ser biológica, sino tecnológica. ¿Qué hay de verdad en todo esto? Sigo la trayectoria de Ray Kurzweill desde que escribió La era de las máquinas espirituales ( The Age of Spiritual Machines) un libro en el que se mezclan tecnología real y ficción, y que predice que la inteligencia artificial superará a la inteligencia humana en unos cuantos decenios.

Singularidad

Investigadores de la Universidad de Extremadura han participado en un proyecto internacional para crear implantes óseos de forma personalizada con materiales biodegradables. Mediante técnicas de imágenes médicas han reproducido e imprimido en 3D una copia exacta de la pieza ósea requerida, de manera que encaje perfectamente en el paciente.

A pesar de ser un gran tecnólogo, no le tomábamos muy en serio, pero ahora la cosa ha cambiado: es el director de investigación de Google y está metido en grandes proyectos innovadores. Ha fijado para el año 2045 la aparición de la “Singularidad”. Este es un término que, hasta donde sé, utilizó por primera vez John von Neumann -el genio matemático que inventó la actual arquitectura de los ordenadores a finales de los cincuenta, para indicar el radical cambio que la emergencia de una inteligencia artificial cada vez más potente, generalizada y capaz de mejorarse a sí misma supondría para la humanidad. El concepto fue popularizado en 1993 por Vernor Vinge con su artículo The Coming Technological Singularity: How to Survive in the Post-Human Era, que contiene la declaración citada a menudo: “Dentro de treinta años, vamos a disponer de los medios tecnológicos para crear inteligencia sobrehumana. Poco después, la era humana se terminará.” Si una máquina fuera capaz de reescribir su propio software para ser aún más inteligente, se produciría una recursividad expansiva, es decir, aceleraría su capacidad exponencialmente. Este tipo de inteligencia, que se denomina “inteligencia artificial fuerte”, o “inteligencia artificial general”, provocaría una “explosión de inteligencia”.


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Mano biónica

Alumnos de sexto de primaria crean una mano biónica para una compañera

“La Singularidad -escribe Kurzweil- nos permitirá trascender las limitaciones de nuestros cuerpos y cerebros biológicos. No habrá distinción, después de la Singularidad, entre el ser humano y la máquina”. ¿Esto es bueno o es malo?

Condorcet

Es sorprendente que, en plena revolución francesa, Nicolás de Condorcet, un pensador admirable, previese la posibilidad y los riesgos de la situación actual: “La naturaleza -escribió- no ha establecido un plazo para la perfección de las facultades humanas; la perfectibilidad del hombre es verdaderamente indefinida; y el progreso de esta perfectibilidad de ahora en adelante es independiente de cualquier poder que pudiera desear detenerla, no tiene otro límite que la duración del mundo en el que la naturaleza nos ha echado. Este progreso variará sin duda en la velocidad, pero nunca será invertido el tiempo en el que la tierra ocupa su lugar actual en el sistema del universo, y siempre y cuando las leyes generales de este sistema produzcan ni un cataclismo general ni cambios tales como la voluntad de privar a la humanidad de sus facultades actuales y sus recursos actuales”. No me cabe duda de que la inteligencia, en cuanto capacidad de captar, manejar y elaborar información va a aumentar espectacularmente, pero este hecho me reafirma en la necesidad de distinguir entre inteligencia y talento: el talento es el buen uso de la inteligencia y se caracteriza por la capacidad de elegir bien las metas, e intentar alcanzarlas. La elección de metas es el punto decisivo. Y es ahí donde debemos insistir, porque es lo que nos permite elegir caminos creadores o destructores. Necesitamos diseñar urgentemente planes educativos para enseñar a usar bien una tecnología de la inteligencia que va a desarrollarse a tal velocidad que debemos tener nuestra respuesta preparada antes de que advenga. Les pondré un ejemplo: la tecnología de realidad aumentada -como las gafas Google- que mezcla información sensitiva con información producida por ordenador está a la vuelta de la esquina. Con motivo del Libro blanco de la profesión docente se me ha acusado de ser un megalómano educativo, que reclama para la educación tareas demasiado ambiciosas. Ante la amenaza del “transhumanismo” tendremos que reafirmar sólidamente un “humanismo” adecuado. En eso estamos. * El Confidencial

La evolución no va a ser biológica, sino tecnológica.

Dos estudiantes de sexto de primaria de la escuela El Turó de Montcada i Reixac, en Barcelona, España, han creado una prótesis de una mano para otra compañera del colegio que nació sin la mano derecha. Los alumnos utilizaron una impresora 3D para reconstruir la extremidad siguiendo la forma y tamaño de la mano izquierda de la niña. Gracias a la nueva mano, Mariam Sabar, un año menor que sus compañeros, puede disfrutar de mayor movilidad en ambos brazos y ha desarrollado nuevas habilidades como coger un libro, un estuche o su almuerzo, según ha explicado el coordinador de la clase de Informática de la escuela y responsable del proyecto, Nacho Gálvez. Para llevarlo a cabo, utilizaron un prototipo de prótesis que encontraron en la plataforma sin ánimo de lucro Creative Commons. El profesor ha destacado la albor de los dos estudiantes de 12 años implicados, Guillem Marqués y Ulises Madurell, y de un proyecto que considera es “transversal, en el que estudiamos aspectos como la informática, la geometría, o las matemáticas, a la vez que practicamos lengua inglesa y anatomía”. EFE

La prótesis se imprimió con la impresora 3D que el colegio ganó el año pasado al ser uno de los centros premiados en el ITWorldEdu.



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