Revista Viernes 22072016

Page 1

La mujer que engendrĂł a Frankenstein

iernes

Archivo

Guatemala, 22 de julio de 2016 AĂąo 3 No. 142


2

Portal Editorial Robar a la divinidad el fuego sagrado de la vida está en el centro de la creación de la novela de Mary Shelley, Frankenstein o el Prometeo moderno. Con motivo de cumplirse 200 años de su aparición, publicamos una nota referida a la creación de este “engendro” que la cinematografía sobremaquilló, terminó de ensamblar y, sobre todo, de mutilar, pues en la adaptación para la pantalla grande, este Prometeo perdió los rasgos esenciales con los que lo había dotado su artífice: pensamiento y lenguaje. En el cine, Frankenstein balbucea, gruñe, ruge y amenaza, al contrario del espíritu con el que fue concebido como revela su autora: “En modo alguno me siento indiferente ante cómo puedan afectar al lector los principios morales que existan en los sentimientos o caracteres que contiene la obra. Sin embargo, mi principal preocupación en este punto se ha centrado en la eliminación de los efectos enervantes de las novelas de hoy en día, y en exponer la bondad del amor familiar, así como la excelencia de la virtud universal.” Dicho esto, queda por revisitar la novela de Shelley quien la “engendró”, por así decirlo, en una inusitada noche invernal de origen volcánico. De alguna manera su obra nos pone en el camino de rescatar, en un contexto oscuro y adverso, la fuerza revitalizadora de la aurora. Ella, como Tojil o Prometeo, robó para nosotros el fuego. Nuestra tarea es alimentarlo.

DIRECTORIO Director General: Héctor Salvatierra. Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo. Edición: Otoniel Martínez. Diseño Gráfico: Héctor Estrada Digitalización: Boris Molina. Biblioteca de la Tipografía Nacional: Thelma Mayén. Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández.

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

Jorge Mario Ga

La Reform en Gua ISBN: 978-9929-560-22-2 a Reforma Liberal es el punto de partida para una de las coyunturas sociales y políticas de mayor impacto en la construcción del Estado guatemalteco. Sus consecuencias son sensibles en los más diversos ámbitos desde las últimas décadas del siglo XIX y, aún hoy, a inicios del siglo XXI, muchos aspectos del “liberalismo” mantienen intacta su vigencia. En este volumen, Jorge Mario García Laguardia (Guatemala, 1931) emprende un completo análisis de las tendencias ideológicas, los liderazgos personales y las decisiones políticas que influyeron en la creación y puesta en práctica de los proyectos constitucionales que sustentaron el ordenamiento jurídico en los primeros años de la llamada época liberal. Mediante una minuciosa clasificación de fuentes documentales primarias, el autor penetra en los hechos y ensaya una interpretación de primera mano sobre un periodo formativo de gran conflictividad en nuestra historia. Publicado originalmente en 1972, este libro es un fiel reflejo de las preocupaciones que han ido forjando la brillante carrera investigativa de García Laguardia en el ámbito de la Historia del Derecho. Su trabajo ha sido fundamental para interpretar la evolución del constitucionalismo guatemalteco, como un marco útil para la explicación de su problemática historia política.

Hace 47 años El 21 de julio de 1969 a las 02:56 GMT, el astronauta estadounidense Neil Armstrong pisó la superficie lunar, pronunciando la famosa frase: Este es un pequeño paso para un hombre, pero un salto para la humanidad.

Gal


iernes

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

arcía Laguardia

ma Liberal atemala

lería

Cuento 142

El pan ajeno Archivo

Archivo

Aquel era un pan ajeno, el pan de mi compañero. Éste confiaba sólo en mí. Al compañero lo pasaron a trabajar al turno de día y el pan se quedó conmigo en un pequeño cofre ruso de madera. Ahora ya no se hacen cofres así, en cambio en los años veinte las muchachas presumían con ellos, con aquellos maletines deportivos, de piel de “cocodrilo” artificial. En el cofre guardaba el pan, una ración de pan. Si sacudía la caja, el pan se removía en el interior. El bolillo se encontraba bajo mi cabeza. No pude dormir mucho. El hombre hambriento duerme mal. Pero yo no dormía justamente porque tenía el pan en mi cabeza, un pan ajeno, el pan de mi compañero. Me senté sobre la litera… Tuve la impresión de que todos me miraban, que todos sabían lo que me proponía hacer. Pero el encargado de día se afanaba junto a la ventana poniendo un parche sobre algo. Otro hombre, de cuyo apellido no me acordaba y que trabajaba como yo en el turno de noche, en aquel momento se acostaba en una litera que no era la suya, en el centro del barracón, con los pies dirigidos hacia la cálida estufa de hierro. Aquel calor no llegaba hasta mí. El hombre se acostaba de espaldas, cara arriba. Me acerqué a él, tenía los ojos cerrados. Miré hacia las literas superiores; allí en un rincón del barracón, alguien dormía o permanecía acostado cubierto por un montón de harapos. Me acosté de nuevo en mi lugar con la firme decisión de dormirme. Conté hasta mil y me levanté de nuevo. Abrí el baúl y extraje el pan. Era una ración, una barra de trescientos gramos, fría como un pedazo de madera. Me lo acerqué en secreto a la nariz y mi olfato percibió casi imperceptible el olor a pan. Di vuelta a la caja y dejé caer sobre mi palma unas cuantas migas. Lamí la mano con la lengua, y la boca se me llenó al instante de saliva, las migas se fundieron. Dejé de dudar. Pellizqué tres trocitos de pan, pequeños como la uña del meñique, coloqué el pan en el baúl y me acosté. Deshacía y chupaba aquellas migas de pan. Y me dormí, orgulloso de no haberle robado el pan a mi compañero. Varlam Tíjonovich Shalámov/Rusia

3


4

Abecedario

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

Biblioterapia:

Jesús Méndez* La vida es demasiado corta como para leer un mal libro”. “Pero teniendo en cuenta que se publica un nuevo libro cada treinta segundos, puede hacerse difícil saber por dónde empezar”. La primera frase la dijo, al parecer, James Joyce. La segunda es la forma de completarla que tienen en The School of Life, una iniciativa creada en Inglaterra por el filósofo Alain de Botton y que, bajo la apariencia de una librería, ofrece toda una batería de servicios (cursos, talleres, charlas) para educar en lo que “no se tiene en cuenta en la escuela o en la universidad”, esto es: “Cómo deberíamos vivir bien”. Uno de esos servicios se ha hecho particularmente famoso, y su nombre es ya de por sí explicativo. Lo llaman biblioterapia. La idea es simple: usar los libros para ayudar a la gente.

De librosy cataplasmas

El término biblioterapia parece estrenarse en 1916 en un artículo publicado en la revista The Atlantic Monthly. En él se habla de un tal doctor Bangster, que receta libros a quien los pudiera necesitar. Esto era lo que decía sobre ellos: “Un libro puede ser un estimulante, un tranquilizante, un irritante o un soporífero. La cuestión es que debe hacerte algo, y tú tienes que saber qué es. Un libro puede ser de la naturaleza de un jarabe calmante o puede ser una cataplasma de mostaza irritante”. El uso de la biblioterapia empezó a extenderse después de la I Guerra Mundial, sobre todo en los Estados Unidos. Allí, varias iniciativas empezaron a recomendar libros a los soldados que retornaban, muchos de ellos con estrés postraumático, en un intento por mejorar su convalecencia.

El poder de u Hoy día, guías clínicas como las desarrolladas en el Reino Unido por el National Institute and Care Excellence (NICE) recomiendan la biblioterapia en casos de depresión o trastornos de ansiedad. Lo definen como un tipo de terapia cognitiva de baja intensidad que puede ayudar en casos leves, pero no es exactamente lo mismo a lo que se refería Bangster. Estas recomendaciones se basan en libros de autoayuda convenientemente seleccionados a través de iniciativas para prescribir solo aquellos considerados de “alta calidad”. Lo que Bangster proponía, y lo que en The School of Life hacen, es extender y enriquecer la prescripción: sus recomendaciones se basan en libros de ficción.

Novelas que levantan el ánimo

La sección de biblioterapia de The School of Life depende de Susan Elderkin y Ella Berthoud, licenciadas en literatura inglesa por la Universidad de Cambridge. Según comenta Elderkin, así surgió la idea: “Empezamos a pasarnos libros con un propósito terapéutico cuando éramos estudiantes en la universidad y vivíamos en habitaciones contiguas. A veces

llegábamos a casa y nos encontrábamos una novela en la puerta: una novela pensada para subirnos el ánimo cuando lo teníamos bajo o, muchas veces, para espabilarnos y darnos un jalón de orejas. En 2008 empezamos la misma idea como servicio en The School of Life y más tarde publicamos el libro The Novel Cure. Surgió de ver la literatura como un recurso, algo que puede abrir puertas cuando nos sentimos atascados y ayudar a cambiar de perspectiva. Creo que mucha gente ha experimentado este poder, pero normalmente es algo que sucede por casualidad, tropezando con el libro adecuado en el momento adecuado casi por accidente. Nosotros quisimos organizar la literatura para que no dependiera del azar, para que cualquiera que necesitara un recordatorio de que no estaba solo pudiera encontrarlo cuando lo necesitara”.

El cuestionario

El funcionamiento es sencillo. Consiste en rellenar un cuestionario con preguntas sobre hábitos y preferencias de lectura junto con otras


iernes

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

un libro más personales, como el tipo de vida, las principales preocupaciones e ilusiones o lo que uno espera estar haciendo dentro de diez años. Después se fija una entrevista que puede ser incluso por teléfono o Skype y al final uno recibe una lista con seis o siete libros recomendados. La biblioterapia funciona como una suerte de librero emocional, que alguno podría ver como un escalafón superior, o simplemente diferente al del librero tradicional. También se recomiendan libros de no ficción, pero según Elderkin “preferimos prescribir novelas”. Algunas que suelen recomendar, según la persona y la situación, son El Evangelio según Jesucristo, de José Saramago; Henderson, el Rey de la Lluvia, de Saul Bellow; Siddharta, de Herman Hesse o Un hombre afortunado, de John Berger. Para Elderkin, “después de todo, hay pocas cosas que puedas experimentar por las que no haya pasado ya un personaje de ficción. En mi opinión, Matar a un Ruiseñor es un maravilloso estímulo para hacer lo que uno de los mejores

Recomendar un libro puede ser un arte y una responsabilidad. Una iniciativa basada en lo que se conoce como biblioterapia pretende ofrecer ayuda a través de libros adecuados para cada persona y situación. ¿Qué sabe la ciencia sobre los efectos que tiene la lectura en el cerebro? ¿Hay diferencias entre la alta y baja literatura, entre la ficción y la no ficción? libros de autoayuda nos habría dicho: sentir el miedo y hacerlo de todas maneras”.

Cerebro y lectura

Por el momento no existen buenos estudios que prueben el valor de este tipo de biblioterapia en la salud, pero cada vez hay más evidencias de lo que sí puede provocar la lectura en nuestro interior. Si al leer nos transportamos y entramos en lo que el libro nos cuenta, si nos imaginamos

y de alguna manera vivimos la historia de sus personajes aun encerrados en nuestra habitación, algo debe suceder en nuestros cerebros que lo permita. La mejor manera de saber lo que tiene lugar en el cerebro es mediante pruebas de neuroimagen, técnicas que discriminan las áreas cerebrales que se activan cuando leemos lo que leemos. Desde hace unos años se han sucedido los experimentos desde lo aparentemente más simple a procesos más complejos. He aquí algo de lo que han observado. En el año 2006, investigadores en la universidad española Jaime I de Castellón dieron a leer diversas palabras a una serie de voluntarios mientras les practicaban una resonancia cerebral. Algunas de esas palabras evocaban olores intensos, eran palabras como ajo, canela o jazmín. Otras eran palabras neutras, sin ningún tipo de olor asociado. Lo que vieron fue que, al leer, todas ellas activaban las áreas cerebrales responsables del lenguaje, pero las primeras hacían trabajar además a las áreas olfativas, las responsables de oler en la realidad. Investigaciones similares parecían certificar algo que por otra parte parece concluirse de forma intuitiva: al leer, de alguna (cerebral) manera, reproducimos lo que las palabras evocan del mundo real. Por ejemplo, cuando leemos palabras como chupar, agarrar o pegar una patada, se activan respectivamente las áreas de la corteza premotora relacionadas con la cara, los brazos y las piernas. En cierta forma es lo que hacen los saltadores de altura, que cierran los ojos e incluso ladean la cabeza antes de cada salto visualizando cada uno de sus movimientos. Esa visualización activa algunas de las áreas que luego les permitirán elevarse y las entrena, aumenta su eficacia. De ahí la siguiente suposición: si al leer reproducimos lo que sería la historia en la

5


6

iernes realidad, y si son tantas las variantes a las que podemos acceder, ¿podría de alguna manera la lectura entrenarnos para la vida real?

Entrenar la empatía

La empatía puede definirse como la capacidad para captar las emociones y ponerse en el lugar de otro. Es un concepto amplio que engloba lo que se conoce como teoría de la mente, y es una de las bases que permiten la vida en sociedad. Algunos experimentos ya habían mostrado que, al menos de forma temporal, leer pasajes de un libro de Chejov alteraban los rasgos de personalidad de los lectores respecto a si se leía la misma historia pero de forma neutra, en estilo documental. David Comer Kidd y Emanuele Castano, investigadores en la New School for Social Research en Nueva York, fueron un paso más allá. En un artículo en Science mostraron que leer la considerada como alta literatura (sus ejemplos eran Don DeLillo o Alice Munro, entre otros) mejoraba de forma ligera, pero evidente, las puntuaciones de los participantes cuando se sometían a tests de empatía, algo que no sucedía con la considerada baja literatura, como las novelas románticas de Danielle Steel, o con los libros de no ficción. Aunque el estudio recibió algunas críticas, son ya varios los trabajos que apuntan en la misma dirección. “Nosotros creemos –explica Castano– que la complejidad de los personajes, que se rebelan a ser estereotipados, obligan al lector a hacer un esfuerzo para entenderlos como individuos únicos, y eso es probablemente la causa de los resultados que encontramos”. De alguna manera la literatura (la buena literatura) funcionaría como un simulador de la realidad: un campo de pruebas sin riesgo donde pueden darse y practicarse condiciones particulares y extremas a las que normalmente no accedemos con asiduidad.

La no ficción

Incluso un estudio de 2014 sostenía que leer las novelas de Harry Potter hacía que los estudiantes mejoraran su actitud respecto a grupos estigmatizados como inmigrantes o refugiados.

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

Algunas conclusiones periodísticas de estas investigaciones afirmaron, extrapolando estos efectos, que leer ficción puede hacernos mejores personas. Parece una extensión exagerada, pero Castano no la rechaza: “Yo creo que la empatía es un componente clave del comportamiento social y de la moralidad en general. Para mí sí, la empatía te hace una mejor persona”. La mayoría de los estudios previos se basaban en novelas o cuentos, pero la literatura de no ficción también encierra la promesa de múltiples beneficios. El principal de ellos parece ser –aparte del propio bagaje cultural que aporten– el aumento de la reserva cognitiva, una especie de colchón neuronal que protege de desarrollar síntomas como los asociados a las demencias. Por ejemplo, en enfermos de esclerosis múltiple cuanto mayor era el hábito de lectura a la edad de veinte años –tanto de ficción como de revistas, periódicos o ensayos–, mayor es el tamaño del hipocampo aun con el avance de la enfermedad, lo cual se relaciona también con una mejor memoria. Curiosamente, esta asociación no aparecía con otros hobbies como tocar un instrumento, ni siquiera con el nivel de educación. En otro trabajo, el llamado Estudio de las monjas, se tuvo acceso a los diarios de juventud de 678 religiosas que habían donado su cuerpo a la ciencia. Tras los estudios patológicos se observó que aquellas con un lenguaje más rico a los veinte años –muy probablemente obtenido a través de mayores y mejores lecturas de todo tipo– mostraban muchos menos signos de demencia. Estos datos están lejos aún de ser definitivos y concluyentes, pero psicólogos como Castano se muestran convencidos: “Leer no ficción tiene montones de beneficios, tanto en términos del desarrollo cognitivo como de su mantenimiento, ¡así como por lo que aprendes al leer!”

La terapia y el placer

Entonces, ¿tiene sentido la biblioterapia? ¿Puede desempeñar un papel en el cerebro? “Sí, creo que puede”, sostiene Castano. “Son beneficios diferentes a los que mis investigaciones estudian, pero al fin y al cabo leer ficción es una parte de lo que nos hace humanos”. Y si no, e independientemente, siempre nos quedará la experiencia de la lectura. “¿Dónde salvo en la ficción podemos experimentar lo que es ser alguien de otro género, o vivir en otra época, o haber nacido en algún país lejano?”, se pregunta Elderkin. Luego añade lo siguiente: “Las novelas ofrecen una narrativa ampliada, con múltiples capas; requieren tiempo y atención sostenida para leer y entender y disfrutar. Entrar en una historia de esta forma es tremendamente relajante para nuestros cerebros fragmentados”. Eso ya parece bastante. *Servicio de Información y Noticias Científicas


Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

Gavetas

Fotos: Hemeroteca del Diario de Centro América

7

Nuevos sellos DCA, 20 de julio de 1933.- El Ministerio respectivo otorgó el permiso para izar la Bandera de la Raza el 3 de agosto y el 12 de octubre en el edificio de Correos, de conformidad con lo dispuesto en la Unión Hispanoamericana, con sede en Montevideo, Uruguay. Para conmemorar dignamente la fecha de la salida del Puerto de Palos, de las Carabelas de Colón, la Dirección General de Correos de Guatemala, ha dispuesto, con la debida autorización, lanzar a la circulación sellos especiales, los cuales vendrán a enriquecer la colección filatélica de especies postales del país. En los sellos referidos aparece Cristóbal Colón, el Almirante cuya figura se agiganta con el correr de los siglos y, en el otro extremo, Tecún Umán, el indio cuya actitud recuerda las figuras hieráticas de los antepasados. Al centro, tres cruces que representan las carabelas y emergiendo del fondo el sol y las fechas de 1492y 1933. Nuestra ave simbólica ocupa lugar preferente en la admirable composición que han de llevar los sellos impresos por la litografía B. Zadik, cuyos valores hemos indicado en varios números de este mismo periódico.


8

Reporte en V

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

El metro elástico Luis Casado*

n el Liceo público, laico y gratuito que servidor frecuentó en su niñez, le hablaron del sistema métrico decimal. Y luego del mol, del amperio, del grado Kelvin, de la Candela, del Newton, del kilógramo y del segundo. No menciono los ohmios, ni el voltio, ni el watt, ni el electrón-voltio, ni el Joule, ni los parsec, para no complicarla. Tú ya sabes que en física clásica “medir” significa poner de manifiesto propiedades que caracterizan un sistema antes de efectuar la medición. La medición no altera esas propiedades: las revela. Pedro Quijada, mi admirado profesor de física, sacudió mi juvenil imaginación al precisar que la norma planetaria para el metro, –un metro patrón fabricado con platino e iridio–, era conservada preciosamente en la Oficina Internacional de Pesos y Medidas de París. El metro (del griego metron = medida) fue obra de la Revolución Francesa. La Academia de Ciencias de Francia definió el metro, en 1792, como la diezmillonésima parte de la distancia que separa el polo de la línea del ecuador terrestre, a través de la superficie del globo terráqueo. Esa definición fue remplazada el 29 de octubre de 1983, por otra mucho más precisa: un metro es la distancia que recorre la luz en el vacío durante un intervalo de 1/299.792.458 de segundo.

“ Una medición precisa vale la opinión de mil expertos” Grace Hopper

El PIB como medida ¿de qué?

Si te cuento el cuento es porque periódicamente los economistas confiesan que el Producto Interno Bruto, PIB, el metro de la economía, sirve para todo menos para medir el estado de la economía. Así como lo lees. Subió el PIB, bajó el PIB, se mantuvo el PIB, no quiere decir nada. En estos días la Unión Europea recuperó el PIB que tenía hace ocho años, cuando estalló la crisis de los subprimes (hipotecas de alto riesgo). La crisis provocó un bajón, y ocho años después la economía de la Europa comunitaria vuelve al nivel del año 2008. ¿Estamos igual? Desde luego que no. El PIB es el mismo, pero ahora la UE tiene, oficialmente, 23 millones de desempleados (30 millones en realidad), o sea un 50 por ciento más que en el año 2008. Según Eurostat, la UE dobló su tasa de desempleo pasando de 7 a 14 por ciento.

España, que en el año 2008 tenía 8.3 por ciento de desempleados, tiene ahora 22.5. Bélgica tenía un desempleo del 7.5 y ahora está en el 8.6 por ciento. Francia estaba en un 8.3 y ahora tiene un 10.8. Grecia, 8.3 y 25.2 respectivamente. Luxemburgo, el país más rico de la UE, pasó de un 4.7 al 5.7. Irlanda, del 4.6 al 9.5 por ciento. ¿Vale la pena que te cuente que en el mismo período los ricos se hicieron más ricos, y el resto cada día más necesitado? ¿O que la industria aceleró su desaparición, porque la transfirieron a países de salarios bajos? ¿O que

los empleos de baja calificación aumentaron? Si en la UE el PIB del año 2016 es el mismo del año 2008, la realidad económica es muy distinta. El PIB es un metro elástico, mide lo que quieren medir los manipuladores de la opinión pública. De entrada, los agregados estadísticos (las cifras colectadas para producir cifras) son definidos y reunidos en modo diferente en todos los países de la Unión Europea y del mundo. La inexactitud es la regla. Un ejemplo: el PIB de Nigeria fue corregido en un 89 por ciento en el año 2014, cuando los analistas ajustaron sus métodos de cálculo.


iernes

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

9

Fotos: Archivo

El PIB pasó de simple a doble por arte de prestidigitación econométrica. ¿Qué tal? The Economist ofrece otros ejemplos sabrosones. En materia de PIB “Prevalecen las conjeturas: se estima que el volumen del mercado del sexo en Gran Bretaña crece en línea con el aumento de la población masculina; la evolución de los precios es estimada según lo que cobran los lap-dancing clubs”. ¿Te vas enterando? Hace unos meses, la Unión Europea debatió muy seriamente incorporar al PIB la facturación de las prostitutas y el consumo de cannabis, con el loable propósito de hacer crecer el crecimiento, de agregarle algunas décimas al socorrido PIB a como diese lugar. Estas cosas no se inventan.

El Big Mac Index

A Thomas Piketty le llevó 15 años escribir su opúsculo El Capital en el siglo XXI porque fue necesario homogeneizar masas de datos completamente incoherentes, que en el estado en que fueron producidos no permitían ninguna comparación. The Economist , para comparar el poder adquisitivo en diferentes países del mundo, inventó un índice propio: el Índice Big Mac. Esta payasada compara la proporción de tu magro salario que te gastas comiendo porquería según estés en Tombuctú o en la 5ª Avenida de New York. Este índice está basado en la teoría de la Paridad del Poder Adquisitivo (PPA), que sostiene que “el dólar debe comprar la misma cantidad de bienes o servicios en todos los países”. Dicho en lenguaje de economista, la teoría de la PPA afirma que los tipos de cambio entre las diversas monedas deben ser tales que permitan que una moneda tenga el mismo poder adquisitivo en cualquier parte del mundo. Apaga y vámonos. Edward Prescott, premio Nobel de economía 2004, cuando le preguntaron la causa de las fluctuaciones en los precios de las divisas respondió: “No sé, no entiendo eso, y no creo que haya en el mundo ni un economista que lo entienda”. Lo que no quita que los linces del Banco Mundial, del FMI y otros organismos, traduzcan el PIB en PPA para darte la impresión que ya estás cerquita del cielo, que tu poder adqui-

sitivo se aproxima sensiblemente al de los países del primer mundo. Si el PIB es un metro elástico, imagina lo que da convertido al PPA. Una estafa. Los economistas lo saben. A veces, avergonzados, lo reconocen, y sugieren abolir el inútil PIB para definir otro metro patrón, uno que realmente de cuenta del estado de la economía. Vasto programa, como hubiese dicho el General de Gaulle The Economist –que junto al Financial Times y al Wall Street Journal constituye la biblia de los economistas que saben leer, que también los hay– se interrogó estas semanas sobre “Cómo medir la prosperidad” ( How to mesure prosperity). El título lo dice todo: El PIB es un mal calibrador del bienestar material. Ya es hora de un enfoque nuevo. Como ves, The Economist aborda la cuestión de fondo. La cosa no consiste en saber cuántas toneladas de cobre, de oro, de plata, o aún de merluza austral se roban (ellos dicen se producen) en Chile, sino cuál es el nivel de bienestar de su población, y cómo evoluciona. El aumento del parque automovilístico en Santiago incrementa el PIB, al tiempo que hace aumentar la nube irrespirable que flota sobre las cabezas de los santiaguinos, lo que a su vez hace aumentar el PIB: las enfermedades respiratorias traen consigo consultas médicas, consumo de medicamentos, desplazamientos no previstos, etcétera, y eso genera “valor agregado”, o sea más PIB.

¿Bienestar material?

Simon Kuznets, economista bielorruso avecindado en los EE.UU., premio Nobel de economía 1971, inventó el PIB en 1930 para evaluar la capacidad productiva (o la tasa de ocupación de la capacidad productiva) en la época de la Gran Depresión. Al presentar su engendro se cuidó de prevenir: No se les ocurra utilizar esta vaina para dar cuenta del estado de la economía porque para eso no sirve. The Economist dice que el PIB es “una defectuosa medida de la prosperidad que se deteriora a ojos vista”. No obstante, “el PIB se ha transformado en la estrella polar a la hora de definir políticas impositivas, atacar el desempleo y controlar la inflación” y agrega que el PIB “puede estar deformando los niveles de ansiedad en los países ricos a propósito de todo, desde los salarios estancados al decepcionante aumento de la productividad”. En medio de una incomprensión total, los economistas revisten con los perendengues de un “enigma” cuestiones que mi abuelita Leontina daba por sabidas usando el sentido común. Entre esos “enigmas” están los salarios que no crecen desde hace 25 a 35 años según el país del que se trate (EE. UU., Francia, Alemania). O el estancamiento de la productividad a pesar de la inyección de tanta virguería tecnológica. O, como te comentaba hace algún tiempo, el uso de los créditos para pagarle dividendos a los accionistas de empresas que van de retroceso. The Economist, con un retraso tercermundista, sugiere pues la adopción de un instrumento de medida riguroso, no sujeto a tanto manoseo ni a tanta manipulación. Ya era hora. Desde esa fecha nunca más se oyó hablar del tema, hasta este momento en el que te hago el cuento. *Politika/SurySur

The Economist dice que el PIB es “una defectuosa medida de la prosperidad que se deteriora a ojos vista”. No obstante, “se ha transformado en la estrella polar a la hora de definir políticas impositivas, atacar el desempleo y controlar la inflación”.

The Economist, con un retraso tercermundista, sugiere la adopción de un instrumento de medida riguroso, no sujeto a tanto manoseo ni a tanta manipulación.


10

Contando el tiempo

De Hippies a Microchips

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

Javier Barros del Villar*

as actuales generaciones, aquellas que ya nacieron y que estarán floreciendo en unos años, difícilmente podrán imaginarse lo que era el mundo sin Internet. Incluso para aquellos que estuvimos “desconectados” los primeros diez o quince años de nuestras vidas, cada vez parece más complejo rememorar nuestro entorno cultural sin la revolucionaria presencia de la Red. A pesar de la determinante consagración de Internet, pocos nos preocupamos y preguntamos por los orígenes de este manto informativo y conectivo con el que hoy cubrimos buena parte de nuestra realidad. ¿Cómo se gestó esta “desdoblante” espora que terminaría por enlazar millones de nodos para cambiar múltiples paradigmas culturales, sociales y mentales? Seguramente, la anatomía histórica de la Red es mucho más compleja de lo que a continuación expondré. Pero creo que el siguiente recorrido será, al menos, una digna cartografía, la cual hará énfasis en su antecedente ideológico, que responde a un carácter esencialmente comunitario e hipersocial.

Mística y Mundaneum

Sin dejar de hacer alusión a algunas metáforas míticas, incluso místicas, que bien podrían haber sugerido la existencia de un modelo como el que caracteriza a Internet, por ejemplo el collar de perlas de Indra o los registros akashikos, me gustaría ubicar el primer antecedente directo en el Mundaneum, de Paul Otlet. A principios del siglo XX, este brillante abogado belga soñó con una utopía informativa, que consistía en “un cuerpo universal de documentación, una visión general enciclopédica del conocimiento humano, un enorme almacén intelectual de libros, catálogos y objetos científicos”. Más allá de un espacio físico per se, el cual también estaba contemplado, se trataba de una especie de máquina que, mediante un sistema preciso de clasificación, permitiría consultar dichos datos desde la comodidad de un sillón (algo así como el primer proyecto hipertextual a gran escala).

Cibernética y ARPANET

Si bien el ensueño informativo de Otlet no sólo no pudo completarse, sino que quedó clausurado cuando los Nazis destruyeron buena parte de su obra en 1940, durante esa misma década, y gracias al genio de Norbert Wiener y Arturo Rosenblueth Stearns, nació la Cibernética, rama de estudio que, a grandes rasgos, analiza las posibilidades de comunicación dentro de entornos

Nuevas tribus de consumidores se conforman a través de la Red.

sistematizados. Veinte años después, en la década de los sesentas, el ejército estadounidense en colaboración con el MIT y otras universidades, confeccionaría la primer red de computadoras, la cual fue llamada ARPANET. Como suele suceder, las ideas teóricas más avanzadas, así como lo más selecto de las distintas ciencias, suele servir, en principio, a fines militares. La primera transmisión pública de un mensaje, vía ARPANET, fue en 1969, así que podríamos afirmar que 21 años antes de que Tim Berners Lee y otros científicos del CERN, en Suiza, inauguraran la WWW (World Wide Web), el ejército de EE. UU. ya gozaba de un sistema relativamente descentralizado de conexión de computadoras a distancia.

LSD, inteligencia colectiva y modelos descentralizados

¿Realmente crees que es casualidad que la meca internetera, Sillycon Valley, haya surgido precisamente donde se desarrolló uno de los principales pulsos de la cultura psicodélica? ¿Alguna vez te llamó la atención que los protagonistas de la primera generación de virtuosos digitales, léase Steve Jobs o Bill Gates, entre otros, tengan en común el haber ingerido sustancias psicoactivas, por ejemplo LSD o cannabis? Durante la década de los sesentas

Pioneros informáticos como Steve Jobs formaron

la tecnología era comúnmente percibida, al menos entre los hippies, como una especie de fuerza oscura, esencialmente antinatural y al servicio de instituciones, gobiernos y ejércitos. Sin embargo, lo que seguramente la mayoría de esta generación ignoraba, es que buena parte de sus pilares filosóficos terminaría por fundirse con la tecnología para dar vida a una plataforma que revolucionaría cada aspecto de la realidad sociocultural a partir de los 90: Internet. En 1985 se fundó el principal precedente ideológico de la Web 2.0. Se trataba de WELL, una comunidad virtual, tal vez la primera civil, que sirvió como punto de encuentro al entusiasmo underground en torno a la entonces incipiente cibercultura. Esta comunidad representaba el desdoblamiento electrónico del Whole Earth Catalog, publicación periódica que reunía los artículos más representativos del movimiento hippie: desde ropa y libros, hasta discos y semillas. WELL fue fundado por un visionario médico, Larry Brilliant, y por Stewart Brand, periodista que había participado activamente como psiconauta en los sesentas, incluso como miembro del colectivo caótico-psicodélico, The Merry Pranksters. De manera similar a lo que ocurría o había ocurrido en las comunas hippies desplegadas a lo


iernes

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

11

Fotos: Archivo

La psicodelia prefiguró las nuevas comunidades informáticas de un modo que para muchos puede resultar incomprensible.

parte, en su momento, de los llamados psiconautas.

Buena parte de los fundamentos filosóficos de la red proviene de la cultura psicodélica y comunitaria de los ‘60; sin embargo, Internet se debate hoy entre el Mcnugget y el LSD. largo de California, Colorado y Nuevo Mexico, en el WELL se intercambiaba información y opiniones sobre innumerable cantidad de temas y afinidades: música, drogas, filosofías, tradiciones místicas, etc. Para muchos resultaba evidente que este modelo terminaría por evolucionar en lo que hoy se conoce como la Web 2.0, la etapa de Internet regida por las redes sociales. Desde una cierta perspectiva, existe un vínculo directo entre el utópico comunitarismo de los ‘60 y proyectos como Wikipedia, una enciclopedia que favorece la inteligencia colectiva por sobre la legitimidad académica, y el trabajo

voluntario por encima de las labores institucionalizadas, o plataformas como Digg o Menéame, en las que la propia comunidad jerarquiza los contenidos según lo relevante que parecen. Esta virtual democratización del conocimiento, la posibilidad de intercambiar, publicar, o consumir información y contenidos de manera relativamente libre, y el favorecimiento de la inteligencia colectiva sobre el individualismo, son claramente legados de una generación que precisamente luchó por eludir los tradicionales patrones de organización social y que decidió faltar el respeto a los límites impuestos hereditariamente por generaciones anteriores. El famoso mantra power to the people parece que nunca había estado tan cerca de materializarse como con la consolidación de la Web 2.0.

La utopía aún no se consuma

Luego de ubicar las coloridas comunas hippies como modelos filosóficos que inspiraron las actuales redes sociales, no podemos dejar de recordar que la mayoría de esos proyectos comunitarios terminaron diluidos en un caudal de etéreas expectativas y poca efectividad. Mantener una utopía digital representa un esfuerzo tanto virtual como real. Tal vez por eso es que, gradualmente, Internet se ha plagado de iniciativas comerciales, mediante personas

y compañías que han sabido traducir la libertad informativa, e incluso la gratuidad, en monumentales negocios –aquí podemos remitirnos a casos como el de Facebook, y en general a un ánimo mercantil que desde hace más de una década impregnó la Red. Por otro lado, es fundamental señalar que Internet no es en sí un sistema descentralizado, sino una especie de borrador o simulación. Ante el desbordado optimismo frente a las cualidad abiertas y libres de la Red, Douglas Rushkoff, autor y académico, advierte: No estoy tratando de ser un aguafiestas, o de menospreciar las posibilidades de la red. Solo quiero desmitificar la noción ficticia de que Internet es una entidad incontrolable, descentralizada y libre para todos, con el objetivo de que podamos crear algo más. Así es que propongo que abandonemos Internet y al menos que aceptemos el hecho de que éste se ha rendido al control corporativo como prácticamente cualquier otra cosa dentro de la sociedad occidental. Estaba destinado a pasar, y en su arquitectura centralizada se gestó su vulnerabilidad ante una potencial conquista. Recordemos que el cableado de fibra óptica que cruza por tu ciudad, así como los ISP’s mediante los cuales nos conectamos no son bienes comunitarios ni públicos, sino propiedad de diversas corporaciones que venden el servicio a la sociedad y que tienen la libertad de frenar al aprovisionamiento de estos recursos en el momento que sus intereses se vean realmente amenazados por el fenómeno internetero. No se trata de que estén convirtiendo una red pública y libre en un centro comercial. Internet ya es un mall comercial. Tu revolucionario video que está publicado en YouTube ya tiene anuncios de Google insertados en él. Y sí, ése es el precio de la libertad cuando estás operando en la red de alguien más. Si sumamos la ideología a la práctica, entonces podríamos afirmar que Internet está justo entre el “cubo de azúcar” y el McNugget, entre la colorida disidencia de los hippies y la sofisticada manipulación de las corporaciones. Y en este sentido quiero pensar que a nosotros, a las actuales generaciones de programadores, bloggers, tuiteros, y demás, nos corresponde definir hacia qué lado se inclinará la balanza. Aquí nos remitimos al ya famoso mantra acuñado por el propio Rushkoff, que reza: “programa o serás programado”. O fundamos algo diferente, o nos convertimos en una hipersofisticada tribu de consumidores. *pijamasurf


12

Tragaluz

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

Hace justo dos siglos, el hemisferio norte se quedó sin verano. Un súbito trastorno climático desencadenó un enfriamiento general que obligó a unos viajeros ingleses a pasar sus vacaciones suizas en una villa de Ginebra. En aquel grupo de amigos estaba la escritora Mary Shelley. Confinados por el mal tiempo, decidieron, para entretenerse, escribir historias de horror, una de las cuales haría época: Frankenstein. Pablo Francescutti* n 1816, el tiempo se volvió loco. Las heladas arruinaron los cultivos en Europa, y en Norteamérica, la sequía hizo otro tanto; en ambos lugares faltaron alimentos. En Asia se alteró el ciclo del monzón, dando lugar a devastadoras inundaciones. Los caminos se poblaron de refugiados climáticos, campesinos hambrientos que mendigaban comida. El frío no remitió ni al aproximarse la temporada estival. Hubo nevadas hasta mediados de junio ¡y en Roma cayó nieve rosa! El trastorno climático dejó al hemisferio norte sin verano, y tuvo otro impacto menos conocido: sirvió de catalizador de una de las obras literarias más influyentes de la modernidad. Actualmente se sabe que la culpa del desbarajuste la tuvo el volcán Tambora de Indonesia. La erupción ocurrida el año anterior –la más grande de la que existe registro– expulsó a la atmósfera miles de millones de toneladas de gases y cenizas suficientes para oscurecer el cielo y bloquear la luz solar. Meses más tarde, cuando las partículas eyectadas alcanzaron la estratosfera, provocaron un descenso medio de las temperaturas de 2 ºC en la superficie terrestre: un efecto invernadero al revés.

Amantes de la literatura y la ciencia

Esa explicación era desconocida para los cinco viajeros ingleses que en junio de 1816 se habían reunido en Suiza con el ánimo de gozar de unas vacaciones recorriendo los sublimes paisajes alpinos. Les bastaba con ver la cortina de lluvia intercalada con gélidos días plomizos para darse cuenta de que en esas condiciones resultaba imposible el disfrute de las panorámicas, así como las excursiones y paseos. Optaron entonces por refugiarse en Villa Diodati, una mansión próxima al lago Lemán. Todos eran tipos representativos del romanticismo inglés: Lord Byron, el poeta genial y extravagante; su médico John Polidori; Percy B. Shelley, no menos genial poeta; y su esposa, Mary, hija del filósofo radical William Godwin y de la precursora del feminismo Mary Wollstonescraft; a quien acompañaba su hermanastra Claire Clairmont, la amante “un poco demoníaca” de Byron, al decir de este. No era la mujer de Shelley una chica convencional. Su madre había muerto de parto, por lo que apenas la conoció. Ninguneada por su madrastra, se refugió en la lectura y la escritura. La inmensa biblioteca de su padre y el ambiente intelectual que este mantenía en casa le ayudaron a formarse una notable inteligencia al modo autodidacta. A los 16 años, se enamoró locamente de Shelley y huyó con él. Los primeros días en Villa Diodati se dedicaron a largas disquisiciones al calor del hogar. Se habló de lo humano y lo divino, y del origen de la vida. Los cuatro estaban familiarizados

Página manuscrita de Frankenstein, de Mary Shelley, perteneciente al cuaderno donde comenzó su novela en el verano de 1816, con correcciones de Percy Bysshe Shelley. con los debates científicos del momento. Shelley había estudiado química en Oxford y hubiera brillado en esta materia de no haberse dedicado a la poesía; Byron seguía las novedades en astronomía y cosmología; Polidori acreditaba una formación en ciencias en la Universidad de Edimburgo; y Mary –que tenía 18 años– conocía la electroquímica gracias a las conferencias del amigo de su padre, sir Humphry Davy. Aburrido, Byron propuso que cada uno escribiera una historia sobrenatural. Una excelente recreación del episodio la ofrece la película de Gonzalo Suárez, Remando al viento. Los tres varones acabaron sus textos enseguida: dos poemas y un cuento de vampiros. Mary se tomó catorce meses para terminar el suyo, titulado Frankenstein o el Prometeo Moderno. Fue el que hizo época. Acerca de la novela y su trasfondo han corrido ríos de tinta. Se ha subrayado que Mary estaba embarazada mientras escribía, y que sus páginas reflejan el miedo a gestar un hijo deforme (el término “monstruo”, dice Covarrubias, se aplica al parto contra natura, “como nacer el hombre con dos cabeças, quatro brazos, y quatro piernas”). Pero la interpretación psicológica no agota la riqueza de la obra. No faltan en ella elementos

La m qu engen Franke


iernes

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

13

Fotos: Archivo

mujer ue ndró a enstein

Escena de la película Remando al viento (1988), de Gonzalo Suárez, en la que Lizzy McInnerny interpretaba a Mary Shelley.

El Frankenstein más popular es el interpretado por Boris Karloff en la película de James Whale de 1931.

anecdóticos, como el nombre “Frankenstein”, que Mary tomó del castillo alemán homónimo. Otros aspectos se ligan al contexto histórico, como la fascinación por las disecciones y los ladrones de cadáveres (no había suficientes en las morgues para atender las demandas de los anatomistas). Además, por supuesto, de la gran obsesión del romanticismo inglés: la Revolución Francesa.

Vida artificial y rebelión romántica

La tragedia de los líderes que liberaron las energías violentas de las masas que acabarían por volverse contra ellos constituye el subtexto de la novela. Impregnando todo, la doctrina biológica del hálito vital que anima a los seres vivos, el acicate de los primeros intentos por demostrar científicamente la existencia del alma. Con tales materiales la escritora urdió una historia sobre la creación de vida artificial con eje en la rebelión romántica contra el orden establecido y sus tabúes. Algunos de esos rasgos se mantienen en el Frankenstein popularizado por la

cultura de masas, junto a otros introducidos por las adaptaciones teatrales y cinematográficas. Estas hicieron de Víctor Frankenstein un sabio loco de manual, cuando Mary Shelley lo pinta como un erudito reflexivo lleno de amor a la humanidad. La sencilla mesa quirúrgica del libro se convirtió en la pantalla en un siniestro laboratorio donde la electricidad roba el protagonismo. El monstruo, una criatura racional cuyo lúcido soliloquio ocupa gran parte de la novela, fue degradado a un ser salvaje y balbuceante. Al quitarle la palabra, las versiones amputaron una dimensión fundamental del texto: el punto de vista del producto de la creación científica, otro héroe romántico como Víctor, Prometeo o el Ángel Caído. Las sucesivas mutaciones del mensaje original ofrecen un valioso muestrario del cambio de las percepciones sociales sobre los científicos, la ciencia y la tecnología.

Un monstruo que habla de nuestros miedos

Si la novela expresa una crítica al espíritu fáustico del romanticismo y retoma la pregunta por la naturaleza humana planteada en Los viajes de Gulliver, los Frankensteins del cine rezuman el miedo a la amoralidad de una ciencia indiferente a las consecuencias de sus hallazgos y manipulaciones; en definitiva, los temores de la sociedad del riesgo. Lo que se mantiene inmutable es su contribución a la nueva forma artística, la ciencia ficción, a la que aportó, entre otras cosas, el tópico del autómata sublevado contra su creador. Nos hemos ido lejos del cónclave en Villa Diodati. Resta por contar cómo acabó el asunto. A finales de agosto, los Shelley emprendieron el regreso a Inglaterra junto con Claire, a la sazón embarazada por Byron. A Mary le tocaba rematar el relato bosquejado en las vacaciones. Y en 1818, cuando las cenizas se habían depositado sobre la superficie del planeta y el clima volvía a la normalidad, publicó su fantasía de horror y anticipación científica, el fruto tardío “del año que no hubo verano”. *SINC


14

Ventanas

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

UAH*

Cosechas orgánicas Necesitamos cambios en nuestros sistemas alimentarios, agrícolas y comerciales con el fin de aumentar la diversidad en las granjas, reducir el uso de fertilizantes y otros insumos, apoyar a los pequeños agricultores y crear sistemas alimentarios locales fuertes. El informe, Trade and Environment Review 2013: Wake Up Before it is Too Late (Comercio y Ambiente 2013: Despierta antes de que sea demasiado tarde) de la UNCTAD, incluyó contribuciones de más de 60 expertos de todo el mundo y contiene secciones en las que se habla en profundidad sobre el cambio hacia una agricultura más sustentable y resiliente; la producción ganadera y el cambio climático; la importancia de la investigación y la extensión; el papel del uso de la tierra y la reforma de las reglas del comercio mundial. Además, vincula la seguridad mundial y el aumento de conflictos con la urgente necesidad de transformar la agricultura hacia lo que se denomina como “la intensificación ecológica”. El informe concluye: “Esto implica un cambio rápido y significativo de una convencional producción industrial, basada en el monocultivo y altamente dependiente de insumos externos hacia mosaicos de sistemas de producción sustentables y regenerativos que también

mejoren considerablemente la productividad de los pequeños agricultores“. El informe identificó indicadores clave para la transformación necesaria en la agricultura. Aumento del contenido de carbono en el suelo y una mejor integración entre la producción agrícola y ganadera. Aumento de la incorporación de la agronomía forestal y la vegetación salvaje. Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero en la producción ganadera y manejo de bosques y pastizales. Optimización del uso de fertilizantes orgánicos e inorgánicos. Reducción de los residuos mediante cadenas de comida. Cambio de los hábitos alimentarios hacia el consumo de alimentos amigables con el clima y reforma del régimen de comercio internacional para la alimentación y la agricultura. Tal vez este nuevo informe proporcione el punto de inflexión para la transformación política que debe tener lugar “antes de que sea demasiado tarde”. Romina Bevilacqua

Ciudade

n estudio analiza el papel del entorno urbano en los hábitos saludables y alimenticios de dos ciudades muy distintas entre sí: Madrid y Baltimore. Los resultados, publicados en Preventive Medicine, resaltan la importancia de las tiendas tradicionales y de los mercados municipales como elementos beneficiosos en las ciudades, y como posible estrategia preventiva del sobrepeso, la obesidad y otras enfermedades relacionadas con una alimentación poco conveniente. Investigadores de las universidades de Alcalá y John Hopkins comparan el entorno alimentario de las ciudades de Madrid (España) y Baltimore (EE. UU.) Estudios previos ya habían demostrado que el entorno alimentario influye sobre la calidad de la dieta y sobre enfermedades como la obesidad. En Madrid, la prevalencia de obesidad ronda el 14.3 por ciento, mientras que en Baltimore esta prevalencia alcanza un 34 por ciento, según datos del departamento de salud de la ciudad estadounidense y de Atención Primaria de la capital española. Las principales diferencias respecto a la alimentación están en el tipo de comercios de alimentación encontrados: mientras que en el área de Madrid destaca la presencia de comercios tradicionales (fruterías, pescaderías,… donde predominan los alimentos frescos y saludables), este es un tipo de tienda inexistente en Baltimore, donde abundan las tiendas de conveniencia (tiendas con horarios de apertura muy extensos y gran cantidad de comida preparada). Además, en Madrid, el 63 por ciento de los comercios presentes en el área de estudio tenían a la venta variedades de frutas y verduras, frente a un 53 por ciento de las tiendas de Baltimore. La distribución especial de estos alimentos es homogénea en la zona de la capital, mientras que en Baltimore se limita a la zona suroeste. Los resultados de este estudio resaltan la importancia de las tiendas tradicionales y de los mercados municipales como elementos saludables en las ciudades, y como posible estrategia preventiva del sobrepeso, la obesidad y otras enfermedades rela-


iernes

Guatemala, viernes 22 de julio de 2016

s saludables En Madrid, un 77 por ciento de los residentes viven a una distancia menor de 200 metros de una tienda con una alta disponibilidad de alimentos saludables. cionadas con una alimentación poco conveniente. Las conclusiones también muestran las diferencias en cuando a la accesibilidad en ambas ciudades. En Madrid, un 77 por ciento de los residentes viven a una distancia menor de 200 metros de una tienda con una alta disponibilidad de alimentos saludables. Y el 23 por ciento restante, a entre 200 y 400 metros de un comercio de esta categoría. Sin embargo, en Baltimore solamente un 1 por ciento de los residentes tenían acceso a menos de 200 metros a una tienda con un alto índice de alimentos saludables. Un 13 por ciento de los residentes vivían a una distancia de entre 200 y 400 metros, y la mayoría de los residentes (82 por ciento) se encontraba, al menos, a una distancia de 800 metros. Estos resultados resaltan cómo un entorno urbano diseñado para favorecer al peatón frente al vehículo puede influir sobre los hábitos de alimentación, y por tanto, sobre la salud de los residentes. *Universidad de Alcalá de Henares

Fotos: Archivo

15

Microcápsulas de brócoli

El brócoli es una verdura muy valorada por sus efectos quimiopreventivos, pero las sustancias de su composición se degradan por la acción del oxígeno. Cada vez son más los consumidores que prefieren ingerir alimentos de forma inteligente, fortaleciendo así su salud y el sistema inmunológico. En este sentido, el brócoli es muy valorado por sus efectos quimiopreventivos, que atribuyen a su composición en glucosinolatos, flavonoides, carotenoides, ácido ascórbico y aminoácidos. Pero como se degradan por oxigenación, desde la Universidad de Extremadura en colaboración con el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (CICYTEX-INTAEX), se ha llevado a cabo un estudio en el que se ha evaluado las ventajas que aporta la microencapsulación de alimentos, concretamente el brócoli, a la hora de reducir la reactividad a factores como el agua, el oxígeno o la luz, así como la liberación controlada del compuesto que haya sido encapsulado. “La microencapsulación en la industria agroalimentaria es un proceso por el que pequeñas partículas o gotas de un determinado alimento son rodeadas por una capa de materiales de distinta naturaleza para dar lugar a pequeñas cápsulas, creando así una barrera entre la sustancia contenida en la microcápsula y el ambiente”, explica Patricia Calvo, investigadora del Instituto Tecnológico Agroalimentario (INTAEX) integrado en el CICYTEX, y una de las autoras del estudio. En este trabajo se utilizó como modelo el brócoli por su fuerte olor a la hora de su cocción, lo cual permitía “comprobar cómo se comporta esta tecnología de microencapsulación frente a compuestos volátiles”, añade Francisco Sánchez investigador del INTAEX, que recuerda que se puede utilizar con cualquier alimento. “Las microcápsulas de brócoli generadas tienen un tamaño en torno a las 100 micras, de esta forma se puede añadir fácilmente a diferentes alimentos como por ejemplo formulaciones cerradas tales como sopas o purés deshidratados”, concluye.



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.