Revista Viernes 22092017

Page 1


2

En portada: Catedral de Santiago de los Caballeros, 1673. Óleo de colección privada. Foto de William Swesey, 1976.

Portal Editorial Este país está siendo construido palmo a palmo, gota a gota, piedra a piedra, sueño a sueño, segundo a segundo, semana a semana. De ahí que, como semanario del Diario de Centro América, sigamos ese patrón constructivo como línea editorial. Patrón en el que cada apunte ensayístico y cada nota de color, se propone aportar un ladrillo, un poste, una cuña, un punto de apoyo, una luz. Y es que este edificio llamado país se sostiene gracias también a la memoria. Una memoria que se forja paso a paso. Mientras más distante un hecho, más cerca estamos de las lecciones que de él se desprenden. Si bien los hechos dejan una estela profunda y duradera, los sueños, aún más. Al cumplir 200 semanas de circulación, el equipo editorial de la revista quiere reafirmar su vocación centroamericanista y global. Somos ciudadanos de este paraíso entre el Norte y el Sur, que por un lado conecta con la estepa frágil de los polos, y por otro con los océanos ecuatoriales y los mantos subterráneos que nos dan rostro y levedad. Reiteramos, en fin, nuestro deseo de que Viernes, como compañía de fin de semana, siga dejando a nuestros lectores un buen sabor de espíritu y de boca. Que así sea.

DIRECTORIO Director General: Pavel Arellano Arellano Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo Edición: Otoniel Martínez Diseño Gráfico: Héctor Estrada Digitalización: Boris Molina Biblioteca de la Tipografía Nacional: Thelma Mayén Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

José Toribio M

La imprenta en (1660uatemala fue la cuarta ciudad de la América española que logró gozar de los beneficios de la imprenta. Solo la tuvieron antes que ella, México, Lima y Puebla de los Ángeles. Esta monumental obra fue impresa en Santiago de Chile, en casa del autor en 1910. Medina (1852-1930) es sin duda el más grande bibliógrafo que ha producido América. Su vocación y su afán de completar su Biblioteca Hispanoamericana —siete volúmenes que aparecieron de 1898 a 1907 y comprendían la labor editorial de 1493 a 1810—, lo trajeron a Guatemala a principios de 1903. Ya por entonces había coleccionado muchos impresos guatemaltecos de la época colonial y recopilado fichas bibliográficas, al punto de haber dado impulso y colaboración a otro chileno, don Enrique O’Ryan, para que publicase en enero de 1897, la Bibliografía guatemalteca de los siglos XVII y XVIII, también en Santiago de Chile, en la imprenta Elzeviriana. Sin embargo, Guatemala tenía una atracción especial para Medina, quien reconoció que el hecho de haber gozado tempranamente de los beneficios de la imprenta estaba “destinado a revestir de una fisonomía especialísima la vida del pueblo guatemalteco”.

El conde Tolstói

Gal

El conde Lev Nikoláievich Tolstói, nacido el 9 de septiembre de 1828, fue uno de los escritores más importantes de la literatura mundial. Sus obras Guerra y Paz y Ana Karénina, están consideradas como la cúspide del realismo ruso. Sus ideas sobre la “no violencia activa”, tuvieron un profundo impacto en personajes como Mahatma Gandhi y Martin Luther King.


Viernes

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

edina y Zavala

Cuento 200

Pesadilla en amarillo

n Guatemala -1821)

lería

Archivo

Despertó cuando sonó el despertador, pero se quedó tendido en la cama durante un rato después de haberlo apagado, repasando por última vez los planes que tenía para hacer un desfalco por la mañana y cometer un asesinato por la noche. Había pensado en todos los detalles, pero les estaba dando el repaso final. Aquella noche, a las ocho y cuarenta y seis minutos, sería libre, en todos los sentidos. Había escogido aquel momento porque cumplía cuarenta años, y aquella era la hora exacta en la que había nacido. Su madre había sido muy aficionada a la astrología, razón por la que conocía tan exactamente el instante de su nacimiento. Él no era supersticioso, pero la idea de que su nueva vida empezara exactamente a los cuarenta años le parecía divertida. En cualquier caso, el tiempo se le echaba encima. Como abogado especialista en sucesiones y custodia de patrimonios, pasaba mucho dinero por sus manos… Y una parte no había salido de ellas. Un año atrás había “tomado prestados” cinco mil dólares para invertirlos en algo que parecía una manera infalible de duplicar o triplicar el dinero, pero lo había perdido. Luego había “tomado prestado” un poco más, para jugar, de una manera u otra, y tratar de recuperar la primera pérdida. En aquel momento debía la friolera de más de treinta mil; el descuadre solo podría seguir ocultado unos pocos meses más, y no le quedaban esperanzas de poder restituir el dinero que faltaba para entonces. De modo que había estado reuniendo todo el efectivo que pudo sin despertar sospechas, liquidando diversas propiedades que controlaba, y aquella tarde tendría dinero para escapar; del orden de más de cien mil dólares, lo suficiente para el resto de su vida. Y no lo atraparían nunca. Había planeado todos los detalles de su viaje, su destino, su nueva identidad… y era un plan a prueba de fallos. Llevaba meses trabajando en él. La decisión de matar a su esposa había sido casi una ocurrencia de última hora. El motivo era simple: la odiaba. Pero después de tomar la decisión de no ir nunca a la cárcel, de suicidarse si llegaban a arrestarlo alguna vez, se dio cuenta de que, puesto que moriría de todas manera si lo atrapaban, no tenía nada que perder si dejaba una esposa muerta tras él en lugar de una viva. Casi no había podido contener la risa ante lo adecuado del regalo de cumpleaños que ella le había hecho el día anterior, adelantándose a la fecha: una maleta nueva. También lo había convencido para celebrar el cumpleaños dejando que ella fuera a buscarlo al centro para cenar a las siete. Poco imaginaba ella cómo iría la celebración después de aquello. Planeaba llevarla a casa antes de las ocho y cuarenta y seis para satisfacer su sentido de lo apropiado y convertirse en un viudo en aquel momento exacto. El hecho de dejarla muerta también tenía una ventaja importante. Si la dejaba viva y dormida, cuando despertara y descubriera su desaparición, adivinaría en seguida lo ocurrido y llamaría a la policía. Si la dejaba muerta, tardarían un tiempo en encontrar su cuerpo, posiblemente dos o tres días, y dispondría de mucha más ventaja. En el despacho, todo fue como la seda; para cuando fue a reunirse con su mujer, todo estaba listo. Pero ella se entretuvo con los aperitivos y la cena, y él empezó a dudar de si le sería posible tenerla en casa a las ocho y cuarenta y seis. Sabía que era ridículo, pero el hecho de que su momento de libertad llegara entonces y no un minuto antes ni después se había vuelto importante. Miró el reloj. Habría fallado por medio minuto de haber esperado a estar dentro de la casa, pero la oscuridad del porche era perfectamente segura, tan segura como el interior. La porra descendió una vez con todas sus fuerzas, justo mientras ella estaba de pie ante la puerta esperando a que él abriera. La tomó antes de que cayera y consiguió sostenerla con un brazo mientras abría la puerta y volvía a cerrarla desde dentro. Entonces accionó el interruptor, la habitación se llenó de luz amarilla, y antes de que se dieran cuenta de que sostenía a su esposa muerta en los brazos, los invitados a la fiesta de cumpleaños gritaron a coro: -¡Sorpresa! Fredric Brown/Estados Unidos

3


4

Abecedario

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

La marabunta:

¿cómo y por qué Los Ángeles

A las personas pisoteadas les gusta la música pisoteada. El Ozzy Osborne que muerde murciélagos para provocar miedo mientras canta de sus propios miedos, su propia miseria. Por eso las melenas revoltosas, los jeans deshilachados allí por las rodillas, por eso siempre el color negro: para pintarse de poder y tapar las vulnerabilidades, como hacer una figura de papel maché. Una momia en vida. Alguien vendado en signos de poder en lugar de realmente tener alguno. Por eso el heavy metal.

Bajo el cielo de esta ciudad del primer mundo, se incubó el infierno del tercer mundo.

Emma Friedland* s por eso que hoy el estacionamiento afuera del Fórum de Los Ángeles está repleto de jóvenes pisoteados. Aunque nunca se describirían así. Y mucho menos durante esta noche de 1984, cuando están absolutamente inflados de euforia. Van a ver tocar a Van Halen, uno de sus héroes. Esperan la hora del toquín al lado de sus muscle cars: sus Mustangs y sus Thunderbirds y sus Dodge Mirada. Un pseudo-documentalista que camina entre la multitud de jóvenes blancos los capta con su cámara. Para el video granuloso, en entrevistas caóticas como el ambiente, los muchachos proclaman su fanatismo por la banda, su afán por el estilo de vida. Pero el camarógrafo también capta otro grupo, uno diferente. De piel morena. Dos muchachos y una muchachita que hablan para la cámara animadamente, jubilosos, en un inglés marcado por el trópico, por el Istmo, por Cuscatlán, Morazán y Sonsonate. Maynor Cienfuegos, Giovani Quijano y Gladys Martínez —todos de 17 o 18— se abrazan y ríen para la cámara. Traen camisas de distintos grupos de rock y el pelo largo. Por esta noche son las estrellas de su propio music video; hoy el mundo les presta atención. Es lo que el heavy metal les promete a todos, satisfacer su hambre por parecer exitosos. Ser alguien de respeto. A pesar de ser de El Salvador.

Hamaca de la Siguanaba

Dos años antes, Maynor Cienfuegos, de 15, está tendido bajo un enorme árbol. Uno de esos árboles que han presenciado la existencia entera de un pueblo, tanto las atoladas como las matanzas. Todavía con la cara cándida de un

niño, Maynor se protege bajo el espeso follaje verde oscuro, debajo de la copa de flores microscópicas que los abuelos juran que se alumbran en la medianoche y solo pueden ser vistas por el diablo. Maynor se recuesta entre las ramas onduladas del legendario amate, escondiéndose en la llamada “hamaca de la Siguanaba”. Vence su temor por el árbol misterioso, porque lo que le espera afuera del escudo magnético de las hojas es algo peor, algo que no tiene que ver con los mitos. Para este entonces, la guerra en El Salvador ya tiene sus años. Para este entonces, una película cincuentera con Charlton Heston sobre una plaga de hormigas, llamada en español Cuando ruge la marabunta, ya tiene su lugar en la cultura popular. Esta palabra, “marabunta”, fue adoptada por los jóvenes para referirse a los amigos, la gente, la banda. La mara. Como ahora, cuando

Maynor escucha desde su escondite que una mujer joven dice: “La guerrilla se está llevando a toda la mara arriba de 13. Todos los cipotes. ¡Hijos de la gran puta!”. Sigue Maynor en su universo alterno, verdoso y quizás embrujado. Mira hacia las ramas de arriba, hacia una fila de hormigas migrantes haciendo su largo recorrido a quién sabe dónde. Hasta que oscurece. Hasta que su mamá llega por él. Hasta que lo sube a un pequeño autobús dentro del cual el chofer está muy apurado por dejar este maldito pueblo muy atrás. Hasta que tienen que despedirse madre e hijo y la oscuridad de la noche traga al camión cuando se aleja.

Celda monacal

El interior de la casa de su tía parece la celda de una monja; las paredes desnudas, casi sin ningún adorno, la luz tenue. Ella le enseña


Viernes

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

5

surgió en es? (1) Fotos: Archivo

para alcanzar el bus. Afuera de la tienda está pintada la bandera nacional y adentro el cajero le atiende con un acento de la capital o de Santa Ana. Las pupusas “revueltas” de la pupusería saben iguales que siempre; agarran el mismo color café por el chicharrón. Juraría estar todavía allá, solo que por otro rumbo. Al cabo, nunca antes había salido de su pueblo. Juraría estar todavía en El Salvador. Si no fuera por todas las tiendas mexicanas alrededor, como la “Oaxaca: Se visten Niños Dios” o la “Cemitas P”. Si no fuera por algunos coreanos caminando por la acera. O los blancos y los negros. Si no fuera por los nombres de las calles. Rampart. Hoover. La sexta. Si no fuera por toda esta enorme ciudad que se puede sentir alrededor, no pensaría que está en Los Ángeles. En Estados Unidos. De regreso en la casa, un reloj marca los segundos, el único ruido. La soledad del lugar pesa como el aire antes de una tormenta. Maynor camina por la casita. Busca rastros de su tía, con quien comparte sangre y nada más. Merodea sobre un altar dedicado al monseñor Romero, un mártir ya. Le prende una vela. Es la única luz en la casa mientras va bajando el sol. Maynor se acuesta en su catre pero no cierra los ojos. Cuando escucha que su tía viene entrando a la casa, no se mueve, tampoco cuando ella va a la sala a buscarlo. Finge estar dormido y le sigue dando la espalda sobre el catre. Ella apaga la vela en el altar y la casa regresa a la oscuridad. Al silencio.

Fantasma amable

a Maynor el pequeño catre que será su cama, colocado debajo de una ventana en la reducida sala. Parada con la ventana y el contorno de la vegetación atrás, se ve diminuta y austera. Tiene el cabello agarrado rígidamente en un chongo, dejándose ver tanto las orejas que parece una pequeña chimpancé vestida de mujer de la iglesia. Maynor le suelta miradas curiosas cuando ella está viendo para otro lado. Ella le dice dónde tendrá que caminar para comprar un desodorante o un cepillo de dientes, o para encontrar una pupusería. Se dirige a la puerta y se larga para el trabajo. Maynor mira cómo la figura de su tía va desapareciendo y luego, sin más que hacer, él también sale a la calle. Sobre las veredas caminan personas parecidas a él. Mujeres y hombres con rasgos mayas, empujando carriolas, llevando bolsas de ropa a la lavandería, caminando apresuradamente

Unos días después, Maynor se mece despacio, envuelto en el capullo de una hamaca bajo la sombra del patio mientras la tía trabaja en el cuidado de sus plantas. La cara tranquila del Maynor durmiente empieza a retorcerse con la introducción de un sonido en particular: el machetear de la tía contra un arbusto desobediente, fuera de control. Los ojos cerrados de Maynor comienzan a brincar y los párpados revolotean al ritmo de los machetazos. Tiene la cara afligida, se está aguantando. Aguantando el zumbido del machete. Aguantando las recurrencias. Las imágenes que también zumban por su mente: uniformes de soldados, las boinas de un comando particular, mujeres mayas sollozando al lado de un camino montañoso, un campesino indignado. Sigue el azotar del machete. Maynor ya no puede resistir, se levanta de la hamaca de un brinco. Casi corre para la calle. Su tía lo mira ir, perpleja. En la tienda de la esquina se compra un jugo y se lo toma todo de golpe. Aún así no regresa a su color normal. Se ve demacrado por el susto y no se le quita la palidez. Al salir de la

tienda se topa con unos chicos mayores. “¿Viste una sombra, vos? ¿O sos una? ¡Qué blanco te mirás!”, le dice uno de ellos, entre risas. “Tené, mi Casper, pa’ bajar el susto”, y le pasa discretamente una cerveza a Maynor, a quien ya ha bautizado como el fantasma amable. Maynor guarda la lata debajo de su camisa después de darle la mano, agradecido, y se regresa a su casa.

Naciones Unidas

En una clase que más bien parece un verdadero modelo de Naciones Unidas —con representantes de Vietnam, Corea, Guatemala, África, México y hasta de Aztlán—, Maynor está mirando de reojo a una chica muy guapa, perfectamente arreglada. La turgencia agradable de sus senos, cubiertos por la cachemira del suéter. El colgante de un crucifijo que se posa justo en medio. Los pantalones todavía acampanados que comen el suéter al nivel de la cintura y la hacen relucir así, pequeñita. “¡Cabalito que esa sí es una mujer!”, expresa la tímida mueca que a Maynor no se le puede quitar. La princesa renuentemente comparte una mesa con él, ya que por hoy la maestra la designó como intérprete personal de Maynor. Pero en fin, a Maynor se le quita aquella sonrisita de payaso, cuando la muchacha le habla. “¿Y qué tipo de nombre es Maynor? Dios mío, ustedes centroamericanos y sus nombres tan feos. Guanacos y nacos son”, dice la muchacha sin hacer parecer en su tono lo que realmente dice. Finge como si le estuviera explicando algo sobre la tarea. La boca de Maynor cae abierta. Se ruboriza. Se escucha un timbre y muchos estudiantes empiezan a levantarse, pero Maynor se queda congelado hasta que un muchacho se le acerca.

Los muros también expresan otras formas de protesta y rebelión.


6

Viernes

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

El vínculo entre los miembros del grupo es determinado por un sentido de aislamiento del entorno y autoprotección.

“Calláte el hocico, Brenda”, le dice Giovani Quijano a la chica que ahora está agarrando sus cosas para partir. “Y paráte, vos. Ya es hora de la siguiente clase”. Maynor obedece y sigue a su compatriota de las melenas negras y un chaleco de mezclilla. La siguiente clase es el taller: un templo de la masculinidad y la hombría, cuando todavía era políticamente aceptable dividir hombres y mujeres entre el taller y la clase de “economía del hogar”. Un profesor holgazán observa el rincón donde unos chavos hispanos martillean sus muebles rústicos y otros dan brochazos de pintura. Flexionan los músculos que resaltan sus camisas “golpea-esposas”. Limpian el sudor con los paliacates que cuelgan del bolsillo trasero de sus pantalones. Se ven intensos, aunque canturrean una melodía suave de doo wop que se escucha desde un reproductor de cassettes. Puros oldies para ellos: un arrullo que los amansa momentáneamente.

Los melenudos

Se termina la canción y, sin tardar, el instructor aprieta un botón, parando el aparato. “Como acordamos, vamos a compartir el reproductor como la gente civilizada”, dice el instructor en inglés. Estalla un quejido colectivo por parte de los chicanos y aclamaciones al otro extremo del aula. Luego el ruido del cambio de cassettes, el apretar del botón de play. Dada- da- da- da, la inconfundible serie de acordes de Iron Man, de Black Sabbath. Ahora los canturreos vienen de la otra mesa, donde unos chicos rockeros también apañan sus proyectos. “Arriba los salvatruchos, babosos”, dice Giovani entre dientes. Maynor, agobiado, mira de reojo a todos los integrantes de la clase por igual. A los salvadoreños metaleros, los chica-

nos pachucos, hasta a los nerds asiáticos sentados a su lado, quienes con precisión y calma cambian el cableado eléctrico de unos aparatos. Unas semanas después, el timbre anuncia de modo estridente el final del día escolar. Maynor sigue a Giovani por las calles contiguas a la escuela. Llegan a un viejo edificio de ladrillos con las escaleras de incendio zigzagueando por la fachada al antiguo estilo neoyorquino. Niños juegan en el pasillo de entrada y en cada descanso de la escalera. Los años se han comido el yeso de las paredes. El correr de los niños hace volar las partículas de polvo, una acumulación que tiene desde mucho antes de que llegaran salvadoreños a este barrio. Mientras los dos chicos van subiendo los escalones, escuchan desde un piso abajo los gritos de unos niños que han visto una rata; Giovani sacude la cabeza de pura lástima. Entran al apartamento tipo estudio donde están viviendo varias personas y algunas otras familias, no solo la de Giovani, aunque todos parecen estar fuera por el momento. Colchones, ropa de cama, posesiones personales: todo está organizado en pilas ordenadas que llenan el espacio. Los muchachos pisan con cuidado para cruzar la pieza y llegar a la cocina adyacente, donde el señor Quijano y su esposa, treintañeros, están comiendo y conversando. “En cualquier momento me van a correr, de eso no tengo duda”, dice el papá de Giovani sin reaccionar al ver a su hijo entrar con un amigo. En cambio, la mamá le sonríe a Maynor y mociona en dirección a la estufa para señalar que agarren algo de comer. Sigue escuchando a su esposo, quien no ha parado de hablar. “No sé por qué sentí que debía mentirles y decir que yo soy de México como ellos. Tampoco sé por qué tuve que escoger Yucatán de

entre todos los estados mexicanos. Tanta suerte que tengo que un hijueputa de la cocina es de allí. Seguramente me va a delatar”, continúa el papá. Los muchachos se sirven arroz blanco con verduras y muslos de pollo. Cuando llevan sus platos para la salida y de nuevo van cruzando el apartamento, todavía pueden escuchar el lamento del papá: “Aquí todo es México esto y México otro. Si quiero escuchar música en la radio, tiene que ser rancheras o norteño. Si quiero ver fútbol, solo puede ser un partido del hijueputa equipo tricolor”. Por suerte, en la azotea los muchachos ya no pueden escuchar el vociferar del señor. “¡Púchica que son cobardes los padres!”, exclama Giovani, otra vez sacudiendo la cabeza con pena. Algo pasa por el rostro de Maynor al escuchar la palabra “padre”, pero pronto es distraído por la vista, la dispersión urbana que se extiende para todos lados. Asombrado, explica que en su pueblo no había ni una estructura de más de dos pisos. Mientras comen sentados en el cemento, observan el latir y pulsar de la ciudad, de la avenida Wilshire, casi abajo de ellos, que serpentea hasta el extremo oeste, hasta topar con el mar escondido detrás de millas y millas de metrópoli. “A la puta que voy a dejar de ser salvadoreño solo pa’ complacerlos”, escupe Giovani. “Que se jodan”, agrega Maynor con ojos enormes que no han dejado de asimilar cada detalle del panorama urbano. Siguen comiendo más o menos en silencio, contemplativos, mientras el sol comienza su descenso hacia el océano. Y el horizonte se pinta de naranja y rosita, las colinas y montañas aledañas de morado y las filas de palmeras de las calles cercanas en silueta se pintan de negro. * Argumento finalista del Premio Bengala-UANL, 2013


Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

Gavetas

7

Hemeroteca del Diario de Centro América

Centroamérica independiente DCA, 17 de septiembre de 1934.- En las gráficas, tres diferentes aspectos de los sugestivos ejercicios gimnásticos llevados a cabo frente al Templo de Minerva, por las alumnas de los establecimientos nacionales de enseñanza. Destacaron: el Instituto Nacional de Señoritas, la Escuela Nacional de Artes y Oficios Femeniles y las Escuelas Primarias, así como el Instituto Nacional Central de Varones con su uniforme negro y correaje blanco, portando armas, al mando del capitán Ramírez; la Escuela Normal Central de Varones también armados y al mando del capitán Méndez; la Escuela de Artes y Oficios para Varones; el Hospicio Nacional de Varones con su Banda y baterías de guerra y, al mando de su director, general John B. Considine, la Escuela Politécnica con movimientos rítmicos y marciales.


8

Reporte en V

El problema del consumo excesivo de bebidas embriagantes en Santiago de los Caballeros en el siglo XVII, refleja el conflicto entre la moral y las buenas costumbres y el ingreso económico, pues aunque el vino formaba parte del ritual eucarístico católico, la Iglesia consideraba la ingesta de bebidas como el pulque o la chicha un vicio que había que erradicar, sin considerar los elementos socioculturales de la antigüedad americana; “en el Tratado de idolatrías cuenta el párroco que los indios le ofrecen pulque nuevo al dios que se les antoja, lo ponen en su altar con mucha veneración y lo acompañan con incienso, velas encendidas y derraman un poco en señal de sacrificio”.

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

Gozar y vivir e

Beatriz Palomo* a distribución y consumo de pulque era una tradición antigua. Ya en 1691, Mathias de Salazar, indio principal de la cofradía del pueblo de Almolonga, pidió licencia para expender pulque y le fue denegada, por lo que presentó un memorial argumentando que “Hace 35 años que se estila que en la Plaza Mayor se venda por los indios naturales de nuestro pueblo un agua nombrada Pulque (…) por ser el sustento y trato de pasar las indias principales, (…) para dicha cofradía que de ello se mantiene y celebra la festividad. ” Subraya que el pulque es necesario para curar a los enfermos que padecen de dolor en el costado y tabardillo. Solicita que corra la referida licencia para que 40 indias, que es el número de las pulqueras, vendan esta bebida en las fiestas. Asimismo en Santa Catarina Mártir piden licencia para vender pulque en los barrios de Santo Domingo y San Antonio.

La ganancia del mal

Las autoridades culpaban a la embriaguez de todos los males de esta tierra, aunque los mismos españoles la promovían cuando pagaban a los indígenas ocupados en los trapiches, parte de su salario en licor. El obispo Pedro Cortés y Larráz exclamó con exasperación que los indios podían hacer licor hasta de las piedras y a pesar de las múltiples disposiciones para evitar este “vicio”, la costumbre prevalecía. En medio de todo esto, la Corona acorralada entre la moral y la ganancia, opta por la segunda, por lo que decidió vender en estancos la chicha y convertirla en su monopolio en 1753. Los estancos de aguardiente funcionaban bajo el sistema de arrendamiento a particulares llamados estanqueros o asentistas. Las mujeres como Felipa Acevedo que pagaron por el derecho de vender chicha y aguardiente legalmente, continuaron haciendo negocio, pero las que no podían pagar por ese derecho, lo hacían en la clandestinidad. Los pobres se siguieron arriesgando porque la ganancia lo valía. Podemos constatar mediante los juicios criminales

La proliferación de los lugares de juego, tanto en casas como en la calle, hizo que, desde el punto de vista económico, el real estanco tomara literalmente, cartas en el asunto.

que la pobreza no respetaba las diferencias socioraciales: Ángela de Torres, española de Santiago, fue acusada de fabricar aguardiente. Otra española María Calvillo de 46 años casada con Juan Burgos, vecinos de la calle del Juicio fueron acusados de contrabandear aguardiente. Asimismo Juana Vivar española o castiza hija natural de Ana de Vivar, es perseguida por vender aguardiente clandestino en su taberna, debajo del portal de las Panaderas. A una mestiza, por fabricar licor hechizo le quebraron las vasijas, le embargaron la casa y bienes y le impusieron 100 pesos de multa, y a la indígena Juana Juras, por vender aguardiente adulterado la conducen a la cárcel. Hay una causa contra Lorenzo Julián, indio del pueblo de Barme Beccera, Ana Granadeña y Ana Huertas, vecinas de la calle de Chirimetera, todos por fabricar chicha. En el cateo les destruyeron las ollas durante las rondas. La constante persecución a las chicheras era el resultado no del apego a la ley, sino de la intención de eliminar a la competencia: el alcalde y gobernador indio de Comalapa, fue acusado de vender, bebidas prohibidas. El pro-

blema social era que todos los otros vicios estaban acompañados de la embriaguez: Manuel Sipac de Patzún, después de beber chicha en una casa de zarabanda, muere ahogado.

Juegos de apuestas

Es razonable pensar, como cita Santizo Pedoglio, que el paso de una vida guerrera a una pacífica, abrió las puertas para que las personas tuvieran mayor tiempo de diversión. Esto se marcó en el siglo XVII cuando la guerra de pacificación había terminado. Los habitantes de Santiago no solo eran aficionados al juego sino que les encantaba apostar. Debido a los excesos de juego en las provincias americanas, Carlos V ordenó que se prohibiera jugar a los naipes y otros juegos de azar más de 10 pesos de oro en un día. Como es usual, advierte que se van a aplicar penas contra las personas y bienes de los transgresores. Ya a mediados del siglo XVI, Felipe Rangel, solicita permiso para establecer una casa de juegos de mano y un tablero de la suerte. En 1707 el Virrey de Nueva España pide informe al capitán general de Guatemala, sobre la posibilidad de


Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

en Santiago (2)

establecer casas de juego. Años más tarde, el alférez Martín de Guerra solicita licencia para abrir un salón de juego de naipes. El estanco de naipes, a la usanza peninsular, empezó a funcionar en la Nueva España en 1572. Se vendía el derecho del estanco en cada provincia obligándose el comprador a tributar la tercera parte de las ganancias. El arriendo era por dos años. Las barajas se despachaban envueltas en un papel y selladas. Inmediatamente surge la necesidad de combatir la impresión de naipes falsos; se determinó una multa de mil pesos en oro a los infractores. El monopolio de la fábrica de naipes estaba en México, pero no alcanzaba a cubrir la demanda; los mazos se vendían a 3 o 4 reales cada uno.

“Tenía mis principios de fullero y llevaba dados cargados con nueva pasta de mayor y de menor”. Estas artimañas, al ser descubiertas, provocaban “peleas con armas cortas de donde vienen las frecuentes heridas como las pedradas que suelen tirarse y malos sucesos de mayor monta (…) el descamisarse unos a otros”. Solicitan para combatirlos 200 azotes y dos años de destierro “a quien aprehendiesen ebrio ya en juegos o con piedras. Castigados al ser arrestados en el poste del cabildo, con vergüenza en la argolla ya con azotes más o menos hasta 50. La referida pena se extiende a los plebeyos pardos que se aprehenda a las veces delinquiendo en algunas de las maneras referidas”.

El real estanco

Las implicaciones sociales de estos establecimientos eran múltiples y peligrosas para el estatu quo. Para exasperación de Francisco Ximenez, en las casas de juego los españoles “se mezclaban, como iguales, con negros, indios y mulatos”. Por su parte, la plebe jugaba donde podía, de manera que en 1763 los alcaldes de la ciudad de Guatemala pidieron a la Audiencia la promulgación de medidas para evitar la propagación de juegos de envite: “Aunque inmediatamente se pusiese en libertad, es indispensable el castigo [para que] aterrados por el castigo, no hubiese reincidentes”. Para hacer una redada se necesitaba que el denunciante jurara que diría la verdad e indicara en qué casa se jugaba; las multas impuestas a los jugadores eran distribuidas entre el denunciante, la real cámara y obras piadosas. Los severos castigos tienen poco efecto. Años más tarde, se descubre que en la casa de Bernardino Gálvez, alias Lengua de hueso, están jugando dados. Nuevamente, el jefe de la ronda solicita que les den un castigo que sirva de escarmiento y a los demás de freno. El escribano que acompaña a la ronda certifica que en el cateo de la casa encontraron muchas cartas de baraja. Apunta que el problema es que los hombres dejan sus oficios y a sus familias, ya que pasan días y hasta semanas jugando. “Esto origina riñas y desnudeces en las mujeres de estos y necesidades

La venta, distribución y juego de naipes funcionó en Guatemala bajo la jurisdicción del real estanco de naipes. La baraja española estaba compuesta por 40 o 48 cartas numerales, del 2 al 9 en los ramos de oros que representaba el comercio; las copas, el clero; las espadas, el ejército y los bastos, la agricultura. Eran pintadas a mano, hasta que en el siglo XV apareció la xilografía. “La pasión por los juegos de entretenimiento y de azar estaba generalizada en España de los siglos XVI y XVII (...) Se apostaba a los dados, naipes, damas y ajedrez (…) Se gastaba dinero en vestidos, mujeres y caballos, pero donde más se derrochaba era en los juegos de azar”. Había también casas de juego abiertas las 24 horas; “proveían de todas las comodidades a los jugadores, incluyendo en dónde hacer sus necesidades en el mismo cuarto de juego”. Los dados, la taba y los naipes se jugaban hasta en las calles. Jugadores y espectadores acompañaban esta diversión con bebidas para combatir el estrés y mantener una mano firme, hasta que todo el cuerpo perdía firmeza. Se suscitaban descontentos, especialmente porque algunos hacían trampa: “El naipe marcado “G” de guardar, era naipe de tocamientos, raspados y bruñidos”; se marcaban minuciosamente con lápiz, uña o alfiler. En cuanto a los dados, Francisco de Quevedo y Villegas en El buscón confiesa:

Redadas

Viernes

9

Fotos : Archivo

en los hijos.” Lo de las “desnudeces” es en serio, pues algunos hombres empeñaban prendas de vestir de sus mujeres: “una mantilla con valor de 8 pesos, con la esperanza de recuperarla la noche siguiente. Si las mujeres reclamaban, se les daba dos días de cárcel a los culpables.” El mismo año de 1757, el alcalde ordinario recibió denuncias de que en la casa de Francisca Graciana, en el barrio de Candelaria, se juegan dados. A mediados de siglo las autoridades disponen ponerle fin al problema, y por Real Cédula del 31 de julio de 1745 se prohíbe toda clase de juegos de suerte y de envite. En este mismo sentido, en 1759, escandalizados por el monto de las apuestas en las que probablemente las autoridades también participaban, se prohíbe hacer apuestas excesivas en los palenques; al mismo tiempo se ordena que no sean admitidos esclavos e hijos de familia. Jugar incontrolablemente al azar y apostar es reconocido hoy en día como una adicción. En el siglo XVIII esta inclinación era un pecado. Abrumada por estas circunstancias, María González, viuda de Felipe Méndez, pide que a sus hijos se les evite frecuentar casas donde se juegan naipes. Los jugadores mismos se dejaban certificar para que se les impidiera jugar ciertos juegos. “El alférez don Pedro de Gálvez se comprometió ante el escribano Antonio Zavaleta a no jugar a naipes, a juegos como pintar, parar, primera, maribuya, veintiuno, hombre (...) tampoco jugaría dados, tablas ni perinola”. La consecuencia de no cumplir con su compromiso era el pago de multas que oscilaban entre 50 y 4 mil pesos por cada vez que rompiera su compromiso. Algunos lavaban la culpa de su ya esperada reincidencia y se comprometían a pagar cada vez que fallaran 4 mil pesos, una altísima suma, distribuida de la siguiente manera: mil pesos para la archicofradía del Santísimo Sacramento de la Catedral, mil pesos para el hospital real de San Juan de Dios y sus religiosos y mil pesos para el convento de religiosos de San Francisco, y, curiosamente, mil pesos para la persona que lo denunciara. * Asociación para el fomento de los estudios históricos de Centroamérica -Afehc-

Naipes españoles antiguos que, uno a uno, se pintaban a mano.


10

Contando el tiempo

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

Pandillas:

el caso de Nicaragua En menos de dos décadas, las maras se convirtieron en una de las organizaciones criminales trasnacionales más exitosas de América Latina al saltar desde su base en Los Ángeles, Estados Unidos, a varios países centroamericanos. Juan Carlos Pérez Salazar* ebido a su temperamento depredador, hay quienes aseguran que el término mara viene de marabunta, las feroces hormigas migratorias que arrasan todo a su paso. Sea o no ese el origen de la palabra, que en muchos lugares ya es sinónimo de pandilla, las maras se extendieron como voraz marabunta por Guatemala, El Salvador y Honduras, donde se estima que tienen unos 100 mil pandilleros. También han llegado al sur de México. Y acompañando su paso, en los países centroamericanos se dispararon los índices de criminalidad, encabezados por el asesinato. En 2012, los dos países con mayor tasa de homicidios a nivel mundial fueron Honduras y El Salvador. Y la ciudad hondureña de San Pedro Sula es considerada la más peligrosa del planeta. Sin embargo, a medida que las maras seguían su irresistible marcha hacia el sur, un fenómeno interesante apareció: por el momento no han podido avanzar más allá de Honduras. Y el motivo tiene nombre propio y ubicación geográfica: Nicaragua.

El fenómeno de las pandillas parece estar ligado al surgimiento de nuevas tribus en el contexto de los llamados estados fallidos o en construcción.

Un poco de historia

Esto se detectó hace ya varios años. En 2008, durante una reunión de directores de migración de Centroamérica, el de Costa Rica, Mario Zamora, dijo: “Nicaragua se ha convertido en una especie de escudo inexpugnable para las maras. Hay que analizar qué es lo que está detrás de ese fenómeno, el que Nicaragua sea una barrera de las maras. Gracias a ellos no nos han llegado a Costa Rica”. Pero ¿cuál es la razón? Para encontrarla hay que remontarse a la génesis de las maras en Centroamérica, a principios de los 90, cuando George Bush padre, entonces presidente de EE. UU., autorizó la deportación de cientos de jóvenes de origen centroamericano que se encontraban en las cárceles estadounidenes. Muchos de ellos habían crecido en Estados Unidos y no entendían una palabra de español, sin embargo, al ser hijos de indocumentados, fueron expulsados. En su reportaje Barrio 18, apogeo y caída de una pandilla, los periodistas José Luis Sanz y Car-

Un factor común que se puede advertir en el perfil de los grupos que desafían abiertamente la normativa social, es el desclasamiento.

los Martínez hacen un extraordinario recuento de la llegada de esos jóvenes a El Salvador. “Esa fue la primera vez que vio a los bajados (...). Ese modo de vestir, de llevar el cabello, esos tatuajes tan… tan de allá. Llevaban pantalones Dickies y Ben Davis, camisas holgadas, y se llamaban por nombres geniales como Whisper, Sniper, o Spanky (...). ¿Cómo no acercarse?”. Pronto los “bajados”, además de despertar admiración, se apoderaron de los territorios y los conflictos de los lugareños. Desde allí empezaron a construir su imperio y a extenderse.

Y es aquí donde comienzan las diferencias con Nicaragua. El periodista e investigador Steven Dudley, uno de los directores del sitio de internet InSight Crime, que le hace seguimiento al crimen organizado en Latinoamérica y el Caribe, dice que uno de los factores fue el tratamiento que en Estados Unidos se dio a los inmigrantes nicaragüenses. “Durante los años 80 no se le dio una recepción similar a los refugiados que venían de diferentes países centroamericanos. A los nicaragüenses se les dio la bienvenida, mientras


Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

Viernes

11 Fotos: Archivo

ua

que de Costa Rica y Panamá no llegaron demasiados”. A los salvadoreños —en especial—, pero también a hondueños y guatemaltecos, desde el principio se les consideró como “indeseables”. “Eso hizo que muchos terminaran en la cárcel o involucrados con bandas”, agrega Dudley. Y la razón por la que los inmigrantes de Nicaragua —así fueran indocumentados— eran bienvenidos fue puramente política. Como el Gobierno de su país (al igual que el de Cuba), era considerado enemigo de Estados Unidos —los sandinistas estaban en el poder y la administración del entonces presidente estadounidense Ronald Reagan apoyaba a los rebeldes antisandinistas conocidos como Contras—, los emigrantes nicaragüenses eran vistos como personas que escapaban del régimen, y por eso recibían asilo político. Aunque las deportaciones de centroamericanos empezaron en los 90, continuaron con fuerza durante la década de 2000. En su artículo Gangs, deportation and violence in Central America, Dudley revela: “Entre 2001 y 2010, Estados Unidos deportó a 129 mil 726 criminales convictos a Centroamérica, más del 90 por ciento al llamado Triángulo del Norte. Solo Honduras —un país con población similar a la de Haití— recibió 44 mil 42 deportados en ese período”.

La razón social

“Las cifras son apabullantes” dice Dudley. “Casi cualquier país habría hallado difícil lidiar con esas cantidades. Además, la información que debería pasarse entre gobiernos cuando ocurre una deportación de criminales, no se intercambió”. Resultado: los gobiernos cen-

Las deportaciones masivas de indocumentados tienen un enorme impacto psicosocial en la región.

troamericanos quedaron con un número enorme de criminales en sus manos y sin ninguna información sobre sus expedientes, ni siquiera a qué pandilla pertenecían. Francisco Bautista Lara —uno de los fundadores de la Policía en la Nicaragua postsomocista y exsubdirector y excomisionado de la misma— está de acuerdo en que el tratamiento diferente a sus compatriotas por parte de EE. UU. contribuyó a que las maras no encontraran terreno abonado en su país. Pero cree que hay algo igual, o más importante: los cambios sociales e institucionales generados en Nicaragua después de la revolución de 1979 que llevó al poder a los sandinistas. “Si Nicaragua tiene niveles de desarrollo humano y de fragilidad institucional parecidos a los del norte de Centroamérica y también tuvo un conflicto armado, ¿por qué sus cifras delictivas se parecen más a las del sur?”. La razón, repite, está en que “la revolución creó instituciones distintas a las que continuaron existiendo en los países vecinos”. Agrega que también hay factores culturales: “Yo diría

que Nicaragua y sus ciudades son grandes pueblos, donde todo mundo se conoce y la confianza interpersonal no se ha perdido, como sí sucedió en otros países de la región. Al contrario, la revolución del 79 fortaleció mecanismos de participación”. A pesar de las enormes cifras de deportaciones de EE. UU. a Centroamérica que cita Steven Dudley, las que se han realizado hacia México son mucho mayores. “Entre 2001 y 2010, Estados Unidos deportó 779 mil 968 criminales a México”, afirma Dudley en su artículo. También destaca cómo el Gobierno de Nicaragua, a diferencia de otros en la región, trabaja más desde las bases hacia arriba. Esto convirtió a la sociedad nicaragüense en una intrincada malla de relaciones y solidaridad que le fue imposible penetrar a las maras. Y en medio del panorama desolador que se observa en los países del norte de Centroamérica, Bautista Lara —quien ahora se desempeña como consejero regional de organismos como el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD)— ve luces de esperanza: luego de un máximo de 18 mil casos en 2010, los homicidios han venido disminuyendo. Además están las negociaciones con las maras en El Salvador y Honduras. Todo esto, piensa Bautista, muestra que las pandillas están pasando por una fase de agotamiento natural, “de un proceso de descomposición que ha llegado a los límites tolerables”. Por eso cree que si los gobiernos actúan con responsabilidad, puede lograrse la desintegración de las maras. Ningún organismo social vive para siempre. Ni siquiera la temible marabunta. * British Broadcasting Company

La migración también ha influido en la expresión artística contemporánea.


12

Tragaluz

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

El artilugio del tiempo:

Fernando VII en Guate

En el zócalo del tablado que el alférez Antonio Juarros dedica a Fernando VII en diciembre de 1808, el regidor y cronista de la ciudad de Guatemala, Francisco Antonio de Fuentes y Guzmán, también aparece representado. La sombra de este personaje se proyecta sobre el pedestal de la columna, resaltando su figura. Ninel Valderrama Negrón*

l lado del cronista, en el centro de la composición, y sobre un zócalo, hay dos figuras que personifican el Tiempo y la Historia y con el personaje referido forman un grupo cerrado. En oposición a este conjunto, la envidia y la hidra aparecen detrás, sobre otra plataforma. A su vez, el emplazamiento de las tarimas establece una división entre dos espacios: el perteneciente al cronista, que es terrenal e histórico, y otro ocupado por las alegorías. Con la finalidad de que el pasado antiguo y la conquista de los reinos de Guatemala no caigan en el olvido, Fuentes y Guzmán, vestido con una fina casaca oscura, entrega su Historia de Guatemala a la personificación de la historia alada que se dispone a escribir su propio libro sobre el dorso del tiempo. La musa Clío, ataviada con una túnica que no cubre un hombro y el busto derecho, apoya sus anales sobre el tiempo; aunque anteriormente se apoyaba en la crónica franciscana de la evangelización de Guatemala, de fray Francisco Vázquez, en esta ocasión resultaba necesario completarla con la obra de Fuentes. El Tiempo, sostén de la Historia, se muestra como un anciano que yace encima del zócalo y está recostado sobre un tambor de columna destruido. En el suelo aparecen sus atributos clásicos: el reloj de arena, recuerdo del presente volátil, y la guadaña, que lo decapita todo.

Modelos académicos

Los modelos ilustrados están basados en tratados iconográficos de las alegorías y emblemas recurrentes en los ámbitos académicos. Así, el tratado de César Ripa cobró vigencia nuevamente en la edición inglesa de 1758, donde la envidia fue representada junto con la hidra, como sucede en la imagen guatemalteca. Otro tratado que continúa la línea seguida por Ripa fue la Iconología de Cochin y Gravelot de 1791, que fue convertida rápidamente en una fuente para la elaboración de imágenes de alegorías. El seguimiento de los tratados fue respaldado por los estudios académicos. Además, Pedro Garci-Aguirre (Cádiz, 1752-1809), arquitecto y grabador mayor de la Casa Real

“La fidelidad y ternura de la muy noble y muy leal ciudad de Guatemala erigió este monumento en medio del dolor, a su amado soberano el señor don Fernando VII, para perpetua memoria de su augusta proclamación en que alzó pendones el alférez real don Antonio de Juarros el día 12 de diciembre de 1808, año 284 de su fundación”.

de Moneda de Guatemala y maestro de los grabadores encargados de las láminas que nos ocupan, había estado inmerso en el ambiente cultural cercano a la Academia de San Fernando, antes de su llegada a América. Incluso, en 1794 Garci-Aguirre participó en un proyecto para crear una Sociedad Económica de Guatemala. El objetivo final del grabador era reunir fondos para el establecimiento de una Academia de las Tres Nobles Artes. De modo similar al caso de la Real Academia de San Carlos en la Nueva España, el grabador mayor buscaba el establecimiento de una institución del mismo tipo en el Reino de Guatemala. Aunque la propuesta no prosperó, Pedro Garci-Aguirre formó una escuela de grabadores, de la cual se desprenden los creadores de las láminas de Guatemala por Fernando Séptimo. José Casildo España Porras (Guatemala, 17781848), Francisco Cabrera (Guatemala, 17801846) y Manuel Portillo fueron los artífices de la reproducción del grabado sobre el tablado de la plaza central. Como refiere Manuel Rubio Sánchez: “Garci-Aguirre tuvo la cualidad no solo de ser un

buen maestro, sino de captar buenos discípulos […] entraron a trabajar dos personas que luego se distinguirían por décadas en el arte guatemalteco: José Casildo España, que pasó a ser oficial segundo, y el gran miniaturista Francisco Cabrera”. Así, el “maestro-director” pudo transmitir los cánones impartidos en San Fernando para la instrucción de los alumnos.

La Historia

En la decisión de consagrar el sotabanco del tablado al pasado de Guatemala podemos advertir una preocupación por la Historia. Precisamente, la Historia es un tópico común en el siglo XVIII y la preparación del tablado indica una preocupación por comprenderla en forma distinta. Desde el siglo XVII, uno de los rasgos distintivos de la narración del pasado fue su carácter ejemplarizante; es decir, debía tener fines didácticos. No obstante, dicha condición no es una novedad sino una continuidad que adquirió un nuevo cariz. De la narración de los hechos del pasado se desprendían ejemplos de virtud y de vileza que mostraban la manera en que


Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

Viernes

13 Fotos: Archivo

emala (2)

Se concluía, así, que el conocimiento de la obra de los antepasados proporciona sabiduría, y la de la posteridad incluirá nuestros hechos: “Nuestros nietos, más curiosos que nosotros, nada querrán ignorar de lo que ha pasado en nuestro tiempo. Nuestras opiniones, nuestras ideas, nuestros errores, contribuirán a hacerlos más sabios”. La idea de la utilidad que proporciona la historia también puede ser observada en El vasallo instruido (1789), de José de Finestrad, obra que puede leerse como un alegato jurídico-político que invitaba a los neogranadinos a obedecer a la monarquía. debían actuar los hombres. En primer lugar, si el objetivo del relato era dotar de ejemplos morales para el presente, resulta evidente que la sentencia moral se hacía dependiendo del momento de su enunciación. Debido a esto, la traspolación de la realidad social, política y religiosa del presente hacia el pasado no solo era inevitable, como sucede con cualquier narración, sino que era claramente intencionada. Si la Historia tenía razón de ser en tanto materia instructiva del príncipe, también podía serlo de todo aquel que buscara estar al servicio del Estado; más aún, debía serlo, pues constituye la memoria de las mejores y peores actuaciones de los hombres. De tal manera que conocer esos ejemplos podía ser decisivo para la salvación, no solo del soberano sino de los súbditos. Por ello, esta filosofía sobre la Historia prevaleció a finales del siglo XVIII y principios del siglo XIX. Al respecto, es muy ilustrativo el testimonio del neogranadino Francisco Zea, quien escribió Memoria para servir a la Nueva Granada, en 1792, donde planteaba una noción del proceso histórico que escapaba de una recolección anecdótica de hechos del pasado y proponía una totalidad temporal enlazando el pasado con el porvenir y teniendo el propósito ulterior “de servir”, como indica el propio título.

El acto de escribir

En la misma línea, podemos entender las frecuentes representaciones de la historia que aparecen en el tablado guatemalteco. En particular, dos personificaciones (la de la portada y la del sotabanco) tienen casi los mismos atributos, o sea, la actitud de “a punto de escribir” sobre los anales que sostiene el Tiempo. Con el acto de escribir, Clío da a conocer su utilidad: scripta manent; es decir, lo que está escrito pasa a la posteridad. De esta forma, conocemos la trascendencia de esta acción, la Historia logra vencer las barreras del Tiempo y la eleva a la eternidad. La imagen de la Historia como instrucción contempla una concepción total del Tiempo. La propia descripción de la musa Clío en el tratado de Cochin y Gravelot deja ver esta postura: “consagra los hechos y la memoria de los grandes hombres para la instrucción de los pueblos y de los reyes. El Tiempo, que se aprecia al fondo del cuadro, y el globo terráqueo sobre el que se encuentra la primera de las musas indican que la Historia abarca todos los lugares y todos los tiempos”. Probablemente, en razón de lo antes expuesto, el maestro de ceremonias Antonio Juarros escogió simbolizar el pasado de Guatemala con la figura de Fuentes y Gusmán por la estrecha

cercanía del personaje con el Ayuntamiento. Se debe recordar que Fuentes y Gusmán fungió como regidor perpetuo de esta corporación. De tal manera, había una conexión política directa entre él y Juarros al pertenecer al cuerpo municipal. Tengamos presente de nuevo el potencial instructor de la Historia sobre el presente; ella abre la posibilidad de comprender el pasado. Por otra parte, el cronista se vanagloriaba de ser descendiente directo del primer historiador Bernal Díaz del Castillo, lo cual le daba un cierto estatus al pertenecer a una de las familias más respetadas de Guatemala. La Historia de Guatemala o la Recordación Florida de Fuentes y Guzmán, de 1690, planteaba una nueva perspectiva en el relato histórico colonial, ya que no partía del punto de vista de un religioso, como era el caso de fray Francisco Vázquez, sino de la perspectiva del criollo terrateniente y funcionario; por ello, la visión de la Historia podía ser ilustrativa de los acontecimientos recientes. No obstante, la obra mencionada no fue publicada hasta 1882 en Madrid. Por tal motivo, para 1808 no era conocida en Guatemala. Aquí se encuentra la segunda razón de que Fuentes y Gusmán haya sido seleccionado como portavoz de la historia de Guatemala. El presbítero secular Domingo Juarros, tío de Antonio, publicó en ese año el Compendio de la historia de la ciudad de Guatemala. Como se advierte en la obra, el autor se inspiró en la crónica de Fuentes y Guzmán, uno de sus principales recursos historiográficos. Sobre su antecesor, Domingo Juarros escribió que los manuscritos del cronista deberían ser rescatados, ya que se encontraban en el archivo de la ciudad y no habían sido dados a conocer. Así, el alférez probablemente tenía en mente la revalorización de la figura del cronista. *Imagen. Instituto de Investigaciones Estéticas. UNAM

Las cinco matronas ofrecen su corazón a un fuego eterno frente a un obelisco funerario del cual cuelga el retrato del soberano cautivo.


14

Ventanas

Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017 Cortesía: Stuart Hay, ANU

Primer satélite ce Los ingenieros ya cuentan con los componentes para trabajar en el ensamblaje del aparato. Donaciones de 800 costarricenses y empresas patrocinadoras ayudan a hacer realidad este sueño.

Este primer lanzamiento se propone abrir el camino a una nueva etapa en la región.

Monserrath Vargas*

Proyecto Irazú

La Asociación Centroamericana de Aeronáutica y del Espacio (Acae) llegará al exterior con la ayuda no solo de otros países, sino también de muchos civiles. Hace siete años, e impulsados por el espíritu de los niños que alguna vez fueron, 20 miembros de la Acae se atrevieron a anunciar que pondrían el primer satélite centroamericano en órbita. No faltaron los escépticos, tampoco quienes se burlaran. Nada detuvo a los jóvenes de Acae, que ahora son 100. Su arduo trabajo, pasión y perseverancia rindió dos resultados este año. Lograron que cientos de personas financiaran el Proyecto Irazú, que consta de un nanosatélite que proveerá información sobre los bosques costarricenses, a través de una iniciativa de crowdfunding. Además, convencieron al Instituto Tecnológico de Kyushu de Japón para lanzar el aparato desde el módulo Kibo, el cual forma parte de la Estación Espacial Internacional (EEI). Con eso resuelto, el lanzamiento del primer satélite centroamericano está previsto para finales de 2017. “Aparte de desarrollar las ciencias de la Tierra y el espacio en el país, el objetivo de la asociación es atraer inversión de alto nivel a la industria aeroespacial”, explica

Carlos Alvarado, presidente de Acae. Tras meses de preparación, en 2010 se puso a prueba el Sistema de Computación Embebido de Investigación a Gran Altura (Sceiga). El dispositivo fue diseñado por Yoel Wigoda, miembro de Acae y entonces estudiante de ingeniería electrónica del ITCR. Sceiga se diseñó para medir, gracias a sensores, variables como presión atmosférica, altura, temperatura, coordenadas, velocidad, cantidad de luz, aceleración y porcentaje de humedad. Para probar la altura máxima que podía alcanzar el dispositivo, lo colocaron en un globo aerostático que se elevó hasta alcanzar los 30 kilómetros antes de estallar (un avión comercial vuela a 10 kilómetros). A esa altura ya es posible apreciar la curvatura del planeta. Fue la primera prueba del proyecto Daedalus. “Un ejercicio para aprender las técnicas de diseño, lanzamiento y recuperación de sondas espaciales”, comentó, en ese entonces el astronauta Franklin Chang. Michelle Soto M.

l primer satélite centroamericano está cada vez más cerca de ponerse en órbita. Esto, debido a que un grupo de 15 profesionales, expertos y estudiantes del Instituto Tecnológico de Costa Rica (ITCR) ya tienen en sus manos los componentes necesarios para, durante los próximos seis meses, desarrollarlo, programarlo y verificar que funcionará bien. Este dispositivo se enmarca en el Proyecto Irazú, que pretende aplicar tecnología espacial al monitoreo del cambio climático, con ayuda de un satélite tipo Cubesat (pequeño, liviano y de bajo costo).

Camino al espacio

La iniciativa, desarrollada por la Acae, el ITCR, aliados y empresas patrocinadoras, utilizará el satélite para la recolección de datos relacionados con la fijación de carbono y el crecimiento de árboles de melina, ubicados en la estación remota del ITCR, en Los Chiles de Alajuela. El lanzamiento del satélite está programado para 2018, desde la Estación

Espacial Internacional (EEI), debido a un convenio firmado con el Instituto Tecnológico de Kyushu, en Japón.

Colaboración

Un año atrás, una campaña en la plataforma de recolección de fondos Kickstarter solicitó la colaboración de los costarricenses para hacer este sueño realidad. Los 80 mil dólares (Q 583 mil 200) aportados por 800 ticos y el dinero desembolsado por cuatro empresas patrocinadoras, que donaron entre 30 mil y 60 mil dólares, permitieron seguir adelante, explicó Luis Diego Monge, gerente de proyecto de Acae. El satélite integrará una computadora a bordo, un sistema de comunicación y otro de potencia. Asimismo, contará con paneles solares, una computadora secundaria, y una carcasa elaborada por el Instituto Nacional de Aprendizaje (INA). Marco Gómez, director del proyecto del ITCR, y Adolfo Chaves, ingeniero de Sistemas del Proyecto Irazú (en los extremos de la foto inferior), se encargarán de la etapa de desarrollo, programación y verifica-


Guatemala, viernes 22 de septiembre de 2017

centroamericano ción en los próximos meses, junto a otros profesionales. Jorge Solís, del área de Metalmecánica del INA, fue uno de los técnicos encargados de elaborar la carcasa del satélite dentro de la cual se colocarán los componentes. En ese proceso tardó dos semanas. “Fue una experiencia muy buena en la parte técnica, muy gratificante para el equipo que trabajó en el proyecto. Tuvimos que aplicar conocimientos bastante específicos y poner a las máquinas a desarrollar elementos muy pequeños”, aseguró Solís.

¿Qué sigue?

Con los componentes en mano, los encargados del proyecto asumirán el trabajo de los próximos seis meses en tres etapas. La primera de ellas consistirá en realizar pruebas a los componentes, por ejemplo, a las baterías y a los paneles solares. Esta labor se realizará en el Laboratorio de Sistemas Electrónicos para la Sostenibilidad (SESLab), de la Escuela de Ingeniería Electrónica del ITCR. Ahí, el objetivo será determinar que, “de acuerdo con la órbita, con la misión espacial para la que nosotros trabajamos y la cantidad de luz solar que recibirán por día, las cargas y descargas de energía están haciéndose de manera correcta”, manifestó Chaves. La segunda fase es la de desarrollo y consistirá en la

programación de los módulos de operación. El primero de ellos está vinculado a cuando el satélite se despliegue en la Estación Espacial Internacional y el sistema empiece a funcionar. El segundo módulo de operación será cuando se comunique con la estación remota, ubicada en Los Chiles de Alajuela, donde estarán cinco sensores que recolectarán la información de los árboles de melina. Mientras que el tercero ocurrirá cuando se comunique con la estación terrestre, ubicada en el Tecnológico, en Cartago, y se reciban los datos de la estación remota. Finalmente, el último módulo será cuando el satélite no esté comunicándose con los sensores, ni con la estación del Tecnológico, con el fin de ahorrar y recibir energía del sol necesaria para la operación, explicó Adolfo Chaves. La tercera etapa del proyecto será la de verificación. En esta se efectuarán pruebas de funcionamiento y se replicará el ambiente que tendría que enfrentar el satélite en el espacio. Además del SESLab, en las fases de desarrollo, programación y verificación participarán el Laboratorio de Investigaciones en Robótica y Automatización de la Escuela de Ingeniería Electrónica y el Laboratorio de Plasma del ITCR. *La Nación

Cortesía: Pixabay

Viernes

15

Cortesía: Albert Marín.

Sergio Cortés, director del Proyecto Aether Costa Rica, prepara el soporte para el sensor de temperatura.

Lanzamiento pionero El primer satélite centroamericano será lanzado entre el segundo semestre de 2017 y el primero de 2018. “Dependemos de la fecha en que el satélite ya esté listo y agendado, y esto coincida con la calendarización de las misiones de las agencias que aún manejan sus propios lanzamientos, así es que no puedo confirmarle aún si será con la agencia rusa, europea, japonesa u otra, pues no somos parte de las naciones o regiones que forman parte de la Estación Espacial Internacional (EEI o ISS, en inglés)”, dijo Carlos Alvarado, presidente de la Acae. El dispositivo es del modelo conocido como CubeSat o nanosatélite, de dimensiones de 10 por 10 por 10 centímetros, según explicó el presidente de Acae, y confirmó que hasta la fecha se ha invertido un monto de US$ 80 mil en su desarrollo; esto, por medio de patrocinadores, apoyos y hasta mediante una recaudación pública a la que se convocó a la sociedad civil costarricense y centroamericana. Según Alvarado, “la tecnología CubeSat le ha permitido a naciones emergentes ingresar en la industria espacial, como en el caso latinoamericano de Ecuador, que hace un par de años pudo poner en órbita sus primeros CubeSat; también el caso de Perú, si no me equivoco, y esperamos que Costa Rica y el resto de Centroamérica, tenga en órbita muy pronto este dispositivo y sea el primero de muchos otros, pues la idea es tener un programa sostenible a nivel regional, para que todas las naciones centroamericanas tengan acceso a este tipo de tecnología y se beneficien”. El proyecto viene cumpliendo una serie de etapas, una de las cuales es pasar un comité técnico evaluador, explicó Alvarado, el cual tiene dos niveles, uno internacional y otro nacional, donde se encuentran, entre otros, especialistas costarricenses, como el exastronauta y líder del proyecto del desarrollo del motor de plasma en su empresa, Ad Astra Rocket, Franklin Chang Díaz, “no hay nadie que sepa más del espacio que el doctor Chang Díaz”, y Sandra Cauffman, quien acaba de asumir como la nueva subdirectora de la división de Ciencias Terrestres de la estadounidense Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA, por sus siglas en inglés). Alberto López



Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.