Revista Viernes Año I No. 31

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Foto: Roberto Urrea


Editorial l fundirse lo solemne y lo profano durante la Semana Mayor, se logra el milagro de crear una gigantesca acuarela espiritual donde se abrazan y confunden el fuego y el agua, el viento y la tierra, la paz y la guerra. Santa semana de los pasos piadosos en busca de redención. En su vasto territorio de instantes y revelaciones, hay amor y dolor; vida y pasión; muerte y resurrección. Del pausado deleite de olores, colores y sabores se destacan las generosas alfombras de corozo, las densas columnas de incienso y los ríos interiores de miel. Apenas un instante de color es la semana. Un instante de dolor. Apenas un instante en que la sangre se vuelve cielo y la tierra se torna azul. El color intenso y sensual de este instante que dura una semana, de esta cadenciosa explosión de ruegos y de rezos, también está hecho de gritos y silencios, de llagas y de besos. Y de ese abrazo del mar y de la nube nace el púrpura liberador del duelo. Del dolor solidario que transforma los abrazos en un vuelo prolongado y cadencioso. La esperanza es el modo que tiene la eternidad de alumbrar caminos y el perdón es el modo que tienen los ofendidos de reinventar la vida. Que en esta semana plena de perdones y de abrazos, la luz nos guíe y la sombra nos proteja.

Vicisitudes de un

Nazareno Walter Enrique Gutiérrez Molina*

uizás alguno de los lectores ha escuchado la frase “Las imágenes en Guatemala tienen vida” y se quedó extrañado ante semejante afirmación. ¿Un objeto con vida? Aun siendo creyente puede ser una tesis chocante a partir de la doctrina sobre las imágenes. Sin embargo, la historia y la antropología se unen para demostrar cómo en Guatemala la imagen sagrada tiene vida, y la tiene a partir de su aparecimiento, ya sea en el mundo de la cosmovisión maya, como en la vida cristiana. Por eso el título de este breve trabajo sobre la historia del siglo XIX de una de las esculturas barrocas con mayor presencia en el ideario nacional. Durante el lapso de tiempo señalado tuvo una alternancia de sucesos prósperos y adversos que el pueblo capitalino vivió junto al Nazareno de la Parroquia que hace pensar en la “vida” que la imagen tuvo en aquellos años y que se prolonga hasta los albores del siglo XXI.

Su origen barroco

Jesús Nazareno de la Escuela de Cristo fue tallado en 1697 por Alonso de la Paz y Toledo y encarnado por el maestro Joseph de Mazariegos. Estos datos son

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El documento transcrito

“En Guatemala a dos de abril de mil ochocientos un años, Yo el oficial de Sala de esta Real Audiencia en debida forma certifico como hoy día de la fecha, siendo como las nueve de la mañana, mientras los oficios de la Iglesia Catedral en que asiste el SupreFotos: Archivo

DIRECTORIO

Director General: Héctor Salvatierra / Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo / Editor: Otoniel Martínez Diseño Gráfico: Elisa Álvarez, Héctor Estrada, Paulo García. / Ilustración: Esteban Arreola Redacción: María Mercedes Arce, Carlos Rigalt, Christa Bollmann Internacionales: Édgar Quiñónez / Corrección: Jorge Mario Juárez / Digitalización: Boris Molina Museo de la Tipografía Nacional: Thelma Mayén Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández

producto de una investigación seria, dirigida por el historiador Haroldo Rodas Estrada y apoyada por la Escuela de Historia de la Universidad de San Carlos en el año 1996, con base en documentos y análisis técnicos realizados a la escultura en mención. Su hechura revela la madurez del barroco en Guatemala. Movimiento, tensión de forma, ritmo, monumentalidad, escala, color y contrastes de luz sobre su encarnado y tallado lo convierten en un referente obligatorio a la hora de realizar estudios sobre el arte de este país en ese período. En 1779 llega a la nueva ciudad y aunque no se sabe exactamente dónde residieron los padres neredianos (de la orden de San Felipe Neri) a su llegada, sí se conoce con certeza que se les asignó un solar muy próximo a la Plaza Mayor. Su sede se instaló hacia el poniente entre la 3a. y 4a. avenidas y entre la 6a. y 8a. calles de la zona 1. Pocas noticias hay de la Semana Santa de principios del siglo XIX, pero en el Archivo General de Centro América existe un documento muy interesante acerca de cómo inició el siglo el nazareno en mención.

Procesión del año 2013.


Jesús de la Parroquia a su paso por Candelaria en 1936.

mo Tribunal de la Real Audiencia, del Convento de Padres de San Felipe Neri salió una procesión conocida con el nombre de Jesús de la Escuela de Cristo, en ella iba una gran porción de indios alumbrando todos con sus túnicas y capirotes aunque con las caras destapadas; también iba un gran número de penitentes con las caras tapadas que se mortificaban en diferentes formas, otros muchos también iban con túnicas y capirotes, unos pidiendo y otros arreglando la procesión que después de haber andado una dilatada carrera regresó a su casa después de las doce del día. Igualmente certifico que en las noches de Jueves y Viernes Santo, andan varios penitentes por la calle de los pasos e iglesias, aunque no haya procesión y para que conste y obre sus efectos pongo los presentes de orden verbal del Señor Don Manuel del Campo y Rivas, del Consejo de Su Majestad, su oidor y alcalde del crimen de esta Audiencia. José Olibarri, Escribano Oficial de Sala”. Este documento expuesto por primera vez por Luis Luján en su libro Semana Santa tradicional en Guatemala, habla de varias cosas interesantes: el horario de la procesión, el día que en el calendario de ese año corresponde a Jueves Santo, la composición étnica de los participantes, la presencia de cucuruchos con el rostro cubierto, la penitencia pública. Sin embargo, un punto importantísimo es relacionarlo con la medida dictada días antes por la Real Audiencia prohibiendo la presencia de cucuruchos con el rostro cubierto. En este informe dice que sí salieron y acompañaron a Jesús de la Escuela de Cristo en su recorrido.

Anotaciones del documento

Jesús de la Escuela de Cristo venía a la Nueva Guatemala de la Asunción con un fuerte arraigo entre los católicos. Una fecha tan temprana para salir en el siglo XIX es comparable solo con la procesión de Jesús de la Merced y el Santo Entierro de Santo Domingo. El Nazareno de los neredianos poseía una “vida” entre sus fieles que les impedía obedecer una orden real y los hizo participar dentro de la procesión guardando las tradiciones heredadas. El siglo continuó su curso. La independencia llegó y los padres del Oratorio no iniciaban la construcción de su templo. La primera Reforma Liberal, liderada por el Dr. Mariano Gálvez y Francisco Morazán hizo que las órdenes religiosas salieran al exilio. El convento de los neredianos pasó a formar

Jesús de la Parroquia frente a La Merced en 1955.

Jesús Nazareno de la Escuela de Cristo fue tallado en 1697 por Alonso de la Paz y Toledo y encarnado por el maestro Joseph de Mazariegos. Su hechura revela la madurez del barroco en Guatemala. parte de los bienes seculares; sin embargo, al caer el gobierno Liberal los padres del Oratorio volvieron y empezaron a trabajar nuevamente por construir su templo, situación que no se dio hasta 1869 cuando el arzobispo Francisco de Paula García Peláez en compañía del mariscal Vicente Cerna colocaron la primera piedra de la construcción.

La tormenta liberal

Poco se sabe de Jesús Nazareno entre 1801 y los años de la Reforma de 1871, pero es seguro que continuó una profunda devoción entre los guatemaltecos dada la reacción que se vivió por los hechos siguientes, que cambiaron la historia de la imagen en cuestión. En 1872 los padres del Oratorio fueron expulsados nuevamente de Guatemala, el convento vendido y la pequeña iglesia se quedó a medio construir. Jesús Fernández en su publicación La Semana Católica, en 1898 refiere dos sucesos trascendentales para la historia de Jesús Nazareno. El 4 de agosto de 1884, a media celebración de la catorcena de la Virgen del Tránsito, los trabajadores de la vecina imprenta Progreso iniciaron el destejado de la capilla que estaba inconclusa aún y los bienes de la iglesia tuvieron que ser trasladados de inmediato a la cercana iglesia de Santa Catalina. El 28 de septiembre de ese mismo año, en gran procesión, fue traslado Jesús Nazareno y las demás

imágenes de la Escuela de Cristo hacia un nuevo lugar de veneración: la Parroquia Vieja.

Dos nuevas conclusiones

Jesús Nazareno continuó vigente entre sus fieles; la procesión de traslado –según la narración de Fernández- es multitudinaria. La realización de la procesión contradice la medida gubernamental de no permitir procesiones, demostrando con ello una resistencia popular a las acciones liberales de la época, en este caso unidos por la imagen de Jesús de la Escuela de Cristo. La historia de Jesús Nazareno en el siglo XIX no termina con este traslado. En 1896 un nuevo grupo de devotos se ha reunido en torno a Él y lo transforman en Jesús de la Parroquia, iniciando la tradición de sacarlo en Lunes Santo. Después de 12 años de permanecer en su nueva casa, los vecinos lo hicieron ya parte de la vida del barrio. El barrio más antiguo de la ciudad con el nombre de “La Asunción”, había dejado ya de ser un poblado y con el recuerdo de haber sido la primera parroquia del Valle era conocida como “Parroquia Vieja”, en ese momento con el nombre de otra institución colonial: La Santa Cruz del Milagro.

Historia que trasciende

Jesús Nazareno sigue vivo en su nueva residencia. El siglo XX y el XXI le han permitido formar parte la dinámica religiosa, social y cultural de su barrio, que se ha compactado alrededor de su figura al grado de ser reconocido con la Orden del Quetzal en el grado de Caballero por su defensa de la tradición y la devoción en la Ciudad de Guatemala. Después de 317 años, el espíritu barroco que le impregnó vida (al Nazareno) en Santiago de Guatemala se ha prolongado en el tiempo para que en el día a día del barrio de la Parroquia Vieja y en el ideario de miles de católicos y amigos de la cultura que lo ven pasar el Lunes Santo, el antiguo Jesús de la Escuela de Cristo, hoy Jesús de la Parroquia Vieja siga acompañando al pueblo de Guatemala en sus anhelos, penas y alegrías, compartiendo su pasado de vicisitudes que marcan la vida del pueblo y la Iglesia. Las imágenes nos hablan porque están vivas, solo es que bajemos la voz, les hagamos las preguntas y ellas nos responderán de formas muy variadas y enriquecedoras. *Licenciado en Historia.

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Fernando Urquizú* n el sentido religioso el Viernes de Dolores y el Viernes Santo se expresan en la devoción a la Virgen Dolorosa y Jesús en su pasión, muerte y resurrección. En el sentido profano, la llamada Huelga de Dolores, que no es más que el remedo bufo de la procesión del Santo Entierro del antiguo templo de Santo Domingo, sin olvidar que el descanso dio lugar a los conciertos de playa que se programan en el asueto más largo del año en nuestro país.

El origen de la devoción

El ideario religioso mundial reconoce bajo el nombre de la Virgen de Dolores la representación de una mujer en actitud de tristeza con una o siete dagas en su pecho, que algunas veces se colocan en un corazón. La figura se presenta de pie, sedente o arrodillada, y se le añaden elementos alusivos que aluden a los motivos concretos de su dolor y llanto. Estos motivos les fueron revelados a Santa Brígida de Suecia (1303-1373) y San Jacobo de la Marca (1422), quienes los concretaron en el culto de la orden de los Siervos de María, fundada en 1424, integrada originalmente por siete miembros que representaban cada uno de los Dolores de María, que se extendió a las demás órdenes religiosas católicas y reinos del mundo. El culto a esta advocación hispánica llegó en 1524, propiciando la construcción de capillas en diferentes iglesias, así como templos dedicados a cada uno de estos Dolores influido por los Siervos de María, cuya orden no vino al reino pero su devoción se trasplantó por franciscanos y dominicos. Los Dolores de la Virgen pueden ser identificados en novenarios y libros de ejercicios espirituales de los que podemos desprender cuatro: cuando Jesús estuvo con vida con dolores propios para proteger su supervivencia física en el mundo y aceptar su destino inexorable, y tres: provocados por su muerte. Existían cofradías dedicadas a cada Dolor contando algunas incluso con templos pequeños en la antigua ciudad de Santiago de Guatemala, los que fueron reducidos a capillas en la Nueva Guatemala de la Asunción y contaban con conmemoraciones específicas como: La profecía de Simeón o Virgen del Manchén, La huída a Egipto, relacionada con el día de los inocentes; Jesús Perdido y hallado en el templo, el tercer domingo de enero; el encuentro de Jesús Camino al Calvario, María al pie de la Cruz, y María en el Sepulcro de Cristo, eran propios del Viernes Santo. Estos Dolores podemos identificarlos en las ermitas del Manchén: los Dolores del Llano, Dolores del Cerro, iglesias de Santa Clara, la Santa Cruz del Milagro, el sexto en entrada del Calvario y el Séptimo en el altar mayor de dicho templo en la hoy Antigua Guatemala. En estas iglesias se realizaban ejercicios espirituales tipo peregrinación, los sábados o bien en Cuaresma y Semana Santa, para recapitular el sistema de vida y lograr un comportamiento femenino que se ciñera a la aceptación del dolor teniendo como referencia el modelo expresado en la Virgen María. En la temporada de Cuaresma y Semana Santa este culto era reforzado con procesiones de las diferentes cofradías de la Virgen de Dolores que existían en los templos de la ciudad, en los cuales cobraban especial vigencia las imágenes de la Virgen de la Soledad, la Virgen en la muerte de Cristo en la Cruz, el Descendimiento de la misma, así como el Santo Entierro y acompañamiento el Sábado Santo y vigilia de Pascua de Resurrección. La cofradía de Nuestra Señora de la Soledad que fue adquiriendo preponderancia desde su fundación

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Vier de Dolore

fue la de Santo Domingo, en el primer lustro de 1580, debido a que recibió en 1607 el real patrocinio para el desarrollo de estas ceremonias donde se aprovechaba el desfile sacro del Santo Entierro de Cristo para recapitular el poder español expresado en la portación de las Armas Cristi en plata, así como los pendones de la cofradía y de España por los representantes directos de las autoridades reales, dejando claro el papel representativo de las autoridades locales. Esta actividad que era emulada en todos los pueblos del reino, donde los alcaldes mayores, fiscales y alguaciles representaban a la monarquía, lo cual nos explica por qué en algunos pueblos se portan varas edilicias, así como los símbolos religiosos citados.

Viernes de Dolores

La devoción a la Virgen de Dolores ya tenía unos 100 años de existir después del proceso de la Conquista española, y enfatizaba la contemplación de cada uno de los dolores a nivel individual y en su conjunto, desarrollando su propio sistema de manifestaciones populares conforme avanzó la cultura hispánica en el medio, que se expresan, por ejemplo: en los engaños y bromas del 28 del Día de los Inocentes, que podemos relacionar con el II Dolor de la Virgen, La Huída a Egipto, y en este orden de ideas podemos explicar la costumbre del llamado Robo del Niño Dios, que se relaciona con la festividad de Jesús perdido y hallado en el templo o III Dolor de la Virgen. En el acompañamiento de la Santísima Virgen en su Compasiva Soledad, en el triduo Pascual, culto que es evidente en los ambientes de la iglesia del Calvario de la Antigua Guatemala y la capilla de la Virgen de Dolores del Palacio Arzobispal, donde la imagen de la Virgen se posiciona de manera didáctica como corredentora de la humanidad de manera implícita en el arte, al presidir (por medio de una escultura), los templos donde se colocan los pasajes de la Pasión de Cristo desde la Eucaristía hasta su Resurrección. El culto a la Virgen de Dolores fue modificado el 18 de agosto de 1714, cuando se instituyó la conmemoración de los Dolores de la Virgen el V Viernes de Cuaresma o Pasión, para que la conmemoraran los servitas y los dominicos, dedicada a contemplar los Dolores de María al pie de la Cruz. Esta conmemoración se comenzó a modificar y para 1727 era conocida como Los Siete Dolores de la Bienaventurada Virgen María, eventualidad que dio paso a su contemplación sumatoria de los siete, lo cual pudo modificar el culto que se vio reforzado por ceremonias como la coronación de la Virgen Dolorosa del Manchén, que se llevó a cabo el 23 de mayo de 1738, según información encontrada por el historiador Miguel Álvarez. Los documentos son determinantes al afirmar que es una Virgen de Dolores. Este proceso de contemplación de los Siete Dolores de la Virgen se reforzó con una segunda conmemoración en el mes de septiembre de 1814, también a cargo de los Siervos de María, pero en este caso considerando globalmente los sufrimientos de la Virgen a lo largo de toda su vida por su íntima asociación con

Parafernalia del Santo Entierro de Santo Domingo, tomada como musa de la Huelga de Dolores.

la obra de la redención, y no solo centrándose en el Calvario. Esta se fijó con motivo del I Centenario de la conmoración de Virgen por el papa Pío X. En 1971 se estableció que el Viernes de Dolores recordaría los Dolores de la Virgen como corredentora de la humanidad y que el 15 de septiembre fungiría como patrona de los servitas y la cofradía que funciona en la Basílica Menor de Nuestra Señora del Rosario de Guatemala, según datos referidos por la investigadora Michelle Pinsker. Esta relación puede ser aplicada a otras cofradías, hermandades y asociaciones católicas dedicadas a esta advocación que funcionan en el país, cuya devoción se extiende a los hogares por medio de esculturas domésticas que cobran un especial brillo el Viernes de Dolores.

La Huelga

En la última década del siglo XIX, producto del avance de las fuerzas productivas del país, comenzó a tomar conciencia un nuevo grupo social fuera de los


rnes res y Santo

Fotos: Archivo

antes de 1906 por José García Sánchez. Nótese el ángel de la muerte que inspiró el estandarte de la Chavela

grupos tradicionales de poder, debido al avance de la educación laica, y con ello comenzando a circular una nueva palabra que aterrorizaba a los empresarios: la palabra Huelga, como paro del sistema productivo, concepto que fue aplicado al asueto de verano más largo del sistema educativo nacional y de Dolores, por el malestar al gobierno y grupo económico dominante, lo cual resultó en un desfile inspirado en las tradiciones de Semana Santa en Guatemala. En este contexto histórico, la solemnidad del Viernes de Dolores fue ampliada con el remedo bufo de la procesión del Santo Entierro de Santo Domingo, en un desfile que comenzó a salir de las antiguas instalaciones de la Universidad de San Carlos con el objetivo de denunciar las actuaciones de los gobiernos y ampliar la enseñanza al pueblo, más allá de la religión, valiéndose de los mismos medios con objetivos diferentes. La primera celebración de este fue en 1898, donde destacó la lectura del “No nos tientes”, que no es más que una variante de los llamados: “Testamentos de Judas”, que se mofan de las vidas ajenas en los viejos barrios de ciudades y pueblos de nuestro país.

Este desfile también ha conquistado el corazón del Viernes de Dolores, debido a que era tradicionalmente el día que iniciaba el largo asueto de verano para los estudiantes, dejando paso a la participación en ceremoniales religiosas y procesiones, que se extendían hasta el Lunes de Pascua. La presentación de este desfile ha variado conforme han cambiado las situaciones materiales de vida, ampliándose a recaudaciones llamadas: “talachas”, que muchas veces no son realizadas por estudiantes, sino por gente que se excede en vandalismo, lo cual ha resultado en la deformación de esta manifestación satírica cuya máxima expresión se da en la mañana de este día por medio de este tradicional desfile, en el cual también incursionan grupos no estudiantiles que deforman su objetivo de denuncia humorística.

Viernes Santo en Guatemala

Este particular Viernes se comenzaba con un autosacramental de la Pasión de Cristo y otro de la Virgen de Dolores que convergían en el encuentro de Jesús Camino al Calvario, las dos procesiones se

juntaban en un punto para terminar en el Calvario donde se procedía a otras representaciones que culminaban con el Santo Entierro de Cristo. El orden ritual fue alterado en la última década del siglo XIX. La primera procesión que se cambió fue la de la Merced, que debía entrar antes de las doce del día para proceder al toque de doce campanadas que marcaban la crucifixión de Jesús, y proceder al ceremonial de Viernes Santo. En la primera década del siglo XX, debido a la demanda de turnos se permitió la entrada de la procesión de Jesús de la Merced después de esta hora, alterándose para siempre el orden tradicional del período hispánico. Esta situación es rastreable en las fuentes documentales de la época, en las cuales podemos ver las protestas que todo esto generó en aras de la satisfacción de la devoción. La única campana lagrimosa que permanece en su lugar, es la ubicada en la torre norte del antiguo templo de Santo Domingo que ya no dobla a las doce del día en el momento de la crucifixión de Jesús a la manera de toques de difunto que marcaban un silencio absoluto en la ciudad. En 1859 el ceremonial fue alterado para acoplar la liturgia a la ilustración francesa, perdiendo así la relación con el culto hispánico, expresada en un Cristo yacente, que colocado en una urna proveniente de la Ciudad Luz, expresa la serenidad de la muerte con la seguridad de la resurrección eterna. La procesión del Santo Entierro continuó saliendo a las 16:00 y entraba a la medianoche del Viernes Santo que tenía el más largo recorrido citadino y sirvió de referencia para la presentación de las del interior del país. La reorganización del culto no llegó a todas las iglesias de la ciudad y del país, donde aún se llevan a cabo actos sacramentales de Viernes Santo por encima de las grandiosas procesiones citadinas, en donde aún el Nazareno es encarcelado como en Zacapa y San Marcos. En este último lugar, el Nazareno se encuentra en un punto con la Santísima Virgen camino al Calvario, trasladándose ambas imágenes juntas a una iglesia donde se llevan a cabo la Crucifixión, el Sermón de las Siete Palabras, el Pésame a la Santísima Virgen, la procesión del Santo Entierro, el enterramiento de Cristo, el acompañamiento a la Santísima Virgen el Sábado Santo con procesión de Pésame, y finalmente la vigilia de Resurrección. Este formato también se guardó con mucha puntualidad en dos templos de la capital: La Recolección y El Calvario, que guardaron el ceremonial en el que adoptaron elementos simbólicos de la cinematografía para captar la atención de las nuevas generaciones con gran éxito, expresado de la llegada de gente a sus manifestaciones de fe. En la segunda década del siglo XXI aparecen dos nuevas procesiones de Santo Entierro en las iglesias de Santa Catalina y San Francisco, con lo cual se ha causado congestión de devotos y público en el centro de la ciudad. Por lo que se ha hecho necesaria la coordinación entre hermandades de cristos yacentes.

En la época liberal

Este día representa para otra parte de nuestra sociedad un día especial de recreo, donde la cultura global se hace presente por medio del patrocinio de artistas que reproducen el sistema de vida contemporáneo, aprovechando el asueto más largo de verano, y creando nuevas tradiciones, que será el devenir del tiempo el que construirá su aporte a la cohesión o desarticulación social en la cultura nacional. Por ahora queda únicamente visibilizar su avance silencioso que cada vez abraza mayor número de compatriotas que se divorcian de las demás manifestaciones tradicionales y se incorporan a estas formas de convivencia que reflejan el mundo material actual. *Doctor en Historia del Arte

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Lo efimero

Alfombra elaborada en Antigua Guatemala para la procesión del Nazareno de la Caída, de la aldea San Bartolomé Becerra . Semana Santa 2010.

Yuri Asurin Chávez García* a época de Cuaresma y Semana Santa en el panorama Guatemalteco, nos permite visualizar un sinfín de manifestaciones artísticas. Las comunidades y las vías procesionales dan al espectador coloridos escenarios donde lo efímero deleita los cinco sentidos, eso que por fugaz es tan impresionante. El término “arte efímero se ha restringido para denominar las manifestaciones plásticas utilizadas en ciertos momentos celebrativos o festivos; recibimientos, entradas reales, festividades religiosas públicas, triunfos”. Desde los albores de la humanidad han existido estas manifestaciones, Ptolomeo II ( 308-246 a. C.) ordenó construir un pabellón especial, engalanado con bellas columnas, cortinajes, y elementos que propiciarán un ambiente agradable para celebrar una serie de banquetes, esto lo relata Ateneo en el siglo III d. C. en el libro Banquete de los eruditos, donde narra cómo los artistas e intelectuales participaron en tres banquetes para conversar sobre literatura, historia y anticuaria, en la casa de Laurencio, un mecenas del arte. Sin embargo, es a partir de la Edad Moderna, el Renacimiento, y el Barroco cuando se produce el esplendor del arte efímero. Los monarcas en su afán de mostrar

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El reciclaje ha representado una nueva solución, donde el ingenio hace gala, y a partir de la utilización de materiales de lo más variopinto, se crean interesantes diseños dando a las alfombras un carácter ecológico. su poder utilizaron representaciones escenográficas impresionantes, uno de los principales recursos fue el arco de triunfo, que se encargaba a los artistas más destacados y que conmemoraba hechos importantes, por ejemplo, Alberto Durero diseña el arco de triunfo de Maximiliano en 1513; asimismo, la iglesia contrarreformista incorpora a sus rituales la presen-

cia de todas las artes, en el afán de impresionar y demostrar superioridad sobre las Iglesia protestante. Para muchos artistas estas realizaciones efímeras fueron los ensayos para posteriores obras, Bernini realiza el baldaquino para la canonización de Santa Isabel de Portugal, modelo que posteriormente sirve para su diseño del baldaquino de San Pedro. Especialmente, en el Barroco se magnifica lo efímero, en relación a lo transitorio de la vida y la llegada inevitable de la muerte, donde la riqueza pierde valor y solo queda lo vivido en ese instante fugaz. La transición del siglo XIX al XX plantea un arte efímero contrapuesto a lo clásico, y a las ideas racionalistas, una expresión del mundo interior del artista. Cabe aclarar que cada cultura aprecia en su contexto estas expresiones efímeras. Para la cultura guatemalteca muchas de las expresiones efímeras de la Semana Santa guardan ese sentido barroco, que se apega a un sistema simbólico e ideológico en torno al catolicismo, contextualizándolo en un siglo XXI donde la globalización ha impregnado las diversas manifestaciones. “El arte efímero es el resultado de una serie de técnicas, que más que fabricar un objeto, genera producciones y cuyo valor reside en la posibilidad de consumir la obra en su totalidad, mediante una experiencia comunicativa que agota la obra”. Una de las expresiones artísticas efímeras de esta época la apreciamos en la elaboración de alfombras.


Fotos: Yuri Asurin Chávez García

Una calle antigüeña muestra el colorido de las festividades.

Equipo municipal de limpieza, Jueves santo 2013. Barrio Moderno zona 2 .

Detalles de tejidos y bordados logrados con plantillas de madera.

La apropiación de un espacio público, llevado al plano de lo sacro, y en el cual los individuos pueden experimentar junto a su comunidad la expresión de sus creencias, de un sentimiento de libertad determinado por el grupo al que pertenecen, abstraerse del mundo y encontrar en estas manifestaciones un espacio de orden y unidad. Convirtiendo esta experiencia en un arte de relación.

acciones de la vida cotidiana, que ha sido copiada y difundida en las alfombras antigüeñas(*); asimismo, se reproducen en las franjas que delimitan el espacio sacro, formas de los textiles nacionales que se emplean en güipiles y trajes regionales. Algunas casas comerciales han patrocinado la elaboración de alfombras y en los diseños de estas, se incluye el logo de la empresa. Es interesante ver cómo dentro de una expresión de religiosidad popular, el arte efímero ha dado paso a las expresiones, ya no solo de un grupo creyente, sino de otro que busca manifestarse artísticamente, así también de otros que aprovechan la oportunidad para promover su propio producto comercial. Van utilizando el espacio ya posicionado para expresar el contexto social del siglo XXI donde el capitalismo y la globalización forman parte y comparten con esa expresión. En cuanto a los materiales que suelen utilizarse, se adquieren en los mercados de las localidades y la inversión económica depende de la capacidad económica de quienes elaboran la alfombra. Flores, pino, corozo, frutos de la tierra son más frecuentemente usados en las comunidades agrícolas del interior del país, son famosas las que se elaboran en Antigua Guatemala, urbe que por tradición se abastece de los productos que provienen de las villas circundantes. Las arenas, y tierras de colores se ven con menor frecuencia por la complejidad que presentan tanto para conseguirlas como para diseñarlas. El aserrín

El tema, los materiales y las técnicas de elaboración de este arte efímero

En algunas alfombras no se observa, tema específico, simplemente se basan en composiciones de diversas variedades, en las que combinan armoniosamente diseños, texturas y formas. Otras plasman un tema específico, basado en la doctrina cristiana, citas bíblicas, personajes del santoral, frases de impacto dentro de la religiosidad popular o la interpretación y apropiación de dichos conceptos dentro de los grupos sociales participantes. Muchas de las alfombras han dejado de presentar temas religiosos en sus diseños y han incluido escenas variadas, con motivos florales, fauna exótica, tanto nacional como extranjera. También se han reinterpretado famosas obras de arte sacro, como por ejemplo, la Santa Cena, en versiones muy típicas guatemaltecas, interesante resulta observar una serie de cuadros del pintor Gálvez Suárez con la temática del traje indígena y los personajes en

pintado de colores vistosos sigue siendo uno de los materiales de predilección, y alrededor de su preparación se ha desarrollado una verdadera cultura, hay especialistas en cernirlo, pintarlo, logrando que el color quede fijo y con colorido duradero, al punto que hoy se pueden encontrar negocios informales que abastecen del producto ya terminado; sin embargo, aún muchos vecinos siguen disfrutando las jornadas previas de preparación del material. La red de pino, ramos de flores y una canoa de corozo, es parte de la mayoría de alfombras, materiales tradicionales, para aquellos que con un económico presupuesto desean realizar su obra creativa. Aproximadamente, invirtiendo Q150.00 en una red grande de pino puesta en la puerta de la casa, Q40.00 una canoa pequeña de corozo y Q4.00 por cada ramo de flor de temporada. (Diez ramos Q40.00) para un espacio de aproximadamente 12x4 metros, con diseño sencillo. Un total de Q230.00 que representado en salario mínimo guatemalteco representa 3 días de pago aproximado a razón de Q83.30 sector agrícola 3.29 por ciento del salario. Para trabajadores no agrícolas Q68.91, 4 días de pago 3.28 por ciento del sueldo. Muchos devotos hacen grandes esfuerzos para estas realizaciones por el costo, pero que al convertirse en tributos, agradecimientos o peticiones a su imagen de devoción, ven justificado el gasto. El reciclaje ha representado una nueva solución, donde el ingenio hace gala, y a partir de la utilización de materiales de lo más variopinto, se crean interesantes diseños integrando a las alfombras un carácter ecológico. Un diseño que se ha presentado en las últimas décadas, es delimitar el espacio sacro, mediante un dibujo realizado directamente sobre el pavimento y pintado con cal y combinación de pintura con base en agua y látex. Inicialmente, se ve vistosa, pero presenta el inconveniente que pasan los días y el diseño permanece, hasta caer en un estado irreverente en el caso de exponer, por ejemplo, un rostro de Jesucristo a los desgastes por el paso de vehículos, y la basura callejera amontonada sobre la creación. En cuanto a las técnicas, existe gran variedad entre ellas: esparcido de elementos sobre el pavimento. Utilizando cierto orden y simetría en los diseños. Cernido de aserrines, en capa base y posteriormente sobre ella diseños creados a mano alzada y remarcados con aserrines de colores, o la utilización de plantillas y moldes que en secuencias repetitivas y coloridas van formando graciosos diseños. A esta técnica se agrega una nueva que consiste en utilizar un aerógrafo modificado que deja distribuir el aserrín en delgadas capas y lograr efectos de colores degradados, sombras, claroscuros. Las creaciones con base en aserrines requieren humedecerlas constantemente con rociadores, se adaptan tanques de fumigación para este efecto. Bases de arena y tierra, sobre ellas esparcir flores trituradas, desmenuzadas o enteras en diseños simétricos diversos, o combinaciones de segmentos de flores, y segmentos de arena, combinando muchas veces con aserrines coloreados. Otros elementos que han aparecido en algunas localidades es el uso de objetos móviles, como trenes, juguetes de cuerda, que se colocan previo al paso de la procesión, sobre la alfombra ya terminada, a manera de exposición, se retiran cuando ya las andas están próximas; asimismo, algunos realizan proyectos en miniatura de andas procesionales, y estos se ofrecen en venta. En este panorama nacional la elaboración de alfombras evidencia la creatividad, el deseo de expresión, lo efímero, lo fugaz, cuán complejo y vivaz...

*Licenciada en Historia Guatemala, VIERNES 11 de abril de 2014

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María Cleofás.

Los pasos de la

Merced

Jesús Castillo*

e pueden definir los pasos en este caso concreto, como el conjunto representativo de los episodios de la Pasión de Cristo por medio de una o varias figuras, formando una escena teatral, colocadas en andas para su traslado, organizadas de manera lógica y ordenada. Realizadas en un primer momento con materiales efímeros del siglo XVI, se generalizaron las tallas en madera policromada, mismas que han tenido avances en relación con la técnica constructiva de los pasos, siendo en la actualidad la fibra de vidrio el material predominante. El conjunto de pasos parte de un orden lógico de los misterios dolorosos del rosario y una extensión de estos en casos particulares, como el conjunto escultórico que acompaña el cortejo de Jesús Nazareno de la Merced de la Antigua Guatemala. Los misterios dolorosos del Santísimo Rosario La oración en el huerto La flagelación de Jesús La coronación de espinas Jesús con la cruz a cuestas La crucifixión y la muerte de Jesús Jesús del Pensamiento.

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Pasos procesionales del Viernes Santo La oración en el huerto San Pedro arrepentido Jesús del Prendimiento (Jesús de la Sentencia) Jesús del Pensamiento Jesús de la Columna Jesús de la Caída ( La vergüenza de Jesús) La verónica

Acompañantes de la Santísima Virgen de los Dolores María Magdalena María Salomé María Cleofás María Marta

Es importante hacer notar que la representación con la cruz a cuestas está representada por la Consagrada Imagen de Jesús Nazareno de la Merced. La Crucifixión está representada al inicio del cortejo, por tres elementos: una vela que abre un espacio santo, un crucifijo que representa el cuerpo de Cristo en la cruz y otra vela que cierra el espacio sagrado.

El estilo de las figuras

La autoría de las esculturas que comprenden el conjunto escultórico de pasos procesionales no está Jesús de la Columna.

establecida. Por un análisis estilístico realizado a este conjunto de esculturas es posible establecer por medio de la comparación de rasgos estéticos que las imágenes de La Verónica, Jesús del Pensamiento, Jesús Flagelado, y Jesús de la Caída, fueron esculpidas por la misma persona que esculpió al Jesús Nazareno de la Caída venerada en la aldea de San Bartolomé Becerra. Según el profesor Walter Orlando Monje expresidente de la Hermandad de Jesús de la Merced fue posible encontrar evidencia documental en los libros de actas de la Hermandad del traslado de la Imagen de Jesús de la Caída hacia San Bartolomé Becerra, ya que aparentemente pertenecía a este cortejo de pasos procesionales. Esta representación del Cristo con la cruz a cuestas caído, también es conocida como Jesús de La Buena Muerte, debido a que alude al momento en que Jesús acepta su destino inexorable, sirviendo de ejemplo de obediencia a Dios para la humanidad. El Conjunto de pasos procesionales está comprendido por esculturas del siglo XVIII y XIX, que enriquecen el Patrimonio Cultural Tangible de la Merced de la Antigua Guatemala. Posee gran variedad de esculturas de madera de cedro policromada al óleo con la técnica antigua de vejiga Jesús de la Caída.


María Marta.

de carnero. Algunas están desnudas, completamente encarnadas y otras son de vestir de cuerpo completo y de bastidor que poseen encarnado solamente en el rostro, las manos y los pies en algunos de los casos. Sus expresiones son únicas y dramáticas, van recreando las escenas de la pasión de Jesucristo. En su mayoría están encarnadas al óleo con la técnica antigua, resaltando sus expresiones con frescores, sombras, gotas de sangre fresca, sangre seca, y peleteados únicos, poseen ojos de vidrio y pestañas realizadas con pelo de pata de res, de manera artesanal, lo que le provee mayor profundidad y naturalidad en sus miradas. Las cabelleras que utilizan son de pelo natural, todos estos detalles ayudan a recrear el realismo de cada una de las esculturas. Entre las esculturas más significativas de este conjunto están las que recrean, las escenas del prendimiento, la flagelación, la vergüenza de Jesús caído buscando sus vestimentas, Jesús del pensamiento coronado de espinas, y la resurrección de nuestro Señor. Imágenes que poseen el ejemplo mismo del dramatismo del barroco y que en su anatomía y detalles denotan tal naturalidad que son capaces de conmover a cualquier espectador. Las espaldas de los cristos son dramáticas, principalmente la del cristo flagelado en la columna, efecto

muy bien logrado por pequeños fragmentos de manta, en los cuales se aplicó base de preparación y encarnado. La belleza de los rostros es similar entre uno y otro, la talla de las barbas y las orejas son muy semejantes, al igual que las manos y los pies. Cada detalle con que fueron esculpidos es espectacular. En la actualidad las imágenes de pasión de este conjunto poseen encarnados realizados a principios de 1900 por el Maestro pintor y escultor, Rosalío Alfaro. Por medio de un análisis formalista en todo este conjunto también son dignas de mencionar las imágenes de los apóstoles San Juan y San Pedro que son parte de este conjunto escultórico. La imagen del apóstol Pedro posee dramática y exagerada expresión en su rostro, el afán de súplica y la aflicción que refleja es increíble; la talla del pelo y la barba poseen movimiento único con inspiración que evoca el arrepentimiento. San Juan Apóstol posee la singularidad de un joven imberbe, con la mirada intensa, en su cuerpo se puede apreciar el movimiento único en forma de “S” característico del estilo barroco. Su pelo posee volumen y movimiento, la talla de las manos y los pies denota singular dramatismo propio de la época en que fue esculpido. El conjunto de las Santas Mujeres: Magdalena, Salomé, Cleofás, Marta y Verónica, la belleza de sus rostros y el dolor que refleja la mirada de cada una de estas, engrandece cada Viernes Santo el cortejo procesional. Cada una muestra el dolor, la compasión, la resignación, y ante todo el amor a Dios.

Imágenes de bastidor

El conjunto está conformado por siete imágenes talladas en madera de cedro policromada al óleo con la técnica antigua de vejiga de carnero, de dimensiones naturales. Esta tipología constructiva tiene como especial característica la sustitución de las piernas por reglas de madera, ocasionalmente es posible encontrar los pies tallados adheridos a la base. Usualmente poseen goznes en los hombros y codos. En su policromía es posible encontrar áreas encarnadas como el rostro, las manos y los pies, el cuerpo regularmente se encuentra policromado de color azul índigo. Algunas utilizan cabellera de pelo natural, otras poseen cabello tallado. Su expresión es bastante natural, debido al uso de ojos de vidrio y a la integración de pestañas elaboradas con pelo de pata de res. Son imágenes de vestir normalmente con prendas como fustán, alba, tunicela, manto, cíngulo y mantilla dependiendo de su advocación; además se utiliza piezas

de orfebrería (resplandores de rayería redonda) que identifican los atributos propios de cada advocación.

Imágenes de cuerpo completo

El conjunto está conformado por cinco imágenes talladas en madera de cedro policromada al óleo con la misma técnica de vejiga de carnero, de dimensiones naturales. Esta tipología constructiva tiene como especial característica la talla del cuerpo completo, usualmente articulado con goznes en los hombros, caderas y rodillas. En su policromía es posible encontrar áreas encarnadas como el rostro, las manos y los pies, el cuerpo regularmente se encuentra policromado de color azul índigo. Algunas utilizan cabellera de pelo natural, otras poseen cabello tallado. Su expresión es tratada con los materiales que le dan naturalidad a las imágenes de bastidor, utilizando prendas de vestir similares que igualmente identifican los atributos de cada advocación.

Imágenes de cuerpo completo encarnado

El conjunto está conformado por cinco imágenes talladas en madera de cedro policromada al óleo, con la misma técnica de vejiga, de dimensiones naturales. Esta tipología constructiva tiene como especial característica la talla del cuerpo completo desnudo, por lo que queda en evidencia su anatomía. En su policromía es posible encontrar todo su cuerpo encarnado, en su mayoría se da en las representaciones de la Pasión de Cristo en este conjunto. Algunas utilizan cabellera de pelo natural, otras poseen cabello tallado. Son imágenes que regularmente no utilizan vestimenta a excepción de San Juan que utiliza la misma que en las otras tipologías constructivas. El cortejo de pasos procesionales complementa la catequesis que la Hermandad de Jesús Nazareno de la Merced, y muestra al pueblo católico cada año, por medio de estas esculturas que fueron elaboradas en determinado momento histórico y de acuerdo con las ideas imperantes. Estas fueron agrupadas como hata el día de hoy se conocen a raíz de la reorganización de las hermandades. Son sumamente importantes en el ideario religioso local y nacional ya que las procesiones de la Merced tanto la de Domingo de Ramos (Procesión de la Reseña), como la del Viernes Santo (Procesión de Penitencia) son iconos de la Semana Santa. *Licenciado en Arte

Fotos: Jesús Castillo

La Verónica.

Guatemala, VIERNES 11 de abril de 2014

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chucho Como

Marco Antonio Valladares Farfán*

Cuántas veces se ha oído en época de Semana Santa? Vos parecés chucho perdido en procesión. Este dicho ya se usaba en los años de 1970 y continúa en en las voces populares, para decir que alguien está desorientado o en el lugar donde no le corresponde. Parece ser que al imaginario colectivo urbano lo ha cautivado la presencia de este personaje (el perro) en los cortejos, al grado de inmortalizarlo en una expresión coloquial de larga duración. A veces castigados por sus dueños que los llevan a rastras, tirandolos de correas, en otras ocasiones se les ve solo deambulando entre la plebe que espera el cortejo y ve las alfombras. Hay muchos factores que componen la manifestación de la Cuaresma y Semana Santa en Guatemala, a veces las investigaciones se centran en los grandes elementos, como imágenes, marchas, alegorías y esas cosas; sin embargo, cada detalle puede ofrecer indicios de que estamos ante una costumbre de raíces ancestrales, más allá de lo que se puede suponer. Es frecuente que la opinión acerca de la Semana Santa confluya en cualquiera de estas dos variantes: la celebración es de descendencia española; o en contraste, es producto del sincretismo entre europeos y mayas. La base cristiana traída del otro lado del mar es innegable, pero muchas de las formas que adquirió con el paso de los siglos son muy particulares de este lado del mundo. Entonces se necesita esclarecer cuáles son los ingredientes que cada cual aportó en esta supuesta conciliación. El presente artículo es parte de un trabajo mayor que ha estado buscando evidencias que demuestren que varias de las expresiones procesionales actuales tienen raíces en la época prehispánica. Se pudo constatar que los desfiles y procesiones prehispánicas eran acompañadas por música interpretada por bandas de viento y percusión, como se puede apreciar en vasos policromos y murales del período Clásico Tardío (650-950 d. C.) (Valladares, 2013); como notó el doctor Juan Antonio Valdés (2009), hasta en la forma como los músicos se cuelgan al hombro los instrumentos es como aparece en las cerámicas pintadas, de hecho sugirió que el vínculo entre el cristianismo europeo y la religiosidad maya es más profundo. Landa (1986) es otra buena fuente de información. Él relata cómo eran algunas celebraciones mayas al final del período Posclásico e inicios de la Colonia: “…todos juntos procesionaban sus efigies, las incensaban y paseaban por el pueblo, adornaban el recorrido con arcos y alfombras de “frescuras”, o más bien flores y frutas”. El arte maya clásico muestra que los individuos participantes de las solemnidades también se ataviaban para estas ocasiones especiales con

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Vaso cerámico pintado policromo, Clásico Tardío. Individuos ataviados con instrumentos de viento, el primero va incensando, junto al personaje principal se ve un perro.

Se aprecia un perro en el Vaso Ratinlinxul, Alta Verapaz, Clásico Tardío (Valdés, 2010, www.famsi.org).

Un niño (o enano) debajo de las andas acompañado por un perrito que tiene puesto un collar.

tocados, sombreros, trajes, pendones, tal como hoy; en escenas palaciegas o cotidianas el vestuario era diferente. El reciente estudio de grafitis mayas de los edificios de la misma época han revelado que los individuos dibujaban en paredes lo que impresionaba a sus mentes. Las procesiones también aparecen en estos trazos; cuyo estudio más detallado hizo relucir otros aspectos parecidos con los actuales cortejos: largas filas, con estandartes adornados, tridentes parecidos

a las liras, el paso frente a templos, etcétera, Landa menciona que cargaban a sus ídolos hasta los adoratorios que habían fabricado para el efecto. La investigación de la arquitectura maya ha descubierto que los edificios piramidales con un pequeño recinto encima cumplían la función de templos (Valdés, Valladares, Días, 2009). ¿Pero, hasta ahí se quedan las similitudes o hay más? ¿Las evidencias puede mostrar asuntos menos fastuosos y más urbanos?


perdido en procesion

Fotos: Marco Antonio Valladares Farfán

Perros fotografiados en distintas procesiones, llevados por sus dueños, y otros se han convertido en mercancías sustitutas.

Un perro en la terraza viendo pasar las andas del Señor y la Virgen.

Quinto Domingo de Cuaresma, procesión infantil, San Pedrito Zona 5, Ciudad de Guatemala.

En la fase de investigación de 2013, dedicada a la música sacra cuaresmal y su posible vínculo prehispánico, se hizo una nueva exploración de los vasos cerámicos mayas de la colección de Juntin Kerr con escenas de procesiones para ver qué nuevas luces proporcionaban las evidencias. Bastó con una fotografía callejera, un “dicho tradicional” y un detalle del vaso clasificado con el código K5534, para que la escena hiciera una revelación: entre los participantes dibujados, muy próximo al anda, estaba un perro. Luego se hizo una búsqueda específica de perros en los vasos de este tipo, tratando de localizar todos los que mostraran perros vinculados a procesiones. Se rastreó en libros de Kerr, Robicseck y Hales, 1981; así como en el principal recurso de la Web, www. famsi.org, que contiene el portafolio de Kerr; y se pudo localizar más de tres ejemplos, lo que significa que la representación del vaso mencionado no era un caso aislado, sino que posiblemente una tradición: las personas llevaban sus perros a las procesiones. Hay que considerar que mucha de la producción artística maya fue destruida por el tiempo, el clima, la Conquista, los frailes y en la actualidad por los saqueadores. La presencia de estos cuatro ejemplos sugiere que pudo haber más.

Según varios especialistas había una especie de códice original con los motivos estandarizados, de donde copiaban los diseños por encargo; esto lo ratifica la existencia de varios vasos de distinta procedencia y época, pero que presentan escenas muy similares. La evidencia de que varios temas eran repetidos a granel, implica que las escenas de procesiones con perros eran comunes.También advierte que la práctica de andar con el perro en estas actividades fue común en la era prehispánica. Las características particulares en las ilustraciones en los vasos policromados vistos apuntan que había diferentes cortejos y organizaciones preparadoras, así como ahora hay distintas asociaciones o hermandades; sin embargo, el perro era invitado común en todas. En el país existe toda clase de mascotas: gatos, loros, hámster, ratas blancas, conejos, tortugas, etcétera, algunas de estas son muy populares, no obstante, no vemos a ninguno de estos personajes en las procesiones ni mucho menos perdidos, solo a los perros: nada les quita el lugar preferencial que siguen teniendo en las procesiones, como sucedía hace varios siglos. Hasta se han convertido en accesorio del semillero (que son todas las niñas y niños a los que se les sigue enseñando la tradición, con el

puro ejemplo y las prácticas cotidianas, como los dichos coloquiales). Después de todo, sí es posiblemente que los perros gusten de las procesiones, pues varios salen a las terrazas a ladrar o tan solo a verlas pasar. Tal vez extrañan andar merodeando libremente con ellas.

Comentarios finales

¿Por qué el dicho no es: como gato perdido en procesión, o vos andás como loro volando en procesión, o por qué no vemos tortugas en Semana Santa? Muchas veces la costumbre es más fuerte y sutil de lo que se espera. Muchas otras la evidencia también lo es. La Semana Santa en Guatemala se ha enfrentado al mestizaje, terremotos, la “Reforma”, prohibiciones de gobiernos liberales y aun así ha subsistido. Parece ser que cada vez que se repone, se ha vuelto más resistente, fastuosa y monumental, es una sobreviviente. En cada ocasión ha prevalecido la costumbre, como lo demuestran las bandas de música, estandartes, andas, vestimenta, alfombras vegetales y por supuesto el chucho perdido en procesión, el mejor amigo del hombre... Y es porque, aunque pasen los siglos, en Guatemala las cosas se hacen a nuestra manera. *Arquitecto y arqueólogo.

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Aroma de la

Tierra que llega al

Cielo Gabriel Morales Castellanos*

inicios del 2013, tuve la oportunidad de haber sido invitado a un acto especial en la cofradía de Jesús Nazareno, en el municipio de San Juan Sacatepéquez, bella tierra del departamento de Guatemala, del cual soy originario. En esa ocasión, en compañía de otros coterráneos y profesionales de la restauración de bienes muebles, fuimos recibidos por el mayordomo de la cofradía en mención y por otros cofrades, con el objetivo de evaluar los daños que han sufrido las imágenes del Señor Jesús, su Santa Cruz y La Verónica, las cuales pertenecen a esta organización. La cofradía en mención está ubicada en la casa del mayordomo principal, don Santos Chajón Xolix, en la aldea Cruz Blanca, quedé impresionado por muchas situaciones: el grato recibimiento y la despedida que nos dieron, pero igualmente por el protocolo ceremonial con que procedieron para quitarles las prendas que lucían las imágenes, pero previo a ello, las oraciones en cakchiquel pidiendo el permiso correspondiente a las santas efigies y a los miembros de esta institución ya fallecidos. Estando todos de rodillas, el mayordomo y los cofrades procedieron a aromatizar a las esculturas con pon e incienso, que se quemaba en el fuego de brasas en incensarios de barro, el humo y el grato olor de las resinas, invadieron la habitación.

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Guatemala, VIERNES 11 de abril de 2014

Boswellia carterii es el arbusto que produce la resina conocida como incienso.

Las oraciones y la acción de incensarlas continuaron de manera simultánea por unos instantes, posteriormente, se procedió a quitarles sus elementos iconográficos y vestiduras, y luego los restauradores procedieron a evaluar los daños causados por el correr del tiempo, por los riesgos a las que han esta­­do expuestas. Después de tomar nota del estado en el que se encontraban las esculturas, las volvieron a vestir, y a colocar en sus correspondientes espacios. Los restauradores indicaron que en los próximos días entregarían su diagnóstico, así como las recomendaciones y acciones que procedían realizar con ellas, en ese entonces. Previo a la despedida hubo otros rezos y agradecimientos en cakchiquel de parte del señor mayordomo, su señora y los otros cofrades asistentes, y de nuevo hizo su presencia el grato olor del humo del pon y el incienso. Todo esto que indico y escribo ha sido para mí una grata e inolvidable experiencia, el sentido de conservar en buen estado las imágenes por parte del mayordomo y cofrades; el resguardo temporal que les ha sido conferido, el aprecio, el respeto y el amor que les tienen es obvio e impresionante, y están conscientes que es un patrimonio tangible, del cual son responsables y les ha sido delegado y conservar para las futuras generaciones de sanjuaneras y sanjuaneros católicos. Después de ellos habrá otro mayordomo y otros cofrades que serán depositarios de las mismas y deberán cumplir similares funciones y obligaciones.

Ante lo vivido y experimentado por unas horas en San Juan Sacatepéquez, y lo bien impresionado que estoy de lo sucedido en esas breves horas, he querido escribir un artículo sobre unos de los elementos presentes esa tarde, y que conforma parte importante de las ceremonias religiosas católicas intramuros y extramuros: el incienso, por lo que he dedicado un tiempo a investigar respecto al mismo, y su presencia que será notable en las calles de muchas poblaciones en los próximos días de Semana Santa, como lo es desde tiempos inmemoriales. Estamos ya en el ciclo folclórico y a la vez litúrgico de la Cuaresma y pocos días de vivir los llamados días mayores, cuando otra vez apreciaremos los cortejos procesionales, en los cuales serán llevadas en andas, sobre los hombros de damas y caballeros, las protagónicas imágenes de pasión que se veneran en las iglesias de nuestras ciudades, villas, pueblos y aldeas de nuestro país. Estos desfiles que conforman parte de nuestro patrimonio cultural intangible, conllevan una organización y orden establecidos desde tiempos ancestrales, en los cuales se han distribuido diferentes elementos de la parafernalia como son los ciriales, la cruz alta, los estandartes, las liras, el viacrucis, las siete palabras, los siete dolores, las bandas de filarmónicos, y entre estos los turiferarios. A estos portadores de los incensarios les corresponde aromatizar el paso de las imágenes protagónicas en estos sagrados espacios movibles, y a la vez


Aroma de la

Tierra que llega al

Cielo Gabriel Morales Castellanos*

inicios del 2013, tuve la oportunidad de haber sido invitado a un acto especial en la cofradía de Jesús Nazareno, en el municipio de San Juan Sacatepéquez, bella tierra del departamento de Guatemala, del cual soy originario. En esa ocasión, en compañía de otros coterráneos y profesionales de la restauración de bienes muebles, fuimos recibidos por el mayordomo de la cofradía en mención y por otros cofrades, con el objetivo de evaluar los daños que han sufrido las imágenes del Señor Jesús, su Santa Cruz y La Verónica, las cuales pertenecen a esta organización. La cofradía en mención está ubicada en la casa del mayordomo principal, don Santos Chajón Xolix, en la aldea Cruz Blanca, quedé impresionado por muchas situaciones: el grato recibimiento y la despedida que nos dieron, pero igualmente por el protocolo ceremonial con que procedieron para quitarles las prendas que lucían las imágenes, pero previo a ello, las oraciones en cakchiquel pidiendo el permiso correspondiente a las santas efigies y a los miembros de esta institución ya fallecidos. Estando todos de rodillas, el mayordomo y los cofrades procedieron a aromatizar a las esculturas con pon e incienso, que se quemaba en el fuego de brasas en incensarios de barro, el humo y el grato olor de las resinas, invadieron la habitación.

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Guatemala, VIERNES 11 de abril de 2014

Boswellia carterii es el arbusto que produce la resina conocida como incienso.

Las oraciones y la acción de incensarlas continuaron de manera simultánea por unos instantes, posteriormente, se procedió a quitarles sus elementos iconográficos y vestiduras, y luego los restauradores procedieron a evaluar los daños causados por el correr del tiempo, por los riesgos a las que han esta­­do expuestas. Después de tomar nota del estado en el que se encontraban las esculturas, las volvieron a vestir, y a colocar en sus correspondientes espacios. Los restauradores indicaron que en los próximos días entregarían su diagnóstico, así como las recomendaciones y acciones que procedían realizar con ellas, en ese entonces. Previo a la despedida hubo otros rezos y agradecimientos en cakchiquel de parte del señor mayordomo, su señora y los otros cofrades asistentes, y de nuevo hizo su presencia el grato olor del humo del pon y el incienso. Todo esto que indico y escribo ha sido para mí una grata e inolvidable experiencia, el sentido de conservar en buen estado las imágenes por parte del mayordomo y cofrades; el resguardo temporal que les ha sido conferido, el aprecio, el respeto y el amor que les tienen es obvio e impresionante, y están conscientes que es un patrimonio tangible, del cual son responsables y les ha sido delegado y conservar para las futuras generaciones de sanjuaneras y sanjuaneros católicos. Después de ellos habrá otro mayordomo y otros cofrades que serán depositarios de las mismas y deberán cumplir similares funciones y obligaciones.

Ante lo vivido y experimentado por unas horas en San Juan Sacatepéquez, y lo bien impresionado que estoy de lo sucedido en esas breves horas, he querido escribir un artículo sobre unos de los elementos presentes esa tarde, y que conforma parte importante de las ceremonias religiosas católicas intramuros y extramuros: el incienso, por lo que he dedicado un tiempo a investigar respecto al mismo, y su presencia que será notable en las calles de muchas poblaciones en los próximos días de Semana Santa, como lo es desde tiempos inmemoriales. Estamos ya en el ciclo folclórico y a la vez litúrgico de la Cuaresma y pocos días de vivir los llamados días mayores, cuando otra vez apreciaremos los cortejos procesionales, en los cuales serán llevadas en andas, sobre los hombros de damas y caballeros, las protagónicas imágenes de pasión que se veneran en las iglesias de nuestras ciudades, villas, pueblos y aldeas de nuestro país. Estos desfiles que conforman parte de nuestro patrimonio cultural intangible, conllevan una organización y orden establecidos desde tiempos ancestrales, en los cuales se han distribuido diferentes elementos de la parafernalia como son los ciriales, la cruz alta, los estandartes, las liras, el viacrucis, las siete palabras, los siete dolores, las bandas de filarmónicos, y entre estos los turiferarios. A estos portadores de los incensarios les corresponde aromatizar el paso de las imágenes protagónicas en estos sagrados espacios movibles, y a la vez


Jesús Nazareno del Rescate y Santísima Virgen de Dolores del Templo Santa Teresa, luego de su proceso de conservación, realizado en el Centro de Restauración de Bienes Muebles, marzo de 2014.

Al rescate del patrimonio

cultural religioso 14

Guatemala, VIERNES 11 de abril de 2014

Luis Manuel Muñoz Lemus* l reciente proceso de conservación de las imágenes escultóricas de Jesús Nazareno del Rescate y Virgen de Dolores del Templo Santa Teresa de la ciudad capital, trae a colación nuevamente el tema del cuidado y salvaguarda del patrimonio cultural religioso. El trabajo estuvo a cargo del Centro de Restauración de Bienes Muebles del Instituto de Antropología e Historia, en un delicado proceso de casi un año de duración, realizado por un equipo multidisciplinario de restauradores, y del cual tuve la responsabilidad de ser el restaurador encargado del proyecto. La entrega oficial de estas imágenes de pasión a las autoridades de la Iglesia y tácitamente al pueblo de Guatemala, pone de manifiesto que este patrimonio no solo pertenece a la Iglesia católica, sino a todos los guatemaltecos por igual, pues más allá de ser imágenes que gozan de gran veneración para un sector de la sociedad, son el resultado de un proceso evolutivo y cambiante de la historia de nuestro país, expresiones artísticas producto de nuestra idiosincrasia barroca y testigos materiales del pensamiento de una sociedad determinada en momentos particulares de nuestro desarrollo cultural.

El contexto

En Guatemala, las procesiones son un rasgo muy particular y distintivo de las tradiciones y la religiosidad popular, principalmente las de Cuaresma y Semana Santa, que se constitu-


Fotos: Luis Manuel Muñoz Lemus

Es a partir de las décadas de los setentas y ochentas que se toma mayor conciencia sobre la responsabilidad de proteger este legado artístico. yen en un fenómeno único, de características propias que le otorgan un valor cultural de gran trascendencia. Las imágenes escultóricas que son el punto focal de estas arraigadas tradiciones, han tenido que ser atendidas en diversas ocasiones para que aun luego de tantos años de su factura, podamos hoy apreciarlas. Pero los criterios para estas tareas de conservación han variado en cada época, de acuerdo con los conocimientos del momento, los gustos imperantes y las necesidades emergentes. Mucho se ha dicho sobre la capacidad de las imágenes como medios eficaces para la implantación de ideologías en todas las épocas, religiones y culturas. La Iglesia católica también ha hecho uso de ellas para su tarea evangelizadora, que en el caso particular de Guatemala, rindió frutos desde el arribo de los primeros conquistadores españoles en el siglo XVI y los misioneros de las distintas órdenes que les acompañaban y que se aprestaron a su tarea de cristianización entre los habitantes nativos de estas tierras.

Un dilema

Las imágenes presentadas por los religiosos eran las de figuras santificadas, rodeadas de símbolos que representaban un ideal espiritual y mostraban las virtudes que un alma terrenal anhelaría alcanzar. Con tal compromiso por cumplir, cada imagen debía mantener su vigencia en la conciencia colectiva, y muchas veces necesitaba adaptarse al variante gusto de cada época, porque la solidez dogmática a veces no era suficiente ante los cambios de pensamiento, derivados de la evolución económica, política, social y cultural. La hechura de una imagen religiosa, en el caso de este texto, la escultura, debía cumplir con ciertos lineamientos dados por la Iglesia. En el Reino de Guatemala, estos parámetros fueron acatados por las ordenanzas del Primer Concilio Mexicano de 1555 y luego reiterados por los mandatos del Concilio de Trento que finalizó en 1563, donde se especificaban las normas requeridas y aceptadas para tales ejecuciones. El concepto de la estética, aun cuando es difícil de definir, ha variado en cada momento histórico y ha respondido a su contexto. En estas representaciones plásticas escultóricas, de igual manera, la belleza se ha plasmado de acuerdo con los patrones de la época, buscando siempre la idealización de la figura representada y pocas veces la encarnación precisa de la realidad. El concepto de la belleza exterior en el ámbito religioso, no ha sido un precepto fundamental, pero a través de la figura bella, ha resultado más fácil evocar el sentimiento que de la imagen se intenta transmitir, tornándose así en un valor más espiritual que plástico. Este variante concepto de estética y belleza dio como resultado que las esculturas necesitaran estar actualizadas con relación a los gustos que se iban implantando en cada época, e inclusive a intereses de grupos sociales y étnicos determinados, para que su eficacia dentro del devocionario pudiera permanecer intacta o mejor aún, incrementarse. Para tal

Entrega oficial por parte de las autoridades del Centro de Restauración de Bienes Muebles del Instituto de Antropología e Historia, de las imágenes de pasión al Templo Santa Teresa.

actualización muchas esculturas debieron sufrir remozamientos, arreglos, modificaciones y hasta transformaciones, no solo de su aspecto exterior, sino que, en algunos casos, hasta de su advocación misma, convirtiendo una imagen con una devoción un tanto desatendida, en otra con una advocación más actual y efectiva. Es decir, un reciclaje de obras. A lo anterior habría que sumar el paso del tiempo, las catástrofes naturales, los descuidos y otra serie de factores de deterioro que han ido lastimando a estas obras. Golpes, fracturas, pérdidas de sus partes y suciedad, serían algunos ejemplos que han ameritado que una escultura fuera llevada con un artesano del oficio para que pasara por un proceso de mejoría. El concepto de obra de arte para estas piezas de carácter religioso, no era entendido como en la actualidad, menos aún el prever que con el paso del tiempo, serían parte importante para la concatenación de un contexto histórico, por lo que la idea del respeto a la obra original quedaba desvinculada al momento de remozarlas. Las intervenciones sobre una escultura podían considerarse viables siempre que estas brindaran un aspecto refrescado de la imagen, ya fuera en el aspecto plástico, ideológico o en ambos, con resultados que se traducían en la modernización de la figura y del símbolo, respondiendo a los renovados pensamientos de la época y provocando un impacto social que repercutía en la vida cotidiana a través de las devociones. Estas modificaciones vistas con los conceptos actuales de patrimonio, podrían tomarse como atentados, pero deben contemplarse con relación a su historia y desde el pensamiento de su tiempo, entendiéndolas como válidas, en un momento en el que era más importante conservar la imagen devocional, que la materia de la obra de arte.

Los criterios de intervención

En Guatemala, todavía previo al terremoto de 1976, los criterios que privaban para intervenir una escultura, desde las de uso doméstico hasta las consideradas de gran devoción, seguían siendo de remozamiento general, procurando su mejoría en concordancia con los rangos de belleza dominantes, con un

acentuado gusto por actualizar su semblante externo y hacerlas convivir mejor con la feligresía que en ese momento las apreciaba, cayendo muchas veces en la complacencia de caprichos y extravagancias, algunas veces hasta deformantes de la figura misma y obviamente contraproducentes en cuanto a la conservación de la escultura como tal. Es a partir de las décadas de los setentas y ochentas que se toma mayor conciencia sobre la responsabilidad de proteger este legado artístico, pero ya con conceptos más históricos, culturales y patrimoniales, auxiliados con la tecnología y estudios relacionados con la obra de arte. Como todo proceso de cambio, la comprensión de la importancia de las tareas de conservación del patrimonio no ha sido fácil, el conocimiento y reconocimiento de este trabajo ha requerido un proceso de aprendizaje, con pensamientos más armónicos entre arte, patrimonio, tradición y devoción, comprendiendo que todo puede estar unido en la representación escultórica de una imagen y que un valor no resta al otro. A ese respecto, los criterios de conservación y restauración, han tenido que marcar distintos criterios de intervención de acuerdo con la escultura que se trate, todas bajo los principios básicos de conservación que se manejan en el ámbito internacional y que han sido el resultado de una serie de estudios consensuados entre los profesionales del campo a nivel mundial. Estos principios se rigen por normas básicas como la mínima intervención posible, el respeto absoluto a la obra original, la intervención basada en estudios científicos previos, así como el conocimiento de la naturaleza de sus materiales y la técnica original de manufactura. Sin embargo, la forma de actuar sobre una escultura que goza de veneración, lo hace más difícil, debido a que sigue siendo una imagen de culto, que en términos culturales se le denomina patrimonio vivo, lo que ha requerido hacer mediaciones y consenso para el buen desempeño de las labores, donde se ha sabido combinar el actuar científico con la tecnología y materiales especializados para restauración con algunas técnicas tradicionales, logrando como resultado una imagen conservada correctamente y que su aspecto conserve ese resabio propio de vejez y pátina, que no es más que el paso natural del tiempo sobre una obra de arte, para que pueda apreciarse completamente integrada, preservada y acorde al gusto de la feligresía. A pesar que en los últimos años ha surgido un mayor interés sobre el tema de la conservación, esta no debe tomarse a la ligera ni ser atendida por personas sin la preparación y experiencia necesarias, pues no debe olvidarse que se actúa sobre bienes únicos, irrepetibles e irremplazables, y una obra de esta naturaleza requiere de estudios serios, responsables y profesionales. Finalmente, aunque el influjo de la modernidad nos provea de mayores conocimientos y tecnología de punta que atienda de mejor forma el tema de la conservación del patrimonio, los criterios para intervenir una obra de arte estarán siempre ligados a su particular contexto, a sus propias circunstancias y al discernimiento prudente, consensuado e interdisciplinario. Las imágenes de Jesús Nazareno del Rescate y Virgen de Dolores del templo Santa Teresa, son de nuevo una muestra de que los criterios continúan respondiendo a las necesidades de su tiempo, para que su función a través de su forma tangible siga siendo la de comunicar, adherir y conmover el espíritu y los valores intangibles de sus fieles devotos, sin dejar de ser parte fundamental de nuestro enorme legado cultural. *Licenciado en Arte y Restaurador de Bienes Muebles

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