Revista Viernes Año I No. 32

Page 1


Editorial Por quién doblan esta vez las campanas? Esta vez lo hacen por el consumado orfebre colombo-mexicano Gabriel García Márquez. ¿Despedirlo? Para él la inmortalidad apenas comienza. Con motivo de su ascenso a las profundidades y de su descenso a las estrellas, los ángeles del infierno y los demonios del cielo lo reclaman como regente perpetuo, dado su historial de ángel desdentado y demonio azul purificado. Este cultor del barroco sísmico pertenece -como usted- a una comunidad anónima, donde el diablo olvidó el poncho, un paraje perdido que no aparece en el mapa, un pueblo fantasma llamado Comala, Macondo o Aracataca y como Faulkner, convirtió su aldehuela en patrimonio universal. Ahí donde hubo sequía inventó el hielo; buques de guerra hizo encallar en las montañas y donde milenios de soledad se empantanaban hizo reinar la algarabía. Angeles y demonios darán, pues, un voto de confianza a la alegría. Para el varón de Aracataca, padre fundador de Macondo y príncipe heredero de Comala, lo más difícil ya pasó. Ahora viene lo peor: la inmortalidad que no cesa. Pero de eso ya no será responsable. Y como a los Asturias, a los Cardoza y a los Vallejo, désele una camisa limpia y no se le niegue el olvido.

Cuento TREINTA Y UNO

Un día de estos El lunes amaneció tibio y sin lluvia. Don Aurelio Escovar, dentista sin título y buen madrugador, abrió su gabinete a las seis. Sacó de la vidriera una dentadura postiza montada aún en el molde de yeso y puso sobre la mesa un puñado de instrumentos que ordenó de mayor a menor, como en una exposición. Llevaba una camisa a rayas, sin cuello, cerrada arriba con un botón dorado, y los pantalones sostenidos con cargadores elásticos. Era rígido, enjuto, con una mirada que raras veces correspondía a la situación, como la mirada de los sordos. Cuando tuvo las cosas dispuestas sobre la mesa rodó la fresa hacia el sillón de resortes y se sentó a pulir la dentadura postiza. Parecía no pensar en lo que hacía, pero trabajaba con obstinación, pedaleando en la fresa incluso cuando no se servía de ella. Después de las ocho hizo una pausa para mirar el cielo por la ventana y vio dos gallinazos pensativos que se secaban al sol en el caballete de la casa vecina. Siguió trabajando con la idea de que antes del almuerzo volvería a llover. La voz destemplada de su hijo de once años lo sacó de su abstracción. -Papá. -Qué. -Dice el alcalde que si le sacas una muela. -Dile que no estoy aquí. Estaba puliendo un diente de oro. Lo retiró a la distancia del brazo y lo examinó con los ojos a medio cerrar. En la salita de espera volvió a gritar su hijo. -Dice que sí estás porque te está oyendo. El dentista siguió examinando el diente. Sólo cuando lo puso en la mesa con los trabajos terminados, dijo: -Mejor. Volvió a operar la fresa. De una cajita de cartón donde guardaba las cosas por hacer, sacó un puente de varias piezas y empezó a pulir el oro. -Papá. -Qué. Aún no había cambiado de expresión. -Dice que si no le sacas la muela te pega un tiro. Sin apresurarse, con un movimiento extremadamente tranquilo, dejó de pedalear en la fresa, la retiró del sillón y abrió por completo la gaveta inferior de la mesa. Allí estaba el revólver.

DIRECTORIO

Director General: Héctor Salvatierra. Subdirector General Técnico: Rodrigo Carrillo. Edición: Otoniel Martínez. Diseño Gráfico: Elisa Álvarez, Héctor Estrada. Ilustración: Esteban Arreola. Redacción: María Mercedes Arce, Carlos Rigalt, Christa Bollmann / Internacionales: Édgar Quiñónez. Corrección: Jorge Mario Juárez. Digitalización: Boris Molina. Museo de la Tipografía Nacional: Thelma Mayén. Hemeroteca del Diario de Centro América: Álvaro Hernández.

2

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

-Bueno -dijo-. Dile que venga a pegármelo. Hizo girar el sillón hasta quedar de frente a la puerta, la mano apoyada en el borde de la gaveta. El alcalde apareció en el umbral. Se había afeitado la mejilla izquierda, pero en la otra, hinchada y dolorida, tenía una barba de cinco días. El dentista vio en sus ojos marchitos muchas noches de desesperación. Cerró la gaveta con la punta de los dedos y dijo suavemente: -Siéntese.

-Buenos días -dijo el alcalde. -Buenos -dijo el dentista. Mientras hervían los instrumentos, el alcalde apoyó el cráneo en el cabezal de la silla y se sintió mejor. Respiraba un olor glacial. Era un gabinete pobre: una vieja silla de madera, la fresa de pedal, y una vidriera con pomos de loza. Frente a la silla, una ventana con un cancel de tela hasta la altura de un hombre. Cuando sintió que el dentista se acercaba, el alcalde afirmó los talones y abrió la boca. Don Aurelio Escovar le movió la cara hacia la luz. Después de observar la muela dañada, ajustó la mandíbula con una cautelosa presión de los dedos. -Tiene que ser sin anestesia -dijo. -¿Por qué? -Porque tiene un absceso. El alcalde lo miró en los ojos. -Está bien -dijo, y trató de sonreír. El dentista no le correspondió. Llevó a la mesa de trabajo la cacerola con los instrumentos hervidos y los sacó del agua con unas pinzas frías, todavía sin apresurarse. Después rodó la escupidera con la punta del zapato y fue a lavarse las manos en el aguamanil. Hizo todo sin mirar al alcalde. Pero el alcalde no lo perdió de vista. Era una cordal inferior. El dentista abrió las piernas y apretó la muela con el gatillo caliente. El alcalde se aferró a las barras de la silla, descargó toda su fuerza en los pies y sintió un vacío helado en los riñones, pero no soltó un suspiro. El dentista sólo movió la muñeca. Sin rencor, más bien con una amarga ternura, dijo: -Aquí nos paga veinte muertos, teniente. El alcalde sintió un crujido de huesos en la mandíbula y sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero no suspiró hasta que no sintió salir la muela. Entonces la vio a través de las lágrimas. Le pareció tan extraña a su dolor, que no pudo entender la tortura de sus cinco noches anteriores. Inclinado sobre la escupidera, sudoroso, jadeante, se desabotonó la guerrera y buscó a tientas el pañuelo en el bolsillo del pantalón. El dentista le dio un trapo limpio. -Séquese las lágrimas -dijo. El alcalde lo hizo. Estaba temblando. Mientras el dentista se lavaba las manos, vio el cielorraso desfondado y una telaraña polvorienta con huevos de araña e insectos muertos. El dentista regresó secándose las manos. “Acuéstese -dijo- y haga buches de agua de sal.” El alcalde se puso de pie, se despidió con un displicente saludo militar, y se dirigió a la puerta estirando las piernas, sin abotonarse la guerrera. -Me pasa la cuenta -dijo. -¿A usted o al municipio? El alcalde no lo miró. Cerró la puerta, y dijo, a través de la red metálica. -Es la misma vaina. Gabriel García Márquez/ Colombia


Mas y mejores cosechas

La mirada

Redacción

Despiden a Gabo

El lunes 21, México le rindió un homenaje al escritor de Cien años de soledad, Gabriel García Márquez, el martes fue el turno de Colombia, su país natal. La primera actividad se realizó en el Palacio de Bellas Artes de la capital azteca, la segunda en la Catedral de Bogotá. El reconocido autor, quien falleció el 17 de abril, era amante de la música, por lo que fue despedido al ritmo de Béla Bartók y los vallenatos, así como de Wolfgang Amadeus Mozart. Además le agradaba el amarillo, por lo que se le dijo adiós con flores y mariposas de dicho color.

Fotos: Yuri Cortez y Luis Acosta/ AFP

on el propósito de ayudar a mejorar las cosechas, principalmente de maíz y frijol, y como parte del programa de seguridad alimentaria, el gobierno inició la entrega de 1 millón 740 mil sacos de fertilizante, que beneficiará a 132 mil 592 familias campesinas. Los fertilizantes entregados son el 20-20-0 y el Triple 15, que contribuirán en la producción de más alimentos y cultivos comerciales, de mejor calidad, y a que los suelos que han sido sobrexplotados recuperen sus nutrientes. De acuerdo con las proyecciones del Banco Mundial, la población del mundo aumentará a 7 mil millones en el año 2020 y, por lo tanto, se necesita de mejores estrategias de producción de alimentos que puedan dar respuesta a la demanda de la población, y en estas los fertilizantes tienen un papel importante, pues hay muchos suelos degradados por malas prácticas agrícolas. Los estudios de botánica han determinado que para el buen crecimiento de la mayoría de plantas son esenciales 16 elementos que provienen del aire, el agua y el suelo. Del aire el carbono; del agua el oxígeno y el hidrógeno y del suelo el nitrógeno, fósforo, potasio, calcio, magnesio, azufre, hierro, manganeso, cinc, cobre, boro, molibdeno y cloro. Cuando hay deficiencia de estos elementos en el suelo, los fertilizantes hacen una labor compensatoria, por eso la importancia de estos en la producción de alimentos. Este programa de fertilizantes ha sido diseñado con el propósito de ayudar a que la producción de granos aumente. El año pasado se produjeron 40 millones de quintales de maíz y 7 millones de quintales de frijol, y se espera que con esta ayuda a los campesinos productores, la cosechas sean más abundantes y de mejor calidad. El presidente Otto Pérez Molina, informó que hay estrictos controles en los listados de beneficiarios de este programa para que no sea politizado, y que se está trabajando con la colaboración de alcaldes y Consejos Comunitarios de Desarrollo. Foto: Doriam Morales

El Presidente comenzó esta semana la entrega de 1 millón 740 mil sacos de abono.

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

3


La increible y triste historia de Macondo 4

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

Adriano Corrales Árias * uchos años después, frente al pelotón de investigadores y periodistas, el escritor Gabriel García Márquez había de recordar aquella noche remota en que Franz Kafka lo llevó a conocer el hielo. El mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre, por eso Álvaro Mutis, a sabiendas de ello, le presentó de golpe al otro personaje que habría de ayudarle a reescribir la historia: Juan Rulfo. Y así, con Pedro Páramo desplegado y a cuestas, despejó el panorama hasta lograr referirnos la increíble y triste historia de Macondo, produciendo ese fenómeno conocido como Cien años de Soledad. Sin embargo, y según ciertas leyendas urbanas, pareciera que algunos escritores, como Jorge Luis Borges y sus adláteres, consideran la novela de Gabo como una simple recopilación del folclore colombiano, específicamente caribeño, por extensión latinoamericano. Dicho de otra manera, para algunos estudiosos, escritores e intelectuales, la novela no alcanza la calidad ni el rigor de una verdadera obra literaria, incluso, muchos pronostican que dentro de 50 años nadie recordará al autor y sí al mismo Borges y a Rulfo, para colocar dos ejemplos de una larga lista. La polémica abarca más y se extiende desde los años cincuenta del siglo pasado. Ciertamente el Realismo Mágico, o lo Real Maravilloso, está agotado. Su ciclo, que produjo obras rotundas como Hombres de maíz o El señor presidente de Miguel Ángel Asturias; Ecue-Yambe-O, Los pasos perdidos, El reino de este mundo y El siglo de las luces de Alejo Carpentier; Las lanzas coloradas de Arturo Uslar Pietri; o casi toda la obra garciamarquiana, se ha cerrado dando paso a un abanico de posibilidades narrativas que se abre hasta lo que algunos denominan luxaciones posmodernistas, muy cercanas al collage, el happening, el video, el zapping, el pastiche y el panfleto. Pero, ¿qué es el Realismo Mágico o lo Real Maravilloso? Alejo Carpentier, desde el surrealismo, y en contraposición con el mismo, definió al segundo como la creación de un mito americanista y barroco; García Márquez, desde su colombolatinoamericanidad, delimitó al primero como un “realismo desmesurado” donde el mito es destruido por la historia. Más allá, o más acá, de ambas definiciones, la academia hispanoamericana, especialmente la española, intentó definirlos desde ambas perspectivas, pero siempre con la incómoda postura de quien sabe que llegó tarde al convite. La confusión teórica-metodológica, o propiamente estética, procede de la asimilación del Realismo Mágico o lo Real Maravilloso, con la Nueva Novela Latinoamericana (el boom de los sesenta/setenta), y del sospechoso concepto sobre lo desmesurado y fantástico de la realidad (identidad) americana frente a lo europeo. Así, se quiso embutir en un solo saco a novelistas que comparten franjas temáticas y hasta de estilo en algunos momentos, pero que son diametralmente opuestos en el abordaje estético, caso de Juan Rulfo, Augusto Roa Bastos, Juan Carlos Onetti, Carlos Fuentes, Mario Vargas Llosa, José Donoso, Jorge Amado, Ernesto Sábato y Julio Cortázar, para mencionar a los relevantes del boom. Como se sabe, la “nueva novela” latinoamericana transitó, y transita, por diversas autopistas ideoestéticas y no solamente por el Realismo Mágico o lo Real Maravilloso, como aún suponen algunos lectores y críticos europeos. Piénsese en precursores como Rafael Arévalo Martínez, en Guatemala, Roberto Arlt, Filisberto Hernández o el mismo Borges en el Río de la Plata, para no

Detalle de la pintura de Graham Brown, titulada Macondo.


Foto: Tomada del blog del autor.

mencionar a Cabrera Infante, Lezama Lima y Severo Sarduy, en Cuba, entre muchos otros. Esa confusión es lo que, probablemente, gestó la flema borgiana, aunada a la vieja pugna entre cultura de élite (lo conocido recurrentemente como “culto”) y las culturas populares. La opción borgiana por la metafísica, la circularidad del tiempo y el mito del eterno retorno, así como la célebre polémica de su grupo de Florida contra el de Boedo, lo previnieron ante una literatura que se enriquecía de las culturas populares y de sus mitos, aunque en algunos de sus cuentos y poemas el mismo Borges las aprovechara. Agreguémosle a ello la no disimulada percepción, en algunos círculos, de que Gabo no es un “intelectual”, sino un escritor-reportero, por tanto un personaje de “medio pelo”, a pesar de su apabullante éxito editorial y de su Premio Nobel. O, a lo mejor, el mismo éxito le granjeó esa predisposición de intelectuales y escritores tipo Borges. Es decir, la siempre antigua y renovada polémica entre lo culto y lo popular (o entre un arte “auténtico”, “puro”, y un arte contaminado o híbrido) se tiñe también de esos preconceptos y suposiciones. Y aquí es donde sobreviene la verdadera discusión. En mi primer año de universidad, en Humanidades, practiqué un análisis de El otoño del Patriarca, la novela más pretenciosa y experimental de García Márquez, cuya polifonía me causó no pocos dolores de cabeza. Aún no había leído Cien años de soledad por lo que me arriesgué a hacerlo. Mi primera sacudida, además de una extraña fascinación, consistió en que, de alguna manera, algunas de esas historias ya me las sabía, al menos alguien me las había contado, pero de diferente manera y con diversos personajes. A medida que avanzaba en la lectura, repasaba los cuentos de aparecidos y de sustos que mi madre nos contaba en mi lejana infancia sancarleña, y recordé entonces a los campesinos que se reunían por la tarde en la pulpería-cantina de mi padre a contar historias de esa estirpe, como la mata de yuca que sembró uno de ellos (en Marsella de Venecia de San Carlos) y creció tanto que, tratando de seguir una de sus raíces, cavó en un túnel que fue a desembocar en pleno centro de Ciudad Quesada. Don Erlindo Arias era uno de esos copleros y contadores de “yucas” (exageraciones) conocidas en Guanacaste como “tallas”, especialista en un realismo popular tan desmesurado como el que exhibía García Márquez. Asimilando un poco más la novelística garciamarquiana, caigo en la cuenta de que, al menos Cien años de Soledad, no es más que la estilización de aquellas “yucas” y cuentos de aparecidos escuchados con embeleso y terror en mi infancia, hilvanadas por la maestría de un gran narrador. El mismo Gabo lo ha reconocido al confesar que la novela no es más que la recreación de las historias que le contaban sus abuelos allá en Aracataca, su pueblo natal. La fábula se asienta sobre la rica y plural tradición oral de nuestras culturas populares, en su caso la de la costa caribe colombiana, región donde convergen variadas formaciones culturales y lingüísticas.

básicamente a la capacidad intelectual y a la pericia imaginativa del autor, o a una mitología reconocible por el lector, el realismo garciamarquiano bebe en las fuentes inagotables de las culturas populares, imbricándolas con la Historia que a veces irrumpe violentamente desde el exterior destrozando el mito, caso del establecimiento de la compañía bananera en Macondo. Allí estriba la magia de una novela como Cien años de soledad: esas cosas extrañas que se nos narran no son exactamente la fantasía: el autor les impide ser fantásticas al tratarlas como si fueran cosas comunes y corrientes. Pareciera que estamos frente a frente con el narrador, pues la novela tiene un alto grado de espontaneidad y su estilo es directo y conciso, justo como en la tradición oral. Todo ello con un certero humor y sin mayor pretensión que enganchar al lector para que se involucre en las acciones del mundo narrado. García Márquez parte de la realidad sociocultural de su entorno para construir una metáfora latinoamericana que, a fuerza de verosimilitud escritural y de un origen que se hunde en las raíces de la cultura humana, adquiere significado universal. Cien años de soledad está en la preconciencia del pueblo latinoamericano y de la raza humana, porque se nutre de la oralidad popular y se apropia de matrices que trascienden fronteras y significados, debido a una enjundia narrativa reconocible en cualquier sitio. Así son muchas las personas (como en el caso de la Biblia -que según García Márquez es la mejor novela que se ha escrito-, Las mil y una noches, La Ilíada, El Quijote o el Ulises de James Joyce, para mencionar algunas cumbres de la literatura universal), que pueden hablar largamente sobre la novela sin nunca haberla leído. El argumento o fábula, más allá de su riqueza narrativa, la trascienden convirtiéndola en historia colectiva, en símbolo abierto al imaginario popular de todo un continente y de la humanidad. Aquellos que vaticinan corta vida a esta novela emblemática de la literatura hispanoamericana del siglo XX no han reparado en su poder mágico trascendente: procede y acarrea materiales populares altamente sensitivos que se intercalan y entrecruzan con las formaciones socioculturales y lingüísticas más significativas del planeta. Por supuesto, siempre habrá lugar para la edición lúdica y fantástica de un Cortázar, la precisión imaginativa de un Rulfo, la fuerza onírica de un Onetti, la épica maravillosa de un Carpentier, la dicción profunda y magistral de un Roa Bastos, la profundidad intelectual y metafísica de un Borges o el barroco estilizado de un Lezama Lima, para no ir más lejos. Pero no hay duda de que García Márquez perdurará como narrador más allá de sus propios libros, porque ya se ha instalado en el corazón del imaginario latinoamericano y de la narrativa universal. La polémica, ficticia o auténtica, continuará por otros medios, con otros matices e interlocutores. Nuestra narrativa irá enriqueciéndose con nuevos aportes y nombres, porque el mundo de la literatura es plural, ancho y ajeno. Pero la cosmovisión latinoamericana ya no podrá desterrar ese libro mítico escrito por un costeño nacido en Aracataca.

Para algunos estudiosos, escritores e intelectuales, Cien años de soledad no alcanza la calidad ni el rigor de una verdadera obra literaria, incluso, muchos pronostican que dentro de 50 años nadie recordará al autor.

Y esa es su verdadera riqueza

Contrario a la narrativa fantástica, metafísica, de “pantalla chica” o experimental, la cual debe acudir

* Escritor costarricense.

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

5


Foto: Archivo

Gabriel

Garcia Marquez

Luis Cardoza y Aragón * or esos días conocí a García Márquez, antes de que los dos naciéramos. Como zapatero remendón trabajaba Gabriel en un zaguán del Tepito de Constantinopla. Conversaba disparatadamente escupiendo las tachuelas que estorbaban su habla, las cuales remacharía en las babuchas. Sus cejas amontonaban densidad de bigotes y con los bigotes, dos cepillos de cerdas oscuras, limpiaba, fijaba y daba esplendor a los botines de la clientela. Gruesos lunares le salpicaban el rostro de abejorros y ratoncitos. Súbitas golondrinas se perdían en los matorrales de la cabezota que parecía capitel de columna troglodita. Cuando al martillar con ímpetu se le torcía el fez, rápidamente lo enderezaba, al propio tempo que profería feroces insultos en sánscrito. Para escuchar sus historias, chicos de muchas edades, llegados de más de siete continentes, con estupefacción y afecto lo rodeaban. De vez en vez sonreía carnívoramente, espantaba las moscas sobre los dátiles. Cuando estas se posaban en su cara voluminosa, con los lunares emprendían el vuelo. Por el diluvio se había perdido el último ejemplar de Las mil y una noches. El buen remendón, entre tachuela y tachuela sumida de rotundo martillazo, para la biblioteca de Alejandría dictaba a los niños lo recordado. Si Scheherezada no ha perecido es porque Alicia, al salir del espejo, oportuna y comprensiva siempre, logró pasarle una copia de los dictados hechos en Constantinopla a los niños envueltos en largos camisones sucios. Y mientras haya una historia por contar y para que nos la cuenten se soporta seguir viviendo. Como no vive esperando, a cada momento lo visita lo inesperado, así que las moscas a los dátiles y a él

6

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

los niños escribas que huelen a chivo. El remendón del zaguán, buen desconstantinopolizador, lo distingue sin apuro y camina por ello con igual comodidad a la proporcionada por sus babuchas, cuando se dirige a orar en Santa Sofía, a los burdeles de los marineros en el puerto, en donde juega a los naipes con Álvaro Mutis, Chichikov, François Villon, Eduardo Lizalde y otros maleantes. Ha visto ponerse el sol sobre el Bósforo más de cinco millones de veces y nunca ha encontrado que dos crepúsculos se parezcan. El sol otra vez y otra vez diferente. En el burdel se recrea charlando o fornicando, cosa esta última en que rarísimas veces incurren los clientes más asiduos, reunidos para platicar de asuntos religiosos o familiares. Aunque sabe escoger la más dulce, nunca olvida obsequiar a la más vieja, una hermosa naranja azul, y cuando no hay naranjas, muñequitas de porcelana o rugosas aceitunas negras. Sube a la alfombra y vuelve a palacio a dormir. El arabesco de su sueño es repentino y ágil, como la mezquita. Se preparaba el café, nunca turco, sino hecho en un cono de trapo, tal es costumbre en Caracatá, pueblo persa que no existió en los mapas. Encendía el narguile y fumaba con delicia, mientras leía en el periódico los problemas de ajedrez, los crímenes y la páginas deportivas. Se enfundaba y roncaba como una cúpula, hermoso y tranquilo; a veces, despertaba dando gritos. Subía a la alfombra y de nuevo en la boca las tachuelas que escupía sobre las babuchas y las remachaba de un solo golpe. A veces, el martillo se quedaba horas en la mano en alto, esperando a la hoz. Murmuraba improperios o ruegos a Alá. El martillo se precipitaba como un peñón. Sonreía. A veces, cantaba. * Poeta y escritor guatemalteco. (Capítulo XVIII, de El Río, Novelas de caballería, segunda edición, FCE, México, DF, 1996).

“Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Ilíada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Picchu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos. En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias”. Fragmento final del discurso de García Márquez al recibir el Premio Nobel de Literatura.


La realidad

como ficcion

Fotos: Archivo

María Mercedes Arce

n pueblo pequeño, perdido en el mapa, olvidado del mundo, casi sin historia más allá de las historias cotidianas de su gente y con nombre de trabalenguas, como tantos pueblos latinoamericanos, vio nacer a Gabriel García Márquez, en una casa de paredes de madera con techo de cinc. Aracataca se había fundado apenas 42 años antes que viera la luz el hombre que obligó al planeta a poner sus ojos en aquellas callejuelas somnolientas, de aparente intrascendencia en las que, nacieron también inolvidables personajes cada uno con su historia, cuya frontera entre la realidad y la magia se diluyó entre la imaginación y lo posible. Casi como una jugarreta de la física cuántica que postula que todo, absolutamente todo, tiene, al menos, una infinitesimal probabilidad de ocurrir. Faltaban 19 años aún para su nacimiento, cuando en 1908 llegó el ferrocarril a su pueblo, con la expectativa de un trazado final hasta el río Magdalena. “El inocente tren amarillo que tantas incertidumbres y evidencias, y tantos halagos y desventuras, y tantos cambios, calamidades y nostalgias, había de llevar a Macondo”, registró el Gabo medio siglo después en Cien años de soledad. Con el ferrocarril llegaron otras gentes de lugares distantes con sus costumbres y portaron una suerte de sentido cosmopolita en pequeña escala a la joven Aracataca. Eran las primeras pinceladas de un nuevo cuadro de costumbres, el mestizaje, las vivencias. En ese tren llegaron los ancestros de la caribeña isla Juana con el son cubano. Para cuando sus padres se enamoraron, su abuelo, el padre de Luisa, coronel Nicolás Ricardo Márquez Mejía, se opuso a esa relación, pues Gabriel Eligio García, que había llegado al pueblo como telegrafista, no era el hombre que consideraba más adecuado para su hija, por ser hijo de madre soltera, pertenecer al Partido Conservador Colombiano y ser un mujeriego confeso. Tan parecido a Florentino Ariza quien, en El amor en los tiempos del cólera, “se quedó con el único apellido de su madre, si bien su verdadera filiación fue siempre de dominio público. Después de la muerte del padre, Florentino Ariza tuvo que renunciar al colegio para emplearse como aprendiz en la Agencia Postal, donde lo encargaron de abrir las sacas y ordenar las cartas, y avisar al público que había llegado el correo izando en la puerta de la oficina la bandera del país de procedencia”. En 1929, cuando García Márquez tenía solo 2 años, se quedó al cuidado de sus abuelos maternos. El coronel, un liberal veterano de la Guerra de los Mil Días, a quien identificaba como su “cordón umbilical con la historia y la realidad”, fue también un excelente narrador; y su abuela, “una mujer imaginativa y supersticiosa”, llenaba la casa con historias de fantasmas, premoniciones, augurios y signos, fue señalada por el escritor como su primera y principal influencia literaria. Ella le inspiró pues tenía una forma especial de tratar lo extraordinario como algo perfectamente natural cuando contaba historias y sin importar cuán

Iglesia de Aracataca donde García Márquez fue bautizado.

García Márquez niño.

fantásticos o improbables fueran sus relatos, siempre los refería como si fueran una verdad irrefutable. Ambos abuelos rondaron constantemente las obras de García Márquez. Ella como Úrsula Iguarán: “Activa, menuda, severa, aquella mujer de nervios inquebrantables, a quien en ningún momento de su vida se la oyó cantar, parecía estar en todas partes desde el amanecer hasta muy entrada la noche, siempre perseguida por el suave susurro de sus pollerines de olán. Gracias a ella, los pisos de tierra golpeada, los muros de barro sin encalar, los rústicos muebles de madera construidos por ellos mismos estaban siempre limpios, y los viejos arcones donde se guardaba la ropa exhalaban un tibio olor de albahaca”. Él, en El coronel no tiene quién le escriba: “Hacía cada cosa como si fuera un acto trascendental. Los huesos de sus manos estaban forrados por un pellejo lúcido y tenso, manchado de carate como la piel del cuello”. Su abuelo murió en 1936, cuando Gabriel tenía 8 años. Debido a la ceguera de su abuela, él se fue a vivir con sus padres a Sucre, departamento colombiano del mismo nombre, donde su padre trabajaba como farmacéutico. En adelante, fue la educación formal del escritor. Una temporada en un internado de Barranquilla, los primeros años en un colegio de jesuitas, una beca que le permitió partir a la capital de donde fue trasladado al Liceo Nacional de Zipaquirá, y la Universidad Nacional de Colombia en la cual se matriculó en la Facultad de Derecho. Aún cuando destacó como buen estudiante y deportista en su juventud, fueron los primeros ocho años de su vida, en aquel pueblo perdido en el mapa y olvidado del mundo, los que le acompañaron en la creación de sus obras más importantes.

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

7


Asturias y Ga

epilogo de una José Emilio Pacheco *

n la década de los setenta, el Nobel guatemalteco Miguel Ángel Asturias catalogó a Cien años de soledad como un plagio de La búsqueda de lo absoluto de Balzac. Sus declaraciones desataron la ira de los amigos y lectores del colombiano, y el ataque de la prensa al escritor septuagenario. No obstante, más allá de los dicterios, nadie había llevado a cabo una justa reflexión sobre ese tema a partir de lo estrictamente literario. Presentamos el texto con que el escritor mexicano puso las cosas en su lugar. La nueva comedia de las equivocaciones empezó el sábado 19 de junio [de 1971] y se ha prolongado una semana. En la historia del periodismo nacional nunca antes una noticia literaria había ocupado las ocho columnas de una primera plana. La “Extra”, como se llama en el habla de la ciudad a la segunda edición de Últimas Noticias, informó: “Asturias acusa de plagio a García Márquez. Cien años de soledad es una grosera copia de una novela de Balzac”. El Premio Nobel de Literatura 1967 fue entrevistado en Madrid por el periódico Triunfo. Dijo a Luis Chao que la novela de García Márquez plagiaba La búsqueda de lo absoluto. Le Monde citó a Triunfo. France Press divulgó por todas partes lo que decía Le Monde. El mismo 19 de junio en la propia “Extra” Carlos Fuentes señaló lo absurdo de la acusación y sin proponérselo inició el deporte practicado en los siete días siguientes: “Péguele a Asturias”. Guillermo Ochoa interrogó por teléfono a García Márquez el martes 22. Se limitó a reír y a callar con la certeza de que ante sus críticos la única respuesta posible de un escritor es su obra. Pero en todo el ámbito de la lengua española se ha alzado un clamor unánime contra Asturias. Poco antes de su muerte, Witold Gombrowicz protestó contra el lenguaje brutal y sin el menor asomo de respeto humano que se emplea en las controversias literarias. Lo que se ha dicho contra Asturias es un buen ejemplo: “viejo chocho, gagá, ablandado, idiota, ignorante, rencoroso y plagiario a su vez del Tirano Banderas de Valle Inclán en El Señor Presidente.” Me había resistido a opinar sobre el tema porque considero indefendible la apresurada tesis de Asturias y me repugna sumarme a la cargada contra un escritor de 72 años que, de un tiempo a esta parte, ha visto levantarse en contra suya el favor y el prestigio de que gozó en otros tiempos. Sin embargo, el escándalo prosigue. Ayer, viernes 25, arremetieron el diario Informaciones de Madrid y el escritor dominicano Juan Bosch, que equiparó a García Márquez con Cervantes y a su novela con el Quijote. Ya es tiempo de hacer una modesta proposición para que se devuelva este asunto al limbo del que nunca debió haber salido. La corriente de la época milita en desfavor de Asturias. Él representa lo pasado, lo establecido, lo oficial, todo aquello que es obligado detestar: recibió el Nobel en tanto que Jean-Paul Sartre lo rechazó, aceptó ser embajador de un gobierno genocida, en tanto que García Márquez rehusó un puesto consular en Barcelona... Atareados en decir que Asturias es un viejo chocho (y todos seremos viejos chochos a menos que la muerte nos dé oportuna licencia), nadie se ha tomado la molestia de comparar ambos libros. La algarabía es jubilosamente contemplada por aquellos sacristanes del antiintelectualismo que se desviven presentando a los escritores como bufones envidiosos, peleoneros, serviles, enredados en pleitos de comadres y por completo ajenos a la trágica realidad de nuestros días. Honore de Balzac nació en 1799, un siglo antes que Asturias. En 1834, entre La duquesa de Langeais y Papá Goriot, escribió La búsqueda de lo absoluto. En la organización final de La comedia humana esta novela figura entre Los estudios filosóficos. La edición mexicana traducida por Aurelio Garzón del Camino la incluye en el tomo XIV, páginas 525–689.

En la década de Nobel guatema Ángel Asturias Cien años de so un plagio de La lo absoluto de B

8

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014


arcia Marquez

a tragicomedia*

Fotos: Archivo

En Dovai, en el Flandes francés, Balzac sitúa la historia de Baltasar Claes, un discípulo de La llama voisier. A los 49 años, tras 15 de matrimonio con Josefina Temnick, Claes habla con un polaco errante y se obsesiona por cumplir el sueño de los alquimistas: hallar lo absoluto, el principio que da unidad a todos los elementos, “la sustancia común a todo lo criado y modificada por una fuerza única”. Al encontrarla Claes podrá transmutar el plomo en oro, competir con la naturaleza y repetirla. (Como se sabe, hoy las transmutaciones se realizan por medio del bombardeo de los elementos en el ciclotrón y en el reactor nuclear. La búsqueda alquímica que permitiría a los seres humanos igualar a los dioses concluyó fáusticamente en los infiernos de Hiroshima y Nagasaki.) Los experimentos de Claes lo conducen al naufragio de su vida familiar y a la ruina total. Termina apedreado en la calle como un brujo. Moribundo, se incorpora en el lecho para repetir el “eureka” de Arquímedes. Expira con un terrible gemido, mientras su yerno lee en un periódico que el polaco errante vendió a otra persona el secreto de lo absoluto. El deber de un crítico para con un autor es leer su libro de principio a fin y palabra por palabra. Quienes, según Asturias, “han denunciado en América y Berlín las semejanzas entre las dos novelas” son incapaces de penetrar la sintaxis española o aplicaron la llamada “lectura dinámica” al dominio de la crítica. Allí debiera estar prohibido un método que antes del triunfo de la terminología sobre el lenguaje se llamaba simplemente “ojeadita” (con o sin hache). O bien abandonaron Cien años de soledad en la página 125 y dejaron para otra ocasión las 226 restantes. Porque la única semejanza entre Balzac y García Márquez, tan remota que cancela hasta la simple sospecha de plagio, es la historia del primer José Arcadio Buendía, una entre muchas que forman esta novela. Las demás no tienen nada que ver con La búsqueda de lo absoluto ni con ninguna otra narración balzaciana. Como se recordará, el fundador de Macondo queda deslumbrado por lo que el gitano Melquiades llama “la octava maravilla de los sabios alquimistas de Babilonia”: el imán. José Arcadio supone que el imán le servirá para sacar oro de la tierra. Sin embargo lo único que logra extraer es una armadura oxidada. En otra vuelta de los gitanos José Arcadio descubre las posibilidades incendiarias de la lupa gigante. Trata de emplearla como arma de guerra y sufre graves quemaduras. Más tarde obtiene de Melquiades algunos viejos mapas, un astrolabio, una brújula y un sextante. Se encierra al fondo de su casa y emprende arduos experimentos, al final de los cuales descubre que la Tierra es redonda. En otras aventuras José Arcadio logra que vuele la canastilla de su hija Amaranta y quiere aprovecharlo para obtener una prueba científica de la existencia de Dios. Antes de que lo avasalle el frenesí del pensamiento, trata de aplicar los principios del péndulo a todo aquello capaz de moverse. Por último, entre 44 hombres lo amarran a un castaño del patio y, delirando en latín y discutiendo de teleología, permanece macerado por el sol y la lluvia. Su muerte provoca una silenciosa tormenta de flores amarillas. Con esta simple guía puede probarse en el cotejo de ambos libros qué absurda e infundada es la acusación de plagio, como indicó desde un principio Carlos Fuentes. Por lo demás, si al juzgar a Asturias tenemos presentes sus errores y flaquezas, no olvidemos tampoco lo que Luis Harss escribió en Los nuestros, antes del premio y antes de la embajada: “Asturias ha hecho de su obra una especie de tribunal de apelaciones, refugio de los humildes con sus penas anónimas, templo de piedad y justicia donde claman las voces de los desposeídos. Y él, solidario y fraterno, los ha escuchado siempre”.

e los setenta, el alteco Miguel catalogó a oledad como a búsqueda de Balzac.

* Poeta mexicano. (Junio 26 de 1971. Publicado en el periódico La Jornada con autorización de Cristina Pacheco).

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

9


El mejor libro Nuestro primer libro habita en el sueño. En nuestra primera memoria. En la de los doce sentidos que son uno. En la memoria auditiva de nuestra piel, en la que el paladar atesora, en la intimidad que nuestro olfato explora y perfecciona.

Gregorio de Bray * l primer libro fue una roca, una pared, un muro, el tronco de un árbol partido por el rayo… En fin, una nube pudo haber sido también precursora de lo que hoy conocemos como página en blanco. En este punto debe señalarse que no hay página en blanco. No hay muro sin habla. No hay silencio en el silencio de una nube. Por Las mil y una noches, sabemos que el viajero leía en las estrellas pues ahí estaban las claves de su destino. Ahí se dibujaban las rutas. Incluso el trino de un pájaro podía sugerir un sendero o una encrucijada. Un guiño quizás en la aurora anunciase naufragios o redenciones. El ser humano nació escudriñando el universo y éste, gradualmente, se convirtió en un ámbito ideal para desentrañar enigmas. De ahí que el mudo lenguaje de las nubes señale el camino, advierta sobre peligros, amenace con tormentas o prometa aplacar la sed de un sembradío. Pongamos por caso el mar. El mar es una hoja en blanco mientras no se le surca. Navegarlo es una forma de escritura. En él se unen la estrella y la estela que al tornarse sal y espuma expresan la gran conjunción del cielo y de la Tierra.

Leer la piedra

El adivino, el mediador que con sus invocaciones trata de unir Cielo y Tierra, desparrama guijarros para que su disposición muestre los mapas de aquello que se oculta a nuestros ojos. En el acto de leer la piedra hay una invocación de aquellos espíritus de los que son portadores los elementos. Leer la piedra para anticiparnos al diluvio. Leer en la chispa los presagios del incendio, en el grano de arena la redondez de la Tierra. Su convulsa e inexacta redondez. En el movimiento de una hoja leer el vendaval. En

10

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

una lágrima la ausencia, la entrega total o la renuncia. Leer la piedra. Descifrarla. Abrevar en sus enigmas. Ya se sugirió que el cielo, cuyo azul es una suma de vientos y diluvios, parece un buen lugar para el desciframiento de misterios. Si también el mar es un misterio y el fuego es un enigma. ¿qué clase de acertijo es el tiempo? Dicen de este que todo lo borra. ¿Borrará el tiempo la duda que genera la pregunta que impulsa la búsqueda que da lugar a las respuestas que están en la base de toda nueva duda?

Ya dijimos también que el universo es un territorio de preguntas incómodas. De ahí que el libro sea como un mapa, cuyo trazo depende totalmente de lo que se busca. Y ¿qué se busca? ¿O lo que se busca depende totalmente del mapa? ¿La búsqueda dibuja el mapa? La escritura, al tallar el libro, dibuja el mapa. ¿Son palos de ciego la escritura? ¿No es acaso Homero el nombre de un mito que narra el mito de otro mito? ¿Este ciego no enseña cómo leyeron los griegos las dudas de su tiempo? ¿No nos hereda desde entonces su ceguera? ¿No hemos dicho ya que las


Ver al cielo. Interrogarlo con los doce sentidos que son uno. Con los latidos del corazón que es uno. Leer en los primeros libros de nuestra estirpe. Porque de eso se trata el mejor libro. De una reunión de preguntas. Y detrás de cada pregunta una encrucijada. Porque de eso se tratan los libros. Sobre todo, los primeros libros. Leer la tierra e interrogarla sobre sus dádivas y frutos y leer en el fuego las señales de la salvación o la devastación. Leer los diluvios en el agua, en sus murallas aplastantes, en sus gotas de rocío. El viento leer en sus hojas sueltas, en sus rastros de sal. El mejor libro, al tiempo que pregunta, sintetiza; al tiempo que indaga, sitúa; al tiempo que explora, orienta. De eso se trata el mejor libro. De explorar. De indagar. En los hallazgos está el registro de lo que somos y de lo que hemos querido ser. De lo que no queremos ser.

Los primeros libros

No es que en ellos esté todo el pasado. Es que en ellos está todo el futuro. Sobre todo en los primeros libros. En los elementales. En ellos la tierra pregunta y el viento responde. En ellos el fuego nos alimenta y devora, el agua nos aplaca y nos ahoga. En esos libros elementales está la clave del futuro, el pulso del presente y el atisbo del pasado. De ellos se deriva nuestra memoria. Hacia ellos va nuestro presente. Los libros. El pasado, el presente y el futuro. Los libros del pasado. Los libros del presente. Los libros del futuro. Todos los libros en uno: el libro de la vida. De las vidas. Los libros son la vida de otros libros y narran la vida de la vida hasta la muerte. Vida, pasión y muerte de la vida. Vida, pasión y muerte de la muerte. Vida, pasión y muerte. Los tres grupos básicos de la materia. Otros elementos. Otros primeros libros que conforman el legado de la especie. Leer en la vida, en la pasión y en la muerte, la memoria de la especie. En ellas está la memoria. De eso está hecha la memoria. Pero también de olvido, sí. Porque también de olvido están hechos los libros. También de olvido. De profecías y de olvido. De epifanías y de ruido.

Nuestro primer libro

nubes son las precursoras del libro? ¿O las rocas? ¿O los muros de una cueva? Leer es una actividad usualmente asociada con los ojos. Pero en la lectura intervienen todos los sentidos.Hemos señalado que las primeras sensaciones placenteras se conservan en la piel. La tibieza es quizás la primera de ellas. El golpe frío del nacimiento nos despierta a la vida externa. Nos acerca a la vida eterna. Así pues, como primer dato duro, la tibieza antecede al frío. Hasta que el filo de este no se inscribe en la memoria de la piel, no conocemos la diferencia.

Los sonidos acompasados del corazón materno preceden los arrullos, las canciones de cuna y los susurros que constituyen nuestra educación sentimental. Los olores. Los colores. Los sabores. Los saberes. Es así como se construyen los saberes. Es así como se empieza a tallar el libro de cada vida. El libro es una reunión de nubes. El cielo entonces ha sido la gran síntesis, si se toma en cuenta que reúne los elementos cosmogónicos constitutivos de la memoria genética de la humanidad.

Nuestro primer libro habita en el sueño. En la primera memoria. En la de los doce sentidos que son uno, en la memoria que nuestra piel guarda, en la que nuestro paladar atesora, en la que nuestro olfato explora y perfecciona. Ahí están los libros elementales. Somos el primer libro. Debemos recordar cómo leerlo. Entendernos como libro. Ojearnos y hojearnos. Deshojarnos. Repasarnos. Releernos. Y entender mejor esta maquinaria de guerra que somos y la mejor manera de orientarla hacia la ampliación indefinida del armisticio, aprovechar mejor los frutos de la tierra, asimilar las enseñanzas del fuego, atender las señales del viento y atesorar el agua. Sin retenerla. Dejar que fluya el agua. Dejar que el fuego nos enseñe. Atender del viento las señales. Leer en ellas. Nuestros primeros libros. Los elementales. Los cuatro puntos cardinales. Los ocho libros. El norte y el sur. El oriente y el poniente. Donde sale el sol, donde se siente. Donde cae el sol de repente: en occidente. Cuando estás en el oriente, el sol también nace en el oriente, luego de haberse ocultado en occidente. Los cuatro puntos cardinales que son uno. Somos el punto de unión de los ocho puntos cardinales. De los ocho libros elementales que son uno. Somos el punto de unión de los libros. De todos los libros. Y somos el punto de partida. Somos el mejor libro que se haya podido escribir. Porque no somos. Estamos siendo. Porque no estamos escritos. Porque nos estamos escribiendo. * Museógrafo.

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

11


Amy Tan y su abuela cortesana Fotos: EFE

Los secretos familiares son argumento de algunas novelas inolvidables y el pasado de la abuela de Amy Tan como cortesana en Shangái ha servido a esta escritora de inspiración para su nuevo libro, “El valle del asombro”, una de sus grandes historias de mujeres que se rebelan contra el destino. Carmen Naranjo * e la reticencia a sus raíces chinas en su juventud, Amy Tan, nacida en California en 1952 de un matrimonio chino emigrado a Estados Unidos, pasó a una fascinación por el país de sus antepasados, que ha marcado su obra literaria desde su primer libro, “El club de la buena estrella”, un éxito mundial. Tras este éxito, a Amy Tan le costó mucho trabajo escribir su segunda novela. Empezó siete diferentes, pero ninguna le convencía, hasta que recordó que su madre le había dicho: “La próxima vez, cuenta mi historia”, y así nació “La esposa del Dios del Fuego”. La vida entre dos culturas, las relaciones de madres e hijas y los problemas de identidad han sido desde entonces constantes en las novelas de Amy Tan, quien, en una visita al Museo de Arte Asiático de Shangái, vio una fotografía en la que aparecían unas

12

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

de un hombre y que su tristeza y enfado la llevaron a suicidarse”, dice Amy Tan, que asegura que tenía un temperamento muy fuerte.

Cortesana en Shangái

jóvenes con la misma ropa que llevaba su abuela en una imagen que tenía la familia.

Un temperamento que refleja en las protagonistas de su novela, unas mujeres que, a caballo entre California y Shangái, intentan rebelarse contra su destino. Ambientada en el cambio de siglo entre el XIX y el XX, cuando Shangái tenía distritos coloniales franceses e ingleses y era una de las metrópolis más singulares de Oriente, la novela tiene como escenario inicial una casa de cortesanas de lujo, que dirige Lulú, la única mujer blanca que desempeña este oficio en esa ciudad, y en la que se desarrolla la vida de Violeta, su hija de 7 años. Violeta se siente americana pero descubre que su padre es chino. Su reticencia será igual a la que experimentó su creadora, Amy Tan, en su adolescencia como ha asegurado en alguna ocasión: “Me avergonzaba de ser diferente y me avergonzaba también de tener ese sentimiento”. “Cuando yo era niña, estaba empeñada en enfatizar mi parte americana y borrar la asiática, hasta odiaba tener la cara que tengo, pero ahora hay estrellas de cine y ‘sex simbols’ que son asiáticas... Todo ha cambiado mucho, y espero que los jóvenes tengan una mejor imagen de sí mismos y no tengan que probar nada solo por ser chinoamericanos”, advierte. En su última novela, madre e hija comparten un fatal destino que les llevará a luchar por su dignidad y el amor de los suyos en una historia en la que impera el legendario mundo de las cortesanas, una auténtica institución en la vida china que desapareció tras la Segunda Guerra Mundial.

Fotografías de la abuela

La escritora rockera

La escritora Amy Tan presenta su última novela “El valle del asombro”; inspirada en su abuela, que fue cortesana en Shangái.

La sorpresa vino cuando descubrió que las jóvenes de las fotografías eran cortesanas, lo que le llevó a investigar en los álbumes familiares y encontrar más. “Las fotos, tomadas en diferentes épocas, me demostraron que efectivamente había sido una cortesana”, explica la escritora: turbantes con perlas, collares muy altos, chaquetas con cuellos que les llegaban a la altura de la oreja y pantalones ceñidos son algunos de los detalles inconfundibles que los expertos en costumbres de la época transmitieron a Tan. Pero lo más importante “es que la fotografía fue hecha en un estudio, a los que entonces solo iban las cortesanas”, expone la escritora, que recuerda que su abuela se suicidó cuando su madre tenía 9 años: “Entonces empecé a preguntarme si habría heredado su porte, su actitud, esta tristeza por las circunstancias que hay detrás de esta foto, e incluso me planteé si sería una broma”, indica. “Lo único que su madre le había contado de su abuela es que había sido forzada a ser la cuarta esposa

Ocho años han transcurrido desde que Amy Tan escribiera su anterior novela y de ellos, explica, tres han sido los que ha dedicado a “El valle del asombro”. Y es que, además de una exitosa escritora -ha vendido cinco millones de ejemplares de sus libros y sus novelas han sido traducidas a 35 idiomas- Amy Tan es guionista, consultora creativa de una serie infantil de televisión y ha escrito el libreto de una ópera. Pero también dedica tiempo a la música y forma parte de la banda The Rock Bottom Remainders, compuesta por escritores como Stephen King, Dave Barry, Matt Groening, cuyas actuaciones han logrado recaudar dos millones de dólares que destinan a programas de alfabetización. Es el lado rockero de esta escritora, casada desde 1974 con el abogado Lou DeMattei y que recuerda cómo su madre le hizo ver que ella era más importante que los hombres. * EFE Reportajes


The

Rolling Stones,

medio siglo de numeros 1 David Villafranca * inco veinteañeros trajeados miran desafiantes y de perfil a la cámara. Una luz de fondo crea sombras en sus rostros bajo cuidadas melenas. Ninguno de ellos sonríe. La portada, sin el nombre del grupo ni el título del álbum, llega a las tiendas el 16 de abril de 1964, día en el que The Rolling Stones publica su primer LP en el Reino Unido decididos a convertirse en las nuevas estrellas de la música. Cincuenta años después, el grupo liderado por Mick Jagger y Keith Richards es toda una leyenda del rock and roll. Aquel disco homónimo fue su primer número 1 en Gran Bretaña, donde ya eran conocidos por sus singles y por sus arrolladores conciertos.

El 16 de abril de 1964, The Rolling Stones publicó su álbum debut en el Reino Unido, un disco que dio el pistoletazo de salida a medio siglo de éxitos, giras triunfales y rock and roll para Jagger, Richards y compañía: fue su primer número 1 e inició la rivalidad en las listas de ventas con sus ‘enemigos’ musicales, The Beatles.

Poco después, el disco llegaría a Estados Unidos con un subtítulo quizá arrogante para un debut, pero que hoy suena muy real: The England’s Newest Hit Makers, es decir, “Los nuevos creadores de éxitos de Inglaterra”.

Sobre ídolos

Mick Jagger y Keith Richards coincidieron en el colegio en Dartford, pero hasta comienzos de los años 60 no descubrieron que ambos amaban el blues y el rhythm & blues norteamericano por encima de todas las cosas. Muddy Waters, Little Richard o Bo Diddley eran los espejos en los que Jagger y Richards querían reflejarse, pese a que entonces no era una música popular en Londres. Buscando personas afines y locales en donde poder tocar, llegaron al Club Ealing donde conocieron a un guitarrista rubio, un Foto: Alberto Estévez/EFE

Mick Jagger, Keith Richards y Charlie Watts, los tres miembros originales de la banda que aún permanecen en activo 50 años después de su debut discográfico.

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

13


Foto: Javier Cebollada/EFE

El guitarrista Keith Richards, uno de los fundadores del grupo The Rolling Stones que publicó su primer disco hace 50 años.

tal Brian Jones, que cerraría el triángulo creativo de The Rolling Stones. No estaban solos, fueron una formación muy cambiante en los primeros años. Finalmente, al piano se situó Ian Stewart, “Stu”, un amigo de Jones, mientras que del bajo se encargó Bill Wyman, cuya baza fue tener un amplificador muy potente, todo un aliciente en los pobres inicios de los Stones. El salto de calidad fue la incorporación del batería Charlie Watts, con experiencia en el jazz, y los Stones se lanzaron hacia el éxito en un viaje que pronto se cobraría su primera víctima: el pianista “Stu”, el mayor y el menos atractivo de los seis, tuvo que abandonar el barco.

Un esperado debut

El disco de 1964 fue la culminación de una imparable escalada. De conciertos en pequeños locales de Londres, pasaron a exitosas actuaciones en clubes por todo el país. The Rolling Stones traían un sonido nuevo, salvaje y excitante, algo así como el revés de The Beatles que ya arrasaban por entonces. “De la misma manera que ellos tenían un aspecto perfectamente limpio y correcto, nosotros queríamos parecer desaliñados y malvados”, explicaba Keith Richards. El debut The Rolling Stones reflejaba la pasión del grupo por el blues y el rhythm & blues en un disco en el que casi la totalidad de las canciones eran versiones de artistas como Bobby Troup, Willie Dixon o Chuck Berry. El ritmo pesado de canciones como You can make it if you try o Honest I do, contrastaba con las aceleradas versiones de I just want to make love to you o el rock and roll frenético de Carol. Tan solo 3 canciones de las 12 del álbum eran originales del grupo. Little by little y Now I’ve got a witness aparecían firmadas por Nanker Phelge, un seudónimo de la banda que tomó el nombre de un desagradable compañero de piso de Brian Jones, mientras que Tell me fue el inicio de Jagger y Richards como exitosa pareja de compositores. El disco fue desde su lanzamiento número 1 en Inglaterra y se mantuvo en lo más alto durante 12

14

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

Cincuenta años después, el grupo liderado por Mick Jagger y Keith Richards es toda una leyenda del rock and roll. El disco homónimo fue su primer número 1 en Gran Bretaña. semanas, un nuevo logro para unos Stones que ya sabían muy bien lo que era sufrir el amor y el acoso de las fans.

Pasión por los Stones

“Hubo un periodo de seis meses en Inglaterra en que no podíamos tocar más en salones de baile porque no íbamos más allá de tres canciones por noche. ¡Era el caos, (...) Era como si sucediera la batalla de Crimea: gente jadeando, tetas colgando, tías que se asfixiaban, enfermeras, ambulancias. No nos oíamos al tocar”. Así resumía Keith Richards la pasión y la histeria de los fans por acercarse a sus ídolos en 1964, un acoso que encontró pocos límites y que dio lugar a numerosas anécdotas, huídas y peleas. Por ejemplo, en Bradford los seguidores de la banda empezaron a correr hacia ellos y tuvieron que echar a correr. Brian Jones no logró escapar y tuvo que ser rescatado por la Policía, eso sí, sin chaqueta, sin camisa, sin un zapato y con unos cuantos mechones de pelo menos. Conciertos que se interrumpían a mitad (como la multitudinaria pelea en Blackpool, Escocia), la Policía frenando auténticos asaltos al escenario, fans que buscaban cualquier fetiche de la banda... La fama de los

Stones y sus incendiarios conciertos se extendían por todo el país y, como dice su biógrafo Stanley Booth, “la popularidad había dado paso a la histeria”. The Rolling Stones eran rebeldes y la prensa no lo iba a desaprovechar. Un titular de marzo de 1964 de la revista Melody Maker preguntaba con malicia: “¿Dejarías salir a tu hermana con un Rolling Stone?”. La banda ascendía y ascendía, pero siempre bajo la sombra de un grupo de Liverpool que parecía imbatible.

La sombra de The Beatles

Cuentan las biografías que cuando Brian Jones fue a un concierto de The Beatles y vio la admiración que despertaban en sus seguidores, afirmó solemne: Eso es lo que quiero. Lo cierto es que en 1964, cuando The Rolling Stones publican su primer LP, The Beatles ya eran unas estrellas consagradas. Love me do había arrasado en 1962, acababan de girar por Estados Unidos, donde actuaron en el show televisivo de Ed Sullivan, y ya preparaban su película A Hard Day’s Night . A mediados de los 70, estos dos grupos alternaron en el número 1 de álbumes en el Reino Unido, creando una especie de rivalidad en torno a las cifras de ventas. En lo musical, era diferente. The Rolling Stones admiraban el trabajo de The Beatles y de hecho su segundo single, I Wanna Be Your Man, era una composición que Lennon y McCartney les habían cedido. Incluso compartieron escenario el 15 de septiembre de 1963, en un concierto en el Royal Albert Hall que juntó a los dos grupos ingleses más exitosos de los años 60. Ahora, quedan tres supervivientes ( Jagger, Richards y Watts) de aquellos The Rolling Stones que lanzaron el primer disco. Cincuenta años después, continúan arrasando y no se ve el final para esta banda de rock irreductible, algo que quizá ya anunciaba un texto de la contraportada de su disco debut: “The Rolling Stones son más que un conjunto: son un estilo de vida”. *EFE/Reportajes


Pablo Milanes

en concierto

Foto: Archivo

María Mercedes Arce

l cantautor cubano Pablo Milanés se presentará en la Sala Efraín Recinos del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, este 26 de abril a las 21:00, con un costo de admisión por persona de Q550 para platea, Q400 para primer balcón y Q300 para segundo balcón. Milanés presentará su más reciente producción, la que está contenida en su compacto Renacimiento. Este supone un renacer personal y profesional, según se acota en la página web oficial del artista. El músico, uno de los fundadores de la Nueva Trova Cubana, suma 46 títulos a su discografía y es compositor de temas inolvidables como El breve espacio en que no estás, Yolanda, Yo no te pido, Ya ves y Para vivir, entre otros. A la edad de 6 años ganó el concurso radial Crisol de Estrellas de la emisora cubana CMKX con el clásico mexicano Juan Charrasqueado. Aunque tuvo formación académica en el Conservatorio Municipal de La Habana, realmente fueron los músicos de la calle, de su barrio y los cafés que él frecuentaba, quienes le nutrieron de una mayor diversidad y riqueza sonora. A comienzos de los años 60 dio inicio su carrera profesional en grupos como el trío Los Armónicos o el conjunto Sensación, pero donde tuvo un papel protagónico fue con el Cuarteto del Rey, agrupación de negro spirituals. En esos años contó con la contribución del maestro Luis Carbonell. A partir de las colaboraciones musicales que comienza a hacer para el cine, en 1969 se integra en el Grupo de Experimentación Sonora (GES), en el cual junto con otros trovadores trabaja bajo la tutela de maestros como Federico Smith y Leo Brower, en la recuperación de música tradicional cubana y sus nuevas tendencias contemporáneas que se hacían fuera de Cuba. En esa época escribió canciones tan emblemáticas como Yolanda, Quien me tienda la mano al pasar y Los caminos, entre otras.

Viernes 25 Día de la Tierra

Velada artística con la participación del grupo Na´ik Madera y Teatro Sarcástico, para celebrar el Día de la tierra en Nueva Acrópolis, 20 Calle 10-96, zona 10, a partir de las 19:00. Entrada Libre.

Historia de los lugares legendarios Autor: Umberto Eco Editoral: LUMEN ISBN: 9788426421944 Explica los orígenes y las construcciones culturales de sitios como Camelot, la Atlántida, el Dorado, el reino del Preste Juan y otros lugares maravillosos que han inspirado novelas, películas, cuadros y otras obras de arte. Esta propuesta puede tomarse de dos maneras: como un texto elevado, profundo, reflexivo. Al leerlo así podrá decepcionar, porque no está aquí el autor de Tratado de semiología, Lector in fabula y Los límites de la interpretación. Por el contrario, no hay gran diferencia con la clásica recopilación de leyendas populares explicadas como curiosidades a un lector sin demasiadas ambiciones. Una segunda aproximación sería tomarlo como un libro de curiosidades sobre leyendas históricas que está escrito por una eminencia. Es decir, la puntualización certera y con rigor de tradiciones que han dado forma al imaginario cultural.

Pepe Batres Íntimo Autor: José Arzú Editorial: Tipografía Nacional ISBN: 978-99939-931-7-9 En el bicentenario del nacimiento del poeta José Batres Montúfar, se reedita el libro de José Arzú: Pepe Batres íntimo. Su familia, su correspondencia, sus papeles. Un documento central en la historia cultural guatemalteca, pues rebasa en mucho el ámbito literario. El libro contiene gran variedad de documentos personales, cartas, notas, anécdotas, certificaciones; y también cubre el aspecto biográfico analizando las etapas de su breve pero trascendente existencia. En sus páginas se hacen mínimamente dos lecturas: la del poeta que todos conocemos por su célebre Yo pienso en ti, y la del intelectual de su tiempo, que busca enriquecer su visión de vida mediante el conocimiento de la otra Europa.

Sábado 26 Cruce de lectores

Lectura de obras literarias a cargo de sus autores en el Museo del Ferrocarril, 9a. avenida 18-03, zona 1, de 10:00 a 16:00 horas. La actividad es gratuita y solo se pagará el acceso al museo cuyo costo es de Q2.

Domingo 27 Teatro por los niños

Se presentan las obras El día en que Teco temió y Pinocho, en Teatro de Don Juan, 7a. avenida y 5a. calle zona 1, a las 17:00 y 11:00 respectivamente, a beneficio de los niños del Hogar Luz de Fátima. Admisión: Q100

Guatemala, VIERNES 25 de abril de 2014

15


379721


Turn static files into dynamic content formats.

Create a flipbook
Issuu converts static files into: digital portfolios, online yearbooks, online catalogs, digital photo albums and more. Sign up and create your flipbook.