1 minute read
III
Mito de Eros y Psique
Eros, Eros. Te necesito. ¿Eros? ¡Eros! El último recuerdo que tengo es oscuridad envolviendome. Trato de escapar pero es imposible. No sé dónde estoy. Sólo sé que me siento sola y que el frío me mata lentamente. Después de lo que parece una eternidad, siento la presencia de alguien. Empieza a hablar pero no puedo detectar ninguna palabra, parece como si estuviera debajo del agua. Sigue hablando, tal vez me está explicando algo. De repente, siento calidez en mi brazo y todo mi costado derecho. Peculiarmente, reconozco esta calidez. Se siente como un hogar, como mi hogar. Así de fácil, dejo que la calidez me lleve y me complasca. La voz me dice algo, esta vez más cerca de mi cara. Pasan unos segundos y puedo sentir mi cuerpo calentándose. El tiempo no avanza. Escucho más voces acercándose a mi. Parecen que están discutiendo algo, o de alguien. La voz cálida alza su volumen, parece estar enojada. Otra voz que no había escuchado eleva su tono, creo que está gritando. De pronto, el lugar estalla en una discusión de sonidos. De la nada, un sonido grave detona en medio de la discusión, retumbando todo mi cuerpo. Así como vino el ruido, la sala queda en silencio y las voces se disipan. En seguida, siento que algo baja por mi garganta, quemándome. Me estremezco y en cada movimiento puedo detectar más figuras y colores, hasta que veo a un joven muy apuesto enfrente de mi. Inmediatamente lo reconozco, ¡Eros! ¡Mi encantador Eros!
Advertisement