0 Capa e editorial Agosto 2019

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Editorial:

Maria Dolores Molina García, PhD, Profesora UCAM – Múrcia Espanha

Caesar Augustus and the Tiburtine Sybil Antoine Caron (1520-1598)

JOURNAL OF AGING AND INNOVATION, AGOSTO, 2019, 8 (2)  ISSN: 2182-696X  http://journalofagingandinnovation.org/

VOLUME 8 . EDIÇÃO12


Editorial:

Maria Dolores Molina García, PhD, Profesora UCAM – Múrcia Espanha

EDITORIAL: VEJEZ ACTIVA A TRAVÉS DE LA DANZA

1. Un nuevo paradigma social para la vejez. La vejez, el envejecimiento en sí como el proceso mismo de la vejez, es un fenómeno presente a lo largo del ciclo vital que abarca desde la concepción hasta la muerte, es decir, el proceso se activa ya desde que nos formamos como embriones. A pesar de ser este un fenómeno natural que todos conocemos y que todos asumimos porque llevamos de manera innata esta condición vital, pero ciertamente es difícil aceptarlo como una realidad innata a todo ser. Se suele describir el proceso de envejecimiento “como un declive fisiológico, lento y progresivo con multiplicación de enfermedades” Secot1 (2001). Además, Julio Rico, añade que deberíamos entender que existe un envejecimiento “fisiológico” y otro “patológico”; de esta forma deberíamos distinguir un aspecto fundamental: envejecer no es lo mismo que enfermar. Es por ello necesaria una clasificación de los tipos de envejecimiento, Secot (2001), aclara que por un lado está, el “envejecimiento patológico”: donde las capacidades físicas y psíquicas de un individuo se van reduciendo como consecuencia natural de las enfermedades (esto supone ir adquiriendo una dependencia progresiva) además se considera que es la peor forma de envejecer y la que debe intentar prevenirse. Por otro lado, tenemos el envejecimiento “fisiológico o habitual”: se trata del envejecimiento de los mayores sanos, que sufren una progresiva reducción de la capacidad psicofísica con el paso de los años en ausencia de enfermedades significativas. Los órganos siguen su envejecimiento natural. Y por último, el “envejecimiento con éxito”: donde las personas mayores se mantienen sanas con capacidades psicofísicas muy superiores a las esperadas para su edad, y las mantiene independientes y capaces.

Dado que la principal característica del envejecimiento es la progresiva pérdida de funcionalidad, parece posible pues atenuar este declive y mejorar la salud y el buen estado físico y mental. El proceso de envejecimiento no puede reducirse solo a factores biológicos.

Durante toda la Historia han habido dos maneras sociales de clasificar a las personas mayores, y con ellas la vejez y en definitiva, el envejecimiento. Como una carga social y como un aporte social. En el primer caso, que sería el paradigma tradicional, la vejez se considera

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un elemento negativo, en el segundo caso, se abre un nuevo paradigma, y la vejez es considerada beneficiosa para la sociedad, teniendo un alto porcentaje de autónomos e independientes que gestionan su vida.

Dice Cívicos (2012) que sigue existiendo esa idea tradicional y antigua que percibe a las personas mayores de una forma despectiva, infantilizadora y patologizante, y además se asocia a conceptos negativos relacionados con improductividad y dependencia. Por otro lado, tenemos una visión nueva que permite a gran parte de la sociedad percibir a las personas mayores autónomas e independientes, y que aportan beneficios sociales. Las personas mayores en su mayoría - hablamos de un 70% según estudios de Agulló publicados en Teoría de la Actividad o del Envejecimiento exitoso- mantienen sus capacidades funcionales, siendo autónomos e independientes para gestionar y desarrollar todos los aspectos de su vida. Adoptan nuevas funciones y roles sociales que benefician a la sociedad. Desde esta visión, el envejecimiento es un hecho inherente y natural en la evolución del ser humano, por lo que la sociedad tiene una actitud de aceptación ante este proceso. ¿Cómo las personas mayores se empiedran de este hecho? A través de la actividad física indudablemente, y en concreto podemos afirmar que con la danza especialmente.

2. Una población mundial cada vez más envejecida.

El promedio de la esperanza de vida se incrementó de los 46 a los 69 años en el último tercio del siglo pasado según estudios de María José Bustos (Santiago, 2015). Las personas mayores de 60 años representaban un 11% de la población mundial en el 2000, y en el 2050 serán el 24.1%. En el 2000 una de cada diez personas tenía 60 años o más, en el 2050 serán una de cada cuatro. Las personas de más de 100 años en el 2000 eran 145.000, para el 2050 los individuos centenares serán 2.2 millones. En datos duros, del 2000 al 2050 la cantidad de adultos mayores pasará de 42,3 a 188,3 millones de personas. Con estos datos debemos atender a la condición que se planteará en los próximos años, cada vez avanzamos más en el tiempo biológico y existe entonces un tiempo nuevo, de más duración donde normalmente ya ha cesado la actividad laboral, es por ello que en la actualidad se haya desplazado el foco de atención a las formas de permanecer activos en la vida durante ese tiempo donde ya no estamos en primera línea, necesitamos mantener activa y sana a esa población y con una calidad de vida meridianamente buena y a la misma vez mantenerlos útiles en la sociedad. Hay que lograr mantener activas todas las esferas: mental, física y social. La Organización Mundial de la Salud, desde hace tiempo, vincula la productividad no solo a ámbitos laborales,

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sino también al ámbito social, marca como fundamental para una mejora de calidad de vida, el bienestar físico, además del psíquico y el afectivo.

Sarasola y Fernández (Alberich, 2008) afirman que ese bienestar físico viene dado por actividades reguladas, guiadas y realizadas de forma continua y que esas actividades consiguen resultados como la prevención de la atrofia muscular, la mejora de las articulaciones, el aumento de la flexibilidad, reducción de enfermedades cardiacas y además genera una sensación subjetiva de bienestar.

3. Una vejez activa a través de la danza.

Existen numerosos estudios que hablan de los beneficios de la actividad física, dentro de alguno de ellos se nombra la danza como una actividad completa que activa diferentes aspectos de la esfera humana. La práctica de la danza previene en gran medida el deterioro físico-cognitivo que conlleva la edad, además provoca en el cuerpo una suerte de restitución de funciones deficitarias. Maturana (2009) hizo un estudio de danza aplicada a las personas mayores y evidenciaba la eficacia de esta práctica a niveles asombrosos. La danza, prosigue Maturana, moviliza a las personas mayores a ampliar además su espacio vital y su capacidad de expresión. En cierto modo activa los vínculos afectivos dentro de los nuevos vínculos sociales.

Los efectos que provoca la realización de ejercicios de danza son sobre todo relacionados con el bienestar general, no sólo físico. Por un lado al aumentar aspectos como la flexibilidad pueden recuperar cierta independencia que les afiance la autoestima, pero por otro resaltamos la estimulación afectiva, aspecto que refuerza la identidad y revalidación personal. Le aporta herramientas necesarias para superar estigmas sociales o complejos de inutilidad y decadencia.

Debido a la necesidad de conocer el proceso de envejecimiento en profundidad, se debe investigar con mayor extensión el concepto de envejecimiento activo que se enmarca dentro del que llamábamos nuevo paradigma. Este proceso es el más idóneo como forma de envejecimiento porque, por un lado, promueve hábitos de vida saludable y por otro lado, fomenta la participación activa de la persona mayor en la sociedad, incrementando su calidad de vida. El envejecimiento activo promueve la actividad física y las oportunidades de ocio y tiempo libre, entre otras formas para incrementar la calidad de vida. La ejecución de actividad física moderada y adaptada a las características individuales de las personas mayores,

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incrementa el bienestar de su funcionamiento fisiológico, reduciendo aquellos efectos negativos que genera la inactividad y para algunos casos, el aislamiento. Asimismo, el ocio es un aspecto relevante a tener en cuenta tras la jubilación. La persona que acaba de dejar atrás su rol profesional, se encuentra con todas las horas del día sin la ocupación concreta que ha llevado a cabo durante muchos años. Encontrar una actividad, una pasión y un motivo para salir de sus casas, es imprescindible.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

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Alberich Nistal, T. (2008). Intervención social y sanitaria con mayores. Manual para el trabajo con la 3º y 4º edad. Madrid: DYKINSON, S.L

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Bermejo García, L. (2010). Envejecimiento activo y actividades socioeducativas con personas mayores. Guía de Buenas prácticas.

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Cívicos, A. (2012). La Política Social Gerontológica y su reflejo en la prensa de Tenerife. El caso particular de la protección social a la dependencia 2006-2007 (Tésis de doctorado inédita), Universidad de la Laguna, Santa Cruz de Tenerife, España.

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Maturana, M.S. (2009). Biodanza, un toque de distinción. (Monografía para obtención de título, Escuela Modelo de Biodanza Sistema Rolando Toro , Chile).

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