Una marioneta o un títere es una figurilla o muñeco de trapo, madera o cualquier otro material, usado para representar obras de teatro. La palabra marioneta indica sobre todo el habla de estos persona jillos. En francés, une marionette era un clérigo que en las representaciones religiosas donde aparecía la virgen, aportaba su voz haciéndola aguda para que pareciese femenina. Las marionetas hablan siempre con una voz aguda, chillona y falsa; salvo los persona jes malvados que hablan con voz grave pero igualmente falsa. Se suele usar indistintamente el nombre de marioneta y el de títere. La palabra títere es onomatopéyica, según creen los lingüistas por el ti-ti que hacían los actores con un pito, al mismo tiempo que movían los muñecos.
El uso de los muñecos o títeres era conocido entre los griegos, que las llamaban neurospasta, palabra que significa objeto puesto en movimiento por cuerdecitas y la cual expresaba la naturaleza de la cosa. Aristóteles habla de ellos cuando dice que si aquellos que hacen mover figuritas de madera tiran el hilo que corresponde a éste o al otro de sus miembros, éste obedece al momento. Se ve, continúa, cómo mueven la cabeza, los ojos, las manos; en una palabra, parece una persona viva y animada. Tales eran los títeres o figuritas de que se servían los romanos para divertir y entretener al público y de los cuales habla Horacio. Figuras que, sin duda, habían tomado los romanos de los griegos.
Espacio de representación dentro de o sobre el cual los títeres realizan la representación de sus historias. Generalmente, el teatrino cumple la función de representar el ambiente escénico de la historia. Muchas veces sirve también para ocultar a los titiriteros, a fin de fortalecer la ilusión de que los títeres tienen vida propia. En la temprana época medieval, las representaciones de teatro de títeres solían referirse a historias guerreras que ilustraban las tomas de los castillos y las epopeyas de caballeros y cruzados. En dichas representaciones, el teatrillo solía tener la forma o estar decorado como un pequeño castillo. De allí tomó, hasta nuestros días, su nombre en inglés y francés (castelet). En España se le dio el nombre de castillo o castillejo, en recuerdo de aquellas representaciones. Hacia el siglo XVII apareció el nombre de retablo (palabra de procedencia eclesial) para referirse a los castillos de épocas anteriores. Las gentes de la Ba ja Edad Media estaban acostumbrados a entender las historias sagradas de la religión mediante imágenes y pinturas que se exhibían en los retablos de las iglesias, y este modo de presentación fue copiado para que el público siguiera de la misma manera las historias que las marionetas les presentaban. De allí, el teatrino empezó a llamarse retablo.
El guiñol pertenece al mundo de los títeres y marionetas pero tienen sus características propias que le diferencian en gran medida. Su origen es francés, de la ciudad de Lyon. Se cuenta que el creador del guiñol fue un hombre llamado Laurent Mourguet, de profesión dentista en la ciudad de Lyon. Para entretener a sus pacientes y hacerles olvidar el dolor, se inventó unas historias que se representaban en su gabinete, con marionetas de guante que se movían detrás de un mostrador. Esto ocurría hacia el año 1795, poco después de haber estallado la Revolución francesa. Mourguet llegó a ser muy querido por sus contemporáneos y fue perpetuado su recuerdo con un busto levantado en una placita de la vieja ciudad de Lyon. Los persona jes de aquel guiñol eran representaciones de gente del pueblo, con sus aspiraciones, calamidades y problemas, todo ello puesto en tono festivo y crítico para animar y entretener a los espectadores, grandes y chicos. El persona je central se llamaba Guiñol (Guignol), que prestó su nombre a perpetuidad para este tipo de representaciones. 'los títeres son usados para divertir a las personas y entretenerlas con chistes o con sus voces
Los profesionales de las actuaciones con marionetas se llamaron desde un principio titiriteros, porque manejaban el títere. Los titiriteros actuaban por lo general al aire libre, en corrales, o en los interiores de los mesones. En el Siglo de Oro español (de mediados del siglo XVI a mediados del siglo XVII) la palabra titiritero amplió su campo semántico y empezó a aludir no sólo a los artistas de marionetas sino a los saltimbanquis, acróbatas, prestidigitadores y volantineros. Ser titiritero en esta época implicaba cualquiera de estas actividades. En los siglos XVIII y XIX la palabra títere incluye una nueva diversión: espectáculos realizados con la linterna mágica. Paralelo a estas actividades de los titiriteros, surge una serie de connotaciones negativas para la palabra pues se relaciona en muchos casos a estas personas con aquellos que viven en los caminos y se sustentan tan sólo de las acrobacias. También se les confundía o asimilaba en muchos casos con el charlatán. La figura del charlatán del siglo XVIII es un falso médico, con remedios falsos que lo curan todo. Encandilaban con su charla a los espectadores, tanto en espacios abiertos como en los salones donde eran invitados; estas personas tenían a gala el desprecio de los conocimientos antiguos y aseguraban que los suyos, más modernos, eran los que tenían valor. Eran profesionales de la palabra y con ella embaucaban y deslumbraban a su público. Hasta tal punto se apoderaron de la palabra títere que con ellos surgió la titeretería, el arte o la ciencia de los charlatanes.
El arte de actuar con las marionetas o títeres cobró una gran importancia desde fines del siglo XVIII y todo el XIX, importancia que seguiría también en los siglos siguientes. Escritores y músicos prestaron especial atención a este mundo de fantasía y le dedicaron su tiempo y su traba jo. La fascinación y el entusiasmo por aquellos muñecos y sus movimientos fueron en aumento. El poeta y dramaturgo alemán Goethe (1749-1832), publicó 3 dramas con el título genérico Teatro moral y de marionetas recién abierto. Los músicos Gluck (1714-1787) y Franz Joseph Haydn (1732-1809), compusieron en Austria varias obras para estos teatrillos. En el año 1846, la escritora francesa George Sand (Amandine Aurore Lucie Dupin, baronesa Dudevant, 1804-1876), ayudada de su hijo Maurice, creó su propio teatro de marionetas en el castillo de Nohant, en Francia (donde había pasado su infancia). Entre los dos fabricaban los muñecos, Maurice esculpía las cabezas y la escritora confeccionaba los vestidos. Llegaron a tener más de 200. Colaboraron en este entretenimiento los distintos artistas Delacroix (pintor, 1798-1863), Honoré de Balzac (escritor, 1799-1850), y los músicos Georges Bizet (1838-1875), Musset y Liszt. Poco a poco fueron surgiendo locales minoritarios de los que quedan algunos documentados como los del barrio de Montmartre en París, Le Chat Noir (donde traba jaban con sombras chinescas ) y Petit-Théatre (con marionetas de hilos). Las obras que se daban aquí eran de los autores Shakespeare, Aristófanes y Cervantes.
En el siglo XX y los primeros años del XXI, las marionetas van a ser los persona jes que representen la libertad de expresión en la crítica política y de sociedad. Las marionetas y los títeres se convierten en la caricatura de los grandes persona jes, sobre todo políticos. En este siglo hay una gran proliferación de compañías de títeres que ofrecen al público funciones de corte satírico. La televisión también cuenta con programas de esta índole. Ya Valle-Inclán en 1910 escribió para marionetas unas obras en que ciertos persona jes eran satirizados y presentados como esperpentos. Se representó la obra La cabeza del dragón y años más tarde, en 1926, Tablado de marionetas.