Cultura viva
Ciudad de Panamá 2014-2019
//Dirección de Cultura y Educación Ciudadana de la Alcaldía de Panamá//Dirección de Cultura y Educación Ciudadana de la Alcaldía de Panamá
Ciudad de Panamá 2014-2019
//Dirección de Cultura y Educación Ciudadana de la Alcaldía de Panamá//Dirección de Cultura y Educación Ciudadana de la Alcaldía de Panamá
Ciudad de Panamá 2014-2019
03 Una ciudad humana. Transversalidades: cultura como motor del desarrollo
04 Nuevos espacios. Más infraestructura para la cultura
05 Puntos de Cultura. Acciones en la comunidad: municipio en los barrios 43
06 África en América. ¿Y tu abuela dónde está? 55
Juntas comunales
Comunidad organizada
Cultural
Patrimonio
Internacionalización
Prevención primaria
Producción de conocimiento
Natural
Juventud ONG
Desarrollo local
Gestores
Interculturalidad
Diversidad
Emprendimiento
Presupuesto alcadía
Privados
Universidades
Derechos culturales
Procesos culturales a largo plazo
Políticas públicas
Democratización
Panamá 500 años
Cor Cul Barrio talento
Corredor ltural
Puntos de cultura
Objetivos oGOV
Memoria de la ciudad (programas)
Descentralización (incluye)
Incluye Filosofía
Desconcentración
Seguridad
Alianzas con terceros (programas)
Fondos locales
Arte Público
Basura Cero
Asesoría MUPA (programas)
Parque Norte
Gestión Cultural + Fortalecimiento nstitucional
Rock
Sistematización Educación artística
Latino Raíces Patrocinios
Infraestructura cultural (programas)
Criterio metodológico (programas) Programacion cultural (programas MUPA)
C.E.R.C.A.
RAP
Primera Infancia
Casa Gonogora
Bibliotecas
Teatro Gladys Vidal
El aniversario 500 de la ciudad comenzó a amasarse en 2014 y para los próximos cinco siglos. La meta fue una celebración para conectar el pasado con el presente y proyectar el futuro, con la participación de quienes habitan la ciudad. Cientos de eventos, títulos internacionales y hasta un museo avivaron una fiesta intercultural y popular.
Era 2014. Faltaban cinco años para que la ciudad de Panamá cumpliera 500 años y había que armar la celebración.
¿Cómo homenajear al primer asentamiento fundado por los colonizadores españoles en el litoral Pacífico? ¿Con empolleradas, típico y folclore en todas las esquinas? ¿Resaltando la riqueza y el peso global del Canal?
¿Repitiendo historias sobre la llegada de los españoles y el “descubrimiento” del Mar del Sur? ¿Con un recorrido por los siglos y siglos en que esta franja ha sido escenario de comercio, negocios y negociaciones?
¿Organizando memoriales y actos por los héroes del país? ¿Repensando a esos héroes? ¿O poniendo el foco también en el presente? ¿Por qué no mirar la riqueza de la interculturalidad que es la ciudad hoy producto de esa historia tan rica?
“Hay que conectar la historia con el presente por medio de la experiencia y de la imaginación de los vecinos”, pensó la directora de Cultura, Alexandra Schjelderup. Y hay que hacerlo hacia los quinientos años que vienen.
Así fue.
Ahí nació Panamá 500, una celebración incluyente: desde la ribera del Canal,
Panamá es único por la gran mezcla de culturas que lo construyen. El ADN cultural de la ciudad es toda esa diversidad.
Alexandra Schjelderup, directora de Cultura
Rumbo a la celebración de los 500 años de la ciudad, la Alcaldía y la Comisión de los 500 Años se prepararon para dar a conocer nuestra historia, exaltar nuestra diversidad cultural y reencontrarnos con la ciudad. La Comisión de los 500 Años fue la encargada de diseñar, coordinar y gestionar las actividades y proyectos conmemorativos, cuyo objetivo principal fue la creación de una plataforma que permitiera entender el porqué de nuestro presente y hacia dónde nos dirigimos.
pasando por Chilibre en el norte y llegando a Pacora en el este. Con actividades artísticas, culturales, gastronómicas, musicales, académicas, para honrar y celebrar la riqueza patrimonial y la diversidad cultural y humana de la ciudad de Panamá.
“Nos planteamos una celebración que sirviera como reflexión para la ciudad”, dice Schjelderup.
Entonces, la pregunta: ¿qué ciudad queremos celebrar y proyectar para los próximos 500 años? La respuesta costó trabajo, pero llegó: la ciudad histórica —con actividades enfocadas en la recuperación de la memoria y la creación de infraestructura cultural—, la diversa —con eventos que resalten la diversidad de expresiones culturales que existen y conviven en ella—, la solidaria —actividades en los barrios para resaltar la tradición de solidaridad y tolerancia— y la posible: la que dejaremos a las futuras generaciones.
“Nos quedó muy claro que no queríamos invertir todo solamente en eventos, sino en producción de conocimiento y en publicaciones”, agrega Schjelderup. Esto es: que en todos los rincones sepan la Historia pero sepan también que es su fiesta. Los indígenas que viven en Ancón o Pacora o Curundú, los afros de Pedregal o Río Abajo,
los migrantes de provincias centrales que hicieron suyos espacios como Mañanitas o Tocumen o 24 de diciembre, los históricos vecinos de Obarrio o Paitilla y los nuevos que llegaron a tantos otros.
“Panamá es único por la gran mezcla de culturas que lo construyen. El ADN cultural de la ciudad es toda esa diversidad —dice Schjelderup—. Boleristas, una china panameña cantando el poema de Chimbombó, los Congos, lo indígena en una exhibición de Molas... Una sumatoria de elementos variados que dan una receta: la nuestra”.
Lo primero, entonces, fue la creación de la Comisión Panamá 500 años. Allí se diseñó la ruta de la celebración.
Encabezada por la Alcaldía de Panamá, con el apoyo del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y una Junta Directiva integrada por la Autoridad del Canal de Panamá, el Instituto Nacional de Cultura, el Ministerio de Relaciones Exteriores, la Autoridad del Turismo de
PQuisimos aprovechar la coyuntura histórica para propiciar un proceso cultural de alto impacto en la ciudad, que trascienda en el tiempo.
José I. Blandón, alcalde de Panamá
Panamá, el Ministerio de Educación y la Asociación de Antropología e Historia de Panamá, la Comisión gestó proyectos como el Museo de la Ciudad —que abordar el espacio público como salas de exhibición itinerantes—, la Biblioteca 500 —que publicó 11 obras sobre la ciudad—, Mural 500 —desarrolló murales en los 26 corregimientos del distrito, con la participación de la comunidad— y el Fondo 500, que financió, promovió y facilitó la ejecución de proyectos e iniciativas culturales de más de 20 organizaciones.
Hubo más: eventos y actividades que se imbricaron en la agenda cultural anual tanto del Municipio, como de otras instituciones aliadas como el Festival de Jazz, la Feria del Libro o el Festival Internacional de Cine.
Todo enfocado en crear procesos para rescatar la memoria histórica, potenciar la gestión, el conocimiento y ofrecer una rica agenda artística.
Con ese espíritu, nacieron festivales, acciones y proyectos en los barrios, talleres y capacitaciones. Y muchos otros planes. En 2016 llegó el primer regalo de cumpleaños de parte del mundo: la ciudad de Panamá fue elegida Capital Iberoamericana de Cultura
para el año 2019. La decisión la tomó la Asamblea Plenaria de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI) el 13 de junio de 2016 en La Paz, Bolivia. Aquí se festejaría en grande. Pero para eso faltaba.
“Las capitalidades culturales han transformado ciudades y han sido aceleradores de políticas públicas culturales a nivel de gobiernos locales”, dijo entonces Schjelderup. “En el caso de Liverpool (Inglaterra) —agregó—, fue un punto de partida que empezó a atraer nuevos talentos, que generó nuevas oportunidades económicas a través del turismo y tuvo repercusiones sobre los equipamientos culturales y el acceso a la cultura. Para nosotros, es una puerta al futuro cultural de nuestro país que nos ayuda a reflexionar qué ciudad queremos ser en el presente y un motor para trabajar activamente en los cambios que queremos para los próximos 500 años”.
Con eso, la Alcaldía comenzaba a ver los frutos de una apuesta sin precedentes por la internacionalización de su gestión: hacer de la ciudad un actor internacional.
En 2017 llegó otro plato fuerte: la Organización de las Naciones Unidas para la
En 2016 la ciudad de Panamá fue elegida
Capital Iberoamericana de Cultura para el año 2019. La decisión la tomó la Asamblea
Plenaria de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas (UCCI) el 13 de junio en La Paz, Bolivia. Aquí se festejaría en grande.
En 2017, la Unesco incluyó a Panamá en su Red de Ciudades Creativas en Gastronomía.
Fue la primera ciudad de Centroamérica en ser incluida en la lista. La ciudad de Panamá logró así convertirse en un actor cultural internacional
Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) incluyó a Panamá en su Red de Ciudades Creativas en Gastronomía. Fue la la primera ciudad de Centroamérica que formó parte de la Red.
La Unesco —el foro multilateral más prestigioso en el tema de ciudades creativas— reconoció así la apuesta de ciudad por la cultura y la creatividad como un motor y facilitador del desarrollo urbano sostenible.
“El concepto que premió fue el de gastronomía intercultural panameña, donde caben todas las gastronomías originarias, europeas, asiáticas, africanas, latinoamericanas que le dieron y le están dando forma a lo que podría definirse como ‘panameño’, dijo entonces el consultor encargado del proyecto, Lázaro Rodríguez. “Es un reconocimiento a la diversidad cultural del país”.
Cuando llegó el año del 500 aniversario, el esfuerzo se terminó de coronar con la incorporación de las expresiones rituales y festivas de la cultura congo en la Lista Representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad de la Unesco. La fiesta, finalmente, fue amplia, democrática, diversa, solidaria, con rescate y valorización de la Historia y agite de los sueños para el futuro.
Comenzando el año de celebración, en el Parque Urracá, justo al borde de la Cinta Costera, se celebró en grande el lanzamiento oficial de la Capital Iberoamericana de la Cultura.
Fue el espectáculo de las mezclas interculturales de los pueblos originarios de Panamá, los migrantes
europeos, afrodescendientes, asiáticos y latinoamericanos. Hubo cocina regional, tradicional y creativa; Ruta de la Alegría y conciertos de congos, rock y calypso. Ahí mismo quedó inaugurado el Corredor intercultural iberoamericano: veinte restaurantes de la ciudad pondrían su pizca de sabor a quinientas recetas de la nueva gastronomía panameña.
Y la fiesta siguió, seguiría, hasta el cumpleaños el 15 de agosto.
En la plaza 5 de Mayo, a pocos días de la fiesta en Parque Urraca, el Festival de la Primavera con más de cincuenta artistas circenses, artesanos y expertos en gastronomía de la ciudad de Shanghái. En marzo y por el Día de la Mujer, el concierto Divas del mundo con artistas increíbles como Emeline Michel (Haití), Lila Downs (México) y Patricia Vlieg (Panamá). En Santa Ana, una pared callejera se transformó en lugar de exposición de fotografías con el proyecto “Planeta Panamá, Inside Out”. Otra sobre la biodiversidad se instaló en el Biomuseo: “El cielo cubierto de infinitas aves”. A la par, en el Museo del Canal estuvo ‘Molas, capas de sabiduría’.
En el medio, antes, durante y después, cientos de eventos, recitales, conferencias, congresos, libros. La inauguración del Museo de la Ciudad. El Foro Iberoamericano de Diplomacia Cultural de las Ciudades. El I° Congreso Internacional de Patrimonio. Tantos más: conversatorios, instalaciones y obras de los proyectos de la Comisión 500 o proyecciones de las instituciones aliadas. Todo con el propósito de “aprovechar la coyuntura histórica para propiciar un proceso cultural de alto impacto que trascienda en el tiempo”, dijo el alcalde José Blandón.
Y, claro, la seguidilla de festivales marca Panamá: MUPA, MASSIVA y África en América. Pero esa es otra historia.
La Comisión de los 500 años creó el proyecto
Biblioteca 500: obras para estimular la memoria de los sucesos, los personajes y los lugares que los definieron. Entre otras, publicó “Citadinas sin bambalinas”, “Historia General de Panamá” y “Panamá, la ciudad entre papeles”.
Lugar: Biblioteca Nacional Ernesto J, Castillero, 44 bibliotecas públicas y librerías
La iniciativa es parte de la celebración de los 500 años y plantea abordar el espacio público como salas de exhibición itinerantes, con el objetivo de crear espacios de diálogo con los visitantes. Propone incluir la voz de los ciudadanos y residentes, como principales actores.
Arte urbano para los 26 corregimientos en forma de murales que homenajean sus historias y pobladores. Para hacerlos, hubo sesiones comunitarias en cada corregimiento para presentar el proyecto a la comunidad y, en conjunto con el artista, definir el tema del mural.
Lugar: 26 corregimientos
Un evento público que resaltó la cultura panameña a través de los diversos elementos que la componen y propició entretenimiento y convivencia para todos los ciudadanos. La fiesta incluyó un corredor gastronómico, la Ruta de la Alegría y recitales.
Lugar: Parque Urracá
Fecha: Febrero 2
El proyecto mundial de fotografía urbana Inside Out Project aterrizó por primera vez en Panamá para mostrar la riqueza multicultural del país a través de rostros. Una muestra callejera con cerca 100 trabajos escogidos de entre 15 fotógrafos panameños.
Lugar: Santa Ana
Fecha: Marzo 7
La Alcaldía de Panamá, el Museo del Oro de Colombia, el Congreso General de la Cultura Guna y el Museo del Canal, presentó “Molas, Capas de Sabiduría”, una exhibición que celebra la riqueza artística, social y cultural de esta forma de arte textil tradicional.
Lugar: Museo del Canal
Fecha: Febrero 26 - Julio 2
En el marco del Día Internacional de la Mujer, el mes de la Francofonía y la designación de Panamá como Capital Iberoamericana de las Culturas, un concierto gratuito con tres artistas increíbles: la haitiana Emeline Michel, la panameña
Patricia Vlieg y la mexicana Lila Downs.
Lugar: Centro de Convenciones
Atlapa
Fecha: Marzo 7
La exhibición “La Tierra Vista desde el Cielo” busca llevar un mensaje sobre el desarrollo sostenible. Más que mostrar hermosas imágenes, es un reporte del estado de nuestro planeta, con materiales educativos que nos permiten comprenderlo mejor y preservarlo.
Fecha: Abril 22 - Mayo 22
//La celebración de Panamá 500
El primer “Foro Iberoamericano de Diplomacia
Cultural de las Ciudades y Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible”, con un programa de talleres, encuentros y conferencias abiertas que culmina con la Reunión Sectorial del Comité de Cultura de la Unión de Ciudades Capitales Iberoamericanas.
Lugar: Cancillería y Alcaldía de Panamá
Fecha: Mayo 27 – Mayo 31
La Asociación de Antropología e Historia realiza su congreso bajo el lema “La transformación de Panamá y América 500 años después”. La fiesta académica, científica y cultural, incluye ponencias sobre los mitos, la historia, la ciencia y los saberes en los 500 años de la ciudad.
Lugar: Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
Fecha: Junio 18 – Junio 21
El proyecto musical creado en el 2007 y organizado por la Fundación Sinfonía Concertante de Panamá, en 2019 es en Conmemoración de los 500 años de fundación de la ciudad de Panamá: una edición dedicada a la historia de música académica del país.
Lugar: Varios escenarios
Fecha: Mayo 30 – Junio 9
Por cuarto año consecutivo, en 2019 se realiza el “Foro Encuentro con mi Ciudad: La historia de la ciudad a través de su movilidad”. Es un espacio de información, debate y reflexión sobre temas de nuestra ciudad, en el marco del aniversario.
Lugar: Teatro Gladys Vidal
Fecha: Junio 21
Pieza coreográfica creada por el francés Yvann Alexandre rescatará un sitio olvidado del patrimonio histórico capitalino, con miembros de comunidades locales– y en particular jóvenes aficionados que participarán en una experiencia de intercambio cultural.
Lugar: Antigua Casa Bocaya
Fecha: Julio 27 - Julio 28
El Colegio de Arquitectos organiza la actividad para analizar el estado de la gestión del patrimonio cultural en Panamá, específicamente el de las ciudades, y conocer las experiencias internacionales que puedan incidir en su mejora.
Lugar: Centro de Convenciones de Ciudad del Saber
Fecha: Agosto 9 – Agosto 10
USD 4,150,000
invertidos por la Comisión de los 500 años
USD 216,443
del Fondo Panamá 500 destinados a los 22 proyectos concursables
22 proyectos
eleg idos para el Fondo Panamá 500
50,000 personas
participaron directa e indirec tamente de los proyectos
Libros
Iraida Icaza y el museo olvidado
II Semana Crónica Concolón Concolón y ConectAldea
Festival de coreografía infantil y juvenil
Fundación Gramo Danse
LAB de Arte y Ciencia 2017
Estudio Nuboso y Fundación Alemán Healy
¿Dónde está la estatua de Panquiaco?
Ana Elena Tejera
Esos que siempre fuimos otros
Teatro Carilimpia
Pandora Exquisita rio Cultural
ConSECUENCIAS 500 años
Alejandro Cadavid y Cristina Lombana
500 años después, Cine al aire libre
Fundación Mente Pública
Calipso de Panamá Folk Lab Studio
2017 y 2018 2019
Un paseo por la ciudad: Panamá 1903-1953 |
Ibeth Hernández y Rubén Araúz
Panamá Cosmopolita: La Exposición de 1916 y su legado | Adrienne Samos
Panamá, la ciudad entre papeles | Concolón y FNPI
Citadinas sin Bambalinas | Yolanda Marco, Lil María Herrera, Consuelo Tomás y Martanoemí Noriega
Muralismo y ciudad por los 500 años
Nosotras que contamos: mujeres periodistas de Panamá | Amalia Aguilar Nicolau
Una ciudad de Emigrantes | Lina Vega Abad
Nueva Historia General de Panamá
Alfredo Castillero Calvo
Arquitectura, Urbanismo y Sociedad
Alfredo Castillero Calvo
Orígenes y evolución del Escudo de la Ciudad de Panamá | Katti Osorio Memoria 2018-2019 Comisión 500 años
Panamá Radio
Edgar Soberón
Festival de la Memoria Fundharte
Bien Contao
Luis Alejandro Guillén
Teatro para explorar Asociación Carilimpia
Historia entremuros ConSECUENCIAS
Mi vida es movimiento Fundación Espacio Creativo
Cine transitorio
Mente Pública
La herencia del Tambo Jazz
Luis Carlos Pérez Burgos
Panamá 500 rostros, una ciudad
Elizabeth Daniela Truzman
Canvas Urbano 500 años
YMCA Panamá
Panamá cocreada por niños
Delia Echevers
Panamá: ciudad repensada desde el arte
Gladys Turner
// Eventos
La Alcaldía apostó por implementar políticas culturales en diferentes niveles y para todos los públicos, como una forma de garantizar derechos culturales. Así alumbró dos Festivales que, con continuidad, gratuidad y diversidad, lograron instalarse aquí y a nivel internacional.
Era 2014 y Latinoamérica sudaba festivales. Altavoz en Medellín: un rock star con metal, ska, reggae, rap, música electrónica y, claro, rock alternativo de categoría mundial.
El de Viña del Mar, a orillas del Pacífico Sur de Chile: un archifamoso certamen que palpita folclore y presume alfombra roja, recaudaciones inauditas y audiencias irrisorias.
El Cervantino, en México, que cada octubre desde hace 47 años se toma la ciudad de Guanajuato con espectáculos de música clásica, danzas, acróbatas, teatro, ópera y artes visuales.
Rock al Parque, el más grande entre los gratuitos al aire libre de la región, que pone a bailar a millones desde hace 25 años y convoca artistas como Fito Páez, Juanes, Draco Rosa o Mon Laferte, y pesos pesados del rock duro como Deicide, Sepultura o Sodom en el Parque Metropolitano Simón
Bolívar de Bogotá.
Todos tienen en común la diversidad de géneros —clásico, alternativo, ska y propuestas emergentes—, una asistencia masiva —40 mil personas por edición—, algunas propuestas más allá de la música —espacios para conversatorios, talleres,
juegos—, la continuidad —llevan de 59 a 15 ediciones— y, excepto el de Viña, la gratuidad.
Y aunque cada uno de ellos es un planeta de dimensiones propias, con su propia flora y su fauna, todos nacieron como resultado de políticas culturales implementadas en diferentes niveles del Estado.
Era 2014 y en Panamá no pasaba nada.
Había habido algunos intentos desde el Estado. Las giras artísticas y el Verano Feliz del Inac, una especie de kermés para toda la familia. Y ya. El Estado actuaba más como una sociedad de beneficencia que llamaba a una orquesta, a un titiritero, a algún grupo cultural que lograra entretener a los chicos un rato. Choteaba a algún músico amigo, le decía tengo tanto o no hay nada pero llega, toca. Y ya.
Pero llegó 2014 y se empezó a pensar distinto.
La nueva gestión cultural de la Alcaldía de la ciudad creyó, primero, en el diseño de políticas culturales para garantizar los derechos de ciudadanas y ciudadanos. Creyó también que había que pensar eventos que estén en sintonía con la diversidad que habita y convive en la ciudad, integrar los
El Festival MUPA es un espacio para la promoción de la música panameña alternativa y urbana, como una vitrina privilegiada para las expresiones juveniles. Además, busca crear lazos de intercambio cultural con colaboradores de la región mediante la participación de agrupaciones internacionales que, además de su música, brindan talleres, charlas y conferencias. El festival también permite a los artistas locales acceder a una red contactos internacionales y llevar su propuesta musical a otros países
nuevos circuitos y formas de expresión, arropar las mutaciones específicas en la praxis de las artes y la cultura.
Y entonces se pensó en un festival local.
¿Por qué no tener uno de música como lo tienen tantas ciudades vecinas? Uno en el que toquen bandas locales, internacionales, al que lleguen productores de otros países y mucha gente. ¿Por qué no montar un escenario que promueva el talento del patio y, a la vez, sea una vitrina para exponer lo local y crear lazos con lo regional? Un festival marca Panamá que esté a la altura de los mejores. ¿Por qué no?
Así nació el Festival de Música y Arte de Panamá. Nuestro MUPA.
—Siempre pensaba “ojalá acá hubiera un festival con su propia identidad, como en otros lados”. Pero no había. Sólo había espacios para tocar, como bares o restaurantes, pero no con buen sonido, buena promoción, mucho público y con un reconocimiento al artista en la calidad del montaje y el respeto del caché.
A principios de mayo de 2019, Giovanny Barrantes repasa la historia del MUPA
EL MUPA debe tener continuidad. Sería una locura que deje de hacerse. Uno ve otros festivales que funcionan hace años y es porque el gobierno que entra, lo sostiene.
Luis Felipe “Pipe” Gómez, integrante de la banda EntreNos
en una oficina de la Dirección de Cultura de la Alcaldía de Panamá. Pasa de sus experiencias y los sueños como músico, a la posibilidad concreta de hacer algo para impulsar el talento local cuando tocó la puerta de la Alcaldía en 2015 con la propuesta de volver realidad el deseo de festival local. La oportunidad llegó, primero, de la mano de un amigo que organiza el festival Patria Grande en Cuba y le contó que iban a llegar dos bandas por unos días a Panamá: Carajo de Argentina y Sinergia de Chile. Era noviembre y eso era un problema: no para de llover. Pero eran dos bandas internacionales y había que aprovechar. Y aprovecharon.
El 1° Festival MUPA fue el 15 de noviembre de 2015 en la Cinta Costera 1. Tocaron las bandas internacionales Sinergia (Chile), Carajo (Argentina) y Curva Sur
(Venezuela). De aquí, Estado de Sitio, La Tribu, Cabeza de Martillo, Diafragma, Out Rizon, Dozel, Hacienda Libre, Komodo y 2 Ton Yakama. También hubo expos, yoga y bailes urbanos. Tal como pronosticaron, llovió por varias horas. La sorpresa fue que ninguna de las mil personas se movió del lugar.
De ahí en más, todo fue crecimiento.
Ni bien terminó el MUPA inaugural, en la Dirección de Cultura comenzaron a estudiar cómo hacen las grandes ciudades sus festivales. Giovanny analizó las convocatorias, los requisitos y los tiempos en esas convocatorias. Escudriñó en el funcionamiento, la oferta, el personal, la logística. Cómo, con quiénes y con qué. Luego, lo adaptaron y armaron lo propio. En enero de 2016, a dos meses del primer Festival, lanzaron el llamado: la Alcaldía convocaba a bandas locales a inscribirse al MUPA 2. Más de 100 bandas se apuntaron. El 16 y 17 de abril de 2016 se hizo el Festival MUPA 2. Otra vez en la Cinta Costera, pero ésta vez con dos escenarios y el triple de gente: llegaron 3,000 personas.
Más de 30 bandas de pura música alternativa tocaron gratis desde las 10 de la mañana.
Las internacionales Elefreak (Venezuela), Allison (México), Golden Ganga (México), Zakate (Costa Rica), Trampa (Costa Rica) y Abismo (Colombia); y las locales Diafragma, Dozel, Hacienda Libre, La Tribu, Llevarte a Marte, Lolas, MD, Novadi, Estado de Sitio, Ocean Grave, Komodo y 2 Ton Yakama, Raíces y Cultura, I-Nesta y Séptima Raíz, Mala Hierba y la legendaria Cabeza de Martillo, entre otras. Hubo también venta de merch, fotografía, reciclaje, yoga, belly dance, tatuajes de henna, talleres deportivos, payasos y caricaturas. Un espectáculo impresionante.
Pero: aún faltaba para llegar al festival soñado.
Y lo que faltaba era internacionalizarlo y volverlo una plataforma para avivar la industria musical del patio. A por eso fueron.
—Empezamos a viajar a otros festivales para ver cómo funcionaban las cosas —cuenta Giovanny—. Invitamos a los programadores de esos festivales como jurados internacionales al tercer MUPA, tanto para dar transparencia al proceso de selección de las bandas locales como para que ellos vieran su calidad y, así, comenzaran a invitarlas a presentarse afuera. El tercer MUPA fue el 18 y 19 de febrero de 2017 en la Cinta Costera 1, gratis y con bandas de distintos géneros de Latinoamérica. Fueron más de 20 bandas. Más de 7,000 personas. Dos días antes del show y por dos días, en esa edición iniciaron los talleres y charlas para las bandas locales con maestros
internacionales —productores, sobre todo—. Allí les explicaban cómo había que postular a un festival, cómo venderse, cómo vivir de la música, cómo se maneja el mercado latinoamericano. Así, además de profesionalizarse, los artistas locales se codeaban con pesos pesados de música y festivales regionales, accedían a una red de contactos internacionales y comenzaban a ver las posibilidades concretas de llevar su propuesta musical a otros países.
La banda Indigentes viajó al ‘Rock por la vida’ de México. “Fue una gran oportunidad que nos dio el MUPA, la de estar al más alto nivel. La aprovechamos al máximo”, dice Edgardo Quijada, de la banda.
Aborigen fue a Medellín a tocar en el Altavoz. “Para nosotros fue alucinante y muy importante. Nos sentimos muy agradecidos y afortunados de llevar nuestro mensaje a otros lugares”, dice Shanti, integrante de la banda.
EntreNos armó valijas y afinó guitarras para aterrizar en el Galeras Rock de Pasto, en Colombia. “No te puedes imaginar lo que es tocar frente a 15 mil personas”, cuenta Pipe.
En 2018 la fiesta fue de tres días y para 15 mil personas. Arrancó el viernes 23 de marzo en la Cinta Costera y el Teatro
Gladys Vidal con bandas como la chilena de reggae Gondwana y la local Playa, y terminó el domingo 25 con la panameña Entre Nos; el portorriqueño Willy González y la colombiana Diana Avella.
Era la cuarta edición de un Festival que despegaba, se consolidaba y cada vez convocaba más. Pero, otra vez, faltaba.
El problema, dice Giovanny, era que a pesar de que al primer MUPA llegaron 1,000 personas y, al cuarto, 15 mil, aún no lograba ser del todo masivo.
El diario íntimo de un productor de un festival incluiría un mínimo de 13 fechas —en distintos días— y, al lado de ellas, actividades como “reunión”, “hablé con el productor del festival de Bogotá”, “vi una banda interesante de Costa Rica”, “pregunté por un mejor sonido”, “buscar un mejor hotel”, “skype con fulano para que venga a capacitar”. En el diario de Giovanny, después de cuatro MUPAs, había algo escrito con mayúsculas y subrayado: masivo. El talón de aquiles era la concurrencia.
Hasta 2019, cuando todo explotó.
Para la quinta edición del Festival MUPA, en sintonía con los festejos por los 500 años de la ciudad y la declaración de Panamá como Capital Iberoamericana de la Cultura,
la grilla fue de otro planeta: Residente, Los Cafres, Doctor Krápula, The Inspector Cluzo y Davis & La Mafia. De Panamá, Sr. Loop, Pureza Natural, Factor VIII, MD Leonte Bordanea y muchas más. Tres días completos con música continuada en el Parque Omar.
La noche del sábado 30 de marzo fue uno de esos lujos infrecuentes.
Pasadas las 8 p.m., la directora de Cultura de la Alcaldía de Panamá subió al escenario. Alexandra Schjelderup es una funcionaria atípica. Con miles de personas eufóricas, tomó el micrófono y, sonriente tras dar la bienvenida, preguntó: “¿Quién aquí tiene un abuelo inmigrante?”. Como respuesta, cientos de manos se levantaron. “¿Quién tiene una abuela afro?”. Y otras tantas manos más arriba. “¿Quién tiene ascendente indígena?”. Manos arriba otra vez. Y así con todas esas diversidades que vibran y
conviven en la ciudad Panamá: santeños, santiagueños, chinos, hindúes, gringos, colombianos, italianos, griegos, árabes, españoles, venezolanos.
Entonces Alexandra explicó que por eso era la fiesta, por esa diversidad: el ADN cultural de la ciudad de Panamá, justo cuando cumple 500 años. Enseguida habló de derechos culturales. Muchas de las cabezas amontadas en el parque frente al escenario la escuchaban con la inmovilidad de la atención. Luego dijo que la fiesta era para todos y gracias a todos: “¡Con tus impuestos!”. Allí las voces gritaron un poco eufóricas, otro poco anonadadas. “¿A quién vamos a escuchar?”, cerró la directora de Cultura. “¡A Residente!”, respondió a coro la multitud que se dedicarían a brincar y avivar por dos horas con un espectáculo de otra galaxia.
La elección de Residente como artista no fue casual: para su primer álbum solista, se inspiró en los análisis científicos de su propio genoma. Cuando se hizo una prueba de ADN para saber quiénes eran sus ancestros, notó que era un ciudadano del mundo: africano, europeo, asiático, oriental y nativo estadounidense. Un tiempo después, cargó su mochila y se dedicó a viajar por esos sitios que estaban dentro suyo para conocer huella genética, musical y cultural de sus antepasados. De esa mímesis con lugares, tonos y experiencias, resultó el álbum que usa la química individual para reafirmar su parentesco global. “Aquí no hay fronteras”, dijo Residente. Panamá y Residente comparten esa diversidad. Ese fue el último MUPA de esta gestión. Más de cien bandas, más de 50 mil personas, gratis y con cinco años de continuidad: la marca del Festival de Música de Panamá. Los artistas esperan que no sea el último. “Ojalá que esto sigan, que sea una política pública”, dice Edgardo de la banda Indigentes. “Sería una locura que deje de hacerse. Uno ve otros festivales que funcionan hace años y es porque el gobierno que entra, lo sostiene”, dice Pipe, de EntreNos. Esa es la historia del primer festival local.
En 2017 en la Alcaldía lo celebraban. Pero, otra vez, un pero: ¿Y los márgenes? ¿Y las subculturas? ¿Y esos grupos, estilos musicales, disciplinas que conviven en la ciudad pero a los que nadie les hace el menos caso?
Y pusieron manos a la obra. El Estado, por medio de la Alcaldía, arropó esas alternativas ocultas, les dio categoría y estatus festivalero y, con ellos, los volvió fiesta popular. De esa forma nació el Festival MASSIVA, una fiesta que refleja el mosaico heterogéneo de voces y temas que es la ciudad.
—El proyecto nace como una respuesta institucional al arraigo de la cultura geek en el país, que actualmente tiene una incidencia importante en la construcción de las identidades de un sector de la población joven y adulta panameña —dice Alonso Ramos, subdirector de Educación Ciudadana de la alcaldía de Panamá. Anime, manga, fanáticos de las series de TV y los videojuegos, seguidores del cómic y la ciencia ficción o la fantasía. Grupos usualmente ignorados por las instituciones en términos de oferta y derechos culturales, ahora eran reconocidos.
MASSIVA es el primer festival municipal de cultura pop en el distrito. Nació en 2018 como una respuesta institucional al arraigo de la cultura geek en el país, que tiene una incidencia importante en la construcción de las identidades de un sector de la población joven y adulta panameña. Personas que disfrutan del anime, el manga, las series de TV, los videojuegos, el cómic, la ciencia ficción o la fantasía, usualmente ignoradas por las instituciones en términos de oferta, hoy son sujetos de derechos culturales.
Massiva se montó en 2018: del 20 al 22 de abril la cultura pop se tomó la sede de la Alcaldía de la ciudad. Proyección de películas animadas, talleres de dibujo y maquillaje para Cosplay, concursos y puestos y la sociabilidad. Con un plus: conferencias.
El Massiva, al igual que el resto de los proyectos de la Dirección de Cultura, no se agota en el entretenimiento o el acceso a actividades de calidad en forma gratuita, también busca estimular la reflexión y el pensamiento crítico.
“La idea del evento es visibilizar que las ciencias sociales y las humanidades tienen mucho que decir y que ver con la cultura pop. Por esa razón, incluimos conferencias
con sociólogos, historiadores y especialistas en estudios culturales, formadores de públicos y politólogos”, dijo la primera coordinadora de evento, Claudia Cordero. Massiva, al ser política cultural, también tuvo continuidad.
La versión del 2019 llegó al Hotel El Panamá con más talleres —robótica, manga, pintura de figuras y modelos a escala, storyboard para proyectos audiovisuales y maquillaje de efectos especiales—, presentaciones musicales —Memory (Colombia), Ricardo Silva (México) y las panameñas Playa, Carlos Méndez y Señor Loop—, conferencias— sobre la construcción del género y el rol de las mujeres en la serie televisiva ‘Juego de tronos’ y sobre el anacronismo y la
La idea del MASSIVA también es visibilizar que las ciencias sociales y las humanidades tienen mucho que decir y que ver con la cultura pop. Por eso incluimos conferencias con sociólogos, historiadores y especialistas en estudios culturales.
Claudia Cordero, primera coordinadora de evento
atemporalidad en la exitosa serie ‘El Dr. Rolando Rodríguez’, por ejemplo—, pistas para patinetas y bicicletas, espacio de comidas y bebidas. El público era mucho y era heterogéneo, aunque había una constante: gran parte de ellos entraban en ese círculo de roles tan común entre los geek, un estilo que, lejos de ser una raza en extinción, abunda en la ciudad y abundaban ese abril entre juegos inflables, paint-ball y juegos electrónicos en un Festival que, esperan, haya llegado para quedarse.
Fecha: Domingo 15 de noviembre.
Lugar: Cinta Costera I.
Bandas locales: Estado de Sitio, La Tribu, Cabeza de Martillo, Diafragma, Out Rizon, Dozel, Hacienda Libre, Komodo y 2 Ton Yakama.
Bandas internacionales: Carajo (Argentina), Sinergia (Chile) y Curva Sur (Venezuela).
Público: 1,000 personas.
Fecha: Viernes 23, sábado 24 y domingo 25 de marzo.
Lugar: Cinta Costera I.
Fecha: Sábado 16 y domingo 17 de abril.
Lugar: Cinta Costera I.
Bandas locales: Cabeza de Martillo, La Tribu, Dozel, MD, Estado de Sitio, Mala Hierba, 2
Ton Yakama, Komodo, Diafragma, Alfredo Gasnell, Idian, Séptima Raíz, I-Nesta, Raíces y Cultura, Ocean Grave, Bloodsheed, Athica, Stone Sonora, Kam Williams, Fireage Marlys, 3.6.7., Kalavera, Cuarentena y Ravens.
Bandas internacionales: lefreak (Venezuela), Allison (México), Golden Ganga (México), Zakate (Costa Rica), Trampa (Costa Rica) y Abismo (Colombia).
Público: 3,000. personas.
Bandas locales: Entre Nos, Istmica, Luci & the Soul Brokers, Gin Guernica, Metheora, Italics, Libertad Perdida, Playa, 9 horas, Aborigen, A closer ending y Omnipotent; Polyphase, MecániK InformaL y Carlos Méndez.
Bandas internacionales: Stoner (Cuba), Infibeat (Costa Rica), Diana Avella (Colombia), Gondwana (Chile), Exumer (Alemania) y Willie González (Puerto Rico).
Público: 15,000 personas
Fecha: Sábado 18 y domingo 19 de febrero.
Lugar: Cinta Costera I.
Bandas locales: Cienfue, Rencilla, Xantos Jorge, Calibre 57, Radicales Libres, Harvest, Lolas, Les Indigentes, Yek Gamboa, Resistencia, La perlota y qué, Frescura, Promises, Lemmiwinks y Tell your Stories.
Bandas internacionales: A.N.I.M.A.L. (Argentina), Tiempos de Sangre (Colombia), Cocofunka (Costa Rica) y Retroporno (México).
Público: 7,000 personas.
Fecha: Viernes 29, sábado 30 y domingo 31 de marzo.
Lugar: Parque Omar.
Bandas locales: Athica, TMV, Komodo, Daniel Jácome, Skanamá, El Gran Sonido, Stone Sonora, TVRBO, Tiburón Amarillo, Pureza Natural, Factor VIII, MD, Leonte Bordanea, Mayra Hurley, Marco Luque y Señor Loop.
Bandas internacionales: Davis & La Mafia? (Colombia), The Inspector Cluzo (Francia), Doctor Krápula (Colombia), Los Cafres (Argentina) y Residente (Puerto Rico).
Público: 30,000 personas.
// Una ciudad humana
La relación entre cultura y desarrollo pone cada vez más en evidencia el carácter transversal de la cultura. La calidad del desarrollo local requiere la imbricación entre las políticas culturales y el resto de políticas públicas. Por eso, la Alcaldía la incorporó en distintos departamentos como herramientas facilitadoras del avance de diversos proyectos
Desde los orígenes de la ciudad de Panamá, 500 años atrás, el flujo y reflujo del comercio internacional fue un tema constante. Ese es el sello de lo urbano aquí: un paisaje inflado por los intereses privados y, por debajo y a los costados, el rugir de las consecuencias de la especulación: contrastes de vergüenza, barrios sin servicios básicos, avenidas asediadas, acueductos desbordados, las pocas veredas plantadas con carros. En las últimas décadas, esa concepción que volvió la vida de los habitantes más complicada, incómoda y frustrante, cambió. Hoy se extiende la idea de construir ciudades más amigables. Más felices. Porque si no es un terreno para la felicidad, la ciudad es una falla.
En esa línea, la Alcaldía se propuso desde 2014 repensar la ciudad desde una escala humana. O sea: que la ciudad sea una ciudad para su gente. Con el disfrute de sus espacios públicos, preparada para las contingencias, con áreas verdes y abiertas; solidaria, pacífica y sin el patrimonio de circulación para los carros. Entonces, la Alcaldía entendió que la cultura cumple un rol fundamental en esa meta.
Como creadora de identidad, generadora de
inclusión social, aglutinadora y catalizadora de diversidad, propiciadora de redes sociales y promotora de participación, la cultura es central en la estrategia integral de desarrollo local. Por eso, durante esta gestión no fue patrimonio exclusivo de la Dirección de Cultura, sino que distintos departamentos de la Alcaldía la incluyeron para la realización efectiva de sus proyectos y programas. Porque fortalecer la cultura es construir ciudad, la cultura se convirtió un eje transversal para el desarrollo local.
Hay muchos ejemplos.
La Sub Dirección de Seguridad Ciudadana la incorporó en sus actividades orientadas al desarrollo integral de los jóvenes y adolescentes del distrito capital. Desde 2015, ha movilizado a más de 21,902 jóvenes para participar en foros, encuentros y capacitaciones relacionadas con habilidades y proyectos de vida, en los que incluyó clínicas de danza, música y arte para jóvenes en riesgo social en distintos barrios de la ciudad.
En 2016, además, la Sub Dirección presentó el Plan de Seguridad Ciudadana, elaborado en conjunto con diez organizaciones, catorce dependencias de la Alcaldía, el representante
de la OEA en Panamá y el equipo del Programa de Prevención de la Violencia del PNUD. El programa formó líderes juveniles y mejoró la coordinación de la Sub Dirección con otras dependencias y con organizaciones de su entorno. Cultura entre ellas. Dos años después, en 2018, nació “Panamá Camina”: un experimento para hacer de la capital una más habitable y más amigable con el peatón.
La calidad del desarrollo local requiere la imbricación entre las políticas culturales y el resto de políticas públicas: sociales, económicas, educativas, ambientales y urbanísticas.
“La ciudad de Panamá adoptó el modelo de ciudad pensada desde el vehículo y, a partir de allí, se fue convirtiendo en un sitio hostil para los peatones”, dice José Istaurín, subdirector de la Dirección de Planificación Urbana de la Alcaldía. Para cambiar el paradigma, nació el proyecto que contempló peatonalización, intervenciones físicas y culturales, con artistas en lugares clave como plaza 5 de mayo. Luego, en agosto de 2018, se presentó la Estrategia de Resiliencia de Panamá: un plan para enfrentar las amenazas territoriales, sociales, ambientales y económicas en Panamá y San Miguelito. La cultura volvió a tener un rol fundamental, integrándose a las líneas de trabajo que abordan iniciativas en términos de transporte, educación y necesidades básicas, la valorización de los ecosistemas, la infraestructura verde, un enfoque de
riesgo, mejora en procesos de gobernanza y participación ciudadana.
Hubo otros planes que integraron intervenciones culturales. El de Movilidad Urbana Integral. El de Ordenamiento Territorial. El de Basura Cero.
“Lo que hicimos fue impulsar una visión de la cultura que permitió unir nuestra misión a la misión de otras instituciones, entidades nacionales e internacionales”, dice Alexandra Schjelderup, directora de Cultura del municipio. Porque “las artes no son necesariamente un fin, sino un medio para construir ciudadanía”.
En síntesis: para transformar la ciudad en una más humana y para implementar los planes de los distintos departamentos, es necesaria una estrategia transversal, interdisciplinaria y en equipo. Eso se hizo: integrar cultura a todos los departamentos y, desde la Dirección de
Cultura, ofrecer capacitaciones a agentes de otras dependencias e incorporar en sus lineamientos ejes como el cuidado del medio ambiente y la Memoria, la construcción de ciudadanía y la convivencia pacífica. También sumar como aliados al Gobierno Nacional, organismos internacionales y organizaciones de la sociedad civil.
Todo para, a través de la gestión cultural, reconstruir la autoestima y las identidades colectivas de las comunidades, con un enfoque de diversidad y diálogo de saberes para la reconstrucción del tejido social. Así, llegar al 500 aniversario con la posibilidad de disfrutar de una ciudad más humana y soñar la que queremos. Construir una ciudad feliz.
La Dirección de Cultura ha brindado su apoyo en el área de participación ciudadana para el desarrollo de los planes del nuevo Parque Norte.
Ejecución de un trabajo interinstitucional —con MEDUCA, MIDES, la Universidad de Panamá y UDELAS— para desarrollar perfiles y protocolos que aporten a la estimulación y el desarrollo de competencias sociales, así como creativas, en niños y niñas de entre 0 y 5 años.
La Dirección de Cultura sirvió de mediadora entre la comunidad artística, los planificadores de la ciudad y su transformación urbana. En este sentido, brindó apoyo para la realización de murales, grafiti y arte callejero como espacios de expresión y humanización de la ciudad.
Ejecución de un trabajo interinstitucional —con MEDUCA, MIDES, la Universidad de Panamá y UDELAS— para desarrollar perfiles y protocolos que aporten a la estimulación y el desarrollo de competencias sociales, así como creativas, en niños y niñas de entre 0 y 5 años.
Más allá de un proyecto de recolección de basura o estrategia de ciudad, MUPA busca incidir en la cultura que debe acompañar a cualquier proyecto medioambiental, de reciclaje o recolección de desechos. Lo mismo con los planes de ordenamiento territorial, Panamá Camina, Movilidad Urbana Integral y otros.
// Nuevos espacios
Para el cumple de los 500 años de la ciudad, la Alcaldía se propuso que la fecha la encuentra hermoseada, acicalada y en proceso de cambio. Después de décadas de crecimiento desordenado, empezó el proceso de transformación de la ciudad con planes y la revitalización de espacios públicos y sitios históricos, la creación de ejes urbanos y la restauración de plazas emblemáticas. Los espacios culturales fueron parte del cambio
Teatro Gladys Vidal
El antiguo Cinema Arte es ahora un auditorio disponible para múltiples actividades educativas y culturales en la planta baja del Edificio Hatillo. Desde enero de 2018, cuando inauguró, es aprovechado gracias a las mejoras estructurales y de acústica, con nuevos equipos de proyección y sonido, para talleres, conferencias, proyecciones de cine y documentales, y otros eventos.
Centros de Recursos Creativos y Artísticos (C.E.R.C.A.)
Los Centros de Recursos Creativos y Artísticos (C.E.R.C.A.) son las nuevas escuelas municipales en Panamá Este, Norte y Centro. Impulsan la creatividad en la ciencia, las TICs y otros, con una oferta cultural mediada por la construcción de habilidades para la vida. El edificio Juan Ramón Poll, que fue transformado en un C.E.R.C.A., incluye terraza, ascensores, escuela de artes, áreas de esparcimiento, cafetería y otras amenidades.
Por medio de la Escuela de Bellas Artes, la Dirección de Cultura apoya la jornada extendida con clases de violín, guitarra, trompeta, piano, saxofón y canto. También se imparten clases de hip hop (breaking) y rap. Adicionalmente, las clases de danza comprenden ballet clásico, folclor y danza moderna. De las clases de música se ha conformado una orquesta de salsa juvenil y un trío de jazz que, al igual que los demás estudiantes, participan en presentaciones ante el público en actividades comuniratias.
Bibliotecas
El programa Bibliotecas como Nodo Cultural y Educativo de la Comunidad propone espacios lúdicos, de gestión cultural, de lectura, innovación y aprendizaje: lugares para pensar y crear.
// Puntos de Cultura
Desde 2015, la Dirección de Cultura de la Alcaldía de Panamá garantiza el acceso a los derechos culturales en los 23 corregimientos de la ciudad. Una red de seis Puntos de Cultura, 26 bibliotecas y los programas Vacaciones Creativas y La Ruta de la Alegría, desconcentró la oferta de formación y goce. Así, el municipio dinamizó los procesos de reconocimiento de las diversas identidades culturales, fortaleció las capacidades y el desarrollo humano, previno la violencia y avivó la transformación y reconstrucción del tejido social
Son las nueve de la mañana de un sábado luminoso y la barriada Las Lajas despertó como siempre: carros abriéndose paso a pitazos por las calles estrechas, casas con frentes sombreados por árboles añosos y tiendas chinas abarrotadas. Es 13 de abril de 2019 y en la escuela República Árabe de Egipto la puerta está abierta y varios niños sin uniforme entran corriendo y algunos más, tranquilos, de la mano de sus madres o abuelas. Es sábado, sí, pero hoy la escuela no descansa.
Ni bien pasas la entrada, está la cancha. En la cancha está Joaquín Paredes, un tallerista al que los niños y niñas llaman “profe” y que ahora los reúne a todos en el centro. En un rato irán a las aulas a teclear sobre un piano, pintar o actuar, pero ahora se acercan a Joaquín que les pide que hagan una ronda.
—¡Buenos días! ¿Cómo amanecieron?— arenga Joaquín.
—Bieennn— responden los niños alrededor de él, sin demasiado entusiasmo.
—¡Los veo como dormidos! Vamos, arriba, empezamos con estiramiento.
Joaquín es un morocho alto de 32 años que estudió negocios en México. Fuera de su profesión, la música es su principal
ocupación. Todos los sábados se suma a la troupe de talleristas que mantiene despierta la escuela desde hace dos años. Ahora trabaja en la “iniciación” con los niños: manos arriba y abajo, con las piernas estiradas; subir una pierna, tomarse la rodilla con las manos y hacer equilibrio. Cuando ya entran en calor, comienzan a jugar a la queda. Todos corren para esquivar o alcanzar a alguien. Todos ríen. Después, la “carrera del compañerismo”: en parejas y tomados de la mano, corren una distancia juntos y vuelven a la fila donde están los demás para activar el turno de la próxima pareja. Cuando el juego acaba, Joaquín aprovecha para hablarles de eso: el compañerismo.
Ahora que terminaron y los niños ya están yendo a las aulas, Joaquín dice que cada sábado hacen esto para activar los cuerpos y que así aprendan mejor en las clases. Dice que en cada iniciación, intentan también enseñarles valores y por eso hoy les habló de compañerismo. Luego dice:
—Yo vengo de un sistema rígido, pero aquí aplicamos otro paradigma. Hablamos de valores y de términos como ciudadanía: yo como ciudadano, soy responsable de entregar el conocimiento que he adquirido
a la sociedad. El fundamento es que el uno por ciento de la sociedad logra un título universitario, mientras el 99 por ciento restante se sacrifica para que ese uno pueda estudiar. Como yo soy parte de ese uno por ciento, hay personas que se sacrificaron para que yo estudiara y lo tengo que devolver. Joaquín, rodeado de niños que lo reclaman, sigue al aula donde dibujará escalas musicales en una pizarra para enseñarles las notas y tecleará en el piano para que diferencien los tonos. No es el único que madruga los sábados para dar talleres.
Solo en ésta escuela, la República Árabe de Egipto, hay nueve talleristas que dan clases de cosas como robótica, artes visuales, ballet, música, breaking y danza contemporánea. Pero hay cinco Puntos de Cultura más desparramados por la ciudad fragmentada y concentrada que es Panamá, que mantienen despiertos a los niños con cultura. Gracias a un convenio con el Ministerio de Educación, seis escuelas se transformaron en centros culturales: en el centro de la ciudad, hay un Punto de Cultura en la escuela Japón, en Betania, y en la República de Haití, en Parque Lefevre; hay
dos en el área este ubicados en las escuelas Cirilo J. Martínez, de Pedregal, y Reino de los Países Bajos de Holanda, en Mañanitas; y en el norte, además de la Árabe de Egipto, está la Juan Pablo II en Ernesto Córdoba. Todas ellas cubren corregimientos donde había muy poco acceso a propuestas antes de 2015.
En un recorrido por cada uno de ellos, cualquier conversación con los talleristas y los coordinadores arrojará palabras como “derechos”, “comunidad”, “integración”, “Memoria”. Así como Joaquín, los demás parecen tener muy claro el foco y una convicción en los “procesos”, el trabajo con “autoestima”, el “proyecto de vida” o el ejercicio de la “ciudadanía”.
Aura Benjamín, por ejemplo, da clases de pintura en la misma escuela que Joaquín y dice: “Con los niños buscamos conectar para generar ciudadanía a través del arte y la cultura. Así conocen que tienen derechos culturales y despiertan los valores comunitarios. El arte como un camino a través del cual generar vida comunitaria”.
O María Alexandra Córdoba, que enseña guitarra, piano y canto en el Punto de
Cultura de La Siesta y por mayo de 2019 ultima los detalles finales para una noche de talentos donde los niños harán un show con bandas de música, expondrán sus pinturas y montarán obras de teatro. Un viernes de abril, sentada en una mesa baja de colores chispeantes en un rincón del espacio alegre y encantador que es la biblioteca de La Siesta, María Alexandra dice: “Aquí estamos para los niños de muchas formas, no solamente como profesores. Muchos llegan con que el papá le pega a la mamá o que hay muchos gritos en casa o están muy solos. Para no estar solos, vienen aquí. Aquí se desestresan y transitan un proceso muy lindo: empiezan en cero, muchas veces con timidez y no hablan, y luego los ves tocando instrumentos, actuando y escribiéndote “profe, ¿vas a ir hoy?” o “profe, ayúdame con tal cosa”. Me encanta porque siento que el niño mejora artística y socialmente”. O Cindel Quintanar, una fotógrafa que lleva dos años dando talleres y en un aula de la escuela Cirilo J. Martínez dice: “Me encanta porque puedo transmitir a los niños mi pasión y, además, mostrarles que lo pueden hacer, que se pueden dedicar a esto y que
Vengo al taller de fotografía. No es difícil si prestas atención. Mi parte favorita es tomar la foto, tienes que prestar mucha atención y cuidar la cámara. Es algo muy hermoso y con eso puedo llegar a ser alguien muy grande. Te motiva ver que tu puedes hacerlo. Si practico, puedo llegar a ser fotógrafa, trabajar de eso y ser famosa.
Frida Castañeda Paz - 11 años
pueden hacer lo que se propongan en la vida si se dedican”.
Los Puntos de Cultura son eso: espacios vivos y vibrantes a través de los cuales el Estado se hace presente en toda la ciudad para vincularse con los ciudadanos y garantizar a niños y niñas, vecinos y vecinas el acceso, la posibilidad de creación y de disfrute de actividades, proyectos y programas culturales. Así, tal vez sin darse cuenta, construyen lazos solidarios entre ellos, con los espacios públicos, con la ciudad y su memoria histórica, y contribuyen al desarrollo.
La idea aterrizó desde Brasil, donde en 2004 revolucionaron la forma de hacer política pública cultural con el programa Cultura Viva: una iniciativa que amplió el acceso cultural a través de más de 4,000 Puntos de Cultura en todo el país. El programa sirvió como modelo en países como Argentina,
Paraguay, Uruguay, Bolivia, Colombia y Costa Rica. A Panamá, la idea llegó en 2014 y estuvo en fase piloto durante 2016 y 2017, para finalmente arrancar en 2018. Hoy logra garantizar derechos culturales a 3,295 niños y niñas, jóvenes y adultos de barrios en el norte, este y centro de la capital. “El trabajo con todas las comunidades ha sido permanente y extenuante”, dice el subdirector de Cultura y Educación Ciudadana de la Alcaldía de Panamá, Alonso Ramos. Y dice que fue difícil porque es ardua la tarea de convencer a alguien de cuánto le conviene lo que desconoce: que el acceso a capacitaciones y actividades son derechos; que cada niño, niña o adulto de la ciudad puede y debe exigir que se le garanticen esos derechos culturales; y que el Estado tiene la obligación de garantizarlos en todo el territorio de la ciudad para todos los ciudadanos, más allá del color, credo, etnia, origen o clase.
La buena noticia es que tras cuatro años de implementar ese enfoque de desconcentración e interculturalidad de la oferta cultural —eso es: trazar mapas para observar dónde se concentraba la oferta cultural y ampliarla a los corregimientos segregados; ver en nuevos mapas los grupos humanos que habitan el territorio, dónde hay indígenas, dónde afro, dónde migrantes de otras provincias o países, para garantizar allí también acceso—, finalmente las comunidades están sensibilizadas. Para eso, hizo falta mucho más que los Puntos de Cultura. Más estrategias para la ampliación, desconcentración y democratización de derechos culturales que implementó la Dirección de Cultura de la Alcadía de Panamá entre 2014 y 2019. Hay varias y tienen en común que cada una trata de mantener despiertos a niños y niñas y activos a adultos en momentos de siesta, abulia, dolor, ausencia o nada que hacer. Durante el receso escolar, cuando las escuelas cierran y las posibilidades de aprendizaje, intercambio y diversión merman, están las Vacaciones Creativas.
Durante los meses de verano se toman distintas escuelas de la ciudad para ofrecer, de lunes a viernes, actividades como giras ecológicas y científicas, cuentos al aire libre, noche de boleros y otros talleres que utilicen el arte no solo como entretenimiento, sino
Me gusta mucho la docencia y creo que es muy importante transmitir todo lo que aprendimos. Aquí me gusta todavía más porque es taller: es el juego, compartir, la diversión, promover la participación y la pertenencia, que los niños tengan reconocimiento de su identidad, de lo que son, de lo que sienten y lo que sueñan. Que todo lo que aprendan sirva para que los ayude como herramienta para su vida.
Cindel Quintanar – Tallerista de fotografía en la escuela Cirilo J. Martínez
como herramienta de transformación. También en vacaciones, la Ruta de la Alegría pasea por los corregimientos alejados del centro y que no tienen acceso al programa de verano durante la semana, con una oferta cultural variada para los niños y los vecinos. Llevan talleres de escritura creativa, danza, música, pintura, masilla, hip-hop, rap, break dance, graffiti, malabares, mimo, juegos tradicionales, reciclaje, origami, cuentacuentos o teatro de títeres. Así, cada sábado de verano, en los rincones más alejados ven acercarse un bus repleto de
La Dirección de Cultura de la Alcaldía de Panamá tiene como objetivo que su política cultural sea una plataforma para el desarrollo de los derechos culturales en el distrito. Estos derechos, descritos en la Declaración de Friburgo, incluyen el derecho a la ciudad, a la expresión, a la educación, a la identidad, a la innovación tecnológica y a gozar de una vida cultural plena.
talleristas deseosos de trabajar con niños y acompañarlos en sus procesos de creación artística.
El resto del año, en tiempos de clases, están los Puntos de Cultura. Y las Bibliotecas. Son 23 distribuidas en 21 corregimientos y funcionan como espacios de aprendizaje, consulta y encuentro, especialmente para estudiantes y personas de la tercera edad. Ahora que no es tiempo de recesos escolares y es un viernes de mayo, en la la Biblioteca Rosa María Jaén del Castillo las bibliotecarias leen cuentos a niños y niñas de preescolar. Después, ellos dibujarán: harán arte siguiendo su propia interpretación de los relatos fantásticos.
En el centro de la ciudad, mientras tanto, alguna joven consultará algún libro o
prenderá una computadora para buscar en Internet los datos que necesita para cumplir con la tarea de la escuela. Al mismo tiempo, en Curundú o Pacora o Alcalde Díaz, habrá niños atentos a “La Hora del Cuento” o enchastrándose en algún taller de pintura. Seguramente en cualquiera de ellas, alguna madre o cuidadora aprovechará para tomar los cursos de modistería y manualidades.
Otro día —un sábado de mayo de 2017 , por ejemplo—, niños y niñas disfrutarán en la Biblioteca de Río Abajo una tarde de “Cuentos con Sol y Agua”. Sentados en el piso y muy atentos, habrán de escuchar historias como la de la bruja Karaba y Kirikú el héroe valiente, con un mensaje sobre la importancia de la protección a la naturaleza; o la de la “Niña bonita”, sobre un conejito blanco que admira mucho la belleza de una pequeña con cabello negro rizado y la piel oscura y lustrosa.
Ese es otro de los focos de los programas de la Dirección de Cultura: incluir materiales, relatos y actividades que fomenten el vínculo con la Historia, a 500 años de su fundación de la ciudad; la naturaleza, la Memoria y la diversidad que es la urbe. Aportar conocimiento sobre universos desconocidos para fomentar la empatía y el encuentro. Así es en los Puntos de Cultura, las Vacaciones Creativas, La Ruta de la Alegría y, por supuesto, en las Bibliotecas. Antes no era así.
Hasta 2014, las bibliotecas comunitarias eran espacios poco concurridos y más bien silenciosos. Ahora, son centros culturales activos y atractivos para los vecinos: espacios lúdicos, de gestión cultural, de lectura, innovación y aprendizaje. Lugares para pensar y crear.
Hay veces que en las Bibliotecas no pasa nada. Es cuando las bibliotecarias se reúnen para aprender ellas, para poder hacer con los de la comunidad.
El viernes 5 de abril, por ejemplo, en la Biblioteca de Parque Lefrevre nueve de ellas están sentadas alrededor de una mesa, con lienzos y pinturas, dibujando, dando pinceladas y pegando para un collage, guiadas por la maestra.
La
tarea de convencer a alguien de cuánto le conviene lo que desconoce es ardua pero necesaria. En muchas comunidades ahora saben que el acceso a capacitaciones y actividades son derechos, saben que merece que se le garanticen los derechos culturales y que el Estado tiene la obligación de garantizarlos, más allá del color, credo, etnia, origen o clase.
Alonso Ramos, subdirector de Cultura y
Educación Ciudadana de la Alcaldía
“Cuando yo entré a la Biblioteca, no estaba muy empapada. Luego aprendí, como estamos haciendo ahorita, de técnicas y herramientas, y sobre cómo te puedes integrar emocionalmente con los niños, cómo vas a construir el espacio para que lo sientan propio”, dice Noris Mendieta, que es la encargada de comandar la biblioteca Rosa María Jaén Del Castillo de la barriada San Martín. Enseguida cuenta que las capacitaciones y actividades, fueron parte de “un proceso maravilloso. Hay chicos con
diferente carácter y situaciones, y hay que integrarlos, motivarlos y conectar”. ¿Qué si ella misma se vio beneficiada? “Claro —dice—. Me cambió la vida porque me motivó a ser mejor y a ayudar a los chicos a ser mejores”.
A su lado, Ana Luisa de Gómez asiente con un movimiento de cabeza: “Las bibliotecas municipales son una belleza en comparación a cuando yo entré, en los años 80”, dice. Ana Luisa lleva 39 años de bibliotecaria y ahora está tomando este taller en la Parque Lefevre y antes tomó otras tantas de las capacitaciones del municipio para iniciar la revolución cultural. Fue, para ella, un giro feliz: “Ahora en las bibliotecas no solamente se da un libro, hacemos un tremendo programa: la promoción de la lectura, talleres y un pocotón de actividades para que los niños aprendan pero también se rían y sean felices. Tienes que verlo, vienen contentos siempre y no se quieren ir”.
Como ellas, todos los talleristas que trabajan en los Puntos de Cultura, las Vacaciones Creativas y La Ruta de la Alegría, recibieron capacitaciones permanentes en técnicas y en pedagogía. Cuestión importante. Por un lado, fomenta las relaciones entre cultura y desarrollo. Por otro, garantizan continuidad: quienes están hoy a cargo de bibliotecas, talleres y actividades, pueden seguir haciendo lo que ya hacen porque saben cómo hacerlo bien. Es decir: le dan sostenibilidad a la propuesta de la Alcaldía para poder trascender los cambios de administración.
En todas esas capacitaciones, aprendieron una nueva forma de hacer lo que hacían. Una pedagogía disruptiva.
“Estamos tratando de cambiar el paradigma”, dice Adalberto Hernández, apoyo pedagógico en los Puntos de Cultura.
“Partimos del juego, para aprender otras cosas que son importantes”, dice.
Es el mismo sábado luminoso de abril y Adalberto está sentado en un aula de la escuela Reino de los Países Bajos, donde acaba de dar una inducción a los talleristas